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ENTRA A LA FIESTA

Lc. 15: 25 - 28

Todos han oído hablar del hijo pródigo, pero este también está enojado, entonces son los hijos
pródigos porque son dos, éste está enojado, está atribulado. No estés atribulado, entra a la fiesta, no
te sientas mal, entra a la fiesta, no te enojes. Entra a la fiesta, no te quedes afuera, no te atribules.

Dice la Biblia que se fue lejos y malgastó con rameras todo lo que Dios le había dado, que puede ser
un simbolismo que Dios le dio una autoridad especial y lo tiró por el piso todo lo que Dios le ha dado,
no ha valorizado lo que Dios le dio, quizá usted no valoriza lo que Dios le dio por eso diga ¿para qué
yo quiero eso?
Por eso hubo una batalla entre Jacob y Esaú entonces Esaú dijo ¿para qué yo quiero eso?, hay algo
muy importante que Dios te ha dado, que el enemigo quiere que usted diga ¿para qué yo quiero eso?
Usted debe querer esa gloria para vencer los obstáculos, para romper las cadenas y para echar fuera
toda malicia.
El enemigo quiere ridiculizar la obra santa porque hay personas que son columnas de Dios en cada
lugar, usted no tiene que ser predicador, usted no tiene que ser evangelista, pero puede ser una
columna de la familia que cuando hay problemas te llamen, que cuando está pasando algo te llamen
y la gente cree en tu palabra, en lo que tú dices.
Lo malgastó, lo tiró por el piso, hay gente con algo especial que Dios no quiere que lo malgastes ni lo
tires por el piso porque son especiales para Dios; y sabías que el último en darse cuenta que eres
especial para Dios es usted.
No lo malgastes, no caigas en un error, no te creas lo más grande que ha pasado en la tierra, si Dios
te usa, también hay otros a quienes Dios usa, si Dios te usa en sanidades, también hay otros que
Dios usa en sanidades, si Dios te usa en milagros también hay otros que Dios usa en milagros, no te
creas que eres una cosa del otro mundo, no te dejes engañar del infierno; sin usted la obra sigue, con
usted la obra sigue; si usted lo alaba la obra sigue, si no lo alaba la obra sigue; si usted levanta la
mano la obra sigue, si no la levantas, la obra sigue.
Cuando el hombre se vio acorralado, se acordó que en la casa de su padre, había provisiones y él
estaba en una miseria; a la Iglesia, a los jóvenes quiero decirles que se recuerde que Dios todavía es
Dios, no importa el desorden que haya en los hombres, que Dios todavía tiene bendiciones, poder y
autoridad para ti.
Acuérdate lo que usted hacía, acuérdate lo que usted buscaba, acuérdate cuando usted amaba a
Dios, acuérdate cuando amabas al Padre celestial; dice que él se recordó y él mismo habló: “Me
levantaré”; “Volveré” a la casa de mi Padre.

Hay jóvenes que son peligrosos y poderosos en las manos de Dios, pero es usted quien tiene que
tomar la iniciativa.
Él dijo: “Me levantaré”, y “Volveré”, porque eso tienes que proponértelo tú; no es fácil levantarse,
tienes que confesarlo “Me levantaré” y la otra palabra “Volveré” porque a veces uno dice: Dios mío, si
vuelvo ¿cómo me mirarán?, si vuelvo ¿qué pensarán de mí? Y volveré, no importa lo que pase, y
volveré a triunfar, y volveré a ver la gloria… y volveré, y volveré otra vez… vuelve a esa gloria. Vuelve
a ser quien tú eras, entiendo que es difícil, pero hay que volver.
Usted propóngaselo solito, me levantaré, volveré, ya basta de tanto dolor, de tantas lágrimas… usted
mismo diga “Me levantaré” y “Volveré”, eso no es si quiere o no, eso no es si alguien dice, no vas a
poder, tú no puedes seguir, dilo tú solo “Me levantaré” y “Volveré”; no se lo diga a nadie tampoco,
propóngaselo. Eso es como cuando usted le cuenta humildemente a alguien su sueño, y la otra
persona le dice: ay tú no vas a poder, eso no va a funcionar; propóngaselo, no hable tanto; “Me
levantaré” yo solito… aah y “Volveré”; y le diré, le tienes que hablar: Padre he pecado contra el cielo y
contra ti.
Igualmente, va haber gente a quienes les vas a tener que hablar y decirles: Me levanté y volví, y
estoy aquí; y no como un gallo de pelea, sino darle la mano y decirle: Estoy de pie por la misericordia
de Dios.
Hay gente que son terribles cuando agarran esas palabras: Me levantaré y volveré, hay gente que
saben quiénes son, por eso el enemigo les ataca porque sabe quiénes son y sabe que son terribles
en las manos de Dios.
Él pensó: ¿Por qué yo tengo que estar así? si hay bendición en la casa de mi padre, por qué usted
tiene que ser dependiente: ¡ay oren por mí!; allí como Dios quiere, si él se levantó entonces yo
también oro: “Me levantaré”, Dios también me escucha, yo también soy hijo de Dios, yo también
puedo preparar un altar de oración en mi casa, allí en una esquinita, y con el Dios que el pastor habla
yo hablo, con el Dios que Aldo habla, yo hablo; con el Dios que el pastor de distrito habla, yo hablo;
con el Dios que el supervisor nacional habla, yo hablo. El Dios que lo escucha a él, me escucha a mí
también; Me levantaré y volveré.
Cuando él llegó, siempre pensando, qué va a pensar mi papá, qué va a pasar y cuando él llegó, el
papá lo vio y dio una orden: maten el becerro gordo, hagan una gran fiesta, Él estaba impresionado,
¡celebración!, ¡alegría!, lo recibieron con todos los honores.
Sin embargo, el otro hijo estaba trabajando en la obra, siempre en silencio, y venía del trabajo. Le
dijeron cuando él venía, hay fiesta en tu casa, hay algarabía, mucha alegría, brincos, panderetas, hay
de todo.
Les pregunta a los que le dieron la noticia: ¿Por qué hay fiesta? Porque su hijo regresó y papá le
recibió con todos los honores. Entonces él dijo: ¡Qué bueno! Y ¿hay fiesta? Sí; wau, yo no voy a
entrar.
Quizás tenga su lógica, aquí personas que le han dado la vida al Señor, y no se les recibe con
muchos honores ni mucha fiesta, ninguna bendición, ninguna alegría. Gente que se levantaron en la
iglesia que están allí siendo fieles, predicadores en la iglesia, allí tranquilo, llevan muchos años en la
iglesia, están allí.
Cuida tu talento, cuida le gente que está a tu alrededor, la gente que Dios usa, la gente que tiene
talento. A veces no le decimos nada, y él tenía razón, yo he estado todo el tiempo allí, no me he
descuidado; no me has hecho una fiesta nunca y por eso le dice: No voy entrar.
No estamos de acuerdo que se atribuló, pero es humano, hay cosas que son justas, hay gente que
está allí batallando por la obra, y no hay tanta algarabía, y no hay tanta fiesta y él le dice: Nunca me
has dado un becerro gordo para compartirlo con mis amigos siquiera… ¿qué te pasa?, ¿usted cree
que Dios no sabe eso? Que no te han dado un becerro gordo, ¿usted cree que Dios no sabe eso?,
¿usted cree que a Dios se le olvidó eso?, ¿usted cree que Dios no está pendiente?, ¿Usted cree que
Dios no está presente?, ¿Usted cree que Dios está lejos?, ¿Usted cree que Dios es injusto?
Él dijo: No voy a entrar, hay gente que no quieren alabar a Dios, no voy a caminar, no voy a predicar,
no voy hacer nada por la obra, voy a entregar el cargo, no me reciben con tanta algarabía, con tanto
show, tanto espectáculo, tantas cosas, no voy a entrar.
El papá salió humildemente, quizá le echó el brazo, porque a veces los mismos tuyos no saben de lo
que tú eres capaz, porque tú siempre estás allí, siempre siendo humilde y callado.
Un ejemplo claro, es David. Cuando a David le dijeron que había fiesta en su casa, él se asustó, y lo
más grande es que le dijeron: alguien dice que mientras tú no llegues no empieza la fiesta, él dijo:
¿por qué yo si a mí nunca me han invitado? Dice un anciano loco que falta uno, y la fiesta no
empiezas hasta que tú llegues, ¿por qué yo? Yo estoy aquí, yo no tengo nada que ver con eso, te
está esperando a ti.
Aunque nadie te espere hay un Dios de gloria que te espera y dice que tú tienes que estar allí en la
fiesta, que tú tienes que estar en el lugar, Dios se está acordando de ti y van a pasar cosas
poderosas y maravillosas; no se preocupe que Dios lo tiene allí todo en su lista.
Por eso el papá salió y le dijo quizá una palabra, quizá lo abrazó, ¿sabes por qué no te doy a ti un
becerro gordo? ¿Sabe por qué usted ve la puerta cerrada?, ¿Sabe por qué usted ve la vida difícil?
Porque a ti no te voy a dar un becerro gordo, porque todo lo que yo tengo es tuyo, deja a todo mundo
con su becerro gordo, deja a todo el mundo haciendo fiesta, es más deja a todo el mundo que se
sirva con la cuchara más grande.
Dios le dijo, yo soy el dueño para restaurar, y todo lo que tengo es tuyo, no necesito un becerro gordo
para ti, tú lo ves negativo, pero es que tú no mereces un becerro gordo, tú mereces todo lo que tengo
porque te has portado bien para gloria del Padre celestial, no te dañes, no te tuerzas, tranquilo, va a
llegar tu momento, tranquila va a llegar tu momento; deja el becerro gordo para él; yo no puedo darte
eso a ti, seré injusto darte un becerro gordo a ti, darte una sola fiesta a ti, tú no mereces una sola
fiesta pero nunca te lo había dicho porque no te había visto tan molesto por el becerro que le di a él.
No te molestes cuando veas fiesta con un becerro gordo, alégrate, regocíjate; porque hay más que
eso para ti. Dios se acordó de ti, sigue alabando a Dios en silencio y verás de lo que Dios es capaz,
Dios se acordó de ti, tengo algo especial para ti, tengo algo grande para ti, tengo algo preparado para
ti, tengo algo escrito para ti, tengo algo con tu nombre para ti.
Los que estudian, los que estudiamos saben que no hay nada más emocionante, lo más lindo cuando
te dicen pasaste de grado, pasaste de nivel, el estudiante se emociona y grita porque a veces uno no
está seguro si pasó o no. Usted mismo no diga que ya pasaste, que ya estás en otro nivel, espera la
noticia divina, el día menos pensado te va a llegar la noticia que hay un obrero aprobado y que lo que
Dios tenía para ti ya llegó y en la gloria del Padre, Dios se acordó de ti y ¡hay victoria!
No te atribules, no peques, no caigas, no te descarriles, séale fiel a Dios, no te sientas mal, no toques
fondo en el pecado, levántate y alaba a Dios porque tu victoria viene, lo que Dios tiene para ti, viene.

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