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Alicia: Una muchacha, apenas mujer, de dulce aspecto. Viste con una sencillez
humilde y limpia. Siempre ha vivido sola, no tiene familia y nunca se ha
enamorado. Dejó su trabajo de enfermera. Ingresó al Hogar del Suicidad tras un
asalto. Se convierte en enfermera de almas por invitación del doctor Roda. Cuida a
Chole, Juan y al Padre de la otra Alicia.
La dama triste: Triste y melancólica. Se la pasa llorando. Lleva una vida rutinaria
y vacía. Se enamoró una vez, pero jamás volvió a ver a su amor. Desea sentir el
amor. Se vuelve alegre, encantadora, tiene un romance con el profesor de filosofía,
se va a Suiza.
Cora Yako: Artista, cantante de ópera, bella y talentosa. Llega al Hogar del suicida
con la idea de ganar fama con un ficticio suicidio. Oye la historia del amante
imaginario. Se va a recorrer el mundo.
Hans: Enfermero ayudante del doctor Roda. Serio. Frío. Tenía una cervecería en
una aldea de Lieja. Era un muchacho alegre, cantaba las viejas canciones; tenía
amigos, hijos y mujer. Durante la guerra sirvió cuatro años en un hospital de
sangre. ¡Cuatro años viendo y palpando la muerte a todas horas! Después del
armisticio, cuando volvió a su tierra, sus amigos, su mujer y sus hijos habían
desaparecido. Y la cervecería también. Abandona el Hogar del suicida para trabajar
en un Hospital general.
Doctor Ariel: creador de la clínica “Hogar del suicida”. Su familia, desde varias
generaciones, era víctima de una extraña fatalidad: su padre, su abuelo, su
bisabuelo, todos morían suicidándose en la plenitud de la vida, cuando empezaban
a perder la juventud. El doctor Ariel vivió torturado por esta idea. Todos sus
estudios los dedicó a la biología y la psicología del suicida. Cuando creyó que iba a
suicidarse porque su tiempo había llegado se retiró a las montañas, y ahí leía
poemas, oía música clásica , paseaba a orillas de cascadas, murió, vencedor de su
destino, de una muerte noble y serena, a los setenta años de felicidad.
Padre de la otra Alicia: Doctor ya viejo, quiere morir porque sufre la culpa de
haber asesinado a su hija enferma, al inyectarle morfina hasta que no despertó
más .
La otra Alicia: Estaba paralítica desde la niñez. Tendida siempre en una hamaca,
solo movía los ojos, su padre le leía los poemas de Tennyson y ella escuchaba
mirándolo, hasta que un día él empezó a sentirse enfermo. Con terror de dejarla
sola le inyectó la morfina... Y la fue durmiendo suavemente..., sin dolor... hasta
que no despertó más.
ESPACIOS: