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©Omar Astorga
Humanístico –CDCH/UCV
2000
2ª edición: Amazon
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS
ABREVIATURAS
INTRODUCCIÓN
PARTE I
IMAGENES Y PASIONES
CAPITULO I
SECCION 1
EL SENTIDO
La naturaleza de la sensibilidad
SECCION 2
SECCION 3
SECCION 4
CAPITULO II
SECCION l
SECCION 2
2. 3. La creencia y la fe
SECCION 3
EL TALENTO Y LA LOCURA
a) El talento natural
b) El talento adquirido
3.2. La locura
SECCION 4
PARTE II
CAPÍTULO III
SECCION 1
LA DESCRIPCION DE LAS COSTUMBRES O EL PASO DE LA
ÉTICA A LA POLÍTICA
SECCION 2
SECCION 3
EL ESTADO DE GUERRA
3. 2. La naturaleza de la guerra
CAPÍTULO IV
SECCIÓN I
LAS IMÁGENES DEL CONSENSO
El contrato
SECCION 2
SECCION 3
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA
APENDICE
AGRADECIMIENTOS
IMAGENES Y PASIONES
Esta primera parte está destinada a mostrar el valor de la idea de
imaginación en el desarrollo unitario de la antropología hobbesiana.
Para ello, hemos distinguido dos núcleos teóricos fundamentales
que serán expuestos en dos capítulos. El primer núcleo está
representado por la idea misma de imaginación, cuya exposición
nos permitirá dar cuenta de la forma como Hobbes describe el
origen y las formas como se desarrolla el proceso de conocimiento.
Aquí nos proponemos mostrar, desde la explicación de los sentidos,
la centralidad del mundo imaginativo, específicamente considerando
su valor en la constitución de la memoria, la experiencia y la
prudencia, es decir, de las formas a través de la cuales se constituye
la riqueza y la versatilidad del pensamiento. Veremos que es
precisamente en razón de los riesgos que esa versatilidad
representa para el comportamiento, que Hobbes se plantea la tarea
permanente de ajustar la riqueza de imaginación a los moldes del
lenguaje. Este será el tema del capítulo I.
Cabe señalar que estos dos capítulos forman una unidad debido
a la fuerte interrelación teórica y temática que hemos encontrado
entre la idea de la imaginación y la idea de las pasiones. Se verá
que en la descripción del desarrollo de la imaginación, Hobbes hace
intervenir las pasiones para dar cuenta de la unidad y la coherencia
del pensamiento. Asimismo, se podrá observar que en la
descripción de las pasiones, la imaginación juega un rol central,
hasta el punto de que las pasiones pueden ser consideradas
esencialmente como un hecho imaginativo a través del cual se
forma la subjetividad. Veremos la reciprocidad de estos conceptos
en la argumentación de Hobbes y podremos así mostrar que esa
reciprocidad supone la incorporación de contenidos culturales a
través de los cuales este filósofo pensó la política y, de ese modo,
pudo hacer de la imaginación el núcleo fundamental para la
interpretación del Estado moderno.
CAPITULO I
EL SENTIDO
Vamos a poner de relieve las bases explicativas que le
permitieron a Hobbes organizar el plan para exponer el modo corno
se constituye la imaginación. El Leviathan ofrece una explicación
sobre la naturaleza y causa de los sentidos, y una crítica a la
concepción que a este respecto había desarrollado la escolástica.
Examinaremos esos aspectos con el fin de mostrar qué dice Hobbes
sobre los sentidos y por qué lo dice en el contexto de su libro.
Dividiremos la exposición en dos partes. En primer lugar, veremos
cuál es la naturaleza de los sentidos y, en segundo lugar,
examinaremos la explicación naturalista de la sensibilidad en el
contexto de la polémica que Hobbes entabló con la escolástica de
su tiempo.
In this wild ranging of the mind, a man may oft-times perceive the
way of it, and the dependance of one thought upon another. For in a
discourse of our present civil war, what could seem more
impertinent, than to ask (as one did) what was the value of a Roman
penny? Yet the coherence to me was manifest enough. For the
thought of the war, introduced the thought of the delivering up the
king to his enemies; the thought of that, brought in the thought of the
delivering up of Christ; and that again the thought of the 30 pence,
which was the price of that treason; and thence easily followed that
malicious question, and all this in a moment of time; for thought is
quick. (Lev, I, 3, p. 95. Subrayado nuestro)[43].
And this is it, the Latins call Imagination, from the image made in
seeing; and apply the same, though improperly, to all the other
senses. But the Greeks call it Fancy; which signifies appearance,
and is as proper to one sense, as to another. IMAGINATION
therefore is nothing but decaying sense; and is found in men, and
many other living Creatures, as well sleeping, as waking. (Lev, I, 2,
p. 88)[70].
The future being but a fiction of the mind. (Lev, cit., I, 3, p. 97).
Fictions of gallant persons. (Ibid., I, 6, p. 125). A person, is he,
whose words or actions are considered, either as his own, or as
representing the words or actions of another man, or of any other
thing to whom they are attributed, whether truly or by fiction. (Ibid., I,
16, p. 217). There are few things, that are incapable of being
represented by fiction. (Ibid, I, 16, p. 219). For to be pleased in the
fiction of that, which would please a man if it were real, is a passion
so adherent to the nature both of man, and every other living
creature. (Ibid., II, 27, p. 336).
The one, ending with the liberty of Rome, which was the course
or empire, as I may call it, of ancient prudence, first discovered to
mankind by God himself in the fabric of Common wealthof Israel,
and afterward picked out of his footsteps in nature, and unanimously
followed by the Greeks and Romas; the other beginning with the
arms of Caesar, which, extinguishing liberty, were the transition of
ancient to modern prudence[96].
Esta insistencia tiene que ver con los efectos que el lenguaje
tiene en la imaginación y, por tanto, en el comportamiento de los
súbditos. Hobbes se refiere precisamente en diversos pasajes del
Leviathan a la manera absurda como se suele afirmar que existen
sustancias inmateriales, es decir, incorpóreas, lo cual, además de
ser una contradicción en términos, es una manera de engañar[124].
El ejemplo que da es muy significativo, cuando se refiere al hecho
de decir que «la fe es insuflada o inspirada», cuando nada puede
ser insuflado o introducido sino cuerpos. Se trata de ejemplos
significativos si tomamos en cuenta que en diversos pasajes del
Leviathan se hallan señalamientos críticos en relación con el uso de
tales términos (Lev, I, 5, p. 114)[125]. También menciona expresiones
sin sentido tales como «los fantasmas son espíritus». En este caso,
el sinsentido no solo es un problema lógico-gramatical, sino que
pone de testimonio la intención de sustantivar el mundo de las
apariencias[126]. Hobbes también se refiere al hecho de utilizar
nombres que nada significan, pero que son tomados y aprendidos
en las escuelas, tales como «hipostático», «transustancial»,
«consustancial», «eterno-ahora» y otras «cantinelas» de los
escolásticos (Lev, I, 5, p. 115). Un ejemplo es Suárez: frente a un
texto como el siguiente «La primera causa no influye
necesariamente sobre la segunda, en virtud de la subordinación
esencial de las causas segundas, estimulándola así a actuar»[127].
Hobbes dice que cuando los hombres escriben volúmenes enteros
de estas necedades ¿no están locos o intentan que otros también lo
estén?[128] Y agrega que la así llamada transubstanciación
corresponde también a un modo absurdo de hablar equivalente a
una forma de locura (Lev, I, 8, p. 146)[129]. De allí que apele a la
razón natural como una vía para evitar caer en semejantes
absurdos, pues un hombre «sería estúpido» si persistiera, como en
el caso de la geometría, en un error cuando otros se lo han hecho
saber (Lev, I, 5, p. 115).
***
For these words of good, evil, and contemptible, are ever used
with relation to the person that useth them: there being nothing
simply and absolutely so; nor any common rule of good and evil, to
be taken from the nature of the objects themselves; but from the
person of the man (where there is no commonwealth) or, (in a
commonwealth)from the person that representeth it; or from an
arbitratoror judge, whom men disagreeingshall by consent set up,
and make his sentence the rule thereof. (Lev, I, 6, p. 120).
And man by nature lives first in the world of his imagination and
then in the opinion of others, he can originally experience the real
world only by feeling it, all unforeseen, in a conflict with others; he
comes to know death, the primary and greates and supreme evil, the
only and absolute standard of human life, the beginning of all
knowledge of the real world, originally only as violent death...
Hobbes identifies conscience with the fear of death; only through
knowledge of mortal danger, knowledge which is at the same time a
retreat from death, can man be radically liberated from natural vanity,
from the natural absorption in the world of his imagination... Since
man is by nature fast in his imaginary world, it is only by unforeseen
mischance that he can attain to a knowledgeof his own darkness and
at the same time a modest and circumspect knowledgeof the real
world. (Ibid., pp. 23-27. Subrayado nuestro).
2.2. La opinión
En el trasfondo de la interconexión entre el pensamiento y las
pasiones, se encuentra una visión en la que predomina el reino de lo
posible, es decir, aquello que es objeto de suposiciones. Hobbes
advierte que en el mundo no hay nada necesario en sí porque
nuestra capacidad de conocimiento no nos permite determinar las
cosas de manera absoluta sino solo condicional. Si esta advertencia
vale para la razón y la ciencia, también vale para la imaginación y
las pasiones. Y es precisamente a través de la imaginación como se
constituye el mundo de lo posible y, con él, el complejo de opiniones
y expectativas que determinan la conducta[175].
2. 3. La creencia y la fe
Hemos podido distinguir dos planos a través de los cuales
Hobbes explica el ongen imaginativo de las formas mentales. Por un
lado, la opinión que surge cuando el discurso de un hombre no
comienza con definiciones, sino con cualquier otra contemplación de
sí mismo. Por otro lado, cuando la opinión surge con algún decir de
otro, de cuya habilidad para decir la verdad y de cuya honestidad
para no engañar, no se duda, y entonces el discurso no concierne
tanto a la cosa como a la persona, y la opinión es llamada creencia
y fe. A continuación vamos a considerar la naturaleza de la creencia
y de la fe y, más tarde, atenderemos algunos usos de los
respectivos términos, con los cuales podremos apreciar la
persistencia de la imaginación.
En suma, por los casos que hemos visto se puede inferir que la
creencia y la fe (especialmente en atención a su uso en el contexto
religioso) constituye una de las formas fundamentales a través de la
cual, mediante la opinión que se tiene de alguien y de su palabra, se
pone de manifiesto el valor político de la imaginación. Si bien la
creencia y la fe constituyen formas mentales difíciles de controlar,
precisamente por su carácter imaginativo, ello no supone
necesariamente que no exista la posibilidad de reencauzarla −bajo
una suerte de religión civil, tal corno se plantea en la parte III del
Leviathan− hacia el ámbito del Estado. De allí que Hobbes afirme
que, ciertamente, la fe supone una suerte de sometimiento del
entendimiento, pues nos abstenemos de usarlo cuando queremos
evitar una contradicción, pero cuando hablamos del mandato de una
autoridad legítima, se trata de la confianza y la fe en quien habla,
aunque la mente sea incapaz de adquirir noción alguna de las
palabras pronunciadas. En este caso se trata de la posibilidad de
que la creencia y la fe, portadoras de imágenes, puedan estar al
servicio del consenso y se opongan a aquellas imágenes que suelen
provocar la disolución del Estado.
SECCION 3
EL TALENTO Y LA LOCURA
El problema de la constitución de la mente es uno de los más
valiosos de la antropología hobbesiana, pues allí se muestran
aspectos sustantivos que intervienen en el desarrollo del
comportamiento del súbdito. Veamos ahora dos expresiones
fundamentales de la imaginación a través de las cuales Hobbes fija
el rumbo de su interpretación del hombre y del ciudadano. Se trata
del talento y, en el extremo opuesto, de la locura. Veremos que
desde la explicación de la naturaleza y origen del talento hasta la
explicación de la locura, este filósofo describe las situaciones
mentales que, según comprobaremos, en nuestros capítulos III y IV,
tienen consecuencias en la configuración de la vida social y política.
Nuestro objetivo con esta sección, tal como en los anteriores,
consiste en mostrar la presencia y el valor que posee la idea de
imaginación. Para ello dividiremos nuestra exposición considerando
dos puntos. En primer lugar, la naturaleza del talento y sus tipos,
con lo cual examinaremos el talento natural (específicamente la
fantasía, el juicio, la prudencia y la astucia) y el talento adquirido. En
segundo lugar, nos ocuparemos de dos defectos de la mente: la
frivolidad y la locura. Aquí veremos tres tipos principales de locura:
la que se produce como creencia en la inspiración, como creencia
de hallarse inspirado, y la que surge del lenguaje absurdo.
a) El talento natural
Talento natural es aquel que se obtiene solamente mediante el
uso y la experiencia, sin método, cultura o instrucción (Lev, I, 8, p.
134), y consiste principalmente en la rapidez y firmeza de la
imaginación:
The secret thoughts of a man run over all things, holy, profane,
clean, obscene, grave, and light, without shame, or blame; which
verbal discourse cannot do, farther than the judgment shall approve
of the time, place. and persons. An anatomist, or a physician may
speak, or write his judgment of unclean things; because it is not to
please, but profit: but for another man to write his extravagant, and
pleasant fancies of the same, is as if a man, from being tnmbled into
the dirt, should come and present himself before good company. And
it is the want of discretion that makes the difference. (Lev, I, 8, p.
137).
b) El talento adquirido
El talento adquirido no es más que la razón fundada en el recto
uso del lenguaje que da lugar a la ciencia. Pero Hobbes recuerda
que ya se ha ocupado de la razón y la ciencia (Lev, I, 8, p. 138).
Cuando dice esto pone de relieve el hecho de que no va a repetir lo
que ya ha dicho y, por ende, exhibe la economía de su
argumentación. No obstante, se podría plantear la hipótesis de que
no se trata solo de la economía de su argumentación sino también,
o más bien, del curso y el contenido principal de dicha
argumentación, pues, si hacemos un balance de los dieciséis
capítulos que contiene la primera parte del Leviathan, podemos
observar que solo los capítulos cuatro y cinco están dedicados al
tópico de la razón, mientras que el resto de los capítulos están
dedicados explícitamente o de un modo muy cercano al tema de la
imaginación. Podríamos entonces plantear que, al menos en el
contexto del Leviathan (a diferencia, por ejemplo del contexto
argumentativo de De Corpore), a Hobbes no le interesaba teorizar
largamente sobre la razón y la ciencia, sino tan solo lo necesario
para cubrir los tópicos principales de su antropología. Más le
interesaba mostrar las formas como se desarrolla la racionalidad −y
esto es lo que aparece especialmente en el examen de las leyes
naturales−, pero tanto o más que eso le interesaba mostrar las
bases mentales que explican el comportamiento y, a través de ello,
ofrecer el contexto justificatorio de la racionalidad. Ese contexto,
como hemos venido mostrando, se encuentra dominado por el
desarrollo cada vez más complejo de la imaginación.
The passions that most of all cause the differences of wit, are
principally, the more or less desire of power, of riches, of knowledge,
and of honour. All which may be reduced to the first, that is, desire of
power. For riches, knowledge, and honour are but several sorts of
power. (Lev, I, 8, p. 139).
3.2. La locura
La fantasía y el juicio representan «virtudes intelectuales» en la
medida en que no perturban el comportamiento. Pero esa
perturbación es un riesgo inmanente a la condición imaginativa de la
mente y, especialmente, cuando esa condición se expresa a través
de la debilidad o de la vehemencia de las pasiones. En ambos
casos la mente toma, para Hobbes, el rumbo de la locura.
Hobbes dice que un hombre que no tenga una gran pasión por
las riquezas, el conocimiento y el honor, en suma, por el poder, y
que, por tanto, le sean indiferentes, aunque pueda ser un hombre
que no ofenda a nadie, posiblemente no tendrá una gran fantasía ni
mucho juicio. Al decir esto, este filósofo presenta abiertamente su
concepción instrumental de la mente, utilizando para ello la metáfora
del explorador: los pensamientos son respecto a los deseos como
exploradores o espías que se aventuran en tierra extraña y
encuentran el camino que los lleva a las cosas deseadas. Por ello,
la firmeza y rapidez de la mente (el talento) procede precisamente
del deseo y, por tanto, sentencia Hobbes: «no tener deseos es estar
muerto», y con esto coloca al deseo en el centro de su antropología.
1) Hobbes dice que las pasiones cuya fuerza produce locura son,
o una gran vanagloria, o una gran depresión de la mente. «The
passion, whose violence, or continuance, maketh madness, is either
great vainglory; which is commonly called pride, and self-conceit; or
great dejection of mind» (Lev, I, 8, p. 140).
Another, and a principal defect of the mind, is that which men call
MADNESS, which appeareth to be nothing else but some
imagination of such a predominanceabove all the rest, that we have
no passion but from it. And this conception is nothing else but
excessive vainglory, or vain dejection; as is most probable by these
examples following, which proceed in appearance, every one of
them, from some pride, or some dejection of mind. (Elements. I Ch.
10 Sec. 9 p. 51. Subrayado nuestro).
For if every man should be obliged, to take for God's law, what
particular men, on pretence of private inspiration, or revelation,
should obtrude upon him, (in such a number of men, that out of
pride, and ignorance, take their own dreams, and extravagant
fancies, and madness, for testimonies of God's spirit: or out of
ambition, pretend to such divine testimonies, falsely, and contrary to
their own consciences) it were impossible that any divine law should
be acknowledged. If public, it is the authority of the commonwealth,
or of the church. (Lev. III, 33. p. 426).
Una prueba, via negationis, del rol que juega el contexto social,
la ofrece la ciencia pues, mientras los beneficios de las artes de
utilidad pública son claramente visibles para cualquiera, la ciencia
no es vista como signo de poder, al no ser visible para cualquiera. El
hecho de que sea practicada por pocos y, sobre todo, que solo sea
apreciada por quienes la han alcanzado, hace entonces que sea
vista como una forma de escaso poder. (Ibid). Que Hobbes,
científico, teórico de la ciencia y, además, uno de los más
conspicuos defensores de la racionalidad científica (incluso en el
campo de la política) llegue a decir que la ciencia trae consigo
escaso poder, no es precisamente muestra de una posición
antiilustrada o escéptica, sino resultado de la consideración del
conocimiento científico desde el punto de vista de la utilidad que le
atribuye la mayoría, es decir, los ignorantes de la ciencia. Pero que
ese punto de vista pueda haber sido despreciado por Hobbes, no
significa que no tenga importancia en el momento de evaluar las
formas de poder, justamente en tanto no se valora la habilidad que
se posee, sino en tanto se reconoce su utilidad, es decir, ganar
siervos, amigos, reconocimiento y, por tanto, más poder. De allí que
estemos en desacuerdo con la interpretación que Habermas da de
Hobbes cuando sostiene que el filósofo inglés, a diferencia de John
Locke, no consideró las diversas formas comunicativas a través de
las cuales se produce el consenso[230]. Si bien Hobbes no fue
amplio, flexible y abierto en relación con la tolerancia religiosa y
especialmente con el lado comunicativo que la cultura religiosa
posee en la constitución de la vida política, creemos que sí se
percató de los mecanismos creadores de consenso, incluido el
mecanismo religioso, a través del cual podían lograrse las bases
para la sustentación de la vida política. Precisamente nuestro
trabajo, al poner de manifiesto la presencia de la imaginación y su
valor en la creación del consenso que exige la vida política, pone de
relieve el contexto intersubjetivo que Hobbes tenía presente al
explicar aspectos decisivos de la naturaleza, en este caso el que
tiene que ver con la categoría de poder, la cual resulta
incomprensible sin el espacio de relaciones que ella crea y a través
del cual es posible reconocerla e identificarla como tal.
***
The cause where of is, that the object of man's desire, is not to
enjoy once only, and for one instant of time; but to assure for ever,
the way of his future desire. And therefore the voluntary actions, and
inclinations of all men, tend, not only to the procuring, but also to the
assuring of a contented life. (Lev, I, 11, p. 160).
The authors of rebellion, that is, the men that breed these
dispositions to rebel in others, of necessity must have in them these
three qualities: 1. To be discontented themselves; 2. to be men of
mean judgment and capacity; and 3. to be eloquent men or good
orators. (Elements. II. C. 8, Sec. 12 p. 175). But that this kind of
powerful eloquence, separated from the true knowledge of things,
that is to say, from wisdom, is the true character of them who solicit
and stir up the people to innovations. (Cive, XII, 12. p. 161).
For I doubt not, but if it had been a thing contrary to any man's
right of dominion, or to the interest of men that have dominion, that
the three angles of a triangle, should be equal to two angles of a
square; that doctrine should have been, if not disputed, yet by the
burning of all books of geometry, suppressed, as far as he whom it
concerned was able. (lbid).
And they that make little, or no inquiry into the natural causes of
things, yet from the fear that proceeds from the ignorance it self, of
what it is that hath the power to do them much good or harm, are
inclined to suppose, and feign unto themselves, several kinds of
powers invisible; and to stand in awe of their own imaginations; and
in time of distress to invoke them; as also in the time of an expected
good success, to give them thanks; making the creatures of their
own fancy, their gods. By which means it hath come to pass, that
from the innumerable variety of fancy, men have created in the world
innumerable sorts of gods. And this fear of things invisible, is the
natural seed of that, which every one in himself calleth religion; and
in them that worship, or fear that power otherwise than they do,
superstition. (Lev, I, 11, p. 167. Subrayado nuestro).
Por ello creemos que mucho más peso tiene el argumento según
el cual la imagen que los creyentes se forman en torno al
comportamiento del así llamado fundador o continuador de una
religión, se anula si se pone en duda su sinceridad, su amor por los
demás o la falta de pruebas de que se han producido una revelación
sobrenatural. En efecto, lo que anula la reputación de un líder
religioso, es hacer creer a los demás cosas que no son creídas por
él mismo, o descubrir que están actuando con fines que van en su
propio provecho, o no poder ofrecer un testimonio (es decir, un
milagro) que pruebe que se ha tenido comunicación con Dios (Lev, I,
12, p. 180). De esta manera, Hobbes, coherente con su· explicación
del fenómeno religioso, si bien no llega a plantear la posibilidad de
que se extinga la religión (ya que se trata de una tendencia
inmanente a la naturaleza humana), sí señala su lado más débil, es
decir, el que corresponde al reconocimiento de las virtudes que se le
atribuyen a un líder religioso. Por ello habla de la «desagradable
conducta de los clérigos» (Lev, I, 12, pp. 181-182), y pone así de
manifiesto, tal como lo revela, por ejemplo, la historia del catolicismo
y del protestantismo en Inglaterra, uno de los fenómenos que
llevaron a disolver las creencias religiosas y a afectar sensiblemente
la vida política mezclada con esas creencias[267].
It was hard for men to conceive of those images in the fancy, and
in the sense, otherwise, than of things really without us: which some
(because they vanish away, they know not whither, nor how) will
have to be absolutely incorporeal, that is to say immaterial, or forms
without matter; colour and figure, without any coloured or figured
body; and that they can put on airy bodies (as a garment) to make
them visible when they will to our bodily eyes; and others say, are
bodies and living creatures, but made of air, or other more subtle and
ethereal matter, which is, then, when they will be seen, condensed.
But both of them agree on one general appellation of them,
DEMONS. As if the dead of whom they dreamed, were not
inhabitants of their own brain, but of the air, or of heaven, or hell; not
phantasms, but ghosts. (Lev, IV, 45, p. 658. Subrayado nuestro).
I find in Scripture that there be angels, and spirits, good and evil;
but not that they are incorporeal, as are the apparitions men see in
the dark, or in a dream, or vision; which the Latins call spectra, and
took for demons. And I find that there are spirits corporeal, (though
subtle and invisible) but not that any man's body was possessed or
inhabited by them; and that the bodies of the saints shall be such,
namely, spiritual bodies, as St. Paul calls them. (Lev, IV, 45, p. 662)
[275].
EL ESTADO DE GUERRA
En esta sección vamos a ocuparnos del así llamado «estado de
guerra» que Hobbes describe en el momento de exponer la
«condición natural de la humanidad en lo que concierne a su
felicidad y miseria» (Lev, I, 13, p. 183). A este respecto, es
conveniente recordar que la idea o la imagen de la felicidad
constituye para Hobbes uno de los nervios fundamentales de su
antropología, especialmente si consideramos que esa idea es la que
le sirve para mostrar el rumbo de las pasiones y, para describir las
principales costumbres a través de las cuales tiene lugar el paso de
la ética a la política. No obstante, el camino natural hacia la
felicidad, basado en la expansión de las pasiones y en la
configuración de las respectivas costumbres, es, paradójicamente,
el camino que más se opone a ella, pues, tal como lo hemos visto,
es el camino de la imaginación, en el cual la razón, esclava de las
pasiones, todavía no ha encontrado un mecanismo que permita
superar la contingencia y la incertidumbre propias de las relaciones
humanas. Tal como lo verá Spinoza, la búsqueda imaginativa de la
felicidad es el peor camino para asegurarla. Para el filósofo
holandés la salida a esa situación consistirá en encontrar el espacio
ético-político donde sean absolutamente compatibles la razón y la
libertad[285]. Para Hobbes, pensador más realista, la salida estará
subordinada a la racionalidad del poder. Pero, si, tal como hemos
visto, el camino de la felicidad consiste en la prosperidad continua y
en el poder necesario para asegurarla, el peso de la argumentación
tiende a recaer en la lógica misma del poder. Y donde no existe un
poder común -es decir, donde el poder común está en vías de
disolución- la felicidad es incierta, ya que el poder que se obtenga
para garantizarla se encuentra expuesto constantemente a otros
poderes, iguales o superiores. Es precisamente con base a esta
lógica como adquiere coherencia y expresividad la idea de la guerra,
es decir, la de una lucha constante entre poderes enfrentados por la
búsqueda de la felicidad. En esta sección mostraremos que
semejante lucha es el resultado de un proceso donde se articulan
expresiones fundamentales de la imaginación. Hobbes expuesto
constantemente a otros poderes, iguales o superiores. Es
precisamente con base a esta lógica como adquiere coherencia y
expresividad la idea de la guerra, es decir, la de una lucha constante
entre poderes enfrentados por la búsqueda de la felicidad. En esta
sección mostraremos que semejante lucha es el resultado de un
proceso donde se articulan expresiones fundamentales de la
imaginación. Hobbes muestra que el camino natural seguido por el
hombre en la búsqueda de la felicidad, es, paradójicamente, el
camino que también puede arrastrarlo a una condición de miseria,
vale decir, de guerra.
3. 2. La naturaleza de la guerra
Hemos podido apreciar que en la explicación de las causas de la
guerra, Hobbes no hace énfasis en las batallas, en la sangre y en el
fuego, sino más bien en las fuertes imágenes que intervienen para
producir estados de anticipación. Las causas de la guerra están en
la mente, es decir, en el proceso de fabricación de imágenes a
través de las cuales se producen estados de tensión y
enfrentamiento. De tal modo que antes de que la guerra se
materialice en el terreno o espacio de batalla, tiene lugar la
producción de pensamientos que la hacen posible. Aquí interviene,
más bien, la categoría de tiempo, en la medida en que la guerra
supone la temporalidad y, con ello, la anticipación y la disposición a
batallar.
But though there had never been any time. Where in particular
men were in a condition of war one against another: yet in all times,
kings, and persons of sovereign authority, because of their
independency, are in continual jealousies, and in the state and
posture of gladiators; having their weapons pointing, and their eyes
fixed on one another; that is, their forts, garrisons, and guns upon
the frontiers of their kingdoms; and continual spies upon their
neighbours; which is a posture of war. (Ibid).
***
Judgment and fancy may have place in the same man: but by
turns: as the end which he aimeth at requireth... may the judgment
sometimes be fixed upon one certain consideration, and the fancy at
another time wandering about the world. So also reason, and
eloquence, (though not perhaps in the natural sciences, yet in the
moral) may stand very well together. For wheresoever there is place
for adorníng and preferring of error, there is much more place for
adorníng and preferring of truth, if they have it to adorn... There is
therefore no such inconsistence of human nature, with civil duties, as
some think. l have known clearness of judgment, and largeness of
fancy; strength of reason, and graceful elocution. (Lev, Conclusión,
p. 718)[351].
A multitude of men, are made one person, when they are by one
man, or one person, represented; so that it be done with the consent
of every one of that multitude in particular. For it is the unity of the
represented, not the unity of the represented, that maketh the person
one. And it is the representer that beareth the person, and but one
person: and unity, cannot otherwise be understood in multitude. (Lev,
I, 16, p. 220).
El miedo al castigo es, sin dudas, lo que hace que los hombres
cumplan sus convenios y se mantengan unidos. Hobbes a este
respecto recuerda la debilidad intrínseca de las leyes naturales
cuando no existe el temor a la espada:
For the laws of nature... are contrary to our natural passions, that
carry us to partiality, pride, revenge, and the like. And covenants,
without the sword, are but words, and of no strength to secure a man
at all. Therefore not with standing the laws of nature. (which every
one hath then kept. when he has the will to keep them. when he can
do it safely,) if there be no power erected, or not great enough for our
security; every man will, and may lawfully rely on his own strength
and art, for caution against all other men. (Lev, 2, 17, p. 223).
Hitherto I have set forth the nature of man, (whose pride and
other passions have compelled him to submit himself to government)
together with the great power of his governor, whom I compared to
Leviathan, taking that comparison out of the two last verses of the
one and fortieth of Job; where God having set forth the great power
of Leviathan, calleth him king of the proud. There is nothing, saith
he, on earth, to be compared with him. He is made so as not to be
afraid. He seeth every high thing below him; and is king of all the
children of pride. (Lev, II, 28, p. 362).
The most part are of those who have been versed more in the
acquisition of wealth than of knowledge; and are to give their advice
in long discourses, which may, and do commonly excite men to
action, but not govern them in it. For the understanding is by the
flame of the passions, never enlightened, but dazzled: Nor is there
any place, or time, where in an assembly can receive counsel with
secrecy. Because of their own multitude. (Lev, II, 19, p. 242).
Por otra parte, hay que observar que Hobbes muestra la sintonía
que existe entre su concepción naturalista. de la libertad y su visión
de la estructura del Estado. Vimos en la sección anterior que a
través del principio de representación Hobbes expone su visión
jerárquica de las relaciones de poder hasta el punto de que el
Estado puede ser concebido como un sistema piramidal atravesado,
desde su vértice hasta la base, por el principio de subordinación de
un poder a otro. Es precisamente en la red de articulaciones de este
sistema donde se garantiza la libertad. Esa red es semejante a los
canales por los cuales circula el agua. «Liberty, and necessity are
consistent: as in the water, that hath not only liberty, but a necessity
of descending by the channel; so likewise in the actions which men
voluntarily do» (Lev, II, 21, p. 263). Y así corno el agua tiene libertad
para moverse conforme a las causas que así lo permitan, el hombre
tiene libertad para actuar siguiendo el orden de las causas que lo
determinan. La libertad entonces no es un proceso arbitrario en el
cual la subjetividad toma un curso independiente del orden causal,
sino que procede de acuerdo a un orden que corresponde a la
constitución misma de su naturaleza. Cuando Hobbes explica el
origen de la voluntad, muestra que es resultado de un proceso
alternativo de imágenes y pasiones que surgen de la experiencia.
Ahora, cuando explica la libertad, que es la expresión de la voluntad,
dice que obedece a un orden causal:
Because every act of man's will, and every desire, and inclination
proceedeth from some cause, and that from another cause, in a
continual chain, (whose first link is in the hand of God the first of all
causes,) they proceed from necessity. So that to him that could see
the connexion of those causes, the necessity of all men's voluntary
actions, would appear manifest. (Ibid).
And therefore he that presumes to break the law upon his own, or
another's dream, or pretended vision, or upon other fancy of the
power of invisible spirits, than is permitted by the commonwealth,
leaveth the law of nature, which is a certain offence, and followeth
the imagery of his own, or another private man's brain. (Lev, II, 27, p.
343. Subrayado nuestro).
For a civil law, that shall forbid rebellion (and such is all
resistance to the essential rights of sovereignty).is not (as a civil law)
any obligation, but by virtue only of the law of nature, that forbiddeth
the violation of faith; which natural obligation if men know not, they
cannot know the right of any law the sovereign maketh. And for the
punishment, they take it but for an act of hostility; which when they
think they have strength enough, they will endeavour by acts of
hostility, to avoid. (Lev, II, 30, p. 377).
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Hobbes, Thomas
b) Secundaria
- AA.VV., Historia del Mundo Moderno. Cambridge University
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NOTA BIBLIOGRAFICA
La idea de imaginación en algunos textos de la literatura
crítica
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