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PLAN DE CURSO

DESCRIPCION DE LA MATERIA

No existe otro libro tan fascinante y maravillo que la Biblia. Personas sencillas como
intelectuales la han leído y en la actualidad este libro ha llegado a muchas personas y la
leen en su propio idioma.

Tal es su importancia que en esta materia se analizará de forma general libro por
libro para que el estudiante tenga un panorama de lo que enseña la Palabra de Dios en
cada uno de ellos. Aunque es del todo cierto que la Biblia es una unidad, con un tema
general, a saber, la redención, no obstante, dará mayor luz para la comprensión de cada
libro el análisis de datos como: su lugar en la clasificación de los libros de la Biblia, el
autor, fecha en que se escribió, propósito, el contenido general y su teología.

OBJETIVOS:
Conocimiento: Como resultado del estudio el estudiante podrá:
1. Comprender la historia de la redacción del Antiguo Testamento, atendiendo los
acontecimientos y circunstancias en las cuáles fueron surgiendo las tradiciones
orales y escritas.

2. Conocer los datos generales de cada libro, el trasfondo histórico y teológico.

Habilidad: Durante y después de este curso, el estudiante será capaz de:


1. Relacionar el contenido de cada uno de los libros del pentateuco y de los libros
históricos.
2. Acercarse al mundo del autor y autores, de esta manera tratar de descubrir las
intenciones teológicas de los textos del A. T.

Actitudes: Después de este curso el alumno podrá:


1. Ver con profesionalismo los puntos de vista de los críticos del texto bíblico y asumir
una postura responsable.
2. Enseñar con pasión y seguridad el panorama general de cada libro estudiado.

TEMÁTICA BÁSICA
1. Clasificación de los libros del Antiguo Testamento
2. La importancia de estudiar los libros del Pentateuco
3. Análisis de cada libro del pentateuco.
4. Análisis de cada libro histórico.
EVALUACIÓN DE LA MATERIA:
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ANTIGUO TESTAMENTO I SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN TEOLÓGICA

CLASIFICACIÓN TRADICIONAL DE LOS LIBROS DEL AT.


Pentateuco Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomio
Libros Históricos Josué
Jueces
Rut
1º Samuel
2º Samuel 2
1º Reyes
2º Reyes
1º Crónicas
2º crónicas
Esdras
Nehemías
Ester
Poéticos Job
Salmos
Proverbios
Eclesiastés
Cantares
Profetas Mayores Isaías
Jeremías
Lamentaciones
Ezequiel
Daniel
Profetas Menores Oseas
Joel
Amós
Abdías
Jonás
Miqueas
Nahum
Habacuc
Sofonías
Hageo
Zacarías
Malaquías
ANTIGUO TESTAMENTO I SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN TEOLÓGICA

CLASIFICACIÓN DE LOS LIBROS DEL AT EN LA BIBLIA HEBREA.

PROBABLE FIJACIÓN
NOMBRE CONTENIDO
“CANONIZACIÓN”

Torá « Pentateuco » Siglo V-IV a.C.


“Instrucciones” Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

3
“Profetas Anteriores” (más antiguos):
Josué, Jueces, 1-2 Samuel y 1-2 Reyes
Nebiim
Siglo III a.C.
“Profetas” “Profetas Posteriores” (más recientes):
Isaías, Jeremías, Ezequiel y el Libro de los doce profetas:
de Oseas a Malaquías.

Salmos, Job, Proverbios

Ketubim 5 Meguillot: Rut, Cantares, Eclesiastés, Lamentaciones, Alrededor del


“Escritos” Ester y Daniel. 100 d.C.

Crónicas históricas: Esdras, Nehemías y 1-2 Crónicas


ANTIGUO TESTAMENTO I SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN TEOLÓGICA

¿POR QUÉ ESTUDIAR EL PENTATÉUCO?

Son varias las razones para profundizar en el estudio del Pentateuco o Torá (término hebreo
para esta sección bíblica):

1. Porque el Pentateuco es una de las tres grandes divisiones de la Biblia hebrea (BH), que
fue y es la más importante para el pueblo judío.
2. Porque el Pentateuco es la única sección de la Biblia en la que canónicamente coinciden la
fe judía y la fe cristiana; en las otras secciones no se comparten los mismos libros (por
ejemplo, el Antiguo Testamento incluye una sección «Históricos» donde están los libros
de Samuel y Reyes, que en la BH son «Profetas anteriores»). 4
3. Los conceptos de justicia y ley son de suma importancia para entender la teología
cristiana, cómo se explica la salvación del hombre a través del sacrificio de Cristo.

COMPOSICIÓN LITERARIA DEL PENTATEUCO.

La composición de esta extensa recopilación fue atribuida a Moisés, al menos desde el siglo II
a.C.; Cristo y los Apóstoles tuvieron esta misma opinión, Juan 1:45; 5:45-47; Rom. 10:5.

Los Padres de la Iglesia también aceptaron en su gran mayoría la autoría de Moisés a pesar de
ciertos textos problemáticos (Ejemplo: la muerte de Moisés en Deut. 34:5-12). San Jerónimo
aceptó el origen mosaico del Pentateuco, pero sostuvo que la forma final del mismo provenía de
la época de Esdras (siglo V a. C.). Durante la Edad Media, eruditos judíos como Ibn Ezra (1089-
1164 dC) hicieron notar que ciertos textos no podían haber sido escritos por Moisés, como Gen.
12:6: «Por entonces estaban los cananeos en el país», que solo podría haberse escrito cuando ya
no estaban allí, o Gen. 36:31, que asume el conocimiento de la monarquía israelita.

La mayoría de biblistas reconocen que el pentateuco proviene primero de una tradición oral, que
a su vez se dividió en varias tradiciones orales debido a que el pueblo de Israel no siempre estuvo
en un solo lugar. Estas tradiciones orales sufrieron algunas diferencias y con el tiempo se
cristalizaron a través de la redacción de documentos. Estos documentos son las fuentes de
donde provienen el Pentateuco.

En el siguiente diagrama podemos entender el proceso por el cual pasan los documentos antiguos. Primero las
historias pasan de generación a generación por medio de la tradición oral, esto comprende varios siglos; Segundo
se comienzan a poner por escrito las historias no por los autores sino por discípulos muy lejanos en el tiempo, las
historias siguen perteneciendo a sus autores primarios, pero son otros los que las fijan por escrito.
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El estudio crítico del Pentateuco (sobre todo en el siglo XVIII y XIX) ha llevado a desarrollar la
llamada “Teoría Documentaria”, la cuál explica las diferencias lingüísticas, el uso de
terminologías peculiares, ciertas anacronías en el texto hebreo y la presencia de narraciones
repetidas.

La teoría documental propone que el Pentateuco proviene de 4 fuentes distintas o tradiciones


principales, que se entremezclan y superponen.

1) El documento yahvista (J) data de comienzos de la época monárquica (siglo X aC). El yahvista
es un escritor del sur (Jerusalén) que desarrolla una ideología monárquica. Se le pueden
atribuir textos como Exo. 2:1- 10 o Gen. 18, los personajes de Moisés y Abraham -mediadores 5
elegidos por Dios entre él y los hombres- representan en estos relatos la figura del rey.

2) El documento elohísta (E) proviene del reino del norte (siglos IX-VIII aC). Es más reservado
con respecto a la monarquía y retoma tesis teológicas que se relacionan con las de los
profetas del norte.

El documento yahvista y el elohísta se fusionan quizá después de la caída del reino de Samaría
(722 aC) y de la llegada de israelitas a Judá. Forman el documento yehovista (JE).

3) El Deuteronomio (D) es sacado a la luz durante el reinado de Josías (finales del siglo VII).

4) El documento sacerdotal (P, del alemán Priesterschrift, escrito sacerdotal o, mejor, Pg,
Priesterschrift Geschichte, historia sacerdotal) es originalmente un relato independiente cuya
teología es específica y cuya fuente narrativa está representada por el documento
coherente, niega la independencia y, por tanto, la existencia de un documento elohísta.

CRONOLOGÍA MÁS ACEPTADA DE LA TEORÍA DOCUMENTARIA.

J Yahvista Alrededor de 950 a. C. (época de Salomón ;


antes de la división del reino en 926 a. C.).
E Elohista Alrededor del 800 a. C. (antes del
profetismo escrito especialmente antes de
Oseas).
D Deuteronomio Alrededor del siglo VII a. C. (Comienzo de la
Primitivo reforma de Josías 622 a. C.; ampliaciones
posteriores.
P Sacerdotal Alrededor de 550. A. C. (exilio;
complementos en la época del postexilio).

Ejercicio: Relaciona Génesis 1:1 – 2:4a con 2:4b - 2:25 e identifica diferencias entre los dos
relatos de la creación.
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EL LIBRO DEL GÉNESIS.


Siguiendo el uso antiguo de nombrar las obras por su primera palabra, en hebreo el libro se
denomina bereshit, que se puede traducir con la frase “en el principio” o “al comienzo”. La
traducción griega puso un título al libro llamándolo Génesis, esto es “origen”, para orientar
sobre su contenido e intensión.

La tradición ha señalado como autor del Génesis a Moisés, en armonía con el criterio de atribuir
todo el Pentateuco a su persona. Esto es así debido a la preponderancia que tuvo en la teología
de Israel el material legal incluido en la narración de los hechos del Sinaí, donde Moisés es el
receptor de la ley, y también en conformidad con el estilo del Deuteronomio, que en buena parte 6
está construido literalmente como una serie de discursos personales.

La complejidad de la cuestión autoral anuncia las dificultades para dar una fecha de redacción a
la obra. Ciertas informaciones del texto inducen a pensar en una fecha muy temprana, como por
ejemplo la mención del Faraón Ramsés (47:11) o en el mismo hecho de ubicar las acciones en el
tiempo en que los cananeos habitaban en el país sin la presencia de Israel (12:6; 13:7). Sin
embargo, es posible comprender que esas y otras informaciones son producto de una redacción
muy posterior a los hechos, cosa que se demuestra en varias ocasiones al constar situaciones de
anacronismos propios de un proceso intricado. Por ejemplo la ciudad de Dan es mencionada en
la narración donde Abraham persigue a quienes habían tomado cautivo a su sobrino Lot (14:14),
pero debemos llegar al tiempo de los jueces (Jue 18:29) para saber de la fundación de dicha
ciudad y santuario, esto nos advierte sobre lo difícil que es precisar una fecha de redacción.
Hoy se presenta mayor interés a la ubicación cronológica de la conformación final de la obra, tal
cual la encontramos en nuestras Biblias, y se ha dejado de lado la necesidad imperiosa de dar una
fecha para la redacción de los textos individuales.

Ateniéndonos a este criterio, la obra final Génesis se entiende mejor cuando la leemos en el
contexto del periodo exílico y postexílico temprano.
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CONTENIDO.

a. Prehistoria: el relato de la creación (1:1–2:3)

b. La historia del hombre (2:4–11:26)


Su creación y caída (2:4–3:24); su multiplicación (4:1–6:8); el juicio del diluvio (6:9–9:29); la
formación de las naciones (10:1–11:26).

c. La historia de Abraham (11:27–23:20)


Su entrada en la tierra prometida (11:27–14:24); el pacto y la promesa (15:1–18:15); Sodoma
y Gomorra (18:16–19:38); Sara, Isaac, e Ismael (20:1–23:20). 7

d. La historia de Isaac (24:1–26:35)


Su casamiento con Rebeca (24:1–67); muerte de su padre y nacimiento de sus hijos (25:1–
34); la promesa renovada en Gerar (26:1–35).

e. La historia de Jacob (27:1–36:43)


Su obtención de la bendición paterna por engaño (27:1–46); su huida a Padan-aram y
renovación de la promesa en Bet-el (28:1–22); su vida y casamientos en Padan-aram (29:1–
31:16); su retorno a la tierra prometida y renovación de la promesa en Bet-el (31:17–35:29);
la línea de Esaú (36:1–43).

f. La historia de José (37:1–50:26)


José vendido a Egipto (37:1–36); Judá y su nuera (38:1–30); José en Egipto (39:1–45:28); el
padre los hermanos de José en Egipto (46:1–47:31); las bendiciones de Jacob conceden
prioridad a Efraín y a Judá (48:1–49:28); muerte de Jacob y José (49:29–50:26).

Al final del libro de Génesis el pueblo de Israel ya está establecido en Egipto. Fue la familia
elegida, entre toda la humanidad, en la que Dios se había propuesto mostrar los grandes actos
de redención que bosqueja el libro de Éxodo. De ese pueblo la tribu de Judá ya había adquirido
significación especial (49:9–12).

TEOLOGÍA DE GÉNESIS.
El valor primario de Génesis, como en realidad de toda la Escritura, es teológico. Es posible
dedicar mucho tiempo y energías a todo tipo de detalles incidentales, y perder de vista las
grandes cuestiones teológicas. Por ejemplo, la historia del diluvio nos habla de pecado, juicio,
redención, y nueva vida. Ocuparse de detalles como el tamaño del arca, de problemas tales
como los alimentos o el destino de los residuos, es emplear el tiempo en asuntos secundarios.
Aunque la revelación de Dios se dio principalmente a través de acontecimientos históricos, y si
bien la historia es tremendamente importante para la revelación bíblica, el significado teológico
de los acontecimientos es lo que realmente reviste importancia. En los casos en los que faltan
pruebas que corroboren las narraciones de Génesis, todavía puede discernirse su significación
teológica.
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El siguiente esquema trata de ilustrar la


cosmovisión oriental antigua, donde la
tierra tiene bases (columnas) y el cielo es
una bóveda de donde caen la lluvia, la nieve
y el granizo. 8

Los primeros once capítulos corresponden a la historia del origen del género humano y recién al
llegar a Abraham se distingue la historia de la humanidad de la del pueblo de Israel. Más abajo
describiremos la estructura literaria pero ahora queremos destacar un contrapunto teológico
que se construye sobre la bendición de Dios a la pareja humana y cuatro sucesivas
transgresiones. A cada transgresión le sucede una consecuencia negativa y una nueva bendición
cuando se podría haber esperado una condena definitiva; así hasta llegar al comienzo de la
historia de Abraham. Puesto en un cuadro se ve de esta manera:
PERSONAJES TRANSGRESIÓN CONSECUENCIA BENDICIÓN

Bendición inicial (1,28)

Querer ser Dioses Pérdida del edén, Nacimientos de Caín y Abel (4,1-
Adán y Eva
(3,1-24) dolores, trabajo 2)

Protección a Caín, nacimiento de


Caín y Abel Fratricidio (4,1-8) Ser errante (4,14)
Set (4,15-26)

«Hijos de Dios», Maldad, violencia Bendición y alianza con Noé (9,1-


Exterminio, diluvio
nefilim (6,1-8) 17)

Dominación Confusión de
Babilonios
imperialista (11,1-9) lenguas

Promesa y bendición a Abraham


(12,1-3)
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EL LIBRO DE ÉXODO.

Éxodo (así aparece en la septuaginta “exodos” que significa ‘salida’) es la segunda sección del
Pentateuco, y trata de la historia de Israel posterior a los tiempos de José. Registra los dos
grandes puntos culminantes en la historia de Israel: la liberación de Egipto y la entrega de la ley.
De allí en adelante los acontecimientos del Éxodo ocupan un lugar central en la revelación que
de sí mismo hace Dios a su pueblo, no sólo en el antiguo sino también en el nuevo pacto, en que
el cordero pascual proporciona la tipología para el sacrificio de nuestro Señor, y la fiesta de la
pascua se adapta para servir de conmemoración de nuestra redención.
Los acontecimientos que preceden y siguen a la huida de Israel de Egipto forman el tema central
9
del libro. El marco cronológico se menciona sólo en términos generales, consecuente con el
tratamiento hebreo de la historia como una serie de acontecimientos y no como una secuencia
de fechas.

CONTENIDO:

Luego de ofrecer una breve nota genealógica para efectuar la transición con Génesis, el libro
comienza con un relato de la inquietud de parte de los egipcios ante el gran crecimiento
numérico de los israelitas. Con el objeto de contrarrestar lo que se consideraba una creciente
amenaza, los israelitas fueron primeramente sometidos a trabajos forzados bajo capataces
egipcios, probablemente con el doble fin de hacer frente a una necesidad del momento en
cuanto a una fuerza laboral considerable, como también para poder tenerlos bajo estricta
observación. Luego sus tareas fueron intensificadas, probablemente con la intención de limitar
su tiempo libre, y de este modo reducir a un mínimo sus posibilidades de hacer daño. Finalmente
se hizo un intento de impedir el aumento de la población exterminando a todos los varones
recién nacidos. Se eligieron los varones y no las niñas porque se los consideraba como
potenciales instigadores a la rebelión. Este paso final proporciona el fondo del relato del
nacimiento y la formación de Moisés, la segunda gran figura de la historia judía, en la corte
egipcia. Sus primeros años, su encuentro con Dios, y su surgimiento como líder ocupan los
capítulos 2–4. En los capítulos 5–13 se relatan los intentos de obtener liberación para Israel,
terminando con las plagas de Egipto y la institución de la pascua. Posteriormente al cruce del
mar Rojo y su celebración en un himno (14.1–15.21) viene un diario de la marcha hacia Sinaí (15.22–
18.27). El resto del libro cuenta acerca del pacto del Sinaí (19–31), su quebrantamiento (32–33), su
renovación (34), y la construcción del tabernáculo según las instrucciones recibidas (35–40).
En la construcción literaria de los relatos de vocación, Dios llama al profeta y este pone excusas
para eludir el llamamiento. En un segundo momento Dios responde a esas excusas y el profeta
culmina por aceptar la misión para la que es convocado (comp. Isaías 6:1-13; Jeremías 1:4-10). Al
comparar el relato de Moisés con estos últimos, lo primero que surge es la extensión mayor del
de Moisés que abarca casi dos capítulos (3:1−4:17) y lo segundo es que las objeciones de Moisés
se multiplican hasta llegar a ser cinco objeciones, las que son el único caso de este tipo en todo
el Antiguo Testamento. Lo tercero es que en el centro del relato (3,16-22) se intercala en boca de
Yavéh un resumen del proyecto de liberación. Este tabla resume la escena:
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OBJECIÓN DE MOISÉS RESPUESTA DE DIOS


3,1-10 Revelación de Dios y llamada de Moisés
3,11-12 No tengo autoridad Yo estaré contigo
3,13-15 ¿Quién eres tú? Yo soy el que estoy
3,16-22 Proyecto de liberación y posesión de la tierra
4,1-9 No me creerán Daré señales
4,10-12 No hablo bien Yo te diré qué decir
Aarón será quien te
4,13-17 Envía a otro
ayude

10
Es significativo que sea después de revelar su identidad que se presenta el proyecto de
liberación de Dios. El proceso que se propone desarrollar supone un Dios cercano, con que el
que se puede hablar y dialogar. Por eso no debe extrañarnos que este relato de vocación se
construya como un diálogo e incluso como una discusión entre Dios y Moisés. Desde el punto de
vista hermenéutico presentar el plan de liberación tiene como fin clarificar el plan al que Moisés
es llamado; y al colocarlo en el centro del diálogo le otorga a la liberación de la esclavitud y al
proyecto de posesión de la tierra el papel más importante de la escena.

LAS PLAGAS DE EGIPTO.

El relato de las plagas tiene una estructura literaria significativa. Su interpretación exige que se
vean en conjunto y en su dinámica interna. Para visualizarla es necesario comenzar en 7,8 y llegar
hasta 13,16. Veamos el siguiente esquema para 7,8−13,16 donde anotamos también el contexto
literario y el ejecutor principal para cada caso:
Narración del bastón de Aarón (7:8-13)
1. Sangre de mañana Aarón (7:14-25)
2. Ranas ante el faraón Aarón (7:26−8:11)
3. Mosquitos breve, sorpresiva Aarón (8:12-15)
4. Tábanos de mañana Yavéh (8:16-28)
5. Ganado ante el faraón Yavéh (9:1-7)
6. Llagas breve, sorpresiva Yavéh (9:8-12)
7. Granizo de mañana Moisés (9:13-35)
8. Langostas ante el faraón Moisés (10:1-20)
9. Tinieblas breve, sorpresiva Moisés (10:21-29)
Narración litúrgica y legal (11:1−12,28)
10. Muerte de los primogénitos Yavéh (12:29-51)
Narración litúrgica y legal (13:1-16)

Las plagas se presentan en tres grupos de tres y dejan la décima plaga como remate final. Cada
tríada posee una tensión que es mayor en las primeras plagas y menor en las terceras. La
séptima —que es la primera de la tercera serie— parece ser la más violenta, cosa coherente con
este esquema donde cada serie es más fuerte que la anterior y cada primera plaga más fuerte
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que las dos siguientes. A la vez la primera y novena —que se ubican en los extremos— son las
más explícitas respecto al ataque con elementos que aluden a las divinidades egipcias, en estos
casos sangre y tinieblas. La derrota de los Dioses egipcios por Yavéh se le sugiere al comienzo en
la primera plaga y se le confirma al final con la última, a la vez que se dice que en el primer caso
los magos egipcios pudieron reproducir el fenómeno pero en el último su actuación ya ha
quedado fuera de la narración.

TEOLOGÍA DEL ÉXODO.

No es este el lugar para exponer la teología del Éxodo, lo que sería redundante y extenso. Sin
11
embargo, deseamos mencionar dos elementos que son aportes específicos de este libro a la
teología general del Pentateuco y del Antiguo Testamento.
Dios está del lado de los oprimidos
En primer lugar nos referimos a la opción de Yahvé por los oprimidos. Marcará a toda la teología
posterior la claridad con la cual se narra que los israelitas esclavos en Egipto —que además de
ser esclavos eran víctimas de un genocidio sistemático— claman a Dios y este responde
poniéndose de su lado. A diferencia de los esquemas religiosos de otros pueblos donde lo
religioso actuaba como legitimador de las estructuras sociales y en apoyo de quienes detentaban
el poder, en este caso el Dios de Israel se manifiesta a favor de los débiles y sometidos y se
opone con firmeza al plan de los opresores. Esta decisión de Dios será la base para la prédica de
los profetas quienes la utilizarán más adelante para criticar a las mismas clases dirigentes de
Israel, y será la vara de medir para buena parte de la literatura sapiencial que contrastará la
voluntad de Dios con la realidad social y espiritual del pueblo. Desde el punto de vista teológico
también estamos ante una novedad al constatar que el Dios de Israel se expresa colocándose de
su lado y que ofrece un plan de liberación mientras que alienta a su pueblo a llevarlo adelante. Si
en el Génesis se había revelado a Dios como el que acompaña al pueblo y a su liderazgo, en el
Éxodo se muestra como el Dios que actúa, que toma partido y obra en consecuencia. No es una
divinidad que dicta leyes desde lo alto ni que envía al pueblo y sus líderes sin comprometerse con
la suerte de quienes lo han invocado.

La identidad de Dios
En 3:14 se revela la identidad de Dios. Mucho se ha escrito sobre este versículo y sin duda se
seguirá escribiendo. Interesa a una perspectiva hermenéutica no perder de vista el contexto
literario en el cual se presenta este pasaje. Constatar que el nombre de Dios (Yahvé) ya es
conocido desde los relatos del Génesis (comp. 2:1; 4:26) descoloca a quienes entienden este
pasaje como revelación del nombre de Dios. Por otro lado la traducción clásica «Yo soy el que
soy» no dice nada comprensible, parece más una frase enigmática y oscura que una verdadera
revelación. Como traducción sigue más al griego de la LXX que al texto hebreo, que goza
también de cierta complejidad. Pero todo parece indicar que el texto no está dando el nombre
—que ya era conocido— sino la identidad de Dios, aquello que lo caracteriza y distingue del
resto de los Dioses. Una lectura cuidadosa nos muestra que la clave hay que buscarla en el
mismo texto y proponemos leer 3,14 junto con el versículo que le sigue donde se amplía el
concepto y se dice que «mi nombre para siempre» es «Yahvé, el Dios de vuestros padres, de
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Abraham... Isaac... y Jacob». El v. 15 clarifica al 14 al puntualizar que la identidad de Dios se revela


en que estuvo junto a los padres en sus caminos y desafíos. Lo que Moisés preguntó no es el
nombre sino la identidad y por lo tanto la respuesta es que lo propio de Yahvé es su presencia, su
compañía, el permanente acompañamiento de su pueblo. La respuesta de Dios a Moisés en 3,14
es más fiel si se traduce como: «Yo soy el que estoy».

EL DERECHO VETEROTESTAMENTARIO.

A. EL DECÁLOGO.
Los diez mandamientos son categóricos, incondicionales, es decir, no indican las circunstancias 12
de una acción, si no que permanecen en el terreno de lo general y lo fundamental y conminan al
hombre sin ningún tipo de reserva. Para su mejor retención están formulados con extrema
brevedad; y para abarcar los diversos ámbitos de la vida se ordenan en serie, pudiéndose contar
con los dedos. Como las maldiciones de Duet. 27, que eran diez en su origen, pero no se
especifican las sanciones, por lo cual el decálogo no puede servir como una normativa para la
administración de justicia. Los preceptos del decálogo previenen ante delitos aun no cometidos,
son instrucciones para la vida.

B. EL CÓDIGO DE ALIANZA.
El código de alianza abarca de Éxodo 20:22 a 23:19, contiene un cuerpo legal teológico y cultico
con el objeto de diferenciar la religión Yahvista de la religión Cananea.

C. EL CÓDIGO DE SANTIDAD.
Se encuentra en Levítico 17 al 26 y combina diversos temas, evoca la historia y exhorta a la
obediencia.

Reiteradamente afirma la necesidad de que el pueblo se santifique así como su Dios es también
santo. Además repite con frecuencia la frase: “Yo soy Jehová tu Dios” o “Yo soy Jehová” que es
una manera de autorepresentación de Dios.
ANTIGUO TESTAMENTO I SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN TEOLÓGICA

EL LIBRO DE LEVÍTICO.
En el uso judío el tercer libro del Pentateuco recibe el nombre de wayyigraµ (que significa “y
llamó”), palabra con que empieza en hebreo. En la Misná se lo denomina de diferentes maneras:
‘ley de los sacerdotes’, ‘ley de las ofrendas’; todos estos nombres se refieren al contenido del
libro. En la Septuaginta se le llama Leueitihon o Leuitikon.

Se puede objetar, con referencia al nombre “levítico”, que este libro trata menos de los levitas
que de los sacerdotes. Pero los sacerdotes de que trata son sacerdotes levíticos. El nombre
levítico indica claramente que el libro se ocupa del culto y probablemente se haya elegido este
nombre porque “levítico” se entendía en el sentido de “cúltico” o “ritual”.
13
CONTENIDO:
Levítico se compone principalmente de leyes. El marco histórico en que están ubicadas estas
leyes es la residencia de Israel en Sinaí. Podemos dividirlo de la siguiente forma:
a. Leyes sobre las ofrendas (1.1–7.38).
b. Indicación del servicio del tabernáculo (8.1–10.20).
c. Leyes relativas a la pureza y la impureza (11.1–15.33).
d. El gran día de la expiación (16.1–34).
e. Leyes diversas (17.1–25.55)
f. Promesas y advertencias (26.1–46).
g. Apéndice: valoración y redención (27.1–34).

Como se desprende de este bosquejo, buena parte del libro se ocupa de la ley ritual. Al mismo
tiempo, debemos notar que la intención es continuar el relato de las experiencias de Israel en
Sinaí. Esto lo evidencian las primeras palabras del libro, y la repetición de la fórmula “llamó (o
habló) Jehová a Moisés” (1.1).

En el monte Sinaí la nación israelita es equipada para su tarea, tarea especificada en las
siguientes palabras: “Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa” (Ex. 19.6). A
Israel ya se le había entregado el Decálogo, el Libro del pacto, y las disposiciones relativas al
tabernáculo. La morada del Señor ya había sido ubicada en medio del campamento (Ex. 40). Es
posible que las leyes relativas a las ofrendas (Lv. 1–7) hayan existido alguna vez como unidad
separada (compárese 7.35–38). Pero armonizan bien en el contexto del Pentateuco donde
aparecen ahora. La historia de las ofrendas para los sacrificios comienza ya en Gn. 4.3–5 en el
Pentateuco. También hay otros pasajes en el Pentateuco, antes del libro de Levítico, en los que
se mencionan los sacrificios y las ofrendas. Pero en Levítico el Señor reglamenta todo el servicio
de los sacrificios, e instituye una forma especial de los mismos como medio de propiciación para
Israel. Lv. 17.11 explica la razón por la cual se prohíbe comer sangre (“porque la vida de la carne
en la sangre esta”); ya se había impuesto esta prohibición en 3.17 y 7.26s., pero en ninguna de
estas ocasiones se menciona explícitamente la razón de la misma. El derramamiento de sangre y
el rociamiento con sangre que prescriben los capítulos 1–7 debe verse a la luz de 17.11. Esta es
una indicación de la unidad del libro.

Otra indicación de su unidad lo da el hecho de que 7.21 nos prepara para la transición a las
ANTIGUO TESTAMENTO I SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN TEOLÓGICA

disposiciones sobre la impureza, que se trata en detalle en los capítulos 11–15. En forma similar,
10.10 apunta hacia la transición a las detalladas distinciones entre lo puro y lo inmundo que
encontramos en el capítulo 11. Vistas desde el punto de vista del libro de Levítico en conjunto, las
leyes relativas a la pureza y la impureza destacan la necesidad de que Israel se mantuviese
distanciado del pecado. Es el pecado lo que trae la separación entre el Señor y su pueblo, de
modo que es necesario llegar a él por la mediación del sacrificio (caps. 1–7) y el sacerdocio (caps.
8–10). Lv. 16.1 está íntimamente relacionado con 15.31 y vuelve al asunto de 10.1s. En 20.25
tenemos una clara alusión a la ley sobre los animales limpios e inmundos del capítulo 11; y este
versículo ofrece un vínculo más estrecho entre los mandamientos de los capítulos 18–20 y los de
los capítulos 11–15. Esto no sirve de apoyo al parecer de los que aceptan la existencia, en un
momento determinado, de un Código de santidad independiente que ha sido incluido en los 14
capítulos 17–26. En 21.1–22.16 se repiten expresiones como las de 11.44s; 19.2; 20.7, con referencia
a los sacerdotes (por ejemplo 21.8, “santo soy yo Jehová que os santifico”). Lv. 25.1 afirma que
las palabras que siguen le fueron reveladas a Moisés en el monte Sinaí, al igual que las leyes
resumidas en 7.37s.

También se presta atención al matrimonio y la castidad, la santificación de la vida diaria, y la


actitud de Israel ante los mandamientos de su Dios, compárese 18.3–5, 30; 19.1–3, 18, 37; 20.26;
22.31–33; 26, etc. En virtud del carácter de todo su contenido, podemos describir a Levítico como
“el libro de la santidad de Yahvéh”, cuya exigencia fundamental es que “habéis, pues, de serme
santos, porque yo Jehová soy santo” (20.26).

SIGNIFICACIÓN.
Levítico es un libro de gran significación desde muchos puntos de vista. En primer lugar,
ofrece un fondo adecuado para todos los demás libros de la Biblia. Si deseamos comprender
referencias a las ofrendas para los sacrificios, y las ceremonias de purificación, o instituciones
tales como el año sabático o el año de jubileo, es este libro el que tenemos que consultar.
En segundo lugar, es de interés desde un punto de vista religioso general. Gracias,
especialmente, a las excavaciones arqueológicas podemos comparar las instituciones de que se
ocupa Levítico con las de otros pueblos, por ejemplo fenicios, cananeos, egipcios, asirios,
babilonios e hititas.
En tercer lugar, los judíos religiosos han encontrado en este libro, hasta nuestros días, las
disposiciones (por ejemplo alimentarias) a las que deben sujetarse. Hoffmann, exégeta judío de
Levítico, hace notar que otras confesiones que se nutren principalmente del Antiguo
Testamento eligen Génesis como objeto de su estudio, mientras que los judíos prestan especial
atención a Levítico.
En cuarto lugar, Levítico proclama, para beneficio de nosotros los cristianos, la forma en
que el Dios de Israel combate el pecado en su pueblo. Lo combate por medio de sus instituciones
de sacrificio y purificación—el pecado social por medio del año sabático y el de jubileo, los
pecados sexuales por medio de las leyes de la castidad—, y también por medio de sus promesas
y advertencias. El día de la expiación ocupa un lugar central en él (Lv. 16); la ceremonia de los dos
machos cabríos prescrita para ese día nos recuerda que “cuanto está lejos el oriente del
occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Sal. 103.12).
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EL LIBRO DE NÚMEROS.
La sinagoga llamaba a este libro por la palabra con que comenzaba, o por una de sus primeras
palabras: ‘y habló en el desierto’. Los traductores griego lo llamaron arithmoi, (números). Este
título se debe a que los primeros capítulos de este libro contienen muchos números,
especialmente números o cifras censales.

CONTENIDO.

a. El censo de los israelitas. El orden de formación de las tribus (1.1–4.49).


b. La ley relativa a los celos, la legislación para los nazareos, y otras leyes (5.1–6.27). 15

c. Las ofrendas para la consagración del tabernáculo (7.1–89).


d. El candelero. La consagración de los levitas; su período de servicio (8.1–26).
e. La segunda pascua; la nube; las dos trompetas de plata (9.1–10.10).
f. La partida de Sinaí (10.11–36).
g. Tabera. Las codornices y los setenta ancianos (11.1–35).
h. María y Aarón contra Moisés (12.1–16).
i. Los doce espías (13.1–14.45).
j. Mandamientos variados relativos a las ofrendas de carne y bebidas, las ofrendas por los
pecados de ignorancia, y mandamientos sobre la profanación del día de reposo (15.1–41).
k. Coré, Datán, y Abiram. El florecimiento de la vara de Aarón (16.1–17.13).
l. La posición de los sacerdotes y levitas (18.1–32).
m. El agua de la separación para la purificación de los pecados (19.1–22).
n. La muerte de María. Meriba (20.1–13).
ñ. Edom rehúsa permitir el paso de Israel. Muerte de Aarón (20.14–29).
o. La batalla contra Horma. La serpiente de bronce. Las llanuras de Moab. La lucha contra
Sihón y Og (21.1–35).
p. Balaam (22.1–24.25).
q. Baal-peor (25.1–18).
r. El segundo censo de los israelitas (26.1–65).
s. El derecho de herencia de las hijas. El sucesor de Moisés (27.1–23).
t. Mandamientos sobre las ofrendas. Votos de las mujeres (28.1–30.16).
u. Venganza contra los madianitas (31.1–54).
v. La asignación de la tierra al Este del Jordán (32.1–42).
w. Los lugares en que acampó Israel durante su peregrinación por el desierto (33.1–49).
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x. Directivas relativas a la conquista de Canaán. Las fronteras de Canaán. Reglamentaciones


relativas a la división de la tierra. Las ciudades de los levitas. Ciudades de refugio (33.50–
35.34).
y. El casamiento de las hijas que tenían herencia (36.1–13).
Muchas de las leyes (pero no todas) se refieren a asuntos rituales. Los israelitas no hacían
distinción entre leyes cúlticas, morales, jurídicas, y sociales en la misma forma que nosotros.
Todas las leyes y reglamentos tenían por objeto preparar a Israel para vivir en Canaán a la vista
del Señor, como nación independiente y bien gobernada.

EL MENSAJE DEL LIBRO. 16

En Números, como ocurre en toda la Biblia, el Dios todopoderoso y fiel del pacto se revela a sí
mismo; es esta revelación lo que une las diferentes partes del libro de Números. En las leyes y
reglamentos que impone, Dios muestra la forma en que se ocupa de su pueblo. Israel se rebela
frecuentemente contra él. Como resultado, la ira de Dios se enciende: él no permite que quede
sin castigo el pecado (11.1–3, 33s; 12.10s; 14, etc.); a Moisés y a Aarón no se les permite entrar en
Canaán (20.12s). Pero el Señor no repudia a su pueblo; se mantiene fiel a su pacto. Guía a Israel a
través del desierto de modo que puedan llegar a la tierra que ha prometido a sus antepasados.
Ni la infidelidad de Israel, ni el poder de las naciones que se oponen a Israel, pueden evitarlo.

Debemos prestar especial atención a ciertos aspectos de la revelación de Dios en el libro de


Números.

El Señor es, por cierto, inmutable en su fidelidad (23:19), pero esto no significa que sea un ser
impasible (véase especialmente el conmovedor relato en 14.11s). A este respecto debemos notar
los fuertes antropomorfismos (por ejemplo 10.35s; 15.3, “olor grato a Jehová”; 28.2, “mi pan”);
expresiones que, si bien no debemos tomar en su estricto sentido literal, muestran cuán
profundamente se relaciona el Señor con la vida de Israel.

Se pone un énfasis especial en la santidad de Dios. Esto lo hacen los relatos (por ejemplo 20.12s)
y también, de manera diferente, las leyes y reglamentos: cuando un hombre se acerca a Dios,
tiene que cumplir toda clase de reglas preestablecidas, y estar libre de todo tipo de inmundicia
(compárese 1:50s).

En el libro se ofrecen prescripciones sumamente detalladas: Dios ejerce su soberanía sobre todas
las cosas, aun sobre los menores detalles.

Tan pronto como los hijos de Israel llegan a las fronteras de la tierra prometida, ceden a la
tentación de servir a los dioses de esa nueva tierra. Pero el Señor no es solamente el Señor del
desierto: se vale de los servicios de un adivino pagano (22–24), y castiga a Israel por su idolatría
(25), junto con los que habían seducido al pueblo (31).
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EL DEUTERONOMIO.
El Deuteronomio es el quinto libro del AT y el último del Pentateuco: el nombre “Deuteronomio”
se deriva de la traducción griega de los LXX en Dt 17:18, donde se habla de un deutero -nomos-
(que significa “segunda ley”) que el rey debía escribir para propio uso, copiándolo del libro de
los sacerdotes levitas.

En el Deuteronomio se presenta la ley dada por Moisés en la llanura de Moab, inmediatamente


antes que los israelitas cruzaran el río Jordán para entrar en la tierra prometida. Y puede decirse
que se trata de una segunda entrega de la ley que ya anteriormente había sido dada, como
estatuto de la alianza pactada entre Dios y el pueblo con la mediación de Moisés, en el Sinaí. 17

G. von Rad describe al Deuteronomio como una “ley predicada”. Esta descripción hace justicia a
los dos elementos principales contenidos en el libro. Por una parte, los códigos legales, que
ocupan más de las dos terceras partes del texto: el Decálogo en Deut 5:6-21, y el Código
deuteronómico en los capítulos 12 al 25; y por otra parte, las secciones exhortativas (parenéticas)
e históricas, en los capítulos que sirven de marco a las secciones legales.

Los discursos de advertencia y exhortación atribuidos a Moisés tienen un estilo muy


característico y dan al libro su rasgo más marcadamente “deuteronómico” Los autores
anónimos del Deut eran ciertamente expertos en el arte de hablar y predicar.

En el esquema siguiente se advierten tres secciones diferentes del Deut. La primera: el Código
deuteronómico o colección de leyes, que forman el núcleo del libro en los capítulos 12 al 25. La
segunda que forma un marco parenético y narrativo formado por los capítulos 6 al 11 y 26 al 28. Y
la tercera es el marco exterior formado por los capítulos 1 al 5 y el final en los capítulos 29 al 34.

Es probable que Deuteronomio, o al menos buena parte de él, haya existido primero como obra
independiente, y que solo más tarde se haya unidos a otros escritos. La mayoría de los
estudiosos del AT piensan que los escritos a los que se unió el Deut. en un primer momento no
fueron los cuatro primeros libros del Pentateuco, sino los seis “libros históricos” que van del
libro de los jueces al segundo libro de los reyes, los cuales en la Biblia hebrea forman el bloque
de los profetas anteriores Se formó así la llamada obra “deuteronomista” que tenía como
prólogo precisamente el libro de Deut.

El Deut es el resultado de un largo proceso de formación que duró varios siglos. Se considera
fecha clave el año 622 a. C. cuando el relato de 2ª Reyes 22, el sumo sacerdote Hilquías encontró
en el templo de Jerusalén el “Libro de la Ley”, el cual sirvió de base a la reforma religiosa llevada
por el rey Josías. Ese “Libro de la Ley” algunos lo llaman el Deuteronomio primitivo y debió
contener la mayor parte de las leyes y prescripciones que encontramos en los capítulos 12 al 25,
así como buena parte de los capítulos 6 al 11 y 26 al 28.

Las intenciones teológicas de este libro las podemos definir en tres palabras: un Dios, un pueblo,
un culto; y cabe añadir: un país, un rey, un profeta.
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Si hasta ahora Israel conocía una pluralidad de santuarios (Éxodo 20:24), el Deut se muestra
exclusivista Deut 12:13s. La unidad de culto es consecuencia de la unidad de Dios según el Shemá
en Deut 6:4s.

CONTENIDO.

1 al 4 Primera introducción

5 al 11 Segunda introducción

12 al 24 Cuerpo Legal
18
12 al 16 Preceptos sobre la unidad y la pureza cúltica

16:18 al 18 Disposiciones sobre personajes oficiales

19 al 25 Preceptos sobre la conducta social

26 Apéndice litúrgico

27 al 28 Primera conclusión: maldición y bendición.

29 al 30 Segunda conclusión: Parénesis.

31 al 34 Bendición y muerte de Moisés.

DEUTERONOMIO Y EL SANTUARIO CENTRAL.

El santuario central desempeña un papel importante en Deuteronomio. Hay un “lugar que


Jehová vuestro Dios [escogerá]” (12.5, 11, 18; 18.6–8; 31.10–13). No hay indicación de que este
lugar sea específicamente Jerusalén, aunque finalmente lo fue. Parecería que el santuario central
fue trasladado de un lugar a otro en los primeros años. Así, el arca estuvo en Gilgal (Jos. 4.19; 5.9;
9.6), Siquem (Jos. 8.33), Bet-el (Jue. 20.18, 26–28; 21.2), Silo (Jos. 18.1; Jue. 18.31; 1 S. 1.7, 24; 4.3,
etc.). Resulta extremadamente difícil decidir si los textos pertinentes especifican un
determinado lugar y momento, un lugar permanente en todas las épocas, o una variedad de
lugares en un momento determinado, cada uno debidamente aprobado. Por cierto que los libros
de Reyes, y excavaciones llevadas a cabo en Arad, Dan, y Beerseba sugieren que, en la práctica,
existieron varios lugares. Los reyes reformadores de siglos posteriores, como Asa, Ezequías, y
Josias, procuraron regularizar los “lugares altos” donde las prácticas eran irregulares, o incluso
centralizar el culto en Jerusalén.
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HISTORIA DEUTERONOMISTA.
Martin Noth propone que la historia deuteronomista la redactó un solo personaje durante el
exilio a mediados del siglo VI desde la provincia de Samaria. Mientras Noth admite una sola
edición, Cross y su escuela defienden que hubo una primera en tiempos de Josías y una segunda
en el exilio.

Además Noth basa su teoría en una serie de documentos previos, escritos con anterioridad de
dos o tres siglos, como los relatos sobre Josué (Jos. 2-11), el Libro de los Libertadores (Jue. 3-4, 6-
9) y otros más.
19
En general se admite que los autores deuteronomistas no solo se dedicaron a recopilar
documentos, sino que les dieron unidad literaria y teológica. Eso explicaría el porqué de los
discursos de los principales protagonistas de la obra, como: Moisés, Josué, Samuel, David y
Salomón.

En cuanto a la finalidad, el autor comenta, que existe un amplio debate: Unos se inclinan por un
mensaje pesimista de castigo y juicio (Noth), otros ven al final un mensaje de esperanza (Von
Rad) y algunos más interpretan la obra como un llamad a la conversión (Wolff).

En el siglo XIX se tenían dos posturas sobre la formación de estos libros; la primera decía que
habían surgido estos libros independientemente unos de otros, pero que en el tiempo de Josías
fueron unidos y reelaborados por el círculo deuteronomista; la segunda postura dice que estos
libros son continuación de las fuentes del Pentateuco (Yahvista y Elohista), es decir que estas
narraciones no terminaban con la muerte de Moisés sino que continuaban con los siglos
posteriores.

Además Noth sugiere que el Deuteronomio es la introducción teológica a los siguientes libros y
no tiene la función de cerrar el Pentateuco.
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EL LIBRO DE JOSUÉ.
El libro de Josué presenta un marco teológico en los capítulos 1 y 22 al 24. En medio de este
marco encontramos las dos secciones más importantes y extensas del libro: la primera del
capítulo 2 al 8, que tiene como tema la lucha por la conquista de la tierra. Y la segunda del
capítulo 13 al 21, describe la división y repartición de la tierra.

El libro de Josué presenta una fuerte tensión entre lo que quiere Dios y los logros y fallas del
pueblo berítico (del pacto). En esta tensión esta clave para comprender las llamadas
contradicciones del libro. La relación entre el proyecto divino y lo realizado por el pueblo se debe
a la fidelidad a la palabra de Dios. 20

El libro de Josué registra la invasión de Canaán por Israel y su reparto entre las tribus. Informa en
detalle sobre cómo cruzaron el Jordán, describe más brevemente dos campañas que terminaron
con el poder de los cananeos, y resume la carrera militar posterior de Israel. El relato del reparto
incluye una completa descripción del territorio judaíta, y notas sobre la ciudad cenea de Hebrón
y las dificultades experimentadas en el norte de Manasés. Después de referirse a los
asentamientos levíticos y el problema de las tribus transjordanas, el libro termina con una
narración del testamento espiritual de Josué, punto culminante del cual es el pacto nacional en
Siquem.

CONTENIDO.
a. La invasión de Canaán (1.1–11.23)
(i) Cambio de mando (1.1–4.24). Comisión; reconocimiento; cruce del río.
(ii) La cabeza de puente (5.1–8.35). Gilgal a Hai.
(iii) Campaña en el sur (9.1–10.43). Las ciudades heveas; derrota de la confederación de
Jerusalén; ciudades capturadas.
(iv) Campaña en el norte, y progresos posteriores (11.1–23).

b. El asentamiento en Canaán (12.1–24.33)


(i) Lista de los enemigos derrotados (12.1–24).
(ii) Los primeros asentamientos (13.1–17.18). Tareas inconclusas; Transjordania; Caleb; la
tierra de Judá; territorios asignados a Efraín y Manasés.
(iii) Asentamientos posteriores (18.1–21.45). La conferencia en Silo; ciudades de refugio;
ciudades levíticas.
(iv) Hacia adelante (22.1–24.33). El altar del testimonio; el cometido de Josué; el pacto en
Siquem.

COMPOSICIÓN Y PROPÓSITO.

En la Biblia Hebrea Josué está al principio de los “Profetas anteriores”, que cubren la historia de
Israel desde la invasión hasta el exilio. Como secuencia inmediata y natural de Deuteronomio, se
extiende desde la toma del mando por Josué hasta su muerte y la de Eleazar. Los capítulos 1 a 11
forman un relato continuo, aunque el tratamiento se hace progresivamente sintético, y termina
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con una evaluación general de los logros de Josué (11:15–23). Cualquiera sea la forma en que el
autor encontró este material, hizo de él una historia de la más elevada calidad dramática, tanto
en el tratamiento del tema como en la técnica de la narración. No se trata simplemente de la
adaptación de un trabajo preexistente; pero mucho se omite o generaliza para lograr el cuadro
general, en su proporción adecuada, en un espacio limitado.

Se llega a una culminación al final del capítulo 11, pero la historia no termina. El libro se relaciona
con la obra de Josué y el cumplimiento de las promesas de Dios en el sentido de que Israel tomó
posesión de la tierra “de la cual juró a sus padres que la daría a ellos” (1:6; compárese 23:14;
24:13). Para el logro de ambos propósitos es necesario narrar el asentamiento y mostrar la
vigorosa posición en que Josué dejó a la nación. En esta parte hay mucho uso de fuentes, 21
algunas de las cuales vuelven a aparecer en otras partes (Nm, Jue, Cr.). El autor mantiene un
firme control de su material, reelaborando profusamente en algunas partes (por ejemplo el
capítulo 20, y probablemente en la mayor parte de las listas de fronteras). La “despedida a la
nación” está registrada en el capítulo 23; pero desde el punto de vista profético la obra queda
realmente coronada por el pacto de Siquem, aunque puede haberse producido mucho antes.

PATERNIDAD, FUENTES Y FECHA.

En el libro de Josué hay claros ecos de Deut., tanto en lo que hace a su propósito como a su
lenguaje. También hay (especialmente en la segunda parte) mucho material escrito en un estilo
completamente diferente. Por lo tanto, era natural que el análisis de las fuentes del Pentateuco
se proyectase a Josué, y que se haya promovido el concepto de un “Hexateuco”.

CONTENIDO ESPIRITUAL.

La importancia de Josué para los cristianos se encuentra principalmente en que (a) muestra la
fidelidad de Dios a su pacto (compárese Deut. 7:7; 9:5s); (b) registra el desenvolvimiento de sus
propósitos para la nación; (c) da razones para su ya pronosticado (17.13; 18.3) fracaso en el
cumplimiento del plan divino; (d) ofrece analogías para el discipulado, ya que las cuestiones
espirituales de la fe, la obediencia y la pureza estaban evidentemente en juego en la invasión.

Bajo Josué Israel demostró tener mejor espíritu que el que tuvieron sus padres, pero no fueron
menos susceptibles al politeísmo y al culto a la naturaleza (Nm. 25; Dt. 4.3, 23). Por lo tanto, la
decisión de extirpar a los cananeos y su religión era de primordial importancia (Gn. 15:16; Ex.
20:2–6; 23:23–33; 34:10–17; Nm. 31:15s; Deut. 7). Los israelitas no podían comprender o dar cabida
a un enfoque redentor, mientras que el contacto diario con la cultura cananea pondría en peligro
su propia fe en un Dios único y todopoderoso, como también sus normas morales, como lo
demostró la historia posterior. Además, no podía hacerse un ofrecimiento general de salvación
por gracia (como en el caso del NT) antes de haberse establecido públicamente su base judicial
en la muerte de Cristo; pero vemos un reflejo de ello en la forma en que Dios trató a Rahab (Heb.
11:31). En ese momento el propósito de Dios no era el de enseñar el cristianismo, sino preparar el
camino para Cristo por medio de Israel.
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EL LIBRO DE JUECES.
Desobediencia, idolatría, violencia, anarquía y fracaso son las imágenes del libro de los jueces.

Josué y Jueces se oponen entre sí:

JOSUÉ JUECES

Un Dios Muchos dioses

Un pueblo unido Tribus dispersas y aisladas


22
Obediencia a los preceptos divinos Desobediencia a los preceptos divinos

Distribución total de la tierra Comparte la tierra con otras naciones

Culto a Jehová en un solo lugar Muchos santuarios y altares

Jueces es la continuación cronológica del Pentateuco y de Josué, y describe la historia de Israel


desde la muerte de Josué hasta la aparición de Samuel. Recibe su nombre de los principales
protagonistas (Jue. 2.16). Estos “jueces”, sin embargo, eran algo más que árbitros judiciales;
eran “libertadores” (“salvadores”), carismáticamente dotados por el Espíritu Santo de Dios para
la liberación y preservación de Israel (6.34) hasta el establecimiento de la monarquía. Yahvéh
mismo es el principal Juez (Jue. 11.27).

El libro tiene dos introducciones. La primera se orienta hacia el pasado y acentúa el aspecto
militar y social de la nación (1:1 al 2:5); la segunda se orienta hacia el futuro y pone más de relieve
el aspecto religioso de Israel (2:6-3:6). La parte central del libro, la sección que habla
propiamente de los doce jueces, se estructura de acuerdo con una paradigma cíclico, presente
ya en la segunda introducción (2:11-23).

1. Los Israelitas hacen lo malo delante de Dios.

2. Jehová entrega a sus enemigos.

3. Los Israelitas claman a Jehová.

4. Jehová levanta un libertador.

5. La nación tiene paz por un periódico de años.

Existen también dos conclusiones: la primera (17 y 18) pone de relieve el aspecto religioso; y la
segunda (19 al 21) el aspecto militar y social.

CONTENIDO.
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a. Acontecimientos posteriores a la muerte de Josué (1:1–2:5)

Con obediencia inicial, las tribus de Judá y Simeón avanzaron hacia el sur a fin de conquistar
Bezec, Jerusalén (que no retuvieron, 1:21), Hebrón y Debir (ocupada nuevamente desde su
devastación en Jos. 10.36, 39), Horma, y tres de las ciudades filisteas (que no retuvieron, Jue.
1:19). También las tribus de José capturaron Bet-el (1.22–26), que se había rebelado (Jos. 8:17;
12:9). Pero luego vinieron los fracasos: Israel dejó de desplazar a los cananeos, no se tomaron
más ciudades (Jue. 1:27–36), y la tribu de Dan fue desalojada del territorio que se le había
asignado (1:34). Esa tolerancia del mal requirió el largo período posterior de castigos (2.1–5).

b. La historia de Israel bajo los jueces (2:6–16:31) 23

(i) El discernimiento profético de la historia por el autor (2:6–3:6). Este libro enseña la retribución
divina: que Dios en su providencia recompensa a la nación en relación directa con la fidelidad de
su pueblo. En esta época Israel sufrió la constante tentación de adoptar los ritos de fertilidad de
sus vecinos cananeos, junto con su agricultura supuestamente superior. Muchos reconocían que
Yahvéh había guiado a Israel en el desierto, pero Baal parecía tener mayor capacidad para hacer
crecer las cosechas. Es así como Jue. muestra la repetición de ciclos de pecado (culto de Baal),
servidumbre (a agresores extranjeros), súplica (de ayuda al misericordioso Dios), y salvación (por
medio de jueces divinamente nombrados).

(ii) Seis períodos sucesivos de opresión y las actividades de doce jueces salvadores (3:7–16:31).

1. Invasiones de Cusan-risataim (3:7–11). Después de adoptar las costumbres de Canaán,


Israel sufrió durante ocho años las depredaciones de Cusan-risataim, invasor proveniente
de la Mesopotamia, controlada por Ios hititas (Jue. 3.8). La causa, sin embargo, radicaba
en los pecados de Israel (3.7). Pero cuando clamaron a Yahvéh, “Jehová levantó un
libertador a los hijos de Israel … Otoniel … hermano menor de Caleb” (3.9). Los 40 años
de paz que siguieron quizás correspondan al período paralelo de dominación hetea, hasta
unos años después de la muerte de Suppiluliuma en 1346 a.C.

2. Opresión bajo Eglón (3:12–31). Justo antes de los días de confusión internacional que
coincidieron con la aparición de la agresiva dinastía egipcia 19ª; “volvieron los hijos de
Israel a hacer lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová fortaleció a Eglón rey de Moab
contra Israel” (3:12). “Y clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová les levantó un
libertador, a Aod hijo de Gera, benjamita” (3:15), y les dio 80 años de paz, quizás desde la
época del tratado de 1315, entre Seti y Mursil, compárese su renovación en 1284 por
Ramsés II. Aparentemente ni Egipto ni los hititas comprendieron su función providencial,
pero los años en que cada uno de ellos aportó paz a Palestina parecerían corresponder a
los períodos que Dios había determinado para que su pueblo gozara de “paz”.
Posteriormente Samgar consiguió un éxito limitado contra los primitivos filisteos, que
estaban mejor equipados que él (3:31).

3. Liberación por mano de Débora (4:1–5:31). Cuando decayeron los imperios y aumentó la
opresión cananea local bajo Jabín II de Hazor (4:2–3), Dios levantó a Débora, una mujer,
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como cuarto juez. Su comandante militar, Barac, reunió a las tribus centrales del norte en
el valle de Esdraelón para luchar contra las tropas de Jabín dirigidas por Sísara. Pero
“desde los cielos pelearon las estrellas; desde sus órbitas pelearon contra Sísara” (5:20):
una tormenta divinamente producida inmobilizó los carros cananeos, y Sísara fue muerto
por una mujer cenea cuando huía. Los 40 años de paz que siguieron a la victoria de
Débora pueden haber sido paralelos al fuerte gobierno de Ramsés III, el último de los
grandes faraones (1199–1168 a.C.).

4. Liberación por Gedeón (6.1–8.32). Posteriormente aparecieron por el desierto oriental


madianitas y amalecitas, con la intención de saquear a la pecadora Israel (Jue. 6.2–6;
compárese Rt. 1.1). Pero Israel se libró de los nómadas incursionadores (7.19–25; 8.10–12; 24
compárese el fondo pacífico de Rt. 2–4, unos 20 años más tarde).

5. Ascenso y caída de Abimelec (8.33–10.5). La conmoción provocada por el intento del


hijo de Gedeón, Abimelec, de convertirse en rey de Israel (Jue. 9) fue rectificada por los
jueces Tola y Jair (10.1–5).

6. Opresión bajo Amón y los filisteos (10.6–16.31). Pero a causa de la apostasía que siguió,
Dios dejó que su tierra fuera oprimida simultáneamente por los amonitas en el este
(punto cardinal); elohísta y los filisteos en el oeste (10.7). Dieciocho años más tarde Israel
oriental fue liberado por Jefté, el octavo juez (cap. 11), al que sucedieron tres jueces
menores. El oeste de Israel, sin embargo, permaneció sujeto al creciente poder de los
filisteos, a pesar de las espectaculares hazañas de Sansón, el duodécimo y último juez del
libro de los Jue. (caps. 13–16).

c. Apéndice (17.1–21.25)

Ofrece detalles de dos hechos del primer período de apostasía de Israel (antes de Otoniel;
compárese la aparición de Finees en 20:28, y la mención de los acontecimientos del capítulo 18
en Jos. 19:47, cuyo autor parece contemporáneo de la conquista, Jos. 5:1; 6:25). El propósito del
apéndice es ilustrar la profundidad del pecado de Israel, que transgredió casi todas las normas
del Decálogo. La sección sobre Micaía y los danitas (caps. 17–18), por ejemplo, relata como
Micaía le robó a su madre y luego convirtió el dinero en un ídolo para su casa de dioses (17:5). El
levita de Dios, mientras tanto, deambulaba sin ayuda alguna, hasta que Micaía lo empleó. Pero a
su vez aquel traicionó a su empleador cuando recibió la oferta de una posición de liderazgo de
parte de los ambiciosos danitas, idólatras y criminales (18:25). Y sin embargo, este levita era
Jonatán, descendiente directo de Moisés (18:30). Nada se dice, hay que admitirlo, sobre el
séptimo mandamiento (sobre la pureza); pero los capítulos siguientes (19–21, el ultraje de los
benjamitas) describen no simplemente una guerra civil y la protección a los criminales, sino
también la prostitución y la infidelidad de la concubina de un levita (19:2), la homosexualidad y la
violación (19:22–24), y finalmente el secuestro en masa (21:23). Tales fueron los resultados
cuando “cada uno hacía lo que bien le parecía”.
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PATERNIDAD Y FECHA.

En el libro de los Jueces no hay referencia directa a la fecha en que fue escrito. Cierto es que el
cántico de Débora (5.2–31) afirma que fue compuesto en esa época (5:1), y generalmente se
acepta su autenticidad. Pero el libro en su conjunto no pudo haberse compilado hasta dos siglos
más tarde. Menciona la destrucción y el cautiverio de Silo (18.30–31) durante la adolescencia de
Samuel (1 Sam. 4; alrededor de 1080 a.C.); y el último acontecimiento que se registra es la muerte
de Sansón (Jue. 16:30–31), lo que se produjo unos años antes de ser nombrado juez Samuel
alrededor de 1063. Además, la repetida explicación de que “en aquellos días no había rey en
Israel” (17:6; 18:1; 21:25) sugiere que el libro fue escrito después de haber sido coronado rey Saúl
en 1043 a.C. Con todo, el aprecio popular por la monarquía todavía está resco; y parecería que el 25
libro fue compuesto antes del saqueo de Gezer en 970 a.C. (1 R. 9:16, compárese Jue. 1:29) o la
captura de Jerusalén por David en 1003 (2 S. 5.6–7, compárese Jue. 1:21).

En consecuencia, el autor de Jue. debe de haber sido un hombre que estuvo en actividad
durante los primeros años del reinado de Saúl (antes de 1020 a.C.).

El Cántico de Debora en Jueces 5 es una de las piezas poéticas más antiguas de la Biblia
(probablemente la más antigua), escrita en un hebreo arcaico y compuesta poco después de los
acontecimientos.

FUENTES DEL LIBRO.

El autor de Jue. puede haberse servido de fuentes orales y escritas que se han perdido, por
ejemplo antologías de héroes, tales como “el libro del Justo [recto]” (Josué 10:13). Los críticos
acostumbran afirmar que las fuentes del autor consistían en materiales en gran parte
independientes y además los documentos “J” y “E”, y que fueron editados por el historiador
deuteronomista “D”.

El texto hebreo de Jueces está mejor conservado que cualquiera de los otros “profetas
anteriores”, y en general está libre de errores de transmisión por los escribas. Sin embargo, la
antigua traducción griega de la LXX exhibe variaciones en el texto griego mismo, hasta el punto
de que la edición de Rahlf de la misma presenta en cada página dos formas divergentes del texto
griego, según los códices A y B.

FONDO HISTÓRICO.

El fondo histórico del período de Jue. se relaciona, localmente, con la presencia de los cananeos.
Antes de la conquista hebrea, Moisés había ordenado su “destrucción” (Dt. 7:2, compárese Jos.
6:17), causa de su arraigada inmoralidad (Dt. 9:5, compárese Gn. 9:22, 25; 15:16), y debido a su
perniciosa influencia religiosa sobre el pueblo de Dios (Dt. 7:4); porque en innumerables “lugares
altos los cananeos adoraban dioses locales de la fertilidad, los baales, con ritos que incluían la
prostitución sagrada y aun el sacrificio de niños (11:31). Josué había subyugado así a toda Canaán
(Jos. 11:16, compárese 21:43). Pero sus habitantes originales todavía no habían perdido su
capacidad de resistir. Por cierto que el mismo Moisés había anticipado una ocupación gradual de
ANTIGUO TESTAMENTO I SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN TEOLÓGICA

la tierra (Ex. 23:28–30; Dt. 7:22); y todavía quedaba mucho que ocupar (Jos. 13:1). Con respecto al
escenario internacional, podemos bosquejar de la siguiente forma los hechos pertinentes:

1. En la época de la muerte de Josué, quizás poco después de 1400 a.C., el control imperial
de Palestina por parte de la dinastía egipcia 18ª se había vuelto efímero: Amenhotep III se
contentaba con gobernar en medio de un lujo decadente, y su sucesor, Amenhotep IV
(Akenatón, alrededor de 1379–1362 a.C.), dedicó su atención exclusivamente a las
reformas religiosas monoteistas. Las cartas de Amarna contemporáneas de las ciudades-
estados cananeas contienen fútiles llamados de ayuda contra los saqueadores habirú.
Esta designación comprende a los hebreos bíblicos, aunque también se empleaba para
diferentes agresores hurritas (?) deI norte (descendientes de Heber, Gn. 10:21, 25). Porque 26
esta era se destacó, al mismo tiempo, por un resurgimiento de la actividad hitita del otro
lado de Siria. El rey Suppiluliuma (alrededor de 1385–1346 a.C.) el más grande de los
hititas, al principio estimuló la anarquía entre los estados que se encontraban más al sur,
y posteriormente logró un dominio práctico sobre ellos para su propio beneficio y el de su
hijo Mursil II.

2. Pero Egipto, bajo la nueva dinastía 19ª (1320–1200 a.C.); a su vez empezó a resurgir. Seti I
volvió a tomar Galilea y Fenicia en 1318, derrotó a los hititas, y tres años más tarde
concluyó un tratado con Mursil, por medio del cual Siria quedaba bajo control hitita, y
Palestina y Fenicia bajo dominación egipcia. El joven Ramsés II (1304–1237) rompió el
tratado e invadió territorio hitita. Pero después de años de costosa lucha se volvió a
establecer la antigua división del poder por el tratado de 1284; y se mantuvo la paz hasta
la declinación del imperio hitita, debido a las invasiones bárbaras en las postrimerías del
siglo.

3. Con la caída de Creta ante los bárbaros en 1200 a.C., los desplazados filisteos, “el resto de
la costa de Caftor” (Jer. 47:4), huyeron hacia el este; elohista a fin de reforzar sus colonias
más antiguas sobre la costa de Palestina (compárese Gn. 21:32; Dt. 2:23). Al ser rechazadas
de Egipto alrededor de 1191 a.C. por Ramsés III, de la dinastía 20ª, procedieron a
consolidar su posición en Canaán. Antes de fines del siglo pudieron así montar la primera
de sus grandes ofensivas contra Israel, acontecimiento con el que se cierra el libro de los
Jueces.
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LIBRO DE RUT.
El libro de Rut es uno de los cinco libros breves conocidos como los “cinco rollos” (Meguillot):
Rut, Cantar de los Cantares, Eclesiastés, Lamentaciones y Ester. Cada uno de ellos se ha leído
durante mucho tiempo en relación con un festival judío particular. La prueba más antigua de esta
relación entre estos libros y las fiestas procede del siglo VI D. C., aunque la fiesta de Purim se
menciona en el libro de Ester. El libro de Rut está asociado con la segunda fiesta de la
recolección de primavera, conocida como la fiesta de las Semanas (Shabouth, la base del
Pentecostés cristiano).
Las modernas Biblias judías colocan a Rut entre el Cantar de los Cantares y las Lamentaciones. La
LXX, la Vulgata y las Biblias católicas y protestantes sitúan a Rut inmediatamente después de 27
Josué y los Jueces. Esto es debido a que la acción del libro se describe como sucedida en ese
periodo (Rut 1:1).
El estilo del libro de Rut es pacífico y no polémico. Está señalado con una cierta delicadeza, como
si el autor tratase de volver a captar una época lejana en que las costumbres eran más elevadas y
la moral más pura.
Los tiempos caóticos y turbulentos del tiempo de los jueces están muy poco reflejados en esta
idílica narración de piedad familiar. A Rut se le ha llamado una “novela histórica”. Ella tiene que
dejar a su marido y a su cuñado atrás en sus tumbas, vivirá con la madre de su esposo ya muerto,
la seguirá donde ella vaya y adorará al Dios que ella adore hasta la muerte (Rut 1:16s).
Hay varios temas que aparecen en la narración: como los sentimientos de solidaridad entre las
mujeres en medio de una sociedad patriarcal, la importancia de las relaciones familiares
manifestadas en el rescate de los bienes patrimoniales y en la necesidad de asegurar la propia
descendencia. También se afirma la fidelidad de Dios que siempre y en todas partes protege a
sus fieles cuando sufren una desgracia.
También el relato quiere recordar a Israel que no todos los extranjeros son malos. Así lo
demuestra la conducta de Rut, la mujer moabita que la tradición incluía entre los antepasados
del rey David.
La historia de Rut se apoya en dos prácticas legales que es preciso conocer para comprender el
desarrollo de la trama narrativa:
La Ley del Levirato: Según Dt. 25:5-10, si varios hermanos viven juntos y uno muere sin tener
hijos, un hermano suyo tomará por esposa a la viuda y el primogénito que nazca de esa unión
llevará al nombre del difunto: así su nombre no se borrará de Israel. Si el cuñado de la viuda no
acepta su obligación, tendrá que declararlo expresamente ante los ancianos de la ciudad. Pero
en ese caso quedará deshonrado, la viuda se acercará a él en presencia de los ancianos, le
quitará la sandalia, lo escupirá en la cara y en adelante se le apodará “el descalzo”.
La práctica del levirato se asocia al deber del rescate que compete al go’el. La palabra go’el
procede de una raíz que significa “rescatar”, “reivindicar” y más fundamentalmente “proteger”.
La función del go’el consiste en proteger los intereses de su grupo familiar, particularmente en
varios casos: Uno de ellos era que si alguien había muerto sin hijos, el pariente tenía la obligación
ANTIGUO TESTAMENTO I SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN TEOLÓGICA

de asegurarle una descendencia casándose con su viuda.


El termino go’el paso también al lenguaje religioso. Yahvé, en cuanto Salvador, es el go’el o
redentor de su pueblo, especialmente en el éxodo y con los exiliados en Babilonia.
Algunos intérpretes encuentran motivos para situar la fecha de compasión del libro en el periodo
preexílico. En primer lugar, las costumbres jurídicas reflejarían una legislación anterior al
Deuteronomio. Además el estilo de la narración sería el mismo que el de la prosa clásica del AT, y
el estudio de los nombres propios llevaría a pensar en una época antigua.
Sin embargo, otros indicios hacen más probable una fecha posterior al exilio. Aunque los hechos
se describen como sucedidos en tiempos de los Jueces, esta época según hemos visto, se
28
presenta como un tiempo ya muy lejano. Por eso el narrador tiene que explicar ciertas
costumbres caídas en desuso.

CONTENIDO.
a. Noemí, viuda que había perdido a sus hijos, retorna de Moab a su ciudad natal, Belén, con
Rut su nuera moabita (1.1–22).
b. Rut espiga en el campo de Booz, acaudalado pariente de Noemí (2.1–23).
c. Rut pide a Booz que haga las veces de pariente redentor (3.1–18).
d. Rut se casa con Booz y da a luz a Obed (4.1–17).
e. Genealogía de Fares a David (4.18–22).

AUTOR, FECHA Y PROPÓSITO.


El libro de Rut presenta un sinnúmero de dificultades para el crítico, porque, como en el caso de
Job, no contiene dato alguno que permita identificar a su autor. Solamente la tradición atribuye
este idilio pastoril al último de los jueces, el profeta-sacerdote Samuel.
La escena se desenvuelve en el período de los jueces (Rt. 1:1), pero fue escrito en fecha posterior,
según parece indicar la explicación del autor sobre las costumbres antiguas (Rt. 4:1–12). Se ha
propuesto una amplia gama de fechas para su composición, que van desde mucho antes del
exilio hasta una fecha bastante posterior al mismo.
El estilo y el lenguaje clásicos inducen a pensar en una fecha muy temprana, al igual que la
actitud hacia los casamientos con extranjeras, porque bajo la ley de Deuteronomio, un moabita
no podía entrar en la congregación (Dt. 23:3). Las fechas tardías se basan en el interés que
demuestra el libro en los asuntos antiguos, y su supuesta relación con las reformas de Esdras y
Nehemías. Una escuela de pensamiento cree ver indicios de elementos tanto de temprana como
de tardía data en el libro, en la suposición de que la genealogía de David (Rut 4:18–22) y la
explicación de las costumbres primitivas pertenecen a una fecha muy posterior a la obra misma.
Se han hecho muchas sugerencias relativas al propósito del libro, entre las cuales tenemos las
siguientes. Tuvo por objeto darnos un árbol genealógico del más grande de los reyes de la
historia hebrea, David, dado que se lo omitió en los libros de Samuel. Se trataba de un escrito
político, un tratado antiseparatista, escrito a fin de contrarrestar la severidad de Esdras y
Nehemías en cuanto a los matrimonios mixtos. Se trataba de un llamado humanitario a favor de
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la viuda sin hijos, para que su pariente más cercano asumiera responsabilidades para con ella.
Tenía el propósito de mostrar una providencia que prevalecía por encima de todas las cosas. Se
hizo como alegato en favor de la tolerancia racial. Quizás no hubo motivo ulterior alguno, sino
que se trataba de una historia que había que contar. Por cierto que nos presenta un contraste
por demás placentero en comparación con los relatos al final de Jueces, que en general
pertenecen a la misma época (Jue. 17–21).

29
ANTIGUO TESTAMENTO I SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN TEOLÓGICA

LIBROS DE SAMUEL.
En un principio los libros de Samuel 1 y 2 se tenían como una sola obra. La versión más antigua
que se conoce se encontró en las cuevas de Qumrán, en un solo rollo que incluye los dos libros
actuales. Para la historia de Israel, la importancia de estos libros es fundamental, por que en ellos
se percibe la evolución de la política israelita. Aquí se muestra como es aceptado por Dios el
cambio que el pueblo elige del régimen de los Jueces a la monarquía; este cambio implica una
transición nada fácil, del carisma del Juez a la norma real, pero necesaria para el progreso del
pueblo y para ubicarse con grandeza entre los pueblos vecinos.

El libro de Samuel tiene tres grandes protagonistas: Samuel, Saúl y David. 30

Samuel aparece en un momento crítico en la historia de Israel con múltiples papeles: sacerdote,
profeta, juez y líder militar. Él representa y defiende el orden establecido en Israel, para que
conserve su identidad como pueblo de la Alianza, al mismo tiempo que prepara el camino para
establecer la monarquía en Israel.

Samuel asume la conducción de Israel después que los filisteos expulsan a los israelitas cuando
estos pierden la batalla (1 Sam. 4). Cuando logra expulsar a los filisteos de todo el territorio,
empieza a visitar todas las ciudades y ejerce en ellas la justicia. Todas sus actuaciones responden
a la iniciativa del Señor: el Señor habla, su siervo lo escucha y obedece por que en el encuentra
seguridad. Su papel es diferente del de los otros líderes religiosos que buscan adaptar a la
divinidad a sus propios deseos.

Saúl es un héroe al estilo de los héroes griegos, predestinado para el fracaso. La razón principal
por la cual llegó a ser rey es su condición de líder militar, que demostró con valor en la batalla
con el rey amonita Najás ( 1 Sam. 11) y en las campañas que se mencionan en 14:47-48.

Al ser ungido rey, Saúl recibe la misión de liberar al pueblo de los ataques de los filisteos.
Después de la unción privada el pueblo lo aclama como su rey (10:17-27). Cuando asciende al
trono se manifiesta como un buen estratega, a la manera de los jueces, sus antecesores. Saúl
personifica el tránsito entre el gobierno de los Jueces y el establecimiento de las dinastías.

El reinado de Saúl fue de corta duración. Tuvo algunos éxitos iniciales contra los amonitas (1
Sam. 11) y los amalecitas (1 Sam. 15) así como pequeñas victorias frente a los filisteos (1 Sam. 13 y
14). Con todo no consiguió alcanzar su objetivo principal, que había sido su razón de ser. Buena
parte de sus actividades como rey consistieron en perseguir a David, quien había sido elegido por
Dios como su sucesor.

El autor narra como David llegó a ser rey, lo describe como un joven bello, un modesto pastor,
virtuoso, tocador del citara (1ª Samuel 16:3), el menor de los hijos de Isaí, buen guerrero,
vencedor del gigante Goliat (1ª Samuel 17), acompañado siempre por la presencia de Jehová.
Poco a poco se va perfilando para ser el sucesor de Saúl, mientras Samuel lo unge como rey, por
encargo de Jehová.
ANTIGUO TESTAMENTO I SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN TEOLÓGICA

David supo de victorias y derrotas, de alegrías y tristezas: fue jefe de los bandoleros que
defendían los pueblos de las tribus de Judá frente a los ataques de los filisteos; su habilidad
guerrera, no obstante, lo llevó a caer en gracia con los filisteos, a cuyo servicio se colocó con su
banda, como mercenario. Con el fruto de varios saqueos, se enriqueció. Ganó prestigio entre la
población de Judá, al entregar a los filisteos parte del botín de guerra (1ª Samuel 27). Por sus
servicios a los filisteos recibió la ciudad de Siclag como propiedad (1ª Samuel 27:5s). En resumen,
se volvió celebre con la ayuda de sus bandoleros. Perseguido por Saúl, debió esconderse para
evitar ser asesinado; frente a Saúl mostró buen corazón cuando en dos ocasiones le perdonó la
vida. Experimentó el pecado y vivió la amargura de la pérdida de sus hijos; se descubrió pecador,
responsable del asesinato de Urías y del adulterio de Betsabé, pero supo arrepentirse y llorar su
crimen cuando el profeta Natán lo enfrentó con su conciencia. 31

En el campo político, logra llevar al reino a su mayor esplendor. No le basto hacer de Jerusalén
un territorio jebuseo, la capital política de Israel, sino que la convierte en el centro religioso con
el traslado del Arca de la Alianza.

Tuvo muchos hijos de madres diferentes. El primogénito Amón se enamora y seduce a Tamar, su
media hermana; Adonías se hace coronar a espaldas de su padre (1ª Reyes 11-14), su hijo Absalón
se rebela y levanta algunos en contra de su padre, Salomón consigue por intermedio de su
madre Betsabé ser el heredero de David. En su vejez lo acompaña una hermosa mujer llamada
Abisag.

Lo bueno y lo malo de David lo hacen un personaje inolvidable, un personaje humano.

El título “Samuel” no es completamente apropiado, ya que este profeta no es más que la


primera de las tres figuras de importancia cuya vida se registra en estos libros; los otros dos son
Saúl y David. Encontramos la muerte de Samuel en 1 S. 25:1, por lo que no puede haber sido él el
autor, a pesar de la tradición que encontramos en el Talmud babilónico. Para la confección de
sus libros Samuel debe haber contado con el documento denominado “Las crónicas de Samuel
vidente” (1 Cr. 29:29), ya que no puede referirse a los libros de Samuel propiamente dichos.

CONTENIDO.

Los libros de Samuel cubren un período de alrededor de un siglo, alrededor de 1050–950 a.C.
Contienen seis secciones principales:
a. Los primeros años de Samuel (1 S. 1:1–7:14)
a. Samuel y Elí (1.1–3.21)
b. Guerra con los filisteos (4.1–7.14)
b. Samuel y Saúl (7.15–15.35)
a. Saúl es coronado rey (7.15–12.25)
b. Guerra con los filisteos (13.1–14.52)
c. La derrota de Amalec (15.1–35)
ANTIGUO TESTAMENTO I SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN TEOLÓGICA

c. Saúl y David (16.1–31.13)


a. David llega a la corte real (16.1–17.58)
b. David y Jonatán (18.1–20.42)
c. David como fugitivo (21.1–26.25)
d. David en territorio filisteo (27.1–30.31)
e. Derrota y muerte de Saúl y Jonatán tttt(31.1–13)
d. Los primeros años del reinado de David (2 S. 1.1–8.18)
a. La reacción de David ante las noticias de la muerte de Saúl (1.1–27) 32
b. David e Is-boset (2.1–4.12)
c. David derrota a los filisteos (5.1–25)
d. David, el arca, y la casa de Dios (6.1–7.29)
e. Otras victorias de David (8.1–18)
e. El rey David y su corte (9.1–20.26)
a. David y Mefi-boset (9.1–13)
b. La guerra con Amón y sus consecuencias (10.1–12.21)
c. David y sus hijos mayores (13.1–18.33)
d. El retorno de David y la revuelta de Seba (19.1–20.26)
f. Apéndice (21.1–24.25)
a. Hambre y guerras (21.1–22)
b. Dos salmos de David (22.1–23.7)
c. Los valientes de David (23.8–39)
d. Censo y plaga (24.1–25)

FUENTES Y COMPOSICIÓN.
No puede haber duda alguna de que quien escribió los libros de Samuel hizo uso de algunos
documentos primitivos, aunque es imposible determinar cuantos. Ningún hombre vivió durante
los tres períodos de Samuel, Saúl y David; y las afirmaciones que contienen la frase “hasta hoy”
(por ejemplo 1 S. 27:6) sugieren cierto lapso de tiempo antes de los propios días del autor. Por
ello se ha tratado de aislar las fuentes de las que tomó su material el autor, intento que ha dado
como resultado una cantidad de esquemas diferentes.
Algunos eruditos han opinado que los estratos documentarios que sirvieron de base al
Pentateuco también afloran en Samuel. Pocos estudiosos contemporáneos estarían de acuerdo.
Actualmente se tiende a considerar que Samuel es una amalgama de narraciones individuales,
unidas por etapas. El interés principal gira alrededor del intento de aislar las unidades o
documentos primitivos. Hace mucho tiempo que el autor de Samuel había utilizado cinco
ANTIGUO TESTAMENTO I SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN TEOLÓGICA

documentos básicos: una historia de los primeros años de Samuel, una historia del arca del
pacto, una historia de la monarquía que le daba un tratamiento hostil, y una historia cortesana
de David.

No se ha podido aclarar el número y la naturaleza de las fuentes de Samuel, que en consecuencia


son objeto de disputa. El mismo autor sin duda alguna hizo su propia contribución, como se ve
claramente por las referencias a su propia época (1 S. 27:6) y los comentarios explicativos (1 S.
9:9). Por consenso general, sin embargo, su actividad fue muy discreta; aparte de tales toques
de menor envergadura, sólo en 1 S. 7, 12 y 2 S. 7 se cree generalmente que puede verse su mano
con alguna claridad. Es digno de tomar en cuenta que en Samuel faltan las claras estructuras
editoriales y las fórmulas de Jueces y Reyes. Este hecho, entre otros, hace pensar en un origen 33
diferente para Samuel, y se opone a la hipótesis de un relato deuteronómico unificado, Josué-
Reyes. Podría ser, sin embargo, que hubo una redacción final, de alcance limitado, cuando
Samuel y Reyes fueron unidos en el período del exilio, o poco después.

PROPÓSITO.
Por el hecho de cubrir la era de transición entre una deshilvanada constitución tribal bajo los
jueces a una monarquía, los libros de Samuel necesariamente ofrecen una visión del valor de la
monarquía, pero diversos pasajes ofrecen impresiones diferentes. 1 Sam. 8 ofrece una mordaz
crítica del reino; en 1 S. 12:19 el pueblo reconoce que ha hecho mal en pedir rey; pero en 1 S.
10:24–27; 11:14s encontramos una visión positiva. Estudios recientes han mostrado una tensión
similar dentro del relato de la sucesión: algunos pasajes son favorables a David y Salomón,
mientras que otros claramente los critican. A menudo se han utilizado estos puntos de vista
diferentes como criterio en cuanto a fuentes e historicidad; pero como Bright y otros han
argumentado, no cabe duda de que la tensión es original, cualquiera sea la reconstrucción
histórica digna de crédito que se adopte, y el valor de los criterios es dudoso. De cualquier
manera, como incorporó material de ambas tendencias, es poco probable que el autor final haya
sido pro o antimonárquico. Más bien su actitud fue típicamente profética, por cuanto vio la
monarquía como una constitución ordenada por Dios, pero con una perspectiva independiente y
objetiva de cada monarca individual.

EL TEXTO.
Hay numerosos problemas en el texto hebreo (texto masorético) de Samuel, y los comentarios y
traducciones a menudo buscan apoyo en la LXX. Los manuscritos de la LXX no sólo permiten
dilucidar muchos versículos en los que el texto hebreo es oscuro y problemático, sino que
también ofrecen lecturas variantes donde tiene sentido el texto hebreo. La variación más
notable se encuentra en 1 S. 17s, donde la LXX es mucho más breve que el texto masorético
(17:12–31 y 17:55–18:5 están totalmente ausentes). Otras dos fuentes de testimonio las tenemos
en pasajes paralelos de Crónicas, y fragmentos de copias de Samuel encontradas en Qumrán.
Este último material tiende a apoyar a la LXX en los pasajes en que difiere del TM, y
recientemente algunas versiones han hecho considerable uso de estos testimonios. Existe
amplio consenso en que los testimonios sugieren, no tanto que el texto hebreo de Samuel fue
pobremente preservado, sino que existieron importantes recensiones del libro.
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LOS LIBROS DE LOS REYES.


Parte final del relato que empieza en Génesis y se centra en la historia de Israel desde sus
orígenes en Egipto hasta el fin de su independencia política a manos de los babilonios. La
separación de los libros de Reyes de los de Samuel es artificial, como es la posterior división de
Reyes mismo en dos libros, división que introdujo la LXX.
Los libros de los Reyes abarcan desde la muerte de David y la investidura de su sucesor Salomón,
pasando por la historia de los dos reinos, hasta la destrucción de Jerusalén y el destierro de
Babilonia (2ª Reyes 25). Este espacio de tiempo es de aproximadamente cuatro siglos y puede
dividirse en tres secciones: 34
1. 1ª Reyes 1-11 Reinado de Salomón.
2. 1ª Reyes 12 a 2ª Reyes 17 Historia de los reinos separados: Israel y Judá
a. Historia de Elias (17 – 19, 21)
b. Historia de Eliseo (2 – 9, 13)
3. 2ª Reyes 18 a 2ª Reyes 25 Historia del reino meridional de Judá.

Los libros de los reyes narran una historia de pecados, desde juicios de valor teológicos. Hablan
de las relaciones tensas entre los profetas y los reyes, de la sucesión de reinados pacíficos y
violentos, de prescripciones cúlticas y de guerras, y muy poco de problemas sociales.
El reinado de Salomón abarca 11 capítulos, desde su unción hasta su nefasta decadencia (1ª Reyes
1 a11), su obra más gloriosa fue la construcción de la Casa al nombre de Jehová, el templo de
Jerusalén, centro de su reinado y punto de referencia de todo el pueblo de Dios.
A la muerte de Salomón se produce el cisma en Israel (12), a partir del cual se forman dos reinos:
Israel en el norte y Judá en el sur. El narrador adopta para su obra un marco cronológico que
presenta los dos reinos en sincronía.
La estructura básica es para cada reinado la siguiente:
Introducción.
o Nombre del rey y de su padre
o Inicio del reinado en sincronía con el año de reinado del rey vecino.
o Duración del reinado
o Mención de su capital
o Valoración del reino a los ojos de Jehová
Conclusión.
o Remisión a Anales para los demás hechos
o Muerte y sepultura del rey
o Nombre del sucesor.
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En el caso de los reyes de Judá se añaden la edad del rey al inicio de su reinado y el nombre de su
madre.
19 reyes en Israel en 206 años, 19 reyes en Judá en 342 años. El reino de Israel es condenado por
la idolatría y es destruido por los asirios; en cambio, el reino de Judá goza de un privilegio: la
promesa incondicional de la perpetuidad de su dinastía (2ª Sam. 7). A pesar de la reforma de
Josías el reino de Judá también cae vencido por sus enemigos: los babilonios, gran parte del
pueblo y el rey caen en el destierro.

CONTENIDO.
Reyes consiste en la narración de la monarquía israelita escrita desde una perspectiva teológica,
35
y toma la historia desde su punto culminante en la monarquía unida hasta su punto más bajo en
el exilio.

a) El reinado de Salomón (1 R. 1–11): su coronación (1–2), sus logros (3–10), y sus fracasos
(11).
b) El reino dividido (1 R. 12-2 R. 17): Judá bajo Roboam, y la mayor parte de las tribus del
norte bajo Jeroboam, que conservan el título Israel, separados entre sí. Israel se somete a
marcadas influencias paganas desde el comienzo, y experimenta muchos golpes
sangrientos antes de sufrir finalmente el exilio. Judá está menos paganizada, aunque
solamente sobrevive por la fidelidad de Yahvéh, debido a su promesa a David. Los
profetas Elías y Eliseo participan activamente, especialmente en la historia de Israel.
c) El reino de Judá (2 R. 18–25): a pesar de las reformas de Ezequías y Josías, finalmente la
política paganizadora de Manasés da su fruto también en la caída de Judá. Pero en la
conclusión de ambos libros encontramos una posible nota de esperanza (25.27–30).

ORIGEN.
El último hecho que narra Reyes es la liberación del exiliado rey Joaquín, prisionero en Babilonia,
en 561 (2 R. 25:27), y evidentemente los libros deben de haber adquirido su forma final después
de esta época, En otras partes puede haber indicios de situaciones aun posteriores:
especialmente la fecha de la edificación del templo (1 R. 6:1), que quizás refleje un esquema
cronológico que coloca al acontecimiento a mitad de camino entre el éxodo y la reconstrucción
del templo después del exilio.
Sin embargo, en lo fundamental, la composición de este libro debe fecharse en época más
temprana. Puede haber ocurrido en los primeros años del exilio. Alternativamente, puede
haberse producido después de la liberación de Joaquín en el 561. Otro punto de vista ubica la
“primera edición” de Reyes en el reinado de Josías. Pero si bien buena parte del material de
Reyes data de mucho antes del exilio, y parte del libro refleja su perspectiva preexílica, pocas son
las evidencias de una verdadera “primera edición” de Reyes en el reinado de Josías, o de una
versión anterior, predeuteronómica, de la historia.
Cualquier actividad literaria pre o posexílica en relación con estos libros tiene que haberse
efectuado en Palestina. Es concebible que durante el período exílico se haya hecho algo en
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Babilonia o Palestina.
No conocemos el nombre del autor (o de los autores) de Reyes, aunque a menudo se describe al
grupo responsable de la obra como los “deuteronomistas”. Esta descripción refleja La opinión
de que Reyes no es simplemente la última parte de la historia que empezo en Génesis, sino que,
más específicamente, se trata de la última parte de la “historia deuteronomista”, que comienza
con el libro de Deuteronomio. Según esta teoría, la historia desde Josué: hasta Reyes, conocida
en la Biblia hebrea como los “profetas anteriores”, fue escrita o editada como una sola obra, a
fin de mostrar cómo se cumplieron en la historia de Israel los principios enunciados en
Deuteronomio, comenzando con la conquista, pasando por el período de los jueces y la
monarquía unida, hasta el exilio. 36

MENSAJE Y PROPÓSITO.
La función de los escritos de los Reyes es para explicar por qué se produjo exilio del pueblo de
Israel, aclarar que existían causas suficientes para que Dios juzgara a Israel. Es una forma de
confesión, o “un acto de alabanza ante la justicia del juicio de Dios”; “esta afirmación, con su
aparente falta de esperanza para el futuro, proporciona la única base posible para el futuro”,
porque hace que el pueblo de Dios tenga que depender totalmente de la gracia divina.
La posibilidad de esperanza para el futuro tiene un indicio en la forma en que permanecen
abiertos hacia el futuro los aspectos teológicos que se destacan en Reyes. Quizás siga en pie el
compromiso de Dios con David: puede ocurrir que la liberación de Joaquín, relatada en el último
párrafo de Reyes, haga explícita dicha esperanza. Aunque el templo ha sido saqueado e
incendiado, todavía es posible orar en él, o con el rostro vuelto hacia él cuando se trata de
personas que se ven impedidas de acudir a él, y Dios se ha comprometido a escuchar esas
oraciones (véase 1 R. 8–9). Aunque ha sobrevenido el juicio de acuerdo con las sanciones del
pacto, el mismo pacto ofrece la posibilidad del arrepentimiento y la restauración después del
juicio (véase 1 R. 8.46–53; compárese Dt. 30). Aunque las palabras proféticas que Israel ignoró
constituyen un motivo adicional para que sea castigada, el hecho de que esas palabras proféticas
de juicio se hayan cumplido estimulan la esperanza de que también puedan cumplirse las
promesas proféticas de restauración (por ejemplo las de Jeremías).
De modo que el objeto de Reyes es parcialmente didáctico, destinado “a presentar el punto de
vista divino en cuanto a la historia israelita”. Reyes deja abierta la posibilidad de un futuro. Sobre
la base de esta posibilidad busca además ser parenético, en el sentido de que implícitamente
desafía a la generación del exilio a que vuelva a Yahvéh con espíritu de arrepentimiento y fe, y
decidida a obedecer (cf.cf. confer (lat.), compárese 1 R. 8.46–50). Porque “el juicio del año 587
no significaba el fin del pueblo de Dios; sólo el negarse a volver a él significaría el fin”.
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EL LIBRO DE LAS CRÓNICAS.


El libro de las Crónicas es un escrito tardío, tanto por su lenguaje como por su temática. Hay
varios motivos que invitan a fecharlo en la época persa (538- 330 a.C.), como la mención de los
«dáricos», monedas del reinado de Darío (1 Cr 29,7) o las huellas del sistema administrativo
provincial persa que asocia a Tadmor con Jamat de Sobá en 2 Cr 8,3-4. Hay que señalar además la
ausencia de polémica anti-samaritana, que se desarrollaría al comienzo del período griego, según
nos dice Flavio Josefo. Por otra parte, las conquistas de Alejandro no aparecen nunca en el libro,
como tampoco el debate abierto con el helenismo. Pero tampoco hay que remontarse mucho en
el período persa, ya que en la época del Cronista los cantores y los porteros gozaban de un
estatuto levítico, como no ocurre en las listas de Esd 2 y Neh 7. Optamos, por tanto, por una 37
fecha de redacción en torno al 350 a.C., lo cual hace del libro de las Crónicas una de las obras más
recientes de la Biblia hebrea. Recordemos que ésta se termina con este libro.

Su título hebreo Palabras/hechos de los días (en el sentido precisamente de «crónica»)


corresponde mejor a su propósito que el que le dieron los traductores griegos de los Setenta: Las
cosas omitidas (Paralipómenos). De hecho, se le considera a menudo como un apéndice a los
libros de Samuel y de los Reyes, descalificado además por dudarse de su fiabilidad histórica. Una
mirada aguda, por el contrario, percibe la riqueza propia de la obra. Aun cuando ofrece cierto
número de datos útiles para el historiador (listas de plazas fuertes, detalles geográficos,
construcciones diversas, etc.), su propósito es ante todo teológico. Por tanto, no se le puede
juzgar sólo por el criterio de la fiabilidad histórica del relato. Su interés es distinto, como
demuestra el examen de su ambiente de origen.

La lectura un tanto atenta nos permite determinar mejor su ambiente de vida. La comparación
entre las dos versiones del relato del traslado del arca a Jerusalén (2 Sm 6 y 1 Cr 15-16) hace ver el
lugar destacado que se les concede a los levitas en este último relato. Esta misma conclusión se
saca de una comparación entre 1 Re 8,1-13 Y 2 Cr 5: la instalación del arca en el templo; el
ambiente que se respira en el libro de las Crónicas es el de los levitas del segundo templo. Y más
concretamente, el de los cantores, grupo al que pertenece el «Cronista», como se llama al autor
anónimo del libro, tanto si su autor es individual como si es colectivo.

Algunos ejemplos sirven de apoyo a esta afirmación. En la organización de los servicios levíticos
por el rey David, los cantores y los músicos (1 Cr 25) desempeñan una función privilegiada:
aseguran delante del arca el servicio de la alabanza y de la glorificación de Dios (1 Cr 16,4.37.42).
En el centro de este servicio está el canto de los salmos (cf. 1 Cr 16,8- 36), que pone ritmo al texto
con la repetición de un estribillo: «Alabad a Yahvé porque es eterno su amor» (1 Cr 16,34; 2 Cr 5,13;
7,3; 20,21). Este servicio no se limita a la función cultual, sino que tiene también una dimensión
profética, como se deduce de 2 Cr 15,1-7: “El Espíritu de Dios invadió a Azadas, hijo de Obed (un
levita)”; véase también 2 Cr 20,14-17.

Tradicionalmente, se entiende por “obra del Cronista” el conjunto que comprende 1 y 2 Crónicas,
Esdras y Nehemías. La unidad de autor que se postula se basa en cierto número de criterios
literarios (sintaxis, vocabulario) y temáticos (importancia del templo y del culto). Algunos
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autores recientes (S. Japhet, H. G. M. Williamson) discuten, sin embargo, enérgica- mente esta
unidad de autor. De hecho, al lado de algunas semejanzas innegables debidas a una misma
época de redacción, las divergencias entre Crónicas y Esdras-Nehemías son importantes.

La división actual en dos libros estorba la visión de la estructura del conjunto de la obra. De
hecho, ésta sigue un orden cronológico: establecimiento del pueblo de Israel, reino unido, reino
dividido, retorno a una cierta unidad. Más allá de este esquema se perfila una coherencia
teológica: Israel en su tierra (las genealogías), viviendo del legado cultual davídico, y sin embargo
amenazado continuamente en su coherencia y su unidad. De acuerdo con muchos autores,
podemos establecer esta estructura:
38
A. 1º Cr 1-9: Israel en su tierra: las genealogías:
a. De Adán a Israel (1, 1-54): los hijos de Noé (1,4-27), los hijos de Abrahán (1,28-54)
b. Los descendientes de Israel (2,1-9,44): los hijos de Israel (2,1-8,40), lista de los que
volvieron del destierro a Jerusalén (9,1-44)
B. 1º Cr 10-2º Cr 9: Israel unido:
a. Un contra-modelo: Saúl (1º Cr 10)
b. El modelo 1: David (1º Cr 11-29)
c. El modelo 2: Salomón (2º Cr 1-9)
C. 2º Cr 10-28: Israel dividido:
a. Un contra-modelo: Roboán (2º Cr 10-12)
b. Algunas figuras destacadas: Abías (2º Cr 13), Asá (2º Cr 14-16), Josafat (2º Cr 17 - 21,1)
c. Algunas figuras criticadas: Jorán (2º Cr 21,2-20), Ocozías (2º Cr 22,1-9a), Atalía (2º Cr
22-23)
d. Algunas figuras destacadas: Joás (2º Cr 24), Amasías (2º Cr 25), Ozías (2º Cr 26),
Jotán (2º Cr 27)
e. Un contra-modelo: Ajaz (2º Cr 28).
D. 2º Cr 29-36: Israel entre la restauración y el destierro:
a. Modelo 1: Ezequías (2º Cr 29-32)
b. Dos contra-modelos: Manasés (2º Cr 33,1-20); Amón (2º Cr 33,21-25)
c. Modelo 2: Josías (2º Cr 34-35)
d. Cuatro contra-modelos: Joacaz (2º Cr 36,1-4; Joaquín 2º Cr 36,5-8, Jeconías 2º Cr
36,9-10, Sedecías 2º Cr 36,11-21)
e. De cara al porvenir: el edicto de Ciro (2º Cr 36,22- 23).
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LAS FUENTES.

La fuente más clara del Cronista es el mismo texto bíblico, que no hemos de reducir a los libros
de Samuel-Reyes: el conjunto genealógico de 1º Cr 1-9 saca muchos de sus datos de las listas
tribales del Pentateuco, y hasta de Josué y Rut. La dificultad está en que el Cronista se refiere a
numerosas obras, que podemos agrupar en dos series:

a) "Escritos históricos”:

• El Libro de los reyes de Israel (2º Cr 20,34),


39
• Los Hechos de los reyes de Israel y de Judá (2º Cr 33,18),

• El Libro de los reyes de Israel y de Judá (1º Cr 9,1; 2º Cr 27,7; 35,27; 36,8),

• El Libro de los reyes de Judá e Israel (2º Cr 16,11 ; 25,26; 28,26; 32,32),

• El Midrás del Libro de los reyes (2º Cr 24,27);

b) "Escritos proféticos»:

• Los Hechos del vidente Samuel (1º Cr 29,29),

• Los Hechos del profeta Natán (1º Cr 29,29; 2 Cr 9,29),

• Los Hechos del vidente Gad (1º Cr 29,29),

• La Profecía de Ajías de Siló (2º Cr 9,29),

• Las Visiones del vidente Idó (2º Cr 9,29),

• Los Hechos del profeta Semeyas (2º Cr 12,15),

• El Midrás del profeta Idó (2º Cr 13,22; cf. 2º Cr 12,15),

• Los Hechos de Jehú, hijo de Jananí (2º Cr 20,34),

• Los Hechos de Ozías escritos por el profeta Isaías (2º Cr 26,22; cf. 32, 32),

• Los Hechos de Jozay (2º Cr 33,19),

• La Lamentación de Jeremías sobre Josías (2º Cr 35,25).

Lógicamente, los cuatro primeros títulos de la primera serie se refieren a una misma obra y
probablemente ocurre lo mismo con el quinto (ya que la palabra «midrás» no tenía todavía el
sentido técnico que le daría más tarde el judaísmo posterior).
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LIBRO DE ESDRAS Y NEHEMÍAS.


En la obra de Esdras y Nehemías se habla del regreso de los exiliados, de la construcción del
templo y de la muralla y de la reorganización de la comunidad jerosolimitana.

Pertenece a la obra cronista que estaba formada por los dos libros de las Crónicas, Esdras y
Nehemías. Se puede situar su redacción alrededor del 400 a. C. o hasta el 300 a. C. El cronista
tuvo diversas fuentes, la primera es la “autobiografía de Nehemías”, las memorias de Esdras, la
crónica de Jerusalén, probablemente el edicto del rey Artajerjes (Esdras 7:12 s) y la lista de los
repatriados (Nehemías 8:1-14). Ha tejido todo este material convirtiéndolo en una interpretación
del pasado de su nación para darle sentido y orientación a la historia de Israel, su característica 40
es su idealización y está preocupado por las instituciones divinamente establecidas de Israel
(como la monarquía de David) y con el personal autorizado para administrar estas instituciones.
El tema que corre en toda la obra es la vocación de Israel como pueblo teocrático cuya
esperanza no está en la fuerza militar, sino en la fidelidad a su Dios y a las instituciones divinas.

La intención teológica del cronista era exponer la historia del nacimiento de la comunidad
postexílica en la que vivió, su criterio decisivo es el principio de la retribución, otorga gran
importancia a David, es un “hombre de Dios”, el culto en el santuario de Jerusalén desempeña
un papel fundamental, el mandamiento de la pureza es su meta y objetivo.

El autor se propuso escribir historia, pertenece al género narrativo y se escribe presentando a


dos héroes de la restauración judía en armonía con los monarcas persas de ese tiempo. El
cronista es un monárquico empedernido.

CONTEXTO HISTÓRICO

El periodo de Esdras – Nehemías debe estudiarse bajo el trasfondo del imperio persa. Cuando los
judíos estaban desterrados en Babilonia llegó Ciro el Grande a conquistar Babilonia, los judíos
desterrados vieron en él un campeón suscitado por Dios para librar a su pueblo y restaurar la
nación judía.

La política de Ciro contrastaba con la de otros gobernantes y consistía en demostrar gran


humanitarismo hacía los pueblos conquistados, respetando sus creencias y costumbres y así
ganar la confianza y el apoyo de las poblaciones conquistadas. En este espíritu de tolerancia salió
el edicto (538 a. C.) para que los desterrados pudieran volver a su patria.

Una abierta hostilidad de los pueblos vecinos, especialmente los samaritanos miraban este
territorio como parte de su provincia y, por consiguiente, se ofendían ante cualquier intento de
establecer un Estado judío

Zorobabel junto con Josué el sacerdote se encargaron de la reconstrucción del templo (515 a. C.)
Esdras por su parte, gran exégeta de la ley, fue el reformador del culto estableciendo la Torah
como regla base de la vida judía. Nehemías por su parte se propuso en reconstruir la muralla
enfrentando todas las oposiciones que se levantaron contra este proyecto.
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BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA.

Biblia de Jerusalén, versión de estudio.

Schmidt, Werner H., INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO, Ediciones


Sígueme.

Diccionario Bíblico Certeza.

Castel, Francois. COMIENZOS, Editorial Verbo Divino.

Introducción Hermenéutica al Antiguo Testamento, Pablo R. Ardiñach, Edit. Verbo 41


Divino.

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