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LOGOS

COLECCIÓN

VESTIGIUM
Atención a víctimas
de violencia basada
en género

Ever José López Cantero


Editor

18
Ever José López Cantero
Psicólogo, máster en Justicia Transicional,
Desplazamiento Forzado, Paz, Desarrollo y Cooperación,
magíster en Derecho, especialista en Administración
Pública y doctorando en Psicología. Docente de
planta tiempo completo de la Facultad de Psicología,
Universidad Católica de Colombia. Línea de investigación
e integración curricular en Psicología Jurídica y
Criminológica, grupo de Investigación EUROPSIS. Líder
del semillero de investigación en Psicología Jurídica.
La colección editorial Logos-Vestigium Presidente del Capítulo Bogotá y Cundinamarca del
comprende obras fruto de la actividad Colegio Colombiano de Psicólogos.
científica de la Facultad de Psicología de Correo electrónico: ejlopezucatolica.edu.co
la Universidad Católica de Colombia. Su ORCID: https://orcid.org/ 0000-0003-1921-4159
nombre exalta la búsqueda comprometida
de vestigios —entendidos como respuestas
tentativas a preguntas de investigación—
que permitan aportar, desde el quehacer
académico, al desarrollo social y de la ciencia
psicológica. Vestigio, como señal de algo
inacabado, es una exhortación a la persistencia,
a la búsqueda, e invita a continuar con la
averiguación y el estudio de lo psicológico
en un entorno tecnológicamente cambiante,
metodológicamente diverso y socialmente
complejo. Son propios de esta colección
reflexiones, teorías, procedimientos, métodos,
instrumentos, protocolos, procesos, hallazgos,
documentación de innovación y demás tipos de
formatos de aportes derivados de los avances
contemporáneos de sus líneas de investigación,
que, bajo principios de excelencia teórica y
metodológica, sean seleccionados en el proceso
característico de las publicaciones científicas.
LOGOS 18
COLECCIÓN
VESTIGIUM

Atención a víctimas
de violencia basada
en género

Ever José López Cantero


Editor
López Cantero, Ever José
Atención a víctimas de violencia basada en género / Ever José López Cantero… [y otros veinticuatro] ; prólogo por
César Augusto Giner Alegría ; editado por Ever José López Cantero. — Bogotá : Universidad Católica de Colombia, 2022
203 páginas; 17 × 24 cm – (Colección Logos Vestigium ; no. 18)

ISBN : 978-628-7554-29-0 (impreso)


978-628-7554-30-6 (digital)

I.Título II. Serie III. Cifuentes-Barbosa, Alejandro. IV. Borda-Montenegro, Angie. V. Londoño-Osorio, Angie
Juanita. VI. Beltrán-Sierra, Brenda Marcela. VII. Alarcón-Ochoa, Carolina. VIII. Muñoz-Salas, Catalina. IX. Riaño-García,
Daniel Ricardo. X. Chinchilla-Rosales, Daniela Andrea. XI. Puello-Ruiz, Daniela. XII. Cárdenas-Carrillo, Deisy Alejandra. XIII.
Jaimes-Cuberos, Edwin Alexis. XIV. Orduz-Gualdrón, Frank Steward. XV. Rodríguez-Rodríguez, Jenny Marcela. XVI. Jiménez-
Molina, José Raúl. XVII. Barreto-Rodríguez, Karol Sthefania. XVIII. Corredor-Santana, Laura Estefany. XIX. Rodríguez-
Guerrero, Leidy Johana. XX. Álvarez-Ascanio, Liceth Lorena. XXI. Jiménez-Ardila, Luis Orlando. XXII. Calderón-Uribe, Magaly.
XXIII. Parra-Silva, Maryori Fabiana. XXIV. Jaramillo-Hernández, Rosa Angélica. XXV. Ruiz-Guevara, Sandra Milena. XXVI.
Trujillo-Mahecha, Yulieth.

1. Víctimas de crímenes - investigaciones- Colombia. 2. Políticas públicas-Violencia- Colombia. 3. Hombres-


Violencia contra-Colombia. 4. Minorías sexuales-Violencia contra-Colombia. 5. Criminología-Aspectos psicológicos-Colombia.
6. Delitos contra la mujer-Aspectos psicológicos-Colombia.
Dewey 362.88 SCDD ed. 22
Fuente de catalogación: Biblioteca Universidad Católica de Colombia

Proceso de arbitraje:
Cómo citar esta publicación [APA]:
Primer concepto de evaluación:
07 de diciembre de 2021
López Cantero, E. J. (Ed.) et al. (2022). Atención a
Segundo concepto de evaluación:
víctimas de violencia basada en género. Editorial
08 de junio de 2022
Universidad Católica de Colombia.
https://doi.org/10.14718/9786287554306.2022
© Universidad Católica de Colombia
© Ever José López Cantero (Ed.)

ISBN impreso: 978-628-7554-29-0


ISBN digital: 978-628-7554-30-6 Facultad de psicología
Av. Caracas 46-22
Primera edición, Bogotá, D. C. Bogotá, D. C.
Diciembre de 2022 psicologia@ucatolica.edu.co
Editorial
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Universidad Católica de Colombia
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Autores
© Alejandro Cifuentes Barbosa © Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez
© Angie Borda Montenegro © José Raúl Jiménez Molina
© Angie Juanita Londoño Osorio © Karol Sthefanía Barreto Rodríguez
© Brenda Marcela Beltrán Sierra © Laura Estefany Corredor Santana
© Carolina Alarcón Ochoa © Leidy Johana Rodríguez Guerrero
© Catalina Muñoz Salas © Liceth Lorena Álvarez Ascanio
© Daniel Ricardo Riaño García © Luis Orlando Jiménez Ardila
© Daniela Andrea Chinchilla Rosales © Magaly Calderón Uribe
© Daniela Puello Ruiz © Maryori Fabiana Parra-Silva
© Deisy Alejandra Cárdenas Carrillo © Rosa Angélica Jaramillo Hernández
© Edwin Alexis Jaimes Cuberos © Sandra Milena Ruiz Guevara
© Ever José López Cantero © Yulieth Trujillo Mahecha
© Frank Steward Orduz-Gualdrón
Universidad Católica de Colombia

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Rector

Edwin Daniel Durán-Gaviria


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Dirección Central de Investigaciones

Facultad de Psicología
María Idaly Barreto-Galeano
Decana

Centro de Estudios e Investigaciones

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Director (2019-2020)

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Directora (2021-I)

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Directora

Líderes de Línea de Investigación e Integración Curricular

Bertha Lucía Avendaño-Prieto Nelly Ayala-Rodríguez


Métodos de Investigación Aplicados Psicología Social, Política y Comunitaria
a la Psicología

Mónica García-Rubiano Ever José López-Cantero


Psicología Organizacional Psicología Jurídica y Criminológica
(2018–2020)

Juan Camilo Carvajal-Builes Jaime Humberto Moreno


Psicología Jurídica y Criminológica (2021) Psicología Clínica, de la Salud y Adicciones

Ivonne Alejo Castañeda María Fernanda Cobo-Charry


Psicología Educativa Proceso Psicobiológicos y del Comportamiento
CONTENIDO

Prólogo.................................................................................................................11
Introducción ......................................................................................................15
Capítulo 1
Perspectiva psicojurídica de la violencia de género....................................19
José Raúl Jiménez Molina, Deisy Alejandra Cárdenas Carrillo, Rosa Angélica Jaramillo Hernández, Angie
Juanita Londoño Osorio, Daniel Ricardo Riaño García, Frank Steward Orduz-Gualdrón

Capítulo 2
Medios de comunicación y violencia sexual contra población
masculina perpetrada por mujeres: una invisibilización riesgosa ............41
Angie Borda Montenegro, Ever José López Cantero, Sandra Milena Ruiz Guevara

Capítulo 3
Análisis criminológico de victimarios de violencia
de género en Colombia.................................................................................. 57
Sandra Milena Ruiz Guevara, Ever José López Cantero, Karol Sthefanía Barreto Rodríguez,
Yulieth Trujillo Mahecha, Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez, Catalina Muñoz Salas, Daniela Puello Ruiz

Capítulo 4
Análisis victimológico de la violencia de género:
un énfasis en el contexto intrafamiliar .........................................................99
Ever José López Cantero, Angie Borda Montenegro, Luis Orlando Jiménez Ardila,
José Raúl Jiménez Molina, Sandra Milena Ruiz Guevara, Magaly Calderón Uribe,
Frank Steward Orduz-Gualdrón

Capítulo 5
Pasado y presente de la atención a víctimas de violencia de género ..... 123
Frank Steward Orduz-Gualdrón, Maryori Fabiana Parra-Silva,
Edwin Alexis Jaimes Cuberos, José Raúl Jiménez Molina

5
Capítulo 6
Protocolos colombianos para la atención a víctimas
de violencia de género, una revisión documental .....................................137
Magaly Calderón Uribe, Liceth Lorena Álvarez Ascanio, Daniela Andrea Chinchilla Rosales,
Laura Estefany Corredor Santana, Luis Orlando Jiménez Ardila

Capítulo 7
Guía de actuación homogénea para la atención
de víctimas de violencia de género .............................................................163
Luis Orlando Jiménez Ardila, Carolina Alarcón Ochoa, Brenda Marcela Beltrán Sierra,
Alejandro Cifuentes Barbosa, Leidy Johana Rodríguez Guerrero, Magaly Calderón Uribe

Perfil de autores y autoras ........................................................................199


GRUPO DE INVESTIGACIÓN:
EUROPSIS
LÍNEA DE INVESTIGACIÓN:
Psicología Jurídica y Criminológica
PROYECTO DE INVESTIGACIÓN:
Protocolo de atención a víctimas de violencia de género
RESUMEN

Esta publicación está dirigida a profesionales de las ciencias humanas y sociales, a


investigadores, analistas y técnicos en el diseño, formulación e implementación de
políticas públicas para la atención a las víctimas de la violencia basada en género,
puesto que puede orientar el trabajo multidisciplinario y la atención a dichas vícti-
mas. Atención a víctimas de violencia basada en género se desarrolló en el marco del
proyecto de Investigación “Diseño de un protocolo para la atención a víctimas de
violencia de género”, para lo cual se partió de un análisis psicojurídico, un análisis
de la invisibilización riesgosa de la violencia ejercida hacia los hombres, un abordaje
criminológico y un análisis victimológico, los cuales permitieron centrarse final-
mente en abordar lo que ha sido la atención a las víctimas y ofrecer herramientas
para el desarrollo integral de la atención a personas que han sido violentadas o
agredidas en razón del género.
Palabras clave: análisis criminológico, análisis victimológico, atención, género, guía
homogénea, invisibilización, protocolos, víctimas, violencia
ABSTRACT

This publication is aimed at human and social sciences professionals, at researchers,


analysts, and technicians involved in the design, formulation, and implementation
of public policies for the attention of victims of gender violence, as it provides guide-
lines for this attention and for related multidisciplinary work. This book, Attention
to Victims of Gender Violence, was developed in the framework of the research pro-
ject “Design of an attention protocol for victims of gender violence”. The project was
based on a psycho-legal analysis, an analysis of the invisibility of violence towards
men, a criminological perspective, and a victimological analysis, all of which allowed
the research to focus on the victims attention and offer tools for the comprehensive
development of the attention of the persons attacked or victimized on gender related
grounds.
Keywords: criminological analysis, victimological analysis, attention, gender,
homogenous guide, invisibility, protocols, victims, violence.
PRÓLOGO

Cómo citar este apartado [APA]:


Giner Alegría, C. A. (2022). Prólogo. En E. J. López Cantero (Ed.) et al.,
Atención a víctimas de violencia basada en género (pp. 11-14). Editorial
Universidad Católica de Colombia.

Cuando fui invitado por el colega Ever José López para hacer parte de este intere-
sante texto y aportar mediante el desarrollo de este prólogo, lo primero que pensé
fue en la importancia de ponerme en contexto y revisar un poco alrededor de la
violencia que se vive en Colombia. En esta revisión general es imposible no trope-
zarse con toda una historia de conflicto armado y la victimización experimentada
por la población civil; al igual que la referencia a los procesos y acuerdos establecidos
con algunos grupos armados en la búsqueda de la paz. Pero al tratarse esta obra de
una temática específica de la violencia, me vi forzado a incluir en mis criterios
de búsqueda el término violencia basada en género; aquí es indudable la referencia a
este tipo de agresión identificada mayormente como violencia de género, cruzándose
en mi lectura un interesante debate alrededor de si debe llamarse violencia de género
o violencia basada en género. Lo que sí quedó claro es que, independientemente
del término utilizado, se está haciendo referencia a un repertorio conductual y a
una interacción mediada por la violencia ejercida en el marco del predominio de una
perspectiva de género sobre otra.
Diferentes autores y escritos hacen referencia a este tipo de violencia como un pro-
blema de salud pública, que afecta de manera indiscriminada a diferentes sectores
de la sociedad y que está presente alrededor del mundo con una connotación predo-
minantemente feminista. El texto que tiene en sus manos no podría suscribirlo en
esta perspectiva feminista; por el contrario, ofrece una visión amplia del fenómeno
de violencia basado en género, permitiendo al lector hacer su propio ejercicio crítico
frente a la innegable prevalencia de este tipo de violencia hacia la mujer, pero sin
dejar de lado el hecho de que afecta tanto a hombres como mujeres y fuertemente a
la población LGBTIQ+.

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LOGOS VESTIGIUM

Prólogo

Al ser una obra resultado de investigación, este libro se suscribe como producto
de un proyecto desarrollado por un grupo de colegas de la Universidad Católica de
Colombia, la Universidad Cooperativa de Colombia, sede Bucaramanga, y la
Universidad Simón Bolívar de Cúcuta. El proyecto denominado “Protocolo de
atención a víctimas de violencia de género” fue aprobado por las universidades
mencionadas en 2019, para desarrollarse en la vigencia de 2020, con la participación
de seis investigadores y tres semilleros de investigación. El investigador, colega y
amigo Ever José López Cantero, de la Universidad Católica de Colombia, es quién ha
liderado este proyecto de investigación, contando con la edición de este libro en la
Editorial de la Universidad Católica.
Con la rigurosidad que caracteriza la investigación, es interesante encontrarse en
este libro cuatro capítulos iniciales que abordan el marco normativo desde una pers-
pectiva psicojurídica de la violencia de género, seguido de una importante revisión
y análisis alrededor de la invisibilización de la violencia sexual cuando es ejercida
hacia el hombre, para posteriormente pasar a un abordaje analítico de las caracterís-
ticas criminológicas y victimológicas inmersas en este tipo de agresión. Finalmente,
el lector se encontrará con tres capítulos que abordan el pasado y presente de la
atención a las víctimas de violencia basada en género, la revisión de protocolos para
el desarrollo de esta atención y una propuesta de guía de actuación homogénea para
una efectiva e integral atención.
El primer capítulo, liderado por el colega José Raúl Jiménez, lleva al lector en un
recorrido por la operacionalización de la violencia de género y a una profundización
en los desarrollos normativos a escala nacional e internacional, que se han consti-
tuido en instrumentos para el adecuado abordaje de esta problemática y la necesaria
atención directa y en materia de políticas públicas enfocadas en las víctimas. Este
capítulo, titulado “Perspectiva psicojurídica de la violencia de género”, parte de un
marco teórico sobre la problemática, en el cual no solo se operacionaliza este tipo de
violencia, sino que se definen algunas características de los actores y los principales
mitos o estereotipos que pueden favorecer su surgimiento; finalmente, los autores del
capítulo desarrollan un análisis de la legislación colombiana y la legislación interna-
cional que permite la delimitación y abordaje integral de este tipo de violencia.
El segundo capítulo, enfocado en los medios de comunicación y la invisibilización
riesgosa de la violencia sexual contra la población masculina, pone presente cómo
la violencia sexual contra la mujer se encuentra ampliamente abordada tanto en los
desarrollos investigativos como normativos y cómo los medios de comunicación
contribuyen a su necesaria visibilización; pero al tratarse de víctimas masculinas,
tanto las estadísticas como los estereotipos y la asignación de géneros a diferentes

12
LOGOS VESTIGIUM

César Augusto Giner Alegría

tipos de violencia, han contribuido a una subvaloración de la incidencia de esta vio-


lencia cuando es ejercida hacia hombres. Para responder al objetivo investigativo en
este capítulo se aborda la representación de la problemática de invisibilización de la
violencia sexual ejercida hacia los hombres en los principales medios de comunica-
ción de acceso libre en Colombia, identificando que el cubrimiento realizado a este
tipo de noticias es de baja representación en comparación con los casos de violencia
sexual donde la víctima es una mujer.
Con el liderazgo de la psicóloga Sandra Milena Ruiz Guevara, el tercer capítulo titu-
lado “Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia”,
responde a un ejercicio de investigación desarrollado a partir de los registros esta-
dísticos del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), previa revisión de
aspectos conceptuales alrededor de la violencia de género como una problemática
que afecta a la sociedad. Los datos analizados, tanto en personas condenadas como
sindicadas por delitos considerados en el marco de la definición de violencia de
género, corresponden con variables registradas por el Inpec en el marco de la eva-
luación y clasificación de las personas privadas de la libertad, aplicando el inventario
de valoración integral para condenados (IVIC). En este tercer capítulo se puede
observar una caracterización de los autores de violencia de género en Colombia a
partir de variables como el nivel educativo, la edad, el estado civil, entre otras.
El capítulo cuarto recoge los resultados de un análisis victimológico frente a la vio-
lencia de género en Colombia, realizado con el liderazgo del colega Ever José López
Cantero, quien con su equipo de trabajo desarrollan una revisión de la prevalencia
de expresiones de violencia basada en género en Colombia durante los últimos cinco
años, profundizando específicamente en el impacto de esta en un contexto como el
intrafamiliar. La revisión fue realizada a partir de las estadísticas del Observatorio
de Violencia de Género y el Observatorio de Violencia del Instituto Nacional de
Medicina Legal y Ciencias Forenses.
El texto continúa con una revisión en el capítulo quinto sobre lo que ha sido la aten-
ción a las víctimas de violencia basada en género y los aportes y desarrollos actuales
en la materia. En este capítulo, los investigadores, con el liderazgo del psicólogo Frank
Steward Orduz-Gualdrón, parten de una abordaje histórico y contextual nacional e
internacional, mediante revisión teórica, en el cual buscan comprender los alcances
y las limitaciones de dicha atención.
El capítulo sexto el libro acerca al lector a la perspectiva de la atención y a una pro-
puesta integral frente a las necesidades del contexto. En este capítulo, a cargo de la
psicóloga Magaly Calderón Uribe y coautores, se encontrará con una mirada a la
necesidad de generar acciones en materia de prevención y promoción de los derechos

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LOGOS VESTIGIUM

Prólogo

humanos como un mecanismo eficaz; concluyendo que los protocolos deben producir
dos efectos concretos: el primero, promover un espacio de contención y orientación,
y el segundo, dejar un mensaje claro a todas las organizaciones sobre la no acepta-
ción de estos comportamientos. Se seleccionaron 32 protocolos, 14 realizados por
instituciones privadas y 18 de carácter público; estos se analizaron de acuerdo con
las categorías establecidas: la institución que participa en el abordaje, la población,
los pasos, el profesional y las recomendaciones en el momento de atención.
Finalmente, este libro ofrece en el capítulo séptimo una propuesta homogénea para
la atención de víctimas de violencia de género. El doctor Luis Orlando Jiménez,
junto con cinco coinvestigadores, orienta desde su revisión algunos lineamientos
que se convierten en el primer paso para la construcción de políticas y protocolos de
atención contextualizados a las necesidades de las víctimas y los entornos afectados
por la violencia basada en género.

César Augusto Giner Alegría


Doctor en Abogacía y Práctica Jurídica
Licenciado en Criminología y Psicología
Profesor de la Universidad Católica de Murcia (UCAM)

14
INTRODUCCIÓN

Cómo citar este apartado [APA]:


López Cantero, E. J. (2022). Introducción. En E. J. López Cantero (Ed.)
et al., Atención a víctimas de violencia basada en género (pp. 15-17).
Editorial Universidad Católica de Colombia.
https://doi.org/10.14718/9786287554306.2022.0

El presente texto es resultado de un proyecto de investigación que tuvo como objetivo


el abordaje integral de la violencia basada en género, partiendo de una revisión de los
desarrollos jurídicos en la materia. El primer capítulo corresponde al marco jurídico
sobre la violencia de género, dándole una perspectiva psicojurídica que permite un
análisis basado en los desarrollos disciplinares, la mirada a la violencia en general y
la aproximación desde la Organización Mundial de la Salud, contemplando aquellos
factores que se convierten en elementos que aumentan la probabilidad de ocurrencia
de la violencia y dándole una mirada a las diferentes manifestaciones de la violencia
a escala mundial. Para ello, en la investigación se abordan los diferentes tipos de vio-
lencia que han sido categorizados en la estructura de violencia de género o violencia
basada en género, comprendiendo que estas perspectivas difieren cualitativamente
de los elementos que toman para definir la violencia. Partir de las diferentes tipo-
logías aceptadas conceptual y empíricamente como violencia, que se enmarcan en
el enfoque diferencial por perspectiva de género, les permitió a los investigadores
tomar una base común para el desarrollo de los otros elementos que integraron la
investigación.
De tal manera que, el primer capítulo —“Perspectiva psicojurídica de la violencia de
género”— recoge la mirada al marco jurídico sobre la violencia de género y parte
de la revisión desarrollada como marco conceptual. En esa perspectiva, el capítulo
uno presenta, además de la operacionalización de los tipos de violencia de género,
una aproximación al perfil de las víctimas, las características de los autores y los mitos
frente a este tipo de violencia; para enfocarse finalmente en los desarrollos nor-
mativos a escala internacional y nacional, revisando las disposiciones generales y
artículos más relevantes, así como la ratificación en Colombia para el caso de los
15
LOGOS VESTIGIUM

Introducción

instrumentos internacionales y los aspectos más sobresalientes o importantes a


juicio del equipo investigador para el caso de disposiciones normativas nacionales.
Tomando esta base conceptual y jurídica, la investigación avanza con una mirada a
la luz de desarrollos empíricos en materia de violencia de género, de tal manera que
el lector se encontrará al avanzar en este libro con un segundo capítulo que recoge
aspectos relevantes del marco empírico, donde los investigadores consideran rele-
vante una mirada a las expresiones de violencia y específicamente el tipo de violencia
sexual, cuando esta es ejercida hacia la población masculina y cómo en los diferentes
medios de comunicación se evidencia una invisibilización que puede llegar a con-
siderarse riesgosa en la comprensión de la violencia de género o la violencia basada
en género, la cual podría finalmente integrar un abordaje de la violencia ejercida en
razón del género y traspasando los límites tradicionales fijados por los desarrollos
investigativos privilegiadamente en la mujer como víctima.
Con el fin de evitar una mirada parcializada y plasmar en este libro otros apartes
del marco empírico, en el capítulo tres se presentan los principales resultados de la
revisión sobre las variables criminológicas asociadas a autores de violencia basada en
género en Colombia. Para ello, el equipo de investigadores recurre a las referencias
disponibles en ejercicios de investigación publicados y a la revisión de bases de datos
aportadas por la autoridad penitenciaria en Colombia, el Inpec.
Dicha mirada a las variables características del autor de violencia de género se
complementan con el abordaje de variables victimológicas identificadas en el marco
empírico de la investigación y las cuales se recogen en el capítulo cuarto, en el que
mediante análisis de las características sobresalientes en la descripción de las víctimas
de violencia de género en la literatura empírica y complementando con estadísticas
oficiales del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, los investi-
gadores presentan una mirada a variables características en víctimas de violencia de
género con un énfasis especial en el contexto intrafamiliar, dado que se identifica
como uno de los contextos donde mayormente se ejerce este tipo de violencia.
En este punto y considerando el enfoque de la investigación y del libro, en el capítulo
quinto, “Pasado y presente de la atención a víctimas de violencia de género”, el equipo
investigador ha querido plasmar los principales hallazgos del marco empírico que
responden a la necesidad de comprender cómo se ha desarrollado la atención y cómo
se articula en la actualidad dicha atención desde escenarios oficiales, instituciones de
atención primaria y organizaciones de la sociedad civil.
Debido a que la atención a las víctimas se orienta a partir de protocolos y conside-
rando que el objetivo central de la investigación es aportar a la construcción de un

16
LOGOS VESTIGIUM

Ever José López Cantero

protocolo de atención, en el capítulo sexto se abordan los resultados de la revisión


frente a los instrumentos existentes en Colombia que orientan con estructura de
protocolo la atención a las víctimas. Para una mayor comprensión del lector y de
la comunidad académica frente a este capítulo, se presenta una aproximación a la
operacionalización del término protocolo y las directrices en materia de atención,
para finalmente abordar en una tabla de resultados los principales protocolos iden-
tificados a partir de 2008, tanto en el ámbito estatal como los desarrollados por la
academia, el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil.
Finalmente, en el capítulo séptimo se recoge a modo de guía uno de los principa-
les aportes de la investigación, que son una serie de directrices para la actuación
homogénea cuando de atención a víctimas de violencia de género se trate. El equipo
investigador ha querido poner a disposición en este último capítulo unas conside-
raciones conceptuales y unos referentes procedimentales y éticos que se estructuran
en una guía, como aporte final de la investigación al debate académico, a la política
pública en la materia y a los profesionales que en el marco de sus actividades han de
atender a personas victimizadas por violencia de género.
Como resultado de investigación, este libro y sus aportes quedan como una herra-
mienta a disposición del público interesado y de la comunidad académica que a
partir de los hallazgos aquí plasmados puedan orientar sus investigaciones, debatir
sobre los planteamientos de los autores y seguir aportando a un debate dinámico que
redunde en la mejora de metodologías y procedimientos para el abordaje y atención
de las víctimas en Colombia.

Ever José López Cantero


Editor

17
1
PERSPECTIVA PSICOJURÍDICA
DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO
José Raúl Jiménez Molina
Deisy Alejandra Cárdenas Carrillo
Rosa Angélica Jaramillo Hernández
Angie Juanita Londoño Osorio
Daniel Ricardo Riaño García
Frank Steward Orduz-Gualdrón

Cómo citar este capítulo [APA]: Jiménez Molina, J. R., Cárdenas


Carrillo, D. A., Jaramillo Hernández, R. A., Londoño Osorio, A. J., Riaño
García, D. R., & Orduz-Gualdrón, F. S. (2022). Perspectiva psicojurídica
de la violencia de género. En E. J. López Cantero (Ed.) et al., Atención a
víctimas de violencia basada en género (pp. 19-40). Editorial Universidad
Católica de Colombia. https://doi.org/10.14718/9786287554306.2022.1

La igualdad es una necesidad vital del alma humana. La misma cantidad de respeto y de
atención se debe a todo ser humano, porque el respeto no tiene grados.
Simon Weil, citado por Martino (2012)

Resumen
El presente capítulo desarrolla una mirada a la violencia de género como resultado
de un análisis operacional y jurídico, fundamentado en la relevancia que tiene para
toda la sociedad y disciplinarmente para los psicólogos, en especial aquellos que
se desempeñan en áreas de incidencia de la política pública y la atención directa a
las víctimas. Para ello, se realizó una revisión documental como soporte del marco
teórico y el marco jurídico de la investigación, presentando en la primera parte del
capítulo un abordaje conceptual sobre el tema, su operacionalización, las caracte-
rísticas asociadas al perfil de sus actores y los principales mitos respecto al mismo.
Como resultado, este capítulo recoge el marco jurídico y parte del marco conceptual
de la investigación. Se tomó como referencia para el marco jurídico una revisión y
análisis de la legislación nacional e internacional que orienta las respuestas ante la

19
LOGOS VESTIGIUM

Perspectiva psicojurídica de la violencia de género

violencia y la atención a las víctimas y un referente ético para el ejercicio profesional


del psicólogo.
Palabras clave: violencia de género, legislación, ética, leyes, derechos.

Introducción
Actualmente existen diferentes transgresiones a los Derechos Humanos, y la violencia
es una de las más preocupantes, pues tal como lo asegura la Organización Mundial
de la Salud (2014) esta es la problemática que causa mayor cantidad de víctimas en el
mundo; sin embargo, también es una de las más ignoradas y normalizadas debido a
la aceptación de un sinnúmero de praxis. La violencia ha sido definida como el uso
premeditado de la fuerza, las amenazas o el poder físico con el objetivo de causar
daño, ya sea físico o psicológico, hasta generar dificultades en el desarrollo o incluso
la muerte; esta puede ser infligida a sí mismo, a otra persona o a un grupo (OMS,
2016) y se entienden como violencia todos los actos que afectan la salud de las vícti-
mas, sin importar que estos sean aceptados o no por la cultura (OMS, 2015).
En el mundo existen muchos tipos de violencia, pero este capítulo se centra en el
abordaje de la violencia de género, definida como aquella construcción social basada
en el machismo y el maltrato por exclusión, en la cual, un hombre ataca la integridad
de una mujer a cualquier nivel —físico, cognitivo, psicológico, sexual o emocional—,
limitando la libertad y autonomía (Krahé, 2018). Ahora bien, la Ley 1257 de 2008
delimita esta problemática como todo acto u omisión que provoque daño psicoló-
gico, físico, patrimonial, económico o sexual a alguien por el hecho de ser mujer; en
este tipo de violencia se incluyen también las amenazas, la privación de la libertad y
la presión o coacción, ya sean en el contexto público o el privado.

Tipos de violencia incluidos en la violencia de género


• Maltrato físico
Son actos premeditados que generan daños, lesiones y/o riesgos para la integri-
dad física de la mujer. En esta tipología se incluye el uso intencionado de golpes,
fuerza, palizas, empujones, heridas, puñetazos, patadas, amenazas de daño
físico, estrangulamiento, entre otros (Álvarez et al., 2016; Amor et al., 2001).
• Maltrato psicológico
Actos premeditados que generan daños, lesiones y/o riesgos en el bienestar
psíquico y emocional de la mujer, además de atentar contra su dignidad como
persona. Las acciones ejercidas bajo esta modalidad causan deterioros en
20
LOGOS VESTIGIUM

José Raúl Jiménez Molina, Deisy Alejandra Cárdenas Carrillo, Rosa Angélica Jaramillo Hernández,
Angie Juanita Londoño Osorio, Daniel Ricardo Riaño García, Frank Steward Orduz-Gualdrón

algunos aspectos de la vida de la víctima. Se puede presentar de forma verbal


o por medio de actitudes que representan hostilidad, rechazo, humillaciones,
vejaciones y privación de la libertad (Álvarez et al., 2016; Amor et al., 2001).
De la tipología antes mencionada se despliega un subtipo que es el maltrato
social y ambiental, que consiste en ejercer control sobre la vida social de la mujer,
impidiendo las relaciones sociales, abusando en público y dañando sus objetos
personales o a sus seres queridos (Álvarez et al., 2016).
• Maltrato económico
Acciones u omisiones ejercidas con la intención de controlar la economía de la
mujer, restringiendo o prohibiendo las decisiones sobre el dinero y el patrimo-
nio; para lograrlo se regulan los gastos, se vigilan los bienes y se impide el acceso
a la información económica (Álvarez et al., 2016).
• Maltrato sexual
Hace referencia a toda acción que obligue a la mujer a sostener relaciones sexuales,
o cualquier tipo de contacto sexual, mediante coacción, chantaje, intimidación,
amenazas o cualquier otro acto que le impida ejercer su voluntad (Álvarez et al.,
2016; Betancourt & Delgado, 2012).

Perfil de las víctimas de violencia de género


En el momento de realizar el perfil de la víctima es importante detectar las carac-
terísticas recurrentes en dichas mujeres; cabe resaltar que las descripciones no son
absolutas y no coinciden con el total de las víctimas. Siendo así, estas mujeres suelen
poseer un nivel escolar o cultural bajo, tienen una dedicación casi total a tareas
domésticas, tienen dependencia económica del agresor y cuentan con escazas redes de
apoyo (Mora, 2008). En este sentido, Echeburúa et al. (2008) informaron que las
mujeres con edades entre 18 y 36 años tienen mayor probabilidad de ser víctimas; sin
embargo, debido a la forma en que se dan las relaciones hoy día, este rango incluye
edades cada vez menores (Gómez, 2007). Finalmente, se indica que las mujeres suelen
tener dificultades de comunicación (Martín et al., 2016) y mayormente para recono-
cer la violencia, sobre todo cuando esta viene de una persona cercana (Olveira, 2019).

Perfil de los agresores de violencia de género


Para Mora (2008), cuando se pretende realizar el perfil de un agresor o maltratador,
es importante tener en cuenta que pueden encontrarse diversas tipologías (agresores
dominantes y agresores dependientes) y que estas personas pueden ejercer cualquier

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Perspectiva psicojurídica de la violencia de género

tipo de violencia. Se resalta que los agresores no tienen un empleo característico, pue-
den desempeñar cualquier tipo de labor, generalmente no sufren ningún trastorno
psicológico o psiquiátrico, son personas que carecen de empatía, tienen labilidad emo-
cional, poseen características de personalidad dependiente, presentan dificultad en el
control de impulsos, son celosos, dominantes, posesivos y suelen usar comportamien-
tos defensivos para excusar y justificar sus actos (Mora, 2008). En este mismo sentido,
se menciona que los agresores tienen características de impulsividad, poca flexibilidad
conductual y cognitiva, además de baja tolerancia a la frustración (Osorio, 2017).
Por último, en cuanto a la edad, se ha encontrado que el rango general se ubica entre
30 y 40 años de edad y tienen un nivel socioeconómico bajo o medio (Echeburúa et al.,
2008); sin embargo, según Arenas (2013), la transformación digital ha causado
múltiples cambios en las formas de comunicación y en las relaciones, generando
así que el rango de edad incluya a personas mucho menores y nuevas formas de
victimización que no tienen vínculo con el estrato socioeconómico.

Mitos de la violencia de género


Debido al conflicto social que representa este tipo de violencia, han surgido a su
alrededor múltiples mitos, definidos por Peters (2008) como aquellas creencias
estereotipadas y generalmente falsas que surgen de manera amplia y se mantienen
persistentes a lo largo del tiempo, generando así que la violencia sea justificada,
negada o minimizada.
Así pues, es deber de cada profesional conocer estas creencias para lograr desmon-
tarlas. Entre los mitos más frecuentes se encuentran aquellos sobre la marginalidad,
que indican que este tipo de violencia solo se presenta en países subdesarrollados y en
personas con falta de recursos; otros se centran en los maltratadores, identificando a
los hombres como principales agresores, con la justificación de haber experimentado
o evidenciado violencia en su crianza o desarrollo (exposición a la violencia); se dice
también que los agresores son enfermos mentales o que realizaron estas acciones
debido al consumo de sustancias psicoactivas; otros mitos apuntan a las mujeres
maltratadas, diciendo que son masoquistas, que siguen en relaciones violentas por
gusto y que ciertas características físicas las hacen más vulnerables, además se indica
que ellas son lastimadas porque provocan a su agresor. Finalmente, se encuentran
los mitos generales, estos indican que la violencia de género es una problemática
que solo se presenta de forma localizada, que la tipología de violencia psicológica
tiene menor gravedad que la física y que los hombres y las mujeres son igualmente
violentos (Bosch-Fiol & Ferrer-Pérez, 2012).

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Marco normativo
A continuación, se presenta la legislación o el marco legal y normativo existente para
abordar la violencia de género a escala nacional e internacional. La normatividad que
se menciona hace parte del ordenamiento jurídico colombiano; es decir, que tiene un
carácter vinculante y que, por lo tanto, el Estado debe garantizar su cumplimiento.
En la tabla 1 se describen los instrumentos que salvaguardan los derechos de mujeres
y niñas desde una perspectiva internacional. Cabe acotar que estos instrumentos
jurídicos se encuentran en orden cronológico y hacen parte del bloque constitucional
colombiano en consecuencia de lo expuesto a través del artículo 93 de la Constitución
Nacional. La primera parte ha sido asignada para relacionar normas internacionales
y para llevar a cabo dicho ejercicio se despliegan tres columnas; en la primera se
evidencia la referencia del instrumento, en la segunda se establecen las disposicio-
nes generales y los artículos más relevantes, mientras que en la tercera columna se
relaciona el acto administrativo por el cual se adhiere a la normatividad colombiana,
siempre que este exista.

Tabla 1.
Marco normativo internacional referente a los derechos de las mujeres (niñas, adolescentes y adultas)

Ratificación
Instrumento internacional Disposiciones generales y artículos más relevantes
en Colombia
Declaración Universal de los Se encarga de establecer y reglamentar todos los derechos que No aplica.
Derechos Humanos poseen las personas por el hecho de ser seres humanos. En esta
declaración todos los derechos son extremadamente relevantes.
Cuarto Convenio de Ginebra del Se refiere a la protección humanitaria para los civiles en una zona Ley 5 de 1960
12 de agosto de 1949 relativo a de guerra y prohíbe totalmente la práctica de guerra y todas sus
la protección de personas civiles acciones. Artículos relevantes: 3, 13 y 14.
en tiempo de guerra
Pacto Internacional de Derechos Reconoce los derechos económicos, sociales y culturales; de Ley 74 de
Económicos, Sociales y igual manera, establece los debidos mecanismos para lograr su 1968
Culturales protección y garantía. Artículos relevantes: 3, 12 y 13.
Pacto Internacional de Derechos Este tratado se encarga de reconocer derechos civiles y políticos, Ley 74 de
Civiles y Políticos además establece medidas y acciones para lograr el cumplimiento 1968
de su protección y garantía. Artículos relevantes: 3, 6, 7.8, 9, 17 y
23.
Convención Americana de Los Estados que hacen parte de la Convención asumen la Ley 16 de
Derechos Humanos (Pacto de responsabilidad de respetar las libertades y los derechos que se 1972
San José) reconocen en ella, además de brindar garantías para que todas
las personas que estén sujetas a su jurisdicción logren el ejercicio
pleno y la libertad, sin que sean discriminados por motivos de
idioma, raza, sexo, religión, color, origen, opinión política, nivel
económico o alguna otra característica social.

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Ratificación
Instrumento internacional Disposiciones generales y artículos más relevantes
en Colombia
Convención sobre la Permite reafirmar el derecho que tienen las mujeres a disfrutar Ley 51 de
Eliminación de Todas las su vida en forma plena y bajo condiciones de libertad e igualdad 1981
Formas de Discriminación fundamentales, tal como se establece en los derechos humanos;
contra la Mujer (CEDAW, 1979) además, se ratifica la capacidad para que ejecuten las medidas
y Protocolo Facultativo de la necesarias para resguardar dichos derechos y libertades. Artículos
CEDAW (1999) relevantes: 1, 3, 10, 11, 13, 15 y 16.
Convención contra la Tortura Esta convención contiene uno de los principales tratados Ley 70 de
y otros Tratos o Penas Crueles, internacionales en materia de derechos humanos contra la tortura. 1986
Inhumanos o Degradantes Artículos relevantes: 1, 12, 13 y 14.
Convención Internacional sobre Enfatiza en que todos los niños poseen los mismos derechos de los Ley 12 de
los Derechos del Niño adultos y además se insiste en algunos derechos que los resguardan 1991
por la condición propia de ser seres humanos que no han alcanzado
un desarrollo físico y mental pleno y que, por ende, necesitan un
cuidado especial. Artículos relevantes: 34, 35, 36 y 39.
Convención Interamericana Los Estados parte deben entregar periódicamente al Comité Ley 248 de
para Prevenir, Sancionar y informes que contengan cifras estadísticas relacionadas con la 1995
Erradicar la Violencia contra la incidencia o repercusión de la violencia contra las mujeres, de
Mujer “Convención de Belém los servicios prestados a las víctimas, de todas las medidas tanto
do Pará” legislativas como de otro tipo que han sido ejecutadas para
resguardarlas de acciones violentas de la vida cotidiana, tales
como abusos, acosos, agresiones sexuales y todas aquellas que
se presentan en sus contextos laborales, personales y familiares.
Artículos relevantes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12.
Resolución 1325 de 2000 A través de ella se invita a todas las partes del conflicto armado Resolución
a que lleven a cabo acciones que permitan brindar protección a 1325 de 2000
todas las niñas y mujeres para evitar que sean víctimas por razón
de género, en forma particular de violación o de cualquier otra
forma de abuso sexual, además de las distintas metodologías de
violencia que pueden presentarse en este contexto; y que, de igual
forma, apoyen la participación de las mismas en las negociaciones
para la paz y la reconstrucción del posconflicto.
Estatuto de la Corte Penal Tribunal de justicia internacional que se ocupa de juzgar a Ley 742 de
Internacional personas inculpadas de perpetrar crímenes de lesa humanidad, 2002
guerra, agresión y genocidio. Artículos relevantes: 6, 7 y 8.
Asamblea General, Protocolo La Convención sobre los Derechos del Niño distingue el derecho Ley 765 de
facultativo de la Convención que tienen los menores a estar resguardados que cualquier tipo 2002
sobre los Derechos del Niño de explotación (económica, sexual, laboral) que pueda poner en
relativo a la venta de niños, peligro el correcto desarrollo de su salud física, moral, social,
la prostitución infantil y la espiritual y mental o que atente contra su progreso educativo;
utilización de niños en la igualmente, identifica que existen grupos vulnerables y que son las
pornografía niñas quienes se encuentran en mayor riesgo de ser víctimas de
explotación sexual y por ello deben ser amparadas por las leyes.

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Ratificación
Instrumento internacional Disposiciones generales y artículos más relevantes
en Colombia
Protocolo para prevenir, Este instrumento fue creado con el fin de reprimir, sancionar y Ley 800 de
reprimir y sancionar la trata de prevenir el delito de trata de personas, con mayor énfasis en la 2003
personas, especialmente mujeres protección de niños y mujeres; por ello, sus principales objetivos
y niños, que complementa la están encaminados a: 1) evitar y atacar la trata de personas; 2)
Convención de las Naciones brindar protección y ayuda a todas las víctimas de estos delitos
Unidas contra la Delincuencia velando por el respeto de sus derechos, y 3) generar alianzas que
Organizada Transnacional fomenten la cooperación entre los Estados parte para incrementar
el cumplimiento de cada uno de los fines establecidos. Artículos de
relevancia: 3 y 6.
Convención Interamericana Esta Convención se construyó con el fin de velar por la protección Ley 880 de
sobre Tráfico Internacional de de los derechos fundamentales y el interés superior del niño; su 2004
Menores objetivo principal tiene como eje prevenir y sancionar el tráfico
internacional de niños, niñas y adolescentes, así como también
regular todos los aspectos civiles y penales que conlleva el delito en
mención. Teniendo en cuenta lo anterior, los Estados parte están
obligados a cumplir los acuerdos estipulados; cabe resaltar que esta
Convención es aplicable a cualquier niño, niña o adolescente que
se encuentre en un Estado parte al momento en que se comete el
acto delictivo contra dicho menor. Artículos de relevancia: 1 y 2.
Declaración sobre la Hace referencia a la importancia de aplicar y hacer cumplir para Ley 984 de
Eliminación de la Violencia todas las mujeres los derechos y principios concernientes a la 2005
contra la Mujer igualdad, integridad, seguridad, dignidad y libertad.
Resolución 1820 de 2008 Esta resolución estipula que en los delitos sexuales que se presentan Resolución
en contextos tales como crimen de guerra o conflicto armado las 1820 de 2008
autoridades deben establecer medidas adecuadas para lograr la
protección de todos los civiles.
Resoluciones aprobadas por la Por medio de estos documentos se asume la responsabilidad de No aplica.
Conferencia Mundial sobre la defender los derechos y la dignidad humana que merecen todos
Mujer los seres humanos, adicionalmente se encargan de velar por el
cumplimientos de los distintos principios y propósitos que se
encuentran consagrados en la Carta de las Naciones Unidas,
la Declaración Universal de Derechos Humanos, entre otros
mecanismos internacionales que trabajan por los derechos
humanos; de forma muy particular, la Convención referente a la
eliminación de todas las formas de discriminación y ataque contra
la mujer, además de la Convención sobre los Derechos del Niños
y finalmente la Declaración sobre la eliminación de la violencia
contra la mujer y la Declaración sobre el derecho al desarrollo.

La tabla muestra detalladamente los tipos de instrumentos internacionales, así como


las disposiciones, los artículos de mayor relevancia y la respectiva ley por la cual se
ratifica en Colombia.
Es muy importante subrayar que los criterios de interpretación del ordenamiento
jurídico colombiano son: la Constitución Política de 1991, las normas internacionales,

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Perspectiva psicojurídica de la violencia de género

las leyes, y la jurisprudencia, que será la guía para la correcta interpretación y aplica-
ción. Por lo anterior, en la tabla 2, referente al marco normativo nacional, se describe
un extenso catálogo de normas acerca de problemáticas como violencia sexual,
violencia intrafamiliar y trata de personas, además de algunos aspectos jurídicos y
procesales en materia de violencia de género, con relación a la actividad profesional
del psicólogo. Además, se mencionan, entre otros aspectos, los derechos de niños,
niñas, adolescentes, hombres y mujeres, debido a que son ellos los involucrados en
la problemática. Finalmente, se señala la jurisprudencia sobre el tema, las políticas
públicas vigentes, los protocolos y las guías, que mediante distintas resoluciones
contribuyen en la ejecución de la ley.

Tabla 2.
Marco normativo nacional referente a los derechos de las mujeres

Normatividad nacional
Constitución Política de Colombia. Artículos 1, 13, 42 y 43.
La carta magna colombiana es bastante amplia y robusta, y entre sus principales artículos se resalta la importancia de
la familia como núcleo primordial de la sociedad; se indica que el Estado y la sociedad deben velar por la protección
integral de la familia; indica que las relaciones familiares deben estar centradas en la igualdad de derechos, deberes
y principalmente el respeto recíproco entre todos. Finalmente, en el artículo 43, dicta la igualdad entre hombres y
mujeres, tanto en derechos como en oportunidades y por tanto establece que las mujeres no deben ser sometidas a
ninguna clase de discriminación.
Tipo de norma Disposiciones generales Aspectos importantes
Ley 294 de Despliega el artículo 42 de la Contiene las medidas de protección para abordar las
1996 Constitución Política y establece las consecuencias tanto físicas como psicológicas que se
medidas necesarias para prevenir, hubieren podido ocasionar; también se propende por
reparar y sancionar todo acto de disminuir estos actos y erradicar las retaliaciones a causa
violencia intrafamiliar. de los mismos. Además, se encarga de aportar información
sobre los derechos que posee la víctima y los servicios
públicos y privados que se encuentran disponibles para
atender a las víctimas de violencia intrafamiliar.
Ley 360 de Hace una variación de algunas normas Fue parcialmente derogada por la Ley 599 de 2000; sin
1997 del título XI del Libro II del Decreto- embargo, el artículo 15 indica cuáles son los derechos que
ley 100 de 1980 (Código Penal). poseen todas las personas que han sido víctimas de delitos
que atentan contra su libertad sexual.
Ley 599 de Por la cual se expide el Código Penal. Delitos contra la vida y la integridad personal. Homicidio.
2000 Artículos 103, 104,109, 110. Lesiones personales. Artículos
111, 112, 113, 114, 115, 116. Delitos contra la libertad,
integridad y formación sexuales. De la violación. Artículos
205, 206 y 207. De los actos sexuales abusivos. Artículos
208, 209 y 210. Del proxenetismo. Artículos 213, 214, 215,
216. Delitos contra la familia. De la violencia intrafamiliar.
Artículos 229, 230. Delitos contra personas y bienes
protegidos por el Derecho Internacional Humanitario.
Artículos 135-164.

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Tipo de norma Disposiciones generales Aspectos importantes


Ley 679 de Expide un estatuto que indica medidas El Fondo contra la Explotación Sexual de Menores se
2001 para prevenir y contrarrestar la encuentra adscrito al Instituto Colombiano de Bienestar
explotación sexual, la pornografía y el Familiar y tiene como objetivo principal suministrar
turismo sexual con menores. beneficios de inversión social, pues con esto se pretende
garantizar la financiación los programas y planes que
buscan prevenir y atacar los delitos sexuales contra
los menores de edad, en especial los relacionados
con explotación sexual y pornografía. Estos fondos
económicos velan por construir hogares, albergues y
centros que permitan realizar un proceso de atención
integral en la recuperación tanto física como psicológica
de los menores víctimas.
Ley 985 de Se expiden y adoptan las acciones Entre sus principales objetivos pretende luchar por la
2005 necesarias para contrarrestar la trata asistencia y protección de las víctimas del delito de trata
de personas y establece las normas de personas, en contextos sociales, físicos, psicológicos,
que permiten ejecutar la atención y jurídicos e incluso económicos; brindar la oportunidad
protección de las víctimas del delito de retornar al lugar de origen si así lo requiere la víctima,
en mención. además de proporcionar seguridad, alojamiento y apoyo
médico y psicológico de acuerdo con los requerimientos
del caso.
Ley 1098 de Código de Infancia y Adolescencia. Consagra, además de los derechos de NNA, las
2006 obligaciones y deberes a cargo del sistema de seguridad
social en salud. Lo que comprende, entre otros aspectos,
diseñar un programa de prevención en salud y capacitar
al personal para detectar señales de violencia psicológica,
física, sexual y económica en niños, niñas y adolescentes;
también, se debe realizar un entrenamiento en cuanto
a rutas de atención para imponer la denuncia ante la
autoridad que corresponda cuando la información
suministrada por el menor pueda dar indicios de un delito
del cual sea víctima.
Ley 1146 de Emite normas que pretenden prevenir El artículo 9 establece que en caso de que se presente
2007 la violencia sexual y brindar un un abuso sexual contra un niño, niña o adolescente, los
modelo de atención integral para los sistemas de salud públicos y privados deben brindar
niños, niñas y adolescentes que han atención integral, prioritaria y urgente por medio de
sido víctimas de abuso sexual. profesionales y servicios especializados, entre los que se
encuentran la evaluación del entorno en que habita, una
valoración física y psicológica del niño, niña o adolescente
víctima del abuso y su núcleo familiar, velando siempre
por preservar la integridad de las evidencias y todas
las evaluaciones tanto forenses como patológicas y
psicológicas que se requieren para llevar a cabo un
adecuado proceso penal.

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Tipo de norma Disposiciones generales Aspectos importantes


Ley 1257 de Establece normas para sensibilizar, Consagra derechos como recibir asistencia médica,
2008 prevenir y sancionar todas las formas psicológica, psiquiátrica y forense. Adicionalmente,
de violencia y discriminación contra dicta que, con el fin de lograr una integralidad, las
las mujeres. mujeres víctimas de violencia deben recibir una
atención que les permita entender información, generar
prevención, orientación, protección, lograr la reparación,
estabilización de cada una de ellas, además de impartir las
respectivas sanciones.
Ley 1336 de Incrementa y fortalece la Ley 679 Se puede evidenciar la participación de la psicología como
2009 de 2001 en la cual se establece la medio de prueba para determinar el grado del daño.
lucha contra la explotación sexual, la
pornografía y el turismo sexual con
niños, niñas y adolescentes.
Ley 1361 de Crea la Ley de Protección Integral a la Establece conceptos y derechos entorno a al concepto de
2009 Familia. familia.
Ley 1329 de Dicta disposiciones para contrarrestar Se puede evidenciar la participación de la psicología como
2009 la explotación sexual comercial de medio de prueba para determinar el grado del daño.
niños, niñas y adolescentes.
Ley 1438 de Gratuidad en la prestación de servicios Establece el proceso que se debe seguir para que las
2011 de salud. mujeres víctimas de violencia sexual puedan tener acceso
al restablecimiento de sus derechos relacionados con la
salud; incluye la atención psicológica y psiquiátrica para
las víctimas.
Ley 1448 de Establece las medidas y acciones En relación con los delitos que atentan el bien jurídico
2011 para atender, asistir y realizar una “libertad, integridad y formación sexual”, las autoridades
reparación integral a todas las mujeres que se encuentran involucradas en las primeras diligencias,
víctimas del conflicto armado interno. se encuentran obligadas a garantizar que las víctimas
puedan acceder a la información pertinente acerca de la
ruta de atención que deben seguir, además de recibir un
trato basado en una atención psicosocial integral. Ahora
bien, frente a lo relacionado con testimonios guardados
en audio y video, cuando el proceso lo requiera y el juez
o magistrado lo considere conveniente, la víctima podrá
estar acompañada del profesional experto que requiera.
Decreto 4463 Reglamenta la Ley 1257 de 2008 Define acciones que buscan el reconocimiento tanto
de 2011 y expide normas para eliminar la económico como social de las labores que desempeñan
discriminación salarial que se venía las mujeres; aplica distintos actos que le permiten hacer
presentando contra la mujer. efectivo el derecho a la igualdad de salarios y se encarga de
aplicar campañas que promuevan la eliminación de todas
las formas de discriminación y violencia en contra de las
mujeres en ámbitos laborales.

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Tipo de norma Disposiciones generales Aspectos importantes


Decreto 4796 Reglamenta parcialmente la Ley 1257 Dicta y expide la opción de acceder a los servicios
de 2011 de 2008 temporales, o albergues, en los cuales se proporciona
habitación, alimentación y transporte para las mujeres
que han sido víctimas de violencia física o psicológica;
esta atención pueden recibirla solas o con sus hijos,
siempre y cuando la autoridad competente lo considere
pertinente para lograr un adecuado tratamiento.
Ley 1542 de Garantía la protección y agilidad en la Se puede evidenciar la participación de la psicología como
2012 investigación de los presuntos delitos medio de prueba para determinar el grado del daño.
y ataques violentos contra la mujer.
Adicionalmente, reforma el artículo
74 de la Ley 906 de 2004 del Código
de Procedimiento Penal.
Ley 1616 de Expide la ley de salud mental para Entidades como el Ministerio de Salud y Protección Social,
2013 la población colombiana, otorgando las direcciones territoriales de salud departamentales,
mayor prioridad a los niños, las niñas distritales y municipales, apoyadas en el Observatorio
y adolescentes. Nacional de Salud deben encargarse de implementar
programas y eventos en los que se aborden temas
importantes con relación a la salud mental, por ejemplo,
conducta suicida, regulación emocional, consumo
de sustancias psicoactivas, atención a víctimas, entre
otros temas, para robustecer los programas existentes.
Adicionalmente, deben garantizar el derecho de acceder
a un proceso psicoterapéutico caracterizado por un trato
digno y en el cual se trabaje en los tiempos y sesiones
necesarias según los requerimientos del caso.
Ley 1639 de Incrementa las penas para quienes Se puede evidenciar la participación de la psicología como
2013 ejecuten un crimen o ataque con ácido medio de prueba para determinar el grado del daño.
o cualquier agente químico.
Ley 1719 de Establece acciones para garantizar Entre los derechos consagrados en esta ley, es importante
2014 que todas las víctimas de violencia identificar que se resalta el hecho de que toda diligencia,
sexual puedan acceder a la justicia, valoración o entrevista ejecutada antes de la imputación
especialmente quienes lo hayan sido de cargos se debe llevar a cabo en un sitio con seguridad,
en contextos de conflicto armado. que permita mantener a salvo a la víctima y generar
un ambiente de confianza y empatía con la misma;
adicionalmente, ningún funcionario está facultado
para impedir que esté acompañada de su abogado o su
psicólogo.
Con respecto a la apreciación de las pruebas de violencia
sexual, se deberá atender de forma cuidadosa al entorno
en el cual se presentaron los actos criminales y a todos
los patrones y detalles que dan indicios o explicaciones
de su comisión, de forma especial a aquellos que se dan
en el contexto de conflicto armado. Para lograrlo, los
operadores de justicia están facultados para usar peritajes
psicológicos o antropológicos, según los requerimientos
del caso.

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LOGOS VESTIGIUM

Perspectiva psicojurídica de la violencia de género

Tipo de norma Disposiciones generales Aspectos importantes


Decreto 1033 Fortalece las leyes y medidas de A través de este decreto se consagran los derechos y
de 2014 protección de la dignidad e integridad garantías que tienen las víctimas de obtener por parte del
de las víctimas de crímenes con ácido. Estado atención gratuita en cuanto a servicios médicos,
psicológicos y estéticos que se requieran para mejorar a
nivel fisionómico, funcional y mental.
Ley 1761 de Crea el tipo penal de feminicidio Se puede evidenciar la participación de la psicología como
2015 como delito autónomo. medio de prueba para determinar el grado del daño.
Ley 1773 de Modifica la Ley 599 de 2000 y la Ley Se puede evidenciar la participación de la psicología como
2016 906 de 2004, adicionalmente crea un medio de prueba para determinar el grado del daño.
delito independiente para los ataques
o lesiones con agentes químicos o con
ácidos.
Instrumentos de política pública
Plan Decenal Se sustenta y se articula en normas y Plantea la promoción y prevención de la violencia de
de Salud políticas nacionales e internacionales. género, a través de diferentes acciones reguladas de forma
Pública 2012- intersectorial que permitan garantizar altos niveles de
2021 salud sexual y reproductiva, llevando a cabo actos de
prevención y atención de alta calidad, desarrollados a
partir del enfoque de derechos diferencial y de género.
Política Derechos sexuales y derechos Establece la importancia de adoptar acciones que permitan
Nacional de reproductivos resguardar la integridad tanto física como psicológica
Sexualidad de todos los ciudadanos, velando por establecer entre
pacientes e instituciones relaciones basadas en la empatía
y la confianza, que respeten siempre los derechos y la
confidencialidad.
CONPES Equidad de género para las mujeres
Social 161 de
2013
Jurisprudencia nacional
Sentencia Interrupción voluntaria del embarazo.
C-355 de 2006
Auto 092 de Establece los derechos primordiales de todas las mujeres víctimas de desplazamiento forzado
2008 debido al conflicto armado.
Auto 251 de Se refiere a los derechos básicos de todos los niños, niñas y adolescentes víctimas de desplazamiento
2008 forzado a causa del conflicto armado.
Sentencia Se extiende la protección patrimonial de las parejas heterosexuales a todas las parejas del mismo
C-029 de2009 sexo velando por respetar el principio de igualdad.
Sentencia Establece la “inducción a la prostitución” como un delito de tipo penal.
C-636 de 2009
Sentencia Ley de atención, asistencia y reparación integral de víctimas del conflicto armado, ayuda
C-438 de 2013 humanitaria/asistencia humanitaria a las víctimas, régimen jurídico/asistencia humanitaria,
concepto/asistencia humanitaria.
Sentencia Protocolo de atención integral y gratuita en salud de personas víctimas de violencia sexual.
C-754 de 2015
Sentencia Deber de protección de la vida desde la concepción.
C-327 de 2016

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Guías y protocolos
• Guía para la Atención a la Mujer Maltratada. Contenida en la Resolución 412 de 2000 del Ministerio de Salud.
• Protocolo de Estambul: Manual para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes (Serie de Capacitación Profesional N.°. 8, Rev.1), Oficina del Alto Comisionado
de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Ginebra, 2004.
• Modelo y Protocolo de Atención Integral en Salud para Víctimas de Violencia Sexual. Contenido en la Resolución
459 de 2012.
• Protocolo de Atención de Urgencias a Víctimas de Ataques con Agentes Químicos. Contenida en la Resolución
4568 de 2014.

La tabla muestra detalladamente diferentes normas, jurisdicciones, instrumentos,


guías y protocolos nacionales relacionados con el tratamiento de la violencia de género.

Marco ético de la violencia de género


Este aspecto es uno de los más relevantes a la hora de brindar una atención adecuada
para las víctimas y los victimarios de la violencia de género. Para abordar este tema se
pueden marcar dos líneas distintas, una informa respecto al papel de la psicología
en general y la otra hace una relación más estrecha con la problemática en mención.
Por un lado, respecto al marco ético de la profesión referente a normas y comporta-
mientos de cada profesional. Durante el proceso educativo los psicólogos adquieren
múltiples destrezas, conocimientos, habilidades y capacidades para hacer frente a las
necesidades y problemáticas mundiales (Villarreal & Visbal, 2013); así mismo, según
Rosales (2005), estos profesionales obtienen derechos, deberes, limitaciones y la gran
responsabilidad de ejercer su labor bajo los estándares éticos y morales establecidos,
buscando siempre minimizar el riesgo y maximizar la calidad de la salud mental y el
bienestar de cada paciente o usuario.
En Colombia, la Ley 1090 de 2006 reglamenta el ejercicio profesional de los psicólo-
gos, dicta el código deontológico y bioético, y brinda otras disposiciones relevantes;
en el Título II indica que todo psicólogo que ejerza su profesión en Colombia debe
regirse y seguir principios universales: responsabilidad al ofrecer sus servicios man-
teniendo altos estándares profesionales; competencia para cada acción, reconociendo
sus límites y los de las técnicas que va a usar, velando siempre por el bien común de
la sociedad; estándares morales y sociales para llevar a cabo un desempeño respon-
sable y adecuado que tenga como objetivo el bienestar de la persona o comunidad
atendida; anuncios públicos fundamentados y objetivos que permitan una elección
informada de los usuarios; confidencialidad, resguardar el secreto profesional en
todo momento, con la única posibilidad de quebrantarlo bajo el consentimiento de la
persona o que una situación extrema lo exija para evitar daños a la persona o a otros;
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LOGOS VESTIGIUM

Perspectiva psicojurídica de la violencia de género

bienestar del usuario, siendo este el objetivo central de cada atención, en la cual
se debe respetar la integridad, libertad y se mantendrá completamente informado
al usuario; relaciones profesionales, con respeto para sus colegas y demás profesio-
nales que trabajen de manera interdisciplinar; evaluación de técnicas, verificando
previamente que ellas respeten los derechos, generen interés y permitan brindar
resultados claros; por último, la investigación con participantes humanos, basada
en el respeto por la integridad y la honra de las personas, y no hacer nada que genere
daños o perjuicios.
Por otro lado, la Ley 1090 de 2006, más específicamente el código deontológico y
bioético regulado en los artículos 13 a 32, establece los principios generales que
orientan el adecuado quehacer profesional de los psicólogos, entre ellos se resaltan la
beneficencia, justicia, autonomía, no maleficencia, fidelidad, solidaridad y veracidad;
con ellos se pretende minimizar el daño y son importantes a la hora de enfrentar
los dilemas éticos que se pueden presentar al abordar la violencia de género (Ardila,
2011; Ellsberg & Heise, 2005).
Ahora bien, en la atención de la problemática tratada en este capítulo, la ética profe-
sional tiene un papel fundamental, pues el psicólogo se debe enfrentar a los dilemas
éticos y morales relacionados con las diferentes perspectivas que puede tener al
atender a la víctima o al agresor. Sin importar quien sea la persona que solicite sus
servicios profesionales, él deberá actuar procurando minimizar los daños, para ello
debe valorar las consecuencias de sus intervenciones y tomar las decisiones en con-
junto con su paciente o usuario. Los psicólogos deben ser muy objetivos a la hora de
trabajar con las víctimas, considerando el principio de confidencialidad, teniendo
presentes los pros y los contras; por ejemplo, a la hora de denunciar, el profesional
debe persuadir a la víctima, o al familiar en caso de niños, niñas o adolescentes, para
que sean ellos quienes denuncien, pues si el profesional lo hace contra la voluntad
de los pacientes, se pueden provocar efectos contrarios al objetivo principal —que
es proteger y ayudar a la víctima— y causar no solo dificultades en la empatía y la
alianza terapéutica, sino posiblemente nuevos daños o ataques del agresor (Aretio,
2007). Finalmente, todos los profesionales que trabajan con víctimas de violencia
de género deben evitar la revictimización y trabajar exhaustivamente en crear un
ambiente de confianza en el cual la víctima sienta apoyo y seguridad (Aretio, 2007).

Conclusiones
Es importante tener en cuenta, que si bien la denuncia es una herramienta relevante
para realizar un correcto abordaje en la violencia de género, el Estado debe hacer un
esfuerzo mayor para asegurar la protección y bienestar de las mujeres; denunciar

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LOGOS VESTIGIUM

José Raúl Jiménez Molina, Deisy Alejandra Cárdenas Carrillo, Rosa Angélica Jaramillo Hernández,
Angie Juanita Londoño Osorio, Daniel Ricardo Riaño García, Frank Steward Orduz-Gualdrón

también puede generar consecuencias negativas para las víctimas, pues ellas podrían
recibir represalias del agresor, se exponen a la revictimización debido a la lentitud de
los procesos jurídicos y a la falta de formación y profesionalismo de muchos de los
funcionarios que las atienden.
Uno de los aspectos relevantes al trabajar la violencia de género está relacionado
con la intervención y reparación a las víctimas. Para ello es fundamental que los
profesionales tomen perspectiva de la problemática y realicen procesos de evalua-
ción rigurosos, para que comprendan realmente cómo se sienten las víctimas y qué
es lo que ellas consideran como objetivo para superar el daño, pues generalmente
se apunta a realizar un abordaje desde la psicoterapia, la cual, aunque es un instru-
mento útil y valioso, no asegura en sí misma la reparación del daño en las víctimas.
Teniendo en cuenta los modelos que explican las causas de la violencia de género, el
de rango de edad de víctimas y victimarios —cada vez más jóvenes—, es evidente
que para disminuir de este fenómeno se requiere la generación y aplicación de nue-
vas estrategias de educación y prevención que promuevan el respeto y la igualdad
desde la infancia, pues los aprendizajes adquiridos en esta etapa determinan en gran
medida como será la conducta a futuro; es importante transformar esos modelos
machistas y patriarcales desde las edades más cortas, resaltando la importancia de
trabajar en igual medida con niños y con niñas para fomentar una real transfor-
mación social.
Hay un grupo de normas nacionales e internacionales lo suficientemente robusto,
que determina los derechos de las mujeres y guía la forma como se debe abordar
la violencia de género. A pesar de que cada vez se logran mejores resultados en el
tratamiento de la problemática, esta sigue teniendo cifras bastante altas, lo cual
demuestra la necesidad de promover acciones en tres etapas para la prevención: pri-
maria, generando un cambio en los contextos donde se desenvuelven los actores de
este fenómeno; es decir, acciones que ataquen el problema de raíz con el fin de evitar
los comportamientos violentos e incluir nuevas formas de abordar los conflictos.
Secundaria, atacando la problemática desde su inicio y evitando que se presente de
forma crónica o con consecuencias demasiado adversas. Terciaria, buscando que los
programas de tratamiento sean suficientemente efectivos tanto para víctimas como
para agresores, pues la idea es que ninguno de ellos vuelva a estar inmerso en este
tipo de conflictos (García-López et al., 2008).
Finalmente, cabe resaltar que la experiencia vivida le permite a la víctima un mayor
conocimiento y comprensión sobre la violencia de género, por ello se debe promover
la participación de mujeres víctimas de violencia de género en la creación de leyes,
normas y propuestas de intervención, recordando que ellas requieren un trato digno

33
LOGOS VESTIGIUM

Perspectiva psicojurídica de la violencia de género

y justo, que les permita sentirse útiles y acompañadas, pues tal como lo menciona
Marroquí (2019), lo más difícil es enfrentar el dolor en soledad y creer en que una
nueva vida sí es posible.

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2
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Y VIOLENCIA SEXUAL CONTRA
POBLACIÓN MASCULINA
PERPETRADA POR MUJERES:
UNA INVISIBILIZACIÓN RIESGOSA
Angie Borda Montenegro
Ever José López Cantero
Sandra Milena Ruiz Guevara

Cómo citar este capítulo [APA]: Borda Montenegro, A., López Cantero,
E. J., & Ruiz Guevara, S. M. (2022). Medios de comunicación y violencia
sexual contra población masculina perpetrada por mujeres: una invisibi-
lización riesgosa. En E. J. López Cantero (Ed.) et al., Atención a víctimas
de violencia basada en género (pp. 41-56). Editorial Universidad Católica
de Colombia. https://doi.org/10.14718/9786287554306.2022.2

Resumen
El fenómeno de la violencia sexual contra la mujer ha sido ampliamente estudiado
por la academia y reconocido a nivel periodístico; en la población masculina, por el
contrario, parece ser un fenómeno que se ha invisibilizado debido a las escasas esta-
dísticas al respecto y a variables socioculturales como el sexismo, que impiden que
este fenómeno cobre la importancia que merece. Como consecuencia, se invisibiliza
a su vez la necesidad de crear políticas de prevención de la violencia. La presente
investigación se propuso analizar la representación de esta problemática en los prin-
cipales medios de comunicación de acceso libre de Colombia haciendo una revisión
del volumen de noticias en las páginas de internet de dichos medios alrededor de
tres términos clave: violencia sexual, acoso sexual y abuso sexual; se realizaron com-
paraciones por género y se categorizaron las menciones de los términos asociadas
con víctimas masculinas. Como resultado, se encontró una baja representación de la
violencia sexual contra varones en comparación con la representación de los casos de

41
LOGOS VESTIGIUM

Medios de comunicación y violencia sexual contra población masculina


perpetrada por mujeres: una invisibilización riesgosa

violencia sexual contra mujeres, lo cual pone en riesgo la posible concienciación de la


problemática y la aplicación de medidas de prevención y apoyo a las víctimas.
Palabras clave: violencia sexual, abuso sexual, medios de comunicación, sexismo,
víctimas masculinas, género.

Introducción
El reconocimiento de ciertas conductas sexuales como punibles ha tenido lugar
desde la Edad Antigua (Escalante et al., 2009; Jarquín, 2013; Mejía-Rodríguez et
al., 2015) hasta el presente y se ha tenido conocimiento de que esta problemática
afecta transversalmente las sociedades; por esto, no es extraño observar que múl-
tiples áreas del conocimiento hayan puesto su foco de interés en ella, tales como la
medicina forense, la sociología, la antropología, la psiquiatría y la psicología, entre
otras. Estas últimas, la psicología y la psiquiatría, han encontrado en este fenómeno,
un amplio campo por explorar, partiendo de los rasgos psicológicos comunes de
agresores sexuales, tipificando algunos comportamientos sexuales como patológicos
y, más recientemente, identificando las consecuencias psicológicas en sus víctimas.
Con respecto a dichas investigaciones alrededor de las conductas definidas como
delitos contra la libertad, integridad y/o formación sexuales, se destaca el amplio
volumen de estudios sobre las mujeres como víctimas de este flagelo y que, debido
a las estadísticas que estiman que “entre un 90 a 95 % de los abusos sexuales son
cometidos por hombres” (González et al., 2004, p. 10) y a otros factores culturales,
las agresiones sexuales perpetradas por mujeres no han tenido tanto reconocimiento
a nivel investigativo como las que se enfocan en el sexo masculino; se encuentran
investigaciones relativas a mujeres agresoras sexuales solo hasta finales del siglo XX,
en su mayoría, en contextos distintos al latinoamericano (Borda-Montenegro, 2017).
Por otro lado, como se podrá evidenciar más adelante, las estadísticas respecto a
la violencia sexual ejercida contra mujeres y hombres, acentúan aún más los roles
estereotipados frente a la sexualidad. Así pues, es relevante cuestionarse acerca de
qué tan cerca se encuentran estas estadísticas de la realidad; es decir, si realmente
la mujer se ajusta al rol de víctima y el hombre al de victimario en la mayoría de los
casos o por otro lado, las estadísticas se ven permeadas por procesos socioculturales
que sugieren y perpetúan el cumplimiento de esos roles y la invisibilización de las
situaciones que se encuentran fuera de los mismos.

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Violencia sexual en Colombia


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2011), la violencia sexual se
puede entender como “todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los
comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar
o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción
por parte de otra, independientemente de la relación de esta con la víctima, en cual-
quier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo” (p. 2).
Así pues, es consecuente que en el código penal de diferentes países se incluyan algu-
nos actos de violencia sexual como conductas punibles, aunque las naciones disten
en cuanto a la sanción, los atenuantes y agravantes de dichas conductas. Para el caso
colombiano, se sancionan tres tipos de violencia sexual principalmente: la violación,
los actos sexuales abusivos y el proxenetismo (Ley 599 de 2000; Ley 1257 de 2008) y
para la presente investigación se enfatizará en los dos primeros, dentro de los cuales
se encuentra también el acoso sexual.
En la actualidad, en Colombia es posible obtener indicadores de violencia sexual en
las estadísticas del Instituto Nacional de Medicina Legal (INML) (información rela-
tiva a exámenes médico-legales por presunto delito sexual) y la Encuesta Nacional
de Demografía y Salud (ENDS) (información sobre la dimensión, estructura, evolu-
ción, dinámicas y características generales de la población colombiana en el ámbito
de salud sexual y reproductiva).
Dichas estadísticas informan que para 2021 se realizaron 18.726 exámenes médi-
co-legales por presunto delito sexual con una tasa de 46 casos por cada cien mil
habitantes y un incremento de 1.040 casos con respecto al año anterior, de los cua-
les las mujeres son las más afectadas, en un 85,2 %. Se estima que por un hombre
víctima de presunto delito sexual se presentan seis mujeres víctimas (INML, 2021;
Profamilia, 2010).
Además, se evidencia que la edad media de las presuntas víctimas fue de 12,45 años
(DE = 8,42) y según la distribución por sexo, la edad media de los hombres fue de
9,73 años (DE = 6,95) y de las mujeres 12,93 años (DE = 8,56) (INML, 2021).
Cabe aclarar que si bien estas estadísticas aportan valiosa información, solo expre-
san un estimado de la situación real de la violencia sexual en el país, ya que, en
primera instancia, no todos los exámenes médico-legales por presunto delito sexual
resultan positivos. En segunda instancia, no todas las formas de violencia sexual son
evidenciables físicamente, las estadísticas hacen referencia en su mayoría a menores
de edad y, por otra parte, se ha documentado que existen discrepancias estadísticas
sobre la prevalencia de la violencia sexual en las cifras de denuncia (Durán, 2010).

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LOGOS VESTIGIUM

Medios de comunicación y violencia sexual contra población masculina


perpetrada por mujeres: una invisibilización riesgosa

Dicha discrepancia podría ser explicada, como lo propone Durán (2010), por el
miedo de las víctimas a tres principales actitudes hacia la violación: “las concep-
ciones restrictivas acerca de lo que constituye una ‘violación auténtica o genuina’,
la poca credibilidad otorgada al relato de la víctima y las reacciones negativas de la
sociedad hacia las víctimas” (p. 38).

Sexismo y violencia sexual contra población masculina


“El sexismo se define como una actitud discriminatoria a las personas en virtud de
su pertenencia a un determinado sexo biológico, en función del cual se asumen dife-
rentes características y conductas” (Garaigordobil & Donado, 2011; Expósito et al.,
1998). Otras teorías con enfoque de género definen el sexismo como un subproducto
del sistema patriarcal, que se ha perpetuado por siglos y que permea gran parte de
las formas y prácticas sociales actuales (Allport, 1962 citado por Zubieta et al., 2011).
Del mismo modo, diversos autores proponen que en la actualidad se ha pasado de
este “viejo” tipo de sexismo, hacia un “neosexismo”, o sexismo moderno (Swin et al.,
1995), el cual alberga dentro de sí los mismos componentes de su predecesor, pero
con la característica de que compromete actitudes más sutiles de discriminación; por
ejemplo, creer que las mujeres son débiles y, por ende, deben ser protegidas por un
hombre o que las mujeres son más “morales” que los hombres (Sarrasin et al., 2012).
Es esta “debilidad”, comprendida desde el sexismo moderno, como se puede empe-
zar a entender la ubicación en un papel pasivo de la mujer en aspectos como el
sexual que, tradicionalmente, en casos de violencia sexual, la sitúan en el papel de
víctima y al hombre en el de victimario. Esto, además sustentado en la prevalen-
cia de estereotipos acerca la “naturaleza hipersexuada y agresiva” del hombre y en
la debilidad física, desinterés sexual, papel sexual pasivo y naturaleza suave de la
mujer, que conducen a un gran número de personas a asumir que las mujeres no son
capaces de ejercer violencia sexual y que los hombres no pueden ser víctimas de este
flagelo (Anderson & Struckman-Johnson, 1998, citados en Struckman-Johnson &
Struckman-Johnson, 2001).

Violencia sexual contra población masculina


Por lo anterior, es relevante saber que una de las consecuencias de dichos estereo-
tipos es la invisibilización de las víctimas que no cumplen los criterios establecidos
culturalmente; es decir, los hombres que son acosados, abusados y/o explotados
sexualmente por mujeres; y que, aunque, no han sido tan estudiados como su con-
traparte femenina, también se reportan (French et al., 2015; Struckman-Johnson &
Struckman-Johnson, 2001).
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Esto se puede ver en las estadísticas que ubican al hombre víctima de violencia
sexual como un caso apartado del fenómeno de la violencia sexual, representado en
“insignificantes” cifras en comparación con las de víctimas mujeres.
Sin embargo, es probable que estas tasas sean subestimadas, dado el estigma de
la victimización sexual entre los hombres, temiendo venganza, siendo percibidos
como homosexuales, por la pérdida de independencia después de la revelación, por
la aseveración de que fueron culpables de su abuso y de que este no es tan traumá-
tico como para las mujeres, restándole importancia. Consecuencia de lo anterior
es la carencia de servicios de atención primaria en materia de justicia, salud física
y psicológica para hombres víctimas de violencia sexual y la no reparación legal,
como es su derecho (Chapleau et al., 2008; Finkelhor, 1984; Holmes & Slap, 1998 y
Struckman-Johnson, 1988, citados en French et al., 2015; Bullock & Beckson 2011).
Respecto a la literatura referente a esta problemática en dicha población, se evi-
dencia que es muy limitada en comparación con la que se puede hallar respecto a
la población femenina y pese a que ha venido en aumento desde los ochenta, aún
es un tema que necesita ser explorado ampliamente y que implica la develación de
otras problemáticas paralelas, como el estudio de la mujer como ofensora sexual.
Lo anterior, debido a que aunque se estima que la mayoría de ofensores sexuales
que victimizaron a hombres son de género masculino, también hay evidencia de que
existen mujeres que violentan sexualmente a los hombres.
En primer lugar, como se mencionó, a pesar de que la representación de esta pro-
blemática en la investigación académica no es muy amplia, se ha generado interés
investigativo sobre de la violencia sexual cuando el hombre es la víctima, arrojando
interesantes hallazgos frente a la problemática; por ejemplo, se ha sugerido que uno
de los estereotipos que más afecta a las víctimas masculinas es que culturalmente,
en esta “transacción sexual”, se cree que ellos han obtenido un mayor beneficio,
al no tener que cortejar a la mujer para conseguir participación en un acto sexual
(Struckman-Johnson & Struckman-Johnson 1996).
En relación con los métodos empleados por las ofensoras, se encuentra que, en su
mayoría, emplean estrategias de presión psicológica como la súplica, el chantaje
emocional y el engaño, además, del aprovechamiento del estado intoxicado del hom-
bre; siendo común que la mujer estimule físicamente la erección para conseguir su
objetivo, sin el consentimiento de la víctima. Del mismo modo, se ha encontrado que
solo el 12 % de las agresiones se han ejecutado por medio de tácticas de fuerza, como
intimidación con el tamaño, amenazas de daño, restricción física, daño físico o uso
de un arma; y que las tácticas sexualmente coercitivas más empleadas fueron los

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LOGOS VESTIGIUM

Medios de comunicación y violencia sexual contra población masculina


perpetrada por mujeres: una invisibilización riesgosa

besos y tocamientos persistentes (Struckman-Johnson & Struckman-Johnson 2001;


Struckman-Johnson et al., 2003).
Según investigaciones dirigidas a población masculina de secundaria, se evidencia
que entre el 24 % y el 43 % de adolescentes habían experimentado algún incidente
relacionado con actos sexuales forzados con una mujer perpetradora (Struckman-
Johnson & Struckman-Johnson, 1994; Anderson & Struckman-Johnson, 1998;
Lottes, 1991; Fiebert & Tucci, 1998; O’Sullivan et al., 1998 citados en Struckman-
Johnson & Struckman-Johnson, 2001).
Por otra parte, en cuanto a los eventos donde la violencia sexual ha sido perpetrada
por otro hombre, se estima que del 3 % al 7 % de los hombres ha sido violentado
sexualmente en la adultez y que esta violencia ha sido mayormente reconocida y visi-
bilizada como herramienta de guerra o como salida sexual en instituciones donde
se hacen imposibles las relaciones sexuales heterosexuales (Sorenson, Stein & Siegel,
1987; Coxell et al., 1999; King, 1990; Pesola et al., 1999 y Coxell et al., 2000 citados
en Bullock & Beckson, 2011).
Sobre las características de los hechos victimizantes, a diferencia del perpetrado por
mujeres, involucra en su mayoría la penetración anal u oral y se afirma que hay
un esfuerzo por parte del ofensor por conseguir que la víctima eyacule, ya sea por
medio de la masturbación o la felación, y que si hay varias víctimas, se denuncien
entre ellos; todo esto con el objetivo de afectar la credibilidad de la víctima y cumplir
fantasías del agresor (Bullock & Beckson, 2011).
Referente a la edad de las víctimas, se encuentran entre los 20 y 30 años y se definen
en su mayoría como homosexuales o bisexuales (Bullock & Beckson, 2011), afirma-
ción que podría ser analizada a la luz del estigma que representa para un hombre
heterosexual el reconocimiento de haber sido víctima de abuso sexual por otro
hombre y la incidencia de esto en la poca participación de víctimas heterosexuales
en las investigaciones y denuncias. Y es que, no solo las víctimas heterosexuales son
susceptibles de ser estigmatizadas, ya que se concibe en el imaginario social que si la
víctima se define como homosexual hay una menor posibilidad de que la violencia
constituya un hecho traumático en comparación con las víctimas heterosexuales, y
que, en cambio, dichos actos de violencia sexual “son deseables” por las víctimas.
Como consecuencia de lo anterior, se tiende a culpar a la víctima por los hechos y
se cree que son casos atípicos y, por lo tanto, no se ejercen acciones para combatir
esta problemática.
Además, a causa del desconocimiento de algunos ejecutores de justicia, se ha llegado
a considerar que si hay una estimulación previa o si la víctima tuvo una erección

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o eyaculación durante los actos violentos, estos fueron consentidos y por tanto, no
constituyen un delito, tal como en casos informados en Estados Unidos, Reino Unido
y Canadá (Fuchs, 2004, citado en Bullock & Beckson, 2011), lo cual se encuentra lejos
de la realidad científica, ya que se ha demostrado que es posible que exista excitación
sexual ocasionada por ansiedad extrema (Mezey & King, 1989, citados en Bullock &
Beckson, 2011).
Así, entonces, las garantías para la denuncia y la ejecución de justicia en estos casos
ofrecen un panorama desolador, lo cual se ve reflejado en que, al no ser una pro-
blemática visibilizada, los servicios ofrecidos por organizaciones para las víctimas
masculinas de violencia sexual sean casi nulos y en los casos donde reciben servicios,
estos no están diseñados ni son aplicados con una perspectiva diferencial de género
que se ajuste a sus necesidades adecuadamente (Bullock y Beckson, 2011).

Medios de comunicación y violencia sexual


Los medios de comunicación masivos, entendidos como sistemas de interacción y
difusión que pueden transmitir información a una gran audiencia de manera simul-
tánea y cuyas funciones son informar, educar, entretener, entre otras, hacen parte
indiscutible de cualquier debate acerca de la realidad económica, social y política
de un país o región. Su importancia radica en que, además de las ya mencionadas,
cumplen la función de formar opinión y de una manera indirecta, incidir en la polí-
tica criminal de las naciones (Castells, 2008; Fagoada, 1999; Marteache et al., 2010;
López-Diez, 2008; Montiel, 2009; Varona & Gabarrón, 2015).
Además, es necesario hacer claridad en que la relación de los medios de comunica-
ción y las decisiones gubernamentales son bidireccionales, ejemplo de ello es que en
Colombia “desde que la Corte Constitucional se pronunció [acerca de la violencia
sexual contra las mujeres], los medios de comunicación le han dado un lugar pri-
vilegiado al tema, lo que ha contribuido a impactar el imaginario de la población
colombiana” (Céspedes-Báez, 2014, p. 137, citado en Jaramillo et al., 2015, p. 217).
Y que, como lo menciona Matloff (2007):

Aunque en muchas culturas la violencia sexual constituye un tabú absoluto, el único


crimen por el cual se suele castigar más a la víctima que al agresor y a menudo, las
personas y las comunidades son reacias a hablar de ella por miedo a sufrir represalias
o a ser estigmatizadas; la atención que los medios prestan a la violencia sexual puede
crear una mayor concienciación sobre el problema y presionar a los gobiernos y a las
organizaciones humanitarias para que apoyen medidas tanto de prevención como de
ayuda a las víctimas. (p. 31)

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LOGOS VESTIGIUM

Medios de comunicación y violencia sexual contra población masculina


perpetrada por mujeres: una invisibilización riesgosa

Así, entonces, por lo anterior es relevante hacer un estudio inicial de la visibiliza-


ción de la violencia sexual contra población masculina a través de los medios de
comunicación masivos. Esta revisión se propone reconocer dificultades y, si existen,
fortalezas, para que sirvan más adelante como base para la generación de cambios
sociales y gubernamentales significativos y, por supuesto, hacer un llamado a los
medios de comunicación a cuestionarse el abordaje de esta problemática.

Metodología
En la presente investigación, de tipo descriptivo, se tuvo en cuenta que los medios
de comunicación televisivos nacionales de libre acceso que los colombianos más
consultan para mantenerse informados son el Canal Caracol y el Canal RCN, repre-
sentados en un 28 % y 21 %, respectivamente (Cifras & Conceptos, 2014); se analizó
el volumen de noticias en las páginas de internet de estos medios, con tres términos
clave: violencia sexual, acoso sexual y abuso sexual, teniendo en consideración que
son términos que recogen lo estipulado como conductas punibles por el Código Penal
Colombiano: la violación y los actos sexuales abusivos, excluyendo el proxenetismo,
por responder a dinámicas distintas.
Así, entonces, se procedió a contar las noticias de cada canal televisivo mencionado
por cada de término clave, desde 2013 hasta 2016 y, luego de una revisión de las noti-
cias encontradas, se hizo un segundo conteo, para identificar cuáles de estas noticias
corresponden a violencia sexual en contra de los hombres.
Por último, se categorizaron los contenidos de cada noticia que corresponden a vio-
lencia sexual en contra de los hombres, al igual que los comentarios al respecto, por
parte de la audiencia, si aplica.

Resultados
En primera instancia, se encontró un mayor volumen de noticias usando el término
clave (etiqueta o TAG) “abuso sexual” en los dos canales; seguido de “violencia
sexual” y, por último, “acoso sexual”. Por otro lado, en los canales analizados se
evidenciaron diferencias relevantes en cuanto a los términos “abuso sexual” y
“violencia sexual”, con un mayor volumen de noticias en Caracol TV y RCN TV,
respectivamente.
En segunda instancia, con respecto al número de noticias referentes a violencia,
abuso y acoso sexual contra población masculina se encuentra un mayor porcentaje
de dichas menciones en cuanto a acoso sexual (13,6 %), seguido de abuso sexual

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(1,09 %) y por último, violencia sexual (0,94 %); representan en total un 2,33 % de
las noticias referentes a violencia, abuso y acoso sexual contra hombres, lo cual
indica que alrededor de un 97,7 % de las noticias hacían referencia a víctimas muje-
res (tabla 1).

Tabla 1.
Mención de hombres como víctimas de violencia, abuso y acoso sexual en noticias emitidas
por medios de comunicación colombianos

Noticias con término clave y


Términos clave/Medio Noticias con término clave %
victima masculina
Violencia sexual 319 3 0,94
Caracol TV 89 1 1,12
RCN TV 230 2 0,86
Abuso sexual 1.184 13 1,09
Caracol TV 959 9 0,93
RCN TV 225 4 1,77
Acoso sexual 169 23 13,6
Caracol TV 83 15 18,07
RCN TV 86 8 9,3
Total 1.672 39 2,33

Fuente: Elaboración propia.

Por último, a partir del contenido de las noticias de población masculina víctima de
violencia, abuso y acoso sexual, se pudieron establecer las siguientes categorías:
a. En el marco del conflicto armado colombiano.
b. En el marco del conflicto armado internacional.
c. En el marco de abuso de poder cometido por o hacia guardias o policías.
d. Denuncias a clérigos.
e. Denuncias por ocurrencia en centros de salud.
f. Denuncias por ocurrencia en el transporte público.
g. Denuncia de casos particulares.
h. Invitación a denunciar.
i. Informativo.
A partir de dicha categorización se observó que los términos acoso sexual y abuso
sexual tienen mayor frecuencia en cada categoría: en seis de las nueve categorías;
además, las categorías con mayor frecuencia fueron “en el marco de abuso de
poder cometido por o hacia guardias o policías” con un 46,5 %, “en el marco del

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Medios de comunicación y violencia sexual contra población masculina


perpetrada por mujeres: una invisibilización riesgosa

conflicto armado colombiano” con un 12,82 % e “informativo” con un 10,25 %.


Adicionalmente, se encuentra que en las noticias donde se sugiere el género del
agresor, en su mayoría pertenecen al género masculino (figura 1).

Figura 1.
Distribución de noticias que reportan varones como víctimas, por término clave y categoría

Informativo
Invitación a denunciar
Casos particulares
Transporte público
Centros de salud
Clérigos
Cometido por o hacia guardias o policías
Conflicto armado internacional
Conflicto armado colombiano

0 2 4 6 8 10 12 14 16 18 20

Violencia sexual Abuso sexual Acoso sexual

Fuente: Elaboración propia.

Con respecto a los comentarios de la audiencia, solo fue posible hacer un análisis
de los comentarios hechos a dos noticias en específico, “Policía señala a senador de
haberlo acosado sexualmente” (Caracol TV, 2016) y “Angustiado, así narró este hom-
bre cómo fue acosado sexualmente en el metro” (Caracol TV, 2016), ambos hallados
bajo el término clave, acoso sexual.
En la primera nota periodística se encuentran tres comentarios de personas del
género masculino que corresponden a lo afirmado por Durán (2010) en cuanto a
actitudes: poca credibilidad otorgada al relato de la víctima (acusarlo de mentiroso),
las concepciones restrictivas acerca de lo que constituye una “violación auténtica o
genuina” (cuestionar el hecho de violencia sexual por la supuesta presencia de erec-
ción por parte de la víctima) y las reacciones negativas (burla) de la sociedad hacia
las víctimas.
En la segunda noticia se encuentran once comentarios, aportados en su mayoría
por hombres (siete por hombres y cuatro por mujeres), distribuidos en positivos
y negativos en relación al apoyo o rechazo a la presunta víctima. Entre los nega-
tivos se encuentra la poca credibilidad que se le otorga al relato de la víctima al
referirse a este incidente como algo falso para obtener protagonismo, la adopción

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de la denuncia como un irrespeto a las mujeres, el no reconocimiento del derecho a


denunciar de esta persona por no ser una figura pública reconocida por su belleza,
el cuestionamiento del hecho de violencia sexual por la erección de la víctima y por
no haber “hecho algo para evitar el acoso”, tal como darse la vuelta, y permanecer en
silencio, como si nada hubiera pasado.
Por otro lado, los comentarios positivos se encuentran representados por personas
que hacen críticas a los comentarios anteriores, destacando que es apresurado defi-
nir que la causa de la denuncia fue la búsqueda de protagonismo, sugiriendo que son
comentarios que justifican a la agresora del hecho, resaltando que dichos comenta-
rios surgen de una educación machista, expresando su oposición a creencias tales
como que el hombre no sufre acoso porque siempre disfruta de los acercamientos
sexuales y que por ello no debe denunciar; además, dos hombres, aseguran también
haber experimentado acoso sexual en medios de transporte, destacando la existencia
de mujeres acosadoras sexuales, el rechazo de la sociedad ante este tipo de denuncias
y la falta de legislación al respecto.

Discusión y conclusiones
En primer lugar, a pesar de que las noticias analizadas datan de inicios de 2013,
se encuentra que el volumen de noticias asociado a los tres términos clave es una
cifra considerable; lo cual hace evidente el creciente cubrimiento que los medios de
comunicación televisivos le han otorgado a la “violencia sexual” en el país y a escala
mundial (Céspedes-Báez, 2014, citado en Jaramillo et al. 2015; Berganza, 2003;
Carballido, 2009; Carballido, 2010; López-Diez, 2002).
No obstante, cabe resaltar que contrario a lo esperado el término clave “violencia
sexual” no abarca conjuntamente el volumen de los términos “abuso sexual” y “acoso
sexual”, sino que es superado significativamente por el de “abuso sexual”, sugiriendo
que probablemente se esté presentando una discrepancia entre lo que se concibe en
la academia como violencia sexual y lo que considera el público general, es decir, los
receptores de los medios o una diferencia entre la familiarización de los términos.
Esta diferencia podría radicar en que los medios de comunicación y el público gene-
ral suelen asociar la violencia sexual más con actos sexuales donde existe contacto
físico e incluso penetración, que con actos sexuales abusivos, como el acoso —lo que
se sugiere abordar en futuros estudios—; lo cual obtiene sentido a la luz de una socie-
dad que todavía se encuentra en el inicio de un largo camino por reconocer, defender
y aplicar los derechos sexuales de los ciudadanos en la cotidianidad, derechos que

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Medios de comunicación y violencia sexual contra población masculina


perpetrada por mujeres: una invisibilización riesgosa

ya son reconocidos universalmente desde 1999 por la Asamblea General de la


Asociación Mundial de Sexología.
Sin embargo, a pesar de este gran volumen de menciones en los medios de comunica-
ción revisados, las víctimas masculinas de violencia sexual solo tienen representación
en el 2,33 % de las noticias, una cifra incluso inferior a las estadísticas del INML
(2015) con un 14,8 % y mucho más inferiores que los estudios que reportan del 24 %
al 43 % de victimización sexual en población masculina (Struckman-Johnson &
Struckman-Johnson, 1994; Anderson & Struckman-Johnson, 1998; Lottes, 1991;
Fiebert & Tucci, 1998; O’Sullivan et al., 1998, citados en Struckman-Johnson &
Struckman-Johnson, 2001).
Así, entonces, la infrarrepresentación de este fenómeno puede ser analizada desde
tres perspectivas: la primera, debido a que las estadísticas indican que este no es un
fenómeno generalizado, los medios no consideran que su representatividad en las
noticias deba ser alta; la segunda, debido a características arraigadas sociocultural-
mente en nuestra nación, como el sexismo, la denuncia pública de actos donde se
cuestionan los roles de género en cuanto a la violencia sexual, resulte controversial y
problemática para los medios que las presenten.
En cuanto a la tercera perspectiva, se refiere a la diferencia entre las cifras, que mien-
tras las estadísticas del INML (2015) corresponderían a casos de violencia sexual
donde se pudiera obtener evidencia biológica, es decir, abuso sexual, las cifras obte-
nidas de las noticias corresponden en su mayoría al término acoso sexual, que reúne
los métodos más empleados de violencia sexual perpetrados por mujeres contra
hombres (Struckman-Johnson & Struckman-Johnson, 2001; Struckman-Johnson et
al., 2003), donde, en muchas ocasiones, no es posible recolectar dichas evidencias.
Por otra parte, al analizar las categorías halladas a partir de las noticias en estudio, se
evidencia que tienen una mayor representación aquellas categorías donde la violencia
es ejercida dentro de un marco público o institucional o uno netamente informativo,
reduciendo el número de noticias acerca de casos particulares de la violencia sexual
a la que se puede ser sometido en la vida diaria.
Lo anterior, como se puede apreciar, se encuentra en concordancia con lo descrito en
la literatura, que afirma que ha sido mayormente reconocida este tipo de violencia
contra los hombres, en contextos de guerra o instituciones, además de que en su
mayoría son otros hombres los perpetradores. Y, por otro lado, resulta interesante
que pese a que el porcentaje de noticias respecto al tema no es muy alto, hay evidencia
de un esfuerzo inicial —no suficiente— de estos medios de comunicación por dar a
conocer al público que los hombres también pueden ser víctimas de violencia sexual
e incluso aportan evidencia científica al respecto.
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Así pues, en Colombia, aún existe cierta resistencia al reconocimiento de la violencia


sexual contra la población masculina como un fenómeno que, aunque no representa
grandes números en comparación con las cifras de la violencia sexual contra mujeres,
también ocurre y debe ser visibilizado. Ya que, como se mencionó, la discrepancia
entre las cifras de denuncia de violencia sexual y los hechos realmente ocurridos, en
el caso de las víctimas hombres, se ve acentuada por el estigma de la victimización
sexual entre los hombres, descrita párrafos antes.
Además, lo anterior no solo se reduce a temores injustificados por parte de las vícti-
mas masculinas de este flagelo, sino que como se evidencia en los pocos comentarios
que se pudieron apreciar, las víctimas son revictimizadas por las actitudes de la
audiencia frente a la violación, dando poca credibilidad a su relato, poniendo en
duda los hechos y reaccionando a modo de burla, incluso; se observa que en algunos
casos la denuncia puede ser percibida como una injuria hacia el sexo femenino.
Así, entonces, resulta preocupante el panorama que ofrece Colombia para los varo-
nes víctimas de violencia sexual, porque, en primer lugar, para el caso de hombres
violentados por mujeres, socioculturalmente se “admiten” dichas conductas, debido
a que en su mayoría son consideradas positivas, pues se asocia el acto sexual con una
experiencia de resultado positivo para el hombre, independientemente de las cir-
cunstancias abusivas; lo cual desemboca en la dificultad de las mismas víctimas para
el reconocimiento de ciertas conductas como violencia sexual en contra de ellos.
En segundo lugar, la dificultad que se les presenta a las víctimas para denunciar
estos actos de violencia —sin diferencia en cuanto al género del agresor— , ya que
en muchas ocasiones los operadores judiciales no cuentan con un entrenamiento
adecuado para el manejo de estos casos y pueden llegar a revictimizar al hombre o
simplemente ignorar y/o evadir su solicitud de denuncia, pues no es tomada como
verdadera o relevante; además de las consecuencias sociales negativas que esta
denuncia puede tener para su imagen ante los demás y el cuestionamiento de su
orientación sexual.
Y, por último, pese a que es destacable el intento de estos medios de comunicación
por brindar información acerca de la existencia de la violencia sexual contra la pobla-
ción masculina, hay poca visibilidad de la problemática por medio del cubrimiento
de noticias donde se haga mención de la ocurrencia de hechos de esta índole, lo cual
puede estar contribuyendo a la privación de “crear una mayor concienciación sobre
el problema y presionar a los gobiernos y a las organizaciones humanitarias para
que apoyen medidas tanto de prevención como de ayuda a las víctimas” (Matloff,
2007, p. 31).

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LOGOS VESTIGIUM

Medios de comunicación y violencia sexual contra población masculina


perpetrada por mujeres: una invisibilización riesgosa

Esto abre el camino a una reflexión sobre el compromiso social que deben ejercer los
medios de comunicación. Estos tienen el poder para movilizar a la población y crear
opinión en la misma, elementos que administrados de manera adecuada y respon-
sable ayudarían para generar un cambio de perspectiva frente a la violencia sexual
contra población masculina, se tendría un mayor reconocimiento de estas víctimas
y se lograría que se diseñen y ejerzan acciones en pro de la atención a las mismas.
Para finalizar, debido a las limitaciones de la presente investigación, como el análisis
de solo dos canales televisivos y la fuente exclusiva de la página web de los mismos,
se hace necesario que se continúe con la investigación acerca de la relación de los
medios de comunicación y violencia sexual contra población masculina, desde un
espectro de fuentes más amplio, por un periodo mayor, replicando este análisis en
otros países y teniendo en consideración otras variables como las representaciones
sociales de este tipo de violencia, ya que podrían aportar a la construcción de un
amplio panorama respecto a la comprensión del fenómeno y contribuir a la trans-
formación social.

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LOGOS VESTIGIUM

Angie Borda Montenegro, Ever José López Cantero, Sandra Milena Ruiz Guevara

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3
ANÁLISIS CRIMINOLÓGICO
DE VICTIMARIOS DE VIOLENCIA
DE GÉNERO EN COLOMBIA
Sandra Milena Ruiz Guevara
Ever José López Cantero
Karol Sthefanía Barreto Rodríguez
Yulieth Trujillo Mahecha
Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez
Catalina Muñoz Salas
Daniela Puello Ruiz

Cómo citar este capítulo [APA]: Ruiz Guevara, S. M., López


Cantero, E. J., Barreto Rodríguez, K. S., Trujillo Mahecha, Y., Rodríguez
Rodríguez, J. M., Muñoz Salas, C., & Puello Ruiz, D. (2022). Análisis
criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia. En E.
J. López Cantero (Ed.) et al., Atención a víctimas de violencia basada en
género (pp. 57-97) . Editorial Universidad Católica de Colombia.
https://doi.org/10.14718/9786287554306.2022.3

Resumen
Considerando que en los últimos años la violencia basada en género (VBG) ha sido
una problemática social en constante crecimiento, que afecta directa e indirecta-
mente a la población colombiana —especialmente, a la población femenina—, nació
la iniciativa de producir un documento que contenga análisis de datos estadísticos
de variables psicológicas, pedagógicas, antropológicas y jurídicas, entre otras, sobre
delitos estudiados con la perspectiva de género. Análisis que permita generar un
proceso de caracterización psicosocial del victimario de VBG en Colombia.
Para tal fin, se realizó la presente investigación cuantitativa, con alcance descriptivo
con un diseño transversal no experimental. La población corresponde a personas
privadas de la libertad que fueron procesadas por el Instituto Nacional Penitenciario
y Carcelario (Inpec) durante 2018. El instrumento que se usó es la cartilla biográfica
IVIC, la cual se aplica a las personas privadas de la libertad una vez ingresan a los

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LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

centros penitenciarios. Finalmente se presenta de forma gráfica la relación de las


variables analizadas para la caracterización
Palabras clave: violencia basada en género, perfilación criminológica, plan de trata-
miento penitenciario.

Introducción
De acuerdo con el Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos sobre la situación de Derechos Humanos en Colombia durante
2020: “Colombia continúa enfrentando violencia endémica […]. En varias partes del
país hubo una intensificación de la violencia”, el estudio da cuenta de “76 masacres,
que acabaron con la vida de 292 personas”, violaciones por parte de la Fuerza Pública
y las autoridades penitenciarias, además de asesinatos a lideres sociales defensores
de los derechos humanos y de los derechos ambientales. En lo concerniente a VBG
encontró que: “Entre el 25 de marzo y el 31 de diciembre de 2020 se realizaron 21.602
llamadas por violencia intrafamiliar a la línea 155 de orientación a mujeres víctimas
de violencia de género, un aumento del 103 % respecto al 2019” (Alta Comisionada de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2020).

Violencia basada en género


En cuanto a la definición de VBG, existe dificultad en los procesos investigativos y
artículos académicos para establecer un concepto universal. Aun así, se encuentra
una marcada diferencia entre la VBG y otros tipos de violencia, debido a que en la
VBG la persona es víctima por su condición de género. A partir de ello, Gimeno
y Barrientos (2009) señalan que “la violencia de género es un producto específico
de una situación determinada, es sistémica y se produce porque el patriarcado ha
puesto en manos de los hombres un enorme poder simbólico y material del que
ha desposeído a las mujeres” (p. 16).
Por su parte, la ONU, citada por Expósito y Moya (2011), presenta una definición
en la que incluye el sexismo como causa de esta violencia: “Todo acto de violen-
cia sexista que tiene como resultado posible o real daño físico, sexual o psíquico,
incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de libertad ya sea que
ocurra en la vida pública o en la privada” (p. 1). Entendiendo como acto sexista todas
aquellas acciones que tengan como objetivo discriminar o infravalorar a personas
de otro sexo.
Para Contreras y Badillo (2012), la violencia de género se puede llegar a asociar con
un mecanismo de control social, generando así que algunos tipos de violencia, como

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LOGOS VESTIGIUM

Sandra Milena Ruiz Guevara, Ever José López Cantero, Karol Sthefanía Barreto Rodríguez,
Yulieth Trujillo Mahecha, Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez, Catalina Muñoz Salas, Daniela Puello Ruiz

la sexual, se vinculen consecuencialmente con el papel de vulnerabilidad que tiene la


mujer dentro de los estereotipos asignados socialmente.
La violencia basada en género consiste en agredir la integridad personal de un indi-
viduo y está tipificada en actos violentos hacia la mujer, ya sean físicos o psicológicos,
en contra de su voluntad (Alfocea & Ponce, 2019). En consecuencia, es importante
comprender que la violencia basada en género está explícita en la intervención de
personas de diferente sexo con papeles claramente estipulados, como agresor y víc-
tima (Alfocea & Ponce, 2019).
El Ministerio de la Protección Social (2010) reemplaza sexismo con diferencia de
género, como base sobre la cual estriba la VBG, pues señala que dentro de este tipo
de violencia:
Debe contemplarse todo tipo de acción de violencia atribuida a un ejercicio del poder
fundamentado en relaciones desiguales y asimétricas, situada en los estereotipos y
roles atribuidos a lo masculino y femenino en la sociedad. Frente a esta violencia se
presentan como descripción los referentes culturales, los cuales representan la evalua-
ción de lo masculino en perjuicio de lo femenino, favoreciendo posturas de poder a
través de actos de agresión y/o coerción en contra de las mujeres. (p. 22)

Las propuestas conceptuales anteriores comparten premisas comunes: primero,


considerar que la causa de este tipo particular de violencia obedece al ejercicio de un
poder atribuido disparejamente dentro de los roles sociales de cada género, esto es
conocido también como diferenciación complementaria de género (Jiménez, 2020) y
segundo, que las víctimas de la VBG no son exclusivamente las personas del género
femenino, sino que puede afectar a cualquier actor de la sociedad; de hecho, la vio-
lencia ejercida hacia la comunidad LGBTI constituye una de las más trascendentales
expresiones de las violencias basadas en el género, tal como lo sugiere la encuesta
realizada por Brigeiro et al. (2009) en el marco de la Marcha del Orgullo Gay en
Bogotá, en cuyos resultados se expone que el 19 % de los hombres gay, el 33 % de
los transexuales, el 14,7 % de los y las bisexuales y el 12 % de las lesbianas han sido
víctimas de violencia sexual.

Violencia basada en género en el marco del conflicto armado


Colombia ha sido un país históricamente marcado por el conflicto armado, en el que
se evidencia una perspectiva de función dentro de la dinámica de guerra, en la cual
el género femenino ha sido objetivizado, visto como trofeo y ha desempeñado un
papel pasivo en el conflicto (Pinzón 2015). Orduz (2015) reconstruye cómo la violen-
cia de género, particularmente la violencia sexual, fue utilizada como un mecanismo

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LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

de tortura durante la guerra, con un registro de más de 489.687 mujeres víctimas


directas de violencia sexual durante el periodo 2001-2009. Según la Organización
de Naciones Unidas (ONU, 2010), este tipo de violencia se presenta en gran medida
en niñas, mujeres indígenas o en personas con discapacidad. En contextos de guerra
también se encuentra violencia sexual hacia los adultos varones, adolescentes mas-
culinos y niños dentro del conflicto armado (ONU, 2010)

Tipos de violencia
A continuación se presenta una descripción de los tipos de violencia. Se destacan los
más comunes de acuerdo con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (2015):
• Violencia sexual: La OMS (2013) la define como: “Todo acto sexual, la tenta-
tiva de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no
deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la
sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independien-
temente de la relación de esta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el
hogar y el lugar de trabajo”.
El Ministerio de Protección Social (2010) refirió que en el caso de lesiones
de causa externa en mujeres se realiza un informe especial del Instituto de
Medicina Legal y Ciencias Forenses dedicado a la violencia contra las mujeres en
Colombia, denominado Masatugó, realizado entre 2004 y 2008, el cual reseña
que el 84 % de los exámenes sexológicos realizados fueron hechos a mujeres, de
los cuales el 75 % corresponden a abusos sexuales y los restantes se asociaron a
asaltos sexuales. Además de esto, cada hora al menos 9 mujeres son víctimas
de agresiones sexuales en el país. De los casos descritos, los agresores fueron
familiares en el 36 % de los casos, otros conocidos 37 %, desconocidos 16 % y
finalmente en el 11 % se carece de información sobre el victimario.
• Violencia física: En esta el agresor usa la violencia directamente sobre el cuerpo
de la víctima aplicando fuerza física, ocasionándole daños y afectando directa-
mente su integridad física. En este tipo de violencia se usan sobre todo los golpes
y en menor medida otras modalidades, como pellizcos, quemaduras, asfixias o
forcejeos, y ocasionalmente se presentan de forma combinada. Entre las princi-
pales consecuencias de la violencia física se encuentran lesiones físicas de diversa
índole, estigmas inguinales, trastornos crónicos, dificultad para respirar y disca-
pacidad permanente (Alfocea & Ponce, 2019; Rivas & Bonilla, 2020).
• Violencia psicológica: Incluye “amenazas, insultos, humillaciones, desprecio
hacia la propia persona, desvalorizando su trabajo, sus opiniones” (Águila &

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LOGOS VESTIGIUM

Sandra Milena Ruiz Guevara, Ever José López Cantero, Karol Sthefanía Barreto Rodríguez,
Yulieth Trujillo Mahecha, Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez, Catalina Muñoz Salas, Daniela Puello Ruiz

Hernández, 2016, p. 3). Entre las consecuencias de este tipo de violencia suelen
encontrarse trastornos clínicos como ansiedad y depresión, además de altera-
ciones en los comportamientos, creencias y toma de decisiones de las víctimas
sin llegar a ser patológicos, en algunos casos puede terminar con efectos fatales.
Aunado a esto, la violencia psicológica constituye una forma oculta de agre-
sión, ya que es poco observable y difícil de comprobar (Alfocea & Ponce, 2019;
Larrosa, 2010; Olvera et al., 2014).
Con base en lo referido, la Encuesta Nacional de Demografía y Salud de 2015
informa que a pesar de que la violencia psicológica suele ser la más reportada tanto
por hombres como por mujeres, en un contexto de pareja, la violencia física es la
más visible, ya que en ella se pueden identificar las marcas de las agresiones que
genera el victimario; por último se encuentra la violencia sexual, evidenciándose
que el 76,4 % de las mujeres y el 90,1 % de los hombres, no buscan ayuda en ningún
caso de violencia.
Una variable de relativo reciente interés académico que interviene en la VBG es la
que advierten Montilla et al. (2016), quienes consideran que la irrupción de nuevas
tecnologías, como Smartphones, la proliferación de aplicaciones y redes sociales,
más específicamente WhatsApp, han permitido una “evolución” de la violencia de
género, con acciones como compartir imágenes o contenidos que comprometen la
integridad de las víctimas o incluso pedir claves de redes sociales atentando contra
del derecho a la privacidad; estos medios de comunicación aumentan el fenómeno de
VBG en cada una de sus modalidades, pues disminuye la distancia entre victimario
y víctima. Esto coincide con los postulados presentados en el apartado violencia de
género, específicamente en el señalamiento implícito de que los factores de riesgo en
cuanto a la VBG tienen un carácter sociocultural y ejercen su influencia a partir de
la transmisión de modelos estereotipados de género.
Un breve repaso de causas principales de la violencia de género, además de las
citadas, puede incluir poca estabilidad en los vínculos afectivos, pautas de crianza
inadecuadas, dificultades de acceso a la educación, necesidades económicas y des-
conocimiento de derechos y responsabilidades, las cuales son catalizadas por la
transmisión cultural no evolucionada, que no permite comprender al género como
sinónimo de equidad e igualdad en los seres humanos, sin distinción de orienta-
ción sexual, etnia o religión, así como ausencia y omisión de órganos competentes
(González & Mora, 2014; Pérez et al., 2011).

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LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

Historia del estudio de la violencia basada en género


A partir la revisión bibliográfica, en el marco general de la violencia basada en género
se manifiesta un papel prominente de la influencia cultural e histórica de la sociedad
patriarcal, dado que a través del tiempo los estudios criminológicos se han desarro-
llado en un sentido androcentrista, entendiendo así los rasgos, necesidades e intereses
propios de los varones como posiciones centrales de la cultura y sociedad, viendo a la
mujer con carencias e inferioridades, desarrollando perspectivas desproporcionadas
en cuanto al análisis de la criminalidad de la violencia de género (Mínguez, 2008;
Pérez & Fiol, 2005). Zender, citado por Fuller (2008, p. 100), ejemplifica lo anterior
esclareciendo que en la primera mitad del siglo XX se lanzaban los juicios de crimi-
nalidad en mujeres basándose en factores congénitos, lo que les asignaba un nivel de
debilidad social y moral que las llevaba a cometer conductas erradas.
Durante los años sesenta del siglo XX surgió una luz de cambio para las problemáti-
cas anteriormente enunciadas, debido a que con la consolidación de la Segunda Ola
de los movimientos feministas se impulsaron revisiones de los modelos jurídicos
y se empezó a rechazar el modelo masculino, el cual, según Andruccioli (2002),
mostraba la causa de la baja cantidad de investigaciones realizadas en el siglo XIX
y la primera mitad del XX, la cuales tendían a aplicar teorías de origen biológico y
psicológico en el fin de exponer la criminalidad femenina, resaltando que en todos
los casos la participación de los hombres era considerablemente mayoritaria frente
a la de las mujeres. Esta renovación generó que desde 1970 una de las funciones de
la criminología sea encargarse de estudiar el papel de los involucrados en los delitos,
ya sea como víctima o como autor, con una perspectiva más equitativa (Fuller, 2008).

Marco jurídico
A partir de este punto se revisan algunos conceptos básicos alrededor de la orienta-
ción, identidad y expresión de género, con el fin de que sirvan como herramientas
para contribuir en la implementación de políticas públicas que permitan detec-
tar y prevenir la exclusión y violencia contra personas de cualquier orientación
sexual o género.
Para tal fin, existen unos parámetros o normatividad establecida, los cuales fueron
creados y aprobados por la comunidad internacional. En estos se establecen como
base los derechos humanos, los cuales, según Nikken (1994) son derechos inheren-
tes al ser humano, lo que quiere decir que no hay distinción alguna en razón de
su nacionalidad, lugar de residencia, sexo, color, religión, lengua, o cualquier otra
condición que justifique o permita que estos le sean arrebatados o vulnerados. La
función principal de estos derechos es la de crear un entorno de protección para
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LOGOS VESTIGIUM

Sandra Milena Ruiz Guevara, Ever José López Cantero, Karol Sthefanía Barreto Rodríguez,
Yulieth Trujillo Mahecha, Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez, Catalina Muñoz Salas, Daniela Puello Ruiz

las personas en todo el mundo, específicamente mediante la emisión de acuerdos o


tratados con el Estado que garanticen el acatamiento de los derechos humanos para
todo individuo bajo su jurisdicción (Naciones Unidas, 2010).
Los planteamientos anteriores son tomados por el sistema penal y se evidencia en
el mismo su acatamiento mediante el actuar en forma diferencial hacia los delitos
con enfoque de género. Debido a esto, mediante la Ley 1761 de 2015 se adicionó al
Código Penal el artículo 104A, el cual tipifica el feminicidio como un delito.
Lo anterior creó una brecha entre los sindicados de otros delitos y los sindicados
por violencia de género; esto representa grandes cambios en la penalización de
victimarios y en la reparación de las víctimas y sus familias. El aumento de penas
para los delitos de género no se justifica solo por el hecho de que la víctima sea una
mujer. Simplificar todo lo que compone un feminicidio a la variable de “quién es la
víctima” permite que se caiga en una argumentación excluyente, pues como se ha
demostrado se presentan debates del tipo: “¿Matar a un anciano sería gerontocidio?”
(Buompadre, 2013).
La simplificación de esta conducta punitiva provoca que se dejen de lado los ele-
mentos socioculturales que confluyen en el feminicidio y desdibuja la gravedad y
el perjuicio social que representa cada caso, pues —como ya se ha señalado—, este
implica relaciones desiguales de poder, pensamientos de inferioridad, objetivación
de las víctimas y una afinidad con la idiosincrasia de la cultura donde se presenta
cada caso. Por esto, el incremento de la pena no se fundamenta solo en la noción sub-
jetiva de “matar por”, sino que permite marcar diferencia en las conductas delictivas
y comprender el acto desde una perspectiva más compleja.
Según el artículo 104A del Código Penal adicionado por la Ley 1761 de 2015, el
feminicidio es una circunstancia de agravación punitiva, e indica que el victimario
de feminicidio es “quien causare la muerte a una mujer, por su condición de mujer
o por motivos de su identidad de género”. Además de esto, para el procesamiento
por feminicidio se toman en consideración otras circunstancias, por ejemplo, si el
perpetrador causa ciclos de violencia física, sexual, psicológica o patrimonial que
anteceden al crimen, también si realiza acciones opresoras y de dominio sobre su
sexualidad o en las decisiones trascendentales de la víctima.
Ocasionalmente, se argumenta que dichas circunstancias son consideradas en el
marco de la violencia intrafamiliar y que no sería necesaria una tipificación como el
feminicidio, debido a que la ley ya abordaría dicha necesidad jurídica; sin embargo,
la expresión “violencia doméstica o familiar” responde más a un sentido de control
y dominio de un miembro de la familia hacia otro u otros (pueden ser pareja, hijos,

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LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

padres, entre otros) (Babatiba & Higuera, 2020; Gómez, 2021). Buompadre (2013)
señala que la violencia intrafamiliar está dirigida a otras personas, con la finalidad
de mantener sometimiento o control. Por lo que la agresión no se genera por la con-
dición de género, sino por factores de sometimiento, así que finalmente no incluye
todas las características necesarias para ser considerada violencia basada en género.
Además de la inclusión del feminicidio, por medio de la Ley 1773 del 2016 se adicionó
al Código Penal el artículo 116A, en el cual se señala que el victimario del delito de
lesiones con agentes químicos es: “el que cause a otro daño en el cuerpo o en la salud,
usando cualquier tipo de agente químico, álcalis, sustancias similares que generen
destrucción al entrar en contacto con el tejido humano”. El artículo 210 del Código
Penal define al victimario del delito de acceso carnal violento como “el que acceda
carnalmente a persona en estado de inconsciencia, o que padezca trastorno mental
o que esté en incapacidad de resistir”. Finalmente, el artículo 123 del Código Penal
reconoce el delito de aborto sin consentimiento
Aunque en el Código Penal dichos delitos no presentan un enfoque de género tan
marcado, como es el caso del feminicidio, Falcón (2013) resalta la relevancia de aplicar
un enfoque de género al derecho, puesto que para la lucha contra la discriminación y
para dar una mayor protección a los derechos humanos, es clave entender el enfoque
de género como una herramienta que asegure que las preocupaciones de todas las
personas de cada uno de los diferentes géneros se evalúen en una dimensión integral,
y lograr que se vean beneficiados permite que las desigualdades y construcciones
injustas no se perpetúen.
Como se señaló, el derecho se ha basado en una visión androcentrista, construyendo
y reflejando valores y necesidades masculinas, convirtiendo al género en una carac-
terística definitoria para saber quiénes son merecedores de derechos, constituyendo
una barrera de acceso a la justicia, volviendo más vulnerables donde el derecho no
cumple su papel de justicia, volviendo más vulnerables a otros géneros, principal-
mente al femenino, y consagrando la discriminación. Al respecto, Straka (2015)
indica que el enfoque de género permite que se visibilicen diferentes contextos que
puedan suponer un ataque contra los derechos de las mujeres a tener una vida libre
de violencia, sin acciones que causen la muerte o daño a su integridad y que se origi-
nan en relaciones sentimentales de dominación y subordinación.
Es importante destacar que el Estado colombiano ha tomado medidas sobre el
fenómeno de violencia de género, mediante la creación y modificación de leyes, con
el fin de sancionar la comisión de delitos relacionados con este flagelo. Se puede
observar la implementación de la Ley 1257 de 2008 sobre violencia y discriminación
contra las mujeres, junto con la Ley 1773 del 2016 que modifica la ley y los decretos

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preexistentes a favor de las víctimas de delitos en relación con el artículo 116A, refe-
rente a las lesiones con agentes químicos, ácido y/o sustancias similares, y finalmente
la Ley 1761 del 2015 por la cual se crea y establece el tipo penal de feminicidio como
delito autónomo.
Actualmente se están llevando a cabo múltiples esfuerzos de prevención y mitigación
de la violencia, con la intervención de los casos señalados como violencia de género,
entre los cuales se encuentran asesoría, intervención psicoterapéutica y apoyo psico-
social hacia las víctimas1.

Perfilación criminal
Según Holmes y Holmes (1989), la perfilación criminal es un “intento elaborado
de proporcionar a los de investigación la información específica en torno al tipo de
individuo que ha cometido un cierto crimen” (p. 42), lo cual muestra una evolución
histórica reciente respecto a la elaboración de una metodología.

Historia de la perfilación criminal


Los inicios formales de la perfilación criminal se establecen en Gran Bretaña en 1888
con George B. Philips, quien diseñó el método “modelo-herida”, que se basa en la
relación entre las heridas de la víctima y las características del agresor.
Por su parte, Lombroso (1870) realizó un estudio desde un punto de vista evolutivo y
antropológico en un grupo de prisioneros, a partir de la premisa de los antropólogos
raciales, de que las características físicas como la longitud, forma del cráneo y rasgos
faciales determinaban las diferencias culturales y psicológicas. En su obra principal
El hombre delincuente, de 1876, hizo una clasificación de delincuentes, con base en
sus características físicas, que se mencionan a continuación:
a. Criminal nato: En esta categoría se encuentran principalmente ofensores primi-
tivos especificados en un proceso de decadencia a nivel evolutivo, determinado
a partir de características físicas.
b. Delincuente demente: En esta categoría se destacan los prisioneros, quienes
padecen de posibles trastornos mentales.
c. Criminaloides: Por último, se señala a los delincuentes que no pertenecen a
ningunos de los grupos anteriormente mencionados.

1 Andrés Macías. (2017). Identificación y comparación del nivel de sexismo presente en los líderes comunales de San Gil, Santander y
Cúcuta, Norte de Santander: documento sin publicar.

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LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

En otro registro histórico, el médico cirujano Thomas Bond (1888) realizó el perfil
criminal del caso de “Jack el Destripador”. Garrido (2012) recuerda que:

El doctor Bond realiza su estudio a partir de la comparación entre las diferentes víc-
timas, posteriormente busca examinar detalladamente las heridas sufridas por cada
una de las víctimas, a partir de los resultados obtenidos el doctor Bond determinó
que todos los crímenes habían sido perpetuados por un mismo autor, considerado un
ser hipersexuado quien utilizaba la violencia con el fin de satisfacer su apetito sexual
anormal y quien en apariencia podría lucir como un hombre tranquilo e inofensi-
vo. (p. 233)

Posteriormente, el psiquiatra alemán Ernst Kretschmer (1955) planteó una clasifica-


ción basada en características físicas vinculadas al temperamento, proponiendo su
tipología de Kretschmer según los rasgos físicos:
1. Atléticos: Tendencia a cuerpos atléticos, fuertes en extremidades superiores e
inferiores, rasgos de cara tosca y cabeza ovalada.
2. Leptosomáticos: Tendencia a contextura delgada, de alta estatura, rostros alar-
gados u ovalados, con nariz estrecha y afilada. Cabeza pequeña con el cuello
delgado y largo.
3. Pícnicos: Tendencia a contextura gorda u obesa y de baja estatura.
4. Displásticos o mixtos: Se incluyen los sujetos que padezcan algún tipo de ano-
malía física o los casos que sean mixtos y no puedan ser clasificados en los otros
tres tipos mencionados.
A partir de esta clasificación, según lo señala Kretschmer (1955), los delincuentes se
asociarían a un tipo de delito; es decir, los leptosómicos tendrían tendencia a delitos
como el hurto; los atléticos, tendencia a crímenes donde se requiera y/o se use la vio-
lencia física, mientras que los pícnicos, a crímenes de Estado y engaño. Este aporte
fue altamente criticado por la comunidad científica por su componente biologicista,
y descartado por la poca utilidad que ofrecía y la carencia de estudios científicos.
Paralelamente, Brussel (1968) comparó las conductas delictivas con conductas de
pacientes mentales, lo que constituye el primer perfil psicológico criminal. Con base
en la comparación, Brussel refirió que este perfil era producto del razonamiento
deductivo, junto con su experiencia y cálculo de probabilidades; esto tuvo una reper-
cusión en la policía, ya que fue así como se empezaron a respetar y a usar los aportes
que la psicología podría ofrecer en algunos casos.

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Finalmente, partir de 1970 en Estados Unidos se consolidó el desarrollo del perfil


criminal con base en estudios realizados por el FBI. Se tomó el perfil psicológico
del criminal como técnica fundamental de la investigación policial en los casos de
alta complejidad, y se creó la Unidad de Ciencias del Comportamiento —reconocida
como pilar— por tratarse de una unidad especializada en el diseño de perfiles cri-
minales (Garrido, 2012). El agente Robert Ressler del FBI, mediante el Proyecto de
Investigación de la Personalidad Criminal, diseñado por él, realizó entrevistas a un
gran número de criminales violentos en las cárceles estadounidenses; con el análisis
y sistematización de la información recopilada logró la documentación de ciertos
patrones y comportamientos de asesinos.
La técnica de la perfilación criminal se ha aplicado a lo largo de los años en el proceso
de identificación de autores de delitos graves, en especial en homicidas seriales. A
partir de los años noventa del siglo XX se inició la perfilación de grupos terroristas
y de criminalidad organizada (Báez, 2017), con base en rasgos biográficos y de estilo
de vida del delincuente aún sin identificar, de tal forma que el investigador cuente
con herramientas que le permitan determinar la personalidad del victimario y así
disminuir el rango de sospechosos. Conforme a lo anterior, Vicente Garrido (2012)
define el perfil criminal como “una herramienta de la ciencia forense que se ocupa de
analizar las huellas del comportamiento en una escena del crimen con el objeto
de proveer información útil a la policía para la captura de un delincuente descono-
cido” (p. 290).

Métodos de la perfilación criminal


El desarrollo actual de la ciencia forense cuenta con dos métodos principales utiliza-
dos en la creación de los perfiles criminales: Inductivo y Deductivo.

Perfilación inductiva
La perfilación inductiva está fundamentada en el estudio y conclusión de aspectos
estadísticos e históricos en la elaboración de los perfiles, con base en la información
recogida estadísticamente de crímenes anteriores y autores que aportan exámenes
sobre patrones o guías que fortalecen la información para los investigadores crimi-
nales (Chorro, 2020; Ramírez et al., 2018).

Perfilación deductiva
La perfilación deductiva se basa en un análisis individual de los hallazgos, se fun-
damenta en el estudio exhaustivo de la escena del crimen y de las evidencias tanto

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LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

físicas como psicológicas; en este método se debe encontrar, analizar y describir el


motivo por el cual el autor obró de esa manera (Chorro, 2020; Ramírez et al., 2018;
Ressler et al., 1988).
Según Martínez (2012), este método de perfilación incluye dos fases, la primera es
la investigadora, que consiste en indagar las evidencias y todos los elemento que
le sean concernientes, sean de tipo físico o conductual; y en segundo lugar está la
fase de ensayo-análisis, que implica el estudio de evidencias comportamentales de
delitos conocidos con la existencia de un sospechoso, ejecutándose este análisis con
el objetivo de ayudar en el proceso de entrevista o interrogatorio. En contraposición,
para Douglas et al. (1986), la perfilación criminal por el método deductivo se basa
en seis etapas:
1. Etapa de entradas. Primera etapa en la cual se recolecta toda la información
posible relacionada con el caso; parte de esta información se encuentra en los
informes policiales, escena del crimen y documentos relacionados. Con ella se
hace un bosquejo general de los sucesos ocurridos antes, durante y después del
crimen, buscando establecer patrones y evaluación del modus operandi, armas
utilizadas y rasgos de la víctima.
2. Proceso de decisión de los modelos. Etapa en la cual se clasifica el tipo de crimen
cometido, junto con factores de riesgo que pudieron propiciar la vulnerabilidad
de la víctima, y tendencias de reincidencia del delincuente al cometer el delito
con similitud en locaciones, horarios, rutas de escape, etc.
3. Etapa de evaluación del crimen. En esta etapa se busca lograr la reconstrucción
del crimen a partir de recrear los diversos aspectos de modo, tiempo y lugar,
enfatizando en el comportamiento de los involucrados.
4. Etapa del perfil criminológico. Etapa de análisis de la información obtenida de
procesos anteriores para generar un perfil criminológico, el cual debe contener
como mínimo información relevante sobre las características físicas, demo-
gráficas, costumbres, doctrinas, valores, conductas del delincuente previas y
posteriores al crimen.
5. Etapa de investigación. En esta etapa se compara el perfil criminológico rea-
lizado con posibles sospechosos, se establece la revisión y retroalimentación
constante, considerando que se pueden incorporar nuevos elementos que orien-
ten la revisión del perfil.
6. Etapa de aprehensión. Posterior a la detención del delincuente y posible condena,
se evalúan los datos del perfil criminológico realizado, características reales del
agresor, como evaluación del método empleado, aciertos y errores cometidos, y
su retroalimentación.
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Componentes de la perfilación criminal


Aunque actualmente se encuentran distintas naturalezas taxonómicas en la clasi-
ficación de las propuestas de perfilación criminológica, las cuales son producto del
estudio y orientación académica que se da a la misma, hay elementos comunes que
deben ser tomados en consideración en cada una de ellas.
Por ejemplo, Douglas et al. (1986) plantean un enfoque en el que se crea una nueva
clasificación dicotómica propia del FBI, la cual tiene por objetivo determinar los ras-
gos más representativos del crimen, con el propósito de entender las particularidades
psicológicas y criminológicas del ejecutor. Esta clasificación genera un acercamiento
y distinción entre delincuentes organizados y no organizados. A continuación se
presenta la aplicación de este enfoque al caso de los asesinos en serie.
• Asesinos en serie organizados. Estos asesinos muestran un tipo de lógica en
las acciones que ejecutan, sin padecer algún trastorno mental que explique su
actuar, planifican sus asesinatos, son premeditados y nada espontáneos, poseen
una inteligencia promedio o superior a la media, eligen a sus víctimas de acuerdo
con algún rasgo característico, junto a una personalización, con el fin de crear
una relación entre ambos.
• Asesinos en serie no organizados. No usan lógica en sus actos, pueden tener
algún trastorno mental relacionado con su actuar, sin elección aparente de sus
víctimas, dominados por sus impulsos asesinos prefieren la improvisación,
actúan espontáneamente, develando una mayor carga de violencia y rencor, sin
ningún mensaje aparente. Su quebranto mental genera descuido en la escena del
crimen, sin relación con su víctima, tan solo con el objetivo de destruirla.
Esta clasificación dicotómica es útil al enfocar la búsqueda de información y análisis;
sin embargo, es problemática, considerando que en gran cantidad de crímenes se
presentan características conjuntas de ambas categorías (Norza et al., 2013). Por esta
razón, el FBI incluyó una tercera categoría, denominada “escenas mixtas”, en la cual
se estudian crímenes con ambas clases de características, a pesar del predominio
de una categoría; parcialmente, esta categoría se refiere esencialmente a un tipo de
delincuente que muestra conductas organizadas, y que a su vez suele cometer errores
en la ejecución del delito (Báez, 2017).
En los análisis criminológicos actuales se deben considerar otros aspectos que no se
tuvieron en cuenta en la propuesta anterior. El primero es la escena del crimen, la
cual según Garrido (2012), se define como el área en la que ha tenido lugar un acto
criminal; es el estudio de los eventos y acciones ejecutadas en el sitio de los hechos,
los cuales permiten plantear diferentes conjeturas de lo sucedido por la interacción

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LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

agresor-víctima; se destaca el arma empleada, las heridas causadas, ubicación y


cantidad de las mismas. Estos datos suelen aportar información indispensable en la
lectura de la conducta delincuencial y hablan acerca de la interacción y conducta del
agresor con otras personas, en circunstancias no delictivas.
Del mismo modo, Canter (2004) propone que algunos aspectos del comportamiento
del delincuente se mantienen estables en diferentes delitos y en otras áreas de la
vida del individuo. La teoría narrativa del relato argumenta que el ser humano vive
su vida como el personaje central de su historia, identificado en vivencias y temáticas
que pueden explicar su conducta (McAdams, 1998). Al aplicar la teoría narrativa del
relato en la perfilación, las historias se expresan en cada acción y rastro presente en
la escena del crimen, esto deja entrever un condicionado biográfico del delincuente
(Canter, 2004).
El segundo elemento que se debe considerar en la perfilación criminológica es la
descripción de un lugar donde habita, actúa, circula y delinque el criminal, ya que
esto ofrece una idea acerca del esquema mental del perpetrador. De acuerdo con
Boira (1992), es un mapa mental que el individuo puede tener sobre una locación
específica, ciudad, calle, barrio, parque, entre otros, que pueden tener cierta impor-
tancia y carga emocional en el delincuente.
Frente a esto, Serrano et al. (2010) argumentan que el perfil geográfico concluye que
el criminal tiene tendencia a atacar solo en sectores que le generen seguridad, de
fácil escape para él, pero con menor posibilidad de huida de la víctima después del
abordaje. El perfil geográfico busca disminuir la lista de sospechosos según el área
de búsqueda escogida (Serrano et al., 2010)
En tercer lugar, el análisis del modus operandi (MO) y firma del criminal; es decir,
del método utilizado por el asesino para llevar a cabo su delito, junto con el actuar
y conducta que componen el mismo (Gross, 1924). Según Garrido (2012), el modus
operandi se refiere al “cómo” del delito, aquí se buscan la forma de aproximación a la
víctima (por engaño o sorpresa), el arma utilizada, la fuerza aplicada para controlar
a la víctima y las características de las víctimas seleccionadas. Cabe destacar que el
modus operandi tiene valores y conductas aprendidas, las cuales hablan del tiempo
de operación y repetición de estos delitos. Por ello se observa variación durante los
periodos de tiempo, a causa de factores como el perfeccionamiento de la técnica o a
su vez, el deterioro de la técnica.
De igual forma, según los aportes de la labor policial en la investigación se conside-
ran los aspectos victimológicos como fundamentales para la realización de perfiles
criminológicos —dado que la víctima es quien presencia y padece de primera mano

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el delito cometido—, para reconocer el modus operandi y la firma del criminal. En


caso de que la víctima sobreviva, se convierte en la fuente principal de datos para la
identificación; en caso de fallecimiento se realizará una autopsia psicológica.
En cuanto al perfil de los agresores en relación con la violencia de género, estos
suelen caracterizarse por ser extrovertidos, tranquilos, sociables, inestables emocio-
nalmente; en el área laboral suelen reprimir sus fracasos, pero toman represalias en
sus casas, ejerciendo conductas violentas físicas o psicológicas con su pareja. Otra
característica es que no muestran sentido de culpa luego de la conducta explosiva;
sin embargo, frente a situaciones de tensión y/o, por ejemplo, la posible separación
de su actual pareja, generalmente piden perdón, lo cual se convierte en una conducta
reiterativa (Ropero et al., 2017). Esta conducta repetitiva representa para Walker
(1979) un modelo cíclico de la violencia que implica cuatro fases o momentos en los
que se transita de la calma en la relación, hacia un estado de luna de miel (después
de la reconciliación), pasando por las fases de acumulación y descarga de la tensión.
También se identifica en algunos agresores la prevalencia de consumo de sustancias
psicoactivas, principalmente el alcohol, junto a la celotipia y síntomas psicopatoló-
gicos, antecedentes psiquiátricos por los que puedan haber recibido atención con
anterioridad, tales como conductas adictivas, trastornos emocionales y/o trastornos
de personalidad (Fernández et al., 2011).

Plan de tratamiento penitenciario


Vale la pena mencionar algunos de los aspectos o variables que se analizaron en la
presente investigación.
En los centros de reclusión del país, el Inpec cuenta con el Consejo de Evaluación y
Tratamiento (CET), quienes evalúan y clasifican a las personas privadas de la liber-
tad según sus características personales y en relación con el delito, para elaborar
un plan de tratamiento penitenciario que contribuya a su adecuada resocialización,
en cumplimiento de la Ley 65 de 1993. Así pues las personas privadas de la libertad
pueden ubicarse en cinco de las siguientes fases:
• Observación diagnóstico y clasificación del interno. Etapa en la cual se inicia la
recolección de información y la posterior inducción para la población reclusa; se
realiza un diagnóstico individual acerca de su personalidad y proyecto de vida,
mediante la información contenida en la cartilla biográfica, entrevistas con los
profesionales y reporte de los funcionarios.
• Fase de alta seguridad (periodo cerrado). Durante esta fase se presta mayor
aseguramiento al privado de la libertad y a la comunidad. La fase comienza
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LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

cuando el CET, con el diagnóstico y la clasificación, promueve de una fase a


otra a la persona privada de la libertad, una vez cuenta con argumentos basados
en el cumplimiento de objetivos del tratamiento penitenciario, mediante opor-
tunidades laborales y de educación, ya sea en actividades de arte, artesanías o
manualidades, considerando los criterios de exclusión preestablecidos.
• Fase de mediana seguridad (periodo semiabierto). Corresponde a la tercera
fase del proceso de tratamiento, en la cual la medida de aseguramiento es un
poco más flexible; solo podrán clasificar las personas privadas de la libertad que
hayan cumplido la tercera parte del tiempo de su condena, entre algunos otros
requisitos. Al cumplir tres cuartos de la condena.
• Fase de mínima seguridad (período abierto). Durante esta fase el objetivo
principal es trabajar con los dos aspectos del interno más afectados por su per-
manencia en el establecimiento, el laboral y el familiar, y prepararlo para su vida
en libertad. Para esta fase se deben haber cumplido cuatro quintas partes (4/5) del
tiempo requerido para la libertad condicional, demostrando cumplimiento en
las metas trazadas durante el plan de tratamiento y un buen comportamiento
dentro de la institución.
• Fase de confianza. Es la última fase del tratamiento penitenciario y se accede
a ella al ser promovido de la fase de mínima seguridad y habiendo cumplido
el tiempo requerido para libertad condicional, durante esta fase se desarrollan
diversas actividades que permitan reconocer el impacto del tratamiento peni-
tenciario realizado durante las anteriores fases.

Metodología
La presente investigación tiene como objetivo analizar los datos nacionales infor-
mados por el Inpec durante 2018 sobre la población procesada que se encuentra
privada de la libertad. Se desarrolla a partir de un enfoque cuantitativo (Hernández
et al., 2010), mediante recolección de datos numéricos que permiten contrastar los
hallazgos conceptuales (Hernández et al., 2010), con la finalidad de identificar las
características de la población privada de la libertar y construir perfiles que orienten
planes de tratamiento penitenciario.
Desde el enfoque cuantitativo, la presente investigación utiliza un diseño transversal
no experimental, tomando como referencia información de un único momento y
bajo condiciones específicas p. El alcance la investigación es descriptivo, ya que los
estudios de esta naturaleza permiten reconocer propiedades de personas, grupos,
comunidades o cualquier otro objeto de análisis.

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Esta investigación, a partir de una mirada analítica se propone diversos niveles de


integración de las variables consideradas para establecer un primer paso en la carac-
terización del victimario de violencia basada en género; para esto se analizarán las
variables de la cartilla biográfica en función de 4 delitos: feminicidio, acceso carnal
violento, lesiones con agentes químicos y aborto sin consentimiento
La población objeto del presente estudio, corresponde a personas privadas de la
libertad durante 2018. La muestra está conformada por 4.533 personas que cumplie-
ron el criterio de inclusión, es decir, que fueron procesadas por delitos relacionados
con violencia de género.
El instrumento que se utilizará para la presente investigación será la cartilla biográ-
fica IVIC que el Inpec les aplica a los condenados al momento de ingresar al centro
carcelario, para su valoración integral, como se explicó en el apartado anterior. Las
variables que este instrumento evalúa son:
• Psicológicas (riesgo psicopatológico, condiciones psicológicas, comportamiento
social).
• Pedagógicas (historial académico, motivación, operaciones básicas y mentales,
competencias ciudadanas).
• Antropológicas (endoculturación, interculturalidad, prisionalización, identi-
dad, espacialidad).
• Seguridad (trayectoria, sometimiento a normas, vulnerabilidad).
• Terapia ocupacional (motivación, proyección, competencias).
• Jurídicas (reincidencia, visión sobre la conducta criminal y el delito, y factores
objetivos).
• Trabajo social (ser en relación, relaciones familiares, dinámica familiar).
Con este trabajo, apoyado en las estadísticas del Inpec, la presente investigación se
desarrolla en tres fases:
• Fase uno. Consiste en la revisión bibliográfica para la adquisición de conoci-
miento especializado en los temas violencia basada en género, perfilación
criminológica y plan de tratamiento penitenciario.
• Fase dos. Adquisición de los datos mediante la cartilla y las bases estadísticas, los
cuales se analizaron para hallar la relación entre variables.
• Fase tres. Caracterización psicológica de la muestra procesada por el Inpec por
delitos de violencia de género.

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LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

Resultados
A continuación se presentan los resultados de la caracterización de los procesados
por el Inpec por violencia basada en género: feminicidio, aborto sin consentimiento,
lesiones con agentes químicos y acceso carnal violento, durante 2018.

Figura 1.
Porcentaje de personas procesadas por delito

0,5%
0,3%

14,1%

85,2%

Feminicidio Aborto sin consentimiento

Lesiones por agentes químicos Acceso carnal violento

Fuente: Elaboración propia.

En la figura 1 se evidencia que de las 4.533 personas procesadas en cumplimento de


su condena en establecimientos del Inpec durante 2018, el delito prevalente es acceso
carnal violento con un 85,2 % (3.862). En segundo lugar se encuentra el feminicidio
14,1 % (638); estos son los delitos con más casos reportados. Respecto al delito de
aborto sin consentimiento, se encontraron 21 personas (0,5 %), y finalmente, lesiones
con agentes químicos, 12 casos (0,3 %).

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Figura 2.
Género de los procesados

Feminicidio Aborto sin consentimiento

95%
99%

1% 5%

Femenino Masculino Femenino Masculino

Lesiones con agentes químicos Acceso carnal violento

50% 50%
99%

1%

Femenino Masculino Femenino Masculino

Nota: Previamente se ha planteado un debate en el que se señala que los géneros no se dividen dicotómicamente (masculino/
femenino); sin embargo, la información proporcionada por el Inpec únicamente presenta estas dos categorías de género,
además de estar (de acuerdo con el IVIC) vinculados directamente al sexo biológico y el determinismo genético.
Fuente: Elaboración propia.

En la figura 2 se puede observar que de una muestra de 638 personas privadas de la


libertad por el delito de feminicidio, el 1 % pertenece al género femenino y el 99 % al
masculino. En cuanto al delito de aborto sin consentimiento, se evidencia que de 21
personas privadas de la libertad, un 5 % pertenecen al género femenino y un 95 % al
masculino. Respecto al delito de lesiones por agentes químicos, de 12 personas pro-
cesadas por este delito, el 50 % pertenece al género femenino y el 50 % al masculino.
En el delito de acceso carnal violento, de 3.862 personas privadas de la libertad, un
1 % pertenece al género femenino y un 99 % al masculino.

75
LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

De los datos anteriores se deduce que hay mayor incidencia del género masculino en
la comisión de estos delitos, con excepción del delito de lesiones por agentes quími-
cos el que la incidencia entre género femenino y género masculino es igual.

Figura 3.
Distribución de los procesados por grupo etario

Feminicidio Aborto sin consentimiento

54% 63%
36%
10% 21% 16%

18 a 30 31 a 50 Mayor de 50 18 a 30 31 a 50 Mayor de 50

Lesiones con agentes químicos Acceso carnal violento

50% 42% 54%


23% 23%
8%

18 a 30 31 a 50 Mayor de 50 18 a 30 31 a 50 Mayor de 50

Fuente: Elaboración propia.

Para el análisis de esta variable se clasificaron los procesados en tres grupos etarios,
distribuidos de la siguiente manera: 18 a 30 años, se encontró que este grupo enca-
beza el delito de lesiones con agentes químicos, con un 50 %. El segundo grupo, 31
a 50 años, encabeza los puntajes de los otros tres delitos, con el 63 % para aborto
sin consentimiento, seguido del 54 % para acceso carnal violento y feminicidio.
Finalmente, está el grupo de mayores de 50 años, quienes tuvieron baja puntuación
en los cuatro delitos, comparados con los otros grupos etarios.

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Figura 4.
Hijos de las personas procesadas

Feminicidio Aborto sin consentimiento

88%
83%

17%
12%
Sí No
Sí No

Lesiones con agentes químicos Acceso carnal violento

75%
95%

25%

5%

Sí No Sí No

Fuente: Elaboración propia.

Respecto al núcleo familiar de los procesados, como se puede observar en la figura 4,


en los cuatro delitos la mayoría de la población analizada tiene hijos. El mayor
porcentaje corresponde al delito de aborto sin consentimiento, con 95 %, seguido
por feminicidio con 88 %, acceso carnal violento con 83 % y lesiones con agentes
químicos con 75 %.

77
LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

Figura 5.
Nivel educativo de los procesados

Feminicidio Aborto sin consentimiento

18 21 21
15 12
33
6 29
3
0 1 2 0 1
14
10
Analfabeta
Ciclo I - Basic
Ciclo I - Med
Ciclo II -Bas
Ciclo II - Med
Ciclo III -Bas
Ciclo IV -Bas
Especialización - Sup
Profesional - Sup
Técnico- Sup
Técnico Profesional - Sup
Tecnológico - Sup
5 5 5

óg Sup

up
s
I- s

clo Med

Te nic as
clo ed
Ba
Ba

Té V -B

-S
M
Ci II -
I-

-
ico
-

o
clo

II

I
clo

clo
Ci

c
Ci

ol
Ci

Ci

cn
Lesiones con agentes químicos Acceso carnal violento
23 24

15
12 11
25 25
17 17 5 5 0
0 0 1 2 0 1
8 8
Analfabeta
Ciclo I - Basic
Ciclo I - Med
Ciclo II - Bas
Ciclo II - Med
Ciclo III - Bas
Ciclo IV - Bas
Magister - Sup
Especialización - Sup
Posgrado - Sup
Profesional - Sup
Técnico - Sup
Técnico Profesional - Sup
Tecnologico - Sup
I- s
ed

III s
clo Bas

ico as
up
clo - Ba

clo - Ba

B
M

-S
-

Té V -
I

I I
clo

I
clo

cn
Ci

Ci
Ci

Ci

Ci

Nota: Los ciclos educativos de acuerdo con el grado escolar están concentrados de la siguiente manera: Ciclo I corresponde a
los grados 1°, 2° y 3°; Ciclo II corresponde a los grados 4° y 5°; Ciclo III corresponde a los grados 6° y 7°; Ciclo IV corresponde
a los grados 8° y 9°. Ciclo V corresponde al grado 10° y Ciclo VI corresponde al grado 11°. La educación superior reemplaza los
ciclos por el nivel educativo alcanzado en cada caso: técnico, tecnológico, profesional, especialización, maestría, doctorado.

*Cifras porcentuales

Fuente: Elaboración propia.

Los resultados de la figura 5 indican que, independientemente del delito, casi todos
los procesados han tenido educación académica formal; de hecho, únicamente los
delitos de feminicidio y acceso carnal violento mostraron un nivel de analfabe-
tismo estadísticamente significativo. Solo la minoría de procesados tuvo formación

78
LOGOS VESTIGIUM

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Yulieth Trujillo Mahecha, Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez, Catalina Muñoz Salas, Daniela Puello Ruiz

académica superior. A nivel particular, por el delito lesiones con agentes químicos el
21 % de los evaluados alcanzan el ciclo II básico y medio, el 25 % ciclo I básico y ciclo
IV básico. En el caso del delito de acceso carnal violento el 24 % alcanzan el ciclo II
básico y el 23 % el ciclo I básico. Por su parte, las personas que fueron procesadas por
el delito de aborto sin consentimiento se encuentran en un 33 % en el ciclo I básico,
mientras el 29 % en el ciclo II básico. Finalmente, el 21 % de los procesados por el
delito de feminicidio terminó el ciclo II básico.

Figura 6.
Situación jurídica de los procesados

Feminicidio Aborto sin consentimiento

57%
36% 43%
14%

Sindicados Condenados Sindicados Condenados

Lesiones con agentes químicos Acceso carnal violento

71% 58%
42%
29%

Sindicados Condenados Sindicados Condenados

Fuente: Elaboración propia.

Frente a las características de la situación jurídica de la población analizada, en la


figura 6 se evidencia que salvo por el caso del feminicidio, los procesados por los
delitos se encuentran mayoritariamente condenados.

79
LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

Figura 7.
Estado civil de los procesados

Feminicidio Aborto sin consentimiento

52%
53%
38%
33%
7%
4% 3% 0%
10%
ro

do

re

do

do
ud
lib
lte

sa

ra

cia

Soltero Casado Unión libre


Vi
Ca

pa
So

ón

or
Se

iv
ni

D
U

Lesiones con agentes químicos Acceso carnal violento

67%
47%
38%

33%
11%
0% 3% 1%
ro

do

re

do

do

o
ud
lib
lte

sa

cia

ra

Soltero Unión libre


Vi
Ca

pa
So

ón

or

Se
iv
ni

D
U

Fuente: Elaboración propia.

En cuanto al estado civil, en la figura 7 se observa como patrón en todas las dis-
criminaciones que la mayoría de los procesados se distribuye entre soltero y unión
libre. De hecho, entre los procesados por lesiones con agentes químicos ninguna
de las otras opciones de respuesta obtuvo un valor estadísticamente significativo.
Tampoco las otras opciones de respuesta diferentes a soltero o en unión libre alcanzó
en ninguna de las discriminaciones una proporción mayor al 15 %.

80
LOGOS VESTIGIUM

Sandra Milena Ruiz Guevara, Ever José López Cantero, Karol Sthefanía Barreto Rodríguez,
Yulieth Trujillo Mahecha, Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez, Catalina Muñoz Salas, Daniela Puello Ruiz

Figura 8.
Reincidencia

Feminicidio Aborto sin consentimiento

86% 81%

19%
14%

Sí No Sí No

Lesiones con agentes químicos Acceso carnal violento

67%

85%
33%

15%

Sí No Sí No

Fuente: Elaboración propia.

En la figura 8 se evidencia como patrón en todas las discriminaciones un nivel de


reincidencia que no supera en la mitad del nivel de no reincidencia; de hecho, en la
mayoría de las discriminaciones no supera el 20 %. Específicamente se obtiene como
resultado una reincidencia del 14 % en el delito de feminicidio, mientras que el 86 %
de los procesados no reinciden. En cuanto al delito de aborto sin consentimiento,
se evidencia una reincidencia del 19 % frente al 81 % no reincidente. Así mismo, se
puede observar en el delito de lesiones con agentes químicos que la reincidencia es
del 33 % y la no reincidencia es del 67 %. Para el delito de acceso carnal violento se
encuentra que el 15 % reincide y el 85 % no lo hace. Considerando que la reincidencia
es medida por el reingreso a la privación de la libertad, la cual puede darse por un
delito diferente al cometido inicialmente.

81
LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

Figura 9.
Fases de tratamiento

Feminicidio Aborto sin consentimiento

57%
33% 33%
24%
26%
15%
2% 5% 5%
n

g.

n
n

g.

.
if.

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eg

eg
ció

ció
ció
se

se
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a
Co
Si
i

i
ed

ev
ed
bs

bs
O

O
M

n
Si
Lesiones con agentes químicos Acceso carnal violento

42%
33%
30%
19%
6% 9%
8% 8% 3%
n

ad

.
eg

eg
nz
ció

ció
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as

as
fia
n

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ta

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va

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bs

cla
ian

M
Al

ta
O
er

D
Al
ed
bs

n
Si
O

Fuente: Elaboración propia.

La figura 9 muestra que respecto al delito de feminicidio, el 57% la población pro-


cesada se encuentra sin clasificar en el momento de la evaluación, el 2 % se sitúa en
la fase de mediana seguridad, el 26 % que se encuentra en fase de alta seguridad y
el 15 % en fase de observación diagnóstica. No se reportan cifras de personas en las
fases de mínima seguridad y de confianza. Con base en estos datos se deduce que al
momento de realizar la medición ninguno de los procesados se encontraba próximo
a lograr su libertad o cumplir las metas trazadas por el CET respecto al tratamiento
penitenciario brindado.
En el caso del delito de aborto sin consentimiento, en el momento de la evaluación
un 5 % de los procesados se encuentra en fase de observación, otro 5 % en fase de

82
LOGOS VESTIGIUM

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confianza y un 24 % en fase de mediana seguridad —población que ya ha cumplido


con al menos la tercera parte de la condena—; lo anterior contrasta con el 33 % que no
había sido evaluado y otro 33 % que se encuentra en fase de alta seguridad, por tanto,
las personas procesadas en su mayoría aún no han alcanzado los objetivos de CET.
En el caso de procesados por el delito de acceso carnal violento, los porcentajes son
relativamente similares, pues un 3 % se encuentra en fase de confianza, un 6 % en fase
de observación, el 9 % ya se encuentra en mínima seguridad —próximos a retornar
a su libertad—, el 19 % aún se encuentra en fase de mediana seguridad, el 30 % no se
encuentra en ninguna fase de clasificación y el 33 % restante, en fase alta.
Respecto al delito de lesiones por agentes químicos, la población evaluada se encuen-
tra distribuida entre las fases de alta seguridad con el 42 %, observación y diagnóstico
50 % y mediana seguridad con una proporción igual al 8 %.

Figura 10.
Departamento de origen de los procesados

Feminicidio

14% 14%

7%
6%
3% 2% 2% 5% 5% 5%4% 1% 2%
4% 3% 3% 4% 4%
2% 2% 2% 1%
2%
1% 0% 1% 2% 0% 0%
0%
Cesar
Cundinamarca
Meta
Huila
Putumayo
Atlántico
Valle del Cauca
Antioquia
Quindío
Norte de Santander
Santander
Bolívar
Caldas
Magdalena
Nariño
Tolima
Boyacá
Bogotá
Guaviare
Risaralda
Pereira
Cauca
Chocó
Casanare
Caquetá
Arauca
San Andrés Prov.
Córdoba
Sucre
La Guajira

83
LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

Aborto sin consentimiento

14%

10% 10% 10% 10% 10%

5% 5% 5% 5% 5% 5% 5% 5%
a

as

ca

ca

ar

ia

a
e

e
ld

et

lim

ob

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ld

s
ya

au

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Ca

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nt


An
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de

Sa

Sa
lle

de
Va

te
or
N

Lesiones con agentes químicos

42%

25%
17%
8% 8%

Tolima Cundinamarca Antioquia Caldas Valle del Cauca

Acceso carnal violento

13%

9% 9%
6% 6% 6%
5% 5%
3% 4% 4%
2% 2% 3% 2% 3% 3%
2% 2%
2% 1% 1% 2%
1% 1% 1% 1% 1%
0% 0% 0%
Antioquia
Norte de Santander
Meta
Huila
Cundinamarca
Cesar
Santander
Caldas
Casanare
Nariño
Valle del Cauca
Magdalena
Huila
Cauca
Tolima
Chocó
Risaralda
Arauca
Bolívar
Caquetá
La Guajira
Putumayo
Córdoba
Boyacá
Venezuela
Ecuador
Bogotá
Pereira
Quindío
Vichada
Atlántico

Fuente: Elaboración propia.

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LOGOS VESTIGIUM

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En la figura 10 se identifican los departamentos de los cuales son oriundos los


procesados. De acuerdo con esa información, el mayor número de procesados por
feminicidio procede del Valle del Cauca y Antioquia, con el 28 %. Norte de Santander
lidera las cifras de procesados por el delito de aborto sin consentimiento, seguido
por Boyacá, Valle del Cauca, Santander y Tolima, los cuales reportan una proporción
del 10 % cada uno. En lo referente a lesiones por agentes químicos se encuentra una
procedencia únicamente de seis departamentos, de estos el 42 % de los procesados
son procedentes del Valle del Cauca. Finalmente, respecto al de delito acceso carnal
violento se encuentra la distribución más equidistante de todas, donde la proporción
más alta (15 %) de los procesados es de Antioquia, seguida por Valle del Cauca y
Bogotá con un 9 % cada uno.

Figura 11.
Lugar de reclusión de condenados y sindicados

Feminicidio

14% 14%

7%
6%
5% 4% 5% 4% 3%
3% 4% 2% 3%
3% 2% 4%
2% 2% 2% 0% 2%
2% 1%
2%
1% 0% 0% 1% 0% 0%
Cesar
Cundinamarca
Meta
Huila
Putumayo
Atlantico
Valle del Cauca
Antioquia
Quindío
Norte de Santander
Santander
Bolívar
Caldas
Magdalena
Nariño
Tolima
Boyacá
Bogotá
Guaviare
Risaralda
Pereira
Cauca
Chocó
Casanare
Caquetá
Arauca
San Andres Prov.
Córdoba
Sucre
La Guajira

85
LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

Aborto sin consentimiento

14% 14%

10% 10% 10%

5% 5% 5% 5% 5% 5% 5% 5% 5%
a

a
r
a

ia
o
a

as

r
ca

sa
et

lim

ob
uc
de
ld

et


de

qu
ld
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M

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To
Bo
sa

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N
Ca


nt

nt

An
Ri

Sa
de

Sa
lle

de
Va

te
or
N

Lesiones con agentes químicos

42%

25%
17%

8% 8%

Antioquia Caldas Cundinamarca Tolima Valle del Cauca

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LOGOS VESTIGIUM

Sandra Milena Ruiz Guevara, Ever José López Cantero, Karol Sthefanía Barreto Rodríguez,
Yulieth Trujillo Mahecha, Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez, Catalina Muñoz Salas, Daniela Puello Ruiz

Acceso carnal violento

13

9 9

7 6
6 2
5 5
3
4 2 1
3 3 0 0 0
2 3 2 2 0
2 0 2
2 2
1 1
0 1 1
0 0 0 0 0 0 0
Amazonas
Antioquia
Arauca
Bolívar
Caquetá
Atlántico
Nariño
Cauca
Bogotá
Cesar
Boyacá
Tolima
Caldas
Córdoba
Norte de Santander
Santander
Casanare
Huila
La Guajira
Chocó
Magdalena
Valle del Cauca
Quindío
Perú
Vichada
Venezuela
Vaupés
Cundinamarca
Brasil
Costa Rica
Ecuador
San Andres Y Prov.
España
Guainía
Guatemala
Guaviare
Meta
Sucre
Risaralda
Putumayo
* Cifras porcentuales.
Fuente: Elaboración propia.

En la figura 11 se expone la distribución de los sindicados registrados en la base


de datos del Inpec en los distintos departamentos. El Valle del Cauca y Antioquia
reportan el mayor número de recluidos en sus instituciones penitenciarias por el
delito de feminicidio, seguidos por Bogotá y Cauca. En relación con el delito de
aborto sin consentimiento, el 28 % de los procesados se encuentran confinados en
Cauca y Norte de Santander, seguidos por Boyacá, Tolima y Antioquia con un 10 %
cada uno. El 42 % de los procesados por lesiones por agentes químicos se encuentra
recluido en el Valle del Cauca. Por último, respecto a los procesados por acceso car-
nal violento, Antioquia cuenta con una concentración del 13 % seguido por Bogotá y
Valle del Cauca. Se señala también que un mínimo porcentaje de los procesados por
acceso carnal violento se halla recluido fuera del país, principalmente en Venezuela,
España, Ecuador y Perú.

Discusión
En la presente investigación se analizaron los datos nacionales de población privada de
la libertad, procesada por delitos relacionados con VBG, con el objetivo de hacer una
caracterización que sirva para futuros proyectos de perfilación criminal del victima-
rio de VBG. Estos datos fueron registrados por el Inpec durante 2018. La discusión

87
LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

consiste en una contrastación de los resultados del análisis con el estado actual de
la VBG. Si bien las variables de estudio son las propuestas por el IVIC, no todas
aportan a la caracterización, pues algunas de ellas no tienen una relación directa con
el perfil de los procesados, sino que obedecen a condiciones ajenas al mismo, tal es el
caso de las variables situación jurídica, fases de tratamiento o departamento de
reclusión, estas últimas, sin embargo, son consideradas para el desarrollo CET.
De acuerdo con el análisis, el delito de mayor ocurrencia es el acceso carnal vio-
lento, con el 85 % de la muestra, lo cual coincide plenamente con las estadísticas
más actualizadas de entidades públicas y ONG. La Fiscalía General de la Nación
señala que desde el 1 de enero hasta el 31 de marzo de 2020 recibió 3.877 denuncias
por violencia sexual, mientras que se presentaron 158 casos de feminicidio en ese
mismo lapso. Meses antes, en un boletín emitido por el Ministerio de Salud el 25
de noviembre de 2020 manifiesta que “entre el 25 de marzo y el 10 de noviembre
de 2020, 519 mujeres fueron asesinadas” y “Se practicaron 9.652 exámenes médico
legales por presunto delito sexual”. En ambos informes se mantiene una prevalencia
de los delitos sexuales frente a feminicidio. La Comisión para la Equidad de la mujer
presentó en mayo de 2020 un informe con cifras sobre delitos relacionados con la
VBG donde la prevalencia era similar, pues frente a 22.150 denuncias por violencia
sexual se presentaron 571 feminicidios (Fundación Feminicidios Colombia, 2020).
Respecto al género, se halla una marcada diferencia entre masculino y femenino.
Todas las cifras presentadas en este capítulo, concernientes a la ejecución de delitos
relacionados con VBG, muestran en su mayoría la violencia contra la mujer como
sinónimo de VBG, solo algunos incluyen violencia contra otros géneros; esto obe-
dece en gran medida a que (como se explicó en el apartado teórico), las relaciones
de poder históricamente asignadas presentan un enorme grado de desigualdad, lo
que de forma ineluctable repercute en una desvalorización del género femenino y
una subordinación al género masculino (Daros, 2014; Gimeno y Barrientos, 2009;
Medina et al., 2013). Caso aparte es el delito de lesiones con agentes químicos, pues
se encuentra una división completamente equidistante con resultados paralelos
entre los géneros procesados por el delito. La literatura respecto a la naturaleza de
las lesiones con agentes químicos es aún incipiente y la totalidad de la muestra es
de 12 personas, por tanto, un análisis mayor al de un alcance descriptivo podría
ser desacertado.
En la variable edad, la prevalencia del grupo etario de los procesados por delitos
relacionados con VBG corresponde al rango de 30 a 50 años. Frente a esto, existe en
la literatura científica especializada un conceso sobre la llamada curva de edad del
delito (Vigna, 2012). Esta curva, basada en la documentación de múltiples estudios,

88
LOGOS VESTIGIUM

Sandra Milena Ruiz Guevara, Ever José López Cantero, Karol Sthefanía Barreto Rodríguez,
Yulieth Trujillo Mahecha, Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez, Catalina Muñoz Salas, Daniela Puello Ruiz

sugiere esencialmente que la conducta delictiva suele tener un inicio a finales de la


infancia (14-16 años), disminuye hacia los 20 años y empieza a aumentar en ese punto
de manera exponencial (Loeber et al., 2011). La curva puede cambiar por diversos
factores subyacentes, como el delito y el género del delincuente, variaciones sin la
significación estadística suficiente para modificar el postulado de la curva (Valdivia
et al., 2018). Los resultados del análisis concuerdan con la mayoría de los estudios
realizados en investigaciones, descriptivas, comparativas y correlaciones, por ejem-
plo, la de Bringas et al. (2012), incluso con los que realizan análisis bibliográficos,
por ejemplo, Valdivia (2016). Una acotación final sugiere que la conducta violenta
aumenta más tardíamente que cualquier otro tipo de agresión (Loeber et al., 2011).
Para la variable hijos, no se encontraron estudios que permitieran hacer una
contrastación confirmatoria o detractora respecto a si los procesados por delitos
relacionados con VBG tenían hijos o no en el momento de la aplicación del IVIC.
Se hallaron casos muy específicos, como en Delgadillo (2011), donde se estudia la
violencia de padres hacia hijos desde una perspectiva de género; sin embargo, dado
que todos los casos analizados en este estudio corresponden a victimarios que por
criterio de inclusión debían tener al menos un descendiente, tomar como referencia
esta variable podría dejar por fuera casos de violencia basada en género cuando
el agresor no tiene hijos y se ejecuta contra otros integrantes de la familia. Otros
estudios presentan a los hijos de las víctimas de delitos relacionados con la VBG
como víctimas indirectas de este tipo de violencia; López (2014) y Cano (2015) son
ejemplos de este tipo de estudios. Finalmente, estudios sobre la violencia, de forma
general y sin discriminación de variables, incluyen a los niños como víctimas, pero
este enfoque se aleja de las pretensiones de esta investigación, por tanto, no se tienen
en cuenta los datos. El análisis de los 4.533 procesados permitiría sugerir que es más
probable que improbable que las personas que cometan un delito relacionado con
VBG tengan hijos.
Respecto a la variable nivel educativo se encuentra que la mayoría de los procesados
están entre los Ciclos básicos I y II, esto quiere decir que la mayoría ha culminado
la primaria y casi toda la secundaria. Si bien esta variable ha sido menos estudiada
en los victimarios en comparación con las anteriores, es posible encontrar alguna
concordancia con resultados como los de Milán et al. (2010), quienes realizaron
una perfilación sociodemográfica en La Habana, y hallaron que los victimarios
han alcanzado un nivel secundario de escolaridad. Delgadillo (2011) encontró que
menos del 50 % de la población de su muestra había culminado los estudios secun-
darios, pero aproximadamente el 60 % había terminado la primaria. Ramos et al.
(2018) encontraron también que la mayoría de los procesados había cursado estudios
primarios y/o secundarios. Se encontraron discrepancias con estudios como el de

89
LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

Vera (2012), quien sugiere que en el caso del feminicidio los victimarios presentan
de forma general “un bajo nivel de escolaridad”. Sin embargo, sobre esto último no
hay consenso académico.
Frente a la variable estado civil, la mayoría de los estudios de VBG se refiere a los
fenómenos violencia en el noviazgo y violencia intrafamiliar, presentándose ocasio-
nalmente confusiones conceptuales y en la operacionalización de variables (Gimeno
& Barrientos, 2009; Organización Mundial de la Salud [OMS], 2015; Pérez & Fiol,
2005). Los resultados de otros estudios donde las variables relacionadas con VBG se
analizaron dentro de los dos contextos mencionados hacen incompatible una con-
trastación con los resultados de la presente investigación, pues el criterio de inclusión
de tales estudios era precisamente tener algún tipo de relación afectiva; por tanto,
sus resultados no favorecen la discriminación respecto al estado civil del victimario
de forma general. Si bien el aporte de tales estudios es valioso, difiere en su proyec-
ción con los objetivos de la presente investigación. A pesar de esto, es acertado el
estudio de la VBG dentro del noviazgo, pues la unión libre es el estado de la mayoría
de los procesados, el otro estado más comúnes “soltero”, lo cual no es mutuamente
excluyente del noviazgo.
Dentro de la variable reincidencia se encuentra una amplia predominancia a la no
repetición. Este factor podría obedecer a la denuncia de la conducta delictiva; de
hecho, el estudio de los casos nace de las denuncias; sin embargo, un mayor número
de denuncias no necesariamente quiere decir un incremento de la violencia, sino de
su visibilización (MinSalud, 2020). Además, los procesados por delitos relacionados
con VBG tienen menos posibilidad de realizar acuerdos para recuperación de la
libertad u obtener rebajas en su condena. Dado que la reincidencia carcelaria no
discrimina el delito por el cual se genera el reingreso al sistema, de forma general se
advierte un bajo nivel de reincidencia.
Ahora, en el estudio se determina que un 19 % de la muestra de reclusos evaluados
se reincorpora a la vida civil de manera satisfactoria, debido a que un gran número
de estos reclusos se acogió a programas de formación en su vida carcelaria, lo que
favorece su proceso de incorporación al ejercicio de ciudadanía una vez ha cumplido
su condena. Según la investigación realizada por Pérez y Martínez (2010), frente a
la reincidencia de personas privadas de la libertad por delitos relacionados con vio-
lencia de género, se observa que los programas formativos desarrollados durante la
ejecución de la pena reducen el riesgo, se evidencia el índice de no reincidentes en un
91,2 % los cuales han finalizado programas formativos durante la vida de reclusión,
lo que facilita la incorporación y disminuye la probabilidad de reincidencia; así pues,

90
LOGOS VESTIGIUM

Sandra Milena Ruiz Guevara, Ever José López Cantero, Karol Sthefanía Barreto Rodríguez,
Yulieth Trujillo Mahecha, Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez, Catalina Muñoz Salas, Daniela Puello Ruiz

se reconoce que es indispensable implementar programas de acompañamiento que


faciliten un seguimiento a las situaciones que han motivado el delito.
Los resultados obtenidos en relación con los datos geográficos son un claro ejemplo
de cómo los perfiles criminales facilitan el estudio de los delitos. Se puede observar
que en casos como feminicidio y lesiones personales, las conductas de los victimarios
apoyan lo expuesto por Boira et al. (2015), quien observó que estos operan en zonas y
departamentos que conocen, lo cual los hace más osados y que se sientan más cómo-
dos en el momento de delinquir. De igual forma, se relaciona con la tendencia de que
en crímenes como el feminicidio los condenados pertenecen al núcleo familiar o son
cercanos a la víctima.
Concluyendo, se evidencia que Valle del Cauca y Antioquia presentan altas tasas
de estadísticas en los delitos relacionados con violencia de género, lo que se puede
explicar con la narrativa de Meertens (1997), quien indica que los múltiples momen-
tos violentos que ha sufrido la región generan mayor vulnerabilidad de la mujer,
que ha sido considerada daño colateral en la comprensión del desplazamiento y las
transformaciones económicas, entre otras.

Plan de Tratamiento Penitenciario


López de Zubiría (2017), dado que la violencia de género es un problema público y
además una violación a los derechos humanos, considera que más que aplicar medi-
das como la privación de la libertad, la sociedad debe, además de la judicialización
y privación de la libertad, promover acciones culturales y de sensibilización que
impacten en la prevención de la violencia de género.
Los cursos ofertados por el Inpec tienen el objetivo de contribuir al desarrollo de
un proyecto de vida de los condenados, buscan facilitar el desarrollo de competen-
cias que los alejen de conductas y contextos inapropiados, aportar en su proceso
de resocialización usando como estrategia principal la educación, la conciencia de
sus actos y las consecuencias que estos conllevan. Para Español y Moreno (2014)
la educación en los centros penitenciarios es muy importante, ya que les brinda a
las personas la oportunidad de sentirse útiles e importantes dentro de la sociedad,
además les permite sentir, imaginar y crear nuevas experiencias que contribuyen a
una formación integral.
Según lo señalado por Couso (2007), entre los fines de la pena debe haber un sentido
preventivo especial, lo cual incluye las oportunidades de trabajo y escolarización,
ya que son la base para el proceso de resocialización. Además, teniendo en cuenta
que la educación es un derecho de todos, el Inpec tiene contemplados los ciclos

91
LOGOS VESTIGIUM

Análisis criminológico de victimarios de violencia de género en Colombia

correspondientes a educación básica primaria y secundaria dirigida a personas pri-


vadas de la libertad.
Cabe destacar que es primordial continuar mejorando los procesos educativos y
darle énfasis al aprendizaje significativo en pro de mitigar factores de riesgo desenca-
denantes por la falta de cultura, valores y alto grado de ignorancia. Según un estudio
realizado por Molano Gómez (2011), a pesar de que el régimen penitenciario colom-
biano cuenta con el acceso a un sistema educativo, su calidad y estructuración están
limitadas y poco organizadas. Por eso se requiere generar aprendizajes en diferentes
áreas para mejorar el proceso de reintegración luego del cumplimiento de la pena.

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dizaje en la prevención de la violencia de género. Revista Atenas, 1(33). https://www.
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ANÁLISIS VICTIMOLÓGICO DE
LA VIOLENCIA DE GÉNERO:
UN ÉNFASIS EN EL CONTEXTO
INTRAFAMILIAR
Ever José López Cantero
Angie Borda Montenegro
Luis Orlando Jiménez Ardila
José Raúl Jiménez Molina
Sandra Milena Ruiz Guevara
Magaly Calderón Uribe
Frank Steward Orduz-Gualdrón

Cómo citar este capítulo [APA]: López Cantero, E. J., Borda


Montenegro, A., Jiménez Ardila, L. O., Jiménez Molina, J. R., Ruiz
Guevara, S. M., Calderón Uribe, M., & Orduz-Gualdrón, F. S. (2022).
Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto
intrafamiliar. En E. J. López Cantero (Ed.) et al., Atención a víctimas de
violencia basada en género (pp. 99-122). Editorial Universidad Católica
de Colombia. https://doi.org/10.14718/9786287554306.2022.4

Resumen
El abordaje de la violencia basada en género (VBG) muestra una prevalencia de este
tipo de violencia en el contexto intrafamiliar. Como parte del marco teórico de la
investigación sobre violencia de género y su atención, se ha podido identificar que
existen factores asociados al riesgo de ser víctimas de violencia de género, espe-
cialmente en el relacionamiento familiar; por ello, este capítulo presenta algunos
hallazgos del marco teórico, en particular sobre las características victimológicas
asociadas a este tipo de violencia, y las complementa con la revisión de estadísticas
oficiales del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF),
con el fin de estructurar un análisis que favorezca una mirada integral a la proble-
mática de interés y que complemente la perspectiva criminológica que le dio a la
investigación la comprensión de las características asociadas al perfil del agresor

99
LOGOS VESTIGIUM

Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto intrafamiliar

como parte de la relación victimal. Entre los resultados de interés se destaca la pre-
valencia de la violencia física, seguida de la violencia sexual y en menor proporción
la violencia psicológica, ante lo cual se proponen posibles interpretaciones alrededor
de la invisibilización de la violencia psicológica y una cifra negra, considerando que
estas estadísticas toman como referencia la denuncia
Palabras clave: caracterización, víctimas, violencia de género, intrafamiliar.

Introducción
Comprender los diferentes procesos y la forma en que se expresa la violencia de
género en el marco de la relación victimal constituye un componente fundamental
para el análisis e intervención de los efectos derivados en las víctimas de este tipo
de violencia. De acuerdo con Domínguez-Fernández et al. (2017), existen diferentes
manifestaciones de la violencia de género, pero esta ha sido mayormente estudiada
en el marco de las relaciones de pareja y situando a la mujer como víctima; recono-
ciendo que en cualquier dimensión la violencia hacia la mujer constituye una clara
violación a los derechos humanos, que coloca a la mujer en una posición de vulnera-
bilidad específica y que prevalece en el ambiente intrafamiliar. En menor proporción
se pueden identificar estudios que dirigen la mirada hacia las otras manifestaciones
de la violencia de género, en las cuales las víctimas pueden ser hombres o integrantes de
la población LGBTIQ+.
Para el interés de este capítulo no se toma una postura exclusiva de la mujer como
víctima; por el contrario, se centra la mirada en la relación victimal (relación
establecida entre víctima y victimario, la cual es mediada por el delito o hecho victi-
mizante) establecida en las diferentes manifestaciones de la violencia de género. De
tal manera, en el marco de la relación victimal se puede revisar el comportamiento
de variables tanto de la víctima como del victimario y la relación establecida entre
estos. Se destacan, como las variables de mayor estudio, la edad, el nivel de escola-
ridad, el sexo biológico y el estado civil tanto en víctimas como en victimarios; al
estudiar variables de la relación victimal se ha fijado la atención mayormente en los
factores de vulnerabilidad, el vínculo, los factores desencadenantes, las actividades
desarrolladas durante la ocurrencia de los hechos violentos, el mecanismo causal, el
escenario, la hora, el día y el mes de ocurrencia del hecho. En la víctima, especial-
mente, se han enfocado los estudios en el daño causado por este tipo de violencia.
El presente capítulo recoge, desde la perspectiva victimológica, un análisis de los
registros del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF).
Presenta inicialmente un abordaje del concepto de víctima, los tipos de violencia de

100
LOGOS VESTIGIUM

Ever José López Cantero, Angie Borda Montenegro, Luis Orlando Jiménez Ardila,
José Raúl Jiménez Molina, Sandra Milena Ruiz Guevara, Magaly Calderón Uribe, Frank Steward Orduz-Gualdrón

género, los desarrollos estadísticos de otras investigaciones, el impacto de la violen-


cia y los factores de riesgo y protectores, de acuerdo con investigadores y expertos
que han estudiado la violencia de género. Seguidamente, se exponen los principales
hallazgos a la luz de los registros del observatorio de violencia del INMLCF entre
2014 y 2018, lo cual permite un análisis de los factores relacionados y la presentación
de conclusiones relevantes para la atención.

Contextualización del enfoque victimológico


La victimología como disciplina científica encargada del estudio de la relación
victimal es reconocida como un área derivada de la Criminología (Castillo et al.,
2018); su interés se centra en reconocer al individuo afectado, valiéndose de técnicas
que permiten el análisis del hecho victimizante a partir de las diferentes fases de
victimización. Dicha relación victimal se puede estudiar a partir de tres elementos
o componentes: un primer elemento lo constituye el delito o hecho victimizante que
da origen a los otros dos elementos, es decir, a la existencia de una víctima y un
victimario. De acuerdo con Albertín Carbó (2017), el uso de categorías para rotular
la víctima o el victimario han sido estigmatizantes y criminalizadoras; sin embargo,
dichas categorías podrían ser reivindicadas con el fin de brindar un contexto a la
violencia, en el cual la persona que agrede y la persona que sufre el hecho violento,
tienen la capacidad de reconocimiento y de toma de conciencia frente a las circuns-
tancias que rodean esta forma de relacionamiento.
De acuerdo con ello, la comprensión de la violencia de género desde el enfoque vic-
timológico implica la identificación de conductas violentas que constituyen delitos
o hechos victimizantes, en los cuales es posible reconocer individuos que ejercen
la violencia o agresores y personas que sufren la consecuencia del hecho violento o
víctimas (figura 1).

Figura 1.
Relación victimal

Hecho violento
Persona que Persona
Delito
agrede agredida
Hecho victimizante

Fuente: Elaboración propia

101
LOGOS VESTIGIUM

Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto intrafamiliar

Los diferentes modelos que se han aproximado a la comprensión de la violencia de


género la presentan como un proceso no uniforme, de gran complejidad y de natu-
raleza heterogénea que no podría ser explicado desde una única dimensión (Muñoz
& Echeburúa, 2016); con un enfoque multifactorial se identifican expresiones de
violencia basadas en el control, las dinámicas de poder, el relacionamiento inade-
cuado en pareja, el afrontamiento de una ruptura e incluso alteraciones en la salud
mental. La importancia de este planteamiento radica en la búsqueda de factores que
permitan una comprensión mayor de la violencia de género, los cuales podrían ser
abordados desde los elementos de la relación victimal.
Es posible identificar los factores relacionados con los hechos que constituyen vio-
lencia de género, ya sea que estos se conciban como delito en el marco del sistema
penal, como hecho victimizantes en el marco del conflicto armado o como expresio-
nes de violencia que no sean reconocidas o tipificadas en estos marcos normativos. De
acuerdo con García et al. (2016), el origen de la violencia de género, especialmente contra
la mujer, se encuentra ligado a un contexto de desigualdad históricamente reconocido
que se refleja en las dinámicas de poder entre los hombres y las mujeres y en las prácticas
discriminatorias contra las mujeres en entornos públicos y privados. Factores como la
desigualdad en materia económica, los dispositivos normativos discriminatorios y la
disparidad patriarcalista en el ejercicio del poder se han utilizado como herramien-
tas para limitar el ejercicio de los derechos de las mujeres y favorecer la violencia
contra ellas (García et al., 2016).
Entre las acciones violentas que se han identificado asociadas a esta relación victi-
mológica se encuentran: la violencia psicológica y la violencia sexual (Moreno et al.,
2015; Vera & Stranieri, 2016; Zambrano et al., 2017; Castillo et al., 2018; Albertín
Carbó, 2017), la violencia política por razones de género (Mena et al., 2017; Gilas &
Méndez, 2018; Albaine, 2018), la violencia física (Vera & Stranieri, 2016; Zambrano
et al., 2017; Castillo et al., 2018; Albertín Carbó, 2017), la violencia laboral, el acoso
sexual, el mobbing y el hostigamiento (Yepes & Hernández, 2010; Díaz et al., 2017),
la violencia emocional, la violencia virtual y contra la orientación sexual (Zambrano
et al., 2017), la explotación sexual, la explotación con fines de trabajo doméstico, el
reclutamiento forzado, la persecución, el homicidio, el despojo de tierras y patri-
monio y el desamparo por asesinato de familiares (García et al, 2016), la violencia
económica (Castillo et al., 2018; Albertín Carbó, 2017), el feminicidio (Neves, 2016;
Toro & Ochoa, 2017; Vargas et al., 2018), el aislamiento y control social (Carrasco et
al., 2005), la violencia cultural y estructural (García-González & Fernández, 2017), la
esclavitud sexual, el embarazo forzado, la mutilación de órganos genitales (Marcano
& Palacios, 2017), la intimidación, la manipulación, las amenazas directas o indirec-
tas, la humillación (Palomar-Ciria et al., 2016), la discriminación específica hacia

102
LOGOS VESTIGIUM

Ever José López Cantero, Angie Borda Montenegro, Luis Orlando Jiménez Ardila,
José Raúl Jiménez Molina, Sandra Milena Ruiz Guevara, Magaly Calderón Uribe, Frank Steward Orduz-Gualdrón

población LGBTIQ+ (Ruiz et al., 2018), la violencia verbal y la negligencia (Rosser et al.,
2018), la violencia social y la violencia incestuosa (García, 2017).
Estas acciones violentas ubican particularmente a las mujeres como víctimas y a los
hombres como victimarios, lo cual está relacionado con el surgimiento de la violen-
cia de género en las relaciones de pareja y con la definición tradicional de esta como
un fenómeno que afecta a las mujeres a escala global, sin importar la clase social,
los patrones culturales o los grupos etarios (Burgues et al., 2004; Gilas & Méndez,
2018; Vargas et al., 2018). De ahí que diferentes desarrollos investigativos centren la
mirada en la mujer como víctima en diferentes contextos y enfoques: en el entorno
político (Mena et al., 2017), el entorno rural e intrafamiliar (Castillo et al., 2018),
el entorno escolar (Zambrano et al., 2017), el contexto laboral (García-González &
Fernández, 2017), en lo social, lo político, lo religioso y lo económico, como resultado
del desequilibrio social y cultural en las relaciones de poder entre hombres y mujeres
(Carrasco et al., 2005).
Como se puede observar, los estudios coinciden en señalar que la violencia de género
afecta mayormente a las mujeres, pero se debe reconocer que en diferentes circuns-
tancias las víctimas pueden ser hombres (Zambrano et al., 2017), integrantes de la
población LGBTIQ+, e incluso niños, niñas y adolescentes que no solo perciben la
violencia, sino que también la viven en su entorno familiar (Castillo et al., 2018).
De acuerdo con González-Gómez et al. (2016), el relacionamiento entre individuos
es moldeado por procesos y estructuras cognitivas relacionadas con el ser hombre
y el ser mujer, y la forma en que estos se sitúan en un contexto social puede ser un
factor de riesgo para ser víctima o victimario de violencia de género, percibiéndose
espacialmente lo femenino como sinónimo de vulnerabilidad.

De la violencia de género a la violencia basada en género


Unas de las primeras referencias que se pueden encontrar sobre la violencia de género
son el carácter violatorio de los derechos humanos y su mención como un problema
de salud pública que afectan indiscriminadamente a niños, niñas, adolescentes,
jóvenes y mujeres adultas, los cuales se manifiestan en diferentes entornos sociocul-
turales y políticos y de maneras muy diversas; incluso, causando en la muerte a las
víctimas, que en el caso de las mujeres, se conoce como feminicidio (Neves, 2016). La
violencia de género se puede entender como toda conducta violenta ejercida en fun-
ción del género y que se produce en el entorno privado o público y resulta en un daño
de naturaleza física, psicológica o sexual, o en el sufrimiento de la persona derivado de
conductas amenazantes, como la coacción, la intimidación o la restricción de la
movilidad de la persona (De la Peña, 2015; Zambrano et al., 2017; Medeiros & Denis,

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Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto intrafamiliar

2019). Respecto al ámbito privado, se encuentran las manifestaciones de violencia


que ocurren en el relacionamiento de las parejas y las familias; mientras en el ámbito
público se ubican expresiones de violencia que tienen lugar en el relacionamiento de
los individuos en los espacios públicos, en el entorno laboral, en el entorno escolar, en
escenarios institucionalizados y en el marco del conflicto armado (Albertín Carbó,
2017). Entre estas se pueden identificar el embarazo forzado, la trata de personas, la
desnudez forzada, la esterilización forzada, la prostitución forzada, los actos sexuales
y el acceso carnal abusivo con menor de 14 años en el marco del conflicto armado y
la esclavitud sexual, entre otras.
De acuerdo con Toro y Ochoa (2017), la violencia de género está relacionada con
una forma de discriminación sexista que pone de manifiesto la desigualdad entre
hombres y mujeres, y la dominación ejercida de un sujeto sobre el otro, la cual
se perpetúa a partir de un sistema de creencias que otorga roles específicos a los
integrantes de la sociedad según sus características las sexuales. Estas creencias o
atribuciones sociales se construyen a partir de la interacción de las personas en su
entorno familiar, educativo y social, estableciendo desde elementos icónicos como el
color, hasta actividades propias de cada género, como el papel de cuidado familiar.
Recientemente, la denominación violencia de género ha llevado a grandes debates
académicos y científicos alrededor de la pertinencia de continuar usando dicha
denominación; algunos autores, como Moreno et al. (2015), prefieren adoptar el tér-
mino violencia basada en género (VBG) por considerarlo más inclusivo. Sin embargo,
cuando se realiza la operacionalizacion de la VBG, es posible identificar que esta se
define con términos muy similares a la denominación de violencia de género. Por
ello, se cree que la fundamentación alrededor del cambio en la denominación no está
dada por diferencias en la forma de concebir un grupo de conductas violentas moti-
vadas por temas de género; por el contrario, el debate se ha centrado en un tipo de
violencia de género y la motivación de esta en función de características particulares
reconocidas de acuerdo con las diferencias biológicas, socioculturales y de identifi-
cación de los individuos. Moreno et al. (2015) definen la VBG como una forma de
vulneración de los derechos humanos en razón de características individuales —la
pertenencia a un grupo étnico, la orientación sexual, las creencias, la raza y la edad—,
y destacan que la VBG está más asociada con la violencia hacia la mujer, dado que las
investigaciones realizadas y las estadísticas mundiales identifican a la mujer como
la más afectada por las prácticas discriminatorias. Para Zambrano et al. (2017), la
VBG constituye acciones u omisiones de naturaleza voluntaria o involuntaria que
son ejecutadas por una persona en función del género, que causa efectos negativos
físicos y emocionales, y vulnera los derechos sexuales de otros individuos al limitar
el libre desarrollo de su sexualidad. Al igual que en la denominación de violencia

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de género, la VBG se concibe como un problema de salud pública de naturaleza


compleja y multifactorial, generado por elementos socioeconómicos, psicológicos,
jurídicos y biológicos.
A partir de las posturas de Zambrano et al. (2017), se encuentran diferentes expre-
siones de la VBG, pero las formas más frecuentes son aquellas que se asocian a la
violencia física, a la violencia sexual, a la violencia patrimonial y la violencia psico-
lógica. La VBG de naturaleza física se define como una forma violenta de agresión
no accidental que genera lesiones leves o graves en el cuerpo, e incluso puede llegar
a generar la muerte y siempre tiene unas implicaciones psicológicas. Por otro lado, la
VBG de naturaleza psicológica hace referencia a expresiones agresivas de naturaleza
afectiva que pueden derivar en conflictos, generar frustraciones o traumas de orden
psicosocial, los cuales pueden ser temporales o permanentes (Zambrano et al., 2017).
De acuerdo con ello, es posible concluir que la VBG constituye una forma de violen-
cia que se presenta en el marco de relaciones asimétricas entre hombres, mujeres y
población LGBTIQ+, generando una subvaloración de lo femenino y lo diferencial,
frente a lo masculino y hegemónico.

Características de la violencia basada en género


Para una mejor comprensión de la VBG y las dinámicas que rodean las conductas
de naturaleza violenta con perspectiva de género, los criterios de clasificación que
se han utilizado se pueden resumir en cinco categorías que son: las características
o naturaleza misma del hecho violento, las características de la persona agredida o
víctima, el ámbito en el que ocurre el hecho violento, las características de la persona
agresora o victimaria y la zona geográfica en la que esta ocurre (figura 2).
Un tipo de VBG es el feminicidio. De acuerdo con Neves (2016), este tipo de vio-
lencia se concibe como el resultado fatal de conductas violentas en el marco de las
relaciones de pareja, el asesinato misógino, las prácticas de tortura, el asesinato de
niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres adultas por razones de honor, los asesinatos
de mujeres en el marco del conflicto armado, los homicidios asociados a prácticas
como la dote, el asesinato por razón de la orientación sexual, o la identidad de
género, los homicidios de mujeres pertenecientes a grupos indígenas por su género,
la muerte de niñas y adolescentes por mutilación genital, el infanticidio y los homi-
cidios asociados a acciones de criminalidad organizada o pandillismo.

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Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto intrafamiliar

Figura 2.
Características para el análisis de la violencia basada en género

Según la zona
Naturaleza de la Características Ámbito de la Características
geográfica
violencia de la víctima violencia del agresor
donde ocurre
• Violencia • Sexo • Familiar • Sexo
psicológica • Urbano
• Identidad de género • Salud • Orientación sexual
• Violencia sexual (gais, lesbianas, • Identidad de género • Rural
hombres, • Laboral
• Violencia física • Grupo etario • Municipio
• Violencia bisexuales, • Escolar
• Ocupación • Resguardo indígena
económica transexuales, • Comunitario
mujeres, etc.) • Pertenencia a
• Territorio étnico
• Violencia • Relación de pareja grupos armados
patrimonial • Pertenencia étnica • Departamento
• Institucional • Rol de autoridad
• Violencia obstétrica • Ocupación
• Figura pública • Zona de conflcito
• Edad • Amistad
• Vulnerabilidad • Zonas de frontera

Fuente: Elaboración propia basados en Palomar-Ciria et al. (2016), Albertín (2017), García-González y Fernández (2017), Mar-
cano y Palacios (2017), Toro et al. (2017).

Este tipo de violencia, que además constituye un tipo penal específico, se puede
analizar a la luz de las cinco características propuestas en la figura 2. En cuanto a su
naturaleza, es posible catalogarla como una forma de violencia física; en las carac-
terísticas de la víctima, claramente se refiere a mujeres y lesbianas, indistintamente
de su pertenencia a grupos étnicos, ocupación, edad y grado de vulnerabilidad; en
el ámbito de la violencia también se puede establecer una variabilidad, en el ámbito
intrafamiliar, de la salud, laboral, en el contexto comunitario, en el marco de las rela-
ciones de pareja, en el contexto institucional, e incluso en las relaciones de amistad;
frente las características del agresor, claramente la tipificación ubica mayormente
características asociadas a hombres, integrantes de los grupos armados, individuos
que representan una figura de autoridad e incluso una figura pública; finalmente,
según la zona geográfica donde ocurre, es posible evidenciar que el feminicidio se
presenta en diferentes entornos, tanto rural como urbano, con prevalencia en el con-
texto urbano. En el estudio realizado por Londoño et al. (2017), identificaron que el
57 % de las mujeres he experimentado alguna vez en su vida violencia de naturaleza
física o sexual.
Desde el punto de vista contextual, la VBG se presenta en diferentes entornos, de
acuerdo con Zambrano et al., (2017), en el universitario se presentan mayormente

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la violencia psicológica, la violencia sexual y la violencia física, pero surgen otras


formas de violencia mediadas por las tecnologías (virtual) y otras que atentan contra
la orientación sexual, y en las cuales se ven implicados estudiantes, docentes y otros
integrantes de la comunidad académica.
De acuerdo con Martín Moreno (2016), la visión tradicional de la mujer como víctima
al analizar las características del agredido, no solo son el resultado de la prevalencia
de la VBG hacia mujeres; esta visión se fundamenta también en la denominada vio-
lencia falocéntrica, que se propone como una perspectiva que abre el espacio para el
cuestionamiento de la tradicional visión dicotómica, universalista y simplista, que
ubica a las mujeres como las agredidas y buenas, mientras que concibe a los hombres
como agresores y malos. Desde esta perspectiva, no se trata de señalar hombres,
mujeres o población LGBTIQ+ como víctimas naturales; lo que se pretende es fijar la
mirada sobre las diferentes expresiones de la violencia basada en género (VBG) y las
características diferenciales de esta.

Factores de la violencia basada en género


De acuerdo con la clasificación de los factores, estos pueden ser de naturaleza diná-
mica y estar sujetos a cambio o de naturaleza estática, en cuyo caso el cambio no
es viable. Si la función que estos factores cumplen está relacionada con reducir la
probabilidad de aparición de un fenómeno u ocurrencia de una conducta, se deno-
minan factores protectores; si, por el contrario, el factor aumenta la probabilidad de
ocurrencia, se le denomina factor de riesgo (Stamler, 1978; Páramo, 2011). A partir de
esta clasificación es posible revisar los factores de riesgo relacionados con la VBG, al
igual que los factores protectores.

Figura 2.
Clasificación de los factores

Factores dinámicos Factores estáticos

Función

Protectora (factores Riesgo (factores de


protectores) riesgo)

Fuente: Elaboración propia basados en Stamler (1978) y Páramo (2011).

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Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto intrafamiliar

En materia de factores de riesgo se pueden identificar los discursos hegemónicos y la


normalización de la violencia (Albertín, 2017; Yepes & Hernández, 2010; Marcano &
Palacios, 2017), el consumo y dependencia al alcohol y otras sustancias psicoactivas
(Yepes & Hernández, 2010; Neves 2016), los celos y la impulsividad en los agresores
(Neves, 2016; García-González & Fernández, 2017), las enfermedades mentales
y la ineficacia del sistema (Neves, 2016; Marcano & Palacios, 2017), el historial de
abuso y violencia intrafamiliar durante la crianza, el aislamiento y los aspectos
relacionados con la personalidad de agresores y víctimas (Penado & Rodicio-García,
2017; Marcano & Palacios, 2017), los niveles socioeconómico y educativo (García &
Méndez, 2015; Palomar-Ciria et al., 2016; Marcano & Palacios, 2017), los estereoti-
pos, el miedo y la frustración (Saletti-Cuesta et al., 2020), el tener relaciones en unión
libre, ser mujer cabeza de hogar, y la pertenencia a comunidad étnica o rural (García
& Méndez, 2015), la dependencia emocional, la falta de redes de apoyo, el nivel de
autoconcepto y la idealización del amor (Miramontes & Mañas, 2018), entre otros.
Algunos factores protectores que se pueden identificar en los diferentes estudios son:
la búsqueda de equidad e igualdad por parte de algunas organizaciones (Yepes &
Hernández, 2010), la generación de sistemas unificados de información (Londoño
et al., 2017), la noción de Estado de derecho y el conocimiento (López, 2018), el
apoyo social (Carrasco et al., 2005), las políticas de prevención (Valencia, 2014;
Marcano & Palacios, 2017), la cohesión de género (Toro & Ochoa, 2017; Barreto,
2017), la accesibilidad a centros de atención y denuncia (Saletti-Cuesta et al., 2020),
el empoderamiento de las mujeres, la autonomía socioeconómica y la formación en
derechos humanos, sexualidad y reproducción (García & Méndez, 2015), la iden-
tificación oportuna de síntomas o señales relacionadas con posible victimización
por VBG (Puescas-Sánchez & Díaz-Vélez 2018), la deconstrucción de imaginarios
y estereotipos que legitiman la VBG (Delgado & Hernández, 2016), red de apoyo
sólida, patrones de afrontamiento sólidos y resiliencia (Miramontes & Mañas, 2018).

Impacto de la violencia basada en género


La consideración de la VBG como un problema de salud pública tiene su fundamento
en los efectos sobre las víctimas en sus dimensiones física, sexual y reproductiva,
económica, psicológica, emocional, relacional, laboral y patrimonial. Estos efectos
se pueden identificar de manera inmediata, a mediano y a largo plazo; por ejemplo,
Marcano y Palacios (2017) plantean que en víctimas mujeres, la conducta violenta
genera a largo plazo unos patrones aprendidos, que luego son transmitidos por
medio del ejercicio de aprendizaje y la socialización que se da en el entorno familiar,
en el entorno escolar y en la socialización con pares. Estos efectos se extienden a la

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familia y la comunidad, representando una gran problemática de interés mundial


para la política pública en salud, considerando que afecta especialmente a millones
de mujeres en el mundo y se exacerba en las diferencias de identidad de la población
(Domínguez-Fernández et al., 2017).
De acuerdo con Moreno et al. (2015), la VBG puede generar un riesgo alto en la
persona, dando origen a problemas de salud reproductiva, a afecciones psicológicas,
a enfermedades de naturaleza crónica, a lesiones físicas e incluso la muerte. A conti-
nuación, la tabla 1 recoge los principales efectos identificados.

Tabla 1.
Efectos de la violencia de género

Dimensión Efectos
Educativa En el aspecto educativo se pueden presentar bajas en el rendimiento académico y dificultades
relacionales con los pares debido a la agresividad (Barreto & Flores, 2016; Penado & Rodicio-
García, 2017), abandono de los estudios (Barreto & Flores, 2016), bullying y rechazo.
Psicológica Entre los efectos psicológicos que se pueden evidenciar se encuentran: la depresión (Carrasco
et al., 2005; De la Peña, 2015; Palomar-Ciria et al., 2016; Penado & Rodicio-García, 2017), el
surgimiento de conducta antisocial, la aparición de trastornos alimenticios (Penado & Rodicio-
García, 2017), hábitos de consumo de sustancias psicoactivas (De la Peña, 2015; Penado &
Rodicio-García, 2017), la baja autoestima (Carrasco et al., 2005; Palomar-Ciria et al., 2016;
De la Peña, 2015), el estrés postrauma, la ideación suicida (De la Peña, 2015; Palomar-Ciria
et al., 2016; Barreto & Flores, 2016), el miedo (Zambrano et al., 2017; Toro & Ochoa, 2017), la
ansiedad, el estrés crónico (Carrasco et al., 2005; Palomar-Ciria et al., 2016), los sentimientos
de inseguridad (Toro & Ochoa, 2017) y el duelo por separación (Miramontes & Mañas, 2018).
Sexual y Las infecciones de transmisión sexual, la inducción de abortos, las dificultades ginecológicas,
reproductiva los dolores de la pelvis, los dolores o afecciones del flujo vaginal y el nacimiento de niños con
baja talla (De la Peña, 2015) y los embarazos no deseados (Carrasco et al., 2005; De la Peña,
2015), son algunos de los efectos qué puede tener la VBG a nivel sexual y reproductivo.
Laboral La dimensión laboral también se ha identificado como una de las afectadas por la VBG. Entre
algunas de las consecuencias se encuentran el bajo rendimiento, la pérdida del trabajo (De la
Peña, 2015), la difamación y la reducción de los ingresos.
Física Esta dimensión puede verse afectada con moretones y heridas (De la Peña, 2015), la muerte
(De la Peña, 2015), dolores de cabeza y espalda, agotamiento (Carrasco et al., 2005) y lesiones
en el cuello (Palomar-Ciria et al., 2016).
Relacional En esta dimensión se encuentran afecciones en el funcionamiento social (Carrasco et al., 2005),
en el ejercicio de derechos ciudadanos y la libertad (Toro & Ochoa, 2017).
Económica Esta se manifiesta en la pérdida de autonomía, la pérdida de recursos patrimoniales, la pérdida
Patrimonial del control sobre sus bienes (Vera & Stranieri, 2016) y la dependencia económica.
Fuente: Elaboración propia.

Pese a la subvaloración de la dimensión psicológica al momento de evaluar el daño


en las víctimas, se puede observar que la VBG genera una gran variedad de afec-
ciones en la salud mental de quienes la padecen. Le siguen, como es natural, dada

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Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto intrafamiliar

la prevalencia de la violencia sexual basada en el género, las afecciones den la salud


sexual y reproductiva; en tercer lugar, aparecen las afecciones físicas, seguidas de las
educativas, las relacionales y las económico-patrimoniales.

Prevalencia de la violencia basada en género


A partir de la revisión de estudios, las referencias estadísticas y los estimativos frente
a la prevalencia de la VBG, a continuación, se presenta la tabla 2 que permite com-
prender su incidencia a escala nacional e internacional, según diferentes fuentes.

Tabla 2.
Prevalencia de la VBG

Colombia Internacional (mundial)


En 2012, el 64,6 % de los integrantes de la comunidad Según estimativos de la ONU, una de cada dos mujeres
universitaria que participaron de una investigación es víctima de homicidio a manos de su pareja o un
reportan haber experimentado discriminación y VBG integrante de la familia (Neves, 2016).
(Zambrano et al., 2017).
Entre 2012 y 2017, según reportes de Sisma Mujer y el De acuerdo con Zambrano et al. (2017), un 29 % de
INMLF consultados por Londoño et al., (2017), 1.116 los estudiantes de varios países participantes de su
mujeres fueron víctimas de homicidio relacionado con investigación, reportaron haber cometido algún hecho
hechos de violencia intrafamiliar, sexual y de pareja. catalogable como VBG sobre su pareja. En el marco de
las relaciones de pareja en la vida universitaria, uno de
cada cinco estudiantes reporta haber sufrido algún tipo
de violencia física y el 50 % haber padecido violencia de
naturaleza psicológica (Zambrano et al., 2017).
De acuerdo con Londoño et al., (2017), en 2014 se tuvo el En Estados Unidos, en 2003, el 77,5 % de los estudiantes
dato de 57.372 hechos de violencia en los que la víctima de último año reportan haber sufrido violencia
era mujer, con prevalencia en Bogotá, Medellín, Cali, de naturaleza física o sexual a manos de su pareja
Barranquilla y Neiva. (Zambrano et al., 2017)
En 2009 y 2010, el 48 % de las participantes en el estudio De acuerdo con Carrasco et al. (2005), las violencias
de tolerancia social e institucional frente a la violencia física y sexual constituyen la principal expresión violenta
ejercida hacia la mujer, manifestó haber estado expuesta hacia las mujeres; se estima que un 35 % de las mujeres
a VBG; de estas, un 38 % informó haber denunciado a nivel mundial han sido victimizadas de manera física
(Londoño et al., 2017). o sexual.
Esta cifra coincide con la planteada por la OMS, pues,
según esta organización, un 35 % de las mujeres en el
mundo han sido violentadas (Palomar-Ciria et al., 2016;
Vera & Stranieri, 2016).
En Colombia, en el lapso de cinco años (2004-2008) Entre 2005 y 2017 en España fueron asesinadas 700
fueron asesinadas 6.603 mujeres, 238 casos estuvieron mujeres a manos de sus parejas o exparejas (Londoño et al.,
relacionados con violencia económica, 437 con violencia 2017).
intrafamiliar, 694 con violencia sociopolítica, 811 con Durante 2014 se reportaron 27.087 mujeres víctimas
impulsividad; se destaca que el 30,8 % de los casos de VBG en España, y fue Andalucía la comunidad
ocurrió en la propia vivienda, y en un 71,6 % de los casos mayormente afectada, con 7.012 víctimas (Londoño et al.,
un familiar fue el agresor (De la Peña, 2015). 2017).

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Colombia Internacional (mundial)


En 2015, la mayoría de las mujeres víctimas de homicidio Marcano & Palacios (2017), reportan que en materia de
perpetrado por parejas o exparejas se encontraba en un mutilación genital relacionada con los usos y costumbres
rango de edad entre los 20 y los 24 años, en una muestra de grupos étnicos, 130 millones de niñas y adolescentes
de 126 casos registrados en ese año (Zambrano et al., se han visto expuestas a esta práctica de acuerdo con
2017). los datos revisados de la Organización de las Naciones
Unidas.
En materia de violencia física y violencia psicológica
intrafamiliar, hay variación dependiendo de los países,
pues entre el 27 % y el 75 % de las mujeres ha sido
agredida física o psicológicamente (Marcano & Palacios,
2017).
De acuerdo con Guerrero-Molina et al. (2017), en 2012, En Latinoamérica, en Venezuela, se identifica que un
en América Latina doce países tenían una cifra alarmante 51,3 % de las familias han estado expuestas a VBG; en
en materia de violencia de pareja; para Colombia, el 2013 se recibieron 10.352 denuncias por violencia física
61,1 % de las mujeres encuestadas afirmaron haber en el hogar, de las 30.103 denuncias interpuestas por
experimentado abuso de naturaleza psicológica y mujeres (Marcano & Palacios, 2017).
conductas controladoras de sus parejas. De acuerdo con Saletti-Cuesta et al., (2020), en América
Latina dos de cada tres mujeres son víctimas de
homicidio relacionado con su ser mujer, entre un 17 %
y un 53 % de las mujeres en esta región han denunciado
violencia ejercida por su pareja.
Fuente: Elaboración propia

La prevalencia de la VBG tanto mundial como nacional es alta y se expresa mayor-


mente en la violencia ejercida hacia las mujeres en los entornos intrafamiliar y de
pareja; sin embargo, el entorno académico, laboral, de la salud y comunitario apa-
recen como de interés para la investigación reciente, al igual que la expresada en el
marco del conflicto armado en el caso colombiano.

Metodología
Se desarrolló un estudio descriptivo mixto, con el objetivo de identificar la prevalen-
cia de la VBG en Colombia, a partir de los registros estadísticos del INMLCF entre
2015 y 2019. Se consideró como un estudio descriptivo porque se buscaron criterios
de agrupación de los datos alrededor de variables específicas, como la edad de la
víctima, la relación con el presunto agresor y el sexo biológico.
El carácter mixto está dado por variables de corte cuantitativo que permiten medir
y cuantificar la prevalencia de la VBG en Colombia y otras variables de corte cua-
litativo que permiten describir aspectos característicos de las presuntas víctimas y
generar unas categorías para el análisis.

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Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto intrafamiliar

Muestra
La muestra estuvo conformada por 20 bases de datos aportadas por el Observatorio
de Violencia de INMLCF, frente a la violencia intrafamiliar, el homicidio, la vio-
lencia interpersonal y las evaluaciones médico-legales por presunta violencia sexual
entre 2015 y 2019.

Procedimiento
A partir de un ejercicio inicial de revisión sobre la VBG en el cual se pudieron identi-
ficar 90 artículos de investigación entre 2015 y 2020, se revisaron 40 y se propusieron
unas categorías de análisis alrededor de la operacionalización y clasificación de la
VBG, la prevalencia, las características, los factores y el impacto de este tipo de
violencia.
Seguidamente, se identificaron los diferentes tipos de violencia que se pueden cate-
gorizar como VBG y mediante acceso al Observatorio de Violencia del INMLCF,
se obtuvieron 20 bases de datos clasificadas en cuatro tipos específicos de violencia:
intrafamiliar, interpersonal, homicidio y evaluaciones médico-legales por presunta
violencia sexual.
Dichas bases de datos se filtraron y se construyó una nueva base de datos que permi-
tiera, mediante el paquete estadístico SPSS, procesar los datos registrados y generar
insumos gráficos para una mayor comprensión de las variables de interés.

Resultados
A continuación, se presentan los resultados a partir de cinco categorías que son: los
casos reportados como violencia de género en el Sivigila, contemplando las cate-
gorías de violencia física, violencia sexual y violencia psicológica; los registros del
INMLCF sobre violencia intrafamiliar, violencia interpersonal, homicidio y evalua-
ciones médico-legales por presunta violencia sexual.

Violencia basada en género, Colombia 2015-2019


Los casos descritos entre 2015 y 2019 muestran una tendencia en aumento: la vio-
lencia física basada en género pasó de 36.206 reportes en 2015 a 61.928 reportes en
2019, la misma tendencia se observa frente a la violencia sexual que en 2015 tuvo un
reporte de 17.376 casos y en 2019 un reporte de 30.666 casos; finalmente, la tendencia
al aumento se mantiene en materia de violencia psicológica que pasó de 4.807 casos
en 2015 a 9.588 casos en 2019 (figura 3).

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Figura 3.
Reportes de violencia de género Sivigila 2015-2019

9.588
2019 30.666
61.928

8.700
2018 29.804
52.548

7.420
2017 24.427
51.218

7.193
2016 21.731
44.874

4.807
2015 17.376
36.206

Violencia psicológica Violencia sexual Violencia física

Fuente: Elaboración propia con base en registros Sivigila.

El tipo de VBG de mayor se prevalencia en Colombia es la violencia física, seguida


de la violencia sexual y finalmente la violencia psicológica. Como se observa en la
figura tres, los casos reportados en cada una de estas categorías han aumentado casi
al doble entre 2015 y 2019.

Violencia intrafamiliar, Colombia 2015-2019


La violencia intrafamiliar representa un gran porcentaje de los hechos de VBG:
entre 2015 y 2019 los casos reportados han ido en aumento, como se evidencia en la
figura 4, las mujeres han estado expuestas a diferentes tipos de VBG en el contexto
intrafamiliar. La tendencia en los últimos cinco años ha sido la misma. La mayor
representación de presuntas víctimas de VBG en el contexto intrafamiliar se pueden
evidenciar entre los 18 y los 44 años de edad, los picos más altos se identifican entre
los 20 y 24 años y entre los 29 y 34 años. Una diferencia significativa entre 2015 y las
estadísticas actuales se encuentra en el rango etario entre los 25 y 28 años de edad,
que en 2015 y 2016 se presentaba como el segundo pico más alto y que entre el 2017
y 2019 se ha ubicado en tercer lugar.

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Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto intrafamiliar

Figura 4.
Mujeres víctimas de violencia intrafamiliar 2015-2019

60.000
2019
Número de casos reportados

50.000
2018
40.000
2017
30.000
2016
20.000
2015
10.000

(80 y más)
(00 a 04)
(05 a 09)
(10 a 13)
(14 a 17)
(18 a 19)
(20 a 24)
(25 a 28)
(29 a 34)
(35 a 39)
(40 a 44)
(45 a 49)
(50 a 54)
(55 a 59)
(60 a 64)
(65 a 69)
(70 a 74)
(75 a 79)
Grupos etarios

Fuente: Elaboración propia con base en registros del INMLCF.

Durante los últimos 5 años el principal mecanismo causal de la VBG en el contexto


intrafamiliar es de naturaleza contundente, seguido del cortocontundente, el cor-
tante y el cortopunzante (figura 5).

Figura 5.
Mecanismo causal en la violencia intrafamiliar

Mecanismo o agente explosivo

Caústico
Contundente

Cortante
Cortocontundente

Cortopunzante

Eléctrico

Generadores de asfixia

Proyectil de arma de fuego

Fuente: Elaboración propia con base en registros del INMLCF.

114
LOGOS VESTIGIUM

Ever José López Cantero, Angie Borda Montenegro, Luis Orlando Jiménez Ardila,
José Raúl Jiménez Molina, Sandra Milena Ruiz Guevara, Magaly Calderón Uribe, Frank Steward Orduz-Gualdrón

Entre los principales factores desencadenantes de la VBG en el contexto intrafamiliar


se identifican: la intolerancia y el machismo, los celos, la desconfianza, la infidelidad,
el alcoholismo y la drogadicción (figura 6).

Figura 6.
Factor desencadenante de la agresión en el contexto intrafamiliar

50.000
40.000
30.000
20.000
10.000
0
d
n

or
da

s
ica
am
cc

al
eli

o
nt
di

óm
fid

es
sm
es

e
ga

no
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m
D
in

hi
on
ro

do
az
o

ac
a,
D

Ec

ica

sr
nz

an
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o/

tra
fia

Ab
fís
m

cia
lis

on

O
ad

an
ho

sc

ed

ler
de
co

rm

to
Al

s,

fe

In
lo

En
Ce

2015 2016 2017 2018 2019

Fuente: Elaboración propia con base en registros del INMLCF.

Otros factores que también aparecen como desencadenantes de la agresión en el


contexto intrafamiliar son: el abandono, las enfermedades físicas o mentales, las
circunstancias económicas y el desamor (figura 6).

Figura 7.
Reporte de casos de violencia intrafamiliar por mes

Enero
Diciembre Febrero

Noviembre Marzo
2015
2016
Octubre Abril
2017
2018
Septiembre Mayo

Agosto Junio
Julio

Fuente: Elaboración propia con base en registros del INMLCF.

115
LOGOS VESTIGIUM

Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto intrafamiliar

Al revisar el mes de ocurrencia de hechos de VBG en el contexto intrafamiliar, se


puede observar que en noviembre y diciembre disminuye en el número de denuncias
por este tipo de hechos y que en marzo, mayo y septiembre aumentan los reportes
(figura 7).

Figura 8.
Casos de violencia intrafamiliar por día de semana

Lunes
Martes

Miércoles

Jueves

Viernes

Sábado

Domingo

Fuente: Elaboración propia con base en registros del INMLCF.

Como se puede evidenciar en la figura 8, el domingo es el día en el que más casos


de VBG se presentan en el contexto intrafamiliar; a este le siguen los sábados y los
lunes, lo que muestra que el fin de semana es el periodo en el cual más casos de
violencia intrafamiliar se registran. Por otro lado, los jueves y viernes son los días
de menor número de casos registrados.
Respecto al autor de la violencia hacia la mujer en el contexto intrafamiliar, se puede
evidenciar que en primer lugar aparece la pareja o expareja, en segundo lugar, otros
familiares y, finalmente, los encargados del cuidado. En el grupo de familiares, los
hermanos se identifican como los principales agresores, seguidos del padre, la madre
y los cuñados (figura 9).
En el grupo de pareja o expareja, el principal autor de la violencia hacia la mujer en
el contexto intrafamiliar es el excompañero o excompañera permanente, seguido
del exnovio o exnovia y el novio o novia actuales; en último lugar se encuentran los
casos en los cuales el autor de la violencia es el examante.

116
LOGOS VESTIGIUM

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José Raúl Jiménez Molina, Sandra Milena Ruiz Guevara, Magaly Calderón Uribe, Frank Steward Orduz-Gualdrón

Figura 9.
Autor de la violencia hacia la mujer en el contexto intrafamiliar

45.000
40.000
35.000
30.000
25.000
20.000
15.000
10.000
5.000
0
2016 2017 2018 2019
Encargado del cuidado 429 392 197 153
Familiar 15.217 16.071 16.812 16.644
Pareja o expareja 43.717 43.176 42.753 42134

Fuente: Elaboración propia basados en registros del INMLCF.

La violencia intrafamiliar genera en las víctimas una serie de afecciones según la


naturaleza o el tipo de violencia ejercida. En 2019, según el INMLCF, el politrau-
matismo se identifica como la principal lesión generada en las mujeres que han sido
violentadas, seguido de traumas faciales, trauma en algunas extremidades y lesiones
en la piel (figura 10).

Figura 10.
Lesiones causadas por la violencia intrafamiliar hacia las mujeres en 2019

Por determinar 10.305


Trauma facial 5.980
Trauma de tórax 710
Trauma de miembros 5.899
Trauma de cuello 511
Trauma de abdomen 138
Trauma craneano 602
Trauma área pélvica 169
Politraumatismo 32.013
Piel y faneras 2.604

- 5.000 10.000 15.000 20.000 25.000 30.000 35.000

Fuente: Elaboración propia con base en registros del INMLCF.

117
LOGOS VESTIGIUM

Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto intrafamiliar

Discusión y conclusiones
La violencia física constituye el principal tipo de VBG reportado en Colombia, su
estudio ha estado ligado principalmente con la violencia de pareja y ha ubicado
a la mujer en papel de víctima (Domínguez-Fernández et al., 2017). Como se
puede evidenciar en la figura 3, en los últimos 5 años este tipo de violencia ha ido
en aumento, doblando en 2019 el número de registros de 2015. La misma tendencia
de aumento se presenta en la VBG de naturaleza sexual y en la psicológica. Estos han
pasado de 17.376 casos en 2015 de violencia sexual basada en género, a 30.666 casos
en 2019; la violencia psicológica sigue siendo menor si se refiere a la estadística de
casos registrados en el Sivigila; sin embargo, pasó de 4.807 en 2015 a 9.588 casos en
2019, evidenciando la tendencia al aumento.
Para el estudio de las características victimológicas de estos tipos de VBG es nece-
sario comprender la relación victimal y los factores relacionados con la conducta del
agresor y la vulnerabilidad en la víctima (Castillo et al., 2018). En materia de factores
de riesgo, los discursos hegemónicos y la normalización de la violencia constituyen
aspectos fundamentales en la comprensión de la conducta del agresor y los factores
de vulnerabilidad en la víctima; otros factores precipitantes o detonadores de este
tipo de violencia lo constituyen el consumo de sustancias psicoactivas, los celos y la
impulsividad en los agresores y factores de naturaleza estática como experiencia de
abuso o violencia intrafamiliar en la infancia o la adolescencia (Albertín, 2017; Yepes
& Hernández, 2010; Neves, 2016; García-González & Fernández de la Reguera, 2017;
Marcano & Palacios, 2017).
La prevalencia de la VBG y el impacto de esta en las víctimas y en la sociedad han lle-
vado a su consideración como un problema de salud pública que impacta de manera
diferencial en las dimensiones físicas, sexual, reproductiva, económica, psicológica,
emocional, relacional y patrimonial. De acuerdo con Marcano y Palacios (2017),
las afecciones en las diferentes dimensiones de la persona se pueden mantener en
el tiempo cuando se trata de mujeres víctima, y dan origen a patrones aprendidos
que luego son socializados en el relacionamiento con pares e incluso en el ejerci-
cio de crianza.
En la catalogación de la violencia intrafamiliar como un tipo de violencia en el cual
se configuran conductas basadas en el género, se mantienen tanto la tendencia al
aumento en los últimos 5 años como la prevalencia en la consideración de la mujer
como víctima de este tipo de agresiones. Entre los mecanismos causales de la VBG
en el contexto intrafamiliar se encuentran elementos contundentes, seguidos de los
cortocontundentes y cortopunzantes. Los principales factores desencadenantes de la
agresión son la intolerancia, el machismo, los celos, la desconfianza y la infidelidad.
118
LOGOS VESTIGIUM

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Marzo, mayo y septiembre son los meses de mayor agresión en el contexto intrafa-
miliar, así como los fines de semana, de los cuales, el día con mayor número de casos
registrados es el domingo.
Desde la perspectiva criminológica, el autor de la violencia intrafamiliar basada en
género es en su mayoría la pareja o expareja; este tipo de violencia puede generar
lesiones de naturaleza física entre las que sobresalen politraumatismo, trauma en
alguna parte del cuerpo y el trauma facial.

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Análisis victimológico de la violencia de género: un énfasis en el contexto intrafamiliar

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122
5
PASADO Y PRESENTE DE LA
ATENCIÓN A VÍCTIMAS DE
VIOLENCIA DE GÉNERO
Frank Steward Orduz-Gualdrón
Maryori Fabiana Parra-Silva
Edwin Alexis Jaimes Cuberos
José Raúl Jiménez Molina

Cómo citar este capítulo [APA]: Orduz-Gualdrón, F. S., Parra-


Silva, M. F., Jaimes Cuberos, E. A., & Jiménez Molina, J. R. (2022). Pasado
y presente de la atención a víctimas de violencia de género. En E. J. López
Cantero (Ed.) et la., Atención a víctimas de violencia basada en género
(pp.123-136). Editorial Universidad Católica de Colombia.
https://doi.org/10.14718/9786287554306.2022.5

Resumen
Enmarcado en el objetivo central de la investigación, este capítulo se enfoca en el
análisis de la violencia basada en género (VBG) con la mirada en la atención a víc-
timas. Se articula con la investigación general al constituir un abordaje histórico
y contextual en el ámbito nacional e internacional de esta violencia, tratando de
comprender los alcances y limitaciones de la misma. Para ello, se tomó como refe-
rente la revisión teórica y particularmente los elementos del pasado y la actualidad
en materia de atención a las víctimas, esperando contribuir a la psicología jurídica, la
política pública y el ejercicio profesional, mediante la identificación de procedimien-
tos, posturas y orientaciones desarrolladas para el trabajo con población víctima
de violencia de género, especialmente los discursos y herramientas vigentes. Las
principales conclusiones se orientan a la importancia de los centros de atención y
su fortalecimiento, lo cual es un reflejo del interés creciente sobre la víctima y los
efectos de la victimización.
Palabras clave: violencia basada en género, violencia de pareja, violencia sexual,
conflicto armado.

123
LOGOS VESTIGIUM

Pasado y presente de la atención a víctimas de violencia de género

Introducción
Para efectos del presente texto, el fenómeno social al que nos acercamos es la violen-
cia, en su expresión de violencia basada en género (VBG). Esta misma se define como

Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real
un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación
arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada.
(Asamblea General de Naciones Unidas, 1993, p. 15)

La naturalización de la violencia de género se expone cuando las acciones se trans-


miten y se vuelve parte de la sociedad con determinados discursos que subvaloran
la real dimensión de la problemática enfrentada. La VBG es una situación que
compete tanto a hombres como a mujeres; sin embargo, los elementos que están
ligados a su ocurrencia están directamente asociados con la concepción de género
(femenino-masculino) y en cada cultura se manifiestan de una forma disímil. En
este mismo sentido, la violencia de pareja y la violencia sexual son situaciones en
las que las mujeres son mayormente violentadas, e históricamente, el primer con-
texto reconocido en el ámbito público como foco de la VBG. Por otro lado, Vargas
Montero (2016) explica que en situaciones similares en las que la VBG se utiliza
como arma de guerra en el conflicto, pero con víctimas hombres, se evidencia la
falta de reconocimiento público de la problemática, por lo cual las víctimas acuden
al silencio como la mejor alternativa para no sufrir revictimizaciones.
Así mismo, la muerte de estas víctimas (hombres y mujeres) dadas en terrenos de
conflicto armado, es la muestra de mutación de la misma expresión violenta y cómo
las motivaciones van cambiando; por lo tanto, por la magnitud del tema y lo sensible
que pueda ser discutir sobre ello, impera tener presentes diferentes variables que
acerquen a una óptima comprensión del fenómeno, de tal modo que permita una
postura crítica y además constructiva en términos de solución o, en su defecto, que
sean propositivas.

Desarrollo
La legislación colombiana, así como la internacional, han tenido muy pocos desa-
rrollos en materia de violencia contra las mujeres, debido a la limitación de esta
temática al ámbito de lo privado, en el que el Estado no podía ni debía intervenir.
Colombia es un país que se ha caracterizado por su amplia producción de leyes,
pero existe un distanciamiento entre lo que establece la ley y su óptima aplicación
y/o materialización de la normatividad. Las investigaciones al respecto comprenden

124
LOGOS VESTIGIUM

Frank Steward Orduz-Gualdrón, Maryori Fabiana Parra-Silva, Edwin Alexis Jaimes Cuberos, José Raúl Jiménez Molina

formas como la violencia doméstica, familiar o intrafamiliar; la violencia de pareja,


marital o conyugal; la violencia contra menores o maltrato infantil; la Ley 1257 de
2008 en su artículo 17 cambió las medidas de amparo de las víctimas en casos de
violencia intrafamiliar que se habían establecido en la Ley 294 de 1996, que incluyen
a cualquier miembro de un grupo familiar que haya sido víctima de cualquier tipo
de agresión; en el artículo 18 también se establecen las medidas de protección para
violencias que sean ejecutadas por fuera del ámbito familiar. Con ello, se ajustaron
las medidas que ya se habían instaurado al marco de protección de los derechos
humanos de las mujeres. A esta determinación se le añaden otras como el desarrollo
de la Política Nacional de Equidad de Género y el Modelo de Atención Integral en
Salud para Víctimas de Violencia Sexual.
Es importante mencionar que, como se ha venido exponiendo, no existe un único
comportamiento general de los agresores, es decir, no existe un perfil único (Sans
& Sellarés, 2010). Incluso, diversos estudios sobre delitos sexuales y de la violencia
contra la pareja han demostrado que tanto hombres como mujeres pueden cometer
este tipo de delitos (Loinaz, 2014 y 2016; Flores, 2015).
Por lo general, los agresores tienden a mostrarse como personas con una conducta
adecuada en la normalidad social, en el contexto público se perciben por lo gene-
ral como personas equilibradas y no se observa nada en su conducta que indique
actitudes violentas. Sin embargo, en el ámbito privado se comportan de manera
amenazante, utilizan agresiones verbales y/o físicas, como si se transformaran en
otra persona (Instituto de las Mujeres del Estado de San Luis Potosí, 2012)
Ahora bien, para los servicios de atención de los diferentes tipos de VBG es de vital
importancia poseer un panorama amplio para la efectiva comprensión del fenómeno
de la violencia, y los riesgos que podrían significar para las víctimas y sus personas
más cercanas. Por ello, es necesario elaborar un perfil del agresor fundamentado
específicamente en cada caso recibido, ya que esto se traducirá en una herramienta
principal para la detección de posibles problemáticas nacientes de la VBG. Además,
la estrategia de intervención será más certera cuando se aplica todo el análisis de la
conducta agresiva anteriormente descrito (Red Nacional de Refugios, 2008).
Los agresores violentos, en su mayoría, tienen una limitada percepción de la propia
realidad, es decir, sus ideas son bastante cerradas y perciben a las víctimas como
alguien “provocador”, poseen la capacidad de entender con detalle cada comporta-
miento de la víctima para que esta sea acreedora de maltrato (López, 2004), hacen
sentir a la víctima culpable de todo para lograr que ella les perdonen las acciones,
olviden los hechos y continúen con el agresor (Instituto de las Mujeres del Estado de
San Luis Potosí, 2012)

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LOGOS VESTIGIUM

Pasado y presente de la atención a víctimas de violencia de género

Cifras publicadas en el informe Forensis (INMLCF, 2018) señalan que para ese
año, en el 41,42 % de los casos atendidos el agresor era una persona conocida, por
ejemplo, excompañero, exesposo o exnovio; lo cual genera un gran dilema respecto
a la protección legal de derechos de las mujeres en la aplicación del derecho penal
(Defensoría del Pueblo, 2020).
Históricamente se ha dicho que las personas deben estar prevenidas para cuando
alguien desconocido se acerque, porque no se sabe cuál sea la intención real del
mismo; sin embargo, las cifras y datos expuestos denotan que las agresiones en un
gran porcentaje son infligidas por personas conocidas, que están dentro del círculo
social de la víctima, y que, de alguna manera, generan confianza y seguridad.
La cuestión de interés puede plantearse alrededor de si los hombres no sufren nin-
gún tipo de VBG. A través de la historia se han creado políticas públicas e incluso
protocolos especiales para el abordaje integral de la problemática para cuando la
víctima es una mujer, pero en revisión documental no se encuentra ningún proto-
colo específico que permita un abordaje para cuando un hombre pretende denunciar
este tipo de agresión. En 2015 y 2016, en Colombia se presentaron 69 casos de hom-
bres asesinados y 13.213 heridos por su pareja o expareja, y solamente en 2016, 42
hombres murieron, es decir, hubo un aumento del 55,5 % respecto al año anterior, y
6.898 fueron heridos, con un aumento del 9,2 % (Hernández, 2017). Si bien es cierto
que las cifras de mujeres víctimas de VBG son más, la problemática de la falta de
un protocolo que aborde a los hombres probablemente radica en la misma sociedad
proclamada machista, que les exige a los hombres una posición de dominio sobre
las mujeres; incluso, el mismo servicio de atención de víctimas de VBG en algunas
ocasiones no realiza el protocolo designado para este tipo de agresiones, ya que es
diseñado solamente para las mujeres, lo cual permite que siga existiendo este tipo
de violencia contra los hombres y se refuerce la necesidad de una sociedad donde el
hombre debe ser dominante sobre las mujeres (La Opinión, 2019).
Lo curioso es que aspectos que consideramos básicos o inherentes a nuestro orden
social, fueron en su momento hechos históricos para la mujer, entre esos: el manejo
de sus propios bienes en 1932, ingresar a la educación superior en 1933, desempeñar
cargos públicos en 1936 y, por supuesto, el ejercicio efectivo del voto en 1957, derecho
aprobado en 1954. Esta, en su momento, fue la forma más elemental de participa-
ción política de las mujeres. Esta “colonización” del espacio público por parte de las
mujeres no es precisamente el indicio de los primeros escenarios para el desarrollo
de la VBG.
En este orden de ideas, mientras algunas mujeres salían a ejercer su derecho al voto,
en los hogares se gestaba lo que quizá siempre había estado ahí, pero que hasta ahora

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LOGOS VESTIGIUM

Frank Steward Orduz-Gualdrón, Maryori Fabiana Parra-Silva, Edwin Alexis Jaimes Cuberos, José Raúl Jiménez Molina

sería visibilizado: La violencia intrafamiliar. En 1970, la violencia contra las mujeres


en pareja fue denunciado como un problema, y fueron entonces el hogar y la familia
los escenarios donde se efectuaba este tipo de violencia. La década 1975-1985 se con-
sideró la década de la mujer, y según la ONU, las iniciativas direccionadas al abordaje
de la violencia contra el género femenino en el ámbito internacional tomaron como
eje la familia. Para ese momento de la historia, la violencia intrafamiliar era quizá la
única forma de violencia que se sospechaba que afectaba a la mujer —o al menos, la
que se reconocía públicamente—.
En consecuencia, surgieron diferentes formas de acercamiento, una de ellas es el
abordaje sistémico de la violencia intrafamiliar, en el que se plantea que las mujeres
no son precisamente víctimas de agresión, sino protagonistas de una acción recíproca
violenta (Programa Integral sobre Violencias Basadas en Género, 2010). Entendiendo
esto como un conflicto de poderes en el cual el protagonismo es del actor (o dicho
mejor, actriz) sobre quien recae la violencia (la mujer), y no, de quien la ejerce, que para
efectos de lo que se planteaba en ese momento histórico, sería el hombre.
En otro orden de ideas, intentar entender este tipo de agresión en concordancia con
los nuevos paradigmas de las diferentes relaciones entre los géneros y con las posibles
transiciones de papeles de las mujeres, es quizá una de las opciones más precisas
para abordar la VBG, lo que implica repensar el espacio donde se le ha asignado el
origen a este tipo de violencia. En todo caso, la lógica de la dominación es ejercida
en nombre de un principio simbólico conocido y admitido tanto por el dominador
como por el dominado (Bourdieu, 2000). Por ende, siendo lo simbólico un concepto
resultante de su propia conciencia de espacio y tiempo, notablemente las motiva-
ciones sociales que se instalan como los cimientos de la VBG no son más que el
propio reflejo de nuestra condición como sociedad, lo que, en términos deductivos,
implican la individualidad y sus expresiones en las formas de relación.
Acto seguido, esas mismas formas de relación dejan al descubierto que la VBG no
le pertenece estrictamente al entorno familiar (lo privado), sino que también para-
lelamente, pero en desventaja, le empiezan a pertenecer a todos los espacios donde
la mujer (y el hombre) ha logrado establecerse, claramente la esfera de lo público;
de modo que las formas de pensamiento, comportamiento y habilidades interper-
sonales son ahora (además de lo intrafamiliar) el nuevo contexto hacia donde se
fija la mirada. Algo semejante debe ocurrir con el grupo teórico que ahora hace
su acercamiento, debido a que actualmente no se trata solo de la pareja y la fami-
lia; se suman los grupos, medios, normas sociales e individuos, y no implica que
mencionarlos como algo actual signifique que antes no existían; lo que significa,
es que, hasta este momento de la historia, se hacen visibles, o como se mencionaba

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Pasado y presente de la atención a víctimas de violencia de género

unos párrafos antes, se reconocen públicamente. Además, también se debe admitir


que la expresión de la VBG es diferente en determinadas culturas, debido a que las
concepciones y creencias se asumen de formas diversas.
De acuerdo con el Estatuto de Roma (1988), millones de niños, mujeres y hombres
han sido víctimas de diferentes formas de violencia. La VBG en el conflicto armado
ha afectado de manera diferenciada a hombres y mujeres. Cada contexto trae consigo
una expresión particular, dada por las condiciones sociales en las que se encuentran
y el momento sociopolítico; en Colombia, alrededor de los años sesenta se gestó
un entorno de conflicto armado interno, y en este tipo de escenarios la confron-
tación entre los grupos armados se expresa no solo a través de combates, sino de
la imposición de medidas para controlar la población, restringiendo su movilidad,
amedrentándola, prohibiendo cualquier relación con el bando contrario y estable-
ciendo mecanismos de vigilancia, siendo también consideradas las mujeres como
objeto de disputa (Marciales, 2015).
La Corte Constitucional distinguió que la guerra afecta de manera diferencial y
desmedida la vida y el cuerpo de las mujeres y en el Auto 092 de 2008 se ocupó de
las mujeres vulneradas por el conflicto y el desplazamiento (Correa & Díaz, 2011).
En el marco del conflicto armado en Colombia, la VBG y la violencia sexual tienen
predominio; y esta última es preponderante, debido a que el agresor (que actúa
como representante de grupo) somete a su enemigo mediante la agresión a la mujer,
las ideas que ella representa y la población a la que pertenece (Orduz, 2015a). La
agresión a las mujeres también se dio como como una herramienta instrumental,
ejerciendo el castigo como consecuencia de relaciones emocionales con integrantes
de grupos armados, de la filiación con organizaciones sociales o comunitarias y del
reclutamiento de grupos armados primordialmente para que desarrollaran tareas
asociadas al rol estereotipado del género femenino (Orduz, 2015b).
El conflicto armado afecta de forma diferencial a la población civil: a las mujeres,
porque generalmente tuvieron que soportar la pérdida de sus seres queridos a manos
de grupos armados legales e ilegales (como madres, esposas, hermanas e hijas) y a los
hombres por el reclutamiento, la tortura y homicidio (Orduz, 2016).
Un elemento por recalcar es que uno de los delitos más perpetrado hacia las mujeres
es el relacionado con la agresión sexual (Suárez Pinzón, 2015); si bien, los hombres
también serían víctimas de este delito, las agresiones hacia las mujeres se presentaron
en una mayor proporción en el conflicto colombiano. Algunas de estas agresiones
partían de lo que algunos autores denominan “botín de guerra” (Correa & Díaz,
2011), reforzadas y patrocinadas por la idea de la mujer como medio para cumplir
una estrategia bélica. Incluso, se materializa desde la división sexual del trabajo,

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Frank Steward Orduz-Gualdrón, Maryori Fabiana Parra-Silva, Edwin Alexis Jaimes Cuberos, José Raúl Jiménez Molina

que ubica al hombre en el campo de batalla directo y a la mujer en el territorio,


resistiendo y cuidando de quienes se quedan a esperar.
Resulta cierto, posiblemente, que, aunque haya décadas de diferencia entre el
momento en el que se enfatizaba en el hogar o familia como escenario principal de la
VBG, actualmente —y aunque el escenario haya mutado— se puede llegar a la sepa-
ración de los ámbitos en público y privado, de tal manera que se vulneran derechos
fundamentales tanto en el ámbito privado como en el ámbito relacional público,
configurándose condiciones desiguales en los niveles interpersonales y colectivos
(Correa & Díaz, 2011); además, se puede considerar que el ataque al cuerpo es, a
su vez, un ataque a la identidad y a la subjetividad (Fiscó, 2005) con el fin de anu-
larla. Pese a la persistencia del problema, las acciones internacionales trascendentes
se empezaron a formular solo hasta los años noventa. Surge la pregunta ¿por qué
tanto silencio al respecto? Parte de la razón es que los bandos enfrentados ejercen de
manera similar la violencia sexual, lo que impide culpabilizar a alguien, porque lo
harían sobre sí mismos (Fiscó, 2005).
Ahora bien, el núcleo familiar ha sido el escenario en el que históricamente se han
podido identificar e intervenir los diferentes tipos de violencia de género; en la
actualidad se han evidenciado, en mayor medida, los diferentes espacios en los que
también acontecen, como el laboral o incluso el comunitario, además, la identifica-
ción de los daños causados físicamente, a nivel psicológico, sexual, etc.
Por tanto, la VBG se percibe como una posible categoría analítica moderna, que se ha
introducido al universo de los fundamentos y principios del conocimiento humano,
gracias a los cambios en la sociedad contemporánea. Su ascendente localización en
los diferentes análisis tanto políticos como sociológicos y psicológicos responden
fervientemente a una transformación social que ha permitido distinguir esta forma
de violencia en concordancia con los diversos paradigmas recientes de las relaciones
entre los géneros y por el cambio de roles de los mismos (Programa Integral sobre
Violencias Basadas en Género, 2010).
En la década 1975-1985, en materia de reconocimiento de la problemática de vio-
lencia Colombia no tuvo un avance muy significativo, ya que no se centraba mucho
en el proceso de análisis del mismo. Es hasta 1996, cuando se estableció la primera
ley referida a violencia intrafamiliar, pero en ella no señalaba específicamente a las
mujeres como las principales víctimas de este tipo de violencia; de igual manera, la
legislación nacional que sancionó la violencia sexual y excluyó la posibilidad de que
la víctima contrajera matrimonio con el agresor, a manera de justificación del hecho
y exoneración de la responsabilidad del agresor, data de 1997.

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Pasado y presente de la atención a víctimas de violencia de género

En el continente se instauró la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar


y Erradicar la Violencia contra la Mujer, que fue punto fundamental para las
activistas de derechos, para exigir a cada gobierno la unión consecuente entre
las legislaciones internas con las declaraciones universales y mandatos de carácter
internacional que se encuentran rigiendo. En esta misma convención se tuvo en
cuenta el carácter violatorio de los derechos humanos de cualquier tipo de violencia
contra el género femenino e instauró algunas obligaciones de los gobiernos, las cuales
deben estar orientadas a transformar los modelos socioculturales que estén basados
en el supuesto de la inferioridad o superioridad del rol de los géneros, es decir, en el
estereotipo que se concibe tanto para el hombre como para la mujer y que justifica, e
incluso incrementa, la violencia contra la mujer, además del trabajo que refiere para
los niveles de educación formal y no formal, y con los medios de comunicación para la
visibilización de la misma. Además, se definieron responsabilidades de protección
y atención a las víctimas, e incluso a sus hijos e hijas (Programa Integral sobre
Violencias Basadas en Género, 2010).
En 2000 los avances ya eran más evidentes y significativos: los movimientos de
mujeres se estaban expandiendo cada vez más y se estaban consolidando alrededor
de toda la nación, debido también a la violencia generada por el conflicto armado, la
que ha generado tensión por la configuración de dinámicas sociales que favorezcan
la sobrevivencia, especialmente de las víctimas de los diferentes tipos de violencia en
el país. Todos estos desarrollos en materia de legislación y de reconocimiento social
de la problemática han favorecido ampliamente la visibilización de la violencia y el
aumento de la actuación de las mujeres que se han organizado frente a la misma.
También, con la comprensión y presencia de los diferentes sectores gubernamentales,
involucrados y con interés en el tema, generando avances significativos en la creación
y formación de una institucionalidad que gradualmente se ha ido inquietando por la
atención de las víctimas y por su entorno familiar y social (Programa Integral sobre
Violencias Basadas en Género, 2010).
En el aspecto internacional, por otro lado, la expansión de los diferentes mecanismos
de protección para las mujeres, la paz y la seguridad continuó y se hizo más fuerte,
se crearon nuevas resoluciones, como la 1325 (2000) del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, que trata directamente de la visibilización de las víctimas de los
diferentes tipos de violencia de género, especialmente a las mujeres, enmarcados en
contextos de conflicto armado, y la obligación de brindarles un tipo de protección
especial y sancionar a los agresores. A su vez, se acrecentó la necesidad de eliminar
las diversas manifestaciones de violencia contra las mujeres, enfatizando en la muti-
lación genital femenina, la trata de mujeres y la esclavitud sexual.

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Frank Steward Orduz-Gualdrón, Maryori Fabiana Parra-Silva, Edwin Alexis Jaimes Cuberos, José Raúl Jiménez Molina

La lucha constante de los diferentes movimientos liderados especialmente por muje-


res ha ayudado para ampliar los diferentes marcos normativos, tanto nacionales
como internacionales, y esto ha favorecido en gran medida la creación de programas
de intervención en los ámbitos de salud, justicia y, aunque no en la misma medida,
pero igualmente reconocido, en el ámbito educacional (Programa Integral sobre
Violencias Basadas en Género, 2010). En los últimos años, los esfuerzos básicamente
han orientado su rumbo en el logro de marcos normativos integrales basados en el
carácter diferencial por tipo de violencia y sus indicadores, aludiendo directamente
a la debida actuación de todos los sectores tanto sociales como políticos en la supe-
ración exitosa del fenómeno violento.
En 2004, en España, se publicó la Ley Integral Contra las Violencias de Género que
principalmente distingue el nacimiento cultural de este tipo de violencia y reco-
noce en mayor medida la posición social subvalorada de las mujeres. En 2005 se
aprobó en México la Ley General que establece el Sistema Nacional de Prevención,
Protección, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas;
y en Colombia, en 2008, se difundió la Ley 1257 “por la cual se dictan normas de
sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra
las mujeres”, un gran e importante paso en la lucha contra la violencia de género en
la forma en que en el país, después de tanto tiempo de constante lucha, un meca-
nismo legislativo les dio reconocimiento expresamente a derechos de las mujeres
como derechos humanos, y además amplió el espectro de los diferentes tipos de
violencia que pueden ser sancionados; pero el hecho más importante, quizá, es que
comprometió a los diferentes actores sociales involucrados en el ámbito educacional
en la prevención de estos hechos y creó nuevas medidas de atención a las víctimas
(Programa Integral sobre Violencias Basadas en Género, 2010).
Entre las falencias de los programas para el abordaje de la VBG se encuentran que
no se atiende a los niños y niñas con recursos específicos para sus necesidades, esta
atención se garantiza a través de la madre. Muchos de los casos de niños varones
mayores de doce años no acceden a residencias destinadas a mujeres. Tampoco exis-
ten recursos adaptados para mujeres y/o menores con alguna discapacidad, ni con
trastornos mentales o con drogodependencias. Además, resalta la falta de espacios
físicos en el ámbito judicial para que víctima y agresor no tengan que encontrarse en
los momentos previos a los juicios (Horno Goicoechea, 2006).

Conclusiones
En los últimos treinta años se han venido creando y fortaleciendo los centros de
atención a víctimas. Las motivaciones para la creación de los diferentes centros

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Pasado y presente de la atención a víctimas de violencia de género

de servicios de atención a víctimas han sido diferentes en cada caso. Igualmente,


estos centros ejecutan su sistema de reglas que guían la manera de realizar la
atención, y que ha tomado diversas denominaciones, por ejemplo, guía (Gil, 2007),
protocolo (Brinton & Mersky, 2006), lineamiento (Arias, 2008), o modelo (Nieto,
2006, citado por Bocanegra & Nieto, 2010). También, dependiendo de las razones de
su creación, estos centros enfatizan específicamente en diferentes aspectos como los
legales, psicoemocionales o en recuperación de las relaciones sociales, para realizar
su estructura de atención.
Por otro lado, Lima Malvido (2003) plantea tres aspectos fundamentales para la
atención efectiva a víctimas, denominado “triángulo estructural de un modelo de
atención”: el primero hace referencia a la reglamentación jurídica para el desarrollo
del trabajo de atención de víctimas; el segundo, el desarrollo de acciones de aten-
ción a víctimas con la finalidad de establecer su contribución, ejecutando también
acciones que permitan visibilizar la problemática y su prevención, y el tercero, que
los servicios de atención a víctimas se desarrollen por profesionales cualificados,
además de la infraestructura adecuada donde se realice la atención y recepción de
la información.
Para la aplicación de las técnicas forenses en el momento de realizar las evaluaciones
de las diferentes violencias de género es de suma importancia identificar las condi-
ciones y las particularidades que definen a cada víctima de este tipo de violencia,
es decir, si tiene alguna condición de desplazamiento o es de algún grupo étnico
especial, con la intención de acomodar cada uno de los protocolos, las entrevistas
y algunos de los mecanismos que pretenden determinar la VBG en las diferen-
tes situaciones.
El conflicto armado en Colombia ha afectado a diferentes poblaciones y espacios del
país, y las víctimas de VBG no son la excepción; así pues, la Corte Constitucional
(2008) identificó algunos riesgos de la población vulnerable frente al aspecto del
conflicto armado, y menciona que existe un alto riesgo de violencia sexual contra
las mujeres, jóvenes y niñas que son o no incorporadas a los diferentes grupos al
margen de la ley, en los que existe la violación, la planificación reproductiva forzada,
la esclavización y la explotación sexual por parte de los altos mandos de estos gru-
pos delictivos.
Lo anterior requiere una atención “priorizada” para las personas que, además de
ser víctimas de desplazamiento forzado, son también víctimas de abuso sexual, lo
cual se constituye en un problema de salud pública asociada al conflicto armado que
vive país, lo que ha dado pie para el desarrollo de los protocolos que se manejan los
diferentes entes de atención a este tipo de población.

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También, la Corte Constitucional plantea que son altos los riesgos de la interacción
o de algunas posibles interacciones personales o familiares autónomas, ocasionales o
presumidas entre las víctimas e integrantes de grupos armados que operan en
Colombia, además, la posición de vulnerabilidad aumenta, se acentúa, cuando
las mujeres son indígenas o afrodescendientes, lo cual las convierte en foco de
discriminación.
Todo lo dicho hasta este momento está ciertamente enfocado en situaciones en
las que el agresor es hombre y la víctima es una mujer, es decir, se está dando por
hecho que las personas homosexuales no son víctimas de este tipo de violencia
por parte de su pareja o expareja. Jara (2016) postula que este hecho victimizante
no ha sido realmente conocido, puesto que la falta de información, de estadísticas e
incluso de instituciones que propongan un enfoque diferencial con estas personas,
en el que se demuestren los diferentes casos, permite que incluso se desconozca la
realidad de las parejas de la comunidad LGBTI e incluso que no existen tales hechos
para la sociedad; a pesar de que hay protocolos creados específicamente para esta
población, sigue existiendo un estigma frente a este tipo de violencia para las parejas
de la comunidad. La violencia enmarcada en el uso de la fuerza para imponerse o
dominar, supone una desigualdad y asimetría en aspectos físicos e intelectuales, que
afecta emocional y físicamente las relaciones de pareja del mismo sexo/género. Si
bien es cierto que en muchos lugares del mundo la mujer se ha visto afectada por
condiciones culturales desfavorables, también es cierto que poco a poco se han imple-
mentado cambios importantes sobre el abordaje de esta violencia, y se vislumbra un
panorama positivo para las víctimas de violencia de género; sin embargo, en el caso
de los hombres, la percepción de la sociedad hacia ellos es más como agresores que
como víctimas, cuando la condición de víctima o de agresor no puede ser determi-
nada por el sexo, pues cada caso es particular. Teniendo en cuenta lo anterior, es poco
lo que se ha abordado en la construcción de un protocolo específico especializado en
atención de violencia de género para hombres (heterosexuales u homosexuales) en el
tema de violencia de pareja (Corporación Caribe Afirmativo, 2019).

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135
LOGOS VESTIGIUM

Pasado y presente de la atención a víctimas de violencia de género

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136
6
PROTOCOLOS COLOMBIANOS
PARA LA ATENCIÓN A VÍCTIMAS
DE VIOLENCIA DE GÉNERO, UNA
REVISIÓN DOCUMENTAL
Magaly Calderón Uribe
Liceth Lorena Álvarez Ascanio
Daniela Andrea Chinchilla Rosales
Laura Estefany Corredor Santana
Luis Orlando Jiménez Ardila

Cómo citar este capítulo [APA]: Calderón Uribe, M., Álvarez Ascanio,
L. L., Chinchilla Rosales, D. A., Corredor Santana, L. E., & Jiménez
Ardila, L. O. (2022). Protocolos colombianos para la atención a víctimas
de violencia de género, una revisión documental. En E. J. López Cantero
(Ed.) et al., Atención a víctimas de violencia basada en género (pp.137-
162). Editorial Universidad Católica de Colombia.
https://doi.org/10.14718/9786287554306.2022.6

Resumen
Introducción: La violencia de género requiere acciones inmediatas que impliquen la
reivindicación de los derechos humanos, lo cual llevará a resignificar los patrones
de miedo, desigualdad y conductas estereotipadas de nuestra sociedad. Por esta
razón, los protocolos deben generar dos efectos concretos, el primero, es promo-
ver un espacio de contención y orientación, y el segundo, dejar un mensaje claro a
todas las organizaciones sobre la no aceptación de estos comportamientos. Objetivo:
Describir la relevancia de los criterios que constituyen la ruta de atención a personas
que han vivido la violencia de género en Colombia publicados en los últimos 12 años.
Método: Se realizó una revisión documental de los protocolos publicados entre 2008
y 2020, para la selección, los criterios fueron: protocolos de atención en violencia de
género y/o contra las mujeres o que aborden dichas problemáticas, y documentos
publicados los últimos 10 años por instituciones públicas o privadas de Colombia.

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LOGOS VESTIGIUM

Protocolos colombianos para la atención a víctimas de violencia de género, una revisión documental

Resultados: Se seleccionaron 32 protocolos, 14 realizados por instituciones privadas


y 18 de carácter público; estos se analizaron de acuerdo con las categorías estableci-
das: la institución que participa en el abordaje, la población, los pasos, el profesional,
las recomendaciones en el momento de atención y los instrumentos. Discusión: Se
considera pertinente la creación de futuros protocolos orientados a grupos étnicos y
personas con discapacidad, además de capacitación a los profesionales en perspec-
tiva de género, para que realicen una atención integral, eviten la revictimización y
fortalezcan las buenas prácticas.
Palabras clave: violencia de género, protocolos, atención, víctimas, Colombia.

Introducción
A lo largo de la historia y como resultado de una estructura social patriarcal que
asignaba roles desiguales a hombres y mujeres, se fueron determinando estereotipos
que correspondían al género, los cuales debían cumplirse, con el fin de acatar lo
establecido por dicha sociedad y cultura sexista (Romero, 2010), normalizando y
naturalizando acciones de subordinación de la mujer hacia el hombre, que mantie-
nen las relaciones asimétricas (Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la mujer
[Isdemu], s.f.).
Desde los años noventa, comenzó a ser usado el concepto de violencia de género, al
ser reconocida socialmente la complejidad y perduración en el tiempo de la violencia
histórica contra las mujeres (Delgado, 2010). Es así como en la Declaración sobre la
Eliminación de la Violencia contra la Mujer, esta se definió como todo acto de agre-
sión hacia la mujer consecuencia de daños físicos, sexuales o psicológicos, incluyendo
amenazas y privación de la libertad, sea de forma pública o privada (ONU, 1993).
Según, el Instituto Nacional de Salud (INS, 2019), a través del Sistema de Vigilancia
en Salud Pública (Sivigila), en 2019 el 77,2 % de los casos reportados se presentaron
en mujeres, mientras que el 22,8 % fueron en hombres. Teniendo en cuenta esto,
se puede evidenciar que son las mujeres quienes han sufrido las consecuencias de
este tipo de violencia; no obstante, se debe comprender que la violencia de género
no es un equivalente a la violencia contra la mujer, dado que estas situaciones tam-
bién involucran una violación de los derechos humanos que afecta la integridad no
solo de la mujer, sino de toda persona víctima de este tipo de violencia (Ortiz &
Forero, 2017).
Así, este fenómeno pone de manifiesto el género como un tema para abarcar, no
solo en los actos violentos que se cometen hacia una mujer, sino como un asunto
en el que toda persona con orientaciones sexuales normativas o no, puede verse

138
LOGOS VESTIGIUM

Magaly Calderón Uribe, Liceth Lorena Álvarez Ascanio, Daniela Andrea Chinchilla Rosales,
Laura Estefany Corredor Santana, Luis Orlando Jiménez Ardila

involucrada. Sin embargo, como afirman Ortiz y Forero (2017), es fundamental


prestar una atención especial a la violencia contra mujeres, niñas y adolescentes,
ya que hay aceptación social de la misma, dificultades sociales para la búsqueda de
ayuda, consecuencias leves en las sanciones legales para el agresor e incapacidad
de los sistemas de salud para detectar y brindar atención a las personas victimizadas.
Por tanto, se requieren acciones inmediatas que impliquen la reivindicación de los
derechos humanos, lo cual llevará a resignificar los patrones de miedo, desigualdad y
conductas estereotipadas de nuestra sociedad (Instituto Canario de la Mujer, 2007).
Por esta razón, los profesionales que trabajan con el fenómeno de la violencia deben
asumir la perspectiva de género como eje para desarrollar su labor en cada uno de
los espacios y entidades (Isdemu, s.f.), teniendo la claridad, la experticia y las herra-
mientas para proceder a la restitución de los derechos, sin reforzar la revictimización
y valiéndose de los protocolos de atención como una guía del proceso por seguir
dentro del abordaje de la violencia de género.

Desarrollo histórico de los protocolos de atención


Hablar de una violación de derechos humanos supone, por lo general, hablar de
eventos masivos y altamente violentos, los cuales obtienen una destacada atención
por diferentes entidades gubernamentales debido al elevado número de personas
afectadas y lo delicado de los daños y consecuencias (Straka, 2015); sin embargo,
el fenómeno conocido como violencia de género, el cual representa la desigualdad
histórica y universal entre hombres y mujeres (Delgado, 2010), cuenta de igual
forma con un alto número de víctimas y daños irreparables. Con el paso de los
años, los casos asociados a la violencia de género se han incrementado de manera
exponencial, y han llegado a ser el centro de atención y preocupación de entidades
nacionales e internacionales, como la OMS, que la considera un problema de salud
pública (OMS, 1996).
Es así como los gobiernos del mundo se han visto en la obligación de formular
nuevas leyes y normativas, y adecuar aquellas ya existentes. El 3 de septiembre de
1979, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Convención para la
Eliminación de toda Forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), legalizada
por el Gobierno colombiano como la Ley 51 de 1981 y, como su nombre lo indica,
combate la discriminación contra las mujeres y busca la igualdad sustantiva entre
hombres y mujeres, pues reconoce que aunque son las personas del sexo femenino las
principales afectadas, cualquier persona, sin importar su sexo, puede vivir o incurrir
en acciones que constituyen la violencia de género (ONU, 1979).

139
LOGOS VESTIGIUM

Protocolos colombianos para la atención a víctimas de violencia de género, una revisión documental

En 1991, Colombia se instauró como un Estado social y democrático con la modifi-


cación de la Constitución Política, en la cual declaró que “la mujer y el hombre tienen
iguales derechos y oportunidades” (artículo 43). Además, estableció que “la mujer no
podrá ser sometida a ninguna clase de discriminación; que durante el embarazo y
después del parto gozará de especial asistencia y protección del Estado y recibirá de
este subsidio alimentario si entonces estuviere desempleada o desamparada; y afirma
la obligación del Estado de apoyar a la mujer cabeza de familia”; no obstante, para
esa fecha, aún no se garantizaban acciones de protección solo para el sexo femenino,
sino para personas afectadas en general por este tipo de violencia.
En esa misma década, 1990, Colombia y varios países latinoamericanos, y a escala
mundial, firmaron y adoptaron una serie de acuerdos legales y normativos que cam-
biarían definitivamente el rumbo del proceso de atención frente a esta problemática.
En 1993, la Organización de las Naciones Unidas publicó una resolución que incluye
la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la cual reconoce
“la urgente necesidad de una aplicación universal a la mujer de los derechos y prin-
cipios relativos a la igualdad, seguridad, libertad, integridad y dignidad de todos los
seres humanos” (p. 1).
Por su parte, la Convención Interamericana para Prevenir, Erradicar y Sancionar
la violencia contra la mujer celebrada en Belém do Pará, Brasil en 1994, por la
Organización de los Estados Americanos, afirma que los actos violentos contra el
sexo femenino suceden tanto en el contexto privado como en el público donde se
evidencia en situaciones “que tengan lugar en la comunidad, en el lugar de trabajo,
en instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar público,
y que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes donde quiera que ocu-
rra” (p. 3-4), evocando así, otros campos fundamentales para la intervención. Doce
meses después, Colombia ratificó este Convenio mediante la Ley 248 de 1995, la que
lo compromete a castigar y eliminar la violencia sexual, física y psicológica contra
la mujer.
Para esa fecha, se adquirieron más obligaciones institucionales vinculadas direc-
tamente a la supresión de la exclusión y de acciones violentas de género, como la
Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (ONU, 1995), conferencia realizada
para promulgar acciones de equidad y reconocimiento de la mujer; y la adopción
de los Principios de Yogyakarta, los cuales abogaron por el uso de las leyes inter-
nacionales de derechos humanos con respecto a la orientación sexual y la identidad
de género diversa, considerando a todos los seres humanos “libres e iguales en dig-
nidad y derechos, sin distinción de sexo, orientación sexual o identidad de género”
(ONU, 2007, p. 6).

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LOGOS VESTIGIUM

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Así pues, con la Ley 1257 de 2008 Colombia acogió y actualizó estos compromisos
institucionales y dispuso normativas que permitieran “garantizar a todas las mujeres
una vida libre de violencia, tanto en el ámbito público como en el privado, el ejercicio
de los derechos reconocidos en el ordenamiento jurídico interno e internacional,
el acceso a los procedimientos administrativos y judiciales para su protección y
atención, y la adopción de las políticas públicas necesarias para su realización” . De
igual forma, en su artículo 11, esta ley señala al Ministerio de Educación Nacional
la función y necesidad de “desarrollar políticas y programas que contribuyan a
sensibilizar, capacitar y entrenar a la comunidad educativa, especialmente docentes,
estudiantes y padres de familia, en el tema de la violencia contra las mujeres”.
En 2009 se dio inicio a la construcción de protocolos de violencia, bajo el Reglamento
Técnico de VBG y los Manuales de Lesiones Personales (Londoño et al., 2017). Sin
embargo, se designó a las denominadas comisarías de familia para dar respuesta de
tipo administrativo-policial frente a casos de violencia de género. Esta institución
generó una gran variedad de cuestionamientos, puesto que eran personas no espe-
cializadas; porque la atención dada se consideraba como insuficiente, y porque no
generaban empatía en las víctimas. Varios de los empleados no conocían las normas,
lo cual llevaba a que no se garantizaran las medidas de protección y de atención
establecidas en la ley para las víctimas de violencia (Londoño et al., 2017).
Más adelante, la Ley 1482 de 2011, en su artículo 134A, prohibió las acciones de
racismo y discriminación respecto a “raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología
política o filosófica, sexo u orientación sexual”. Así mismo, la Ley 1761 de 2015, más
conocida como la Ley Rosa Elvira Cely, plasmó

[…] el feminicidio como un delito autónomo, para garantizar la investigación y san-


ción de las violencias contra las mujeres por motivos de género y discriminación, así
como prevenir y erradicar dichas violencias y adoptar estrategias de sensibilización a
la sociedad colombiana, en orden a garantizar el acceso de las mujeres a una vida libre
de violencias que favorezca su desarrollo integral y su bienestar, de acuerdo con los
principios de igualdad y no discriminación. (art. 1)

Esto se convirtió en un avance muy significativo para el país en materia de recono-


cimiento de derechos y protección hacia la mujer.
En 2018, la Sentencia T-239 de la Corte Constitucional solicitó de manera urgente al
Ministerio de Educación Nacional “señalar los deberes y obligaciones a las institu-
ciones de educación superior en relación con los casos de acoso laboral o violencia
sexual y de género que suceden al interior de las mismas”, así como “indicar las
normas y estándares que regulan la atención de casos de posible discriminación en

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LOGOS VESTIGIUM

Protocolos colombianos para la atención a víctimas de violencia de género, una revisión documental

razón de sexo o género en contra de estudiantes y docentes en las instituciones de


educación superior”.
Ese mismo año (2018), el Ministerio de Educación Nacional publicó el documento
Enfoque e identidades de género para los lineamientos de políticas de educación supe-
rior inclusiva, desarrollado por la Escuela de Estudios de Género de la Universidad
Nacional, y en particular, el Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género (GIEG),
con el fin de orientar a las instituciones de educación superior en el desarrollo de
políticas institucionales que favorecieran el acceso, permanencia y graduación
de todos sus estudiantes y en particular de aquellos grupos que, teniendo en cuenta
el contexto, han sido más proclives a ser excluidos del sistema educativo, y ser la base
para el proceso de construcción de protocolos de atención a las violencias basadas en
género (VBG) en los escenarios académicos.
Actualmente, en el país, el Instituto Nacional de Salud (INS) y el Instituto Nacional
de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF) son entidades importantes en el
acompañamiento y el control de la VBG, pues son las encargadas de conformar los
pasos básicos del proceso jurídico con sus deberes específicos como la atención, la
valoración diagnóstica, la vigilancia y control de los casos, y creación de políticas
públicas enfocadas a la prevención de este tipo de violencia (INMLCF, 2011).
Sin embargo, este conjunto de legislaciones y políticas no garantiza una solución
completa a la problemática. Generar un contexto de equidad y sin VBG, implica no
solo claridad en materia legal e instrumental, sino también la necesidad de interve-
nir y transformar su origen asociado a los patrones culturales, económicos y roles
que llevan a perpetuar, como se ha mencionado con anterioridad, la inequidad de
género y los vínculos de poder históricamente desiguales (Universidad Industrial
de Santander, 2018). Así mismo, resulta fundamental que las víctimas cuenten con
acciones de atención adecuadas y eficaces que protejan su dignidad, integridad,
intimidad, que no lleven a una victimización secundaria, y que, por supuesto, pro-
muevan el contacto con acciones que velen por sus derechos.

¿Qué es un protocolo?
Los protocolos son herramientas que muestran el procedimiento que se debe seguir
en un ambiente y situación determinados. En lo que respecta a la violencia de género,
los protocolos buscan generar dos efectos concretos: el primero, promover un espa-
cio de contención y orientación, y el segundo, dejar un mensaje claro a todas las
organizaciones sobre la no aceptación de estos comportamientos (Instituto Nacional
de Salud, 2019); cada situación y tipo de violencia tiene un procedimiento diferente
dentro de los protocolos. Por esto, es relevante identificar detalladamente la víctima

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LOGOS VESTIGIUM

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contemplando tanto los factores de riesgo como los factores de reparación, para así
promover la restitución de sus derechos (INMLCF, 2011).
Cuando se hace un protocolo, es de vital importancia tener una clara definición de
los ejes, roles y responsabilidades que debe cumplir cada una de las áreas que estarán
involucradas en el proceso. Para que este funcione de manera eficaz es relevante
identificar las acciones de riesgo y de protección que se presentan en los diferentes
contextos, con el fin de desarrollar pautas de intervención a las carencias del grupo
poblacional que se acompaña (Gálvez, 2016); así mismo, por tratarse de una proble-
mática transversal a la sociedad, se debe dirigir tanto a organizaciones del Estado u
organismos no gubernamentales, como a centros educativos, empresas o cualquier
otra institución que reconozca la necesidad de tomar medidas frente al abordaje de
este fenómeno (Instituto Nacional de las Mujeres, 2018).
Por lo tanto, los protocolos deben considerar características puntuales de la pobla-
ción a la cual están orientados y de los contextos sociales particulares en los que
serán implementados. La atención que se les brinda a las afectadas por la violencia
de género se debe realizar en diferentes áreas —legal, social, salud y psicoló-
gica— para garantizar que esta sea integral y continua; por ello, la coordinación
interinstitucional debe ser ágil y oportuna, y todos los profesionales que estén a
cargo de este proceso deben tener los conocimientos y competencias de todas las
áreas, para que las actuaciones sean responsables y pertinentes, velando así por los
intereses de las mujeres víctimas y evitando la revictimización (Instituto Nacional
de las Mujeres, 2018).

Directrices de atención
La ruta de atención integral para las mujeres que han vivido este flagelo consiste en
la agrupación de acciones legales dispuestas para garantizar la protección y restau-
ración de sus derechos; esto significa acciones conjuntas internas por parte de las
organizaciones encargadas, para asegurar abordajes y acompañamientos integrales
(Ministerio de la Protección Social, 2011).
Es importante mencionar que los pasos por seguir en los protocolos deberán estar
orientados en la detección, atención y orientación, y deberán ser dirigidos por profe-
sionales de medicina y salud mental principalmente, para iniciar de forma inmediata
las acciones integrales (Ministerio de la Protección Social, 2011). Por lo anterior, el
abordaje requiere implementaciones que involucren a todas las instituciones estatales
y sociales que puedan promover desde los diferentes ámbitos un acompañamiento
integral tanto de víctimas como victimarios que lleve a combatir este problema en
todas sus fases (Gálvez, 2016).
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LOGOS VESTIGIUM

Protocolos colombianos para la atención a víctimas de violencia de género, una revisión documental

Para terminar con la violencia de género es necesario conocer y entender los ambien-
tes en los que emerge, que la detona y lleva a su mantención (Instituto Canario de la
Mujer, 2007). Por ende, las instituciones que accionan este acompañamiento deben
establecer un trabajo coordinado que optimice procesos, con el fin de detectar, reci-
bir, brindar contención, atención médica, garantizar el estado de la salud, promover
la protección de la víctima y evaluar la posibilidad de encontrar algún referente de
protección, para brindar una abordaje integral y diferenciado a la persona victimi-
zada (Pérez et al., 2017).
El nivel de prevención primario hace referencia a las acciones preventivas, que deben
estar orientadas en los tres niveles de prevención: primario, secundario y terciario,
respondiendo al carácter universal, selectivo e indicado en la prevención. La aten-
ción primaria hace referencia a las acciones de atención inmediata en las que no hay
procesos de intervención, puesto que este es el primer contacto que se ofrece en la
recepción, y dado que implica escuchar a la víctima, lo debe realizar profesionales
en trabajo social o psicología. En el primer contacto, en ocasiones establecido por
personas sin formación, se requiere contar con la sensibilidad, la preparación y los
criterios de admisión, para garantizar la remisión de las mujeres al área de psicolo-
gía, al área jurídica o a la institución competente, de acuerdo con el caso específico
de la víctima (Secretaría Distrital de Salud de Bogotá, 2008).
Posteriormente, en el abordaje secundario hay un equipo interdisciplinario que
dirige la orientación y acompañamiento psicológico según la necesidad específica de
la víctima, y en caso de que la situación amerite la atención urgente, esta se llevará
a cabo teniendo en cuenta la gravedad e intensidad de las agresiones y el riesgo en
el que se halle la víctima (Instituto de las Mujeres del Estado de San Luis Potosí,
2012, p. 76). Por último, el acompañamiento terciario intenta disminuir la afectación
generada por medio de abordajes que le permitan a la víctima afrontar las secuelas
físicas y psicológicas, es decir, que este modelo incluye psicoterapia, atención legal,
atención médica especializada, gestiones sociales, acompañamiento y seguimiento
del caso (Secretaría Distrital de Salud de Bogotá, 2008).
En cualquiera de los niveles de atención expuestos, el profesional a cargo debe tener
en cuenta una serie de recomendaciones para la atención, las cuales deben estar des-
critas en el protocolo; algunas de estas van enfocadas a generar un espacio seguro y
libre de violencias, dado que si se realiza la atención en un espacio público, la víctima
puede tener consecuencias graves en sus relaciones interpersonales o familiares
(Instituto Nacional de las Mujeres, 2018), pues puede ser escuchada, juzgada, discri-
minada o nuevamente maltratada.

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LOGOS VESTIGIUM

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Adicional a ello, es importante que el profesional evite la revictimización, entendida


como la práctica, acción y omisión que se relaciona con un trato inadecuado hacia la
persona que se encuentra en la situación de violencia, por parte de los funcionarios
de la entidad; el profesional, deberá tener una escucha activa y empática respecto
al hecho que le están relatando, sin prejuzgar, ni anteponer sus creencias (Instituto
Nacional de las Mujeres, 2018). Finalmente, cabe resaltar que para cumplir a cabali-
dad cada uno de los pasos enunciados, se sugiere que los protocolos señalen el uso de
instrumentos de evaluación específicos, ya que estos ayudarán a que la información
recolectada sea más precisa y objetiva y, por ende, los procedimientos más ágiles y
efectivos.

Método
Este estudio se realizó con un diseño documental investigativo de revisión siste-
mática, el cual consiste en una búsqueda e interpretación de datos secundarios, es
decir información recopilada y registrada por otros investigadores u organizaciones
en fuentes documentales (Arias, 2012), con el fin de aportar nuevos conocimientos
sobre una temática específica. Además, fue de corte descriptivo, y en este se preten-
dió no solo conocer de forma general el estado de los protocolos publicados para
el abordaje de personas afectadas por la violencia de género en nuestro país, sino
también, como afirman Hernández et al. (2006), especificar características inde-
pendientes o conjuntas del fenómeno que se está investigando; estos estudios son
útiles porque permiten describir diferentes dimensiones de una temática, contexto,
suceso o situación.
La selección de la muestra de protocolos se realizó a través de búsquedas en bases
de datos especializadas en Google y Google Scholar, y se obtuvieron 32 documentos.
Para la selección de estos se establecieron los siguientes criterios de inclusión:
• Protocolos de atención en violencia de género y/o contra las mujeres, o que abor-
den dichas problemáticas.
• Documentos publicados en los últimos 10 años por instituciones públicas o
privadas de Colombia.
Para organizar y analizar la información encontrada en cada protocolo se usó una
base de datos en Excel en la que se incluyeron: palabras utilizadas para realizar la
búsqueda, fecha de la búsqueda, fuente, país, link, título del documento, palabras
clave, año, autores, descripción general, objetivo del protocolo, pasos, profesional,
recomendaciones para la atención, atención diferencial, instrumentos, institución
que promueve el abordaje, población y tipo de protocolo.

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LOGOS VESTIGIUM

Protocolos colombianos para la atención a víctimas de violencia de género, una revisión documental

El procedimiento seguido para esta investigación basada en la técnica de revisión


documental, fue el planteamiento de la pregunta de investigación; la búsqueda de los
protocolos; la extracción de la información de los documentos en una base de datos
en Excel; el establecimiento de las categorías de análisis que a su vez determinaron la
estructura del diagnóstico y sobre las cuales se analizaron los diferentes documentos
que incluyen: la institución que participa en el abordaje, la población, los pasos, el
profesional, las recomendaciones en el momento de atención y los instrumentos. La
pregunta de investigación que guio este trabajo fue: ¿Cuál es la relevancia de los
criterios que constituyen los protocolos de atención a víctimas de género en Colombia?

Resultados
La revisión de los 32 protocolos permitió tener una visión integral del acompañamiento
que las instituciones académicas, gubernamentales, estatales, privadas y departa-
mentales realizan frente al fenómeno de la violencia de género. Consecuentemente,
esta investigación, basada en la revisión documental, fue un proceso de descubri-
miento que permitió identificar algunos aspectos desconocidos sobre el proceso de
acompañamiento y atención a las personas afectadas por la violencia de género en
nuestro país.
En los protocolos revisados se evidencia que existen diversos factores estructurales
que pueden favorecer una mayor vulnerabilidad, como es el estatus social, la depen-
dencia económica, las distintas situaciones de subordinación y la desigualdad social
(Isdemu, s.f.). Al respecto, cabe indicar que la barrera de desigualdad social ha sido
una de las variables que, con mayor frecuencia, se ha señalado como obstáculo para
la socialización de las mujeres y su acceso a los recursos. Por esta razón, resulta
pertinente resaltar que la violencia hacia la mujer es una problemática en la que
intervienen distintos tipos de factores de riesgo o de protección individuales, cultu-
rales e institucionales; por ello, varios de estos protocolos están orientados a abordar
este fenómeno desde una perspectiva multicausal en la que intervienen distintos
tipos de actitudes, creencias y lineamientos encaminados a proteger la integridad de
la mujer (Molina, 2019).
Entre las propuestas multicausales también se debe contemplar lo expuesto hace
algunas décadas por Heise (1998), quien propone un modelo de intervención ecoló-
gico feminista con el cual se pretende analizar la reivindicación de los derechos de la
mujer desde las teorías multicausales, la perspectiva feminista y los contextos socia-
les en los que están inmersas las mujeres, para comprender que un factor causante de
la violencia es la desigual en la relaciones entre hombres y mujeres. Este tema no está

146
LOGOS VESTIGIUM

Magaly Calderón Uribe, Liceth Lorena Álvarez Ascanio, Daniela Andrea Chinchilla Rosales,
Laura Estefany Corredor Santana, Luis Orlando Jiménez Ardila

relacionado dentro de esta revisión documental, pero puede contribuir a promover


el acompañamiento integral que se plantea en la reflexión final de este documento.
Los 32 protocolos seleccionados se organizaron de acuerdo con las categorías men-
cionadas en la metodología y como se observa en la tabla 1 se clasificaron según el
año de publicación; después de la tabla se presentan las categorías de forma general
según las publicaciones revisadas al respecto.

Tabla 1.
Protocolos revisados de atención en casos de violencia de género en Colombia

Año Título Tipo de institución Población


2008 Protocolo para el abordaje Públicas: Secretaría Distrital de Víctimas de violencia sexual
integral de la violencia sexual Salud y Fondo de Población de las
desde el sector salud Naciones Unidas
2009 Modelo de atención a las Pública: Instituto Nacional Mujeres víctimas de violencia
violencias basadas en género para de Medicina Legal y Ciencias sexual
clínica forense en el Instituto Forenses
Nacional de Medicina Legal y
Ciencias Forenses
2011 Guía de atención de la mujer Pública: Ministerio de Salud, Mujeres víctimas de violencia
maltratada Dirección General de Promoción sexual
y Prevención
2011 Modelo de atención integral en Públicas: Ministerio de la Víctimas de violencia sexual
salud para víctimas de violencia Protección Social y Fondo de
sexual Población de Naciones Unidas
2016 Protocolo para la atención a Públicas: Ministerio, personerías Mujeres víctimas de violencia
mujeres víctimas de VBG en el municipales, defensorías sexual
momento de la formulación del regionales o demás oficinas
plan de atención, asistencia y de de la Defensoría del Pueblo, y
reparación individual procuradurías provinciales o
regionales
2016 Protocolo para la atención a Pública: Unidad de Atención y Víctimas incluidas en el Registro
mujeres víctimas de VBG en el Reparación Integral a las Víctimas Único de Víctimas (RUV) por
momento de la formulación de uno o más hechos
plan de atención, asistencia y de
reparación individual
2017 Protocolo para la prevención y Pública: Universidad Nacional de Comunidad educativa
atención de casos de violencias Colombia (estudiantes, docentes,
basadas en género y violencias administrativos y/o contratistas)
sexuales en la Universidad
Nacional de Colombia
2017 Protocolo para la atención y Privada: Universidad de La Salle Comunidad educativa
prevención de violencias basadas (estudiantes, docentes,
en género en la Universidad de administrativos y/o contratistas)
La Salle

147
LOGOS VESTIGIUM

Protocolos colombianos para la atención a víctimas de violencia de género, una revisión documental

Año Título Tipo de institución Población


2017 Protocolo para la atención de Pública: Alcaldía Mayor de Personas con orientaciones
víctimas de violencia(s) en Bogotá D.C, Secretaría de no heteronormativas, mayores
razón a su orientación sexual e Gobierno de 18 años de edad, víctimas
identidad de género casa refugio de violencias en razón a su
LGBTI orientación sexual e identidad de
género, y/o vulnerabilidad
2018 Protocolo de atención para Pública: Comité Distrital de Mujeres, niñas o adolescentes
situaciones de presunta violencia Convivencia Escolar pertenecientes a la comunidad
contra niñas, adolescentes y educativa
mujeres por razones de género
2018 Protocolo para la prevención, Privada: Pontificia Universidad Estudiantes, docentes,
atención, acompañamiento, Javeriana administrativos y/o contratistas
orientación y seguimiento
de casos de violencias y
discriminación en la Pontificia
Universidad Javeriana
2018 Protocolo para la atención a Pública: Universidad Industrial de Estudiantes, docentes,
hechos de violencia basada Santander, Unidad de Atención a administrativos y/o contratistas
en el género ocurridos contra Víctimas de Violencias de Género
integrantes de la comunidad (UAV-UIS).
universitaria
2018 Protocolo para la prevención y Pública: Universidad Pedagógica Comunidad universitaria
atención de las violencias contra de Colombia (estudiantes, docentes,
las estudiantes UPN administrativos y/o contratistas)
2018 Protocolo de prevención, Privada: Universidad EAN Estudiantes, docentes,
atención, acompañamiento y administrativos y/o contratistas
seguimiento a casos de violencia y
discriminación en la Universidad
EAN
2018 Protocolo de atención para Pública: Comité Distrital de Estudiantes, docentes,
situaciones de hostigamiento y Convivencia Escolar administrativos y/o contratistas
discriminación por orientaciones
sexuales, identidades y
expresiones de género diversas
2018 Protocolo para la prevención y Pública: Universidad Colegio Comunidad educativa
atención de casos de violencia Mayor de Cundinamarca (estudiantes, docentes,
basadas en género administrativos y/o contratistas)
2018 Protocolo para la y la sexualidad Privada: Universidad EAFIT Estudiantes, docentes,
diversa de género en la administrativos y/o contratistas
universidad EAFIT
2018 Protocolo de atención en casos de Privada: Institución Universitaria, Estudiantes, docentes,
violencia y acoso Fundación Universitaria CIEO- administrativos y/o contratistas
UNICIEO

148
LOGOS VESTIGIUM

Magaly Calderón Uribe, Liceth Lorena Álvarez Ascanio, Daniela Andrea Chinchilla Rosales,
Laura Estefany Corredor Santana, Luis Orlando Jiménez Ardila

Año Título Tipo de institución Población


2018 Protocolo para la prevención Pública: Universidad Distrital Estudiantes, docentes,
y atención de casos de VBG y Francisco José de Caldas administrativos y/o contratistas
violencia sexual de la Universidad
Distrital Francisco José de Caldas
2019 Protocolo de atención integral Privada: Fundación Universidad Mujeres pertenecientes a esta
a víctimas de violencia sexual o Autónoma de Colombia comunidad
basada en género
2019 Protocolo de atención en Privada: Universidad Externado Estudiantes, docentes,
casos de violencia y acoso en de Colombia administrativos y/o contratistas
la Universidad Externado de
Colombia
2019 Protocolo para casos de maltrato, Privada: Universidad de los Estudiantes, docentes,
acoso, amenaza, discriminación, Andes administrativos y/o contratistas
violencia sexual o de género
(MAAD)
2019 Protocolo de atención en casos Privada: Universidad del Sinú Estudiantes, docentes,
de violencia de género y acoso Elías Bechara Zainúm administrativos y/o contratistas
que afecte la integridad de los
miembros de la comunidad
universitaria de la Universidad
del Sinú Elías Bechara Zainúm
2019 Protocolo para la prevención, Privada: Universidad Católica de Estudiantes, docentes,
orientación y acompañamiento Colombia administrativos y/o contratistas
frente a los casos de violencia,
discriminación y acoso en
la Universidad Católica de
Colombia
2019 Protocolo para la prevención y Privada: Universidad Piloto de Estudiantes, docentes,
atención en caso de violencia Colombia administrativos y/o contratistas
sexual y de género
2019 Protocolo para la prevención y Privada: Fundación Universitaria Estudiantes, docentes,
atención de casos de violencia Cervantes San Agustín- administrativos y/o contratistas
de género y violencia sexual en Unicervantes
Unicervantes
2019 Protocolo institucional para Pública: Fundación Universitaria Estudiantes, docentes,
atención integral a víctimas de San Martín administrativos y/o contratistas
violencia sexual y/o de género en
la Fundación Universitaria San
Martín

149
LOGOS VESTIGIUM

Protocolos colombianos para la atención a víctimas de violencia de género, una revisión documental

Año Título Tipo de institución Población


2019 Ruta de atención a víctimas Pública: Universidad Tecnológica Estudiantes, docentes,
de VBG y violencia sexual y de Pereira administrativos y/o contratistas
se conforma el comité para la
prevención y la atención de todas
las formas de violencia basadas en
género y violencia sexual
2019 Protocolo de atención para casos Privada: Corporación Estudiantes, docentes,
de maltrato físico, psicológico, Universitaria Minuto de Dios administrativos y/o contratistas
y/o económico, acoso y violencia
sexual de la corporación
universitaria Minuto de Dios
(Uniminuto).
2020 Protocolo Universidad para Privada: Universidad del Rosario Estudiantes, docentes,
todos: Libre de violencia administrativos y/o contratistas
2020 Protocolo de atención para Públicas: Secretaría de la Mujeres y personas pertenecientes
las mujeres víctimas de Mujer y Equidad de Género de a la comunidad LGBTI
violencia y población LGBTI Cundinamarca, Consultorio
en Cundinamarca dentro de la Jurídico de la Facultad de
emergencia de la COVID-19 Jurisprudencia de la Universidad
del Rosario y Ministerio de
Justicia y del Derecho
s.f. Protocolo de atención psicosocial Privada: Corporación Personas pertenecientes a la
a personas víctimas de violencia Universitaria del Caribe comunidad LGBTI
por orientación sexual, identidad
de género y/o expresión de género
Fuente: Elaboración propia.

Instituciones que participan en los protocolos


De los protocolos revisados, la mayoría son multidisciplinares e interinstitucionales
(60 %), es decir, que parten de la coordinación entre diferentes instituciones que
generalmente están relacionadas con los servicios sociales, policiales, municipales, de
salud, psicosociales y psicológicos. Estas instituciones además desarrollaron herra-
mientas que cumplieran el propósito de la política pública de prevención y atención
a personas afectadas por la violencia de género y con la directriz de la Ley 1257
de 2008, en la que se establecen las normas de sensibilización, prevención y san-
ción de las formas de violencia y discriminación contra las mujeres. Asimismo,
se identificó que los protocolos fueron realizados por 14 instituciones de carácter
privado y 18 de carácter público, dentro de las cuales se encuentran: el Ministerio
de Salud y Protección Social, las secretarías departamentales y distritales de Salud,
la Universidad Nacional de Colombia y el Instituto Nacional de Medicina Legal y
Ciencias Forenses.

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LOGOS VESTIGIUM

Magaly Calderón Uribe, Liceth Lorena Álvarez Ascanio, Daniela Andrea Chinchilla Rosales,
Laura Estefany Corredor Santana, Luis Orlando Jiménez Ardila

Lo anterior evidencia que tanto las entidades nacionales como internacionales, no


solo han tenido que reconocer la importancia de la responsabilidad institucional y
política que implica la violencia de género, sino que también se han visto obligados a
proponer acciones que promuevan medidas de diagnóstico acerca de la situación, la
prevención, la corrección y la sanción de este delito. Por esto, actualmente, las políti-
cas orientadas a la igualdad y a la protección contra la violencia hacia las mujeres son
importantes en los programas de Estado de los gobiernos (Gálvez, 2016).

Población
Con relación a esta categoría, se observó que todos los protocolos dentro de su
descripción especificaban el tipo de población a la que iban dirigidos; además se
identificó que 20 de estos, fueron creados por universidades públicas o privadas,
por lo tanto, la población que prevalece en la atención son alumnos, maestros,
personas del área administrativa, además de contratistas. Asimismo, se halló que
nueve de estos protocolos hacen énfasis en que el grupo poblacional beneficiario son
mujeres, y aunque ya se ha comentado que son ellas las mayormente agredidas, esta
especificidad cierra toda posibilidad de atender, con estos protocolos, al resto de la
población incluida en el término “género”; no obstante, se encontraron tres docu-
mentos —Alcaldía Mayor de Bogotá D.C (2017), Comité Distrital de Convivencia
Escolar (2018) y Corporación Caribe Afirmativo (s.f.)— que se enfocan en quienes
han experimentado rechazo u hostigamiento por su orientación sexual e identidad
de género diversa.

Pasos o etapas que contienen los protocolos


De los 32 protocolos analizados se pudo observar que 20 de estos manejan linea-
mientos o pasos similares para la prevención de violencias de género, sustentándose
en un enfoque de Derechos Humanos e interseccional. Este enfoque de derechos se
puede resumir en:

1) La interpretación y análisis de las violencias de género con énfasis en el ámbito pú-


blico como un asunto de vulneración de los Derechos y un problema de salud pública;
2) la delimitación de las responsabilidades del Estado colombiano y las competencias
y capacidades de las diversas instituciones estatales para desarrollar acciones de Pre-
vención en el marco de sus atribuciones legales; 3) el reconocimiento de las personas
afectadas por la violencias de género como sujetos de protección especial, es decir
que deben ser protegidas en su vida e integridad personal de manera prioritaria, a
través de acciones como la prevención. (Fundación Social Colombiana [Cedavida],
2016, p. 5)

151
LOGOS VESTIGIUM

Protocolos colombianos para la atención a víctimas de violencia de género, una revisión documental

Por esta razón, los pasos que guían la aplicación de la Ley 1257 de 2008 de Colombia
en los protocolos revisados, se encuentran dirigidos a los derechos humanos, al
principio de corresponsabilidad, coordinación, aceptación y abordaje diferenciado,
lineamientos que se seleccionaron en el protocolo del Instituto Nacional de Medicina
Legal y Ciencias Forenses (2011); asimismo, algunos protocolos reconocieron los
derechos específicos de las mujeres, en cuanto a las consecuencias y carencias en el
quehacer forense, las cuales están a cargo de cada institución que propuso y elaboró
un protocolo.

Profesionales
A partir de la revisión de los protocolos de atención en casos de violencia de género
seleccionados, es posible evidenciar que en su mayoría (22), son documentos dise-
ñados e implementados en universidades, por tanto, los profesionales encargados
de ejecutar las acciones y rutas de atención definidas son aquellos que pertenecen al
área de Bienestar Universitario o Bienestar Institucional —generalmente psicólogos
o trabajadores sociales—, así como aquellos que hacen parte de los centros médicos
establecidos dentro de la institución, como médicos generales o enfermeros(as). De
igual forma, en todas las instituciones mencionadas en la tabla 1 se brinda un acom-
pañamiento y/o asesoría jurídica para este tipo de casos, liderada por abogados. Sin
embargo, es importante resaltar que en cada una de estas áreas pertenecientes a la
ruta de atención también participan estudiantes que se encuentran desarrollando su
práctica profesional.
Asimismo, en seis protocolos de los 32 revisados se hace énfasis en que la atención
del caso puede ser prestada por un estudiante en práctica, técnico o profesional con
algún tipo de formación en el área psicosocial, quien también será previamente capa-
citado y formado por la institución que crea el protocolo sobre violencia de género;
ahora bien, en dos de ellos, se establece que son profesionales del área jurídica, social
y de la salud los encargados de la atención de este tipo de casos —INMLCF (2011) y
Unidad para las Víctimas (2016)—; de igual forma, en otros dos protocolos se
mencionan de manera muy específica aquellos profesionales a cargo de realizar este
proceso: en uno de ellos se determina que el equipo de salud es quien debe atender el
caso (Ministerio de la Protección Social, 2011), y en el otro, se reitera que es un psi-
cólogo profesional, “que cuente con experiencia en VBG y derechos sexuales, y que
tenga formación sobre diversidad sexual y de género, quien debe realizar la atención”
(Corporación Caribe Afirmativo, s.f.).

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LOGOS VESTIGIUM

Magaly Calderón Uribe, Liceth Lorena Álvarez Ascanio, Daniela Andrea Chinchilla Rosales,
Laura Estefany Corredor Santana, Luis Orlando Jiménez Ardila

Recomendaciones en el momento de la atención


Es pertinente aclarar que todos los protocolos de abordaje de la violencia de género
revisados contienen recomendaciones o acciones puntuales en cada una de las eta-
pas, o la ruta de atención dirigida a los profesionales o instituciones encargadas. Por
esta razón, los resultados se centran en definir dos puntos importantes: primero,
las recomendaciones adicionales, acciones o lineamientos generales de atención,
como conocer en detalle la ruta de atención, sus etapas y los responsables, dar esta
información a la víctima, a quien denuncia, o a un tercero que solicite la informa-
ción; garantizar un proceso de atención integral y digno, el acceso a las víctimas a
una atención o asesoría personalizada, evitar la revictimización, brindar confianza
y seguridad a la víctima o a quien hace la denuncia, evitar dar juicios, no asumir
posiciones en el caso; no obligar a la víctima o al tercero a completar el proceso;
respetar, asumir una actitud de escucha activa y dar a conocer los derechos a la
víctima, y establecer un lugar de atención apropiado, cálido, que garantice la con-
fidencialidad del proceso. Segundo, destinado a definir cuáles de estos protocolos
contenían, además, acciones de difusión y sensibilización para la prevención de este
este tipo de casos de violencia.
De acuerdo con el trabajo realizado, se encontró que 29 de los protocolos revisados
contienen acciones o lineamientos generales para los profesionales encargados del
proceso de atención; de esos, 15 mencionan, además, acciones de difusión y sensibi-
lización para la prevención de este tipo de casos; no obstante, del total de protocolos
(32), también se encontró que uno de ellos contaba únicamente con acciones de difu-
sión y sensibilización para la prevención (Universidad Piloto de Colombia, 2019); y
otros dos protocolos no contaban con ningún tipo de acción o recomendación en
el momento de atención u orientación a la prevención —Universidad del Rosario
(2020) y Universidad Tecnológica de Pereira (2019)—.

Instrumentos
En cuanto a esta categoría, la revisión de los protocolos de violencia de género evi-
denció que del total de documentos analizados, 29 no contaban con indicaciones
puntuales o anexos de algún instrumento específico para que el profesional aplicara
en el momento de la evaluación y atención de la víctima; no obstante, es importante
destacar que de estos 29 protocolos, tres, si bien no tenían instrumentos específicos,
anexaban los formatos de atención, remisión, solicitud o cierre del caso que debían
diligenciar los profesionales. Finalmente, se identificaron tres que nombraban esca-
las e instrumentos que el funcionario debería tener en cuenta durante el proceso de
evaluación o atención.

153
LOGOS VESTIGIUM

Protocolos colombianos para la atención a víctimas de violencia de género, una revisión documental

El primer protocolo identificado fue construido por la Unidad para la Atención


Integral de Víctimas en 2016, y en este todo el proceso se guía con una entrevista
personalizada (PAARI), que permite reconocer las necesidades reales de las vícti-
mas, para agilizar la asistencia y procedimiento, dicha entrevista está anexa en el
documento y se le indica al profesional que podrá ajustar las preguntas de acuerdo
con la conversación que mantenga con la víctima, dado que estas son orientadoras.
El segundo lo realizó la Corporación Caribe Afirmativo (s.f.), en este se le recomienda
al profesional a cargo usar instrumentos psicodiagnósticos en la fase evaluativa, tales
como la Escala de Gravedad de Síntomas del Trastorno de Estrés Postraumático
(EGS), Cuestionario de Experiencias Traumáticas (TQ), Inventario de Depresión de
Beck y el Test de la persona bajo la lluvia. Al igual que en este, el elaborado por la
Secretaría Distrital de Salud de Bogotá (2008) recomienda el uso de herramientas
de medición, tales como la Escala Global de Funcionamiento (GAF), la Prueba de
Escala de Calidad de Vida y el APGAR Familiar, en el momento que el equipo inter-
disciplinario debe monitorear y medir la eficacia de la intervención a quien sufrió
este flagelo.

Discusión y conclusiones
En el proceso de abordaje por violencia de género, resulta necesaria una atención e
intervención interdisciplinar, es decir, que el sector judicial, el sector salud y el sec-
tor educativo trabajen de manera conjunta y coordinada realizando actividades de
impacto normativo, profesional, social, comunitario e individual, con el fin último
de lograr incrementar los reportes oficiales y optimizar la calidad de respuesta e
intervención frente a este tipo de casos (Morrison et al., 2005), que, como se ha
mencionado, constituyen una problemática de salud pública. Es así como en cada
uno de los sectores se agrupan necesidades muy particulares respecto al proceso de
atención de las víctimas que no están siendo del todo cubiertas y que, en la mayoría
de los casos, se quedan solo en el documento.
Resulta fundamental que en los tres sectores se identifiquen los profesionales, las
entidades públicas y privadas que se encargan de la recepción, atención, remisión
y seguimiento del caso en cuestión, y la población víctima, así como las funciones
que cada uno debe cumplir y desarrollar; además, se debe capacitar en primeros
auxilios psicológicos a los funcionarios de cada institución que reciben el caso, pues
es importante garantizar a las víctimas un proceso de atención caracterizado por
una escucha activa, que ofrezca seguridad y confianza, con un lenguaje asertivo, sin
ningún juicio de valor de por medio.

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LOGOS VESTIGIUM

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Laura Estefany Corredor Santana, Luis Orlando Jiménez Ardila

De la misma manera, aquellos encargados de la atención de este tipo de casos, deberían


recibir y adoptar una formación muy completa acerca del marco legislativo nacional
e internacional en cuestiones de violencia de género, instrumentos de evaluación
y entrevista que permitan reducir la subjetividad, y/o las implicaciones éticamente
incorrectas (Malo Salavarrieta, 2008), y por supuesto, una formación en procesos
de atención diferencial a poblaciones indígenas o grupos étnicos (INMLCF, s.f.),
población LGBTI, personas con discapacidad (Alta Consejería Presidencial para la
Equidad de la Mujer, 2012) y en general, en poblaciones no normativas, pues, aunque
existen políticas para la protección de estos grupos poblacionales, no se visibilizan
de forma clara en los protocolos de intervención revisados.
Así mismo, el proceso de recepción, evaluación, intervención y seguimiento del caso
debe contar con pasos y recomendaciones muy específicas que sean una clara guía
para la víctima o un tercero, y que garanticen la coordinación entre los profesionales,
las normas y las acciones de cada uno de estos sectores (judicial, salud y educa-
tivo) (Morrison et al., 2005); igualmente, que estos evalúen el riesgo inmediato y
futuro para la víctima; radicalicen las sanciones legales respecto al tema; establezcan
mecanismos de vigilancia que aseguren el cumplimiento de los derechos humanos
y disminuyan el riesgo de afectación a la vida y la salud; garanticen una atención de
seguimiento que brinde un apoyo sostenido a las víctimas y a sus familiares; y por
último, que realicen una evaluación periódica de los procedimientos y las estrate-
gias de intervención en marcha con el fin optimizar la atención que se proporciona,
incluida la identificación, el tratamiento, la documentación, la información, las
remisiones y el seguimiento del caso.
Se destaca también, la necesidad del compromiso de cada uno de estos sectores en el
desarrollo de jornadas de difusión y sensibilización frente a la temática y la impor-
tancia de su prevención (Secretaría Distrital de Salud de Bogotá, 2008); así como la
creación de programas que articulen la educación y el entretenimiento, dirigidos a
niños, niñas, jóvenes, madres cabeza de familia, usuarios, pacientes, funcionarios y
la ciudadanía general, que permitan cambiar conductas, actitudes y pensamientos
frente a la violencia de género y su tolerancia (Morrison et al., 2005), y fomentar
el rechazo a todo acto que implique de forma directa o indirecta discriminación y
violencia de género, tanto en contextos de carácter público como privado.
Ahora bien, desde el ámbito jurídico es importante articular las acciones penales y
administrativas con las demás áreas e instituciones encargadas de dar seguimiento
a la atención de estas personas, pues aunque la creación de estos protocolos y de
las leyes que obligan a las instituciones a seguir y cumplir unos lineamientos espe-
cíficos han visibilizado más esta problemática, sigue siendo evidente la brecha de

155
LOGOS VESTIGIUM

Protocolos colombianos para la atención a víctimas de violencia de género, una revisión documental

comunicación interinstitucional que aún existe, lo que impide una atención efectiva,
la identificación de los ciclos de violencia oportuna, la no revictimización de las per-
sonas y la adopción de medidas integrales para prevenir este fenómeno que requiere
la adopción diferenciada de medidas por parte de las instituciones, en materia de
prevención, atención y reparación (Defensoría del Pueblo, 2019).
El sector salud, por su parte, requiere la organización y adaptación de centros de salud
para este tipo de casos, y garantizar el completo y libre acceso a los mismos. De igual
forma, debe asegurar a las víctimas el derecho de recibir servicios de primeros auxi-
lios médicos y psicológicos, anticoncepción de emergencia y profilaxis de infecciones
de transmisión sexual (ITS), entre otros; y brindar una atención personalizada que
se ajuste a la víctima y a sus necesidades (Fundación Social Colombiana [Cedavida],
2016). Por otro lado, las instituciones educativas deberán, entonces, aumentar la
participación de personas a cargo de la educación en casa, tutores y docentes en la
vigilancia de la seguridad del entorno escolar; garantizar acompañamiento psico-
pedagógico y seguimiento en la institución, e incluir las temáticas de género, salud
reproductiva, derechos y violencias dentro de la planificación curricular preparán-
dolos en cuestiones de salud y aptitudes para la vida (Morrison et al., 2005).
Este capítulo se cierra con lo afirmado por Londoño et al. (2017), para quienes es
una necesidad reconocer y evaluar los impactos jurídico, social, clínico y cultural de
las herramientas de intervención plasmadas en protocolos y manuales para mejorar
las prácticas, identificar las acciones de las organizaciones inmersas y de los profe-
sionales, con el fin de mitigar la revictimización y el incremento del riesgo para la
vida y seguridad frente a casos de violencia de género. De igual forma, se sugiere
revisar el modelo ecológico feminista, pues los aportes desde este modelo permiten
una comprensión global de los distintos factores que intervienen en la aparición
y mantenimiento de estas violencias y las posibilidades de actuación mediante los
protocolos, buscando que estos intervengan en los niveles que se proponen a partir
del modelo ecológico. Un trabajo continuo implica el compromiso de todos y permi-
tirá mejorar los procesos que se implementan, y principalmente preservar las vidas
involucradas.

Referencias
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en razón a su orientación sexual e identidad de género casa refugio LGBTI. http://gaia.
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156
LOGOS VESTIGIUM

Magaly Calderón Uribe, Liceth Lorena Álvarez Ascanio, Daniela Andrea Chinchilla Rosales,
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LOGOS VESTIGIUM

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LOGOS VESTIGIUM

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161
LOGOS VESTIGIUM

Protocolos colombianos para la atención a víctimas de violencia de género, una revisión documental

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162
7
GUÍA DE ACTUACIÓN HOMOGÉNEA
PARA LA ATENCIÓN DE VÍCTIMAS
DE VIOLENCIA DE GÉNERO
Luis Orlando Jiménez Ardila
Carolina Alarcón Ochoa
Brenda Marcela Beltrán Sierra
Alejandro Cifuentes Barbosa
Leidy Johana Rodríguez Guerrero
Magaly Calderón Uribe

Cómo citar este capítulo [APA]: Jiménez Ardila, L. O., Alarcón


Ochoa, C., Beltrán Sierra, B. M., Cifuentes Barbosa, A., Rodríguez
Guerrero, L. J., & Calderón Uribe, M. (2022). Guía de actuación
homogénea para la atención de víctimas de violencia de género. En E.
J. López Cantero (Ed.) et al., Atención a víctimas de violencia basada en
género (pp.163-197). Editorial Universidad Católica de Colombia.
https://doi.org/10.14718/9786287554306.2022.7

Resumen
Este capítulo, como insumo final de la investigación, presenta un enfoque psico-
jurídico que se sustenta en los principios empíricos y teóricos de la atención a las
víctimas con enfoque en el daño derivado de la violencia de género. La guía homogé-
nea de actuación en la atención a las víctimas se convierte en el aporte del grupo de
investigadores, recogiendo como resultado los aspectos fundamentales y estructuras
para brindar una atención con enfoque diferencial e interdisciplinar a los sujetos
pasivos de la violencia de género (las víctimas). Acudiendo a la rigurosidad de la
investigación, esta propuesta se basa en la documentación de protocolos existentes
y algunos de los cuales son referidos en este libro y para el interés particular de este
capítulo serán retomados con una perspectiva propositiva que permitió al equipo
investigador orientar un modelo estándar para el proceso de atención, destacando la
importancia del profesional que ha de fundamentar su actuación en el principio de
corresponsabilidad para evitar la revictimización.
Palabras clave: guía, atención, protocolos, profesionales, corresponsabilidad.

163
LOGOS VESTIGIUM

Guía de actuación homogénea para la atención de víctimas de violencia de género

Introducción
Actualmente, la violencia de género hace parte de los fenómenos sociales con mayor
impacto, por ello es importante contar con un instrumento válido y confiable para
intervenir esta problemática, con el que se busca acompañar a la administración de
justicia de manera más pertinente en su mandato misional. Desde el punto de vista
crítico, la relevancia de la presente propuesta está en contribuir a la optimización
en la atención de las personas afectadas por la violencia de género, entendiendo sus
necesidades específicas y las variables asociadas a los factores victimales, predis-
ponentes y precipitantes, que permiten la generación de acciones que prevengan o
disminuyan la revictimización judicial en el proceso de la investigación criminal. En
el ámbito nacional es una perspectiva poco explorada y la información relativa a este
delito es muy escasa, lo que justifica plenamente su estudio.
El capítulo presenta un enfoque psicojurídico, el cual está sustentado en los princi-
pios teóricos y conceptuales de la psicología jurídica victimal, cuyo objeto de estudio
es el daño psicológico del sujeto pasivo del delito en su interacción con el agresor y
el intercurso de la acción injusta, cuyo paradigma explicativo está en la relación psi-
cología-derecho; dos disciplinas que dan origen a la psicología jurídica, en la que los
conceptos psicológicos alimentan la interpretación jurídica y orientan las decisiones
judiciales. Esta área de conocimiento supone una contribución al restablecimiento
de los derechos de la víctima y una herramienta útil para el psicólogo en la cualifica-
ción de su trabajo profesional, habilidades disciplinares y competencias para actuar
en la administración de justicia.
En este capítulo se aborda un modelo de actuación homogénea para la atención de
víctimas de violencia de género, enfocado en la atención integral e integrada, el cual
se enmarca en la comprensión del constructo de intervención, esto es, la víctima de
género, y se consideran las pautas de acción profesional que permitan una atención
eficaz y congruente acorde con el enfoque de derechos diferencial y de género, poten-
ciando desde una perspectiva psicojurídica estilos positivos para afrontar los hechos
de violencia; además de contribuir a promover el trabajo interdisciplinar en la repa-
ración integral de las víctimas, la prevención de posibles eventos de victimización
secundaria, y también, establecer el rol del psicólogo acorde con las características de
la población que se va a intervenir. El protocolo, además, promueve la recuperación
psicológica de la víctima, porque determina la especificidad del daño psicológico,
hipotetizando sobre la posible etiología en la comisión del delito, teniendo como
marco de referencia el sistema penal acusatorio y la justicia restaurativa, cuyos prin-
cipios son la verdad, justicia, reparación y no repetición.

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LOGOS VESTIGIUM

Luis Orlando Jiménez Ardila, Carolina Alarcón Ochoa, Brenda Marcela Beltrán Sierra,
Alejandro Cifuentes Barbosa, Leidy Johana Rodríguez Guerrero, Magaly Calderón Uribe

Contextualización del fenómeno por intervenir


La violencia de género en sus diferentes manifestaciones configura una problemática
social; según la Sentencia T-878/14, este tipo de violencia es estructural debido a
que se presenta con el objetivo de mantener una escala de valores y darle un carác-
ter de normalidad a una organización social establecida históricamente; por ende,
es necesario analizar las agresiones como hechos que contribuyen a conservar la
desigualdad y no como eventos domésticos aislados, en tanto que, al considerar este
fenómeno como un tema exclusivamente personal o privado, obstaculiza la aten-
ción y protección de las víctimas puesto que no se concibe la intervención estatal ni
social. Como lo menciona la Corporación Sisma Mujer (2018), el subregistro es una
variable que limita el acceso a la información sobre violencia contra las mujeres y se
relaciona con la normalización de este tipo de violencia, al punto de que en algunos
casos se llega a justificar y a trasladar la responsabilidad del hecho a la víctima. Esto
promueve la negación, el mutismo y la invisibilidad, que tiene efectos en el contexto
institucional que en muchos casos estigmatizan y revictimizan, lo cual ocasiona que
las mujeres eviten denunciar.
En el transcurso de 2018, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses
(INMLCF) realizó 49.669 peritajes en el contexto de violencia de pareja, de los cuales
42.753 (86,08 %) correspondían a mujeres; el grupo etario en el que se presentaron
más casos fue de los 25 a los 29 años, con un total de 9.474. En este mismo año
se llevaron a cabo 26.065 exámenes médico-legales sexológicos por presunto delito
sexual, de los cuales el 85,6 % correspondían a mujeres, lo que indica que por cada
hombre víctima de presunto delito sexual había seis mujeres (INMLCF, 2018). Por
otra parte, en relación con el acoso callejero, Cantillo (2016) encontró que para una
muestra de 196 mujeres mayores de 14 años residentes en Neiva, Florencia, Mocoa
e Ibagué, el 93 % ha sido víctima de algún tipo de violencia, especialmente de las
expresiones de tipo sexual en los espacios públicos de su ciudad, mientras camina-
ban por la calle; por su parte, la Secretaría Distrital de la Mujer (2019) informó que
en un estudio exploratorio sobre las expresiones del acoso sexual en el transporte
público, de 1.374 mujeres encuestadas el 67,9 % habían vivido alguna experiencia de
acoso en los últimos 12 meses, y de estos casos el 69 % del acoso proviene de hombres
y el 21 % de un grupo de hombres.
En el boletín nacional del Observatorio Feminicidios Colombia (2020) se encontró
que en febrero de 2020 se registraron 46 casos, 4 más respecto a enero; Antioquia fue
el departamento en el que más se registraron feminicidios, con 10 casos, y el grupo
etario en el que se registraron más muertes fue de los 25 a los 34 años. Lo anterior
permite reconocer la magnitud de este fenómeno, y la importancia de implementar

165
LOGOS VESTIGIUM

Guía de actuación homogénea para la atención de víctimas de violencia de género

acciones claras y efectivas al momento de intervenir esta problemática; estas accio-


nes, a su vez, deberán partir de mecanismos que contemplen dicho fenómeno como
un problema con alto impacto social, y en el que los procesos estén encaminados a
modificar y/o mitigar conductas que perpetúan la violencia de género a nivel macro
y microsocial.
En paralelo a las cifras mencionadas, la ONU (2006) resalta que este tipo de violencia
es inaceptable, ya sea causada por la nación y sus trabajadores, por familiares o por
personas desconocidas, y que en la medida en que continúe será un obstáculo para
los avances en igualdad; es evidente la necesidad de incorporar modelos y/o proto-
colos que apunten a mitigar aspectos como las omisiones, las acciones negativas y la
resistencia institucional, con el fin de generar estrategias y procedimientos integra-
les, libres de prejuicios sobre el rol de la mujer en el ámbito social.
Por su parte la Corporación Sisma Mujer (2019) expone la necesidad de crear mode-
los que realmente den respuesta, garantizando y protegiendo los derechos de las
mujeres a una vida libre de violencia.
El impacto de este delito puede causar consecuencias de tal magnitud, que genere
modificaciones en la vida de las víctimas y de sus familiares, y, en muchos casos, que
estas alteraciones sean irreversibles. A estas consecuencias se suma la revictimiza-
ción que se puede generar en la atención de los operadores del sistema judicial con
repercusiones que provocan mayor daño en la víctima, físico, emocional, sociocul-
tural y económico (Mantilla, 2015).
En consecuencia, la labor en contra de las violencias de género no puede ser solo
del sector legislativo, sino que requiere un trabajo interinstitucional e interdiscipli-
nar, que apunte a la atención integral de la víctima con una visión psicojurídica, en
la que el componente psicológico humanice las rutas y/o procesos de atención, y,
a su vez, se contemplen dichos procesos desde el marco legal mediante acciones
continuadas y orientadas al restablecimiento de derechos vulnerados, combatiendo
de igual manera los elevados casos de impunidad y los estereotipos de la mujer que
permanecen en los sistemas de justicia , que extinga la desconfianza de la víctima
ante el sistema y que, por el contrario, promueva la denuncia temprana y la agilidad
en el proceso.

166
LOGOS VESTIGIUM

Luis Orlando Jiménez Ardila, Carolina Alarcón Ochoa, Brenda Marcela Beltrán Sierra,
Alejandro Cifuentes Barbosa, Leidy Johana Rodríguez Guerrero, Magaly Calderón Uribe

Consideraciones conceptuales

Definición del término psicojurídico


Psicojurídico se refiere al estudio de la conducta humana y los procesos cognoscitivos
subyacentes a la misma en contextos jurídicos y procesales; es decir, el comporta-
miento de las personas que se desenvuelven en ambientes judiciales, analizado desde
sus aspectos legales y normativos, en un contexto estrictamente jurídico a partir de
elementos teóricos de la psicología y el derecho en una relación interdisciplinar.
En concreto, alude al accionar de las personas en los entornos jurídicos, como sujetos
procesales (víctimas, delincuentes, testigos, internos penitenciarios), sobre los cuales
la administración de justicia aplica la ley en un contexto de interacción dinámica
en el que se analizan su conducta y los procesos psicológicos relacionados con ella,
contribuyendo a determinar la aplicación de la norma jurídica.
Ahora bien, según Martínez (1995), la psicología jurídica puede entenderse como
una especialidad que envuelve un amplio y específico ámbito entre las relaciones
del mundo del Derecho y la Psicología tanto en su vertiente teórica, explicativa y
de investigación como en el estudio, promoción, evaluación, prevención y aseso-
ramiento y/o tratamiento de aquellos fenómenos psicológicos, conductuales y
relacionales que inciden en el comportamiento legal de las personas, mediante la
utilización de métodos propios de la Psicología Científica que contribuyen con los
operadores jurídicos en su misión de control del comportamiento en el ámbito social
(Galvis, 1997).

Conceptualización de la violencia de género


Para el abordaje tanto en la intervención desde el enfoque psicojurídico como en las
diferentes acciones inter e intrainstitucionales en relación con la violencia de género,
es importante tener claridad en la conceptualización de varios aspectos, puesto que
permite el acercamiento y entendimiento para el campo específico; a continuación,
se exponen algunas de las definiciones clave.
• Género: Se entiende como el conjunto de características sociales, culturales,
políticas, jurídicas, económicas y psicológicas que se asignan socialmente
en función del sexo y se relaciona con nuestra identidad y comportamientos
(Ramírez et al., 2011). Se enmarca en acciones que socialmente se definen como
lo masculino y lo femenino, vinculando las relaciones afectivas, simbólicas y de
poder, lo que interactúa simultáneamente en los niveles intra e interpersonales,
en las instituciones y la sociedad (Connell, 2013).
167
LOGOS VESTIGIUM

Guía de actuación homogénea para la atención de víctimas de violencia de género

El género incluye la forma como hombres y mujeres se perciben a sí mismos y


entre sí y moldea las relaciones que se establecen diariamente en espacios públicos
y privados; estas características no son naturales, son ideas creadas, aprendidas y
recalcadas a partir de la construcción social, las cuales varían según el tiempo
y el contexto en el que se encuentre el individuo (Ramírez et al., 2011).
• Identidad de género: Concepción y desarrollo cultural mediante el cual se
definen los atributos individuales y colectivos entre lo propio y lo diferente
dentro de un marco subjetivo, intersubjetivo y sociocultural, configurándose
en un proceso de autonombramiento y orientación de género. Es una vivencia
interna e individual en la cual la persona se puede o no identificar con su sexo de
nacimiento, incluyendo cualquier modificación en la apariencia física cuyo fin
evidencie la identificación de género (Sentencia T-99 de 2015).
• Víctima: Se reconoce como víctima la persona que ha sufrido daños directos
e indirectos, puede presentar algún tipo de lesión temporal o permanente;
discapacidad mental, física y/o sensorial, además de dificultades emocionales,
financieras o perjuicio de sus derechos fundamentales (Ley 1592 de 2012). De
ahí que la noción de daño sea relevante, ya que de la acreditación del suceso,
depende que el individuo logre ser reconocido como una víctima y pueda acce-
der a los beneficios otorgados en la normatividad (Sentencia C-052 de 2012).
• Agresor: Es aquel hombre que de forma progresiva genera una actitud de control
y emplea la violencia para dominar a la mujer, mediante intimidación, coerción y
uso de la fuerza (Pastor et al., 2009).
• Violencia de género: Es aquella que está orientada en contra de una persona por
razón de su género, que puede generar daño físico, sexual o psicológico, mediante
el abuso de poder y limitación directa o indirecta de la libertad, que puede pre-
sentarse en el contexto público o privado (INMLCF, 2011; Organización de las
Naciones Unidas [ONU], 1995).
Es un fenómeno social que surge como consecuencia de la desigualdad existente
entre mujeres y hombres, considerado como una transgresión de los derechos
humanos porque implica un trato ultrajante e indigno en la víctima (Flores,
2018). Los factores culturales inciden en la percepción de lo femenino y lo
masculino, por lo tanto, los motivos por los cuales se ejerce violencia sobre los
hombres son distintos de las razones por las que a través de la historia han sido
violentadas las mujeres (INMLCF, 2011).
• Feminicidio: La Ley 1761 de 2015 en este sentido hace referencia a asesinar a
una mujer a causa o con razón de ser mujer o por su identidad de género; sin
embargo, la etimología de la palabra en sí misma infiere que no se trata solo

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de la descripción de crímenes hacia la mujer, sino de una construcción social


enmarcada por el odio y la normalización de la violencia de género, precedida
en muchas ocasiones de violencia institucional sobre las familias de la víctima y
sobre la sociedad, caracterizada por el no esclarecimiento de los casos, la falta de
acceso a la justicia y la mitigación del daño (Lagarde, 2006).
• Enfoque diferencial: Es el conjunto de actuaciones que brindan un trato distin-
tivo a grupos poblacionales que han experimentado desventajas a través de la
historia, exclusión, discriminación e injusticias que dan origen a la desigualdad
en términos de ejercicio de derechos; han generado impactos desproporcionados
y diferenciados, y han sido causantes o han aumentado la probabilidad de expe-
rimentar hechos victimizantes. Siendo así, se reconoce que las víctimas tienen
características, necesidades e intereses diferentes, según su ciclo vital, género,
orientación sexual, etnia y situación de discapacidad (Unidad para la Atención y
Reparación Integral a las Víctimas [UARIV], 2017).
En particular, el enfoque diferencial busca que se garantice el acceso a la aten-
ción, asistencia y reparación integral de forma igualitaria y efectiva; asimismo,
responde al nivel de vulnerabilidad de las víctimas, sus particularidades y
favorece la modificación de esquemas de exclusión, marginación y discrimina-
ción que contribuyen o son causa de la ocurrencia de sucesos de victimización
(UARIV, 2017).
• Enfoque de género: Comprende los roles complementarios y diferenciales que
mujeres y hombres juegan en la sociedad, constituyendo el análisis de relaciones
de desigualdad entre hombres y mujeres o entre lo ‘masculino’ y ‘femenino’,
e incorpora los cimientos de la inclusión de la diversidad. En específico, en la
mujer, la exclusión es mayor cuando se encuentran el género, la raza y condicio-
nes victimizantes como el desplazamiento y la pobreza (UARIV, 2017; UARIV &
Fondo de Población de las Naciones Unidas [UNFPA], 2017).

Tipos de violencia de género

Según características de la violencia


• Violencia psicológica: Es cualquier acción u omisión dirigida a degradar o con-
trolar las creencias, comportamientos y decisiones de otra persona, por medio
de mecanismos como la intimidación y amenaza; lo cual repercute en la salud
mental, al generar daño en la percepción de sí mismo, en su autonomía y desa-
rrollo personal (Observatorio Nacional de Violencias [ONV], 2016).

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Guía de actuación homogénea para la atención de víctimas de violencia de género

• Violencia física: Es el acto de agresión mediante el uso de la fuerza física hacia


otra persona, que ocasiona daños físicos internos o externos, y puede poner en
riesgo su integridad corporal. Se incluyen agresiones que implican el uso de gol-
pes, empujones, sacudidas, estrujones, agresiones con objetos, líquidos (ONV,
2016) o armas, que lastiman, hieren, generan daño, y en ocasiones, quitan la vida
de la otra persona (Velázquez, 2003).
• Violencia sexual: Es entendida como toda insinuación, tentativa o conducta
sexual no consensuada, así como las acciones cuyo fin sea la explotación sexual,
por medio de la coacción ejercida por otra persona, indistintamente del vínculo
de esta con la víctima. Puede incluir que la persona esté en condición de inde-
fensión, y que la violencia sea ejecutada mediante mecanismos de extorsión,
amenazas, intimidación psicológica y el uso de diferentes grados de fuerza
(Organización Mundial de la salud [OMS], 2011).
• Violencia económica y patrimonial: Toda acción dirigida a controlar, condi-
cionar, restringir u omitir el derecho que tiene una persona a los ingresos, a la
propiedad, al disfrute y manejo de bienes y servicios, o que atente contra otros
derechos, que permiten la supervivencia y la sostenibilidad de la calidad de vida
(ONV, 2016; Velázquez, 2003).
• Violencia simbólica: Aquella que se ejerce mediante la imposición del poder
y la autoridad, a través de instituciones legítimas como la Iglesia, la escuela, la
familia y los partidos políticos, que se refuerzan por medio de las costumbres,
tradiciones y prácticas cotidianas (Serrano & Ruiz, 2013).
• Violencia por prejuicio: Es aquella que se ejerce sobre determinadas personas
en razón de su pertenencia percibida o real a un determinado grupo social
(Colombia Diversa, 2019), etapa del ciclo vital, etnia, orientación sexual, iden-
tidad de género, clase social, capacidades, entre otros (Secretaría Distrital de
Planeación, 2020). La violencia transfóbica puede ser física o psicológica y se lleva
a cabo por el deseo de castigar a las personas que se considera que van en contra
de las normas de género (Asamblea General de las Naciones Unidas, 2011).

Según el contexto
• Violencia de pareja: Este tipo de violencia se desarrolla entre dos personas
que tienen o tuvieron una relación de matrimonio, noviazgo, unión marital de
hecho o encuentros sexuales o eróticos permanentes u ocasionales sin retribu-
ción económica (Sistema Integrado de Información sobre Violencias de Género
[SIVIGE], 2017).

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• Violencia doméstica: Toda acción que implica abuso de poder u omisión, que
ocurre entre los miembros de una familia, y está dirigida a dominar, someter,
controlar o agredir de forma física, verbal, psicológica, patrimonial, económica
y sexual a las mujeres, dentro o fuera del domicilio familiar (Nares et al., 2015).
• Violencia laboral: Es toda violencia ejercida en el entorno laboral, que implica
discriminación, inequidad y abuso de poder. Esto se refleja en las oportunidades
para las mujeres, en tanto que existen supuestos por los que se les asignan roles y
trabajos específicos debido a su género. A su vez, se evidencia cuando las condi-
ciones para ejercer sus labores se correlacionan con su desempeño como madres,
de modo que los empleadores les terminan los contratos laborales cuando se
embarazan, o ellas suspenden antes de tiempo el periodo de lactancia para
retornar sus actividades laborales. Igualmente, se presenta acoso laboral hacia la
mujer, ejercido por hombres en su rol de jefes y subalternos o entre compañeros
de trabajo (Domínguez, 2018).
• Violencia institucional: Este tipo de violencia se genera en el marco de la
interacción entre las víctimas y el Estado, en tanto que este obstaculiza o no
garantiza el ejercicio de sus derechos. Hay tres factores principales que lo
complejizan: la pobreza; la discriminación, que se conceptualiza como el trato
desigual y la exclusión, por motivos de género, raza, religión o política; y la omi-
sión institucional, la cual se presenta cuando se culpa a la mujer por el hecho
de ser víctima de violencia de género y cuando se le trata con descalificativos
como “mentirosa”, “exagerada”, “provocativa” (Hernández & Alba, 2016). Por su
parte, la Defensoría del Pueblo (2019) visibiliza en su informe defensorial cómo
los prejuicios y estereotipos continúan permeando la institucionalidad, a través
de algunos de sus servidores públicos, que se resisten a aplicar la normatividad,
ejerciendo conductas revictimizantes, obstaculizando el acceso a la información
y a la atención integral de las víctimas.
• Violencia obstétrica: Es definida como aquella ejercida por los profesionales
de la salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de la mujer; no abarca
únicamente el momento del parto, sino también el acceso a la información y el
consentimiento acerca de los procedimientos médicos por realizar (Al Adib et al.,
2017). Según el proyecto de Ley 147 de 2017, es tipificada como “toda conducta,
acción u omisión que ejerzan las personas naturales o jurídicas del Sistema de
Salud, de manera directa o indirecta y que afecte a las mujeres durante los pro-
cesos de embarazo, parto o puerperio”.
• Violencia en el conflicto armado: Hace referencia a las consecuencias des-
proporcionadas que puede conllevar el desplazamiento forzado, en particular

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LOGOS VESTIGIUM

Guía de actuación homogénea para la atención de víctimas de violencia de género

sobre las mujeres, el cual abarca distintos tipos de violencia como la explotación
sexual, esclavización para ejercer labores domésticas, reclutamiento forzado de
sus hijos, riesgo de los familiares, pareja o contactos, riesgo derivado al ser lide-
resa social, ser despojada de sus tierras con mayor facilidad, con mayor riesgo
de ser discriminadas y vulneradas las mujeres afrodescendientes e indígenas
(INMLCF, 2011).
• Trata de personas: Se entiende como cualquier conducta tipificada de lesa
humanidad, caracterizada por el traslado en el interior o exterior del país de una
persona. Entre las modalidades asociadas a la violencia contra la mujer se encuen-
tran: la explotación sexual, que abarca la explotación sexual comercial infantil y
adolescente; el matrimonio servil y la mendicidad ajena (INMLCF, 2011).

Existencia de protocolos similares


Pese a los esfuerzos realizados en Colombia para disminuir la victimización secun-
daria, no se evidencian lineamientos que permitan una actuación homogénea ni
consolidación de aspectos procedimentales que garanticen las disposiciones conte-
nidas en la ley. Las guías creadas en Colombia abarcan diferentes puntos de acción
para distintos profesionales dependiendo de la entidad que lidera la investigación
o propuesta; por lo tanto, no buscan una aplicación generalizada, sino dividida en
fragmentos. Algunos ejemplos de protocolos en Colombia son:
• Protocolo de vigilancia en salud pública. Violencia de género e intrafamiliar
(Ortiz et al., 2017). Tiene el objetivo de describir el comportamiento de la
notificación del evento según variables de persona, lugar, tiempo. Hace reco-
mendaciones para la atención individual y colectiva; es importante tener en
cuenta que el protocolo toma como población de violencia de género a niños,
niñas, mujeres y hombres, brindando información adecuada sobre las líneas de
atención, empoderando a la persona, transformando la visión de la violencia y
la normalización.
• Guía para la prevención y atención de casos de violencias basadas en género y
violencias sexuales (Universidad Nacional de Colombia, 2017). Su objetivo es
analizar acciones que favorezcan la prevención de la violencia basada en género
y la violencia sexual, definiendo las rutas para atender a las víctimas y así garan-
tizar sus derechos.
• Modelo de atención a las violencias basadas en género para clínica forense
en el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF,
2011). “Constituye la respuesta institucional a la creciente necesidad de brindar

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una atención diferencial a los y las víctimas de la violencia basada en el género,


se busca contribuir a la administración de justicia y el restablecimiento de los
derechos de los y las víctimas de violencia de género en los casos valorados por
el servicio de Clínica Forense. El protocolo pretende fortalecer y empoderar la
ruta de atención en el área interna de Clínica Forense acorde con el enfoque de
los derechos humanos, diferencial y de género” (p. 6).
• Guía de atención integral a víctimas de violencia sexual o basada en género
(Melgarejo, s.f.). Lineamientos desarrollados para la atención en salud física y
psicológica de las víctimas de violencias que afectan la libertad, integridad
y formación sexual, al igual que las violencias basadas en género; contribuyendo
al restablecimiento de derechos a partir de los mecanismos propuestos por el
Ministerio de Protección Social, la Secretaría Distrital de Salud y la Universidad
Autónoma de Colombia.
En las guías se identifica una dificultad para explicar los patrones sociales estruc-
turales que fomentan todo tipo de discriminación, violencia, subordinación, entre
otros. Esta situación se exacerba debido a que los protocolos usados son de un
periodo anterior al vivido actualmente, por lo que es necesario que se identifiquen
nuevos riesgos y vulnerabilidades específicas evaluando la situación actual del país,
aspectos que generan un impacto diferencial en la forma de intervenir u orientar.
Es importante que el sistema colombiano de salud se guíe por una propuesta gene-
ralizada que no tenga vacíos en la información que se registra en relación con la
violencia de género.
Entre los vacíos se evidencia que solo se registran las modalidades de abuso sexual,
acoso, explotación y pornografía, dejando por fuera otras formas de violencia de
género, además de establecer lineamientos para la atención diferencial a mujeres
indígenas y afrodescendientes víctimas, que en ocasiones enfrentan una doble dis-
criminación y revictimización.
Por último, en la revisión de guías se evidencia que se desconocen las distintas
modalidades de violencia de género, no establecen pautas para la atención de las
distintas modalidades de violencia y también omiten advertir a los profesionales
del área de psicología la necesidad de observar el proceso de abordaje psicojurídico
durante el trámite de la atención. La implementación de guías para la atención en
diversos ámbitos ha sido muy popular entre los profesionales, pues permiten ejercer
con mayor precisión previniendo factores adversos. Sin embargo, hay un sinnúmero
de guías para utilizar en diversos tipos de violencia de género, con información en
ocasiones incompleta o que no delimita bien el rol del profesional en su quehacer y
revictimiza a la persona en los diferentes momentos judiciales, entre otras.

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LOGOS VESTIGIUM

Guía de actuación homogénea para la atención de víctimas de violencia de género

Estudios empíricos
Para la creación de un protocolo de atención a víctimas de violencias de género es
importante emprender un recorrido sobre la evidencia empírica que sustenta los
protocolos ya existentes en la materia y las falencias que se han identificado en ellos.
En este ejercicio se logró evidenciar que la información es escasa dejando ver que
la poca articulación interinstitucional, la falta de unicidad en los protocolos y la
mínima validación empírica de estos configuran el ambiente propicio para la posible
revictimización a la que se exponen las víctimas de violencias de género.
Para comenzar, Moreno et al. (2013) desarrollaron una investigación no experimen-
tal descriptiva, transversal para la evaluación de la atención a víctimas de violencia
sexual en tres hospitales de Bogotá, Colombia. Contaron con una muestra de 45
profesionales en el área de la salud (personal médico, paramédico y administrativo)
quienes diligenciaron un instrumento de conocimientos y actitudes, y realizaron la
exploración de historias clínicas con diagnósticos de violencia sexual.
Como resultados, sobre el proceso de atención, se encontró que en dos de los tres
hospitales de la muestra destinaban un profesional perteneciente a la Red del Buen
Trato para liderar el proceso de atención, basándose en el protocolo para la atención
integral del sector salud, pero, hallaron que no tenían claridad respecto al manejo
documental; sostienen que una de las falencias más importantes fue la poca coordi-
nación interinstitucional relacionada con la recolección de evidencias por parte de
las autoridades, para ser enviadas a los laboratorios forenses.
Los resultados arrojaron que de las 23 historias clínicas analizadas el 65 % no eviden-
ciaban la aplicación del protocolo en su totalidad, con faltantes tanto de documentos
como de información relevante sobre los hechos. Con relación a los conocimientos
y actitudes del personal médico para la atención a la víctima de violencia sexual,
encontraron resultados favorables relacionados con la actitud, pero desfavorables en
los conocimientos necesarios para brindar la atención con calidad. En conclusión,
el estudio permite evidenciar diferentes fallas en torno a la atención a víctimas
de violencia sexual en el ámbito médico y cómo la deficiencia en la coordinación
interinstitucional también configura un ambiente inadecuado para el acceso a la
atención integral e integrada en estos casos.
López et al. (2016) desarrollaron un estudio longitudinal prospectivo para identifi-
car la eficacia predictiva de la valoración policial del riesgo de la violencia de género,
para lo cual se creó un protocolo llamado “Valoración policial de riesgo” (VPR).
Este protocolo lo utiliza el personal de las fuerzas de seguridad del Estado en todas
la situaciones de violencia de género denunciadas, y es el núcleo del sistema de

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seguimiento integral en los casos de violencia de género (VioGén) del Ministerio del
Interior español. Los instrumentos de valoración del riesgo cumplen criterios par-
ticulares que apuntan principalmente a identificar la validez predictiva del mismo.
Para el estudio contaron con una muestra de 407 casos de mujeres que denunciaron
violencia de pareja ante el Cuerpo Nacional de Policía, mayores de edad, que cum-
plían el criterio de haber completado el Protocolo para la valoración policial del nivel
de riesgo de violencia contra la mujer; que el victimario no estuviera privado de la
libertad y que no hubieran fallecido ni la víctima ni el acusado.
López et al. mencionan que la capacidad predictiva del VPR se define por el grado de
concordancia entre las valoraciones de riesgo estimadas y las denuncias realizadas;
encontraron que las estimaciones obtenidas en el protocolo son adecuadas y repor-
tan que es conveniente realizar una reevaluación del riesgo a largo plazo, sostienen
que el VPR muestra parámetros de predicción más adecuados a corto plazo.
En Barranquilla, Colombia, Montenegro y Rivadeneira (2015) realizaron la Adapta-
ción de la escala de predicción del riesgo de violencia grave contra la pareja, para lo cual
utilizaron un diseño cuantitativo descriptivo, transversal, instrumental. Su muestra
estuvo compuesta por 389 sujetos: 100 varones sin antecedentes judiciales por vio-
lencia contra la pareja, 100 varones con antecedentes judiciales por violencia contra
la pareja pertenecientes a institutos penitenciarios y carcelarios y 184 mujeres denun-
ciantes de violencia contra la pareja del Centro de Atención a Víctimas de Violencia
Intrafamiliar (CAVIF). Como instrumentos usaron la Escala de Predicción del
Riesgo de violencia grave contra la pareja (EPV-R), el Danger Assesment y el Test de
Ajuste Marital.
Los rangos de la prueba son bajo, moderado y alto. En el análisis observaron que el
50 % de la muestra puntuó en la valoración de riesgo de violencia grave un rango
bajo, el 25,4 % moderado y el 23,7 % alto. Igualmente, encontraron diferencias entre
las puntuaciones de los varones con antecedentes judiciales de violencia contra la
pareja y los que no los tenían. Se evidenció que la EPV-R tiene un índice de fiabilidad
alto, validez externa y consistencia interna de α = .92.
La ONU Mujeres y el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2019) lle-
varon a cabo la Evaluación de la aplicación del protocolo de valoración del riesgo
feminicida, con el objetivo de conocer el impacto, hacer caracterización de mujeres
víctimas, identificar resultados derivados de la aplicación de la escala en prevención
de violencia feminicida, analizar los aportes de la entrevista semiestructurada en la
valoración del riesgo a víctimas y los planes elaborados como resultado de la aplica-
ción del protocolo.

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LOGOS VESTIGIUM

Guía de actuación homogénea para la atención de víctimas de violencia de género

El protocolo tiene tres componentes: el primero es la entrevista a profundidad en la


que se identifican los hechos violentos, los mecanismos de afrontamiento y los fac-
tores de riesgo y protección; el segundo es la Escala de Valoración del Riesgo, la cual
es una adaptación de la Danger Assessment Tool, que mide el riesgo de muerte de las
mujeres víctimas de violencia por parte de su pareja; como tercero está la elaboración
con la víctima del plan de seguridad. El protocolo permite alertar a la víctima, a sus
familiares y a las autoridades competentes sobre el riesgo, de modo que se tomen las
medidas correspondientes en pro de garantizar los derechos de las víctimas.
Para cumplir los objetivos planteados desarrollaron cuatro momentos de análisis: en
el primero, hacer la descripción general de la violencia feminicida y el feminicidio;
en el segundo, se identificaron las formas en las que opera la violencia feminicida
mediante el análisis de los informes de valoración del riesgo; en el tercero, las percep-
ciones de las mujeres víctimas y los profesionales que lo aplican respecto a la utilidad
del protocolo. El último momento es la triangulación de la información cualitativa y
cuantitativa para establecer si hay relación entre los componentes del protocolo. Uno
de los resultados encontrados señala, a pesar de llevar a cabo el proceso de valoración
del riesgo, que el plan de seguridad es estándar y no atiende a la información referida
por las víctimas ni al grado de riesgo identificado.
Uno de los datos más relevantes muestra que el 35,4 % de los casos de feminicidio
presentados entre 2014 y 2017 habían sido expuestos a la autoridad judicial, es decir,
estas mujeres habían buscado protección, pero igualmente fueron asesinadas por su
pareja o expareja, lo cual permite evidenciar las falencias institucionales al proveer
atención, protección y garantías de seguridad para las víctimas.
Por su parte, Carpio (2019) llevó a cabo una investigación no experimental,
transversal, descriptiva y analítica, sobre las prácticas profesionales de atención
prehospitalaria en el abordaje de la violencia de género, investigación que se realiza
en el marco de la implementación de guías y protocolos. Las personas posiblemente
involucradas en este primer encuentro con la víctima son paramédicos, médicos,
conductores de ambulancias u otros profesionales de la salud que realicen la inter-
vención en el lugar.
Contó con una muestra de 152 participantes, pertenecientes al equipo multidiscipli-
nario de las ambulancias o de los centros reguladores de emergencias y se utilizaron
los cuestionarios “Conocimientos, opiniones y barreras para la infradetección en
profesionales sanitarios” y “Opiniones y creencias de los profesionales”, este último
fue validado con expertos en la temática para su aplicación.

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Respecto a los resultados, Carpio (2019) encontró que el 75,5 % de los profesionales
no desarrollan prácticas adecuadas al momento de realizar la atención primaria a las
víctimas, no cuentan con espacios privados para las entrevistas y hay un desconoci-
miento generalizado sobre los protocolos disponibles para abordar este fenómeno.
Por otro lado, Arce et al. (2009) crearon y validaron un protocolo de evaluación
forense de las secuelas psicológicas de la violencia de género, con el objetivo de
conocer las aptitudes y modos de detección de la simulación en casos de violencia
de género. Contaron con una muestra de 101 mujeres mayores de edad, sanas men-
talmente y que mencionaron no haber sido víctimas de violencia de género.
Desarrollaron un estudio experimental en un ambiente de simulación de alta fide-
lidad. Las participantes diligenciaron el instrumento MMPI-2 en dos momentos; al
inicio, siguiendo las instrucciones del instrumento, y después de una semana cuando
ya habían recibido las instrucciones frente a la simulación, también llevaron a cabo
una entrevista clinicoforense.
Respecto a los resultados, Arce et al. (2009) encontraron diferencias significativas
entre las puntuaciones obtenidas en la primera aplicación del MMPI-2 y después de
dar las instrucciones de simulación; percibieron además que no hubo discriminación
entre síntomas depresivos e introversión social según lo esperado para el rango psi-
cótico. Comentan que las mujeres de la muestra no experimentaban el trastorno de
estrés postraumático y pudieron simularlo al comprender que está relacionado con
la huella psíquica producida por mal trato. En la entrevista clinicoforense solo tres
participantes lograron simular los síntomas. Los autores sugieren que estos resul-
tados sean tomados con cautela y teniendo en cuenta varias recomendaciones que
realizan en el mismo.
En conclusión, se puede evidenciar que las investigaciones dirigidas a reconocer la
forma como los profesionales de la salud en el sector hospitalario brindan atención
a las víctimas de violencia de género ponen sobre la mesa la falta de capacitación
que se ve reflejada en el desconocimiento del fenómeno en su totalidad y los proto-
colos disponibles para su atención, esto en conjunto con el inadecuado uso de los
instrumentos cuando los conocen, la presencia de juicios y supuestos machistas que
naturalizan y mantienen la violencia. Igualmente, la falta de investigación sobre los
protocolos de atención usados en el abordaje de víctimas de violencias de género.

Referentes legales
Ha sido largo el camino del marco normativo de la violencia basada en género en dife-
rentes países; hay eventos puntuales que marcaron el norte a la nueva normatividad

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Guía de actuación homogénea para la atención de víctimas de violencia de género

dando prioridad a las necesidades específicas. Un ejemplo de ello es el repositorio


de leyes de violencia que se encuentran en el Observatorio de Igualdad de Género de
América Latina y el Caribe, el cual tiene más de 300 cuerpos normativos, de los
cuales, en 18 países tipifican el feminicidio; además de normativas que sancionan el
acoso sexual, el acoso laboral, el acoso callejero y la difusión de imágenes íntimas
por medios electrónicos.
De manera particular, en Colombia también ha sido un largo camino hasta llegar a
la Ley 1257 del 2008 en la que el Estado colombiano se da la obligación de garantizar
a las mujeres una vida libre de violencia en los diferentes ámbitos, tanto en lo público
como en lo privado, por medio de medidas como el conocimiento, la protección,
la prevención, la atención oportuna y la reparación. En esta ley se describen los
principios para la aplicación e interpretación, con base en la igualdad real y efectiva
acompañada de los derechos humanos y principio de corresponsabilidad; además,
bajo los principios de autonomía, no discriminación y atención diferencial, es el
Estado el responsable de prevenir, educar, sancionar y reparar si fuera necesario
(Ministerio de Justicia, 2012).
En cuanto al desarrollo legislativo de los derechos de las mujeres y violencias, la
Resolución 40/34 de la ONU de 1985 dispone los principios fundamentales de jus-
ticia para las víctimas de delitos y abusos de poder. En Colombia, a partir de la
expedición de la Constitución Política de 1991, se dio visibilidad y efectividad a los
cambios asociados a los derechos de las mujeres. Entre otros, se consagró el derecho
a la igualdad y la prohibición de la discriminación contra la mujer (artículos 13 y 43),
y se proscribió la violencia en la familia, en el artículo 42.
Conforme a esto, la Ley 248 de 1995 incorporó la Convención Internacional con el
fin de Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia frente a la Mujer, más conocida
como la Convención de Belém do Pará, la cual se constituye como un avance que
lleva a la gestación de la Ley 294 de 1996, la cual asegura la obligación de Estado
de prevenir, investigar y sancionar toda conducta violenta hacia la mujer. Esta ley
permite adecuar las normas según los eventos ocurridos, instaurar procesos justos
y efectivos, fomentar el conocimiento adecuado de los derechos y las acciones nece-
sarias para exigirlos y educar en la modificación de la normalización de la violencia
frente a las mujeres en sus diversas formas. Además, brinda a las mujeres, niños,
adultos mayores y personas con diversidad protegerse de la violencia intrafamiliar y
la violencia física y psicológica.
En 1997, el término violencia sexual tuvo gran relevancia debido a la inclusión del
concepto de dignidad sexual en una norma penal, teniendo en cuenta que se toma al
sujeto de derechos y se reconocen por primera vez en Colombia los derechos de las

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víctimas de violencia sexual (Ministerio de Justicia, 2012). Esto se puede identificar


en la Ley 360 de 1997 que hace una modificación al concepto jurídico “pudor”, por el
de “dignidad de la persona” y además aumenta las penas por los delitos sexuales de
mínimo 8 y máximo 20 años, se da mayor claridad a los agravantes del delito, que sea
el cónyuge o el padre de familia, entre otros. Por otro lado, se agregan los derechos
para las víctimas y se ordena una unidad especial en todo el país para realizar las
investigaciones pertinentes a estos delitos.
El 2000 fue productivo en el ámbito de legislación referente a mujeres y violencias,
debido a la expedición de la Ley 575 de 2000 que ayudó a modificar algunos aparta-
dos de la Ley 294 de 1996. Entre las más importantes se encuentra la constitución de
las comisarías de familia como entidades jurisdiccionales, tomando como referencia
el artículo 116 de la Constitución Política, además de establecer segunda instancia en
todos los procesos relacionados con la violencia intrafamiliar.
En 2012 Colombia vivió uno de los eventos más violentos de los últimos años rela-
cionado con la violencia contra la mujer: el feminicidio de Rosa Elvira Cely, un delito
que tuvo mucho impacto en la sociedad y que permitió determinar que este tipo de
crímenes debían ser atendidos con prioridad, investigados y encarcelados, identifi-
cando cada uno de los factores del delito. Este crimen permitió poner en evidencia
que en los asesinatos de mujeres en muchas ocasiones se presenta una diferencia en
los rangos de poder que se asocian con una serie de acciones que buscan dominar sus
decisiones e independencia. El 6 de julio de 2015, el presidente Juan Manuel Santos
expidió la Ley 1761 o ley Rosa Elvira Cely, en la que reconoció el feminicidio como
un delito de gravedad, y facilitó las acciones legales relacionadas con la investigación
y judicialización de todas las violencias en contra de las mujeres.
Se han hecho esfuerzos constantes para controlar, juzgar y castigar las violencias
basadas en género; ha sido un largo recorrido buscando la reparación, prevención y
entrega clara de la información. Existen hitos importantes que demuestran el trabajo
realizado, aun así, es importante tener una ley que unifique cada una de las norma-
tivas permitiendo un único canal de reglamentación.

Referentes éticos
Las profesiones, independientemente de su quehacer, deberán actuar de acuerdo con
los códigos de bioética y los juramentos profesionales según sea el caso; sin embargo,
es indispensable resaltar la actuación profesional bajo la cual se debe regir el psicó-
logo en materia de ética, ya que existe una relación inmanente entre la praxis y los
derechos constitucionales.

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LOGOS VESTIGIUM

Guía de actuación homogénea para la atención de víctimas de violencia de género

Por lo tanto, la psicología no puede ser ajena a los cambios sociales y jurídicos en la
manera de entender el ser humano; en este sentido, en Colombia, la Constitución de
1991 deja de lado la visión de sujeto “objeto de derechos y obligaciones estatales” para
transformarse en una visión de la persona basada en la dignidad, el respeto y donde
prima la capacidad de discernir y de optar por la libertad en cuanto al desenvolvi-
miento de la personalidad.
Por lo anterior, es necesario que todas las prácticas, procedimientos y modelos de
aplicabilidad en atención a víctimas incorporen actuaciones homogéneas, integra-
les e integradas y que adicionalmente estén fundamentados en el cumplimento de
los derechos constitucionales, como los establecidos en los artículos 2 “el Estado
colombiano debe proteger la honra, creencias, libertades y demás derechos”; 15,
“las personas tienen derecho a su intimidad tanto personal como familiar” y 74 “el
secreto profesional es inviolable, salvo las excepciones estipuladas según sea el caso”.
Para efectos específicos de la atención a población que ha sufrido violencia de género
es insustituible la rigurosidad, en artículos como el 13, “la libertad de todas las
personas al nacer así como la igualdad ante la ley, la protección y el goce de los
mismos derechos sin discriminación alguna”; 16 “libertad en cuanto al desarrollo de
la personalidad” y 43 “la mujer y el hombre tienen iguales derechos y oportunidades
y la mujer bajo ninguna circunstancia podrá ser discriminada”.
Además de estos derechos constitucionales se encuentran los principios de bioética:
autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia, y a estos, a su vez, se suman los
principios universales que recoge la Ley 1090 de 2006, por la cual se reglamenta el
ejercicio de la profesión de Psicología y se dicta el Código Deontológico y Bioético.
Cabe resaltar que, si bien es cierto que cada uno de estos principios son innegocia-
bles en el ejercicio profesional del psicólogo, para efectos de la atención a población
que ha sufrido violencias basadas en género, es importante entender el concepto
de no maleficencia como la obligación moral de no lesionar la integridad de un ser
humano, motivo por el cual el psicólogo está obligado a actuar teniendo en cuenta el
proceder correcto, mitigación de efectos nocivos o posibilidad de efectos adversos.
En el principio de beneficencia se debe partir de la responsabilidad en el ejercicio
profesional y los protocolos de actuación, ya que el respeto hacia la integridad del
usuario implica trabajar para su beneficio, así como el reconocimiento, seguimiento
y corrección de sesgos potenciales que podrían implicar algún daño a la persona y
en sí misma a la sociedad.
En lo que respecta al principio de justicia y ligado con los derechos constitucionales
en cuanto a igualdad se refiere, dar a los consultantes, pacientes o usuarios las mismas

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condiciones para ser atendidos, así como la garantía de acciones para su atención,
dentro de las cuales se encuentra la aplicación de protocolos y procedimientos bajo
el criterio de igualdad, sin interferencia de sesgos ni contaminantes que perjudiquen
la atención y/o la integridad.
Referente a la confidencialidad, la Ley 1090 de 2006 dispone que los psicólogos tienen
la obligación de mantener la confidencialidad respecto a la información recolectada
en el desarrollo de su trabajo, con la salvedad en los casos que dispone la ley. Para el
caso específico del abordaje de víctimas es indispensable que el profesional desde
el inicio le comunique al consultante, paciente o usuario las condiciones bajo las que
se tratará la información, explicando en qué situaciones se debe romper el secreto
profesional, así como las circunstancias y finalidad de la atención teniendo en cuenta
los protocolos y la misionalidad de la organización ateniente del proceso.
Para finalizar, es importante entender que la Ley 1090 de 2006 recoge el compromiso
moral que adquiere el psicólogo conforme a su ejercicio profesional, no solo por el
cumplimiento ético de los deberes, sino porque adicionalmente su falta tiene carác-
ter sancionatorio a nivel jurídico.

Estructura de la guía
El presente documento contiene lineamientos para la atención psicojurídica y
psicosocial, teniendo en cuenta aspectos importantes en la actuación profesional,
relacionados con la atención de víctimas de violencia de género; integra competen-
cias interpersonales, conocimientos teóricos y habilidades básicas necesarias, que
son relevantes para el correcto ejercicio de la atención.
Al desarrollarse la intervención desde una perspectiva multidisciplinaria, el equipo
en su relacionamiento con la víctima debe comprender al ser humano desde una
mirada integral, considerando un enfoque biopsicosocial que permita la atención a
la complejidad derivada de los procesos de violencia basada en género, al igual que
las diferentes necesidades que presentan las víctimas en cada momento del proceso;
es un imperativo que los equipos que realizan la intervención abarquen diferentes
aproximaciones disciplinarias y actúen de manera coordinada y precisa.
Estos profesionales requieren una formación especializada en materia de violencia
de género, garantizando que tanto la persona que atiende en primer momento a las
víctimas como los profesionales que realizan la evaluación y brindan los primeros
auxilios psicológicos posean conocimiento que permita un abordaje desde distintas
áreas y que contemplen los condicionantes de género y los efectos de estos en la
salud: un abordaje adecuado, los aspectos de subjetividad, elementos relacionados

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con el trauma y el estado actual para el diagnóstico diferencial, la fundamentación


psicoterapéutica, la perspectiva diferencial del tipo de violencia y las características
de las víctimas (Romero, 2010).
En la búsqueda de unas condiciones propicias para la atención a las víctimas, los pro-
fesionales deben contar con herramientas básicas que les permitan ofrecer entornos
terapéuticos protectores, seguros y que faciliten su actuación; de tal manera que sea
posible realizar exploraciones cuidadosas, evitando la revictimización, manteniendo
la confidencialidad y promoviendo espacios en los que las mujeres no se sientan
cuestionadas, sino que, por el contrario, perciban que se les valida y se les cree. Estos
aspectos hacen relevante una mirada a la actitud profesional con la que se ha de
enfrentar la atención de víctimas de violencia de género, denotando la necesidad
de formación en la materia que garantice una sensibilización y el cuestionamiento
personal frente a su actuación.
En el contexto psicojurídico es primordial tener presente que el psicólogo es un
operador jurídico que juega un rol como mediador, evaluador, profesional a cargo
de la atención en crisis, entre otras actividades asociadas a la disciplina en el con-
texto. El aporte del psicólogo en este contexto se basa en poder discernir frente a los
mecanismos psíquicos inmersos en la victimización de la mujer, acompañando psi-
cológicamente a la víctima en función de priorizar el proceso de reparación, aportar
en su empoderamiento y señalar diferentes perspectivas y posibilidades con las que
cuenta la mujer. Sí hay que concebir el psicólogo jurídico como un actor principal
en el ejercicio de intervención que responda a los criterios de pertinencia y ayude al
rompimiento del ciclo de la violencia (Sánchez et al., 2013). Es principalmente debido
a la necesidad de formación especializada y a la necesidad de contar con habilidades
teórico-empíricas y personales que se plantea la importancia de la cualificación
profesional, en busca de la prevención de revitalización y la delimitación clara de los
objetivos de la intervención, velando por la reducción del sufrimiento humano y el
desarrollo de una sociedad más justa y con menos comportamientos violentos.
Por lo anterior, se presenta un modelo general de las competencias interpersonales y
habilidades requeridas para cada profesional del equipo multidisciplinario, con el fin
de brindar la mejor atención que sea posible. Es importante aclarar que se presentan
lineamientos generales que son de gran relevancia y se deben difundir a todo el
equipo, aun así, se deben profundizar o puntualizar teniendo en cuenta el rol espe-
cífico y la profesión, además de evaluar el tipo de contacto que tiene con la víctima.

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Pautas de acción profesional


La atención a víctimas de violencia de género debe contener principalmente acciones
de dignificación, cuidado emocional y empoderamiento; reconocimiento como seres
con igualdad de derechos, únicos y valiosos, capaces de resignificar su sufrimiento y
trascender; y acción sin daño, que incluye la participación de la víctima como sujeto
activo en el acceso a sus derechos, y el reconocimiento por parte del profesional
del sufrimiento que puede causar la revictimización y vulnerabilidad, dentro de los
procesos de atención en las instituciones estatales (UARIV & UNFPA, 2017).
Entre los retos que enfrentan los psicólogos y los profesionales que atienden o pres-
tan su servicio a víctimas, se encuentra el hecho de poder manejar toda la carga
emocional que deriva de la atención y la praxis con los pacientes, consultantes o
usuarios, ya que, de no ser así, pueden llegar a tener trastornos emocionales, ansie-
dad, depresión y/o desgaste laboral —este último se puede convertir en el “síndrome
del quemado”—. Por tal motivo, es importante que quienes realizan esta labor se
encuentren en óptimo estado mental, así como que cuenten con capacidades perso-
nales específicas no solo para su propia estabilidad, sino para poder desempeñar de
manera apropiada sus funciones (Amézquita, 2019).
En efecto, el Ministerio de Educación plantea que las competencias transversales
traspasan diferentes profesiones y deben desarrollarse a través de su praxis en cada
acción de su disciplina; por lo cual, se utilizan en diferentes campos y son funda-
mentales para la prestación del servicio de manera adecuada (Colegio Colombiano
de Psicólogos [Colpsic], 2014). Entre estas se encuentran las competencias personales
en las que se requieren acciones de autocuidado y autoevaluación con miras a man-
tener la salud de los profesionales y su desempeño laboral.
Dentro de este bloque de competencias transversales se encuentran competencias
personales como la organización y optimización del tiempo y el autoaprendizaje; y
las competencias interpersonales como la asertividad, el trabajo en grupo y liderazgo;
por último, las competencias relativas al adecuado uso de la información (Agència
per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya, 2009).
Si bien es cierto que existen factores protectores de las competencias interpersonales,
los cuales están ligados directamente con los rasgos de personalidad, cabe resaltar
que estas competencias y/o habilidades pueden ser entrenadas; por tal razón, se
resalta la necesidad del proceso formativo de los profesionales que prestan sus servi-
cios dentro de las rutas de atención a población que ha sufrido de violencias basadas
en género, ya que, como se mencionó, la falta de entrenamiento de dicho personal
repercute de manera significativa en el proceso de la víctima.

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Conforme a esto, se sugiere que entre las habilidades que requieren los profesionales
que atienden víctimas, se incorporen, entre otras, las propuestas por la OMS en 1993
denominadas “habilidades para la vida” como esfuerzo por promover la salud men-
tal. Algunas de estas habilidades son:
• Autoconocimiento, como la capacidad de reconocer las propias fortalezas y
debilidades, así como las aspiraciones, motivaciones y expectativas.
– Manejo de emociones y sentimientos, reconocimiento y gestión positiva del
estado emocional propio.
– Manejo de la tensión y el estrés, capacidad para regular los momentos pro-
pios de tensión y actuar de manera adecuada frente a ellos.
– Toma de decisiones, capacidad para actuar de manera positiva ante los cam-
bios cotidianos.
• Relaciones interpersonales, es decir, la competencia para relacionarse de manera
positiva con las demás personas y limitar todas aquellas que van en detrimento
del desarrollo personal.
– Empatía, entendida como la capacidad de ponerse en lugar y situación de la
otra persona y desde allí comprender sus emociones y sentimientos.
– Asertividad, habilidad comunicativa para expresar de manera apropiada y
relacional.
– Solución de problemas y conflictos, capacidad de decisión y determinación
constructiva ante las dificultades que se presentan.
• Pensamiento creativo, entendido como la habilidad para innovar y proponer
soluciones creativas.
• Pensamiento crítico, como la capacidad para analizar con objetividad y de
manera racional criterios ajenos.
Además de las postuladas por la OMS, es importante incorporar la validación emocio-
nal entendida como el proceso de comprender y aceptar las experiencias emocionales
de otra persona. Por lo tanto, es una estrategia de acompañamiento que fortalece la
adherencia al proceso (Cortés, 2019). De esta manera, la validación emocional implica
que el profesional comunique al otro que sus emociones, acciones y pensamientos
son coherentes y entendibles dadas las circunstancias y las experiencias vividas.
Específicamente, provee oportunidades para la expresión emocional y ayuda a que la
persona etiquete sus emociones; además, fomentan la esperanza, resaltan sus capa-
cidades y brindan seguridad. Cabe mencionar la importancia de que el profesional
identifique en qué momento sus comportamientos pueden ser invalidantes, ya que
pueden generar impacto negativo en el otro (Koerner, 2012).

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Proceso de atención
En el marco de los procesos de atención a las víctimas de violencia de género, la labor
del profesional implica que sea un sujeto activo y que su actuar se fundamente en el
principio de corresponsabilidad, por lo que debe ir dirigido al reconocimiento de la
víctima, la reivindicación de su dignidad y sus derechos, de modo que sus acciones
contribuyan a su reparación (Moreno & Díaz, 2015).
Para ello, es importante contemplar las expresiones de sufrimiento como respuestas
normales frente a la exposición de los sucesos violentos, de manera que se despatolo-
gice el sufrimiento, esto es, considerar las características contextuales del desarrollo
de la violencia, más allá de seguir criterios diagnósticos. Además, reconocer a las
víctimas como personas que no solo están sufriendo, sino que también tienen recur-
sos de afrontamiento y que su situación actual es una cadena de acontecimientos
que constituyen su vida, y no solo los hechos de victimización. De esta forma, los
profesionales han de tener presente cómo la atención que brindan interviene en el
resultado final del proceso, por tanto, es de relevancia conocer aquellos aspectos que
favorecen la calidad y pertinencia de la atención (Moreno et al., 2013).
Se considera relevante que las medidas de atención estén encaminadas hacia las
distintas dimensiones de la problemática. Por lo cual, es necesaria una construcción
de conocimiento de los componentes psicosociales y psicojurídicos, que permeen los
marcos teóricos interdisciplinares y se tenga una mayor compresión de las carac-
terísticas particulares, afectaciones y necesidades de las víctimas (Estrada et al.,
2010). De ahí que, desde la multidisciplinariedad, se tengan conocimientos que
permitan una mejor toma de decisiones durante el proceso realizado con la víctima;
por ejemplo, que en el rol asumido por el profesional se dé el manejo pertinente a las
definiciones conceptuales básicas relacionadas con violencia de género y la compren-
sión del fenómeno, así como también los principales referentes normativos y éticos,
ya mencionados.
Como se ha dicho, las medidas y acciones de atención, asistencia y reparación inte-
gral deben ser adecuadas a las condiciones particulares de cada persona, para lo
cual se requiere conocer e implementar el enfoque diferencial y de género, tal como
se establece en la Resolución 00758 de 2014 de la UARIV, en la cual se dictan las
orientaciones para la ejecución del modelo de operación de dichos enfoques. Esto
conlleva que se realicen las acciones y ajustes complementarios que permitan una
atención eficaz y que se encuentren encaminados a superar la discriminación y la no
repetición, con en los tres principios básicos: acción sin daño, acciones afirmativas,
atención y orientación especializada (UARIV, 2017).

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Infraestructura
Como se mencionó, la atención a víctimas de violencia de género debe ser integral e
integrada, lo cual automáticamente remite a establecer actuaciones que en conjunto
garanticen por medio de la atención la reparación de los derechos vulnerados. En
este sentido, aspectos como las instalaciones, específicamente el espacio donde es
atendida la víctima requiere ser un área privada para atender y establecer un diálogo,
con unos estándares mínimos para conservar la privacidad y la seguridad, ya que la
información entregada durante la atención quedará bajo orientación, supervisión
y custodia del profesional que le atiende. De la misma forma, la confidencialidad
es fundamental para que la víctima pueda expresarse sin temor a ser escuchada u
observada por personal externo (Federación Latinoamericana de Sociedades de
Obstetricia y Ginecología [Flasog], 2011).
Estos espacios no solo brindan seguridad, privacidad y confidencialidad, sino que en
algunos casos ayudan a mitigar la revictimización. Es el caso de la cámara de Gesell,
donde se pretende que la víctima no tenga que enfrentarse con el agresor en el juicio
ni comparecer a las diferentes actuaciones procesales de manera reiterada (Bravo,
2011); si bien es cierto que en Colombia la cámara de Gesell se usa para la casos
de delitos sexuales en menores de 18 años, se resalta la importancia de contemplar
la posibilidad de extrapolar su uso a procesos y rutas de atención en otro tipos de
víctimas, como las de violencia de género.

Atención profesional ante una crisis


La violencia ejercida hacia las mujeres puede generar gran impacto psicológico, por lo
que es fundamental que en la atención inicial el profesional evalúe si la víctima tiene
las condiciones psicológicas necesarias para continuar la atención. De esta forma, si
la persona que es atendida se encuentra con inestabilidad emocional, requiere que el
profesional le brinde apoyo y le ayude a resolver la crisis, con el fin de que la víctima
normalice las emociones que está experimentando, se genere alivio emocional y
asimismo se movilicen las estrategias de afrontamiento necesarias que propicien la
solución activa de problemas y toma de decisiones efectivas. Este proceso es de gran
relevancia, ya que previene el desarrollo de psicopatología y la agravación del daño
en la víctima (Martínez & Pareja, 2019).
Para ello, es importante que los profesionales que brinden la atención se encuentren
capacitados para realizar los primeros auxilios psicológicos (PAP), esto es, que puedan
ofrecer una ayuda de forma inmediata y realizar la contención emocional mediante
distintas estrategias de acuerdo con las necesidades de la persona. De igual forma, el
profesional debe tener la capacidad de reconocer si está en las condiciones personales

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para atender la crisis, puesto que si se encuentra atravesando una dificultad personal,
no es recomendable que efectúe los PAP, ya que puede generar consecuencias negati-
vas tanto en la víctima como en sí mismo (Cortés & Figueroa, 2011).
La aplicación de los PAP implica detectar el inicio de la crisis y las diferentes reac-
ciones que puede tener una persona ante una situación de violencia o estresante;
reconocer que los sentimientos del otro son válidos y cuenta con sus propios
recursos de afrontamiento; identificar en qué condiciones no se deben utilizar y la
pertinencia de remitir a otros profesionales de la salud. Por su lado, su desarrollo
consta de una etapa de preparación y la ejecución de los pasos: A: Escucha activa. B:
Reentrenamiento. C: Categorización de necesidades. D: Derivación a redes de apoyo.
E: Psicoeducación (Cortés & Figueroa, 2011).
En definitiva, los PAP son una herramienta fundamental en la atención a las víc-
timas de violencia de género, pues están diseñados para apoyar al ser humano que
está sufriendo, que requiere ayuda por haber sido vulnerados sus derechos, lo cual
tiene repercusiones en su vida. A su vez, está dirigido a reducir la angustia emocional
producida por el acto de violencia, al tiempo que contribuye a que no se desarrolle la
victimización secundaria (Martínez & Pareja, 2019).

Etapa de evaluación
Cuando los diferentes profesionales que pueden estar en contacto con personas que
han sufrido violencias de género, identifican los hechos o reciben directamente la
información sobre el caso se enfrentan a diferentes retos, de ahí la necesidad de que
cuenten con determinadas habilidades clave que permitan prestar una atención
adecuada y promuevan con esta las acciones necesarias para iniciar el proceso de
restablecimiento de los derechos de las víctimas en los diferentes contextos institu-
cionales de los que hagan parte.
El Ministerio de Justicia (2012) sostiene que si bien todas las violencias de género son
graves, no todas son iguales, aquí radica el valor de determinar cuáles son las nece-
sidades de las víctimas, para brindar un abordaje diferencial y otorgar finalmente lo
que requieren; por lo tanto, es fundamental que el profesional se pregunte cómo su
decisión o acción afecta de forma particular a cada víctima.
En la entrevista con las víctimas se encuentra el espacio para brindar acompaña-
miento emocional y, si da lugar, poner en marcha los primeros auxilios psicológicos,
así como valorar el riesgo al que están expuestas; en este sentido, es importante expli-
car el objetivo de la entrevista, teniendo en cuenta las particularidades de atención
de cada institución. Según el Ministerio de Protección Social (2011), es fundamental

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que los profesionales tengan en cuenta que el objetivo de la entrevista en este ámbito
es facilitar la recuperación y la salud de la víctima, en ningún momento valorar la
veracidad o detalles de los hechos; sin embargo, es relevante que en los casos de sos-
pecha o abuso sexual tengan presente que los resultados obtenidos en la anamnesis
pueden ser la única evidencia del examen médico, por lo tanto es fundamental que
sean registrados adecuada y detalladamente, además se requiere que el profesional
de la salud evite llevar a cabo la entrevista si la víctima se rehúsa a hablar del hecho
o si ha sido entrevistada más de una vez, es importante tener en cuenta cuándo se
entrevistó y si es posible remitirse a ese reporte.
Otros de los aspectos importantes dentro de la entrevista son: centrarse en las
necesidades de la víctima, mostrar una actitud comprensiva y solidaria, mantener
escucha activa, brindar un trato digno y respetuoso, evitar acciones y juicios que la
revictimicen, promover un ambiente de seguridad y confianza, facilitar la expresión
de sentimientos y comunicar la importancia de estos, demostrar a la víctima que se
le cree, no poner en duda los hechos (Flasog, 2011).
El Ministerio de Justicia y del Derecho (2012) recalca que se deben tener como mínimo
siete elementos al momento de llevar a cabo la entrevista, estos son: Determinar la
competencia, es decir, reconocer si en el contexto de la institución que está reci-
biendo la información puede brindar la atención adecuada y necesaria. Identificar
el tipo de violencia, y si se presenta más de un tipo. Delimitar el contexto, esto es,
reconocer donde se desarrollaron los hechos y las características socioculturales,
lo que permitirá establecer los imaginarios sobre la violencia y los recursos con los
que cuenta la víctima. Identificar situaciones específicas, lo que implica determinar
los factores que pueden hacer difícil el acceso a la justicia. Reconocer las situaciones
diferentes, desiguales e injustas, que dan argumento y permiten justificar la toma de
decisiones que corresponda. Elementos de control, esto hace referencia al medio que
usa el agresor para ejercer poder sobre la víctima. Informar sobre leyes, derechos y
procedimientos, las víctimas tienen derecho a ser informadas sobre las acciones que
se van a desarrollar, las leyes que las cobijan y los derechos que tienen.
Brindar una atención eficaz a las mujeres que han sido transgredidas supone generar
y reconstruir la confianza con la institucionalidad, para lo cual el manejo apropiado
de la información que se obtiene en la entrevista y de la documentación durante
el proceso, juega un papel importante para la no revictimización, toda vez que se
garantice a la víctima confidencialidad y privacidad; es preciso que se use el consen-
timiento informado cuando la víctima acepta la entrevista, pues quedará consignado
el alcance de la misma y el uso de la información (Comisión Nacional de Reparación
y Reconciliación [CNRR], 2011).

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De igual modo, al realizar la entrevista semiestructurada se deben identificar


factores de vulnerabilidad en su historia familiar y personal, así como factores de
riesgo y protección en la actualidad, lo que incluye evaluar el tipo de estrategias
de afrontamiento ante eventos adversos (INMLCF, 2014). Posteriormente, se procede
a la valoración del riesgo, para lo cual se pueden utilizar: el Protocolo de valoración
del riesgo de violencia mortal contra las mujeres por parte de su pareja o expareja del
INMLCF (2014), la adaptación de la Escala de Predicción del riesgo de violencia
grave contra la pareja de Montenegro y Rivadeneira (2015), o la adaptación que se
considere pertinente de acuerdo con el tipo de violencia y las características de la
víctima. Se debe tener en cuenta que las pruebas de apoyo para la valoración de
riesgo cumplan criterios de validez y confiabilidad.
Acorde al protocolo del INMLCF (2014), se realiza la aplicación de la Escala de valo-
ración del riesgo y escala de apoyo, y a continuación un plan de seguridad; este tiene
como objetivo que la víctima reconozca las herramientas para exigir sus derechos y
adopte recomendaciones de autocuidado, por ende, este plan se crea en compañía
de la víctima y estará de acuerdo con lo identificado tanto en la entrevista como en
la escala; finalmente, se elabora el informe, en el cual se consigna la información
relevante a partir de la cual se expresa el resultado de la valoración del riesgo y da
sustento a la interpretación de los hallazgos y las recomendaciones realizadas; va
más allá de un resumen de lo encontrado.
Es importante referir que las acciones desarrolladas en este proceso están encamina-
das a la protección y atención contempladas en la Ley 1257 de 2008 y se le mencionan
a la víctima a modo de recomendaciones, no tienen lugar en el proceso legal que
inicie INMLCF (2014).
De acuerdo con los resultados obtenidos en la entrevista, la aplicación de la escala de
valoración de riesgo, la pericia profesional, los documentos adjuntos al caso y la per-
cepción de la víctima sobre su riesgo, se realiza una triangulación de la información,
de tal forma que se establezca una predicción del riesgo de violencia para la víctima
o las personas cercanas, y se genera una gama de posibilidades de intervención que
sean proporcionales al pronóstico más probable; así, se da paso a la toma de medidas
con el equipo interdisciplinar, de modo que la reacción institucional sea urgente
y eficaz, propiciando la seguridad de la víctima y la restitución de sus derechos
(INMLCF, 2014).
El profesional debe buscar la unificación de la información de la persona, mediante
la sistematización y categorización, a fin de realizar la caracterización de la víctima,
consignar la descripción de los hechos, establecer las circunstancias de riesgo, el
impacto de las violencias de género y las implicaciones en la vida de la víctima,

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registrar las necesidades identificadas y las demandas de las víctimas, así como
las acciones emitidas para activar una respuesta integral, coordinada y eficaz, y las
medidas adelantadas por el Estado para el restablecimiento de sus derechos (CNRR,
2011). Lo anterior, facilita a los procesos misionales el acceso a la información de
las víctimas, el mantenimiento de datos, seguridad y control en los cambios de la
información.

Rutas de atención institucional


Una vez recabada la información en la etapa de evaluación, el profesional que
desarrolle la atención tendrá conocimiento sobre algunos aspectos clave que le per-
mitirán reconocer las necesidades de la víctima, por lo que podrá iniciar el proceso
de remisión a otras instituciones y brindar la información de las rutas de atención, de
manera que ella acceda cuando lo requiera.
Estas entidades deben garantizar la protección de la persona transgredida ante nue-
vas situaciones de violencia, el acceso a justicia para evitar la impunidad, el acceso
a procesos de restitución de derechos y reparación de la víctima, y los procesos de
atención integral en salud (Veloza, 2010). En concreto, los sectores que intervienen
en el abordaje integral a las víctimas son los de protección, justicia y salud; los cuales
contempla la Secretaría de la Mujer (2019) de la siguiente manera:
• En primer lugar, para obtener información y atención presencial se pueden
dirigir al CAI, a las Casas de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres de la
Secretaría de la Mujer, a las Casas de Justicia y/o a la Defensoría del Pueblo en las
que pueden recibir orientación psicosocial y asesoría jurídica. Si la violencia se
da en contextos relacionados con el conflicto armado, la víctima puede dirigirse
a los Centros Locales de Atención a Víctimas (CLAV).
• Para obtener atención integral en salud se pueden dirigir a los Centros de
Atención Prioritaria en Salud (CAPS), a las Unidades de Servicios de Salud (USS)
(antes llamados hospitales), a los Puntos de Atención Primaria en Salud (antes
conocidos como UPAS y UBAS), y a las Instituciones Prestadoras de Salud (IPS).
• En lo que respecta al acceso a la justicia y medidas de protección, para poner
denuncias las víctimas se pueden dirigir a la Fiscalía General de la Nación, a las
Unidades de Reacción Inmediata (URI), a las Unidades de Atención Preprocesal
(UAP), al Centro de Atención Penal Integral a Víctimas (CAPIV) y al Centro
de Atención Integral a Víctimas de Violencia Sexual (CAIVAS). Para eventos de
violencia intrafamiliar, delitos sexuales en el entorno familiar y delitos contra
niños, niñas y adolescentes se dirigen a las Comisarías de Familia de la localidad

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en la que residen. Si se requiere realizar examen médico-legal se deben dirigir


al Instituto Nacional de Ciencias Forenses; el Instituto Nacional de Bienestar
Familiar (ICBF) brinda la atención y restablecimiento de derechos a las niñas y
adolescentes víctimas de violencia o en riesgo de feminicidio.

Seguimiento
Durante el proceso de atención a la víctima, el grupo interdisciplinario debe dar
seguimiento a las medidas adoptadas, de manera que se verifique su cumplimiento y
efectividad. Esto es fundamental, ya que conduce a la atención integral y oportuna,
y permite que esté encaminada a la culminación de la violencia y garantía de los
derechos (Ministerio de Justicia, 2012). Por ello, los profesionales deben optar por
generar un mecanismo o modelo de seguimiento, dentro de lo cual se recomienda
realizar citaciones periódicas individuales, según criterio profesional (Pulido, 2016).
Conforme a esto, teniendo en cuenta que la complejidad de los casos de violencia de
género implica que la solicitud generada no pueda ser satisfecha solo por una entidad
y requiera la vinculación con distintas instituciones según su necesidad, es de gran
relevancia que cada referente de atención garantice el avance de dicha solicitud, de
forma que se cree un trabajo en red que proteja tanto a la mujer como a su entorno y
se genere confianza por parte de la víctima hacia la institución, de modo que, pueda
acceder a la atención psicojurídica y psicosocial cuando lo requiera (Instituto de las
Mujeres del Estado de San Luis Potosí [IMES], 2012). Lo anterior, debe dar cum-
plimiento al principio de coordinación institucional, a fin de generar sinergias que
potencien la atención integral, de conformidad con la Ley 1257 de 2008 (Ministerio
de Justicia, 2012).
En definitiva, es necesario no solo que cada institución cumpla a cabalidad sus
funciones, sino que también conozca cómo operan las demás (Pulido, 2016), siendo
así, la persona encargada del caso y las instituciones implicadas deberán definir
estrategias que permitan articular respuestas que logren dar seguimiento tanto a
la contención de la situación de violencia como a la verificación de las medidas y
actuaciones definidas y ejecutadas en los procesos intersectoriales (Veloza, 2010).

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LOGOS VESTIGIUM

Luis Orlando Jiménez Ardila, Carolina Alarcón Ochoa, Brenda Marcela Beltrán Sierra,
Alejandro Cifuentes Barbosa, Leidy Johana Rodríguez Guerrero, Magaly Calderón Uribe

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197
PERFIL DE AUTORES Y AUTORAS

Ever José López Cantero


Psicólogo, máster en Justicia Transicional, Desplazamiento Forzado, Paz, Desarrollo
y Cooperación, magíster en Derecho, especialista en Administración Pública y docto-
rando en Psicología. Docente de planta tiempo completo de la Facultad de Psicología,
Universidad Católica de Colombia. Línea de investigación e integración curricular
en Psicología Jurídica y Criminológica, grupo de Investigación EUROPSIS. Líder
del semillero de investigación en Psicología Jurídica. Presidente Capítulo Bogotá y
Cundinamarca del Colegio Colombiano de Psicólogos.
https://orcid.org/ 0000-0003-1921-4159
ejlopezucatolica.edu.co

Alejandro Cifuentes Barbosa


Semillero de investigación en Psicología Jurídica, Universidad Católica de Colombia.
alejandro.cifuentesb@konradlorenz.edu.co

Angie Borda Montenegro


Psicóloga, candidata a magíster en Derecho, Sociología y Política Criminal.
Universidad Nacional de Colombia.
https://orcid.org/0000-0003-1765-7423

199
LOGOS VESTIGIUM

Perfil de los(as) autores(as)

asbordam@unal.edu.co

Angie Juanita Londoño Osorio


Psicóloga, integrante del semillero de investigación en Psicología Jurídica,
Universidad Católica de Colombia.
juaniosorio@gmail.com

Brenda Marcela Beltrán Sierra


Semillero de investigación en Psicología Jurídica, Universidad Católica de Colombia.
brendam46@hotmail.com

Carolina Alarcón Ochoa


Semillero de investigación en Psicología Jurídica, Universidad Católica de Colombia.
carolinaalarcon.o@hotmail.com

Catalina Muñoz Salas


Semillero de investigación en Psicología Jurídica, Universidad Católica de Colombia.
catalina.munozsalas@gmail.com

Daniel Ricardo Riaño García


Abogado, especialista en Psicología Jurídica, integrante del semillero de investiga-
ción en Psicología Jurídica, Universidad Católica de Colombia.
drriano48@ucatolica.edu.co

Daniela Andrea Chinchilla Rosales


Semillero de investigación en Psicología Jurídica, Universidad Católica de Colombia.
dchinchillarosales@gmail.com

200
LOGOS VESTIGIUM

Perfil de los(as) autores(as)

Daniela Puello Ruiz


Psicóloga, integrante del semillero de investigación en Psicología Jurídica,
Universidad Católica de Colombia.
dpuello24@ucatolica.edu.co

Deisy Alejandra Cárdenas Carrillo


Psicóloga, integrante del semillero de investigación en Psicología Jurídica,
Universidad Católica de Colombia.
alejandra.1018@hotmail.com

Edwin Alexis Jaimes Cuberos


Semillero de investigación psicojurídico, Universidad Simón Bolívar, sede Cúcuta.
psi.jaimesed@gmail.com

Frank Steward Orduz-Gualdrón


Psicólogo, magíster en Resolución de Conflictos y Mediación. Doctorando en
Métodos Alternos de Solución de Conflictos. Docente, Universidad Simón Bolívar,
sede Cúcuta.
https://orcid.org/0000-0002-5400-124X
f.orduz01@unisimonbolivar.edu.co

Jenny Marcela Rodríguez Rodríguez


Estudiante de Psicología, Universidad Cooperativa de Colombia, sede Bucaramanga.
jenny.rodriguez@campusucc.edu.co

201
LOGOS VESTIGIUM

Perfil de los(as) autores(as)

José Raúl Jiménez Molina


Psicólogo, magíster en Psicología y doctorando en Psicología. Docente. Líder de la
línea de investigación e integración curricular en Psicología Jurídica y Criminológica,
grupo de Investigación EUROPSIS, Facultad de Psicología, Universidad Católica de
Colombia.
https://orcid.org/0000-0003-4806-5068
jrjimenez@ucatolica.edu.co

Karol Sthefanía Barreto Rodríguez


Semillero de investigación en Psicología Jurídica, Universidad Católica de Colombia.
karolbarreto199@gmail.com

Laura Estefany Corredor Santana


Semillero de investigación en Psicología Jurídica, Universidad Católica de Colombia.
laurawjvm@gmail.com

Leidy Johana Rodríguez Guerrero


Semillero de investigación en Psicología Jurídica, Universidad Católica de Colombia.
ljrodriguez44@ucatolica.edu.co

Liceth Lorena Álvarez Ascanio


Estudiante de Psicología, Universidad Cooperativa de Colombia, sede Bucaramanga.
licethlorenaalvarezascanio@gmail.com

Luis Orlando Jiménez Ardila


Psicólogo, especialista en Derecho Penal y Ciencias Forenses, magíster en Psicología,
doctor en Psicología. Coordinador de la Especialización en Psicología Jurídica,
Universidad Católica de Colombia. Integrante de la línea de investigación e inte-
gración curricular en Psicología Jurídica y Criminológica, grupo de Investigación
EUROPSIS
https://orcid.org/0000-0003-0191-3832
ljimenez@ucatolica.edu.co

202
LOGOS VESTIGIUM

Perfil de los(as) autores(as)

Magaly Calderón Uribe


Psicóloga, magíster en Psicología. Docente, líder semilleros de investigación,
Universidad Cooperativa de Colombia, sede Bucaramanga.
https://orcid.org/0000-0002-5053-9851
magaly.calderon@campusucc.edu.co

Maryori Fabiana Parra-Silva


Semillero de investigación psicojurídico, Universidad Simón Bolívar, sede Cúcuta.
paba56@hotmail.com

Sandra Milena Ruiz Guevara


Psicóloga, magíster en Dirección Estratégica, especialista en Intervenciones
Psicosociales, especialista en Habilidades Directivas. Docente, Universidad
Cooperativa de Colombia, sede Bucaramanga.
https://orcid.org/0000-0002-4100-5591
sandramile.ruiz@campusucc.edu.co

Rosa Angélica Jaramillo Hernández


Especialista en Psicología Jurídica, integrante del semillero de investigación en
Psicología Jurídica, Universidad Católica de Colombia.
rajaramillo54@ucatolica.edu.co

Yulieth Trujillo Mahecha


Semillero de investigación en Psicología Jurídica, Universidad Católica de Colombia.
yuliethtrujillo48@gmail.com

203
Sapientia aedificavit sibi domun

Editado por la Universidad Católica de Colombia


en diciembre de 2022, impreso en papel propalibros
de 75 g., en tipografía Minion Pro, tamaño 11 pts.

Publicación digital
Hipertexto Ltda.

Bogotá, D. C., Colombia


LOGOS
Colección

VESTIGIUM Esta publicación está dirigida a profesionales de las cien-


Atención a cias humanas y sociales, investigadores, analistas y téc-
nicos en el diseño, formulación e implementación de
víctimas de políticas públicas para la atención a las víctimas de la
violencia basada violencia basada en género, puesto que puede orientar el
en género trabajo multidisciplinario y la atención a dichas víctimas.
Atención a víctimas de violencia basada en género se desa-
rrolló en el marco del proyecto de investigación “Diseño
de un protocolo para la atención a víctimas de violencia de
género”, para lo cual se partió de un análisis psicojurídico,
un análisis de la invisibilización riesgosa de la violencia
ejercida hacia los hombres, un abordaje criminológico y

18
un análisis victimológico, los cuales permitieron centrarse
finalmente en abordar cómo ha sido la atención a las víc-
timas y ofrecer herramientas para el desarrollo integral de
la atención a personas que han sido violentadas o agre-
didas en razón de su género.

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