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En cuanto al análisis interno del práctico, más allá de la idea principal implícita en el
documento referente al cese de las hostilidades hispano-cubanas, al tratarse de un
texto articulado cuenta con tantas ideas como artículos que desarrollaremos a
continuación. El primero de los artículos garantiza la autonomía administrativa de la
isla, ofreciendo una cierta descentralización con las mismas condiciones “orgánicas,
políticas y administrativas” que tenía Puerto Rico, lo que en la práctica se tradujo en
la posibilidad de confeccionar presupuestos, tanto en los ayuntamientos como en la
Diputación provincial. El segundo artículo del pacto garantiza la amnistía e indulto
de los insurrectos durante la Guerra de los Diez años, tanto por delitos políticos
como militares durante el conflicto. El tercero de los artículos del texto ofrece la
libertad a los esclavos que han participado en la revuelta, lo que estrictamente no se
tradujo en la abolición de la esclavitud, una de las demandas de los cubanos. El
cuarto artículo vincula la adhesión de los insurrectos al Gobierno de España hasta
que todo el territorio de Cuba se haya pacificado. El quinto artículo busca facilitar el
exilio o salida de la isla de todo aquel que lo desee, en el marco de la política del
gobierno de “españolizar” la isla para sofocar las ansias independentistas de la
colonia, facilitando en estos años la llegada de españoles peninsulares a este
territorio. Este artículo, como el primero, segundo y tercero, fueron sugeridos por las
fuerzas españolas, concretamente por Martínez Campos, mientras que el resto de
los artículos de la Paz de Zanjón fueron propuestos por los insurrectos. El artículo
sexto garantiza las condiciones de rendición, llevándose a cabo en “despoblado” y
sin armas. El séptimo artículo propone el uso de los medios terrestres y marítimos
del ejército español para garantizar el cumplimiento del pacto y el octavo pone el
acuerdo a disposición del Comité del centro y del resto de departamentos de la isla.
Desde la llegada de Colón a la isla de Cuba a finales del mes de octubre de 1492,
este territorio se había convertido en uno de los enclaves más destacados para los
españoles en América, bien por su posición estratégica, bien por razones de
carácter económico. En el gobierno de la isla, dependiente a lo largo de su historia
colonial del Virreinato de Nueva España o como Capitanía General a partir del siglo
XVIII, no encontraremos notables diferencias con el resto de territorios
hispanoamericanos, con los peninsulares ostentando los puestos más destacados y
alejando a los criollos, y nativos por supuesto, de los cargos de responsabilidad.
Desde el punto de vista social, la llegada de esclavos a la isla será ya una constante
desde el siglo XVI, con compras a Portugal por ejemplo, ante la escasez de mano
de obra nativa a raíz de la reducción de su población. Entre otros motivos, el
elevado número de esclavos negros y el temor a su sublevación, facilitará el control
de la isla por parte de las autoridades españolas durante las Guerras de
independencia hispanoamericanas que tuvieron lugar en el primer tercio de siglo y
que pondrán fin al Imperio español en América.
Cuba será, junto a Puerto Rico, el último gran territorio colonial en el Nuevo
Continente. A la hora de hablar de su proceso de independencia, no podemos
menospreciar la influencia de la Escuela de Salamanca, con el “derecho de gentes”
desarrollado por Francisco de Vitoria que legitima la soberanía de los pueblos de
ultramar por el mero hecho de ser hombres, o las aportaciones de la propia
Ilustración hispanoamericana con pensadores como Eugenio Espejo. Pero más
pesaron, en tanto que base doctrinal y ejemplo a seguir, los procesos de
emancipación del resto de colonias españolas en América y la independencia de las
Trece Colonias un siglo antes. De hecho, serán los Estados Unidos de América uno
de los pilares e instigadores de los insurrectos, amparándose en la Doctrina Monroe
con su famosa sentencia “América para los americanos”, enunciada por Adams y
atribuida al presidente estadounidense que le dió nombre, así como también
sirvieron de ejemplo para los cubanos tras la abolición de esclavitud en los Estados
Unidos al finalizar la Guerra de Secesión (1861-1865).
Esta no será la última de las luchas hispano-cubanas. No habrá que esperar mucho
para que se reanudaran las hostilidades, esta vez en la Guerra Chiquita
(1879-1880), consecuencia de la insatisfacción generada por el incumplimiento de la
Paz de Zanjón. El conflicto finalizará también con victoria del bando español liderado
por el propio Martínez Campos e impulsará el fin de la esclavitud en Cuba, tras ser
aprobada su abolición por el Congreso de los Diputados el mismo año de
finalización de este conflicto. Pero no quedará ahí la lucha, será en 1895 con el
Grito de Baire, el levantamiento armado liderado por José Martí, cuando se inicie el
tercero de los conflictos militares hispano-cubanos, esta vez definitivo tras la entrada
en la guerra de los Estados Unidos. El país norteamericano, tras presentar durante
el siglo XIX varias ofertas de compra de la isla a España, se personó en el conflicto
tras la voladura del acorazado Maine en febrero de 1898, externalizando el conflicto
cubano que pasó a ser hispano-estadounidense. El rápido desenlace de esta
guerra, que se extendería al resto de colonias españolas en América y Asia,
conllevaría una derrota aplastante para España, quedando plasmada en el Tratado
de París de diciembre de 1898, por el que se acuerda la futura independencia de
Cuba, concretada en 1902, y la cesión de Puerto Rico, Filipinas y Guam a los
Estados Unidos de América. El resto de islas del Pacífico, Carolinas, Marianas y
Palaos, serán vendidas a Alemania un año después, en 1899. Es el fin del Imperio
español en América, un proceso iniciado prácticamente un siglo antes, a comienzos
del siglo XIX.
Por su parte, Cuba conseguirá la independencia efectiva en 1902, pero siempre bajo
el amparo, protección y control de los Estados Unidos de América. Durante la
primera mitad del siglo XX, la isla conocerá dictaduras militares como las de
Gerardo Machado y Fulgencio Batista. Será este último dictador al que se enfrenten
los revolucionarios de Fidel Castro en 1959. En el marco de la Guerra Fría y
victorioso en la Revolución cubana, Castro encontrará en la URSS el aliado
necesario e imprescindible para librarse de la influencia de los Estados Unidos. La
crisis de los misiles cubanos (1962) marcará el inicio del embargo económico a la
isla, que con matices ha llegado hasta nuestros días. Como también hasta hoy llega
el régimen creado por Catro, ahora bajo la presidencia de Miguel Díaz-Canel, donde
el estado cubano sigue luchando por mejorar las condiciones de vida de la antigua
colonia española desde una óptica socialista.
Para finalizar el análisis del presente documento, añadir que en su resolución nos
han sido de gran utilidad textos como “Historia de España” de Pérez, “Historia del
siglo XX” de Hobsbawn o “Naciones de rebeldes” de Lucena Salmoral.
Por último, como comentario final añadir que los contenidos expuestos en el
presente comentario podrán ser de gran utilidad en la vida profesional de un
docente, al estar presentes en el desarrollo de asignaturas como “Geografía e
Historia” de 4º de ESO, “Historia del Mundo Contemporáneo” de 1º de Bachillerato o
“Historia de España” en 2º de Bachillerato, tal y como viene recogido en la
legislación educativa vigente de desarrolla el currículo en secundaria y bachillerato,
concretamente el RD 1105/2014 y, en el caso de la Comunidad de Madrid, el
Decreto 48/2015 para la ESO y el Decreto 52/2015 para Bachillerato.