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Nazismo y fasismo

lunes, 2 de mayo de 2022 21:42

El conflicto enfrentó a dos bandos, que agrupaban a varios países:


por un lado, los Aliados, liderados principalmente
por Francia, el Reino Unido y los Estados Unidos. Luchaban contra
las Potencias del Eje: Alemania, Italia y Japón, entre otros
estados.

La guerra no solo se libró por el control de territorio: ambos


bandos representaban maneras muy distintas de entender el
mundo.

Los países europeos del Eje, Alemania e Italia, estaban


gobernados por dictadores autoritarios que impusieron sus
propios regímenes autoritarios: el nazismo alemán y
el fascismo italiano. Aunque hubo diferencias entre ambos,
analizamos sus principales características y similitudes.

Crisis en Europa
La población de Italia y de Alemania estaba descontenta con las
consecuencias de la Primera Guerra Mundial . Alemania había
perdido la guerra y los ganadores habían impuesto condiciones de
rendición muy duras que extendieron la pobreza, así como un
sentimiento de humillación y rencorgeneralizado hacia el resto de
Europa.

Italia, aunque estuvo en el bando de los vencedores,


sufrió muchas bajas durante el conflicto y también a causa de
la gripe española. Además, el país no obtuvo todas sus demandas
en los tratados de paz de la Primera Guerra Mundial. Más tarde,
las malas cosechas se unieron a la crisis económica que
potenciaron el malestar entre los ciudadanos.

La población se sentía atraída por líderes con carisma que


representaran un cambio respecto a los políticos tradicionales, a
quienes se culpaba de la crisis. Tanto Mussolini como Hitler
cautivaban a los votantes con sus potentes discursos y su
promesa de un futuro mejor.

Líder único y autoritario


Uno de los rasgos más característicos de ambos regímenes era la
importancia que daban al líder único. Se presentaban como
personas a las que admirar y eran vistos como dirigentes que
guiaban a su pueblo con mano de hierro.

Al mismo tiempo, nazismo y fascismo recurrieron a la violencia


para obtener sus objetivos: aterrorizaban a las personas
contrarias al régimen y eliminaban cualquier tipo deoposición a
sus ideas.

El nazismo ha pasado a la historia por sus políticas de


exterminio contra personas cuyo origen étnico, religión, creencias
políticas u orientación sexual no encajasen con los ideales de
Hitler. Se considera que unos 17 millones de personas murieron
como consecuencia de estas políticas.

Por su parte, el gobierno fascista de Mussolini también persiguió


a las personas que se oponían a sus políticas, especialmente a
los comunistas o personas con ideales de izquierda. Aquellos
contrarios al régimen eran juzgados, torturados, encarcelados,
desterrados o incluso asesinados.

Políticas expansionistas
Tanto Hitler como Mussolini hacían referencia a los antiguos
imperios de sus países en sus discursos. En el caso de Alemania, el
objetivo era alcanzar los dominios y poder del Sacro Imperio
Romano Germánico.

En Italia, Mussolini se refería al antiguo Imperio Romano, que


extendió su control alrededor del mar Mediterráneo durante
siglos.

Según ellos, tenían derecho a recuperar los territorios que habían


formado parte de sus países en el pasado y expandir su control
por el mundo, aunque tuviesen que emplear la violencia. Es el
caso de la invasión nazi de Polonia en 1939, que marcó el inicio
de la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué es el fascismo?
El fascismo fue un movimiento de masas y una
ideología política que dominaron distintas partes de
la Europa de la primera mitad del siglo XX,
especialmente en el contexto previo a la Segunda
Guerra Mundial. Además, tuvo ecos y repercusiones
posteriores en otras geografías del planeta.
El fascismo promovió un Estado autoritario y
totalitario, antidemocrático y militarista, fuertemente
anclado en las nociones de patria y de raza, lo cual se
tradujo en la opresión y persecución de las minorías. Los
regímenes de Benito Mussolini (1883-1945) y Adolfo
Hitler (1889-1945), en Italia y Alemania respectivamente,
son los ejemplos más comunes y típicos de
Estado fascista.
La naturaleza exacta y la definición precisa del fascismo
son a menudo objeto de debate en las ciencias políticas.
Esto se debe en parte a la ausencia de
una tradición política fascista (dado que nació en el siglo
XX), y también a que los diferentes regímenes fascistas
que ha habido han sido muy poco ortodoxos en
sus métodos y manifestaciones, unidos únicamente por
un carácter violento y extremista.
La variedad de estos regímenes hace a menudo difícil
ubicar un rasgo mínimo común del fascismo, lo cual
permite que se le confunda con la dictadura militar, por
ejemplo, o que haya quienes afirman que perteneció a
una u otra orientación socio-económica.
Tradicionalmente, sin embargo, se ha considerado al
fascismo como una manifestación de extrema derecha,
antiliberal, que moviliza a la sociedad entera en contra
de un enemigo externo real o imaginario,
estableciendo una suerte de “ciudadanía militar”. Sin
embargo, el método y el discurso específicos en que ello
es llevado a cabo pueden variar enormemente.

Características del fascismo


El fascismo suele reunir las siguientes características:
• Es un movimiento ideológico o político nacionalista y militarista,
de espíritu radical, violento y confrontativo, que exalta las
nociones de patria y/o de raza, en detrimento de las minorías,
los extranjeros y todo aquel considerado diferente.
• Casi siempre apela a nociones de pureza, de combate y
victoria, proclamándose además como heredero de un pasado
glorioso a recuperar.
• Fomenta la organización de fuerzas armadas irregulares o
paralelas, con las que perseguir a sus adversarios y someter a la
sociedad a un estado de amedrentamiento.
• Propone un modelo de Estado de partido único, totalitario y
autoritario, construido en torno a la supuesta infalibilidad de
un líder carismático, al cual se le rinde culto a la personalidad.
• En lo ideológico, suele proponerse como una “tercera vía”
entre derecha e izquierda, lo cual generalmente significa aplicar
de manera arbitraria prácticas asociadas a una u otra tendencia.

Fascismo y nazismo
El fascismo llevó a Italia y Alemana a la invasión de otras naciones y a la guerra.
El fascismo italiano y el nazismo alemán fueron movimientos
hermanos, surgidos a raíz de la brutal crisis económica de
1929 (la “Gran Depresión”) y la insatisfacción que desencadenó
en sus poblaciones, vapuleadas por la reciente Primera Guerra
Mundial y agitadas por el liderazgo de sus futuros dictadores,
Benito Mussolini y Adolfo Hitler.
En ambos casos lograron el poder político y reorganizaron la
sociedad a su antojo, militarizando a la ciudadanía y
socavando los derechos de las minorías, especialmente de los
judíos. En la retórica fascista, sobre todo la alemana, estas
minorías eran tenidas por “razas inferiores” destinadas al
exterminio o a la esclavitud, para otorgar a los pueblos más
fuertes el suficiente “espacio vital” (Lebensraum, en palabras
del propio Hitler) para crecer y florecer.
Estas ideas, especie de distorsión social del darwinismo, los
condujeron a conquistar las naciones de la Europa del este y a
construir campos de concentración y exterminio. Juntos se
enfrentaron en la Segunda Guerra Mundial contra
las potencias aliadas de Francia, Inglaterra y Estados Unidos,
como a la recién nacida Unión de Repúblicas Soviéticas
Socialistas.
Ni el fascismo ni el nazismo sobrevivieron la guerra. El
primero cayó bajo la presión de la invasión aliada de Sicilia en
1943, cuando el propio rey italiano ordenó la detención de
Mussolini, como una estrategia para firmar un armisticio con
las fuerzas aliadas. Esto forzó a la Alemania nazi a invadir Italia
en una operación de rescate, creando la República Social
Italiana en el norte del país, un estado títere de los nazis.
En 1945, esta república fascista fue invadida por los aliados, y
Mussolini intentó escapar junto a su amante Clara Petacci y
otros jerarcas de su régimen, a través de la frontera con Suiza.
Pero en el camino una patrulla de partisanos comunistas
italianos les reconoció y detuvo. Fueron llevados a Milán,
donde fueron ejecutados públicamente.
Por su parte, el régimen nazi fracasó en su campaña de
anexión de los territorios de la Unión Soviética, y también en
su absurdo plan de convocar a las naciones aliadas
occidentales bajo su bandera anticomunista.
En abril de 1945 el Ejército Rojo penetró en Berlín, donde Hitler
se refugiaba en su bunker cercano a la Cancillería del Reich.
Allí el dictador y su amante Eva Braun cometieron suicidio y
sus cuerpos fueron incinerados por sus seguidores, horas
antes de la derrota y rendición total de Alemania.

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