Está en la página 1de 9

Cátedra Fernández Bouzo: Teoría y praxis de los ecofeminismos

1. Ni la tierra ni las mujeres somos territorios de


conquista
2. Una mirada de los movimientos de mujeres africanas a
partir de los ecofeminismos

Brisa Vivante

vivantebrisa@gmail.com

Facultad de Cs Sociales, UBA

Segundo cuatrimestre, 2022

1.Hace unos años mientras “scrolleaba” por alguna red social me encontré con la foto
de la portada, el mural decía “Ni la tierra ni las mujeres somos territorio de conquista”.
Me encantó, pero no fue hasta que me interioricé con la perspectiva del feminismo
ecológico que logré entender en plenitud qué significaba tal frase. En los próximos
párrafos intentaré explicar el porqué esta frase protagoniza el discurso de los
ecofeminismos así como también la relevancia de este último. Ante todo, es preciso
una aclaración teórica, no hay una única definición de ecofeminismo como así
tampoco podemos hablar de un feminismo o ambientalismo. Se trata de una corriente
de pensamiento y una praxis política, acuñada por d'Eaubonne en los años 70,
impulsada por mujeres y disidencias, con un enfoque pluralista, e interdisciplinario que
se presenta bajo diversas formas teórico-prácticas. Por un la lado, se nutre de la
ecología política, economía feminista, teoría decoloniales, entre otras corrientes y por
el otro, toma como base las praxis que emergen de los diversos movimientos de
mujeres que levantan su bandera en pos de la justicia socio-ambiental, lo que se ha
autodenominado “Feminismos del Sur”(Svampa,) Feminismos territoriales(Ulloa, 2016)
y comunitarios. También existen corrientes de ecofeminismos clásicos, pos
colonialistas o espiritualistas del Sur ( Shiva y Gebara) constructivistas (Plumwood,
Waren, Mellor), críticos (Puleo y Ulloa ). Otro rasgo a destacar, es como señala
Svampa no todas las praxis políticas se autoproclaman como tales. Por ello de acá en
adelante nos referiremos a los “ecofeminismos”. Ahora bien, podemos encontrar
premisas comunes en ellos: en principio, los ecofeminismos abogan por la defensa de
la vida y el cuerpo- territorio, por la liberación humana y no humana de la dominación.
En tal sentido, consideramos que tales imperantes forman parte del discurso, y de la
lucha de ambos movimientos, el ecologismo-ambientalismo y el feminismo.

Ahora bien ¿qué significa que ni los cuerpos territorio ni las mujeres somos territorio de
conquista? y ¿por qué es necesario hilar ambas luchas? En principio, la premisa de la
cual parten los ecofeminismos es que existe una correlación entre la violencia y
desvalorización sistemática hacia las mujeres y disidencias , y la depredación contra la
naturaleza. Coloquialmente hablando, se trataría de dos caras de la misma moneda.
De acuerdo a Amaranta Herrero (2018) el patriarcado capitalista, una visión
mecanicista del mundo, y una cultura basada en la dominación y la violencia
conforman la triada de condicionantes que agrava la violencia hacia las mujeres y el
medio ambiente. Los ecofeminismos nos vuelven conscientes sobre estas raíces de
opresión, aspirando a partir de ellas a novedosas aportaciones teóricos para los
feminismos y ecologismos pero también apostando a relaciones sociales alternativas
en la que sean suprimidas, o por lo menos paleadas, todo tipo de desigualdades e
injusticias sociales.

1
El mundo nos está mostrando las consecuencias de un sistema capitalista y patriarcal
atroz. Las catástrofes socioambientales son noticia del día a día y pese al auge del
feminismo, la violencia hacia las mujeres y los feminicidios no han decrecido. No hay
postura negacionista que pueda ignorar que el mundo se encuentra en emergencia
socio- ambiental a la par del crecimiento galopante de las desigualdades sociales. No
cabe duda alguna de que nos acechan una emergencia tanto a nivel ambiental como a
nivel social. Ante esta desidia , el ecofeminismo nos ofrece una respuesta y apuesta
por una salida alternativa. Somos testigos de las consecuencias del “patriarcado
colonial-moderno de alta intensidad” del que nos habla Segato (2016). América latina
es la región del mundo con más feminicidios o asesinatos de activistas
socioambientales (De Vidal y Ramognini, 2018). La forma colonial del poder patriarcal
evolucionó hacia el tratamiento altamente destructivo de los bienes naturales, que se
plasma en las prácticas extractivistas, la explotación intensiva de los suelos y pesca
intensiva, la cuasi-extinción de algunas especies(como el orangután a raíz del
extraccion de aceite de palma, entre otros), la megaminería, el fracking, el uso de
agrotóxicos que generan daños irreversibles hacia la naturaleza y la salud y hábitos de
las personas. Regirse bajo una perspectiva ecofeminista implica comprender que la
violencia hacia las mujeres repercute en la destrucción y depredación hacia la
naturaleza, a nivel ambiental, social-comunitario así como en otras especies. También
nos torna conscientes de que las mujeres del sur global, indígenas, negras y pobres
son las que sufren en mayor medida las consecuencias socioambientales del
“capitalismo de rapiña” del que nos habla Segato(2016). Frente a la ofensiva
neoliberal, las mujeres son las que levantan la bandera contra un modelo extractivista
cuyos modos de explotar los recursos resulta insostenible (Por ello autoras como
Svampa hablan de “ecofeminismos de supervivencia”).Esto se debe a que
históricamente han asumido el rol como cuidadoras y responsables de las tareas de
reproducción social en la división social del trabajo. En tal sentido, el ecofeminismo
también aporta una nueva mirada hacia los cuidados.

Pensar la opresión hacia la naturaleza, y hacia las mujeres de forma conjunta nos
aportan una nueva mirada sobre la realidad socio-ecológica y ambiental, y sobre sus
luchas en el Sur Global. La relación analítica entre la mujer y la naturaleza ha
prevalecido en los imaginarios sociales, y por ende, ha sido reproducido desde la
ciencia hegemónica. Fue Sherry Ortner (1972) quien señaló a partir de investigaciones
empíricas, la asociación cultural de la figura de la Mujer a la de la Naturaleza. Puleo
(2017) sostiene que tal análisis antropológico dio el origen científico al ecofeminismo.
Hace siglos que existe una ideología imperante y de dominación hacia la naturaleza.A

2
propósito de ello, Gevara argumenta que la historia occidental de la modernidad se
rigió bajo una “lógica de dominación”, a partir de la construcción de un Yo “dominador”
ligado al paradigma patriarcal del varón amo y guerrero sustentado en la razón y por
ende escindido de su cuerpo, de la emociones. De acuerdo a esta lógica opresiva, la
En sus palabras,diferencia se encuentra asociada a la inferioridad, a la inacción y a la
pasividad. K.Warren argumenta que tales categorías funcionan como sistemas de
legitimación de dominación y subordinación hacia grupos considerados subalternos,
así como hacia la naturaleza y otras especies. Las representaciones duales con la que
observamos y analizamos lo que nos rodean denotan la opresión hacia la naturaleza y
las mujeres: la mujer es al hombre, lo que la naturaleza contraria a la cultura, el cuerpo
respecto de la mente, la afectividad frente a la racionalidad la pasividad/actividad,
subordinación/dominio. De tal manera se ha edificado el saber occidental que ha
desencadenado consecuencias nefastas a nivel ideológico y pragmático contribuendo
a pensar a la sociedad aislada e independiente de la naturaleza así como también a
los roles reproductivos relegados a las mujeres de la esfera pública y tomas de
decisión, la reproducción escindida de la producción mercantil, entre otras analogías
que delatan la opresión unívoca. Desde los inicios del imperio y la conquista ha
primado la desidia del capital sobre la vida, es lo que algunas autoras ecofeministas
han llamado “conflicto capital-vida”. El capitalismo se conformó a partir de la violencia y
saqueo hacia los varones, mujeres y “cuerpos territorios”. De acuerdo a Federici
(2021) esta violencia contra las mujeres( y agregamos, hacia la tierra) se construye
como el elemento estructural de la acumulación permanente del capitalismo.

Los ecofeminismos son movimientos de transformación social, en tal sentido, plantean


un proyecto alternativo de una sociedad libre de dominación y opresión que augura por
un buen vivir para todas las especies. Es necesaria una salida alternativa ante el
contexto de anomia e hiper individualización extrema en el que estamos sumidos, y
que ha contribuido al ascenso de los neoliberalismos en todo el globo terráqueo.
Somos hijxs de una modernidad basada en las ideas de progreso y razón , somos
sujetos del consumo desmesurado y de la alienación. Lo cual provoca que no
reflexionemos sobre la cadena extractivista que hay detrás de todo lo que consumimos
porque esto le es funcional al sistema económico.

El modelo económico y modernidad occidental se ha desarrollado ignorando y


menospreciando las bases materiales y relaciones que sostienen la vida (Herrero,
2013). Es decir, la lógica mercantil alimentada por la expansión de beneficios y
ganancias, funciona desafiando la finitud de la naturaleza y contraponiendose sobre la

3
vulnerabilidad y necesidades vitales que tenemos como especie. La perspectiva de la
sostenibilidad de la vida nos invita a repensarnos y revisar nuestro vínculo con la
naturaleza, esto implica reconocernos como ecodependientes e
interdependendientes. La mayoría de la población se encuentra alienada
culturalmente, en este aspecto, Herrero (2013) manifiesta que estamos sesgados por
un anafalbetismo ecológico: “buena parte de la sociedad y muchas de sus instituciones
continúan pensando que un río es una tubería de agua y que los animales son una
fábrica de proteínas”(p.286). Una toma de conciencia socava las barreras imaginarias
que dividen nuestra vida moderna de la codependencia de la naturaleza. Ser
ecodependientes significa romper el mito antropocéntrico de que somos dueños de la
naturaleza, de los recursos, de todas las especies no humanas. A su vez, los
ecofeminismos plantean que la economía convencional invisibiliza las tareas de
cuidado y atención que realizan las mujeres. Oculta y desvaloriza las prácticas que son
vitales pero que no pueden ser convertidas en mercancía en el mundo monetario.
Como señala Carrasco (2011) “la dependencia es algo inherente a la condición
humana”(p.214). La salida que propone el ecofeminismo es que las tareas del cuidado,
y atención deben ser universalizadas, en tal sentido invita a los hombres y mujeres a la
a corresponsabilización de las tareas que hacen posible supervivencia.

Lo que ha sido llamado progreso esconde la explotación, agotamiento, despojo y


depredación de la tierra y de los cuerpos. Pensar en clave ecofeminista implica
resignificar categorías, elementos y estrategias que han sido catalogadas como
inferiores, y en ese sentido desvelan las correlaciones entre la opresión de las mujeres
y la destrucción de la naturaleza. Implica deconstruir representaciones mentales
duales que tenemos de otras especies, de la naturaleza y de las mujeres. El
ecofeminismo nos invita a reflexionar y revistar preguntas como ¿ Que nos define
como especie? ¿Qué vínculo tenemos con la naturaleza? ¿y con las especies no
humanas? ¿Qué sostiene la vida? ¿Cuáles son nuestras verdaderas necesidades?
¿Qué hay detrás de la producción de bienes? Esto implica hacer una introspección
hacia nosotros mismos, hacia nuestras propios imaginarios sociales y comenzar a ver
situaciones que antes no podíamos debido a los sesgos androcéntricos y
antropocéntricos del patriarcado y la ciencia hegemónica. De acuerdo a Tait Lima y
Moreno(2021) gracias a las luchas de resistencia por parte de las mujeres emergen
nuevas opciones epistémicas enfrentadas a la lógica del dominio. En tal sentido, los
ecofeminismos nos dice que no somos cuerpos, ni razón, somos cuerpos-territorios
somos nuestro entorno y nuestras relaciones sociales,nuestro cuerpo, memoria,
nuestra memoria y ascendencia, los deseos, los ríos y las semillas, las cosmovisiones

4
atacadas y aún resistentes que hacen posible la vida (Alianza Política, 2020).
Debemos establecer diálogos fecundos con los movimientos de indígenas y
campesinas de Latina presentan una lección de interculturalidad de la que es
necesario aprender.

Aunar la lucha por el ambientalismo y feminismo resulta imprescindible, sin ellas


resulta imposible alumbrar un modelo compatible con la biosfera y que trate de dar
respuesta a todas las diferentes formas de desigualdad que enfrentamos como
sociedad (Herrero,2016). El ecofeminismo nos revela las vinculaciones de todas las
formas de opresión, dominación y violencia hacia los cuerpos-territorio, hacia las
mujeres y hacia otras especies desde la opresión en los tejidos comunitarios de los
países periféricos hasta la depredación del ecosistema. Las mujeres a lo largo y ancho
del planeta reclaman que ni los territorios ni las mujeres somos territorios de conquista
porque el sistema no solo nos ha negado e inferiorizado a las mujeres, se ha
encargado de destruir el ecosistema. Ni el movimiento feminista ni el movimiento
ecologista de manera aislada podrán derribar la alianza entre el capitalismo,
colonialismo y patriarcalismo.

En suma, en el ecofeminismo encontramos la lucha feminista por los derechos de las


mujeres , la re significación del cuidado y el trabajo y el reconocimiento de nuestra
ecodependencia, la tejes redes de empatía con los demás seres vivos, la apertura al
dialogo intercultural y el sentimiento de sororidad internacional con las mujeres
indigenas y africanas de los países perifericos y la apuesta por una ciencia libre de
sesgos antropocéntricos y androcentrico.El ecofeminismo como pensamiento y
movimiento, es teoría y acción , es desposesiòn y resistencia que permite cuestionar
el presente y trazar un horizonte futuro de igualdad y justicia en el que todxs podamos
vivir armónicamente . Para ello se necesitará la construcción de redes de apoyo, la
vuelta a la vida comunitaria y enfocada a lo local.

2.“Con este diálogo, me gustaría conocer mujeres campesinas de otros países y


continentes para intercambiar experiencias y saber cómo hacen su trabajo en la
defensa de los territorios” expresa Teresa Boa, paralegal comunitaria del Movimiento
que defiende la Ley de Tierras 19/1997 de Mozambique. Ante el avance y apropiación
de las tierras y bienes comunes por parte de las empresas transnacionales bajo la
complicidad de los gobiernos, son las mujeres campesinas y de la clase trabajadora de
África y de todo el “Sur global” (Abya Yala, Oriente), quienes constituyen el núcleo de
resistencia frente al sistema económico extractivista. Bien denuncia Teresa, que las
autoridades gubernamentales le abrieron paso a las empresas extractivistas al aceptar

5
la explotación de minas en el río Rovuma en pos de extraer gas, piedras preciosas y
minerales, petróleo, gas entre otros bienes naturales en el país . Cuando las empresas
se instalan acaparando sus tierras y el acceso a bienes comunes como el agua,
destruyendo la vida comunitaria, amenazando su autonomía y trastocando la
producción agrícola de subsistencia, son ellas quienes sufren en mayor medida los
daños de los megaproyectos a partir de situaciones de despojo como de degradación
socioambiental y de salud. El ecofeminismo crítico-constructivista, tomando distancia
de una postura esencialista clásica, establece la conexión ideológica entre la
dominación hacia las mujeres y la naturaleza a partir de su asignación cultural a los
roles de género en la esfera doméstica-reproductiva y su relación con el ambiente
debido a la división sexual de trabajo. Los datos ponen de manifiesto que las mujeres
africanas apuestan por la economía de subsistencia pese a los esfuerzos del Banco
Mundial y las corporaciones de mercantilizar sus territorios, ellas producen el 80% de
los alimentos que consumen sus habitantes(Federici, 2004). El compromiso con las
causas socioambientales por parte de las mujeres, reside en la construcción de sus
subjetividades ligadas a la domesticidad. Las pobladores locales de África y de Abya
Yala se encuentran obligadas a garantizar la economía de subsistencia debido a la
construcción social patriarcal que las liga a la atención y los cuidados.

Como plantea Segato(2016) El Estado colonial-moderno( y el patriarcado nativo) en


Abya Yala (pero también en las sociedades poscoloniales del resto del mundo) fue
consolidándose a medida que provocaba la privatización , y atomización de la esfera
doméstica relegada a las mujeres. En tal sentido, el ecofeminismo crítico nos indica
que no podemos analizar de manera acabada las luchas de las mujeres del Sur si no
es puesto el foco en su participación generizada en la reproducción social doméstica.
Ejemplo de estas luchas son el Movimiento de Mujeres agropecuarias en lucha y
piqueteras durante los años 90 y principios de la década entrante, y también las
Madres y abuelas de Plaza de Mayo, Madres del barrio Ituzaingó. En todos los casos
su legitimación yace en la maternidad y domesticidad que cobran una politicidad
distinta si la vida, lo común, y el territorio no fuese amenazada(Fernandez Bouzo,).
Cuando las mujeres de África y Abya Yala hacen frente a los procesos extractivistas
defienden la vida de sus hijos y de sus territorios: “Aquí quienes sufrimos somos las
mujeres y los niños y las niñas. Las mujeres pierden sus tierras, son desplazadas,
viven en algunos lugares inciertos, están sufriendo, sin comida, sin nada y la guerra no
terminó(...)” exclama Teresa. Las mujeres se resisten contra la ofensiva del poder
patriarcal del sistema económico extractivista así como también le hacen frente al
propio entronque patriarcal que impera en sus comunidades.

El ecofeminismo constructivista(y los ecofeminismo del Sur-territoriales) es crítico de la


modernidad y por ende, el sistema económico que lo sostiene y legitima. Algunas
autoras entienden esta problemática a partir de lo que denominan como conflicto“
capital-vida” que parte de la praxis de las luchas de las mujeres indígenas en
diferentes lugares de Abya Yala (Tait Lima y Moreno, 2021). Se trata de la imposición
del Norte global a partir de la mercantilización y privatización del agua, el reemplazo
de la economía de subsistencia por la comercial a las comunidades del Sur, el

6
deterioro de la biodiversidad. El atropello hacia la Ley de Tierras en África es un
ejemplo de cómo se antepone el capital sobre la vida. Ya lo denunció Berta Caceres,
quien fue asesinada por defender la vida sobre el capital, “Mientras haya capitalismo
ese planeta no se va a salvar porque es contraria a la vida, a la ecología, al ser
humano, a las mujeres”. Que las mujeres y hombres del Sur Global y de África hayan
sufrido el despojo de sus territorios y sus desposesiones de los bienes comunes
responde a la propia historia del “progreso” del capitalismo colonial. Las poblaciones
de ambos lados del Sur comparten la misma raíz de opresión colonial, el
entrelazamiento entre la violencia patriarcal y colonial ligadas a la expansión
económica del capital. Es por ello que podemos volver unívocas las luchas de ambos
continentes, sin negar la trama político-histórica diferencial de cada movimiento. La
lucha de las mujeres africanas pueden ser comprendidas a partir de las categorías
novedosas que nos aportan los ecofeminismos territoriales definidos por Ulloa(2016)
como movimientos de protesta y acción de mujeres indígenas, afrodescendientes y
campesinas centradas en la circulación y defensa de la vida, la autonomía y control de
los cuerpos, territorios la naturaleza, y en la crítica a los procesos de desarrollo
capitalista y extractivista. Ambas luchan, la de los feminismos territoriales del Sur, y los
movimientos de mujeres africanas, bogan por la defensa de la soberanía territorial, en
el caso de África debido al peso de las economía de subsistencia en las dinámicas
comunitarias y nos invitan a replantear las desigualdades sociales y ambientales
desde la implantación del extractivismo en sus territorios. Como bien denuncia Ulloa la
imposición del capital extractivista provocan escenarios ambientales de apropiación y
el despojo de los bienes naturales de los que sustentan las comunidades, el
agua,minerales,petróleo, la repercusión en el cambio climático etc. Los dinámicas y
modos de vida de los y las pobladoras cambia radicalmente a la par que sus tierras y
faunas son degradadas.Ulloa (2016)enfatiza en cómo el extractivismo trastoca las
relaciones económicas basadas en la solidaridad y exacerba la violencia hacia las
mujeres de la comunidades. Esto lo podemos ver en las países dependientes cuyas
poblaciones no tienen poder político ni social, como en Cabo Delgado, Mozambique:
Múltiples empresas trasnacionales y nacionales se instalan en Cabo Delgado en
búsqueda de gas despertando movimientos de oposición, debido al mayor control de
los cuerpos-territorio por la instalación de seguridad privada, una mayor militarización,
violencias por razones de género y el desplazamiento forzado de personas, al mismo
tiempo deben lidiar con agrupaciones terroristas. Las mujeres fueron excluidas de los
procesos de acaparamiento de las tierras de los aprendizajes de la agricultura
moderna, exacerbando la división sexual entre hombres y mujeres. Es interesante
cómo Ulloa (2016) pone de manifiesto que en AL ocurre algo muy similar entre las
empresas trasnacionales y los grupos ilegales de minería; las mujeres sufren violencia
sexual, se le atributen roles enraizados y mal pagos en la mineria. De todas maneras,
no aceptaron la pérdida de autonomía y la destrucción de la naturaleza sin protestar.

Frente al avance del capital sobre la vida, las mujeres apuestan por la sustentabilidad
de la vida. Las experiencias ecofeministas están creando espacios de resistencia
mediante defendiendo la economía de subsistencia, el acceso comunal a las tierras, y
la seguridad alimentaria (Federici, 2004). Las praxis políticas del Sur Global y de África
ponen de manifiesto que los lazos comunales siguen siendo poderosos.Los
movimientos y luchas protagonizadas por las mujeres en defensa de la vida y del
cuerpo-territorios nos demuestran que como especie somos seres dependientes de
nuestros ecosistemas e interdependientes entre nosotros mismos. Las prácticas
ecofeministas han existido siempre, desde la historia de la colonización (Federico,
2016:Herrero,2013), las mujeres de África, Asia y Abya Yala defendieron los modelos
de agricultura comunales de los colonizadores europeos. La tierra es la fuente primera
de subsistencia de las comunidades y es la fuente de seguridad alimentaria de miles
de productos que son vendidos en África y Asia.

7
Las luchas de estas mujeres en defensa de la vida y los territorios nos alientan a
apostar por un proyecto social y económico alternativo, donde lo comunitario
reemplace a la lógica mercantil, la solidaridad a la hiperindividualización , la
explotación sea sustituida por la solidaridad. Las mujeres que lideran las luchas en
defensa de los cuerpos-territorios las impulsa el deseo por un mundo que sea
habitable para todas las especies, libre de dominación y explotación. Es la apuesta
por quebrantar de una vez por todas la alianza entre capitalismo, colonialismo y
patriarcado.

Bibliografía

Carrasco, C (2011). La economía del cuidado: planteamiento actual y desafíos


pendientes. Revista de Economía Crítica, no 11, primer semestre 2011, ISSN: 2013-
5254.

Federici, S (2013). Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y


luchas feministas. Traficantes de sueños. Capítulo 12 y 13.

Herrero, Y (2013); Miradas ecofeministas para transitar un mundo justo y sostenible.


Revista de Economía Crítica. Nº16, segundo semestre.

Puleo, A (2017). Perspectivas ecofeministas de la ciencia y el conocimiento. La crítica


al sesgo andro-antropocéntrico.

Puleo, A (2011); Cap. 1: Los ecofeminismos en su diversidad. En: Puleo, A. (ed.)


Ecofeminismo para otro mundo posible. Madrid: Cátedra, pp. 29-85.

Puleo, A (2002). “Feminismo y Ecología. Un repaso a las diversas corrientes del


ecofeminismo”. El Ecologista, nº 31, verano 2002.

Segato, R (2016). La guerra contra las mujeres. Madrid: Traficantes de sueños.


Capítulos 3 y 4. 3. Patriarcado: del borde al centro. Disciplinamiento, territorialidad y
crueldad en la fase apocalíptica del capital(91-108) y Colonialidad y patriarcado
moderno(109-126)

Tait Lima, M y Moreno, R.( 2021) Emergencias ecofeministas en las praxis


latinoamericanas. Revista Ecología Política Nro. 61 Fronteras y cuerpos contra el
capital. Icaria Editorial, pp 16-2

Ulloa, A (2016). “Feminismos territoriales en América Latina: defensas de la vida frente


a los extractivismos”. Nómadas. 45, pp. 123-139.

También podría gustarte