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Tegnologia avanzada y peligrosa que se utiliza para mantener el control sobre la población
A las afueras de la capital de Gedsel, a unos cuarenta kilómetros del corazón de la ciudad, se
encuentra una de las academias más destacadas de los cuatro continentes. Esta academia es la
sede de los juegos más esperados y celebrados del año 6021. Ahora, nuestro compañero David
Stevenson, desde la sede, nos hablará de los preparativos que se están llevando a cabo para
los juegos... Adelante, David."
"Deja de ver eso, solo te atormentas", sentenció papá. "Si te has preparado lo suficiente,
seguramente lo lograrás, ¿verdad?", preguntó con cierta ironía.
"Ya", respondí con desagrado después de apagar la televisión. "Espero conseguir esa beca. Dos
años es mucho tiempo para esperar para ver los juegos en primera fila", comenté
entusiasmada mientras me acomodaba en la silla central del comedor.
"¿Sigues con eso?" preguntó sin interés. "Pensé que estabas viendo las noticias a la espera del
listado de los estudiantes aceptados."
"Para nada", aclaré. "Esos datos se proporcionan dos semanas antes de que los anuncien en
los noticieros o revistas", le informé mientras observaba a papá acomodando los platos. Se
sentó torpemente en la silla de enfrente con una expresión aburrida.
Aunque en estos momentos solo puedo ver a un hombre pálido, con el cabello desordenado y
unos ojos cansados, enmarcados por unas ojeras de más de dos días por la falta de sueño.
"Papá", llamé para atraer su atención y, después de obtenerla, continué. "Los institutos que
enviaron a sus estudiantes a realizar el examen están organizando un viaje para conocer sus
instalaciones. ¿Quería saber si me dejas ir?"
"No hables tan rápido", regañó. "Dices que quieres ir a una academia que está a más de 40
kilómetros de distancia, ¿sola... por qué te dejaría ir?" preguntó, alterado, frunciendo aún más
el ceño.
"No voy sola, van los encargados de cada instituto", aclaré, tratando de persuadirlo. "Sería un
buen incentivo ver sus instalaciones y su método de enseñanza. Además, es muy injusto que
no me dejes ir si todos los que aplicaron lo harán", me quejé en voz baja, cruzando los brazos.
La mirada de papá se volvió más afilada y seria de lo normal. Luego de unos minutos en
silencio, suspiró con pesadez antes de asentir con una mirada cansada.
"Gracias", susurré con emoción al levantarme e ir a abrazarlo. "Me voy a la cama. Salimos
mañana", anuncié.
Corrí escaleras arriba, evitando tropezar con la molesta alfombra que llevaba más de tres
semanas dañada, lo que había provocado muchas discusiones sobre quién debía arreglarla
después de algunos accidentes.
Al llegar, cerré la puerta para no escuchar los estropicios que papá lanzaba por haber cedido
tan fácilmente. Suspiré nerviosa e inquieta acerca de lo que me esperaba en la academia si
lograba conseguir la beca. Me di cuenta de que, si la obtenía, dejaría a papá solo, con esa
tristeza que sentía cada vez que cumplía un año desde la muerte de mamá, aunque no me lo
mostrara, sabía que estaba ahí. Aun así, mi deseo y anhelo de ir eran más fuertes.
Revisé cada rincón de mi cuarto, notando que la pintura azul cielo comenzaba a descascararse
en algunas esquinas de la habitación. Irritada, seguí observando y vi mi cama hecha. Al lado de
esta, una mesa de noche con una lámpara en la parte superior, un reloj en la base y tres libros
en la primera repisa. Me acerqué a la mesa y miré los títulos. "Criminología básica", "Técnicas
de Defensa Personal", "Principios de Psicología" eran los nombres que se destacaban. ¿Por qué
tenía papá estos libros? Como profesor de Historia, no tenía relación con ninguno de estos
temas.
Tomé uno de los libros, "Criminología Básica", y lo hojeé por curiosidad. Encontré algunas
páginas subrayadas y anotaciones en los márgenes, escritas con una caligrafía ordenada y
elegante, muy distinta a la de papá.
Las anotaciones eran una serie de reflexiones sobre la psicología de los criminales y sobre
cómo las técnicas de defensa personal podían aplicarse en la vida cotidiana. La idea de mi
padre siendo un amateur en estos temas me pareció risible. La teoría psicológica, el estudio de
los criminales y la autodefensa no tenían nada que ver con su trabajo como profesor de
Historia.
Mi cabeza comenzó a dar vueltas mientras volvía a hojear el libro. Aun así, no podía entender
por qué mi padre se estaría involucrando en tales temas. No parecía tener motivos para
hacerlo, y no tenía amigos ni conocidos que trabajaran en campos relacionados. La idea de
confrontar a papá sobre esto me llenó de ansiedad.
Pensando que no era el momento adecuado, volví a colocar el libro en su lugar y me acosté en
mi cama. Estaba ansiosa por el viaje de mañana y por el resultado del examen. No podía evitar
pensar en la academia, en lo que podría aprender allí y en cómo podría seguir mis sueños.
¿Qué sorpresas me esperaban en el futuro?
Despierto de golpe, empapada en sudor y con el corazón latiendo a mil por hora. Tardo unos
segundos en darme cuenta de que estoy en mi cama, en casa, y no en ese lugar extraño y
doloroso del que acabo de despertar. Respiro profundamente y me calmo, tratando de
despejar la pesadilla de mi mente.
Me levanto de la cama y me dirijo al baño para ducharme y prepararme para el día. Mientras
el agua caliente cae sobre mí, trato de relajarme y de pensar en todas las emociones que estoy
experimentando. Hoy es un día importante, el comienzo de una nueva etapa en mi vida, y no
quiero que las pesadillas de esta noche afecten mi ánimo.
Después de la ducha, me visto con mi uniforme escolar, un traje de chaqueta blanco y azul
marino, y luego bajo a la cocina para desayunar. Mi padre ya está allí, bebiendo una taza de
café mientras hojea un periódico.
— Buenos días, papá —saludo con una sonrisa, tratando de no dejar traslucir el nerviosismo
que siento.
Mi padre es un hombre tranquilo, siempre ha sido un apoyo incondicional para mí, y aunque
no hablamos mucho sobre mis sueños y metas, sé que me apoya plenamente.