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Psicologia de Las Organizaciones
Psicologia de Las Organizaciones
Psicología de
las organizaciones
Andrés Rodríguez Fernández (coordinador)
Francisco Díaz Bretones
Francisco Fuertes Martínez
María Angustias Martín Quirós
Manuel Montalbán Peregrín
Emilio Sánchez Santa-Bárbara
Victoria Zarco Martín
Diseño del libro, de la cubierta y de la colección: Manel Andreu
Francisco Díaz Bretones, Francisco Fuertes Martínez, María Angustias Martín Quirós, Manuel Montalbán Peregrín,
Andrés Rodríguez Fernández, Emilio Sánchez Santa-Bárbara, Victoria Zarco Martín, del texto
2004 Editorial UOC
Aragó, 182, 08011 Barcelona
www.editorialuoc.com
ISBN: 84-9788-018-8
Depósito legal:
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada,
reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio,sea éste eléctrico,
químico, mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa autorización escrita
de los titulares del copyright.
Coordinador
Andrés Rodríguez Fernández
Catedrático de Psicología Social en la Universidad de Granada.
Autores
Francisco Díaz Bretones
Doctor en Psicología. Profesor asociado del Departamento de Psicología Social y Metodología
de las Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Granada. Coordinador del Doctorado
Internacional en Psicología de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (México).
Índice
Presentación ................................................................................................... 13
Resumen ......................................................................................................... 66
Presentación
El principal objetivo que nos proponemos los autores en este texto es que
pueda ser un instrumento, una herramienta que os permita conocer, en tanto
que lectores, los procesos psicosociales que se desarrollan en las organizaciones,
así como las condiciones en las que éstos se llevan a cabo.
Nuestra intención es que conozcáis los cómos y los porqués de tales procesos;
es decir, consideramos que no basta con conocer la existencia y el modo en que
se presentan, sino por qué aparecen en unos momentos determinados, por qué se
mantienen y enfatizan unos procesos específicos frente a otros que se tratan de
obviar, por qué se modifican y cambian en sus significados y consecuencias.
Con cierta prudencia hemos adoptado una orientación crítica a la hora de
abordar los diferentes procesos, en el sentido de no dar por aceptadas de ante-
mano ni las racionalidades que han servido de guía a los discursos que se han
elaborado en este campo de estudio, ni las teorías en las que se han sustentado,
ni los tópicos en los que han cristalizado.
A nuestro juicio, las racionalidades y los discursos, las teorías y los tópicos
que se desarrollan en la disciplina no son neutros, ni están siempre guiados ha-
cia la mejor comprensión de los fenómenos y, en este caso específico, al mejor
conocimiento del comportamiento humano que se desarrolla en las organiza-
ciones, con el ánimo de ayudar a su mejora en todas sus facetas; antes bien, se
orientan hacia el conocimiento necesario que permita el control de las acciones
y su predicción, medidas y evaluadas en términos del valor que aportan a la or-
ganización, que ha de ser altamente competitiva y satisfactoriamente rentable.
En este sentido nos parece razonable que el núcleo de interés de un psicólogo
de las organizaciones debe dirigirse hacia el comportamiento humano que
acontece en el contexto de las organizaciones, cómo podemos conocerlo y com-
prenderlo mejor, cómo podemos ayudar a las personas a desarrollar su vida en
el trabajo de un modo más maduro, equilibrado y satisfactorio.
Editorial UOC 14 Psicología de las organizaciones
Por este motivo, hemos procurado ofrecer variedad de perspectivas más que
caminos concretos, elementos de reflexión más que recetas específicas, y sin
duda ello exige por vuestra parte un esfuerzo de reflexión crítica, de sistemati-
zación de argumentaciones, de síntesis de conocimientos. Todo ello os llevará a
considerar la importancia que tienen para el desempeño del rol profesional el
sentido común, la prudencia y la humildad, pues sin estas características cual-
quier tipo de conocimiento aplicado a la dinámica de las organizaciones sonará
a hueco y carecerá de credibilidad. Y, como podréis comprender, un psicólogo
de la organización que pierde la credibilidad entre los empleados de ésta es
como un cirujano que pierde el bisturí en la mesa de operaciones.
Así pues, en este texto no encontraréis fórmulas mágicas para aplicar en una
organización cualquiera a fin de resolver un problema determinado, pues en
Psicología de las organizaciones no disponemos de tales panaceas, ni tampoco
en las ciencias sociales en general. Sin embargo, sí dispondréis de un repertorio
suficiente de conocimientos y de perspectivas de abordaje que os ayudarán, sin
duda, a elegir, elaborar y/o adaptar la herramienta o el programa de interven-
ción más adecuado para ayudar a resolver ese problema concreto en esa organi-
zación determinada.
En todo caso, como tantas veces hemos repetido, nuestro foco de atención
como psicólogos de las organizaciones ha de ser el componente humano, en-
tendido no sólo como recurso, como algo instrumental, sino ante todo como
persona, como ser social con propósitos, metas, expectativas, intereses, capaci-
dades y compromisos, que realiza una serie de actividades en interacción con
otras personas y grupos, en situaciones muy diversas, complejas y cambiantes,
sometido a unas exigencias que no siempre se comparten, aunque requerido por
la organización para lograr sus metas, cuya finalidad a menudo desconoce y, por
consiguiente, no suele estar vinculado a las mismas.
De todos modos, cuantos hemos trabajado en este proyecto lo que hemos
pretendido ha sido acercar un material de estudio sin prescripciones cerradas,
que limiten vuestra creatividad y os eximan de la obligación de reflexionar de
un modo crítico sobre la realidad de las organizaciones desde el punto de vista
humano. Esto os va a obligar a desarrollar vuestra curiosidad, para indagar y tra-
tar de descubrir explicaciones alternativas plausibles a diferentes fenómenos
desde otras racionalidades, y vuestra madurez y tenacidad, que os permita hacer
vuestro el conocimiento que adquiráis.
Editorial UOC 15 Presentación
Capítulo I
Introducción
Otro de los motivos que se pueden esgrimir para intentar hallar las causas de
la dificultad inherente a nuestro objeto de estudio se encuentra en el carácter
multidisciplinar del estudio de las organizaciones y, por tanto, en la conside-
ración de la Psicología de las organizaciones como un campo más de investi-
gación dentro de las ciencias sociales, desde el que se pretende arrojar luz sobre
esta realidad.
Asimismo, en este primer capítulo vais a conocer otra razón importante, re-
lacionada con el hecho de que las realidades sociales inmersas en la definición
del objeto de estudio de la Psicología de las organizaciones (individuos, grupos
y organizaciones) pertenecen a diferentes niveles de análisis, de modo que pue-
den ser abordadas de manera aislada o separada y ser analizadas desde diferentes
enfoques o disciplinas, en función del nivel que interese enfocar.
Una vez presentadas estas primeras reflexiones, haremos un breve desarrollo
evolutivo de la disciplina y os introduciremos en una de las consecuencias más
inmediatas de este devenir histórico, relacionada con el perfil actual que presen-
ta la Psicología de las organizaciones, caracterizado, como veréis, por la ampli-
tud de su campo de estudio, incluyendo en su seno contenidos que, aunque
estrechamente relacionados entre sí, presentan algunas diferencias en cuanto a
su objeto de estudio y métodos de investigación, así como en lo relativo a sus
métodos de diagnóstico e intervención.
Por último, para que podáis comprender en toda su magnitud las contribu-
ciones que la Psicología de las organizaciones aporta en la actualidad al comple-
jo mundo de las organizaciones y a la actividad laboral que en ellas se realiza,
dedicamos el apartado denominado “La Psicología de las organizaciones como
profesión” a hacer un pequeño repaso de la dimensión práctica de esta discipli-
Editorial UOC 21 Capítulo I. Introducción a la Psicología...
Sin duda, existe una estrecha conexión entre la percepción que se tenga del ser humano
y la política de recursos humanos que se implante en una determinada organización.
Por ello son numerosos los autores que plantean la necesidad de tener en cuenta las
diversas concepciones que se han tenido sobre los trabajadores, ya que es una forma
plausible de entender los diversos modos de dirigir, estimular y canalizar el comporta-
miento humano en las organizaciones a lo largo de la historia.
A pesar de esta constatación, no debemos olvidar que cada una de tales concepciones
del ser humano han sido las que en cada momento histórico concitaron un mayor
consenso o contaron con un mayor respaldo, por lo que, al evaluarlas, no podemos
hacerlo considerando las exigencias sociales actuales, sino que hemos de partir del
contexto histórico, es decir, de lo que la sociedad demandaba en cada uno de esos mo-
mentos.
No obstante, podemos citar otros motivos que se pueden esgrimir para in-
tentar hallar las causas de la dificultad expuesta. Entre éstos, se encuentra el
carácter multidisciplinar del estudio de las organizaciones y, por tanto, la con-
sideración de la Psicología de las organizaciones como un campo más de inves-
tigación dentro de las ciencias sociales, desde el que se pretende arrojar luz sobre
esta realidad. Este planteamiento pluridisciplinar nos conduce directamente a
un intento de indagación sobre el objeto formal de esta disciplina psicológica e,
implícitamente, a una reflexión sobre su identidad y autonomía como campo
científico, tanto en relación con la Psicología como ciencia madre, como con
respecto al resto de las ciencias sociales, que también contribuyen al conoci-
miento del fenómeno organizativo.
El estudio de estos aspectos os va a permitir enmarcar y comprender el con-
tenido de este capíulo, ya que las contribuciones de la Psicología al estudio de
las organizaciones y del comportamiento laboral que se desarrolla en las mismas
están estrechamente vinculadas a la evolución histórica que han experimentado
los tres elementos principales que componen su ámbito de análisis: individuo, tra-
bajo y organización. De la misma forma, la progresiva concreción de su objeto for-
mal de estudio se encuentra estrechamente vinculada a la necesidad de delimitar su
campo teórico y de intervención en el estudio de una realidad social ampliamen-
te compartida por varias disciplinas científicas, entre las que, sin duda, se en-
cuentran otras subdisciplinas de la propia Psicología.
Editorial UOC 23 Capítulo I. Introducción a la Psicología...
Sin duda, partir de este marco teórico común os puede ayudar a reflexionar
sobre los conceptos de trabajo y de organización actuales, pues si queremos co-
nocer el estado actual de lo que representa el trabajo es imprescindible conocer,
aunque sólo sea someramente, el dilatado proceso evolutivo en el que se enmar-
ca. Así pues, se hace necesario ubicar el concepto de trabajo y de organización
en unas determinadas coordenadas históricas, ideológicas, sociales y culturales,
sin las cuales resulta casi imposible entender el significado que en la actualidad
se otorga a la actividad laboral, así como los rápidos cambios que se están pro-
duciendo en la concepción del trabajo y en su forma de organizarlo.
Lo primero que se observa es un alto grado de consenso en torno al carácter
central que el trabajo ha tenido y sigue teniendo en la vida de las personas y,
más concretamente, en el origen de su condición humana y social. En este sen-
tido, por ejemplo, se expresan algunos autores cuando afirman que:
1. En las sociedades occidentales el concepto de trabajo ha tenido, cuando menos, tres significados
diferentes a lo largo de la historia: 1) Como una acción referida al contenido y desempeño de una
actividad. 2) Como un producto, al ser parte de la organización de las sociedades capitalistas. 3)
Como un estatus a partir del cual se vertebra la organización social.
Editorial UOC 24 Psicología de las organizaciones
“La inversión consciente e intencional (retribuida o no, con o sin cláusulas contrac-
tuales) de una determinada cantidad de esfuerzo (individual o colectivo) en orden a
la producción de bienes, elaboración de productos o realización de servicios con los
que satisfacer algún tipo de necesidades humanas.”
Son numerosos los autores que consideran que el ser humano emerge “naturalmente”
como ser productivo. La filosofía que subyace a la definición de la persona como “ani-
mal productor de instrumentos” está basada en la concepción de la actividad laboral
como el punto de articulación de la naturaleza con la cultura y, por tanto, como el
tránsito a la humanidad.
Desde este punto de vista observamos que la premisa básica acerca de la estrecha rela-
ción entre el hombre y el trabajo ha sido llevada hasta sus últimas consecuencias, qui-
zá para construir, hacer comprensible y legitimar una realidad social que, poco a poco,
colocaría el trabajo como uno de los pilares básicos sobre el que edificar la modernidad
y en el centro de la vida personal y social de los individuos.
Editorial UOC 25 Capítulo I. Introducción a la Psicología...
Por otro lado, y muy en consonancia con lo que hemos comentado con an-
terioridad, otro de los aspectos que se hacen claramente visibles en la literatura
especializada es el carácter ambiguo e impreciso del concepto de trabajo, que se
traduce en importantes confusiones conceptuales y terminológicas. Sin embar-
go, si partimos de un marco evolutivo y sociohistórico, observamos que dicha
confusión disminuye, pues los diferentes términos aluden a las diversas formas
que la actividad laboral ha adoptado a lo largo de la historia. Veamos brevemen-
te cómo se relacionan los diferentes discursos acerca de la relación del hombre
con el trabajo con los términos que algunos autores, como Arendt y Gorz, dis-
tinguen y delimitan para una mejor comprensión de esta realidad social.2
En primer lugar, y como ha quedado esbozado en líneas anteriores, el trabajo
es un “producto especial de la humanidad”, pudiéndose utilizar dicho concepto
de manera generalizada para aludir a la actividad que corresponde a lo no natu-
ral de la existencia del hombre y, más específicamente, a la actividad consciente
y deliberada de los seres humanos dirigida a la creación de un mundo artificial
de cosas.
Es en este campo semántico donde se puede entender y ubicar el resto de los
términos utilizados en la literatura al uso, pues éstos quedan incluidos en el con-
cepto general de trabajo como actividad eminentemente humana. Así, el térmi-
no labor se suele utilizar para expresar todas aquellas actividades ligadas a las
necesidades vitales, a las necesidades humanas más inmediatas. Es este último
concepto el más apropiado para comprender la cultura preindustrial del trabajo,
regida por la lógica de la necesidad y dirigida sólo a la mera satisfacción de las
necesidades materiales de los seres humanos (alimento, vestido, alojamiento,
etc.).
Por el contrario, el término empleo constituye, en palabras de Blanch (1996),
una modalidad particular sociohistóricamente determinada de trabajo, caracte-
rizada por una relación jurídico-contractual de carácter voluntario entre dos
partes: la contratada y la contratante. Es, como veremos más adelante, en la
cultura derivada de la revolución industrial donde este término adquiere su
pleno significado, hasta el punto de convertirse en sinónimo de trabajo.
2. A partir de los años setenta se ha hecho una revisión de la historia del concepto de trabajo, que
se ha vinculado a los paradigmas de la acción en las ciencias sociales. En este sentido, es esclarece-
dor el trabajo de: Cottereau, A. (1994). Theories de l’action et notion de travail. Note sur quelques
difficultés et quelques perspectives. Sociologie du Travail Sp., 36, 73-89.
Editorial UOC 26 Psicología de las organizaciones
Asimismo, dice:
cambios en la que nos medimos con los otros y se nos confieren derechos sobre ellos
a cambio de nuestros deberes hacia los mismos.”
W. Scott (1992). Organizations: Rational, natural, and open systems, 3, 3, 3.ª ed. En-
glewood Cliffs, N. J.: Prentice Hall.
3. Con respecto al concepto de trabajo, éste está siendo rediseñado hoy con el fin de integrar la
calidad de las capacidades y de los productos de la gente, y se ha abierto a una gran pluralidad y
diversidad de configuraciones de acción. En este sentido, es esclarecedor el trabajo de Boltanski, L.
y Chiapello, E. (1999). Le nouvel esprit du capitalisme. Paris: Gallimard.
Editorial UOC 30 Psicología de las organizaciones
D. Katz y R. L. Khan (1977, orig. 1966). Psicología Social de las Organizaciones (p.13).
México: Trillas.
Desde este enfoque no cabe duda de que nos hallamos ante un mismo objeto
material de estudio, común a todas las disciplinas relacionadas con el mundo
de las organizaciones y orientado a la descripción, explicación e intervención
de ese fenómeno que llamamos organización, así como de los componentes o
Editorial UOC 32 Psicología de las organizaciones
De acuerdo con algunos autores, no tiene mucho sentido deslindar o clasificar las di-
ferentes disciplinas relacionadas con el mundo de las organizaciones en función de su
objeto de estudio, sino que sería más apropiado hacerlo en términos de las distintas
aproximaciones desde las que se acercan e intentan iluminar este fenómeno social,
pues son tales orientaciones las que dotarán de sentido a la perspectiva de estudio o
de intervención que se lleve a cabo. Desde este enfoque, nos encaminaríamos hacia
una mayor identidad disciplinar, aglutinando bajo la expresión teoría de la organización
o bien ciencia de la organización, los diversos cuerpos de conocimientos provenientes
de las distintas aproximaciones a este fenómeno.
Es éste, pues, el paisaje que sirve de marco a la investigación actual de las or-
ganizaciones y del comportamiento laboral desarrollado en estos contextos,
encontrándonos, en palabras de Pfeffer (2000):
J. Pfeffer (2000). Nuevos rumbos en la teoría de la organización (p. 15). Problemas y posi-
bilidades. México: Oxford University Press.
Desde este punto de vista resulta muy ilustrativa la exposición que este autor
realiza acerca del papel al que han quedado relegadas en la actualidad aquellas
disciplinas científicas que, desde el punto de vista histórico, ocuparon un lugar
muy relevante en la creación de un cuerpo de conocimientos sólidos en torno
al fenómeno de la organización. Así, por ejemplo, nos dice:
“[…] de 1990 a 1994 sólo el 15% de los artículos que aparecen en la American Socio-
logical Review, la publicación más importante de la disciplina, pueden considerarse
relacionados con las organizaciones.”
“[…] los modelos formales de la decisión racional, que a menudo se basan en supues-
tos económicos y aparatos metodológicos, han hecho que la ciencia política se aleje
cada vez más de los métodos menos matemáticos que caracterizan a la teoría e inves-
tigación de los estudios organizacionales, y también de las preocupaciones de la ad-
ministración y su práctica.”
4. Un ejemplo que denota todas estas influencias se encuentra en las distintas denominaciones de
las que ha hecho gala el área hasta llegar a nuestros días, y cuya evolución podéis ver reflejada en
las diferentes revisiones que han aparecido en el Annual Review of Psychology.
Editorial UOC 36 Psicología de las organizaciones
2) Si es una ciencia, ¿se trata de una ciencia básica o aplicada? Esto es, ¿es
una subdisciplina básica de la Psicología o es una subdisciplina aplicada?
3) ¿La Psicología de las organizaciones es Psicología social? Y, en este caso,
¿es Psicología social básica, Psicología social aplicada, o es una mera aplicación
de la Psicología social?
4) ¿Qué nivel de análisis (individuo, grupo, organización) sería más adecua-
do para estudiar e investigar desde la Psicología de las organizaciones el com-
portamiento de las personas en el trabajo?
Una de las cuestiones que hay que plantearse hace referencia a la posición de
la Psicología de las organizaciones como área productora de conocimientos
(ciencia básica y/o aplicada) o, por el contrario, como tecnología. Esta contro-
versia es de vital importancia para la identidad y el estatus de la disciplina, pues
si se considera que es un área que, más que generar conocimientos y teorías des-
de sí misma sobre su objeto de estudio, ha estado orientada fundamentalmente
a recoger y aplicar las aportaciones teóricas de otras ciencias sociales para poder
resolver con eficacia los problemas que se le plantean en las organizaciones, ine-
vitablemente se la está ubicando en una dimensión tecnológica y se le está ne-
gando, de modo implícito o explícito, su carácter autónomo como ciencia
básica y/o aplicada.
Así, por ejemplo, en una de las definiciones clásicas más divulgada de Psico-
logía industrial, propuesta por Blum y Naylor (1976), se afirma que esta discipli-
na está relacionada con “la aplicación o extensión de los principios y los datos
psicológicos a los problemas relativos a los seres humanos que operan en el con-
texto de los negocios y de la industria”. Asimismo, Rodríguez (1983) dice que la
Psicología de las organizaciones es un campo de aplicación de teorías y cons-
tructos provenientes de diversas disciplinas, según los problemas que haya que
resolver o las modas imperantes. Igualmente, el profesor Rodríguez (1992) ilus-
tra este fenómeno y lo concreta de la manera siguiente:
A. Rodríguez (1992). Psicología de las organizaciones. Teoría y método (p. 42). Barcelona: PPU.
Los estudios Hawthorne se refieren a las investigaciones llevadas a cabo por el profesor
Elton Mayo en una planta de cables telefónicos de la Western Electric Company, ubi-
cada en un pueblecito que dará nombre a dichos estudios, cerca de la ciudad de Chi-
cago. La importancia de estos trabajos radica en la relevancia que adquiere el grupo a
partir de este momento, tanto en la Psicología de las organizaciones como en las cien-
cias sociales en general, a la hora de explicar el comportamiento humano.5
5. Una información más detallada sobre estas investigaciones la podéis encontrar en: E. Mayo
(1977, orig. 1933). Problemas sociales de una civilización industrial. Buenos Aires: Nueva Visión.
Editorial UOC 39 Capítulo I. Introducción a la Psicología...
6. Una definición más precisa del concepto conducta organizacional puede verse en el capítulo del
profesor Peiró: Psicología Social de las Organizaciones, que se encuentra en J. L. Álvaro, A., Garrido
y J. R. Torregrosa (Coord.). (1996), Psicología Social Aplicada. Madrid: McGraw-Hill.
Editorial UOC 41 Capítulo I. Introducción a la Psicología...
En este enfoque disciplinar subyacen una serie de premisas básicas, las cuales
nos permitirán ubicar la Psicología de las organizaciones como posible campo
de investigación básica, de investigación aplicada y como práctica profesional.
Veamos brevemente cuáles son dichas premisas.
Premisa núm. 1
La organización es un ámbito de interacción social, constituyendo, por tan-
to, un campo privilegiado para el estudio de los diversos procesos que se derivan
de dicha interacción humana.
De este planteamiento de la organización se deducen varias consecuencias
importantes: en primer lugar, se elimina la consideración de la Psicología de las
organizaciones como una rama más de la Psicología social y la eleva a un área
que incluye un campo de estudio de especial trascendencia para esta subdisci-
plina de la Psicología (Munné, 1991). En segundo lugar, y como consecuencia
inmediata de lo anterior, nuestra disciplina dejaría de tener un carácter mera-
mente aplicado y debería encaminarse también hacia la elaboración de una teo-
ría de la Psicología de la organización que diera cuenta de los procesos
psicosociales que se generan en este ámbito concreto de interacción (Munné,
1994).
Desde esta óptica, la Psicología de las organizaciones empieza a considerarse
un campo de estudio de gran relevancia teórica para lograr una comprensión
adecuada del comportamiento humano y del propio fenómeno organizativo,
adquiriendo la categoría de Psicología social básica, denominación, por otro lado,
defendida por algunos autores interesados en aclarar el estatus epistemológico
de la disciplina.
Éste es el caso del profesor Peiró (1990), cuando afirma lo siguiente:
J. Peiró (1990). Organizaciones: Nuevas perspectivas psicosociológicas (p. 15). Barcelona: PPU.
Editorial UOC 42 Psicología de las organizaciones
Premisa núm. 2
Es necesario contemplar la interacción entre persona y organización si que-
remos obtener una comprensión adecuada del comportamiento humano en
este contexto.
Consideramos que este planteamiento es esencial para delimitar la aporta-
ción de la Psicología a este campo de estudio por dos motivos fundamentales.
En primer lugar, porque desde esta perspectiva nuestra disciplina se convierte,
nuevamente, en un campo de estudio privilegiado e idóneo para analizar y com-
prender en toda su riqueza los complejos fenómenos y procesos que emergen
de la articulación entre lo individual y lo colectivo. En segundo lugar, porque
este enfoque aporta un nuevo elemento de juicio para vincular de un modo de-
finitivo la Psicología de las organizaciones con la Psicología social, pues desde
este punto de vista, su objeto de estudio adquiere una naturaleza claramente
psicosocial.
“[…] por Psicología social entendemos un punto de vista y una perspectiva singu-
lar desde la que se aborda el estudio de una amplia gama de temas, especialmente
de aquellos en los que se entrecruza lo social, lo histórico, lo psicológico y lo bio-
lógico.”
Premisa núm. 3
La Psicología de las organizaciones es una “ciencia de lo artificial” (Simon,
1973).
Bajo este enfoque, nuestra disciplina debe ir orientada fundamentalmente a
determinar los parámetros por los cuales se diseña la organización; diseño que,
por otro lado, es el resultado de la acción de los seres humanos. Asimismo, desde
esta perspectiva, es necesario lograr una ciencia desde la que se permita describir
y explicar, pero también, y sobre todo, diseñar y estructurar estas realidades.
Sin duda, esta concepción de la disciplina como una ciencia del diseño con-
lleva importantes consecuencias: en primer lugar, la ubica claramente en el con-
texto de la intervención, orientándola hacia la elaboración e implantación de
estrategias de cambio que faciliten la consecución de los objetivos propuestos
Editorial UOC 44 Psicología de las organizaciones
por esos fenómenos sociales creados por el ser humano. En segundo lugar, ayu-
da a difuminar la tradicional dicotomía entre investigación e intervención, en-
tre lo básico y lo aplicado, pues se parte de la idea de que la intervención se
convierte en una oportunidad no sólo de aplicar conocimientos ya existentes,
sino también de adquirir otros nuevos y relevantes (Peiró, 1996).
Han sido muchas las voces en el campo de la Psicología de las organizaciones que se
han alzado a favor de la necesidad de conseguir una mayor integración entre la inves-
tigación y la intervención.
Esta orientación integrada también sirve de base para la elaboración de algunos modelos
de formación en Psicología de las organizaciones, como por ejemplo el modelo científi-
co-profesional propuesto por la Society of Industrial and Organizational Psychology
(SIOP).
Por último, son varias las cuestiones que nos gustaría destacar, relacionadas
con el nivel de análisis en el que, desde nuestro punto de vista, debería centrarse
la disciplina, así como con la finalidad que debiera perseguir. En este sentido, si
bien estamos de acuerdo en definir la Psicología de las organizaciones como un
“campo interdisciplinario de naturaleza psicosocial”, creemos que es necesario
matizar ciertos aspectos:7
7. Una reflexión crítica sobre estas cuestiones puede encontrarse en uno de los libros básicos indi-
cados para este capítulo: A. Rodríguez (Ed.). (1994). Las organizaciones a debate. Una perspectiva psi-
cosociológica. Granada: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Granada.
Editorial UOC 45 Capítulo I. Introducción a la Psicología...
Desde este último punto de vista, una síntesis adecuada es la que nos ofrece
el profesor Rodríguez (1994), al recordarnos que:
8. Las ideas y aportaciones concretas de los principales autores (Taylor, Fayol, Weber) que pertene-
cen a esta etapa, así como las de otros autores significativos en el desarrollo teórico de la Psicología
de las organizaciones, pueden verse en los volúmenes 1 y 2 de la siguiente obra: C. Ramió y X.
Ballart (1993). Lecturas de teoría de la organización. La evolución histórica del pensamiento organizativo.
Los principales paradigmas teóricos. Madrid: Ministerio para las Administraciones Públicas.
Editorial UOC 47 Capítulo I. Introducción a la Psicología...
1) Pretenden dar una solución científica y racional a los problemas que existían en las
organizaciones industriales con la única finalidad de incrementar su eficacia. Desde la
organización científica del trabajo, se abogaba por una racionalidad mecánica plasma-
da en el conocido one best way, y dirigida al estudio científico de las tareas por medio
de la identificación y medición precisas del método, el tiempo y los movimientos más
adecuados para su realización. Desde la administración científica, por el contrario, es-
tas dosis de racionalidad debían venir de la mano de un diseño formal de las organi-
zaciones, elaborando para ello una serie de principios básicos de administración, tales
como la división del trabajo, la unidad de mando, la centralización, la jerarquización,
etc. Por último, desde la teoría de la burocracia se nos habla de las organizaciones
como “tipos ideales”, basados en la racionalidad burocrática y sustentados en la com-
petencia técnica; es decir, en la legitimación del ejercicio del control o del poder en
las organizaciones tomando como apoyo la ley (autoridad legal) y no las característi-
cas del líder o su estatus heredado.
Una segunda creencia es la asunción de que los parámetros para definir la eficacia de
una organización pueden ser únicos, precisos y concretos; de ahí que sea posible bus-
car e implantar estrategias óptimas de diseño organizacional universalmente válidas.
No cabe duda de que en esta creencia subyace, a su vez, la idea anteriormente comen-
tada de la posibilidad de llevar a cabo decisiones óptimas, ya que las personas encar-
gadas de planificar y diseñar las organizaciones disponen de toda la información
necesaria para elegir la alternativa más plausible con la finalidad de conseguir del
modo más eficaz posible las metas de la organización.
La simbiosis entre las creencias que se tenían sobre el ser humano, enraizadas
en la teoría evolucionista de Darwin y plasmadas en las ideas de economistas y
filósofos como Adam Smith, Ricardo o Bentahm, y la necesidad de incrementar
la eficacia de las recién estrenadas organizaciones industriales, dio lugar a una
estrategia administrativa y a un tipo de contrato psicológico poco halagüeños
para el bienestar y la calidad de vida de los trabajadores. Siguiendo al profesor
Quintanilla (1992), nos encontramos ante un panorama en el que prevalecen
los criterios productivos y en el que la empresa compra los servicios y la obe-
diencia del empleado con un salario, a la vez que intenta eliminar su lado irra-
cional mediante mecanismos de autoridad y de control.
9. Un ejemplo ilustrativo de esta situación nos lo ofrece Kaufman (2001) con la recopilación de
algunos títulos aparecidos en 1948 en la revista Personnel Psychology: Vision test for precision
workers at RCA, Interest Tests Reduce Factory Turnover, Testing programs draw better applicants
o An attitude survey in a typical manufacturing plant.
Editorial UOC 52 Psicología de las organizaciones
10.Los modelos humanistas pueden aparecer en la literatura con diferentes denominaciones: teoría
de la autoactualización (Schein, 1982), teoría moderna de la organización (Sexton, 1977; Kliksberg,
1978) y teoría de los recursos humanos (Miles, 1977) (tomado de Quintanilla, 1992).
Editorial UOC 54 Psicología de las organizaciones
Por otro lado, durante las décadas de los años sesenta y setenta empiezan a
emerger las teorías sistémicas de la organización, que supondrán un importante
11. March y Simon (1958) elaboraron la llamada teoría de la firma y Ch. Barnard (1968) desarrolló
la conocida teoría del equilibrio, reflejada en su clásica obra The functions of the executive (1938), en
la que se conceptualizó la organización como un sistema social cooperativo, concepción que fue
retomada posteriormente por March y Simon (1961).
Editorial UOC 55 Capítulo I. Introducción a la Psicología...
12. Siguiendo a Quintanilla (1991), se puede definir marketing interno como el conjunto de técnicas
que permiten “vender” la idea de empresa, con sus objetivos, estrategias, estructuras, etc., a un
“mercado” constituido por los trabajadores (“clientes internos”).
Editorial UOC 57 Capítulo I. Introducción a la Psicología...
Uno de los frutos más inmediatos del propio desarrollo evolutivo de la disci-
plina es la consideración en la actualidad de la Psicología de las organizaciones
como una ciencia con interés básico y aplicado, ya que busca comprender y ex-
plicar el comportamiento interpersonal en el contexto de las organizaciones, así
como, desde una perspectiva más construccionista, el funcionamiento de las
propias organizaciones como resultado de las interacciones sociales entre los
Editorial UOC 58 Psicología de las organizaciones
miembros que las componen. Además, también se trata de una ciencia con un
claro componente práctico, pues se orienta igualmente a la resolución de los
problemas que surgen en las organizaciones y al incremento del bienestar y de
la calidad de vida de las personas que trabajan en ellas.
La Psicología de las organizaciones se convierte en un área de especialización
de la Psicología, ubicada en la división 14 de la APA13 con el nombre de The So-
ciety for Industrial and Organizational Psychology, y diferenciada del resto de
las áreas tanto en su vertiente investigadora como de desempeño profesional.
Así, podemos decir que nuestra disciplina se refiere a una especialidad, den-
tro de la categoría ocupacional general de psicólogo, que incluye el trabajo y la
investigación relativa al comportamiento humano en el contexto laboral y or-
ganizacional (ENOP, 1995).
No obstante, una de las características que definen este ámbito de la Psicolo-
gía es la amplitud de su campo de estudio, que incluye en su seno contenidos
que, aunque íntimamente relacionados, presentan algunas diferencias en cuan-
to a su objeto de estudio y métodos de investigación, así como en lo relativo a
sus métodos de diagnóstico e intervención.
Es esta complejidad la que ha llevado a numerosos autores a elaborar pro-
puestas de clasificación de las diferentes áreas de contenido o subespecialidades
que conforman la Psicología de las organizaciones, si bien todos ellos advierten que
se trata de una distinción más teórica que real, más destinada a clarificar el campo
desde un punto de vista académico que a establecer pautas claras en el terreno de
la intervención profesional. Es necesario advertir que en Estados Unidos se suele
utilizar la denominación de Psicología industrial y de las organizaciones, mien-
tras que en Europa se utiliza la etiqueta general de Psicología del trabajo y de las
organizaciones.
En el modelo de formación universitaria en Psicología del Trabajo y de las Or-
ganizaciones propuesto por la European Network of Work and Organizational
Psychology (ENOP, 1995), se habla de tres ámbitos de estudio: Psicología del tra-
bajo, Psicología del personal o de los recursos humanos y Psicología de las orga-
nizaciones.
13. Las siglas APA y ENOP responden a las denominaciones American Psychology Association y
European Network of Work and Organizational Psychology, respectivamente.
Editorial UOC 59 Capítulo I. Introducción a la Psicología...
“Las conductas y experiencias del ser humano, desde una perspectiva individual, so-
cial y grupal, en contextos relacionados con el trabajo […]. Su objetivo último con-
siste en mejorar la calidad de vida laboral, la productividad y la eficacia laboral.”
De manera más concreta, se puede afirmar que esta área se ocupa de la acti-
vidad laboral de las personas; es decir, de la forma en que éstas realizan sus ta-
reas. Desde este enfoque los individuos son contemplados como trabajadores;
entre sus temas de interés se encuentran los siguientes: las tareas, las condicio-
nes de trabajo, el ambiente de trabajo, los aspectos temporales del trabajo, el
desempeño, el esfuerzo, la carga de trabajo, la fatiga, el diseño de tareas, el dise-
ño de herramientas, etc.
De estas definiciones se pueden extraer varias consideraciones que creemos
relevantes para una mejor comprensión de este campo de estudio, así como para
establecer sus conexiones y diferencias con los otros ámbitos de investigación y
de intervención de la denominada en la actualidad Psicología del trabajo y de
las organizaciones.
Así, en primer lugar no cabe duda de que el objeto de estudio de esta subdis-
ciplina incluye el análisis de procesos individuales, necesarios para la compren-
sión y explicación del comportamiento humano en el trabajo, por lo que la
acerca no sólo a la Psicología social, sino también a otras ramas más básicas de
la Psicología, especialmente a la Psicología de las diferencias individuales.
La Psicología del trabajo estaría más centrada en el nivel individual, anali-
zando el comportamiento organizacional, objeto formal de la Psicología del tra-
bajo y de las organizaciones, desde su consideración como el comportamiento
de unas personas que presentan unas determinadas características psicológicas
y que desarrollan sus actividades en un contexto concreto. Por ello no es de ex-
trañar que los temas de interés estén relacionados con aspectos tanto individua-
les como de contexto.
Editorial UOC 60 Psicología de las organizaciones
A. Rodríguez (1992). Psicología de las organizaciones. Teoría y método (p. 29). Barcelona: PPU.
sión práctica de esta disciplina. Para ello nos detendremos brevemente en tres
aspectos: descripción de las funciones que desempeña el psicólogo en el contex-
to de las organizaciones, énfasis en la necesidad de partir de un modelo de actua-
ción que integre las actividades de investigación e intervención y clarificación de
los principios éticos que deben regir la intervención psicológica en este contexto.
Las funciones del psicólogo de las organizaciones, según el Colegio Oficial de
Psicólogos (COP),14 son seis:
Por otro lado, Mateu (1994) propone una clasificación funcional establecien-
do tres categorías: funciones de asesoramiento, ejecutiva y técnica. La función
de asesoramiento a la dirección se materializa mediante la formulación de pro-
puestas y planes de acción para llevar a cabo los procesos de cambio y de desa-
rrollo organizativo deseados. La función ejecutiva está caracterizada por la
aplicación de los planes de acción aprobados en aquellas áreas de especialidad
en las que el psicólogo de las organizaciones presta sus servicios. Por último, la
función técnica implica aplicar las técnicas de intervención psicosocial relacio-
nadas con la disciplina.
En cualquier caso, es preciso mencionar que sea cual fuere el puesto desem-
peñado por el profesional de la Psicología de las organizaciones, éste tiene que
participar del rol en su doble vertiente de investigación y aplicación. En este
sentido, y retomando la segunda cuestión, ya esbozamos anteriormente la ten-
dencia que existe en la actualidad a elaborar modelos de formación en Psicolo-
gía de las organizaciones desde los que se contempla la adquisición de
habilidades y destrezas tanto para investigar como para aplicar e intervenir con
éxito en la práctica profesional. Dichos modelos se basan en la creencia de que
las organizaciones son formaciones sociales muy complejas no reducibles a un
14. Para una mayor información consultar la siguiente publicación: COP (1998). Perfiles profesiona-
les del psicólogo. Madrid: Colegio Oficial de Psicólogos de España.
Editorial UOC 63 Capítulo I. Introducción a la Psicología...
En este sentido, uno de los modelos diseñados para la formación de los psi-
cólogos del trabajo y de las organizaciones en la generación y aplicación del co-
nocimiento es el propuesto por la Society of Industrial and Organizational
Psychology, denominado modelo del científico profesional. Siguiendo a Murphy y
Saal (1990), se apoya en las prescriciones siguientes:
Por último, es necesario reflexionar sobre las aportaciones que puede y debe
realizar la Psicología al crecimiento y al desarrollo personal, laboral y social de
los trabajadores, cuestión que nos remite directamente a la dimensión ética que
debe subyacer a la intervención psicológica en el mundo de las organizaciones
y, de manera más concreta, al establecimiento de los principios éticos que de-
ben estar en la base de la práctica profesional destinada a mejorar la gestión y
dirección de los recursos humanos.
Para intentar responder a este interrogante vamos a seguir las reflexiones que
nos plantea el profesor Rodríguez (2000), tras haber realizado un estudio sobre
el lenguaje desde el que se elaboran los textos actuales sobre recursos humanos
y acerca del discurso que construyen las principales personas encargadas de ges-
tionar el denominado en la actualidad capital humano.
Dicho análisis nos revela un panorama desalentador y pesimista que pode-
mos sintetizar del modo siguiente:
Para que este nuevo enfoque se haga realidad, los académicos, investigadores
y profesionales de este campo deben adoptar una nueva mirada, libre de los va-
lores capitalistas y consumistas de la sociedad actual, y más cercana a los valores
de emancipación y crecimiento humano que se proponen desde la Psicología críti-
ca. Asimismo, también sería conveniente incorporar nuevos elementos éticos en
las organizaciones basados en el respeto y en la consideración hacia las perso-
nas. No obstante, debido al carácter construido de la investigación científica, la
elaboración de una teoría sobre el comportamiento humano en las organizacio-
nes, desde la que se recojan estos nuevos postulados, exigiría conocer lo que te-
nemos y orientarlo hacia el desarrollo y crecimiento de la dimensión humana.
De este modo, no cabe duda de que los teóricos y profesionales tenemos una
gran responsabilidad en la forma como construimos la disciplina y la aplicamos
a la realidad laboral. En este sentido habría que hacer un esfuerzo para que los
saberes desde los que se construya sean emancipadores y las prácticas sociales
mediante las que se apliquen los conocimientos estén orientadas al crecimiento
humano. Desde estos presupuestos es posible pensar en una Psicología de las or-
ganizaciones y, en general, en una Psicología social desde la que no sólo se legi-
time el orden social existente, sino también desde la que se cuestionen los
valores imperantes y se propongan otros nuevos (Torregrosa, 1996).
En definitiva:
“[…] los teóricos, los técnicos y los responsables de los recursos humanos hemos ter-
minado por identificarnos con la racionalidad y con la lógica de la eficiencia empre-
sarial. Consecuentemente, hemos elaborado un modelo de hombre compatible y
coherente con esa lógica, y una epistemología y una metodología que únicamente
nos permite avanzar en el conocimiento que ésta nos posibilita.”
A. Rodríguez y V. Zarco (2002). El papel de los recursos humanos en los nuevos esce-
narios de las organizaciones. Trabajo. Revista Andaluza de Relaciones Laborales, 11, 11-
34. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Huelva.
Editorial UOC 66 Psicología de las organizaciones
Resumen
Capítulo II
Introducción
1. La mejor manera.
Editorial UOC 71 Capítulo II. Psicología de las organizaciones
aceptado como científico, tanto en las ciencias naturales como en las ciencias
sociales; es decir, un mismo método servía para aproximarnos al conocimiento
de una roca que al de una persona. En la actualidad sigue siendo el método hi-
potético-deductivo el dominante, el más prestigioso en la comunidad científico-
académica, pero, a nuestro modesto entender, el más inapropiado para acceder
al conocimiento de cualquier fenómeno en ciencias sociales.
Justificamos la necesidad de abrirnos a otras metodologías más apropiadas a
los fenómenos que estudiamos y a otras técnicas que nos posibiliten analizar los
procesos en los que se gestan, elaboran y desarrollan los comportamientos de
las personas que trabajan en las organizaciones. Por tanto, a estos aspectos me-
todológicos dedicamos nuestra atención para cerrar el ciclo: por qué surge la or-
ganización, qué es la organización, cómo funciona y qué utilidad tiene, cómo
podemos generar conocimiento sobre la misma y con qué metodología y con
qué técnicas podemos hacerlo de la forma más apropiada y razonable.
Tal modo razonable y apropiado, a nuestro juicio, sólo podrá darse si nos ins-
talamos en un nuevo ethos en el que el ser humano sea lo importante. Por ello
hemos orientado estos dos primeros capítulos a plantear otra lógica y otro tipo
de racionalidad que nos permita elaborar otro discurso alternativo en el que se
consideren todos los actores que participan en la dinámica y desarrollo de los
procesos de la organización.
1. El marco conceptual
fuerza las han moldeado y configurado en sus perfiles actuales se han realizado
por medio de estas instituciones.
Desde este enfoque, veamos brevemente y desde una perspectiva sociohistó-
rica, el rol que han jugado las organizaciones en el proceso integrador de la so-
ciedad occidental actual.
2. Una revisión amplia sobre el concepto y tipos de organización la podéis ver en: A. Rodríguez y F.
Fuentes (2001). Concepto de organización, tipos y estructuras. En A. Rodríguez y D. Dei (Ed.), Psi-
cosociología de las Organizaciones. Buenos Aires: Editorial Docencia S.A.
Editorial UOC 76 Psicología de las organizaciones
Las definiciones más influyentes que se han dado sobre la organización han
hecho hincapié en dos aspectos esenciales: en su capacidad para actuar de forma
independiente y en las características peculiares de las que se ha dotado y que
la han diferenciado del resto de las estructuras sociales.
Fue Weber, a principios de los años veinte del siglo pasado y con el llamado modelo
burocrático, quien identificó y fundamentó las características que deberían tener las
organizaciones modernas para distinguirlas de otras formas de organización. Dicho
modelo supuso un salto cualitativo en el desarrollo conceptual y real de las organiza-
ciones y animó a seguir avanzando en esta línea a autores como Parsons, Etzioni, Blau
y Albrow, cuyas aportaciones a la delimitación y comprensión del concepto de orga-
nización han sido indiscutibles.
Por ello, según este autor, es necesario articular un sistema cooperativo y participativo
que permita optimizar tales limitaciones y lograr un sistema eficiente, entendiendo
por éste aquel que satisfaga las motivaciones de los participantes. Así pues, el sistema
debe inducir a las personas a hacer contribuciones de valor, pues sólo así podrá ser
eficiente y sólo las organizaciones eficientes podrán sobrevivir.
Asimismo, han sido numerosas e influyentes las definiciones que se han hecho
de la organización desde una perspectiva relacional, bien concibiéndolas como un
sistema de relaciones simbólicas, como un sistema de relaciones contractuales o
como un sistema en evaluación permanente. No obstante, en la aproximación re-
lacional, si existe estructura es porque se está creando y recreando en todo momen-
to a partir de las intenciones e intereses de los actores que participan.
Otro modo de concebir las organizaciones, no desde asunciones ontológi-
cas como acabamos de hacer, sino desde los diferentes paradigmas o perspecti-
vas teóricas, podría ayudarnos a comprenderlas mejor. En este sentido,
siguiendo a Scott (1998), son cuatro las perspectivas que han dominado el estu-
dio de las organizaciones durante el siglo XX y que desarrollaremos con mayor
detenimiento más adelante:
Sin embargo, a medida que la sociedad evoluciona desde el punto de vista técnico, so-
cial y económico y eleva las expectativas de calidad de vida de los seres humanos, las
organizaciones cambian de un modo cualitativo. Éstas se extienden a todos los sectores
de la actividad humana e incrementan su complejidad, flexibilidad y ambigüedad hasta
convertirse en lo que algunos autores llaman “sistemas débilmente vinculados”, “cajo-
nes de sastre”, “sistemas difusos” o “anarquías organizadas”.
3. Como nos recuerda Pfeffer: “el control es uno de los principales problemas de la dirección y de
la organización y el foco implícito de atención de muchos estudios sobre la organización”.
J. Pfeffer (1981). Management as symbolic action: The creation and maintenance of organizational
paradigms. En B. M. Staw y L. L. Cummings (Ed.), Research in organizational behavior, 3, 1-52.
Greenwich: Conn. JAI Press.
Editorial UOC 79 Capítulo II. Psicología de las organizaciones
sobre otros mediante sutiles procesos de socialización.4 Por tanto, cuando ha-
blemos de Psicología de las organizaciones, tendremos que hacerlo desde estos
parámetros, con estas limitaciones y con sus propios significados históricos y
culturales que son, desde nuestro punto de vista, aquellos que los fundamentan
y legitiman.
La organización formal
Responde a un diseño racional previo y está estructurada sobre la base de ta-
les criterios. Con ésta se trata de conseguir los principales objetivos más visibles
y explícitos de la organización, mediante el establecimiento de un objetivo co-
mún, de un sistema fluido de comunicación, de una ligazón jurídica, de la deli-
mitación de unas líneas de autoridad y de unas funciones bien definidas, así
como de una disposición, por parte de todos, a actuar en un sentido convergen-
te y participativo.
Son dos los principios en los que se sustenta este tipo de organización: uni-
dad de objetivo y unidad de eficiencia, y su finalidad es posibilitar el logro de
los objetivos de la organización de la forma más eficaz y eficiente posible.
La organización informal
Surge de forma espontánea a partir de la organización formal y no tiene una
estructura definida e institucionalizada, sino que dependerá de las acciones que
se vayan a desarrollar en un momento dado y de los empleados que participen
en ellas. Así pues, en la organización informal no existen objetivos explícitos,
sus miembros pueden pertenecer a distintos niveles y áreas funcionales y es di-
Para afrontar los problemas que se les plantean a las organizaciones, así
como para poder cubrir de un modo eficiente sus objetivos, es imprescindible
dotarse de una estructura adecuada. Por tanto, vamos a detenernos en el con-
cepto, función y finalidad de la estructura.
La estructura es el esqueleto de la organización y nos proporciona los niveles
jerárquicos y las áreas funcionales o de actividad dentro de las cuales debe funcio-
nar. Por medio de la estructura se definen áreas, se delimitan departamentos, se es-
tablece el número idóneo de trabajos, se concretan tareas y se asigna autoridad.5
Así pues, la importancia de la estructura se refleja en el efecto que, en gene-
ral, tiene sobre los roles, la comunicación, la autoridad, la responsabilidad y la
eficacia organizativa. Efectivamente, mediante la estructura se establece el po-
der formal o la jerarquía en la organización, que tendrá una fuerte influencia en
el desarrollo de las actitudes y comportamientos de sus miembros. Asimismo, la
estructura nos da información sobre el modelo de comunicación que se sigue y
sobre la forma en que se establece el control en dicha organización. Por último,
5. Una visión más amplia sobre el concepto y los diferentes tipos de estructura puede verse en: A.
Rodríguez y M. A. Martin (2001). Evolución del trabajo y nuevas formas de estructuras organizati-
vas. En E. Agulló y A. Ovejero (Coord.), Evolución y significado del trabajo. Madrid: Pirámide.
Editorial UOC 84 Psicología de las organizaciones
la estructura incluye las funciones que se desarrollan en las diversas áreas y de-
partamentos que constituyen las actividades de la organización, tanto las rela-
cionadas con la línea de producción como aquellas otras que se relacionan con
el personal de apoyo o staff.
Podríamos ilustrar su importancia estableciendo una metáfora con el organis-
mo humano. ¿Sería posible imaginar un cuerpo humano sin estructura ósea? De
la misma forma, sería inimaginable una organización sin estructura, por débil y
dúctil que sea. Siguiendo con la misma metáfora, también entre los seres humanos
existen estructuras óseas tan rígidas y esclerotizadas como las de las personas artrí-
ticas, y estructuras tan flexibles y dúctiles como las de un contorsionista de circo.
Toda estructura estará constituida por tres dimensiones básicas: centraliza-
ción, complejidad y formalización. Asimismo, en la estructura de una organización
coexisten varios tipos de personal: el personal de línea (aquel que contribuye direc-
tamente al logro de los objetivos de la organización: cúpula estratégica, mandos in-
termedios y núcleo de operaciones) y el personal de tecnoestructura y staff
(aquel que apoya, asesora al personal de línea y facilita así el logro de objetivos).
Los primeros tienen autoridad jerárquica y los segundos, solamente la auto-
ridad que se derive de la calidad de sus conocimientos y/o de su apoyo.6
la función que desarrolla el trabajador, sino también el rango o estatus que se le otor-
ga a dicha función (estructura jerárquica).
3. Formalización. Hace referencia al establecimiento en una organización de normas
y procedimientos formalizados. Dicho de otra manera, una empresa tendrá un alto
grado de formalización en la medida en que ésta tienda a especificar y a regular por
escrito una gran parte de las acciones que se desarrollan en la misma (definición de
funciones, procedimientos de trabajo, evaluaciones de personal, informaciones en-
tre departamentos, etc.). Esta forma de actuar se considera un medio útil para coor-
dinar y controlar la actividad de la organización.
Por otro lado, siguiendo a Mintzberg (1993), se puede hablar de cinco partes funda-
mentales en una estructura:
6. Para una información más detallada, recurrir al siguiente texto: Mintzberg (1993). Las cinco par-
tes fundamentales de la organización. En: C. Ramió y X. Ballart. Lecturas de teoría de la organización,
I, 487-506. Madrid: MAP.
Editorial UOC 86 Psicología de las organizaciones
Estructura matriz
La estructura matriz suele aplicarse a grandes compañías, que desarrollan su
actividad en sectores sometidos a rápidos cambios: sectores de la aeronáutica,
electrónica, química, construcción, etc. Aunque por el momento no hay dema-
siado consenso sobre su definición, el objetivo que se persigue mediante este
tipo de estructura es que funcione como una red de relaciones, más que como
una simple relación entre línea y staff.
En general se asume que la coordinación de proyectos en las organizaciones
puede identificarse a partir de una escala de complejidad progresiva, que iría
desde el establecimiento de normas y programas, pasando por la coordinación
Editorial UOC 88 Psicología de las organizaciones
tán a punto de quedarse obsoletas por la rapidez con que se producen los cam-
bios; sin embargo, aún no se dispone de una idea clara sobre cómo serán tales
estructuras en el siglo que acabamos de iniciar. En un estudio realizado recien-
temente por The Economist Intelligence Unit y Andersen Consulting, a partir
de una muestra de trescientos cincuenta directivos, se trata de clarificar, preci-
samente, cómo serán las organizaciones del futuro, tarea que no parece nada fá-
cil, pues son muchos los factores que pueden influir en su configuración. A
pesar de todo, en lo que coinciden la mayoría de los enfoques y modelos em-
presariales es en la necesidad de que las empresas sean cada vez más flexibles,
desde el punto de vista de sus estructuras.
En todo caso, lo que se está produciendo en esta progresiva evolución del tra-
bajo, en el modo de organizarlo y de estructurarlo es una profunda revolución
de los recursos humanos y de los estilos de vida de la gente, pues en la actuali-
dad el nuevo centro de trabajo parece requerir una estructura organizativa dife-
rente, quizá una ubicación física distinta y, sin duda, una nueva cultura
empresarial. Todos éstos son problemas de hondo calado que afectan al bienes-
tar de las personas y, en este sentido, los psicólogos sociales tendremos que es-
forzarnos por ofrecer respuestas satisfactorias, ayudándonos para ello de los
avances tecnológicos y de las nuevas formas de estructura que éstos hacen po-
sible.
Presentemos, pues, aunque sea brevemente, estos nuevos tipos de estructu-
ras, algunas de las cuales no son más que el resultado de diferentes modos de
adaptación de la estructura piramidal clásica.
ras puede generar alienación y tensiones entre los trabajadores de la base, con
lo que se dará una buena oportunidad de crecimiento y capacidad reivindicativa
a los sindicatos.
7. Ver este modelo en: G. Hamel, E. Ballarin, y C. Prahalad (1995). Compitiendo por el futuro: Estra-
tegia crucial para crear los mercados del mañana. Barcelona: Ariel.
Editorial UOC 91 Capítulo II. Psicología de las organizaciones
La estructura virtual puede adoptar diferentes formas para desarrollarse. Una de las
más importantes es por medio de alianzas estratégicas, bien en forma de uniones tem-
porales de empresa (UTE), bien mediante las denominadas joint ventures.
Las alianzas estratégicas suponen “una unión temporal de empresas, con carácter de
cierta estabilidad, para explorar una oportunidad específica de mercado, siendo cada
una de ellas responsable en su función y todas ellas como conjunto” (Cuesta, 1998,
p. 29).
Las alianzas pueden ser de carácter vertical –cuando las distintas empresas pertenecen
a diferentes niveles de la cadena de suministro al cliente–, de tipo horizontal –cuando
las diferentes empresas se encuentran en el mismo nivel de la cadena de suministro–
o entre competidores –cuando cada una de las empresas trata de conseguir mediante
esa alianza lo que los otros socios poseen en mayor grado que ella–, bien de un modo
cointegrado o complementario.
Por lo que se refiere a las uniones temporales de empresas, como su propio nombre
indica, se trata de “un sistema de colaboración entre empresas durante cierto tiempo,
determinado o indeterminado, para el desarrollo o ejecución de una obra, servicio o
suministro, sin personalidad jurídica propia” (Cuesta, 1998, p. 37). Con este tipo de
alianzas las empresas tratan de ampliar su potencial, compartiendo riesgos y benefi-
cios, desarrollándose en proyectos concretos y claramente definidos.
En relación con las joint ventures hemos de decir que “son empresas con personalidad
jurídica propia que se crean con el fin de realizar las actividades objeto de la coopera-
ción, que, a su vez, está controlada por dos o más empresas directamente interesadas en
Editorial UOC 93 Capítulo II. Psicología de las organizaciones
Todas estas formas de alianzas que adoptan las empresas no tienen otra finalidad que
la de fortalecer sus posiciones en los mercados, dotarse de más y mayores fortalezas,
superar sus propias debilidades; sobrevivir, en suma. Pero requieren, ante todo, com-
partir una cultura basada en la confianza, en la cooperación y en la transparencia, y
asumir que el cambio es el motor de su dinámica y el cliente el referente permanente
de sus metas.
2. El marco epistemológico
Esta concepción sobre la naturaleza del mundo y del individuo nos lleva inmediata-
mente a una forma concreta de conocer la realidad, a una particular epistemología,
basada en el empirismo y en el positivismo. El empirismo es la creencia de que el mun-
do es realmente como lo percibimos o, dicho de otra manera, de que el mundo lo per-
cibimos tal y como realmente es. Por otro lado, el positivismo se basa en la creencia de
que la realidad puede ser revelada por observación (Ovejero, 2000). Una de las con-
secuencias lógicas de este planteamiento epistemológico es el carácter pasivo que se
le otorga al sujeto o sujetos de la investigación social al considerarlos ajenos a la cons-
trucción del objeto de conocimiento, a su participación, en este caso, en la construc-
ción de la realidad social que denominamos organización.
Así pues, uno de los elementos básicos en los que se apoya epistemológicamente la
posición positivista y neopositivista de la ciencia es la denominada concepción repre-
sentacionista del conocimiento, basada en la convicción de que existe una forma de
“ver” los fenómenos que permite captarlos “tal y como son”. Por tanto, es posible ob-
tener información sobre cómo son “en realidad” éstos, aunque no tengamos acceso
a la realidad, siendo el método científico el que proporcionará esta mirada objetiva
(Ibáñez, 1994).
Por otro lado, la concepción representacionista del conocimiento desde la postura del rea-
lismo epistemológico parte del supuesto de que un conocimiento es válido, “verda-
dero”, si se corresponde con la realidad, es decir, si refleja efectivamente la estructura
de la realidad (Ibáñez, 1994).
Como acabamos de apuntar, desde esta perspectiva positivista será el método científi-
co-positivo el que asegure la posibilidad de obtener un conocimiento objetivo de la rea-
lidad y desde el que se garantice, asimismo, la neutralidad axiológica, es decir, la
realización de una investigación libre de prejuicios, ideologías o valores del investiga-
dor (Guba, 1985). Más concretamente, será el método hipotético-deductivo el método
científico por excelencia.
A. Etzioni (1964). Modern organizations (p. 3). Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall.
Desde los nuevos postulados en los que se basa la búsqueda y la creación de conoci-
miento sobre el mundo que nos rodea, se reconoce el carácter histórico de los fenó-
menos sociales, pues éstos no pueden estudiarse desligados del contexto espacial y
temporal donde ocurren. De este modo, observamos que esta nueva orientación his-
tórica no es más que una consecuencia lógica de la concepción de la realidad como
una producción humana que, inevitablemente, se modifica en el espacio y el tiempo.
Uno de los presupuestos ontológicos con respecto a la naturaleza del ser humano gira
en torno al reconocimiento de la “agencia humana” y se sustenta en el carácter in-
tencional de la conducta. Esto es, la conducta de las personas se define como un com-
portamiento “autodeterminado” y “autodirigido”, sobre la base de una serie de
intenciones y de decisiones elaboradas internamente. Como señala Ibáñez (1989),
esta nueva concepción anula el principio positivista del determinismo causal univer-
sal, utilizado para explicar la conducta de los seres humanos.
Editorial UOC 99 Capítulo II. Psicología de las organizaciones
Bajo este enfoque se entiende la inclinación de los autores que comparten esta
aproximación a la realidad social hacia la utilización de los métodos cualitativos, ya
que en éstos se encuentra implícito el reconocimiento de la naturaleza socialmente
construida de la realidad, así como la íntima relación que existe entre el investigador
y los fenómenos sociales que estudia. Asimismo, desde esta aproximación metodoló-
gica se asume que la investigación no está libre de valores, sino que, por el contrario,
éstos van a jugar un papel determinante, influyendo en las diferentes etapas del pro-
ceso investigador, tales como la elección de los problemas objeto de estudio, de los
marcos teóricos en los que se va a sustentar o de los diseños de investigación. Profun-
dizando un poco más, se puede afirmar que el carácter subjetivo que adquiere la in-
vestigación en este enfoque se deriva de los sesgos que introduce la propia historia
del investigador en su aproximación al objeto de estudio y en su interpretación de las
narraciones de los informantes.
Por otro lado, son numerosos los métodos y las técnicas que se pueden utilizar desde
una aproximación construccionista al conocimiento de la realidad social. Ibáñez e
Íñiguez (1996) destacan cinco métodos cualitativos: la investigación-acción partici-
pante, el método etnográfico, la grounded theory, el análisis del discurso y el análisis
conversacional y cuatro técnicas de recogida de información: la observación partici-
pante, la entrevista, las técnicas grupales y las técnicas documentales.8
8
Así pues, desde este nuevo enfoque se va a poner en entredicho la concep-
ción representacionista del conocimiento en el estudio de las organizaciones,
tanto en su versión neopositivista como realista (Ibáñez, 1994). Desde los nue-
vos postulados se plantea la imposibilidad de mirar objetivamente la organiza-
ción, pues dicha mirada está mediatizada por un conjunto de teorías. Es más, la
organización no existe como tal, antes de que una determinada teoría la localice
e instituya como fenómeno. Por otro lado, centrándonos en la crítica a la ver-
sión realista, se afirma que no hay un acceso directo e independiente a la reali-
dad; más bien se accede a ella por medio de conocimientos, de construcciones
que elaboramos para decir cómo es esa realidad.
Por tanto, podemos concluir que la organización no es una realidad que
está ahí fuera, independientemente de nuestro conocimiento y susceptible de
ser descrita, sino que se trata de un fenómeno socialmente construido; es de-
cir, las descripciones de la organización se realizan desde los juegos del len-
guaje que circulan entre los teóricos, investigadores y expertos en esta
realidad, siendo tales juegos los que precisamente inciden en la imagen que
se construye de aquélla (Ibáñez, 1994).
Asimismo, se asume el carácter histórico y dinámico de los fenómenos orga-
nizacionales. Esta premisa conlleva, a su vez, dos implicaciones importantes:
Por otro lado, desde la aproximación emergente, aparece una nueva concep-
ción de la organización, radicalmente opuesta a los criterios de racionalidad que
sustentaron el estudio de las organizaciones desde el marco positivista, y más
cercana a una interpretación sociocognitiva. Bajo este enfoque, dos son las pers-
pectivas más relevantes: la psicológica, desarrollada por Weick (1969) y la socio-
lógica, planteada por Brown (1978).9
En la misma línea se expresan Walsh y Ungson (1991) cuando nos dicen que
las organizaciones son:
10. La historia de la ciencia no muestra un desarrollo continuo, acumulativo, sino con rupturas,
crisis y revoluciones para salir de esas crisis. Eso es lo que nos explica con gran lucidez Khun en su
obra: Th. S. Kuhn (1981). La estructura de las revoluciones científicas. Madrid: FCE.
11. En palabras de Kuhn (1981), y con un significado eminentemente sociológico, podemos defi-
nir un paradigma como aquello que los miembros de una comunidad científica comparten y, recí-
procamente, una comunidad científica consiste en hombres que comparten un paradigma.
Editorial UOC 103 Capítulo II. Psicología de las organizaciones
12. Para conocer los aspectos específicos de cada uno de los modelos teóricos se sugiere el capítulo 3
de la obra: A. Rodríguez (Coord.). (1998). Introducción a la Psicología del trabajo y de las organizaciones.
Madrid: Pirámide.
13.Teorías que constituyen el sistema racional cerrado: dirección científica del trabajo (Taylor, 1911),
dirección administrativa (Fayol, 1919), modelo burocrático (Weber, 1946) y modelo de la conducta
administrativa (Simon, 1945).
Editorial UOC 104 Psicología de las organizaciones
Entre las características comunes que encontramos en las teorías que confor-
man este paradigma destacan las siguientes:
les y eficientes, y al ser humano como un mero agente pasivo manipulado por
estímulos externos. Esta concepción sobre las organizaciones y los individuos
llevará a considerar el sistema social como algo mecánico, estable y seguro, que
opera en un sistema cerrado y, por tanto, planificable, predecible y controlable.
En este sentido, el profesor Bennis (1969) calificó a las organizaciones adscritas
a este paradigma como “organizaciones sin gente”.
El sistema natural surge a partir del primer tercio del siglo pasado y se desa-
rrolla, en gran medida, como reacción al sistema racional, aunque no debe en-
tenderse sólo en su dimensión crítica, sino que ha contribuido con notable
acierto a mostrarnos otras facetas relevantes de la organización.14
Los aspectos en que coinciden los diversos modelos insertos en este sistema
son los siguientes:
14. Teorías que constituyen el sistema natural cerrado: Escuela de relaciones humanas (Mayo, 1945) y
de recursos humanos (McGregor, 1960), modelo cooperativo (Barnard, 1938), escuela institucional
(Selznick, 1957), modelo del orden negociado (Dahrendorf, 1952), modelo del sistema social (Par-
sons, 1960).
Editorial UOC 106 Psicología de las organizaciones
Desde este paradigma y, por tanto, desde los modelos teóricos que lo consti-
tuyen, se podría hablar de “agrupaciones de gente sin organizaciones”, pues
todo el énfasis se pone en los miembros en detrimento de la estructura de la or-
ganización.
15. Teorías que constituyen el sistema racional abierto: Modelos de contingencia (Burns y Stalker,
1961), diseño de sistemas (Emery y Thorsrud, 1969), toma de decisiones (Simon, 1979), cognitivo
(Weick, 1969) y jerarquías de las organizaciones (Williamson y Ouchi, 1981).
Editorial UOC 108 Psicología de las organizaciones
Los principios sistémicos, por otra parte, serán respetados por todos los au-
tores adscritos a este paradigma, y las características que se subrayan podrían ser
resumidas como sigue: la interdependencia de las partes de todo sistema, su in-
teracción permanente con el entorno, con independencia de la complejidad y
variabilidad de la naturaleza de su estructura y de la turbulencia del entorno con
el que se enfrente. Con la introducción de estos principios pasamos a considerar
las organizaciones no ya en su dimensión mecánica (sistema racional cerrado)
u orgánica (sistema natural cerrado), sino en su dimensión social. Las organiza-
ciones son concebidas como sistemas débilmente acoplados en los que la trans-
misión de información es vital.
Una de las características esenciales de las organizaciones como sistemas
abiertos es su permanente interacción con el entorno del que deben defenderse
para preservar su identidad; sin embargo, concebir las organizaciones como sis-
temas abiertos no implica eliminar sus límites, aunque en ocasiones resulte di-
fícil establecerlos.16
Ello nos lleva a considerar una segunda característica de los sistemas abiertos,
la jerarquía, pues todo sistema es, a su vez, subsistema de otro con el que está
incardinado, por lo que delimitar las fronteras entre uno y otro plantea graves
dificultades. Una tercera característica, que diferencia a los sistemas abiertos de
los cerrados, es su capacidad para asumir entropía negativa, dado que puede im-
portar energía de su entorno. Por último, decir que para que un sistema abierto
funcione adecuadamente deberá darse una estrecha relación entre las condicio-
nes del entorno y las características del sistema.
16. En este sentido, Pfeffer y Salancik (1978) consideran que los individuos no pertenecen de
forma integral a la organización, porque sólo una parte de las conductas y de sus actividades se
desarrollan dentro de sus límites, el resto las realizan en otros sistemas sociales y, a veces, de
forma simultánea.
Editorial UOC 109 Capítulo II. Psicología de las organizaciones
abiertos no han sido reemplazados, sino que se combinan con los natura-
les. 17
Pasemos a enumerar sus principales características:
Organizaciones colectivistas
Las formas colectivistas no sólo exhiben bajos niveles de formalización, sino que
mantienen una hostilidad activa contra ella. Son conscientes y enérgicamente anti-
formales en la práctica, en su ideología y en su sistema normativo. Se oponen fron-
talmente a los modelos jerárquicos y formalizados convencionales, organizándose de
forma contraria al modelo dominante de organización.
17. Teorías que constituyen el sistema natural abierto: modelo de la ecología de la población
(Aldrich, 1979; Freeman, 1982), modelo de la dependencia de recursos (Pfeffer y Salancik, 1978),
modelo basado en la teoría marxista (Benson, 1982; Burawoy, 1982) y el modelo de la contingen-
cia estratégica (Hickson y otros, 1971).
Editorial UOC 110 Psicología de las organizaciones
3. El marco metodológico
“Últimamente la cuestión no son las estrategias de investigación per se. Más bien la
adhesión a un paradigma como opuesto a otro predispone a ver el mundo y sus acon-
tecimientos de manera profundamente diferente.”
R. Rist (1977). On the relations among educational research paradigms: from disdain
to detente (pp. 42-49). Anthropology and Education Quaterly, 8, 43.
“La definición de los métodos-tipo como antagónicos puede muy bien llevar por un
camino equivocado la discusión y la práctica metodológica [...]. El hecho de que pa-
radigma y método hayan sido vinculados en el pasado no significa que sea ni nece-
sario ni inteligente hacerlo en el futuro.”
Parece que no existen razones de peso, pues, para que los investigadores deban
constreñirse a un único paradigma y no puedan cambiar cuando lo consideren ne-
cesario. Lo sensato sería que utilizaran los métodos más apropiados para sus nece-
sidades de investigación, independientemente de su afiliación paradigmática.
No obstante, la realidad es que persisten las polémicas, las controversias y las
etiquetas, siendo las más usuales las siguientes: universal frente a particular, co-
rrelacional frente a experimental y cuantitativo frente a cualitativo. Estas opo-
siciones, sin lugar a dudas, han conformado una parte importante de las
ciencias sociales y de la Psicología de las organizaciones. Esperemos, sin embar-
go, que en un futuro próximo podamos dejar las etiquetas a un lado e ir más allá
de estos planteamientos dicotómicos.
Nosotros estamos convencidos de la necesidad de utilizar la metodología
cualitativa para conocer y llegar a comprender los procesos que se desarrollan
en las organizaciones y no sólo los resultados en un momento específico.
Además, si hemos dicho que el comportamiento humano se desarrolla de
forma dinámica a lo largo de un proceso en permanente reconstrucción, no se
justifica que lo analicemos a partir de un resultado obtenido en un momento
concreto. Entendemos que la metodología cuantitativa puede ser pertinente
para una descripción somera o una primera aproximación al fenómeno que so-
metamos a estudio, pero la complejidad y multidimensionalidad de un fenóme-
no social como es la organización, constituido por tantas aristas, consideramos
que requiere un nivel de análisis distinto que nos permita comprender no sólo
lo que acontece en un determinado momento, sino los “cómos” y los “porqués”
de todo cuanto sucede. Ello nos permitiría comprender mejor, y no sólo contro-
lar, los componentes parciales de esa realidad que llamamos organización.
Consideramos que puede quedar justificada la opción que elegimos si plan-
teamos algunos de los problemas más usuales a los que se enfrentan la metodo-
logía cuantitativa y las técnicas de medida derivadas de la misma.
sido diversos y algunos de ellos graves. Pasemos a destacar los más significati-
vos, con el fin de que tal análisis nos ayude a comprender mejor no sólo esos
problemas metodológicos, sino la naturaleza de la racionalidad de nuestra dis-
ciplina.
La investigación en ciencias sociales adolece de múltiples dificultades, debi-
do a razones de diversa índole, entre las que debemos destacar la adopción
como modelo del método científico en su versión positivista, propio de las cien-
cias naturales.
De esta opción se derivan distintos problemas a los que creemos necesario
prestar atención. Nos referimos a las cuestiones relativas a la racionalidad obje-
tiva, a las explicaciones causales, a la experimentación y a la descontextualiza-
ción. Veamos cada una de ellas de forma breve.
Así pues, no existen razones de peso para suponer que el método científico
tenga que ser definido en términos empíricos, basta con que los procedimientos
utilizados sean públicos y contrastables, a la vez que comprensivos.
Por otra parte, todo método contiene ingredientes teóricos que inciden sobre el
tipo de acercamiento que hacemos a la realidad. De hecho, cada método nos pro-
porciona un tipo determinado de conocimientos. Esta vinculación entre métodos,
teorías y resultados nos lleva a pensar que ningún método es un instrumento neu-
tro, sino que supone una reactividad intrínseca, lo que hace cuestionable que po-
damos otorgar un significado preciso a las exigencias de objetividad científica.
Otro de los problemas graves que tienen planteadas las ciencias sociales y la
Psicología de las organizaciones se refiere a la explicación causal, pues éstas se
resisten a ser explicadas en términos de causas eficientes. Por ello se hace nece-
sario ensayar otros tipos de explicaciones diferentes que incluyan causas finales.
Parecen claras, cuando menos, las limitaciones de las explicaciones causales,
que excluyen la iniciativa de la respuesta humana y la posibilidad de compren-
der los fenómenos psicológicos –singularmente intencionales–, de propósitos,
fines o significados subjetivos.
Autores como Blau (1964) y Katz y Kahn (1978) tienden a relativizar, e inclu-
so a sustituir, la noción de causalidad por conceptos más dinámicos como in-
teracción, retroalimentación, etc., haciendo hincapié en lo que podríamos
llamar reciprocidad o simultaneidad causal de varios factores, en la prioridad o
primacía causal de alguno de ellos.
Es difícil, sin embargo, encontrar alternativas efectivas al tipo de explicacio-
nes causales. No obstante, se desarrollan serios esfuerzos por reemplazar la co-
nocida relación estímulo-respuesta por otros conceptos que asuman el carácter
de proceso y de propósito del ser humano. En todo caso, y aunque sólo sea
como aspiración,
“Más que estar preocupados por ser científicos, habremos de estarlo por explorar las
dimensiones verdaderamente significativas de los fenómenos psicológicos.”
3.2.3. La experimentación
“El problema de la validez externa es un falso problema por cuanto a los experimen-
talistas lo único que les debe preocupar es que sus teorías sobre la realidad social sean
adecuadas y puedan ser mejoradas mediante la experimentación.”
“El psicólogo es tal vez más vulnerable que la mayoría de los otros hombres de ciencia
..., debido a que su actitud defensiva le ha llevado a adoptar demasiado mimética-
mente la metodología de las ciencias más avanzadas, sin reparar en que lo que es más
útil en un campo, bien no puede serlo en otro”.
3.2.4. La descontextualización
Salvo en momentos muy específicos, hasta finales de los años sesenta, ni des-
de la Psicología, ni desde la Psicología social, ni tampoco desde la Psicología de
las organizaciones se habían considerado los problemas institucionales, econó-
micos e ideológicos de la investigación. Sólo cuando se hace la distinción entre
el contexto del descubrimiento y el contexto de la verificación comienzan a sen-
sibilizarse por estas cuestiones, los psicólogos quienes estimulados además por
un especial interés por la historia externa de la ciencia y por la epistemología
social, hacen que se produzcan los primeros conatos de alejamiento de las cien-
cias naturales.
Cada época, nos dirá Manhein, posee su aproximación intelectual, funda-
mentalmente nueva, y su punto de vista característico y, como consecuencia de
ello, se ve el mismo objeto desde una perspectiva nueva.
Sin embargo, durante largo tiempo se ha producido, en especial en Psicología
de las organizaciones, una tendencia a olvidar la dimensión histórica del cono-
cimiento y del comportamiento humano. En este sentido, los trabajos prove-
Editorial UOC 118 Psicología de las organizaciones
18. Consideramos que puede hacerse un acercamiento cabal a la metodología cualitativa a partir
de las siguientes obras; T. D. Cook y Ch. S. Reichard (1986). Métodos cualitativos y cuantitativos en
investigación evaluativa. Madrid: Morata; L. Íñiguez (1995). (Ed.). Métodos cualitativos en Psicología
Social (número monográfico). Revista de Psicología Social y Aplicada, 5, 1/2; S. J. Taylor y R. Bogdan
(1992). Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Barcelona: Paidós.
Editorial UOC 120 Psicología de las organizaciones
“Toda investigación está pagada por alguien y, por tanto, ese alguien influye en la se-
lección de los problemas”.
A. Kaplan (1964). The conduct of inquiry (p. 382). San Francisco: Chandler Publishing
Company.
19. Para profundizar en este aspecto, podéis ver: W. Scott y D. Hart (1979). Organizational America.
New York: Houghton-Mifflin Co.
Editorial UOC 121 Capítulo II. Psicología de las organizaciones
“La función que se espera del psicólogo de la organización es, precisamente, lubricar
la ejecución de las distintas tareas, incrementar la productividad de los trabajadores
y mantenerles suficientemente adaptados e integrados al sistema a través de la em-
presa.
Resumen
Capítulo III
Introducción
del comportamiento en las organizaciones, tales como la actitud hacia los líde-
res, actitudes de abandono de la organización o la implicación y el compromiso
del trabajador con el proyecto de la organización, con lo que se abre un hori-
zonte más amplio que nos ayuda a conocer mejor ambas realidades: individuo
y organización.
La motivación laboral es otro de los temas centrales e indiscutibles en cual-
quier programa de Psicología de las organizaciones. Se podría afirmar, incluso,
que constituye una de las señas de identidad más importantes de la aproxima-
ción psicológica al mundo del trabajo.
En torno a su estudio se ha generado y promovido un discurso estructurado
acerca de la naturaleza y del comportamiento humanos, cuya metáfora más sin-
gular es la de la persona que pretende “autorrealizarse” en su trabajo. Así, traba-
jar no sería exclusivamente una manera de asegurarse la supervivencia y de
satisfacer necesidades básicas, sino un signo y una oportunidad para nuestra
propia construcción personal como seres humanos.
Sin embargo, tradicionalmente, en la época del nacimiento de las primeras
aplicaciones de la psicología al ámbito laboral e, incluso, en ciertas culturas de
las organizaciones de hoy en día, se entiende que la empresa está constituida
fundamentalmente por dos atributos principales: capital y trabajo.
La consideración del factor humano propiamente dicho, no como simple
mano de obra, sino como facilitador de la gestión y del éxito empresarial, no se
hace explícita hasta bien entrado el siglo XX. Los autores clásicos, inspirados en
principios hedonistas de las teorías económicas al uso, relegaron el tema de la
motivación de los trabajadores al ámbito de la mera incitación monetaria, en-
tendiendo la producción como el fin último y la mano de obra como un simple
recurso para su obtención.
Desde esta visión la única forma imaginable de despertar y centrar el interés
del empleado en su trabajo para mejorar la productividad es por medio de las
condiciones económicas. Cuando éstas alcanzan su propio límite en los criterios
de rentabilidad se pueden esgrimir, en todo caso, otras medidas de presión rela-
cionadas, por ejemplo, con la conservación del puesto de trabajo. Sin embargo,
a partir de la década de los treinta, y conectando con el espíritu del denominado
movimiento de relaciones humanas, se comienza a cuestionar este tipo de prác-
ticas.
Editorial UOC 127 Capítulo III. El individuo como...
“Una creencia duradera de que un modo específico de conducta o estado final de exis-
tencia es preferible, personal y socialmente, a su opuesto.”
M. Rokeach (1973). The nature of human values (p. 5). New York: Free Press.
Fishbein y Ajzen (1975) han diseñado un modelo (la teoría de la acción ra-
zonada) que ha sido ampliamente aplicado en multitud de campos concretos
(entre otros el organizacional).
El modelo establece que la conducta de una persona está condicionada por
la “intención” que ésta tenga de realizar la acción. Esta intención será positiva
o negativa en función de la actitud individual de la persona, así como del valor
que la persona cree que su acción supondrá socialmente. El modelo se comple-
menta con las creencias que, según la teoría de la acción razonada planteada por
los autores, determinan la actitud y la norma subjetiva. Como vemos, de nuevo
los tres conceptos aparecen interconectados.
Puesto que la mayoría de los comportamientos están bajo control consciente
de la persona, la teoría considerará la intención de realizar o no una conducta
como el determinante más inmediato del comportamiento. Una conducta que
surja de la intención de una persona, y que tenga en cuenta tanto su propia
orientación como la de su ambiente social más próximo, se puede calificar de
conducta razonada. El modelo excluye cualquier otro factor (características de
personalidad, roles sociales o variables demográficas) para explicar el comporta-
miento. La representación gráfica del modelo presentaría el siguiente diseño:
1. Un ejemplo nos permitirá aclarar las diferencias entre ambos. Si en un cuestionario nosotros
preguntáramos: “¿Está satisfecho con el sueldo que recibe?” es una pregunta de actitud. En cambio
si la pregunta fuera: “¿Qué importancia tiene para usted el sueldo que recibe?” estaríamos ante una
pregunta de valor.
Editorial UOC 131 Capítulo III. El individuo como...
que, a veces, la clasificación de un valor entre una de estas dos categorías resulta
bastante confusa.
Los valores, según este autor, se integrarán en una estructura jerarquizada de-
nominada sistema de valores. Estos valores serán iguales, aunque con diferentes
grados de intensidad, en todas las partes del mundo, de manera que todos los
hombres comparten los mismos valores, aunque con distinta jerarquía.
Sin embargo Rokeach (1973) ha sido conocido, más que por su teoría, por su
cuestionario de valores. Éste ha sido aplicado en infinidad de muestras con el
fin de discriminar entre grupos diferentes.
Así, por ejemplo, se han realizado estudios para identificar valores comunes
a los emprendedores (hombres y mujeres), quienes han manifestado patrones
de valores diferenciados administrando el cuestionario de valores de Rokeach
frente a otras muestras de directivos y directivas (Fernald y Solomon, 1987; Fa-
genson, 1993)
Más recientemente, Hofstede (1980), realizó un estudio acerca de los valores
de los directivos de la multinacional IBM en cuarenta países. Mediante análisis
factorial agrupó los resultados en cuatro categorías:
Según este autor, es más probable la compatibilidad de equipo entre dos per-
sonas con dimensiones de valores adyacentes (por ejemplo, “buenas relaciones
con los superiores”, “candidatos a promoción” y “consultados en decisiones”),
que con su opuestos (“candidatos a promoción” frente a “oportunidad de ayu-
dar a los demás”).
Como vemos, estas doce dimensiones pueden agruparse a su vez en dos ca-
tegorías: aquellos que se asocian con la ética en el trabajo (“reto”, “empresa de
prestigio” por ejemplo) y aquellos otros que están asociados a las relaciones in-
terpersonales (“oportunidad de ayudar a los demás”, “agradables condiciones
de trabajo”). Los primeros estarán más orientados hacia el contenido del traba-
jo, los segundos hacia el contexto.
2. Un ejemplo de ello se observa en las percepciones visuales que tendrían dos personas de diferen-
tes oficios al visitar una nave industrial. Las percepciones y observaciones de un responsable de
seguridad e higiene (quizá más preocupado por los medios de extinción de incendios) posible-
mente serán muy distintas a las de un informático, por ejemplo (más preocupado por las instala-
ciones de comunicaciones del edificio).
Editorial UOC 134 Psicología de las organizaciones
Así, las actitudes se forman, en parte, por factores sociales. Para su génesis to-
mamos en consideración las informaciones que las personas de nuestro entorno
con un cierto poder social o de referente para nosotros nos transmiten.3
Sin embargo, el componente social no será el único que determine la for-
mación de las actitudes. Éstas se verán conformadas tanto por la informa-
ción que recibamos de nuestro medio como por nuestra disposición o juicios
previos. 4
Existe la creencia de que las actitudes de los trabajadores (y de las personas
en general) permiten predecir su comportamiento futuro. Esta afirmación es en
parte falsa por varios motivos. En primer lugar, porque las actitudes se miden
en un nivel muy general, mientras que el comportamiento se refiere a hechos y
situaciones concretas.5
3. Si el director de una sucursal bancaria tiene una actitud negativa hacia un determinado departa-
mento (extranjero, por ejemplo) de los servicios centrales de la organización, es posible que trans-
mita tal actitud al resto de los trabajadores de la sucursal.
4. Si en dicha sucursal bancaria uno de los empleados ha trabajado anteriormente de manera satisfac-
toria en ese departamento de extranjero, su actitud posiblemente sea más positiva que la de su director
y compañeros de oficina.
5. Tomemos otro ejemplo. Es posible que cierto trabajador tenga una actitud negativa hacia la
organización en la que trabaja y desee irse. Sin embargo, dicha actitud es posible que no sea un
predictor de su desempeño laboral, de manera que su comportamiento para resolver un determi-
nado problema o para atender a un cliente puede ser positivo.
Editorial UOC 135 Capítulo III. El individuo como...
6. Este trabajador, a pesar de su malestar con la organización, decide no abandonarla, dado que el
mercado laboral en su ciudad no ofrece puestos similares con niveles de retribución parecidos.
Editorial UOC 136 Psicología de las organizaciones
Satisfacción en el trabajo
• existe una mayor satisfacción entre trabajadores directivos que entre los
de línea o que ocupan puestos base;
• hay relación entre satisfacción y estilos de liderazgo (mayor en los estilos
democráticos y participativos);
• no existe acuerdo entre la satisfacción de los empleados y la antigüedad
de los mismos en la empresa.
Sin embargo, algunos autores (Katz y Kahn, 1966) señalan que tras estas va-
riables pueden ocultarse otras de carácter psicosocial (por ejemplo, las personas
de mayor edad, antigüedad en el puesto y con funciones directivas tendrán un
mejor sueldo, mayor reconocimiento, horario y situación del trabajo) que expli-
quen tales diferencias.
En los últimos años se ha producido un resurgimiento del concepto, aunque
no entendido tanto de manera global, sino segregado en varios campos.
Esta parcelación del campo de estudio ha tratado de comprobar las relacio-
nes entre satisfacción y otros constructos tales como el síndrome de sentirse
quemado o burnout, implicación (Montalbán, Bonilla e Iglesias, 1996), promo-
ciones o ascensos (Lam y Schaubroeck, 2000), responsabilidad en el trabajo (Ka-
tz y Kahn, 1966), o variedad de tareas (Bass, 1965).
Compromiso e implicación
Los primeros estudios sobre implicación y compromiso aparecen a partir
de mediados de los sesenta, a raíz de los estudios de Lodhal y Kejner (1965),
aunque será sobre todo en la década de los setenta, con la crisis de la Psico-
logía del trabajo y el decaimiento de las teorías clásicas cuando se popularice
su estudio en el ámbito norteamericano, sin embargo, ha sido recientemente
cuando han empezado a proliferar los estudios en otros países (Randall,
1993).
A pesar de que puedan parecer conceptos sinónimos, compromiso e im-
plicación tienen significados distintos. Para la mayoría de los autores son
conceptos independientes, de manera que mientras que el compromiso hace
referencia a la organización, la implicación hace referencia al trabajo en sí
mismo.
El origen de tal polémica se remonta al nacimiento de los primeros estu-
dios e instrumentos fabricados para su medida. De hecho, Lodhal y Kejner
(1965) ofrecen dos conceptos distintos del término implicación: “grado en
que el desempeño del trabajo de una persona afecta a su autoestima” y “gra-
do en el que una persona se identifica psicológicamente con su trabajo”. Im-
plicación (o involucración, del inglés involvement) es el “grado en que los
empleados se sumergen en sus labores, invierten tiempo y energías en ellas
y conciben el trabajo como parte central de su existencia” (Davis y News-
trom, 1999, p. 278).
Varias han sido las variables que se han relacionado positivamente con la im-
plicación y se consideran, por tanto, como precursoras o antecedentes de ésta,
a saber:
• Edad.
• Participación en la toma de decisiones.
• Internalismo, según la teoría del locus de control de Rotter (1966).
• Aceptar y seguir la ética protestante.
• Satisfacción en el trabajo.
Editorial UOC 139 Capítulo III. El individuo como...
8. Ante problemas de un deficiente desempeño por parte de nuestros trabajadores, tendremos que
intentar resolver tres preguntas: ¿no sabe?, ¿no puede? ¿no quiere?
Editorial UOC 140 Psicología de las organizaciones
En este sentido, los empleados no sólo deben tener un contrato laboral, sino
que debemos implantar un contrato afectivo psicológico entre el nuevo emplea-
do y la misión y visión de la empresa.
Varios son los antecedentes que modulan el compromiso de las personas con
su organización. A grandes rasgos, podemos agruparlos en dos: características
personales y factores situacionales.
Entre los personales podemos citar el género, la edad y la educación (Allen y
Meyer, 1993, Matthieu y Zajac, 1990).
Entre los situacionales Harrison y Hubbard (1998) han señalado:
Rotación y absentismo
Estas dos conductas de escape (rotación y absentismo), al igual que en el caso
anterior, han sido conceptos tratados comúnmente como sinónimos. Pero, pese
a esa similitud (ausencias en el trabajo), existen más diferencias que concordan-
cias entre ambas. La rotación es el cese de pertenencia a una organización por
parte de un individuo que recibe una compensación monetaria de la misma
(Mobley, 1982). Según el grado de intencionalidad, la rotación puede ser invo-
luntaria o voluntaria. Será esta última la que represente un problema para las
organizaciones, ya que ocasiona severos costes, tanto tangibles (selección y ca-
pacitación de la persona y del sustituto), como intangibles (pérdida de produc-
tividad, fallos en la calidad, aumento de la accidentabilidad). Además de estos
Editorial UOC 141 Capítulo III. El individuo como...
costes, pueden aparecer otros problemas sociales como la disrupción de las es-
tructuras sociales y de comunicación de la organización (Levin y Kleiner, 1992).
Sin embargo, la rotación no siempre es perniciosa o perjudicial para la or-
ganización. Algunos autores han señalado efectos beneficiosos que cierta ro-
tación ocasiona, tal como el aumento de la productividad de los equipos que
llevan muchos años trabajando juntos, la mejora de la innovación y la crea-
tividad, la introducción de nuevos conocimientos y tecnología por medio
del reemplazo o el abandono de personas con bajos rendimientos o alta con-
flictividad (Staw, 1980; Levin y Kleiner, 1992). No obstante, ¿cuáles son las
causas que originan que algunos trabajadores decidan abandonar la organi-
zación en la que trabajan?
Algunos autores han señalado las oportunidades de empleo del entorno como
el principal factor (Bretz, Boudreau y Judge, 1994). Pero el factor empleo como mo-
tivador del comportamiento de abandono presenta algunos problemas explicati-
vos (Steel y Griffeth, 1989; Vanderberg y Nelson, 1999), ya que no discrimina entre
los que abandonan la organización y los que no lo hacen.
Además, estas teorías, al no profundizar en las causas internas del abandono,
no permiten introducir mejoras organizacionales que reduzcan o minimicen el
problema.
A partir de los estudios desde el campo de la Psicología se empiezan a realizar
abordajes más explicativos que configuran modelos predictivos de los compor-
tamientos de abandono. Es decir, junto con las condiciones laborales del entor-
no (no controlables por la organización), deberemos considerar otras variables
perceptivas y cognitivas.
En este sentido, Mobley (1977) sugiere que la rotación sería una consecuencia
de la insatisfacción, de manera que ésta produce pensamientos de abandono en
los que el empleado examina los costes y beneficios de irse del trabajo. Tal rela-
ción se ha podido comprobar en diversos estudios aplicados (Hellman, 1997;
Shaw, 1999).
Sin embargo, para algunos autores tal relación no es tan consistente como
hipotetizan, sino sólo en aquellos casos de estabilidad o sobreoferta del mercado
de trabajo (Carsten y Spector, 1987).
Lo que sí parece comprobarse es que la insatisfacción ejerce mayor influencia
que otros comportamientos o actitudes percibidas cuando ya existe un fuerte
deseo de dejar la organización (Arnold y Feldman, 1982).
Editorial UOC 142 Psicología de las organizaciones
9. Podemos encontrar una traducción al español de los artículos originales de Thurstone (1929) y
Likert (1932), en los que se explica el procedimiento de elaboración de cuestionarios de actitudes,
en el libro: C. H. Wainerman (1976). Escalas de medición en ciencias sociales. Buenos Aires: Ediciones
Nueva Visión.
Editorial UOC 143 Capítulo III. El individuo como...
10. Un estudio comparativo sobre quince escalas de valores en el trabajo lo podéis ver en: B. C.
Martínez y E. Rocabert (2000). Comparación de las diferentes escalas de valores de trabajo. Revista
de la Psicología del Trabajo y las Organizaciones, 16 (1), 45-61.
Editorial UOC 144 Psicología de las organizaciones
2. Motivación y trabajo
Los seres humanos no suelen actuar de manera azarosa, sobre todo en aquellos
asuntos que consideramos especialmente importantes. Detrás de la mayoría de
nuestras acciones significativas suele existir un porqué. Un gran número de autores
en el ámbito psicológico se ha interesado por estas cuestiones y ha desarrollado di-
versos modelos para explicar la actividad de la motivación humana.
Ante cualquier acción en el escenario social, podríamos preguntarnos qué ha
provocado en el actor en cuestión la decisión por ese comportamiento, por qué
esa expresión y no otra. A veces nuestras respuestas serán claras y precisas, pero
en otras ocasiones nos asaltará la duda, tendremos que recurrir a más de una
causa, incluso a razones que en principio no reconoceríamos como propias.
En general, el comportamiento humano está referido a un amplio conjunto
de motivos, y no todos tienen que ser de naturaleza consciente. Estos motivos
suelen apuntar a algún tipo de falta, necesidad o demandas que piden ser satis-
fechas por los seres humanos en distintos ámbitos, como son el físico o el psi-
cosocial. Para satisfacerlos se proyectan y ponen en marcha toda una serie de
actividades de búsqueda de objetivos, bien sean bienes y productos materiales
(comida, vestido, etc.) o inmateriales (afecto, amor, confianza).
La motivación puede ser definida como el proceso de planificación y realiza-
ción de una serie de actividades y comportamientos dirigidos a la obtención de
un objetivo que nos sirva para satisfacer un motivo inicial.
Una vez alcanzada tal satisfacción, ese motivo que orientaba el comporta-
miento pasa a un segundo plano, con lo que se pueden activar otros motivos
diferentes o, incluso, el mismo cuando se produzca una escasez futura.
Editorial UOC 146 Psicología de las organizaciones
gicas corresponde una satisfacción media aproximada del 85%; las necesidades
de seguridad se suelen satisfacer en torno al 70%; 50% en las sociales; 40% en
las necesidades de estima y en torno al 10% en las necesidades de autorrealiza-
ción. También parece oportuno señalar que estas relaciones son flexibles y que
el predominio de unas necesidades sobre otras va a ir cambiando en el curso
evolutivo del desarrollo. En la misma medida, es probable encontrar diferencias
individuales y culturales.
Es fácil apreciar que la teoría de las necesidades representa un pilar importante
en aquellas culturas empresariales que otorgan un valor especial al factor humano.
Así, McGregor (1968) enfrenta en una dialéctica, que bien podría resumir la ten-
sión cultural presente en el mundo de la empresa moderna, la teoría humanista
“Y” con la más tradicional “X”. Como acertadamente señala Quijano (1987), se
trata en realidad de ideologías, sistemas de creencias acerca de la naturaleza huma-
na y de la forma de organizar una empresa y de ejercer la gestión de los diferentes
recursos implicados.
La teoría “X” caracteriza la forma de entender la administración de empresas
en los enfoques gerenciales clásicos. Desde Taylor hasta la etapa del paternalis-
mo en la dirección empresarial (aproximadamente periodo comprendido hasta
la Segunda Guerra Mundial), el interés fundamental se centra, casi exclusiva-
mente, en la producción, sin prestar demasiado interés a las necesidades perso-
nales de los trabajadores. El trabajo como “castigo” para el obrero indolente, el
incentivo económico y la mano dura como única forma de mantener los niveles
de producción, el trabajo manual sin pedir ningún tipo de colaboración intelec-
tual del operario y la formación especializada en tareas rutinarias son algunos
de los principios, un tanto caricaturizados, que se nos ofrecen de la teoría “X”.
En la distribución de funciones, al obrero no le queda otra alternativa que
dedicarse a la realización del trabajo, mientras los supervisores se dedican a las
labores de control y la planificación atañe exclusivamente a la dirección.
El planteamiento de la teoría “Y” de McGregor surge de la evidencia aplas-
tante de que la mano dura no consigue despertar y mantener el interés en las
tareas y la identificación de los empleados con los objetivos organizacionales.
El trabajador no aparece ya como individuo vago y sin perspectivas de mejora,
sólo interesado en el salario. Todos los seres humanos tenemos una serie de ne-
cesidades, que McGregor resume en necesidades fisiológicas y de seguridad, so-
ciales y de autorrealización.
Editorial UOC 149 Capítulo III. El individuo como...
Tanto las necesidades fisiológicas como las psicológicas son conducidas por
instrucciones y procesos biológicos y filogenéticos, entendiéndose como re-
quisitos prefijados para lograr la autorrealización personal. Las necesidades fi-
siológicas se relacionarían con la estructura del cerebro antiguo y, a medida
que se va produciendo la evolución de la especie, aparecerían las necesidades
psicológicas básicas asociadas al desarrollo del nuevo cerebro.
Evidentemente, el individuo en su actividad cotidiana no trata directamente
con estas necesidades, sino con toda una serie de imágenes que guarda, combi-
na y coordina en su “mundo interno”, allí donde residen los deseos, como imá-
genes de lo que el sujeto necesita. Parece interesante esta distinción entre deseo
y necesidad establecida por Glasser (1971/1986) y que se escapa en algunos
otros modelos de necesidad.
En este punto se introduce el concepto de comparación: ¿qué es lo que quie-
res?, ¿qué es lo que realmente quieres?, ¿cuáles son tus acciones para lograrlo?,
¿eres eficaz, consigues lo que quieres? Los deseos son contrastados con las per-
cepciones del denominado “mundo interno”. Con la última pregunta se intro-
duciría el juicio de valores, un aspecto fundamental para la intervención. Los
efectos de esta comparación se muestran en el sistema conductual.
Este autor acuña el concepto de conducta total, que incluiría los componentes
de acción, cognición, emoción y fisiológicos para referirse a este sistema. Esta-
blece una metáfora entre las acciones de los humanos y el funcionamiento de
un automóvil. Acciones, sentimientos, pensamientos y fisiología representarían
las cuatro ruedas del turismo. Las necesidades psicológicas básicas vendrían a ser
el motor, y los deseos, el volante. La conducta total estaría en relación directa
con el “mundo real”, los otros, las situaciones, etc., que existen en la actualidad
y sirven de referente a todo el proceso.
La idea básica de la aplicación de la teoría de control al ámbito laboral se pue-
de resumir con un “yo soy responsable de lo que hago” por parte de los emplea-
dos. Derivado del control de las propias acciones en el marco de la organización
aparece el concepto de autoevaluación. Específicamente, los criterios de evalua-
ción serían los siguientes:
“Recuerde una ocasión en la cual usted tuvo, respecto a su trabajo, una actitud excep-
cionalmente positiva o excepcionalmente negativa, con indiferencia de si estas acti-
tudes duraron poco o mucho tiempo. Cuéntenos lo que sucedió entonces […].”
Aunque atractivas para el gran público y para la mayoría de los niveles di-
rectivos occidentales, las teorías de las necesidades no han recibido demasiado
apoyo empírico. La jerarquía maslowiana, por ejemplo, no sale demasiado bien
parada en algunos intentos de establecer su validez. También la teoría bifacto-
rial de Herzberg, aunque le sea reconocido cierto mérito como iniciadora de
numerosas investigaciones e intervenciones en el campo del diseño de puestos,
recibe fuertes críticas teóricas por su excesivo simplismo desde el punto de vista
teórico y su deficiente apoyo empírico o más bien parcial.11
Una de las revisiones más rigurosas sobre los estudios de motivación desa-
rrollados en el contexto de las organizaciones es la realizada por Salancick y
Pfeffer (1977), que reparten críticas tanto en el nivel de la construcción teórica
como ante la imposibilidad de comprobación empírica de la mayoría de los
planteamientos postulados desde los diversos modelos.
Los problemas genéricos que los autores imputan a la tradición de necesida-
des se pueden resumir en el carácter unidireccional de la causalidad, así como
en el descuido manifiesto del papel del contexto, si excluimos las características
de los puestos de trabajo y de otras variables de la organización, tales como es-
tructura, comunicación, cultura, etc.
Según Pfeffer (1982), tampoco habría que olvidar las conclusiones que se
derivan del planteamiento del determinismo recíproco (Bandura, 1977), en
el sentido de que la conducta codetermina las variables personales, entre és-
11. Un texto de interés para conocer con mayor detalle la teoría de las necesidades y comprobar la
aplicación de este enfoque al estudio de casos concretos se puede encontrar en: R. Engel y W. Ried-
mann (1992). Casos sobre motivación laboral y dirección del personal. Bilbao: Ediciones Deusto.
Editorial UOC 156 Psicología de las organizaciones
“[…] a la larga, niega a las personas la capacidad creativa de enfrentarse con su am-
biente, en parte, por la construcción significativa que hace al contexto más satisfac-
torio y, en parte, por la redefinición de la situación y la atención a aspectos
seleccionados de la situación.”
Hasta ahora nos hemos detenido en las teorías de necesidades, también co-
nocidas como del contenido, que dominaron el panorama de la motivación labo-
ral en la década de los cincuenta y sesenta. A partir de estas fechas van a surgir
nuevos intentos explicativos protagonizados por los autores de la teoría del re-
fuerzo y derivados, y los investigadores de la expectativa. Como señala Guiot
(1985), el interés se centra en aclarar los procesos mediante los cuales los indi-
viduos adoptan ciertos comportamientos y rechazan otros, con miras a alcanzar
los resultados deseados.
Editorial UOC 157 Capítulo III. El individuo como...
a) La expectativa que tiene el sujeto de que una vez realizado el nivel de es-
fuerzo obtendrá el resultado.
b) La propia valencia del resultado.
Editorial UOC 158 Psicología de las organizaciones
sicamente, la meta queda definida como el objetivo que el individuo intenta al-
canzar.
Locke (1968) resalta el papel de las metas específicas frente a instrucciones
generales del tipo “hazlo lo mejor que puedas”. La dificultad de la tarea y la par-
ticipación activa en el establecimiento de las metas se supone que son condicio-
nes que influyen en los niveles de ejecución. Así, la utilización de metas
consideradas difíciles, siempre que sean aceptadas por los empleados, consegui-
rá niveles de ejecución superiores a los obtenidos con metas supuestamente más
fáciles.
Por otra parte, dicho autor distingue tres intermediarios fundamentales en el
proceso: incentivos económicos, conocimiento de los resultados y participación
en la toma de decisiones. Desde esta perspectiva se rebaja la influencia genérica
y un tanto abstracta de los incentivos económicos, que aparecen mediatizados
por cambios concretos en los propios objetivos.
Como se supone desde esta perspectiva, si el comportamiento es resultado
de un proceso intencional, para conseguir el cambio en el comportamiento, por
ejemplo un aumento en el rendimiento, habrá que lograr el cambio de las in-
tenciones individuales; para que resulte efectivo el incentivo deberá, entonces,
ir asociado a un cambio de objetivos. Esta perspectiva ha despertado gran inte-
rés y han sido muchos los intentos y ámbitos de implantación. En el nivel em-
pírico existen, sin embargo, datos y argumentos contrapuestos.
Respecto al grado de dificultad de la meta, Carroll y Tosi (1971) encontraron
correlaciones positivas entre dificultad percibida de la meta y esfuerzo en geren-
tes, si bien no de forma general, sino en aquellos que perciben las recompensas
como contingentes a la ejecución y aquellos que puntúan alto en madurez y au-
toafirmación. Steers (1975), por su parte, no obtuvo correlaciones significativas
entre la dificultad percibida de la meta por los supervisores y la valoración rea-
lizada por los jefes de supervisores; sin embargo, Latham y Yukl (1975), tras una
revisión de diferentes estudios, concluyen que la evidencia empírica apoya los
principales supuestos de la teoría.
En cuanto al papel que desempeñan los incentivos económicos, los datos ob-
tenidos también son contradictorios. Así, Latham y Yukl (1975) demuestran que
la contingencia percibida entre la meta alcanzada y los resultados valorados po-
sitivamente moderan los efectos de la dificultad de la meta en ejecución, lo que
afecta a la aceptación que se hace de la meta. En la actualidad, el desarrollo de
Editorial UOC 161 Capítulo III. El individuo como...
“La teoría del establecimiento de la meta habla de la predicción del esfuerzo, no ne-
cesariamente de la ejecución que debe resultar del esfuerzo.”
Resumen
Capítulo IV
Introducción
modelos que se han seguido para intentar responder a la pregunta de por qué
ciertas personas llegan a convertirse en líderes.
En el último apartado de este capítulo abordamos el proceso de toma de de-
cisiones que, sin duda, ha seguido un desarrollo paralelo a la propia evolución
de la teoría de las organizaciones, proceso naturalmente influido por múltiples
controversias y debates, que asimismo han afectado a la Psicología social y a la
Psicología de las organizaciones, como hemos podido ver en los capítulos I y II.
Sin embargo, antes de adentrarnos a describir la evolución y situación de este
proceso, plantearemos dos cuestiones básicas: qué es una decisión y quién la
adopta. Posteriormente realizaremos un recorrido por las diferentes perspecti-
vas teóricas que se han desarrollado a lo largo de su estudio y conoceremos las
nuevas tendencias que se siguen, tanto desde el punto de vista teórico como de
la investigación.
guir unos objetivos (grupos formales); sin embargo, las personas se relacionan
también por medio de otros grupos que no han sido creados o deliberadamente
planificados por la organización, sino que surgen de forma espontánea, con la
finalidad de satisfacer necesidades personales o sociales que la organización for-
mal no puede cubrir (grupos informales).
Asimismo, el trabajo se desarrolla generalmente en grupo, tanto por necesi-
dades de la organización, que precisa de la coordinación, del esfuerzo común
y de la cooperación de sus miembros para conseguir los objetivos que se haya
planteado en cada momento, como por necesidades de las propias personas,
que requieren, asimismo, el apoyo socioemocional del grupo para su desarrollo
personal, ya que ser miembro de un grupo nos da seguridad psicológica, sopor-
te social y reduce nuestra sensación de impotencia. También hemos de consi-
derar que cuando los individuos se sienten anónimos y perdidos en un grupo,
es probable que su comportamiento sea guiado solamente por las normas del
grupo. El resultado puede ser un comportamiento antisocial o prosocial, depen-
diendo de qué normas hayan sido interiorizadas y sean accesibles al individuo
en ese momento.
Así pues, no debe resultar extraño que el estudio de los grupos ocupe un lu-
gar tan central en Psicología de las organizaciones, en particular, y en las cien-
cias sociales, en general, sobre todo después de los estudios de Elton Mayo en la
Planta Hawthorne. Ha sido, sin lugar a dudas, uno de los temas más tratados en
la literatura, tanto en los manuales y handbook al uso como en las revistas espe-
cializadas, series de colecciones y enciclopedias.
Concretamente, en el contexto de las organizaciones han sido innumera-
bles los estudios realizados a propósito de los diferentes factores que influyen
sobre la actividad del grupo y sobre sus resultados, tales como los roles y las
normas, el liderazgo, la cohesión, la conformidad o las claves de poder. Todo
ello ejerce una gran influencia sobre las pautas de comportamiento de las per-
sonas y sobre sus niveles de desempeño, tanto desde el punto de vista indivi-
dual como de grupo.1
Los grupos son generalmente más competitivos que los individuos debido a
que los miembros del grupo luchan por la identidad social positiva, compitien-
1. Para una revisión más extensa de estas dimensiones se puede consultar la obra clásica de D. Cart-
wright y A. Zander (Ed.). (1974). Dinámica de grupos: investigación y teoría. México: Trillas.
Editorial UOC 172 Psicología de las organizaciones
Desde los años treinta del siglo pasado se vienen haciendo aportaciones im-
portantes al estudio de los grupos. De entre ellas destacamos la orientación so-
ciométrica, cuyo representante más destacado es Moreno, creador de la técnica
del sociograma, que ha sido tan útil para medir las relaciones sociales existentes
entre los miembros de los grupos; la orientación basada en la teoría del campo,
elaborada por Lewin, a quien se reconoce como uno de los principales contri-
buidores al desarrollo de la Psicología social, y por ello, de la Psicología de los
grupos y de la Psicología de las organizaciones; la orientación conductual, cuyo
representante más conocido es Homans, que desde su teoría del intercambio
trata de explicar cuanto acontece en las relaciones entre los miembros del gru-
po; el enfoque factorial, elaborado por Cattell, tuvo en su momento bastante
auge, ya que se pretendía reducir las múltiples dimensiones y variables que
constituyen la dinámica compleja de un grupo en unos pocos factores.2
La orientación sistémica, planteada a mediados del siglo anterior por Bave-
las, motivó la puesta en marcha de importantes trabajos sobre los flujos de co-
municación en los grupos, y junto con la cognitiva, que veremos a
continuación, dominarán este campo de estudio. El propósito del enfoque sis-
témico será analizar el grupo en interacción con su entorno y determinar los
mecanismos que intervienen en la estructura de las relaciones, dentro y fuera
del mismo, tanto desde el punto de vista interno como externo.
Por último, desde la orientación cognitiva, que es la orientación predomi-
nante en la actualidad, se pretende estudiar los procesos mentales que siguen
los miembros de los grupos para lograr su identidad como tales grupos, siendo
sus principales representantes Festinger, Tajfel y Turner, entre otros.
Como podéis observar, las principales corrientes teóricas desde las que se ha
abordado el estudio de los grupos siguen una orientación positivista, por lo que
sería deseable incorporar otras líneas de trabajo sustentadas en orientaciones
epistemológicas diferentes, tal como tendremos ocasión de ver en los procesos
de grupo que se presentan a continuación.
2. Una revisión completa sobre las diferentes perspectivas teóricas podemos encontrarla en: J. M.
Levine y R. L. Moreland (1990). Progress in small group research. Annual Review of Psychology, 41,
585-634.
Editorial UOC 174 Psicología de las organizaciones
3. En estos dos textos no sólo se habla de los aspectos generales sobre Psicología de los grupos, sino
también de aquellos específicos sobre estructura: J. M. Canto (1998). Psicología de los grupos. Estruc-
tura y procesos. Málaga: Aljibe; E. Vendrell y J. Ayer (1997). Estructuras de grupo. En M. P. González
(Ed.), Psicología de los grupos: teoría y aplicación. Madrid: Síntesis.
Editorial UOC 175 Capítulo IV. El grupo como unidad de análisis
ma. Entre ellos podemos citar los grupos de directivos, los grupos de mandos
intermedios o los grupos de especialistas, entre otros.
Los grupos formales temporales se conforman para desarrollar acciones espe-
cíficas con la finalidad de resolver un problema o para hacer frente a determi-
nadas situaciones. Estos grupos ad hoc son cada vez más frecuentes en las
organizaciones y pueden ser internos o externos a éstas.
Los grupos informales, por otro lado, surgen sin ningún tipo de previsión
por parte de la organización y son producto de las relaciones espontáneas en-
tre sus miembros. Aparecen con la finalidad de satisfacer las necesidades per-
sonales y sociales de los miembros. La importancia de estos grupos en la
organización fue puesta de manifiesto por Elton Mayo y su equipo en sus fa-
mosos estudios realizados en la planta Hawthorne de la Western Electric
Company de Chicago. Estos grupos surgen de la combinación de factores
“formales” y necesidades humanas, y pueden cumplir una “función con-
traorganizacional”, en tanto que los fines de la organización no coincidan
con los de los miembros del grupo.
En este sentido, los grupos informales pueden lograr un poder importante y
tratar de modificar los objetivos o metas de la organización. Así, cuando un di-
rectivo teme el fuerte impacto de estos grupos, diseña la ecología del área de tra-
bajo procurando reducir la proximidad de sus miembros o la posibilidad de
interacción. Estos grupos pueden constituirse dentro o fuera del ámbito de la or-
ganización y generarse desde áreas y niveles diferentes.
Ésta es la clasificación básica recogida por todos los autores; sin embargo, de-
pendiendo de que nos interese clasificar los grupos no en función del grado de
formalidad de su estructura, sino a partir de otro criterio (nivel jerárquico, fina-
lidad, temporalidad), entonces la clasificación resultante se hará según el crite-
rio elegido.
De todos modos, de entre los tipos de grupos formales, los que mayor de-
sarrollo están teniendo en el contexto de las organizaciones son, sin duda,
los equipos de trabajo, a los que a continuación vamos a dedicar nuestra
atención. 4
4. Ver de forma más amplia las diferentes tipologías de grupos en: F. Gil y M. García (1996). Grupos
en las organizaciones. Madrid: Pirámide.
Editorial UOC 177 Capítulo IV. El grupo como unidad de análisis
“Cuando los miembros conocen sus objetivos, cuando contribuyen de manera res-
ponsable y entusiasta a la realización de la tarea y se apoyan mutuamente, decimos
que están trabajando en equipo.”
los equipos de trabajo se diferencian de los grupos, en general, por una serie de
características, entre las que podemos destacar las siguientes:
Por otro lado, los equipos de trabajo, como unidades básicas de la organiza-
ción, pueden tener diversas aplicaciones que, para lograr una mejor compren-
sión, agruparemos en las categorías siguientes:
5. Los “equipos de trabajo autónomos” y los “equipos autogestionados” serían ejemplos ilustrati-
vos de este tipo de grupos.
Editorial UOC 179 Capítulo IV. El grupo como unidad de análisis
cesitan para tomar decisiones satisfactorias. Igualmente, existe una estrecha re-
lación entre la comunicación y los diversos comportamientos individuales y
sociales que coadyuvan al logro de las metas de la organización, tales como el
grado de motivación del trabajador, su nivel de implicación con los objetivos
de la misma o el clima imperante en dicha organización.
En este sentido, el proceso de comunicación es esencial para incrementar la
motivación de los trabajadores, ya que permite a éstos aclarar sus metas labora-
les y acceder a los ámbitos superiores de la empresa, haciendo llegar a la direc-
ción sus propias aportaciones, sus quejas y sus sugerencias acerca de los
métodos de trabajo. Asimismo, no menos importante es su papel mediador en
el bienestar psicológico y social de los trabajadores, al favorecer la expresión de
sus sentimientos y la satisfacción de sus necesidades sociales.
No obstante, y a pesar de su importancia indiscutible, el interés por la comu-
nicación en las organizaciones se inicia en los años setenta, debido, como veréis
a continuación, a la evolución teórica que se ha dado en este contexto y que sin
duda ha afectado a la importancia concedida a este fenómeno, a la dirección de
los flujos de comunicación estudiados y a los principales problemas de comuni-
cación considerados.
Este fenómeno puede estar relacionado con las numerosas ventajas que presenta el
establecimiento de una “comunicación unidireccional”, al considerar que es más cla-
ra, rápida y ordenada, y que además permite mantener el poder y la seguridad de
quien emite el mensaje. No obstante, este tipo de comunicación suele ser imprecisa
al no asegurarnos la correcta comprensión del trabajador que recibe dicho mensaje.
Esta situación provoca, a menudo, disfunciones en el cometido de la tarea e insatis-
facción laboral.
Para paliar este problema en las organizaciones se puede recurrir a diversos mecanis-
mos que aseguren la adecuada comprensión del contenido de la información. Estos
mecanismos suponen ya una relación interpersonal, una interacción entre emisor y
receptor, donde éste tiene la posibilidad de confirmar la veracidad de los contenidos
relacionados con una determinada información. El objetivo de la interacción es, sim-
plemente, asegurar una buena ejecución del trabajo, y de nuevo resulta esencial la in-
tencionalidad de quien emite el mensaje. Con estas condiciones, si bien tenemos
asegurada la comprensión, no tiene por qué hacerse efectiva la cooperación del tra-
bajador.
6. Para una visión más amplia de los diferentes tipos de comunicación ver: M. Camaleño (1998).
Comunicación interna. Condición sine qua non de la gestión. Estudios Financieros (p.178).; C. Riel
(1998). Comunicación corporativa. Madrid: Prentice Hall.
Editorial UOC 184 Psicología de las organizaciones
Son dos tipos de comunicación externa de gran interés estratégico para las organiza-
ciones actuales. La comunicación comercial o de marketing abarca todas aquellas ac-
ciones comunicativas que tienen como objetivo final la consecución de la venta, si
bien incluye otros objetivos intermedios orientados a la venta a medio o largo plazo,
tales como el conocimiento, la notoriedad y el posicionamiento de producto y marca
(Camaleño, 1998). Entre las técnicas utilizadas en este tipo de comunicación se en-
cuentran, entre otras, la publicidad, las promociones de ventas, las relaciones públi-
cas, el marketing directo, el patrocinio o las ventas personales.
Por otro lado, con la publicidad empresarial se persigue establecer, desarrollar, au-
mentar y/o cambiar la imagen de una organización (Riel, 1998). Uno de los objetivos
fundamentales de esta comunicación externa es crear una buena imagen a los clientes
externos o consumidores, con lo que se contribuye a la defensa y diferenciación de
sus productos en el mercado.
Este recorrido por los diferentes tipos de comunicación que existen en la or-
ganización nos permite reflexionar sobre la complejidad que supone comunicar
en tales contextos. La multidireccionalidad de los flujos de comunicación que
circulan por la organización, su carácter interno y externo, así como la dualidad
formal-informal, se presentan como características inherentes al desarrollo de la
comunicación en el ambiente organizativo.
Por tanto, el funcionamiento satisfactorio de este proceso exige a los miem-
bros de la organización un esfuerzo considerable de planificación y de coordi-
nación, que les permita identificar y diagnosticar en todo momento sus
necesidades de comunicación, así como intervenir sobre las múltiples y variadas
barreras que aparecen a lo largo del proceso comunicativo.
Esto es, las normas, creencias y actitudes hacia el trabajador, las tareas que
hay que realizar y las metas que se pretende cumplir han incidido directamente
en la estructura organizativa adoptada, así como en los estilos de dirección asu-
midos, en los procesos de toma de decisiones elaborados y, cómo no, en los pa-
trones de interacción y de comunicación desarrollados.
Por ello, creemos que es necesario ofrecer una breve panorámica sobre el pro-
ceso de transformación que a lo largo del tiempo ha sufrido el concepto de co-
municación en las organizaciones. En este recorrido histórico observaréis que la
evolución en su significado, en la importancia concedida a este fenómeno, en
la naturaleza y direccionalidad de los flujos de comunicación estudiados y en los
principales problemas de comunicación considerados ha ido paralela a las con-
cepciones de organización y de trabajador que en cada momento han guiado el es-
tudio de las organizaciones y del comportamiento que en ellas se desarrolla.
Asimismo, en este apartado esbozaremos cómo creemos que debería enfocarse el
proceso de comunicación en las organizaciones para coadyuvar, desde la discipli-
na psicológica, al logro de mayores niveles de autonomía, libertad y emancipación
del trabajador.
Pasemos, pues, a exponer cómo se han ido transformando paulatinamente
las políticas de comunicación elaboradas en las organizaciones a medida que és-
tas, por necesidades tanto internas como externas, han ido modificando sus
concepciones del trabajador y de sí mismas. En este recorrido vamos a detener-
nos en lo que, a nuestro juicio, han sido las tres etapas clave en la evolución que
ha experimentado la visión de la comunicación en el contexto de las organiza-
ciones: paradigma tradicional, paradigma construccionista y perspectiva estra-
tégica de los recursos humanos.
Los autores que se acercan al estudio de las organizaciones desde una pos-
tura construccionista las van a concebir como sistemas en los que el lenguaje
y la comunicación juegan un papel primordial, y en los que el rol del líder
en este proceso comunicativo va a adquirir una relevancia inusitada hasta el
momento.
Así, por ejemplo, en el planteamiento que lleva a cabo Weick (1979), las or-
ganizaciones se conciben como sistemas de significados compartidos, en los que
el comportamiento está regido, precisamente, por los sistemas de significados
que emergen y se desarrollan dentro de la estructura social, y cuya finalidad es
la de brindar al conjunto de los individuos una comprensión compartida de la
realidad y un sentimiento de estabilidad y cohesión.
Asimismo, se parte de la idea de que la mayor parte de la labor organizativa
o de gestión debe ir dirigida hacia la manipulación de los mitos, de las imágenes
y de los símbolos construidos por los participantes, así como hacia el desarrollo
de un paradigma organizacional común. De hecho, se observa desde los años
setenta un cambio paradigmático en las teorías desarrolladas sobre el liderazgo
en las organizaciones, pasando de poner el énfasis en las funciones de dirección,
apoyo y motivación a la consideración de las características simbólicas de la
conducta del líder.
Así pues, de acuerdo con esta nueva perspectiva, el papel del líder debe ir
dirigido a infundir valores ideológicos y morales en el seno de la organiza-
ción con la finalidad de incrementar el compromiso y la implicación de los
trabajadores.
Por otro lado, en la visión de las organizaciones como sistemas de juegos de
lenguaje se enfatiza la importancia que tienen el lenguaje y los símbolos en el
estudio y en la comprensión de la realidad organizacional. De este modo, en
Editorial UOC 189 Capítulo IV. El grupo como unidad de análisis
“[…] la manera en que la gente habla acerca del mundo se relaciona, fundamental-
mente, con la forma en que, en última instancia, entiende y actúa en el mundo.”
R. Eccles y N. Nohria (1992). Beyond the hype: Rediscovering the essence of management
(p. 162). Boston: Harvard Business School Press.
de iniciar y dirigir los procesos de cambio, de dar poder y motivación a los em-
pleados, así como de comunicar la visión de la empresa a los públicos externos
clave.
Como resultado del nuevo papel que en las últimas décadas ha adquirido la
comunicación, tanto dentro de la propia organización como en sus interrelacio-
nes con el entorno, surge el concepto de comunicación corporativa, que alude a la
necesidad de partir de un enfoque integrado de todas las comunicaciones pro-
ducidas por una organización para poder alcanzar de manera satisfactoria sus
objetivos y sus metas. Veamos brevemente en qué supuestos básicos se basa esta
nueva filosofía y cómo se puede lograr en el contexto de las organizaciones ac-
tuales:
Hace ya bastantes años se afirmaba que había casi tantas definiciones de li-
derazgo como autores lo han estudiado. Una de las definiciones de liderazgo lo
define como:
“El proceso mediante el cual un miembro del grupo (su líder) influye a los otros
miembros hacia el logro de objetivos específicos grupales”.
G. Yukl (1994). Leadership in organizations (3.ª ed., p. 4). Englewood Cliffs. NJ: Prentice Hall.
El rol de liderazgo es una posición que puede ocupar cualquier miembro del
grupo. Sin embargo, la realidad nos muestra que no cualquier persona se con-
vierte en líder de un grupo, sino que algunos ceden voluntariamente al dirigen-
te su derecho a tomar decisiones independientes. Del mismo modo, parece ser
que algunas personas prefieren asumir el rol de líder dentro del grupo.
¿Por qué ciertas personas llegan a convertirse en líder? A continuación ana-
lizaremos varias respuestas que se han propuesto para esta cuestión. En térmi-
nos generales, estas respuestas se fueron sucediendo en el tiempo, conforme los
resultados de la investigación se iban consolidando o recomendaban su sustitu-
ción por nuevos enfoques. En un primer momento se consideró que los líderes
nacen, no se hacen; a continuación se partió de la idea de que los líderes mues-
tran ciertos comportamientos; por último, se partió del supuesto de que los lí-
deres deberían manifestar ciertos comportamientos en situaciones específicas.
Este enfoque nunca fue abandonado totalmente a pesar de las críticas recibi-
das. En los últimos años se han llevado a cabo investigaciones con métodos más
sofisticados y partiendo de un mayor conocimiento de las dimensiones básicas
de la personalidad, lo que ha permitido concluir que los líderes son diferentes
de las otras personas en muchos e importantes aspectos. A partir de las investi-
gaciones realizadas sobre este tema, parece ser que los líderes son superiores a
las demás personas en características como impulso (motivación de logro unido
a energía y resolución), confianza en uno mismo y en sus habilidades, creativi-
dad y motivación de liderazgo (entendida como el deseo de influir en los demás
para alcanzar metas compartidas). Tal vez la característica más importante en
Editorial UOC 197 Capítulo IV. El grupo como unidad de análisis
Desde este modelo, ¿cómo debería actuar un líder para ser eficaz? Un líder
eficaz es aquel que se comporta con los demás miembros del grupo de una ma-
nera considerada al tiempo que proporciona las estructuras necesarias para per-
mitir que se realicen las tareas.
Otros estudios realizados mediante cuestionario han revelado también dos
amplias categorías de conducta del líder. Prácticamente al mismo tiempo que
los investigadores de la Universidad Estatal de Ohio, pero de forma indepen-
diente, el grupo de la Universidad de Michigan llevó a cabo una serie de estudios
con la finalidad de identificar las relaciones entre la conducta de liderazgo, los
procesos de grupo y el rendimiento del grupo en el contexto laboral. La recogida
de información sobre la conducta de los jefes se realizó por medio de cuestiona-
rios y entrevistas y se emplearon, asimismo, medidas objetivas de la productivi-
dad del grupo para clasificar a los directivos.
En su investigación escogieron secciones que realizaban un trabajo similar,
e identificaron al personal con función de mando cuyos equipos habían mos-
trado una alta productividad y también a aquellos otros mandos de grupos con
baja productividad.
Likert (1967) siguió pasos similares a los de la Universidad Estatal de Ohio en
sus estudios de liderazgo. Al resumir los resultados de las distintas investigacio-
nes, identificó dos tipos de conducta de liderazgo que se diferenciaban entre los
efectivos (alto rendimiento) y los inefectivos (bajo rendimiento), con un conte-
nido similar a las dimensiones del grupo de Ohio. Las denominó conducta orien-
tada a la tarea (similar a iniciación de estructura) y orientada a las relaciones
(similar a consideración).
Obtuvieron como resultado que no existían diferencias significativas entre los
jefes de los distintos niveles jerárquicos de la organización en términos de edad,
sexo, experiencia, etc. Comprobaron, asimismo, que existía un alto grado de homo-
geneidad en el comportamiento de los directivos cuyos grupos presentaban una
alta productividad. Estos jefes se caracterizaban por mostrar interés por sus subor-
dinados, les permitían participar en las decisiones que afectaban al trabajo y, en ge-
neral, establecían una atmósfera de confianza. Por su parte, los supervisores de los
grupos de bajo rendimiento mostraban tipos opuestos de conducta y estaban mu-
cho más orientados hacia la productividad que hacia sus subordinados.
En los años sesenta surgió un modelo teórico que goza de gran aceptación,
dado su empleo para clasificar e identificar un determinado estilo y también
Editorial UOC 203 Capítulo IV. El grupo como unidad de análisis
que se incluyen en cada una de las categorías empleadas y, lo que es más impor-
tante, que pueden ponerlas en práctica cuando es necesario.
A partir de los modelos teóricos y de las investigaciones sobre el liderazgo y
los estilos de dirección en las organizaciones que hemos presentado hasta aho-
ra, queda claro que no existe un estilo de dirección óptimo que garantice la efi-
cacia del líder en todas las situaciones. Esta consideración permitió desarrollar
teorías que incluían este aspecto de la situación como una variable relevante
que puede impulsar o anular la influencia de las características personales o de
la conducta del líder. De este modo, la situación incorpora todas aquellas varia-
bles no consideradas hasta ese momento, pero que tienen una repercusión im-
portante en el proceso de dirección.
de un rasgo, al que llamó LPC, que corresponde a las iniciales en inglés de “com-
pañero de trabajo menos preferido”.
Se le pide al líder que piense en todos sus compañeros de trabajo presentes
y pasados para que seleccione a aquella persona con la que podría trabajar
peor y la evalúe en distintas escalas de adjetivos bipolares. La puntuación
LPC es la suma de las valoraciones de todas las escalas. Cuando este líder es,
en general, crítico en su valoración, obtiene una puntuación baja en LPC,
mientras que cuando es permisivo y condescendiente, obtiene una puntua-
ción alta.
La interpretación de Fiedler (1978) es que esa puntuación refleja una jerar-
quía de motivos del líder: así, un líder con alto LPC está motivado principal-
mente a tener relaciones interpersonales con otros, incluidos sus subordinados,
y se comportará de un modo considerado cuando deban mejorarse las relacio-
nes. La consecución de los objetivos es un motivo secundario para este líder y
sólo se buscará cuando esté satisfecha su necesidad de afiliación. Por el contra-
rio, un líder con bajo LPC está motivado al cumplimiento de los objetivos y ten-
derá a destacar los comportamientos orientados a la tarea. Sólo cuando se aprecia
un desempeño adecuado de las tareas interviene el motivo secundario de es-
tablecer unas buenas relaciones con los subordinados.
Fuente: F. E. Fiedler y M. M. Chemers (1985). Liderazgo y administración efectiva, 94. México: Trillas. (Con autorización
de la Harvard Business Review.)
Editorial UOC 206 Psicología de las organizaciones
a) Relaciones entre el líder y los miembros del grupo: el grado en que el líder tie-
ne el apoyo y la lealtad de los subordinados y en que las relaciones con ellos son
amistosas y de cooperación.
b) Poder del puesto: el grado en que el líder tiene la autoridad para evaluar el
desempeño de los subordinados y para administrar recompensas y castigos.
c) Estructura de las tareas: el grado en que existen unos procedimientos ho-
mogéneos de trabajo para realizar las tareas, una descripción detallada del pro-
ducto o servicio terminado e indicadores objetivos de la calidad con la que se
realizan las tareas.
3) E3 (participar) (baja tarea, alta relación): el líder comparte sus ideas con el
subordinado, hecho que facilita el diálogo para llegar a decisiones acordadas de
forma conjunta.
4) E4 (delegar) (baja tarea, baja relación): el líder deja al subordinado –al que
considera como un colaborador– las decisiones sobre el modo de actuar para lo-
grar los objetivos de la organización en general y de su puesto de trabajo en par-
ticular.
Fuente: M. Rodríguez Estrada (1988). Liderazgo. Desarrollo de habilidades directivas (p. 48). México: El Manual
Moderno.
Editorial UOC 210 Psicología de las organizaciones
3) Por último, hay que distinguir entre problema y decisión. En este sentido,
existirá un problema si se percibe una discrepancia entre una situación presente
y la situación deseada. En este caso, la decisión alude a la elección adoptada para
reducir tal discrepancia. Obviamente, la acción más adecuada para una persona
u organización puede que no sea la más beneficiosa para otra que, en apariencia,
se halla en una situación similar, por lo que en este proceso se habrán de consi-
derar, entre otros factores, las características del agente que la adopta, la jerar-
quía de prioridades, los recursos disponibles, las experiencias acumuladas, etc.
Estos factores son los que deben proporcionar la base para hacer una estima-
ción adecuada acerca de qué acción puede resultar más idónea o qué riesgos se
pueden correr en una determinada situación (Porter, 1987).
En la definición anterior hemos utilizado de forma deliberada el término
agente para hacer referencia a la persona que decide. Naturalmente, una deci-
sión puede adoptarla cualquier miembro y los contextos en los que ocurre son
muy diversos. Realmente, puede provenir de un solo actor o de varios, lo que
añade complejidad al tema. Pero no es una cuestión tan simple como pudiera
parecer cuando se trata de una sola persona porque, como ya señalaran March
y Simon (1958), no representa una unidad fácil de análisis, puesto que puede exis-
tir conflicto entre sus propios objetivos y metas.
En nuestro caso nos ocupamos de la toma de decisiones en el ámbito de las
organizaciones, donde es aplicable la definición ofrecida, aunque, sin duda, re-
quiere realizar algunos matices entre los que conviene señalar, cuando menos,
quién o quiénes adoptan las decisiones.
En el contexto de las organizaciones las decisiones que se adoptan son mu-
chas y variadas, por lo que la respuesta a la pregunta de quién las adopta no es
inmediata, pues dependerá del alcance e implicaciones de aquéllas. En la medi-
da en que las decisiones sean de mayor alcance corresponderán a quienes des-
empeñan puestos de mayor responsabilidad, implicarán a un mayor número
de trabajadores y sus repercusiones en el conjunto de la organización serán,
asimismo, más amplias. Es comprensible, pues, que la figura del directivo,
responsable de las decisiones estratégicas, haya focalizado la atención de los
científicos e investigadores y constituya la referencia más explícita en este
apartado. Formalmente asumimos que en las organizaciones las decisiones ope-
rativas son, con mayor frecuencia, adoptadas por los trabajadores de la base y
Editorial UOC 214 Psicología de las organizaciones
supervisores de línea; las decisiones tácticas, por los mandos intermedios, y las
decisiones estratégicas, por los directivos.
De hecho, gran parte de los teóricos del comportamiento organizacional están
de acuerdo en afirmar que la toma de decisiones es uno de los roles más importan-
tes que debe desarrollar un directivo. Más específicamente, sus decisiones están ca-
racterizadas, entre otros, por tres aspectos fundamentales: suelen estar relacionadas
con aspectos estratégicos, estructurales o de adaptación al entorno, que no siempre
son fáciles de diagnosticar y de evaluar; sus consecuencias habitualmente alcanzan
a un número elevado de empleados y, por último, son decisiones que suelen estar
bastante determinadas por las luchas de poder existentes en este contexto. Pero
además, el directivo puede adoptar diferentes roles en este proceso.
Aunque en la mayor parte de los modelos en los que se tiene como objetivo
comprender o mejorar las decisiones en el contexto de las organizaciones se las
concibe como un proceso cognoscitivo y, por tanto, como una actividad de
procesamiento de información, también podríamos concebirlas, como propo-
nen Vroom y Yetton (1973), como un proceso social.
Desde esta dimensión social, dos son las principales aportaciones atribuidas
al rol del directivo como persona que soluciona problemas:
tes hubieran creado. No hay que sacar la conclusión de que las aproximaciones
que mencionamos se producen con cortes temporales precisos de una forma se-
cuencial, y que las adscripciones de distintas teorías son claras. Por el contrario,
cualquier taxonomía requiere decidir unos criterios de clasificación y enfrentar-
se muchas veces con la duda de dónde clasificar el trabajo de algunos autores.
Presentamos un resultado de dicho proceso.
Con objeto de acercarnos más fácilmente a ese proceso de formación de co-
nocimiento en el área, hemos optado por seguir una taxonomía sobre la que
existe bastante grado de acuerdo entre los autores. Las aproximaciones desde las
que se han elaborado las teorías y modelos sobre los procesos de toma de deci-
siones se pueden clasificar en cuatro grandes categorías:
Aunque el tema que nos ocupa ha sido objeto de atención creciente en las dos
últimas décadas, suscitó un interés muy temprano en los autores. De hecho, al per-
filar la perspectiva clásica de toma de decisiones, hay quienes se remontan al siglo
XVIII y a las aportaciones de Bernoulli (Lipshitz, Klein, Orasanu y Salas, 2001).
Aquéllas encontrarían posteriormente continuidad bajo el paraguas conceptual de
las teorías clásicas y los supuestos básicos que subyacen al enfoque administrativo,
donde prima la racionalidad que, por consiguiente, inspira la concepción del pro-
ceso de decidir. En el enfoque administrativo se postula que:
1. Identificación del problema: En esta etapa, los directivos pueden utilizar al-
gunos métodos de ayuda, tales como la utilización de señales históricas, que
consiste en recurrir a la experiencia del pasado para poder identificar así proble-
mas con respecto a las tendencias esperadas; el enfoque de planificación, me-
diante el cual se realizan estimaciones de lo que puede ocurrir en un futuro
próximo; o bien tomar en cuenta las percepciones de otras personas (clientes,
trabajadores, etc.), con el objetivo de identificar más claramente las posibles dis-
crepancias entre la situación presente y la situación deseada.
2. Elaboración de soluciones alternativas: Esta fase del proceso es, sin duda, la
más creativa; para su eficaz desarrollo los directivos pueden utilizar diversas téc-
nicas grupales de solución de problemas (brainstorming, Delphi, grupo nominal,
etc.).
3. Elección de una de las soluciones propuestas: En este momento, el directivo
elegirá aquella alternativa que le ofrezca el máximo valor; esto es, optará por
aquella solución que considere más adecuada al problema.
4. Ejecución y evaluación de la solución elegida: Una vez puesta en marcha la
solución elegida, es necesario realizar un proceso de evaluación. La bondad y
eficacia de la acción por la que se ha optado estará en función de su capacidad
para disminuir la diferencia que dio origen al problema entre la situación pre-
sente y la situación deseada. Asimismo, la eficacia de la solución elegida va a de-
pender de que los directivos, al ejecutarla, eviten algunas tendencias de
comportamiento que suelen ser muy frecuentes en el contexto de las organiza-
ciones: tendencia a no asegurarse de la comprensión, la aceptación y el compro-
Editorial UOC 218 Psicología de las organizaciones
Las críticas a este modelo han sido abundantes se han dirigido fundamental-
mente a dos aspectos básicos: así, en primer lugar se pone en tela de juicio el su-
puesto de la racionalidad perfecta, pues es un hecho constatado que las personas
no siguen en la realidad un proceso tan racional de toma de decisiones. En segun-
do lugar, en este modelo no se contemplan las diferencias individuales implícitas
en el proceso de toma de decisiones y, por tanto, se obvia que la elección de la al-
ternativa es un comportamiento subjetivo y muy determinado, entre otros, por los
valores, las percepciones, las actitudes y las preferencias de la persona que decide.
las pautas que rigen la racionalidad en el proceso de decidir, lo que abre nuevas
líneas de trabajo y de conocimiento sobre este proceso.
En primer lugar, la teoría de la elección racional no se cumple en algunos ca-
sos en los que la elección, aunque conlleve ganancias, implica ciertas pérdidas
para quien decide. La razón es que las pérdidas constituyen para las personas un
impacto mayor que las ganancias de una magnitud equivalente, fenómeno que
se conoce con el nombre de aversión a las pérdidas.
Asimismo, la percepción que las personas tienen sobre cada una de las opciones
influye decididamente sobre la elección entre alternativas que podrían parecer, de
otra forma, similares. Ésta es una variable psicológica a la que se ha llamado efec-
tos de enmarcado, y de nuevo interfiere en el proceso de elección racional.
En los efectos de enmarcado se fundamenta, por ejemplo, un buen número
de estrategias de marketing utilizadas por las empresas para influir en la percep-
ción del consumidor y, consecuentemente, en su decisión de compra, con lo
que se incrementarían sus ventas y mejorarían sus resultados.
De hecho, influir en la percepción es lo que persiguen las compañías cuando
desarrollan una imagen de marca a la que asocian una serie de conceptos como
“juventud”, “dinamismo”, “atrevimiento” (pensad por ejemplo en las campañas
publicitarias de Pepsi) o cualquier otro que estimen relevante, y que hace que se
diferencie ante sus clientes de otros productos con características similares.
El análisis del contexto, localizado o global, que realice la persona también
responde a criterios de utilidad e influye en la elección y, como en los casos an-
teriores, no se ha considerado bajo una perspectiva de racionalidad perfecta.
Son los efectos denominados del contexto.
El contexto localizado tiene que ver con la evaluación que lleva a cabo una persona
dentro de un grupo limitado de alternativas. Por ejemplo, cada alternativa está des-
crita por distintos atributos: imaginad en este sentido la influencia que puede ejercer
en la decisión de compra o alquiler el hecho de que un apartamento tenga dos dor-
mitorios y vistas al mar para alguien cuya utilidad de tales circunstancias es crítica.
El contexto global, por el contrario, se refiere a la comparación implícita que los elec-
tores realizan entre grupos alternativos, como puede ser el rango posible de niveles
que se den en un atributo y que alcanza un mayor impacto en la decisión cuanto más
significativo o útil sea para quien decide.
Editorial UOC 220 Psicología de las organizaciones
Una decisión se ve afectada por el análisis del contexto global, por ejemplo, cuando el
rango de precios que puede tener un apartamento o la distancia entre los apartamentos
posibles y el lugar de trabajo son importantes para una persona que busca piso.
Los “efectos dispares del tiempo en las utilidades” es otro elemento influyen-
te en las decisiones. En este caso el efecto psicológico del tiempo está modulado
por el riesgo y por la secuencia de los resultados previsibles de la decisión. Pero,
cuando menos, resulta preciso comprobar en qué medida estamos dispuestos a
postergar un acontecimiento placentero en determinadas ocasiones, mientras
que, desde una óptica racional, el retraso en los resultados implica una reduc-
ción progresiva del interés a lo largo del tiempo.
Por otro lado, las creencias que los actores tienen sobre el mundo también
inciden en las decisiones que adoptan, alejándolas de una racionalidad perfecta,
como se muestra con el denominado efecto conservador. Lo que se viene a cons-
tatar con este efecto es que las personas pueden ir cambiando sus creencias a lo
largo del tiempo en la dirección esperada pero, en muchos casos, no así la velo-
cidad a la que dicho cambio se produce, por lo que las decisiones afectadas por
aquél se adoptarían también de un modo más lento.
Aunque representa un área en la que se requiere un mayor grado de profun-
didad, en algunos estudios se ha comprobado que en determinadas circunstan-
cias las respuestas tienden a incluir varios acontecimientos de manera más
frecuente que sólo uno de ellos. Este fenómeno, denominado regla de conjunción,
va en contra de la perspectiva racional, desde la cual cabría esperar que las per-
sonas apostaran más por la veracidad de un solo acontecimiento que por la ve-
racidad de una conjunción de sucesos, puesto que desde esta aproximación
racional el juicio de la probabilidad de intersección de dos sucesos no puede ser
mayor que el juicio sobre la probabilidad de que ocurra cualquiera de los dos.7
7. En un experimento realizado por Tversky y Kahneman en 1983, los autores presentaban a los
participantes a una mujer llamada Linda que tenía treinta y un años de edad, era soltera, franca y bri-
llante, se había formado en filosofía, se preocupaba por temas como la discriminación y la justi-
cia social y participaba en manifestaciones antinucleares. A los participantes se les pedía que
determinaran la probabilidad de que ocurrieran una serie de circunstancias asociadas con Linda.
Entre las circunstancias sobre las que se preguntaba se incluían dos afirmaciones: “Linda es cajera
de banco” y “Linda es cajera de banco y feminista”. En contra de lo que cabría esperar racional-
mente, los participantes optaron en un mayor número de ocasiones por la segunda alternativa.
Editorial UOC 221 Capítulo IV. El grupo como unidad de análisis
Por otro lado, Simon (1957), March y Simon (1958) y, más recientemente,
Shapira (1997), representan los puntos de referencia en lo que se refiere a la
toma de decisiones desde la perspectiva de la organización. Las aportaciones
que se acogen bajo esta perspectiva se pueden agrupar (Grandori, 2001) en dos
líneas de trabajo, desde las que se trata de analizar, a partir de una posición ló-
gica o política, el proceso de toma de decisiones.
Por otro lado, el modelo cibernético propuesto por Steinbrunner (1974) tam-
bién se atiene a las características de un marco lógico en el planteamiento del pro-
ceso de decidir.
Adoptar una estrategia de decisión cibernética implica asumir una serie de ca-
racterísticas por parte de las personas que deciden:
del management, por ejemplo, se han generado una serie de modelos de decisión
desde los que se asume que las decisiones más singulares y que requieren espe-
cial atención son las relativas a la propia definición del negocio o de los nego-
cios donde opera la organización. Se trata de decisiones con implicaciones de
futuro y que tienen que ver con la posición estratégica de la empresa. No obs-
tante, algunos autores han encontrado que, los objetivos e intereses de las subuni-
dades a menudo adquieren más peso y asignación de recursos para ejecutar sus
planes que los asignados al sistema central.
Por otro lado, la integración de múltiples actores en la toma de decisiones ha
ocupado especialmente a los científicos europeos, quienes se han interesado por
el uso estratégico de la incertidumbre –en qué medida se controlan las incerti-
dumbres críticas– y los determinantes de las decisiones –grado de sustituibili-
dad, flujos de información, centralidad en el trabajo y la percepción y uso del
poder de negociación de los actores–, que utilizan los grupos y las diferentes
unidades de la organización. En este contexto, las decisiones se han concebido
también como acciones negociadas bajo unas reglas de juego implícitas y cono-
cidas por los grupos.
Otras tendencias actuales en el estudio de la toma de decisiones en las orga-
nizaciones, que no deseamos que pasen desapercibidas y desde las que se asume
la pluralidad de actores (en lugar de ocuparse, exclusivamente, de la cúpula di-
rectiva), han incorporado conceptos como la equidad y la justicia para conse-
guir la deseada eficacia a medio y largo plazo en la organización, disminuyendo
la atención prestada al poder.
M. Craig-Less (2001). Sens making: Trojan horse Pandora’s box? Psychology & Marketing,
18 (5), 513-526.
Resumen
En este capítulo, dedicado al papel que desempeñan los grupos en las orga-
nizaciones, hemos planteado en primer lugar el concepto, estructura y tipos de
grupos, deteniéndonos en los equipos de trabajo por su importancia y significa-
ción. Aunque el trabajo en equipo no es una panacea, porque sin duda entraña
dificultades que es preciso superar, generalmente funcionan con notable efi-
ciencia cuando están coordinados e integrados sus esfuerzos, y ofrecen unos ser-
vicios coherentes con las necesidades de sus clientes, ya sean éstos internos o
externos.
Para ello los grupos, y muy especialmente los equipos de trabajo, requieren
estar bien “engrasados”, es decir, que los procesos de comunicación fluyan entre
sus miembros y de ellos hacia el exterior. Así pues, no es de extrañar que en el
segundo apartado pasemos a considerar la comunicación en las organizaciones,
analizando el concepto y los tipos más habituales, a la vez que exponemos su
evolución a partir de los paradigmas tradicional y construccionista y desde un
enfoque estratégico.
Además, los grupos y equipos de trabajo requerirán de la existencia de un li-
derazgo efectivo que ofrezca la perspectiva adecuada, contribuya a la gestación
de coherencia y facilite la toma de decisiones. Es por ello que, en tercer lugar, se
ha hecho un recorrido por los principales conceptos y modelos teóricos sobre
los estilos de dirección en las organizaciones, revisando el concepto de liderazgo
y destacando que, a pesar del esfuerzo que se ha hecho durante décadas para
avanzar en su conocimiento, todavía existen importantes lagunas en las que
profundizar.
Por último, abordamos el apartado relativo al proceso de toma de decisiones.
A nadie se le escapa la trascendencia y alcance que en la vida de las personas, de
los grupos y de las organizaciones tienen algunas decisiones. Como consecuen-
cia, es fácil intuir que ha aglutinado un interés elevado de los estudiosos, aun-
Editorial UOC 231 Capítulo IV. El grupo como unidad de análisis
Capítulo V
Introducción
En este capítulo vamos a tratar tres aspectos que concitan un gran interés en-
tre los estudiosos de las organizaciones en la actualidad: la organización como
escenario político, como creadora de clima y de cultura, y como entidad trans-
nacional y transcultural.
Adoptar un punto de vista político en la aproximación a las organizaciones
implica, lógicamente, grandes ventajas, aunque también algunos inconvenien-
tes o limitaciones que pasamos a considerar.
En primer lugar, mediante el análisis político se abre la posibilidad de con-
templar las organizaciones como construcciones sociales basadas en intereses
diversos y, por tanto, susceptibles de negociación. Es un medio para la supe-
ración constructiva de los conflictos. En segundo lugar, con el análisis político
podemos reevaluar la significación ideológica del concepto de racionalidad en las
organizaciones. En tercer lugar, la aproximación a las organizaciones desde una
perspectiva política nos ayuda a comprender el significado de los conflictos, jue-
gos de intereses y fuentes de poder como los responsables de los cambios internos.
Asimismo, este enfoque nos ayuda a reconocer a los miembros de la organización
como actores políticos y a la cultura y subculturas como modelos de alta signifi-
cación política.
El ejercicio del poder implica siempre una actitud ética que, en el contexto
de las organizaciones, estará determinada por el sistema de valores que impere
en la cultura concreta de cada organización. Asimismo, debemos indicar que el
Editorial UOC 234 Psicología de las organizaciones
empleo eficaz de una estrategia determinada depende no sólo de las bases de po-
der que la apoyen, sino de otros factores relacionados con la situación como las
bases de poder de los demás, la perspectiva temporal y el estilo personal.
Sin embargo, un excesivo énfasis en la dimensión política puede generar un
fenómeno de politización, paranoias y situaciones de cinismo nada deseables,
ni desde el punto de vista humano ni desde la perspectiva de la organización.
En todo caso, la perspectiva política nos puede ayudar a comprender y a en-
frentarnos con intereses divergentes al contemplar la dinámica de la organiza-
ción bajo la idea no de perdedores y ganadores, sino desde la idea constructiva
de la negociación y del compromiso, a partir de la cual sea posible examinar y
reestructurar las relaciones entre individuo, organización y sociedad dentro de
un marco pluralista efectivo y no meramente de revestimiento estético.
En el segundo apartado abordamos el estudio del clima con el fin de conocer
cuál es la percepción que tienen los miembros acerca de las distintas caracterís-
ticas de la organización. Podemos conocer qué perciben los empleados respecto
al ambiente y al entorno laboral en relación con las características de la estruc-
tura (normas, tareas, jerarquía, etc.) y con los procesos de la organización (esti-
los de dirección, comunicaciones, conflictos, etc.). Por otra parte, al estar el
clima directamente relacionado con las actitudes, influye de forma decisiva en
el comportamiento de las personas.
Asimismo, desarrollamos los diferentes aspectos relacionados con la cultura
de la organización, considerando ésta como un concepto socialmente construi-
do, que provee a los miembros de la organización de una guía de comprensión
y de sentido acerca de los símbolos y acontecimientos que se desarrollan en la
misma y, en suma, concibiéndola como el más poderoso instrumento para guiar
el comportamiento en la organización; es decir, asumimos que funciona como
un efectivo mecanismo de control.
Es una construcción social dinámica creada por sus miembros; es un concep-
to más que un objeto, por lo que las estructuras de lenguaje y los procesos de
socialización continua son tan importantes para su aprendizaje, desarrollo,
transmisión y perpetuación; es un todo, una Gestalt, con independencia de que
esté constituida por diferentes subculturas.
Siempre estará enraizada en una experiencia histórica compartida por todos
sus miembros; es decir, no se crea en un momento concreto y de forma defini-
tiva, más bien al contrario, se forma de un modo gradual y va cambiando de una
Editorial UOC 235 Capítulo V. La organización y la red...
manera imperceptible a lo largo del tiempo. Además, está relacionada con otras
muchas variables de carácter diverso: estructural, político, social, psicológico y
con la cultura de la sociedad en la que se ubica.
La finalidad esencial de la cultura en las organizaciones, como veremos, es
instalar los valores, las normas y las creencias predominantes entre sus miem-
bros, tarea que no resulta nada fácil, pues la cultura no es algo unitario y com-
partido de la misma forma por todos, más bien al contrario, existen diversas
subculturas que intentan erigirse en las dominantes e imponer sus propias nor-
mas, valores y formas de hacer las cosas. La cultura, por último, es uno de los
componentes más importantes de las organizaciones, pues constituye el soporte
básico sobre el que se articulan las capacidades, habilidades y estrategias nece-
sarias para tomar decisiones y resolver problemas en la organización.
Por todo ello, los trabajadores y empleados necesitan que las organizaciones
tengan una cultura lo suficientemente fuerte y definida que les aporte estabili-
dad y congruencia cognitiva y les permita identificarse y sentir con agrado que
pertenecen a ella, aunque no tan fuerte y desmesurada que anule su propia
identidad y su proyecto de vida personal.
En el tercer apartado se aborda el fenómeno de la transnacionalidad y de la
transculturalidad que caracteriza las organizaciones actuales, cuyo campo de ac-
ción potencial es ya de carácter planetario.
Así pues, comenzamos analizando las características que configuran las orga-
nizaciones desde las perspectivas transnacional y transcultural, considerando
las barreras y dificultades que se les presentan en su desarrollo para lograr el gra-
do de efectividad deseada.
Por ello a continuación presentamos algunas propuestas de mejora que afec-
tan a diversos procesos esenciales relacionados con el comportamiento humano
en estas organizaciones tales como selección, formación y comunicación.
Finalmente, planteamos de forma breve algunas de las tendencias que se per-
filan en el horizonte inmediato.
De todos modos, somos conscientes de la provisionalidad en la que se en-
marcan los contenidos relativos a este apartado, debido a la escasez de estudios
rigurosos sobre este tema y a la corta perspectiva histórica desde la que se puede
abordar. No obstante, consideramos que es un tema emergente con una gran
proyección en el futuro inmediato y ello ha hecho que asumamos el compro-
miso de incorporarlo en este texto, con el ánimo y la esperanza de que esta mi-
Editorial UOC 236 Psicología de las organizaciones
núscula aportación sirva, cuando menos, para despertar vuestro interés hacia
esta nueva forma de concebir las organizaciones.
“En términos generales se puede afirmar que los mecanismos de poder nunca fueron
muy estudiados en la historia. Fueron estudiadas las personas que detentaban el po-
der. Se trataba de la historia anecdótica de los reyes, de los generales. A ésta se opuso
la historia de los procesos, de las infraestructuras económicas. Y, a su vez, a ésta se
opuso una historia de las instituciones.”
M. Foucault (1999). Estrategias de poder (p. 310). Barcelona: Paidós [Versión original
de 1994 en Ed. Gallimard].
Editorial UOC 237 Capítulo V. La organización y la red...
Con el ánimo sólo de clarificar ambos conceptos, diremos que cuando habla-
mos de autoridad en las organizaciones nos estamos refiriendo al grado de po-
der asociado a un puesto, según el diseño formal de la organización; mientras
que el poder estará constituido por otras bases (individuales y departamentales),
además de la relativa al puesto de trabajo, como veremos más adelante.
Así pues, mientras que la autoridad exige legitimidad formal por parte de la
organización, el ejercicio del poder no lo requiere; es decir, no necesita plegarse
a la línea jerárquica, sino que puede adoptar estrategias diferentes.
Por tanto, tenía sentido aplicar el concepto de autoridad, tal como lo hemos
definido, en los modelos tradicionales de organización burocratizados, de es-
Editorial UOC 238 Psicología de las organizaciones
En el ámbito de las organizaciones el tema del poder tiene tres claros referen-
tes. El primero tendría su anclaje en la fructífera línea de investigación sobre el
liderazgo; el segundo surge del interés que se ha desarrollado por la cultura y por
las prácticas de dirección japonesas, cuyos antecedentes en Occidente se en-
cuentran en la nueva escuela de relaciones humanas de los años cincuenta y se-
senta, y en el movimiento sociotécnico de Tavistock. En la actualidad, el
modelo teórico que parece contar con un mayor grado de aceptación es el de la
contingencia estratégica, al que nos referiremos en tercer lugar. Al abordar, por
tanto, la temática del poder en las organizaciones, tendríamos que remitirnos a
esos tres núcleos básicos que constituyen su matriz de emergencia.
1.2.1. Liderazgo
M. Beer (1980). Organization change and development: A systems view (p.78). Santa Mo-
nica, CA.: Goodyear.
Se asume, por tanto, que las organizaciones son sistemas abiertos que se en-
frentan y responden a los cambios que se producen en el entorno. Asimismo, se
sostiene que las distintas partes del entorno generan cambios en las diferentes
áreas de la organización. Por tanto, las organizaciones deberán estar diferencia-
das desde el punto de vista estructural, a fin de responder mejor a los cambios
producidos en esos entornos específicos.
Desde esta perspectiva, la principal fuente de poder es la incertidumbre prove-
niente del entorno, por lo que las subunidades más poderosas serán aquellas que
más se relacionen con dicha incertidumbre y logren reducirla. Ello les permite con-
trolar las contingencias estratégicas y obtener más poder en la organización.
La principal implicación de este modelo, según Pfeffer (1981), es que las es-
tructuras de la organización son el resultado del contexto político existente en
esos entornos. Por ello, estos teóricos que venimos citando proponen una expli-
cación política a la hora de aproximarse al conocimiento de las organizaciones.
Existe una amplia base de coincidencia al afirmar que la mayoría de las deci-
siones que se adoptan en las organizaciones están influidas en alguna medida
Editorial UOC 241 Capítulo V. La organización y la red...
Razones que justificarían la ausencia del estudio del poder en las organi-
zaciones
Las razones que, a nuestro juicio, justificarían estos olvidos vendrían dadas por las ca-
racterísticas siguientes:
• Por la complejidad de la conducta política y, por tanto, por la dificultad que entra-
ña identificarla y definirla.
• Por la ambivalencia que se muestra en general con respecto a la conducta política,
pues aunque se reconoce su importancia y utilidad para la organización y para sus
miembros, también es un hecho que en nuestra cultura tiene una connotación ne-
gativa tanto para los actores como para los investigadores del fenómeno organiza-
tivo.
• Y, posiblemente, porque la propia naturaleza política de la literatura en el campo
de las organizaciones se ha construido sobre los valores imperantes de la racionali-
dad de la dirección, que han venido legitimando la aceptación de la autoridad y de
la obediencia, sin permitir cuestionarse por qué unos intereses son más legítimos
de defender y de promover que otros.
Editorial UOC 242 Psicología de las organizaciones
1. El experto en estrategia empresarial Peter Drucker estimaba, a mediados de los ochenta, que la
diferencia de remuneración entre el máximo ejecutivo de una empresa y el trabajador de base no
debería ser mayor de veinte veces, ya que a partir de dicho límite se estaría sobrevalorando la con-
tribución del ejecutivo al éxito de la empresa en comparación con la del trabajador de base. Pues
bien, en el año 2000, antes del estallido de la burbuja y de acuerdo con el informe anual del sema-
nario Business Week, la diferencia entre ambos, en las grandes empresas americanas, alcanzó cua-
trocientas once veces.
Editorial UOC 243 Capítulo V. La organización y la red...
b) Como la habilidad de personas o grupos para extraer por ellos mismos re-
sultados valorados de un sistema en el que otras personas o grupos también los
desean para sí.
c) O bien, como el resultado de la posición de un individuo en un tiempo y
lugar y de sus cualidades personales, identificando tres formas de poder: enten-
dido como la capacidad de dominación explícita o implícita, como la capacidad
de distribuir y compartir influencias y como la capacidad, por último, de resistir
el poder de otros.
M. Alcaide (1987). Conflicto y poder en las organizaciones (p. 47). Madrid: Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social.
A nuestro modo de ver, el modelo teórico más adecuado para intentar expli-
car el comportamiento político en las organizaciones parece ser la teoría buro-
crática que, como ya hemos visto, enfatiza la jerarquía, la especialización, la
formalización y la estandarización. Una segunda aportación importante provie-
ne de la teoría de los grupos, en tanto que éstos, ya sean formales o informales,
movilizan recursos significativos para cambiar, controlar o usar la gran multi-
plicidad de resultados que se dan en las organizaciones.
De hecho, los intereses de grupo pueden condicionar parcial o totalmente la
dinámica de la organización. Por último, una tercera aportación que ha propi-
ciado el desarrollo de la perspectiva política en el estudio de las organizaciones ha
sido la teoría de la toma de decisiones, con su concepto básico de racionalidad li-
mitada.
No obstante, sea cual sea el modelo teórico del que partamos, hemos de con-
siderar el importantísimo fenómeno de la percepción que, sin duda, va a deter-
minar la propia dinámica y el desarrollo del poder en las organizaciones.
Las bases de poder vinculadas al departamento son tan dinámicas como las
individuales, por lo que habrá que desarrollarlas y mantenerlas, pues de lo con-
trario responsables de otros departamentos pueden debilitarlas al tratar de am-
pliar el poder de sus propias unidades. Asimismo, hemos de considerar que el
poder de los diferentes departamentos varía de una organización a otra y puede
modificarse con el tiempo.
Editorial UOC 246 Psicología de las organizaciones
Si las normas de desempeño fuesen claras para todos y además pudieran ser
medidas de forma objetiva, sería mucho menos necesaria la conducta política,
ya que los márgenes de maniobrabilidad serían mínimos. Por el contrario, en la
medida en que tales normas no están suficientemente claras o no son suscepti-
bles de medir de un modo objetivo, la clarificación y la objetividad es estableci-
da mediante conductas políticas.
estos mitos, la mayor parte de los directivos emplean de forma deliberada esas
estrategias y lo admiten sin rubor alguno.
En este sentido, hace más de veinte años apareció un texto en EE.UU., escrito
por un prestigioso psicólogo de las organizaciones llamado DuBrin (1981). El inte-
rés fundamental de esta obra reside en que en la misma se ofrecen ciento cincuen-
ta métodos para alcanzar, mantener e incrementar el poder en las organizaciones.
De entre las estrategias que señala este autor podríamos destacar, a nuestro juicio,
las siguientes:
2. Una panorámica amplia sobre las estrategias y tácticas de poder puede verse en: A. DuBrin
(1978). Winning at office politics. New York: Van Nostrand Reinhold.
Editorial UOC 252 Psicología de las organizaciones
J. Pfeffer (1997). New directions for organizational theory: Problems and practices (p. 100).
Oxford, UK: Oxford University Press.
Sin embargo, en aquellos textos en los que se trata el tema, al plantear los
principales modelos de control del comportamiento en las organizaciones, se
hace de un modo superficial y ambiguo; en otros textos ni siquiera se mencio-
nan, prefieren hablar de mecanismos de coordinación más que de mecanismos
de control, por ser más compatible esta terminología con la asunción del con-
senso de metas.
Desde la escuela de relaciones humanas se ha tendido a manipular el lengua-
je o a enmascararlo, no hablando de poder o de control, pero sí ejerciéndolo de
forma cada vez más efectiva y sofisticada.
Ésta es la posición de aquellos que defienden una perspectiva de análisis ra-
dical sobre la organización, para quienes el concepto de control es el núcleo fun-
damental de la teoría de la organización, pues supone un conjunto de
Editorial UOC 253 Capítulo V. La organización y la red...
3. Una revisión sobre los diferentes aspectos del clima, desde una perspectiva psicológica, podéis
verla en: B. Schneider (1985). Organizational behavior. Annual Revew of Psychology, 36, 573-611. B.
Schneider (Ed.). (1990). Organizational climate and culture. San Francisco: Jossey-Bass.
Editorial UOC 255 Capítulo V. La organización y la red...
cesos de comunicación, los conflictos, el control, etc. Pero en todos los casos res-
ponden a variables derivadas de la propia organización.
Desde esta perspectiva, se trata de integrar los dos enfoques anteriores al con-
siderar el clima como el resultado de la interacción entre las características ob-
jetivas de la organización y de sus miembros. El clima, por tanto, consiste en las
percepciones personales globales que reflejan la interacción entre ambos tipos
de factores: objetivos y subjetivos.
Desde este enfoque se nos permite explicar las diferencias que se producen
en los climas de los distintos grupos de una organización, ya que integra los fac-
tores objetivos y subjetivos, incorpora los procesos de socialización en la crea-
ción de clima y supone, sin duda, una integración de los aspectos individuales,
de grupo y los relativos a la organización.
Se intenta, por tanto, reconciliar las perspectivas objetiva y subjetiva, pues
según los autores que siguen esta perspectiva, las percepciones del clima no se
deben sólo a las características objetivas o subjetivas, sino a los esfuerzos de
los individuos para comprender la organización y los roles que se desarrollan
en ésta.
“El orden social es creado y mantenido a través de la internalización, por parte de los
individuos, de los valores y normas dominantes.”
V. L. Meek (1992). Organizational Culture: Origins and Weaknesses (p. 195). En: G.
Saloman (Ed.), Human Resource Strategies. London: Sage Publication.
Desde esta visión se nos indica de forma clara el papel tan influyente que jue-
gan el poder y los sistemas de coerción en la organización social de cualquier
tipo de sistema. Además, impide sistemas de normas y valores alternativos a los
dominantes por considerarlos desviados, limitándose a una sola y única con-
cepción, que es, como es obvio, la concepción dominante de la cultura de ese
4. Una revisión extensa sobre las dimensiones de clima y los cuestionarios al uso desde estas dos
aproximaciones podéis verla en: M. Silva (1996). El clima en las organizaciones: Teoría, método e
intervención. Barcelona: EUB.
Editorial UOC 261 Capítulo V. La organización y la red...
V. L. Meek (1992). Organizational Culture: Origins and Weaknesses (p. 195). En: G.
Saloman (Ed.), Human Resource Strategies. London: Sage Publication.
D. Knights y H. Willmott (1990). Labour process theory (p. 41). London: McMillan.
5. Los símbolos, por ejemplo, proveen de significados y evocan emociones a los individuos. Los len-
guajes son colecciones de símbolos. Pero la cultura consiste también en conocimientos y asuncio-
nes que estructuran aquello que los miembros conocen, piensan, razonan, argumentan y deciden.
Editorial UOC 266 Psicología de las organizaciones
organización, así como los procedimientos y métodos que han funcionado con
éxito, acaban por ser aceptados y transmitidos a los miembros de las siguientes
generaciones.
No obstante, debemos tener en cuenta que la cultura, una vez instalada (lo
cual lleva un largo proceso), estará en permanente cambio y tendrá efectos muy
diversos, ya que como nos indica Louis (1986), la cultura de una organización
puede tener distinto grado de dispersión (ámbito de alcance), de homogeneidad
(consistencia de las interpretaciones) y de perdurabilidad (estabilidad en el
tiempo).
Todo proceso de cambio genera algún tipo de resistencias, que podrán amor-
tiguarse, incluso superarse, en la medida en que se haya desarrollado un adecua-
do proceso de socialización general y efectiva. Por tanto, hay que romper con
esos hábitos, normas e ideas que hemos ido interiorizando a lo largo de nuestra
socialización y, aunque constatemos que no son los más adecuados para afron-
tar los problemas que se nos plantean en la actualidad, ejercen una gran in-
fluencia sobre nuestro comportamiento.
Por ello, el modelo de cultura más adecuado en las organizaciones actuales,
a nuestro juicio, sería aquel que fuera ágil, dúctil y, a la vez, complejo, de tal
modo que permita abordar con éxito los problemas importantes, aquellos que
Editorial UOC 268 Psicología de las organizaciones
3. Organización y transnacionalidad
Es evidente que el uso cada vez más frecuente de nuevas tecnologías de la infor-
mación (correo electrónico, videoconferencias, etc.), la proliferación de redes em-
presariales de distinto tipo (alianzas, joint-venture, franquicias, etc.), así como el
fenómeno de la migración ha hecho cada vez más frecuente la aparición de orga-
nizaciones multiculturales, aunque no necesariamente de carácter multinacional.
Editorial UOC 273 Capítulo V. La organización y la red...
País EI MF IC DP País EI MF IC DP
Alemania 65 66 67 35 India 59 43 41 58
Argentina 86 56 46 49 Irán 35 68 70 28
Australia 51 61 90 36 Irlanda 81 47 54 13
Austria 70 79 55 11 Israel 75 70 76 50
Bélgica 94 54 75 65 Italia 92 95 46 54
Brasil 76 49 38 69 Japón 82 69 30 81
Canadá 48 52 80 39 México 50 8 69 31
Colombia 80 64 13 67 Noruega 49 58 79 22
Nueva
Chile 86 28 23 63 70 50 14 55
Zelanda
Dinamarca 23 16 74 18 Pakistán 87 42 16 64
10
España 86 42 51 57 Perú 31 27 63
4
Estados
46 62 91 40 Portugal 8 48 20 74
Unidos
Filipinas 44 64 32 94 Singapur 49 63 65 49
Finlandia 59 26 63 33 Sudáfrica 29 5 71 31
Francia 86 43 71 68 Suecia 58 70 68 34
11
Grecia 57 35 60 Tailandia 69 47 17 58
2
Holanda 53 14 80 38 Taiwán 85 45 37 66
India 40 56 48 77 Venezuela 88 21 27 76
8. Un ejemplo ilustrativo podrían ser las prácticas de soborno. Son conocidos los casos de empre-
sas instaladas en países, en las que la corrupción y compra de favores son prácticas comunes y
socialmente aceptadas (aunque no legalmente).
Editorial UOC 278 Psicología de las organizaciones
¿Hasta qué punto debe adaptarse la organización a estos métodos?, ¿dónde es-
taría el límite de la adaptación? En este caso, las organizaciones deberán valorar
y encontrar el equilibrio entre adaptación cultural, legalidad y ética empresarial,
de manera que determinadas prácticas culturales no vayan en contra de los va-
lores de la propia organización ni de las leyes vigentes en el país de origen de la
entidad.
Por otra parte, un choque cultural frecuente es el referido al concepto y uso
del tiempo. Existen culturas en las que el tiempo es percibido como un bien es-
caso que se debe rentabilizar, ya que es sinónimo de actividad. En este caso, la
impuntualidad es considerada como una falta de respeto hacia el otro (la espera
es considerada como una pérdida de actividad). En otras culturas, sin embargo,
el tiempo y la actividad ocupan un lugar secundario, prevaleciendo los valores
sociales y de relación. En éstas, el concepto temporal futuro es una mera refe-
rencia, pero que no debe impedir el desarrollo de otras actividades inmediatas
placenteras.
4. Procesos de mejora
Sin embargo, junto con éstas, deben tenerse en cuenta las siguientes dimen-
siones:
a) Autoperspicacia
b) Entrenamiento atributivo
c) Entrenamiento conductual
d) Entrenamiento experiencial
Evidentemente, este proceso deberá ser más minucioso conforme mayor sea
la distancia cultural entre el país de origen y el de destino. En cualquier caso, es
recomendable ir seleccionando los países de destino y su distancia cultural en
función de la experiencia previa del trabajador en otro país.
Es importante, además, designar a un tutor en el país de destino que prepare,
asesore y acompañe al directivo y a su familia en cuestiones de ámbito laboral
o público, así como en el ámbito privado (búsqueda de vivienda, colegios, sani-
dad, vehículo, etc.).
Asimismo, deberemos planificar el retorno de nuestros trabajadores expatria-
dos. Es frecuente que, tras unos años de estancia en otro país, el trabajador tenga
deseos de regresar a su lugar de origen. En este caso, varios pueden ser los pro-
blemas con los que podría encontrarse:
5. Tendencias futuras
Resumen
Capítulo VI
Introducción
• diferencia,
• en diferentes momentos, y
• entre estados de la misma unidad, entidad o sistema organizacional.
• planificado,
• de amplitud organizacional,
• dirigido desde la cúspide, para...
• incrementar la efectividad y salud organizacional, a través de...
• intervenciones planificadas
• en los procesos organizacionales, usando...
• el conocimiento de las ciencias del comportamiento.
1. Para una revisión del estado clásico de este tópico veanse las siguientes obras: E. Alonso Amo
(1984). Las Técnicas de Intervención Psicosociales en las Organizaciones (Análisis de su Eficacia).
Revista de Psicología General y Aplicada, 39, 5, 813-841; E. Alonso Amo (1994). Desarrollo Organiza-
cional: Un modelo de intervención en las organizaciones. En J. M. Peiró y J. Ramos (Dir.), Interven-
ción Psicosocial en las Organizaciones (p. 117-166). Barcelona: PPU.
Editorial UOC 289 Capítulo VI. Cambio y desarrollo organizacional
2. Podríamos complicar aún más las cosas aludiendo a un tercer nivel de cambio, el cambio esté-
tico. Dejémoslo para mantener el suspense.
Editorial UOC 290 Psicología de las organizaciones
Existe en este campo en expansión una rica variedad de teorías que han sido
utilizadas para intentar explicar el cambio organizacional. Porras y Robertson
(1987, 1992) han identificado dos tipos: teorías del proceso de cambio y teorías
de la implantación.
Esta clasificación abarca globalmente la clásica y recurrente dicotomía entre
organización formal e informal: la primera procede y resulta del cambio plani-
ficado, episódico; la segunda, del continuo o no planificado.
Las teorías del ciclo vital tienen su inspiración en el desarrollo anatómico ge-
neral biológico, que observa una secuencia repetitiva de desarrollo: nacimiento o
comienzo-desarrollo-madurez-terminación-comienzo. Desde esta perspectiva, el
cambio está dirigido desde su desencadenante; es un código genético o programa
prefigurado interno a la entidad en desarrollo.
En esta perspectiva se engloban algunas de las teorías del comportamien-
to organizacional natural abierto, más particularmente las teorías de los con-
tenidos motivacionales; y de entre estos últimos, las teorías jerárquicas.
Según estas teorías, sólo el individuo que alcanza el último nivel, el que se
autorrealiza, se libera de la rigidez natural del proceso de desarrollo de la per-
sonalidad.
Muchos académicos han adoptado la metáfora del desarrollo orgánico como
una herramienta heurística para explicar los cambios en una entidad organiza-
cional desde su iniciación a su final. El organismo vivo es una de las metáforas
preferidas de los funcionalistas.
El progreso típico de eventos en un modelo de ciclo vital es una secuencia
unitaria (sigue una única cadencia de estadios o fases), acumulativa (las caracte-
rísticas adquiridas en un estadio temprano se retienen en los estadios posterio-
res), y conjuntiva (los estadios están relacionados de tal manera que derivan de
un proceso subyacente común). Esto es así porque la trayectoria hacia un estado
final está prefigurada o requiere una secuencia temporal de eventos precisa.
Cada uno de estos eventos aporta una cierta pieza al producto final, y deben su-
cederse en un cierto orden, porque cada componente prepara para el siguiente
estadio.
Algunos de los fenómenos de cambio que mejor explican estas teorías son:
el ciclo vital de organizaciones, productos y riesgos, el desarrollo de carreras in-
dividuales, grupos y organizaciones, o la innovación evolutiva.
Editorial UOC 294 Psicología de las organizaciones
1) el equilibrio,
2) la oscilación, o
3) el caos.
Algunos de los fenómenos de cambio que mejor explican estas teorías son
los cambios novedosos, provocados por conflictos y confrontaciones entre gru-
pos opuestos que producen una síntesis a partir de las cenizas del conflicto en
que se embarcaron. Aunque el término evolución a veces es sinónimo de cambio,
aquí se usa en un sentido restringido para connotar el cambio probabilístico y
Editorial UOC 296 Psicología de las organizaciones
2.1.5. Conclusiones
– La teoría del ciclo vital explica los procesos de cambio dentro de una enti-
dad cuando existen reglas naturales, lógicas o institucionales para regular
el proceso.
Editorial UOC 297 Capítulo VI. Cambio y desarrollo organizacional
Tabla 6.3. Resumen comparativo de las teorías del proceso de cambio organizacional.
Ciclo vital Teleológica Dialéctica Evolucionista
Metáfora Desarrollo Cerebro. Arena política. Evolución
ontogenético. filogenética.
Desencadenante Programa interno, Voluntarismo, Pluralismo, Selección
inmanente, propositividad; confrontación competitiva
genético. construcción y conflicto. y escasez de
social. recursos.
Ciclo Comienzo- Meta- Tesis/antítesis- Variación-
desarrollo- implantación- conflicto-síntesis- selección-
madurez- evaluación-meta. tesis/antítesis. retención-
terminación- variación.
comienzo.
Sistema Natural-abierto. Racional-abierto. Racional-abierto. Natural-abierto.
Editorial UOC 298 Psicología de las organizaciones
El profesional asume el papel más destacado en Los sujetos participan en la definición de las
la definición de las metas del programa. metas, confirmándolas o no, y modifican o
completan las metas definidas por el
profesional.
Editorial UOC 301 Capítulo VI. Cambio y desarrollo organizacional
El profesional entiende que en sus relaciones El profesional se supone que, además de ser un
estrictamente profesionales no puede ser profesional, es también un extraño en la
influido por los clientes. Sustenta su poder como institución. Debe animarse a los sujetos a
experto y, por tanto, un distanciamiento afrontar y poner a prueba las relaciones. Su
psicológico de sus clientes. poder sobre los sujetos, que mana de su
competencia profesional, es compensado al
animarles a cuestionar tanto su programa, como
a sí mismo.
Los costes y recompensas del programa Los costes y recompensas del programa
de cambio son definidos primordialmente por el de cambio son definidos por el cliente
profesional. y por el profesional.
Se diseña la retroalimentación a los sujetos para Se diseña la retroalimentación a los sujetos para
informarles de lo que el profesional ha romper la inercia y ayudarles a desarrollar
aprendido sobre el sistema, así como de la relaciones interpersonales
competencia de su diagnóstico. y procesos dinámicos de grupo.
Tabla 6.5. Comparación de rasgos del paradigma clásico de diseño organizacional y los principios
generales del enfoque de SST.
Las personas como elementos baratos Las personas como recursos que hay que
y ampliables. desarrollar.
Alienación. Compromiso.
Esta teoría se conoce sobre todo por su planteamiento general, sus princi-
pios de diseño (Cherns, 1976, 1987), su técnica innovadora de grupos autóno-
mos (apartado 3.3.3.), por sus criterios de diseño de puestos y por su hibridación
con el enfoque de calidad de vida laboral (apartado 3.3.5). Ha sido aplicada en
una amplia gama de investigaciones y de intervenciones de cambio planificado.
Desde esta preceptiva, el grupo semiautónomo es considerado como la uni-
dad básica del diseño organizacional.
Cherns (1976, revisado en 1987) articuló el significado del diseño sociotéc-
nico en forma de una lista de principios. En éstos plantea lo siguiente:
• Los procesos de diseño deben ser compatibles con los resultados deseados
del mismo (por ejemplo, deben ser altamente participativos).
• Los métodos de trabajo deben ser mínimamente especificados. Principio
de especificación crítica mínima.
• La varianza de los procesos de trabajo debe ser tratada en origen.
• Los límites o fronteras organizacionales no deben impedir la información
compartida, el aprendizaje y el conocimiento.
• Aquellos que deben tomar iniciativa han de tener la información de so-
porte apropiada.
Editorial UOC 304 Psicología de las organizaciones
• Los que necesitan recursos deben tener acceso a los mismos y autori-
dad sobre ellos.
• Los roles deben ser multifuncionales y de multidestrezas.
• Otros sistemas de soporte del grupo focal deben ser congruentes en su
diseño (por ejemplo, planificación de la producción, sistema de pagas
y planificación de carreras).
• Las situaciones de transición entre un sistema actual y otro nuevo de-
ben ser planificadas expresamente.
• Los rediseños deben ser continuos, con revisiones y evaluaciones regu-
lares.
Tabla 6.6. Clasificación de intervenciones de DO por nivel de análisis y variable sistémica impactada.
Variable sistémica impactada
Nivel Mecanismos Entorno
Factores sociales Tecnología
organizacionales físico
Individual Dirección por objetivos. Análisis transaccional. Diseño de Diseño
Diseño de evaluación Centros de evaluación. puestos. del espacio.
del desempeño. Coaching personal. Educación y
Establecimiento de Consultoría personal. entrenamiento
metas. técnico.
Diagrama de la
Fuerza de trabajo responsabilidad.
diagnóstica. Educación y
Horario flexible. entrenamiento
Movilidad funcional. conductual.
Diseño de sistemas de Entrenamiento en
paga. sensibilización.
Planes de propiedad de Entrenamiento por
acciones para modelado.
empleados. Gestión del estrés.
Planes Scanlon. Grupos-T.
Programas de Planificación de
beneficios flexibles. carreras.
Propiedad de los Planificación vital.
empleados.
Rejilla de DO-Fase I.
Reclutamiento y
selección.
Interpersonal Negociación de roles. Consulta de terceras Negociación de Diseño
Técnica de análisis de partes. roles. del espacio.
roles. Negociación de roles. Técnica de
Técnica de expectativas Técnica de análisis de análisis de roles.
del puesto. roles. Técnica de
Técnica de expectativas expectativas
del puesto. del puesto.
4. Por ejemplo, se puede permitir al empleado compensar horas de un día para otro, o de un
periodo para otro. Por ejemplo, el empleado puede trabajar un día seis horas, y diez otro, dentro
del mismo periodo (por ejemplo, cuarenta horas a la semana); o cuatro y doce respectivamente.
5. Joseph Scanlon, dirigente sindical local, dio nombre, en 1937, a un plan pionero de participa-
ción de los trabajadores en el reparto de beneficios, en función de la reducción de costes, en la
empresa Empire Plate and Steel Company en Mansfield, Ohio. Es la semilla de una amplia gama de
técnicas actuales de reparto de beneficios (Gainsharing).
Editorial UOC 309 Capítulo VI. Cambio y desarrollo organizacional
Las técnicas de expectativas del puesto y análisis de roles son básicamente las
mismas (Dazal y Thomas, 1968; French y Bell, 1984). Fundamentalmente, pre-
tenden clarificar los roles o demandas formales del puesto de los miembros de
un equipo de trabajo (desde los trabajadores de base hasta la alta dirección). Así,
esta técnica se aplica más frecuentemente en aquellas situaciones caracterizadas
por una deficiente definición de los roles individuales en un equipo de trabajo,
especialmente de directivos y profesionales.
El procedimiento específico consiste en reunir al equipo, preferiblemente fuera
del ambiente de trabajo. Se presenta en una pizarra o tablón la lista de todos los
miembros, junto con una lista preliminar de todos sus cometidos y responsabili-
dades prescritas. Cada miembro revisa, comenta y debate sus asignaciones en pre-
sencia de los demás. Conforme el debate progresa, los demás muestran su acuerdo
o desacuerdo en el progreso del listado y sus asignaciones, hasta que surge una de-
finición de cada puesto que todos entienden y comparten.
Los círculos (de control) de calidad (CCC) son una técnica de intervención que
aborda la estructura de resolución de problemas y toma de decisiones en grupos
de trabajadores de base, siendo su propósito el de mejorar la productividad global
Editorial UOC 310 Psicología de las organizaciones
6. Se puede encontrar una descripción de las seis fases de la técnica de la rejilla, en su salsa histó-
rica, en el capítulo 8 (el enfoque 9.9 para aumentar la productividad organizacional, de R. R. Blake
y J. S. Mouton) de la obra dirigida por E. H. Schein y W. G. Bennis (1965). El cambio personal y orga-
nizacional a través de métodos grupales. Barcelona: Herder.
Editorial UOC 315 Capítulo VI. Cambio y desarrollo organizacional
que, como ya concluimos al discutir las debilidades actuales de este enfoque, queda
una importante tarea o tierra de nadie por explorar.
res con los niveles de ejecución alcanzados en el trabajo. En la siguiente imagen ob-
servamos los principales componentes de este modelo:
Figura 6.1. Red de relaciones entre las variables del modelo motivacional
de las características de las tareas (MCT).
guir haciéndolo bien en el futuro. Cuando alguno de estos tres estados críti-
cos no está presente, la motivación se reduce de forma proporcional.
Las características que determinan la importancia que el trabajador asigna
al contenido de su trabajo se expresan en tres dimensiones centrales del tra-
bajo, que son las siguientes:
1) Combinar subtareas.
2) Formar unidades naturales de trabajo.
3) Establecer relaciones con los clientes.
4) Aumentar la carga vertical del trabajo para incrementar la autonomía.
5) Abrir canales de retroalimentación.
¿Cuáles son las mejoras que se obtienen, tanto en el nivel personal como
en el organizacional con la aplicación del modelo propuesto? Son varias: in-
cremento de la motivación intrínseca, satisfacción de la necesidad de auto-
rrealización, efectividad del trabajo (más en la calidad que en la cantidad) y
disminución de los niveles de absentismo y rotación externa.
Con mucha frecuencia la tecnología exige que los puestos sean diseñados
con un alto grado de interdependencia. De esta manera es difícil agrupar las
tareas en menús de puestos sin que éstas se solapen o que otras queden am-
biguas en su asignación, con las consiguientes posibilidades de descoordina-
ción y conflicto. La técnica de negociación de roles (Harrison, 1972) se centra
en estos problemas al clarificar los roles interpersonales de los miembros de
Editorial UOC 321 Capítulo VI. Cambio y desarrollo organizacional
Junto con estas áreas de intervención, en los últimos años han aparecido
nuevas tendencias asociadas al empleo de las nuevas tecnologías.
La influencia de las nuevas tecnologías telemáticas no se ha introducido sólo
en nuestras vidas privadas, sino que su presencia está cada vez más extendida en las
distintas organizaciones en las que estamos inmersos o participamos.
Editorial UOC 325 Capítulo VI. Cambio y desarrollo organizacional
Estas nuevas herramientas han provocado diversos cambios, que van desde
los individuales (tales como la aparición de un nuevo lenguaje cibernético que
sustituye ciertos aspectos del oral), hasta los organizacionales, que afectan a
las motivaciones y actitudes de los trabajadores (Fuertes, Fortea, Hontangas y
Agost, 1995), debiendo adaptar, por ende, nuestra manera de entender y ges-
tionar los recursos humanos.
Como señala Prieto (1997), la informatización llegó a las empresas en la
década de los setenta, aunque fue en la década de los ochenta cuando se in-
trodujo en los departamentos de recursos humanos de las grandes compa-
ñías.
Los inicios de la informatización fueron aparejados con el procesamiento
y tratamiento de datos de personal y procesos administrativos asociados (nó-
minas, contratación, seguridad social, permisos, etc.).
Sin embargo, con la popularización del fenómeno Internet, algunas em-
presas no sólo crean sus propios sitios webs corporativos, sino que empiezan
a desarrollar otras utilidades más específicas y dirigidas a sus trabajadores o
clientes internos: aparecen las intranets.
Un desarrollo de estas intranets serán los denominados portales del emplea-
do (B2E, o business to employee). Se trata de sitios dedicados a mejorar los pro-
cesos de comunicación, sustituyendo a los boletines, notas interiores,
directorios telefónicos, impresos, etc. que se habían utilizado en décadas an-
teriores. Es decir, a través del portal de empleado cada trabajador personaliza
los distintos contenidos y utilidades de la intranet de la organización a sus
necesidades concretas, de manera que este portal individualizado será la
puerta de acceso a la red.
Sin embargo, frente a estos contenidos básicos en la utilización de la tec-
nología de la información, debemos considerar otras utilidades de la Red
aplicables a la gestión de los recursos humanos y que son de carácter más es-
tratégico organizacionalmente (Jericó y Llorente, 2001), destacando entre
aquéllas el desarrollo profesional en línea (e-development), concretamente las
relacionadas con la selección (e-recruitment) y formación (e-learning) de per-
sonal.
Vamos a centrarnos en estos últimos y en la gestión de los recursos hu-
manos, apoyados en las posibilidades que las nuevas tecnologías de la infor-
mación nos ofrecen.
Editorial UOC 326 Psicología de las organizaciones
1) De una parte, los sitios generales de ofertas de empleo (se estiman unos
veinte mil en todo el mundo). Se trata de empresas de consultoría especializadas
en selección de personal en red. Presentan ofertas en distintas profesiones y res-
ponsabilidades. Su diseño y funcionalidad está más dirigida a los demandantes
de empleo que a las empresas ofertantes. En este sentido, el acceso para el de-
mandante es, generalmente, gratuito. Algunos de los sitios más famosos son
www.infoempleo.com, propiedad del Circulo de Progreso o www.hotjobs.com,
subsidiaria del portal Yahoo.
8. Existe bastante bibliografía en español sobre el proceso tradicional. M. J. Nebbot (1999). La selección
de personal: guía práctica para directivos y mandos de la empresa. Madrid: Fundación Confemetal.
En inglés, para una revisión actualizada sobre las últimas investigaciones en selección de personal,
consultar el artículo de L. M. Hough y F. L. Oswald (2000). Personnel selection: looking toward the
future-remembering the past. Annual Review of Psychology, (51), 631-664.
Editorial UOC 327 Capítulo VI. Cambio y desarrollo organizacional
2) Una segunda opción serían los sitios especializados. Éstos no presentan ofer-
tas genéricas de empleo, sino que se centran en una determinada profesión, loca-
lización geográfica o colectivos con necesidades especiales. Ejemplo de ello serían
el caso de la Society for Human Resource Management (http://www.shrm.org/), la
mayor asociación de profesionales de recursos humanos, que cuenta con un servi-
cio de selección de personal, o el portal Discapnet (www.discapnet.es) patrocinado
por la Fundación ONCE con ofertas a personas con discapacidad.
3) Un tercer tipo serían los sitios webs corporativos de las empresas. Cada
vez es más frecuente encontrar en sus páginas de Internet apartados referidos a
la contratación de personal donde aparecen puestos de trabajo que hay que cu-
brir cubrir, así como una descripción de los mismos. En este caso, a diferencia
de los dos anteriores, el proceso a través de Internet sólo se daría en la fase de
reclutamiento, mientras que en el resto de las fases subsiguientes (pruebas y en-
trevista) se utilizaría el procedimiento tradicional de selección. Podemos encon-
trar ejemplos de ello en las páginas de las grandes compañías y también en las
de algunas organizaciones no gubernamentales al desarrollo (ONGD). Algunas
organizaciones cuentan incluso con sitios de Internet específicos dedicados a la
oferta de plazas vacantes que se quieren cubrir.
4) Por último, un cuarto tipo serían instrumentos ideados para otros usos,
pero que ocasionalmente pueden servir para tal fin (correo electrónico, chats,
grupos de noticias, etc.). En este caso no podríamos hablar de un proceso de se-
lección en red (e-recruitment) propiamente dicho, sino del uso de diversas herra-
mientas de comunicación al servicio del proceso de selección.
Editorial UOC 328 Psicología de las organizaciones
des, así como la baja tecnificación de la industria, junto con los métodos
organizativos reinantes a principios de siglo y la idea del aprendizaje de la tarea
por medio del trabajo diario (herencia del sistema gremial), no hicieron posible
el desarrollo de la formación como arma competitiva y generadora de una mejor
calidad de vida laboral (Latham, 1988).9
Será tras la Primera Gran Guerra y, sobre todo, a partir de la Segunda Guerra
Mundial, cuando las técnicas de formación, junto con las de selección, serán
aplicadas con éxito en los diferentes ejércitos con el fin de lograr un desempeño
más eficaz en las tareas requeridas para la guerra. Tras los periodos bélicos esta
tecnología de la formación es traspasada rápidamente a la industria y a los servi-
cios, donde adquiere un gran y progresivo desarrollo.
Nosotros entenderemos el concepto de formación como el proceso inicia-
do metódicamente con el fin de fomentar el aprendizaje entre los miembros
de una organización (Hinrichs, 1976). Esta definición distingue claramente
entre los conceptos de formación y de aprendizaje, abarcando este último los
procesos de cambio de los patrones de comportamiento, fruto de la experien-
cia diaria. Esta distinción entre aprendizaje y formación no es solamente de
carácter gramatical, sino que, implícitamente, señala qué modelo de forma-
ción queremos.
La formación debe desembocar, mediante la cualificación y el desarrollo de
los recursos humanos, en un “cambio y desarrollo” de la organización en su
conjunto. Como consecuencia de lo anteriormente expuesto, entendemos la
formación como la mejor herramienta para conseguir el cambio y la moderni-
zación de las organizaciones.
Tradicionalmente se han utilizado diversas técnicas formativas: formación en
el lugar de trabajo (in company), formación fuera del lugar de trabajo (outdoor), ro-
tación de puestos, estudio de caso, simulaciones físicas, juegos de rol (role playing),
discusión en grupo, conferencias, congresos, etc.
En todos estos casos, su uso ha sido siempre de manera presencial. El desa-
rrollo de la tecnología en los últimos años (a partir de la década de los noventa)
ha propiciado la existencia de acciones formativas a través de la red. Para noso-
9. Para ampliar sobre el concepto de formación aplicado a la empresa, consultar la obra en español
de M. P. Andrés (2001). Gestión de la formación en la empresa. Madrid: Pirámide.
Editorial UOC 331 Capítulo VI. Cambio y desarrollo organizacional
– catálogo de cursos
– objetivos generales y específicos del curso
– programa del curso
– perfil del docente (currículum)
– listado y/o perfil de los participantes (alumnos)
– foro de opiniones
– chat
– tablón de anuncios
– herramienta para la evaluación del curso (profesor)
– herramienta para la evaluación del docente (alumnos)
nos diseños de páginas nos encontramos contenidos que son textos impresos
volcados en pantalla.
Los contenidos deben estar adaptados a la herramienta, no pudiendo ser una
copia en ordenador de un texto para libro. Será importante la extensión del tex-
to, el tipo y tamaño de letra, color de letras y pantalla, enlaces a otras páginas o
sitios web, etc.
Otro aspecto importante que hay que considerar para asegurarnos el éxito de la
herramienta es la preparación y experiencia de los docentes en este tipo de forma-
ción. El profesor no puede utilizar las mismas estrategias que en otras herramientas
educativas. Será necesario formarlos en los nuevos requerimientos pedagógicos.
Asimismo, deberá conocer las utilidades técnicas, de manera que, en la medida de
lo posible, sea autónomo de otros profesionales para la confección de materiales.
El docente, además de ser un experto en la materia, debe tener un papel pro-
activo en el grupo, estimulando la participación de todos los discentes y crean-
do condiciones para la cohesión del mismo. En este sentido, es fundamental la
comunicación casi permanente del facilitador con los discentes (bien de manera
colectiva, bien de manera individual), interesándose por su proceso formativo,
así como por su progreso.
Aliende (2002) prescribe las tareas habituales de los formadores en línea:
Sin embargo, ¿aportan estos medios por sí mismos un valor añadido a la em-
presa? ¿Podemos implementar tales tecnologías sin tener en cuenta el lado hu-
mano? ¿Cómo se ven afectados nuestros recursos humanos por estos cambios?
No vamos a tratar aquí (por cuestiones de espacio) los procesos de adapta-
ción hombre-máquina, u hombre-tecnología, pero sí que debemos señalar
cómo generalmente en dicho binomio es obviado el componente psicosocial a
favor de los sistemas técnicos. Esta desatención hacia los aspectos ergonómicos
(en un sentido amplio) explica parte del fracaso o lentitud en la optimización
de todas las posibilidades que ofrece la tecnología.
En apenas dos décadas nos hemos visto obligados (en algunos casos) a cam-
biar nuestra concepción fija y unitaria de los procesos por otra cambiante y dis-
tribuida entre distintos actores y lugares agrupados e interconectados mediante
tecnología.
La intervención organizacional a través de la red es una herramienta impor-
tante que deberemos no sólo tener en cuenta, sino incorporar a nuestras actua-
ciones de desarrollo y cambio. Sin embargo, ésta no puede ser tomada como un
elemento “decorativo” que intente mostrar nuestro carácter innovador, o como
un desarrollo del departamento de informática. La apuesta por este tipo de es-
trategias necesariamente debe contar con el recurso humano usuario del mis-
mo, insertarse dentro de las políticas generales de la organización.
En este sentido, deberemos considerar no sólo la implicación de todos los ac-
tores de la organización (directivos, responsables de recursos humanos y traba-
jadores), sino la adaptación cultural de los potenciales usuarios hacia este
cambio.
La investigación al respecto es escasa actualmente. Por ejemplo, Cubeiro (2000)
señala once competencias necesarias para trabajar en red. Éstas son: integridad,
trabajo en equipo, innovación, impacto, pensamiento conceptual, desarrollo
interrelacional, comunicación efectiva, flexibilidad, pensamiento analítico, ini-
ciativa y búsqueda de información. Pero insistimos que hasta ahora han sido
más rápidos los cambios técnicos que la investigación social sobre el fenómeno.
Sin embargo, lo novedoso de este tipo de experiencias ha derivado en escasez de
investigaciones rigurosas, de manera que han sido más fructíferas las aplicacio-
nes prácticas de la herramienta que la investigación sobre la misma. En general,
la mayor parte del conocimiento científico en esta área proviene del campo
de la educación a distancia (sobre todo educación superior), desde el cual se ha
Editorial UOC 338 Psicología de las organizaciones
Resumen
En este capítulo hemos pretendido ofrecer una panorámica general de las di-
ferentes áreas de intervención empleadas en Psicología de las organizaciones.
Para ello hemos iniciado el capítulo (apartado 1) con una breve reseña del
concepto de cambio organizacional (tanto planificado como no planificado),
así como de las consecuencias que éste tiene en el desarrollo, pervivencia o crisis
de las organizaciones.
En el apartado 2 nos hemos centrado en un concepto que, ampliamente uti-
lizado, genera cierta confusión y controversia: nos referimos al desarrollo orga-
nizacional (DO) y en concreto a las distintas teorías (tanto de procesos de
cambio espontáneo como planificado) que intentan explicar y/o predecir dicho
fenómeno.
Tras la descripción y desarrollo de estos dos conceptos fundamentales, en
el apartado 3 hemos reflejado las principales técnicas de intervención utili-
zadas en Psicología de las organizaciones, describiendo sólo las más repre-
sentativas; en todo caso, hemos introducido por lo menos un ejemplo de
cada una de las veinte categorías planteadas en función de niveles de análisis
y variables afectadas.
Tras ello no hemos querido obviar las más recientes áreas de intervención,
que se están desarrollando a través de la red y que se han centrado hasta ahora
en los procesos de selección y formación, pero que van a tener un desarrollo fu-
turo importante. En el apartado 4 realizamos una introducción a estas áreas.
Por razones de espacio no hemos tratado aspectos como la evidencia empí-
rica a propósito de la eficacia de las técnicas descritas o las estrategias de inter-
vención en el cambio continuo.
Esperamos haber azuzado vuestra curiosidad para seguir profundizando en
el tema. Para ello os sugerimos una bibliografía relativamente amplia.
Editorial UOC 340 Bibliografía
Bibliografía
Bibliografía general
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Capítulo VI
Bibliografía básica
Bibliografía complementaria
Referencias bibliográficas
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Editorial UOC 359 Capítulo VI. Resumen
Glosario
autoconfianza f Convencimiento de que uno es capaz de realizar con éxito una tarea
o elegir el enfoque adecuado para realizar un trabajo o resolver un problema.
burocracia f Idea de Max Weber sobre la forma de organización racionalmente más efi-
ciente.
cambio radical (de segundo orden, o no estático) m Cambio que crea formas nue-
vas que son discontinuas e impredecibles respecto del pasado.
ciencia f Noción que se diferencia del conocimiento y del saber por el uso de unos mé-
todos orientados a encontrar verdades y a descubrir leyes mediante la observación, la
prueba empírica y el experimento.
cohesión f Proceso resultante de todas las fuerzas que actúan sobre los miembros para
que permanezcan en el grupo.
compromiso m Estado psicológico que caracteriza una relación entre una persona y la
organización a la que pertenece.
conferencia de Tavistock f Técnica de DO iniciada por Eliot Jacques (1951), del Ins-
tituto Tavistock, consistente en la aplicación de técnicas terapéuticas a grupos de la mis-
ma empresa, formados por directivos y sindicalistas.
conflicto de intereses m En el campo de las relaciones laborales son los que se generan
como consecuencia de la contraposición de los intereses de los trabajadores, representa-
dos por un sindicato, y los de un empresario o una asociación de empresarios.
dirección f Proceso de trabajo realizado con otras personas o por medio de éstas con el
fin de conseguir objetivos organizativos de un modo eficaz.
Editorial UOC 363 Glosario
en línea loc Actividad que se realiza mediante el uso de varios ordenadores, en tiempo
real, interconectados formando una red.
epistemología f Parte de la Filosofía que estudia las cuestiones relacionadas con el origen,
la naturaleza y la validez de nuestros conocimientos, en especial los de carácter científico.
expectativa f Creencia o probabilidad percibida por parte del trabajador que relaciona
el esfuerzo dedicado a una tarea con el nivel de éxito en la misma, así como este nivel de
éxito con una serie de resultados esperados, y que determina el nivel de esfuerzo real ejer-
cido.
imagen corporativa f Grupo de significados con los que se conoce una organización
y mediante los cuales la gente la describe, recuerda y se relaciona con ella. Se trata, pues,
del resultado neto de la interacción de las creencias, ideas, sentimientos e impresiones
que las personas construyen sobre una organización.
implicación f Grado en que los empleados se sumergen en sus labores, invierten tiem-
po y energías en ellas y conciben el trabajo como parte central de su existencia.
integridad f Actuar en consonancia con lo que cada uno considera importante. Incluye
comunicar las intenciones, ideas y sentimientos abierta y directamente, y el estar dis-
puesto a actuar honestamente, incluso en negociaciones difíciles con agentes externos.
modelos normativos m pl Modelos desde los que se tratan de mejorar las decisiones
que adoptan las personas. Las teorías racionales en el proceso de toma de decisiones son
un ejemplo de estos modelos normativos, pues su propósito no es describir el proceso de
razonamiento que sigue el individuo, sino proporcionarle la mejor alternativa a elegir.
necesidad f Falta o carencia de naturaleza diversa, física, social, psicológica, que rompe
el equilibrio homeostático del organismo, produce insatisfacción y generar un impulso
que lleva a vencerla por medio de la consecución de objetivos variados.
objeto de estudio material m Objeto que se intenta estudiar, cambiar o diseñar y que
puede ser abordado desde diferentes disciplinas científicas.
organigrama m Gráfico que refleja las líneas de responsabilidad de los empleados que
forman parte de una organización o diagrama de casillas y líneas que representa la cade-
na de mando y la división del trabajo en una organización.
orientación al cliente f Deseo de ayudar o servir a los clientes, de satisfacer sus nece-
sidades.
psicología social f Disciplina científica que tiene por objeto de estudio la interacción
social en cuanto proceso articulador entre los niveles de análisis psicológico y sociológi-
co.
psicología social básica f Disciplina que se ocupa de investigar sobre los principios
fundamentales del comportamiento social.