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Ramo: Sociología Económica

Carrera de Sociología
Facultad de Educación y Ciencias Sociales
Docente: Dr. Nicolás Gómez Núñez

Evaluación 2
Usos metodológicos de la sociología económica en distritos comerciales
Presentación
Esta actividad de evaluación busca revisar los siguientes Resultados de Aprendizaje (RA): el o la
estudiante descubre los componentes de las representaciones sobre las economías cuando
compara los discursos que están en los documentos escritos, audiovisuales, visuales y auditivos
elaborados y difundidos por: funcionarios públicos, dueños y trabajadores de organizaciones
productivas, financieras y de consumo, y académicos e investigadores de universidades y centros
de investigación y pensamiento, para fomentar la diversidad económica basada en el diálogo y la
tolerancia.
El trabajo tiene tres énfasis.
1) Las respuestas y desarrollo de actividades deben usar los conceptos presentados en el
ramo, entre ellos: dineros, mercados, comerciante, invención, intereses económicos,
crematística y espíritu del capitalismo.
2) El documento escrito debe aportar y exponer descripciones basadas en prácticas,
conversaciones o documentos visuales y/o audiovisuales del distrito comercial.
3) En un capítulo final debe presentar dos (2) preguntas. Cada pregunta debe estar en
relación con las descripciones hechas y según el uso de los conceptos.
Aspectos obligatorios a considerar al momento de construir respuestas y desarrollar actividades:

1
 El documento escrito debe usar letra Arial tamaño 11, a espacio simple y con espacio
entre párrafos (6 pto.)
 Los argumentos deben demostrar el uso de las categorías, para lo cual, debe hacer uso de
los recursos que se entregan durante el curso, algunos de los cuales son artículos y
presentaciones que están en el aula virtual y otros son capítulos de libros que llegarán por
correo electrónico. Debe usar al menos el 70% de la bibliografía del ramo, obligatoria o
complementaria; y el restante 30% puede ser documentos de elección de cada estudiante.
 Debe utilizar elementos gráficos (estadísticos, simbólicos) o fotográficos que ilustren los
aspectos que se quiere destacar.
 Debe utilizar datos cualitativos o cuantitativos que ayuden a conocer lo que está
describiendo, estos datos pueden ser extractos de entrevistas, incluidas las que están en
medios de comunicación o páginas web donde hablan los integrantes del distrito
comercial, datos numéricos (estadísticos, por ejemplo) y/o organigramas.
Para realizar la siguiente y la actividad, usted necesita leer:
Alarcon, J. I. (2017). El dinero desde “medio de intercambio” hasta “medio simbólico.” Elementos
luhmannianos para la observación del dinero. MAD, (36), 53–71.
https://doi.org/10.5354/rmad.v0i36.46142
Araneda, F. (2012). La convergencia de los ejes analíticos del dinero: hacia un orden de la “teoría
latente” del dinero en la sociología. Revista Central De Sociología, 7(7), 16-35.
https://centraldesociologia.cl/index.php/rcs/article/view/17

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Pregunta 1
Sabemos que el dinero se presenta como un artefacto de intercambio invariante y universal,
también hemos observado que el dinero está imbricado en mundos económicos, a continuación
usted debe: explicar, apoyándose en la bibliografía pertinente, las razones que ayudan a sostener
que el dinero expresa un abstracción que participa en los procesos de calculabilidad de los
agentes económicos.
R:
En lo que referencia al dinero, enfatizar en una primera instancia que resulta inevitable asociarlo
de forma apresurada y casi automática en lo que respecta a economía. En este marco de la
economía, apuntándola a esta como ciencia se ha dado un consenso enfocado a una maquinación
de los mayores procesos de diferenciación al interior de las ciencias sociales, destacándose el que,
desde surgimiento de los fisiócratas en el siglo XVIII, el contenido arraigado en la materia inicio un
proceso sistemático y permanente en la explicación de los procesos de producción,
comercialización, distribución, consumo de bienes y servicios a partir de variables estrictamente
económicas (Luhmann 2006).
Esto último posibilito en la economía una prescindencia respecto de las explicaciones históricas
asociadas a las posibilidades de imbricación de la moral, ética, religión y socialización en las
acciones y estructuras económicas (Polanyi 2006). Teniendo como consecuencia el que las ciencias
sociales a lo largo del siglo XX se encuentren consideradas bajo el título de “explicación de
segundo orden” en un área de estudios que fue parte de sus procesos de consolidación científica.
En la línea de estos procesos y sin perder el foco en lo que respecta a el dinero, este en lo que
respecta a la ciencia de la economía es definido como un medio con propiedades claramente
identificables y cuantificables. Añadir que para los economistas el dinero además se encuentra
compartiendo tres propiedades las cuales son en primer lugar el ser un medio de intercambio, una
propiedad nominal y finalmente de valor. Es así que el dinero se luce como un artefacto de
intercambio invariable y universal.
Con el planteamiento anterior que pone en cierto grado en perspectiva lo que refiere al dinero en
el marco de la economía, esta ciencia ha ido apuntando sus debates en aquellos fenómenos que se
encuentran implícitos dentro de las propiedades del dinero como lo son
origen, distribución, traducción en circulación e inflación, encontrando en estas
conceptualizaciones, diferencias entre las escuelas clásicas, institucionalistas, keynesianas y
monetaristas (Orzi 2012).

Enfatizar que es en la lectura de “clásicos del dinero” como lo son el filósofo y sociólogo Georg
Simmel, el economista y político Karl Polanyi, entre otros se ha ido en la promoción de una
importante reapertura en la discusión, dentro del parámetro de la ciencia económica, en lo que
refiere al dinero dando de igual manera un pie a la construcción de nuevas comprensiones
asociadas a los paradigmas clásicos de las ciencias sociales, mostrando diferenciadas tendencias
sobre el origen, alcances y futuros del dinero como lo son por ejemplo miradas históricas o
formalistas que sostienen que el dinero ha estado presente en gran parte de la historia de la
humanidad, entendiendo que solo en la modernidad éste alcanzo un registro hegemónico por el
advenimiento del capitalismo (Marx 1978; Simmel 2003; Waterford 1997).

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con el surgimiento de la nueva sociología económica (Granovetter 2000, 2003), ha crecido el
interés de las ciencias sociales por retomar este nicho de comprensión teórica, aportando
elementos y dando cuenta tanto de los alcances, comprensiones y límites de la mirada económica
(Callon 1998)

En esta ruta, el dinero para la mirada formalista es un médium que permitió la cuantificación de
los bienes y servicios, traduciéndolos a una lógica equivalente en cuanto a sus valores, ya sea en la
producción, el intercambio o el consumo.

el psicoanálisis
ha acentuado la mirada en los procesos de ascetismo, deuda y sacrificio, como componentes en la
relación individuo/sociedad que posibilitaron no solo el surgimiento del dinero, sino los procesos
de división del trabajo y relación capital/trabajo (Kurnitzky 1992).
Detrás de esta comprensión subyace la necesidad de dar cuenta de la existencia de patrones
básicos en el comportamiento humano, de negar los procesos de goce y libido natural, siendo
llenados por sustitutos mate- riales asociados hoy en día al tener/no tener dinero y, más
recientemente, los fenómenos de acceso y consecuencia del crédito.
los estudios religiosos del dinero (Sánchez 2005)
concentrado su atención en la tradición funcionalista durkheimniana (Durkheim 2012), dando
cuenta de las similitudes antropológicas entre el surgimiento de elementos sagrados como el
tótem (Mauss 2002). En ello se puede esgrimir una explicación, pues son los procesos de
solidaridad colectiva que establecen las sociedades, vistos en símbolos de organización y riqueza
moral, los que permiten la proliferación de artefactos legítimos y utilizados socialmente como el
dinero, el poder, la autoridad, entre otros.
En contraposición a las miradas históricas, la corriente fenomenológica del dinero (Hopenhayn
2002) tematiza el concepto de “abstracción vacía” de Simmel (2003) caracterizándolo de la
siguiente manera: el di- nero, en sus procesos de formulación, posee una paradoja oculta, pues se
concibe como un elemento neutro en los procesos de coordinación social, mientras que para el
individuo el dinero se muestra como una “puerta abierta” dispuesta a ser completada por una
serie de concepciones individuales. Esta objetivación/subjetividad permite al dinero probabilizar la
conexión, tanto para la sociedad como para el individuo (Araneda 2013; Castaingts 2002).
Radicalizando la postura fenomenológica,
los estudios culturalistas (Sandel 2014; Wilkis 2013; Zelizer 1978, 2011) rescatan la definición sus-
tantivista del dinero (Polanyi 1976), estableciendo que toda explicación del dinero debe estar
sustentada en los procesos de imbricación de los mundos sociales y económicos (Polanyi 2006).
Esta corriente profundiza en el concepto de abstracción vacía de Simmel (2003), sin marginar los
procesos de calculabilidad económica y social que los agentes establecen al relacionarse por

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medio del dinero; encontrando en este hecho una salida a la muralla epistemológica entre las
ciencias sociales y económicas en los estudios de este soporte (Callon, 1998).
Desde este ángulo, Viviana Zelizer (2011) ve que los individuos por medio del dinero “marcan”
relaciones económicas. El dinero no está libre de los alcances y limitaciones sociales, pues, si bien
por medio del dinero los individuos contribuyen a los procesos objetivadores de la moneda,
también por medio del artefacto se crean, mantienen o disuelven vínculos sociales. Asimismo, el
dinero permite establecer desigualdades sociales, marcar estatus en las relaciones, manejar
incertidumbre, administrar la intimidad, establecer ritos de iniciación social o mantener relaciones
clan- destinas (Wilkis 2013).

es posible notar que el dinero se diversifica en múltiples formas anexadas a un apellido1 que
ayuda a organizar las relaciones de los individuos. Este aspecto es de relevancia, pues el dinero
deja de ser esa “estructura por llenar” (Simmel 2003), transformándose en un medio/fin que
complejiza, pero que simultáneamente explica.
Este as- pecto atraviesa las relaciones sociales, al punto que Zelizer (2011) sostiene que no hay una
separación entre los mundos afectivos –sociales- y económicos: los dos se entrecruzan.
Una última escuela, cuyos aportes se destacan en este ámbito:
tradición que concibe al dinero como un medio simbólico.
Parsons (1970) dio cuenta de los cuatro problemas funcionales de la sociedad –modelo de
adaptación, objetivos, integración, latencia: AGIL-. Parsons (1970) desarrolla el concepto de medio
simbólico como mecanismo aglutinador de las variables expresivas, cognitivas y evaluativas de la
acción social. Dentro de los medios simbólicos Parsonianos (Parsons y Smelser 1956), el dinero es
el primer medio simbólico desarrollado teóricamente, dada su centralidad, su carácter universal y
su rol sintetizador del sub-sistema económico que abrevia la función de incentivo del individuo
respecto de la sociedad (Cadenas 2016). Luego, Parsons habla sobre la
latencia, como compromiso valorativo, resolviendo el dilema de la doble contingencia asimilada en
la relación ego/alter, dejando al poder como propio del sub/sistema político y a la influencia en el
plano societal. Jürgen Habermas (1992), en esta línea, esclarece la contribución parsoniana
dividiendo a los medios simbólicos como instancia de comunicación integrativa en el mundo
social/sistémico. En su recorrido,

Habermas (1992) posiciona al dinero como un mecanismo de control que sustituye el


entendimiento comunicativo, eliminando el riesgo y convergiendo el compromiso valorativo ya
presente en la teoría parsoniana al interior del mismo dinero. Así, Habermas (1992) concibe al
dinero como uno de los mecanismos a-sociales por excelencia que cede a la estructura su
capacidad de manejo y, con ello, direcciona al medio simbólico como un mecanismo de
intercambio sin mediación lingüística. En cuanto a su lu- gar/función específica, el dinero, junto al
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poder, se posiciona en lo que Habermas (1992) denomina como “acción estratégica”, orientada al
objetivo de metas sistémicas empíricas y específicas. Muy diferenciado de lo que Habermas
denomina la influencia y compromisos de valor, prototipos hacia su teorización sobre la acción
comunicativa.
Con ello, la presente diferenciación de las disputas al interior de la sociología del dinero da cuenta
de dos elementos:
a) las co rrientes teóricas presentadas son un intento por complejizar las propiedades sociológicas
del dinero;
b) estas corrientes, al estar amparadas en los registros paradigmáticos de las ciencias sociales, dan
cuenta de esas comprensiones del dinero obteniendo observaciones específicas asociadas a esos
registros, trayendo consigo ‘lados no marcados’ en la explicación del surgimiento, desarrollo y
potenciales del dinero.

teorías formalistas y psicoanalistas avanzan en dar cuenta de la relevancia del dinero hoy en día,
no logran distinguir las potencialidades de este medio fuera del contexto del sistema capitalista.
Asimismo,
los estudios religiosos no dan cuenta de qué funcionalidad cumple el dinero fuera de los procesos
de colectivismo social.
Las nociones fenomenológicas y culturalistas rescatan los procesos de dualidad subje-
tiva/objetiva del dinero, pero no dan cuenta de los procesos que permiten la generación de esas
bifurcaciones comunicativas del dinero.
las teorías funcionalistas acentúan los procesos de integración que el di- nero genera, no así la
exclusión que aparece en consecuencia.
Ante esta perspectiva, el presente escrito apuesta por describir las nociones sistémicas del dinero
(Luhmann 1988, 2006, 2013a). Luhmann entrega al dinero un lugar de observación privilegiado por
su condición de “medio de comunicación simbólicamente generalizado” (Luhmann 1998).
concepción teórica luhmanniana
radicalización de la postura funcionalista, abocado en la universalización de los usos y alcances del
dinero en la sociedad, siendo concebida como una lectura sistémico-constructivista (Arnold y
Cadenas 2013; Hernández 2012). Este principio sistémico clásico, ha permitido observar
preferentemente el dinero en
sus implicaciones en las relaciones de inclusión/exclusión,
su distribución y consecuencias para la diferenciación funcional, ya sea en el desarrollo de la
matriz concéntrica latinoamericana (Mascareño 2009),
el papel de las desigualdades sociales en el siglo XXI (Cadenas 2012)
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o la figura de la identidad en un contexto de exclusión social (Robles 2005).

La apuesta del escrito es describir los papeles del dinero según los planos de interacción
luhmanniano, proponiendo una explicación alternativa que amplia y puede integrar lo ya dado
cuenta en el presente debate del dinero:
1. Dinero y sistema económico, posibilitando tres explicaciones relacionadas: la génesis del
sistema económico por medio del dinero (Luhmann 2013a); los procesos de inclusión/exclusión
que genera la comunicación económica y las prestaciones sociales de la economía, asociadas a la
recursividad, desdiferenciación y sobre-diferencia- ción.
2. Implicaciones en bifurcaciones específicas del dinero, siendo apoyadas en organizaciones
mediante los planes inaugurales (Luhmann 2010).
3. Un apartado en la teoría de la comunicación luhmanniana (Luhmann 2013b), considerando al
dinero como un medio simbó- lico con capacidad de crear expectativas reciprocas de
constricción/agencia en los sistemas de interacción.

1. DINERO Y SISTEMA ECONÓMICO: TRES EXPLICACIONES


1.1. LA GÉNESIS Y REPRODUCCIÓN DE LA ECONOMÍA MEDIANTE EL DINERO
Para Luhmann (2006) la sociedad actual no puede ser observada sin considerar los principios de
diferenciación funcional. En este estado evolutivo, la sociedad estimada como el total de
comunicaciones se encuentra diferenciada internamente por sistemas parciales que monopolizan
funciones específicas estableciendo, por ejemplo, a la norma jurídica como propia del derecho, a
la verdad como potestad de la ciencia y al poder como de dominio propio de la política, la belleza
como tarea del arte, entre otros.
Esta distribución es horizontal, no existiendo una jerarquía de funciones o un organismo
centralizado que valorice las mismas. Los sistemas parciales obedecen a su propia lógica,
replicando su función con apatía de los demás sistemas parciales. Luhmann (2006) explica que los
procesos de diferenciación de los sistemas parciales comparten dos principios:
a) los sistemas crean sus propios principios de autorreferencialidad y determinismo estructural,
estableciendo problemas y formas de solución específicos. En ello, el proceso de consolidación de
la economía introducido en el apartado anterior, se entiende como los relatos de un sistema que
comienza a disputar el monopolio de ciertas funciones:
b) estos procesos de diferenciación deben ser considerados como deriva evolutiva, siendo
definidos desde el principio de la contingencia –no es imposible pero tampoco necesario- y
emergencia –en donde la relación de las variables no posee una relación causal o lineal. (Luhmann
2006).
Para el caso de la economía

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la teoría de sistemas observa que la diferenciación del sistema no pudo llevarse a cabo sin la
generación de un medio de comunicación simbólicamente generalizado al cual denominamos
dinero.
El dinero se define como un “novedoso mecanismo de motivación y condicionamiento” (Luhmann
2006: 156) que, en la relación entre dos actores, el primero le presenta como una vivencia dada y
permite que ego actúe.
Para Luhmann (1988), el dinero es más que un medio de intercambio: es comunicación que
integra el inter- cambio como uno más de los eslabones en donde es posible ver sociológicamente
al dinero. El dinero como medio simbólico se articula a un código binario participante/excluyente
basado en la relación pagar/no-pagar.
Este código es invariable, considerado como un logro evolutivo y contingente de los procesos de
diferenciación, pues se superpuso a otros medios como el “don” (Godelier 1976) o el trueque
(Polanyi 1976). El dinero concentró sus operaciones como función, diferenciándose de otros
medios simbólicos como el amor, el derecho, el poder o la verdad científica (Luhmann 2006).
Consensuado este punto, Luhmann establece al dinero como un medio simbólico, explicación que
no está muy lejos de las corrientes formalistas de Simmel (2003) o Marx (1978). No obstante, para
Luhmann (2013a) el advenimiento del dinero no es una consecuencia del desarrollo de la
economía, sino que más bien el dinero facilita su diferenciación.
En este sentido, el sistema económico, para continuar sus operaciones, necesita la continua
replicación del código, naciendo con ello una interesante hipótesis rupturista: el desarrollo de un
sistema económico -capitalista, socialista o solidario- es secundario a la diferenciación del sistema
funcional (Luhmann 2013a).
La escasez de bienes, servicios y dinero en este caso actúa en la doble codificación del sistema que
solo puede ser superada mediante pagos, quedando con ello la distribución del sistema o la
legalidad como componentes externos del sistema económico.

1.2. INCLUSIÓN/ EXCLUSIÓN EN LA COMUNICACIÓN ECONÓMICA


Luhmann
mediante el dinero todos los individuos pueden/no pueden ser parte de las comunicaciones
económicas, dándole a este proceso la forma de inclusión/exclusión social (Luhmann 1988)2
. La economía tiende a probabilizar la comunicación mediante la universalización del uso del
dinero (Luhmann 2006). En ello, el valor positivo del código pagar/no-pagar le permite a la
economía continuar la reproducción de sus operaciones, tal como quedó enunciado en el apartado
anterior.
El código negativo –no-pagar es trabajado reflexivamente por el sistema económico, definiéndose
como el mecanismo diabólico del dinero (Luhmann 1988; Rodríguez y Torres 2008), pues el
sistema necesariamente va caracterizando quién posee dinero de quién no.
Esta reflexión desemboca en el médium o el problema de la escasez y su forma de solu ción es el
dinero que crea paradójicamente más escasez, manteniendo así la recursividad operativa del
sistema económico. plantea Luhmann (1988), la negación de pagar para la economía solo puede
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ser procesada como la libertad de pagar bienes y servicios posteriores. La es- casez para el
sistema, en este sentido, puede ser trabajada de forma con- tingente mediante programas de
selección del dinero, ya sean los procesos de inversión, consumo, crédito, entre otros. Pero este
dilema no elimina la escasez de dinero, solo perpetua su comunicación.

1.3. PRESTACIONES SOCIALES DEL SISTEMA ECONÓMICO


Los sistemas parciales,
pese a estar clausurados operativamente, están abiertos cognitivamente al entorno (Luhmann
2006). De este modo, el sistema económico puede entablar procesos de prestación social con
otros sistemas mediante acoplamientos estructurales (Luhmann 1997). Así, se podría comprender
que el presupuesto nacional es la forma tradicional de entender los nexos entre economía y
política. El dinero destinado para la mantención de becas, estadías y fondos de investigación se
entabla como la comunicación entre ciencia y economía. En el caso del derecho, la economía se
comunica mediante el pago por los prejuicios generados y tradu- cidos en sumas de dinero en el
marco del derecho redistributivo (Fourcade 2016).
Sin embargo, existen tipos de pagos que ponen en juego las funciones específicas de los sistemas
parciales, definidos como los procesos de desdiferenciación desde la economía en relación a otros
sistemas. Por ejemplo, el pago definido como soborno (Gambetta 2009) se entiende como un pago
de carácter inmoral, pues este tipo de incentivo es entregado para sobrepasar los límites jurídicos
vigentes –derecho- o generar decisiones vinculantes –política- que gobiernan la relación de ambos
actores.
no solo la relación de la economía con otros sistemas puede originar nuevos tipos de pagos,
también se pueden dar casos de diferenciaciones internas, vistas en el advenimiento de la
economía financiera. El dinero financiero (Esposito 2013) se visualiza en los estudios de derivados
transados en bolsas de valores. Esta bifurcación amplía exponencialmente las características del
dinero, aludiendo a los procesos de homogenización, intercambio y expectativas a nivel mundial.

El dinero financiero se desvincula de los principios de propiedad y de valor contable,


considerándose la autorreferencia máxima del sistema económico, pues genera dinero solo a
partir del dinero (Esposito 2013; Mascareño 2011).
Como se ha evidenciado hasta el momento, la preocupación luhmanniana del dinero a nivel
macro-social se debe entender como el proceso de auge y consolidación de un sistema
autorreferencial. No obstante, es posible continuar replicando este nivel de estudio hasta reducir
el dinero a sus instancias orgánicas, ampliando la tesis funcionalista dinero (Araneda 2013) y no
dando cuenta de los límites del dinero con otras es feras y planos sociales (Farías y Ossandón
2006). Por lo tanto, se hace ne- cesario seguir ahondando en las bifurcaciones, modos y usos de la
comu- nicación del dinero, abriendo nuevas secciones que involucren a las organizaciones
(Luhmann 2010, 2016a) y los sistemas de interacción (Luhmann 2013b).
2. PLANES INAUGURALES Y LAS BIFURCACIONES DEL DINERO: UNA OBSERVACIÓN

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ORGANIZACIONAL
Las organizaciones para Luhmann (2010) son un plano de diferenciación comunicativa respecto de
los sistemas parciales e interacciónales. Las organizaciones se consideran autorreferenciales y
determinadas estructu- ralmente, pues cumplen tres requisitos:
i) un mecanismo de inclusión/exclusión con los individuos que la componen mediante el
concepto de “membresía”;
ii) comunicación recursiva mediante las “decisiones” que las organizaciones generan
para mantenerse y;
iii) administración del tiempo propio, ya sea, pasado, presente y/o futuro en apatía con otros
planos sociales (Luhmann 2010).
Este criterio de distinción permite observar a las organizaciones como formaciones distintivas de
los sistemas parciales. Las organizaciones crean sus propias referencias, ejecutando comunicación
mediante premisas entendidas como un plan inaugural, con lo cual se consolidan sus operaciones.
En este sentido, ningún sistema funcional puede reducirse a una organización, como tampoco
ninguna organización puede subliminar las funciones de un sistema parcial. No obstante, ambas
nociones generan una red que retroalimenta las comunicaciones desde sentidos diferenciados.
Para Luhmann (2010), las organizaciones, mediante sus premisas y decisiones, ayudan a la
recursividad de la sociedad.
Cuando se considera organización y dinero se abren nuevas posibilidades de bifurcación, ya que
este soporte, entendido como medio simbólico, se establece como un acoplamiento estructural
estricto, dado que la relación se mueve en el régimen exclusivo y universal de pagar/no-pagar bajo
los parámetros de inclusión/exclusión comentados previamente (Luhmann 1998).
No obstante, el dinero también, mediante sus acoplamientos, puede ser laxo (Luhmann 2006,
2016a). Lo interesante de este argumento, hace observar al dinero como un motivador a
comunicar, da sentido a un amplio espectro de individuos, transformándose en una “institución
comuni- cativa” (Luhmann 2008) que permiten actuar de un modo específico frente a cada
problema particular. Este elemento explica cómo las organi- zaciones van generando bifurcaciones
del dinero, permitiendo una proliferación de significados del mismo (Wilkis 2013a; Zelizer 2011).

Lo anterior, permite visualizar situaciones específicas en donde el dinero consigue “apellidos”.


Entender el pago/no pago por un bien o servicio es la consideración más universal donde participa
el dinero, recayendo en organizaciones económicas con carácter lucrativo o redistributivo
(Luhmann 2013a).
El dinero, como figura de incentivo, se podría aplicar hacia una conducta motivada y/o esperada
en la relación entre dos actores, en donde el primero premia/castiga con dinero/no dinero la
consecución de un fin, técnica acogida en organizaciones con el fin de potenciar la planificación de
fines organizativos (Zelizer 2011).
Por su parte, el dinero como caridad es asimilado como un pago altruista, en donde un actor
desde su perspectiva visualiza una condición desfavorable, entregando dinero sin recibir ningún
incentivo directo para que dicha situación se mitigue y/o resuelva. Este pago puede ser ejemplifi-
cado en las Organizaciones No Gubernamentales, utilizando el dinero en pro de consignas de

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justicia social no visualizadas por el sistema político, como se considera el “dinero donado” (Wilkis
2013).
dinero como propina es también una premisa organizacional, ya que este medio de pago
preferentemente es tematizado en rubros económicos en donde existe una atención al cliente
considerada como “servicio a la mesa” (Vero 2013). En este tipo de pago, si bien la sociología del
dinero lo ha caracterizado desde las hipótesis del servilismo (Simmel 2003; Vero 2013; Zelizer
2011), asociada a una diferencia de es- tatus entre cliente/mesero, la misma explicación genera
contradicciones, pues llevaría a una externalización de este medio de pago en múltiples
situaciones en donde el servilismo se encuentra presente y dónde no está considerada la propina.
Considerando este punto, los dineros organizacionales no son un elemento reservado para ellas,
solo que en las organizaciones y mediante sus planes inaugurales permiten una mayor
tematización y, con ello, una mayor probabilidad de aceptación.
Respecto a este punto, se debe sostener que el dinero lucrativo, redistributivo, e incentivo,
caridad, propina, u otras, son expresiones contingentes del dinero que, si bien no afectan la
autorreferencialidad de la comunicación del dinero, permiten que se vaya desdoblando en cuanto
a los
sentidos que son inaugurados y operados organizacionalmente. En ello, es necesario establecer
una pregunta a la línea culturalista del dinero, vista hasta qué punto los dineros con apellidos -que
ellos visualizan- pueden/no pueden ser pensados desde esta concepción organizacional, para
luego ser tematizados en interacciones en donde esta corriente posee relatos empíricos. Para
completar esta explicación, se abrirá el próximo apartado.
3. SISTEMAS DE INTERACCIÓN: EL DINERO EN SU DUALIDAD CONSTREÑIDA/AGENCIAL
Para la teoría de sistemas (Luhmann 1997, 2006, 2013b), los sistemas de interacción son la
instancia más fugaz de consumación de lo social que, mediante la utilización de la distinción
presencia/ausencia, se diferencian de las organizaciones y sistemas parciales.
El dinero desde “medio de intercambio” hasta “medio simbólico.”
Elementos luhmannianos para la observación del dinero entrega a los sistemas de interacción una
temporalidad limi- tada, siendo solo posibles en la medida que existe la co-presencia y su
consecuencia en “temas de comunicación”, incluyendo quiénes están al interior del sistema de
quiénes no.
Para Luhmann (1997) los sistemas de interacción se caracterizan por libertad de tematizar/no
tematizar un sinnúmero de comunicaciones ofertadas en lo social, no entregando un carácter de
control de la sociedad por sobre ellas. No obstante, Fernando Robles (2002) sostiene que la
tematización asociada al dinero en los sistemas de interacción ya es una indicación de
acoplamiento con un sistema económico y a su medio simbólico, suspendiendo la selectividad
contingente establecida por Luhmann (1997).
En este sentido, para Robles (2002) los sistemas de interacción generan “diversas prestaciones”
asociadas a la tematización comunicativa de las operaciones de los sistemas parciales. Con ello, el
criterio laxo de los sistemas de interacción queda suspendido en función de la recursividad propia
de la diferenciación social. Lo anterior, es definido por Robles (2002) como “programas
especializados” que estabilizan, pero que no cierran la comunicación a la mera recursividad del
sistema económico. Aldo Mascareño (2009), por su parte, establece que el dinero, en su calidad de
medio simbólico, entrega propiedades para los agentes y sus comunicaciones. El ideal que está

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detrás es dar cuenta de que los medios simbólicos le entregan características de emergencia, es
decir, desprenden fenómenos que no están asociados de forma directa y lineal con el medio
simbólico, pero que solo pueden ser explicados en base a la existencia del mismo . Para Mascareño
(2009) seis son las propiedades descritas en base de la dualidad agencia/constricción (Archer
2010) para los agentes y comunicaciones mediante el dinero, temática central para ver las
vicisitudes del dinero en los sistemas de interacción.
3.1. CONSTRICCIÓN DEL DINERO EN LOS SISTEMAS DE INTERACCIÓN.
El dinero como medio simbólico (Luhmann 2006) no solo debe ser un motivador a comunicar, sino
que él mismo debe entregar elementos para que las vivencias/actuares de ego/alter puedan
conectar, estableciendo al dinero como un aglutinador de referencias que permitan hacer de él
una institución comunicativa.
En ello, un primer elemento a mencionar tiene que ver con la propiedad relacional: “los órdenes
emergentes deben contener mecanismos para la orientación de las relaciones mutuas entre
individuos” (Mascareño 2009:177). Para Luhmann (1998, 2006), el dinero comunica en la
diferencia entre actuar y vivencia como forma de atribución, en donde ego le presenta un
elemento construido a alter y lo invita para que se haga parte o se excluya probabilizando la
decisión. No obstante, Luhmann (2006) señala que este posicionamiento de ego-alter, según el
medio simbólico, es el resultado de los procesos de evolución y diferenciación social.
A partir de este énfasis, la propiedad relacional invita a pensar el dinero desde una perspectiva
histórica (Waterford 1997) y su capacidad como medio simbólico en el tratamiento de las
necesidades que hoy en día se resuelven en el marco de una sociedad monetarizada (Luhmann
2006). Este argumento ya es asimilado por Marx (1978) y Simmel (2003), quienes dotan al medio
simbólico de una propiedad histórica, relativizando su capacidad comunicativa según el
espacio/tiempo de diferenciación social.
Convendría también señalar las vicisitudes del dinero como medio simbólico, es decir, sus
expresiones comunicativas vigentes y que son propias de cómo se realiza el pago de bienes y
servicios. El pago mediante papel moneda se instaura como forma tradicional e histórica de
acceder a las comunicaciones económicas. Sin embargo, hoy en día el papel moneda es
acompañado con la entada del débito o pago electrónico, siendo verificado y sostenido por los
medios informacionales bancarios (Ossandón 2014). Asimismo, el acceso de dinero mediante el
crédito permite la extrapolación de recursos desde el futuro, creando dinámicas propias de la
sociología del consumo.
Estos elementos poseen una observación en la relación de ego-alter mediada por artefactos que el
dinero necesita para distinguir y traducir su presencia al momento del pago del servicio y la forma
de cómo se presentan en la relación ego/alter.
Sentenciando las formas del dinero, se debe generar una expresión de cómo los actores son
invitados a la comunicación mediante el medio simbólico. Para ello, la propiedad de acoplamiento
motivacional menciona que “los órdenes emergentes deben proveer a los individuos de
condiciones que permiten vincular sus vivencias y acciones a la selección social” (Mascareño 2009:
177). Este condicionamiento se da mediante el mecanismo simbiótico preferente al sistema
económico: la necesidad (Luhmann 2006). La misma asocia la comunicación esquematizada del
dinero con la corporalidad del sistema psíquico. La necesidad comunicada con- lleva medios de
satisfacción asociados a las semánticas y estructuras propias de la forma de diferenciación
funcional que, en este caso, se explica preferentemente en el trabajo asalariado.
12
Este elemento es de relevancia, ya que el mecanismo de la necesidad se puede anclar en las
bifurcaciones del dinero explicadas en los apartados anteriores y que muchas veces se encuentran
ocultas en el dinero utilitario de consecución. Hoy en día, el dinero como caridad, donación,
propina, regalo, es también forma viable de comunicación mediante el dinero que los individuos
pueden tematizar para complejizar el concepto de necesidad simbiótica luhmanniana.
Por último, no solo el dinero es reducción de posibilidades en cuanto a forma y mecanismos de
obtención, sino también en su traducción en cantidad. Para ello, se presenta la propiedad de
constricción, indicando que “(…) las dinámicas de los órdenes emergentes operan en la li- mitación
de las posibilidades de comunicación individual” (Mascareño 2009: 177).
La forma de operacionalización de esta propiedad, se encuentra en lo que Luhmann entiende
como el precio (Luhmann 2016c). Los precios pueden ser pensados como una dimensión espejo en
la relación del código pagar/no-pagar, siendo reductores de complejidad en cuanto a la gran
cantidad de información que debe comprimir el sistema económico y las comunicaciones que
alberga bajo sus operaciones. Mediante los precios los actores pueden tomar decisiones
deliberativas al momento de enfrentarse al criterio de inclusión/exclusión, permitiendo clasificar
un sinnúmero de bienes y servicios, atribuyendo calidad, cercanía, cantidad de trabajo invertido en
el bien y/o servicio, entre otras cosas.
Los precios, de esta manera, permiten crear ordenamiento dinámico de las comunicaciones
económicas, ajustando en el presente cuáles son los bienes y servicios más/menos valorados,
información clave para los actores que, mediante esta dimensión, van seleccionando
comunicaciones y desechando otras.
3.2. AGENCIA EN LOS SISTEMAS DE INTERACCIÓN MEDIANTE DINERO.
Estableciendo las posibilidades de constricción del dinero, queda por responder una interrogante
que se ha considerado implícitamente en el trascurso de este escrito. El sistema económico, en su
desarrollo contingente, ha sido capaz de traducir un sinnúmero de comunicaciones a su lógica
autorreferente (Luhmann 2013a; Zelizer 1978).
En ello, Mascareño (2009) señala que el dinero, en su calidad de medio simbólico, posee una
cuarta propiedad denominada la propiedad agregacional, siendo caracterizada como la indicación
“(…) que los órdenes emergentes generan dinámicas propias no derivables de las personas”
(Mascareño 2009:177).
Siguiendo a Robles (2002), la utilización del dinero ubica a las personas en formas esquematizadas
de comunicación, aludidas a posturas según la tenencia/no tenencia de dinero. El dinero, en este
sentido, ayuda en la comunicación entre ego/alter mediante la formación de expectativas que han
alcanzado regularidad en lo social. El surgimiento de posturas como vendedor, cliente, donante,
entre otros, permite que los individuos entren en “formas acotadas de comuni- cación” que
probabilizan la aceptación de temas asociados a la autorreferencialidad, ya sea de la interacción o
del sistema económico. Este ele- mento, tal como lo indica Mascareño (2009), no es un evento
irreductible a las personas, sino que más bien son posturas disponibles en la comunicación y que
solo surgen en la posibilidad de sentido que entrega el medio simbólico. Cabe destacar que, a
medida que aumenta la ampliación cognitiva del dinero, se van agregando nuevas posturas,
incorporando rutinas en donde antes no era posible ver. Este hecho se observa con los
“intermediarios” que cada vez se multiplican en el campo de la economía ma- terial y financiera.
Este continuum permite que los sistemas de interacción se ubiquen en un cada vez más extenso
espectro de posibilidades de comunicaciones, ampliando sus movilidades de opción de
13
comunicación por tipos de dinero. Este elemento es visualizado como la propiedad de
condicionamiento selectivo asociado a que “La constricción de posibilidades mueve alos individuos
a la selección entre múltiples alternativas” (Mascareño 2009:177). Las expectativas asociadas a la
persona y su campo múltiple, pero finito, que instaura el medio simbólico del dinero, entrega a la
interacción pautas para la resolución del dilema de la doble contingencia, es decir, permitir que
mediante el dinero, tanto ego como alter se puedan conectar en sus vivencias y acciones
(Mascareño 2009). En este sentido, se debe generar una división según las operaciones de
autorreferencia y heterorreferencia del sistema económico. El medio simbólico dinero probabiliza
la comunicación mediante el código pagar/no-pagar. En tanto, en la heterorreferencia se pueden
extrapolar las tipos y cantidades de dinero transadas, los bienes y servicios ofertados como
demandados, la forma de consecución del dinero -acción económica (Elster 2010)- y las posturas
que personifican los agentes alrededor del medio simbólico.
En ello, el dilema de la doble contingencia se mueve bajo esta dualidad, lo cual no sostiene que
una forma de distinción tenga un lado privilegiado en la comunicación económica. Tal como
sostiene Luhmann (2008), los medios simbólicos, al instaurarse como instituciones comunicativas,
necesitan de tal dualidad para poder irritar a un amplio espectro de sistemas independiente de su
recursividad. Por ende, la lógica del dinero se desdobla, tal y como ya había sido instaurado por las
corrientes fenomenológicas y culturalistas (Hopenhayn 2002; Zelizer 2011; Wilkis 2013) y está
división permite la libre tematización del dinero, la proliferación de bifurcaciones y que las mismas
sean comprendidas por los actores que cotidianamente utilizan el dinero.
Todo este contexto es posibilitador de las propiedades de habilitación del dinero, pues el medio
simbólico también puede/no puede generar vías “(...) agenciales de transformación a los agentes”
(Mascareño 2009: 177).
El sistema económico, por medio del dinero, ha mostrado un proceso progresivo y permanente en
la traducción de bienes y servicios a su valor precio. Luhmann (2013b) caracteriza este fenómeno
como expectativas de carácter cognitivo, asociado a la lógica continente que posee los sistemas de
dar cuenta de su autorreferencialidad en un ambiente de contingencia.

Ejemplos de lo anterior son esbozados por Zelizer (1978), al dar cuenta de cómo, poco a poco, la
política de transferencias monetarias directas se transformó en una forma de solución política
para la superación de la pobreza, como también los procesos que fueron necesarios para poder
tematizar la muerte como una operación económica. Estos hechos dan cuenta que el dinero
tematizado posee propiedades agenciales que per- miten aumentar los espacios de comunicación
de la economía. Las bifurcaciones del dinero son también un ejemplo, pues si el dinero solo se
pensara en su significado utilitario, no permitiría observar otros fenómenos que puede comunicar
subyacentemente, más allá del ámbito lucrativo.
Sin duda, los sistemas de interacción también comprenden estos fenómenos asociados, por
nombrar un ejemplo, a los procesos de consecución de propina que establecen los propineros en
supermercados (Alarcón 2015) o la utilización del cuerpo por parte de las meseras para
probabilizar mayores propinas en contextos mineros y machistas (Salinas y Barrientos 2011).
No obstante, no todas las explicaciones dan cuenta de la ampliación del sistema económico a
partir del establecimiento de expectativas cognitivas, pues Luhmann (2006) recuerda que este
proceso es altamente social y por lo tanto conflictivo. Un ejemplo de ello es la negativa de
14
establecer publicidad al interior de las escuelas y cárceles como mecanismo de recaudación de
más impuestos en Estados Unidos o la censura a portales de internet que apuestan por la muerte
de celebridades (Sandel 2014). Detrás de este argumento, subyacen las expectativas normativas
(Luhmann 2013b), las mismas que son consideradas a partir del criterio y rol del juez, es decir,
frente al criterio de decisión de éxito/fracaso de una expectativa, sin importar el proceso de
aprendizaje; aquí se cierra la contingencia mediante el establecimiento de un juicio deliberativo en
base a normas que guían y sientan el proceso de doble expectativas.
Estos procesos evidencian que el dinero no se presenta como un instrumento a-social, y asociado
a la consecución de acciones estratégicas tal como lo consideraba Habermas (1992). El dinero es
agencia tanto para los sistemas de interacción como para la economía, los cuales tematizan
comunicaciones mediante este artefacto que permite poner a prueba los alcances comunicativos
del dinero y la función de superación de la escasez. Sin embargo, en un ambiente de complejidad,
finalmente es la contingencia quién determina qué comunicaciones quedan sentenciadas como
exitosas o clausuradas.

Libro 2
A pesar de que el dinero se constituye como un elemento fundamental en la emergencia del
sistema económico moderno y del mismo orden social, al permitir la reproducción de las
condiciones materiales para el mantenimiento de la sociedad, las principales perspectivas
sociológicas no han logrado llegar a un consenso sobre qué se entiende por el fenómeno dinero, lo
que ha derivado en la ausencia de una teoría unitaria sobre el dinero dentro de la disciplina. Por
ese motivo queremos proponer una serie de herramientas hermenéuticas llamadas “ejes
analíticos del dinero”, como son el eje de la cosificación, el eje funcionalista y el eje sistémico, que
nos permitirán lograr un cierto orden a la “teoría latente del dinero” presente en la sociología. De
esa manera nos proponemos realizar una revisión de dichos ejes analíticos, que se encontrarían de
forma implícita y sin dialogar entre ellos al interior del pensamiento sociológico, de modo tal, que
podamos lograr hacerlos converger en un concepto del dinero que abarque toda la complejidad de
este fenómeno.
Introduccion:
15
El dinero, en la cotidianidad de nuestras vidas, es entendido como un artefacto o fenómeno social
que designa aquellos elementos que son aceptados socialmente y que permiten mediar en el pago
de bienes y servicios, al tiempo que facilitan el saldo de deudas contraídas entre agentes
económicos. Siguiendo este planteamiento, el concepto dinero se constituye entonces como el
elemento que organizó las prácticas económicas a lo largo de la historia, asumiendo una gran
variedad de formas, que convergen en un incesante proceso de “desmaterialización”. A partir de
las múltiples formas y funciones que ha asumido este fenómeno social, se afirma que el dinero ha
sido entendido como un medio con un marcado carácter instrumental, que no sólo se vuelve
indispensable para la organización social, sino que es al mismo tiempo inseparable en la génesis de
distintas instituciones modernas, como son la banca, el sistema financiero, y los diversos mercados
productivos, que se encuentran enfocados de manera directa o indirecta a la regulación de los
usos del dinero. En cada una de estas instituciones, el dinero muestra su ductilidad y flexibilidad
funcional. Es indudable que el dinero se ha vuelto imprescindible para el funcionamiento de la
sociedad, no obstante, surge un problema con esta noción proveniente del sentido común, puesto
que nos entrega una imagen reducida del dinero al plantearlo como un medio instrumental, el cual
puede participar en una cantidad indeterminada de operaciones sociales de gran complejidad.
Redundando en que la noción arraigada en el sentido común, si bien nos permite tener alguna
idea general del rol que juega el dinero en la sociedad, al mismo tiempo reduce la complejidad e
importancia del dinero, al convertirlo a un mecanismo técnico “que ha sido adoptado en fun ción
de facilitar transacciones (...) que no afectan el proceso económico” (Schumpeter citado en
Ingham, 1999, p. 77).
Este tratamiento del concepto dinero como medio instrumental, propio del pensamiento
económico clásico y neoclásico, donde se privilegió un análisis de este fenómeno sobre las
funciones que ejercía en la economía, deriva en un análisis anacrónico, que no tiene en
consideración los profundos cambios que sufrió el fenómeno dinero a lo largo de la historia,
siendo especialmente marcado en la escuela neoclásica, donde se asumió como una mercancía
especial, “que al igual que todas las otras mercancías, puede poseer alguna utilidad para la
maximización racional individual” (Ingham, 1996, p. 508). No es extraño entonces, que el dinero
sea considerado por los economistas con un velo neutral, es decir, entendido como un medio
instrumental que no tiene ninguna incidencia en las relaciones sociales o de producción, que
establecen los individuos al utilizar este medio, y que se limita básicamente a “reflejar los valores
establecidos en una realidad subyacente de ratios de intercambio, o relaciones de producción”
(Ingham, 1999, p.79). Lamentablemente, una parte del pensamiento sociológico ha tendido a
considerar a los fenómenos económicos como problemas pertenecientes a la jurisdicción exclusiva
de la disciplina económica, lo que provocó que en vez de tener un pensamiento propio sobre la
economía y sus elementos componentes, la disciplina sociológica haya optado por tomar prestado
los principales planteamientos teóricos de la ciencia económica.
El análisis sociológico del dinero se volvió ambiguo, dado que algunos autores optaron por reducir
en determinados casos la riqueza y complejidad del dinero, al comprenderlo como un medio
orientado a realizar transacciones económicas, mientras otros autores intentaron superar la
noción economicista al privilegiar distintas dimensiones del dinero, como son los efectos del
dinero en los individuos o en las mismas relaciones económicas y de producción. Por lo anterior,
proponemos la hipótesis de que existe, de modo latente en la teoría sociológica y de acuerdo a las
debilidades analíticas mencionadas más arriba, una aproximación al dinero como objeto de
estudio en que se trata de responder, de modo parcial e independiente, por las siguientes
dimensiones del fenómeno dinero: en primer lugar, por la diferenciación funcional y los cambios

16
que ha sufrido el dinero a lo largo de la historia; en segundo lugar, por los niveles de complejidad
que actualmente cuenta la sociedad y la participación del dinero en la emergencia del mismo
sistema económico; y en tercer lugar, por la participación del dinero en los mayores niveles de
“vaciado de sentido” de los individuos en los procesos de coordinación social. Es decir, a partir de
la aproximación que se ha realizado al objeto de estudio dinero, es posible distinguir al menos tres
ejes analíticos del dinero, tal como son descritos en la TABLA I, y que operan de forma excluyente
entre sí, dependiendo de qué dimensión privilegien.
Ir a libro pag 4
En definitiva, nos preguntamos cuáles son los ejes analíticos a través de los cuales se ha entendido
sociológicamente el dinero en el marco histórico de la modernidad y el capitalismo, y esbozaremos
una propuesta para poder integrarlos. Para lograr dicho objetivo, en primer lugar realizaremos una
descripción de los principales aspectos del eje funcionalista, para luego pasar a describir al eje
sistémico, y dejaremos en último lugar el eje de la cosificación. Luego, intentaremos la
convergencia de cada una de las dimensiones anteriormente mencionadas para delinear una
visión integral de la sociología sobre el dinero, y por último, desarrollaremos en las conclusiones
las principales consecuencias de este ejercicio teórico. Es importante señalar que aunque no
podemos pretender ser objetivos en el análisis a realizar, sí estamos conscientes de que es factible
y necesario tener presente nuestra propia parcialidad; de esta manera podemos propender a la
exactitud en los términos que utilicemos.

I Los ejes analíticos del dinero


entenderemos por los lineamientos teóricos que han trabajado en la descripción de los fenómenos
que componen y caracterizan al dinero actual. Es decir, tenemos que definir qué entenderemos
por término “eje analítico”. Llamaremos entonces ejes analíticos, a los esquemas teóricos que nos
fue posible construir a partir de la lectura de las obras que han abordado el objeto dinero en el
campo de la sociología, de forma tal que se conviertan en nuestras herramientas hermenéuticas
que permitan ordenar el campo de estudio del dinero. En el fondo, estos ejes son constructos
interpretativos, creados inductivamente por el investigador a partir de las lecturas de los
principales teóricos que han dado un espacio al dinero en sus obras. Es posible reconocer a
nuestro juicio tres grandes ejes, a partir de los cuales se ha integrado el estudio del dinero en la
sociología: vale decir, en primer lugar habría un eje analítico que se haría cargo del proceso de
diferenciación funcional que ha sufrido el dinero, que vendría a ser denominado el eje
funcionalista del dinero; en segundo lugar, existiría un eje analítico, llamado el eje sistémico, que
intenta describir el rol que juega el dinero en reducir la complejidad social y permitir al mismo
tiempo la emergencia del subsistema económico; y finalmente, tenemos un tercer eje dedicado a
17
explorar cómo los individuos se “vacían de sentido” producto de la misma acción del dinero,
permitiendo así una mayor coordinación en contextos de alta complejidad dentro de la esfera
económica, que será llamado el eje de la cosificación.
A nuestro entender cada uno de estos ejes han abordado al dinero de manera parcial, dado que
se han preocupado de privilegiar de forma paralela una dimensión del dinero por sobre las otras
dos, según si esta dimensión se adecua mejor a los criterios del investigador, y dependiendo de la
tradición y los lineamientos teóricos propios en los que se inserta. Por lo tanto, no es casual que
autores como Polanyi o Weber, que privilegian en su descripción del dinero un enfoque más
funcionalista, se encuentren más inclinados a indagar lo que el dinero hace en las distintas
instituciones sociales y económicas en las que participa, a la vez que se preguntan cómo
contribuye a la reproducción de las condiciones materiales de la sociedad.
Mientras que autores como Habermas o Marx, que se encontrarían posicionados en el eje de la
cosificación, estén más preocupados de interpretar al dinero como un poderoso medio de
coordinación social, a la vez que coarta la capacidad de los individuos de atribuir sentido al mundo.
Formulados los argumentos que nos permiten diferenciar claramente en qué consiste el término
eje analítico, podemos concluir que el tratamiento de cada una de las dimensiones del dinero
realizadas al interior del pensamiento sociológico son abordadas de manera separada, y por lo
mismo, no se espera que se encuentren: los ejes analíticos no dialogan, aun cuando exista afinidad
epistemológica o intercambio intelectual entre dos autores pertenecientes a ejes distintos, como
vendría a ser el caso de Simmel y Weber, dado que los dos pertenecen a la tradición del idealismo
alemán y se encuentran interesados en descifrar qué efectos tienen sobre la subjetividad el
capitalismo moderno, no obstante, podemos notar al mismo tiempo que los dos difieren en sus
concepciones del dinero, ya que mientras Weber se concentra en una definición más funcionalista
del dinero privilegiando en su análisis las funciones de medio de pago y medio de cambio, Simmel
prefiere concentrarse en cómo el instrumento dinero termina de vaciar de sentido a los sujetos
que operan con este medio en sus interacciones sociales.

Todo esto significa que autores acoplados a distintos ejes, no han logrado generar discusiones que
permitan un aporte significativo sobre el concepto dinero en la sociología, debido a que incurren
en diferencias paradigmáticas sobre cómo abordar el fenómeno, dependiendo de la dimensión
que se privilegie. Esto se expresa, tomando otra vez el ejemplo de Simmel y Weber, en que si bien
los dos coinciden en los procesos de racionalización a la que se ha visto sometida la economía en
los tiempos modernos, y el incesante constreñimiento en la capacidad de atribuir sentido al
mundo, Weber se encontraría más interesado en describir el devenir histórico del dinero y su
proceso de diferenciación funcional, mientras que para Simmel es más apremiante entender cómo
el dinero cosifica las relaciones sociales, vaciando de sentido a los sujetos al tiempo que permite
una mayor coordinación entre individuos y la reproducción de las condiciones materiales de la
sociedad. En esos aspectos, se desprende cómo los ejes analíticos son constructos independientes
entre sí, a pesar de tener como objeto de estudio al mismo fenómeno social.

II El eje funcionalista
El eje funcionalista del dinero, corresponde al esquema teórico que ha privilegiado para su análisis
sociológico del dinero, la dimensión que hace referencia a la diferenciación funcional que ha
adquirido el mismo dinero producto de su devenir histórico, es decir, este eje se hace cargo de
18
cómo el dinero a lo largo de la historia ha adquirido una serie de funciones sociales claramente
diferenciadas según la institución social en la que opere. En términos más sencillos, este eje
describe al dinero según cómo funciona en un orden económico, derivando así en dos
planteamientos:
En primer lugar, se afirma que este proceso de diferenciación funcional ocurrido a lo largo de la
historia ha permitido la consolidación de una serie de instituciones económicas que operan
actualmente en la sociedad, teniendo presente que este proceso de diferenciación funcional es
distinto al proceso de diferenciación interna del dinero producido dentro de la economía, ya que
el segundo proceso hace referencia a las distintas formas que asume el dinero cuando media entre
los intercambios económicos: como es la forma de “interés” que asume en el capital, la forma de
“ingresos” en el nivel de la producción, la forma de “rentas” y la “ganancia” en la organización
empresarial (Parsons y Smelser, 1965). En segundo lugar, la diferenciación funcional se convirtió
en condición de posibilidad para el surgimiento del cálculo racional en la economía, permitiendo
así una mayor racionalización de la reproducción material de la sociedad. Se desprende entonces,
a partir de los procesos de diferenciación interna y funcional, que el dinero no siempre ha
cumplido la misma función social en los variados contextos históricos en los que ha estado
presente.
Es decir, el eje funcionalista se ha preocupado como principal foco de interés en describir qué es lo
que hace exactamente el dinero en las distintas instituciones sociales en que operan, detallando
cómo las respectivas funciones del dinero convergen en lo que es hoy en día el dinero moderno.
Dicho esto, el eje funcionalista entiende que para que un objeto determinado pueda ser admitido
socialmente como dinero, se deben satisfacer cuatro criterios: medio de cambio; unidad contable
o pago; como patrón de valor; y por último, un depósito de riquezas (Polanyi, 1994).

Una vez mencionados, resulta necesario referirse brevemente a en qué consisten y qué elementos
componen cada una de las funciones del dinero. El dinero como medio de cambio, como su
nombre lo indica, corresponde al caso en que el dinero se entiende y es utilizado para fungir como
un intermediario en la consecución de bienes y servicios. Esta función del dinero predomina
especialmente en el mercado y en el sistema financiero, donde el dinero como medio de cambio
es especialmente útil para la circulación de bienes y servicios entre distintos consumidores o
usuarios. El medio de cambio ocurre cuando un objeto material de cambio, en la medida que su
aceptación esté orientada de modo típico primariamente por la expectativa del aceptante, se
convierta en la probabilidad duradera de poderlo dar en cambio por otros bienes, en una
proporción que corresponda a sus intereses, ya sea contra toda clase de bienes, o ya contra bienes
determinados (Weber, 2005).
En el caso de la función del dinero como medio de pago, corresponde a la función más antigua del
dinero, “manifestándose en la historia como la necesidad de saldar deudas de distintas
prestaciones” (Weber, 1956, p. 207). Aquí se privilegia la capacidad que posee este medio para la
cancelación de una obligación mediante la entrega de objetos cuantificables (fungibles),
permitiendo que el dinero se convierta “en la mercancía universal de los contratos” (Marx, 1978,
p. 175). Esto significa que el dinero se comprende como un medio que permite saldar deudas
contraídas entre individuos u instituciones, sean estas de carácter legal o económico, y que se
19
encuentran influidas por fenómenos económicos como la devaluación o los abonos, o incluso el
“crédito”, que en este último caso, consiste en redes complejas de relaciones de depósito creadas
por la banca y que se sustentan en la promesa de pago (Ingham, 1999), siempre y cuando se utilice
la moneda de curso legal vigente para el territorio donde se contrajo la deuda.
Es decir, el medio de pago, como un objeto típico, en la medida en que “la validez de su entrega
como cumplimiento de determinadas obligaciones, pactadas o impuestas, está garantizada jurídica
o convencionalmente” (Weber, 2005, p. 56). Como patrón de valor, el dinero es empleado como
una unidad física de un tipo numérico que se encuentra legitimada socialmente para la medición
de valor de bienes y servicios, tomado como referente en situaciones donde se necesitan
operaciones aritméticas para comparar objetos de diferentes propiedades cualitativas. Esta
función del dinero se encuentra relacionada de forma íntima a los ciclos económicos que afectan
el valor del dinero como mercancía, como son la inflación y la deflación a la que está
constantemente sometido el dinero. Por último, el dinero como depósito de riquezas, se expresa
cuando se requiere la reunión de objetos cuantificables que sean guardados para su uso posterior
y que esta acumulación pueda redundar en prestigio para su poseedor.
El principal fenómeno económico asociado a esta función corresponde al ahorro, ya que en este
caso, el dinero corresponde a un valor acumulado que tiene la posibilidad de ser almacenado y ser
objeto de nuevos depósitos que incrementen su valor, o de transferencias que lo modifiquen. Esta
función ha sido primordial para el surgimiento de la institución económica de la banca, ya que sin
esta función del dinero que facilita considerablemente el almacenamiento y la posibilidad de
incrementar la riqueza, el sistema bancario no habría sido posible.
Tabla 2 página 8

Un claro ejemplo de cómo el eje funcionalista estudia la interacción de dos o más funciones del
dinero es en el análisis de las economías de mercado. Si bien las economías de mercado modernas
brindan una clara muestra de cómo opera el dinero bajo la forma medio de cambio, detallando
cómo se utiliza al dinero para lograr la circulación de las propiedades privadas de una mano a otra,
dadas las ventajas con las que cuenta el medio dinero por su divisibilidad, legitimidad institucional
y la relativa dificultad que ofrece para ser falsificado. No obstante, y tal como podemos apreciar en
la TABLA I, la función del dinero como patrón de valor también se vuelve importante para
entender cómo los fenómenos de la inflación y la deflación influyen directa e indirectamente en el
intercambio de los distintos bienes y servicios que son objeto de propiedad. En definitiva, el eje
funcionalista describe claramente el rol del dinero en la emergencia de instituciones económicas
gracias a la unificación en torno a su función como medio de cambio, pero en términos teóricos,
presenta un problema: sabemos a ciencia cierta lo que el dinero hace, no obstante, no se cuenta
con el conocimiento en este eje para afirmar lo que el dinero es. Además, más que predominar
una función determinada que unifique a todas las otras, se tiene en la realidad que cada función
predomina, dependiendo de qué usos se le dé al dinero en una institución determinada, siendo así
que el medio de cambio tendrá más vigencia que las demás en el mercado, mientras que la
función de medio de pago predominará en el caso del sistema bancario.

20
La problemática de afirmar en qué consiste el término dinero, acaba por reducir la complejidad
inherente al dinero en su conceptualización a una sola dimensión, que corresponde a la
diferenciación funcional y su posterior unificación. Esto llevará finalmente a distintos autores a
alejarse de la mirada funcionalista del dinero, y de paso, proponer nuevas formas de abordar este
objeto de estudio, que estuviera más acorde a sus proyectos teóricos, como es el caso de la
hermenéutica, la teoría de sistemas o el materialismo histórico, ya que todas estas tradiciones
tenían dificultades de incorporar en sus planteamientos teóricos al fenómeno dinero.

III El eje sistémico


Los planteamientos del eje sistémico, básicamente, operan con la noción de que el medio dinero
es fundamental para incrementar la eficiencia del sistema económico al darle una mayor
autonomía al mismo, al tiempo que este medio se convierte en la representación de cómo ha
evolucionado la economía para ganar mayores niveles de complejidad.
El dinero ejerce la función de discriminar asimétricamente la economía, diferenciando y
jerarquizando las comunicaciones que ocurren en el interior del sistema económico. A lo que
conduce este proceso, es a afianzar el sentido de la economía dentro de los límites de un sistema,
al que la semántica del dinero permite cobrar una identidad propia con la que se enfrenta al
entorno y recibe su influjo. Todas las operaciones y categorías que pretenden incluirse en su
marco conceptual se presentan a través de la función del pago monetario (desde el trabajo hasta
el capital); con ello el sistema monetario se constituye en expresión unitaria del sistema
económico global, es decir, en su medio de comunicación básico. Se desprende que para el eje
sistémico, el subsistema económico es entendido como aquel sistema que se organiza para dar
cuenta de la función de adaptación a la dotación de recursos que es posible extraer del medio
ambiente (Parsons y Smelser, 1965). El subsistema económico tiene que ver con la generación de
los recursos que el sistema social es capaz de extraer de su entorno, y reproduce toda la
diferenciación estructural necesaria para asumir, en su nivel, los desafíos funcionales propios de
todo sistema. El dinero es comprendido entonces como medio generalizado e institucionalizado de
intercambio, por lo tanto, facilita los procesos distributivos en el sistema social. En otras palabras,
el dinero se manifiesta como un logro evolutivo de los sistemas modernos, al punto de permitirle
al sistema económico que se constituya y emerja con una mayor autonomía y diferenciación
funcional.
“Sólo en las sociedades modernas institucionalizan las condiciones que hacen posible la aparición
y el funcionamiento de medios” (Chernillo, 2006: 436). Todo esto significa que el dinero, aunque
ya operaba con distintas funciones en las economías antiguas, sólo en la modernidad juega un
papel fundamental en la constitución del sistema económico, al convertirse en la precondición
para la extensión de la complejidad de las relaciones de intercambio: sin dinero no se puede
desarrollar un sistema económico autónomo (Ingham, 1999).
Ahora bien, la teoría de sistemas, de donde emana el eje sistémico, básicamente quiere hacerse la
pregunta sobre cómo las distintas partes de la sociedad se han vuelto autónomas y diferenciadas
las unas de las otras, ganando en este proceso un aumento en la complejidad de las mismas con
respecto al entorno. Es por esto que en el tratamiento conceptual y teórico de cada una de las
partes de la sociedad, por parte de los investigadores sistémicos, se ha intentado identificar y
describir cuáles son los principales elementos que han hecho posibles los procesos de autonomía,
es decir, cuál es el operar interno respectivo a cada sistema social. Bajo ese aspecto se ha

21
considerado al dinero, justamente, como el operador propio que le permite al sistema económico
se constituya a través de la gestión exclusiva de la propiedad privada dentro de la sociedad, lo que
permite explicar cómo el subsistema económico se diferencia en operaciones que le son propias, a
la vez que gana autonomía de otros sistemas sociales, en la medida que el dinero permite resolver
al subsistema económico el principal obstáculo para su emergencia: la paradoja de la escasez. Los
subsistemas sociales van evolucionando, al tratar de convertir las bajas probabilidades de
surgimiento en altas probabilidades de preservación (Luhmann, 2007), y de la misma forma lo
intenta el sistema económico, en el cual todas sus comunicaciones hacen referencia al medio de
comunicación simbólicamente generalizado que es el dinero.
El eje sistémico se estructura sobre la noción de que el dinero es el elemento fundante para la
emergencia del sistema económico tal como lo entendemos en la actualidad, así como también en
su evolución, puesto que hace gestionable la paradoja de la escasez y la emergencia de la noción
de propiedad privada a través de la función del dinero como medio de pago: el dinero facilita que
todos los bienes puedan ser objeto de propiedad, en virtud de que el pago es la transformación de
tener en no tener, provocando que “la misma definición de las operaciones presupone la
monetización de la economía al permitir que el actuar de Alter sea experimentado por Ego, en el
momento en que en una situación de escasez se vuelva improbable que Ego esté dispuesto a
experimentar sin intervenir y limita su posibilidad de acceso a la vez” (Corsi et al. 2006, p. 93).
Gracias a la gestión de la escasez que realiza el dinero en el subsistema económico, es que se hace
posible resolver el problema de la “doble contingencia”, al permitir que una propiedad privada
pueda ser experimentada como escasa, y por lo tanto, que su acceso sea limitado, sin que esto
implique que los sujetos al interior del subsistema económico intervengan para cambiar esta
situación.

Este efecto tiene la consecuencia de que el subsistema económico puede “diferenciarse


completamente en las relaciones con otros ámbitos de la sociedad en cuanto que los intercambios
se presenten con base en consideraciones exclusivamente económicas, sin estar influenciadas, por
ejemplo, por el estatus de los participantes” (Corsi et al. 2006, p. 89). Si queremos ser más
precisos, el dinero permite que un evento tan improbable como el sistema económico, que opera
como una instancia donde los sujetos utilizan bienes y servicios entendidos como escasos, pueda
finalmente emerger y ganar una mayor complejidad en sus operaciones internas o
comunicaciones, debido a que el acceso de Alter a un bien determinado impide a Ego el acceso al
mismo bien, que es vivenciado de tal forma que Ego está dispuesto a experimentar la carencia de
dichos bienes y servicios sin intervenir: “El dinero se desempeña como médium de observación de
la escasez y los pagos son formas que operacionalizan el médium. En nuestra sociedad de la
“abundancia” hay mucha más escasez que antes y el dinero ha tomado la forma de una
construcción del mundo” (Luhmann, 2007, p. 272). El sistema financiero ofrece un gran ejemplo de
cómo el dinero contribuye a la autopoiesis del subsistema económico. A través de una intrincada
red de activos ficticios y reales, el sistema financiero se expande y gana una mayor complejidad,
en la medida que el dinero convierte los excedentes de ahorro en objetos de propiedad,
provocando que sean percibidos como “escasos”. De esta manera, ahorradores e inversores
pueden acceder a este tipo de propiedad sin que su “actuar” sea intervenido por otros agentes
económicos, dado que “vivencian” la escasez no en la forma de carencia de “activos”, sino en la
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forma de “escasez de dinero”, derivando en que se puedan reproducir las comunicaciones del
mismo subsistema económico, aumente su autonomía, y su diferenciación funcional en relación al
entorno. Es así que eje el sistémico entiende al dinero como un proceso evolutivo que permite
resolver las paradojas en las que se va fundando el sistema económico, al tiempo que le entrega al
mismo sistema su diferenciación y autonomía. Sin embargo, este enfoque tiene el inconveniente
de ser reduccionista, dado que el papel del dinero en la economía moderna es comprendido como
un logro evolutivo sistémico que logra resolver el problema de la doble contingencia, pero omite
los efectos que tiene el dinero sobre la coordinación de las relaciones sociales y el anclaje de las
distintas funciones sociales del dinero en las instituciones sociales.
IV El eje analítico de la cosificación
Es necesario abordar un tercer eje analítico, llamado el eje de la cosificación, que tiene la virtud de
entender a fenómeno dinero ya no como un simple medio, sino más bien, cómo un conjunto de
relaciones sociales que permiten la coordinación de los individuos al interior del sistema
económico, que tienen al mismo tiempo efectos dentro de la capacidad de estos individuos de
atribuir sentido al mundo, al provocar una “cosificación” o “alienación” de la conciencia subjetiva.
Hay que tener presente que dichos efectos son atribuidos a un periodo histórico determinado (el
capitalismo moderno racional), por lo tanto, no pueden ser extensivos a una época pre-capitalista.
El dinero adquiere vigencia y capacidad para alterar los modos de organización social, en virtud de
constituirse como un conjunto de relaciones sociales que se encuentran en constante cambio. Este
eje destina parte de sus preocupaciones y desarrollos teóricos en tratar de responder cómo la
“subjetividad” puede lograr constituirse a sí misma en cada uno de los individuos pertenecientes a
la sociedad, aun cuando en sí misma no se encuentran las disposiciones prácticas para lograrlo. “El
dinero es la representación de la acumulación abstracta de valor, por cuanto en la relación
económica, esto es, en la troncalidad de los objetos, (...) y, por esto, en ningún otro símbolo
exterior expresa de modo tan complemento la miseria general de la vida humana como en la
necesidad perpetua de dinero, que oprime a la mayoría de los seres humanos” (Simmel, 2003, p.
100).
Es así, que la subjetividad recurre a las “formas objetivas” para exteriorizar esferas sociales que le
permitan constituir al sujeto, al mismo tiempo que pueda desarrollar un referente estable para
otorgar sentido al mundo y a la experiencia. En otras palabras: no hay sujeto sino en las
objetivaciones en el mundo. De esta noción se desprende que las formas objetivas no solo
constituyen al individuo, sino que también terminan por constreñirlo: “Las formas son
objetivaciones de las relaciones sociales y estas están siempre sometidas a la diferenciación de
ámbitos en el mundo real. Como han de valer para la interacción de muchos a la vez, ellas definen
posiciones parciales y abstractas. Frente a ellas, el individuo queda en una relación tensa consigo
mismo: entre su demanda intrínseca por reconocerse como totalidad subjetiva y sus
fragmentaciones objetivas externas” (Güell, 2008, p. 47). La sociedad moderna se caracteriza por
una radical diferenciación de las formas, entre las que se encuentran el dinero, que tomando la
perspectiva de Simmel asume la forma de una institución social, pero ante todo, aparece como
una forma objetiva con un marcado carácter instrumental, al ser la forma más pura de
herramienta. En el fondo, el dinero es un mecanismo de coordinación, que termina objetivando al
sujeto producto de su capacidad de ser un elemento que interviene en los intercambios
intersubjetivos (Poggi, 2006). El dinero, entonces, puede objetivar al mundo y a los individuos, en
función de su cualidad única para consumirse en la medida en que es utilizado. Este atributo, sin
embargo, tiene como consecuencia que el dinero termina por constreñir la subjetividad del
individuo, provocando que este pierda la capacidad de otorgarle sentido al mundo, ya que la
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sociedad se vuelve tan diversa por la acción de formas objetivas como por la acción de la
coordinación monetaria, donde el espíritu subjetivo ya no puede totalizarle mediante el trabajo
cultural. Bajo estas circunstancias, la sociedad moderna se vive como ausencia de sujeto y pérdida
del sí mismo (Güell, 2008).
El dinero tiene el efecto negativo en la modernidad de constreñir al individuo a un mundo que
tiene sentido para él, pero que no es de ningún modo significante: “El dinero objetiva las
actividades externas del sujeto que se representan en general mediante transacciones
económicas; y por tanto el dinero ha desarrollado como su contenido las prácticas más objetivas,
más lógicas, las normas más puramente matemáticas, la absoluta libertad respecto de todas las
personas” (Simmel citado en Hopenhayn, 2002, p. 42).
Definitivamente el dinero ha afectado las formas de integración social, reemplazándolas por
formas de control que aseguran la coordinación y la adecuación funcional para conseguir la
reproducción material, que en palabras de Habermas son necesarias para la mantención del
mundo de la vida. Es decir, el eje de la cosificación está pendiente también en descifrar cómo las
formas de integración del mundo de la vida, donde opera una acción comunicativa entre los
individuos que les permite llegar al entendimiento, terminan finalmente siendo colonizadas por los
sistemas sociales, a través del medio de control dinero, entendido como todo el conjunto de
relaciones generalizadas simbólicamente que se organiza como medio sistémico de control y
comunicación “deslingüistizado” (Habermas, 1999).
Entonces, el dinero puede simplificar la coordinación entre dos o más individuos, incrementando
de esta manera la densidad y la velocidad de los intercambios mercantiles, contribuyendo así al
surgimiento de una forma más efectiva de reproducción material; el control sistémico del dinero
en el mundo de la vida: “Medios como el dinero y el poder arrancan de vinculaciones cuya
motivación es empírica; codifican un trato “racional con arreglo a fines” con masas de valor
susceptibles al cálculo y posibilitan el ejercicio de una influencia estratégica generalizada sobre las
decisiones de los otros participantes en la interacción en un movimiento de elusión y rodeo de los
procesos de formación lingüística del consenso.
Como no solamente simplifican la comunicación lingüística, sino que la sustituyen por una
generalización simbólica de prejuicios y resarcimientos, el contexto del mundo de la vida en que
siempre están insertos los procesos de entendimiento queda desvalorizado y sometido a las
interacciones regidas por medios: el mundo de la vida ya no es necesario para la coordinación de
las acciones” (Habermas, 1998, pp. 258-259). De lo anterior se desprende que el dinero se
entiende no sólo como un conjunto de relaciones sociales simbólicamente diferenciadas que
permiten la coordinación de los individuos en contextos de mayor complejidad, sino que ante
todo, el dinero junto al poder, se constituyen como los principales medios de la integración
sistémica, que terminan por interrumpir las funciones de reproducción que cumple la acción
comunicativa al lograr el entendimiento entre los individuos. En otras palabras, el dinero como
medio de integración sistémica termina por colonizar el mundo de la vida, entendiendo por este
proceso la cosificación o alienación de la capacidad comunicativa, provocando que los actores
orienten sus acciones por motivaciones instrumentales y con la finalidad de alcanzar el éxito, lo
que deriva en que la coordinación de la acción queda descolgada de todo consenso alcanzado
comunicativamente.
Este cambio en la orientación de la acción, sumando al marco institucional del Derecho que
somete el mantenimiento del sistema a las restricciones del mundo de la vida, provocan que el
control sistémico del dinero entre personas jurídicas permitan el surgimiento de los mercados de
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bienes que se rigen a través de las relaciones de intercambio generalizadas simbólicamente que
reúne el dinero. Gracias al Derecho, el dinero queda jurídicamente institucionalizado como el
medio de control de tráfico económico, completamente despolitizado y ajeno a la autoridad del
Estado, ya que según la perspectiva Habermasiana, se concibe al Derecho como el modo de anclar
al sistema económico que se ha desacoplado del Mundo de la Vida, lo que significa que el Derecho
permitiría una suerte de “re-subjetivación” de las relaciones cosificadas. Un claro ejemplo de
resubjetivación del medio dinero por parte del Derecho sería el pago de deudas legales a través de
una “moneda de curso legal”. Esto quiere decir que en virtud del consenso alcanzado por la acción
comunicativa realizada al interior de la esfera política, se promulga una ley que define como
aceptable la restitución de una falta o pena legal por medio de una moneda imperante dentro de
un Estado-nación determinado, quedando de esta manera institucionalizado el dinero y bajo el
control de la autoridad estatal.
Ahora bien, dentro de este eje analítico el dinero no sólo corresponde a un poderoso instrumento
social que regula los tráficos producidos en el interior de la economía, sino que es
simultáneamente un elemento de enajenación de las conciencias individuales, que termina
imponiendo sus propias lógicas de coordinación a la esfera social. Este aspecto del dinero vendría
a ser el mínimo común denominador de todos los autores que se sitúan dentro del eje analítico de
la cosificación, ya que todos aceptan que el dinero no sólo es un fenómeno social constituido por
un conjunto de relaciones sociales diferencias, sino que además estas relaciones sociales terminan
por objetivar a los sujetos, constriñendo la capacidad de los mismos de otorgarle sentido al
mundo.

V La convergencia de los ejes analíticos del dinero


En el caso del eje analítico sistémico, cuyos principales exponentes como hemos mencionado con
anterioridad son Parsons y Luhmann, consideran al dinero como un medio de comunicación
simbólicamente generalizado, donde se privilegia una visión en la cual el dinero contribuye a la
emergencia de los sistemas sociales autónomos y funcionalmente diferenciados, al permitir una
reducción de complejidad indeterminada del entorno, aunque a cambio de esto, se termina por
reducir considerablemente nuestra percepción del dinero, al entenderlo como un simple
coordinador de intercambios intersistémicos.
Vale decir, el eje sistémico está interesado en comprender y describir el rol que juega el dinero en
la resolución del problema de la doble contingencia, esto es, explicar cómo el dinero permite
coordinar las expectativas de Alter y Ego para lograr la emergencia del subsistema económico, al
mismo tiempo que resuelve la paradoja de la escasez.
Pero esta noción, al concentrarse exclusivamente en esta dimensión del dinero cae en los mismos
obstáculos epistemológicos del eje funcionalista: la teoría de sistemas describe muy bien el papel
del dinero en el subsistema económico moderno, aunque para ello tenga que sacrificar
complejidad conceptual al no poder brindar una imagen de qué es el dinero, al formularlo como
un medio de comunicación. Finalmente, tenemos el eje analítico de la cosificación, que es
25
especialmente útil para comprender al dinero ya no como medio orientado a fines o para resolver
paradojas sistémicas, sino que en este caso el dinero aparece como un conjunto de relaciones
sociales cosificadas que permiten la coordinación de los individuos al interior de la sociedad, y más
específicamente, dentro del subsistema económico; no obstante, surgen una serie de problemas:
En primer lugar, sólo se consideran en este eje los efectos atribuidos al dinero en un determinado
marco histórico, caracterizado por el modo de producción capitalista moderno, sin tener en
cuenta que la cosificación corresponde a un derivado de este período y no un elemento per se del
dinero, dejando así de lado toda su historicidad, que sí es desarrollada por el eje funcionalista al
efectuar una revisión de las distintas funciones históricas que ha tenido el dinero. En segundo
lugar, esta concepción, al ser heredera de la “tradición alemana”, tiende a privilegiar una visión
más bien normativa del dinero, al catalogarlo como uno de los principales componentes de la
alienación y “vaciado de sentido” que sufriría el individuo moderno en la sociedad, aun cuando los
niveles de coordinación que genera al interior del subsistema económico entre estos individuos
aparentemente alienados, puede en el fondo ser positivo, pensando en un contexto donde estos
mismos sujetos necesiten desenvolverse de forma efectiva en sociedades cada vez más complejas
y diferenciadas en sus partes.
Tal como podemos apreciar en la Tabla III, nos enfrentamos a la dificultad de que cada uno de
estos esquemas teóricos poseen en sí mismos miradas parciales del dinero, en virtud de que cada
uno se concentra en el aspecto del dinero que mejor se acopla con sus pretensiones teóricas, ya
sea que se ubiquen en la problemática de las funciones que cumple el dinero según la institución
en la que está inserta; el papel que juega el dinero en la emergencia de los sistema autónomos, y
más específicamente en el subsistema económico; o bien, se concentre en los aspectos alienantes
y capacidad de coordinar las acciones de los individuos en la modernidad.
Tabla 3 pag 16
Ahora bien, estamos en posición de constatar los mínimos denominadores comunes que
componen a este fenómeno:
1) el dinero está conformado por relaciones sociales que operan en la economía y permiten la
coordinación de los individuos al interior de la misma, a pesar de las objeciones que puedan surgir
del eje funcionalista y el sistémico que preferían tratarlo como un medio;
2) el dinero ha sufrido en su devenir histórico un proceso de diferenciación funcional que le ha
permitido a la economía facilitar su tarea de la reproducción de las condiciones materiales de la
sociedad;
3) la economía ha experimentado y sigue experimentando procesos que implican un mayor
aumento en su complejidad, y el dinero participa como operación básica de este sistema,
permitiendo una mayor gestión de la propiedad privada individual gracias a la resolución de la
paradoja de la escasez, o si queremos ser más rigurosos en este punto, podemos decir que se
entiende por dinero, a todo medio cartal, que permita él mismo ser la condición para la “creación
de la propiedad individual” (Weber, 1956: 207).
Al integrar cada una de las dimensiones que han sido abordadas por los distintos ejes, surge una
definición que incorpora los efectos del dinero en la coordinación de los individuos, del proceso de
diferenciación funcional, y el papel de este fenómeno en la emergencia del subsistema económico
a través de la gestión de la escasez, logrando así la circulación de las propiedades privadas, para
proponer finalmente nuestro concepto integral del dinero.

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Definiremos entonces al concepto dinero, como todo conjunto de relaciones sociales
funcionalmente diferenciadas, que permiten resolver la paradoja de la escasez, asegurando así
una mayor gestión de la propiedad privada individual al interior del subsistema económico, y
facilitando de esta manera que la sociedad pueda reproducir las condiciones materiales que
aseguran su existencia y elevar los niveles de coordinación entre los individuos.
La presente definición no sólo permite construir un concepto integral del dinero que aborde cada
una de las aristas más relevantes de este fenómeno, sino que además se hace imprescindible, ya
que en última instancia permitiría una mejor comprensión del funcionamiento del sistema
económico, al dilucidar cómo el dinero se constituye en el elemento fundante que le permite a la
economía la reproducción de las condiciones materiales que requiere la sociedad, gracias a la
capacidad que posee esta institución social para gestionar las propiedades privadas individuales.
Este planteamiento se expresa en virtud de que nuestro concepto integral del dinero se hace
cargo de cada una de las dimensiones que originalmente fueron trabajadas por separado en el
estudio de la sociología del dinero, y que permiten explicar cómo se produce una mejor gestión de
la propiedad privada: la diferenciación funcional del dinero permitiría que las propiedades sean
gestionadas dependiendo de qué requerimientos necesitan para mejorar su circulación, es decir,
se desprende que el eje funcionalista apunta a la idea de una mayor liquidez de la propiedad
privada cuando se desarrolla la noción de la diferenciación funcional del dinero; la gestión de la
escasez facilitaría la resolución de la doble contingencia, provocando que los bienes puedan ser
objeto de propiedad, y que esto no provoque que los individuos experimenten la escasez de un
bien como propia e intervengan, al tiempo que limita exitosamente su posibilidad de acceso; y por
último, al tomar al dinero como un conjunto de relaciones sociales diferenciadas, podemos
entender cómo las propiedades privadas no sólo poseen efectos en el subsistema económico, sino
que también en los procesos de coordinación de los individuos y en su capacidad de volver
significativa la realidad, al interior de la sociedad. Gracias a la convergencia de las principales
dimensiones de cada uno de los ejes analíticos, será posible entregar un cierto orden a la teoría
latente del dinero.

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Actividad 1
Asumiendo que el dinero puede ser definido de varias maneras, a continuación vamos a sostener
que en el distrito comercial Barrio Victoria, el dinero participa traduciendo el valor y el precio de
los productos que están en las vitrinas, y también lo hace como medio simbólico generalizado que
diferencia las calidades de los productos de las vitrinas o que son ofrecidos en el distrito comercial.
Usted debe señalar cuatro (4) productos que son ofrecidos en las vitrinas o en otras plataformas
del distrito comercial, y que muestren claramente la existencia de contenidos de la comunicación
económica que los productores/vendedores quieren expresar a una persona que potencialmente
puede ser su compradora.
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En el desarrollo de esta actividad usted debe conversar con las personas que están en las salas de
venta y tener un registro gráficos (fotográfico o dibujo a mano del producto).
Para realizar la siguiente y la actividad, usted necesita leer:
Callon, M. “Markets and the performativity of economic sciences”
Figueroa‐Sterquel,R., Chia, E., y Huerta, P. “Estudio del cluster como un instrumento de
gobernanza territorial en Chile: el caso de la palta en la región de Valparaíso. Programa de
reactivación para centros y barrios comerciales PYME”, Rev. geogr. Valpso. (En línea) Nº 53 / 2016
ISSN 0718 – 9877 [ 139. – 159. ]
Actividad 2
El gobierno ha considerado que la innovación es un elemento fundamental de la competitividad,
por lo cual, ha contratado a la empresa donde usted trabaja para diseñar una aglomeración
socioproductiva basada en relaciones sinérgicas entre micro, pequeños y medianos productores
de bienes hechos de cuero. Para iniciar ese trabajo se disponen varias estrategias, y a usted le
encomiendan dirigir un trabajo de campo que permita tener información para tomar decisiones
sobre para el diseño de una encuesta y otras herramientas.
En la tabla que a continuación se presenta usted debe organizar la información. En la primera
columna debe ir los nombres de los locales o talleres, y en las siguientes columnas debe usted
anotar como esos negocios o empresas manifiestas o mencionan las siguientes condiciones:
Proveedores de insumos, proveedores de tecnologías, proveedores de máquinas, asistencia
técnica, competencia en diseño de calzados, competencia en precios, organizaciones a las cuales
está asociada la fábrica o el taller para buscar potenciales clientes, ofertas ofrecidas y disposición
del lugar físico para exhibir los productos.

Local a
Local b
Local c
Local d

A continuación, usted debe elaborar un mapa de la observación que usted hizo.

Pregunta 2

¿Qué variables tienen las empresas productivas y comerciales que configuran un mercado y un
clúster? (Su respuesta debe tener una cantidad mínima de 1000 palabras y una extensión máxima
de 3500 palabras)

Pregunta 3

¿ Explique las relaciones entre Capitalismo, Mercado e Innovación? (Su respuesta debe tener una
cantidad mínima de 1000 palabras y una extensión máxima de 3500 palabras)

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