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La humildad acepta las consecuencias

de los actos y la pena.


• El maltratador, utilizando la humildad, podrá y deberá aceptar
las consecuencias de sus actos. La petición de perdón no
conlleva que sus actos no vayan a llevar consigo una
corrección externa, un castigo. Si ha cometido un delito,
deberá pagar por él. Si es una falta moral, necesitará vivir una
“penitencia”.
• La humildad permite vivir todas estas consecuencias como
justas, como necesarias, y como una forma de regeneración
personal.

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