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Deontología
Profesional
Del perito en Ciencias
Forenses y Criminalísticas
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Unidad N° 3
Concepto
La deontología o teoría deontológica se puede considerar como una teoría ética que se ocupa de
regular los deberes, traduciéndolos en preceptos, normas morales y reglas de conducta, dejando
fuera de su ámbito específico de interés otros aspectos de la moral.
Cuando esta teoría se aplica al estricto campo profesional hablamos de deontología profesional y es
ella, en consecuencia, la que determina los deberes que son mínimamente exigibles a los
profesionales en el desempeño de su actividad.
Estos deberes, es habitual que se plasmen en códigos, códigos de ética que rigen la actuación de
los representantes de la profesión (colegiados) con el fin de que a través del buen hacer se
obtengan resultados deseables. Cuando se habla de deontología profesional se entiende por tal los
criterios compartidos por el colectivo profesional convertidos en un texto normativo, un código
deontológico.
La deontología profesional es por tanto una ética aplicada, aprobada y aceptada por el colectivo
profesional, lo que entraña un código de conducta, una tipificación de infracciones, un sistema de
recepción y análisis de consultas, propuestas o quejas, un procedimiento de enjuiciamiento, y
finalmente, si procede aplicarlo, un sistema de sanciones.
Todo ello ha de tener un respaldo legal y un sistema de garantías que incluye varios niveles de
recurso que alcanzan la justicia contenciosa-administrativa ordinaria al final.
Los códigos de ética profesional son elaborados por los colegios profesionales que, “son
corporaciones de derecho público, amparadas por la ley y reconocidas por el Estado, con
personalidad jurídica propia y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines”, entre los que se
encuentra la ordenación del ejercicio de las profesiones.
Nos hallamos ante una muy característica relación constituida sobre la base de la delegación de
potestades públicas en entes corporativos dotados de amplia autonomía para la ordenación y
control del ejercicio de actividades profesionales.
(Deontología Profesional: Los Códigos Deontológicos, Unión Profesional, Julio 2009, Pág. 3)
(Consultado el día 9/4/2016 disponible en:
http://www.unionprofesional.com/estudios/DeontologiaProfesional_Codigos.pdf)
Para Viviana Burad (29) La deontología, entonces, comprende los problemas inherentes a los
individuos como sujetos profesionales, pero se advierte que no es una ética aparte, es la misma
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ética que desciende hasta las actividades concretas de cada profesión, especificando las
aplicaciones que derivan racionalmente de los principios generales.
Se trata de establecer cómo ha de ser la conducta ética del hombre en cuanto profesional, qué
condiciones morales se exigen en el profesional como tal y qué enfoque ético se les deben dar a
esas nuevas situaciones.
Gustavo Wierna (75) manifiesta que: “… la Deontología como ciencia o tratado de los deberes y
derechos es propio de la humanidad, quienes ejercen una profesión, lo deben hacer guardando las
normas de conducta que para ese fin se establecen y que no deben contrariar las leyes naturales, ni
las morales, porque esas normas no dependen de los hombres”.
El término deontología fue acuñado por primera vez por Jeremy Bentham, que la define como la
rama del arte y de la ciencia cuyo objeto consiste en hacer en cada ocasión lo que es recto y
apropiado. (Idem)
Burad Viviana (29) El concepto “deontología”, cuyo origen se debe al filósofo inglés Jeremy
Bentham, se define como “la descripción y el estudio de un particular grupo de deberes
concernientes a una determinada clase o grupo profesional e indica lo que debe ser en
contraposición con lo que es. Implica un comportamiento adecuado a un fin y es mucho más que un
compendio de buenas maneras relativas a una profesión” (Matteis, 2005).
En Wierna citando a Bentham (99). “La Deontología es la ciencia de los deberes, o teoría de las
normas morales. No es una ciencia normativa pura sino empírica, que se ocupa de la determinación
de los deberes dentro de las circunstancias sociales”.
(1) BENTHAM; Deontología o ciencia de la moral.
Etimología de Deontología. El termino Deontología proviene del griego “deonthos” que significa
deber, y “logos” que significa estudio o tratado. En su significado estricto representa la “ciencia o
tratado de los deberes”. Cuando se refiere a una actividad señala el conocimiento de lo que es justo
y conveniente en el ejercicio de esa profesión, la actitud que debe tomarse ante situaciones
concretas, y las conductas que son incorrectas, o sea, las que no deben hacerse por ningún motivo.
El vocablo fue acuñado en 1834 por Bentham.
En resumen, se entiende por Deontología al conjunto de reglas y normas que regulan la relación de
un profesional con su cliente, con otras personas y con sus colegas de profesión; y en un sentido
amplio, la relación de este con la sociedad en general. Tales normas se concretan en textos
conocidos como códigos deontológicos.
Una de las diferencias cuando hablamos de "ética" y "deontología" es que la primera hace
directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la segunda adopta una función de
modelo de actuación en el área de una colectividad.
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La Deontología, además tiene prerrogativas sancionatorias. En definitiva, cuando nos refiramos a
una profesión determinada, podemos hablar de la existencia de una ética y de una deontología
determinada. La primera se podría centrar en determinar y perfilar el bien de una determinada
profesión (aportación al bien social) y la deontología, por su parte, se centraría en definir cuáles son
las obligaciones concretas de cada actividad.
Principios deontológicos
Los principios, según la RAE, son aquellos aspectos que dan inicio a algo, que comprende a cada
una de las primeras proposiciones o verdades fundamentales por donde se empiezan a estudiar las
ciencias o las artes. En otras palabras, podríamos decir que los principios se refieren a la norma o
idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta. Es la base, origen, razón fundamental
sobre la cual se procede discurriendo en cualquier materia.
En términos sencillos, los principios serían aquellas guías orientadoras y formadoras de una
estructura de conducta, que siempre deben estar presentes, y que la sola ausencia provoca un
desequilibro manifiesto en el resultado de una acción u omisión.
Viviana Burad opina (37) que los “principios éticos son las ideas fundamentales sobre las que puede
basarse la deontología… que se propone, con el objeto de que a partir de ellos se formule un
razonamiento que permita orientar el comportamiento, la conducta y el procedimiento profesional”.
Los principios deontológicos pueden ser universales o sectoriales. Los primeros son aquellos que
resultan válidos para todas las profesiones. Los principios sectoriales son aquellas normas o reglas
que solamente son válidos para una profesión determinada.
En cuanto a los principios deontológicos de carácter universal, tenemos a la probidad, que debe ser
sin más reconocida como la misma honradez, y se trata ella de una suerte de compendio de las
principales virtudes morales en el mismo hombre. Se presupone que el probo u honrado es
poseedor de una conciencia moral suficientemente formada, y también informada en los principios
éticos.
El desinterés podría ser comprendido dentro de la probidad. Es posible agregarlo y formularlo como
la expresión más delimitada, siendo uno mismo quien lo impone, y que se manifiesta anteponiendo
el interés general por sobre el interés particular en el cumplimiento de la profesión.
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violación que sobre ella se cumpla, como también afecta al decoro profesional quien no ejerce
dignamente la profesión.
De los principios deontológicos surgen los deberes inherentes a todas y a cada una de las
profesiones.
Deberes positivos y deberes negativos. Un modo posible de abordar el estudio sistemático del
régimen de Ética del profesional radica en desentrañar cuáles serán los deberes positivos que aquel
propone, diferenciarlos de los negativos, y contar así con un criterio de jerarquía que sea pertinente
para dirimir la prevalencia de unos u otros, en caso de oposición, a la hora de su aplicación
concreta.
Los deberes positivos son los que imponen la realización de una determinada conducta: se los
incumple por omisión; en tanto que los negativos ordenan la abstención de un comportamiento o
acción y se los viola por trasgresión. Los deberes positivos son de jerarquía superior a los negativos.
Esto nos permitirá encontrar una primera regla práctica (general) de aplicación: en caso de conflicto
entre un deber positivo y uno negativo, deberá prevalecer o preferirse el primero.
1. Dignidad.
2. Respeto.
3. Decoro.
4. Desinterés.
5. Probidad.
6. Lealtad.
7. Buena fe.
8. Obediencia a las normas.
Tales valores (el de dignidad incluye otros como el respeto, el decoro, y el desinterés) pueden ser
considerados de valencia universal para todo el ámbito extenso de los quehaceres vinculados al
derecho (abogados, procuradores, notarios, magistrados, funcionarios del Ministerio Público, Peritos
judiciales, y demás), en tanto que otros serán únicos y específicos (propios) de algunas actividades
jurídicas y no otras, por lo que podrán ser denominados sectoriales.
1- Dignidad. Es la excelencia, el realce, lo que confiere tal cualidad a una persona. Dignidad es
grandeza, excelencia, es una calidad o bondad superior por la que algo o alguien goza de especial
valor o estima. En el caso de la persona, su dignidad, su especial valor o estima provienen de su
sola condición de ser humano.
La dignidad del hombre es incondicionada (no admite ser relativizada, no puede depender de
ninguna circunstancia: sexo, edad, raza, salud, calidad de vida, y demás particularidades) y se
constituye en el soporte del conjunto de otros valores que permiten afirmar la universalidad de la ley
y de la sociabilidad humana racional y razonable.
El valor dignidad de la persona humana, opera también como un principio (punto de partida) de la
razón práctica, que nos permite llegar a otros. En sentido Ético o moral llamamos principio a aquel
juicio práctico que deriva inmediatamente de la aceptación de un valor.
Otro principio ético primordial y fundamental en el que se basan todos los demás es el respeto. La
actitud de respeto que merece todo ser humano por el mero hecho de pertenecer a la especie
humana, es decir, por su dignidad humana.
2- Respeto. El respeto consiste en tratar a las personas como uno quiere que lo traten. Es tolerar las
diferencias y comprenderlas.
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3- Decoro. El significado directo e inmediato de decoro, es el de honor o decencia. Para poder actuar
decorosamente el sujeto debe haber procedido con circunscripción, es decir, mirando alrededor,
teniendo en cuenta todas las circunstancias que rodean a la persona. Tal es la primera e
insoslayable condición del obrar prudencial.
Significa que el motivo determinante para la aceptación o rechazo de un asunto, no debe ser el
provecho que de él pueda derivarse. Significa que el Perito no debe introducir su propio interés en el
de la pericia que haya de efectuar. Entendiendo por tal, al interés económico que no sea el de los
honorarios correctamente devengados.
Para Burad en pág. 43, dice que: Se entiende por honestidad intelectual la forma de vida profesional
que busca, acepta, ama y transmite la verdad, ya que el objeto de la inteligencia debe ser lo exacto,
lo fidedigno y lo verídico; la honestidad intelectual designa una combinación de estos principios y
también de la voluntad.
Mientras la honestidad hace referencia a la bondad moral, lo intelectual se entiende como relativo a
la inteligencia. Por ello, la figura en estudio significa la conducta moralmente buena en el ejercicio
de la inteligencia, estrechamente relacionada con la veracidad. Respecto de esto último, para
comprobar la verdad de un juicio se necesita confrontarlo directa o indirectamente con la realidad
objetiva.
Esto significa que resulta moralmente indispensable que el intérprete busque lo cierto, lo auténtico
en lo relacionado con su actividad específica ya que la veracidad es una virtud social con aplicación
a lo profesional. (La honestidad) Dice Francisco Letizia que se trata de “la virtud que inclina a decir
siempre la verdad y a manifestarse al exterior tal como somos interiormente” (Letizia, 1983: 171).
El hecho de no decir la verdad denota la intención de engañar o falsear la realidad, aunque debe
advertirse también que lo dicho en un mal momento o de mala manera puede causar efectos
desastrosos hasta el punto de resultar perjudicial y destructivo.
Por ello, existen otras virtudes morales como la prudencia, que aconsejan en qué sentido debe
tomarse la decisión de decir la verdad. Transmitirla constituye un acto de honestidad, siempre que
esa transmisión se ajuste a las normas de la moralidad. La verdad siempre es un bien, pero los
efectos de su conocimiento pueden ser malos física o psíquicamente para aquéllos a quienes se
transmite. La prudencia, entonces, se presenta como la infaltable consejera. Lo cierto, éticamente
hablando, es que siempre que se deba decir la verdad hay que decirla.
Pero, téngase en cuenta que si un profesional revela un secreto de su cliente a otra persona, dice la
verdad pero comete un acto inmoral y además ilegal.
No hay dudas de que la mentira se opone a la verdad enfrentándose también con la hipocresía y la
simulación que atentan contra las exigencias de la vida social y laboral.
Francisco Letizia define a la mentira como “la locución contra la propia mente”, entendiendo por
locución, la palabra o cualquier otro signo externo que manifieste una idea. Se puede mentir con un
gesto, una mirada, una sonrisa. Se puede mentir usando la lengua de señas, se puede mentir
interpretando.
Es decir que la expresión destinada a engañar a una persona, ya sea oral, escrita o señada, se
denomina mentira y se diferencia de la equivocación porque al caer en esta última, se dice algo
falso pero de buena fe, por razones de ignorancia o por error.
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Siguiendo esta línea de pensamiento, la hipocresía y la simulación, si bien son figuras
emparentadas, presentan alguna diferencia. Así, la hipocresía consiste en aparentar exteriormente
lo que no se es en la realidad, mientras que la simulación no se verifica con las palabras sino con
los hechos.
Retomando el concepto de mentira, para poder determinarla se requieren dos condiciones: en
primer lugar, que exista voluntad de decir lo que es falso y, en segundo término, que la palabra
(hablada o señada) no trasluzca ni represente el pensamiento interior, de tal forma que la persona a
quien se dirige el mensaje caiga en engaño.
Esta figura –la mentira– produce daño en el prójimo ya que lo induce a tomar lo falso como
verdadero, perturba el orden social y la convivencia pacífica. Por ello, existe la obligación moral de
no mentir.
En este sentido, se distinguen tres tipos de mentira: la mentira jocosa por juego o diversión, la
mentira oficiosa por interés de quien la dice o de un tercero y la mentira dañosa que es la que se
dice con el solo fin de perjudicar.
Con lo dicho, puede advertirse que la mentira es intrínsecamente inmoral y puede causar
consecuencias graves o leves según el perjuicio que se ocasione, y la calumnia, expresada de
cualquier modo –oral, escrito o señado–, es una especie de mentira dañosa que exige una
reparación.
Todo lo expuesto está íntimamente relacionado con una figura penal que se denomina “falso
testimonio” y que aparece cuando el intérprete afirma o niega, en carácter de testigo, algún hecho
falso a favor o en perjuicio de alguien. Mediante este acto, se viola el juramento previo realizado
ante los tribunales, de decir la verdad, provocando daño a un inocente y haciendo aparecer un
hecho falso como verdadero.
Es decir que incluye tanto la circunstancia de que el perito haya tomado la decisión de realizar una
interpretación falsa desvirtuando lo que las partes hayan manifestado, como el hecho de haber
silenciado la verdad ante un tribunal en carácter de testigo propiamente dicho.
Se trata de un delito que comprende incluso el soborno, y que lesiona el derecho de la sociedad a
que las autoridades públicas conozcan la verdad en los casos llevados a su juzgamiento. De allí la
importancia de que el intérprete conozca bien el alcance del falso testimonio, que constituye una
figura penal por su gravedad. Con el objeto de clarificar estos conceptos, se abordarán las figuras
del perito, del testigo y del intérprete, según la ley penal.
El testigo es aquella persona que en un juicio o un expediente judicial debe declarar sobre los
hechos que hayan caído bajo la acción de sus sentidos y que, generalmente, es ajena al juicio en el
que depone.
El perito también es una persona ajena al juicio o procedimiento, que tiene la función de informar
sobre elementos probatorios y que es convocado por un tribunal porque tiene conocimientos
especiales en una ciencia, arte, industria o técnica. Por último, el Código Penal entiende la figura del
intérprete como aquella persona ajena al objeto del juicio que es llamada por los jueces para que
brinde explicaciones ante ellos, sobre el sentido de ciertos hechos, cosas, actos o textos o para que
vierta a la lengua española (o viceversa) declaraciones o textos producidos en otra lengua.
En ambos casos, el informe, la traducción o la interpretación que realice implicará falso testimonio
si el intérprete, a sabiendas de lo que hará, afirma una mentira, niega o calla la verdad respecto de
un hecho, una cuestión relacionada con la causa judicial o tergiversa los dichos de una de las partes
en litigio, un imputado o de un testigo que se expresa en otra lengua (entiéndase la manifestación
de una persona sorda en carácter de parte en el juicio, imputado o testigo que exterioriza su
pensamiento en lengua de señas).
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Esta figura penal, como puede observarse, sanciona a quien se aparte de la verdad cuando declare,
cuando informe, o al traducir o al interpretar. Es decir, que se consuma en el momento de declarar,
en el momento de informar, o en el acto de traducir o interpretar.
Así, el art. 275 del Código Penal Argentino establece que será reprimido con prisión de un mes a
cuatro años, el testigo, perito o intérprete que afirmare una falsedad o negare o callare la verdad en
todo o en parte en su deposición, informe, traducción o interpretación hecha ante la autoridad
competente. Si el falso testimonio se cometiere en una causa criminal, en perjuicio del inculpado, la
pena será de uno (1) a diez (10) años de prisión. En todos los casos, se impondrá al reo (entiéndase
al intérprete), además, inhabilitación absoluta por el doble tiempo de la pena.
La inhabilitación absoluta que prevé esta norma penal importa la privación del empleo o cargo
público que ejercía (en su caso), la privación del derecho electoral, es decir, la incapacidad para
obtener cargos, empleos y comisiones públicas, y la suspensión del goce de toda jubilación pensión
o retiro civil o militar, en el caso que corresponda.
Como puede observarse, cuando el falso testimonio cometido por el testigo, el perito o el intérprete,
se realizara en perjuicio de la persona a la que se le imputa ser autora o partícipe de un delito, la
pena se agrava por el perjuicio que puede producir si conduce a los jueces a producir una condena
injusta.
En el mismo sentido, el art. 276 del Código Penal establece que la pena del testigo, perito o
intérprete, cuya declaración fuera brindada mediante cohecho (soborno) se agravará con una multa
igual al duplo de la cantidad ofrecida o recibida. Mientras que el sobornante sufrirá la pena del
simple testigo falso.
Como puede advertirse, para la ley, el término “declaración” comprende la deposición, el informe, la
traducción y la interpretación. Si ésta es realizada mediante cohecho (soborno), es decir si esa
declaración que brindó el intérprete fue determinada por la dádiva que le entregó o que le ofreció el
autor del hecho o un tercero para declarar falsamente, constituye también un delito.
Por la gravedad que reviste esta figura de carácter penal, el intérprete debe prestar especial
atención en el cumplimiento efectivo de sus deberes y en el respeto a la ley.
También el Código Penal reprime con pena de prisión de quince días a un mes, a quien habiendo
sido citado legalmente como testigo, perito o intérprete, se abstuviera de comparecer o de prestar
declaración o exposición respectiva. Por ello, en el caso de que el perito o intérprete no
compareciera al llamado de un juez o se negare a declarar o a interpretar sin justa causa, se le
impondrá también, inhabilitación especial de un mes a un año (art. 243 del Código Penal).
La inhabilitación especial implica la privación del empleo, cargo y/o profesión, y la incapacidad para
obtener otro del mismo género durante la condena (art. 20 Código Penal).
En el ámbito de la provincia de Mendoza, si el intérprete es convocado por un tribunal en calidad de
tal o como testigo o como perito, e incurriere en una falsedad, al ser ésta tipificada como delito
penal, los magistrados labrarán un acta, ordenarán su inmediata detención y lo pondrán a
disposición del agente fiscal (art. 403 y 422 Código Procesal Penal de Mendoza).
El Código Procesal Penal de la Nación contiene normas similares en sus artículos 245, 247, 248,
249 y 252.
Además, el Código Penal ha previsto para aquél que ejerciere actos propios de una profesión para la
que se requiere una habilitación especial, sin poseer el título o la autorización correspondiente, que
la pena de prisión será de quince días a un año. También reprime con multa a aquél que se arrogare
grados académicos o títulos profesionales que no le pertenecieren (art. 247 C.P.), ya que se trata de
otro delito denominado usurpación de títulos.
Por todo lo dicho y, en especial, acerca de la calumnia, falso testimonio, el cohecho y la usurpación
de títulos (todas estas figuras penales), y para evitar verse involucrado en la comisión de estos
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delitos, como medida preventiva se enfatiza que el intérprete no debe aconsejar, intervenir, amparar
o facilitar actos incorrectos que puedan utilizarse para confundir o sorprender la buena fe de
terceros, sean sordos y/u oyentes; usarse contrariamente al interés público, a los intereses de la
profesión o para burlar la ley (art. 7, CEPPILS).
En su actuación profesional, ante las autoridades públicas y en particular como auxiliar de justicia,
debe respetar y aplicar las normas éticas (art. 3, CEPPILS). En términos generales debe respetar y
cumplir las disposiciones legales (art. 4 CEPPILS). Esto lleva a concluir que el ejercicio profesional
debe ser digno, guiado por la verdad y la actividad del intérprete debe reflejar en todo momento su
buena conducta.
A esto se suma la necesidad de que se tenga muy en cuenta que el intérprete no debe utilizar
técnicas de interpretación para distorsionar la realidad (art. 2, CEPPILS). Tampoco debe permitir que
otra persona, sea o no intérprete, ejerza la profesión en su nombre o facilitar que alguien pueda
aparecer como tal sin serlo (art. 10, CEPPILS).
Por otra parte, abandonando el análisis de la honestidad intelectual, que abarca todos los aspectos
antes referidos, éticos y jurídicos, se aborda sintéticamente, la temática de la honradez profesional,
relacionada con la primera mencionada. La honradez profesional hace referencia a la cualidad de
probo, a proceder con rectitud y a la actitud de bondad al obrar. Es honorabilidad, integridad y
rectitud; es rechazar la mentira y el soborno; es seguir el dictado de la conciencia moral. Definida
por la negación, no es el desenfrenado afán de lucro, ni la competencia desleal, ni la propaganda
engañosa, ni el descrédito al colega, ni la envidia profesional (Vázquez, 1981).
Hace también a esta figura que el intérprete sea franco con los usuarios del servicio en el sentido de
no engañarlos y, en su caso, confesar su incompetencia para resolver una cuestión. Esta situación
de sinceridad laboral va a contribuir a que se mantenga su equilibrio ético.
La honradez es la base de la reputación profesional, ya que la decencia repercute directamente en
la fama y la opinión que los demás tengan del intérprete, sean sus propios colegas o los
consumidores del servicio. Esta consideración de los otros genera respeto hacia el profesional.
El profesional criminalístico
En cuanto a su área de trabajo o competencia, este tipo de profesional calificado, no sólo debe
intervenir en los procesos criminales o penales, sino también, que está capacitado para inmiscuirse
en procesos civiles, comerciales y laborales. Limitar las competencias e incumbencias de este
profesional es subestimar la capacidad de estos noveles “expertos”.
Este profesional debe convivir, en su quehacer laboral, con las distintas gradaciones que la
probabilidad ofrece, es decir, que cada investigación que lleve a cabo, para ser confiable, debe
reunir el máximo grado de probabilidad posible.
Pero no hay que olvidar que este profesional es una persona, un ser humano, que carga con los
avatares propios de la vida cotidiana, y que pasará por momentos donde la investigación puede
llegar a estancarse. Reconocer estos estados, hace que el profesional crezca y pueda superarse.
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La codificación de los derechos, los deberes y las consecuencias jurídicas
La codificación es un sistema que se utiliza en el Derecho para dejar plasmado por escrito un
conjunto de normas, en forma sistemática y ordenada, de acuerdo a criterios previamente
establecidos.
En el caso que nos ocupa, el código deontológico persigue la finalidad de plantear en forma escrita,
un conjunto de derechos, deberes, y eventualmente, consecuencias jurídicas ante el incumplimiento
o trasgresión de dichas normas.
En los tiempos que corren, es aventurado estructurar un código contendedor de conductas inflexible
o “cerrado”. Todos los cambios en tecnología colocan al hombre en una posición de constante
búsqueda de la felicidad. En esa búsqueda, el hombre lleva a cabo una serie de conductas, algunas
buenas y otras no tanto, pero manifestaciones como reacción ante los avatares de nuestros
tiempos.
En lo profesional, si nos inclinamos por algunos cambios, advertimos que la atención al cliente ha
ido virando desde la inmediación hasta la intermediación. Esta última, se entiende a partir del
cambio en la forma de comunicación que llevan a cabo los hombres actuales. La mayoría de las
consultas son satisfechas, actualmente, por teléfono celular. Esto nos hace pensar, entonces, si el
código deontológico exige que la atención del cliente sea en un lugar determinado, la sola
actualidad y las costumbres de una época, nos hacen transgredir la norma. Por eso bregamos por la
flexibilidad de un código, y la posibilidad cierta de adaptación constante.
Después de tanto discurrir podemos decir que: “la Deontología Profesional del agente criminalístico
está constituida por un conjunto de normas que, plasmadas por escrito, en un código deontológico,
determinan los deberes y obligaciones mínimos que son exigibles a los Licenciados en
Criminalística, Peritos, técnicos universitarios, técnicos superiores e idóneos, en el desempeño de su
ejercicio profesional, y en caso de transgresión, pone en marcha el sistema disciplinario
preestablecido”.
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Unidad N° 4
El Código Deontológico
En los tiempos que corren es imprescindible contar con un código deontológico que “describa
detalladamente” las conductas a seguir en una profesión como la nuestra. Además responde a un
imperativo legal y constitucional, es decir, en pocas palabras, que no hay conducta prohibida si
antes de acaecido el hecho, no existía una previsión al respecto (por ejemplo: que prohíba un
determinado comportamiento) y ante tal situación, se responda con una sanción. “Todo lo que no
está prohibido está permitido”.
Una noción importante, que no hay que dejar de lado, es la circunstancia de que nuestra profesión
está dando los “primeros pasos” en la provincia de Mendoza. Que mejor que dichos pasos sean
dados con total firmeza, dignos de un accionar moralmente virtuoso. En todos los casos hay que
establecer “diferencias” con otras personas que cumplen funciones similares, es decir, apostar más
a la profesionalidad y la excelencia.
Justificación
Una de las críticas que se vierten sobre los códigos deontológicos es su escasa utilidad y su
cuestionable legitimidad. Si aquello que es punible está recogido en el ordenamiento jurídico,
(Códigos civil y penal), el resto correspondería a la conciencia privada, y por tanto, no habría lugar
para un código ético profesional.
Existen buenas razones para justificar los códigos y es la propia necesidad que tienen los
profesionales de ajustar sus relaciones internas y las relaciones con los clientes a unas pautas de
conducta. Lo que sí es cierto es que cualquier código es un híbrido jurídico-moral. Su articulado
responde:
- Inspiración y guía.
- Apoyo a quienes actúan éticamente.
- Disuasivo y disciplinario.
- Educativo y de entendimiento mutuo.
- Contribuyen a la credibilidad y a la imagen pública de la profesión.
- Promueven el interés general.
Con más detalle, se puede señalar que los principales objetivos que persigue un código
deontológico son:
¿Es preciso “enseñar” deberes deontológicos? El termino enseñar utilizado en esta ocasión, no se
refiere estrictamente al de educar, sino simplemente a “mostrar” las diferentes alternativas o
lineamentos a adoptar ante circunstancias particulares.
Todas las personas tienen “en claro” los conceptos éticos y morales que son comunes a una
sociedad dada, pero cuando llevan a cabo determinadas conductas, estas no son valoradas o
iluminadas a la luz de estos conceptos. En otras palabras, casi no se reflexiona sobre la causa y
consecuencias que provocan los actos del hombre. Una buena forma de tener los conceptos éticos y
morales vigentes, es practicarlos repetitivamente, hasta convertirlos en hábitos o simplemente
transformarlos en un “filtro” que juzgue el obrar.
En la práctica, los códigos deontológicos son elaborados por los Colegios Profesionales. Estas
“personas ideales o colectivas” son corporaciones de Derecho Público, amparadas por la ley y
reconocidas por el Estado, con personalidad jurídica propia, y con plena capacidad para el
cumplimiento de sus fines. Entre los fines más importantes de estos Colegios se encuentra la
ordenación del ejercicio de la profesión. En la ordenación del ejercicio profesional, los códigos han
venido cumpliendo estas funciones:
c) La posibilidad de imponer sanciones disciplinarias a los colegiados que incumplan los dictados de
los códigos deontológicos. Esta función tiene la particular singularidad de conferir a éstos relevancia
jurídica estatal, lo que viene a conferir a la Deontología ciertas coincidencias con el Derecho, en lo
que se refiere a la utilización de un procedimiento típicamente judicial, aunque realizado por
autoridades profesionales en vez de por jueces.
Los deberes profesionales. En el código de ética de los colegas misioneros, en su artículo 4 expresa
concretamente, sobre los deberes profesionales, tales como:
B) Contribuir con su conducta y por todos los medios a su alcance, a mantener el nivel de la
profesión de acuerdo con su condición universitaria. Deber de mantener el nivel de la profesión.
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C) Tener, a los fines de la atención de los asuntos profesionales que se le encomendaren, un
domicilio fijo, que ha de ser informado al Colegio, imponiéndole sobre cualquier cambio que se
produzca al respecto. Deber a tener un domicilio fijo.
D) Impedir que otra persona ejerza la profesión en su nombre. De la misma manera no podrá
permitir ni facilitar que alguien pueda actuar como Criminalístico sin serlo, o, siéndolo, estando
impedido por cualquier causa. Deber de actuación propia.
E) Ofrecer sus servicios profesionales con mesura y respeto por el decoro de la profesión. Para el
caso de hacerlo con publicidad, la misma deberá guardar debido cuidado de la imagen profesional.
Deber de mantener el decoro.
F) Mantener absoluta reserva respecto de su relación con el cliente, lo que implica prohibición de
revelar conocimientos adquiridos como resultado de su labor profesional sin autorización expresa.
Tratándose de labor judicial, cuyos procedimientos resulten secretos, jamás han de revelar la
información adquirida, excepto cuando resulte ineluctable su divulgación para su defensa personal.
Deber de secreto profesional.
H) Atender los asuntos que le sean encomendados con diligencia y genuina preocupación.
Tratándose de actuaciones como auxiliar de la justicia, como perito designado de oficio o a
propuesta de parte, no deberá causar demoras en la administración de justicia a excepción de darse
en la especie circunstancias que hicieren excusable la demora y resultaren justificadas ante el
respectivo Tribunal. Deber de puntualidad.
I) Expresarse en forma clara, precisa, concreta, objetiva y completa en cualquier opinión, informe o
dictamen que emita privada o judicialmente. En tal sentido no podrá utilizar sus conocimientos
técnicos para deformar o encubrir la realidad, debiendo abstenerse de prestar sus servicios para
confundir o sorprender la buena fe de terceros o emplearse en forma contraria al interés general o a
los intereses de la profesión. Deber de verdad, claridad y transparencia.
J) Completar la labor contratada. Sólo podrán interrumpir sus servicios si comunican ello a quienes
corresponda con antelación razonable, salvo especiales circunstancias verificables que lo
justifiquen. Deber de terminar las actuaciones.
K) Abstenerse de aceptar o acumular cargos, funciones, tareas o asuntos que por su complejidad
y/o cantidad le resultare materialmente imposible atender. Deber de respeto a las incumbencias.
L) No renunciar, sin motivo atendible, al cumplimiento de los peritajes para los que fueren
designados. Deber de terminar las actuaciones.
M) No renunciar, sin impedimento válido o motivo atendible, a las tareas que se deban realizar al
ser designado de oficio en juicios que se tramiten con beneficio de litigar sin gastos.
N) Los peritos designados de oficio no podrán convenir con las partes el monto de sus honorarios, ni
percibir suma alguna antes de la regulación, excepto para posibilitar la finalización del pleito. Sólo
se podrán cobrar los anticipos de gastos requeridos judicialmente. Deber de rendición de cuentas.
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1. Autorregulación.
2. Legalidad.
3. Tipicidad.
4. Publicidad.
En respeto del principio de legalidad, es conveniente que las normas deontológicas aparezcan no
dispersas, sino ordenadas en un sistema que ofrezca seguridad jurídica y previsibilidad. Este
sistema debe publicarse, adecuadamente, para que todas las personas interesadas puedan conocer
su verdadero sentido y alcance.
Las normas deontológicas no son un catálogo de deberes morales, sino que tienen consecuencias
de tipo disciplinario; que establecen una serie de deberes de obligado cumplimiento, por lo que no
pueden reducirse a consejos acerca de un comportamiento deseable; y que, tanto en la tradición
colegial como en la doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo, han sido sancionadas, tienen
cualidad de ley para los colegiados, de ley de obligado cumplimiento.
3- Tipicidad. La Real Academia Española define a la tipicidad como un: “ Principio jurídico en virtud
del cual en materia penal o sancionatoria no se pueden imponer penas o sanciones sino a
conductas previamente definidas por la ley”. El principio de tipicidad se refiere a la ineludible
necesidad de la predeterminación normativa de las conductas ilícitas y sanciones correspondientes.
Se ha admitido la flexibilización del principio de tipicidad en la materia sancionadora en relación a
los colegios profesionales.
4- Publicidad. Exigencia de difusión. La adecuada publicación de las distintas normas adoptadas por
el colegio, en término que garantice su conocimiento, su autenticidad y su constancia, y que además
permita la impugnación en un proceso declarativo acerca de su validez, deviene en un requisito
imprescindible para hacer posible que su cumplimiento resulte sometido a sanciones.
A pesar de que no sea necesaria la publicidad en un diario oficial, la eficaz difusión de las normas
deontológicas y el aseguramiento de su completo conocimiento por los miembros de la corporación,
constituye un presupuesto inevitable para su correcta aplicación. En virtud del carácter
esencialmente preventivo y didáctico de las normas deontológicas, es necesario que sean conocidas
por todos sus destinatarios: profesionales, clientes, y potenciales clientes; es decir, es necesario un
conocimiento general accesible.
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Además, los colegiados tienen la obligación de procurar su conocimiento y difusión. Para ello, sería
deseable que el colegio también procurara a los colegiados una adecuada formación en
deontología. El profesional debe conocer su código deontológico, el cual, además, no es estático, va
evolucionando y adaptándose a la realidad social.
Alcance del Código. De acuerdo con el Código de Ética del Criminalista, Deontología Pericial
confeccionado por Juan Gilberto Cabrera Molina en el apartado decimonoveno dice que: “ Las
normas de este Código regirán todo tipo de ejercicio de la criminalística. De consiguiente serán
aplicables cualquiera que sea la forma que revista la actividad del criminalista; la especialidad que
cultive; la relación existente entre el criminalista y el cliente; la naturaleza de la retribución; y la
persona a quien se presten los servicios”.
Aplicación del código. Según el Código de Ética del Criminalista, Deontología Pericial confeccionado
por Juan Gilberto Cabrera Molina en el apartado vigésimo “En la observancia y aplicación de este
Código se atenderá el espíritu de elevada moral y superior justicia que los inspira. En consecuencia,
al resolver sobre las quejas o acusaciones que se presenten por infracción de sus preceptos, se
tomarán en cuenta todas las circunstancias del caso para determinar, en conciencia, si se ha
violado dicho espíritu”.
El ámbito de aplicación de un código deontológico puede ser general o especial. En el primer caso,
comprende a todos los profesionales que se encuentren bajo un mismo “título”, es decir, que
compartan una misma actividad profesional derivada de una titulación universitaria o terciaria. En
tanto, que el ámbito de aplicación será especial, cuando sólo comprenda a los profesionales
válidamente matriculados en un colegio determinado y que compartan ciertas actividades. Así,
solamente podrá exigírseles, a aquellas personas que se encuentren inscriptas y matriculadas.
En tanto el Código Ético Profesional del Colegio de Criminalistas de Chile, considera que el ámbito
de aplicación de sus normas serán: “…aplicables en relación a todo aquel que se encuentre
matriculado en el Colegio de Criminalistas de Chile, en razón de su estado Universitario y en el
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ejercicio de su Profesión. Es así como el Criminalista al matricularse en este Colegio, deberá hacer
una promesa solemne, indicando que cumplirá fielmente este Código de Ética Profesional.”
Este órgano es uno de los tantos órganos que puede constituir un Colegio profesional. Tiene a su
cargo la responsabilidad de ejercer el control de la actividad del profesional en su ejercicio efectivo
de sus tareas específicas. Al ser un tribunal investiga, evalúa, amerita y juzga la conducta del
profesional que supuestamente se hubiese apartado de las normas y principios éticos que regulan
la profesión, dándole cauce a partir de un proceso disciplinario revestido de todas las formalidades y
garantías para el profesional.
Generalmente está compuesto por un número impar, con miembros titulares y suplentes, elegidos
según la forma que establecen los estatutos o las leyes que rigen el ejercicio de una actividad
profesional determinada.
c) velar por el cumplimiento del Código de Ética, por parte de los colegiados.
Régimen de sanciones
1. Leves.
2. Graves.
3. Gravísimas.
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Estas faltas pueden merecer las siguientes sanciones, ordenadas según el criterio de la más leve a
la más grave:
a)- Apercibimiento o llamado de atención. Esta sanción puede ir acompañada con una constancia en
el legajo personal. Según la ley provincial de Corrientes N° 6.208 esta sanción puede ser privada o
pública (Art.° 36 inc. a y b).
b)- Suspensión de la matrícula. Este tipo de “pena” puede ser temporal o hasta la ocurrencia de una
circunstancia determinada. Esta suspensión puede acarrear otras medidas correctivas tales como:
dejar constancia en un legajo personal, o comunicar de tal comportamiento a los órganos judiciales
correspondientes, o una multa de carácter pecuniario (como se puede apreciar en el Art.° 30 incs. a
y b la ley N° 10.199 del Ejercicio profesional de Criminalística, Calígrafo Público y Accidentología Vial
de la provincia de Entre Ríos).
c)- Cancelación de la matrícula. Es una medida extrema, donde se debe garantizar, al profesional
investigado, el debido proceso en todo momento. Si el accionar violatorio de la persona amerita,
será preciso realizar la denuncia judicial en el ámbito penal y civil. La ley 10. 199 posibilita la
reincorporación del sancionado, previo pedido a la Asamblea del Colegio, cuando hayan transcurrido
tres años de la cancelación de la matrícula.
Existen ordenamientos jurídicos que establecen, además de las sanciones, los alcances de cada
medida restrictiva, como así también los requisitos para la aplicación efectiva de aquellas. Tenemos,
por ejemplo, el Art.° 36 de la ley 6.208 de la provincia de Corrientes que dice:
a) apercibimiento privado;
b) apercibimiento público;
c) multa;
d) suspensión por un término no mayor de (1) un año;
e) cancelación de matrícula.
a) cuando el colegiado haya sido condenado por delitos cometidos en el ejercicio profesional;
b) cuando haya sido suspendido más de tres (3) veces en el ejercicio profesional en los últimos
cinco años”.
En otro orden de ideas, es imperioso mencionar lo establecido en el código de ética del Colegio
Profesional de Criminalística de Misiones, en cuanto a la graduación de la sanción: “Compete al
Tribunal de Disciplina establecer el tipo de sanción que ha de aplicar en cada caso concreto,
teniendo en especial consideración:
B) La especial situación de las personas directamente afectadas por la falta y sus consecuencias.
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Declaració n de censura
Por ejemplo, se podría declarar la censura a una persona matriculada cuando ha sido condenado
judicialmente por un delito penal que afecte su buen nombre y honor. Esta situación “afectaría el
decoro en la profesión” por tanto habilitaría la declaración de censura.
Otro ejemplo podría ser denunciar ante el colegio o ante la justicia, según corresponda, la notoria
inconducta o deslealtad de un colega, ya que esto afecta a la dignidad de la profesión.
Una conducta del profesional contraria a la ley, a las normas, a los usos y costumbres o a la
buena fe.
Esa conducta debe ser realizada fuera de la jurisdicción y competencia del Colegio
Profesional.
Ese comportamiento contrario a las reglas, debe tener una trascendencia pública notoria. Es
decir, que el evento debe ser conocido por un gran número de personas, que individualicen
que tal persona, de una profesión determinada, llevó a cabo un acto indecoroso.
La conducta debe afectar el decoro de la profesión.
La declaración de censura es facultativa. Esta interpretación se desprende de frase: “…
podrá ser motivo”.
Generalmente, los códigos deontológicos presentan, en mayor o menor extensión, los siguientes
contenidos:
2- Deberes hacia los clientes. Es primordial el trato respetuoso, cordial y honesto hacia los clientes,
preservando en todo momento la confidencialidad de las declaraciones y dichos.
3- Deberes hacia los colegas. Abarca las reglas de confraternidad, en cuanto a las prácticas
conjuntas e individuales.
4- Deberes con la sociedad. El bien común de la profesión debe tener un destinatario final, y ese lo
representa la sociedad en su conjunto.
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Unidad N° 5
El deber con uno m ismo es un concepto muy amplio que comprende aspectos tan diferentes como
variados a saber: el deber de cuidar nuestra salud, en donde prevenir juega un rol fundamental, el
aseo personal es un deber moral y puede definirse como una cualidad social, el beber y comer con
moderación, sin incurrir en excesos, el deber de trabajar, el de aprovechar los buenos tiempos,
prestando vital importancia el ahorro, la economía y los aspectos previsionales que serán muy
importantes en nuestra vida, el deber del decoro en nuestra forma de vestir y de interrelacionarnos
con las demás personas. En otras palabras, el deber con uno mismo encierra una idea común en
todos los aspectos anteriormente mencionados, que es respetar la vida propia, evitando los
excesos, o en el caso extremo el suicidio.
Asimismo hay quienes piensan en la inexistencia de los deberes hacia uno mismo, por diferentes
razones, tales como: “… son falsos deberes porque entrañan una contradicción”.
Consultado el día 27/0/2016 http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-24502008000100008
Independencia e imparcialidad
Independencia
El profesional tiene libertad, pero esta libertad no es indefinida sino que tiene límites; en otras
palabras se encuentra condicionada. En este aspecto radica la independencia de sus decisiones. Es
por ello que el hombre que tiene libertad puede decidir, puede decir sí o puede decir todo lo
contrario.
En situaciones diversas, el profesional no sabrá qué hacer o cómo hacerlo. Por todo esto, el Perito
primero recurrirá a su razonamiento y luego lo “tamizará” con los principios morales. Si logra una
armonía necesaria y está convencido que es lo mejor, ejecutará el acto decidido. Hay veces que,
ante decisiones, el profesional se angustia porque debe elegir entre dos males, valorando cuál de
ellos será el menos perjudicial.
En otro sentido, el Perito tendrá independencia, cuando se encuentre exento de toda presión en la
toma de decisiones, como así también en la ejecución de sus labores. A veces, será preciso, que el
Perito consulte a otros colegas, cuando por sí, no pudiera resolver las cuestiones que tengan que
ver con su tarea.
Neutralidad e imparcialidad
El acto de interpretar involucra también relaciones interpersonales que se dan en tríada. De allí la
importancia de analizar cuál debe ser la postura que asume el intérprete en este enlace tripartito.
Por lo tanto, en primer término se ingresará al análisis de un principio ético llamado neutralidad
para abordar, en segundo lugar, un concepto emparentado con ésta, la imparcialidad. Se trata del
intérprete en la situación de mediación comunicativa frente a las partes intervinientes.
Neutralidad significa abstención de inclinarse a favor o en contra de alguna de las partes usuarias
del servicio de interpretación. La palabra “neutro” proviene del latín neuter que significa “ni uno ni
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otro”. Representa una facultad que tiene el intérprete que le permite renunciar a realizar injerencias
en pro de alguna de las partes.
Constituye la toma de posición equidistante entre ellas y también en relación con los intereses de
esas partes. La independencia es una garantía de neutralidad frente a los involucrados en la
comunicación.
Probablemente, en este caso, puede resultar más claro posicionarse en la línea de la neutralidad,
porque sus servicios no han sido solicitados por ninguna de las partes en especial. Cuando el
intérprete no es convocado por un tercero, ni por elección compartida entre ambos usuarios del
servicio, se está ante la presencia de un intérprete de parte.
Hecha esta salvedad, se sobreentiende que todos los intérpretes, incluso los de parte, deben
respetar este principio ético que le dará eficiencia a su labor. Es que la neutralidad no admite
vínculos entre el intérprete y las partes.
Por otro lado, la imparcialidad significa colocarse en una postura que manifieste que no se está a
favor o en contra de una de las partes. El intérprete interviene en el acto comunicativo, porque de
hecho es un mediador, pero no debe interferir; esto es, interviene pero no interfiere. Imparcialidad
es ecuanimidad, equidad, objetividad, equilibrio.
Se trata de otro principio esencial en la comunicación en tríada que alude a un estado mental. Este
estado mental describe la ausencia de preferencia o riesgo de preferencia hacia cualquiera de las
partes involucradas. Es asumir una postura sin favoritismos que permite realizar el trabajo de
interpretación libre de presiones.
Ambos principios éticos deben observarse en todo acto de interpretación y con especial atención
cuando se actúa como auxiliar de justicia, es decir, como perito o intérprete ante un tribunal.
La idoneidad
Se entiende por idoneidad la aptitud psicofísica para ejercer la profesión. Si bien el título es un aval
de competencia y de capacidad, puede ocurrir que el intérprete no tenga suficiencia física o psíquica
para el ejercicio de la profesión.
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La idoneidad tiene base constitucional, en el Art. ° 16 CN “…Todos sus habitantes son iguales ante
la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad”.
La honradez
En este tema seguimos a Viviana Burad, quien expresa que la honradez profesional hace referencia
a la cualidad de probo, a proceder con rectitud y a la actitud de bondad al obrar. Es honorabilidad,
integridad y rectitud; es rechazar la mentira y el soborno; es seguir el dictado de la conciencia moral.
Hace también a esta figura que el intérprete sea franco con los usuarios del servicio en el sentido de
no engañarlos y, en su caso, confesar su incompetencia para resolver una cuestión. Esta situación
de sinceridad laboral va a contribuir a que se mantenga su equilibrio ético.
En el Código de Ética del criminalista elaborado por Juan Gilberto Cabrera Molina en el apartado
Cuarto, establece una postura sobre la honradez, a saber:
“El criminalista debe obrar con probidad y buena fe. No ha de aconsejar actos dolosos o afirmar o
negar con falsedad, hacer citas inexactas, mutiladas o maliciosas, ni realizar acto alguno que
estorbe la buena y expedita administración de justicia”.
La honestidad e integridad
Ser honesto significa para la RAE “decente o decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, probo,
recto, honrado”. Es decir, cuando existen tantas definiciones o acepciones en un término es porque
su significado es de difícil definición, o dicho en otras palabras, se sobreentiende la idea de la
honestidad, pero al expresarlos en palabras es donde surge una aparente vacilación.
Ser integro equivale a no “carecer de ninguna de sus partes” morales o éticas. Cuando se dice que
una persona es íntegra quiere decir que es recta, proba, intachable. Que tiene todo lo que una
buena persona requiere para ser virtuosa, y que es un siempre un referente o ejemplo a seguir.
El decoro
Se entiende por decoro el respeto que debe tener el criminalista hacia quienes contratan sus
servicios. Se trata de la seriedad en las acciones o en las palabras, al pudor y recato en su
apariencia física. Se trasluce en el lenguaje que utiliza, y en su comportamiento. De allí la
importancia de presentar un aspecto cuidado, acorde y adecuado al lugar, tiempo y espacio en
donde desempeña su labor.
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adecuación a las circunstancias de tiempo y lugar. Incluso el modo de andar, los tonos de voz, el
vocabulario que usa son factores que constituyen el decoro. No atenta contra él la humildad de la
ropa pero sí la dejadez, la desprolijidad y el desorden en los elementos personales. Esto deja
traslucir falta de respeto a sí mismo y hacia los que contratan el servicio de interpretación de
indicios. El decoro hace a la seriedad profesional y a la actuación responsable (Ruiz, 1994).
La transparencia y la objetividad
Una persona goza de la cualidad de la transparencia, o sea que puede ser calificada como
transparente, cuando su accionar es: “claro, evidente, que se comprende sin duda ni ambigüedad”.
En otra acepción posible, podemos decir que una persona es transparente cuando: “se deja adivinar
o vislumbrar sin declararse o manifestarse”.
En cuanto a la objetividad, podemos decir que se trata de un término que encierra varias ideas
posibles en el ejercicio profesional. En primer lugar, podemos manifestar que: hace alusión a la
cuestión en sí misma, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir. En otro sentido
podemos destacar que una persona es objetiva cuando su actuación es desinteresada o
desapasionada. Lo objetivo es algo que existe realmente, fuera del sujeto que lo conoce.
En cuanto a la actuación de los peritos, estos deberán tener en consideración, como mínimo, los
siguientes supuestos:
a- Prolijidad en los escritos. Un informe pericial bien redactado, en buen estado formal y externo,
estructurado con caracteres (monocromáticos o a color) comprensibles, con un texto fácilmente
“legible”; perpetrado en un soporte de buena calidad (papel), con gráficos y fotografías
demostrativas, y sin ningún tipo de imperfecciones (arrugas, cortes, borrados, manchas de
sustancias, etc.), representará a prima facie, la mejor carta de recomendación. Es importante el
aspecto externo de nuestros escritos, porque la prolijidad es una cualidad distintiva de la persona,
que lo enaltece y lo reivindica como profesional.
Pero no hay que perder de vista que lo externo o la “apariencia” de nuestros informes, deberá,
irremediablemente, estar acompañada por un contenido técnico acorde y preciso. De nada sirve una
excelente presentación, si lo que expresamos en el informe no tiene gravitación o fundamentación.
Tanto la prolijidad como el contenido coherente, representarán un par ordenado que, en lo posible,
deberán estar presentes y reunirse en las labores periciales.
b- Puntualidad en la entrega de las pericias. “Una Justicia lenta no es Justicia”. Si tomamos esta
máxima y la aplicamos en el ámbito profesional, entendemos que las pericias deberán ser
entregadas en tiempo oportuno. Esto deberá ser así, no sólo por las consecuencias legales que
acarrea (por ejemplo una impugnación de la pericia por extemporánea) sino también por las
sanciones procesales posibles (v.gr. inhabilitación para realizar nuevas pericias).
Pero además de estos fundamentos, no hay que olvidarse de una razón primordial: que con la
puntualidad coadyuvamos a la aspiración de Justicia y la verdad real de los hechos controvertidos.
Un profesional que se desentiende de la puntualidad, tanto en la entrega de sus informes, como en
el comparendo a las audiencias que debe asistir, será “marcado” por sus pares (y terceros) como un
profesional “desinteresado” por su trabajo.
Atender el asunto encomendado con diligencia y genuina preocupación, serán puntos decisivos para
el Perito, quien no podrá apartarse de ellos. Si actúa como auxiliar de la Justicia, es decir, como
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perito designado de oficio o a propuesta de parte, no deberá originar demoras en la administración
de Justicia, excepto, cuando por circunstancias dadas, fuese excusable la demora y pueda justificar
las causas ante el tribunal.
De acuerdo con la Real Academia Española el término honorario tiene varias acepciones. En primer
lugar lo define como “que sirve para honrar a alguien”. De igual modo, se entiende que honorario es
un “sueldo de honor” y más precisamente, hace alusión al importe de los servicios de algunas
profesiones liberales.
Después de todo el sacrificio personal que desplegó el estudiante de esta Ciencia, el fin de los
honorarios, es que el novel profesional podrá “complacerse” con los frutos que genera su actividad
pericial.
Los honorarios del profesional deberán ser considerados como una contraprestación al servicio
pericial prestado. En otras palabras, el monto de los honorarios estará en función de la complejidad
del caso, del tiempo necesario para realizarlo, y demás factores que pudieran influir y modificar el
cuantum (por ejemplo, al practicar una pericia, el profesional está restando tiempo y valor a otras
actividades lucrativas o simplemente recreativas).
Una profesión digna requiere que los honorarios fijados por su labor también sean meritorios. La
retribución en dinero o especies, por el trabajo llevado a cabo, deberá satisfacer “plenamente” las
necesidades del profesional y de su grupo familiar. Asimismo, deberá ser de tal importancia, que
desincentive actos repulsivos o corruptos, tendientes a procurar más dinero. El profesional le
corresponderá ser una persona prudente, evitando en todo su accionar la avaricia y otros vicios.
Adelantos de honorarios: desde el punto de vista ético ¿qué problemas acarrean? Sin perjuicio de lo
dicho anteriormente, uno de los problemas morales radica en el hecho de que el cliente “adelante”
una suma de dinero por las labores periciales a realizar. Este caso es una situación muy común y
propicia para el profesional, ya que en la práctica le permite garantizarse de efectivo para no costear
por su cuenta la investigación. Pero en el ámbito ético acarrea, sino se está atento, muchos
inconvenientes. El principal problema que se origina es “que el Perito se siente compelido
éticamente a realizar todos aquellos actos que redunden en beneficio del cliente”, y en algunos
casos se traspasa el límite que impone la moral.
En el Código de Ética del Criminalista de Juan Gilberto Cabrera Molina, el tema de honorarios está
muy detallado. En el apartado cuadragésimo tercero menciona que: “Al estimar sus honorarios, el
criminalista debe recordar que su profesión lo obliga, ante todo, a colaborar en la aplicación del
derecho y a favorecer el triunfo de la justicia, y que la retribución por sus servicios no debe constituir
el fin principal del ejercicio de aquélla; tal retribución no ha de pecar por exceso ni por defecto,
contrarios ambos a la dignidad profesional”.
Esto nos permite analizar varios aspectos. La prohibición de no convenir honorarios con las partes ni
recibir una suma de dinero antes de la regulación judicial, obedece al criterio de imparcialidad que
debe tener un perito. En principio, esta limitación solo cuenta para los peritos cuya designación fue
realizada por el tribunal, es decir, de oficio. Si la labor pericial consiste en un asesoramiento privado
de un cliente este valladar no tiene eficacia.
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Recordar que si el perito solicita lo que comúnmente se denomina “adelanto de gastos”, es
probable que las partes hagan efectivo dicho pedido, a partir del depósito del dinero en una cuenta
especial del tribunal. En estas situaciones el profesional deberá pedir que se libre cheque para
poder cobrar el monto depositado. Por último, como es un importe destinado para cubrir los gastos
que incurre el perito, es probable que se le solicite, dentro del proceso, que acredite en detalle los
mismos.
En otro particular, pero relacionado con el tema, en los procesos civiles cuando en el expediente
principal se esté tramitando el incidente conocido como B.L.S.G. o sea, el beneficio de litigar sin
gastos, el pedido de anticipo de gastos no es viable.
En el Código de Ética del Criminalista de Juan Gilberto Cabrera Molina establece las bases para la
estimación de honorarios. En particular, el apartado cuadragésimo cuarto dice: “ Para la estimación
del monto de los honorarios, el criminalista debe atender a lo siguiente:
Además, en el apartado siguiente reglamenta una modalidad de pago que se puede convenir entre
el profesional y su cliente llamado pacto de cuotalitis. En sí este tipo de contrato establece las
relaciones internas entre el profesional y el cliente, los límites en la forma de percibir honorarios, los
términos para hacer eso posible, la situación eventual de no cobrar ningún tipo de monto
(asumiendo todo el riesgo) y demás avatares.
Para la regulación de honorarios, la jurisprudencia tiene en cuenta el fallo Yerga. Los honorarios de
los peritos se regulan teniendo presente la doctrina que emana de “Yerga” (Suprema Corte de
Mendoza, 25/octubre/2005, LS 358-195) en el modo resuelto en “América Latina Logística S.A.”
del mismo Tribunal en fallo de fecha 05 de agosto de 2009 (LS 403-080). Así distribuyo el cuatro
por ciento de la base regulatoria entre los cuatro peritos, en función de la labor que contempló a
través de cada una de sus experticias, la que consideró equivalente dentro del ámbito de las
respectivas incumbencias profesionales.
La RAE define a la incompatibilidad como el “impedimento o tacha legal para ejercer una función
determinada, o para ejercer dos o más cargos a la vez”. De esta definición podemos analizar varios
aspectos.
Inhibir para la RAE es “impedir o reprimir el ejercicio de facultades o hábitos”. En otras palabras, es
prohibir, estorbar o impedir. Además agrega como definición de inhibir “abstenerse o dejar actuar”.
En este último sentido hay que entender el término inhibición en los códigos de ética o
deontológicos. Es decir, el profesional criminalístico deberá dejar de actuar cuando concurra una
circunstancia previamente establecida en una norma.
Otra interpretación posible del término inhibición es considerarla como una prohibición en el
ejercicio profesional. Por ejemplo, el criminalista o perito forense debe inhibirse de actuar
(abstenerse porque le está prohibido) asesorar, en forma simultánea o sucesiva, a personas que
tengan intereses contrarios. Esta prohibición se extiende a los profesionales criminalísticos que se
encuentren asociados en un mismo estudio.
Otros ejemplos de inhibición- prohibición las encontramos en las siguientes situaciones: cuando se
procuran clientela por medios indecorosos, ímprobos e indignos de la profesión, o cuando lo hacen
por terceras personas o intermediarios; cuando ofrecen servicios cuyas soluciones son
encubiertamente contrarias a la ley, la moral o el orden público; o cuando actúan como peritos
privados en contra del Estado provincial y sus reparticiones, y al mismo tiempo, estos profesionales
se desempeñen como empleados públicos de la provincia.
La interposición de personas
Hay veces que el novel profesional, para insertarse en el medio o en el “ambiente”, está tentado a
llevar a cabo ciertas labores que rozan con la incompatibilidad, prestando su firma a cambio de un
trabajo remunerado. Es importante que el profesional sepa discernir estas situaciones para adoptar
las decisiones que correspondan, asumiendo las responsabilidades que acarrean.
El código de ética del criminalista de México en el apartado trigésimo tercero, titula: “Ayuda a
quienes no están autorizados para ejercer la Criminalística” y dice: “Ningún criminalista debe
permitir que se usen sus servicios profesionales o su nombre para facilitar o hacer posible el
ejercicio de la profesión por quienes no estén legalmente autorizados para ejercerla. Salvo el caso
de asociación o colaboración profesionales, amengua el decoro del criminalista firmar escritos en
cuya redacción no intervino, y la respetabilidad de su firma impide que la preste, sobre todo a
persona no autorizada para ejercer la profesión”.
Otros normas que regulan la actividad profesional especifican que está prohibido disponer la
distribución o participación de honorarios con personas que carezcan de título habilitante para el
ejercicio profesional; como así también facilitar de cualquier forma, el ejercicio de funciones propias
por quienes carecen de título habilitante o por quienes teniéndolo por cualquier causa no pudieren
ejercerlas (ley del ejercicio de la abogacía en la provincia de Mendoza).
En el decálogo ético del perito criminalista compilado por el Dr. Rafael Hernández de la Torre, punto
3 “Actuar con profesionalidad” contempla que se debe: “Utilizar de manera eficiente los
conocimientos técnicos, tácticos y metodológicos de la ciencia Criminalística, que le permitan
contribuir eficazmente al esclarecimiento de los hechos que enfrenta”. Y en el punto 9 del mismo
trabajo que titula “Espíritu de Superación” expresa: “El perito Criminalista debe superarse
constantemente, combinando la lectura y el estudio de los clásicos del género, con la búsqueda
permanente de los nuevos descubrimientos del desarrollo de la Ciencia y la Tecnología, que lo
mantengan siempre actualizado”.
En los tiempos que corren, un buen profesional debe estar permanentemente, actualizando sus
conocimientos, y en la medida posible, adquiriendo materiales e instrumentales de última
generación. Todas estas mejoras deben tener como motivaciones: la superación y
perfeccionamiento personal, la posibilidad de brindar un excelente y más adecuado asesoramiento y
servicio, la necesidad de contribuir positivamente con la Justicia, y por qué no la instauración de una
“competencia sana” con sus colegas, que permitirá el desarrollo y avance de los conocimientos de
la Criminalística.
La Criminalística es una Ciencia dinámica, ya que adopta los conocimientos de otras ciencias y
técnicas propias de una época, y las aplica en la investigación de un casus. En su oportunidad
recurrió al dibujo, a los croquis, a la fotografía analógica en blanco y negro, etcétera. Actualmente
está “adaptando” conocimientos de la filmografía, la video edición digital, la fotografía digital,
programas informáticos de dibujo técnico y demás prestaciones que hacen a la informatización de
los recursos periciales. Seguramente, se recurrirá a otros métodos de investigación y
documentación, acorde a un futuro cercano.
Ante el avance tecnológico nos surge un interrogante: ¿Pueden aplicarse las herramientas
informáticas en los casos investigados por peritos criminalísticos? En cuanto a la respuesta, no hay
que dudar, sí se puede.
27
Es importante desmitificar que los informes periciales no pueden basarse, para la acreditación e
interpretación del medio de prueba (v. gr. fotografía en particular o pericia en su conjunto), de
proyecciones audiovisuales (analógicas y digitales) o de fotografías digitales. Quienes sostienen la
negativa de la aplicación expresan como fundamentos la facilidad con que pueden alterarse estas
representaciones (prueba documental).
Encontramos la respuesta a este valladar (obstáculo que durante mucho tiempo nos hicieron creer)
en la ignorancia y el temor infundado de colegas y personas en general, que no están capacitadas
para implementar estas “nuevas prestaciones o herramientas” informáticas para esclarecer el
dinamismo de un hecho. Con el argumento de la “adulteración”, además de esconder ciertas
carencias e incapacidades propias, suspendieron y postergaron la implementación de los recursos
informáticos, perjudicando sobremanera nuestra labor pericial.
En otras palabras, en vez de incentivar al progreso de la Ciencia, negaron por largo tiempo la
evolución y nos hicieron quedar en un estado culpable (por negligencia, inexperiencia, impericia o
inobservancia de las reglas de nuestra profesión) o sea, sin respuestas, o mejor dicho con una única
y simple respuesta “no se puede”. Ahora, debemos demostrar que sí se puede, explicando clara y
afirmativamente los argumentos que avalan la implementación de las herramientas informáticas en
el quehacer pericial y forense.
Asimismo, agrega a continuación que: “El colegiado, cuando en su ejercicio profesional desarrolle
actividad docente, tiene el deber de velar por la buena calidad de enseñanza de la profesión,
haciendo especial mención de los principios éticos y deontológicos, consustanciales con la misma”.
Fuente: Deontología Profesional: Los Códigos Deontológicos, Unión Profesional, Julio 2009, pág. 26 y 27
Quien podría negar la influencia que tienen los medios de comunicación, el internet y en especial,
las redes de información, como así también las formas de información instantánea que actualmente
se explotan.
Cabe recordar, que ninguna de estas situaciones planteadas se encuentra regulada o reconocida en
una norma legal. Solo puede mencionarse como una limitación, que dichas formas de
asesoramiento no rocen lo ilegal o inmoral.
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Unidad N° 6
En este tema seguimos a Burad, quien considera bajo el término “incorruptibilidad” y dice que:
“Lamentablemente, la corrupción es un término que se ha convertido en parte del vocabulario diario
y que significa “acción o resultado de corromper”. Deteriorar, alterar, estropear, abusar, son
acciones que llevan a la corrupción cuando se realizan actos contrarios a la moral o a la ley”.
Además agrega que: “El pluriempleo, la dicotomía y el soborno, representan tres conductas
inmorales que pueden afectar en forma indirecta a la comunidad de… profesionales y provocar
situaciones tensas entre colegas”.
Pluriempleo
El pluriempleo es un tema que está relacionado, en cierta forma, con las incompatibilidades y las
inhibiciones. En particular, considera que: “El pluriempleo, como su nombre lo indica –ya que el
prefijo “pluri” significa mucho o más–, consiste en el ejercicio de varios cargos y trabajos a
sabiendas de que no se pueden desempeñar adecuadamente. Puede suceder que el intenso trabajo
de una persona que abarca lo que no puede cumplir ocasione un mal para el grupo…, ya que el
hecho de que un solo… acapare muchas actividades, seguramente signifique, como contrapartida,
que otros… queden fuera de la actividad. Y más aún si cuando se abarcan demasiadas labores, el
resultado es la falta de eficiencia en el trabajo”.
Dicotomía
“La dicotomía significa división en dos partes y representa la conducta de dos … peritos: uno de
ellos cobra ilegalmente una comisión al otro por haberle recomendado “clientes” e, inversamente, el
otro paga ilegalmente esa comisión porque éste le consiguió “clientes”. Se trata de la repartición
indebida o fraudulenta de honorarios que se bifurcan, se dividen en dos partes”.
Soborno
Soborno significa “comprar” a una persona con regalos o dinero para conseguir que realice una
acción que va a beneficiar al sobornante. Otra definición propuesta: “el soborno es un modo que
manifiesta el incentivo ilegítimo de una persona, ya sea con bienes o dinero, para obtener que haga,
no haga o deje de hacer algo que conlleva una ganancia al sobornante o a un tercero próximo a él”.
Éste trata de captar, mediante cosas materiales, la voluntad de una persona para hacerla actuar a
su favor. Es decir, que esta conducta, hace referencia a comisiones, regalos, dádivas o ventajas
para conseguir determinadas concesiones para sí o para terceros. El soborno no debe aceptarse ni
ofrecerse por el ejercicio o el cumplimiento de una obligación profesional, ya que inclina la voluntad
del profesional que debe ser imparcial y neutral.
El soborno constituye una figura penal llamada cohecho, que se encuentra reprimida con pena de
prisión e inhabilitación especial en el capítulo VI del Código Penal.
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La inhabilitación especial implica la privación del empleo, cargo, profesión y la incapacidad para
obtener otro del mismo género durante la condena (art. 20, Código Penal).
Todos los profesionales, y en especial, los peritos o criminalistas tienen derecho a la fama y el
honor.
Viviana Burad expresa que: “Se entiende por fama a la opinión o estima que se tiene comúnmente
de una persona. Si su modo de vida o su conducta ante los demás es intachable, adquiere buena
fama, estima y reconocimiento por sus cualidades. Este principio ético es muy importante para el
ejercicio laboral porque sobre la base de la buena fama se construye el prestigio profesional. De ella
depende su porvenir y es también un derecho profesional.
Francisco Letizia (1983) realiza una distinción en relación al concepto de fama determinando que
ésta puede ser verdadera o falsa. Si alguien tiene fama de competente, y en verdad lo es, se trata
de fama verdadera. La fama falsa, por el contrario, hace ver al profesional como honrado cuando no
lo es.
Es importante también tener en cuenta que existen diferencias entre la fama y el honor.
El honor es el testimonio de la buena fama que se tiene, es una testificación de la excelencia ajena,
mientras que la fama es la opinión pública de esa excelencia. Se honra a los hombres virtuosos y a
los que sobresalen por la honorabilidad de sus actos y la eficiencia de sus trabajos”.
Como un primer acercamiento al tema podemos expresar que el criminalista no debe buscar ni
intentar atraer los clientes que son asistidos por un colega profesional. Esta decisión, o sea, la de
cambiar de profesional debe ser tomada por el cliente. Lo ideal sería que el cliente elija a un
criminalista por la confianza que le tiene, o por la capacidad intelectual que revela, o por la fama u
honor que ostenta y no por el oportunismo, la envidia, el menor valor por igual tarea, etc.
En un segundo apartado, el perito forense debe actuar siempre con respeto y solidaridad en relación
con sus pares y bajo ningún aspecto debe formular manifestaciones que puedan menoscabar a otro
colega respecto de su idoneidad, prestigio o moralidad.
En tercer lugar, el respeto hacia los colegas sienta una base, que se describe a partir de una serie
de deberes. Tales como los que menciona el Código de Ética confeccionado por el Colegio de
Criminalística de la provincia de Misiones. En específico, el artículo 5 establece que: “Deberes del
criminalístico respecto de sus colegas:
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E) Abstenerse de actuar en institutos que desarrollen sus actividades en forma engañosa o con
procedimientos incorrectos, que emitan títulos o certificados que puedan confundirse con los
diplomas profesionales habilitantes o que pretendan equiparar sus atribuciones a las de los
Criminalísticos.
F) Abstenerse de utilizar o aceptar la intervención de gestores o corredores para captar clientes o
trabajos profesionales.
G) Abstenerse de atraer clientes de un colega, empleando para ello cualquier recurso o ardid reñido
con los principios de este Código, teniendo en especial consideración lo establecido en el art. 5º
inciso B) de esta norma.
H) No delegar funciones que le hayan sido encomendadas teniendo en consideración a su persona y
conocimientos, ni -en consecuencia- prestar su firma en labores profesionales encubiertamente
delegadas.
I) Denunciar cualquier incompatibilidad que le impida cumplir su labor profesional en los términos
exigidos por los códigos de procedimientos y por los apartados G), H), I) y J) del art. 4º de este
cuerpo ético.
J) No impedir, dificultar ni obviar la actuación de colegas con función de consultores técnicos o de
peritos de parte. La violación a esta norma será considerada falta grave”.
En tanto la ley 10. 199 en su artículo 40 especifica que: “Son deberes del profesional en
Criminalística, Calígrafo Público y Accidentología Vial en relación a sus colegas:
En otro orden de ideas deberá existir siempre un respeto hacia el obrar ajeno. Esto se traduce en
respetar la propiedad intelectual, el derecho de autor y el derecho a la imagen que tiene un colega.
No hay que olvidar los principios fundamentales de toda profesión, tales como la solidaridad y la
libre asociación para fines lícitos (en otras palabras el trabajo en equipo).
La amabilidad y fraternidad
Entre los criminalista debe haber fraternidad que enaltezca la profesión, y respeto recíproco, sin que
influya en ellos la animadversión de las partes. Se abstendrán cuidadosamente de expresiones
malévolas o injuriosas y de aludir a antecedentes personales, ideológicos, políticos o de otra
naturaleza, de sus colegas”.
Y en el apartado siguiente determina que el profesional forense debe: “Intervenir en favor de sus
colegas en el caso de injusticia”.
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La consulta o asesoramiento del colega
Hay temas en la criminalística y en cualquier otra profesión que requieren para su tratamiento del
consejo de especialistas o de una cierta experticia, que solo se adquiere con el transcurso del
tiempo y la práctica forense. La consulta a un colega es inevitable. Es falso y malintencionado el
preconcepto de que debemos conocer todos los aspectos posibles de una problemática. Saber
reconocer nuestras propias limitaciones nos ilustra como seres humanos que intentan
perfeccionarse.
Los noveles profesionales, en sus primeros pasos, están casi obligados a consultar a un colega que
lleva un tiempo en la actividad. Recordar, entonces, cuando se adquirieron los conocimientos y la
práctica, ayudar y colaborar con otros colegas que recién están empezando la labor pericial, porque
“los conocimientos de toda Ciencia siempre se deben compartir”.
La competencia desleal puede tomar varias manifestaciones posibles. Desde una forma de
publicitar los servicios, asegurando el éxito de las pericias, hasta una descalificación del accionar,
injustamente y sin fundamentos, de un colega.
Debe existir competencia entre los profesionales, pero tal competencia debe ser leal. En otras
palabras, cuando se pugna por quien lleva a cabo mejor la actividad pericial, estamos
engrandeciendo nuestra profesión, nuestra Ciencia, nuestros conocimientos. Estamos
superándonos constantemente, y como en todo equipo, debemos orientar nuestros objetivos hacia
un norte común.
Con el título “invasión de la esfera de acción de otro criminalista” se aborda la presente temática del
intrusismo. El apartado quincuagésimo octavo expresa: “El criminalista no intervendrá en favor de
persona… asesorada pericialmente en el mismo asunto por un colega, sin dar previamente aviso a
éste, salvo el caso de renuncia expresa del mismo. Cuando conociese la intervención del colega
después de haber aceptado… la labor pericial, se lo hará saber desde luego. En cualquier caso,
tiene la obligación de asegurarse de que los honorarios de colega han sido o serán pagados.”
Todo profesional, ya sea que se encuentre matriculado en un Colegio o no, está obligado
moralmente, y a veces por la ley, a denunciar cualquier hecho o actividad que desarrolle una
persona en contra de la dignidad de la profesión. Si llega a nuestro conocimiento de la actividad
indecorosa de un supuesto profesional criminalístico o forense, sin dudar, hay que denunciarlo ante
el órgano que ejerce la superintendencia. Es un deber moral, que ayudará a fomentar y a depurar
nuestra profesión de personas inescrupulosas que solo buscan sacar provecho de una situación
determinada.
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La importancia de la creación de una asociación profesional
Para Burad “los seres humanos tienden naturalmente a agruparse, a reunirse, a organizarse con
fines específicos según sus necesidades, sus propósitos y sus finalidades de conjunto, lo que los
lleva a forjar una organización, que va –desde los albores de la humanidad hasta nuestros días–
desde una forma primaria y espontánea de unión hasta formas más sofisticadas que tienen que ver
con asociaciones jurídicas, donde se establecen por escrito los fines perseguidos, los medios de
lograrlos, los derechos y deberes de los asociados, los modos de asociarse y el objeto social que los
vincula”.
El Código Ético profesional del Colegio de Criminalistas de Chile en su artículo 6 establece los
deberes del criminalista hacia su Colegio. En detalle dice: “Es deber absoluto del Criminalista
prestar con entusiasmo y dedicación su Profesión, habilidades y capacidades, para el mejor éxito de
los fines colectivos del Colegio. Por lo tanto, todos aquellos cargos, encargos o comisiones que
puedan confiársele, deben ser aceptados y cumplidos procediendo la excusa sólo por causa
justificada. De esta manera, desempeñará sus obligaciones de forma personal y libre, bajo la
intervención moral o jurídica del Colegio, todo direccionado al interés profesional o propio del
mismo”.
En tanto que la ley 10.199 que regula el ejercicio profesional de Criminalística, Calígrafo Público y
Accidentología Vial de Paraná, Entre Ríos, establece en su artículo 39 lo que sigue: “Son deberes del
profesional en Criminalística, Calígrafo Público y Accidentología Vial, en relación al Colegio:
b) Comunicar todo cambio de domicilio que efectúe y la cesación o reanudación de las actividades
profesionales.
c) Contribuir al sostenimiento del Colegio a través de las cuotas y derechos que se fijen
oportunamente.
d) Comunicar al Colegio todo acto o conducta que afecte gravemente la dignidad de la profesión”.
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Unidad N° 7
En el código de ética del criminalista de México en el apartado séptimo, podemos encontrar con el
título: “Aceptación y rechazamiento de asuntos” este tema. En especial dice que: “El criminalista
independientemente tiene libertad para aceptar o rechazar los asuntos en que se solicite su… labor
pericial, sin necesidad de expresar los motivos de su resolución, salvo el caso de nombramiento de
oficio en que la declinación debe ser justificada. Al resolver, debe prescindir de su interés personal y
cuidar que no influyan en su ánimo el monto pecuniario del negocio, ni el poder o la fortuna del
adversario. No deberá hacerse cargo de un asunto sino cuando tenga libertad moral para dirigirlo.
Los criminalistas que reciban una iguala, que presten servicios en virtud de un contrato de trabajo, o
de servicios exclusivos, estarán obligados en principio a aceptar todos los asuntos que se les
encomienden, de la clase comprendida en el contrato que hayan celebrado o en el cargo o empleo
que desempeñen; pero deberán excusarse de atender un asunto concreto cuando se encuentren en
los casos de prohibición del párrafo anterior. Si el cliente, patrón o superior jerárquico no admitiere
la excusa y el … perito confirmare, después de un sereno examen, que es fundada, deberá sostener
enérgicamente la independencia que constituye un rasgo distintivo de la criminalística”.
La atención personal
Siguiendo la línea del código de ética del país del norte, en su apartado trigésimo quinto, trata el
asunto. Con el título “Atención personal del criminalista a su cliente”, nos expresa que: “Las
relaciones del criminalista con su cliente deben ser personales y su responsabilidad, directa, por lo
que sus servicios profesionales no dependerán de un agente que intervenga entre cliente y
criminalista”. La atención personal del cliente es un requisito ineludible, ya que la inmediación entre
el profesional y este, debe siempre existir. Recordemos que la comunicación puede concretarse por
muchos medios (por ejemplo por teléfono, por celular, por redes sociales), pero la atención al cliente
debe ser personal y en un lugar determinado.
La cortesía según la RAE es una: “demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o
afecto que tiene alguien a otra persona”. El buen trato debe ser una piedra angular en la relación
del profesional con el cliente. La cortesía debe existir con todos los clientes, sin importar los
condicionamientos propios de una relación. Es decir el buen trato profesional no distingue entre la
amistad, la condición sexual, o la condición económica, etc., del cliente.
Como dice el dicho: “lo cortés no quita lo valiente”. Esto hay que interpretarlo en sentido estricto, o
sea, que el profesional criminalístico debe construir un buen trato con las personas, y en especial,
con su cliente, sin detenerse en cualidades o características personales. Recordemos que la
vinculación con un cliente debe guiarse por la cortesía, el respeto y la fidelidad.
El respeto
El respeto debe estar presente en la relación que se establece entre el criminalístico y su cliente. En
toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, “trata siempre a cada uno, a ti mismo y a los
demás, con el respeto que le corresponde por su dignidad y por su valor como persona”. El principio
de respeto supone una sumisión general que se debe a todas las personas.
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Un criterio fácil que puede usarse para determinar si uno está tratando a alguien con respeto
consiste en considerar si la acción es reversible, o sino utilizando la empatía. Esta es la idea
fundamental contenida en la regla de oro: “trata a los otros tal como querrías que ellos te trataran a
ti”.
La dignidad del hombre es incondicionada (no admite ser relativizada, no puede depender de
ninguna circunstancia: sexo, edad, raza, salud, calidad de vida, y demás particularidades) y se
constituye en el soporte del conjunto de otros valores que permiten afirmar la universalidad de la ley
y de la sociabilidad humana racional y razonable.
La fidelidad
Cuando abordamos el tema de la fidelidad, tenemos que tener en cuenta lo que la doctrina llama el
deber de “la buena fe objetiva”. Esto impone el deber de obrar con lealtad y rectitud en todo
momento de la relación pericial. Es decir, obrar con buena fe objetiva en las tratativas anteriores a
la tarea pericial, cuando se inicia y desarrolla, en su interpretación y en la ejecución. De este modo,
se genera “confianza en el otro”, que es precisamente nuestro cliente. El cliente confía en que el
perito va a comportarse y a proceder conforme al criterio de la buena fe, como lo hacen los hombres
honestos. Este tipo de buena fe posibilita la interpretación de la conducta del perito, en el
cumplimiento de su obligación forense.
El profesional criminalístico debe observar la ley, es decir, acatar sus límites y su verdadero alcance
y sentido. Asimismo, el perito está comprometido a respetar las formas y la ley, y debe aconsejar a
su cliente a hacerlo también. Quien se desenvuelve fuera de la ley, ya sea transgrediendo u
omitiendo sus postulados, no merece llamarse profesional. Se da, precisamente, en los casos de
corrupción pericial.
La relación de confianza
Cuando un profesional se contacta por primera vez con una persona, potencial cliente de un servicio
criminalístico, es probable que haya sido por una recomendación de un conocido en común. Pocas
veces sucede que esto obedezca a un encuentro casual, sin ningún tipo de “antecedentes”. Por
tanto, la confianza se construye desde un principio y por la ayuda de alguien.
La relación de confianza que se crea entre un profesional y su cliente obedece a una serie de
intereses comunes y particulares que, permanentemente, producen tensiones entre ambos. La
confianza es un valor que cuesta mucho obtener y que puede perderse fácilmente por motivos
importantes o soeces.
Recordar que los clientes hacen las veces de “agentes de publicidad” con respecto a nuestra labor,
por lo que un mal desempeño o una defectuosa atención son, casi con seguridad, un costo
demasiado elevado (y oculto) a la hora de “atraer” nuevos interesados. En cambio, un buen servicio,
un excelente asesoramiento o un detallado informe pericial, todos ellos supervisados por la verdad y
completamente fundamentados, son nuestras mejores cartas de recomendación.
Es importantísimo recurrir a un trato acorde, ameno y respetuoso con nuestro cliente, como así
también, es conveniente tener en cuenta la “primera impresión”, ya que nuestro aspecto (pulcritud,
prolijidad, aseo, seguridad, entre otros aspectos) son valorados, y a prima facie, determinantes a la
hora de ser contratados para brindar nuestros servicios. Prescindir de los manuales de estilo es un
error.
¿Cuáles son los pasos en la atención al cliente? Se comienza con un saludo cordial, respetuoso y
firme. Es preferible, que el tema de honorarios sea tratado con anterioridad por otra persona, por
ejemplo una secretaria o un secretario, quien “delicadamente” perciba el monto por el servicio y
ordene cronológicamente, el arribo de las consultas, como así también acompañe al interesado al
despacho del profesional. Después del saludo, y una vez entablada la relación de servicios, el
profesional deberá escuchar y observar con mucha atención lo declarado por el cliente. Entre los
puntos a tener en cuenta están las declaraciones, los documentos, los indicios, gestos, grabaciones,
videograbaciones, fotografías, etc.
Dejar momentos en silencio para la reflexión, y tratar de responder objetivamente (no lo que quiere
escuchar el cliente), según los conocimientos específicos aplicados a los hechos reales. En caso de
que sea necesario repasar cuestiones muy particulares (por ejemplo consultar una bibliografía
especial); con total sutileza, el profesional se excusará con frases tales como: “ que necesita o
requiere mayor tiempo de investigación y análisis” o “esto debe ser estudiado cuidadosamente” o
cualquier otra que sirva para tal fin.
¿Un profesional puede equivocarse? Como idea original, hay que tener en cuenta que aun el
profesional más calificado y mejor intencionado, se puede equivocar. Nunca más cierta la frase:
“errar es humano”. Quien dice que no yerra nunca es Dios o simplemente un “soberbio”.
No olvidar que nuestra profesión se apoya en una metodología científica, que se ve enriquecida con
el aporte de instrumental de última generación. Esto es importante, ya que si son utilizadas, de una
manera irreflexiva, pueden llevar a equívocos frecuentes.
Se debe aceptar, como condición humana, la posibilidad de que ocurran los errores, dado el grado
de incertidumbre que existe al tomar decisiones en la labor. Aprender de errores propios o ajenos,
puede servir para evitar su repetición futura.
Los errores se pueden catalogar en: errores inevitables y errores evitables. Los primeros
(inevitables) son aquellos, en los cuales, dada una circunstancia especial, es lógico que el sujeto se
equivoque, ya que además de no tener intención, el error presenta tal magnitud que de ningún
modo podría vencerse.
Son evitables los errores que se cometen, principalmente, por falta de actualización de los
conocimientos o por falta de tiempo para analizar debidamente un caso (agregar las causas por
fatiga física y mental). En otras palabras son errores evitables, aquellos que se cometen por
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excesiva precipitación en el acto, o por ausencia de formación continuada o por negligencia
profesional.
Los clientes, en general, “perdonan” o mejor dicho, entienden los errores de los profesionales
cuando, previamente, se los ha implicado en las decisiones, se les ha informado sobre los pasos a
seguir, y cuando, se los ha tratado dignamente, con respeto y humildad.
El secreto profesional
Burad entiende por secreto “lo que cuidadosamente se tiene oculto y que encierra un doble
significado: el que indica que algo debe permanecer escondido y encubierto, y el que señala la
obligación de no revelarlo a nadie”.
El secreto profesional está referido a algo confiado expresa o tácitamente, con la condición previa
de no comunicarlo a ningún tercero. Es un pacto entre el que confía algo y quien recibe la
confidencia y esta situación se da implícitamente entre el profesional y los usuarios del servicio.
En este sentido, el secreto profesional puede ser tácito o expreso, implícito o explícito, entre el
prestador del servicio y los usuarios del mismo, y se extiende a todo aquello que no puede ser
manifestado sin causar perjuicio o disgusto, y a todo aquello que ha sido confiado bajo promesa de
guardar silencio (Vázquez, 1981).
b) En lo referente a la manifestación indebida del secreto profesional, es evidente que reviste una
especial gravedad ya que debe mantenerse oculta la información recibida confidencialmente por
una labor, entendiendo por divulgación el hecho de dar a conocer un secreto a un número
indeterminado de personas.
Además, los usuarios del servicio depositan en el perito una confianza total, y precisamente por ello
el secreto profesional no puede divulgarse.
c) Por último, ventilar un secreto profesional con el fin de usarlo en beneficio propio también está
vedado, ya que el perito se está aprovechando, también en este caso, indebidamente de la
información para favorecerse a sí mismo.
Es decir que en todos los casos, la regla general es mantener en reserva toda la información
obtenida a raiz (sic) del vínculo laboral establecido entre el perito y los usuarios del servicio.
Mientras que la excepción es revelarlo, siempre y cuando se realice por el bien de la sociedad, es
decir, cuando se encuentra comprometido el bien común o la seguridad pública. Un ejemplo de esta
situación podría ser que la propagación de ese secreto pudiera evitar un peligro a alguno de los
consumidores del servicio, al perito, a un tercero, o a la comunidad en general.
Por todo ello, es un deber del profesional guardar el secreto de lo que ha llegado a su conocimiento
a raíz de su labor, aunque en algunas ocasiones no se puede decir la verdad sin quebrantarlo. De
esto surge una aparente confrontación entre dos figuras en estudio: el secreto profesional y la
honestidad intelectual (que involucra la expresión de la verdad). Por ello, es necesario que estas
circunstancias sean tema de debate y de reflexión. Pero téngase en cuenta al realizar este análisis
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que existe un principio supremo que prioriza el bien común sobre el bien particular, y el interés
general sobre el interés privado.
No obstante estas nociones, esta figura se encuentra inserta en el ámbito del Derecho Penal. Así, en
el Capítulo III del Código Penal referido a la violación de secretos, el art. 156 establece que “será
reprimido con multa e inhabilitación especial, en su caso, por seis meses a tres años, el que
teniendo noticias, por razón de su estado, oficio, empleo, profesión o arte, de un secreto cuya
divulgación pueda causar daño, lo revelare sin justa causa”.
El Código Penal denomina a este delito violación de secreto profesional. El objeto del secreto
pueden (sic) ser hechos, ideas, conocimientos, sentimientos propios o ajenos relativos a una
persona, una institución, un objeto o una situación. Como expresa este artículo, el perito puede
tener noticia del secreto en razón de su empleo (entiéndase el trabajo en relación de dependencia y
las órdenes de un patrón público o privado), a raíz de su profesión (referida a las liberales o
actividades cuyo ejercicio requiere título o autorización y matrícula oficial), o por su arte (entendido
como actividad que supone la posesión de conocimientos o técnicas especiales) y vinculado con su
ejercicio.
Esta norma se refiere no sólo al secreto que le haya confiado el usuario del servicio, sino que basta
con que éste lo hubiera descubierto o advertido al prestar sus servicios.
Precisamente, la revelación de ese secreto es lo que consuma el delito penal referido por el art.
156, si se realiza sin una razón valedera y si su divulgación o propagación pudiera producir un
perjuicio. Causa daño cuando implica una lesión potencial material o moral, económica o no. La ley
entiende por justa causa el hecho de que el intérprete tenga consentimiento del interesado para
develar el secreto, o cuando lo deba hacer en defensa propia o de un tercero, o cuando tenga la
obligación legal de comunicar o denunciar el hecho a una autoridad (por ejemplo, la obligación de
denunciar un delito que llegó a conocimiento del intérprete a raíz del ejercicio de sus funciones).
Además de lo dicho, se entiende que el perito revela el secreto cuando lo manifiesta a un tercero
que no pertenece al círculo de personas obligadas a guardarlo, y cuya exteriorización puede hacerse
en forma directa mediante la comunicación frontal o por vía indirecta, dejando que un tercero se
entere de él.
Según el libro de Ética profesional en seguridad ciudadana escrito por Marcelo Fuentes Pérez
(citando a Wierna) dice que al secreto profesional es: “… el que nace del implícito compromiso entre
el profesional y su cliente, o la institución donde presta servicios en relación de dependencia. Es una
virtud propia de la discreción”
En el mencionado libro, el autor relata su actividad profesional, siendo importante remarcar este
aspecto: “A medida que vamos ascendiendo, quizás no vemos tanto ya que dejamos de a poco la
calle, pero por el contrario aumenta el nivel y calidad de los datos que llegan a nuestros despachos,
por ello debemos saber canalizar la información, que llegue a quien debe recibirla, sean estos
magistrados, superiores, entes de control etc., pero hagamos un esfuerzo no solo de la búsqueda
del profesionalismo, sino que un dato que se nos escape puede dañar la susceptibilidad de alguien ,
o poner en una situación incómoda a cualquier ciudadano sin necesidad alguna. Por otra parte, el
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secreto profesional está reglado por normas legales y puede llevarnos ante los estrados judiciales.
Nombres, circunstancias personales, edad, domicilio etc., deben ser acotados a lo justo y necesario
ya que además pueden poner en peligro la vida de personas. Trato de llevar a las aulas entrevistas
televisivas o recortes de diarios donde un funcionario policial ante la oportunidad de hacer brillar su
ego, comienza a hablar, y luego de la requisitoria del periodista comienza no solo a dar datos, sino
que imagina como sucedieron los hechos, sin ser un perito, y va más allá suele mencionar que “el
caso está resuelto”, es decir se transformó en policía y juez, todo en un resumen de dos minutos de
entrevista. En algunos juicios, estas imágenes pueden ser llevadas a los estrados y aportado como
prueba, y luego el funcionario se encuentra entre las cuerdas no pudiendo aclarar el porqué brindó
esa información y cómo se equivocó de tal forma.
Un párrafo aparte, poseen los hechos donde están involucrados menores, o delitos sexuales, allí hay
que tener muy presente las disposiciones legales en vigencia y el peligro que puede cometer un
funcionario a dar cuenta de una violación o cualquier delito contra la integridad sexual. El respeto
por la ley debe primar, y luego la convicción que cada palabra en estos casos puede ser el
detonante para una venganza, lesión o humillación”.
Para este código, el secreto profesional se encuentra regulado en el artículo 4 inciso “F” y en detalle
indica que el profesional criminalístico debe: “Mantener absoluta reserva respecto de su relación
con el cliente, lo que implica prohibición de revelar conocimientos adquiridos como resultado de su
labor profesional sin autorización expresa. Tratándose de labor judicial, cuyos procedimientos
resulten secretos, jamás han de revelar la información adquirida, excepto cuando resulte ineluctable
su divulgación para su defensa personal”
Alcances
3- Reserva sobre la información que llega sobre el cliente, por otras fuentes distintas de él.
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La veracidad
El consentimiento informado
Este tipo de consentimiento es un concepto tomado de las prácticas médicas y aplicado a las
distintas áreas profesionales, en donde el derecho a la información, juega un papel preponderante.
2- Asegurar que la persona participe sólo cuando la investigación sea consistente (acorde) con sus
valores, intereses y preferencias. Para otorgar un consentimiento verdaderamente informado, es
decir, para asegurar que un individuo tome determinaciones libres y racionales de si la investigación
… está de acuerdo con sus intereses, debe hacerse énfasis en que la información debe ser veraz,
clara y precisa, de tal forma que pueda ser entendida por el sujeto al grado de que pueda establecer
sus implicaciones en su propia situación…, considerar todas las posiciones, hacer preguntas, (y
también planteos hipotéticos) para que así pueda tomar una decisión libre y voluntaria”.
Conflicto de intereses
Este tema lo trata el código de ética elaborado por Cabrera en su apartado cuadragésimo. Con el
título: “renuncia al patrocinio”. Debemos dejar en claro que el término patrocinio es utilizado en
Argentina, como propio de los abogados. Entonces debemos interpretar este concepto como
“servicio criminalístico o servicio pericial”. En particular establece que: “Una vez aceptado el
patrocinio (servicio o labor pericial) de un asunto, el criminalista no podrá renunciarlo sino por causa
justificada superveniente, especialmente si afecta su honor o su dignidad profesionales, o porque el
patrocinio (labor pericial) vaya contra su conciencia. A pesar de lo anterior, al renunciar no debe
dejar indefenso a su cliente”.
Además continúa diciendo, en el inciso M de dicho artículo: “No renunciar, sin impedimento válido o
motivo atendible, a las tareas que se deban realizar al ser designado de oficio en juicios que se
tramiten con beneficio de litigar sin gastos”.
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Unidad N° 8
Para poder entender e interpretar esta temática, es imprescindible contar con una visión actual y
completa sobre los derechos humanos. Es por este motivo, que en particular se sigue lo dispuesto
en las Reglas de Brasilia sobre acceso a la Justicia de las personas en condición de vulnerabilidad y
su documento sustentatorio, al solo efecto de conocer las definiciones que nos importan, y
adaptándolas a los requerimientos de nuestra actividad profesional.
“Se consideran en condición de vulnerabilidad aquellas personas que, por razón de su edad, género,
estado físico o mental, o por circunstancias sociales, económicas, étnicas y/o culturales, encuentran
especiales dificultades para ejercitar con plenitud ante el sistema de justicia los derechos
reconocidos por el ordenamiento jurídico”.
Causas de vulnerabilidad
De acuerdo con las Reglas de Brasilia las causas de vulnerabilidad, como mínimo, son: la edad, la
discapacidad, la pertenencia a comunidades indígenas o a minorías, la victimización, la migración y
el desplazamiento interno, la pobreza, el género y la privación de libertad.
1- Edad
“Se considera niño, niña y adolescente a toda persona menor de dieciocho años de edad, salvo que
haya alcanzado antes la mayoría de edad en virtud de la legislación nacional aplicable.
Todo niño, niña y adolescente debe ser objeto de una especial tutela por parte de los órganos del
sistema de justicia en consideración a su desarrollo evolutivo.
El envejecimiento también puede constituir una causa de vulnerabilidad cuando la persona adulta
mayor encuentre especiales dificultades, atendiendo a sus capacidades funcionales, para ejercitar
sus derechos ante el sistema de justicia”.
2- Discapacidad
“Se entiende por discapacidad la deficiencia física, mental o sensorial, ya sea de naturaleza
permanente o temporal, que limita la capacidad de ejercer una o más actividades esenciales de la
vida diaria, que puede ser causada o agravada por el entorno económico y social.
Se procurará establecer las condiciones necesarias para garantizar la accesibilidad de las personas
con discapacidad al sistema de justicia, incluyendo aquellas medidas conducentes a utilizar todos
los servicios judiciales requeridos y disponer de todos los recursos que garanticen su seguridad,
movilidad, comodidad, comprensión, privacidad y comunicación”.
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3- Pertenencia a comunidades indígenas
Todo ello sin perjuicio de lo dispuesto en la Regla 48 sobre las formas de resolución de conflictos
propios de los pueblos indígenas, propiciando su armonización con el sistema de administración de
justicia estatal”.
4- Victimización
“A efectos de las presentes Reglas, se considera víctima toda persona física que ha sufrido un daño
ocasionado por una infracción penal, incluida tanto la lesión física o psíquica, como el sufrimiento
moral y el perjuicio económico. El término víctima también podrá incluir, en su caso, a la familia
inmediata o a las personas que están a cargo de la víctima directa.
Se considera en condición de vulnerabilidad aquella víctima del delito que tenga una relevante
limitación para evitar o mitigar los daños y perjuicios derivados de la infracción penal o de su
contacto con el sistema de justicia, o para afrontar los riesgos de sufrir una nueva victimización. La
vulnerabilidad puede proceder de sus propias características personales o bien de las
circunstancias de la infracción penal. Destacan a estos efectos, entre otras víctimas, las personas
menores de edad, las víctimas de violencia doméstica o intrafamiliar, las víctimas de delitos
sexuales, los adultos mayores, así como los familiares de víctimas de muerte violenta.
Se alentará la adopción de aquellas medidas que resulten adecuadas para mitigar los efectos
negativos del delito (victimización primaria).
Asimismo se procurará que el daño sufrido por la víctima del delito no se vea incrementado como
consecuencia de su contacto con el sistema de justicia (victimización secundaria).
Se prestará una especial atención en los casos de violencia intrafamiliar, así como en los momentos
en que sea puesta en libertad la persona a la que se le atribuye la comisión del delito”.
“El desplazamiento de una persona fuera del territorio del Estado de su nacionalidad puede
constituir una causa de vulnerabilidad, especialmente en los supuestos de los trabajadores
migratorios y sus familiares. Se considera trabajador migratorio toda persona que vaya a realizar,
realice o haya realizado una actividad remunerada en un Estado del que no sea nacional. Asimismo
se reconocerá una protección especial a los beneficiarios del estatuto de refugiado conforme a la
Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, así como a los solicitantes de asilo.
43
También pueden encontrarse en condición de vulnerabilidad los desplazados internos, entendidos
como personas o grupos de personas que se han visto forzadas u obligadas a escapar o huir de su
hogar o de su lugar de residencia habitual, en particular como resultado o para evitar los efectos de
un conflicto armado, de situaciones de violencia generalizada, de violaciones de los derechos
humanos o de catástrofes naturales o provocadas por el ser humano, y que no han cruzado una
frontera estatal internacionalmente reconocida”.
6- Pobreza
“La pobreza constituye una causa de exclusión social, tanto en el plano económico como en los
planos social y cultural, y supone un serio obstáculo para el acceso a la justicia especialmente en
aquellas personas en las que también concurre alguna otra causa de vulnerabilidad”.
En el código de Ética criminalístico de México, apartado octavo, indica con el título “defensa del
indigente” lo que sigue: “La profesión de criminalista impone defender gratuitamente a los
indigentes, así cuando lo soliciten, como cuando recaiga nombramiento de oficio, el incumplimiento
de este deber, si no median causas justificadas y suficientes de excusa, relacionadas con la
actividad profesional que se cultive, el lugar de prestación de los servicios u otras circunstancias
semejantes, es una falta que desvirtúa la esencia misma de la abogacía (sic)”. En realidad, lo que
desvirtúa no es la abogacía sino la criminalística.
7- Género
“La discriminación que la mujer sufre en determinados ámbitos supone un obstáculo para el acceso
a la justicia, que se ve agravado en aquellos casos en los que concurra alguna otra causa de
vulnerabilidad.
Se entiende por discriminación contra la mujer toda distinción, exclusión o restricción basada en el
sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por
la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer,
de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social,
cultural y civil o en cualquier otra esfera.
Se considera violencia contra la mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause
muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como
en el privado, mediante el empleo de la violencia física o psíquica.
Se impulsarán las medidas necesarias para eliminar la discriminación contra la mujer en el acceso
al sistema de justicia para la tutela de sus derechos e intereses legítimos, logrando la igualdad
efectiva de condiciones.
Se prestará una especial atención en los supuestos de violencia contra la mujer, estableciendo
mecanismos eficaces destinados a la protección de sus bienes jurídicos, al acceso a los procesos
judiciales y a su tramitación ágil y oportuna”.
8- Pertenencia a minorías
“Puede constituir una causa de vulnerabilidad la pertenencia de una persona a una minoría nacional
o étnica, religiosa y lingüística, debiéndose respetar su dignidad cuando tenga contacto con el
sistema de justicia”.
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9- Privación de libertad
“La privación de la libertad, ordenada por autoridad pública competente, puede generar dificultades
para ejercitar con plenitud ante el sistema de justicia el resto de derechos de los que es titular la
persona privada de libertad, especialmente cuando concurre alguna causa de vulnerabilidad
enumerada en los apartados anteriores.
A efectos de estas Reglas, se considera privación de libertad la que ha sido ordenada por autoridad
pública, ya sea por motivo de la investigación de un delito, por el cumplimiento de una condena
penal, por enfermedad mental o por cualquier otro motivo”.
En este apartado, advertimos que debemos asistir pericialmente a aquellas personas comprendidas
en las causas de vulnerabilidad, anteriormente enunciadas. Siguiendo con las Reglas de Brasilia
podemos decir que: “Se constata la relevancia del asesoramiento técnico-jurídico para la efectividad
de los derechos de las personas en condición de vulnerabilidad:
En el ámbito de la asistencia legal, es decir, la consulta jurídica sobre toda cuestión susceptible de
afectar a los derechos o intereses legítimos de la persona en condición de vulnerabilidad, incluso
cuando aún no se ha iniciado un proceso judicial;
En el ámbito de la defensa, para defender derechos en el proceso ante todas las jurisdicciones y en
todas las instancias judiciales;
El profesional se debe por completo a los requerimientos de la sociedad en la que vive. Él debe
asumir un compromiso social, mediante el correcto ejercicio de su profesión, y pos a una mejor y
más justa convivencia.
Para Burad, quien enmarca el tema desde el punto de vista del trabajo en equipo, solidaridad
significa estar unido, junto, y este término hace referencia a la actitud que adoptan las personas que
se brindan apoyo mutuamente porque comparten un mismo interés sobre alguna causa.
En este sentido, en la… actividad pericial, aun a personas que realizan la misma labor y a partir de
ella, se establece un compañerismo que puede ser profundo o superficial. Estos compañeros son
colegas; los… peritos son colegas y la armonía profesional entre ellos, como grupo humano que
comparte la misma actividad, necesita desarrollarse dentro de una acción de conjunto.
Una forma de aprender laboralmente a ser solidario es a través del trabajo en equipo que, además,
produce mayor efectividad y mejores resultados. El equipo constituye una unidad de colaboración y
resulta fundamental para algunas actividades que deben abordarse.
El concepto de equipo responde a pequeños grupos compuestos por sujetos que necesitan estar en
contacto directo para realizar una labor, que cooperan entre sí y que están comprometidos en forma
coordinada hacia el logro de un fin que forma parte del trabajo. Es importante que los integrantes
resulten compatibles entre sí y que posean habilidades sociales propias. “Las habilidades sociales
hacen referencia a las conductas específicas y observables que una persona ejecuta en pos de
realizar adecuadamente una tarea determinada” (Castilla, 2004: 15).
Las ventajas del trabajo en equipo son varias: se facilita la tarea, se obtiene mayor fuerza y poder,
se incrementa la motivación y la satisfacción de los integrantes. En este tipo de casos, las tareas a
realizar por cada uno deben ser claramente establecidas, comprendidas y aceptadas, y los
integrantes deben tener los conocimientos y capacidades técnicas necesarias para la labor que se
les encomienda. Quien se desempeñe como responsable o coordinador del equipo debe poseer la
suficiente responsabilidad y autoridad para tomar decisiones y hacerlas cumplir. Además, si bien los
objetivos son comunes a todo el grupo, cada uno de los integrantes debe percibir que su
participación es importante y beneficiosa.
Para lograr un buen trabajo de equipo, los roles deben estar perfectamente definidos y deben ser
conocidos por todos. Etimológicamente, la palabra rol proviene de rollo o papel que antiguamente se
utilizaba para designar la función de los actores. El rollo, es algo definido y fijo, relacionado con lo
escrito, con la ley.
A su vez, la comunicación entre todos debe ser ágil y directa, ofreciendo oportunidades para que se
expresen opiniones de forma sincera y abierta.
Dentro del grupo, las normas deben ser conocidas, aceptadas y apoyadas por todos los
intervinientes. Resulta importante también que el líder o coordinador del grupo cree un ambiente
que propicie colaboración, confianza y unidad, tratando de ser receptivo de la información que le
proporcionen los miembros del equipo y a las sugerencias que realicen sobre el procedimiento
laboral o el desempeño de su rol. Debe favorecerse un clima grupal diáfano, confortable, tolerante a
las diferencias de carácter de los integrantes y a los desacuerdos; promover la ayuda mutua y la
crítica constructiva. Resulta necesario también que el líder transmita la información y las directivas
en forma clara y precisa explicando las razones.
46
El trabajo en equipo también puede originar ciertos inconvenientes que si bien deben tratar de ser
evitados, resulta interesante tenerlos en cuenta. Ellos son la promoción de rumores indeseables, el
desarrollo de actitudes negativas en cuanto a las directivas que se emiten, el establecimiento de
normas contrarias a las pautas recibidas, los conflictos interpersonales, la reducción de la
motivación que puede contagiarse al resto del grupo. Si sus miembros se muestran insatisfechos,
no se adaptan o el grupo no avanza, habría que pensar en renovarlos.
Desde el punto de vista positivo, esta forma de trabajo genera mejores resultados laborales, y
también predispone a crear lazos afectivos a partir de la interacción dentro del grupo, logrando
establecer vínculos –uniones, lazos–, entre los integrantes, que estimulan el desarrollo de la
solidaridad.
Aparece como una necesidad profesional, lograr que prevalezca la solidaridad entre pares, la
comunicación abierta y sincera para obtener logros comunes y conseguir un grupo de trabajo
integrado y coherente, dentro del cual se puedan intercambiar opiniones, consultarse mutuamente,
ayudarse y aconsejarse
Todo código deontológico debe estar guiado por la idea de conservación y preservación del medio
ambiente. No solo con deberes profesionales, sino también con iniciativas colectivas que tiendan al
bien común de una sociedad. Estos derechos de cuarta generación son, de algún modo, un
postulado ineludible. Por ejemplo, hay que tratar de que nuestra actividad “contamine” lo menos
posible, hay que utilizar menos cantidad de papel, hay que reaprovechar ciertos recursos,
optimizando nuestras labores sin disminuir la calidad. Hay que entender que ser profesional, en
una óptica actual, presupone un compromiso inquebrantable con la naturaleza.
Se han redactado varios anteproyectos de ley para el ejercicio de nuestra actividad, pero todos ellos
han tenido la misma suerte. Es decir, que no han podido superar las expectativas ni los trámites
necesarios para que la legislatura provincial tome conocimiento y se digne a su tratamiento. En una
opinión particular, creemos que hay que dejar de lado los egoísmos y seguir los pasos que dieron los
colegas de la carrera Minoridad y Familia. Logar el consenso para este proyecto ha sido lo más difícil
de superar…
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Unidad N° 9
Introducción
Existen especies, clasificaciones, o tipos de Ética aplicada que responden a distintos vínculos o
actividades. Por lo tanto, en su relación con la actuación pública, ha de hablarse de una Ética
Pública, y dentro del contexto de esta Ética resulta innegable la importancia que reviste el concepto
de función pública. La función pública puede analizarse en un sentido amplio, incluyendo todas las
funciones estatales, legislativas, administrativas y judiciales, o en un sentido restringido,
contemplando sólo la actividad administrativa ejercida por los tres poderes.
La Ética se presenta como una pauta obligada de conducta, ella debe configurar la base de la
actividad desplegada por el funcionario. El apartamiento de sus exigencias, constituye el
incumplimiento de los deberes y obligaciones propias e inherentes a la función que se desempeña.
En la corrupción tienen incidencia diversos factores, como los sociales, económicos, psicológicos y
políticos, motivo por el cual subsumirlo en uno solo de ellos es inútil. No obstante las variadas raíces
del problema, la crisis moral de la sociedad incide significativamente. Ante las crecientes denuncias
por corrupción atribuida a funcionarios públicos y concomitantemente frente a la necesidad de
levantar las banderas de la Ética, se tiende a fijar normas, dictar Códigos, como medios para
garantizar que los funcionarios observen los deberes y obligaciones derivados de la función que
desempeñan. Así, se impone la implementación de Códigos de conducta, ya que parecen ser un
instrumento lógico y necesario.
En nuestro país existe una ley nacional de Ética Pública. En su articulado se contempla una serie de
figuras: partiendo de la definición de Ética Pública y de los sujetos a los que resulta aplicable, se fija
el régimen de declaraciones juradas patrimoniales, sus obligados, contenido y presentación, se
establece la condición de idoneidad que los sujetos deben reunir, las incompatibilidades del
ejercicio de la función pública con determinadas actividades y el régimen de obsequios, la
posibilidad de instruir prevenciones sumarias en supuestos de enriquecimiento injustificado, la
creación de la Comisión Nacional de Ética Pública, funciones e integración. Finalmente se
introducen modificaciones al Código Penal.
48
En primer lugar se instituye la Prevención Sumaria. Consiste en la obligación de investigar supuestos
de enriquecimiento injustificado en la Función Pública, mediante prevenciones sumarias. Otra figura
prevista es la Comisión Nacional de Ética Pública creada como organismo con autonomía funcional
de los poderes del Estado. Las funciones de esta comisión radican, principalmente, en la recepción
de denuncias de los ciudadanos y entidades intermedias registradas legalmente, las que son
remitidas al organismo competente, según el caso. Esta comisión puede recomendar la suspensión
preventiva de la función. La ley de Ética de la Función Pública se expone a continuación.
Se entiende por Función Pública, toda actividad temporal o permanente, remunerada u honoraria,
realizada por una persona en nombre del Estado o al servicio del Estado o de sus entidades, en
cualquiera de sus niveles jerárquicos.
Los sujetos comprendidos en esta ley se encuentran obligados a cumplir con los siguientes
deberes y pautas de comportamiento ético:
a) Cumplir y hacer cumplir estrictamente la Constitución Nacional, las leyes y los reglamentos que
en su consecuencia se dicten y defender el sistema republicano y democrático de gobierno;
b) Desempeñarse con la observancia y respeto de los principios y pautas éticas establecidas en la
presente ley, tales como: honestidad, probidad, rectitud, buena fe y austeridad republicana;
c) Velar en todos sus actos por los intereses del Estado, orientados a la satisfacción del bienestar
general, privilegiando de esa manera el interés público sobre el particular;
d) No recibir ningún beneficio personal indebido vinculado a la realización, retardo u omisión de un
acto inherente a sus funciones, ni imponer condiciones especiales que deriven en ello;
e) Fundar sus actos y mostrar la mayor transparencia en las decisiones adoptadas sin restringir
información, a menos que una norma o el interés público claramente lo exijan;
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f) Proteger y conservar la propiedad del Estado y sólo emplear sus bienes con los fines autorizados.
Abstenerse de utilizar información adquirida en el cumplimiento de sus funciones para realizar
actividades no relacionadas con sus tareas oficiales o de permitir su uso en beneficio de intereses
privados;
g) Abstenerse de usar las instalaciones y servicios del Estado para su beneficio particular o para el
de sus familiares, allegados o personas ajenas a la función oficial, a fin de avalar o promover algún
producto, servicio o empresa;
h) Observar en los procedimientos de contrataciones públicas en los que intervengan los principios
de publicidad, igualdad, concurrencia y razonabilidad;
i) Abstenerse de intervenir en todo asunto respecto al cual se encuentre comprendido en alguna de
las causas de excusación previstas en la ley procesal civil.
Todos los sujetos deberán observar como requisito de permanencia en el cargo, una conducta
acorde con la Ética Pública en el ejercicio de sus funciones. Si así no lo hicieren serán sancionados
o removidos por los procedimientos establecidos en el régimen propio de su función.
En cuanto al capítulo III establece el régimen de declaraciones juradas que deberán presentar,
obligatoriamente, las siguientes personas:
Todas ellas, y las no enunciadas previstas en la ley, deberán presentar una declaración jurada
patrimonial integral dentro de los treinta días hábiles desde la asunción de sus cargos. Asimismo,
deberán actualizar la información contenida en esa declaración jurada anualmente y presentar una
última declaración, dentro de los treinta días hábiles desde la fecha de cesación en el cargo.
Los funcionarios públicos no podrán recibir regalos, obsequios o donaciones, sean de cosas,
servicios o bienes, con motivo o en ocasión del desempeño de sus funciones. En el caso de que los
obsequios sean de cortesía o de costumbre diplomática, la autoridad de aplicación reglamentará su
registración y en qué casos y cómo deberán ser incorporados al patrimonio del Estado, para ser
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destinados a fines de salud, acción social y educación o al patrimonio histórico-cultural si
correspondiere.
Publicidad y divulgación
La Comisión Nacional de Ética Pública y las autoridades de aplicación en su caso, podrán dar a
publicidad por los medios que consideren necesarios, de acuerdo a las características de cada caso
y a las normas que rigen el mismo, las conclusiones arribadas sobre la producción de un acto que
se considere violatorio de la Ética Pública.
La publicidad de los actos, programas, obras, servicios y campañas de los órganos públicos
deberá tener carácter educativo, informativo o de orientación social, no pudiendo constar en ella,
nombres, símbolos o imágenes que supongan promoción personal de las autoridades o
funcionarios públicos.
Que, desde el inicio mismo de su gestión, el Gobierno Nacional ha asumido el firme compromiso de
combatir la corrupción y promover las acciones tendientes a incrementar el grado de transparencia
en la Administración Pública. Que, en tal sentido, las transformaciones producidas en el marco de la
Reforma del Estado no sólo desarticularon los factores estructurales que podían favorecer prácticas
corruptas, sino que actuaron simultáneamente sobre la recreación de valores como la estabilidad, la
equidad, la responsabilidad y la eficiencia.
Bien común. El fin de la Función Pública es el bien común, ordenado por las disposiciones de la
Constitución Nacional, los tratados internacionales ratificados por la Nación y las normas destinadas
a su regulación. El funcionario público tiene el deber primario de lealtad con su país a través de las
instituciones democráticas de gobierno, con prioridad a sus vinculaciones con personas, partidos
políticos o instituciones de cualquier naturaleza.
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II- Definiciones y alcances
Función Pública. A los efectos del presente Código, se entiende por "Función Pública" toda actividad
temporal o permanente, remunerada u honoraria, realizada por una persona humana en nombre del
Estado o al servicio del Estado o de sus entidades, en cualquiera de sus niveles jerárquicos.
Funcionario público. A los efectos del presente Código, se entiende por "funcionario público"
cualquier funcionario o empleado del Estado o de sus entidades, incluidos los que han sido
seleccionados, designados o electos para desempeñar actividades o funciones en nombre del
Estado o al servicio del Estado, en todos sus niveles jerárquicos. A tales efectos, los términos
“funcionarios”, “servidor”, “agente”, “oficial” o “empleado” se consideran sinónimos.
III- Ámbito de aplicación. Este Código rige para los funcionarios públicos de todos los organismos de
la Administración Pública Nacional, centralizada y descentralizada en cualquiera de sus formas,
entidades autárquicas, empresas y sociedades del Estado y sociedades con participación estatal
mayoritaria, sociedades de economía mixta, Fuerzas Armadas y de Seguridad, instituciones de la
seguridad social del sector público, bancos y entidades financieras oficiales y de todo otro ente en
que el Estado Nacional o sus entes descentralizados tengan participación total o mayoritaria de
capital o en la formación de las decisiones societarias, así como también de las comisiones
nacionales y los entes de regulación de servicios públicos.
IV- Compromiso. El ingreso a la Función Pública implica tomar conocimiento del presente Código y
asumir el compromiso de su debido cumplimiento.
V- Principios generales
1- Probidad. El funcionario público debe actuar con rectitud y honradez, procurando satisfacer el
interés general y desechando todo provecho o ventaja personal, obtenido por sí o por interpósita
persona. También está obligado a exteriorizar una conducta honesta.
2- Prudencia. El funcionario público debe actuar con pleno conocimiento de las materias sometidas
a su consideración, con la misma diligencia que un buen administrador emplearía para con sus
propios bienes. El ejercicio de la Función Pública debe inspirar confianza en la comunidad.
Asimismo, debe evitar acciones que pudieran poner en riesgo la finalidad de la Función Pública, el
patrimonio del Estado o la imagen que debe tener la sociedad respecto de sus servidores.
3- Justicia. El funcionario público debe tener permanente disposición para el cumplimiento de sus
funciones, otorgando a cada uno lo que le es debido, tanto en sus relaciones con el Estado, como
con el público, sus superiores y subordinados.
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4- Templanza. El funcionario público debe desarrollar sus funciones con respeto y sobriedad, usando
las prerrogativas inherentes a su cargo y los medios de que dispone únicamente para el
cumplimiento de sus funciones y deberes. Asimismo, debe evitar cualquier ostentación que pudiera
poner en duda su honestidad o su disposición para el cumplimiento de los deberes propios del
cargo.
5- Idoneidad. La idoneidad, entendida como aptitud técnica, legal y moral, es condición esencial
para el acceso y ejercicio de la función pública.
6- Responsabilidad. El funcionario público debe hacer un esfuerzo honesto para cumplir con sus
deberes. Cuanto más elevado sea el cargo que ocupa un funcionario público, mayor es su
responsabilidad para el cumplimiento de las disposiciones de este Código.
a)- Aptitud. Quien disponga la designación de un funcionario público debe verificar el cumplimiento
de los recaudos destinados a comprobar su idoneidad. Ninguna persona debe aceptar ser
designada en un cargo para el que no tenga aptitud.
b)- Capacitación. El funcionario público debe capacitarse para el mejor desempeño de las funciones
a su cargo, según lo determinan las normas que rigen el servicio o lo dispongan las autoridades
competentes.
c)- Legalidad. El funcionario público debe conocer y cumplir la Constitución Nacional, las leyes y los
reglamentos que regulan su actividad. Debe observar en todo momento un comportamiento tal que,
examinada su conducta, ésta no pueda ser objeto de reproche.
d)- Evaluación. El funcionario público debe evaluar los antecedentes, motivos y consecuencias de los
actos cuya generación o ejecución tuviera a su cargo.
e)- Veracidad. El funcionario público está obligado a expresarse con veracidad en sus relaciones
funcionales, tanto con los particulares como con sus superiores y subordinados, y a contribuir al
esclarecimiento de la verdad.
f)- Discreción. El funcionario público debe guardar reserva respecto de hechos o informaciones de
los que tenga conocimiento con motivo o en ocasión del ejercicio de sus funciones, sin perjuicio de
los deberes y las responsabilidades que le correspondan en virtud de las normas que regulan el
secreto o la reserva administrativa.
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g)-Transparencia. El funcionario público debe ajustar su conducta al derecho que tiene la sociedad
de estar informada sobre la actividad de la Administración.
h)- Declaración jurada patrimonial y financiera. El funcionario público debe presentar ante la Oficina
Nacional de Ética Pública una declaración jurada de su situación patrimonial y financiera. El control
y seguimiento de la situación patrimonial y financiera de los funcionarios públicos y la
reglamentación del régimen de presentación de las declaraciones juradas estarán a cargo de la
Oficina Nacional de Ética Pública.
i)- Obediencia. El funcionario público debe dar cumplimiento a las órdenes que le imparta el superior
jerárquico competente, en la medida que reúnan las formalidades del caso y tengan por objeto la
realización de actos de servicio que se vinculen con las funciones a su cargo, salvo el supuesto de
arbitrariedad o ilegalidad manifiestas.
k)- Equidad. El empleo de criterios de equidad para adecuar la solución legal a un resultado más
justo nunca debe ser ejecutado en contra de los fines perseguidos por las leyes.
l)- Igualdad de trato. El funcionario público no debe realizar actos discriminatorios en su relación con
el público o con los demás agentes de la Administración. Debe otorgar a todas las personas
igualdad de trato en igualdad de situaciones. Se entiende que existe igualdad de situaciones cuando
no median diferencias que, de acuerdo con las normas vigentes, deben considerarse para
establecer una prelación. Este principio se aplica también a las relaciones que el funcionario
mantenga con sus subordinados.
ll)- Ejercicio adecuado del cargo. El ejercicio adecuado del cargo involucra el cumplimiento personal
del presente Código, así como las acciones encaminadas a la observancia por sus subordinados. El
funcionario público, mediante el uso de su cargo, autoridad, influencia o apariencia de influencia, no
debe obtener ni procurar beneficios o ventajas indebidas, para sí o para otros. Asimismo, con motivo
o en ocasión del ejercicio de sus funciones, no debe adoptar represalia de ningún tipo o ejercer
coacción alguna contra funcionarios u otras personas, que no emane del estricto ejercicio del cargo.
m)- Uso adecuado de los bienes del Estado. El funcionario público debe proteger y conservar los
bienes del Estado. Debe utilizar los que le fueran asignados para el desempeño de sus funciones de
manera racional, evitando su abuso, derroche o desaprovechamiento. Tampoco puede emplearlos o
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permitir que otros lo hagan para fines particulares o propósitos que no sean aquellos para los cuales
hubieran sido específicamente destinados. No se consideran fines particulares las actividades que,
por razones protocolares, el funcionario deba llevar a cabo fuera del lugar u horario en los cuales
desarrolla sus funciones.
n)- Uso adecuado del tiempo de trabajo. El funcionario público debe usar el tiempo oficial en un
esfuerzo responsable para cumplir con sus quehaceres. Debe desempeñar sus funciones de una
manera eficiente y eficaz y velar para que sus subordinados actúen de la misma manera. No debe
fomentar, exigir o solicitar a sus subordinados que empleen el tiempo oficial para realizar
actividades que no sean las que se les requieran para el desempeño de los deberes a su cargo.
o)- Colaboración. Ante situaciones extraordinarias, el funcionario público debe realizar aquellas
tareas que por su naturaleza o modalidad no sean las estrictamente inherentes a su cargo, siempre
que ellas resulten necesarias para mitigar, neutralizar o superar las dificultades que se enfrenten.
p)- Uso de información. El funcionario público debe abstenerse de difundir toda información que
hubiera sido calificada como reservada o secreta conforme a las disposiciones vigentes. No debe
utilizar, en beneficio propio o de terceros o para fines ajenos al servicio, información de la que tenga
conocimiento con motivo o en ocasión del ejercicio de sus funciones y que no esté destinada al
público en general.
q)- Obligación de denunciar. El funcionario público debe denunciar ante su superior o las
autoridades correspondientes, los actos de los que tuviera conocimiento con motivo o en ocasión
del ejercicio de sus funciones y que pudieran causar perjuicio al Estado o constituir un delito o
violaciones a cualquiera de las disposiciones contenidas en el presente Código.
r)- Dignidad y decoro. El funcionario público debe observar una conducta digna y decorosa, actuando
con sobriedad y moderación. En su trato con el público y con los demás funcionarios, debe
conducirse en todo momento con respeto y corrección.
s)- Honor. El funcionario público al que se le impute la comisión de un delito de acción pública, debe
facilitar la investigación e implementar las medidas administrativas y judiciales necesarias para
esclarecer la situación a fin de dejar a salvo su honra y la dignidad de su cargo. Podrá contar con el
patrocinio gratuito del servicio jurídico oficial correspondiente.
t)- Tolerancia. El funcionario público debe observar, frente a las críticas del público y de la prensa, un
grado de tolerancia superior al que, razonablemente, pudiera esperarse de un ciudadano común.
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u)- Equilibrio. El funcionario público debe actuar, en el desempeño de sus funciones, con sentido
práctico y buen juicio.
Excusación. El funcionario público debe excusarse en todos aquellos casos en los que pudiera
presentarse conflicto de intereses.
Nepotismo o favoritismo. El funcionario público no debe designar parientes o amigos para que
presten servicios en la repartición a su cargo prescindiendo del requisito de idoneidad debidamente
acreditado.
Presentación de declaración jurada de actividades. El funcionario público debe declarar los cargos y
funciones, públicos y privados, ejercidos durante el año anterior a la fecha de ingreso y los que
desempeñe posteriormente.
La reflexión según Malandi es un acto por el cual un sujeto se convierte en objeto de sí mismo, como
un espejo (y tal es la raíz etimológica del término re- reflexum: quebrado, doblado o inclinado en sí
mismo). Es una autoobservación de la que tiene que surgir alguna forma de autoconocimiento.
En primer término debería abordarse la crisis de los valores morales de las sociedades y
consecuentemente analizar por qué las organizaciones, en general, se autodestruyen, llegando a la
contradicción entre el fin para el cual fueron creadas y los medios o instrumentos de que se valen
para intentar lograrlo. Resulta necesario, por tanto, revalorizar la Ética.
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A estos aspectos deberán agregarse otros relacionados directamente con la actividad administrativa
como son ciertos vicios de la administración, los cuales contribuyen a la generación de conductas
reñidas con la Ética: la falta de capacitación y profesionalismo, la excesiva legislación, son sólo
algunos ejemplos. Tácito y Cicerón expresaron que “la multiplicidad de las leyes es propia de los
Estados corruptos”. Por esto, el dictado de normas sobre Ética Pública, sin bien constituye una vía
para asegurar el ajuste de conductas o cánones legales, no lo convierte en la única herramienta
idónea garantizadora del correcto obrar de los funcionarios.
La satisfacción del interés público, la persecución del bien común no pueden quedar en el plano de
las definiciones, pues constituyen el cimiento de nuestra misma sociedad. Deben considerase y
apreciarse nuevamente, trascender el campo teórico de los conceptos, y aplicarse a través de los
medios que el Estado de Derecho impone.
La sociedad tiene derecho a exigir el uso adecuado de los recursos y bienes públicos, y que la
gestión se ajuste al principio de legalidad y a los criterios de la economía, eficiencia y eficacia. Esta
exigencia, lógica derivación del carácter instrumental para la satisfacción de las necesidades
colectivas, que debe asignarse al funcionario público, se corresponde con una característica
fundamental de toda organización: la responsabilidad. Por ello el funcionario no puede actuar
distinto de lo que expresa, pues debe ser coherente y consiente de su verdadera función: “servir a la
comunidad”. Debe tener conciencia de lo que debe hacerse: conciencia de lo bueno y de lo malo.
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