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ECONOMIA POLITICA DE LA CONSTRUCCION DEL SOCIALISMO

TEMA 1. La Economía Política y el Período de Transición al Socialismo.

La idea del socialismo surgió como reflejo de las profundas contradicciones del
régimen capitalista, exacerbadas al máximo por el dramático impacto de la revolución
industrial sobre la situación de la naciente clase obrera, las cuales evidenciaban, cada
vez más claramente, la inconsistencia de la ideología liberal burguesa hasta la quinta
década del siglo xix que, con la victoria total de la gran industria en los principales
países capitalistas y la consiguiente formación en ellos de un proletariado industrial
relativamente numeroso y capaz de luchar de manera más o menos organizada y
consciente por sus propios intereses de clase, el socialismo dejo de ser una utopía para
convertirse en una posibilidad real.

Marx y Engels dedujeron la necesidad objetiva de la sustitución revolucionaria del


capitalismo por el socialismo, del desarrollo de la contradicción económica fundamental
del modo de producción capitalista, entre el carácter cada vez más social de la
producción y la forma capitalista privada de apropiación de sus resultados. Demostraron
que el proceso de concentración y centralización de la producción y el capital conduce
inexorablemente a un nivel de socialización de la producción y del trabajo tal, que
condiciona la necesidad de la abolición de la propiedad capitalista y del establecimiento
de una regulación social de la producción, a la vez que crea el agente histórico llamado
a realizar esta transformación revolucionaria: el proletariado.
Así, pues, para Marx y Engels la inevitabilidad de la revolución proletaria estaba
determinada por la necesidad de establecer relaciones de producción acordes con
el carácter de las fuerzas productivas altamente socializadas, no solo en lo que se
refiere a los requerimientos técnicos y económico-organizativos de la producción,
sino también en lo tocante a la situación y a las posibilidades de desarrollo
personal del hombre como fuerza productiva fundamental de la sociedad.
La superioridad del proyecto socialista reside, precisamente, en que, por su
esencia, es una sociedad profundamente humanista y democrática, cuyo fin y
objetivo supremo es el desarrollo integral del hombre.
Empleando palabras de Marx y Engels: “.… una asociación en que el libre
desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos~”.
Los fundadores del marxismo no concebían la revolución proletaria como un
fenómeno nacional, veían la necesidad de que la revolución comunista triunfara
simultáneamente en los principales países capitalistas, es decir, que tuviera un
carácter mundial Los clásicos no entendían el paso a la nueva sociedad como un acto
único, sino corno un proceso continuo de transformación revolucionaria que conduciría
sucesivamente al socialismo y al comunisrno.
((Para nosotros, el comunisrno no es un Estado que debe implantarse, un Ideal al que
haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento Real que
anula y supera al estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se
desprenden de la premisa actualmente existente~.~
Ellos identificaban el socialismo como la fase inferior del modo de producción
comunista, como el comunismo que ha surgido de las ruinas del capitalismo y que, por
tanto, conserva en muchos aspectos el sello de la vieja sociedad. Esta limitación
histórica del socialismo consiste, ante todo, en que, pese a la eliminación de la
propiedad privada sobre los medios de producción, de la explotación del hombre por el
hombre y de la espontaneidad de los procesos económicos, el desarrollo alcanzado por
las fuerzas productivas es aún insuficiente para asegurar a todos los miembros de la
sociedad la plena satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales y, por ende,
es preciso que la distribución se realice con arreglo a la cantidad y calidad del trabajo
aportado por cada uno, a diferencia de la fase superior o comunismo completo, en la
cual el elevado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y de la conciencia social
haría posible una distribución con arreglo a las necesidades. A su vez, el surgimiento
mismo del socialismo debe ser comprendido también como un proceso. Los clásicos del
marxismo subrayaban la necesidad de que el paso del capitalismo al socialismo
estuviese mediado por un periodo de transición, cuyo punto de partida debía ser la
conquista del poder político por el proletariado y la instauración de su dictadura de
clase, dirigida a la transformación revolucionaria de la sociedad, tanto en lo económico
como en lo político y social. Esto se refiere, ante todo, a la gradual conversión de la
propiedad privada capitalista sobre los medios de producción en propiedad social,
premisa esencial para la supresión de la base social de los antagonismos de clases y de
la explotación del hombre por el hombre. En la medida en que se afianza el dominio de
la propiedad social y sobre la base de esta, tiene lugar la formación y despliegue del
sistema de relaciones de producción socialistas; aparecen y se manifiestan, cada vez
más plenamente, los rasgos socioeconómicos inherentes al socialismo, en un proceso de
maduración paulatina que ha de culminar con el arribo a la sociedad socialista
totalmente formada. el periodo de transito el sistema económico socialista se halla en
vías de formación y, por tanto, está en coexistencia contradictoria con las formas pre
socialistas de economía que todavía subsisten. El socialismo, en cambio, supone el
dominio compartido de las relaciones socialistas de producción, asentado en una base
técnico-material altamente desarrollada, capaz de propiciar un nivel incomparablemente
superior de la productividad del trabajo.
Por cuanto Marx y Engels, teniendo en cuenta las tendencias del desarrollo
capitalista prevalecientes hasta la octava década del siglo XIX, consideraban que la
revolución proletaria triunfaría de manera más o menos simultánea en 1os países
capitalistas más avanzados, pensaban que el proletariado triunfante contaría con
las premisas materiales para el socialismo ya totalmente formadas por el elevado
nivel de socialización del trabajo y la producción alcanzados bajo el capitalismo;
en consecuencia, estimaban que la transición al socialismo abarcaría un periodo
relativamente breve, durante el cual el proletariado, erigido en clase dominante a
escala mundial, procedería en cada país a la expropiación de 1os capitalistas y a la
reorganización socialista de la sociedad.
Sin embargo, el devenir histórico no confirmó sus expectativas. Lejos de haber
agotado sus posibilidades de desarrollo, el capitalismo entro en una fase superior,
caracterizada por el impetuoso avance de las fuerzas productivas y la creciente
agudización de sus contradicciones: el imperialismo, con lo cual se modificaron
sustancialmente los presupuestos que sustentaban las previsiones elaboradas por
ellos acerca del advenimiento de la nueva sociedad.
Lenin realizo una trascendental contribución al desarrollo del marxismo al exponer
científicamente la esencia del imperialismo, y formular la teoría de la revolución
socialista en este nuevo contexto histórico. Basándose en el análisis de las
particularidades que adopta la ley del desarrollo económico y político desigual del
capitalismo en su fase imperialista, Lenin llego a la conclusión de que en estas nuevas
condiciones la revolución socialista no podía tener un carácter simultaneo, sino que
triunfaría inicialmente en países aislados (uno, o tal vez unos pocos), con un
relativo atraso económico, a los cuales se sumarian sucesivamente otros países, en
un proceso prolongado que abarcaría toda una época histórica de transición.
La justeza de esta tesis leninista fue plenamente corroborada por el triunfo de la
Revolución Rusa de octubre de 1917 y de las revoluciones socialistas que
triunfaron en otros países con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, entre
ellas la cubana. El hecho de que el triunfo de la revolución socialista tuviera lugar en
países aislados y económicamente atrasados, implicaba una radical modificación de la
duración y las tareas de la transición al socialismo con respecto a lo previsto por Marx y
Engels en su tiempo. En estas circunstancias, la sustitución revolucionaria del
capitalismo por el socialismo en cada país debía abarcar un periodo muy prolongado y
complejo, durante el cual, a la par con la formación de las nuevas relaciones de
producción socialistas y la correspondiente superestructura, era preciso crear o
completar la creación de las premisas materiales necesarias para su plena existencia y
llevar a cabo la revolución cultural, todo ello en condiciones de coexistencia y lucha con
el sistema capitalista mundial.
Así, pues, el modelo de sociedad que finalmente resultó))- tenía que ser
sustancialmente distinto del que Marx y Engels, e incluso el propio Lenin, habían
concebido en principio, por cuanto las premisas materiales para tal sociedad
habían sido solo parcialmente creadas y el nuevo modo de producción, si bien se
extendió a una gran parte del mundo, disto mucho de haber alcanzado la
universalidad. Era, por tanto, inevitable que el atraso económico y el relativo
aislamiento con respecto al resto del mundo, especialmente de los países más
desarrollados, pusieran su sello a estas sociedades, contribuyendo a generar graves
deformaciones económicas y políticas que distorsionaron su funcionamiento y, a la
larga, tuvieron mucho que ver con el derrumbe del sistema euro soviético. El impetuoso
desarrollo de la revolución cientifico-tecnica, el proceso de globalización neoliberal y la
desaparición del antiguo campo socialista han creado un nuevo contexto histórico
caracterizado por el dramático ahondamiento de la brecha que separa a los países
subdesarrollados de los desarrollados, la tendencia a la acentuación de la exclusión y la
desigualdad al interior de cada país, el reforzamiento de la interdependencia de las
economías nacionales y del papel de los mecanismos de mercado y la hegemonía
económica, política y militar del imperialismo norteamericano, en el cual el socialismo
adquiere una dimensión histórica más inmediata y apremiante, si cabe, como única
alternativa al subdesarrollo y como única vía para librar a la humanidad de la
irremediable catástrofe que la amenaza, de no ponerse fin a tiempo al injusto e
irracional orden de cosas prevaleciente hoy en el mundo.
La determinación de las vías y los plazos para la realización de esta acción concertada,
así como la elaboración de un modelo alternativo al modelo capitalista neoliberal capaz
de atraer y aglutinar en torno suyo a las masas populares, es el mayor reto que enfrentan
hoy las fuerzas revolucionarias y progresistas del mundo. La esencia más profunda del
sistema económico socialista reside en el dominio de la propiedad social sobre los
medios de producción.
Con el establecimiento de la propiedad social sobre los medios de producción, que hasta
entonces habían sido instrumentos de explotación del trabajo asalariado por el capital,
dejan de ser patrimonio exclusivo de determinadas clases o grupos sociales para
convertirse en propiedad de toda la sociedad, en medios para acrecentar el volumen de
la riqueza social.
La regulación del curso de la producción social por la sociedad y en interés suyo, pone
de relieve otro de los rasgos fundamentales del socialismo: el empleo consciente de las
leyes económicas. Los clásicos del marxismo establecían una clara contraposición entre
las formas de acción de las leyes económicas en el capitalismo y en el socialismo. Solo
sobre la base de la regulación planificada de la economía es posible garantizar la
utilización óptima de los recursos y el desarrollo armónico y sostenido de la
producción social, premisas indispensables para la realización del objetivo
supremo de la producción socialista.
Las indudables ventajas de la regulación planificada de la economía se hacen patentes
ya en el periodo de tránsito. La experiencia histórica de la construcción del socialismo
en diferentes países, ha mostrado que pese a las naturales limitaciones inherentes a la
economía de transición, las dificultades derivadas del atraso económico, la escasez de
recursos, los errores y deformaciones que, en mayor o menor medida, han afectado estos
procesos, en las condiciones de una economía planificada es posible obtener
extraordinarios logros en lo económico y en lo social, y que el socialismo sigue siendo
el único camino para la superación definitiva de los males engendrados por el
capitalismo.
El desarrollo económico constituye, ciertamente, el aspecto decisivo de la construcción
socialista, pero no debe pasarse por alto el hecho de que el hombre es la fuerza
productiva fundamental de la sociedad y que el objetivo supremo de la producción
socialista es, precisamente, el desarrollo integral de su personalidad. De todo lo
antes expuesto, se desprende la necesidad de abordar la edificación de la nueva sociedad
con un enfoque integral, en el cual se conjuguen armónicamente la política económica y
la política social. El logro de un adecuado equilibrio entre las tareas económicas y las
tareas sociales en las condiciones del periodo de transición, constituye un problema
sumamente complejo, especialmente si se trata de un país subdesarrollado

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