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EL ECOFEMINISMO

es una corriente de pensamiento y un movimiento social que integra feminismo y ecologismo poniendo de
manifestó las relaciones existentes entre la subordinación de las mujeres y otros grupos sociales no
privilegiados con la sobreexplotación y degradación del medio natural. Propugna que el sistema
capitalista y neoliberal, en alianza con el patriarcal, ha generado una cultura de dominación
y extractivista sin control suicida, puesto que los seres humanos somos ecodependientes, que debe ser
sustituida por una relación armónica con la naturaleza. El término fue acuñado por la ecofeministas
francesa Françoise en 1974 y se desarrolló sobre todo en Estados Unidos en el último tercio del siglo XX.
Existen una diversidad de subcorrientes en el ámbito sociocultural, político y activista.

Planteamiento general
Aunque han surgido diversas perspectivas ecofeministas de activistas y pensadoras de todo el mundo, los
estudios académicos sobre el ecofeminismo han estado dominados por las universidades norteamericanas.
El ensayo proporciona una gran cantidad de datos y estadísticas, además de sentar las bases de los
principales aspectos teóricos de la crítica eco feminista. Dicho marco establece claves para entender la
actual situación global y qué se puede hacer para revertir la degradación
Basándose en el trabajo de las académicas norteamericanas Rosemary Ruether y Carolyn
Merchant, Gaard y Gruen sostienen que este marco tiene cuatro aspectos a tener en cuenta:

1. El modelo materialista mecanicista del universo resultante de la revolución científica y la


consiguiente reducción de todas las cosas a meros recursos que hay que optimizar, materia
inerte muerta que es necesario utilizar.
2. El auge de las religiones patriarcales y su establecimiento de jerarquías de género junto con su
negación de la divinidad inmanente.
3. Los dualismos del yo y del otro y la ética de poder y dominación inherente que conlleva.
4. El capitalismo y su supuesta necesidad intrínseca de explotación, destrucción e
instrumentalización de los animales, la tierra y las personas con el único fin de crear riqueza.
Sostienen que estos cuatro factores nos han llevado a lo que las ecofeministas ven como una "separación
entre la naturaleza y la cultura" que es, para ellas, el origen de nuestros males planetarios. 4
El ecofeminismo se desarrolló a partir de la preocupación anarcofeminista por la abolición de todas las
formas de dominación, centrándose en la naturaleza opresiva de la relación de la humanidad con el
mundo natural. Según Françoise d'Eaubonne en su libro Le Féminisme ou la Mort (1974), el
ecofeminismo relaciona la opresión y la dominación de todos los grupos marginados (mujeres, personas
de color, niños, pobres) con la opresión y la dominación de la naturaleza (animales, tierra, agua, aire,
etc.). En el libro, la autora argumenta que la opresión, la dominación, la explotación y la colonización de
la sociedad patriarcal occidental han causado directamente un daño medioambiental irreversible.
Françoise d'Eaubonne fue una activista y organizadora, y sus escritos alentaban la erradicación de todas
las injusticias sociales, no sólo las que afectan a las mujeres y al medio ambiente.
.

Historia]
Inicios
Petra Kelly.

Las primeras conexiones entre el feminismo y el ecologismo que dieron origen al ecofeminismo se
encuentran en las utopías literarias de las feministas de los años setenta. En ellas se define una sociedad
en la que las mujeres viven sin opresión, lo que implica la construcción de una sociedad ecológica,
descentralizada, no jerárquica y no militarizada, con democracia interna y en la que prevalece el uso de
tecnologías más respetuosas con el medio ambiente, etc. [cita requerida] Las ideas ecofeministas surgieron en
distintos países entre ellos Francia, Alemania, Estados Unidos, Japón, Australia, Finlandia, Venezuela,5
por la influencia del conocimiento de los problemas ecológicos. Una bióloga marina y periodista
científica Rachel Carson ya en 1962 había denunciado las fumigaciones de DDT que mataban a los
pájaros y a través de la cadena alimentaria envenenaban poco a poco a los seres humanos. Carson no era
una pensadora feminista pero influyó notablemente en el ecofeminismo posterior. 6
Françoise d'Eaubonne, creadora del término ecofeminismo en 1974, sostuvo la existencia de
un matriarcado originario que implicaba unas relaciones sociales de equidad entre hombres y mujeres.
Más tarde este matriarcado sería reemplazado por un dominio absoluto de los varones sobre la fertilidad
de las mujeres y de la tierra. La destrucción medioambiental contemporánea sería el resultado de esa
historia de dominio patriarcal.7
El ecofeminismo nació como contestación a lo que desde ese movimiento definen como apropiación
masculina de la agricultura y de la reproducción, (es decir, de la fertilidad de la tierra y de la fecundidad
de la mujer) que habría derivado más tarde en el desarrollismo occidental de tipo patriarcal y
economicista. Según el ecofeminismo esta apropiación habría producido dos efectos perniciosos:
la sobreexplotación de la tierra y la mercantilización de la sexualidad femenina.
En 1973, en el norte de la India las mujeres del Movimiento Chipko lograron proteger los bosques
comunales abrazándose a los árboles en un acto de protesta pacífica que impedía su tala. Estas mujeres
demostraron el valor del medio ambiente y lo defendieron en nombre del principio femenino de la
naturaleza.9
En 1977, Wangari Maathai creó en Kenia el Movimiento Cinturón Verde, un programa rural de
plantación de árboles para prevenir la desertificación alrededor de los pueblos logrando plantar más de 50
millones de árboles. Al mismo tiempo que frenaba la desertificación tenía un contenido social dando
trabajo a mujeres pobres.10
En 1978 en Nueva York la activista ambientalista Lois Gibbs lideró las protestas tras descubrir que su
barrio Love Canal había sido construido sobre un vertedero tóxico. Muchos niños habían enfermado por
esta causa que también producía problemas reproductivos en las mujeres. El movimiento fue un éxito y
logró que el gobierno federal llevara adelante la evacuación y realojamiento de cerca de 800 familias. 11
De los años 1980 a la actualidad
Si en un principio las tesis ecofeministas eran de corte esencialista con autoras como Mary Daly, en los
años 90 se produce un giro constructivista.1 No se puede hablar de ecofeminismo sino de ecofeminismos
en plural.
Yayo Herrero.

En los años 80 y 90 el
ecofeminismo explora nuevas intersecciones entre feminismo y otros
movimientos de liberación y justicia social. Examina la relación entre género, raza, clase,
naturaleza, especies y colonialismo. Se inspiran en las políticas de los partidos verdes, los movimientos
pacifistas y de acción directa.
Uno de los textos más influyentes es The Death of Nature (1980)
A finales de los 80 surge una importante obra proveniente del Sur, Staying Alive (1988) de Vandana
Shiva que critica el "mal desarrollo" que Occidente impone al resto del mundo. En 1990 Carol
Adams publicó La política sexual de la carne explorando la relación entre la opresión de las mujeres en
nuestra sociedad y la explotación animal. En él plantea un ecofeminismo vegetariano. 13
En Australia destacan dos importantes pensadoras: la socióloga Ariel Kay Salleh y la filósofa Val
Plumwood. Ambas han establecido un diálogo crítico con la ecología social y la ecología profunda.
En América Latina la teóloga brasileña Ivone Gebara desarrolla su obra ecofeminista desde la Teología de
la Liberación.14Constituye un referente para el colectivo ecuménico ecofeminista Con-spirando. La
estadounidense Karen Warren categorizó un marco conceptual opresivo o Lógica de la Dominación que
sería común a todas las formas de opresión.
En España la filósofa ecofeminista Alicia Puleo plantea un ecofeminismo crítico no esencialista, que
tanto en la ética de la vida cotidiana como en los movimientos sociales permitiría avanzar hacia una
convivencia de respeto y justicia hacia la naturaleza.17

Argumentos comunes

 El ecofeminismo señala que en el orden simbólico patriarcal existen conexiones importantes entre la
dominación y explotación de las mujeres y de la naturaleza, aunque dicha relación se interprete de
manera distinta de acuerdo con cada enfoque ecofeminista.18
 El ecofeminismo denuncia la asociación que el patriarcado establece entre las mujeres y la
naturaleza. Algunas de sus representantes, de corte esencialista, argumentan que la biología de las
mujeres, su cuerpo (característica que las capacita para gestar y crear vida), hace que estén en una
posición de mayor proximidad a la naturaleza, lo que permite su identificación con ella. Según este
enfoque, los hombres, guiados por la razón, en oposición a la intuición femenina, pertenecen al
mundo de la cultura. Por su capacidad para controlar y transformar la naturaleza, la cultura se
considera superior a la naturaleza. Los binomios mujer-naturaleza y hombre-cultura y la superioridad
de la cultura sobre la naturaleza en el patriarcado explican que las mujeres sean consideradas
inferiores a los hombres.18
 El ecofeminismo considera que la dominación y explotación de las mujeres, la dominación y
explotación de la naturaleza y los animales tienen un origen común, lo que sitúa a las mujeres en una
situación privilegiada para acabar con dicha dominación.1819

Crítica al ecofeminismo
Las críticas al ecofeminismo tienen relación con los siguientes puntos:

 El carácter esencialista y la polarización de los géneros: La principal crítica del ecofeminismo tiene
que ver con su carácter esencialista
 La arbitrariedad de la relación hombre-contaminación y el supremacismo femenino: También se
señala el prejuicio que conlleva generalizar el daño social a la figura masculina antes que a la figura
de poder y élite que señalan los círculos ecológicos tradicionales. A su vez, se acusa al ecofeminismo
de ser sexista, al mostrar lo masculino "con una capacidad innatamente inferior en áreas de
desempeño consideradas significativas", y arbitrariamente dotar de superioridad moral ecológica a la
contraparte femenina, sin poner en consideración el libre albedrío y la cualidad individual en la
decisión ecológica.21
 Visión divergente sobre la participación en estructuras eco-opresivas: a diferencia de los
movimientos feministas radicales y de liberación, el feminismo dominante, que está más
estrechamente vinculado con el estatus social hegemónico, se esfuerza por promover la igualdad
dentro de la estructura social y política existente, como hacerlo posible para que las mujeres ocupen
puestos de poder en los negocios, la industria y la política actual
 Falta de amplitud en la mirada ecológica: A
Vandana Shiva
Vandana Shiva, ecofeminista de la India, filósofa y activista altermundialista, fue una de las primeras en
denunciar el deterioro de las condiciones de vida de las mujeres del Tercer Mundo causado por el mal
desarrollo. Es pacifista, seguidora de Gandhi, premio Nobel alternativo y premio Vida Sana 1993. Ha
sido capaz de movilizar en la India a 5 millones de campesinos contra la Unión General de Tarifas de
Comercio (GAT) y de ponerse a la cabeza de la gran movilización en contra de la globalización del
comercio en Seattle a finales de 1999. Fundadora de Navdaya un movimiento social de mujeres para
proteger la diversidad y la integridad de los medios de vida, especialmente las semillas. Actualmente su
activismo está centrado en la lucha contra los transgénicos.25
Wangari Maathai
Wangari Maathai, una de las principales figuras del ecofeminismo y Premio Nobel de la Paz 2004, fundó
en 1977 el Movimiento Cinturón Verde en Kenia, con el cual plantó más de 50 millones de árboles para
evitar la deforestación y desertización. Este programa fue llevado a cabo por mujeres, quienes recibían
una paga por plantar árboles y así poder mantener a sus hijos. En 1986, el Movimiento instauró una red
panafricana Tenía una visión holística con respecto al desarrollo sostenible que engloba la democracia,
los derechos humanos, y en especial, los derechos de las mujeres.

El feminismo liberal
es una forma individualista de teoría feminista centrada en la capacidad de las mujeres para mantener su
equidad a través de sus propias acciones y decisiones. Las feministas liberales argumentan que la
sociedad tiene la falsa creencia de que las mujeres son, por naturaleza, menos capaces que los hombres
intelectual y físicamente, por lo tanto, tiende a discriminar a las mujeres en la academia, el foro y el
mercado. Las feministas liberales creen que "la subordinación femenina se basa en un conjunto de
restricciones de costumbres y legales que les oprimen y bloquean su entrada y el éxito en el llamado
espacio público". Su lucha es, pues, lograr la igualdad entre los sexos a través de la reforma política y
legal.1
Historia
El objetivo de las feministas liberales, a finales de 1800 y principios de 1900, era lograr el voto de las
mujeres con la idea de posteriormente ganar la libertad individual. Les preocupaba obtener la libertad a
través de la igualdad poniendo fin a la crueldad de los hombres hacia las mujeres y logrando la libertad de
oportunidades para convertirse en personas completas. 2 Consideraban que ningún gobierno o costumbre
debía prohibir el ejercicio de la libertad personal. Las feministas liberales iniciales tuvieron que combatir
el supuesto de que solo los hombres blancos merecían tener todos los derechos de ciudadanía.
Feministas como Mary Wollstonecraft, Judith Sargent Murray y Frances Wright abogaron por la
inclusión política plena de las mujeres.2 En 1920, después de casi 50 años de intenso activismo,
finalmente, se concedió a las mujeres de Estados Unidos el derecho de voto y el derecho a ejercer una
función pública.
El feminismo liberal se mantuvo en silencio durante las cuatro décadas posteriores a lograr el derecho al
voto. En la década de 1960, durante el movimiento en defensa de los derechos civiles, las feministas
liberales establecieron un paralelismo entre la discriminación racial sistémica y la discriminación sexual. 1
Nacieron entonces grupos como la Organización Nacional de Mujeres (1966), la Asamblea Política
Nacional de Mujeres (1971) y la Liga de Acción Equidad de las Mujeres (1968-1989) para promover los
derechos de las mujeres. En EE. UU. estos grupos lucharon para la ratificación de la llamada "Enmienda
de Igualdad de Derechos" con la esperanza de asegurar que los hombres y las mujeres eran tratados como
iguales en virtud de las leyes democráticas, al igual que en todos los ámbitos de la vida de las mujeres,
incluyendo la reproducción, el trabajo y la igualdad de retribución. Otras cuestiones importantes para las
feministas liberales eran los derechos reproductivos y el acceso al aborto, el acoso sexual, el voto,
la educación, la compensación justa por el trabajo, el acceso al cuidado de niños, el acceso al cuidado de
salud y sacar a la luz la sistemática violencia sexual y de género contra las mujeres. 3

Defensoras
Los escritores feministas populares asociados con esta teoría son Mary Wollstonecraft, John Stuart
Mill, Helen Taylor; las feministas de la Segunda Ola: Betty Friedan y Gloria Steinem; y la feminista de la
tercera ola: Rebecca Walker.

Mary Wollstonecraft (1759–1797), en su obra Vindicación de los Derechos de la Mujer, comentó la


opinión de la sociedad sobre la mujer y alentó a las mujeres a usar sus voces para tomar decisiones
separadas de las decisiones que previamente se tomaron por ellas. Wollstonecraft "negó que las mujeres
sean, por naturaleza, más buscadoras de placer y de placer que los hombres. Ella razonó que si estuvieran
confinadas en las mismas jaulas que atrapan a las mujeres, los hombres desarrollarían los mismos
personajes imperfectos. Lo que Wollstonecraft, sobre todo, buscaba para las mujeres era la personalidad."
Junto con Judith Sargent Murray y Frances Wright, Wollstonecraft fue una de las primeras grandes
defensoras de la inclusión plena de las mujeres en la política.4
Elizabeth Cady Stanton (1815-1902) fue una de las mujeres más influyentes en el feminismo de la
primera ola. Como activista social estadounidense, contribuyó a orquestar la Convención de Seneca Falls,
la primera convención sobre los derechos de la mujer , que se celebró en Seneca Falls, Nueva York. No
solo fue importante el movimiento sufragista, sino que también estuvo involucrada en los derechos de
custodia y paternidad de las mujeres, las leyes de divorcio, el control de la natalidad, el empleo y los
derechos de ingresos, entre otros.5 Su compañera en este movimiento fue la igualmente influyente Susan
B. Anthony. Juntas, lucharon por un cambio lingüístico en las Enmiendas XIV y XV para incluir a
"mujeres".6 Además, en 1890 fundó la National American Woman Suffrage Association y residió como
presidenta hasta 1892. A pesar de no haber escrito un texto feminista, produjo muchos discursos,
resoluciones, cartas, llamadas y peticiones que alimentaron la primera ola y mantuvieron la espíritu vivo.
Además, al reunir un gran número de firmas, ayudó a aprobar la Ley de Propiedad de Mujeres Casadas de
1848, que consideraba a las mujeres legalmente independientes de sus esposos y les otorgaba sus propias
propiedades. Juntas, estas mujeres formaron lo que se conoció como NWSA (Asociación Nacional de
Sufragio de Mujeres), que se centró en trabajar en los tribunales para obtener el sufragio. 7
John Stuart Mill
J.S. Mill y Helen Taylor
John Stuart Mill ( 1806-1873) creía que ambos sexos debían tener los mismos derechos según la ley y que
"hasta que existan condiciones de igualdad, nadie puede evaluar las diferencias naturales entre mujeres y
hombres. Lo que es natural para los dos sexos solo se puede descubrir permitiendo que ambos desarrollen
y utilicen sus facultades libremente ".8
Mill se refería con frecuencia a este desequilibrio y se preguntaba si las mujeres podían sentir la misma
"genuina falta de egoísmo" que los hombres sentían al proveer a sus familias. Este desinterés que Mill
defendió es el que "motiva a las personas a tener en cuenta el bien de la sociedad, así como el bien de la
persona individual o de la pequeña unidad familiar. 9 Al igual que Mary Wollstonecraft, Mill comparó la
desigualdad sexual con la esclavitud, argumentando que sus esposos suelen ser tan abusivos como los
amos, y que un ser humano controla casi todos los aspectos de la vida de otro ser humano.
En su libro La sujeción de las mujeres, Mill argumenta que tres partes principales de la vida de las
mujeres las obstaculizan: la sociedad y la construcción de género, la educación y el
matrimonio. [15] También argumenta que la desigualdad sexual está inhibiendo enormemente el progreso
de la humanidad.10

Críticas
Las críticas al feminismo liberal sostienen que asumir posiciones individualistas hacen difícil ver las
maneras en que las estructuras sociales subyacentes y los valores generan desventajas para las mujeres.
Argumentan que, incluso, si las mujeres no dependen de hombres de manera individual, siguen
dependiendo de un estado patriarcal. Estas críticas consideran que los cambios institucionales como la
introducción del sufragio femenino son insuficientes para emancipar a las mujeres.
Una de las críticas más frecuentes al feminismo liberal es que, como estudio, centra demasiado su
enfoque para caer en una "metamorfosis" de las mujeres en hombres, y al hacerlo, desprecia el significado
del papel tradicional de las mujeres. 1 Entre las críticas, las posiciones señalan que el feminismo liberal se
centra en el individuo, y al hacerlo, desacredita la importancia de la comunidad. 1 También se ha hecho
una crítica histórica al feminismo liberal que se centra en su pasado racista, clasista y heterosexista.1
Otros críticos, como las feministas negras y las feministas poscoloniales, afirman que el feminismo liberal
dominante refleja solo los valores de las mujeres blancas de clase media, heterosexuales y ha ignorado en
gran medida a las mujeres de diferentes razas, culturas o clases. 13 Estos grupos expresan que la idea del
feminismo liberal se basa en el privilegio blanco y que, en determinadas ocasiones, el feminismo liberal
no reconoce cómo las mujeres de color no tenían voz al expresar su opinión sobre la desigualdad, por lo
que el feminismo liberal no incluye el racismo y la discriminación debido a su construcción histórica.14

Símbolos del feminismo liberal


Bandera del feminismo-liberal.

El morado es el color universal del feminismo, mientras que el


amarillo es el color símbolo del liberalismo, también la llama
de la libertad, representa la autonomía de las mujeres y la
balanza de la igualdad, representa la equidad de género.

EL FEMINISMO RADICAL
El feminismo radical es una rama dentro del movimiento feminista que sostiene que la raíz de
la desigualdad social es el patriarcado, definido como el sistema de opresión del hombre sobre la mujer.
Esta corriente exige un reordenamiento radical de la sociedad en el que se elimine la supremacía
masculina en todos los contextos sociales y económicos, al tiempo que se reconoce que las experiencias
de las mujeres también se ven afectadas por otras divisiones sociales como la raza, la clase y
la orientación sexual.1
El feminismo radical aboga por el abolicionismo de la prostitución, de la pornografía, de la gestación
subrogada y del género.456El feminismo radical surgió en Estados Unidos a finales de la década de 1960,
durante la segunda ola del feminismo. Las radicales identificaron como centros de la dominación
patriarcal esferas de la vida que hasta entonces se consideraban «privadas». A ellas corresponde el mérito
de haber revolucionado la teoría política al analizar las relaciones de poder que estructuran la familia y
la sexualidad, que sintetizaron en un eslogan: lo personal es político.7 Consideraban que todos los
varones, y no solo la parte élite, recibían beneficios económicos, sexuales y psicológicos del sistema
patriarcal, pero en general acentuaban la dimensión psicológica de la opresión. Así lo refleja el manifiesto
fundacional de las New York Radical Feminists,
A finales de la década de los sesenta se vivía, especialmente en Estados Unidos, el descontento con el
sistema capitalista. El denominado «sueño dorado» llegaría a su fin con la muerte de Kennedy, las guerras
en el sudoeste asiático y la falta de confianza en los gobiernos. Al malestar generalizado se sumó lo que
en 1963 Betty Friedan denominó «el problema que no tiene nombre» 8 en su libro La mística de la
feminidad. Por ello, si bien el movimiento de mujeres se encuadró en sus orígenes en las protestas
sociales emergentes de la época, sus objetivos los rebasaron.9
Las relaciones del movimiento feminista con los dos grupos de protesta más importantes de aquellos
años,), comprometido con los derechos de los negros, y (SDS), implicado en los derechos sociales y en
las manifestaciones contra la guerra de Vietnam, fueron complejas. Las mujeres aprendieron a estar
presentes en estos movimientos, a salir del rol doméstico de los años 50 pero no todas se encontraban
cómodas en estos nuevos espacios identificando las claves de las relaciones de poder. Las organizaciones
estaban dominadas por hombres que eran críticos con la cultura norteamericana pero que aceptaban el
sexismo presente en esa cultura.9
"La frustración y el malestar de las mujeres dentro de los grupos de izquierda podemos resumirlos en dos
frentes: la práctica política y organizativa y las cuestiones teóricas. En el primer aspecto, las mujeres se
encontraron con una marginación de sus actividades y una reproducción de la división sexual del trabajo.
Dentro de las organizaciones eran relegadas a los trabajos menores. Como señala Lydia Sargent
parafraseando a Betty Friedan-, después de limpiar y decorar las oficinas, preparar las cenas de los
activistas, fotocopiar panfletos, contestar teléfonos, etc. no podían dejar de preguntarse: ¿Y esto era todo?
(Sargent, 1981). La cuestión de quién limpiaba la oficina se convertía así en una cuestión política). Por
otro lado las mujeres se enfrentaban a su invisibilización como líderes, a que los debates estuvieran
dominados por hombres y a que sus voces no fueran tomadas en cuenta (...) La clase constituía el eje
prioritario en el análisis de la opresión, y el género o, en su defecto, el sexismo, o bien era objeto de
bromas o no era objeto de consideración teórica"

Silvina Álvarez y Cristina Sánchez en "Feminismos. Debates teóricos contemporáneos". (2001)

Las mujeres activistas debatieron sobre si debía crearse un ala en el propio movimiento u organizarse de
manera autónoma.

Marco teórico
El feminismo radical hace hincapié en las relaciones de opresión entre los sexos. [cita requerida]
El marco teórico del feminismo radical fue inspirado por dos obras fundamentales publicadas en
1970: Política sexual de Kate Millett y La dialéctica del sexo de Shulamith Firestone, obras que acuñaron
conceptos fundamentales para el análisis feminista posterior, como patriarcado, género y casta sexual:
Armadas de las herramientas teóricas del marxismo, el psicoanálisis y el anticolonialismo, estas obras
[Política sexual y La dialéctica del sexo] acuñaron conceptos fundamentales para el análisis feminista
como el de patriarcado, género y casta sexual. El patriarcado se define como un sistema de dominación
sexual que se concibe, además, como el sistema básico de dominación sobre el que se levanta el resto de
las dominaciones, como la de clase y raza. El género expresa la construcción social de la feminidad y la
casta sexual alude a la común experiencia de opresión vivida por todas las mujeres.

Ana de Miguel

Ambas autoras además de su producción teórica también tuvieron una activa participación en los diversos
movimientos de mujeres, algo muy frecuente entre las feministas radicales. En ese sentido, la socióloga
feminista estadounidense Kathleen Barry escribe que «[l]a teoría feminista radical es el producto de una
comunidad de feministas y surge de la interacción de teoría y praxis […] Si bien hay diferencias entre
nuestras diversas perspectivas teóricas, hay una cosa en la que todas estamos de acuerdo: el poder
colectivo e individual del patriarcado es el fundamento de la subordinación de las mujeres». 10
Muchas mujeres que formaban parte de los movimientos de emancipación que surgieron en esos años se
sintieron decepcionadas por el papel al que estaban relegadas y decidieron organizarse. Así, la primera
decisión política del feminismo radical fue la separación de los varones y la constitución del Movimiento
de Liberación de la Mujer.

Aportaciones
Grupos de autoconciencia
Algunas especialistas en historia del feminismo consideran que una de las aportaciones más significativas
del movimiento feminista radical fue la organización en grupos de autoconciencia. [cita requerida] Esta práctica
comenzó en el New York Radical Women (1967) fue quien le dio el nombre Consistía en que cada mujer
del grupo explicase las formas en que experimentaba y sentía su opresión. El propósito de estos grupos
era «despertar la conciencia latente que [...] todas las mujeres tenemos sobre nuestra
opresión»[cita requerida] para propiciar «la reinterpretación política de la propia vida» y poner las bases para su
transformación. Con la autoconciencia también se pretendía que las mujeres de los grupos se convirtieran
en expertas en su opresión: estaban construyendo la teoría desde la experiencia personal y no solamente
desde el filtro de las ideologías previas. [cita requerida] Otra función importante de estos grupos fue la de
contribuir a la revalorización de la palabra y las experiencias de un colectivo sistemáticamente
inferiorizado y humillado a lo largo de la historia.7

Reivindicaciones

 Abolicionismo de la prostitución: Para el feminismo radical, la prostitución debe ser abolida, es


decir, eliminada de forma permanente, no prohibida, porque es una institución patriarcal basada en la
desigualdad entre varones y mujeres. Esta corriente teórica considera que la explotación sexual y la
prostitución son fenómenos inescindibles cercanos al maltrato o abuso sexual. Considera a la
prostitución como un sistema de opresión sexista, racista y clasista. Se opone a la constante represión
policial que sufren las mujeres que la ejercen y a la desaparición de mujeres, secuestradas por redes
de trata con fines de explotación sexual. Considera especialmente a la trata como una violación de
los derechos humanos y que la mayoría de las personas en situación de prostitución son víctimas de
la trata. No se puede hablar de libre elección por cuanto las mujeres que se prostituyen lo hacen en
un contexto de vulnerabilidad social que influye en su supuesto consentimiento.

 Abolicionismo de la pornografía: El feminismo radical entiende la pornografía como un ejemplo


claro de la cultura de la violación y promueve leyes de protección y prohibición.11

 Abolicionismo de la gestación subrogada: El feminismo radical defiende que la gestación subrogada,


también conocida como alquiler de vientres, es una forma de violencia contra las mujeres.
 La gestación subrogada la entienden como explotación reproductiva hacia el cuerpo de las mujeres
más vulnerables. Además de tráfico de menores, convierten a las mujeres y a los recién nacidos en
objetos de comercio.12

 Abolición del género: El feminismo radical defiende que el sexo es una realidad biológica y el
género en cambio, es un conjunto de normas, una serie de creencias y formas de actuar o reaccionar
en la sociedad que están en el imaginario colectivo y son otorgadas y asignadas de forma
educacional y social según el sexo con el que se nace.13

Críticas y controversias
Vandalismo
Algunos detractores del feminismo radical han manifestado su rechazo ante ciertos grupos minoritarios
dentro del feminismo radical que en manifestaciones por el 8M generan destrozos y vandalismo hacia
comercios, monumentos y locales públicos.14
Un reconocido crítico del feminismo radical en habla hispana es el politólogo Agustín Laje.
Por su parte, algunas feministas radicales justifican el vandalismo como “una forma de visibilizar los
problemas que acongoja a las mujeres y no pasar desapercibidas”.15
Cabe destacar que no todas las feministas radicales utilizan la violencia en las marchas, y que suelen ser
grupos muy reducidos, generalmente, también criticados por otras feministas.
Identidad de género
Dentro del feminismo radical también hay división, puesto que hay distintas posturas sobre diversos
temas de interés feminista. Uno de los puntos más controversiales es la Identidad de Género, del cual
algunas feministas radicales están totalmente en contra, alegando que las mujeres trans no deben ser
consideradas mujeres ante la ley, pues esto, según ellas, supondría un problema.
Feminismo cultural
El feminismo cultural es la opinión de que existe una «naturaleza» o «esencia femenina» e intenta
revalorizar y redefinir los atributos atribuidos a la feminidad.1 También se utiliza para describir teorías
que elogian diferencias innatas entre mujeres y hombres.2

Historia e ideas
A diferencia del feminismo radical o el feminismo socialista, el feminismo cultural no era una ideología
ampliamente reclamada por los defensores, sino que era más comúnmente una etiqueta peyorativa
atribuida por sus oponentes. Alice Echols, una historiadora feminista y teórica cultural, atribuye a Brooke
Williams la aplicación del término "feminismo cultural" en 1975 para describir la despolitización del
feminismo radical, lo que llevó a que las feministas académicas eligieran el término durante la década de
1990 para describir a varios individuos.3 Sin embargo, el término surgió ya en 1971, cuando Tor Bay, en
una carta impresa en el periódico Off Our Backs, condenó a la revista literaria Aphra por "servir a la causa
del feminismo cultural". La feminista socialista Elizabeth Diggs, en 1972, usó la etiqueta "feminismo
cultural" para aplicarla a todo el feminismo radical. 5 En 1974, los editores de The Lesbian
Tide preguntaron: "¿Es el separatismo una extensión lógica del feminismo cultural?".6 Como revelan
estos variados usos, no existía una definición única del término entre las participantes en el movimiento
de mujeres.
Aunque el término "feminista cultural" se aplica generalmente a individuos en la década de 1970, líneas
de pensamiento similares se remontan a períodos anteriores. Jane Addams y Charlotte Perkins
Gilman argumentaron que al gobernar el estado, la cooperación, el cuidado y la no violencia en la
solución de conflictos sociales parece ser lo que se necesitaba de las virtudes de las mujeres. 7 Josephine
Donovan sostiene que la periodista y activista de los derechos de las mujeres del siglo XIX, Margaret
Fuller, inició el feminismo cultural en su libro Woman in the Nineteenth Century (Mujer en el siglo XIX
en español, de 1845). Hizo hincapié en el lado emocional e intuitivo del conocimiento y expresó una
cosmovisión orgánica que es bastante diferente de la visión mecanicista de los racionalistas de
la Ilustración.89
Sin embargo, fue el argumento de Linda Alcoff en "Feminismo cultural versus posestructuralismo: la
crisis de identidad en la teoría feminista" lo que llevó a la adopción generalizada del término para
describir a las feministas contemporáneas, no a sus antecedentes históricos. Alcoff afirma que el
feminismo cultural coloca a las mujeres en una posición excesivamente determinada, sobre
determinada por lo que ella ve como sistemas patriarcales.1 Ella sostiene que:
El hombre ha dicho que la mujer puede definirse, delinearse, capturarse, entenderse, explicarse y
diagnosticarse a un nivel de determinación nunca otorgado al hombre mismo, que se concibe como un
animal racional con libre albedrío.

Alcoff señala que "la revalorización feminista cultural interpreta la pasividad de la mujer como su
tranquilidad, su sentimentalismo como su propensión a nutrir, su subjetividad como su autoconciencia
avanzada".1
Taylor y Rupp han argumentado que las críticas al feminismo cultural son a menudo un ataque a las
feministas lesbianas.10 El estudio de caso de Suzanne Staggenbourg sobre Bloomington, Indiana, la llevó
a concluir que la participación en actividades etiquetadas como feministas culturales "proporciona poca
evidencia ... una disminución de la actividad política en el movimiento de mujeres"

El feminismo posmoderno
constituye un enfoque de la teoría feminista que incorpora las teorías posmodernas y posestructuralistas.
Se trata de un movimiento que va más allá las contradicciones modernistas del feminismo liberal y
del feminismo radical.1
El movimiento feminista se ha visto como una ideología similar a la filosofía posmoderna, cuyo nexo de
unión entre ambos es el interés en los actos de habla postulados por Austin.2

Orígenes y teoría
Butler
El punto de partida clave que diferencia al feminismo posmoderno de las otras ramas del feminismo es
quizás el argumento de que el sexo, o al menos el género, se construye a través del lenguaje. En El
género en disputa, libro de Judith Butler publicado en 1990, la autora se centra en esta perspectiva en
particular. Así pues, analiza y toma como base el trabajo de Simone de Beauvoir, Michel
Foucault y Jacques Lacan, así como el argumento de Luce Irigaray, según el cual, lo que consideramos
por convención como «femenino» es un mero reflejo de una construcción masculina. 3
Butler analiza la distinción establecida por las teorías feministas anteriores entre sexo (biológico)
y género (construcción social). La autora cuestiona por qué damos por sentado que las cosas materiales,
como el cuerpo, no están sujetas a los procesos de construcciones sociales en sí mismas. Butler sostiene
que este hecho no permite el análisis apropiado del esencialismo. Aunque las feministas reconocen que el
género es una construcción social, asumen que siempre se construye del mismo modo. El argumento
butleriano implica que la subordinación femenina no tiene una única causa ni una única solución. Así
pues, el feminismo posmoderno se ha criticado por no ofrecer ninguna propuesta de actuación. La propia
Butler descarta el término «posmodernismo» por ser demasiado impreciso como para dotar al concepto de
pleno significado.4
Paula Moya alega que el rechazo que muestra Butler ante el posmodernismo viene dado por una mala
lectura del trabajo de Cherríe Moraga: «Lo que ella interpreta del discurso de Moraga sobre que “el
peligro radica en la clasificación de las opresiones” es que no tenemos ninguna forma de clasificar los
distintos tipos que hay; así como que cualquier intento superficial por relacionar o jerarquizar los tipos de
opresión que se sufren vuelve nulo todo esfuerzo previo por cambiarlo que se haya hecho por medio de
un gesto imperialista, colonialista y totalitarista. Por tanto, aunque en un primer momento parece que
Butler ha comprendido las críticas de estas mujeres a las que se les ha impedido ocupar una posición de
“sujeto” en el feminismo, se puede apreciar fácilmente que en realidad sus voces le han servido como
meros instrumentos» (Moya, 790). Moya alega que los tipos de opresión no pueden clasificarse en su
totalidad porque Butler así lo afirma; y toma un atajo al descartar la idea no solo del posmodernismo, sino
de las mujeres en general. 5
Frug
A pesar de que es difícil establecer las características del posmodernismo, sí que pueden identificarse
ciertos temas u orientaciones que comparten las feministas posmodernas. Mary Joe Frug sugería que uno
de sus «principios» es que la experiencia humana es «inherente al lenguaje». El poder no se ejerce solo a
través la coerción directa, sino también por la forma en la que el lenguaje determina nuestra forma de
percibir la realidad. Sin embargo, dado que el lenguaje siempre está abierto a la reinterpretación, es un
arma de doble filo que puede usarse para polemizar esta configuración y percepción y, por lo tanto, un
ámbito recurrente para el enfrentamiento político.
El segundo principio posmoderno al que aludía Frug es que el sexo no es algo natural ni es determinado y
definible por completo. El sexo es más bien parte de un sistema de significado producido por el lenguaje.
Frug defiende que «los mecanismos culturales … codifican el cuerpo femenino con significados», y que,
a partir de ahí, estos mecanismos justifican cada significado «a través de la atracción hacia las diferencias
“naturales” entre los sexos, unas diferencias que las mismas normas ayudan a crear». 6 Rechazar la idea de
que la diferencia entre sexos tiene un fundamento natural nos permite comprender que la misma siempre
está abierta a nuevas interpretaciones. Como ocurre en otros sistemas de significado, es más una
herramienta que una jaula: aprieta, pero no ahoga, es decir, nunca llega a determinar del todo lo que uno
puede hacer con ella.
El feminismo francés
El feminismo francés de los años 70 en adelante ha forjado corrientes concretas dentro del feminismo
posmoderno y del psicoanálisis feminista, gracias a escritoras como Julia Kristeva y Hélène Cixous.
Cixous luchó por una nueva forma de escribir: escribir con el cuerpo. Un tipo de escritura no sujeta a la
biología sino al cambio lingüístico.
Luce Irigaray consideraba que «los hombres buscarían en la mujer esa parte suya escondida y reprimida
tanto con nostalgia como con aversión», cosa que «prevendría a las mujeres de ser en realidad una más
para ellos».
Kristeva sostuvo que las mujeres no existen, sino que se encuentran más bien en un proceso de
conversión.
Ettinger teorizó las diferencias del femenino presentando una lengua a la que dirigir un rango de
experiencias relacionadas con el cuerpo femenino y sus potenciales, incluyendo la gestación y el espacio,
el tiempo y la mirada 'matricial'.
Toril Moi recalcó que los problemas tanto de diferencias como de feminidad son el foco de las
preocupaciones de todos los escritores anteriores.
Kate Bornstein, autora y dramaturga transgénero, se autodenomina feminista posmoderna.

Críticas
Críticos como Meaghan Morris han debatido que el feminismo posmoderno, al ser antiesencialista, corre
el riesgo de debilitar la base de la política de acción basada en la diferencia de género. 11
«Uno de los aspectos más llamativos del posmodernismo para muchas feministas ha sido que la
focalización en la diferencia. La idea de que las mujeres hayan sido creadas y definidas como “otras” por
hombres, ha sido estudiada y debatida por feministas. La más destacable fue Simone de Beauvoir. Esta
retó las definiciones masculinas de “mujer” y pidió a las mujeres que se definieran a ellas mismas como
algo más que la pareja de un hombre. Las mujeres, instó, deben ser el sujeto y no el objeto (otro) del
análisis».12
La feminista Moya Lloyd añade que el feminismo posmoderno «no necesariamente representa el
posfeminismo; pero, alternativamente, puede afirmar la política feminista en su tono plural, multivocal,
fluido y a menudo cambiante».13
El posestructuralismo está definido en el Penguin Reference, como: una elaboración más rigurosa de las
posibilidades, implicaciones y defectos del estructuralismo y de su base en la propia lingüística
saussuriana.
El posestructuralismo pone en duda la adecuación del estructuralismo y, en lo que respecta a la
literatura, tiende a revelar que el significado de todo texto es, por naturaleza, inestable.
«El posestructuralismo, además, persigue la percepción saussureana de que en el lenguaje solo hay
diferencias sin términos positivos y muestra que el significante y el significado son, por así decirlo, no
sólo oposicionales, sino plurales, tirando unos contra otros y, al hacerlo, crea numerosos aplazamientos de
significado, que aparentan interminables patrones entrecruzados en secuencias de significado. En
resumen, lo que se suele llamar “diseminaciones”».
Gloria Steinem ha tachado a la teoría feminista, especialmente a la teoría feminista posmoderna, de ser
demasiado académica. «Siempre he querido poner un cartel en el camino que va hacia Yale que diga:
“Cuidado: deconstrucción delante”». Los académicos están obligados a escribir en un lenguaje que nadie
entiende a fin de conseguir un puesto fijo. Tienen que decir «disertación», no «discurso». El
conocimiento al que no se puede acceder no es útil. Se va disipando»

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