El campo interconductual, desarrollada por Kantor, puede entenderse mediante los
siguientes ejemplos. Cuando alguien dice que Pedro rompió el vaso, puede entenderse que una acción de Pedro produjo el rompimiento del vaso. En otras palabras, se puede establecer que: a) Pedro hizo algo b) Como efecto de la acción de Pedro, se rompió el vaso. Esta forma de pensar respecto a la ocurrencia de hechos es muy común: chocó porque iba muy rápido; le dio cáncer porque fumaba; pasó el examen porque estudió; rompió relaciones con el novio porque él es muy posesivo. En cada caso, se señala de manera “inequívoca” la causa (el porqué) y su efecto. Este tipo de argumentación se basa en la lógica causalista que, entre otros aspectos, supone que los efectos son aquellas cosas que ocurren después de un evento. Dichas explicaciones siguen el planteamiento de la física clásica que postula: a toda acción obedece una reacción. Sin duda alguna, la acción es la causa, la reacción es el efecto.
Lo anterior será una explicación suficiente si no se repara en algunos otros
aspectos que pueden pasar por desapercibidos. Considérense los siguientes. ¿Cualquier acción de Pedro pudo causar el rompimiento del vaso? En su defensa, Pedro argumenta que apenas lo rozó. Supóngase que hay testigos que corroboran que Pedro apenas lo rozó. Obviamente la acción de Pedro produjo el movimiento del vaso y los testigos dicen también que el vaso estaba colocado en la orilla de la mesa de manera “muy peligrosa”, esto es, gran parte de la base del vaso estaba en el aire. Entonces, la causa del accidente ¿fue el movimiento de Pedro o que alguien lo dejó mal colocado? Alguien podría considerar que para que ocurriera el accidente tuvieron que ocurrir los dos aspectos. Alguien posiblemente diría que Pedro apenas rozó el vaso que estaba en la mera orilla, pero, el vaso se rompió, ¿o no? Ante esto, se podrían considerar otros aspectos “sutiles”: si el vaso hubiera sido de plástico o si la mesa tuviera las patas más cortas, el vaso no se habría roto. El personaje conciliador diría: Entonces el vaso no se rompió por la acción de Pedro, porque estaba mal ubicado, o porque la mesa era muy alta, sino que se rompió porque el vaso era de vidrio. Emocionado, el conciliador podría llegar a decir: Sí, y todo esto ocurrió debido (porque) a la fuerza de gravedad. Ya que muchos tienen dudas de lo que el conciliador argumenta, éste remata: ¡y además se rompió por que el suelo no está cubierto con una alfombra! si hubiera alfombra, nada de esto hubiera pasado. El vaso se rompió por la fuerza de la gravedad, porque era de cristal y porque no había alfombra. La exposición de los comentarios del testigo conciliador puede parecer propia de un adolescente que al parecer, alega cosas indefendibles e insostenibles.
Pero, los argumentos del testigo conciliador no pueden descartarse.
Pueden minimizarse, pero la negación de ellos conduce a una situación insostenible ya que: a) un objeto cuyo punto de equilibrio está colocado ligeramente sobre una superficie puede caerse, incluso con una ráfaga de viento lo suficientemente fuerte, b) el cristal tiene la propiedad de ser rompible y c) todo objeto cuyo tamaño sea menor al de la Tierra es atraído hacia ella (fuerza de la gravedad). ¿Cómo negar todo esto? Desde el punto de vista de la teoría interconductual ninguno de estos argumentos es negable pero tampoco es afirmable que la sola acción de Pedro es la causa del rompimiento del vaso. La teoría interconductual considera que lo ocurrido es la interacción de diferentes elementos presentes en la situación, esto es, en el campo en el que todas las variables presentes ocurren.
El campo psicológico incluye la intervención de varios elementos (objeto de
estímulo-respuesta, función de estímulo-respuesta, medio de contacto, biografía reactiva, historia del estímulo, etc.), no de uno sólo, como si los otros no existieran, no participaran o no modularan la interacción. La lógica causalista lineal asume que algo ocurre como efecto de un evento. En la psicología experimental esto se tradujo en la postulación metodológica que se expresa como “para observar los efectos de la variable independiente, se deben mantener todas las demás condiciones en estado cero ...” o bien, en la máxima de que el efecto de la variable independiente se observará “mientras todos los otros factores se mantienen sin cambio alguno”. Al respecto, Ribes y López (1985) argumentan que:“El campo interconductual es una representación conceptual de un segmento de interacción del organismo individual con su medio ambiente. Este campo está configurado como un sistema de relaciones recíprocas [de diferentes] factores”. (p. 42). Y más adelante exponen que: “... la concepción de campo, como alternativa al esquema causal heredado de la mecánica, formula la determinación de los eventos en forma de interrelaciones sincrónicas.
Es conveniente señalar que postular una concepción de campo dentro de la
psicología, no significa trasladar modelos de otras disciplinas –como ocurrió por ejemplo, en el caso de Kurt Lewin y su modelo topológico de la conducta. La concepción de campo como sistema descriptivo y explicativo de eventos y fenómenos de la realidad ha asumido muy diversas formas, no sólo en cada una de las ciencias especiales, sino incluso dentro de la propia física, en donde por vez primera se designó explícitamente de esta manera al esquema de análisis fundamentado en la búsqueda de interdependencias. Por ello, es importante señalar que la formulación del campo interconductual realizada por J. R. Kantor no es un transplante de algún sistema descriptivo tomado de otra disciplina, y en especial, de la física”. (pp. 48-49).
Contingencia
Si pasas por mí voy al cine, si no pasas, no iré. Si llueve podrá haber
mejores cosechas pero si hay sequía, tendremos problemas. En ambas expresiones observamos que existen dos eventos diferentes (ir al cine - no ir al cine; llover – no llover) y que entre ellos existe una relación condicional que puede definirse como: si x... entonces y. Aunque muchas personas creen que contingencia es uno de los principales términos técnicos del análisis experimental de la conducta, en realidad, no lo es. Es un término del habla ordinaria que significa riesgo o posibilidad de que algo pueda o no suceder. Y el hecho de que pueda o no suceder alude a una relación condicional: si ocurre x ocurrirá y, pero si no ocurre x, no ocurrirá y. Así, el evento y puede o no suceder, ya que su ocurrencia depende de la ocurrencia de x.
En el análisis experimental de la conducta el término de contingencia se ha
usado de dos maneras diferentes. Una de ellas es congruente con el significado expresado en el párrafo anterior. Otra forma en que se ha usado es como indicador (sinónimo) de contigüidad temporal. Por ejemplo, se dice que “el reforzamiento se hacía contingente a cualquier respuesta del organismo” (ver Skinner, 1938) para indicar que el reforzamiento se otorgaba casi inmediatamente después de la respuesta. Por tanto, se considera que: El concepto de contingencia… se vio reducido unilateralmente a la relación entre el estímulo consecuente y la respuesta y a los efectos cuantitativos futuros sobre ésta. Las relaciones de condicionalidad recíprocas entre conducta y ambiente, fundamentales en el análisis de las interacciones que definen al campo de eventos que estudia la psicología, se desvirtuaron en la búsqueda de relaciones temporales entre estímulos y respuestas… (Ribes y López, 1985, p. 32) En el caso del enfoque interconductual, contingencia siempre implica una relación de condicionalidad, esto es como dependencia recíproca entre dos eventos tal como se hace explícito en la siguiente cita:
Dado que el concepto de contingencia, tomado en su integridad cuando se
aplica al campo de la conducta operante o de cualquier otra forma de interacción entre eventos significa dependencia recíproca entre eventos, y dependencia no necesariamente referida a su presentación sino también a las propiedades funcionales de los mismos, consideramos que puede ser recuperado para describir las interacciones organismo-medio ambiente y su organización diferencial en términos de relaciones de campo. Ribes y López, 1985, p. 52)