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Clase I Política Tributaria y Sistema Tributario Nacional
Clase I Política Tributaria y Sistema Tributario Nacional
-Ampliar la base tributaria para fines del Impuesto a la Renta, como sería el caso de incorporar
negocios de menor tamaño, con la subsecuente reducción de costos tributarios;
-Dictar medidas que fortalezcan la base tributaria, mejoren la progresividad del Impuesto a la
Renta y combatan los esquemas o prácticas elusivas;
-Impuesto a la Renta;
-Derechos Arancelarios;
-Tasas por la prestación de servicios públicos, entre las cuales se consideran los derechos
por tramitación de procedimientos administrativos; y,
Los individuos para vivir en sociedad le confían al Estado una serie de prestaciones públicas: educación, salud,
seguridad ciudadana, tutela judicial de los derechos fundamentales, entre otros, con la intención de propiciar y
garantizar el bienestar de la colectividad. En la actualidad es innegable que todos los derechos de los ciudadanos
representan un alto costo para el Estado, quien debe destinar gran parte de los recursos públicos para su efectividad y
protección. De las fuentes con las que cuenta el Estado para obtener los ingresos públicos, el tributo constituye la
principal fuente. Por ello, lejos de ser una obstrucción a la libertad, el tributo es una condición necesaria para su
existencia.
En otras palabras, el tributo nace en el espacio abierto por la autolimitación de la libertad. No obstante, el tributo puede
llevar a oprimir la libertad si no es limitado por la legalidad y/u otros principios constitucionales. La libertad y los tributos
caminan juntos durante el decurso de la evolución del Estado Financiero. De manera que, una de las características del
Estado de Derecho, incluso del Estado Constitucional de Derecho es la de ser un Estado Fiscal.
Es en la Constitución donde se encuentran los principios que sirven como directrices supremas para orientar el ejercicio
de las competencias impositivas, consagrándose en ella los postulados que imprimen certeza y seguridad a las
pretensiones tributarias del Estado, y, en contra partida, preservan y garantizan los derechos fundamentales de los
ciudadanos. En otras palabras, los Principios del Derecho Tributario, consagrados en nuestra Constitución Política
(artículo 74) constituyen la garantía de los contribuyentes frente al Estado, cuyo poder tributario para crear tributos se
encuentra limitada precisamente por estos principios.
Existen los Principios Explícitos, que son aquellos expresamente señalados en los textos
de la norma y se encuentran conformados por el Principio de Legalidad y de Reserva de
Ley, Principio de Igualdad, Principio de No Confiscatoriedad, Principio de Respeto a los
Derechos Humanos y el Principio de Irretroactividad en materia tributaria; a su vez, también
existen los Principios Implícitos, que son aquellos que, si bien no se encuentran señalados
de manera expresa en los textos normativos, son de igual importancia para el control de la
Potestad Tributaria y se encuentran conformados por el Principio de Seguridad Jurídica,
Principio de Capacidad Contributiva, Principio del Beneficio y Costo del Servicio y el
Principio de Generalidad.
En esa línea, tenemos que el artículo 74 de la Constitución Política del Perú establece como
principios constitucionales-tributarios: “[…] El Estado, al ejercer la potestad tributaria, debe
respetar los principios de reserva de la ley, y los de igualdad y respeto de los derechos
fundamentales de la persona. Ningún tributo puede tener carácter confiscatorio. […]”.
(El énfasis es nuestro).
Principio de Legalidad y Reserva de la Ley
PRINCIPIO DE LEGALIDAD
El principio de legalidad garantiza la subordinación de los poderes públicos a las leyes,
que tiene como correlato también al principio de legalidad señalado en la Constitución.
El Principio de legalidad se proyecta en el Estado de Derecho como un requisito sine
qua non de las actividades estatales dentro de la sociedad. En sentido estricto, este
principio condiciona y limita la actuación del Estado dentro del marco de la legalidad, a
fin de evitar tratamientos arbitrarios. Es una condición esencial del Estado de Derecho
y está inspirado en el valor de la seguridad jurídica.
Por su parte, Landa Arroyo nos explica que el Principio de Legalidad “es una forma de
garantía por el cual la Potestad Tributaria de los Poderes Legislativo y Ejecutivo son
sometidos a la Constitución y a las leyes, recalcando además la posición del Tribunal
Constitucional del Perú, el cual aplica el aforismo de nullum tributum sine lege, el cual
limita la exigibilidad de un tributo si esta no se encuentra regulado en una norma con
rango de ley o una norma con rango igual.
Tiene por objeto: a) Impedir que el órgano administrador del tributo regule cuestiones
sustantivas tributarias a través de disposiciones de menor jerarquía; b) Impedir que un
ente con poder tributario originario como el ejecutivo o el municipio, que son más
dinámicos, abusen de su dinamicidad y se excedan; c) Impedir que se den casos de
doble imposición interna y normas tributarias contradictorias.
PRINCIPIO DE RESERVA DE LEY
A través de este principio, se estipula que de manera “exclusiva” y “excluyente” sea una
norma con rango de ley la que regule suficientemente los principales elementos de las
figuras impositivas. De esta forma, la voluntad del constituyente es que determinado ámbito
vital de la vida de los ciudadanos-contribuyentes debe ser decidido necesariamente por el
legislador y no por la Administración Pública mediante normas reglamentarias o actuaciones
singulares. El elemento estructural del tributo (aspectos material, espacial, personal y
temporal de la hipótesis de incidencia tributaria, así como la prescripción de la consecuencia
normativa) se encuentra dentro de esa cobertura. Las normas reglamentarias no pueden
desempeñar una función normativa en lo que respecta a la configuración del tributo. En ese
sentido, el Tribunal Constitucional, a través de la STC 3303-2003-AA/TC ha señalado que
solo de manera excepcional se admiten derivaciones al reglamento, de materia reservada a
ley, siempre y cuando los parámetros este claramente establecidos en la propia ley, no
siendo aceptables la entrega de facultades en blanco al reglamentador.
Tierne por objeto: a) Garantizar el respeto al denominado “principio de auto-imposición”, de
forma que los ciudadanos no paguen más tributos que aquellos que sus legítimos
representantes hayan consentido; b) cumple una clara función de salvaguarda del derecho
de propiedad; y c) es un mecanismo técnico útil para poner en práctica el principio de
igualdad de los ciudadanos ante la ley tributaria.
En la STC N° 2762-2002-AA/TC, el Tribunal
Constitucional reitera que la reserva de ley en
materia tributaria no es absoluta, sino relativa. Ello
quiere decir que si bien la norma tributaria solo
puede ser creada, modificada o derogada por ley,
decreto legislativo y decreto supremo en el caso de
tasas y aranceles, puede derivarse a una norma
reglamentaria la regulación de alguno de los
elementos esenciales del tributo siempre que ello
conste expresamente en la Ley, y se señalen los
parámetros sobre los cuales tal labor debe ser
efectuada. La sentencia es categórica al reconocer
que en ningún caso podrá aceptarse la entrega en
blanco de facultades al Poder Ejecutivo, debiendo
haber un mínimo de dirigismo por parte de quien
detenta objetivamente la potestad tributaria.
Principio de No Confiscatoriedad
Este principio está relacionado con la protección del Derecho a
la Propiedad, el cual se establece como límite de la Potestad
Tributaria y constituye una garantía en caso de un posible
ejercicio desproporcionado de este. Un tributo puede ser
considerado confiscatorio, cuando ésta grava parte de la
riqueza de manera desproporcionada, con una tasa irrazonable
o de una excesiva presión tributaria. Los tributos no pueden
exceder la capacidad contributiva de los sujetos afectos, ya
que de producirse esta, afectaría la economía de las personas
y sus familias, dado que cualquier gravamen o imposición
afecta la conducta de los contribuyentes, siendo los más
apreciables aquellos que tienen efectos negativos.
Principio de Irretroactividad
El presente límite se encuentra señalado en el
artículo 103 de la Constitución Política del Perú,
en dicho artículo se señala que la irretroactividad
de las leyes es de aplicación general, por lo que
ninguna ley tendría fuerza o efectos retroactivos,
pero más adelante se establece la excepción a
dicho mandato, el cual corresponde a las
normas de materia penal siempre y cuando
estas favorezcan al reo, por lo tanto, las normas
con contenido tributario no surten efectos
retroactivos.
Principio de Igualdad
El presente principio ha sido desarrollado originalmente en el segundo artículo
de la Constitución Política del Perú, por medio de este, el contribuyente
rechaza cualquier acto o forma de discriminación por razón de sexo, raza,
idioma, religión, entre otros. Pero en lo concerniente a la materia tributaria en
sí, el presente principio se centra en razón a la aplicación de un tributo, es
decir, una carga tributaria solo afectará a los contribuyentes que se
encuentren en una situación económica similar y, por lo tanto, aquellos que se
encuentran en una situación diferente, no se les debería aplicar la misma
carga tributaria.
Constituye un mandato constitucional que obliga al legislador a gravar por
igual todas las manifestaciones de riqueza que se muestren como similares.
En ese sentido, en lo que aquí interesa, el principio de igualdad implica que, a
igual manifestación de capacidad económica, igual tributación. Las exigencias
constitucionales de igualdad también están dirigidas al legislador (igualdad
ante la ley) y a los entes aplicadores (igualdad en la aplicación de la ley), tales
como la Administración Tributaria, así como a los jueces y tribunales.
Así lo ha reconocido expresamente nuestro TC, entre otras, en su
sentencia N° 1279-2002-AA/TC, en la que se señala expresamente lo
siguiente: “El derecho de igualdad, en efecto, no solo se proyecta
prohibiendo tratamientos diferenciados, sin base objetiva y razonable, en
el contenido normativo de una fuente formal del derecho, sino también
en el momento de su aplicación. Ella se ha de aplicar por igual a cuantos
se encuentren en una misma situación, quedando proscritas, por tanto,
diferenciaciones basadas en condiciones personales o sociales de sus
destinatarios, salvo que estas se encuentren estipuladas en la misma
norma. Impone, pues, una obligación a todos los órganos públicos de no
aplicar la ley de una manera distinta a personas que se encuentren en
casos o situaciones similares. Esta dimensión del derecho a la igualdad
vincula, esencialmente, a los órganos administrativos y jurisdiccionales,
los que son los llamados a aplicar las normas jurídicas”.
Principio de respeto a los Derechos Humanos
De las diversas fuentes con las que cuenta el Estado para obtener los ingresos
necesarios para satisfacer los requerimientos sociales, sin duda alguna el tributo
constituye la principal fuente de recursos económicos de la actividad financiera
estatal. Por ello, lejos de ser una obstrucción a la libertad, el tributo es una
condición necesaria para su existencia.
En el Estado moderno, el tributo, además de ser un instrumento destinado a sufragar
los gastos públicos, puede cumplir también una importante función de carácter extra-
fiscal –incentivadora–, en la medida en que, orientada por principios de justicia, la
tributación puede constituir un importante mecanismo no solo para promover una
adecuada redistribución de la riqueza sino también para orientar e inducir determinados
comportamientos considerados como altamente deseados para el bienestar de la
comunidad. Conforme esa línea de razonamiento, podemos afirmar que el tributo
constituye un deber fundamental, cuyo fundamento está altamente impregnado por los
valores de la solidaridad y la justicia. Dentro de ese contexto, evidentemente el
individuo desempeña un papel activo dentro de la sociedad, toda vez que a través del
tributo pasa a ser ciudadano contribuyente de la comunidad de la cual es parte. Así, el
tributo es un instrumento al servicio de la sociedad que permite la existencia material
del Estado y la inducción de comportamientos correctos conforme a los valores de la
comunidad.
Política Fiscal
La política fiscal es una rama de la política económica que configura el Presupuesto del
Estado como variable de control para asegurar y mantener la estabilidad económica y evitar
situaciones de inflación o desempleo. Conjunto de acciones gubernamentales que se
refieren fundamentalmente a la administración y aplicación de instrumentos discrecionales
para modificar los parámetros de los ingresos, gastos y financiamiento del Sector Público.
El Presupuesto del Estado consta de: 1) el gasto público, que comprende tanto el dinero
empleado por el Gobierno para suministrar bienes y servicios a los ciudadanos, como las
transferencias de dinero a algunas personas que el Gobierno realiza sin recibir ningún
servicio a cambio (ejemplos clásicos de transferencias son las ayudas sociales y las
prestaciones por desempleo); y 2) los ingresos públicos, en forma de impuestos, tasas,
ingresos patrimoniales (de empresas públicas) y endeudamiento.
Existen dos tipos de política fiscal:
I. Política fiscal expansiva, que genera un déficit en los Presupuestos de Estado
(es decir, una situación en que el gasto público es superior a los ingresos fiscales)
que se financia mediante la emisión de deuda pública. Los mecanismos a usar
son: 1) aumentar el gasto público, o 2) aumentar el gasto privado, bajando los
impuestos para aumentar la renta disponible de los agentes económicos privados,
lo que provocará un mayor consumo de las personas y una mayor inversión de las
empresas (en definitiva, un aumento de la demanda económica). Se denomina
‘expansiva’ porque se ejecuta para estimular el crecimiento económico y crear
empleo.
II. Política fiscal restrictiva, que genera un superávit en los Presupuestos del
Estado (es decir, una situación en que el gasto público es inferior a los ingresos
fiscales). Los mecanismos son los contrarios que en la expansiva: 1) reducir el
gasto público, para bajar la demanda y por tanto la producción, o 2) reducir el
gasto privado, subiendo los impuestos para que los ciudadanos tengan una renta
menor, disminuyan su consumo y, con ello, la demanda económica. Se ejecuta
cuando la economía conoce un período de excesiva expansión y tiene necesidad
de frenarse para evitar el aumento de los precios (inflación).
Los objetivos primordiales de la política fiscal son:
a) Es el instrumento de desarrollo para crear el ahorro público suficiente para incentivar el nivel de
inversión pública nacional.
b) Absorber de la economía privada (por los medios más equitativos) los ingresos suficientes para hacer
frente a sus necesidades de gasto.
c) Estabilización de la economía, para crear las condiciones necesarias para el desarrollo económico.
Para poder lograr los objetivos anteriores la política fiscal se vale de los siguientes instrumentos:
a) La política tributaria.
c) La política de endeudamiento
d) La política financiera
En ese sentido, se requerirá una política fiscal que tenga en cuenta esta realidad e
incentive la formalidad y el crecimiento de las unidades empresariales, para que
generen más ingresos, sean fuente de empleos formales y se genere una mayor
recaudación tributaria.
c) Tasa: Es el tributo cuya obligación tiene como hecho generador la prestación efectiva por el
Estado de un servicio público individualizado en el contribuyente.
Arbitrios: son tasas que se pagan por la prestación o mantenimiento de un servicio público.
Derechos: son tasas que se pagan por la prestación de un servicio administrativo público o el
uso o aprovechamiento de bienes públicos.
Luis Cazorla Prieto: “[…] un ingreso de Derecho público de un ente público que, admitiendo
diversas variedades y destinado a nutrir el gasto público en general, consiste en una
prestación patrimonial dineraria legalmente establecida con arreglo a la capacidad
económica del llamado a satisfacerla […]”.
Bravo Cucci: “Es una herramienta que permite al Estado crear ingresos de los particulares
para cubrir el gasto público (finalidad fiscal), en respeto a ciertos parámetros
constitucionales denominados principios tributarios. […]”.
Facultades de la Administración Tributaria
El Estado requiere, para el logro de sus fines y objetivos trazados, recaudar una porción de la
riqueza generada por sus administrados a través de un ente administrativo (Administración
Tributaria) que goce de determinadas facultades y prerrogativas (deberes/poderes) que le
permitan determinar la obligación tributaria y recaudar el crédito así determinado. En esa línea,
encontramos que la Administración Tributaria peruana tiene las siguientes facultades:
De liquidación, la cual supone la emisión de documentos valorados con carácter liquidatorio (en
caso el sujeto pasivo no impugne el acto) o como propuesta de liquidación (supone la
impugnación del acto de parte del deudor tributario). La liquidación incluye todos los
componentes de la deuda tributaria reconocidos en la legislación tales como: el tributo, la multa,
y los intereses.
De obtención de información con trascendencia tributaria mediante cruces de
información utilizando medios magnéticos, informáticos, banco de datos,
documentos presentados por el propio sujeto pasivo o de terceros vinculados o no,
así como aquélla proporcionada por entidades públicas o privadas tales como las
entidades rectoras del sistema bancario y financiero (Superintendencia de Banca y
Seguros), del mercado de valores (Comisión Nacional Supervisora de Empresas y
Valores), la Cámara de Comercio, las centrales de información y de riesgo, entre
otros. La obtención de información tiene límites objetivos previstos en la legislación,
tales como el secreto bancario profesional, y la confidencialidad.
Así, el artículo 166° del Código Tributario explica que, en virtud de la citada facultad discrecional, la
Administración Tributaria también puede aplicar gradualmente las sanciones por infracciones
tributarias, en la forma y condiciones que ella establezca, mediante Resolución de Superintendencia o
norma de rango similar, fijando los parámetros o criterios objetivos que correspondan, así como para
determinar tramos menores al monto de la sanción establecida en las normas respectivas. El artículo
165° del Código Tributario establece de forma expresa que la infracción será determinada de forma
objetiva.
Tribunal Fiscal
En el Perú, el Tribunal Fiscal data de 1964, año en el que fue creado en el
contexto de una revisión integral del régimen tributario, mediante la Ley
14920.
Junto a él se creó también el Tribunal de Aduanas, modificándose así la
constitución, las atribuciones y el funcionamiento del Consejo Superior de
Contribuciones y del Cuerpo Consultivo de Aranceles de Aduanas, y
estableciéndose de esta manera, por primera vez, dos tribunales
administrativos para resolver en última instancia administrativa las
reclamaciones respecto de dichas materias. Los vocales eran nombrados
por resolución suprema y trabajaban a tiempo completo y a dedicación
exclusiva. Contra las resoluciones emitidas por los tribunales procedía
recurrir ante el Poder Judicial.
En la actualidad, el Tribunal Fiscal es el órgano administrativo encargado
de resolver asuntos tributarios y aduaneros en última instancia
administrativa, encontrándose, por tanto, en la esfera del Poder Ejecutivo.
El Tribunal Fiscal está conformado por la Presidencia, la Sala Plena, la
Vocalía Administrativa y las Salas especializadas en materia tributaria y
aduanera. Los miembros del Tribunal desempeñan sus cargos a tiempo
completo y a dedicación exclusiva, y están prohibidos de ejercer su
profesión, actividades mercantiles o intervenir en entidades vinculadas con
dichas actividades, salvo el ejercicio de la docencia universitaria.
Es necesario que se ejerza control sobre las decisiones de la
Administración Tributaria a efectos de evitar supuestos de
arbitrariedad. El Tribunal Fiscal, si bien depende del Poder
Ejecutivo, actúa con absoluta independencia e imparcialidad,
por lo que el contribuyente puede tener la garantía de que su
controversia será resuelta por alguien ajeno a la administración
tributaria. Asimismo, tratándose de un órgano especializado y
con la mayor jerarquía en el ámbito administrativo en materia
de tributación, su jurisprudencia resulta muy importante para
las diversas administraciones tributarias así como para los
mismos contribuyentes.
El Tribunal Fiscal posee atribuciones expresamente
consagradas en el Código Tributario, éstas consisten en
resolver apelaciones en materia tributaria y aduanera, resolver
las cuestiones de su competencia que se susciten en materia
tributaria, resolver los recursos de queja que presenten los
deudores tributarios contra las actuaciones o procedimientos
que los afecten directamente o infrinjan lo establecido en el
Código Tributario o la Ley General de Aduanas, su reglamento
o disposiciones administrativas en materia aduanera, unificar la
jurisprudencia tributaria, proponer normas para suplir las
deficiencias en la legislación tributaria y aduanera y resolver en
vía de apelación las tercerías que se interpongan con motivo
del procedimiento de cobranza coactiva.
JURISPRUDENCIA DE OBSERVANCIA OBLIGATORIA DEL
TRIBUNAL FISCAL
De conformidad con el artículo 154 del TUO del Código Tributario,
el Tribunal Fiscal puede expedir jurisprudencia de observancia
obligatoria, la cual resulta de obligatorio cumplimiento para la
Administración Tributaria, cuyo artículo aparece de la siguiente
manera:
"Las resoluciones del Tribunal Fiscal que interpreten de modo
expreso y con carácter general el sentido de normas tributarias, las
emitidas en virtud del artículo 102, las emitidas en virtud a un
criterio recurrente de las Salas Especializadas o de la Oficina de
Atención de Quejas, así como las emitidas por los Resolutores -
Secretarios de la Oficina de Atención de Quejas por asuntos
materia de su competencia, constituyen jurisprudencia de
observancia obligatoria para los órganos de la Administración
Tributaria, mientras dicha interpretación no sea modificada por el
mismo Tribunal, por vía reglamentaria o por ley. En este caso, en
la resolución correspondiente el Tribunal señala que constituye
jurisprudencia de observancia obligatoria y dispone la publicación
de su texto en el diario oficial El Peruano.“
A su vez, precisa lo siguiente:
“En los casos de resoluciones que establezcan jurisprudencia
obligatoria, la Administración Tributaria no podrá interponer
demanda contencioso-administrativa”.
Proceso contencioso administrativo
En el Perú, el Proceso Contencioso Administrativo constituye el proceso específico
previsto por la Constitución para la impugnación ante el Poder Judicial de las
decisiones de la Administración Pública a fin de verificar la legitimidad de la actuación
de todas las entidades administrativas. En tal virtud los afectados por una actuación
administrativa violatoria de sus derechos e intereses están constitucionalmente
facultados para demandar ante el Poder Judicial la satisfacción jurídica de sus
pretensiones contra la Administración Pública.