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investigación en RD
El panameño Luis Botello, vicepresidente adjunto del ICFJ, y el periodista dominicano Panky Corcino.
SANTO DOMINGO (RD).-El periodista Panky Corcino reflexió sobre los desafíos que
enfrenta el periodismo de investigación en República Dominicana, durante la quinta versión
del Investigatón, que reunió en el país durante varios días a 50 periodistas de 14 países de la
región.
Mi madre es una mujer sabia. Como no me pudo quitar de la cabeza la idea de estudiar
periodismo, siempre me recomienda: “Deja de decirle la verdad a la gente en la cara y de
estar escribiendo las cosas malas que hacen, que a este país no hay quien lo arregle”. Pero,
como buen hijo desobediente, siempre he tratado de hacer periodismo de investigación
desde que empecé a ejercer el oficio en 1996.
A estas alturas debería sentir satisfacción por el camino recorrido, pero la mayoría de los
medios informativos en los que a muchos periodistas de mi generación se nos dio la
oportunidad de investigar ya dejaron de circular. A tal punto que los conservadores y
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fatalistas de las redacciones terminaron por asumirnos como una tripulación condenada a
servir de remeros a Caronte en los viajes sin aliento del periodismo dominicano.
¡Ahora! registró nuestra turbulenta historia política durante casi cuatro décadas y, tal como
resalta la Funglode: “se constituyó en un instrumento importante para el establecimiento de
la democracia dominicana”. Documentó momentos de convulsión social, como el golpe de
Estado contra Juan Bosch en 1963, la Revolución de Abril de 1965, la segunda intervención
militar estadounidense o la guerrilla del Coronel Caamaño en 1973.
La noche del martes 5 de octubre de 1965 una fuerte carga de explosivos militares hizo
volar prensa, almacenes y oficinas de la publicación. Molina Morillo cita como
responsables directos a cuatro miembros de la Fuerza Aérea Dominicana. También
documenta que, aunque no se desarrolló un juicio, la opinión pública identificó como
responsable intelectual a Salvador Lluberes Montás (Chinino), un oficial implicado en el
posterior asesinato del periodista Orlando Martínez.
Al calor del atentado, Molina Morillo reafirma su decisión de reabrir la revista (propósito al
que le ayudó una indemnización del Estado por la redacción destruida) y de fundar un
periódico, el vespertino El Nacional de Ahora, que circula desde el 11 de septiembre de
1966.
La revista sufriría otra fuerte estocada con el asesinato de su director ejecutivo, Orlando
Martínez, ocurrido el 17 de marzo de 1975. Este crimen, junto al de Gregorio García Castro
(Goyito), ocurrido el 28 de marzo de 1973, ilustran el peligro que corrieron los periodistas
durante una etapa de represión política.
Cuando se creyó que algunos temas habían sido superado ocurrió la desaparición forzosa
del catedrático universitario y contestatario articulista de “La Muralla” Narciso González
Medina (Narcisazo), el 26 de mayo de 1994, en medio de una crisis postelectoral.
Molina Morillo asegura que Publicaciones Ahora, C. por A. operó siempre “en rojo”,
situación que lo llevó a vender sus dos medios a José Luis (Pepín) Corripio, el 4 de mayo
de 1979.
“Poco a poco ¡Ahora! fue languideciendo, hasta que dejó de publicarse en 1988. Dos años
después se realizó un esfuerzo por reeditarla, pero el experimento apenas duró dos años y
por razones financieras tuvo que ser suspendido nueva vez”, escribió el periodista.
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En su primera etapa, de 1962 a 1990, publicó 917 ediciones. En un siguiente intento de
renovación, la revista tampoco fue rentable y desapareció, definitivamente, en 2004.
El semanario Clave editó 230 números, desde el 16 de marzo de 2006 hasta el 4 de agosto
de 2010.
La Lupa Sin Trabas tuvo peor suerte. Nació el 8 de agosto de 2012. Circuló con una
periodicidad quincenal y solo editó 31 números, hasta el 31 de noviembre de 2013.
¡Ahora!, Rumbo, Clave y La Lupa Sin Trabas eran espacios importantes para los
periodistas que se inclinan por la investigación.
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A la decisión del Gobierno de contratar a periodistas y pagarles mejores salarios que los
medios informativos, sumamos ahora, como una dificultad para el periodismo de
investigación, el Portal Único de Solicitud de Acceso a la Información Pública (SAIP).
El Gobierno dominicano que vigila, dosifica y controla las informaciones, logró otra
ventaja que resta espacio al mundo de las investigaciones periodísticas.
Los directores de tres periódicos presentaron en febrero de 2013, con el respaldo de una
fundación de un abogado y periodista, un recurso de inconstitucionalidad contra varios
artículos del Código Penal y la Ley 61-32, sobre Expresión y Difusión del Pensamiento.
La sentencia, dictada tres años después, anula 8 artículos de la Ley 61-32 y de paso elimina
la responsabilidad “en cascada”.
En resumen, antes, si una persona se sentía afectada por una publicación y alegaba
difamación, demandaba en los tribunales al periodista, al director del medio y a la editora o
empresa propietaria. Esto obligaba a la empresa, que al final es la que logra rentabilidad
con la venta de publicidad, a designar abogados defensores que, de paso, representaban al
periodista.
Ahora, una fuente puede escoger demandar solo al periodista y el medio no está
necesariamente obligado a defenderlo.
El Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), que ni siquiera litigó con persistencia en este
proceso, pese a que el Procurador General de entonces advertía del peligro que acarreaba
para la clase periodística, se limitó a condenar la sentencia en un comunicado en el que
planteaba: “Se libera de toda responsabilidad a ejecutivos y propietarios de medios de
comunicación, dejando desamparado, en caso de sometimientos, a los periodistas, que son
los responsables de buscar, investigar y trabajar la información a ser difundida por los
medios”.
El periodismo dominicano también enfrenta otros desafíos. Algunos jóvenes se ven atraídos
por los espacios de “investigación” noticiosa de la televisión. Aunque en ocasiones hacen
un aporte a la sociedad, los reportajes se basan mucho en filtraciones y se inclinan por
convertir la noticia en una mercancía que solo enlatan para “vender” al espectador.
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En vez de ver al ser humano como un ciudadano que demanda y tiene derecho a
información confiable, el periodismo de investigación de la televisión lo contempla como
parte de un público al que vende un espectáculo con el propósito de ganar audiencia y, de
esa forma, atraer más publicidad.
De hecho, estuvieron durante largos años considerados en una categoría de los Premios
Soberano (antiguos Casandra), que reconocen la labor sobre el escenario de artistas,
cantantes y actores.
El portal Acento, por ejemplo, mantiene una vocación de investigación y una filosofía de
apego a la democracia y a la sociedad civil. Sin embargo, destina mucho esfuerzo a
reproducir informaciones del día a día que son promovidas por el sector privado o el
Gobierno desde oficinas de relaciones públicas.
El desafío de las universidades es concienciar a los estudiantes para que puedan aprovechar
la televisión y profundizar en investigaciones que incluso se puedan difundir a través de las
redes sociales.
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Pero también se observa cierto estancamiento en República Dominicana en lo relativo a los
jóvenes atraídos por la carrera, al punto de que la matrícula se ha empezado a reducir. En
2009 teníamos 9,040 estudiantes de Comunicación Social en las universidades y para 2015
eran 7,053, un 22% menos, pese a que surgieron nuevas escuelas en universidades privadas.
En resumen, tenemos:
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relaciones públicas porque pueden tener acceso a salarios y condiciones laborales mejores.
También a lo audiovisual, para atraer a jóvenes interesados en la naciente industria
cinematográfica de República Dominicana.
Tenemos innumerables historias por investigar. Esto queda evidenciado en casos como el
de la muerte de Pilar Báez, al dar a luz el 6 de febrero de 1960, y de su esposo, Jean Awad
Canaán, fallecido en un accidente de tránsito ocurrido en San Juan de la Maguana el 30 de
noviembre de ese año.
Desde 2012 se escribieron cinco libros sobre estos dos presuntos asesinatos atribuidos en
una de las hipótesis a Angelita Trujillo, hija del dictador, y su entonces esposo, Luis José
León Estévez (Pechito).
Otro caso que apunta al formato del libro, que ahora puede ser digital, como medio de
difusión de investigaciones, son los aportes del periodista Esteban Rosario. Varias
ediciones de títulos como “Los dueños de la República Dominicana” o “El Grupo Vicini, el
verdadero poder” lo confirman.
Hace poco encontré a Esteban Rosario en Librería Cuesta, en Santiago, ciudad donde
reside. Luego de comentarme sobre las reediciones constantes de sus libros me adelantó
que ahora investiga sobre los negocios de los políticos. Luego, bajó un poco más el tono de
voz, para anunciarme que me mandaría por correo su último texto.
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“Es en formato digital, y lo estoy distribuyendo sólo a algunos amigos. Se titula `La CIA y
la contrainsurgencia en la República Dominicana`”. Ya me lo envió por correo, pero temo
que, en un país en que cierran los espacios dedicados a la investigación y al poder
económico le interesa poco invertir para que el periodismo profundice, todos terminaremos
publicando libros para pasarlos entre nosotros, casi en secreto, a través de la internet.
Santo Domingo
26 de mayo de 2018