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Dios te poder para sanar

He de decir que soy apasionado del kerigma como proclamación y experiencia del amor de
Dios Padre, que nos conoce y ama de manera persona, incondicional, fiel, permanente; y
aunque hayamos pecado, somos invitado a experimentar a Jesús como nuestro salvador
definitivo, integral, y como el Señor y rey de nuestra vida. Si esto es así, viene la gracia de
las gracias: el don del Espíritu Santo.

Soy apasionado del kerigma, porque es el punto de partida de el eje que está presente en
toda la vida cristiana, de principio a fin. No lo es todo después del kerigma viene el
crecimiento celebrando la fe, principalmente en la Eucaristía y en ejercicio de una acción
social que incluye, como elemento fundamental, la salud.

Por eso, me ha encantando el libro que ahora tienes en tus manos. El autor es un hombre
creyente que crece constantemente en su fe. El autor es un hombre creyente, que crece
constantemente en su fe. Se trata un médico que ha visto de cerca, en el dolor y la
enfermedad, la oportunidad de experimentar la sanación del cuerpo.

Cuando hablamos de Jesús y su actitud libertadora, lo expresamos en tres acciones, Jesús


perdona, libera y sana. Por estas tres acciones de Jesús, entendemos porque dijo: Yo he
venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Yo, sacerdote, ministro del sacramento de la Reconciliación, estoy acostumbrado a


perdonar en su nombre, y sin embargo, me da la impresión de que queda algo por
descubrir y vivir. Nos vemos perdonados, pero todavía con el cuerpo enfermo o con el
corazón roto. Hay muchas heridas que pueden ser sanadas y quieren ser sanadas por
Jesús. Aquí radica el poder de la oración.

Jesús expresa su acción liberadora perdonando todo pecado, liberando de toda esclavitud,
sanando toda enfermedad.

Como lo expresó la Virgen María con toda la fuerza de su disponibilidad al querer de Dios:
Señor, hágase en mí según tu Palabra.

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