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DISCIPULADO MATRIMONIAL: UNO EN CRISTO

I. INTRODUCCIÓN

El matrimonio es un tema trascendental a lo largo de las Escrituras, tanto así que, por una
parte, se estableció como decreto de la creación, que fundó la relación original entre los
primeros dos seres humanos que pisaron la faz de la tierra; y por otra, termina describiendo
la relación de Dios con su pueblo en la gloria: las bodas del Cordero.

Además de esto, el Apóstol Pablo se refirió al matrimonio como un signo visible de la relación
que existe entre Cristo y su Iglesia. Con esto, lo relacionó con el Evangelio, y le atribuyó el alto
propósito de proclamar ante el mundo la gloria del amor de Jesús por su pueblo, así como de
la sujeción de la Iglesia a su Salvador (Ef. 5:22-33).

El marido cristiano que ama verdaderamente a su mujer, refleja en primer lugar que ha
recibido el amor de Cristo. Evidencia que se deleita en Él y se esfuerza por comprender la
anchura, longitud, profundidad y altura de dicho amor, que excede a todo conocimiento (Ef.
3:18-19). Por su parte, la mujer que se somete a su marido de manera gozosa y pacífica,
demuestra que ha recibido ese mismo amor de Cristo, y que entiende la forma en que la Iglesia
debe responder agradecida y alegre a la gracia recibida.

De esta forma, el marido y la mujer cristianos que, a pesar de todos sus pecados y debilidades,
comprenden la gloria que Dios ha dado al matrimonio y viven conforme a esta verdad, son un
poderoso testimonio del Evangelio de Cristo ante una generación incrédula y perversa. En
contraste, un matrimonio en que los cónyuges se rigen por el egoísmo y la carnalidad,
brindará una imagen distorsionada sobre Dios, su carácter y su relación con la Iglesia.

No es extraño, entonces, que las potestades de las tinieblas y el mundo que aborrece a Dios
tengan al matrimonio como uno de los blancos principales de su ataque. Durante la historia
de la humanidad, el hombre bajo el pecado ha distorsionado el pacto matrimonial entre un
hombre y una mujer en maneras tan diversas como impías. Hoy, las personas claman por un
supuesto derecho a hacer del matrimonio lo que ellas quieran, torciendo la esencia de esta
institución, que es la gloria de Dios y el reflejo de su carácter santo en la unión entre un
hombre y una mujer.

Así es como la Escritura presenta al matrimonio:

1
“Dios creó al matrimonio con el fin de proveer al mundo una ilustración terrenal de su amor por su
Iglesia, sus sacrificios por su Iglesia, su unión con su Iglesia, su santificación de la Iglesia y los
propósitos gloriosos que tiene para su Iglesia” Scott Brown1.

Por lo mismo, el eje del matrimonio no es el amor que se profesan los cónyuges, y mucho
menos los intereses personales que ellos puedan tener en su unión (placer, conveniencia
económica, estatus social, etc.), sino Dios mismo. Él fue quien creó el matrimonio, es decir,
no se trata de un constructo social, sino de un constructo divino. Por tanto, el matrimonio es
también por Él y para Él, debiendo rendirle gloria y honor tanto como todas las cosas: “Porque
de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” Ro. 11:36.

En conclusión, concordamos con Arthur Pink cuando afirma: “… con la excepción de la


conversión personal, el matrimonio es el evento más trascendental de todos los eventos terrenales
en la vida del hombre y la mujer. Forma un vínculo de unión que los une hasta la muerte. El vínculo
es tan íntimo que les endulza o amarga la existencia el uno al otro. Incluye circunstancias y
consecuencias que tienen un alcance eterno. Qué esencial es, entonces, que tengamos la bendición
del cielo sobre un compromiso de tanto valor, y para este fin, qué absolutamente necesario es que
lo sometamos a Dios y a su Palabra. Mucho, mucho mejor es permanecer solteros hasta el fin de
nuestros días que contraer matrimonio sin la bendición divina”2.

A lo largo de este estudio, Ud. probablemente notará que algunas verdades centrales van
apareciendo una y otra vez. Y es que el matrimonio no es como un estante con cajones
separados, donde las finanzas, la intimidad, la crianza y la comunicación están en
compartimentos que no se mezclan. Más bien, nuestra vida matrimonial es como un tejido
donde esas fibras están entrelazadas, y a pesar de que se pueden distinguir, están unidas entre
sí, de manera que conforman una unidad. Por ello es que los distintos temas que trataremos
“riman” unos con otros, reflejando los mismos principios centrales establecidos en la Palabra
de Dios.

La estructura de las clases y la base de su contenido provienen de las “Clases Esenciales” del
ministerio 9Marks, como se indica en cada caso, pero han sido editadas y adaptadas con
nuevas meditaciones y aplicaciones, considerando nuestro contexto y el aporte de otros
autores.

Que el Señor los guíe en este recorrido por las verdades bíblicas sobre el matrimonio, y dé
fruto a este recurso en sus vidas, para gloria de Dios.

Ps. Álex Figueroa

1
Una teología de la familia, editado por POLLARD, Jeff y BROWN, Scott, ed. Chapel Library,
Chapel Library, Cap. 4, p. 147.
2
PINK, Arthur. La excelencia del matrimonio, incluido en Una teología de la familia, editado
por POLLARD, Jeff y BROWN, Scott, ed. Chapel Library, Chapel Library, Cap. 4, p. 148.

2
II. LA EXCELENCIA DEL MATRIMONIO3

“Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará
a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales” He. 13:4 NVI.

Vivimos en una época en que el matrimonio es menospreciado y deshonrado.


Algunos lo rebajan considerándolo un simple trámite o un papeleo sin sentido. Otros
atentan contra él violando su pacto matrimonial, ya sea porque agreden, abandonan
o engañan a sus cónyuges. Para otros, el matrimonio es una institución anticuada y
que no va con el ritmo de los tiempos.

Sin embargo, Dios ha mandado honrar el matrimonio, tenerlo en alta estima, tanto
así que incluso ha decretado juicio contra quienes atentan contra él. Pero ¿Por qué es
tan importante para Dios? Dios ha honrado el matrimonio, haciéndolo excelente:

a. El Señor lo estableció personalmente. No lo hizo a través de ángeles ni por medio de


algún otro mensajero, sino que lo estableció directamente y en persona, dándole así
gran honra. Dios dijo estas palabras como decreto: “Por tanto, dejará el hombre a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24).

b. Lo estableció en la creación, en el momento en que hizo y fundó todas las cosas, y


por tanto estaba echando los fundamentos de cómo debe funcionar el mundo y
cómo debe vivir el hombre en la tierra. Con esto vemos también que el matrimonio
no es una maldición producto de la desobediencia, sino una de las mayores
bendiciones que le hombre recibió estando aún en Edén, es decir, en el paraíso.

c. Y aquí hay algo muy destacable. A medida que Dios creaba todas las cosas, dice la
Biblia que Él daba su aprobación, diciendo: “Y vio Dios que era bueno” (p. ej. Gn. 1:10).
Sin embargo, luego de que hubo hecho todo, Él dijo: “No es bueno que el hombre esté
solo”. Lo único que no era bueno en Edén, era que el hombre estuviera solo, por tanto,
Dios decidió: “le haré ayuda idónea para él” (Gn. 2:18).

d. Esto también nos dice que ni el hombre ni la mujer pueden cumplir su tarea en la
tierra solos. El Señor los hizo iguales en dignidad, ya que hombre y mujer están
hechos a imagen de Dios, pero los hizo distintos por diseño, con roles y
responsabilidades diferentes. Esto no para que sean rivales, sino complementarios,
para que se completen el uno al otro como dos piezas de un rompecabezas que
encajan mutuamente.

3
Basado en ibid.; revisada, editada y adaptada por ps. Álex Figueroa.

3
e. El matrimonio es la primera de todas las relaciones humanas. No hubo una relación
entre dos seres humanos antes que esta, ni siquiera la filial (padres-hijos). Dios quiso
que el matrimonio fuera la primera relación humana, el cimiento de la sociedad, el
vínculo que da origen a todos las demás, y la más intensa de todas las relaciones, ya
que sólo las personas que se unen en matrimonio se vuelven “una sola carne”, es
decir, un solo ser. Ni siquiera se dice eso de los padres y los hijos.

f. Y es que el Señor ha querido también que sea el matrimonio el ámbito donde surge
la nueva vida. Fue al primer matrimonio, a quienes Dios les dijo: “Sean fructíferos y
multiplíquense; llenen la tierra y sométanla” (Gn. 1:28 NVI). En el matrimonio, marido
y mujer disfrutan del glorioso privilegio de participar con Dios en la creación de la
vida en la tierra, siendo usados para que la humanidad se perpetúe y multiplique.

g. Además, Cristo durante su vida en la tierra, honró al matrimonio. Su primer


milagro lo hizo en las bodas de Caná, siendo una de sus primeras apariciones
públicas. Sólo pensemos cuánta honra recibió ese matrimonio al contar con la
presencia personal de Cristo. No sólo estuvo presente, sino que hizo un milagro para
que todo resultara bien y la celebración pudiera realizarse sin estorbos (Jn. 2).

h. Cristo también honró el matrimonio usándolo en sus parábolas como un símbolo


del reino de Dios, comparando el estar vestido de bodas con la preparación para
entrar en el Cielo, es decir, con vivir de una manera santa (Mt. 22).

i. Y el Espíritu Santo ha honrado al matrimonio usándolo como un símbolo viviente


para reflejar la relación que existe entre Cristo y la Iglesia:

“Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. 23 Porque el esposo es cabeza de
su esposa, así como Cristo es cabeza y Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo. 24 Así
como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en
todo. 25 Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por
ella 26 para hacerla santa... 28 Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su
propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, 29 pues nadie ha odiado jamás
a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la
iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo” (Ef. 5).

Quien piense que el marido ha sido injustamente favorecido en estas líneas, no lo ha


pensado bien. El modelo de marido aquí no es un hombre sentado tomando cerveza
en el sillón mientras ve televisión y es servido por una esposa infeliz y asustada, sino
que el modelo es Cristo, quien murió en una cruz para salvar a la Iglesia. Es decir, el
marido debe amar a su mujer como a sí mismo y sacrificarse por ella cada día con
alegría, incluso si eso significa tener que morir por ella, mientras que la esposa
respeta y se sujeta a este líder que la ama y que vela por ella en todo momento.

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Así, Dios ha dado al matrimonio una altísima honra y responsabilidad, tanto así que
refleja ante el mundo la relación entre Cristo y la iglesia. No es solo un papeleo. Lo
que importa no es meramente lo que sienten el hombre y la mujer, sino ante todo la
voluntad de Dios y lo que Él estableció.

En días en que el matrimonio es tan menospreciado y pisoteado, debemos recordar


que es algo que va mucho más allá de dos personas que quieren estar juntas: “El
matrimonio de dos personas que se aman los une el uno al otro, pero también a sus
ancestros, a sus descendientes, a la comunidad, al cielo y a la tierra” Peter Leithart.

El matrimonio lo impacta todo, tiene un eco en todo el tejido social, en toda la


convivencia humana, porque Dios lo ha querido así.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• Piense en su visión del matrimonio a la luz de lo que hemos visto. ¿Cuánto ha
influido el mundo en su perspectiva de esta santa unión?
• En su relación hasta el momento, ¿Han honrado el matrimonio
considerándolo como único y excelente? Esto implica no adelantar ni
experimentar en el noviazgo aspectos que pertenecen únicamente al
matrimonio.
• ¿Qué aspectos de su carácter y qué pecados en Uds. creen que podrían
interponerse en su obediencia a este mandato de honrar el matrimonio?

Motivos de oración
• Que puedan obedecer al Señor honrando el matrimonio y que sean libres de
pecar exponiéndolo a vergüenza o considerándolo como algo profano.
• Que en un mundo caído y en rebelión contra el diseño de Dios, puedan
mantenerse fieles honrando el plan de Dios para el hombre, lo que incluye su
unión matrimonial.
• Que el Señor los libre de aquellos pecados y aspectos de carácter que pueden
llevarlos a deshonrar su unión matrimonial.
• Que reflejen en su matrimonio la relación entre Cristo y su Iglesia.

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III. DIOS DEBE ESTAR EN EL CENTRO DE SU MATRIMONIO – LA
PRIORIDAD4

La conclusión lógica de lo anterior es que Dios debe estar en el centro del


matrimonio, y su Palabra debe ser el cimiento firme y estable sobre el cual éste debe
edificarse.

Sin embargo, en muchos de nuestros matrimonios el Señor no está en el centro.


Incluso siendo cristianos, en ocasiones nos relacionamos en nuestros matrimonios
como si Dios no existiera. Podemos incluso ir a la iglesia, leer la Biblia y tener el deseo
de ser fieles, y aun así no estar poniendo en realidad a Dios y Su Palabra en el centro
de nuestra relación matrimonial.

Tres razones que dan lugar a matrimonios sin Dios

Por consiguiente, la pregunta obvia es, “¿Por qué muchos de nosotros vivimos en
matrimonios que no tienen a Dios en el centro?”. Hay diversas razones:

1. Nuestra inmadurez espiritual

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como espirituales, sino como a
carnales, como a niños en Cristo. 2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais
capaces, ni sois capaces todavía, 3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre
vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como
hombres? 4 Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de
Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3:1-4).

Pablo se dirige a los corintios y critica su inmadurez espiritual. A pesar de que son
cristianos, Pablo los condena por ser más mundanos que espirituales. La crítica más
fuerte está en su manera de llamarlos: “niños en Cristo” (v. 1). Observe la analogía:
se parecen más bien a un bebé que no estaba listo para la comida sólida,
espiritualmente hablando. ¿Por qué? “porque aún sois carnales” (v. 3).

En el matrimonio, cuando estamos más preocupados por las cosas del mundo que
por los asuntos espirituales, manifestamos nuestra inmadurez en la fe. En el caso de
los corintios, su naturaleza pecaminosa fue manifiesta por los celos, contiendas y
divisiones que resultaron de su lucha por sus líderes favoritos. En nuestro
matrimonio podría llegar a ser igual, si nuestra vista está puesta en lo terrenal en

4
Sección basada principalmente en la clase “¿Está Dios en el centro de su Matrimonio?”, de la
sección Clases esenciales del ministerio 9Marks, visto el 19-02-2019 en
http://es.9marks.org/clases-esenciales-el-matrimonio. Revisada, editada y adaptada por ps.
Álex Figueroa.

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lugar de lo celestial. Esto se reflejará también en nuestra dieta espiritual: si sólo
podemos procesar la leche o ya podemos avanzar a la comida sólida.

2. Nuestra incredulidad y egoísmo

El autor de Hebreos escribe: “12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros
corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13 antes exhortaos los unos a
los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca
por el engaño del pecado. 14 Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que
retengamos firme hasta el fin de nuestra confianza del principio” (Hebreos 3:12-14).

El autor de Hebreos se dirige a cristianos (por eso el término “hermanos”), pero


curiosamente les advierte sobre la incredulidad. Observe la espantosa consecuencia
de la incredulidad: la persona “se aparta del Dios vivo” (v. 12) y nuestros corazones
pueden ser endurecidos “por el engaño del pecado” (v. 13).

Advertencia a los cristianos acerca de no ser realmente cristianos. En las decisiones que
toma en su vida y en su matrimonio usted podría demostrar que ha puesto más fe en
sí mismo en o este mundo que en seguir a Dios. De acuerdo con la manera en que han
llevado su relación hasta ahora: ¿Refleja su matrimonio un camino de fieles que
siguen a Dios y buscan obedecer su Palabra, o se parece más a una relación
sentimental del mundo? La advertencia para usted es: si constantemente escoge la
incredulidad en su vida, esto se reflejará en su matrimonio, y si es así, debería dudar
seriamente de su salvación. Por lo tanto, el autor de Hebreos dice en el v. 14, “Porque
somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin de nuestra
confianza del principio”.

Advertencia a los cristianos sobre ceder ante el ateísmo momentáneo. ¿Hay ciertos
momentos en nuestro matrimonio donde podemos elegir la incredulidad y no
luchamos por la fe? Los matrimonios cristianos pueden frecuentemente estar llenos
del ateísmo momentáneo: elegimos un camino sin fe en lugar de confiar en Dios. A
veces esto es debido a la ignorancia: no pensamos en Dios y desconocemos cómo su
Palabra se relaciona con nuestras vidas. Tal vez observamos a nuestros padres vivir
en matrimonios infieles, y por eso estamos familiarizados con ello. O tal vez nunca
fuimos enseñados sobre cómo aplicar la Palabra de Dios a nuestro matrimonio, así
que vivimos como mejor sabemos.

Pero con mayor frecuencia, nosotros (como cristianos) estamos activamente


escogiendo la incredulidad. Conocemos el camino de Dios, pero elegimos un camino
diferente, uno que implica alejarse de Dios en rebelión abierta. Esto implica saber lo
que Dios dice, y escoger no hacerlo.

Para los esposos, una incredulidad activa en su matrimonio podría tener este
aspecto:

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• Yo sé que tengo que entregar mi vida por mi esposa, de la manera que Cristo
entregó su vida por la iglesia, pero escojo no hacerlo. En lugar de servirle a
ella, prefiero satisfacer mi propia comodidad y deseos. (Efesios 5:21-33;
Marcos 10:43-45).
• Yo sé que tengo que comprometerme con mi esposa emocionalmente, pero es
más fácil evitar los asuntos difíciles y permanecer superficial.
• Yo sé lo que quiero de nuestro matrimonio y nuestra vida, por lo tanto
controlo a mi esposa. Yo le digo a ella qué hacer y cómo hacerlo. No quiero que
Dios esté a cargo; yo quiero estar a cargo.
• Yo sé que tengo que confesar mi pecado a mi esposa y ser humilde, pero mi
orgullo me impide hacerlo.

Para las esposas, una incredulidad activa en su matrimonio podría tener este
aspecto:

• Yo sé que soy más competente que mi esposo. En lugar de seguir su liderazgo,


prefiero tomar control de la situación (Gen 3:15).
• Yo estoy herida o frustrada y por eso como venganza le estoy diciendo cosas
ofensivas o estoy manifestando mi enojo (Efesios 4:29; Mateo 12:34-35).
• Yo voy a confiar en mis suposiciones acerca de él más que confiar en su
carácter probado o su trayectoria.
• Yo tengo que estar constantemente diciéndole lo que debe hacer, porque él no
tiene iniciativa.
• Yo voy a presionarlo e insistir hasta obtener lo que quiero (Jueces 16:16).

Hacer las cosas que Dios te pide requiere fe en Él. Si escojo no obedecer a Dios, ¿a
quién o a qué estoy escogiendo en su lugar? Estoy escogiendo confiar en mí mismo
antes que en Dios. Si Dios no está en el centro de mi matrimonio, si no confío en Él ni
en Sus caminos, entonces la alternativa es generalmente hacer que mi matrimonio
sea fundamentalmente acerca de mí. La incredulidad se relaciona con el egoísmo y
la idolatría. Observe como todas las declaraciones anteriores para esposos y esposas
comenzaron con “Yo…”: yo sé, yo estoy herida, yo quiero, yo asumo, etc.

3. Atrapados en lo horizontal y olvidando la gloria de Dios

El matrimonio existe en dos planos: el horizontal y el vertical. La relación horizontal


es lo que sucede entre mi cónyuge y yo: cómo hablamos, cómo amamos, cómo
discutimos, cómo convivimos, etc. Esto es una expresión de ser hechos una sola
carne (Gn. 2:24). Uno de los efectos del matrimonio es la unidad, lo que a su vez
consiste en un objetivo constante a buscar.

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Esto porque ante Dios, legal y espiritualmente somos hechos una sola carne al
contraer matrimonio. Pero al mismo tiempo, en la práctica es una realidad que se
debe vivir y buscar. Se trata de “vivir según lo que ya somos”, algo similar a lo que
ocurre con la salvación. Como Jesús lo describe en Mr. 10:8: “no son ya más dos, sino
uno”.

En este sentido, ¿Qué ocurre en el día a día de los afanes del matrimonio?
Frecuentemente nuestras decisiones y actitudes pecaminosas en el matrimonio nos
mantienen encerrados en la dinámica horizontal. El uno se enfoca en lo que el otro
hace, piensa, desea, actúa, cómo reacciona, etc. Dado que el matrimonio batalla con
problemas cotidianos, por momentos el afán nos envuelve y solemos olvidar la
dimensión vertical de nuestra unión.

Pero el objetivo final de nuestro matrimonio es glorificar a Dios. Más que sólo una
relación humana, el matrimonio está destinado a mostrar una mayor realidad
espiritual: la relación de Cristo y su esposa la iglesia (Ef. 5:21-33). Así que su
matrimonio no se trata sólo de ustedes dos, sino ante todo de Dios y su mayor gloria:
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Co.
10:31).

Reconocer la gloria de Dios significa reconocer que el matrimonio es menos sobre mí


y mi cónyuge, y es mucho más acerca de Dios.

4. Áreas de la vida

Tal vez estamos en una relación cristiana, sin embargo, limitamos a Dios a ciertas
áreas debido a que no comprendemos realmente la cosmovisión cristiana. Quizás sé
cómo estudiar mi Biblia, cómo orar, cómo hablaría a mis hijos acerca de Dios, pero
no sé cómo Él se relaciona con la totalidad de las áreas de mi vida.

• Sexo: Como hombre o mujer casado, tengo intimidad física en mi


matrimonio, pero no he meditado sobre los propósitos de Dios para el sexo y
la manera en que se relaciona con nuestro matrimonio.
• Dinero: quizá tenemos muchos principios prácticos para ayudarnos a
administrar nuestro dinero, pero nunca hablamos sobre la manera en que
Dios se relaciona con ello o lo que la Biblia dice sobre el dinero.
• Profesión: mis logros, mis objetivos profesionales o mi actividad son más
importantes que las prioridades piadosas en mi vida. Aun como cristiano,
excuso mi exceso de trabajo diciendo que es provisión para mi familia. ¿Estoy
dispuesto a poner mi matrimonio antes que mi profesión? ¿Cómo se relaciona
Dios con mis metas de trabajo y ambiciones de carrera?
• Vida de hogar: Tal vez estoy más interesado en lo que es grande, cómodo y
seguro en lugar de construir un hogar que tenga el aroma de Cristo y sea
edificado sobre el fundamento del Evangelio.

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• Crianza: la forma en que instruyo a mis hijos, sea con palabras o con mi
ejemplo, dice mucho sobre lo que realmente creo, pues lo que considero mejor
para ellos, es lo que creería mejor para mí también. Criar a mis hijos como si
ellos fueran el centro de todo, consentirlos en sus caprichos, llenarlos de
cosas materiales, placeres o entretenimiento o dejarlos sin disciplina; es un
índice de que estoy lleno de egoísmo, y estoy educando a mis hijos en ese
pecado que amo.

Mirando hacia arriba: Poner a Dios en el centro y luchar por la


fe

En vez de mantenernos atrapados en las trincheras horizontales, necesitamos elevar


nuestra mirada al cielo y considerar al Señor y Creador del Universo.

“¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis?” dice el Santo. 26 Levantad en alto
vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas, él saca y cuenta su ejército; a todas llama
por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su
dominio” (Isaías 40:25-26).

¿Cómo poner a Dios en el centro de tu matrimonio? Cuatro sugerencias.

1. Comienza haciendo una simple pregunta: “¿Y Dios?”

“Encomienda a Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados” (Pr. 16:3).

¿Cómo se relaciona Dios con este asunto? Necesitamos hacernos esta pregunta
básica, ya sea que se refiera a nuestro matrimonio en general, o a un área particular.
Debemos comenzar con esta pregunta y luego orar para que Dios se revele a sí mismo
a nosotros a medida que avanzamos en nuestro matrimonio.

2. Confiando en Dios y viviendo una vida centrada en el Evangelio

“Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará” Sal. 37:5.

Confiando en Dios. La manera más común en que las parejas cristianas tratan de
arreglar sus matrimonios es haciendo exactamente eso mismo—arreglando su
matrimonio. El enfoque de su relación está en ellos mismos, y lo hacen por sus
propios medios y esfuerzos. Su problema se trata de ellos, y son ellos los que deben
enmendarlo como cada uno sepa hacerlo. Esto es quedarse atrapado en el plano
horizontal del matrimonio. Si bien es cierto gran parte del trabajo básico del
matrimonio (y en realidad en cualquier relación cristiana) implica la ardua labor de
resolver las cosas entre ambos, debemos enfocar bien nuestros esfuerzos: es
necesario hacerlo en el poder del Señor y a la manera de Dios:

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“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo
en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Pr. 3:5-6).

“hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Ef. 6:10).

Los matrimonios cristianos se pueden graficar con un triángulo.

Como matrimonio cristiano, si nuestra relación personal es lo único que nos


mantiene juntos, entonces no somos mejores que las parejas no cristianas. En última
instancia, nuestro matrimonio debe comenzar con ambos, esposo y esposa,
confiando en Dios en primer lugar y ante todo. En todos nuestros caminos en el
matrimonio, debemos inclinarnos menos hacia nuestro propio entendimiento, y
reconocer a Dios en primer lugar, confiando en que Él enderezará nuestro camino.

Viviendo una vida centrada en el Evangelio. El evangelio son las buenas noticias de
que Jesucristo vino a morir en una cruz en lugar de los pecadores. ¿Qué nos pide Dios
en respuesta a este mensaje? Arrepentimiento y fe, dos palabras fundamentales
mencionadas a en el N.T.

Arrepentimiento es dar la espalda a nuestro pecado. Una de las cosas más


importantes que puede hacer por su matrimonio es considerar seriamente su propio
pecado. Nuestra tendencia pecaminosa es querer pasar más tiempo enfocados en el
pecado de nuestro cónyuge. Sin embargo, la Biblia frecuentemente nos lleva a mirar
primero nuestro propio corazón. “¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame
sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita,
saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en
el ojo de tu hermano” (Lc. 6:42).

La otra cosa que se nos pide es tener fe en Cristo. El objeto de nuestra fe es el Hijo de
Dios, encomendando nuestra vida en sus manos. Y en el matrimonio, mostramos
nuestra fe al seguir las Palabras de Cristo como la mejor manera de vivir el
matrimonio.

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3. Persiga los medios comunes de la gracia para su matrimonio

Algunos parecen esperar un rayo del cielo, o algún otro medio extraordinario para
transformar su matrimonio. En lugar de eso, ud. está llamado a perseguir los medios
comunes de la gracia de Dios que Él ha puesto a su disposición. Ellos son:

• Congregarse fiel y regularmente en obediencia a la Escritura (He. 10:24-25).


• Comprometerse a servir a Dios en una congregación, trabajando en ella con
diligencia y sometiéndonos a la supervisión de sus ancianos (He. 13:17).
• Comunión cristiana fraterna y constante, que da lugar al ánimo, la
exhortación y confrontación mutua (1 Ts. 5:11).
• Tiempo devocional de oración y lectura de la Biblia tanto individual como en
pareja (1 Ts. 5:17; Sal. 1:2).

4. Ame a su Cónyuge

Puede parecer obvio señalar que para tener un buen matrimonio debe amar a su
cónyuge. Sin embargo, mostramos realmente que amamos y confiamos en Dios en
la manera en que amamos a nuestro cónyuge. El apóstol Juan lo pone en estos
términos: “Si alguno dice: ‘Yo amo a Dios,’ y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues
el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha
visto?” (1 Jn. 4:20). Si usted se llama a sí mismo cristiano, y sin embargo su amor por
Dios no impacta la manera en que ama a su cónyuge, entonces el Apóstol Juan dice
que usted es un mentiroso. Ponemos en manifiesto nuestra fe por la forma en que
vivimos en nuestros matrimonios (Stg. 2:14-26).

Preguntas para meditación personal y en pareja


• Piense en su relación hasta el momento. ¿Cuánto tiempo pasa en las
dimensiones horizontales sin hacer ninguna referencia a Dios? ¿Tal vez se
siente atrapado en las trincheras, y ha perdido de vista los propósitos
mayores de su unión?
• Observe las diferentes áreas de su vida y vea que es posible pensar en términos
muy seculares en cualquiera de ellas. Tal vez hay áreas de su vida que estamos
viendo de forma terrenal. Tome un momento y piense cuáles podrían ser esas
áreas. ¿Cómo puede enfocar esas áreas para la gloria de Dios?
• ¿Su relación se ha dirigido hasta ahora por la confianza en Dios? ¿Han tenido
momentos de ateísmo práctico? ¿En qué otra cosa ha escogido poner su
confianza?
• ¿Están usando los medios de gracia dispuestos por el Señor para crecer
personalmente y en su relación?
• ¿Su confianza en Dios y el amor por Su Hijo da lugar a una disposición de
confianza y amor hacia su cónyuge? Si la respuesta es negativa, ¿Por qué no?

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Motivos de oración
• Que el Señor sea realmente el eje de su relación y Su Palabra constituya el
cimiento de su matrimonio.
• Que el enfoque de su relación sea desde lo vertical (mirada a Dios y fe) hacia
lo horizontal (relación entre los cónyuges)
• Que el Señor los libre de la pereza y negligencia en su vida devocional, que los
lleva a la incredulidad.
• Que todas las áreas de sus vidas estén puestas a los pies del Señor, y puedan
desarrollarse en cada una de ellas desde una cosmovisión escritural.
• Que usen los medios de gracia para su crecimiento y caminar espiritual.
• Que la fe en Cristo se manifieste en amor genuino entre ambos.

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IV. LA CREACIÓN DEL MATRIMONIO – EL MODELO PERFECTO5

Leer Gn. 1:26-28. Debemos considerar tres ideas respecto al diseño bíblico del
matrimonio:

1. Portadores de imagen: El hombre y la mujer, fueron hechos a la imagen de Dios.


Esto implica que ambos son iguales en dignidad y valor a los ojos de Dios (Gá. 3:28).

2. Dominio: parte importante de ser un portador de la imagen divina implica


servir como representantes de Dios en el huerto del Edén (vv. 26-28). El
principio aquí es uno de mayordomía: Dios es el Creador y Dueño de la creación;
mientras que el hombre y la mujer son designados como administradores en Su
Nombre. Ser representantes de Dios significa manifestar el señorío de Dios en
el huerto y en toda la vida. Sin embargo, el hombre lleva la responsabilidad final
como cabeza de la familia.

3. Procreación: Una manera central en la que el hombre y la mujer cumplen el


mandato de “señorear” y sojuzgar la tierra es teniendo hijos. “Fructificad y
multiplicaos” (vs. 28). Señoreamos la tierra llenándola de adoradores, es decir
portadores de imagen que reflejan hacia Dios su propia gloria.

Continuemos en Gn. 2:15-25, una descripción más detallada del relato anterior. Una
cosa que vamos a ver es que la relación matrimonial tiene una estructura particular
en sí.

• Gn. 2:15 - A Adán se le confió la misión y la autoridad para llevarla a cabo.

o Antes de crear a la mujer, Dios puso al hombre en el huerto “para que lo


labrara y lo guardase”. Esto fue más que hacer un trabajo mínimo y volver a
casa. Como representante de Dios, Adán fue llamado a hacer que el huerto
prospere y crezca (por eso las palabras: “cuida de él”).

• Gn. 2:18 - “No es bueno que el hombre esté solo; haré ayuda idónea para él” ¿Qué
significa que no esté “solo”? Dos ideas principales: (1) Compañerismo; (2)
Complementariedad.

o Ciertamente Eva proporciona compañerismo, comunión e intimidad, pero


hay algo más que solo eso…

o Dios vio que el hombre era incapaz de cumplir la tarea por su cuenta, y
necesitaba una pareja que fuera complementaria a él; alguien que

5
Sección basada principalmente en “Clase 2: Una Teología Bíblica del Matrimonio: Creación”,
de la sección Clases esenciales del ministerio 9Marks, visto en http://es.9marks.org/clases-
esenciales-el-matrimonio, 19-02-2019. Revisada, editada y adaptada por ps. Álex Figueroa.

14
equilibraría sus debilidades y reforzaría sus fortalezas. Esta
complementariedad se explica mejor con el concepto “ayuda idónea”.

o ¿Qué significa “ayuda idónea” realmente? “Ayudante” sugiere que ella está
para asistir o ayudar al hombre en la tarea de cumplir con el dominio que
les fue encomendado.

o “Idónea” significa que es complementaria al hombre en una manera que


nada más en la creación lo es. ¿Cuál es el punto de la historia en Génesis
2:19-20? En el nombramiento de los animales, el hombre se da cuenta de
que no hay una ayuda idónea para él en toda la creación. Por ello, nada en
lo creado podrá suplir el lugar que la mujer ocupa en la vida del hombre.

o ¿Qué no significa “ayuda idónea”?

▪ Que la esposa es la esclava del esposo (Pr. 31);

▪ Que la esposa nunca tiene una opinión ni da consejos (Pr. 31:26;


Hch. 18:26; Jue. 13:21-23);

▪ Que la esposa se marchita y relega dejando inactivos sus dones (Pr.


31; Hch. 18:26);

▪ Que la esposa es inferior al esposo (Gn. 1:26-27; Gá. 3:28).

Lo que significa es que:

o La esposa está llamada a venir al lado de él y ayudarle con la gran tarea de


ser representantes de Dios en el huerto. El matrimonio no sólo se trata de
decisiones grandes específicas, sino que es una orientación completa de la
vida de la esposa. La esposa está comprometida con su esposo en cada área
de la vida, ayudándole a ser fiel en el enorme llamado para su vida.

o Mientras que el hombre estaba orientado a la tarea de dominio (Gn. 2:15),


la terminología de “ayuda idónea” sugiere que ella se orienta primero en el
hombre; no en la tarea. Eso establece una prioridad en sus relaciones:
primero el esposo; luego el huerto. Los autores del N.T., conforme
interpretan los textos de la creación, afirman esta orientación de la mujer
hacia el hombre: cf. 1 Co. 11:8-9.

“Se describe aquí a la mujer como una ayuda idónea para el hombre, una
respuesta a sus necesidades. Fue hecha para el hombre, y para completar al
hombre. El hombre solo estaba incompleto; así es como la necesidad mutua del
hombre y la mujer está hondamente marcada en la fibra misma de la
humanidad.
Dios sacó a la mujer del cuerpo del hombre y ordenó que a partir de entonces, los
hombres nacieran de mujer, poniendo el acento de nuevo en una dependencia

15
del uno respecto al otro, y en la necesidad mutua que solo el otro puede
satisfacer”.6

Implicaciones:

1. El modelo de las relaciones es el diseño de Dios. “le haré ayuda idónea para él”
(2:18). ¿Quién está diciendo esto? Dios.
2. En Gn. 2, se delinea la autoridad masculina en el matrimonio. La tarea (v. 15)
es asignada al hombre y las prohibiciones son explicadas al hombre (vv. 16-
17) antes de que la mujer entrara en la escena. Nombrar es una señal de
autoridad en las Escrituras, y fue Adán quien nombró a los animales (vv. 19-
20) y también a la mujer (v. 23).
3. ¿Dice la Biblia que la mujer sólo debe vivir para su esposo y nunca trabajar
fuera del hogar? De ninguna manera. No hay nada que impida a la mujer
trabajar (Pr. 31:16), pero ella siempre debe hacer a su esposo, sus hijos, y su
hogar su primera prioridad.
4. Una mujer sirve en la función como una compañera, ella escoge ponerse bajo
el liderazgo de un hombre caído, con todas sus fortalezas y debilidades. Ser
una compañera no es una excusa para que el esposo oprima a su esposa ni
abuse de ella en cualquier manera. El abuso verbal o físico, la intimidación
física, o cualquier cosa semejante son pecados aberrantes que desfiguran el
propósito del matrimonio.
5. El llamado del esposo a liderar no debe impedirle servir a su esposa (en el
hogar, con los niños, etc.), por el contrario, ese liderazgo implica servicio. cf.
Ef. 5: Cristo entregó su vida por su novia y el esposo está llamado a modelar a
Cristo.
6. La relación matrimonial tiene una estructura en sí: no una jerarquía, sino
funciones complementarias en las que la autoridad es ejercitada y la ayuda
es a la vez necesaria y dada libremente. No es un general de 5 estrellas
colocado a un nivel más alto que un sargento, sino un esposo que toma las
manos de su esposa y la conduce hacia adelante. Usted podría pensar que el
nombre de ‘ayuda idónea'; es una declaración degradante para la mujer, sin
embargo, esto dice más de la necesidad del esposo de ser ayudado y del
extraordinario talento que tiene la esposa para proveer esa ayuda.
7. El esposo liderando y la esposa ayudando es el modelo de la relación
matrimonial y no solo un aspecto de ello. Esta estructura y orientación va a
afectar cada aspecto de su vida matrimonial (las finanzas, la crianza de los
hijos, sexualidad, comunicación, etc.), no sólo las decisiones importantes.

6
Jack Scott, El Plan de Dios en el Antiguo Testamento, (MIA: Unilit, 2002), 31.

16
• Gn. 2:21-23. Dios hizo que Adán durmiera y de su costilla hizo a Eva. El hombre,
con gran entusiasmo, vio a la mujer por primera vez, y le puso nombre.

o “Hueso de mis huesos y carne de mi carne” – Este lenguaje utilizado en otros


lugares indica parientes de sangre (Gn. 29:14). En el A.T., este es el lenguaje
de una relación sanguínea.

o Los parientes de sangre son los más cercanos de todas las relaciones
humanas. Esta frase (y la historia de la creación de Eva) hace que el
matrimonio entre un hombre y una mujer se convierta en la más cercana e
intensa de todas las relaciones humanas.

o La unión genera nuevas lealtades y obligaciones. Como persona soltera,


usted estuvo (o debió estar) orientado hacia su familia de origen. Pero en el
matrimonio, es creada una nueva lealtad primaria porque ha sido establecida
una nueva unidad familiar. ¡Esta nueva unión es tan íntima que el único
lenguaje apropiado para describirla es el lenguaje de la relación sanguínea!

• Gn. 2:24 - “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá [aferrarse]
a su mujer, y serán una sola carne”.

o Dejará: Ninguno de nosotros construye una nueva familia sin una difícil
separación. La frase popular “la sangre es más espesa que el agua” transmite
esta idea: hemos pasado toda una vida construyendo lealtades con nuestra
familia y haciendo de la “carne y sangre” una prioridad. No es fácil dejar atrás
nuestros lazos familiares. Así que Dios, básicamente, nos manda a dejar
nuestra familia de origen.

• Estar unido/aferrarse/adherirse: la palabra hebrea dabaq (‫ )דבק‬se traduce


también como allegarse, pegar o apegarse, retener. Esto describe la naturaleza
del enlace. Los términos “aferrarse” o “adherirse” nos dan una imagen de
permanecer y no dejar ir, de permanencia y fidelidad matrimonial. Esto no es
un enlace temporal a los ojos de Dios, sino uno que está destinado a
permanecer. El término “aferrarse” se utiliza en Dt. 10:20 (NVI) para referirse
a la fidelidad que debemos a Dios en el pacto.

• Una sola carne: Se refiere a dos que se convierten en uno: “no son ya más dos,
sino uno. 9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mr. 10:8-9). Es
una declaración de unidad estrecha, íntima y armoniosa.

Implicaciones:

1. “Dejar” implica poner a su cónyuge por primero que todas las otras alianzas
(aparte de Dios): profesión, familia, amigos, pasatiempos, etc. Primero es
Dios, luego viene su cónyuge, luego todo lo demás. En el matrimonio, su
cónyuge tiene ahora mayor prioridad que su familia de origen. Esta

17
separación puede ser difícil para los padres e hijos, especialmente a los padres
que son controladores o demandantes, para el hijo que tiene una buena
relación con uno o ambos padres o para una persona que todavía es
emocional, espiritual, y económicamente dependiente de ellos; pero el Señor
ordena esa independencia y es parte de su diseño. Mantener el cordón
umbilical con la familia de origen sólo traerá distorsiones y problemas a la
relación matrimonial y la crianza.
2. Una parte del proceso de irse es examinar cuidadosamente su relación con
sus padres para asegurarse de que está dejando de lado las cosas que
dificultarán su relación matrimonial. Ejemplos: ¿Los padres siguen apoyando
económicamente? o, ¿Existe una relación estrecha con uno de los padres (o
ambos padres) que tiene que cambiar? El nivel de intimidad emocional con
sus padres no puede permanecer igual después de estar casado. Si no tiene
cuidado, estas relaciones pueden llegar a ser una amenaza para su cónyuge.
3. La idea de una sola carne también sugiere que en el matrimonio hay una
reorientación de prioridades que ponen en primer su lugar a su cónyuge.
Después de casarse, su postura hacia el resto de la vida tiene que cambiar. El
matrimonio no es sólo un área de la vida equilibrada con las otras áreas. El
matrimonio es el contexto en el que usted vive toda la vida. Usted se enfoca
en su trabajo, la iglesia, las amistades, etc. como un hombre casado y una
mujer casada. Las personas casadas no deben equilibrar su profesión con el
matrimonio, sino enfocar su carrera como una persona casada.

4. El matrimonio es una institución de gracia común. El hecho de que el


matrimonio se estableció en la creación nos muestra que el matrimonio es
bueno para todos los hombres y mujeres, no sólo para los cristianos.
5. Monogamia. Los parámetros de Dios para el matrimonio es la unidad de un
hombre y una mujer. La poligamia y el adulterio están en la Biblia, pero son el
resultado del pecado del hombre, no el ideal de Dios. Observe que Dios no creó

18
varias Evas para Adán. Él creó solo una Eva porque ella era el ajuste perfecto
para él.
6. Fidelidad. El divorcio ocurre en un mundo caído, pero la intención de Dios es
que el hombre y la mujer permanezcan juntos. En una cultura de un ritmo tan
rápido, egoísmo y liviandad, podemos hacer compromisos y romperlos con
bastante rapidez. El matrimonio es un tipo de compromiso cualitativamente
diferente: es una obligación permanente que reorienta toda nuestra vida. Así
que no importa lo difícil que puedan llegar a ser las cosas en el matrimonio,
su objetivo es sencillo: ¡Resuélvalo en dependencia del poder de Dios!
7. Dios está en el centro de su matrimonio. Si vemos bíblicamente el
matrimonio, vemos a Dios trabajando a lo largo del relato. Dios puso al
hombre en el huerto, le dio una ayuda idónea. Creó a la mujer, se la entregó al
hombre y los hizo una sola carne. Si usted está luchando en su matrimonio,
vuélvase a Dios y confíe en Él, porque Él diseñó y estableció el matrimonio, y
es el único que puede ayudarle a vivir como debe en medio de sus conflictos y
luchas matrimoniales.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• ¿Cuál es el “huerto” en el que ejerce dominio? ¿Cómo hace para ayudar a que
florezca y crezca? ¿Ha sido un buen administrador del pequeño pedazo de tierra
que Dios ha puesto bajo su cuidado?
• Hombre: ¿De qué manera se ha preparado para ejercer su autoridad de manera
piadosa en el matrimonio? ¿De qué forma se ha preparado para ejercer su tarea
de sustentar, cuidar y proveer a su casa? ¿Se caracteriza Ud. por la diligencia o
por la negligencia? ¿Está seguro de que sus metas y proyectos surgen desde la
Escritura y no de fines egoístas? ¿De dónde ha tomado su modelo de lo que debe
ser un hombre casado?
• Mujeres: ¿Ha pensado en cómo ejercer su rol de compañera “ayuda idónea”? ¿Se
caracteriza por un deseo de dominar y un impuso de rebelión, o por un espíritu
afable y apacible? ¿Cómo se ha preparado para ejercer su rol en el matrimonio?
¿De dónde ha tomado su modelo de lo que debe ser una mujer casada?
• ¿Tienen actualmente problemas relacionados con sus padres en cuanto a
dejarlos y convertirse en una nueva familia? ¿Qué problemas podrían identificar
que pueden entorpecer este tránsito? ¿Cómo piensan enfrentar esos problemas
desde una perspectiva escritural?
• ¿Hay cosas que se están interponiendo en el camino entre usted y su cónyuge
para ser “una sola carne”? ¿Qué les detiene de tener unidad en su matrimonio?
¿Qué pueden hacer para deshacerse de estos obstáculos contra la unidad?
• ¿De qué manera piensa reorientar sus prioridades y dar la honra debida a su
matrimonio y a su cónyuge por sobre todas sus otras relaciones? Si ven la forma

19
en que se han relacionado hasta ahora, ¿Se puede decir que su matrimonio refleja
este principio?

Motivos de oración
• Que amen la Palabra (voluntad) de Dios y se sometan a ella con un corazón
gozoso, lo que incluye asumir con diligencia y solicitud los roles que Él ha
diseñado para el matrimonio.
• Que ante las debilidades de la otra persona, no reaccionen con juicios
descarnados sino con misericordia y buscando que su corazón sea restaurado al
diseño de Dios.
• Que tengan una relación sana con sus padres y que esos lazos no se conviertan
en estorbos para su vida matrimonial.
• Que se den la prioridad y la honra debida como marido y mujer, sobre todas sus
demás relaciones humanas.

20
V. LA CAÍDA Y CORRUPCIÓN DEL MATRIMONIO7

El Pecado Entra al Mundo


Gn. 2:25 y 3:1-7.

• 2:25 Sin pecado, Adán y Eva vivían sin avergonzarse, a pesar de estar
desnudos. Esto es evidencia de su inocencia y su perfecta armonía e
intimidad. No había sentido de la vulnerabilidad ni de la vergüenza, ni existía
el temor de ser objeto de burla, desilusión u obscenidad.

• vv. 1-2, Satanás aparece en forma de serpiente y hace una pregunta que
distorsiona las Palabras de Dios.

o “conque Dios os ha dicho”: Satanás aquí lanza un ataque directo contra:

▪ El carácter de Dios: tienta a Eva a dudar de las reales intenciones del


Señor.
▪ La autoridad de Dios en Su Palabra: introduce la duda de si lo que
Dios ha dicho es verdad, y de si es lo mejor.

o “no comaís” y “de todo árbol”. Hace parecer como si Dios estuviese
eliminando la libertad del hombre, como si fuese un gran aguafiestas
cósmico que quiere privarlos de disfrutar algo que debería
pertenecerles, y presenta el caso como si el hombre tuviese derechos
ante Dios. De hecho, distorsiona la Palabra de Dios, ya que Dios nunca
dijo: “no comáis de todo árbol del huerto”, sino que dijo: “De todo árbol del
huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no
comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gn. 2:16-
17).

• Lo que satanás ataca especialmente es la autoridad de Dios para establecer


su Ley como Legislador absoluto y universal. Es su calidad de Rey Soberano.
Este cuestionamiento al Señor y a Su Palabra es el primer paso de todo
pecado.

• vv. 2-3, Eva corrige a Satanás, pero añade su propia distorsión a la mezcla,
haciendo la prohibición más estricta de lo que realmente era. Ella le dice que
no se les había permitido tocar el fruto, cuestión que Dios nunca dijo.

• vv. 4-5, la serpiente contradice una vez más a Dios de manera directa con sus
propias invenciones: según él, Adán y Eva no morirían; sus ojos serían

7
Sección basada principalmente en “Clase 3: Una Teología Bíblica del Matrimonio: La Caída”,
de la sección Clases esenciales del ministerio 9Marks, visto en http://es.9marks.org/clases-
esenciales-el-matrimonio, 19-02-2019. Revisada, editada y adaptada por ps. Álex Figueroa.

21
abiertos; serían como Dios, conociendo el bien y el mal. Su objetivo era
calumniar a Dios, y lo contradice descaradamente.

• v. 6, Adán y Eva fueron seducidos por Satanás a acoger su interpretación de la


realidad. Eva codició el fruto, se convenció de que el árbol era bueno para
comer y agradable a los ojos (siendo que estaba prohibido por Dios). Ella
también deseó la sabiduría que venía de tomar del fruto, así que lo tomó y le
dio a su esposo.

• Este primer pecado, vemos una inversión de los roles matrimoniales. “dio
también a su marido, el cual comió así como ella” (v. 6). El primer hombre, quien
debía ser obediente en todo para guiarnos a la gloria y quien debía ser cabeza
de su mujer para enseñarle el bien, en lugar de eso fue un cobarde, un débil de
carácter que fue incapaz de oponer siquiera un ‘pero’ a la rebelión abierta de
su mujer.

La forma en que está redactado el texto hace muy probable que Adán
estuviera próximo a Eva, de manera que pudiera ver e incluso escuchar la
tentación de la serpiente. Si fue así, su silencio fue tan nefasto como las
palabras de la serpiente, pues él debía haber alzado la voz para proclamar la
Ley que Dios había decretado, pero en lugar de eso simplemente calló y comió.

El Señor lo reprende diciendo: “Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y


comiste del árbol…” (v. 17). Todo ocurrió al revés: Adán dejó de proteger y
liderar a Eva hacia el bien, y en lugar de eso, se dejó conducir por su esposa
hacia el mal. No deja de ser importante apreciar que el primer pecado estuvo
relacionado con esta inversión tan grosera de los roles que el Señor estableció
para el hombre y la mujer.

• v. 7, recuerda lo que dijo la serpiente en 3:5. Justo lo que se les advirtió que
sucedería ocurrió—fueron abiertos los ojos de ambos, lo cual es una metáfora
de adquirir conocimiento y “ser como Dios, conociendo el bien y el mal”. Pero el
sentido en que serían abiertos sus ojos era totalmente distinto a lo prometido
por la serpiente.
Adán y Eva fueron más allá de los límites que Dios había establecido para
ellos, y al hacerlo, simultáneamente descubrieron su desnudez y
experimentaron vergüenza. Entonces cosieron hojas de higuera para cubrir
su desnudez. Su existencia sin pecado ahora había desaparecido: el pecado
había entrado en el mundo.

Implicaciones:

1. Voces que compiten que amenazan nuestros matrimonios

22
¿Qué hizo la serpiente? Entró al mundo y trabajó para engañar a Adán y Eva.
Calumnió a Dios y los hizo dudar de Él, y a la vez planteó su propia versión de la
realidad, que era una mentira descarada. Tristemente, Adán y Eva fueron seducidos
por su interpretación, en lugar de creer en el Señor.

Satanás quiere también destruir nuestros matrimonios cristianos. ¿Por qué? Porque
eso refleja su oposición contra el Señor y su reino, al atacar uno de los pilares
fundamentales del diseño y la voluntad de Dios para nuestra vida en la tierra.

¿Atiendes a voces ajenas que intentan “guiar” tu matrimonio en lugar de escuchar lo


que dice la Palabra de Dios al respecto?

Pero no tenemos que restringir esto sólo al diablo. El gran triunvirato que describe
el apóstol Pablo: el mundo, nuestra naturaleza pecaminosa (la carne), y el maligno
están trabajando para competir con las Palabras de Dios sobre el matrimonio
cristiano.

• Los engaños del mundo. El mundo nos dice que el objetivo del matrimonio es
satisfacer nuestras propias necesidades y ser felices. No dice nada sobre la
santidad, el servicio, o cualquier otra cosa que Dios ha dispuesto en Su Palabra
sobre el matrimonio.

• Las mentiras que nos decimos a nosotros mismos. La auto-justificación del


pecado y las racionalizaciones son herramientas comunes de nuestra
naturaleza pecaminosa.

o Los hombres que miran pornografía por internet o coquetean con


compañeras de trabajo se dicen a sí mismos mentiras como, “Si solo mi
esposa me satisficiera más y se preocupara más por mí…”, o “con tal de
que no tenga intimida física con otra persona, no ha ocurrido nada
grave”.

o Las mujeres que controlan a sus maridos se dicen a sí mismas mentiras


como, “mi vida sería mejor si yo me hiciera cargo de las cosas aquí”, o
adulteran emocionalmente deseando que sus maridos fueran como
otros hombres que ellas conocen.

• Las mentiras que el maligno nos dice. Somos tentados por el enemigo y las
potestades de maldad recibiendo mentiras sobre nosotros mismos. Por
ejemplo, sumiéndonos en orgullo al pensar que nuestro cónyuge siempre
busca su propio beneficio o que siempre somos nosotros los que debemos
hacer más, o amar más que el otro. También nos miente sobre nuestro
cónyuge, por ejemplo, distorsionando para mal sus intenciones, o
exagerando sus pecados y debilidades. Las mentiras aquí pueden ser
incontables.

23
¿Cuáles son las voces que compiten y amenazan con opacar las Palabras de Dios para
tu matrimonio? Cualesquiera que sean, deshágase de ellas. No harán ningún bien.
Nada de lo que se opone a Dios y Su Palabra jamás será de ayuda para su matrimonio.

2. Nuestra búsqueda de ser iguales a Dios (Reflexión vs. Rebelión)

En la caída, vemos el afán del hombre de sobrepasar el papel que el Señor le entregó
-y que ya era un inmenso privilegio-: ser sus representantes en el huerto. Ya no
estarían satisfechos como portadores de la imagen de Dios y administradores del
huerto en Su Nombre. Ya no tendrían contentamiento con los parámetros que Dios
había establecido para su vida. La serpiente les había convencido de que no
estuviesen satisfechos, sino que desearan más, tratando de convertirse en dioses.
Ellos escogieron creerle a una de las criaturas de Dios en lugar de escuchar al propio
Rey (Romanos 1:25). Eso fue rebelión y un acto de traición en Su contra: ellos
declararon su independencia de su gran Creador.

Gran parte de nuestro pecado en el matrimonio puede ser descrito como el rechazo
de los parámetros de Dios para nuestra vida y un intento de ser dioses en nuestros
propios mundos pequeños. En el caso de Adán y Eva, ellos tomaron de Dios algo que
Él no les había dado: el conocimiento del bien y del mal. En nuestros matrimonios,
hay muchas formas en que intentamos usurpar el lugar de Dios y aquello que le
pertenece. Piense en su propio matrimonio: ¿De qué manera puede estar rechazando
los parámetros de Dios para su vida y escogiendo sustituir a Dios con usted mismo o
con algo más?

El pecado corrompe las relaciones verticales y horizontales


Gn. 3:8-15.

• vs. 8-10, El hombre y la mujer oyeron la voz de Dios que se paseaba en el


huerto y se escondieron. Dios llama de manera retórica a Adán y Eva. Es decir,
no los llamó porque ignoraba dónde estaba, sino porque quería evidenciar la
separación que ahora existía, y que antes no tenía lugar. “Así como un padre
que ve donde se esconden sus hijos puede gritar, ‘¿Dónde estás?’, en efecto,
invitándoles a salir, ocurre con Dios” (Gordan Wenham).

• ¿Por qué se escondieron? Adán confiesa que lo hizo a causa de su desnudez.


Luego de la entrada del pecado, la desnudez pública en la Biblia es signo de
vergüenza y humillación.

• Dios hace dos preguntas retóricas: inquiere por la vergüenza de Adán al estar
desnudo y sobre la transgresión de comer del fruto del árbol. Adán respondió
culpando a Eva. Eva, en cambio, culpó a la serpiente.

Implicaciones:

24
1. El pecado corrompe nuestra relación con Dios (dimensión vertical)

El conocimiento del mal que Adán y Eva obtuvieron trajo consigo culpa y vergüenza
en su relación con Dios, por tanto, se escondieron de Él.

Esconderse es una de nuestras reacciones típicas ante nuestro pecado. El pecado


prefiere la oscuridad y estar lejos de Dios en vez de estar cerca de él y de pie en la luz
(Ef. 5; 1 Jn. 1):

“El pecado quiere estar a solas con el hombre. Lo separa de la comunidad. Cuanto más solo
está el hombre, tanto más destructor es el poder que el pecado ejerce sobre él; tanto más
asfixiantes sus redes, tanto más desesperada la soledad. El pecado quiere pasar
desapercibido; rehúye la luz. Se encuentra a gusto en la penumbra de las cosas secretas,
donde envenena todo el ser… Quedarse a solas con el propio mal es quedarse
completamente solo”8.

¿Existe alguna forma en la que Ud. esconde el pecado? Los pecados secretos pueden
matar un matrimonio. Esconder algo que debería confesarse traerá consecuencias
nefastas. Medite en su vida: quizá en ocasiones el pecado hace que usted se oculte, se
aleje, o se aparte de su novio o cónyuge. Peor que esto, un pecado tolerado y no
confesado hace que se separe de Dios. Ya que Dios es la fuente de toda vida y bien,
esta es la forma más efectiva en que satanás destruye su matrimonio. Si Ud. se aleja
y oculta de Dios terminará arruinando su vida, incluyendo su matrimonio. Es sano
que su cónyuge sea el primero en escuchar sus confesiones de pecado (después del
Señor), sobre todo aquellos que implican una deslealtad o atentado contra el pacto
que los une.

2. El pecado corrompe la relación con nuestro cónyuge (dimensión


horizontal)

Antes de la caída, Adán y Eva vivían en armonía el uno con el otro, en completa
apertura, confiando y amándose el uno al otro. Después de la caída, su matrimonio
estaba contaminado por el egoísmo y el orgullo. Adán y Eva no estaban dispuestos a
aceptar voluntariamente su culpa y responsabilidad en la caída, cuando Dios los
cuestionó a cada uno. Adán culpó a Eva y Eva culpó a la serpiente.

La lista de posibles pecados que podrían afectar su relación matrimonial es


ridículamente larga: el egoísmo, el orgullo, la ira, la dominación carnal, la
autosuficiencia, la exaltación propia, la codicia, la lujuria, la desesperanza, la
superioridad, la autojusticia, etc. Como portadores de la imagen de Dios, lo que

8
Dietrich Bonhoeffer. Vida en Comunidad, 9ª Ed., (Salamanca, España: Ediciones Sígueme,
2003), 107, 105.

25
debemos hacer es reflexionar sobre el carácter de nuestro Señor, pero cuando
pecamos mentimos acerca de quién es Dios.

Un pecado que destaca en el relato de Génesis 3 es el de pasar la culpa: evadir la


responsabilidad señalando a otra persona. Es una manera de conseguir apartar la
atención de usted cuando normalmente debería asumir la responsabilidad, confesar
y arrepentirse.

¿Qué pecados caracterizan su relación? ¿Cómo está luchando activamente contra


ellos? ¿Habla abiertamente con su cónyuge sobre esos pecados, o los tolera y encubre
en su vida? ¿Tal vez le da pereza luchar contra ellos, o simplemente no quiere
dejarlos porque lo disfruta? A menudo permitimos el pecado porque hay una cierta
ventaja al hacerlo, porque obtenemos algo de él y estamos dispuestos a herir a
nuestro cónyuge al continuar pecando.

La ruptura de la comunión con Dios averió la relación mutua entre Adán y Eva. Por
tanto, guardar el pacto con Dios es el fundamento de guardar el pacto en su
matrimonio. Destruir lo primero es arruinar lo segundo, inevitablemente.

Las Maldiciones
Gn. 3:16-19 ¿De qué manera el pecado cambia el modelo y la estructura de la unión
matrimonial?

3:16. “Tu deseo (tsuqa) será para tu marido, y él se enseñoreará (masal) de ti”.

• Se origina aquí “la guerra de los sexos”: la lucha carnal por el poder, el control y
la dominación en el matrimonio.

• ¿Qué significan las palabras “deseo” y “dominio”?

o La palabra para deseo es ‫( ְּתׁשּוקָ ה‬tešû∙qā(h)): deseo, impulso, anhelo, o sea,


una emoción o sentimiento muy intensos de poseer o hacer algo (Gén
3:16; 4:7…), nota: este deseo intenso puede referirse a impulsos o deseos
sexuales, o a un deseo de dominación.9

o La palabra para dominio es ‫( מָ ׁשַׁ ל‬mā∙šǎl): gobernar, dominar, estar a


cargo, o sea, dicho de una persona o entidad que manda con autoridad o
rige algo (2 Sam23:3), […] hacer señorear, tener dominio (Job 25:2; Sal
8:7…).10

• Entendemos ambos términos observando estas mismas palabras en Gn. 4:7, “y


si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo (tsuqa),

9
James Swanson, Diccionario de idiomas bíblicos: Hebreo (Bellingham, WA: Lexham Press,
2014).
10
Swanson, Diccionario.

26
y tú te enseñorearás (masal) de él”. El pecado es descrito como un animal que se
agacha en la puerta, cuyo deseo es esclavizar a Caín (poseerlo y controlarlo),
pero el Señor insta a Caín a dominar el pecado, a vencerlo. Del mismo modo, la
mujer desea superar a su marido y tener dominio sobre él.
El pecado corrompe el orden de la creación motivándola a controlar a su marido
(contrario a Gn. 2:18). En la segunda mitad del 3:16 (“y él tendrá dominio sobre
ti”) el orden creado es reafirmado—el esposo está llamado a liderar, tener
autoridad sobre, gobernar a su esposa. Sin embargo, sabemos que esto es una
maldición. El marido va a tener que luchar para liderar a su esposa y el pecado
distorsiona la manera en que lo hace.

• Por tanto, uno de los más trágicos resultados de la rebelión de Adán y Eva contra
Dios es un continuo conflicto dañino entre el esposo y la esposa dentro de su
matrimonio.

3:17-19. “Maldita será la tierra por tu causa...”.

• El hombre es llamado a la tarea de labrar y cuidar el huerto en Gn. 2. Pero por


efecto del pecado, él ahora tendría problemas para completar su llamado de
señorear la tierra. El trabajo ahora sería doloroso y difícil.

Implicaciones:

1. El pecado corrompe el buen orden matrimonial que Dios estableció

Apreciamos la importancia de los roles que el Señor estableció cuando analizamos


las maldiciones. ¿Se dio cuenta de las conexiones entre el capítulo 2 y 3?

Misión y rol Maldición


“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a
puso en el huerto de Edén, para que lo la voz de tu mujer, y comiste del árbol de
labrara y lo guardase” (2:15). que te mandé diciendo: No comerás de él;
maldita será la tierra por tu causa; con
dolor comerás de ella todos los días de tu
vida. 18 Espinos y cardos te producirá, y
comerás plantas del campo. 19 Con el sudor
de tu rostro comerás el pan hasta que
vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste
tomado; pues polvo eres, y al polvo
volverás” (3:17-19).
“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el “A la mujer dijo: Multiplicaré en gran
hombre esté solo; le haré ayuda idónea manera los dolores en tus preñeces; con
para él” (2:18). dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será
para tu marido, y él se enseñoreará de ti”
(3:16).

27
Los parámetros ideales para el matrimonio establecidos en Gn. 2 son invertidos por
el pecado: la mujer quiere derrocar a su marido, y el marido luchará por completar la
tarea de trabajar y cuidar del huerto.

2. Una realidad de la vida: Los cónyuges son pecadores, por lo que fracasarán.

Por experiencia, sabemos que la corrupción del pecado del esposo de “dominar” o
“gobernar” a su esposa puede tomar muchas formas, incluyendo una pasividad en
liderar (abdicación) en un extremo del espectro, o un liderazgo tiránico en el otro
extremo. Ninguna de estas expresiones viciadas refleja el liderazgo benévolo y
sacrificial que el esposo es llamado a mostrar a su esposa (El espectro para la esposa
será muy similar). Hombres: ¿Dónde han fracasado (o ve que puede fracasar) en su
liderazgo en el hogar? ¿Alguna de estas tentaciones descritas se aplican a usted? Si es
así, ¿Cómo puede cambiar eso a partir de hoy? Esposas: ¿Dónde ha fallado (o ve que
puede fallar) en ser la ayuda idónea para su esposo? ¿Ha tratado de controlar su
hombre?

La Gran Misericordia de Dios

Gn. 3:21-24.

• Dios no quería que la primera pareja viviera para siempre en esta condición
pecaminosa, así que les negó el acceso al árbol de la vida y los expulsó del
huerto: Su pecado tuvo consecuencias serias, terribles y definitivas (eternas).

• Él puso un querubín (3:24) para guardar y mantener el huerto. El hombre


nunca podría volver a la comunión con Dios por sus propios medios: el
camino estaba cerrado.

Observe lo que Dios hace de inmediato: los vistió (3:21). Dios reconoció la vergüenza
que surgió del pecado de ellos, y mostró misericordia ocupándose de su necesidad.
En respuesta a su pecado, Dios inmediatamente les mostró misericordia.

Adán y Eva trataron de cubrir su culpa y vergüenza por sus propios medios y
recursos, pero Dios no lo consideró suficiente y quiso extenderles su gracia.

Pero eso no es todo: volviendo atrás, en la maldición de la serpiente (v. 15) vemos a
Dios prometiendo que un día la descendencia (simiente) de la mujer herirá la cabeza
de Satanás. Sabemos que esa simiente es Cristo, y que Él venció a satanás al morir
como sustituto por los pecadores. Justo aquí, en medio del primer capítulo sobre el
pecado en la Biblia, encontramos la primera promesa de gracia, el primer anuncio
del Evangelio.

28
Es una buena cosa luchar contra el pecado, arrepentirse de él, echarlo fuera, para que
no sea un impedimento para su matrimonio. Pero no se detenga allí: aprenda a
llevar su pecado matrimonial a la cruz. Dios los puso el uno al lado del otro para que
se lleven a la cruz mutuamente, y allí encuentren perdón y restauración.

Como matrimonios, necesitamos una convivencia cotidiana en el Evangelio. Se trata


de dos pecadores unidos en un solo ser ante Dios, de modo que perdonar y ser
perdonados no serán hechos puntuales que ocurren de vez en cuando, sino una
dinámica del día a día. Por lo mismo, debemos estar dispuestos a confesar nuestros
pecados con sinceridad, y a la vez, escuchar las confesiones de nuestro cónyuge con
humildad y espíritu compasivo: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef.
4:32).

Si Dios fue misericordioso con Adán y Eva en respuesta a su pecado, ¿quién es usted
para hacer cualquier cosa menor por su cónyuge? Si Dios cubrió la vergüenza de la
desnudez de Adán y Eva, ¿Quién es Ud. para descubrir el pecado de su cónyuge? El
perdón que Dios nos ofrece en el Evangelio debe impactar por completo nuestra vida
y la de nuestro matrimonio.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• ¿Cuáles son las voces ajenas que están arruinando su matrimonio? ¿Qué dice la
Palabra de Dios sobre esas voces?
• ¿Qué mentiras se dice a usted mismo que lo distraen de Dios y dañan su relación
matrimonial?
• ¿De qué manera usted actúa como ‘dios’ en su matrimonio? Confiese esto tanto a
Dios como a su cónyuge (o novio).
• ¿Qué pecados matrimoniales (o de noviazgo) han dañado su relación con Dios?
• ¿Puede ver en su relación la dinámica viciada de Gn. 3:16? Si es así, piense en cómo
cambiar esa dinámica.
• Tome tiempo para recordar la manera en que Dios ha sido misericordioso con ambos
en respuesta a su pecado (tanto pecado individual como el que afecta su relación).

Motivos de oración
• Que puedan ver con claridad el diseño de Dios y sus parámetros en cuanto al
matrimonio.
• Que se mantengan fieles al Señor y entiendan que su relación con Él es la prioridad,
y su matrimonio sólo reflejará lo que ocurre en esa relación primaria.
• Que sean sensibles a sus propios pecados y los puedan identificar con claridad. Que
una vez identificados, tengan humildad para confesarlos al Señor y a su cónyuge.
• Que no actúen como el acusador, señalando insidiosamente los pecados de su
cónyuge, sino como el Señor, que se preocupó de cubrir nuestra vergüenza y
necesidad.

29
• Que el Señor los libre de querer usurpar Su lugar o aquello que le pertenece.
• Alabar a Dios por Su gran misericordia hacia sus vidas.

30
VI. LA REDENCIÓN DEL MATRIMONIO – ESPERANZA Y
RESTAURACIÓN11

Aunque no nos debía nada, el Señor no se quedó sólo en promesas de restauración.


Cuando vino el cumplimiento del tiempo, envió a su Hijo (Gá. 4:4) para que nos
salvara de nuestros pecados, pero esta redención no sólo libra nuestra alma de la
condenación, sino que nos lleva a una vida santificada y renovada: “De modo que si
alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo
es nuevo!” (2 Co. 5:17 RVC).

Hoy nos concentraremos en la manera en que esto impacta nuestros matrimonios.


Esta hermosa institución de Dios, que fue establecida en la creación para bendición
de la humanidad, había sido arruinada y corrompida por el pecado. Las maldiciones
de Dios impactaron de lleno los roles que el hombre y la mujer ejercen en el
matrimonio. Donde antes había armonía y comunión, ahora había conflicto de
poder y egoísmo.

Ef. 5:21-33.

En Cristo, el matrimonio toma un significado espiritual profundo, y Su Espíritu nos


da el poder para vivir como debemos. Por consiguiente, al analizar los roles que se
describirán a continuación, debemos recordar que la Escritura dice: “hermanos míos,
fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Ef. 6:10).

De hecho, antes de referirse a la dinámica de la relación matrimonial, el Apóstol


aborda la necesidad de ser llenos del Espíritu, lo que se traduce en una comunión con
otros donde la Palabra de Dios, la gratitud y la alabanza son cotidianas: “… sed llenos
del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales,
cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al
Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.

Es decir, al referirse a la relación matrimonial, está tratando sobre cómo esa llenura
del Espíritu impacta nuestras relaciones personales. En este marco, veamos 8
verdades sobre lo que significa ser marido y mujer:

1. Todos los cristianos deben vivir en humildad

11
Sección basada principalmente en “Clase 4: Una Teología Bíblica del Matrimonio
(Redención)”, de la sección Clases esenciales del ministerio 9Marks, visto en
http://es.9marks.org/clases-esenciales-el-matrimonio, 19-02-2019. Revisada, editada y
adaptada por ps. Álex Figueroa.

31
Antes de que Pablo escribiera acerca de las responsabilidades específicas del marido
y la mujer, nos recuerda en el v. 21 el principio general de “someternos unos a otros en
el temor de Dios”, y proporciona el contexto en que se dan estas instrucciones
particulares a los cónyuges. Someternos implica ceder y postergarnos
voluntariamente en amor. En este sentido, todos los cristianos deben mostrar este
tipo de sumisión unos a otros (Fil. 2:3; Mt. 20:26-28), estando marcados en su
corazón por el ejemplo de Cristo.

Como cristianos, marido y mujer han de tratarse con humildad entre sí,
sometiéndose voluntariamente el uno al otro por la causa de Cristo. Pero dentro de
ese marco de referencia, Pablo también da a las esposas una responsabilidad
particular y única de sumisión a sus esposos.

2. Las esposas deben someterse a sus propios maridos, como al Señor.

En los vv. 22-24, Pablo pasa del mandato general sobre la humildad cristiana a los
roles específicos que Dios ha ordenado para el esposo y la esposa:

• Esto no implica de ninguna manera que ella es inferior a él: es una cuestión de roles,
no de naturaleza. Es un llamado a la esposa a someterse a la autoridad que Dios ha
ordenado, una sumisión voluntaria en amor (cfr. He. 13:17 y 1 P. 5:5 sobre sumisión
en otros contextos).
• La sumisión es a su propio marido, no a los hombres en general.
• La sumisión a sus maridos es “como al Señor”. No significa hacer del marido un dios.
Parte de la obediencia de la mujer a Cristo es obedecer Su mandato de someterse a
las autoridades terrenales que Él ha ordenado (ver 6:5-7), y en la familia esa
autoridad es su marido. Ella se somete y obedece porque ella ama a Jesucristo.
• La misma frase “como al Señor” implica que la primera lealtad de la esposa es a
Jesucristo, por consiguiente, ella no se debe someter a su marido en nada que viole
los mandatos de las Escrituras. El liderazgo del esposo le fue dado por Dios, y es
legítimo sólo cuando se ejerce de acuerdo con los mandatos de Dios en Su Palabra
(en caso contrario, debe rechazarlo respetuosamente).

3. Las esposas deben someterse porque el marido es su cabeza, así como Cristo es
la cabeza de la iglesia.

En el v. 23, Pablo dice que el esposo es la cabeza de la esposa. La palabra “cabeza,” (gr.
κεφαλή, kephale) implica autoridad. Eso es obvio aquí porque el texto también dice
que Cristo es la “cabeza” de la iglesia, y en el v. 24, la iglesia se somete a Cristo,
debiendo el matrimonio reflejar este último vínculo.

En 1 Co. 11, Pablo dice que la autoridad del hombre tiene sus raíces en la creación
misma. El liderazgo masculino es el diseño divino, no un fenómeno cultural. Dios es
el soberano de Su creación e impone Sus reglas como Legislador, y Pablo aquí está
aquí llamando a los cristianos a reconocer ese hecho.

32
4. Los maridos deben amar a sus esposas como Cristo amó a su iglesia.

Pablo no manda a los maridos a subyugar a su esposa, sino a amarla “así como”
(kathos) Cristo amó a Su Iglesia. Cuando se dirige al esposo, no dice nada sobre
liderazgo ni sumisión, sino que le ordena amar a su esposa. El liderazgo del esposo
debe ser igual al de Cristo: de entrega sacrificial de sí mismo, que lo llevó a la cruz por
Su Iglesia.

Maridos, piensen en lo que eso significa: Cristo murió por la iglesia, y eso es
exactamente el tipo de sacrificio que están llamados a hacer por su esposa en amor.

Esto implica tragarse el orgullo, edificar activamente la espiritualidad de tu esposa,


aun cuando el día ha sido duro y ambos están agotados, y frecuentemente significará
postergar tus deseos e intereses por el bien de tu esposa y el cumplimiento de tu
llamado. Habrá concesiones mutuas, pero no estamos llamados a invocar un puesto
de comandantes en esto. Eso ni siquiera es lo que significa la autoridad. Recuerde que
su función, fundamentalmente, es darse a sí mismo por el bien de su esposa. Busque
formas de amarla, honrarla, edificarla y cuidar de ella.

5. Los esposos están para darse a sí mismos para el beneficio de sus esposas.

Cristo, al darse a sí mismo, fue de beneficio para la Iglesia: Él se entregó a sí mismo


“por ella”. Así, el objetivo del amor sacrificial del esposo debe ser el bienestar de su
esposa.

Es importante hacer una distinción aquí: amar a la esposa y entregarse por ella no
significa consentir en sus caprichos, ni mimarla haciendo que ella siente que se hace
todo lo que ella quiere. Significa buscar su bien espiritual, su santidad, porque se dice
que Cristo se entregó por Su Iglesia “para santificarla, habiéndola purificado en el
lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin
mancha”. Eso es lo que significa amarla y buscar el bien de ella.

Cuando un esposo ama a su esposa como es debido, su matrimonio estará marcado


por un ambiente de crecimiento sano y madurez. La esposa se sentirá segura en el
amor de su esposo, y ella prosperará tanto espiritual como emocionalmente.

6. Los maridos deben amar a sus esposas como se aman a sí mismos.

Cuando un hombre y una mujer se casan, ya no son más dos individuos autónomos,
sino una unidad viviente. Crecen en su unión entre sí y se convierten en una sola
carne (vv. 28-31).

Los maridos deben amar a sus mujeres, así como se aman a sí mismos. Nadie tiene
que obligarte a cuidar de ti mismo. No es normal odiar tu propio cuerpo al punto de
dejar el alimento o abandonar la higiene. Es normal alimentar tu cuerpo y cuidar de

33
él. Así, el amor del marido por la esposa debe ser tan natural como el cuidado de su
propio cuerpo. Esto es porque ya no son dos, sino uno. Su esposa está ahora unida a
usted. Así que, cuando se niega a cuidar de ella, se está negando a cuidar de usted
mismo.

7. Tanto el marido como la mujer deben recordar que su matrimonio habla al


mundo sobre la relación de Cristo con su iglesia.

En el v. 32, Pablo se refiere a la relación entre el matrimonio humano y la unión de


Cristo con Su Iglesia como un “gran misterio”. La palabra ‘misterio’ en la Biblia
frecuentemente se refiere al plan de Dios que una vez estuvo velado, pero que ahora
ha sido revelado en Jesucristo. Dios planificó desde el principio que el matrimonio
funcionara de esta manera.

El liderazgo amoroso del marido y la sumisión piadosa de la esposa son parte de la


esencia del matrimonio. Dios lo hizo de esta manera para enseñar al mundo acerca
de su propio carácter y el amor de Su Hijo hacia Su pueblo. Puede que no le gusten los
mandatos de Dios para el marido y la mujer. Pero recuerde, esto no es acerca de
nosotros, ni es una construcción social. Es el plan y el diseño de Dios, para Su gloria.
La forma en que se relacionan marido y mujer dirá al mundo si el Evangelio que
creen es verdadero o no.

8. Pablo llama a las esposas a respetar a sus esposos.

El v. 33, concluye llamando a la esposa a ‘respetar’ a su marido (gr. φοβέω, phobeo,


“temor”). No es temor en el sentido de terror, sino más bien como mostrar reverencia
y honor hacia alguien.

El liderazgo del esposo puede florecer o marchitarse según el respeto de la esposa


hacia él. El respeto de ella es necesario para que el liderazgo de su esposo prospere.
No hay nada que tenga el poder de destruir un hombre o socavar su ministerio más
que la falta de respeto de su esposa.

Este respeto no tiene nada que ver con que los esposos hagan todas las cosas bien
para que merezcan respeto. Los esposos y las esposas pueden ejecutar sus papeles
bien y pueden hacer que sea más fácil para sus cónyuges responder, pero Dios nos
manda a tratar a nuestros cónyuges como Él ha mandado, sea que lo merezcan o no.
Esta es la verdadera prueba de sumisión. Si cada vez que la mujer se siente frustrada
con su esposo comienza a faltarle al respeto, va a destruir lentamente su matrimonio
(comparar con Ro. 5:8).

Aplicación

• Hombres solteros:

34
i. No esperen hasta casarse para practicar este tipo de sacrificio de sí mismos,
deben prepararse en sus relaciones previas.
ii. Busquen una mujer que voluntariamente siga una autoridad piadosa. Observen
y evalúen: ¿Desean honrar a sus padres cristianos? ¿Desean voluntariamente
seguir a los ancianos de la iglesia? Para aquellos que ya están cortejando, ¿la
joven con la que están responde a su liderazgo o está siempre yendo en contra de
su guía?12
• Mujeres solteras:
i. Encuentren un esposo sacrificado. Observen su vida ahora. ¿Renuncia él a su
vida por los demás? ¿O su mundo gira alrededor de sus propios deseos egoístas?
¿Su relación con Ud. se centra en las necesidades y deseos de él, o es él quien
constantemente la cuida y busca su bien, aunque eso implique negar sus deseos
y pasiones?
ii. La sumisión frecuentemente implicará una reorientación de sus objetivos en la
vida. La mayoría de las jóvenes hoy han sido enseñadas a ser independientes y
tener una buena carrera. Y ahora la Escritura les dice que deben sujetarse a sus
maridos y depender de ellos. Para algunas esto será una reorientación difícil de
sus vidas. Vaya donde las mujeres mayores, las esposas piadosas de la
congregación y confiésele sus luchas con esto, siendo honesta acerca de sus
temores, y aprenda de cómo ellas hicieron estos ajustes.
• Esposas:
i. Miren al Señor (y a otras) para fortaleza y esperanza. La sumisión bíblica requiere
mucho de ustedes. Es increíblemente santificador vivir bajo el liderazgo de un
hombre. Él se va a equivocar, así que busque al Señor para fortaleza y humildad;
hable con otras mujeres en la iglesia para encontrar motivación.
ii. Considere el liderazgo de su esposo como un gozo, no como una carga. Si usted
es terca como una mula, comience a trabajar en esa terquedad en oración, ayuno
y lectura de la Palabra. No permita que persista. Que su misión sea servir a su
esposo. Anímelo deliberadamente cuando él muestre liderazgo en áreas que son
muy importantes para el Señor, evite las quejas, sobre todo si se trata de temas
menores.
• Maridos:
i. Su liderazgo es ineludible. Pablo no dice que el esposo debe ser la cabeza de la
mujer. Dice que es la cabeza de la mujer, y es así por la misma naturaleza y diseño
del matrimonio. Entonces, no puede rechazar el liderazgo: Puede que lidere
pobremente, pero va a liderar. Este es el diseño de Dios para todos los
matrimonios.

12
El novio NO es “cabeza” de la novia como el marido lo es de la mujer, pero hay cierto
liderazgo e iniciativa del novio en la relación, por tanto, no es buena señal si la novia se
muestra conflictiva y peleadora.

35
ii. Al ser la cabeza del hogar, el esposo es responsable de todos los problemas.
Hombres, ya sea a través de un buen liderazgo, tiranía, o abdicación, ustedes son
los responsables del estado de la casa, incluyendo los problemas. Huir de esto no
lo eximirá de responder ante Dios. Eso sí, hay una diferencia entre la
responsabilidad y la culpa. Si una mujer ha engañado a su esposo o si ella gasta
neciamente todo su dinero en salidas de compras, ella es culpable… pero el
esposo es el responsable final.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• Hombre: ¿Qué tan dispuesto estás a sacrificarte por el bien de tu esposa? ¿Se
caracteriza tu vida por la abnegación y la humildad de acuerdo con el ejemplo de
Cristo? En el caso de los casados, ¿Qué diría tu esposa sobre las respuestas que diste?
En el caso de los solteros, ¿Qué dirían tus padres y hermanos sanguíneos de las
respuestas que acabas de dar?
• Mujeres: ¿Tienes un carácter en el que se observa humildad y sujeción a la autoridad,
o te caracterizas por la independencia, la insumisión y la terquedad? ¿Estás
dispuesta a seguir el liderazgo piadoso de tu marido sin quejas ni contiendas? En el
caso de las casadas, ¿Estaría de acuerdo tu marido con la visión de ti misma que
acabas de presentar? En el caso de las solteras, ¿Tus padres y hermanos sanguíneos
concordarían con tu autoevaluación?

Motivos de oración
• Gracias al Señor porque no nos dejó abandonados a nuestra miseria, sino que quiso
redimir el matrimonio en Cristo.
• Que el Señor les conceda la humildad y la abnegación de Cristo, para que su
matrimonio realmente refleje el diseño de Dios.
• Que tengan una real disposición de obedecer la Palabra de Dios, en la convicción de
que no hay bien fuera de ella.
• Que puedan reflejar la relación de Cristo y su Iglesia de acuerdo con la voluntad de
Dios, y sean libres de causar tropiezo a los incrédulos y a la iglesia por una relación
viciada.

36
VII. LOS DEBERES EN EL MATRIMONIO – EL GOZO DE
SERVIR13

Cuando la mayoría de las personas piensan acerca del deber, se imaginan una carga,
monotonía y rutina; en cosas como sacar la basura, lavar los platos, cumplir el
horario laboral, pagar impuestos; en fin, actividades que hacemos porque no
tenemos otra opción, en lugar de las cosas que queremos hacer.

Sin embargo, en las Escrituras el deber es algo que tenemos que hacer, pero que
también deseamos hacer porque primeramente honra al Señor y hace bien a nuestra
alma: “Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder,
En la hermosura de la santidad” (Sal. 110:3); “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha
agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Sal. 40:8).

Cuando hablamos del matrimonio, redunda asimismo en bien para nuestro


cónyuge: usted llega a servir a su cónyuge de manera tangible a través del
cumplimiento de sus roles maritales dados por Dios.

El amor de los cónyuges entre sí ciertamente implica sentimientos. Pero su


matrimonio no se puede basar solo en ellos, porque aumentan o disminuyen a lo
largo de su vida y por distintas razones. El amor, fundamentalmente, es un
compromiso, una disposición voluntaria y consciente de dar la vida por otra
persona.

Una manifestación natural de ese amor es el deseo de cumplir los deberes dados por
Dios al marido y la mujer. Los deseos de Dios para el matrimonio deben ser también
los nuestros. Así que, vamos a la Escritura para ver las obligaciones que la Palabra
establece para el marido y la mujer, con el propósito de que ellas impacten nuestra
vida.

Deberes del Esposo


1. Ser un reflejo del amor de Cristo por la iglesia (Is. 54:5; Jer. 31:32; Ef. 5:23).

¡Esto es una enorme responsabilidad! La manera en que el esposo vive envía un


mensaje a su esposa y al mundo sobre la manera en que Jesús sacrificó su vida por su
novia, la iglesia. Ningún esposo puede eximirse de esto: Si lidera defectuosamente a
su esposa y familia, miente acerca de Cristo y la iglesia.

13
Sección basada principalmente en “Clase 5: El Gozo de Servir al Otro o los Deberes del
Matrimonio”, de la sección Clases esenciales del ministerio 9Marks, visto en
http://es.9marks.org/clases-esenciales-el-matrimonio, 19-02-2019. Revisada, editada y
adaptada por ps. Álex Figueroa.

37
2. Lavar a su esposa en la Palabra (Ef. 5:26).

Así como Cristo lavó a su esposa en la Palabra, así los esposos tienen la obligación de
liderar consistentemente a sus esposas a la Palabra. Es bueno que las parejas tengan
una rutina regular de leer la Escritura y orar juntos. Pueden también leer buenos
libros cristianos o memorizar las Escrituras juntos.

El esposo debe buscar responder sus preguntas acerca de la fe, y debe capacitarse y
estudiar la Palabra de Dios constantemente para poder dar solución a sus
inquietudes: “… Y si [las mujeres] quieren aprender algo, pregunten en casa a sus
maridos” (1 Co. 14:35). Los esposos tienen la responsabilidad de tomar la iniciativa y
asegurarse que estas cosas sucedan: son los pastores de su esposa e hijos.

3. Sustentar y cuidar a su esposa (Ef. 5:29).

El Señor describe al esposo como uno que “sustenta y cuida” a su esposa. El griego
para sustentar (τρεφω, trepho) significa “alimentar, criar” o “llevar a la madurez”.
Cada esposo ha de cuidar a su esposa con la esperanza y responsabilidad de llevarla
a la madurez en Cristo (Ef. 4:12-15). El marido se destaca por su papel en discipular
a su esposa y cultivar su relación con el Señor. Nadie más en el planeta tiene esta
responsabilidad principal y directa sobre ella. Esto no quiere decir que ella es pasiva
en su propia fe. Muy por el contrario, ella tiene la responsabilidad de velar por su vida
y mantener saludable su alma, pero el marido tiene el privilegio de ser usado por Dios
para cultivar la piedad en ella.

Esto tiene implicaciones para la vida diaria: maridos, depende de usted la medida en
que su esposa se sienta cuidada, querida, amada, valorada y segura. Ud. incide
directamente en su bienestar y crecimiento espiritual. Sí, ella es responsable ante
Dios por sí misma, pero usted como marido responderá por ella también. El autor
Dale Burke escribe: “Edificarla es hacer todo lo que sea necesario para verla convertirse
en todo lo que Dios quiere que sea espiritual, emocional, intelectual y físicamente...En
pocas palabras, hombres, si ella no está sana y creciendo como mujer de Dios, es su trabajo
edificar ese crecimiento” (p. 73, His Needs and Her Needs [las necesidades de él y las de
ella]).

El griego para cuidar (θαλπω, thalpo) envuelve la idea de una ternura cálida. Una
ilustración aquí es la de un ave manteniendo a sus polluelos calientes bajo sus
plumas. Esta es una imagen tierna. Una esposa debe sentirse apreciada a los ojos de
su marido y sentir que ella es una prioridad en su vida (Gn. 2:24). Esposos, ¿luchan
ustedes con horarios de trabajo fuera de control que le hacen descuidar a su esposa?
o ¿tratan ustedes a su esposa más como una madre, alguien que satisfaga sus
necesidades, más que una esposa? Si es así, pida perdón a Dios y su esposa,
arrepiéntase de eso, y pregunte a su esposa cómo puede sustentar o cuidar de ella, o
pregunte a hombres maduros en la iglesia cómo tratan a sus mujeres.

38
4. Proveer para su esposa (Gn. 3:17-19; Éx. 21:10-11).

Además de proveer para su esposa espiritual y emocionalmente, el esposo es


responsable del bienestar físico de ella. Debe proveer dinero y bienes para todas sus
necesidades básicas (alimento, vestido, y vivienda). No es que la mujer no pueda
ayudar en el mantenimiento de la familia. El punto es que el hombre es quien recibió
de Dios esta prioridad y responsabilidad, y si hay necesidades insatisfechas, es él
quien debe hacerse cargo de la carencia. Negar las necesidades básicas de su esposa
es apostasía, una negación de Cristo, quien alimenta a Su novia:

“si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y
es peor que un incrédulo” (1 Ti. 5:8).

5. Proteger a su esposa (Ef. 5:29).

Supongamos que usted está durmiendo con su esposa, y escucha un ruido en la casa.
¿Quién debe ir a verificar? o, ¿Qué tal si están caminando por la calle y un hombre
intenta robarle y amenaza con hacerle daño? En ambos casos, el hombre necesita dar
un paso hacia delante y proteger a su esposa. Él necesita interponerse entre su esposa
y la amenaza, sin importar la forma que sea.

“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer
como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras
oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7).

6. Pastorear a su esposa (Gn. 2:24; Nm. 30:6-16; Ef. 5:31).

El matrimonio no es la coexistencia de dos vidas independientes. Un esposo debe


aprender a guiar y pastorear a su esposa a través de la vida. Esta es la relación más
importante de discipulado. Todo marido es un pastor y discipulador, sea que cumpla
su deber o no. Guíe a su mujer en lo que hace. Ayúdela a decir ‘no’ cuando sea
necesario y anímela a hacer aquello que debe hacer, pero no quiere.

7. Debe ser celoso de su esposa (Éx. 34:13-14; 2 Co. 11:2).

Tendemos a asociar los celos con cosas negativas: egoísmo, posesividad, aun la
violencia, en pocas palabras, con pecado. Ciertamente, en el mundo los celos se
manifiestan deformados por nuestra maldad. Habiendo dicho esto, existen los celos
piadosos, que el Señor tiene justamente para con su pueblo, y que nosotros como
maridos debemos tener por nuestras esposas.

Este tipo de celos implica protección sobre las cosas correctas. Un esposo piadoso
dará seguimiento a la relación de su esposa con Dios, sus amistades, la manera en
que usa su tiempo, si ella está creciendo espiritualmente, en fin, es el ‘obispo’
(supervisor espiritual) de su vida. Pero el espíritu con que hará todo esto no es uno
de dominación y control, como si fuera un agente de la inquisición. El fundamento

39
de esta supervisión no es el egoísmo, sino el amor a Dios y a su esposa. No es para la
conveniencia mezquina del hombre, sino con el propósito de proteger la fidelidad de
ella hacia Cristo y hacia él, para protegerla de la tentación, el desánimo y cosas
similares.

Dios se relaciona con Su pueblo de esta manera. La verdad es que en algunas


circunstancias sería pecado para un esposo no ser celoso. Sería una forma de
negligencia.

Recuerde en esto que usted no puede proteger a su esposa a menos que usted esté
comprometido con su vida y la esté pastoreando a través de los muchos obstáculos
que enfrentan.

8. Satisfacer las necesidades sexuales de su esposa de forma gozosa (Éx. 21:10; 1 Co.
7:3-4)

El pasaje de 1 Corintios indica que su cuerpo ya no es de usted, sino que también es


de ella. Ella tiene la autoridad sobre él, es para su beneficio, placer, edificación y para
satisfacer sus necesidades. Eso significa también satisfacer sus necesidades
sexuales, lo que no siempre es lo mismo que sólo tener relaciones sexuales con ella.
Debemos preocuparnos de su bienestar también en esto, haciendo de ello una
prioridad.

Esto es más amplio que la sola relación física. También significa cuidar de ella,
amarla, desarrollar la intimidad emocional, afectiva y de cariño físico con ella
mucho antes de lo que la mayoría de los hombres considerarían como un “encuentro
sexual”. La intimidad sexual es integral; comienza mucho antes de que las luces de
la habitación se apaguen. En vista de ello, tenemos que conmover su mente y
corazón antes de llegar a su cuerpo. No tome a la ligera este deber como esposo.

Los Deberes de la Esposa


1. Seguir y edificar el liderazgo de su esposo (Ef. 5:22-24).

El marido está llamado a liderar con benevolencia y sacrificio a su esposa, mientras


que la esposa tiene el privilegio de seguir ese liderazgo. Esto implica motivar y
fortalecer a su esposo en su liderazgo en el matrimonio, la crianza y la iglesia, no
haciendo esto a rastras ni a regañadientes, con quejas constantes y contiendas, sino
con alegría.

En esto, la esposa no es una esclava. Ella no debe tolerar el abuso ni la tiranía. No debe
ser forzada a hacer cosas que sean degradantes, desmoralizantes o
deshumanizantes, ni debe ser acallada con opresión o menosprecio. Nada de eso
cualifica como sumisión bíblica.

2. Ayudar a su marido (Gn. 2:18).

40
Ella debe ayudar a su esposo gozosamente: lo complementa, reforzando sus
fortalezas y compensando sus debilidades. Adán necesitaba ayuda, esa que sólo una
esposa podría proveer, y lo mismo ocurre con cada esposo. Esto no es sólo ayudarlo
a hacer las cosas de su lista de quehaceres (aunque ciertamente puede incluir eso),
sino más importante aún: es una actitud constante de apoyar y motivar a su esposo
alegremente.

Desde luego, esto excluye por completo el enrostrarle sus debilidades, sus
deficiencias y sus faltas con quejas amargas o burlas hirientes. Eso es lo opuesto de
ser la ayuda idónea de su marido, y se parece más al rol del acusador (gr. diabolos).

3. Respetar a su esposo (Ef. 5:33).

El respeto de la esposa es una verdadera motivación al liderazgo del esposo, incide


directamente en su ánimo y su disposición ante la vida. Por el contrario, la falta de
respeto de una mujer debilita en gran medida el ministerio del esposo, y sin exagerar,
puede llegar a destruirlo moralmente.

4. Bajo la providencia de Dios, debe engendrar hijos y ser su cuidadora


principal (Gn. 3:16; 1 Ti. 2:14-15, 5:14; Tit. 2:4-5).

Una perspectiva bíblica enseña que los hijos son una bendición y recompensa del
Señor. Esto implica que no debe verlos como una carga ni como un obstáculo a su
desarrollo personal o profesional. Tampoco como una molestia que le impedirá
tener tiempo para usted, dedicarse a sus pasatiempos, viajar, o reunir el dinero para
comprar lo que usted desea.

El diseño de Dios para la mujer en cuanto a la maternidad puede apreciarse en el


hecho de que una de las maldiciones dirigidas a ella, fue que tendría hijos con dolor.
Recordemos que las maldiciones de Gn. 3 afectaron aspectos principales de los roles
del hombre y la mujer en el mundo.

Decir que la esposa es la cuidadora principal de los niños no es una idea popular hoy
en día. Si un matrimonio puede tener hijos, pero elige no tenerlos por razones
egoístas, como pareja están en terreno débil según las Escrituras. No hay categoría
para la “esterilidad voluntaria” en las Escrituras. Engendrar y cuidar hijos es uno de
los principales propósitos del matrimonio y, por tanto, es una norma para las parejas
cristianas.

Esto no significa que el matrimonio tiene el deber de traer al mundo todos los hijos
que pueda, ni que existe únicamente para engendrar más hijos. La cantidad de hijos
que los matrimonios deciden tener es parte de su libertad cristiana. Pero debe haber
un examen de las motivaciones en este aspecto, y de si esa decisión se tomó en el
marco de una cosmovisión bíblica.

41
Tener responsabilidad primaria por los hijos no significa que la esposa no pueda
trabajar fuera del hogar (Pr. 31:16), sino que significa que su prioridad es el hogar,
incluyendo a los hijos.

5. Debe ser laboriosa y fructífera en el hogar (Pr. 31; Tit. 2:3-5).

El dominio principal de la esposa es el hogar de la familia. Mientras que se ordena al


hombre trabajar duro para mantener a la familia, la esposa está llamada a ser
diligente en su hogar. Esta característica ocupa un lugar prominente en el perfil de
una esposa virtuosa en Pr. 31 y Tit. 2. Pero seamos claros sobre las razones: no para
la conveniencia del marido o el orgullo de la esposa, sino por el bien de un ambiente
de edificación, piadoso, donde el esposo y la esposa puedan disfrutar de una vida
tranquila, los hijos pueden crecer centrados en Cristo y la pareja pueda mostrar
hospitalidad hacia otros.

6. Satisfacer las necesidades sexuales de su marido (1 Co. 7:2-5).

Se aplica lo dicho antes respecto del esposo: mujeres, la Escritura indica que su
cuerpo ya no es el suyo, sino también de él. Él tiene autoridad sobre su cuerpo. Es
para su beneficio, placer y edificación. Ambos se pertenecen mutuamente. Como fue
explicado, esto significa satisfacer sus necesidades sexuales de manera integral.
Entregar su cuerpo a él es importante por muchas razones: es presentado en la
Escritura como un resguardo moral para su esposo, para ayudarlo a evitar la
tentación en una cultura sobre-sexualizada; por el bien de construir la intimidad;
por el bien de la relación; y para satisfacción y deleite de su esposo.

Es importante aquí que el mismo Señor lo llama en la Biblia el “deber conyugal”. Ya


lo vimos: el deber en la Biblia no se opone al disfrute, por el contrario, van de la mano.
Por lo mismo, negarse a cumplir con este mandato es pecado. Usar la relación sexual
como una moneda de cambio para obtener lo que quiere de su marido, o negarle la
intimidad para “castigarlo” (o simplemente porque le es indiferente), es pecar contra
el Señor y contra su esposo, rebajando la sexualidad en el matrimonio y
menospreciando su propio cuerpo. Si ha caído en esto o es parte de su forma de
relacionarse con su esposo, debe arrepentirse.

Esto es llamado un deber en la Escritura. Todo deber implica que nos preparamos y
nos disponemos a cumplirlo. No tiene por qué ser distinto en esta área.

7. Cultivar un espíritu hermoso (Pr. 31; 1 P. 3:1-6; Tit. 2:3-5).

El deber de una esposa hacia su esposo y la familia no es sólo lo que hace, sino cómo
lo hace. Es de primordial importancia para cada mujer cultivar la piedad, lo que
definitivamente implica un carácter. Habrá una tentación constante de ser atraídos
a la definición que el mundo tiene de femineidad (por ejemplo, enfocarse

42
exclusivamente en la belleza física). Sin embargo, las Escrituras advierten esto, y
hacen énfasis en cultivar un carácter cristiano.

8. Ser discípula de su esposo (Ef. 5:26-27).

Una esposa debe considerar a su marido como su maestro primario en las cosas del
Señor. Los esposos tienen diferentes niveles de conocimiento teológico y no todos
estarán calificados para la enseñanza pública en la congregación. Sin embargo, debe
ser el objetivo de la esposa ser enseñada y discipulada por su esposo, apoyando y
alentando sus esfuerzos por cumplir este rol conforme al diseño de Dios.

Esposas, oren por sus esposos en esta responsabilidad. Motívenlo piadosamente a


hacerlo si no lo está haciendo. Envíenlo con respeto y mansedumbre a cristianos más
maduros y a los pastores si necesita tutoría, pero denle esa posición en su vida.
Pídanle que la ejerza, porque es el deber de él y la necesidad de usted como mujer.
Apoye y respete su liderazgo de esta manera que Dios ha diseñado. Dios ha puesto a
su esposo en su vida como el agente principal para que la guíe a Él.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• ¿Está realmente dispuesto(a) a conocer los deberes que la Escritura establece para
Ud. en el plano del matrimonio y obedecerlos de corazón?
• ¿Qué obstáculos en su carácter, en sus hábitos, en su cultura o en su forma de
pensar se interponen para el cumplimiento de estos deberes? ¿En qué áreas puede
identificar que se encuentra más débil? ¿Qué medidas concretas pretende adoptar
para remediar esta situación?
• Ante aquellas debilidades que identifica en su cónyuge, ¿Cómo suele reaccionar?
¿Es dicha reacción un reflejo del carácter de Cristo y de lo que Él ha hecho por Ud.?
¿Cómo pretende trabajar en sus reacciones y su forma de dirigirse a su cónyuge?

Motivos de oración
• Que tengan presentes estos deberes cada día en su vida matrimonial, y los
obedezcan de corazón.
• Que identifiquen los obstáculos en su carácter, hábitos, cultura y forma de pensar;
que les impiden cumplir estos deberes, y que el Señor les dé el poder y la voluntad
para luchar contra ellos.
• Que puedan reaccionar con misericordia y prudencia ante las faltas y deficiencias
de su cónyuge.

43
VIII. LA COMUNICACIÓN – ELEMENTO ESENCIAL14

La comunicación o la falta de ella incide directamente en la subsistencia del


matrimonio, porque sin duda no existe relación posible sin comunicación. Si usted
está luchando con las finanzas, teniendo dificultades en su intimidad sexual,
enfrenta fracasos en su crianza, o no sabe cómo hacer frente a un problema puntual,
tiene que comunicarse al respecto con su cónyuge. Tienen que hablar entre sí con el
fin de superarlo y cruzar al otro lado. Pero, por otra parte, si disfrutan de momentos
hermosos en distintas áreas, también se estará comunicando necesariamente. Sin
comunicación no va a ir a ningún lado en su matrimonio.

Cuatro Objetivos en la Comunicación Bíblica


(1) Conocer y ser conocido; (2) lograr la armonía del entendimiento; (3) edificar la
confianza; y (4) edificarse entre sí espiritualmente.

1. Usen sus palabras para conocer y darse a conocer a su cónyuge

El esposo y la esposa usan palabras para conocerse entre sí. La palabra clave aquí es
vulnerabilidad. Como marido y mujer, ¿Están abriendo su corazón y sus vidas
intencionalmente entre sí? Si es así, ¿Cómo están usando sus palabras en el proceso
de conocerse mejor?

El patrón establecido en Gn. 2 antes de que el pecado entrara en el mundo era


“desnudos...y no se avergonzaban” (2:25). Esta es la imagen de una completa
vulnerabilidad y franqueza. Adán y Eva llegaron a tal apertura, que fueron capaces
de exponerse al otro desnudos sin ninguna vergüenza ni temor. Podemos inferir que
esto no se limitó a lo físico, sino que implicara también lo emocional, relacional y
verbal.

Una de las maneras en que el pecado corrompe nuestras relaciones es que nos lleva
a escondernos el uno del otro, así como nos aparta primero de Dios. Sin embargo, el
camino de la santificación es sacar las cosas de la oscuridad hacia la luz. Algunos
necesitan dejar de esconderse en su matrimonio y asumir riesgos usando sus
palabras para revelarse a sí mismos a su cónyuge, cuestión esencial para la
edificación de un buen matrimonio.

La Escritura dice: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para
que seáis sanados” (Stg. 5:16). Si esto es algo que debemos realizar respecto de

14
Sección basada principalmente en “Clase 8: La Comunicación Bíblica”, de la sección Clases
esenciales del ministerio 9Marks, visto en http://es.9marks.org/clases-esenciales-el-
matrimonio, 19-02-2019. Revisada, editada y adaptada por ps. Álex Figueroa.

44
nuestros hermanos en la fe, ¿No será especialmente un mandato a obedecer en el
matrimonio?

2. Usen sus palabras para alcanzar un entendimiento armónico

Observe que no dice la armonía en el acuerdo. La palabra clave aquí es entendimiento.


En el matrimonio, usted deberá buscar entender a su cónyuge, entrar a su
experiencia, y luego (en el caso de los esposos) liderar a su esposa desde la Palabra
considerando ese punto de vista comprensivo.

1 P. 3:7, “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente…” (RV60). La


traducción literal del v. 7 puede ser “Maridos, vivid con ellas de acuerdo con el
conocimiento...”. Esto implica ejercer un criterio sabio, de acuerdo con el cuidado
amoroso y considerado hacia su esposa, que tiene en cuenta las necesidades y
características especiales de ella. Los sinónimos son: estudiar a su esposa y conocerla
bien; ser un buen estudiante del corazón de su esposa.

Como esposo, su gozo debe ser utilizar sus palabras y sus oídos de tal manera que su
esposa sepa que usted la comprende, que usted la entiende, y que
fundamentalmente, usted está en favor de ella y su bienestar. Este es el ejemplo de
Cristo, quien no nos dio un sermón desde el cielo. Él vino a la tierra; tomó forma
humana; y entró en nuestra experiencia. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no
pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado” (He. 4:15).

¿Dedica tiempo para conectarse emocionalmente con su esposa, para darse cuenta y
comentar sobre si ella luce bonita, o el esfuerzo que ella hace en la casa o algún otro
proyecto? ¿Ha tomado la iniciativa de estudiarla, para conocer sus preferencias en
los regalos, restaurantes, películas, libros, etc? ¿Se ha interesado en las cosas que le
interesan a ella, no sólo porque le interese a usted, sino porque le gustan a ella, y
usted la aprecia? ¿Le pregunta en qué está pensando, o qué estudia en sus tiempos
tranquilos? ¿Le pregunta con frecuencia en qué puede orar por ella?

3. Usen sus palabras para edificar la confianza

Confiar en alguien significa que ha encomendado algún aspecto de su vida al cuidado


de esa persona. Esto toma una importancia única en el matrimonio.

En los matrimonios muy difíciles, las parejas han perdido la confianza y el respeto
por el otro. Damos la confianza por sentado hasta que se pierde. Tristemente, en un
matrimonio que lucha, las palabras se utilizan de tal manera que no generan
confianza, sino desconfianza.

La Escritura dice que el amor “todo lo cree, todo lo espera” (1 Co. 13:7). Sin confianza
en el cónyuge, el matrimonio no puede funcionar. Nuestros cónyuges son
pecadores, y están destinados a cometer errores mientras estemos de este lado del

45
sepulcro. Así que, ¿cómo edificamos la confianza en el matrimonio, siendo al mismo
tiempo realistas acerca del pecado de nuestro cónyuge? La verdadera confianza de
un cónyuge en el otro es algo que sólo el Espíritu puede obrar en el corazón. Esta
confianza no sólo se evidencia en las grandes decisiones de la vida, sino también a
través de los miles de momentos cotidianos que componen su matrimonio.

Y no es necesario ser un mal matrimonio para romper las promesas y promover la


desconfianza con sus palabras. Todos hacemos esto diariamente. Debido a que todos
somos pecadores, de una manera o de otra, todos somos descuidados y poco realistas
con nuestras palabras, lo cual perjudica nuestra relación con nuestros conocidos, y
en especial con nuestro cónyuge. Pero la Escritura dice:

“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta
en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás
condenado” (Mt. 12:36-37).

El pensamiento atemorizante de tener que dar cuentas a Dios en el día del juicio por
nuestras palabras ociosas debe motivarnos a ser más cuidadosos. Cada palabra
cuenta en el matrimonio. Para edificar la confianza en nuestros matrimonios,
necesitamos usar palabras amorosas y amables, pero también prudentes y
deliberadas.

La Escritura dice: “desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo;
porque somos miembros los unos de los otros” (Ef. 4:25). Si esto es verdad respecto de
nuestros hermanos en Cristo, ¿No lo será también en relación con nuestro cónyuge,
con quien somos una sola carne?

4. Usen sus palabras para edificarse espiritualmente

Veamos Ef. 4:29.

1. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca. La palabra


“corrompida” en el griego transmite la idea de mal fruto (Mt. 7:17-18 o Mt.
12:33-34). La imagen ilustra el daño que es hecho con sus palabras. Piense en
el efecto que produce en la otra persona si le da un pedazo de fruta podrida y
se lo hace comer.

2. Sino la que sea buena para la necesaria edificación. Las palabras edifican o
destruyen. Debemos escoger deliberadamente edificar con ellas.

3. Para la necesaria edificación. Hay momentos en la vida que requieren


estímulo; algunos requieren exhortación; otros requieren consuelo; etc.
Demostramos sabiduría cuando elegimos la palabra adecuada para la ocasión
adecuada.

46
4. A fin de dar gracia a los oyentes. El objetivo final es que sus palabras sean
canales de gracia para edificar a la otra persona.

Debe utilizar consistentemente sus palabras para edificar espiritualmente a su


cónyuge. El enfoque de su comunicación en el matrimonio es ayudar a su cónyuge a
ser más como Cristo. Esto se convierte en un excelente estándar mediante el cual
puede medir su comunicación en el matrimonio. Puede hacer la pregunta: ¿lo que
dije a mi cónyuge le ayudó a él o a ella a ser más como Cristo? ¿Lo que dije vino de la
carne o del Espíritu? ¿Refleja al viejo hombre bajo Adán, o al nuevo según Cristo?

Esposos, tomen la iniciativa en la Comunicación Matrimonial


(Ro. 5:6-8; Ef. 2:4-7)

Esposos, la comunicación comienza con su iniciativa. En la comunicación bíblica, la


persona no se sienta a esperar que le pregunten; no se contenta con no dar
problemas; no asume una actitud defensiva ni exige sus derechos. Por el contrario,
toma la iniciativa. Cristo es nuestro ejemplo. Jesús no esperó a que nosotros le
pidiéramos que viniera, ni se quedó en el cielo imponiéndonos instrucciones a lo
lejos (aunque Él no nos debe nada). No: Él vino libremente y por su propia voluntad,
tomó la iniciativa con nosotros, para amarnos.

Ahora esposos, esto tiene implicaciones para todo: desde la manera como hace el amor
hasta la forma en que invierte su día libre o sus noches y organiza su día de trabajo.
Pero especialmente tiene implicaciones para su comunicación verbal. ¡Ya sea una
conversación normal sobre su día, o una fuerte discusión sobre las finanzas de la
familia, nuestra responsabilidad como esposos es tomar la iniciativa, acercarnos a
nuestra esposa, no alejarnos de ella, sino buscarla en amor así como Cristo nos buscó!

Y esposos, permítanme dejar claro que la tentación aquí es la renuncia. Y hay muchas
maneras de hacer esto. Es posible renunciar retirándose y no comprometiéndose, o
simplemente dejando de dar su opinión, siendo un “buen hombre” que básicamente
sigue la corriente de cualquier cosa que su esposa e hijos quieran, pero nunca
entrando en sus vidas, deseos y sueños para guiarlos. Así, es posible renunciar
limitando nuestra comunicación a responder a la iniciativa de nuestra esposa.
Esposos: su modelo es Cristo, quien tomó la iniciativa en amar y darse a conocer, y
lidera a su esposa hacia el bien y la gloria eterna.

Esposas respondan Amorosamente


(Ef. 5:22-24; 1 P. 3:1-6)

La esposa invita y responde al liderazgo de su esposo. Al igual que la amada en Cantar


de los Cantares, la esposa activamente invita y aún motiva en su esposo la iniciativa
y el liderazgo a través del poder de atracción de su belleza: la de una vida pura y
reverente; de un espíritu afable y apacible (RV60), tierno y sereno (BLA).

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La esposa bíblica no se dirige principalmente a obtener que su esposo sea el tipo de
hombre que ella quiere que sea, sino que lo invita a entrar a su vida. Significa
comunicarse sincera y tiernamente aceptando y deseando su liderazgo e iniciativa,
respondiendo y acompañando cuando él lo provea. Esto significa cultivar una
actitud atractiva que motiva su liderazgo, en lugar de manipularlo. Significa
perseverar en abrir y compartir tu vida con él. Una de las maneras fundamentales en
que harás eso es con tus palabras. La tentación será de protegerte a ti misma
precisamente en las áreas sensibles, con el fin de que no te hagan daño, pero el amor
bíblico, modelado por la actitud de la iglesia hacia Cristo, invita y luego responde a
la iniciativa del esposo.

No se trata de que la mujer nunca pueda iniciar una conversación o intentar


solucionar un conflicto, sobre todo cuando el hombre no lo hace por propia
iniciativa. Se trata más bien de buscar un modelo bíblico de liderazgo y sujeción, que
se traduce en una disposición a vivir según ese patrón.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• ¿Estás dispuesto realmente a conocer a tu cónyuge y ser conocido(a) por él(la)?
¿Entiendes la necesidad de abrir tu vida y tu corazón completamente y ser
vulnerable ante tu cónyuge?
• ¿Qué obstáculos en tu vida y carácter impiden que puedas ser abierto de esta
manera? ¿De qué manera piensas remediar esto?
• ¿Entiendes la diferencia entre la confianza y la indiscreción?

Motivos de oración
• Que tengan la humildad necesaria para comunicarse con apertura y confianza.
• Que respondan a la confianza del otro con respeto, comprensión y compasión.
• Que puedan identificar y tratar aquellos obstáculos que les impiden comunicarse
con fluidez y de forma bíblica.

48
IX. LOS CONFLICTOS – AMENAZA CONTRA LA UNIDAD15

El conflicto parece ser una parte tan “normal” del matrimonio. La gente se pelea todo
el tiempo. Sin embargo, no debemos tolerar el conflicto hacer algo que lo empeore.
Al igual que sucede con cualquier pecado, debemos hacerlo morir (Col. 3:5).

En nuestro mundo caído, encontramos conflictos en nuestros hogares, en el lugar


de trabajo y hasta en la iglesia. Como discípulos de Cristo, es importante que
meditemos en la manera de enfrentar una comunicación perjudicial e hiriente en el
matrimonio. El presente estudio es una mera introducción al tema.

Los cristianos están llamados a la Unidad y la Paz


No importa cuál sea nuestro origen étnico, color de piel, nivel socioeconómico o
trasfondo cultural: como iglesia, demostramos nuestro compromiso con el
Evangelio viviendo en unidad unos con otros. Estamos llamados a perseguir la paz
(Sal. 34:14; Jer. 29:7; 1 Co. 7:15; 2 Co. 13:11). Pablo escribe, “Así que, sigamos lo que
contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Ro. 14:19). A medida que el Espíritu
Santo continúa trabajando en el corazón del creyente (Gá. 5), va haciendo que éste
crezca y madure en esa paz. ¡Y por supuesto en nuestro matrimonio!

El conflicto destruye uno de los principales objetivos del matrimonio: ser “una sola
carne”, la unidad y armonía integral entre marido y mujer. Ya no son uno, sino que
en medio de la lucha, se separan en dos nuevamente. El conflicto trae división, no
unidad; independencia, no complementariedad.

Cómo hacer Frente a los Conflictos

• Comience con examinar su propio corazón. pensemos en la raíz de todo, según


enseña Stg. 4:1-2. Cuando peleamos, tendemos a creer que el otro es el problema;
se vuelve el enemigo; el enfoque de nuestra frustración e ira. Nos convencemos
de que el otro está equivocado, y por supuesto, creemos estar en lo correcto. Su
equivocación y nuestra autojusticia pueden ser el combustible que enciende el
debate, pero el orgullo no nos llevará a ninguna parte. Sin embargo, observen el
pasaje: ¿Cuál es la raíz de nuestras peleas y disputas? ¿Es nuestro cónyuge? En vez
de usar todo nuestro tiempo y energía la discusión, Santiago dice que el lugar para
comenzar es nuestro propio corazón. Las pasiones que combaten en nuestros
miembros son la fuente principal de nuestras peleas y disputas.

15
Sección basada principalmente en “Clase 7: Cómo hacer frente al Conflicto”, de la sección
Clases esenciales del ministerio 9Marks, visto en http://es.9marks.org/clases-esenciales-el-
matrimonio, 19-02-2019. Revisada, editada y adaptada por ps. Álex Figueroa.

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Cuando pelea, ¿toma tiempo para mirar a su propio corazón, o se precipita a
discutir con orgullo y condenación hacia su cónyuge? El primer paso para tratar
legítimamente con nuestras peleas es examinar nuestros deseos y motivos
pecaminosos. Jesús dice que usted es un hipócrita si no se ocupa de su propio
pecado antes de acusar a su cónyuge de pecado: “¡Hipócrita! saca primero la viga de
tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mt. 7:5).
Ocúpese de su propio pecado primero antes de pensar lo que hace su cónyuge. Una
vez que identifique su pecado, confiéselo a Dios y a su cónyuge.

• Esposos: Acérquense a su esposa y busquen entendimiento (1 P. 3:7). Esposos,


su objetivo en una discusión no es ganar, y ciertamente no es para justificarse y
protegerse a sí mismos. Su objetivo es acercarse a su esposa, buscando entender por
qué ella está tan molesta con usted. Su primera prioridad es verlo de la manera en
que ella lo ve. Puede que ella no tenga la razón. Puede que el pecado sea de ella.
Pero hasta que ella no esté convencida de que usted está a favor de ella y no en su
contra; que usted la entiende y está comprometido con su bien, usted no va a ser
capaz de guiarla, y ciertamente no avanzará en resolver el conflicto. Hombres,
sean prontos para oír, tardos para hablar, tardos para airarse (Stg. 1:19).
• Esposas: No se cierren, ni ataquen, ni huyan (Génesis 3:16). Esposas, no es nada
fácil para ustedes. En medio de una discusión, su deseo será protegerse de ser herida
más allá. Puede que haga eso atacando con furia, o simplemente retirándose y
cerrándole el paso. Puede ser tentada a recurrir a la culpa, a la queja amarga o a ser
injusta e implacable. La buena comunicación bíblica requiere que aun en medio
de una discusión, permanezca abierta a él y le invite a venir; permita que él haga
sus torpes esfuerzos para comprender lo que está pasando, y no lo castigue
cuando no entiende tan rápido o tan bien como usted espera. No retroceda, sino
que dé pasos hacia él utilizando palabras respetuosas y amables (aun cuando se
siente frustrada o confundida). Significa que usted está abierta a su liderazgo,
cuando él trata de identificar y responder al pecado que probablemente se ha
cometido.

Reglas de oro para buscar un entendimiento


Cuando su cónyuge está equivocado o usted se ha enojado en su contra, ¿Cómo
tiende a tratar con él o ella? La mayoría de las personas construyen argumentos
lógicos acerca de lo que creen correcto, vienen con suposiciones acerca del otro, y a
veces incluso atribuyen intenciones a su cónyuge, ¡y esto es aun antes de que
comiencen una pelea! Entonces, uno hace todo lo posible para persuadir al otro de
que tiene “la razón”. Sin embargo, lo más útil que puede hacer es primero tomar
tiempo para entender el punto de vista de su cónyuge. El necio no toma placer en
entender, sino que se deleita en sus propias opiniones (Pr. 18:2). ¿De qué manera Ud.
contribuye al entendimiento?

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• Escuche. Tome tiempo para escuchar. Santiago anima a los creyentes a ser
“prontos para oír, tardos para hablar, tardos para airarse” (Stg. 1:19). La regla de
oro: No hable mientras el otro habla. Cuando nuestras palabras atropellan las del
otro, sólo vomitamos nuestra propia opinión y no escuchamos a nuestro
cónyuge. Cálmese, tome tiempo para escuchar, y resuma. Resumir es una
habilidad excelente de comunicación. Si usted no puede resumir con su cónyuge,
verificando que el resumen es correcto, entonces no ha escuchado de forma
adecuada.
• Haga preguntas. Antes de declarar su propia opinión, tome tiempo para hacer
una serie de preguntas que van a aclarar lo que piensa su cónyuge. “Como aguas
profundas es el consejo en el corazón del hombre; mas el hombre entendido lo
alcanzará” (Pr. 20:5). No son preguntas sarcásticas. No buscan deformar la
opinión del otro ni exagerarla, sino entender realmente lo que le pasa.
• Aclare las suposiciones. Una de las cosas más peligrosas que puede hacer es
asumir. Las suposiciones frecuentemente nos llevan por mal camino porque
leemos intenciones en la situación. Si supone mucho, terminará luchando con
la persona que está en su mente en lugar de la persona real que está frente a
usted. Dos reglas de oro generales: (1) No asuma, en vez de ello siempre pregunte.
(2) Piense de buena fe en lo que el otro ha hecho o dicho, suponiendo lo mejor y no lo
peor. Cada vez que hacemos suposiciones, nuestra naturaleza pecaminosa nos
hace pensar de manera natural en la peor de las situaciones. Pero el amor “todo
lo cree, todo lo espera” (1 Co. 13:7).

Otros principios para abordar un conflicto piadosamente

1. Pase por alto las ofensas. Hay situaciones de la vida en que no vale la pena iniciar una
pelea. En ellas, promovemos la paz cuando conscientemente pasamos por alto el
problema: “La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa”
(Pr. 19:11). No hay una lista de problemas a pasar por alto, pero son aquellas cosas que,
aunque nos molestan, sabemos que no son relevantes o que podemos tolerar. Nuestra
tendencia natural es a querer ser satisfechos en todo, moldear al otro según nuestra
idea de lo que debe ser y no pasar por alto ninguna situación molesta, sino exigir una
respuesta o una solución. Esto no es más que orgullo y egoísmo. Por el contrario, usted
promueve el amor cuando elige cubrir la ofensa o la falta, y muy probablemente,
termina apartándose de una discusión potencial. “El que cubre la falta busca amistad;
mas el que la divulga, aparta al amigo” (Pr. 17:9, comparar con 10:12). “El necio muestra
en seguida su enojo, pero el prudente pasa por alto el insulto” (Pr. 12:16 NBLA).

2. No personalice los comentarios de su cónyuge. Ej.: la mujer hace preguntas a su


marido sobre sus finanzas. Él piensa que ella cuestiona sus habilidades para

51
administrar el dinero, cuando todo lo que ella quiere es obtener más información, ya
que él maneja el presupuesto familiar.

3. Piense sobre cómo usted discute. Muchos no dan mayor importancia a la manera en
que discuten. ¿Existe algún problema en su expresión facial o en su tono? ¿Sabía usted
que la Biblia habla de estas cosas? “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra
áspera hace subir el furor” (Pr. 15:1). Hablar amablemente y con gracia puede hacer una
diferencia considerable en la manera en que discute. Las palabras ásperas empeoran
el conflicto. Hay personas que saben que tienden a discutir ásperamente y dicen
“bueno, mi carácter es así”, “así somos en mi familia”, o “así me conociste”.
Arrepiéntase de eso, busque ayuda de otros en la iglesia y comience a orar sobre el
asunto.

4. Refrene la lengua y persiga el dominio propio. Una lengua suelta y los constantes
comentarios negativos socavan y hieren su matrimonio. Uno de los frutos del Espíritu
en Gá. 5 es el dominio propio, lo que incluye nuestra forma de hablar. “En las muchas
palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente” (Pr. 10:19) y también
“El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; mas el hombre prudente calla”
(Pr. 11:12). Algunos pensamientos sobre el dominio propio:
• Controle sus emociones. Cuando ellas dominan en medio de una discusión, somos
propensos a decir cosas que luego lamentamos. Si esto está sucediendo, es mejor
que considere detener la discusión, enfriar las emociones, y orar antes de
comenzar nuevamente la conversación: “Mejor es el que tarda en airarse que el
fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad” (Pr. 16:32).
• No responda de la misma manera. Cuando alguien le dice algo duro, usted
demuestra dominio propio no respondiendo a los comentarios provocativos de su
cónyuge. La mejor manera de detener una discusión es escoger como primera
opción no tenerla.
• Sea consecuente: Es muy hipócrita el actuar religiosamente en público, pero en
privado tolerar su lengua suelta. “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no
refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión de tal es vana” (Stg. 1:26).
Santiago continúa diciendo que no se debe tolerar la inconsistencia que viene de
decir cosas perjudiciales por un lado, y luego cosas amables en otras ocasiones:
“De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser
así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?” (Stg.
3:10-11).
• Escoja sus palabras cuidadosamente. En lugar de gritar o lanzar objetos, algunos
discuten dando golpes sutiles o comentarios ambiguos que tienen el propósito de
hacer daño a su cónyuge. Otros frecuentemente utilizan el lenguaje absoluto
como “siempre” y “nunca”, “todo” y “nada”. Recuerde que estas palabras son
palabras de ataque—útiles si su objetivo es conquistar y destruir, pero inútiles si

52
su objetivo es amar y comprender. Esta forma de hablar no ayuda a su
matrimonio.

5. Busque el perdón rápido y con frecuencia. Es imposible destacar de manera


suficiente lo importante que es esto para su vida espiritual y la buena salud de su
matrimonio. Todo lo que la Escritura habla del perdón entre cristianos, se aplica con
mucha mayor razón entre marido y mujer.

6. Confiese su pecado y ofrezca una disculpa piadosa (Stg. 5:16; 2 Co. 5:18-21). Los
esposos y las esposas son, sin excepción, pecadores. Y el pecado, especialmente el no
confesado, crea una grieta en la relación matrimonial. Las Escrituras ordenan
confesarlo primero a Dios (porque hemos pecado contra Él y Su gloria) y luego a la
persona contra quien pecamos. Esto implica humillarnos a nosotros mismos, un
verdadero reconocimiento del error, solicitar el perdón mencionando con precisión
nuestra falta, con nombre y apellido.

En la confesión, la disculpa no ser un medio encubierto para señalar los pecados del
otro. “Yo lamento haber hecho esto, pero tú hiciste lo otro”, o “yo cometí este pecado
pero te explico por qué”, no son medios aceptables de disculpas. Excusas del tipo “si tú
piensas que pude haberte ofendido, perdóname”; no reflejan en absoluto un
arrepentimiento bíblico, que sonará más parecido a un “perdóname porque hice tal
cosa (nombrarla sin rodeos) y eso estuvo mal”.

La persona que se disculpa sólo debe abordar su pecado. Una disculpa no debe ser una
forma ambigua de conseguir que el otro se disculpe, y debe darse aunque la otra parte
no quiera pedir perdón por su lado. Es un acto de humildad, que debe ser hecho para
la gloria de Dios y por amor a la víctima de mi pecado.

7. Mantenga las cuentas claras. “no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Ef. 4:26) nos
anima a mantener las cuentas claras con nuestros cónyuges. Mientras más tolere el
pecado o lo prolongue, existe una mayor probabilidad de que se agrave o empeore. Así
que trate con el asunto rápidamente.

8. Si lo necesita, tome un descanso o presione el botón de pausa. Aunque el principio


general es lograr que el conflicto termine lo más rápido posible, esto no debe tomarse
como una regla absoluta. Para muchos sería más útil darse un espacio para calmarse,
buscar las Escrituras y orar, para prontamente reunirse de nuevo y reconsiderar el
asunto. Forzar a su cónyuge a pelear hasta las 2 de la madrugada, cuando ambos están
agotados, no ayuda a tener los pensamientos ni la actitud correcta para llegar al
entendimiento. Ambos pueden acordar dormir tranquilos, dejando la conversación
para cuando estén descansados y frescos. Tenga mucho cuidado de no usar esto como
una excusa para alimentar su auto-justificación o evadir tratar los temas
importantes.

53
9. Ore acerca de la pelea. Frecuentemente estamos tan atrapados en corregir a nuestro
cónyuge o convencerle de que tenemos la razón, que olvidamos orar por el problema.
Busque a Dios antes intentar resolver el conflicto. Sea deliberado en pedir ayudar del
Señor. A veces esto podría significar hacer una pausa en medio de un conflicto, y orar
por sabiduría. Esposos, tomen la iniciativa de orar por su esposa.

10. No satisfaga su pecado creando una mayor “distancia” en su matrimonio. Para


aquellos de ustedes que permiten que su enojo permanezca por un día o más; que
responden a la pelea castigando a su cónyuge con el silencio o el abandono emocional;
necesitan considerar seriamente la manera en que eso influye en la discusión y
empeora las cosas. El Señor nos ordena no complacer la carne, sino servirnos unos a
otros en amor (Gá. 5:13). Cuando la pelea va más allá de la noche, y tal vez incluso al
día siguiente o la próxima semana, está consintiendo su pecado y permitiendo que
arruine la relación, y le permite activamente tomar fuerza y crecer. No existe una
fórmula mágica para esto: mientras más rápido haga morir su pecado, y activamente
busque a su cónyuge en amor, más posibilidades hay de calmar el conflicto y hacer
que se vaya.

11. El contexto y el tiempo son importantes en las conversaciones difíciles. “Manzana


de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene” (Pr. 25:11). Sea prudente
acerca de cuándo hablar cosas difíciles. Hay un mejor y un peor momento para decir
las cosas, y en esto debe conocer a su cónyuge. Ej: conversaciones difíciles frente a
familiares o hijos, en lugar de tener esas conversaciones más tarde en privado; decir
algo a su cónyuge cuando tengan un mejor ánimo; no tener conversaciones difíciles
con su cónyuge después de un largo y difícil día de trabajo o en el hogar; esperar a una
cita nocturna o un tiempo oportuno.

12. Incluso mientras discutan, reafirme su amor por su cónyuge. Si la pelea hace que
aquellos que son “una sola carne” se conviertan de nuevo en dos, entonces es
importante tomar medidas en sus discusiones o temporadas tensas que reafirmen su
compromiso general con la relación.

13. Ser lo suficientemente humilde para aceptar ayuda externa. Una de las cosas más
difíciles y humillantes es permitir que otros participen en tus luchas. La vergüenza
nos dificulta decirle a otros; y aparecen mentiras en nuestra cabeza como, “el pastor
pensará mal de mí cuando escuche esto” o “deberías poder lidiar con este problema
sin la ayuda de nadie”. Muestre humildad y acérquese a otros. Los matrimonios no
prosperan en islas desiertas. El matrimonio es un asunto de comunidad; ¡necesitan la
ayuda de otros! Su matrimonio solo crecerá conforme escuche la enseñanza regular
de la Palabra de Dios, a medida que incluya a otros regularmente en su vida

54
matrimonial, y actúe lo suficientemente humilde como para buscar ayuda cuando las
cosas no van bien.

Finalmente, recuerden una cosa: NADIE gana en una pelea matrimonial. Cuando
piensas que has destruido al otro o su argumento, sólo te has dañado severamente a ti
mismo.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• ¿Cómo sueles abordar los conflictos? ¿Buscas en ellos “ganar” sobre la otra persona,
una vindicación de tu nombre o demostrar que tienes la razón? ¿Recuerdas durante
las discusiones que Cristo está presente y que el Espíritu Santo mora en ti? ¿Tienes
presente que tu cónyuge es tu coheredero en Cristo?
• ¿Qué aspectos en tu carácter y en tus pecados habituales facilitan la ocurrencia de
discusiones? ¿Qué pecados identificas más frecuentemente en ti al discutir? ¿Qué
piensas hacer para remediar esa situación?
• ¿Te escudas frecuentemente en que “tu carácter es así” o en que “así discuten en tu
familia” o alguna excusa por el estilo?

Motivos de oración
• Que puedan glorificar a Dios también abordando adecuadamente sus conflictos.
• Que reflejen el carácter de Cristo (humildad, mansedumbre, paciencia,
misericordia, amor) al momento de abordar una discusión.
• Que puedan dejar de lado el orgullo y la búsqueda de una victoria en la discusión, y
fijen sus ojos en estar unánimes y en tratar con su propio pecado.

55
X. SEXUALIDAD BÍBLICA – FUNDIDOS EN UN SOLO SER16

El tema de la sexualidad bíblica resulta incómodo de tratar en la iglesia debido a que


nuestra cultura ha sido sensacionalista con la experiencia sexual y ha saturado
nuestras mentes con sus imágenes groseras, poco realistas y descaradas. También
porque es un asunto personal pero no secreto. ¿En qué sentido? Cuando dos personas
están unidas en matrimonio, ese pacto público implica también declarar ante el
mundo que convivirán con esa persona y tendrán la más profunda intimidad
emocional, espiritual y física; y todo esto lo disfrutarán de manera exclusiva con su
cónyuge.

Pero al mismo tiempo es un tema fundamental. Cuando es pervertido, tiene el poder


de dominar y destruir vidas, sobre todo en una era hiper sexualizada como esta. De
otro lado, se encuentra en el centro de nuestra experiencia matrimonial; porque da
expresión física a su unión emocional y espiritual, como ninguna otra cosa lo hace,
y constituye uno de los placeres más intensos y significativos que podemos
experimentar.

Entonces, ¿Por qué creó Dios la intimidad sexual? ¿Para qué es? ¿Y cómo protegemos
y cultivamos esa intimidad en nuestro matrimonio?

Propósito de Dios para la relación sexual


¿Por qué la creó Dios? Algunos la han relacionado principal o exclusivamente con la
procreación, y ese es ciertamente uno de sus propósitos. Pero incluso antes de llegar
a los hijos, Dios tiene un propósito para la intimidad sexual en el matrimonio. En Gn.
2:24, dijo Dios, “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y serán una sola carne”: esto envuelve la fusión física, relacional, emocional y
espiritual de la vida juntos del esposo y la esposa.

La intimidad sexual proporciona una expresión física de la unión general que crea el
matrimonio. La unión matrimonial ocurre en lo emocional, relacional, espiritual e
intelectual. En el sexo, esto ocurre físicamente, y sirve como una señal de todo lo
demás.

1. Es una expresión saludable de la unión íntima


Cada cónyuge se da a sí mismo al otro, por el bienestar del otro.

• El principio se establece positivamente: “Mi amado es mío, y yo suya; Él


apacienta entre lirios. Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, vuélvete,

16
Sección basada principalmente en “Clase 9: Sexualidad bíblica”, de la sección Clases
esenciales del ministerio 9Marks, visto en http://es.9marks.org/clases-esenciales-el-
matrimonio, 19-02-2019. Revisada, editada y adaptada por ps. Álex Figueroa.

56
amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo sobre los montes de Beter”
(Cnt. 2:16-17).

• Y también negativamente: “la voluntad de Dios es que sean santificados; que se


aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio
cuerpo de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos
como hacen los paganos, que no conocen a Dios” (1 Tes. 4:3-5 NVI).

Tomados en conjunto, estos versículos trazan el principio bíblico global para


nuestro comportamiento y actitud sexual en el matrimonio. Dios se preocupa no
solo de a quién amamos, sino también cómo amamos. El matrimonio no es para
entregarse a una lujuria apasionada, que utiliza al otro para su propio placer egoísta,
sino en amor abnegado, que encuentra su propio placer en entregarse a sí mismo por
el placer del otro.

Obviamente, esto va en contra de lo que nuestra cultura nos dice acerca de la relación
sexual. Se nos presiona a buscar la sexualidad apasionada, intensa, pornográfica, y
si esa no es la manera en que se expresa nuestra relación sexual, entonces debe haber
un problema con nosotros, pudiendo frustrarnos con nosotros mismos y con
nuestros cónyuges, y somos tentados a ir a otro lugar, ya sea a la facilidad de la
pornografía y la masturbación, o la irrealidad de las imaginaciones románticas, o a
apasionarnos con otra cosa: sean amantes, o nuestros trabajos, o nuestras
responsabilidades como padres.

Pero nuestra cultura ve la intimidad de manera equivocada. En lugar de una


búsqueda pornográfica del éxtasis, la Biblia presenta el sexo como una ilustración de
nuestra unión íntima. Así, existen tantos tipos diferentes de sexo placentero, como
hay aspectos en su relación. El sexo puede ser apasionado y ardiente, pero puede ser
tierno y suave. Puede ser prudente y cuidadoso, o puede ser como un juego y una
aventura; puede ser formal y puede ser ligero; puede ser poco intenso o quizá
vigoroso, puede ser calmado o frenético. En ese sentido, es como un espejo que refleja
físicamente todos los diferentes aspectos y estados de ánimo y expresiones de su
unión. Y eso es bueno, porque significa que el sexo tiene un lugar en su unión aun
cuando no se sientan como atletas poderosos, sino que sólo quieren estar juntos.

Si el sexo es una ilustración de la unión matrimonial, entonces eso tiene otra


implicación importante: el sexo no es tanto una solución a los problemas en el
matrimonio, sino que es una muestra del estado de su unión. El sexo es más
parecido a un termómetro que a un termostato. Muchas parejas usan el sexo para
vencer la falta de intimidad o el conflicto en la comunicación. Pero en realidad el
sexo sólo mostrará lo que ya está allí. Si su unión se caracteriza por la amabilidad y
el respeto, el entendimiento y la intimidad, entonces eso es lo que va a reflejar su
vida sexual. Pero si su unión está empañada por la aspereza, el egoísmo, la falta de

57
comunicación y la distancia, entonces no debería ser ninguna sorpresa si el sexo se
siente igual.

¿Cómo, entonces, cultivamos una buena vida sexual en el matrimonio? En lugar de


darnos un manual de cómo hacerlo, en Cantar de los Cantares la Biblia nos indica la
prioridad del amor sacrificial que celebra, se deleita y aprecia al amado. Y lo que vemos
cuando leemos este sorprendente poema de amor, es que antes de llegar a la
intimidad física, el amante y su amada han pasado un tiempo aprendiendo y
deleitándose entre sí, y luego dándose el uno al otro el fruto de su estudio en palabras
y acciones.

Escuche: “He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí eres bella; tus ojos son como
palomas. He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce; Nuestro lecho es de flores.”
(Cnt. 1:15-16). Entre marido y mujer, la relación sexual y la comunicación, de una
forma u otra, deben ser algo continuo. Si el hombre está conociendo realmente a su
mujer y creciendo en ese conocimiento, entonces debe estar creando intimidad con
sus palabras y acciones, acercándose a ella con entendimiento, deleitándose en ella,
acariciándola.

La triste realidad es, sin embargo, que para la mayoría de los hombres la intimidad
emocional y espiritual no es un preámbulo necesario para la intimidad física. Ese es
un resultado de la caída. Nuestro objetivo en el sexo no debería ser meramente la
propia satisfacción sexual. El objetivo del sexo es expresar el amor, la unión que el sexo
representa. Por ello, estudie a su esposa, aprenda cómo seducirla, cómo hacerla
sentirse amada, apreciada y deseada por usted. Y entonces haga eso todo el día: desde
la forma que le habla durante el desayuno, hasta su interacción en el día por teléfono
o correo electrónico, la forma en que le sirve y la atiende cuando tienen intimidad.
Toque su mente y su corazón antes de tocar su cuerpo. Y aun considere que tocar su
cuerpo no siempre es un preámbulo al sexo. Recuerde que el objetivo no es el sexo,
sino la expresión de amor.

Del mismo modo, las esposas también son parte de este proceso de comunicación.
No es una calle de una sola dirección. ¿Cómo usted comunica a su esposo que lo desea
y que está allí para él? ¿Se pone atractiva para él, no solo físicamente, sino emocional
y personalmente? ¿Está disponible a recibirlo, o siempre hay cosas que hacer,
siempre hay listas que deben ser completadas, siempre hay necesidades con los
niños que deben ser cumplidas o un cansancio que apaga su deseo? ¿Anticipa y busca
la intimidad con su esposo como la amada busca a su amado en el libro de Cantares?
“Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; lo busqué, y no lo hallé” (Cnt. 3:1)
Ese es el lenguaje del deseo, de la anticipación, de la espera. No se trata de una espera
resignada y hastiada, como si debiera hacer algo que no disfruta y no le queda otra
opción, sino una que anticipa y anhela el momento juntos.

58
Es lamentable que una vez casados, muchos cónyuges se abandonan físicamente y
ya no se preocupan de resultar atractivos para el otro. No hablamos aquí del
deterioro natural por la edad, sino de dejación: se visten de tal manera que parecen
una cama sin hacer, descuidan la forma de su cuerpo, pueden incluso dejar de
bañarse cuando están en casa y se permiten realizar acciones grotescas delante del
otro, que apagan todo posible deseo. Más allá de que hay momentos inevitables de
vulnerabilidad en la vida cotidiana, no es necesario que su cónyuge le vea realizando
acciones que le hacen indeseable.

Lo más probable es que si viene alguna visita o si debe salir de casa, ud. se arreglará
y buscará verse “decente” para ese momento. Sin embargo, si para alguien debemos
vernos bien en el mundo, es para nuestro cónyuge en primer lugar. Es necesario
mantener el encanto y la atracción mutua, lo que demuestra también respeto y amor
hacia el otro. Es cierto que ahora son una sola carne y no deben negarse el uno al otro,
pero no es sano ni bueno que se hagan difícil o tortuoso el cumplir el llamado “deber
conyugal” por su propia negligencia y descuido.

“No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para
ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente
Satanás a causa de vuestra incontinencia” (1 Co. 7:5)

Dios creó la intimidad sexual con el fin de proveer una ilustración de la unión
matrimonial. La dinámica de la relación sexual incluso refleja nuestro diseño como
hombres y mujeres y los roles que Dios estableció para nosotros.

Por lo mismo, no debe sorprendernos que Satanás odie esa hermosa imagen que
refleja el diseño de Dios. Él hará grandes esfuerzos para desfigurarla. La primera
manera -y quizás la más común- en que lo hace, es tentándonos a participar de la
actividad sexual fuera del matrimonio. Esto incluye todo: desde el sexo antes del
matrimonio hasta la homosexualidad, el adulterio, el bestialismo, la monogamia en
serie, etc. En cada uno de estos casos, la actividad sexual nos dice una mentira sobre
Cristo y la iglesia, y como cristianos -casados o no-, debemos proteger la reputación
de Cristo y la verdad que proclama la intimidad sexual dentro del pacto matrimonial.
Y haremos eso de muchas maneras:

• No trivializamos el sexo a través de la broma grosera o una actitud liviana.


• No cometemos infidelidad “virtual” a través de la pornografía o la coquetería
secreta con otras personas.
• No arriesgamos la naturaleza exclusiva de la unión matrimonial cultivando
relaciones emocionales íntimas con los miembros del sexo opuesto. En lugar de
eso, nos relacionaremos con esas personas como parejas casadas: dos que se han
convertido en uno.

59
Por otra parte, satanás ataca la intimidad matrimonial a través de la negligencia. No
se necesita saber la frecuencia con que un matrimonio tiene intimidad para
continuar animándole a tener más. Porque entre las reuniones, las actividades de los
hijos y los horarios de sus rutinas, las horas nocturnas de trabajo, el hacer compras
y lavar la ropa, las visitas a familiares, las actividades de la iglesia, las invitaciones a
amigos a comer, o aun una cita nocturna que los mantiene fuera hasta tarde; las
enfermedades suyas o de sus hijos y otras innumerables situaciones, hay un millón
de factores que le hacen postergar o abandonar la intimidad sexual.

Esto implica que necesitamos ser vigilantes e intencionados en proteger este regalo
de Dios. Necesitamos decir “no” a algunas buenas oportunidades, para así poder
estar juntos. Necesitamos planificar y desarrollar estrategias. Los esposos y esposas
necesitan hablarse para que sus expectativas y sus planes se unan. Como hombres,
debemos tomar tiempo y esfuerzo para crear el contexto que hará que nuestras
esposas se sientan apreciadas y deseadas; y las esposas necesitan asegurarse de que
no le han dado toda su energía y atención a los hijos, para que cuando estén con su
esposo tengan las fuerzas y el deseo para ser su esposa.

Tengamos en cuenta una última cosa: el matrimonio es una protección moral para
los creyentes. La Escritura dice: “si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es
casarse que estarse quemando” (1 Co. 7:9). Tenemos necesidades sexuales, y esta
puede ser un área en la que nos encontremos con diversas luchas y tentaciones. En
una sociedad perversa e hipersexualizada como la nuestra, Ud. y su cónyuge han
sido bombardeados durante años (quizá décadas) con imágenes y discursos que
vienen de una sexualidad deformada, y que estimulan pasiones desordenadas en sus
corazones. Probablemente han vivido experiencias mientras estaban sin Cristo que
dejaron recuerdos que nunca debieron estar en su memoria, o aprendieron cosas que
jamás debieron aprender.

Por eso, necesitarán ayudarse especialmente a luchar en medio de una cultura como
esta. No sea descuidado en esta área, porque Dios lo puso a Ud. como protección
moral para su cónyuge, para que no sea tentado, para que no se queme; y a la vez,
puso a su cónyuge como protección para Ud. Si es negligente o descuidado(a) a la
hora de cultivar la intimidad sexual con su cónyuge, hará que sea mucho más fácil
que él o ella sean tentados. Serán responsables si caen, pero Ud. es responsable ante
Dios por incumplir este hermoso deber conyugal.

Quizá su cónyuge no se atreve a decirle que lucha con pecados en esta área. O puede
que no sepa cómo comentarle que necesita tener más intimidad sexual con Ud. Quizá
Ud. ha mostrado tanta frialdad en esto, que al otro le parece que Ud. no necesita o no
desea la intimidad sexual, y por lo mismo, termina callando sus luchas y su
necesidad. O quizá Ud. reacciona a sus intentos con burlas, desprecio, extrañeza o
rechazo. Esto es muy peligroso, pues aquí es donde el enemigo trabaja con toda

60
libertad y puede causar grandes estragos. Preocúpese de cultivar esta intimidad, y
entregue la confianza a su cónyuge para que pueda conversarle libremente sobre lo
que piensa y siente en esta área.

2. Procreación
Pero el placer de ambos no es la única finalidad posible de la intimidad sexual.

a) Dios nos ordena en el principio de los tiempos, durante la creación, tener hijos. Es
una de nuestras primeras directrices: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves
de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Gn. 1:28).
b) Dios continuamente habla de los hijos como una bendición y un buen regalo que
proviene de Él: “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del
vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud” (Sal.
127:3-4).
c) La biblia está llena de ejemplos de hijos muy buscados y celebrados. Cuando Esaú le
pregunta a Jacob sobre su familia, “Jacob respondió: ‘Son los niños que por gracia Dios
ha dado a tu siervo’” (Gn. 33:5b). Los hijos son constantemente celebrados en la
Escritura. Es así como el matrimonio debe considerar a los hijos.

Es muy común hoy en día que las parejas tengan dificultades para tener hijos. Si
ustedes desean hijos y están tratando de tenerlos, entonces están obedeciendo el
mandato de Dios y están en sus manos soberanas. Dios no los está maldiciendo, pues
están en Cristo, sino que esta también es una situación que obra para su bien (Ro.
8:28). Por razones como estas, debemos evitar juicios apresurados, así como
preguntas y comentarios intrusos e inoportunos a los matrimonios. Esa curiosidad
inapropiada puede causar gran dolor a un matrimonio hermano que está luchando
para tener hijos.

3. Placer
La razón por la que muchas personas son atraídas a tener sexo es porque produce
gran placer para aquellos lo practican: “El amante declara, “He aquí que tú eres
hermosa, amiga mía; he aquí eres bella; tus ojos son como palomas.” Y la amada responde,
“He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce; nuestro lecho es de flores” (Cnt. 1:15-
16).

También describe la satisfacción que viene de ser íntimo el uno con el otro: La amada
declara: “Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre mis pechos” (Cnt.
1:13) y luego más tarde, la amada declara, “Mi amado es mío, y yo soy suya; Él
apacienta entre lirios” (Cnt. 2:16).

Y finalmente, también vemos el deleite que viene de practicar el amor físico con tu
cónyuge:

61
La amada proclama, “¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus
amores que el vino” (Cnt. 1:2).

El amante comenta, “¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto
mejores que el vino tus amores, y el olor de tus ungüentos que todas las especias
aromáticas! Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; miel y leche hay debajo
de tu lengua; y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano” (Cnt. 4:10-11).

Dios le ha dado esta intimidad como un regalo. También debe ser para la gloria de
Dios. Por extraño que pueda resultar juntar estas dos ideas: el sexo (porque
encontramos que es muy privado y ligado al pecado) y la gloria de Dios (porque
implica santidad y pureza); lo cierto es que la intimidad sexual fue diseñada por Dios
para ser disfrutada dentro del matrimonio como un gran deleite y placer, libre de
culpa, de manera que Ud. debe dar gracias a Dios por disfrutar de este bien con su
cónyuge.

La mayoría de nosotros asociamos el sexo con el placer y la satisfacción que


obtendremos de la experiencia. Pero si usted está entrando a la experiencia sexual
solo por lo que puede obtener (su placer y satisfacción) entonces necesita una
reorientación al sexo piadoso. A veces pensamos que los sodomitas son los únicos
que necesitan reorientar sus deseos. Los hombres y mujeres casados también. El
sexo no debe ser egoísta, sino desinteresado; usted debe entrar a la experiencia más
empeñado en complacer a su cónyuge que en complacerse a sí mismo. Aunque es
cierto que obtendrá gran placer y satisfacción de la experiencia, ese no debe ser su
objetivo principal.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• Si tienes grandes expectativas de disfrutar el encuentro sexual con tu cónyuge (y
está bien que así sea), ¿De dónde has sacado el modelo de cómo debe ser una
relación sexual? ¿Cuánto ha influido el mundo o la pornografía en tus expectativas
sobre la intimidad? ¿Cómo piensas enfrentar aquellas expectativas torcidas (tanto
en ti como en tu cónyuge) por estos malos ejemplos?
• Si has tenido sexo prematrimonial o has caído en la masturbación y/o la
pornografía, piensa en cómo eso puede afectar tu vida matrimonial y busca
repensar la relación sexual desde los parámetros bíblicos.
• Converse con su novio o cónyuge piadosa y francamente sobre sus expectativas en
relación con la intimidad sexual, y preocúpense de estudiar juntos el asunto desde
la Escritura.

Motivos de oración
• Que puedan honrar a Dios con su intimidad sexual, reflejando en esto también su
espiritualidad y devoción a Él en primer lugar.

62
• Que puedan disfrutar de la relación sexual como un regalo de Dios, a su manera y
no como lo presenta el mundo.
• Que no presionen a su cónyuge con expectativas sacadas del mundo o de la
pornografía, y puedan disfrutarse mutuamente en el marco de la intimidad y el
amor conyugal.

63
XI. LOS HIJOS – EL GOZO Y PRIVILEGIO DE LA PROCREACIÓN Y LA
CRIANZA17

Nuestra cultura aborrece a los niños y la paternidad. Se cometen decenas de millones


de abortos alrededor del mundo cada año, la tasa de natalidad en países como Japón
es tan baja que la población está disminuyendo en lugar de aumentar. Hay
asociaciones de personas que se niegan a ser padres y abundan noticias que ponen
como referentes a quienes desprecian la maternidad.

Hoy, cuando una mujer informa a su marido que está embarazada, probablemente
una parte de él se alegra y otra entra en pánico: ¿Cómo van a sobrevivir
económicamente? ¿Tendrá ella que dejar su trabajo o puede seguir trabajando?
¿Podrán tomar sus vacaciones anheladas? ¿Qué necesita saber para ser un padre
decente? Por la manera en que sobreviene esta preocupación, uno pensaría que hay
un pánico ante la terrible carga que los hijos podrían significar para sus
despreocupadas vidas.

Pero ¿Qué nos dice la Biblia sobre tener hijos en el matrimonio?

1. Un propósito central en el matrimonio es procrear

“Y los bendijo, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad toda la tierra, y sojuzgadla, y
señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven
sobre la tierra” Gn. 1:28.

Una parte de la bendición divina en la creación es procrear. Dios le dio al marido y la


mujer la capacidad de reproducirse. Si observa el libro de Génesis, encontrará que la
idea de la bendición divina y la procreación están estrechamente relacionadas (9:1,
7; 17:20; 28:3; 35:11; 48:4). Tener hijos es algo bueno; es muestra de la bondad de
Dios.

Una manera central en que cumplimos con el mandato de “sojuzgar” y “señorear” la


tierra es teniendo hijos. Este es el diseño de Dios en la creación para hombres y
mujeres como administradores del huerto.

Por consiguiente, si como matrimonio se niegan a tener hijos, se encontrarán


contradiciendo este enfoque. No discuta conmigo: si usted no quiere hijos, lleve su
argumento a Dios. Como el gran Creador, Dios le dio al hombre y la mujer la
capacidad para procrear y el deber de hacerlo.

17
Sección basada principalmente en “Clase 10: La Bendición de los Hijos”, de la sección Clases
esenciales del ministerio 9Marks, visto en http://es.9marks.org/clases-esenciales-el-
matrimonio, 19-02-2019. Revisada, editada y adaptada por ps. Álex Figueroa.

64
2. El Matrimonio es para hacer Adoradores
El plan de Dios va mucho más allá de llenar la tierra con seres vivos. Dios busca
adoradores. El matrimonio tiene la responsabilidad de criar discípulos de Cristo. No
podemos salvar a nuestros hijos (sólo Dios puede), pero podemos y debemos guiarlos
a la verdad.

Hablando del matrimonio, dice la Escritura: “¿Acaso Dios no los hizo un solo ser, en el
que abundaba el espíritu? ¿Y por qué un solo ser? Pues porque buscaba obtener una
descendencia para Dios” (Mal. 2:15). Dios da hijos a los matrimonios para que la
verdad pueda ser transmitida a la siguiente generación.

“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu
corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando
hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en
tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como
una señal en tu mano, y estarán como frontales entres tus ojos; y las escribirás en los
postes de tu casa, y en tus puertas.” (Dt. 6:4-9).

Más adelante manda: “y los hijos de ellos que no supieron, oigan, y aprendan a temer a
Jehová vuestro Dios” (Dt. 31:13). Dios ordena a los padres comunicar las verdades de
Dios a sus hijos para que ellos lleguen a temer al Señor.

Si los padres cristianos deciden no tener hijos (dejando esto a los incrédulos) o si son
irresponsables en enseñarles la verdad a sus hijos, ¿Cuáles son las consecuencias?
Josué, acercándose al final de su vida y habiendo visto las promesas del Señor
cumplirse, encarga esto a Israel:

“Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre
vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto; y
servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los
dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los
dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová”
(Jos. 24:14-15).

¿Qué sucede si esto no se cumple?

“Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de
ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel.
Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los
baales. Dejaron a Jehová el Dios de sus padres...” (Jue. 2:10-12).

No conocían al Señor ni lo que Él había hecho por Israel. ¿Ves cuán trágico es esto?
Una generación conoció a Dios y le amó. La siguiente generación le dio la espalda al
Dios de sus padres, ignorando las obras del Dios que los había redimido como pueblo.
Como padres cristianos, tenemos la alta responsabilidad de enseñar la verdad a

65
nuestros hijos. Somos el medio principal que Dios usa para comunicar la verdad a la
próxima generación. Así, Dios asigna la responsabilidad principal del discipulado de
los hijos a los padres, no a la iglesia.

John Piper señala que esto tiene enormes implicaciones para las parejas infértiles.
Por difícil que sea luchar con no poder engendrar, y considerar la posibilidad de
nunca tener hijos biológicos, entienda que el propósito de tener hijos es producir
adoradores de Dios. Así que, sean hijos biológicos o adoptados, el objetivo es criar
más adoradores.

Siendo esto así, entonces la adopción ya no es un ‘plan B’ sólo para quienes padecen
infertilidad. Eso hace de la adopción un ‘plan A’, una oportunidad para usar nuestros
recursos a fin de integrar a un niño a una familia que desea guiarlo al Evangelio de
Jesucristo. La adopción no es para todos; no toda familia puede o debe adoptar, pero
ciertamente es algo que todos debemos por lo menos considerar y orar al respecto,
especialmente porque el tema de la adopción es común en la Biblia (Ro. 8:23; Gá.
3:23-25; Ef. 1:5).

3. Los hijos son una herencia, una recompensa y una


bendición
“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como
saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el
hombre que llenó su aljaba de ellos; No será avergonzado cuando hablare con los
enemigos en la puerta” (Sal. 127:3-5).

Los hijos son descritos como una “herencia” y una “recompensa”. La herencia da la
idea de algo que es pasado de una generación a la próxima. Conforme usted tenga
hijos, pasan a la próxima generación su vida, sus valores, sus malos hábitos, sus
esperanzas y sueños, sus gustos y disgustos, y aun mucho, mucho más. La madre que
se dedica completamente a la crianza tiene una enorme cantidad de tiempo cada
semana para discipular, formar e influenciar los pequeños corazones de sus hijos.
Para la mayoría de nosotros, nuestra mayor influencia póstuma será a través de
nuestros hijos. Esa es nuestra herencia: nuestros hijos y el impacto que ellos tendrán
en este mundo. ¿Será uno de redención, una herencia que glorifique a Dios, una que
no conoce al Señor ni sus obras maravillosas?

La otra palabra utilizada en el Salmo 127 para describir a los hijos es recompensa. Dios
da hijos como un buen regalo para los padres.

En los vv. 4-5, los hijos son comparados con flechas en la mano de un guerrero, y es
bienaventurado quien llenó su aljaba de ellos. Los hijos son también un medio de
protección para los padres enfermos y ancianos. En los días de Salomón, las
pensiones y el plan de salud vinieron en forma de hijos que sostenían y auxiliaban a
sus padres cuando eran ancianos. Vendrá un día para muchos de nosotros cuando

66
nuestros padres estarán débiles e incapaces de cuidarse a sí mismos, y se volverán
totalmente dependientes de nosotros para atender sus necesidades.

Aunque no hay una ley sobre la cantidad de hijos que debe tener cada matrimonio,
no sea tan tacaño con el número de hijos que tiene. La Biblia dice que debemos tener
una aljaba de ellos. El Señor nos motiva a tener hijos mientras somos aún jóvenes.

4. Los hijos son buscados y celebrados


Finalmente, la Biblia está llena de ejemplos de hijos tan buscados y celebrados.
Cuando Esaú le pregunta a Jacob sobre su familia, “él respondió: ‘Son los niños que por
gracia Dios ha dado a tu siervo’” (Génesis 33:5b). Los hijos son constantemente
celebrados en las Escrituras. Así debemos verlos nosotros, como una razón para
alegrarnos y agradecer a Dios.

La esterilidad deliberada
En la crianza, es tan claro el diseño de Dios y hay tantas razones para alegrarnos
asociadas a ella, que no tiene sentido escoger la esterilidad voluntariamente, es
decir, la decisión consciente de renunciar a tener hijos, ya sea durante un período
prolongado de tiempo o indefinidamente. En la Biblia no hay categoría para tal
comportamiento. ¿Por qué querría usted renunciar a tal bendición de Dios? ¿Por qué
cree que el mandato dado por Dios a la humanidad en Génesis 1 no aplica a su vida?
Examine las Escrituras y considere cómo someter su voluntad a Dios en esta área. Si
deliberadamente se niega a tener hijos, entonces no debería pensar en el matrimonio
(y por tanto, en ninguna relación con el sexo opuesto).

Esta generación está llena de adultos infantilizados. A pesar de que ya tienen edad
para procrear, muchos siguen pensando como niños y no están preparados ni han
sido formados para ser padres. Abundan quienes buscan relaciones sexuales, pero
no están dispuestos a hacerse cargo de las responsabilidades asociadas a ellas, siendo
la principal de ellas la paternidad. Esta situación debe ser corregida entre aquellos
que componen el pueblo de Dios.

Control de la natalidad

Por supuesto, esto naturalmente conduce a la pregunta del control de la natalidad.


Aunque la Biblia no aborda esta cuestión explícitamente, sí dirige nuestros
corazones y voluntad en el control de la natalidad como en todos los otros asuntos
de la vida. Está bastante claro en las Escrituras que no debemos matar. Por lo tanto,
el aborto y el infanticidio son claramente pecados. Del mismo modo, están
prohibidos los dispositivos que previenen la implantación del óvulo fecundado,
tales como la píldora del día después y los DIU (dispositivo intrauterino). Más allá de
estos casos, su decisión de utilizar algún método de control de la natalidad entra en
un área de reflexión personal en cuanto a la motivación.

67
Así que pensemos en términos de ejemplos prácticos para explorar algunas de las
motivaciones y actitudes que pueden girar en torno al uso de anticonceptivos.

Un ejemplo impío: Jaime y Patricia tienen carreras muy prósperas en Santiago, y


básicamente ellos piensan, “los niños son una molestia y nuestras carreras van muy
bien”. De hecho, ella tiene una preocupación por la sobrepoblación, y piensa usar
pastillas para disfrutar del dinero, el tiempo, el ocio, etc.

¿Qué piensa? Se trata de una actitud pecaminosa y rebelde. Ellos están escogiendo
deliberadamente no tener hijos debido a su egoísmo. Esencialmente, los hijos se
interpondrían en sus carreras y en su diversión, por eso no quieren ninguno. Los
hijos son la mayor bendición de Dios, pero tales actitudes niegan esa verdad.

Ejemplo piadoso: ¿Qué tal David y Ana? Ellos consideran: “En el pensamiento a largo
plazo acerca de nuestro ministerio, parece prudente en esta etapa esperar por un
tiempo determinado con el fin de prepararnos”. O Samuel y Elizabeth: “Estamos
retrasando por un tiempo definido la llegada de los niños para que mi esposa pueda
quedarse en el hogar a tiempo completo”. O qué tal Miguel y Sara, “Dios nos ha dado
seis hijos, y son una delicia... pero estamos pensando usar métodos anticonceptivos,
ya que cada vez es más y más difícil proporcionarles el cuidado que Dios requiere en
términos de espacio, planes de salud, costo de educación y alimentación. O,
finalmente, qué tal Carlos y Bárbara: “Dios en su gracia nos ha dado dos hijos, pero
debido a complicaciones significativas en el embarazo, pensamos que no es sabio
arriesgar severamente la vida de mi esposa teniendo más hijos”.

La razón por la que estas personas están escogiendo usar un control de la natalidad
es porque están tratando de preservar otros principios divinos. Los ejemplos no solo
reflejan una actitud de agradecimiento por los niños, sino diferentes motivos para
no tener hijos en este momento.

En conclusión, el control de la natalidad será apropiado o no según las motivaciones.


Una pareja cristiana que usa el control de natalidad no necesariamente debería
asumir que están en lo correcto, sino que deben examinar su uso a la luz de una
enseñanza bíblica clara de que los hijos son un regalo de Dios y que un propósito del
matrimonio es la procreación. Al igual que muchas otras cosas, los métodos
anticonceptivos (no abortivos) en sí mismos no son pecaminosos, pero pueden ser
pecaminosos si se utilizan para promover deseos egoístas.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• ¿Cuál es tu pensamiento sobre los hijos? ¿Se parece más a la visión imperante en el
mundo o a la que surge de las Escrituras? ¿Cuánto has dedicado a meditar en esto y
moldear tu mente conforme a la Palabra?

68
• ¿Has hablado específicamente con tu novio(a) o cónyuge sobre este asunto? ¿Es algo
en lo que han meditado o lo dejan a la improvisación? ¿En qué casos usarían métodos
anticonceptivos?
• ¿De qué forma piensas entregar un mensaje al mundo a través de tu paternidad?
¿Cómo piensas pasar el Evangelio a la próxima generación?

Motivos de oración
• Que puedan tener un entendimiento bíblico sobre los hijos y la paternidad.
• Que estén preparados y maduros para abordar este desafío cuando llegue el
momento.
• Que sean fieles y determinados en pasar el Evangelio a la próxima generación.
• Que tengan la fortaleza y la sabiduría para ser padres conforme a la Palabra de Dios.

69
XII. EL MATRIMONIO Y EL DINERO – UN MEDIO Y NO UN FIN18

Se suele decir que “los tres grandes” en un conflicto matrimonial son: el sexo, la
crianza y el dinero. ¿Por qué los cónyuges pelean por el dinero? ¿Y cómo podemos
evitar estas discusiones y aprender a hacer que el área financiera en nuestro
matrimonio sea un gozo y no una carga?

El Dinero es un Asunto Espiritual


En una sociedad materialista, a veces podemos preocuparnos por el dinero y sus
asuntos: ¿Cuánto gastamos? ¿Pueden los cristianos tener deudas? Si se nos permite
tener deudas, ¿Cuánto es demasiado? ¿Cómo y cuándo compramos una casa?
Mientras más dinero tenemos, más felicidad tenemos, ¿O no?

Lo que no debemos hacer es dividir nuestra vida incorrectamente en dos categorías:


(1) administración financiera, la que se ejecuta con un pensamiento práctico (pero
no necesariamente bíblico); y (2) asuntos espirituales, que son las áreas de nuestra
vida gobernadas por la Biblia. Si somos cristianos esto no será así, sino que toda
nuestra vida debe someterse a la Palabra de Dios, incluyendo nuestras finanzas.

Jesús declara: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará
al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”
(Mt. 6:24). El término “servir” significa que una persona es esclava de alguien o de
algo. Un discípulo cristiano no puede tener lealtades divididas. El dinero no puede ni
debe ser el amo de un creyente, pues sólo Dios puede tener ese lugar. Dios ha de ser
el primero en todas las cosas, así que los parámetros escriturales deben guiar e
influenciar nuestro manejo del dinero.

En otras palabras, la manera en que administra su dinero es un asunto


esencialmente espiritual. Su dinero puede ser utilizado para propósitos de
santificación personal y búsqueda del reino; o puede ser una carga y un obstáculo
para nuestra relación con Dios. ¿Cuál es para usted?

Como matrimonio, somos responsables de administrar lo que Dios ha provisto para


nuestra familia, así que necesitamos tener cierto nivel de seguridad, planificación,
inversión, y ahorros en este mundo. Pero el desafío no es poner nuestra esperanza
final y seguridad en estas cosas. Como dice Proverbios, “El que confía en sus riquezas
caerá...” (11:28). Pablo le escribe a Timoteo, “17 A los ricos de este siglo manda que no
sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el
Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 18 Que

18
Sección basada principalmente en “Clase 11: Matrimonio y Dinero”, de la sección Clases
esenciales del ministerio 9Marks, visto en http://es.9marks.org/clases-esenciales-el-
matrimonio, 19-02-2019. Revisada, editada y adaptada por ps. Álex Figueroa.

70
hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; 19 atesorando para sí
buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna” (1 Ti. 6:17-19).

Queda claro, así, que el dinero es un asunto espiritual. Si ponemos nuestra esperanza
en el lugar correcto: en Dios, no en las riquezas, esto afectará la manera en que
vivimos (v. 18) y nos permitirá acumular tesoros para el siglo venidero, obteniendo
la verdadera vida (v. 19).

Un Presupuesto Familiar

¿Qué valora usted?

El dinero en sí mismo no es nada. Es en realidad un indicador de valor. Por


consiguiente, cuando peleamos por dinero, estamos discutiendo en verdad por lo
que valoramos en último término.

Aprendemos estos valores en diferentes contextos: la familia, nuestro entorno


vecinal, las amistades a lo largo de la vida, la educación, la iglesia, etc.). Si ambos
cónyuges son creyentes, se espera que sus valores sean esencialmente los mismos.
Como cristianos, atesoramos a Dios y su reino más que nuestra felicidad e interés
personal (egoísta). Desearemos tener un espíritu generoso y ser administradores
fieles de nuestros recursos. Sin embargo, aunque ambos sean cristianos, lo más
probable es que habrán aprendido distintos valores financieros porque difieren en
educación, crianza y experiencias.

[Historia de ejemplo: Gonzalo y Ana tuvieron su primera pelea sobre


dinero en una gasolinera, en su luna de miel. Cuando él ingresó a pagar
al servicentro, Ana se acercó y puso algunas cosas en el mostrador justo
cuando él iba a pagar. Gonzalo le dijo: “¿Qué haces? No necesitamos esas
cosas”. Y, francamente, ella se sintió ofendida por esa respuesta. Bueno,
¿Qué está pasando aquí? Los valores financieros que aprendieron
durante su crianza fueron diferentes. Ana era la princesita de papi (la
única niña en la familia), así que cada vez que su papi iba a la estación
de gasolina, a ella se le permitía comprar cualquier cosa que quería, y él
pagaba por eso junto con la gasolina. Por su lado, Gonzalo creció en una
familia de varios niños, y cuando se detenían en una estación de
gasolina, lo único que su madre les permitía hacer era salir del auto para
ir al baño. A ellos nunca se les permitió comprar nada, pues veían esos
“gustitos” como algo innecesario e irresponsable. Aquí vemos dos
culturas familiares entrando en conflicto la una con la otra. Estos son
los tipos de lecciones que usted aprende a través de su matrimonio en
asuntos muy cotidianos como este, conforme sus diferentes valores son
traídos a la superficie y revelados]

71
Al llegar a la adultez, usted sabe lo que el dinero puede comprar y tiene un sentido
sobre los gastos que valen la pena y los que no. Aquí está la fricción: sus valores
financieros son principalmente intuitivos, no es algo en lo que piensan demasiado,
sino que simplemente tienen esos conceptos en su mente por todo su trasfondo y
experiencia de vida. Estos valores que son implícitos se harán explícitos en su
matrimonio. A medida que los diferentes valores entren en conflicto el uno con el
otro, crean una tensión en la relación matrimonial.

¿Cuál es la solución? Crear un sistema de valores comunes. Marido y mujer necesitan


operar en mutuo acuerdo sobre los valores financieros. ¿Cómo lograr esto?
Estableciendo un presupuesto familiar. Al hacerlo, sus valores intuitivos son
examinados, meditados, cuestionados y acordados. Cuando marido y mujer trabajan
en formar un presupuesto juntos, responden a la pregunta: “A fin de cuentas, ¿Qué
valoramos mutuamente?”. Su presupuesto familiar es una forma primaria de dar
expresión a lo que resulta importante para ambos.

Esto es un reflejo práctico de ser “una sola carne” (Gn. 2:24); lo cual es sinónimo de
unión, armonía, unidad; que sin duda se traduce en estar “en la misma página” y
tener un plan acordado entre ambos. Esto se aplica a todas las áreas de su vida juntos:
crianza, metas profesionales, servicio e involucramiento en la iglesia, evangelismo,
y en este caso, las finanzas.

En suma, tener un presupuesto es acordar un conjunto de valores que guían sus


ahorros y hábitos de gasto en el matrimonio. Un presupuesto, administrado
apropiadamente, puede promover unidad y armonía dentro del matrimonio, pues
no estarán discutiendo constantemente sobre su dinero, al contar con un conjunto
común de valores y una pauta clara y específica de cómo lo administrarán.

El liderazgo y las operaciones del día a día


Si Dios pidiera hoy cuentas a su matrimonio, ¿A quién vendría primero si tuviera
preguntas sobre el presupuesto? Al marido. ¿Por qué? Porque él tiene el liderazgo
espiritual, tanto en el hogar como en la iglesia. Aunque ambos cónyuges tienen que
dar cuenta ante Dios sobre cómo viven (incluyendo las finanzas), el esposo dará una
cuenta definitiva de la administración de sus finanzas familiares.

¿Qué implica, entonces, el liderazgo en las finanzas familiares?

• Invitar a la mujer a que elaboren un presupuesto familiar. Eso significa que


conversan juntos ese presupuesto. Pero si esto no está sucediendo, es
responsabilidad definitiva del esposo hacer que eso ocurra.
• Velar para que tengan un tiempo regular de revisión de sus finanzas,
evaluando el estado de ella y los ajustes que son necesarios.

72
• Instar por el cumplimiento del presupuesto; lo cual significa que si no se está
cumpliendo, él es responsable en última instancia de los recibos que llegan y
las cuentas que no cuadran.
• Motivar a planificar el futuro, como la jubilación, la educación universitaria
de los hijos, comprar una casa, etc.
• Ser el proveedor principal del hogar. Si no hay comida en la mesa o techo sobre
sus cabezas, es responsabilidad definitiva del esposo asegurarse de que estas
(y otras cosas) sean provistas de manera adecuada.

Lo que el liderazgo no significa es que el hombre tenga que hacer todo por sí mismo.
El matrimonio es un equipo. Aunque el hombre tiene la responsabilidad última por
las finanzas familiares, ambos pueden trabajar juntos en lo práctico. Si la esposa
tiene habilidad en administrar los dineros (como suele ocurrir), el hombre será un
necio si él lo hace todo y le niega a su esposa la oportunidad de ayudar. Por ejemplo,
ella puede estar encargada de pagar las cuentas. Pero, aunque la responsabilidad de
las operaciones del día a día del presupuesto familiar puede ser compartida entre
ambos, el hombre tiene la responsabilidad definitiva de asegurarse que estas cosas
están sucediendo.

Imagine que la mujer está de compras, y ve una venta especial de un vestido que ella
ha querido comprar para su hija. ¿Qué debería pensar al tomar la decisión de
comprarlo o no?

• ¿Tenemos dinero disponible en el presupuesto para el ítem “ropa nueva”?


Debería tener alguna idea de si se puede gastar, porque el presupuesto debe
ser revisado constantemente por el matrimonio.
• Si ella no está segura, debe primero revisar su presupuesto o llamar a su
marido en ese momento para que lo revise. El presupuesto se debe respetar,
para eso está. Quizá puedan pensar: “pero es un gasto pequeño”. Una serie de
gastos pequeños como estos, y su presupuesto a fin de mes ya estará
desbalanceado y tendrán problemas.
• Si estamos operando en armonía en cuanto a las finanzas familiares, esto
debe ayudarnos en situaciones así, porque las decisiones de compras de uno
estarán informadas por el acuerdo de valores que han creado mutuamente en
el presupuesto familiar. Ninguno de los cónyuges debería tomar decisiones
sobre gastos de manera unilateral, sin respetar el presupuesto acordado. En
caso de dudas, siempre es aconsejable consultarse mutuamente y decidir de
común acuerdo. Los “gastos sorpresa” son una de las fuentes más comunes de
peleas matrimoniales.

73
¿Una Herramienta o un Arma?
El presupuesto familiar no está destinado a ser un arma para hacer lo que se nos
antoja o herir a nuestro cónyuge. Algunas personas son descuidadas con su dinero,
pero eso es una categoría separada. Sin embargo, hay momentos en que un cónyuge
maneja el dinero de manera tal que se protege a sí mismo, o con el intento deliberado
de controlar al otro. Ejemplos:

• Autoprotección: una esposa guardará dinero no solo para sus hábitos de


compra, sino también porque ella no está segura de que su esposo siempre
estará para ella. Ella está segura de que un día él la va a dejar, o lo guarda
porque tiene certeza de que él no sabe ahorrar y es irresponsable.

• Control: un hombre puede negar a su mujer el acceso al dinero para sus


asuntos personales, o ser muy restringido en lo que le permite hacer con su
dinero. En algunos malos matrimonios, el esposo puede gastar todo lo que
quiera en sí mismo y negarle dinero a su esposa, ya sea porque es avaro o
porque quiere humillarla.

Si un presupuesto no está destinado a ser un arma, entonces, ¿qué debe ser? Hay 4
formas en las que el presupuesto familiar puede ser una herramienta para fortalecer
su matrimonio:

1. Es una herramienta para edificar la confianza en el matrimonio. Una de las áreas


en que la confianza aumenta o se pierde, es en las finanzas. Si su cónyuge no puede
resistir comprar cosas en internet que no se ajustan a su presupuesto familiar,
¿Cómo afecta eso a la relación? Daña y debilita la confianza. Las parejas más
inmaduras suelen tener una cosa en común: no confían en el otro con su dinero, cada
uno tiene sus cuentas separadas y no tienen acceso a los dineros del otro. Esto no es
ser “una sola carne”. En el caso de que ambos cónyuges trabajen, deben colaborar a
un presupuesto común del matrimonio. En el caso de que sólo el hombre trabaje, ese
dinero no es “de él” sino de ambos, y así debe ser administrado.

2. Es una herramienta para la comunicación dentro del matrimonio. Al mantener un


presupuesto familiar, la pareja necesita comunicarse regularmente el uno con el
otro sobre las finanzas familiares, debiendo el hombre asegurarse que esa
conversación suceda de manera habitual.

3. Un presupuesto familiar es una herramienta para ahorrar y administrar las


deudas. ¿Por qué alguien quisiera ahorrar? Guardar una cantidad de dinero es
prepararse responsablemente para: (1) un tiempo difícil cuando sus ingresos estarán
apretados, como un cónyuge que pierde su empleo durante una mala economía; (2)
una catástrofe imprevista, como la necesidad de tratamiento médico de un hijo que
no está cubierto adecuadamente por el seguro de salud; (3) invertir en más activos a

74
largo plazo, como comprar una casa o un auto; (4) inversiones sabias en el futuro,
como jubilación o fondos universitarios.

Todas estas cosas tienen elementos futuros en sí mismos. El necio gasta su dinero
rápido y satisface sus deseos inmediatos sin pensar más allá. Se caracteriza por ser
impulsivo y no resistir las tentaciones. A él no le importa el futuro, aunque lo diga
con su boca: “el necio todo lo despilfarra” (Pr. 21:20 NVI). Por el contrario, el hombre
sabio se prepara para el futuro (Pr. 6:6-8; Gn. 41:21-57). Como dijo un autor, “La falta
de planificación invita pobreza”19.

¿Qué sucede si usted no ahorra nada y solo vive con lo que recibe? Aunque esto en sí
mismo no está mal, pone una tensión en los miembros de la familia o los miembros
de la iglesia cuando algo va mal en su vida. Y aunque la familia y las amistades de la
iglesia estén ciertamente dispuestos a ayudar en los malos tiempos, al no ahorrar
ahora, usted está diciendo que está dispuesto a gastar todo lo que tiene en usted y
pone el dinero de su familia y amistades de la iglesia en riesgo. Y esto es algo muy
delicado.

¿Qué pasa con la deuda? En nuestra cultura todos se endeudan, así que nos puede
parecer algo normal. Además, en Latinoamérica se suele ver al deudor como una
víctima, como alguien oprimido que se vio obligado a caer en esa situación. Aunque
esto podría ser así, gran parte de las veces se debe a una administración
irresponsable y negligente, donde la persona es responsable de su estado porque no
tomó decisiones financieras sabias y conforme a principios bíblicos.

La Biblia es muy clara en su advertencia sobre la esclavitud de las deudas. “Así como
el rico se enseñorea de los pobres, el que toma prestado es siervo del que presta” (Pr. 22:7).
La deuda en sí misma no parece ser un pecado. Pero debemos distinguir entre la
buena deuda y la mala deuda.

• La buena deuda es una deuda responsable, es decir, la que se contrae


usualmente en áreas como educación o activos a largo plazo (como un
vehículo o una casa), y es algo que se puede pagar responsablemente a través
del tiempo, después de haber evaluado bien cuánto dinero puede destinar a
eso sin poner en peligro sus finanzas. Generalmente son asuntos a los que no
se puede acceder sin este tipo de deuda a largo plazo.
• La mala deuda es una irresponsable, como acumular deudas en tarjetas de
crédito con tasas de interés astronómicas. También lo es el tomar préstamos
hipotecarios, automotrices o educativos en los cuales la familia no puede
responsablemente pagar con su ingreso esperado en los próximos años.
Generalmente la deuda mala parte del razonamiento “yo merezco vivir así,

19
Randy Alcorn, Managing God's Money.

75
por tanto, debo tener este bien o servicio”, en lugar de decir “esto es lo que
puedo financiar realmente, así que lo compraré o no”.

4. El presupuesto familiar es una herramienta para discipulado y bendición. Es


recomendable que los padres aparten dinero para construir una mejor relación con
sus hijos: para salidas padre e hijo, o para comprar libros para leer a sus hijos, o para
llevar a su hija a una salida. También es clave que los matrimonios aparten dinero en
su presupuesto para ofrecer hospitalidad regularmente en su casa, y los
discipuladores, para tiempos de compartir con otros. Es una práctica necesaria que
contemplen un dinero para salir como matrimonio y tener un tiempo juntos.

También debemos procurar ser una bendición para otros:

• Hay familias que hacen donaciones económicas a quienes se encuentran en


necesidad. Para hacer esto hay que considerarlo en su presupuesto cada año.
• Algunas personas separan algo de su dinero para darlo a algún fondo de
benevolencia.
• La manera más obvia de bendecir a otros es dar a la iglesia o a servidores de un
ministerio cristiano, como los misioneros. Un buen punto de partida en su diezmo
es dar primordialmente a la iglesia, y luego dar más allá para otros cristianos que
sirven en el ministerio. Generalmente los miembros son motivados a dar por lo
menos un 10% de su presupuesto. ¿Por qué 10% y no 2%? Porque diezmar en
realidad significa “una décima parte” (compare Dt. 14:22-23). No queremos ser
legalistas con esto; pero tampoco queremos ser desobedientes, ya que la idea de dar
de su cosecha/ingreso al Señor está bien especificado en la Biblia (Dt. 12:6; Éx.
35:29; Lc. 6:28; 2 Co. 8-9; Pr. 11:24-25, y muy claramente, 1 Co. 9:13-14).

Lo que es más importante en última instancia no es el 10%, sino su disposición de


dar incluso mucho más que esto. Más aún, es su consciencia de que su dinero es por
completo del Señor y no suyo. De todas las personas, los cristianos deben estar
marcados por un espíritu generoso y dador. Si usted está dando porque “tiene que”
dar algo, simplemente no entiende. Lo que hacemos realmente es que devolvemos lo
que le pertenece a él (Sal. 50:10-12). Damos libremente, porque no queremos invertir
con un enfoque terrenal, sino en tesoros celestiales (Mt. 6:19-20).

Damos libremente porque conocemos la gracia que se nos concedió en Jesucristo. En


la explicación a la iglesia de Corinto del porqué ellos debían “abundar también en esta
gracia” (2 Corintios 8:7), Pablo apunta hacia el Evangelio. Él escribe, “... que por su
amor a vosotros (Jesucristo) se hizo pobre, siendo rico...” (2 Co. 8:9). Pablo usa la
ilustración monetaria para describir la mayor realidad espiritual. Jesús se despojó de
Su gloria temporalmente, es decir, se hizo “pobre,” para que pudiéramos ser “ricos”,
es decir, para que pudiéramos ser salvos por Su muerte en la cruz. Podemos abundar

76
en la gracia de dar cuando consideramos todo lo que Dios ha hecho por nosotros a
través de Cristo.

Pregunta obvia: ¿Abunda en la gracia de dar porque tiene que hacerlo (legalismo) o
porque usted quiere amar con el amor de Cristo, incluyendo sus finanzas en esto?

¿Cuáles deberían ser las prioridades bíblicas en nuestro presupuesto?

1. Las primicias para el Señor: si bien es cierto no nos regimos por la ley ceremonial
del antiguo pacto, ella está llena de principios instructivos sobre la
administración que debemos hacer de los bienes y recursos que el Señor nos ha
dado. En ese sentido, el principio de las primicias está por todas partes en la ley,
y tiene que ver con dar al Señor lo primero y lo mejor de lo que tenemos y de lo
que recibimos (incluía hasta el primogénito de nuestros hijos, por el cual se
presentaba una ofrenda). Basta ver pasajes como Éx. 22:29; 23:16; 23:19; 34:26;
Lv. 2:12; 2:14; 23:10 (aquí la primera cosecha en la tierra prometida debía ser
ofrecida al Señor); Nm. 15:21; 18:12; 18:13; Dt. 12:6; 18:4; 26:1-2. ¿Cómo se
aplica esto en la iglesia? Leer con atención 1 Co. 9:13-14. Este principio de las
primicias, bien entendido, también se extiende a nuestro tiempo y nuestras
fuerzas.
2. Las necesidades y gastos básicos del hogar y su funcionamiento (1 Ti. 5:8).
3. Las obras de misericordia (2 Co. 8 y 9).
4. Los gastos no necesarios y recreativos.

Unas breves palabras para parejas comprometidas o recién


casados
Trate de construir ese presupuesto en torno a un solo ingreso, no el de los dos. Un
error clásico es que los matrimonios hagan depender su nivel de vida de dos ingresos
al inicio de su vida juntos; y entonces si quieren cambiar más adelante, como dejar
que su esposa se quede en el hogar cuando tengan su primer hijo, tienen que hacer
algunos ajustes dolorosos.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• ¿Cómo administra actualmente su dinero? ¿Lo hace ordenadamente o es más
dejado a la improvisación? ¿Ha determinado conscientemente que la
administración de su dinero se rija por los principios bíblicos?
• ¿De dónde ha sacado su modelo de administración de finanzas? ¿Ha analizado su
trasfondo familiar y cultural sobre administración del dinero? ¿Si lo analiza, qué
puede decir de él a la luz de la Escritura?
• ¿Tiene un presupuesto familiar? Si lo tiene, ¿Qué prioridades refleja? Si no lo tiene,
¿Cómo piensa hacer que sus finanzas glorifiquen a Dios y no pongan estorbo a su
convivencia matrimonial?

77
Motivos de oración
• Que su administración del dinero refleje que su Dios es el Señor, y no Uds. mismos
ni los bienes de este mundo.
• Que en sus finanzas glorifiquen a Dios y lo honren siendo responsables y
generosos.
• Que sean libres de conflictos y penurias derivadas de la codicia o de la mala
administración por decisiones necias, irresponsables y no guiadas por la Escritura.

78
XIII. DIVORCIO Y NUEVO MATRIMONIO – CUÁNDO EL PACTO ES
ROTO20

No hay duda que cuando se trata de divorcio y nuevo matrimonio, hemos llegado a
un tema que es a la vez difícil e incómodo, pues donde ha ocurrido un divorcio ha
ocurrido pecado. Y uno tal, que un pacto de unión ha sido roto. En el divorcio se
destroza una relación, y no hay forma en que la ruptura no sea trágica y dolorosa. A
pesar de que las enseñanzas de la Biblia sobre el divorcio y el nuevo matrimonio son
claras a grandes rasgos, cuando descendemos a la aplicación de los principios
bíblicos en el día a día rara vez es algo obvio y simple.

En respuesta al dolor y la dificultad del divorcio, el mundo ha optado por el enfoque


suave del divorcio sin culpa: simplemente no funcionó y nadie tiene la culpa. De
hecho, el mundo asume que asignar culpa y responsabilidad solo hace que la
situación dolorosa lo sea aún más, así que, ¿Por qué preocuparse? Por otro lado,
algunos cristianos han tomado el enfoque de que todo divorcio es pecado, que nunca
es una opción para los cristianos, y que, si llega a ocurrir, el nuevo matrimonio no es
permitido. Eso es ciertamente más simple, pero ¿Es fiel a Dios y a su Palabra
revelada?

De hecho, el lugar para comenzar es la clara declaración de que Dios odia el divorcio:
"Yo aborrezco el divorcio, dice el Señor, Dios de Israel” (Mal. 2:16 NVI). Pero necesitamos
entender que Dios lo aborrece de la misma manera que una persona divorciada odia
el divorcio: no como un tercero desinteresado, sino como alguien que conoce
personalmente el dolor del divorcio. Porque lo cierto es que Dios mismo aplicó el
divorcio respecto de un pueblo adúltero e infiel:
“6
Durante el reinado del rey Josías el Señor me dijo: ¿Has visto lo que ha hecho Israel, la
infiel? Se fue a todo monte alto, y allí, bajo todo árbol frondoso, se prostituyó. 7 Yo
pensaba que después de hacer todo esto ella volvería a mí. Pero no lo hizo. Esto lo vio su
hermana, la infiel Judá, 8 y vio también que yo había repudiado a la apóstata Israel, y
que le había dado carta de divorcio por todos los adulterios que había cometido. No
obstante, su hermana, la infiel Judá, no tuvo ningún temor, sino que también ella se
prostituyó” (Jer. 3:6-8 NVI).

Dios sabe lo que significa ser traicionado y abandonado. Y Dios conoce el dolor del
divorcio. Nos habla por medio de Cristo como varón de dolores, experimentado en

20
Sección basada principalmente en “Clase 12: Divorcio y Re-casamiento”, de la sección Clases
esenciales del ministerio 9Marks, visto en http://es.9marks.org/clases-esenciales-el-
matrimonio, 19-02-2019. Revisada, editada y adaptada por ps. Álex Figueroa.

79
quebranto, incluyendo el del amor traicionado y abandonado. Y es precisamente en
ese contexto que viene a nosotros con una Palabra de verdad y esperanza.

1. ¿Qué es el divorcio?

El divorcio es la disolución de un matrimonio

Hay un matrimonio cuando se da la unión entre un hombre y una mujer por medio
de un pacto de juramento solemne y público. Ef. 5:22-33 expone el modelo del pacto,
y habla de la unión en una sola carne. El divorcio rompe o disuelve esa unión.

Malaquías describe el divorcio como “deslealtad” (traición) con tu compañero(a) de


pacto: “Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu
juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto”
(2:14).

Por supuesto, muchas cosas violan el pacto matrimonial y pueden ser caracterizadas
como deslealtad. En rigor, todo pecado entre los cónyuges puede ser considerado así.
Y cada vez que el pacto es violado, el pacto es vulnerado en algún grado. Pero no toda
violación atenta de manera definitiva contra el estado fundamental del pacto en una
sola carne. Algunas cosas, en contraste, golpean el corazón del pacto y sus
obligaciones.

En Jeremías 3, Dios se refirió a los adulterios de Israel. Cuando una persona casada
comete adulterio (es decir, se une en una sola carne con alguien que no es su
cónyuge) está en efecto repudiando la unión exclusiva del pacto matrimonial,
deshonrándolo y exponiéndolo a vergüenza y mancha (He. 13:4).

El apóstol Pablo utiliza una sola carne para describir la relación de un hombre con
una prostituta: “¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella?
Porque dice: los dos serán una sola carne" (1 Co. 6:16). El punto no es que ahora está
casado con la prostituta, sino que el tal se ha unido físicamente con alguien externo
al pacto exclusivo, y ¡cuán detestable e inapropiado es eso!

El divorcio, en la Biblia, por lo tanto, es el reconocimiento público y formal de que la


unión ha sido rota y el pacto está disuelto.

2. ¿Qué piensa Dios del divorcio?

Dios odia el divorcio

80
Es la ruptura de un pacto: la mentira fundamental sobre el carácter de Dios
(fidelidad) y la manera en que se relaciona con Su pueblo. La Escritura nos da razones
sobre por qué Dios odia el divorcio:

“11Prevaricó Judá, y en Israel y en Jerusalén se ha cometido abominación; porque Judá ha


profanado el santuario de Jehová que él amó, y se casó con hija de dios extraño. 12 Jehová
cortará de las tiendas de Jacob al hombre que hiciere esto, al que vela y al que responde, y
al que ofrece ofrenda a Jehová de los ejércitos. 13 Y esta otra vez haréis cubrir el altar de
Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para
aceptarla con gusto de vuestra mano. 14 Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha
atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella
tu compañera, y la mujer de tu pacto. 15 ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de
espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues,
en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. 16 "Porque
Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su
vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis
desleales” (Mal 2:11-16).

1. Dios odia el divorcio porque perjudica la oportunidad de los padres de criar una
descendencia piadosa (v. 15). Recuerde que este es un propósito central del
matrimonio.
2. Dios odia el divorcio porque es el rompimiento de un pacto, y Él es un Dios de pactos.
Cuando se hace un pacto, el deseo de Dios es que se mantenga y que perseveremos en
ello; no que lo rompamos (Ec. 5:5). En Mal. 2, se rompe el pacto entre Dios e Israel.
3. Dios odia el divorcio porque destruye la imagen de fidelidad del pacto: "Él,
respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los
hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán
una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios
juntó, no lo separe el hombre" (Mt. 19:4-6).

Jesús advierte que lo que Dios ha unido, ningún hombre debe pensar que tiene
permiso para separarlo. Es como si Jesús dijera, “Si Dios los juntó, ¿cómo se atreve (un
simple humano) a considerar separarlo?”. La cita de Gn. 2:24 que Jesús usa es la misma
a la que el apóstol Pablo apela en Ef. 5 y se relaciona con el misterio de Cristo y la
Iglesia. Dios aborrece la mentira que dice el divorcio sobre la relación entre Cristo y
Su Iglesia cuando dos personas separan lo que Dios ha unido.

4. ¿Es el divorcio siempre un pecado?

El mundo dice que nunca lo es. Algunos cristianos han dicho que siempre lo es. Pero
vemos que la Biblia enseña que, aunque el divorcio es siempre el resultado del
pecado…

81
El divorcio no siempre es pecado para ambas partes involucradas

Jesús condena el divorcio en general, pero lo permite expresamente en caso de


adulterio: “8 El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a
vuestras mujeres; mas al principio no fue así. 9 Y yo os digo que cualquiera que repudia a
su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con
la repudiada, adultera" (Mt. 19:8-9).

El divorcio es siempre un pecado por lo menos para uno de los cónyuges. Puede ser
un pecado para ambos. Sin embargo, a veces es un acto de justicia para la parte
ofendida e inocente.

Ahora, hablar de una “parte inocente” se trata de una inocencia relativa, no absoluta.
Puede ser inocente acerca del punto final en disputa, por ejemplo, el adulterio. Pero
eso no es para declararlos inocentes de todo pecado que conduce a este punto. Por
ejemplo: Un hombre que comete adulterio después de vivir durante años con su
esposa que estaba emocional y físicamente distante. El pecado de ella es real, pero
NO excusa la infidelidad de él, quien debió honrar el pacto en obediencia a Dios.

5. ¿Cuáles son los fundamentos bíblicos para el divorcio?

Los fundamentos bíblicos nunca están destinados a ser un texto de munición para
dinamitar el matrimonio: “¡Ah! ¡Aquí está! Ahora me puedo divorciar de él(la)”. Por
el contrario, exponen la naturaleza de pacto del matrimonio y proporcionan un
marco de referencia para la reconciliación.

El divorcio nunca es requerido, sino sólo permitido. La opción siempre está para
perdonar. De hecho, la Biblia parece no permitir razón alguna para retener el perdón
ante el arrepentimiento. Sin embargo, en un mundo caído, el arrepentimiento está
frecuentemente ausente. En ese caso, hay dos categorías básicas de fundamentos
bíblicos para el divorcio:

1) “…excepto por infidelidad matrimonial…” Mt. 5:31-32, 19:3-921

21
En Mateo 19:3-8, También es importante notar que los fariseos dijeron que Moisés
“ordenó” el divorcio y Jesús dijo que solo “lo permitió” por su duro corazón. En este pasaje
Jesús eliminó la penalidad mosaica para el adulterio e hizo legítimo el divorcio por esa causa.
Fue directo al corazón del problema, que es el problema del corazón, similar a otros pasajes
en el sermón del monte (extiende el adulterio a cualquiera que mira a una mujer para
codiciarla). Esto es una ilustración excelente de la autoridad de Jesús y un ejemplo de cómo
debemos mirar el Nuevo Testamento para interpretar el Antiguo.

82
31
También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio.32 Pero yo
os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella
adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio (5:31-32)22.
8”
El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras
mujeres; mas al principio no fue así. 9 Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer,
salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la
repudiada, adultera (19:8-9).

La palabra griega traducida como “adulterio” es porneia y aplica a mucho más que
solo la relación sexual entre una persona casada y alguien más. Se refiere más
ampliamente a la inmoralidad sexual de una manera integral.

La infidelidad golpea el corazón del pacto, que es uno que sirve de marco a una
relación sexual y protege una intimidad exclusiva23. Como hemos visto, esa unión
sexual da al mismo tiempo una expresión visible al pacto entre marido y mujer.

Entonces, ¿En qué consiste la infidelidad? Ciertamente incluye el adulterio. Pero


¿Qué hay del uso de la pornografía? ¿Qué hay de una aventura que es puramente
emocional? ¿Qué hay con la tendencia creciente a las aventuras virtuales? Aquí
vemos que incluso un principio claro puede ser difícil de aplicar. Es por eso que el
divorcio, si ha de considerarse, debe estar precedido de consejería y dirección de los
ancianos de su iglesia y otros hermanos sabios.

Pero cuando tal proceso es hecho, la parte inocente, en dicho caso, puede (no está
obligada a) divorciarse de su cónyuge, y esto no será pecado para esa persona. Si es
posible una reconciliación piadosa, debe ser perseguida, pero tampoco obliga a quien
desea tomar la opción que le da la Escritura.

Si el cónyuge perjudicado decide perdonar, ¿Debe necesariamente volver a reunirse


con el cónyuge infiel? No. Hay una diferencia entre perdón y reconciliación del
pacto. El perdón ‘puede’ y frecuentemente ‘debe’ ser extendido unilateralmente.
Pero la reconciliación requiere que ambas partes se involucren, disponiéndose a
asumir la responsabilidad de sus propias acciones, y arrepentirse de sus propios
pecados, restaurando el pacto que fue violado por uno de los dos o por ambos.

22
En Mateo 5:32, es importante notar que el acto de divorcio no la hace una adúltera, sino
que la hace vulnerable mediante la creación de una tentación, una circunstancia, o por tener
que casarse de nuevo.
23
El efecto de romper el pacto que tiene el adulterio parece ser la preocupación para Dios más
que lo sexual (que sin duda es importante también para Él). Esto se ve en la discrepancia en
el castigo entre las situaciones en Dt. 22:23-24 y 22:28-29. El pecado sexual en ambos casos
es el mismo; pero la magnitud del crimen se determina a través de la presencia o ausencia de
un pacto matrimonial que está siendo violado.

83
2) “…pero si el incrédulo se separa, sepárese…” 1 Co. 7:12-15
12
Y a los demás yo digo, no el Señor24: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente,
y ella consiente en vivir con él, no la abandone. 13 Y si una mujer tiene marido que no sea
creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. 14 Porque el marido incrédulo es
santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros
hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos. 15 Pero si el incrédulo se separa,
sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso,
sino que a paz nos llamó Dios.

La cuestión que el Apóstol Pablo plantea es el abandono del pacto donde el cónyuge
que se separa es un incrédulo.

Si el no cristiano está dispuesto a vivir en el entendimiento cristiano del


matrimonio, es santificado en esa unión. No es salvo por este hecho; pero el creyente
es usado en el matrimonio como un medio de gracia e influencia cristiana en el
cónyuge no creyente. La esperanza es que un día el incrédulo pueda ser salvo porque
Dios usó al creyente en ese matrimonio.

Pero si el cónyuge incrédulo decide abandonar a su pareja, la parte cristiana no está


obligada. No estar obligada significa que no se ven forzados a permanecer en el pacto;
sino que son libres para volver a casarse, quedarse solteros, o reconciliarse.

Creemos que ciertas formas de abuso, incluyendo físico y/o abuso sexual del cónyuge
o de los hijos, se encuentran dentro de la categoría del abandono al que se refiere esta
causal. ¿Por qué? Porque se trata de un pecado tan atroz que alcanza el nivel de
violación del pacto. Si el sólo hecho de no proveer para los de la propia casa hace que
la Escritura declare que hemos negado la fe y somos peores que incrédulos (1 Ti. 5:8);
¿Cuánto más los golpes, los abusos sexuales y violaciones, las amenazas de muerte o
de violencia y las vulneraciones intencionales contra la salud o la integridad física o
psíquica del cónyuge y los hijos? Si un acto que implica mera negligencia (aunque
grave), como es el no proveer, resulta equivalente a negar la fe y ser peor que un
incrédulo, ¿Cuánto más el atentar activa, intencional y directamente contra la
integridad del cónyuge y los hijos? Si el cónyuge creyente puede separarse de aquel
incrédulo que pacíficamente desea apartarse de él(la), ¿Cuánto más puede separarse
de quien amenaza directamente su integridad física y psíquica, negando toda
fidelidad y honra al pacto matrimonial?

Algunos esperan que haya un texto explícito que declare esto dando el permiso para
el divorcio en esos casos, pero la lógica bíblica no es esa. En los Diez Mandamientos,
en la lista de frutos de la carne y el fruto del Espíritu, encontramos que cuando Dios

24
Y a los demás yo digo, no el Señor: el v.12 no significa que parte de este pasaje no sea inspirado
(observe el v. 40). De hecho, es justo lo contrario. Pablo está colocando sus palabras a la par
con las palabras de Jesús, dándoles la misma autoridad sobre un tema que Jesús no habló.

84
enumera algunos casos en Su Palabra nos está dando más bien encabezados que
incluyen categorías completas de asuntos similares, más que decirnos cláusulas
cerradas que incluyen sólo lo dicho ahí. Por ejemplo, cuando dice “no matarás”
envuelve allí todo el cuidado que debemos tener por la propia vida y la del prójimo,
prohibiendo todo atentado contra ese bien. Un razonamiento lógico a fortiriori (“con
mayor razón”) lleva necesariamente a concluir que estos atentados -¡incluso
criminales!- contra el pacto están incluidos en las causales de divorcio.

Ahora, una pelea, un golpe ¿Constituyen abuso físico? Si un abusador dice estar
arrepentido, ¿Cuánto tiempo tiene que seguir el abuso antes de que el
arrepentimiento profesado pruebe ser falso? Una vez más vemos rápidamente que,
aun cuando el principio del abandono está claro, su aplicación puede ser
extremadamente difícil, y requiera de paciencia y humilde consejo y dirección.

Es claro que los cristianos han tolerado cosas terribles porque piensan que sus votos
matrimoniales lo exigen. Los votos matrimoniales nos llaman a ceder y dispuestos a
soportar mucho en amor; pero no dejan de lado la Palabra de Dios, ni nos obligan a
ser más estrictos y dogmáticos de lo que ella realmente es.

Hay una tendencia creciente en la cultura evangélica de preguntar si otras cosas


encajan en esta categoría de abandono: abandono financiero o descuido de las
necesidades materiales; abuso emocional o verbal; no estar dispuestos a tener
relaciones sexuales; etc. En vez de decir un rotundo “sí” o “no” a cualquiera de estos,
es mejor decir que la sabiduría, la dirección y la consejería en oración deben siempre
ser buscados, ya que cada situación matrimonial puede ser muy diferente. Aunque
estos otros factores son con menor claridad una violación del pacto (comparado con
el abuso físico o sexual), pueden claramente ser factores que contribuyen a un
posible abandono.

Se debe aclarar también que el divorcio no es una decisión que toma la iglesia ni los
pastores, sino únicamente los cónyuges involucrados, y, en este caso, la parte
inocente mencionada, más allá de que resulta aconsejable la guía pastoral y el
acompañamiento por parte de la iglesia.

6. ¿Cuándo puede casarse de nuevo alguien que está divorciado?

Eso depende. Debido a que los fundamentos bíblicos del divorcio son estrechos y
deben aplicar como un requisito previo para el nuevo matrimonio bíblico, el divorcio
y el nuevo matrimonio están claramente prohibidos en la inmensa mayoría de los
casos (excepto por adulterio y abandono):

“Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se
casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera" (Mt. 19:9).

85
“y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio” (Mr.
10:11).

“Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a


servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios” (1 Co. 7:15)

Sin embargo, el apóstol Pablo escribe que el creyente no está obligado (al pacto) en
una circunstancia en la que el incrédulo lo abandona. Quien debe sufrir el castigo es
el que hace mal, no el que fue perjudicado.

Esta es la razón por la que el nuevo matrimonio después de un divorcio que no fue
bíblico, hace que la persona que se vuelve a casar cometa adulterio. Ellos están
participando en una unión sexual que es ilegítima y en la que no tienen ningún
derecho a participar (Mt. 5:32). Por otra parte, no vemos en la Escritura que el
cónyuge que fue infiel tenga el mismo derecho bíblico a casarse luego del divorcio
que solicitó el cónyuge inocente. No puede aprovecharse de su propia culpa.

Es por ello que la parte inocente en el divorcio bíblico es libre para volver a casarse
sin pecado. Después de haberse disuelto la unión de acuerdo con la Palabra de Dios,
ahora es libre para contraer una nueva unión.

El divorcio debe someterse a la Palabra de Dios: si ha habido una violación del pacto,
es legítimo reconocer eso y actuar como corresponde: si el divorcio es un
reconocimiento piadoso de la rebelión del cónyuge culpable contra Dios, entonces
no es pecado. Si el divorcio es iniciado sin ninguna base en la Escritura, entonces
ese divorcio es pecado.

Conclusión
Pastoralmente, y como iglesia, ¿Cómo debemos responder al divorcio? Como Dios lo
hizo: con verdad y compasión. Por un lado, necesitamos ser claros en las enseñanzas
de la Biblia, y esto mucho antes de que se necesite la reacción ante la situación.
Debemos prevenir el divorcio construyendo matrimonios fuertes desde el principio,
siendo una iglesia que proclame la verdad acerca de nuestro Dios fiel al pacto, con
nuestras palabras y nuestros matrimonios.

Por otro lado, debemos responder con compasión. El divorcio es el resultado del
pecado, y todos nosotros tenemos algún conocimiento de ese tema: si no es
personalmente, tenemos familiares o amistades que se han divorciado. El divorcio
no es un pecado imperdonable, aun si tiene algunas consecuencias que continúan en
esta vida. Por ello, debemos extender la esperanza del Evangelio a aquellas vidas que
han sido quebrantadas por el divorcio, aun cuando ya no sea posible la esperanza del
perdón para aquellos que se reencuentran con un excónyuge. Y debemos llamar la
atención a la posibilidad de reconciliación para aquellos que están separados e
incluso algunos que están divorciados.

86
Usted y yo sabemos lo que es ser reconciliados con Dios, aunque merecíamos un
certificado de divorcio de Él. Debemos ser personas que mantienen la misma
esperanza para aquellos que han conocido el dolor del divorcio: tanto la esperanza
de reconciliación con Dios como la esperanza de reconciliación con su cónyuge por
el poder del Evangelio de Jesucristo, quién murió para reconciliar aquello que fue
destrozado por el pecado.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• ¿Qué visión tiene del divorcio y de dónde cree que ella proviene (mundo, cultura
evangélica, trasfondo familiar, experiencias personales, etc.)? ¿Ha meditado en este
tema desde las Escrituras?
• ¿Es consciente de la seriedad y perpetuidad del pacto matrimonial, de la forma en
que Dios lo ve? ¿Se puede dar cuenta de que el hecho de que el divorcio está permitido
en la Biblia, lejos de erosionar el matrimonio resalta en realidad su solemnidad y su
honra?
• ¿Ora constantemente para que el Señor lo libre de violar su pacto matrimonial? ¿Ora
por su cónyuge en el mismo sentido? ¿Se encuentra actualmente en una situación
peligrosa que pone en riesgo su fidelidad al pacto? ¿Qué piensa hacer para poner fin
a esa situación? ¿Qué medidas toma cotidianamente para evitar encontrarse en una
situación como esa?

Motivos de oración
• Que puedan ver el matrimonio como Dios lo ve, con su seriedad, honra y excelencia.
• Que sean prudentes y sabios para evitar cualquier situación que ponga en riesgo su
fidelidad al pacto.
• Que el Señor fortalezca su convicción de que la unión matrimonial le pertenece a Él
y debe reflejar la relación entre Cristo y su Iglesia.
• Que orienten sus vidas en una actitud permanente de fidelidad y honra a su
matrimonio, para la gloria de Dios.

87
ANEXO:

EL NOVIAZGO: COMPROMETIDOS PARA GLORIA DE


DIOS25

I. Introducción: la dificultad de definir el concepto


No hay duda de que el matrimonio y la familia se encuentran bajo ataque desde
diversos frentes. Sin embargo, erramos si pensamos que esto es sólo algo propio de
la modernidad. Más bien, desde que el pecado entró al mundo, esta es una triste
realidad que se produce porque ahora nuestra naturaleza es caída y corrupta. Como
consecuencia de la distorsión del matrimonio y la familia, también el noviazgo ha
resultado afectado, siendo una relación interpersonal.

Por lo mismo, necesitamos hacernos algunas preguntas para comenzar:

• Soltero(a): ¿Estás tú relacionándote con otros de manera consistente con lo


que enseñan las Escrituras? ¿De qué formas tu noviazgo refleja el
pensamiento del mundo caído? ¿De qué manera tu noviazgo refleja la Biblia y
la sabiduría que has recibido de hombres y mujeres piadosos en tu iglesia?
• Casado(a): ¿Estás guiando a los solteros a tener un noviazgo/cortejo
consistente con las Escrituras? ¿Estás tomando tiempo para hablar con los
solteros acerca de su situación actual y sus planes para el futuro?

Las palabras ‘noviazgo’ y ‘cortejo’ pueden sonarnos como algo anticuado. Ambos
términos traen consigo una carga. Más que las palabras en sí, importa una definición
bíblica; y en este documento serán sinónimos. Esto para que no nos quedemos
varados en la terminología.

¿Dónde se encuentran las palabras ‘noviazgo’ o ‘cortejo’ en la Biblia? ¿Dónde


buscamos sabiduría en las Escrituras con relación a este tema?

En Gn. 24:1-7 vemos cómo Isaac encontró una esposa. El sirviente de Abraham viajó
más de 800 km desde Mesopotamia para buscar una mujer a Isaac. La conoció
cuando ella dio de beber a sus camellos y en poco tiempo acordó el matrimonio con
su familia, ¡Y ella ni siquiera había conocido a Isaac!

Aunque aún se practican los matrimonios arreglados en diferentes lugares del


mundo y este método se encuentra en la Biblia, no es un mandato. Lo cierto es que la

25
Sección basada principalmente en la serie de clases “El Noviazgo”, de la sección Clases
esenciales del ministerio 9Marks, visto el 21-06-21, en https://es.9marks.org/clases-
esenciales-el-noviazgo/ Revisada, editada y adaptada por ps. Álex Figueroa.

88
transición de soltería a matrimonio ha cambiado a través de los años, afectando la
manera en que pensamos sobre el noviazgo.

Desde inicios de los 1900 hasta hoy, el noviazgo ha cambiado mucho. Pasamos de un
cortejo formal y bajo estricta supervisión de los padres, a relaciones completamente
libres e informales. El desarrollo de la industria del entretenimiento, la autonomía
que proveyeron los automóviles y una serie de cambios sociales, impactaron de
manera definitiva el concepto de noviazgo.

En la década de 1960, tomaron fuerza el movimiento feminista y su compañera la


revolución sexual. En Occidente comenzó la normalización del sexo casual, la
pornografía, el aborto y el divorcio sin causa (aunque en Chile esto tomó años o
décadas para ser legal). Consecuentemente, el sexo, las citas amorosas, el
matrimonio y los hijos o fueron más vistos como asuntos relacionados entre sí. Las
cosas se volvieron aún más confusas. Hoy en día puedes ver los resultados en una
sociedad que es seriamente disfuncional, donde tu identidad sexual o aún el
matrimonio es algo de preferencia individual.

Ahora el punto no es volver a adoptar las técnicas de noviazgo de hace un siglo, sino
destacar el hecho de que lo “normal” en nuestra cultura no significa que es correcto.
Aun así, lo que pensamos acerca del noviazgo está frecuentemente afectado por el
mundo en que vivimos más de lo que imaginamos. Por ello, no podemos ser pasivos
en nuestro pensamiento sobre el matrimonio y el noviazgo, sino que debemos hacer
el duro trabajo de examinar y analizar: “Y no se adapten a este mundo, sino
transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la
voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto” (Ro. 12:2 NBLA).

II. Definiendo el noviazgo – ¿De qué estamos hablando?


El noviazgo es una relación entre un hombre y una mujer que han determinado
comprometerse para unir sus vidas en un matrimonio futuro. Es una relación con
propósito: preparar su unión futura y discernir si esta es la voluntad de Dios.

Ahora, surgen preguntas de inmediato: ¿Cómo nos acercamos a alguien con ese fin
sin robarnos los privilegios del matrimonio?, ¿Cómo podemos encontrar un cónyuge
sin dejar un rastro de remordimientos y promesas rotas? Si el noviazgo es una
relación donde ambos consideran el matrimonio, ¿Significa eso que el matrimonio
es el destino? ¿Un noviazgo exitoso es uno que termina en matrimonio?

No deberíamos equiparar el noviazgo al matrimonio, adelantando un compromiso -


con sus deberes, roles y privilegios- que es único del pacto matrimonial. Tampoco
deberíamos tomar el noviazgo como algo ligero. Aunque un noviazgo no es un
matrimonio, hay un nivel de compromiso porque los novios no están jugando, sino
tomando una decisión sobre si debiesen pasar el resto de su vida juntos, y están en

89
una relación exclusiva, es decir, no tienen ese vínculo con nadie más al mismo
tiempo.

III. ¿Estoy listo(a) para el noviazgo?


Con esta definición del noviazgo, la pregunta de cuándo se está listo para esa relación
es un poco más simple, porque en esencia es la misma pregunta de si están las
condiciones para casarse en un plazo razonablemente cercano. Podemos imaginar
varias situaciones donde una persona, por un tiempo, puede esperar antes de buscar
un esposo(a).

• Podría ser que es un nuevo convertido y necesita crecer en su fe y madurar


como seguidor en Jesús, antes de poder liderar una familia espiritualmente
(en caso del hombre) o ser una ayuda idónea (si es mujer).
• Podría ser que necesite consejería bíblica para superar un pecado en
particular como la pornografía, abuso de sustancias o desorden alimenticio.
• Podría ser que necesite ayuda con sus finanzas o hacer un plan donde pueda
salir de las muchas deudas.

En estos casos y otros similares, es importante darnos cuenta de que ¡No debemos
esperar por la perfección, porque si fuera así, nadie se casaría! Además, el
matrimonio puede ser santificador, beneficioso y sanador. Sin embargo,
necesitamos ser honestos con nosotros mismos y con lo que sea mejor para la
persona con la que pensamos unir nuestra vida. Un deseo de intimidad debe estar
bajo el control de la sabiduría (Fil. 2:4).

En este sentido, debemos tener cuidado con algunas tendencias en nuestra cultura:
la de iniciar relaciones sentimentales entre adolescentes a edad cada vez más
temprana y lejos de la supervisión de sus padres, y la de creer que basta que dos
jóvenes “se gusten” para iniciar una relación. Se requiere madurez y preparación,
además de la supervisión parental. La edad en que los jóvenes comienzan a sentir
atracción por el sexo opuesto no es el momento para iniciar una relación, sino para
prepararse con el fin de sostener una relación saludable y santa en el futuro.

IV. ¿Qué se debe considerar para iniciar un noviazgo?


Quien está considerando el matrimonio, generalmente comienza evaluando a
personas que podrían ser su cónyuge, pero es necesario que considere primero si
él(la) mismo(a) está listo(a) para ser un esposo(a) piadoso(a). Debe autoexaminarse
y evaluar si está creciendo como cristiano(a), si está espiritualmente preparado(a)
para un noviazgo y posterior matrimonio, debe considerar si es humilde, enseñable
y si respeta las autoridades que el Señor ha puesto sobre su vida, si se caracteriza por

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cultivar relaciones saludables, y si está preparado financieramente para ese
compromiso.

Más allá de esta examinación personal, debe quedar claro cuál es el marco para un
noviazgo bíblico. Pensamos en cinco grandes principios:

1. Las personas solteras deben tener un noviazgo con el único propósito de


caminar hacia un matrimonio futuro con esa persona.
2. El camino regular es que el hombre tome la iniciativa en el inicio de la
relación, y la mujer es quien responde. Esto tanto por la lógica de la creación
(Gn. 2:18) como por el modelo de Cristo y la Iglesia (Ef. 5:22ss).
3. El noviazgo debe iniciar y desarrollarse bajo la autoridad de las Escrituras, con
acompañamiento de mucha consejería y dirección de los padres, hermanos
en la fe y pastores de la iglesia (rendición de cuentas).
4. Los solteros deben buscar aquellas características que son destacadas en las
Escrituras en sus esposos(as) potenciales.
5. Finalmente, ¿esta relación servirá a Dios y su iglesia local bien juntos? (por
ejemplo, ¿será el matrimonio un reflejo de Cristo y Su iglesia? ¿Servirá el
matrimonio al cuerpo local según el modelo de Jesucristo? ¿El matrimonio
glorificará a Dios a través de los beneficios mutuos provistos por cada
esposo(a), los cuales son usados para edificar a su iglesia? ¿Servirán bien
juntos? Que no ocurra la tragedia de que, una vez casados, se desaparezcan del
servicio. El matrimonio que ama al Señor y a Su pueblo servirá de distinta
forma que cuando cada uno era soltero, pero seguirá sirviendo. Una razón
importante para casarse con alguien es la convicción de que servirán mejor a
Dios juntos que separados.

Hay diez preguntas que pueden guiar al soltero(a) en la búsqueda de un cónyuge. Los
padres deben enseñar a sus hijos a pensar de esta forma, y acompañar su decisión en
relación con estos lineamientos. Sobre un(a) posible candidato(a) a noviazgo y
matrimonio, hay que analizar:

1. ¿Es claramente un creyente? (2 Co. 6:14-15). Si existe duda de esto, ¡Se debe
buscar consejo de otros sobre esa persona antes de iniciar una relación!
2. ¿Ama notoriamente a Dios? (se verá en cómo usa su tiempo, dinero, etc.)
3. ¿Muestra un amor evidente a la Palabra de Dios?
4. ¿Tiene un claro testimonio de carácter cristiano? ¿Refleja el fruto del
Espíritu? (Gá. 5:22-23).
5. ¿Da fruto en el servicio?
6. ¿Muestra una clara comunión y cuidado por otros?
7. ¿Es fiel y consistente en la vida de oración, estudio de la Biblia, etc.?
8. ¿Comparten la misma visión y valoración del matrimonio?
9. ¿Tiene una palabra y un carácter confiable?

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10. ¿Los padres, hermanos en la fe y pastores de quien está haciendo la
evaluación, tienen un alto concepto de la persona en cuestión?

Además de estas preguntas generales, hay preguntas específicas que considerar. En


general, ambos sexos deben considerar esposos(as) potenciales a la luz de Efesios
5:22-33.

Preguntas para las mujeres

1. ¿Es un hombre a quien respetas, a quien te someterías y seguirías en su vida


juntos? (Ef. 5:22-24) ¿La sumisión a su liderazgo sería una carga o un deleite?
2. ¿Crees que él cuidará de ti y tus hijos? ¿Puede él proveer suficientemente para
tu familia? ¿Él te servirá y motivará tu crecimiento espiritual? (1 Ti. 5:8; Ef.
5:25-29) (Si no estás segura de esto, puedes buscar pistas observando la
manera en que actúa con sus padres y familia, los ancianos en la iglesia, y los
niños en la iglesia).
3. ¿Está él creciendo en santidad y en las características de la masculinidad
bíblica? (1 Ti. 3, Tit. 1 y 1 P. 3).

Preguntas para los hombres

1. ¿Crees que ella cuidará bien de ti, que será una buena madre y discipuladora
de tus hijos? (2 Ti. 1:5)
2. ¿Está ella creciendo en santidad y en las características de la femineidad
bíblica (ver Pr. 31 y 1 P. 3)?
3. ¿Sería un apoyo para ti y la tarea dada por Dios al matrimonio? (Gn. 1:28, cap.
2; 1 P. 3:1-6).
4. ¿La ves siguiéndote y siendo receptiva a tu liderazgo? ¿Ella te motivaría en la
tarea de presidir el matrimonio?

Notemos que el análisis que hace el mundo es si existe simplemente un agrado


carnal. Como dijo Sansón a sus padres sobre una mujer filistea: “Tómala para mí,
porque ella me agrada” (Jue. 14:3). Por el contrario, los padres, pastores y hermanos
en la fe deben inculcar a los jóvenes solteros que la decisión del matrimonio es la más
importante que tomarán en sus vidas, pues se trata de la persona con quien serán
una sola carne, una relación que no tendrán con nadie más, y será con quien
construirán su hogar y tendrán descendencia. Es una decisión que define el futuro
de generaciones que ni siquiera llegarán a conocer en sus vidas. Por lo mismo, jamás
deberían avalar decisiones impulsivas ni simplemente emocionales, sino una
determinación profundamente meditada y acompañada.

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V. ¿Cuál es la diferencia entre el noviazgo cristiano versus el noviazgo
mundano?
El matrimonio cristiano es un pacto de intimidad integral y exclusiva con una
persona del sexo opuesto, llamada cónyuge. Así que el objetivo del cortejo cristiano
no es la intimidad inmediata, sino la intimidad futura. Una filosofía mundana del
noviazgo no solo asume que habrá más de una relación íntima, sino que defiende la
idea de “probar y experimentar” para determinar lo que uno desea en una pareja, y
una de las maneras de hacer eso es con la intimidad emocional y sexual.

El mundo defiende actuar como si se estuviera casado (lo cual puede incluir la
convivencia) para determinar si debemos casarnos con esa persona. El noviazgo
mundano consiste en tratar de encontrar la persona correcta usando nuestro propio
juicio corrupto. No es capaz de ver que su estilo y método de determinación
promueve un egoísmo dañino que afectará el matrimonio tanto propio como el de la
otra persona.

El noviazgo mundano asume que la única manera de conocer a una persona es


pasando tiempo exclusivo de intimidad con ella. De hecho, se piensa que el noviazgo
es el tiempo de conocerse, cuando el matrimonio es el lugar donde realmente se
conocen los cónyuges.

El noviazgo bíblico valora el compartir en público, para que los novios se encuentren
protegidos de la mucha intimidad.

El noviazgo cristiano es complementario. Dios creó a hombres y mujeres iguales en


dignidad, al ser hechos a Su imagen, pero diferentes en roles y diseño, tanto en la
iglesia como en la familia. El noviazgo mundano es igualitario. No hay diferencias
en estructura ni roles, aun cuando las expectativas y capacidades de cada sexo son
muy diferentes.

El noviazgo cristiano asume que los largos períodos de tiempo juntos no son
necesarios, porque lo que se persigue es un nivel apropiado de conocimiento
necesario para decidir si un compromiso futuro es deseado y en orden. El noviazgo
mundano asume que pasarán un buen tiempo juntos (mayormente solos) porque
necesitas conocer a la persona más profundamente en todo sentido para saber si
deseas estar con él o ella, o si “te sirve” para tu realización personal.

El noviazgo cristiano entiende que la felicidad personal no es el objetivo más


importante de la relación. El noviazgo cristiano debe estar más enfocado en la
santidad y el crecimiento espiritual. El noviazgo mundano asume que una buena
relación es la que satisface los propios intereses y necesidades, que son
frecuentemente motivadas por el pecado y que Dios en su providencia puede escoger
no satisfacer.

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El noviazgo cristiano entiende que, bíblicamente, el compromiso viene antes de la
intimidad. El noviazgo mundano asume que habrá un alto nivel de involucramiento
emocional y sexual en una relación de noviazgo.

El noviazgo cristiano entiende que parte esencial de ser cristiano es ser miembro de
una iglesia, lo que implica rendir cuentas a los demás. El consejo, guía, motivación y
oración de los ancianos y creyentes mayores es muy valioso para los creyentes. El
noviazgo mundano asume que lo que hago y con quien salgo es un asunto
estrictamente privado, en que la familia y la iglesia no son consideradas.

VI. Consideraciones prácticas y conclusión


Siendo este un tema bastante amplio, es imposible tratarlo de manera cabal en un
documento como este. Sin embargo, terminamos con algunas consideraciones
prácticas misceláneas:

• Esta área también debe estar guiada por el Evangelio. Lo que ha de primar no
es el interés personal y egoísta, ni el hecho de pasarlo bien con otra persona,
sino la gloria de Dios y el bien del otro.
• ¿Cuándo debe durar esta etapa? No hay un tiempo establecido, pero un
principio sabio es que los noviazgos cortos son preferibles. De otra forma, se
incrementa demasiado el peligro de adelantar aspectos exclusivos del
matrimonio.
• Si hay diferencias teológicas o se congregan en distintas iglesias, uno de ellos
deberá ceder. Ambos deben someterse a la Escritura, pero también es cierto
que la mujer debe seguir al varón y ser discipulada por él, así que si no puede
concordar con su visión, no podrá ser su esposa.
• ¿Qué sucede si hay diferencias políticas? Estas diferencias son secundarias,
pero pueden causar problemas. Es necesario acordar puntos básicos en
común desde la Escritura, si es preciso, con guía pastoral.
• ¿Qué hay acerca de las relaciones a larga distancia? Plantean un problema
adicional. No son pecaminosas en sí mismas, pero necesitarán mayor guía y
acompañamiento parental y pastoral.
• Se debe desconfiar del hombre que no buscó estar a cuentas desde el mismo
comienzo con el padre de la novia, y que no pidió consejo a los pastores u
hombres maduros de la congregación. Un hombre santo desconfía
sanamente de su propio corazón en un asunto tan delicado como este, y sabe
que lo sabio es pedir consejo y actuar siempre de cara a los padres de la novia.
• No se debe adelantar ningún tipo de intimidad física entre los novios, y por lo
mismo es bueno que ellos desconfíen de sí mismos y que sus padres estén
siempre muy atentos, procurando que no pasen tiempo solos. El noviazgo no
es el tiempo para explorar su comunicación corporal. No necesitan nada de
eso, y cualquier paso en falso puede traer graves consecuencias. Incentiven la
precaución y la pureza.
• Se debe aconsejar a los novios que lo central es el pacto matrimonial, no la
fiesta. Es decir, que no se endeuden ni se desgasten tratando de agradar a las

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personas, aunque claramente es bueno querer darles un buen momento, pero
ese no es el centro. Es bueno recomendarles que hagan lo que puedan con los
recursos que tienen, y procuren no contraer deudas que serán un lastre en su
matrimonio. Los cristianos no debemos procurar la pompa ni la ostentación.
Por otro lado, es bueno que busquen una buena luna de miel según su nivel
económico, no importando si eso significa una fiesta menos impresionante.

Conclusión

Cada noviazgo es distinto. No existe un manual único con mandatos paso a paso para
un cortejo exitoso. Sin embargo, hay algunos absolutos que no deben ser
traspasados, porque involucran mandamientos del Señor.

En otras palabras, gran parte de lo que hablamos sobre el noviazgo son principios
explícitamente bíblicos o implícitos a partir de la sabiduría de las Escrituras y la
prudencia cristiana. No debemos ver esto como grilletes, sino como la cerca que nos
resguarda para no salir del camino. Su propósito es mantenerte en territorio seguro,
protegerte de cosas dañinas que están fuera de la cerca. Pero una vez conocidas esas
cercas, ¡Los novios pueden disfrutar de la hermosa bendición de su compromiso!

Dios ha hablado, y Su palabra es suficiente para darnos todo lo que necesitamos para
la vida y la santidad (2 P. 1:2-3; 2 Ti. 3:16-17). Por tanto, se trata de pensar y actuar
bíblicamente en todas las áreas de la vida, incluyendo desde luego el noviazgo. Se
trata de honrarlo a Él y de vivir como es digno del Evangelio por el que hemos sido
salvos.

Preguntas para meditación personal y en pareja


• ¿De dónde ha formado su concepto de noviazgo? ¿Está seguro de que no hay
aspectos de una visión contemporánea y corrompida de noviazgo que se
hayan colado en su visión?
• ¿Qué es lo que habitualmente llama su atención en las personas del sexo
opuesto? Si ya está en una relación de noviazgo, ¿Qué criterio primó para
decidir comprometerse con esa persona?
• ¿Qué seriedad da a la relación de noviazgo? ¿Ve el vínculo directo que existe
con el matrimonio? ¿Cuáles son sus expectativas respecto del noviazgo?
¿Cómo espera concretar su unión en matrimonio?
Motivos de oración
• Que su visión sobre este tema esté determinada por la Escritura y que refleje
el espíritu del Evangelio.
• Que no busque lo suyo ni se guíe por su satisfacción personal, sino por la
gloria de Dios y por el bien de su prometida(o).

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• Que no se deje engañar por su corazón ni sus emociones, sino por la Escritura
y la obra del Espíritu. Que tenga la suficiente humildad y prudencia para pedir
consejo y guía a sus padres, pastores y hermanos en la fe.

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