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TRATADO DE LOS DELITOS Y LAS PENAS (CESARE BECCARIA)

Tres son las manantiales de donde se derivan los principios morales y políticos;
reguladores de los hombres: la relevación, la ley natural y los pactos establecidos
por la sociedad. Hay tres distintas clases de vicio y de virtud; religiosa, natural y
política. La idea de la virtud política puede sin defecto llamarse variable; la que
resulta de la virtud natural sería siempre limpia y manifiesta, si las pasiones o la
flaqueza de los nombres no la oscureciesen. La justicia divina y la justicia natural
son por su esencia inmutables y constantes, porque la relación entre dos mismos
objetos es siempre la misma pero la justicia humana o se política, no siendo más
que una relación entre la acción y el vario estado de la sociedad.

Introducción

Las verdades más palpables desaparecen fácilmente por su simplicidad, sin llegar
a ser comprendidas de los entendimientos comunes. La felicidad mayor colocada
en el mayor número, debería ser el punto a cuyo centro se dirigiesen las acciones
de la muchedumbre. Pues aquellas pocas naciones que, sin esperar el tanto y
alternativo movimiento de las combinaciones humanas, aceleraron con buenas
leyes los pasos intermedios de un camino que guiarse al bien.

Origen de las penas

Se entiende a las leyes como las condiciones con la hombres independientes y


aislados se unieron en sociedad, cansados de vivir continuamente inmiscuidos en
guerra y tener libertad de la cual no es de gran de utilidad mientras se puede vivir
en un país en un estado de guerra y tener libertad de la cual no es de gran
utilidad, mientras se puede vivir en un país en un Estado de Derecho cediendo
algunos de nuestros derechos para mantener un control social, formando la
soberanía de una nación siendo el soberano su administrador y legitimo
depositario. Para evitar usurpaciones de esos derechos surgen normas y leyes
previendo el caos. Por motivos sensibles como lo son adoptar principios estables
de conducta se establecen penas a los infractores nadie se exime del
cumplimiento de una ley para
contrabalancear las fuertes impresiones de los ímpetus parciales que se oponen al
bien universal.

Derecho de castigar

Montesquieu que toda pena es tiránica generalizándose por medio de “todo acto
de autoridad de hombre a hombre”, es decir la pena sólo debe existir si se deriva
de la absoluta necesidad. Mientras sea más sagrada e inviolable la seguridad, y
mayor la libertad que el soberano conserve a sus súbditos, más justas serán las
penas. La pena es el derecho a castigar al que no cumpliere con las leyes. La
multiplicación del género humano reunió a los primeros salvajes. Estas uniones
produjeron la formación de otras para resistirlas, creando guerras.

La necesidad obligo a los hombres a ceder parte de su libertad propia; cada uno
trata que esa parte sea lo más pequeña posible. Pero la suma de esas pequeñas
partes de libertad forma el derecho de castigar, pero el agregado de todas estas
pequeñas porciones de libertad posibles forma eso. Todo lo demás es abuso, y no
justicia. Es claro que la palabra DERECHO no es contradictoria de la palabra
fuerza.

Consecuencias

Existen tres tipos de consecuencias de las penas:

1) Las penas de los delitos sólo pueden ser decretadas por las leyes; y esta
autoridad debe residir únicamente en el legislador. Ningún magistrado
puede decretar a su voluntad penas contra otro habitante de la Nación;
como tampoco puede modificarla si la considera injusta o extenderla mas
allá del limite pactado, ni castigar por bien publico y celo. También de
aumentar la pena establecida.
2) Establece que el soberano puede formar leyes generales que sean
obligatorias para todos los habitantes; pero cuando alguna persona no
cumpla con alguna de esas leyes, el soberano no puede juzgarlo, le
correspondería ese deber a un magistrado cuyas sentencias sean
inapelables. Todo magistrado debe manejar el sentido a la justicia no
tomando en cuanto si es el del trono o el de la chosa más humilde. Ante la
ley no debe de existir diferencia alguna debido a que está pactado un
contrato social entre humanos.
3) La tercera consecuencia es que, si se probase la atrocidad de las penas,
sería contraria a la justica. Por que el estado prefiere tener un hombre feliz,
que tener esclavos salvajes con los cuales ya no se logra un bien en la
sociedad rompiendo una cláusula del contrato que seria una igualdad de
vida. Siendo que se quiere dejar la guerra para una mejor vida.

Interpretación de las leyes

Los jueces criminales no pueden interpretar las leyes penales, porque no son
legisladores. Los jueces no recibieron las leyes penales, porque no son
legisladores.

Los jueces no recibieron las leyes como una tradición o un testamento, sino como
la legitima voluntad de la sociedad viviente.

C. Beccaria opina que en todo delito debe hacerse por el juez un silogismo
perfecto. Cuando un juez quiere hacer más de un silogismo, se abre la puerta á la
incertidumbre.

Hubo muchos casos en donde los mismos delitos fueron castigados con distintas
penas debido a la imparcialidad de los jueces, ¿Cuántas veces vemos estos casos
en los tribunales?, donde entra un desorden que nace de la rigurosa u literal
observancia de una ley penal. ¿Qué son los jueces los encargados de interpretar
las leyes?, y dar justicia (dar a cada uno lo suyo).

La justicia no es del todo perfecta; ya que sus intérpretes son humanos. Por ese
motivo, los jueces no pueden interpretar la ley en forma perfecta, pero deben
hacerlo lo mejor y más imparcialmente posible.

“El que quiera proponer la innovación de una ley, había de presentarse en la


asamblea del pueblo, con el cordel al cuello”, lógico si no la aceptan cuello.

Oscuridad de las leyes


Si es un mal la interpretación de las leyes, dice Beccaria al inicio, en este capítulo
se explica que es grave que las leyes estén escritas en una lengua extraña al
pueblo, o no extraña pero seamos directos, no existe una gran cultura en el pueblo
es por eso que dicen ¿que deberemos pensar de los hombres, sabiendo que en
una buena parte de la cultura iluminada europea es esta costumbre inveterada?,
Pero esta pregunta no salva a aquel de cometer un delito alegando una falta de
entendimiento de las leyes.

Cuando más grande sea el número de los que entienden las leyes, menor será la
cantidad de delitos cometidos, “un estado sin leyes no tomara jamás una forma fija
de gobierno”. Si la ley es para todo el pueblo, debemos de enseñarlo a
comprenderla y aplicarla.

Proporción entre los delitos y las penas

Este capítulo explica que debe existir una “proporción entre los delitos y las
penas”. Lo que en capítulos anteriores nos demuestran que la imparcialidad de los
jueces requiere una proporción JUSTA que se debe a que no todos los delitos
dañan de igual manera a la sociedad; entonces cuanto mayor sea el delito, mayor
deberá ser la pena correspondiente.

Existe una escala de delitos, cuyo primer grado consiste en aquellos que
destruyen inmediatamente la sociedad, y el último en la más pequeña injusticia
posible cometida contra los miembros particulares de ella. Por ese motivo, también
debe existir una escala de penas, que deben ser proporcionales a los delitos
cometidos.

Pero el pueblo debe de estar en un mutuo acuerdo de la pena, para poder


nombrar un estado justo y no atacar al mismo por su supuesta imparcialidad.

Errores en la graduación de las penas

Beccaria, en este capítulo, explica antes que nada que el derecho debe ser
Hombre-Hombre y no Hombre-Dios. Dice que la verdadera medida de los delitos
es el daño hecho a la nación. Es decir, cuanto más grande daño se halla hecho a
la nación, mayor será el delito, y por lo tanto, la pena.
Algunos opinan que la graduación de los delitos debe considerarse según la
gravedad del pecado es algo muy personal y el daño nunca será igual al acto
humano o la agresión, la gravedad del pecado depende de la malicia del corazón
de cada uno; y ningún ser humano puede saber que siente el corazón de otro. El
único ser capaz de tener ese conocimiento es Dios y la ley solo se ve al hombre
pero nunca toma en cuenta sus creencias religiosas, es por eso que mencionan
que si esto fuera así se debería de tener un código por cada delito y otro para
cada religión, donde ya entraría el castigo humano y religioso.

División de los delitos

Según Cesare Beccaria, la verdadera medida de los delitos es el daño hecho a la


sociedad. Hay distintos tipos de delitos, podríamos decir que se dividen en:

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