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~ . . .Conversaciones
con Foucault
Pensamientos, obras, omisiones
del último maitre-a-penser

Duccio 'I'rombadori

Amorrortu editores
..-er-.J3uenos Aires - Madrid
Colección Nórnadaa
ColIoqui con Foucault. Pensi~ri, opere, omission i <hU'ulti mo m al·
índice general
tre-a-penser, Duccio 1'rombadori
10 Alberto Cllftelv@cchi Editoré 8rl , 1999, 2005
Troduoción: CarIo R. Molinari Morotto

O 'lbdos 1011 dereeh os de la edición en castellano rellervados por


Amorrortu edítorH EepaJla g,L. , CILó~:r. de HoyOll 15, 3" izquierda-
28006 Mad ri d
Arnorrortu edítoresS,A" Paraguay l225, T'pilSO - CI057AAS Buenos
Ai~
9 El profeta poshumano
www.amolTOl..l ued itores.com
(Prefacio a la segunda edición)
La re producción tota l o pa reial de u te libro en forma idéntica o mo-
dilicada por cualquier medio mecánico, elm r ónico o informá tico, 29 Más allá del tiem po de la revolución
incluyendo fotoeopia , grabación, digitaliUtci6n o cualquier sistema (Prefacio a la primera edición)
de almacenamiento y recuperación do información, no autorizado.
por los editores, viola dere<:h08 reservadOll.

Queda heeho el dep6eito que previene 1.11 ley nO11.723

Industri.ll .IIrgentina. Made in Argentina 39 Conversaciones con Foucault


ISBN 978-950-51S.389-0 (Argentin8)
IS BN 978-84-610-903 1-0 (Espafla) 41 Cómo nace un "libro-experiencia»
ISBN 88-7615-077·3, Roma, ed ición origínsl
55 El sujeto, el saber, la "historia de la verdad»
85 En realidad, el estructuralismo no era una
Trombadori, Duccio
Convcrsacione~ con Foucault. Pensamientos, obras,
invención francesa
omisiones d el último maftre· /lo -penser. - 1" eIl. - Buenos Aire s : 109 Adorno, Horkheimer, Marcuse: ¿quién
Amorrortu, 2010.
168 p. ; 2()x12 cm . . (Colección Nómlld8B) es <<!legador de la historia..?
Traducción dI;!: Carlo R Molinari Marolto 121 Entre palabras y cosas del Mayo francés
I SBN 978-950-518-389-0 (ArgentiM ) 133 E l discurso acerca del poder
ISBN 978·84-6 10·9031·0 (Espazla)
l. FiIIllKlf[a. 1. Molinari M.IIrotto, Ca rio R . trad. TI. Tit ulo.
COO lOO

Impre!lO en loa Talle res Gráficos Color Efe, P aso 192, Avells neds ,
p rovineis de BuenOll Aires, en juBo de 2010.

Tirada de esta edición: 2.000 ejemplares.

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e . •• _ _ _ _ __ _ _ _ __ _ _ _ _ __ __ _
El profeta poshumano
Prefacio a la segunda edición

Esta entrevista fue publicada hace ya casi veinte


años, gracias a un inteligente editor salernitano que
más tarde, como tantos otros, se vio obligado a ce-
rrar las puertas de su pequeño negocio. Auguro me-
jor suerte hoy al editor Caslelvecchi, él también pe-
queño, valiente e inteligente, y lógicamente turbado
por el conformismo de los grandes productores del
indigerible pastiche editorial que infesta a la cultu-
ra italiana. La entrevista en sí tuvo en Europa un
destino distinto que en el resto del mundo. Tradu-
cida al inglés, al alemán y al holandés, fu e incluida
hace algunos afias en la edición Gallimard de la
obra completa de Foucault, y se la considera su úni-
ca autobiografia intelectual.
No obstante, cuando apareció en Italia, el libro
fue en gran medida desdeñado. El trabajo había si-
do encargado en un primer momento por Editori
Riuniti, la editorial del pel, que subvencionó mi
viaje a París y una semana de estadía allí. Luego se
abandonó el proyecto: no hubo una razón explícita,
pero ... a buen entendedor pocas palabras. Alguien
pensó que sería mejor dejar a Foucault al cuidado
de la crítica roedora de los ratones y dar curso a otra

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cosa. El texto salió a luz de todos modos y, como todo izquierda al que le importase un poco el saber podía
libro, tuvo su propio destino. Hoy reaparece junto liberarse de eUa a la ligera. Por lo demás, en 1978
con la primera introducción, que refleja una sincera las Brigadas Rojas habían secuestrado y asesinado
atención hacia las tempestades en un vaso de agua aAldo Moro en nombre del «comunismo combativo».
del así llamado ~marxismo italiano», en cuyo ámbi- Muchos a utores, sostenedores o coprotagonistas de
to me había fonnado y del cual, entonces, recién ro- esa tenebrosa empresa eran personas que yo había
menzaba a salir. conocido, y de algunos había sido amigo, en la Fe-
Tenía yo menos de treinta años. Me parecía que deración Juvenil Comunista o en las asambleas del
]a filosofia debía tener algo más para decir que una movimiento estudiantil, en las que había participa-
palabra de consuelo para el hombre sin fe religiosa, do polemizando abiertamente con las vanguardias
y confiaba, con alguna inquietud , en las desvaídas predicadoras de la subversión armada.
seguridades que, pese a las evidentes réplicas de la Sobraban motivos en ese período para intentar
historia, el marxismo aun podía proporcionar. Des- poner orden en una conciencia desasosegada por las
de luego, habia intentado aderezar a Marx y Engels discrepancias morales e intelectuales, y también
con casi todos los condimentos, excepto el de Sig- políticas, que cuestionaban sentimientos comparti-
mund Freud: de Lenin a Bernstein, con todos sus dos, complicidades generacionales y sobre todo la
derivados, a prudente distancia de los extremos, co- doctrina marxista, con su incitación a la acción más
mo Labriola, Grarnsci, DeHa Volpe y, naturalmente, compromet edora, a cambio del espejismo de «trans-
a modo de contrapunto, Croce y Gentile con su revi- fonnar el mundo». Que se trataba de un espejismo
sionismo neoidealista. Huelga decir que esta mixtu- no podía quedar claro para quien estaba atrapado
ra teórica muy italiana. consolidada por el histori- en la red discursiva de una cultura occidental en
cisma de Lukács, armonizaba con las integraciones manifiesta crisis, en la cual el marxismo parecía
sociológicas y apocalípticas del marxismo a la ale- afirmarse en un desierto de ideas, como remanente
mana, de Marcuse y Hork.heimer, y con las existen- «concepción del mundo». De más está decir que, es-
ciales o estructurali stas a la francesa, propias de pecialmente en Italia, a causa de las circunstancias
Sartre y Althusser. Hoy, comprensiblemente, mu- políticas, era más fá cil tropezar con un sermón del
chos sonreirían ante semejante fatiga conceptual, primer intelectual «marxista» que con la última
pero tal era la usanza de esa época. La ideología canción vencedora del Festiva1 de San Remo. El in-
aducía sus draconianos derechos, y ningún joven de soportable poder del conformismo, alimentado por

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el fervor de la buena fe, producía frutos venenosos imprecisión que, como tal, es persistente, especial-
que sólo la brutalidad de los hechos se encargaría de mente en una época "liberal». La miseria de la filo-
dispersar, dejando tras ellos Wl amplio vacío moral, sofia italiana, y no sólo de ella, alcanza hoy día son
pese a todas las víctimas de los «años de plomo». plein. Pero falta comprender Qué ocurrió verdadera-
Esta enfermedad del espíritu, que disolvió toda mente en las relaciones entre los hombres, más allá
directriz de la cultura italiana, hasta el punto de del diletantismo literario posmodemo.
permitir a Walter Veltroni teorizar acerca del siglo En esta dirección orientaba su anten a intelec-
XX (siguen siendo inigualables algunas osadas co- tual, ya en plena década de 1970, un típico hijo de la
rrespondencias que propone entr e las figuras de tradición francesa, libertina y moralis t a: Mich el
Gramsci, Berlinguer y John Fitzgerald Kermedy), Foucault. Él había llegado a ser un foco de atracción
debe de tener W18 razón de ser que no cabe reducir para quienes ya no se sen tían capaces de escuchar
por completo al conocido fenómeno del oportunis- al marxis mo pero estaban cerca de una vaga idea
mo. Aquello que habitualmente se denomina «pen- del conocer como primacía del hacer. Ya Goethe ha-
samiento posmoderno», también llamado «débil.. , es bía afirmado, en su momento, que el hombre nunca
signo de una fractura lógica cuya magnitud supera avanza tanto como cuando desconoce hacía dónde lo
con creces lo que pueda indicar el cauto detenerse dirige su impulso. Empero, como resultado del equí·
en el piélago de las convenciones del caso italiano. vaco romántico, se había atribuido al sujeto aquello
Esa fractura comporta la disociación entre las pala· que no le pertenece, y que incluso lo excede, anulan-
bras y las cosas, y nos confirma plenamente que los do las pretensiones de la personalidad. Más tarde,
cambios de época suelen pasarles inadvertidos a los en el núcleo de la conciencia europea se instaló esa
historiadores, porque ocurren cuando los hombres a urora nietzscheana Que llegaría a reducirse a los
pierden la medida de sus acciones, con efectos que wagnerismos de un fin de siglo aún individualista y
en un primer momento no logran siquiera nombrar. burgués.
Así, casi todos los marxistizantcs, tras haber ofreci- Luego de los desastres de dos guerras civiles y
do sacrificios por largo tiempo en el altar de un co- mundiales, el florecimiento de las ciencias huma-
munismo imaginario, perdieron súbitamente la fe, nas, marxismo incl uido, había intentado imponer
dispersándose en una miríada de fannas a proxima- una pizca de unidad al espíritu de una Europa divi-
das de cultura, ajustando su pensamiento a una va- dida. Sin embargo, tras la fachada hiperteorizanle
riopinta serie de recuperaciones, en una feria de la de los jóvenes del movimiento de protesta de 1968,

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última generación hija de una prolongada posgue- precisión quirúrgica una separación entre el orden
rra, se ocultaba el presentimiento de la inutilidad de los discursos y el de los significados, a fin de ge-
de cualquier hipótesis de cultura laica distinta del nerar experiencias emociona1es a partir del ruido de
poder de la técnica. A partir de ese estado de cosas, fondo de los hechos. Formado en las austeras aulas
surgían episodios de adecuación, frágil o no, al pIa- de la Sorbona, Foucault quiso dedicar cada fibra de
DO inclinado de los comentarios antropológicos, de su ser a impugnar la aceptación sistemática de una
un radicalismo agotado, que ponían énfasis en lo vi- tradición de pensamiento rigidizada. En vez de ra-
vido, en las peripecias de lo personal, de las nece- zonar con los maestros sosteniendo una coherencia
sidades confundidas con derechos del individuo, y disciplinar, prefirió a los irregulares del pensamien-
otras notorias ridiculeces. Consecuencia de seme- to, se identificó con el potencial filosófico de los poe-
jante reivindicación de lo irracional, a pesar de los tas Y de los estetas, capturó estilemas de verdad en
hechos reconocidos del pensamiento historizante, fórmulas metafóricas, expresiones visivas, indaga-
es también la más tardía noción de una vida que no ciones antropológicas en el límite entre la ciencia y
pertenece al pensamiento, y menos todavía a un or- la alquimia. Por esta razón, sus libros provocaron
den preestablecido ultramundano, sino a una espe- una especie de incomodidad académica, pero tam-
cie de límite impensado, caótico, coincidente con bién una imitación superficial de su comportamien-
ella, aunque superpuesto a la medida humana. Es- to filosófico entre sus admiradores. Resultado de
te culto a la tiniebla, a lo no dicho y a lo indecible, ello fue un petulante embrollo discursivo, en el que
llevado mucho más allá de las opacidades de la cul- la actitud formal sustituye al real posicionamiento.
tura de lUasas posmoderna , es el trasfondo esotérico En la década de los setenta, Foucault se convirtió en
que anima la labor del pensamiento sin fundamen- una moda y ocupó el lugar de Sartre y Marcuseen]a
to, es decir, ese peculiar fenómeno de la caída de la falsa conciencia de la «raza marxista.. , siempre jo-
razón en el cual se destacó, última pero no menos ven, siempre actualizada en materia cultural, que
importante,la obra de Michel Foucault. aún hoy transita los bulevares parisinos, así como
Esta inteligencia desgarrada y traviesa, que ma- las plazas y los circuitos de Londres, Berlín, Ham-
duró como una flor en el estanque de la Cuarta y la burgo, Francfort, Madrid, Milán, Roma, Ámster-
Quinta Repúblicas francesas, es el basamento del dam, Viena, Nueva York y Tel Aviv.
brillo heterodoxo de una moda intelectual centrada Cuando hablo de ..raza marxista.. me estoy apro-
en la disgregación del intelecto, que establece con piando de la definición de Curzio Malaparte, que

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llamó así al apacentamiento de ideas y comporta- sa de los consumidores de cultura: desde el nihilis-
mientos de las generaciones europeas y occidenta- mo radical de la impugnación de los domeñados per-
les que afloraron inmediatamente después de las fumes del situacionismo hasta las ramificaciones de
masacres de Auschwitz y de Hiroshima. La expe- una metempsicosis de los sexos y de una analítica
riencia de aquel provino de los olores a cosa muerta existencial fundad a en la exaltación de la inversión
y came sucia, del olor de «esa nueva fonna de escla- sexual como receptáculo de libertad. El cuerpo de
vitud que era la libertad en la Europa de 1945", per- Europa, la «madre marchita» de Malaparte, engen-
cibido en Saint Germain-des-Pres entre los jóvenes dra hijos que hace ya tiempo dejaron de preguntar,
partidarios del existencialismo, por su estilo común habituados a los pliegues de ideologías de piernas
de vestirse, hablar, gesticular y caminar, signo elo- cortas: he aquí una profética intuición, formulada
cuente de una introvertida reacción ante una forma mientras aún parecían abrirse los gloriosos chemins
no clara, pero advertible, de opresión. La «raza mar- ck.la liberté sobre las cenizas de los regfmenes tota-
xista" de la masa intelectual occidental, el gran ejér- litarios abatidos, y pocos advertían la lúgubre señal
cito de hijos de todo estrato social mancomunados de un miedo cósmico, generalizado, una ausencia de
por la palabra sartreana, no adoptaba el modelo del sentido íntimamente ligada a la identidad"de los in-
"hombre nuevo" proletario crecido al ritmo de la dividuos, imprecisos testigos de una desesperanza
piatiletka soviética y de los programas militares del sin sosiego.
Ejército Rojo. Era más bien la imagen extraviada y La hiperracionalidad de Michel Foucault se pone
anhelante de una generación sobreviviente de las en movimiento, desde un punto de vista existencial,
grandes masacres de la historia, sólo consciente de a partir de esa condición histórica y cultural. Here-
su propia nada: el reflejo de lUla manifiesta impo- dero del hegelianismo de Kojeve y deJean Hyppoli-
tencia, porque estaba decidida a romper con todo el te, el joven reuolté de la Sorbana elude el lecho del
pasado europeo y era incapaz, por otra parte, de marxismo ..de partido", y tanto más el de una .. sub-
proyectar libremente su propio futuro. El privilegia- jetividad» humillada y ofendida, como la concebían
do observatorio de Curzio Malaparte captaba un Carnus, Sartre y Merleau-Ponty. Dueño de una me-
comportamiento en estado naciente. Pero no deja de todología raciona lista y experimental, Foucault
provocar perplejidad la correspondencia de situa- siente de pronto Que el surco fértil del pensamiento
ciones y de comportamientos Que la ..raza marxista" pasa por ciertos exponentes modernos de la poesía y
exhibió a lo largo del tiempo, extendiéndose a la ma- del arte, y reflexiona retrospectivamente sobre la

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radical negatividad de Rimbaud (..Yo es otro») hasta lista en Europa occidental, nos da idea de cuán frá.
encontrar los actualizados vaticinios de Friedrich giles son las convenciones de la cultura moderna

Nietzsche. Así comienza la biografia de un solitario dispuesta a confundir el más genuino producto del
que en los años cincuenta prefiere los nombres poco itTacionalismo con su exacto contrario.
referenciados de BataiUe y Bachelard para atacar Las «estru cturas,., con Foucault, no eran más
los fundamentos del pensamiento moderno, ponien· que el pretexto para una relativización de su acta. de
do en evidencia la fragilidad de su método. Foucault nacimiento y de su aparición histórica, que devalua.
se identifica con la dUGa heideggeriana impuesta a ba s u potencial en el momento mismo en que reco-
la metafisica occidental, pero su punto de referencia nocía s u existencia. En s u opinión, el ser de los dis-
continúa siendo el pensamiento del «eterno r etor· cursos y de las culturas humanas ca.rece de funda-
no.-, como respuesta posible al demonio de la r azón mentol a excepción de ese gesto arbitrario de origen,
dialéctica, al geométrico poder de la conciencia defi· el elemento práctico que ordena las relaciones hu-
nida por Hegel. Era un ermitaño, y como tal siguió manas en jerarquías de lenguaje y de poder. Absolu-
prefiriendoglisser con s us iDcursiones en la comuni- tamente inmerso en la atención de Wla historia no
cación cultural, mediante libros-experiencias de to· dicha, de Wla genealOgía de los dispositivos del sa-
no casi oracular, que pretendían evocar lo que la ber y del poder, Foucault no podía sino concebir los
historia de las ideas había excluido: la identidad de movimientos de protest a de 1968 como un nuevo
la locura, su no-rostro, su condición de ser, por nega- episodio de desviación ideológica al que había que
ción, la oscura hermana de la hypocrite raison que poner en tela de juicio. Y lo hizo sin concesiones ha-
la separó del mundo con un gesto violento y arbitra· cia las pequeñas identidades a las que ya entonces
rio. El educador Foucault, el agregé ultrarracional y se iban acomodando los diversos movimientos de
positivo, se ponía del lado de los locos. de los insanos ..liberación» (desde el sexo hasta la ecolOgía, indu-
mentales, no para restituirlos a la calma razón se· yendo la lucha contra las instituciones psiquiátricas
gún la psiquiatría y el psicoanálisis, sino para ¡nci· y carcelarias).
tarlos a funcionar como la sombra de Banquo de un Lo conocí a fines de 1978, en París, animado por
saber occidental cada vez más próximo a reconocer Wl8 curiosidad: yo admiraba el desapego elegante y
la caducidad originaria de sus fundamentos. Que perspicaz con que el filósofo obselY'aba el escenario
semejante posición filosófica haya ido adquiriendo mundial, como si los hombres actuaran conforme a
importancia, con la difusión de la vague estructura· esquemas independientes de su voluntad, que sin

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DuccJO TROM8ADORI CONVERSACIONES CON FOUCA ULT

embargo no eran atribuibles a las determinaciones coincidían en absoluto con los que cabía imaginar.
económicas del marxismo, al cual él contraponía Vivía con modestia y retirado en una casa de la roe
una sonrisa de manifiesta indiferencia y superiori- de Vaugirard, una larguísima calle de París que co-
dad. La relación social de producción dejaba el cam- mienza en el Barrio Latino y se adentra en el gris de
po libre a la investigación del modo de ser de cierto un vecindario roed.ioburgués, poblado de empleados
pensamiento, de una ideología, al ..poder del discur- y funcionarios públicos, honestos profesionales y co-
so" como acontecimiento cuyos elementos constitu- merciantes. Su escritorio, moderno, limpio, lumino_
tivos había que estudiar, y como criterio para el go- so, con amplias ventanas, tenía como única decora-
biemo de las relaciones sociales y humanas. Adver- ción llamativa una larga hilera de libros ordenados
sario del sistema comunista, receloso de la idea ge- como el teclado de un piano. Por lo demás, el mobi-
neral de la «lucha de clases», Foucau1t no simpa- liario era sencillo e insípido, dispuesto para facili-
tizaba siquiera con las almas bellas neoliberales de tar la lectura y alguna conversación improvisada.
los Glucksmann y de Bemard Henri-Lévy. Sin em- Siempre recordaré el efecto que me produjo escu-
bargo, había firmado llamamientos contra la «re- char que tomaba partido por las Guardias Rojas de
presión» en Italia que parecían colocarlo política- Mao, en contra de los intentos de reconducir la vida
mente a mitad de camino entre las posturas radica- china a los caniles de la ..democracia,.. Después lle-
les y las de quien, tras el homicidio de Aldo Moro, se garía a comprender mejor que su maoísmo naCÍa de
mantenía sagazmente equidistante (..ni con el Esta- la aversión hacia el orden establecido Y. en última
do ni con las Brigadas RojaSlO). instancia, de una radical oposición al «saber-poder»
Cuando le solicité una entrevista para l'Unitil, se de la cultura occidental. La fascinación que Nietz-
suscitaron polémicas: l'Espresso le había atribuido sche ejercía sobre Foucault, antieuropeo por exce-
opiniones poco lisonjeras acerca de los intelectuales lencia, reflejaba la actitud de este último en contra
del pel, y esto había originado una serie de des- de las ..astucias de la razón,. y lo inducía a concebir
mentidas cruzadas. Poco me interesaba la crónica los fenómenos sociales como ocasión para disociar el
política, obsesionado como estaba por impiadosas íntegro organismo de la cultura.
preguntas sobre el gulag y sobre los evidentes resul- La prolongada entrevista me ayudó a aclarar los
tados a que había llegado la cultura marxista al motivos psicol6gicos del típico intelectual europeo
afrontar el cometido de «realizar.. una nueva socie- profundamente cansado de su viejo mundo, como el
dad. El aspecto y el comportamiento de Foucault no Apollinaire de Alcools, un cerebro occidental acti-

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vamente dislocado, en contra de su propia tradición. Para un pequeño e inquieto «marxista italiano»
No era él, por cierto, el único en dar testimonio del como yo, la conversación con Foucault fue una espe-
«1llalestar de la civilización... Pero el de Foucault no cie de descubrimiento. Evalué su método de trabajo,
era el antieuropeísmo homologado, que tenía predi- confrontando puntos de partida y de llegada con las
lección por los condenados de la Tierra, por el Tercer principales etapas del pensamiento moderno. Pero.
Mundo como ocasión de un rescate demasiado hu- sobre todo, me identifiqué con el drama de ese ..de-
mano, frente a la barbarie de la civilización moder- sesperado positivismo» que indagaba los sistemas
na. Él no tenía la pasta de los Fanoo, los Genet, los diSciplinarios, los fundamentos de las ciencias hu-
Sartre y los Pasolini. En cierto momento descubrí manas y las identidades sexuales, para provocar el
que su atención estaba dirigida, en verdad, a las sentimiento de la indeterminación de los saberes, y
que él denominaba «experiencias límite.. , a la mane- de la verdad como puro y simple «efecto de poder».
ra de Bataille: esos aspectos de lo real en que se su· Su modalidad analítica y, sin embargo, metafórica
pera y altera toda frontera, como en el punto de,in- en la exposición del pensamiento tenía la virtud del
tersección de la locura y la racionalidad. El «gob1er- historiador de las ideas y la del esteta. El texto es-
no" de los hombres, los códigos sociales, las costum- crito, por 10 demás, adquiría una fascinación seme-
bres, la mentalidad, las ideas le parecían el resulta- jante en todo sentido a la de la poesía. Su manera de
do de soluciones arbitrarias. no dispuestas por una ser fiel a Nietzsche consistía en usar la racionalidad
lógica, y menos aún providencial. Detrás de cada como pretexto para la experiencia artística, porque
«verdad» consolidada por la cultura había secretas el fundamento no pertenece a la fonna lógica, sino a
violencias, irracionalidades fundamentales, que sa- la vitalidad que ella pretende refrenar. Para él, era
lían a la luz mediante una indagación que él llama- menester maltratar la razón, reducirla a puro ins-
ba "arqueológica» para dar idea de la profanación trumento, sin elevarla a la categoría de supremo co-
de los tabúes y las convenciones. La búsqueda de es- ronamiento en el juego sutil de la ..verdad».
tas fronteras de experiencia lo llevó poco después a Siempre me impresionó, en reJación con esto, la
escrutar el espejismo revolucionario de los ayatolás aversión y a la vez el temeroso respeto que el nietz-
iraníes, como acontecimiento disociador de la rela- scheano Foucault experimentaba hacia el dialéctico
ción entre palabras y cosas, como paso atrás que Hegel, tal como lo declaró en la famosa conferencia
perturba los sueños de todo progresismo, como zam- acerca del «orden del discurso», el día de su asenta-
bullida en la lasciva noche de los tiempos. miento en el Colh~ge de France, en 1971. La tensión

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DUCCIO TRoMBADORI COM'ERSAClONF-S CON FOUC.AULT

libertaria se traducía en un proceso a la razón como listas, elevado a la categoría de construcción teóri-
mistifi cación de los prácticos ..efectos de verdad" ca, un ateísmo programático que supera toda posi-
que producía una organización histórica del saber. ción materialista, juzgada también como una vieja
La rebelión contra la dialéctica de la Ilustración se metafisica (dice Foucault: ..Estoy de acuerdo con
manifestaba con un llamamiento a lo inexpresable, Marx cuando afinna que el hombre produce al hom·
a los centros prelógicos de la voluntad como resis- bre. No estoy de acuerdo con él cuando pretende co-
tencia al poder del discurso racional. Ese lenguaje nocer la ley de esa producción,,).
claro y distinto lanzaba sus dardos oontra toda for- El recurso al principio de causa provocaba recelo,
ma de sistema cultural, dirigía la sospecha analítica por esa clase de argumentación a la que no le preo-
_y por ende altamente racional- contra toda suer- cupaba entrar en contradicción con tal de generar
te de saber acumulado, y mostraba los derechos del preguntas capaces de instigar ese grado de expe·
«cuerpo" frente a cualquier ciencia humana dirigida riencia que t ransforma e «impide pensar lo mismo
a reconocerlo, medirlo, definirlo en el plano biológi- que antes». Si en esa lección filosófica hay un prin-
co y moral. Había mucho de místico en ese método cipio, es que no existen leyes o principios más que
de investigación analítico y exasperadamente empí- como «efectos de poder". Y si en ese filósofó de las
rico. El desorden amoroso mismo, evocado en los en- minorías (marginales, homosexuales, etc.) había un
sayos histórico-arqueológicos acerca del uso de los compromiso militante, era el de persuadir a los indi-
cuerpos y de los placeres, va más allá de la mitología viduos de que son siempre más «libres de lo que
progresista de la liberación homosexual. La sexuali- creen lt , pues ninguna idea fabricada puede trascen-
dad , evocada como discurso y como criterio del sa- der la identidad inmediata de los cuerpos, a la vez
ber, deviene una s uerte de espejo de la decadencia, objetos y puntos de irreductible resistencia al poder.
una parábola disolutiva del pensamiento occidental Esta primacía del «cuerpolt, que Foucault evoca·
tras «la muerte de Dios y del Hombre.. ba en su historicismo irracionalista, me ha llevado a
Si lo irracional le servia a alguien como Ludwig pensar en ciertas páginas de Drieu La Rochelle re-
Klages para afirmar la primacía de la fuerza vital, a lativas al triunfo del pensamiento inmanentista y
Foucault le sirve para esbozar un principio de des- anticristiano en el siglo xx. Drieu, profeta sin fe de
potenciación mediante la entropía de relaciones un socialismo fascista, había exaltado la experien-
irreductibles a leyes constitutivas. De su posiciona- cia del «renacimiento del cuerpo» en los regímenes
miento surge el antimonismo acéfalo de los surrea- totalitarios como antídoto para la decadencia euro-

24 25
Más allá del tiempo de la revolución
Prefacio a la primera edición

Me encontré con Michel Foucault en París a fi-


nes de 1978. En ese momento se hablaba mucho de
él-hoy, algo menos-. Tras un decenio casi ininte-
rrumpido de pasión por la «palabra" marxista, mu-
chos ponían en circulación su vocabulario, y la Mi-
crofísica del poder se tornaba en ocasión para un
augurado, radical, síndrome libertario. Más allá de
las modas, cabía entonces, y cabe aún, una reflexión
acerca de este singular pasaje ideológico, dada la re-
lativa fragilidad de cierto marxismo teórico - inme-
diatamente anterior al movimiento de protesta de
1965-, que oponía una débil resistencia a la recu-
peración de variados temas y opciones culturales
neoirracionalistas.
Uno de los motivos que me impulsaron, como pe-
riodista, a buscar una entrevista con Foucault fue el
de enfocar mejor ascendencias, puntos de inteTsec·
ci6n teórica, convergencias culturales e histórico-
políticas que pudieran explicar la singular sintonía
entre la búsqueda del intelectual francés y las raf-
ees peculiares, el «espíritu», de los movimientos eu-
ropeos de protesta, los impulsos «transgresores»
que se manifestaron desde 1968 hasta hoy. En opi-

29
D UCClO TROMBADOR! CONVERSACIONES CON F OUCAULT

nión de Foucault, el marxismo tiene relación con to- lión contra toda una serie de formas de poder, que
do eUo, a lo sumo, en calidad de frágil pátina ideoló- incidían en el mundo juvenil y en determinados es-
gica. Es más: el fastidioso andamil\ie de «incoerci- tratos y ambientes sociales? De estas diversas expe-
bles discursividades» -al que se habría reducido el riencias, incluidas las mías, no surgía más que una
marxismo hiperteorizante de los años sesenta- ha- palabra, semejante a las escritas con tinta simpáti-
bría obstaculizado, de algún modo, la expresión más ca, preparadas para aparecer en el papel cuando se
densa y profund a de las necesidades libertarias, aplica el reactivo apropiado: la palabra "poder"...
orientadas a atacar al poder en su íntima «raciona- El poder, entonces, como problema, como «aque-
lidad" y en cuanto capacidad de «gobierno» de los in- llo que se debe explicar .. : a queUo que no remite a
dividuos. principios y fundamentos -tanto menos económi-
No sin r azón, y con una buena dosis de presun- cos-, sino al acto mismo de sus mecanismos consti-
ción, Fouca ult tendía a hacer coincidir su discurso tutivos, a las «relaciones» que lo conforman, a los
acerca del poder con la verdad interna de los mo- ..d.iscursos" que lo producen. El programa '·arqueo-
vimientos de protesta radical: "Si hoy dirijo la mira- lógico .. foucaultiano está todo aquí: a una distancia
da hacia mi pasado, recuerdo haber pensado que sideral del clasicismo de Marx, proyectado entera-
trabajaba esencialmente para una historia "genea- mente en el horizonte abierto por Nietzsche, el "dis-
lógica" del saber. Pero el verdadero hilo conductor curso acerca del poder» se halla en el centro de un
era precisamente este problema del poder. En defi- pensamiento que se propone avanzar "para dejar de
nitiva, no había hecho más que intentar rastrear la tener rostrol•. 1 Más allá de la «subjetividad,. y de
manera en que algunas instituciones, en nombre de cualquier «historia de las ideas», la presunción con-
la "razón" y de la "normalidad", habían llegado a siste en dejar que aparezca, en la descripción teóri-
ejercer su poder sobre grupos de individuos, con re- ca, la armazón material de los «acontecimientos".
lación a comportamientos determinados, modos de irreductiblemente discontinuos. En su proceso cons-
ser, de hacer y de decir, señalándolos como ano- titutivo, la «razón», en sí y de por sí, es violencia: el
malías, locuras, etc .Afio de cuentas, lo que yo había ...régimen de verdad» representa, en cierto modo, su
hecho era una historia del "poder". Por otra parte, ocultamiento. Todo el pensamiento de Foucault gira
reflexionando sobre Mayo del 68, y más allá de cier- en torno a este supuesto, desde las reflexiones acer-
to vocabulario inadecuado e "hiperteorizante", ¿quién
negaría hoy que en general se trataba de una rebe- 1 L'archeQlogia del sapere , Mil án: Rizzoli, 1971, págs. 1-24.

30 31
ca de la ..experiencia límite» hasta los estudios sobre predeterminada por entero, ¿qué podría cambiar los
la locura y los intentos de reconstrucción ... arqueoló· términos de la «relación de poder»?
gica" de las relaciones entre «palabras y cosas». Una dificultad análoga enfrenta Foucault cuan·
Las diversas objeciones a este planteamiento do parece oscilar entre dos versiones -no sabría yo
provienen de campos de reflexión distintos al de decir si opuestas o complementarias- del "poder»;
Foucault y de otros muy semejantes. Subsiste una por una parte, el poder como «lo político disemina·
critica de fondo, que señala la falta de individuación do» (los lenguajes, etc.); por la otra, la modalidad de
de los sujetos reales, capaces de detenninar una ..re. un producir que aparece como totalizador (dice Fou·
lación de pode}")>: ¿quién lucha , y contra quién, en el cault en diálogo con Gilles Deleuze: «No debemos to-
ámbito de las tensiones de una formación discursi· talizar aquello que sólo el poder totaliza; no podría.
va, o en el de W1 dispositivo particular de entrelaza· mos totalizarlo sin restaurar Connas de centralismo
miento entre saber y poder? Como réplica a la pre· y dejerarquía»4). Aquí cabe preguntar de nuevo; si
gunla insidiosa de Jacques Alain Miller, Foucault el poder «totaliza,., ¿cómo se justifica la inmanencia
oportunamente respondió: «Luchamos todos contra de los «campos disciplinarios» individuales --condi·
todos», en un haz de coaliciones temporales y transi· dón de toda «IIlicrofisica del poder-- sin que esta
torias del cual serían componente primordial «los quede inmediatamente disuelta en cuanto aparen-
individuos y también los subindividuos".2 ¿No iII\· te, esto es, no «productora» de específicas técnicas
plica esto el agotamiento de las últimas esperanzas de relación? ¿Acaso no reaparece aquí la idea de un
de «nosotros, los sujetos»? Foucault advierte la obje· Poder que todo lo envuelve y abarca, idea que, por
ción _humanista, fenomenológica, sarlreana- Y otro lado, el propio Foucault siempre se apresuró a
enseguida aclara que el «individuo» es, al mismo rechazar como fundamento de su discurso? No se
3 puede eludir la impresión de que Foucault, lejos de
tiempo, «efecto- y ..elemento de enlace del poder..:
pero, entonces, ¿qué consistencia podría tener la pa· brindar nuevos impulsos a los requerimientos de li·
labra ..lucha..? Más allá de una dinámica aparente, beración, se limita a describir un mecanismo de pu·
ro encarcelamiento: una «cartografía» del poder mal
podría sustituir el antagonismo implícito en la críti·
2 Conversación publicada en Ornicar? Bulle.tin périodique
du Champ {reudien; tradureión italiana, Padua: Marsilio,
1975, págs. 266-95. 'L'arc, n° 49, segundo trimestre de 1972, publicado en Mi·
3 Micr0{i3ica del potere , Thrfn: Einaudi, 1977, págs. 184·5. crofisica lkl potere, op. cit., págs. 109-18.

32 33
Ducao TRoMBAIJOHI CONVt:HSACIONes CON FOUCAULT

ca dialéctica. Por otra parte, dejar de lado toda solu- formación de los grandes Estados nacionales, cons-
ción dialéctica - premisa de cualquier reflexión de- tituci ón de las monarquías autoritarias. l. .. J. Me
sarrollada «en el vacío del hombre desaparecido- parece que hoy no estamos muy lejos de un periodo
tiene como consecuencia necesaria la negación de la semejante a aquel [.. .1 . Estamos, según creo, en el
idea de revolución como «inversión de la praxis». Se inicio de una gran crisis de reevaluación global del
ha señalado que precisamente en este punto se re- problema del ..gobiemo.... ).
velaría la carencia de un pasaje de la «microfisica» a Se cuestionan procedimientos, técnicas, méto-
la "fisica» del poder, capaz de llevar la «mirada ar- dos, que garantizan el «gobiemo» de las sociedades
queológica.. foucaultiana del nivel local a un plano humanas, «tanto en el mundo occidental como en el
más general de las relaciones de dominio. socialista»: al contribuir a la «genea logía» de esta
Al reflexionar respecto de la categoría de ..gu- crisis, Foucault identifica el cometido y el significa-
bernamentalidad», iniciando una reconsideración do de un posible «compromiso» intelectual, en con-
acerca de los sistemas y dispositivos de poder que tra de cualquier eventual papel «mediador» del con-
tuvieron un papel preponderante en el origen de senso. Al respecto, revestiría particular interés una
los Estados modernos, Foucault intentó responder a comparación con los desarrollos del ámbito marxis-
ese tipo de críticas.5 Las retoma en nuestra conver- ta, en función de las reflexiones acerca de los cam-
sación, cuando se refiere al origen y al carácter de la bios de la forma-Estado moderna, la multiplicación
"civilización disciplinaria» en Occidente, cuya crisis de las especializaciones y el fIn del poder como uni-
habría arribado a un punto decisivo justamente en dad concentrada.
estas postrimerías del siglo (..Creo que en la historia Desde hace tiempo se ha instalado una reflexión
de Occidente puede encontrarse un periodo que en -por ejemplo, en ltalia- acerca de la posibilidad
cierto modo se asemeja al nuestro (. .. ,. Me refiero a de repensar una teoría de las contradicciones, más
la salida del Medioevo. Quiero decir que entre los si- allá del esquema marxiano, y redefinir la relación
glos XV y XVI se produjo una verdadera reorganiza- entre poder y clases sociales una vez que se han de-
ción del "gobierno" de los hombres: protestantismo, jado atrás los esquemas lineales y se ha individuali-
zado una serie de polos d¡simétricos que caracteri-
zan la moderna ..difusión de lo político» como estruc-
5 Clase dictada en el College de France en febrero de 1978,
tura prevaleciente del Estado. Desde este punto de
publicada en Au t.Au.t, n" 167-8, septiembre-diciembre de
1978. vista, aunque en buena medida cambiado, el nivel

34 35
CO,W ERSACIONItS CON F OUCAULT

to:estata},. de la politica seguiría siendo decisivo, a di- chazo radical de las «reglas deljuego»? En este caso,
ferencia de lo que sostienen algunos -incluyendo a la temá tica de la «liberación» se reduciría, como se
Foucault- que parecen declarar un «fin de la mise- ha señalado, al mero criterio de delimitaci6n de zo-
ria poütica>t y dirigen su mirada al efecto excluyente nas de .. autonomía», espacios .. otros,., respecto de
de los tcmicropoderes", a la estrategia de las luchas los mecanismos de la domin ación: una autoexclu-
locales y particulares. De hecho, el radicalismo fou- sión respecto de lo político, capaz por eso mismo de
caultiano no logra proponer otra respuesta que no volver a consagrar el «poder» en su «soberWlfa».B
sea el puro y simple «rechazo de la política». El sentido de estos reparos y de estas preguntas
Si hay allí una moraleja, consiste en una intima- interesadas está presente en la conversación con
ción a «no entrar en eljuego», desarrollando una cn- Foucault, que reproduzco en estas páginas con el
tica erosiva, pero aWl asi condenada a la «margina- único pesar de no haber tenido oportunidad de enri-
lidad,.. La advertencia es la siguiente: si en verdad quecerla, en el plano crítico y en el de los contenidos,
se quiere lograr que «desde dentro de los movimien- como hubiera deseado. No obstante, creo que surge
tos revolucionarios no se reconstruya más la ima- con claridad el perfil de una original biogra.fía inte-
gen del aparato de Estado», hay que partir, sin pre- lectual, inmersa en el panorama histórico y cultural
tender totalizar, ..del nivel más bajo».6 No se advier- de la Francia contemporánea, donde sobresalen,
te con claridad cómo, en estas condiciones, podría entre otras, las figur as de Bataille, Klossowski,
abrirse la posibilidad de proyectar el «nuevo dere- Bachelard y Lévi-Strauss. Está siempre presente,
cho», anunciado por Foucault, desvinculado de la por lo demás, la confrontación con el «humanismo
incriminada pareja ..derecho de la soberanía/mecá- teórico» de los existencialistas (Sartre en primer
nica de la disciplina».7 El trasfondo antijacobino de término, a quien se alude de manera polémica, en
esta posición, que se juega en clave de ataque a la una despiadada referencia a los hechos del 68 che-
tradición revolucionaria marxista, parece desembo- coslovaco), y la controversia con el «marxismo» de la
car en la falta de proyecto y de una «técnica» del an- Escuela de Francfort. Para finalizar, corresponde
tagonismo. ¿Es este el precio que se paga por el re- un señalamiento especial de las observaciones, pre-

6 Entrevista en Quel corps, octubre de 1975, publicada en 8 er. M. Cacciari, ...Critica della "aulonomi a" e problema
Microfisica del potere. op. cit., págs. 138·45. del politico_, en Crisi del sapere e nuoua razionalita, Bari:
7 Microfisica del po/ere, op. cit., págs. 191.4. De Donnto, 1978.

36 37

_.
DUCCIO TaOMBADORI

liminares, del propio Foucault acerca de la relación Conversaciones con Foucault


entre «verdad y experiencia" en sus trabajos: vuelve
en forma apremiante el tema del lenguaje y del ca-
rácter «instrumental .. y «soñador» Que lo impulsa a
escribir libros, "'para cambiarme a mí mis mo y no
pensar más lo mismo Que ante&>.

D UCCLO 'l'ltOMBADORI
(1981)

38
Cómo n ace un .Jibro-experiencia»

D UCCIO TROMDADORI: El interés qlU! han concitado, es-


pecialmente en los últinws tiempos, los resultados de
su pensamiento podría explicarse, según creo, de la
siguiente manera: no son pocos quienes, sean cuales
fueren sus diferentes (<le nguajes» o puntos d e vista
ideol6gicos, eslarlan dispuestos a reconocer la cre-
ciente y desconcertante disociación entre «palabras»
y «cosas» elt el mundo contemporáneo. Estojusti{ica
también el sentido de nuestra discusión: compren-
der mejor los "pasajes» que usted efectuó en el trans-
curso de sus reflexiones e indagaciones, los despla-
zamientos del ámbito de los análisis, la adquisición
de nuevas conciencias teóricas. Desde el examen de
la «eXperiencia originaria;>efectuado en Historia de
la locura hasta las tesis más recientes expuestas en
La voluntad de saber, parece usted avanzar por sal-
tos, desplazamiellUJS de los niveles de indagación.
Con la intención de efectuar un balance que reuele lo
esencial, y un carácter de continuidad, de su pensa-
miento, podría comenzar preguntándole: ¿qué as-
pectos de sus trabajos anteriores considera usted su-
perados, a la luz de sus últimas investigaciones
acerca del "'poder» y la «voluntad de saben>?

41
CONVERSACIONES roN F OUCAULT
D UCCJO TROMBAJ)()RI

MICH8L F OUCAULT: Sin duda, muchas cosas pueden M. F.: Puesto que nunca sé, cuando comienzo un t ra-
considerarse superadas. Soy absolutamente cons- bajo, qué pensaré a l concluirlo, me resulta difícil
ciente de que efectúo permanentes desplazamien- señalar con claridad qué método empleo. Cada libro
tos tanto en relación con las cuestiones que me inte- mío es un modo de desmontar un objeto y de cons-
resan como en relación con aquello que antes pensé. truir a tal fin un método de análisis. Una vez ternti~
Por lo demás, los libros que escribo constituyen pa- nado el trabajo, ciertamente puedo, de una manera
ra mí una experiencia que deseo hacer siempre lo más o menos retrospectiva, extraer una r efl exión
más rica posible. Una experiencia es algo de lo que metodológica a partir de esa experiencia. Así pues,
se sale transfonnado. Si tuviera que escribir un li- suelo escribir en forma alternada libros que podría
bro pa ra comunicar lo que ya he pensado, nunca considerar de exploración y libros de método. Libros
tendría fuerzas para comenzarlo. Yo escribo porque de exploración: Historia de la locuro, Elnacimiellto
no sé aún qué pensar acerca de un tema que des- de la Clfllica, etc. Libros de método: Las palabras y
pierta mi interés. Al hacerlo, el libro me transforma, las cosas, La arqueologla del saber. Hoy, después de
cambia lo que pienso; en consecuencia, cada nuevo Vigilar y castigar, y a la espera de concluir la Histo-
trabajo modifica profundamente los t érminos de ria de la sexualidad, consigno algunas reflexiones
pensamiento a los que había llegado con el anterior. en artículos, entrevistas, etcétera.
En este sentido, me considero un experimenta- No hay una regla ftj a, definitiva, sino una serie
dor, más que un teórico, no desarrollo sistemas de- de reflexiones puntuales acerca de trabajos conclui·
ductivos que se apliquen de manera unifonne a di- dos, que pueden ayudarme a defmir otros posibles
versos ámbitos de investigación. Cuando escribo, lo objetos de indagación. Si quiere usted una imagen,
hago sobre todo para cambiarme a mí mismo y no piense en andamiajes que funcionan como re/ais en-
pensar más lo mismo que antes, tre un trabajo casi terminado y el siguiente.
Por lo tanto, yo no construyo un método general,
D. T.: La idea de un trabajo como «eXperiencia» debe- definitivamente válido para mí o para otros. Lo que
rfa, en todo caso, sugerir un punto de referencia me- escribo no prescribe nada, ni a mí ni a los demás. A
todoldgico o, al menos, perm itir la posibilidad de ex- lo sumo, su carácter es instrumental, y soñador.
traer indicaciones de m.étodo, en la relación entre los
,mdios empleados y los resultados obtenidos en la D. T.: Lo que usted dice confirma la excentricidad de
investigación. su posición y, en cierto sentido, explica las dificulta-

42
43
p

DUCClO TROMBADORI CONVERSACIONES CON F OUCAULT

tks con que hall tropezado criticos, comentaristas y M. F.: La experiencia del fe nomenólogo es, en el
exégetas al tratar de sistematizar, o atribuirle un.a fondo, cierta manera de organizar la m~rada refle-
ubicación precisa en el ámbito del pensamiento filo- xiva sobre cualquier aspecto de la vivencia, sobre
sófico contemporáneo. lo cotidiano en su forma transitoria , para captar
su significado. Por el contrario, Nietzsche, Bataille,
M. F.: Yo no me considero un filósofo. Lo que hago no Blanchot intentan llegar por medio de la experien-
es un modo de hacer filosofia, ni de sugerir a otros cia a ese punto de la vida que está lo más cerca posi-
que no lahagan. En lo que amí respecta, los autores ble de la imposibilidad de vivir, su punto límite, pa-
más importantes, de los cuales no diré que me for- ra captar el máximo de su intensidad Y. al mismo
maron, pero sin duda me permitieron un desplaza- tiempo, su ituposibilidad. El trabajo fenomenológi-
miento respecto de mi primera fonnaci6n universi- co, en cambio, consiste esencialmente en desplegar
taria, fueron Friedrich Nietzsche. Georges Bataille, todo el campo de las posibilidades ligadas a la expe-
Maurice Blanchot, Pierre Klossowski. Ninguno de riencia cotidiana.
eHos era "filósofo» en el sentido estricto. institucio- Además, la fenomenología trata de captar el sig-
nal, del término. De ellos, lo que más me impresionó nificado de la experiencia cotidiana para reafinnar
y fascinó es que su problema no consistía en cons- el carácter fundador del sujeto, del yo, de sus funcio-
truir sistemas. sino en lograr experiencias directas, nes trascendentales. Por el contrario, la experiencia
personales. En la universidad, en cambio, me ha- según Nietzsche, Blanchot, Eataille tiene, antes
bían encaminado hacia la comprensión de los gran- bien, el cometido de «arrancar» al sujeto de sí mis-
des edificios filosóficos, que en mis tiempos de estu- mo, haciendo que deje de ser tal, o que sea comple-
diante tenían nombres como «hegelianismo», «feno- tamente otro de sí, que llegue a su anulación, a su
menología» ... disociación.
Esta empresa de-subjetivizadora, la idea de una
D. T.: Habla usted de la fenomenología, pero todo el «experiencia límite» que 3ITanca al sujeto de sí mis-
pensamiento fenomenológico se centra en el proble- mo, es la lección fundamental que aprendí de estos
ma de la experiencia, y en ella confía para delinear autores; y es lo que me llevó a concebir mis libros,
su propio horizonte teórico. ¿En qué sentido se dife- por más aburridos y eruditos que fueran, como ex-
rencia usted? periencias destinadas a «arrancanne .. de mí mismo
e impedirme ser siempre el mismo.

44 45
DUCCJO TRoMBAlJORI CONVeRSACIONES CON F OUCAULT

D. T.: El trabajo como experiencia en permanente ck- Si hubiese querido hacer la historia de las insti-
sarrollo, una extrema relatividad del método, una tuciones psiquiátricas en Europa entre Los siglos
tensión de-subjetivizadora: tres aspectos esenciales, XVII y XlX, por cierto, n o h abría escrito un libro co-
si he comprendido bien, en la actitud de su pensa· mo Historia ck la locura . El problema no consiste en
miento. AJwra bien, partiendo ere este conjunto, po- satisfacer el es píritu de los historiadores profesio-
driamos preguntarnos cuán atendibles pueden ser nales . Antes bien, con la mediación de determinado
los resultados de una investigación: ¿qué «criterio de contenido histórico apunto a lograr yo en primer lu-
verdad:» se desprende de ciertas premisas ck su mo- gar, e invitar aotrosacompartirconmigo, una expe-
do de pensar? riencia de lo que somos h oy. de aquello que no es só-
lo nues tro pasado, sino que es aún nues tro presen-
M. F.: El problema de la verdad de cuanto digo re- te. Una experiencia, pues, de nuestra modernidad,
sulta para mí muy dificil y es, también, el problema de la cua l podamos salir transformados y que al
central: es, en definitiva , la pregunta a la que hasta concluir el libro podamos establecer nuevas relacio-
hoy nunca respondí. nes con aquello de lo que se trata; por ejempl o,la lo-
En el desarrollo de mis trabajos utili zo métodos cura, su estatuto, s u his tori a en el mundo moderno.
que forman parte del repertorio d ásico: demostra-
ción, prueba de documentación histórica, referencia D. T.: La eficacia de su discurso resick por entero en
a textos, remisión a comentarios autorizados, rela- el equilibrio entre fuerza de la denwstración y capa-
ción entre ideas y h echos, propuesta de esquemas cidad de remitir a una experiencia que provoque un
explicativos, etc. Nada de original hay en todo e11o: camb io de los horizontes culturales dentro de los
desde este plUlto de vista. lo que afirmo en mis es- cuales juzgamos y vivimos nuestro presente. No al-
critos puede ser objeto de verificación o desmentida canzo aún a comprender cómo se relaáona este pro-
como cualquier otro libro de historia. ceso can lo que antes llamamos «criterio de verdad».
No obstante, las personas que me leen, incluso ¿En qué medida las «transformaciones» de las que
quienes aprecian lo que hago, a menudo me dicen usted habla están en relación con la «verda d" o
riendo: ,,¡A fin de cuentas, sabes bien que las cosas producen «efectos ck verdad»?
que dices no son más que ficciones!». Yo res pondo
siempre así: ..¿Acaso alguna vez me propuse hacer M. F.: H ay una singular relación entre las cosas que
algo distinto de una ficción?". he escrito y los efectos que ellas han producido. No

46 47
DUCCIO TROMlMJX)R/ CONVERSACIONES CON FOUCAULT

lo digo por vanidad. Considere usted el destino de ción de una verdad histórica. Vuelvo así a la argu-
Historia de la locura: apenas publicado, tuvo muy mentación acerca de la «verdad,,: resulta evidente
buena acogida en determinados ambientes litera- que, para que se pueda tener semejante experiencia
rios (Blanchot, Roland Barthes .. .); en un primer a través de un libro como Historia de la locura , es
momento, los psiquiatras lo examinaron con curio- preciso que, de algún modo, lo que ese libro afirma
sidad; fue totalmente ignorado por los historiado- sea «verdadero.. en términos de verdad histórica·
res, que no lo consideraban interesante, etc. Pocos mente comprobable. Pero lo esencial no se encuen-
meses después, el grado de hostilidad creció hasta tra en la serie de constataciones históricamente ve-
el punto de juzgar que el libro era un ataque directo rificables: más bien, se encuentra en la experiencia
contra la psiquiatría moderna y un manifiesto de la que el libro permite alcanzar. Y una experiencia no
antipsiquiatria. Ahora bien, esa no era en absoluto es ..verdadera .. ni «falsa.. : es siempre una ficción, al-
mi intención, al menos por dos motivos: primero, go que se construye, que sólo existe una vez que se
cuando escribí el libro, en Polonia, en 1958, la anti- la tuvo, no antes; no es algo «verdadero», pero ha si·
psiquiatría no existía en Europa (el propio Laing do una realidad. Vemos, entonces, que la dificil re·
era muy poco conocido); segundo, de cualquier mo- lación con la verdad se refiere por entero á la mane-
do, no se trataba de un ataque directo contra la psi- ra en que esta última se encuentra comprometida
quiatría contemporánea, pues se centraba en el en Wla experiencia no ligada a ella, la cual, dentro
análisis de hechos y episodios ocurridos no más allá de cierros límites, la destruye.
del inicio del siglo XIX. Sin embargo, ¿por qué, en
todo caso, la gente quiso ver en ese trabajo un ata- D. T.: ¿E sta «difícil relaá6n con la verdad» es una
que directo contra la psiquiatría contemporánea? constan.te que acompaña su investigaci6n? ¿Puede
Estoy convencido de que el motivo es este: el libro reconocérsela también ell sus obras posteriores a
constituyó para mí - y para quienes lo leyeron o uti- Historia de la locura?
lizaron- una transfonnación de la relación (marca-
da histórica y teóricamente, e incluso desde el punto M, F: Lo mismo podría decirse a propósito de Vi·
de vista ético) que tenemos con la locura, la insti- gilar y castigar. La investigación se limita a indagar
tución psiquiátrica y la «verdad" de ese discurso. más o menos hasta 1830, pero también en este caso
Estamos, pues, ante un libro que funciona como los lectores, criticas o no, la recibieron como una des-
una experiencia, mucho más que como la constata- cripción de la sociedad moderna. No encontrará

48 49
DUCC10 TRou8.ADORJ CONVERSACIONES CON FOUCAUI.T

tamente distinto: mis libros no tienen un valor de zado junto con los detenidos, sus familias, agentes
esa índole. Funcionan como invitaciones, como ges- penitenciarios, magistrados, etcétera.
tos, hechos en público, para aquellos que tal vez Cuando apareció el libro, varios lectores ---en es-
quieran hacer lo mismo o algo semejante; o, en todo pecial agentes penitenciarios, asistentes sociales,
caso, tengan intención de deslizarse hacia este tipo etc. - lo juzgaron de esta particular manera: «Es
de experiencia. paralizador; puede ser que contenga observaciones
correctas, pero en todo caso tiene sin duda límites,
D. T.: ¿No debería una «práctica colectiua» ser referi. porque nos bloquea, nos impide proseguir nuestra
ble a valores, criterios, comportamientos, que resig· actividad». Mi respuesta es que precisa mente esa
nifiquen la experiencia indilJidual? reacción prueba el éxito del trabajo: este funcionó
como yo quería. Es decir, se lo lee como una expe-
M. F.: Una experiencia es, por cierto, algo que se vi- riencia que transforma, que impide ser siempre los
ve en soledad, pero sólo puede consumarse plen a- mismos, o tener el mismo tipo de relación con las
mente si se logra evitar la pura subjetividad, o en la cosas, con los otros, que se tenía antes de la lectura.
medida en que otros puedan, si no recorrerla con Esto me demuestra que en el libro se expresa una
exactitud, al menos entrecruzarse con ella, recru- experiencia mucho más amplia que la mía. El libro
zarla. Volvamos por un momento al libro acerca de se inscribió en algo que estaba efectivamente en
las prisiones. En cierto sentido, es una indagación curso: el cambio, cabría decir. del hombre contempo-
histórica, mas no fue en calidad de trabajo historio- ráneo en relación con la idea que tiene de sí mismo.
gráfico que el público lo apreció O Jo detestó. 'lbdos Por otra parte, el libro también trabajó en fauor de
tenían la impresión de que se hablaba de ellos, del esta transformación ; fue , acaso en una pequeña
mundo de hoy, o de las relaciones que ellos mante- medida, un agente de ella. He aquí, para mí, un ..,li-
nían con la contemporaneidad, en las fonnas en que bro-experiencia», en contraposición a un "libro-ver-
esta última es aceptada y reconocida por todos .. . dad :.. o un «libro-demostración».
Sentimos que se volvía a discutir a1go actual. Y, en
efecto, comencé a escribir ese libro tras haber parti-
cipado durante algunos años en grupos de trabajo
de reflexión «acerca de:.. y de lucha «contra:.. las insti-
tuciones penales. Un trabajo complejo, dificil, reali-

52 53
El sujeto, el saber, la "historia
de la verdad» .

DUCCIO TnoMBADORI: En este punto quisiera hacer


ulLa observación. Usted habla de usted mismo y de
su inuestigación como si esta se hubiera desarrolla-
do COIl independencia del contexto histórico --y, so-
bre todo, del contexto de relaciones culturales- en
que madur6. Ha citado a Nietzsche, a Bataille, a
Blancho!: ¿cómo llegó a ellos? ¿Qué era la intelectua-
lidad en Francia, y cuál era el debate teórico predo·
minante, en la ép oca de su formación? ¿Cómo llegó
usted a madurar sus elecciones y las principales
orientacion.es de su pensamiento?

MICHEL F'OUCAULT: Ya le he hablado de Niet zsche,


de Blanchot, de Bataille: son los autores que me
permitieron liberarme de aquellos otros con Jos
cuales ha bía completado mi formación universita-
ria, a comienzos de los años cincuenta. Ya mencioné
a Hegel y la fenome nología: ese era, hasta cierto
punto, el núcleo de los estudios universitarios de ese
período en Francia. Entonces, y en gran medida
aún hoy, hacer filosofia significaba, en esencia, ha·
cer historia de la filosofia. Delimitaban su desarro·
lIo. por una parte, el campo de la sistematicidad he·

55
DUCClO T ROM!l.!tDORl CONVERSACJONES CON F OUCAULT

geliana y, por la otra, el de la filosofia del sujeto, a la ¿Qué representaron para mí? Ante todo, una invita-
manera de la fenomenología y del existencialismo. ción a discutir la categoría del «sujeto~, su primacía,
En primer lugar estaba Hegel: se trataba de una es- su función fundadora. Y, además. la convicción de
pecie de descubrimiento reciente en Francia, des- que una operación de esa índole no tendría ningún
pués de los trabajos de J ean Wahl y la interpreta- sentido si se limitara al ámbito especulativo: cues-
ción de Hyppolite. Era un hegelianismo marcad a- tionar al sujeto debía significar tener la experiencia
mente imbuido de fenomenología y existencialismo, de una práctica que no constituyera su destrucción
con eje en el tema de la .;conciencia infeliz». Y era en real o su disociación, su explosión o inversión en
verdad lo mejor que la universidad francesa podía algo radicalmente «otro ...
ofrecer como fonna de comprensión,lo más amplia
posible, del mundo contemporáneo, que acababa de D. T.: ¿Esta orientación estaba motivada sólo por
salir de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y una crítica al clima filosófico prevaleciente, o surgía
de las grandes perturbaciones que la habían prece- también de un razonamiento acerca de las dimen-
dido: la Revolución Rusa, el nazismo, etc. Si el hege- siones de la realidad francesa tal comQ se presenta-
lianismo se presentaba como una manera de pensar ba al finaL de la guerra? Pienso en las relaciones en·
de modo racional 10 trágico vivido por la generación tre política y cultura, y en el modo erl que las nueuas
inmediatamente anterior a la nuestra, y que aún se generaciones intelectuales experimentaban e inter-
cernía, fuera de la universidad tenía muy buena pretaban la política.
aceptación Sartre, con su filosofia del sujeto. Punto
de cruce entre ambas comentes era Merleau-Ponty, M. F.: Para mí, la experiencia política fue también,
que desarrollaba el discurso existencial dentro de en el fondo, un banco de pruebas de cuanto estaba
un ámbito como el de la inteligibilidad del mundo,lo madurando en mis reflexiones teóricas, la ocasión
real . de tener una experiencia ..a la Nietzsche» o «a la Ba-
En relación con este panorama intelectual, si se taille,.. Para quien tenía veinte años recién termina·
quiere, maduró mi elección: no convertirme en un da la Guerra Mundial; para quien, más que partici M

profesor de Filosofia y, por otra parte, buscar algo par en esa tragedia, la había padecido, ¿qué podía
completamente distinto del existencialismo. He representar la política, cuando se trataba de elegir
aquí, entonces, el encuentro con BataiIle, Blanchot, entre los Estados Unidos de Truman y la URSS de
y por intennedio de ellos, la lectura de Nietzsche. Stalin, o entre la vieja SFIO [Sección Francesa de la

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DUCCIO TROMBAOORI CONVERSACIONES CON F OUCAULT

Internacion al ObreraJ, la Democracia Cristiana, de sí mismo, en los límites de su propia imposibili-


etc.? Por 10 demás, muchos jóvenes intelectuales, yo dad. Todo ello tuvo para mi un valor esencial. Fue la
entre eHos, juzgábamos intolerable un porvenir vía de escape, la ocasión para liberarme de ciertas
profesional ..burgués» como profesor, periodista, ataduras filosóficas tradicionales.
escritor, u otro. La experiencia misma de la guerra
nos habia mostrado la necesidad, y la urgencia, de D. T.: Usted habló de lo «trágico viuido» de la Segun-
materializar una sociedad radicalmente distinta de da Guerra Mundial y de la sustancial imposibili-
aquella en que habíamos vivido: una sociedad Que dad de otorgarle sentido con los esquemas especula·
había dejado pasar al nazismo. se había prostituido tivos de la tradición filosófica. ¿Por qué quiere recon-
a él y después, en bloque, se había pasado del lado ducir también la reflexión de Jean -Paul Sartre den-
de De GauUe. tro de los confines de esta incapacidad? ¿Acaso no
Ante todo ello, gran parte de la juventud france- representó el existencialismo, particularmente en
sa había reaccionado con absoluto rechazo. No de- Francia, una reacción contra la tradición teórica, un
seábamos tan sólo un mundo y una sociedad distin- intento de cuestionar el estatuto del intelectual res-
tos: queríamos profundizar más, transformarnos a pecto de su propio tiempo?
nosotros mismos, revolucionar las relaciones, ser
completamente «otros». Queda claro, entonces. que M. F.: También en unafilosofia como la de Sartre, en
ese hegelianismo del que le he hablado, que se nos defmitiva era el «sujeto» el que restituía un sentido
proponía en la universidad, con su modelo de inteli- al mundo. Este punto no se cuestionaba. Era el «su-
gibilidad "continua... no era capaz de responder a jeto» el que atribuía los significados. y aquí surgían
nuestras necesidades. Y mucho menos la fenom eno- en mí estas preguntas: ¿Puede afirmarse que e l
logía y el existencialismo, que mantenian linne la .. sujeto.. es la única forma de existencia posible? ¿No
primacía del «sujeto» y su valor fundamental, sin puede haber experiencias en las que el sujeto, en
rupturas radicales. s us relaciones constitutivas, en lo que tiene de idén-
¿Qué encontrábamos, en cambio, en Nietzsche? tico a sí mismo, ya no sea tal?Y entonces, ¿no habría
En principio. la idea de discontinuidad, el anuncio experiencias en que el sujeto puede disociarse, rom-
de un «superhombre.. que resignificaría al ..hom- per la relación consigo mismo, perder su identidad?
bre». Y en Bataille, el tema de las «experiencias lí- ¿Acaso no fue esta la experienci a de Nietzsche con
mite» en que el sujeto llega ala descomposición, sale la metáfora del «eteTIlO retorno,,?

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Ducclo ThOMlJ.ADORJ CONVERSACIONES CON F OUCAULT

D. T.:Ademásdelos autoresya rrumcionados, ¿qu¡'¿n geliana no satisfacía esa necesidad d~ absoluto re-
comentaba las obras de Nietzsche, o reflexionaba chazo del mundo en que nos tocaba vivir. Por otra
sobre ellas, en esa época? parte, buscábamos otros caminos intelectuales pre·
cisamente para llegar a llí donde parecía tomar
M. F.: El descubrimiento de Nietzsche tuvo lugar cuerpo, o existir ya, algo completamente ..otro», es
fuera de la universidad. A causa del uso que de él decir, el comunismo. Fue así como, sin conocer bien
habían hecho los nazis, de Nietzsche no se hablaba. a Marx, rechazando el hegelianismo, sintiendo de-
ni se le dedicaban clases. Por el contrario. tenía sagrado por los límites del existencialismo, decidí
gran aceptación una lectura «continuista .. del pen- adherirme al Partido Comunista Francés. Coma el
samiento filosófico. una actitud favorable a la «fiJo- año 1950... ¡era ..comunista nietzscheano»! ¡Algo
sofia de la historia .. , que de algún modo aunaba he- que estaba realmente en el límite de la «vivibili-
gelianismo y existencialismo. Y, a decir verdad. se dad»! Y, si se quiere, yo mismo sabía que tal vez era
trataba de una tendencia que compartía la cultura un poco ridículo.
marxista.
D. T.: Usted estuvo inscripto en el PCF; lleg6 al Parti·
D. T.: Recién ahera hace usted referencia al marxis- do Comunista a través de un particular recorrido in·
mo y a la cultura marxista. casi como si fuera la telectual. ¿En qué medida esa experiencia influyó en
gran ausente. Pero no m€ parece que pueda afirmar- usted y en los desarrollos de su investigación teóri-
se esto. ca? ¿Cuál fue su experiencia como militante comu-
nista? ¿Cómo llegó a la decisión de abandonar el
M. F.: De la cultura marxista quisiera hablar des- Partido?
pués. Por el momento me interesa destacar un he-
cho que me parece curioso. Para muchos de noso- M. F.: En Francia, el paso de los jóvenes par el Parti-
tros,jóvenes intelectuales. el interés por Nietzsche, do Comunista ocurre muy rápidam en t e. Muchos
o por Bataille, no representaba un alejamiento del entraron y salieron sin que ello haya implicado mo-
marxismo o del comunismo. Incluso representaba el mentos de ruptura definitiva. Yo me fui después del
único medio de comunicación y de pasaje -desde famoso «complot de los médicos» contra Stalin, en el
luego, hacia aquello que nos parecía que debería es- invierno de 1952, y lo hice a causa de una persisten-
perarse del comunismo-. Sin duda, la filosofía he- te impresión de desagrado y malestar. Poco antes de

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DuCCLO TROuJ1ADOHI CONVERSACIONES CON FOUCJWLT

la muerte de Stalin, se había difundido la noticia de diciones de aparici6n: la Guerra Fríq, la exaspera·
que lUl grupo de médicos judíos había atentado con- ci6n del estalinismo, una particular relación entre
tra su vida. Fue André Wurmser quien reunió a ideología y política, partido y militantes. Sin em·
nuestra célula de estudiantes para explicarnos bargo, en ocasiones análogas, e incluso peores, hubo
cómo se habría desarrollado efectivamente el com- quienes fU) eligieron el camino del alejamiento del
plot. Aunque no estábamos convencidos, nos esfor- PartidQ, sino el de la lucha y la crítica. No creo que
zamos de todos modos por creer lo que nos decían. la suya haya sido la mejor solución.
Esto formaba parte de una actitud, que era en cierto
sentido desastrosa, pero era la mía ... Era mi mane- M. F.: Bien sé que le he dado argumentos a quien
ra de estar en el Partido: el hecho de que se me obli- quiera reprochanne haber sido un comunista de la
gara a sostener algo exactamente opuesto a lo creÍ- peor manera, por motivos erróneos, como un peque-
ble formaba parte, precisamente, de ese ejercicio de ño burgués, etc. Empero, digo estas cosas porque
«disolución del yo» y de la búsqueda de un modo de son ciertas y porque estoy convencido de no haber
ser «otros". sido el único que tuvo esa actitud. En todo caso, mi
Así, tomamos por verdadero el discurso de André breve experiencia partidaria fue útil, en especial
Wurmser. No obstante , tres meses después de la por aquello que pude ver. Asistí a toda una serie de
muerte de Stalin se supo que el complot de los mé- episodios y participé en ellos, los acepté y los com-
dicos era pura invención. ¿Qué sucedió entonces? Le partí junto con otros, por esa especie de «voluntad
escribimos a Wurmser pidiéndole, más o menos en de cambiarse a uno mismo» de la que ya le hablé. No
estos términos, que viniera a explicarnos cómo era es una buena razón, desde luego, este aspecto un
posible que ese alentado del que nos había hablado poco ricüculo de la conversión, del ascetismo, de la
no hubiera ocunido nlUlC8. No recibimos respuesta. flagelación de sí mismo, que es uno de los elementos
Usted me dirá: práctica comente, pequeño contra- importantes del modo en que muchos estudiantes
tiempo ... El hecho es que desde ese momento yo me -aún hoy en Francia- se dedican a la actividad en
alejé del PCF. el Partido Comunista. He visto, por ejemplo, que en
la época del affaire Tito algunos intelectuales aban-
D. T.: El episodio que usted me relata lo vivo engmn donaron el Partido; pero otros entraron precisa-
medida como la representación de un escenario del mente en ese momento, y por esas razones, por la
pasado, algo ( trágicQ>¡ que tenía, también, sus con- manera en que todo ello había sucedido. Y, más aún,

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DuCClo TROMBADORI CONVERSACIONES CON F QUCAUl.T

casi como respuesta a quienes, desilusionados, ha- tructuralistaS>t: Althusser, Lacan y yo, que por lo de-
bían devuelto el carné. más no lo éramos en absoluto, a excepción, claro es-
tá, de Lévi-Strauss. ¿Cuál era, en el fondo, est..e pun-
D. T.: ¿Volvió a participar en actividades políticas to de convergencia? Justamente, cuestionar ese te-
tras esta breve experiencia en el Partido Comunista? ma del «sujeto», gran postulado fundamental que la
filosofia francesa, desde Desearles hasta nuestros
M. F : No, seguí profundizando mis estudios y los días, nunca habia abandonado. Partiendo del psi·
terminé. En aquel período frecuentaba mucho a coanálisis, Lacan descubrió, o sacó a luz, que la tea-
Louis Althusser, que militaba en el PCF. Un poco ría del inconsciente es incompatible con una teoría
por influencia suya yo había decidido afiliarme. Y del sujeto (tanto en el sentido cartesiano como en el
cuando abandoné el Partido no hubo anatemas de sentido fenomenológico del término). También Sar-
su parte, ni quiso romper por esa razón la relación tre, y Politzer con él, habían rechazado el psicoaná-
que tenía conmigo. lisis criticando, precisamente, el tema del incons-
ciente, al que juzgaban incompatible cOllla filosoffa
D. T.: Su vínculo o, al numos, cierto parentesco inte- del sujeto. La diferencia reside en las conclusiones:
lectual con Althusser tiene un. origen más lejano, no Lacan concluyó que lo que se debía abandonar, a
sé si más estrecho, de lo que en general se conoce. En causa de esta incompatibilidad, era justamente la
particular, me refiero a q~ muchas veces su nombre filosofía del sujeto, y que había que partir de un
estuvo ligado al ck Althusser en las polémicas acer- análisis de los mecanismos del inconsciente. Por su
ca ckl «estructuralismo», que dominaron la escena parte, Lévi-Strauss, con los análisis estructurales
ckl debate te6rico en Francia en los aiíos sesenta. Al- que cabía efectuar en relación con los resultados de
thusser marxista, usted no. Léui-Strauss y otros la lingüística, también llegaba a cuestionar la teoria
tampoco: la crítica los reunió a todos con el término del sujeto; y otro tanto ocurria sobre la base de expe-
«estructuralistas .... ¿Cómo se lo explica usted? ¿Y riencias literarias, como en el caso de Blanchot y de
cuál era, si lo hahÚl, el fondo común de las investiga- Bataille. Por otros caminos, Althusser desarrollaba
ciones de ustecks? un trabajo análogo cuando profundizaba su critica
al marxismo francés, el cual, impregnado de feno-
M. F.: Había un punto en común entre quienes, en menología y de humanismo, hacía de la teoría de la
estos últimos quince años, han sido llamados «es- alienación, en clave subjetivista,la base teórica ca-

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DUCCIO TROM BM>OR1 CONVERSACIONES CON FOUCA ULT

paz de traducir en términos filosóficos los análisis M. F.: Es cierto. Uno de los puntos esenciales de mi
económico-politices de Marx. Althusser invirtió este fonnación reside también en la reflexión acerca de
punto de vista. Retomando los análisis de Marx, se la ciencia y la historia de las ciencias. En cierto sen-
preguntó si se manifestaba en ellos esa concepción tido, es un contexto de problemas muy distante de
de la naturaleza humana, del sujeto, del hombre tos que plantearon Nietzsche, Bataille, etc. ¿Pero
alienado. ele., en la cual se fundaban las posiciones hasta qué punto? Cuando yo era estudiante, la his-
teóricas de ciertos marxistas, como es el caso de Ro· toria de las ciencias, con sus problemas, había al-
ger Caraudy. Se sabe que su respuesta fue radical- canzado una posición estratégica. Los debates teóri-
mente negativa. cos estaban casi íntegramente centrados en el tema
Es, en buena medida, este conjunto de pensa- de la ciencia: se analizaba su fund amento, su racio-
mientos e investigaciones lo que en los años sesenta nalidad, su historia. Esta era la tarea de la fenom e-
se quiso condensar con el término «estructuraBs- nología, o de aquellos fenomenólogos que habían de-
roo». Pero no se trata de eso; en todo caso, el estruc- sarrollado la vertiente de la reflexión husserliana
turalismo, O el método estructural, sirvió como pun- que apuntaba a examinar los fundamehtos y la ob-
to de apoyo y confirmación de algo mucho más radi- jetividad del conocimiento.
cal: el cuestionamiento de la teoria del sujeto. No obstante, un discurso análogo provenía tam-
bién del ámbito marxista, en la medida en que el
D. T.: Usted rechaza la definición de ((estructura- marxismo. en los años posteriores a la Liberación,
lisla» porque la consídera una etiqueta iruulecuada. no sólo era importante desde el punto de vista teó-
PrefIere apelar al tema del «descentramiento del su- rico, sino que había asumido un rol relevante en la
jeto». haciendo referencia especialmente a la idea de vida cotidiana de los jóvenes estudiantes e intelec-
«eXperiencias límite», conforme a un modelo que se tuales. El marxismo se proponía como una ciencia o,
remonta a Nietzsche y llega hasta Georges Bataille. al menos, como una teoría general de la cientifici-
Sin embargo, es innegable que su reflexión, así como dad de las ciencias; una especie de tribunal de la ra-
la maduración de su discurso teórico, han dependi- zón que haría posible distinguir entre ciencia e ideo-
do en gran medida de un pasaje crítico a través de logía-en definitiva, un criterio general de raciona-
los problemas de la epistemología y de la filosofi,a de lidad para toda forma de saber-. Toda esta maraña
las ciencias. de problemas. así como este ámbito de indagación ,
impulsaban a interrogarse acerca de la ciencia y su

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DUCCIO TROM8AIXJRJ CONVERSACIONES CON FOUCAULT

historia. ¿En qué medida, se preguntaba el fenome- historia, de que se desarrolla en una sociedad histó-
nólogo, en la historicidad de las ciencias es posible ricamente determinada? A estas preguntas se agre-
captar y poner de manifiesto un fundamento racio- gaban otras: ¿Puede ser racional una historia de la
nal absoluto? Y, por otra parte, el marxista se plan- ciencia? ¿Puede hallarse un criterio de inteligibili-
teaba la siguiente pregunta: ¿Hasta que punto el dad en las diversas accidentalidades, ocasiones y,
marxismo, al reconstruir con sus esquemas una his- eventualmente, incluso elementos irracionales que
toria de la sociedad, puede explicar la historia de las se insinúan en la historia de las ciencias?
ciencias, el nacimiento y desarrollo de las matemá- Si estos eran, a grandes rasgos, los problemas
ticas, de la fislca teórica, etcétera? planteados por reflexiones de tipo marxista o feno-
Este compendio de problemas que he descripto menológico, para mi, en cambio, las preguntas se
de manera breve -donde se encontraban historia presentaban de manera ligeramente distinta. La
de las ciencias, fenomenología, marxismo--- era por asimilación de la lectura de Nietzsche retorna en
entonces absolutamente central: refractaba como este preciso pasaje: lo que hace falta no es una histo-
una lente gran parte de los problemas de ese mo- ria de la racionalidad, sino de la verdad misma. Es-
mento. Y aún recuerdo la influencia que al respecto to es, en lugar de preguntar a una ciencia en qué
tuvo sobre mí precisamente Louis Althusser, algo medida su historia la acercó a la verdad (o le impi-
mayor que yo, pero ya por entonces joven profesor. dió el acceso a ella), ¿no sena necesario, más bien,
reconocer que la verdad consiste en cierta relación
D. T.: ¿De qué manera influyó en su formación la del discurso, del saber, consigo mismo? ¿Y no tiene
problemática quegiraba en torno a la historia de las esta relación una historia propia?
ciencias? Lo que más me impresionó en Nietzsche fue que
para él la racionalidad -de una ciencia, una prácti-
M. F.: De manera paradójica, intervino casi en el ca o un discurso- no se mide según la verdad que
mismo sentido que Nietzsche, Blanchot, Bataille. es capaz de producir. La verdad forma parte, ella
Nos preguntábamos: ¿En qué medida la historia de misma, de la historia del discurso y es, de algún mo-
una ciencia puede poner en entredicho su racionali- do, un efecto dentro de un discurso o una práctica.
dad, limitarla, introducir en ella elementos exter-
nos? ¿Qué efectos contingentes se introducen en la D. T.: El discurso de Nietzsche acerca ck la "historia
ciencia en vista de la circunstancia de que tiene una de la verdad" y acerca ck los limites del «hombre te6-

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DucclO TRQMBADORI CONVERSACIONES CON FOVCAULT

rico» representa. sin duda , un desplazamiento de Me pareció, así, que la mejor manera de recon-
plaM y perspectiva respecto dellwrizonte epistemo- ceptualizar este proceso de formación en la historia
l6gico clásico, dado que en cierto sentido «anula') sus de las ciencias era ir a buscarlo en las disciplinas
premisas, proclamando la fundamental «no-verdad menos consolidadas. cuya constitución fuera relati-
del conocer». Sin embargo, me interesa saber cómo vamente más reciente, en cierto sentido más próxi-
lleg6 usted a vincular el análisis del origen de la cien- mas a sus orígenes y a su urgencia inmediata --en
cia al de las «experiencias limite», o la experiencia co- definitiva, ese tipo de ciencias cuya cientificidad se
mo transformaci6n. presentaba más incierta, que buscaban recategori-
zar aquello que menos se prestara a ser incorporado
M. F.: Me planteaba la cuestión más o menos así: a determinado esquema de racionalidad-o Tal era
¿sería posible analizar o concebir una ciencia en el caso de la locura. Se trataba de comprender por
cierto sentido como una experiencia, esto es, como qué, en el mundo occidental, recién a partir del siglo
una relación particular que se establece de tal modo XVIII la locura se convirtió en un preciso objeto de
que el sujeto mismo de la experiencia termina mo- análisis y de indagación científica, si bien es cierto
dificándose? En otros términos: ¿no conduciría la que algunos tratados médicos anteriores a esa fecha
práctica científica a que se constituyan tanto el su- contenían breves capítulos referidos a las «enferme-
jeto como el objeto del conocimiento? ¿Y acaso no se dades del espíritu'" Podía verificarse, así, que en el
descubre la raíz histórica de una ciencia, preci sa- momento mismo en que tomaba cuerpo este «objeto
mente, en esta génesis recíproca del sujeto y del ob- locura.. se construía también al sujeto capaz de com-
jeto? ¿Qué efecto de verdad se produce de tal forma? prender la locura. A la construcción del objeto locu-
Consecuencia de esto sería que no hay una única ra correspondía la de un sujeto racional que «sabía..
verdad. Y ello no implica la aserción de una historia de la locura, la comprendía. En Historia de la locura
irracional ni, mucho menos, el carácter ilusorio de intenté comprender esta especie de experiencia co-
una ciencia; por el contrario, ello confirma la pre- lectiva, plural, definida entre los siglos XVI y XIX,
sencia de una historia real e inteligible, una serie de signada por la interacción entre el nacimiento de un
experiencias colectivas racionales --que responden hombre «racional», que reconoce y «sabe» la locura,
a un conjunto de reglas precisas, identificables-, y el de la locura misma como objeto susceptible de
en el curso de las cuales se construye tanto el sujeto comprensión y determinación.
cognoscente como el objeto conocido.

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.-
DUCCIO TRQMBADORJ CONV€/lSACIONES CON FOUCAULT

D. T.: Ese «gesto originario», que determinaria.la se- de una nueva relación de objetividad, ~go que po-
paración y la confrontación entre la razón y la sinra- dría incluso definir como la «verdad de la locura».
zón, con consecuencias Que usted mismo analizó pa- Esto no significa, desde luego, que por medio de este
ra el destino de la cultura occidental, parecería reue- tipo de «saber» se h aya logrado organizar efectiva-
larse como condición preliminar; esencial, del desa- mente criterios capaces de revelar a la locura en su
rrollo histórico, o de la historia de la razón moderna. verdad; no: más bien se constituyó una experiencia,
¿Esta «experiencia límite". que admite la posibili- la de la «verdad de la locura», con la posibilidad de
dad de la historia, no podría llegar a constituirse en un conocimiento objetivo y de la correspondiente
una dimensión atemporal. por fuera de la historia constitución de un sujeto.
misma?
D. T.: Demos por un momento un paso atrás. En la
M . F: Me he esforzado por demostrar que mi trabajo reconstrucción de su formación intelectual y, en par_
no consistió en una especie de «apología» de la lo- ticular, respecto de los problemas epistemológicos,
cura ---esto es evidente- y tampoco en la aserción usted 110 mencion6 el nombre de Gastan Bacludard.
de una historia del irracionalismo. Al contrario: qui- No obstante, se ha sel1alado, creo que con razón, que
se señalar que esa experiencia -que constituyó ala el «materialismo racional>, de Bachelard, fundado
locura como objeto, junto con el sujeto que la cono- en la priTrUlc(a de una «praxis» cienU{oca capaz de
ce-- no puede llegar a comprenderse de manera ca- «construir>, sus propios objetos de análisis, constitu-
bal más que refiriéndola rigurosamente 8 ciertos ye tk algún rru:xio un sustrato de las lineas de mues·
procesos históricos bien conocidos: el nacimiento de tigaáón que usted ha desarrollado. ¿Cree que es así?
una particular sociedad normalizadora, ligada a
prácticas de reclusión, vinculadas a su vez a una M. F.: Cuando era estudiante leía con asiduidad los
precisa situación económica y social, correspondien- libros de Bachelard: en sus reflexiones acerca de la
te a la etapa del urbanismo, al crecimiento del capi- discontinuidad de la teoría de las ciencias, así como
talismo, a la existencia de una población fluctuante, en la idea de un trabajo de la razón sobre sí misma
dispersa, que podría entrar en fricción con las nece- en la constitución de objetos de análisis, había una
sidades de la economía y del Estado, etcétera. serie de elementos que atesoré y más adelante re-
Así pues, intenté elaborar una historia, lo más tomé. Sin embargo, en el ámbito de la filosofra de la
racional posible, de la constitución de un «saber», y ciencia, quien mayor influencia ejerció sobre mí, en

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D ucclo TOOMIJ.AIX)R/ CONVSHSlt.C/ONES CON FOUCAULT

un período posterior, fue Georges Canguilhem. Fue M. F.: Cuando empleo la palabra «saber>olo hago pa~
sobre todo él quien profundizó los problemas de la ra distinguirla del ténnino «conocimiento" ...Saber»
biología en general. tratando de mostrar que en es~ es el proceso mediante el cual el sujeto es modifica-
ta experiencia se pone en cuestión precisamente al do por lo que conoce o, más bien, en el transcurso del
hombre en cuanto individuo viviente. trabajo que realiza para conocer. Es lo que permite
Mediante la constitución de las ciencias biológi- modificar al sujeto y construir el objeto. ",Conoci-
cas, el hombre, mientras constituía cierto saber, se miento» es, en cambio, el proceso que posibilita que
modificaba en cuanto individuo viviente: por el he~ se multipliquen los objetos cognoscibles, que se de-
cho de poder obrar sobre sí mismo, cambiar sus con- sarrolle su inteligibilidad, que se comprenda su ra~
diciones de vida y su vida misma, el hombre cons- cionalídad, manteniendo siempre fijo al sujeto que
truía una biología que no era sino el recíproco de un indaga.
desarrollo de las ciencias de la vida en la historia ge- Antepuse esta aclaración para explicar mejor mi
neral de la especie. Es esta una consideración muy idea de una «arqueología del saber". Se trata preci-
importante en Canguilhem, quien, según creo, re- sam ente de reconceptua lizar la form ~ción de un
conoce un parentesco con Nietzsche. He aquí, en- conocimiento, esto es, una relación entre determi~
tonces, de qué manera se reencuentra. a pesar de la nado sujeto y detennjnado campo de objetos. y cap~
paradoja y esencialmente en torno a la figura de tar su raíz histórica, el ..movimiento del saber» Que
Nietzsche, cierto vínculo, una especie de lazo, de pa- la hace posible. En definitiva, todas las cosas de que
saje y comunicación entre el discurso sobre la di so~ me he ocupado hasta hoy conciernen a la manera en
ciación del sujeto en las «experiencias límite» (de la que los hombres, en las sociedades occidentales, vi~
que hablábamos al referirnos a Bataille) yel discur- vieron experiencias que los involucraron en un pro-
so sobre la transformación del sujeto mismo me- ceso de conocimiento de detenninado conjunto obje-
diante la constitución de un «saber... tivo, constituyéndose a1 mismo tiempo a sí mismos
como sujetos con un estatuto fijo y determinado. Por
D. T.: ¿Cómo considera usted qUR- se establece una re- ejemplo, conocer la locura, constituyéndose como
lación entre las «experiencias límite», que preceden sujeto racional; o la economía, constituyéndose co-
en cierto sentido a la constitución. de la «razón», y el mo sujeto que trabaja; o el derecho, conociéndose ca-
«saber», que en cambio definiría el límite histórico mo sujeto que tiene una relación con la ley, esto es,
de un Iwrizonte cultural? capaz de cometer delitos, etc. Existe siempre, pues,

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t
DUCClO TROMBADORl CONVERSACJONES CON FOUCAULT

este compromiso de uno mismo dentro del propio gica.. , sin duda tuvo importancia para ~í: era un pe-
«saber». En particular, a partir de esta conciencia, riodo en el cual trabajaba en los hospitales psiquiá-
yo me esforcé por comprender cómo el hombre redu- tricos y buscaba algo distinto de los tradicionales es-
jo a objetos de conocimiento algunas de sus ..expe- quemas de interpretación de la mirada médica, un
riencias límite»; la locura, la muerte, el crimen. contrapeso. Ciertamente, esas soberbias descripcio-
Aquí, si usted quiere, puede reconocer los temas de nes de la locura, como experiencias fundamentales,
Georges Bataille, aunque retomados desde la óptica únicas, no superponibles a otras, fueron determi-
de una historia colectiva, que no es otra que la del nantes. Por lo demás, creo que todo ello impresionó
Occidente y su ...saber». mucho también a Laing: durante un prolongado
Relación entre «experiencia límite» e .. historia de período también él hizo referencia al análisis exis-
la verdad»; yo estoy en mayor o menor medida apre- tencial (más sartreano Laing, más heideggeriano
sado, envuelto, en este entramado de problemas. yo), pero no nos detuvimos en ese punto. Laing de-
Los reveo mejor al anudar los hilos de algunos epi- sarrolló sus investigaciones en vinculación con sus
sodios de mi vida: lo que digo no tiene ningún valor funciones como médico: realizó un tra'Qajo colosal y
objetivo, pero acaso puede servir para aclarar los fue el verdadero fundador, junto con Cooper, de la
problemas que intenté sacar a luz, y su sucesión. antipsiquiatría. En lo que a mí concierne, en cam-
bio, creo que el análisis existencial resultó útil, so·
D. T.: Una obseruadón fillal acerca de los compon.en- bre todo, para delimitar y circunscribir mejor cuan-
tes culturales de su formación intelectual: me refiero to podía haber de pesado y opresivo en el saber psi-
a la «antropología fenomenológica», y al intenw de quiátrico académico.
conjugar (elwmenología y psicoanálisis. Uno de sus
primeros escritos, d e 1954, es una introducci6n a D. T.: ¿En qué medida, en cambio, aceptó y asimiló
Traum und Existenz (El sueño y la existencial de usted la enseñanza de Lacan?
B inswanger, doruk usted relama una idea del sueño
o de lo imaginario como «espacio originario» consti- M. F.: Por lo que llegué a conocer de sus teorias, se·
tutiuo del hombre. .. guramente Lacan ejerció una influencia sobre mí,
pero no lo he seguido de un modo que me permita
M. F: La lectura de lo que ha sido definido como decir que de verdad obtuve una experiencia profun-
.. análisis existencial .. , o "psiquiatría fenomenoló- da de su enseñanza. Leí algunos libros s uyos, pero

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DuccJO TROMRAJX)JU CONVERSACIo.'Yes CON F OVCAUtT

es sabido que para comprender bien a Lacan h ace vido yo en esos años. Me refiero a la experien cia de
falta no sólo leerlo, sino escuchar sus lecciones, par- la soci edad sueca , una sociedad «sobrem ed icaliza -
ticipar en los seminarios que desarrolla y, eventual- d a», p rotegida, don de todos los p eligros sociales
mente, someterse al análi sis. Yo no he h echo n ada eran de algún modo mitigados por mecanismos su-
de ello . En 1955, cuan do Lacan iniciaba la parte tiles y sabios; y a la experiencia de la sociedad pola-
esencial de su enseñanza, yo ya me h allaba fu era de ca, en la cual los mecanis mos de «internación » eran
Francia . .. de un tipo muydistinro . .. Constituían experiencias
concretas, muy importantes, de dos forma s distin-
D. T.: ¿Vivió usted muclw tiempo fuera de Francia? tas de sociedad, pero no estaban de ninguna mane-
ra en sintonía con lo que por entonces se vivía en
M. F.: Sí, varios años. Trabajé en el extranjero corno Fra n ci a, enteramente poseída por el clima de la
profesor asistente, lector en las universidades de guerra y Jos problemas q ue planteaba el fina l de
Uppsal a, Var sovia, H am burgo, precisamente du- una época, la de la colonización. Como conse<:uencia
rante 1.Ul período crucial para Francia: la guerra de de esta singular divergencia respecto de la realidad
Argelia, que tuvo repercusiones muy importantes fra n cesa, sólo gente como Blan chot, KIossowski ,
en el mundo intelectual y en toda la cultura france - Barthes acogieron de modo favorable la Historia de
sa. Yola viví en part.ecomo un extranjero, y al obser- la locura en un primer momento. Entre los médicos
var los hechos como un extr anjero me resultó más y los psiquiatras hubo reacciones variadas: cierto
fácil comprender la absurdidad y vislumbrar cuál interés de algunos, de orientación liberal y marxis-
había de ser el resultado necesario de esa guerra. ta; rechazo total, en cambio, de otros, más conserva-
Desde luego, yo estaba en contra del conflicto, pero, dores. En conjunto, sin embargo, como dije antes, se
dado que residía en el exterior, sin vivir de manera subestimó mi trabaj o: indiferencia, silencio. Se da-
directa cuanto sucedía en mi país, no participé per- ba poca importancia a investigaciones de esa índole.
sonalmente en una de las experiencias decisivas de
la Francia moderna. D. T.: ¿Cuáles fueron sus reacciones frente a esta ac-
Cuando volví, acababa de escribir Historia de la titud? Poco tiempo después, incluso quienes no com-
locura, libro al que siguió Wl conjunro diverso de in- partían las tesis de Hisroria de la locura la recono-
vestigaciones y que, en cierto sentido, era también cieron como UJUL obra de notable relevancia. ¿Cómo
un eco de la experiencia directa de cuanto h abía vi- explica usted, pues, esta cuasi indiferencia inicial?

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DUCCID T ROM.8MXJRI CONVERSACIONES CON FOUCAULT

M. F.: Le confieso que quedé algo sorprendido; pero las epidemias en general, sino t ambién diferencias
estaba eITado. Intereses de tipo muy distinto atraían entre las diversas categorías de «pobres .. y «enfer-
al ambiente intelectual francés en ese momento, Se mos" -por ende, también de los locos-o Yo estaba
discutía mucho de marxismo, ciencia e ideología. convencido de que todo ello debería h aber sido de
Creo que la renuencia a aceptar la Historia de la lo- interés al menos para los marxistas. Y en cambio no
cura puede explicarse así: primero, era una investi- hubo más que silencio.
gación histórica, y en esa época se dedicaba atención
sobre todo a la teoría, a la discusión de los grandes D. T.:A su juicio, ¿c6mo se prod14o ese renovado in-
sistemas conceptuales; segundo, un campo analíti- terés en tomo a su texto, Que incluso d esencaden6,
co como el de la medicina mental, psiquiátrica, era como sabenws, encendidas polémicas?
considerado marginal en relación con la compleji-
dad del debate en curso; y además, después de todo, M. F.: Tal vez una mirada retrospectiva pennita de-
¿acaso la locura y los locos no representaban algo si- linear una historia. Justo en el período inmediata-
tuado en los límites de la sociedad? Tales eran, poco mente anterior al 68, cuando ya se anunciaban los
más o menos, según creo, los motivos del desinterés primeros síntomas de lo que habría de suceder ese
o del silencio en tomo al libro. Le repito que yo que- mismo año, las reacciones y actitudes cambiaron, o
dé sorprendido y desilusionado; pensaba que en mi se radicalizaron.
trabajo h abía cuestiones que habrían debido intere- ¿Qué sucedía? Estos problemas de la locura , de
sar precisamente a aquellos intelectuales que más los sistemas de reclusión, de los procesos de norma-
se habían dedicado al análisis de los sistemas socia- lización social se habían convertido en una especie
les y políticos. Yo mismo había tratado de compren- de bocado exquisito del cual, es pecialmente en los
der el origen y la formación de un discurso como el ambientes de extrema izquierda, casi nadie quería
psiquiátrico , justamente, a part ir de situaciones privarse. Frente a ello, todos aquellos que querían
históricas determinadas. Había intentado después distanciarse de lo que estaba emergiendo tomaron
definir sus funcion es sociales y económicas: buscaba mi libro como blanco: señalaban que era idealista,
elaborar una historia de la psiquia tría a partir de que no captaba la esencia de los problemas, etc. Se
los cambios que se habían dado en los modos de pro- llegó a tal punto que «La evolución psiquiátrica .. , un
ducción, que habían afectado a la población origi- grupo de médicos muy importante en Francia, de-
nando no sólo el problema de la pauperización, o de cidió dedicar una reunión íntegra en Talosa a «ex-

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DUCCIO TROMBADORl CONVERSACIONES CON FOUCAULT

comulgar" a Historia de la locura. Hasta el propio creo, a las siguientes razones: primero, muchos de
Bonafé, psiquiatra ma.rx::ista, uno de los que habían esos psiquiatras eran marxistas o bien estaban muy
acogido con interés mi trabajo cuando apareció, des- ligados al marxismo, y por esta misma razón se los
pués del 68 lo condenó por ideologizador y fraudu- indujO a dirigir la atención a cuanto ocurría en la
lento. Así, en esta conflu encia de polémicas, y al re- URSS, de Pávlov a la reflexología, incluyendo una
cuperar interés ciertas temáticas, la Historia de la .. psiquiatlÍa materia lista» y todo un conjunto de
locura recobró actualidad. problemas teóricos y científicos que por cierto no
podía llevar muy lejos. Algunos de enos realizaron
D. T.: ¿Cuáles fueron los efectos que provocó en los viajes de estudio a la URSS, pero no tengo conoci-
ambientes de la psiquiatría la reactualización de su miento de que más tarde hayan hablado o escrito
discurso? Fue en aquellos años cuando todo un mo- acerca de esa experiencia. Por consiguiente, pienso,
vimiento de «contestación.. respecto de la psiquiatría y lo digo sin agresividad, que el clima marxista los
tradicional empezó a cobrar importancia, poniendo llevó paulatinamente a un impasse. Creo, además,
en dificultades a todo un sislef1UL de equilibrios cul- que en poco tiempo, y debido acaso a su profesión de
turales consolidados. psiquiatras, muchos se vieron impulsados a plan-
tear el problema del cuestionamiento de la psiquia-
M. F.: La historia. la condición y los problemas de la tría dentro de los límites de su función institucional,
psiquiatría francesa tienen aspectos interesantes defendiendo sus posiciones frente al peso de una
sobre los cuales valdría la pena reflexionar. Inme- administración estatal aplastante y burocrática.
diatamente después de la guerra, se había manifes- Así, debido a estos impasses, personas que por capa-
tado entre nosotros una tendencia a cuestionar la cidades, intereses y conocimientos habrían podido
práctica psiquiátrica tradicional ~una tendencia anticipar toda una serie de problemas relativos al
espontánea, s urgida en el propio ambiente médi- estudio de la psiquiatría fueron, de algún modo,
ca--. Se habían puesto en movimiento proyectos, re- desplazadas por el desarrollo posterior de los acon-
flexiones, análisis e investigaciones acerca del fun- tecimientos.
cionamiento de la psiquiatlÍa, de manera tan antici- y así, ante la explosión de la «antipsiquiatria» en
pada que quizá la denominada «antipsiquiatría» los años sesenta, tuvieron una actitud de rechazo
habría podido nacer en Francia a comienzos de los cada vez más marcado, que incluso adquirió tintes
años cincuenta. Si no fue así, ello se debe, según agresivos. Por entonces, mi libro pasó al índice de li-

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D UCCJO TRoMBAIXJRl

bros prohibidos, como si fu era un .. evangelio del En realidad, el estructuralismo


diabloH. Sé que en determinados ambientes todavía no era una invención francesa
se habla de Historia de la locura con increíble dis-
gusto.

D UCCIO 'rRoMBADOru : Una renovada refkxión acerca


de las polémicas que despertaron susescr;los me lle-
va ahora a recordar las controversias que acompa-
ñaron, en los años sesenta, el encendido debate sobre
el «€structuralismoH. Hubo en aquel periodo una
tensa discusi6n en la cual no faltaron, respecto de
usted, asperezas de parte de Sartre, por ejemplo. Pe-
ro le recuerdo otrosjuicios acerca de su p ensamiento:
Caraudy habló de «€structuralismo abstracto»; Jean
Piaget, de «estructuralismo sin estructuras»; Michel
Dufrenne, de «neopositivismo»; H enry Lefebvre. de
( neoeleatismo»; Silvye Le Bon, de «positivismo d e-
sesperado»,' Mic hel Amiat, de ((relativismo cultural"
o «escepticismo historicista» , etc. Un conjunto de ob-
servaciones y un entrecruzamiento de lenguajes di-
versos, incluso opuestos entre si, convergían en las
criticas a sus tesis, poco más o menos después de la
publicación de Las palabras y las cosas. Sin embar-
g07 muy probablemen te el clima tan agitado d e la
cultura francesa dependía de la polémica, más am-
plia, acerca del «estructuraüsmo». ¿Cómoeualúa us-
ted hoy esos juicios y el significado más g eneral de
esa polémica?

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Ducclo TROMBA1XJRI CONVERSACIONES CON FOUCAULT

MICHEL F OUCAULT: La del .. estructuralismo» es una trado en la experiencia vivida, inc1uyendo las ten-
madeja dificil de desenredar. Si se 10 lograra, sería dencias de la psicología que, en nombre de la expe-
muy interesante. Dejemos de lado por un momento riencia y de la adecuación de esta al hombre -diga-
las exasperadas polémicas, con las formulaciones mos: la «experiencia de sí mismo>>--, rechazaban el
teatrales y a veces grotescas que con frecuencia las tema del inconsciente. Es cierto: los «estructuralis-
acompañan en Francia. Entre ellas yo ubicaría tam- tas» tenían necesidad de oponerse a todo ello. Y las
bién la frase más notoria de Sartre acerca de mi, exasperadas polémicas pueden explicarse a partir
cuando me señalaba como ...la última barrera de la de allí.
burguesía». ¡Pobre burguesía si me hubiera necesi- Sin embargo, pienso que detrás de todo este
tado como «barrera»: habría perdido el poder hace alboroto había a lgo más profundo, una historia so-
tiempo! bre la cual no se reflexionaba mucho en esa época.
Dicho esto, no obstante, cabe preguntarse cómo El estructuralismo en cuanto tal, de hecho, no había
fue que este fenómeno del «estructuralismo» alteró sido descubierto por los «estructuralistas» de los
los ánimos hasta el punto de llevar a algunos a decir años sesenta, y menos aún era una invención fran-
cosas verdaderamente absurdas. Cuando gente se- cesa: su verdadero origen se remonta a toda una
ria, razonable, pierde el control, hay que preguntar- serie de investigaciones desarrolladas en la URSS y
se qué justifica que eso ocurra. Yo me lo pregunté en Europa central alrededor de los años veinte. Esa
varias veces y llegué a formular a lgunas hipótesis gran expansión cult ural, en los campos de la lin-
cuya exactitud no podría asegurar. Comencemos güística, la mitolOgía, el folclore, etc., que había pre-
por una observación. Al término de esas polémicas, cedido a la Revolución Rusa de 1917 y, en cierto sen-
a mediados de los años sesenta, se definió como «es- tido, coincidió con ella, había sido luego desbaratada
tructuralistas» a diversos intelectuales que habían y casi suprimida por el rodillo compresor estalinis-
reali zado investigaciones muy dispares, aunque con ta. La cultura estructuralista había pasado más tar-
un punto en común: la necesidad de oponerse al de a circular en Francia a través de canales más o
conjunto de elaboraciones filosóficas, reflexiones y menos subterráneos y, en todo caso, poco conocidos:
análisis que se centraban esencialmente en la afir- piense en la fonología de Troubetzkoy, en la influen-
mación teórica de la ..primacia del sujeto". Se iba de cia de Propp sobre Dumezil y Lévi-Strauss, etc. Me
ese tipo de marxismo obsesionado por el concepto de parece, entonces, que en la agresividad con que, por
alienación al existencialismo fenomenológico cen- ejemplo, ciertos marxistas franceses se oponían a

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DuccJO TROM8ADORI CONVERSA CJONES CON FOUCAULT

los <;estructuralistas» de los años sesenta subyacía muchos intelectuales -soviéticos, checoslovacos,
una suerte de «saber histórico» acerca de que el es· etc.- realizaron en la época de la desestalinizaci6n,
tructuralismo había sido la gran víctima cultura) del tendientes a adquirir autonomía respecto del poder
estalinismo. No sé si coincide usted con lo que digo. político y liberarse de las ideologías oficiales. Para
lograrlo contaban precisamente con esa especie de
D. T.: Dirta que usted privilegia, «victimizándola», tradición oculta -la de los años veinte de que le
cierta corriente cultural. No sólo el estructuralismo hablé--, que tenía un doble valor: por un lado, era
fue desbaratado, como usted afirma, por el «rodillo una de las principales formas de innovación que el
compresor estalinista,>, sino también todo un con· Este podía proponer a la cultura occidental (forma-
junto de tendel/cias y expresiones culturales e ideoJ.ó.. lismo, estructuralismo, etc.}; por el otro, esta cultu-
gicas que la Revolución de Octubre habla puesto en ra estaba ligada, directa o indirectamente, a la Re-
movimiento. No creo que puedan efecluc.rse netas volución de Octubre y sus principales exponentes se
distinciones. También el marxismo, por ejemplo, habían identificado con ella. El cuadro se aclara: en
quedó reducido a un cuerpo doctrinario, en perjuicio el momento de la desestalinización, los intelectua-
de su flexibilidad crítica, de sus aperturas. .. les babían tratado de recuperar su autonomía ape-
lando a esa tradición, culturalmente prestigiosa, a
M. F: Hay que explicar, sin embargo, este hecho cu· la que además, desde un punto de vista político, no
rioso: por qué un fenómeno, en realidad tan particu· se podía acusar de reaccionaria y occidentaL Ella
lar, como el estructuralismo inflamó tanto los ADi· era revolucionaria y oriental. De aquí la intención
mos en los años sesenta; y por qué se quiso deflnir de reactivar, de volver a poner en circulación estas
como «estructuralistas» a una serie de intelectuales tendencias, en el pensamiento y en el arte. Creo que
que no lo eran o que, al menos, rechazaban esa eti- las autoridades soviéticas advirtieron perfectamen-
queta. Todavía estoy convencido de que para encon- te el peligro y no quisieron arriesgarse a una con-
trar una respuesta satisfactoria hay que desplazar frontación abierta, cuando muchas fu erzas intelec-
el centro de gravedad del análisis. En definitiva, el tuales apuntaban a esa confrontación.
problema del estructuralismo en Europa no fue sino Me parece, entonces, que lo que ocurrió en Fran-
el contragolpe de problemas mucho más importan- cia fue algo así cOntO el contragolpe ciego e incons-
tes que se planteaban en los países del Este. Antes ciente de todo aquello. Los ambientes en mayor o
que nada, hay que tener en cuenta los esfuerzos que menor medida marxistas, tanto comunistas como

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DUCCIO TROMBADORl CONVERSACIONES CON F OUCAULT

influidos por el marxismo, deben de haber tenido el invitaba en un período de gran fermento cultural y
presentimiento de que en el .. estructuralismol>, tal social, durante el florecimiento de la ~Primaveral>
como se lo practicaba en Francia, había algo que so- checoslovaca. Se esperaba que él hablase, en mayor
naba un poco como tocar a muerto por la cultura o menor grado, de aquello que en Europa occidental
marxista tradiciona l. Una cultura, de izquierda, no no coincidía con la cultura marxista tradicional. En
marxista, estaba por nacer. Aquí se sitúa el origen cambio, desde el inicio de la conferencia, el filósofo
de ciertas reacciones que rápidamente acusaron a fran cés la emprendió con aquellos grupos de intelec-
esas investigaciones - las cuales, por lo demás, no tuales, los «estructuralistas», que habrían estado al
seguían en absoluto los pasos de las investigaciones servicio del gran capital e intentaban oponerse a la
marxist as- de tecnocráticas, idealistas, etc. Poco gran tradición ideológica marxista. Al hablar de es-
más o menos como en la URSS. Ciertos juicios pu- te modo se proponía quizá complacer a los checos,
blicados en Les Thmps Modernes eran muy simila- sugiriendo una especie de diálogo en forma de mar-
res a los de los últimos estalinistas, o a los del perío- xismo «ecuménico»; en cambio, sin darse cuenta,
do kruscheviano, acerca del formalismo y el estruc- atacaba precisamente 10 que los intelec~úales de ese
turalismo. país estaban haciendo. Al mismo tiempo, daba a las
autoridades checoslovacas un arma excepcional,
D. T.: Creo que también aquCusted fuerza un poco permitiéndoles lanzar un ataque contra el estructu-
las cosas, en el sentido de que una analogia dejuicio ralismo, al que incluso un filósofo no comunista con-
no llega a ser una convergencia de posición cultural, sideraba una ideología reaccionaria y burguesa. Co-
menos aún política . . . mo usted ve, una gran desilusión.
Paso ahora a la segunda historia , de la cual fui
M. F.: Permítame contarle dos historias bastante prot agonista en persona cuando, en 1967, me ofre-
ejemplares. De la primera no estoy absolutamente cieron dar una serie de conferencias en Hungría.
seguro; me la relató, hace algunos años, un emi- Entre otras cuestiones, yo había propuesto tratar
grante checoslovaco. A fines de 1967 o principios de también los temas del debate en curso acerca del es-
1968, uno de los principales filósofos occidentales, tructuralismo. Todos los temas fueron aceptados, y
francés, fue invitado a Praga para dar una confe- entonces inicié mi ciclo de confer encias en Bulas
rencia. Los checos lo esperaban con gran aprensión. universitarias y en teatros. Cuando negó el momen-
Era el primer gran intelectual no comunista que se to en que debía hablar del estructuralismo, se me

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D UCClO TBONBADORI CONVERSACIONES CON F OUCAULT

anunció que en esa ocasión la conferencia tendría gar, análisis que, aun siendo rigurosamente racio-
lugar en la oficina del rector: es un tema muy espe- nales, no eran de tipo marxista. Pienso que se trata-
cializado, me dijeron, no hay mucho interés. Yo no ba del nacimiento de un tipo de reflexión teórica que
creía que las cosas fueran así. Lo comenté con mijo- se iba alejando de la gran obediencia marxista. Por
ven intérprete, y él me respondió: «Hay tres temas esta razón, en cierto modo,los valores y la lucha que
de los que no podemos discutir en la Universidad: el estaban en juego en el Este se transponían a lo que
nazismo, el régimen Horty y el estructuralismo... ocurría en el Oeste.
Quedé desconcertado, pero cuando volví a reflexio-
nar acerca de ese episodio comencé a comprender D. T.: No entiendo bien el significado de esa «lrans-
que, en definitiva, el problema del estructuralismo posicitm.». La reactivación ckl interés por el método
era un problema del Este, y que las encendidas y estructural y por su tradición en los países del Este
confusas discusiones surgidas en Francia al respec- tenía poca relación con la línea del «antihumanismo
to no eran sino el contragolpe, por cierto mal com- teórico» que expresaban los «estructuralistas» fran-
prendido por todos, de una lucha mucho más seria y ceses...
dura que se desarrollaba en los países del Este.
M. F.: Tal vez no me haya explicado bien ... pero, en
D. T.: ¿En qué sentido habla usted de «contragolpe»? el fondo, lo que ocurría en el Este y en el Oeste tenía
¿El debate te6rico no tenía en Francia una origina- algún parecido, dentro de ciertos límites, porque la
lidad especifica, qW! iba más allá de la cuestión del apuesta era la siguiente: ¿en qué medida es posible
eslructuralisnw? constituir formas de reflexión y de análisis que, sin
ser irracionalistas ni «de derecha», no sean reduci-
M. F.: Si se quiere, las consideraciones que he ex- bles dentro del dogmatismo marxista? Fue esta
puesto pueden servir para precisar el juicio y reco- compleja problemática, con todos los desarrollos
nocer mejor la intensidad y el carácter del debate que tuvo, la que se reconceptualizó con el vago y
que se desarrollaba en Europa occidental. En efecto, confuso término «estructura lismo». ¿Por qué apare-
detrás de lo que se .denominó "estructuralismo» se ció este término? Porque el debate sobre el estructu-
agitaba una serie de cuestiones importantes: en pri- ralismo era, en realidad, la principal apuesta en la
mer lugar, cierta manera de plantear los problemas URSS y en los paises del Este. Y, por 10 demás, res-
teóricos, sin centrarse en el <'sujeto»; en segundo lu- pecto del estructuralismo, allí estaba en discusión

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DUCCIO T ROMBADORI COl'NERSACIONES CON FOUCAULT

algo análogo a lo que se proponía entre nosotros, locura , atacando en su lugar el otro libro, Las pa-
esto es: ¿en Qué medida es posible una investigación labras y las cosas. En realidad, Historia de la locura
teórica racional, científica, que supere las leyes y el había irritado bas tante: esa obra, que desplazaba la
dogmatis mo del materialismo dialéctico? Como us- atención de problemas elevados a cuestiones mÍ-
ted ve, la analogía con 10 que acontecía en Francia nimas, en vez de hablar de Marx se ponía a analizar
es m arcada, s610 que aquí no era el estructuralismo nimiedades como las prácticas de internación en el
en sentido estricto el núcleo del debate, mientras manicomio, etc. El escándalo, que habría debido es-
que en los países del Este era precisamente el es- tallar diez años antes, se produjo en 1966, cuando
tructuralismo 10 que se quería ocultar, combatir, apareció Las palabras y las cosas: se afinnó que era
como sucede aún hoy. Así, como puede ver, se expli- un texto puramente formal, abstracto -algo que no
ca mejor el sentido de una serie de anatemas ... habría podido decirse de mi primer trabajo sobre la
locura- . Empero, si se hubiera prestado atención
D. T.: No deja de ser curioso, sin embargo, que tam- seria mente a Historia de la locura y también al
bién fuera objeto de estos «anatemas" Louis Althus- siguiente libro, El nacimiento de la clínica, hubiese
ser, cuya investigaci6n se identificaba plenamente resultado evidente que Las palabras j las cosas no
con el marxismo, del cual incluso se proclamaba co- representaba en absoluto para mí un punto de lle-
mo la más fiel interpretación. También Althusser, gada y de conclusión. Era una obra que se ubicaba
pues, entre los <t€struct¡¡.ralistas". ¿C6mo es posible, en una dimensión específica, concebida para afron-
entonces, que una obra marxista como Pam leer El tar una serie de cuestiones. Yo no resolvía allí todas
capital y su libro Las palabras y las cosas -publi- mis preocupaciones, y menos aún las de orden me-
cado a mediados de los anos sesenta, y de disímil todológico; por lo demás, al final del libro recalcaba
orientaci6n- se hubieran conuertido, ambos, en que se trataba esencialmente de un análisis centra-
blanco de una polémica «antiestructuralista»? do en el campo de las transformaciones del saber y
del conocimiento. Y reconocía la necesidad de pro-
M. F.: Salvo por la oposición teórica a la primacía del fundiz ar, a partir de esos resultados, una serie de
«sujeto», no sabría decirle exactamente por qué Al- problemas y de móviles. Si mis críticos hubiesen
thusser, que no era estructuralista, llegó a quedar leído mis trabajos previos, si no hubiesen preferido
incluido en la definición. En lo que a mí concierne, olvidarlos , habrían tenido que reconocer que en
creo que me querían hacer pagar por Historia de la ellos yo planteaba ya muchos de esos problemas, ex-

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DUCCIO TROMBADORI CONVERSACIONES CON FOVCAVLT

plicaciones y móviles. Es un viejo y arraigado vicio la locura, dado que esa metodología se había empe-
el dejuzgar un libro como si fuese una especie de ah- zado 8 poner en práctica justamente en relación con
soluto, perfectamente acabado en cada uno de sus las enfennedades mentales. Como usted ve, es una
aspectos. Como usted sabe, yo escribo los libros de temática que se desplazaba como una pieza en un
manera progresiva: el primero deja abiertos proble- tablero, de remisión en remisión, a veces en zigzag,
mas sobre los Que se sustenta el segundo, el cual, a a veces saltando de una casilla a otra. Por esta ra-
su vez, reclama otro. Y todo ello no ocurre mientras zón, decidí sistematizar en un texto el complejo cua-
se mantiene una continuidad lineal, sino que esos dro que se había ido configurando durante mis in-
textos mismos se entrecruzan, se atraviesan unos vestigaciones. Así nació Las palabras y las cosas: un
con otros. libro muy técnico, dirigido sobre todo a especialistas
en filosofia de lacienda. Lo había concebido tras ha-
D. T.: ¿Qué vinculaba un «libro de método» como Las ber discutido de ello con Georges Canguilhem, y me
palabras y las cosas a «libros de exploración» como dirigía en especial a los estudiosos. Sin embargo,
los referidos a la locura ya la cUnica? ¿Qué proble- \ para serIe franco, no eran esos los problemas que
mas lo impulsaron a pasar a un examen más siste- más me apaSionaban. Ya le hablé de las «experien-
mático, del cual derivó luego la noci6n de «episte- cias límite .. : ese es el tema que en verdad me fasci-
meo>, o del conjunto de reglas que rigen las «prácticas na. Locura, muerte, sexualidad, crimen son las co-
discursivas» en determinada culturo o en una época sas que más atraen mi atención. Siempre consideré
hist6rica? que Las palabras y las cosas era una especie de ejer-
cicio formal ...
M. F.: Con Las palabras y las cosas desarrollé un
análisis de métodos, procedimientos, clasificaciones D. T.: ¡No pretenderá Iw.cerme creer que para u.sted
en el orden del saber científico experimental occi- Las palabras y las cosas no fu. 1JO importancia! En
dental: precisamente, una cuestión que había seña- eu texto, usted llevó a cabo una notable transici6n
lado, cruzándola, mientras trabajaba en El naci- de su pensamiento. El ámbito de indagación ya TlO
miento de la clínica, en tomo a los problemas de la era "la experiencia originaria» de la locura, sino los
biología, de la medicina y de las ciencias naturales. criterios y la organizaci6n de la cultura y de la histo-
Pero el problema de la medicina clasificatoria ya 10 ria ...
había afrontado cuando trabajaba en la Historia de

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