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RÍO GRANDE. Los desechos del colector general de drenaje en el municipio seguirán
vertiéndose en el cauce del río Aguanaval, debido a que no existen los recursos para
rehabilitarlo.
Julio César Ramírez López, presidente municipal, informó que para la reparación de casi dos
kilómetros y medio de tubería, se requieren cerca de 5 millones de pesos, recurso que no
tiene el ayuntamiento, por lo que el problema de contaminación persistirá al menos un año
más.
Debido a que los tubos son de concreto, y tienen cerca de 30 años en servicio, aunado a las
condiciones de humedad, así como los gases que salen del drenaje, éste colapsó de manera
inesperada, lo que causó una inundación que afectó a los habitantes de la cabecera en 2013.
El alcalde dijo que, por el momento, se realiza reparación ocasional para sustituir el concreto
con tubería de polietileno, con el fin de que la obra tenga al menos una garantía de calidad y
una duración de 30 años más.
Reparaciones millonarias
El tubo presentó rupturas importantes, por lo que el Sistema Municipal de Agua Potable y
Alcantarillado de Río Grande (Simaparg) reemplazó los tramos rotos y relocalizó la tubería
debajo del malecón Ricardo Flores Magón.
Sin embargo, a mediados de 2015, de nueva cuenta se presentaron lluvias intensas que
ocasionaron que 120 metros más se fracturaran.
El organismo operador del alcantarillado justificó la falla a causas naturales, “el banco de
arena es pantanoso y con cualquier creciente deja expuesto el tubo, por lo que con cualquier
movimiento se rompe”.
El entonces director del Simaparg, Roberto Martínez Ortiz, garantizó que los tubos instalados
en esa ocasión, son “no biodegradables, por lo que van a durar más de 100 años”.
En octubre de 2015, Jaime Jiménez Almanza, jefe operativo del Simaparg, expuso que desde
2014 se repararon 200 metros lineales en la comunidad Loreto, en un tramo de 280 metros
sobre el cauce del río, y 75 metros en el cruce con el arroyo El Sauz.
Luis García Molina, titular del Simaparg, también culpó a los “areneros” de ocasionar los
problemas. “Esos tubos no son resistentes y ellos pasan con sus camiones de miles de
toneladas y los truenan”.
Precisó que luego de una reunión con los responsables de la Comisión Nacional del Agua
(Conagua), se advirtió que en Río Grande no existe concesión alguna para que sea extraída
la arena del río Aguanaval, por lo que, quien practique esta tarea, incurre en un delito federal.
Dijo que el Simaparg cumplirá con la función de comisario ante esa situación; “es una
práctica que tienen muy en común los materialistas, vienen, extraen y la venden como si les
hubiera costado, están lucrando con nuestros recursos materiales y ya no lo vamos a permitir,
porque aparte nos ponen en riesgo ante otras situaciones, como por ejemplo la ruptura de los
tubos de drenaje”.
Imparable la contaminación
Desde hace cinco meses, vecinos de las localidades Lázaro Cárdenas, antes Las Palomas, y
Loreto, de Río Grande, así como de Francisco R. Murguía, han visto cómo el contenido del
drenaje público se derrama en el cauce del Aguanaval.
Ante las quejas, la gente consideró que el Instituto Municipal de Ecología se “desentendió”
de la problemática que genera que el colector principal de aguas negras esté dañado y
contamine el río.
Explicaron que aunque el clima es de fresco a frío, por las tardes, del río se desprenden olores
fétidos, más desagradables al mediodía.
También aseguraron que es un riesgo de salud para los niños que, por su naturaleza inocente,
acuden a jugar a la orilla del río, y ya padecen enfermedades en la piel.
Sergio Córdova Almanza, director del Instituto Municipal de Ecología, expuso que “las aguas
residuales no es un asunto competente de ecología y medio ambiente, pero es una
problemática que estamos atendiendo”.
El colector recibe todas las aguas negras de la cabecera municipal, así como de las
comunidades Loreto, Las Palomas, La Luz, Ignacio Allende, Vicente Guerrero, Ignacio
López Rayón, Tierra Blanca y Los Conde, es decir, de al menos 50 mil habitantes.
Por ello se dijeron temerosos de “que las aguas negras sean regresadas como alimentos” y,
con ello, se desencadene una problemática de salud.
“Sabemos que es agua contaminada, pero eso es lo que nos mandan y entre más contaminada
llegue, más contaminada estará la cosecha que venderemos. Hay que entender eso. Nosotros
no sabemos si el día de mañana nos van a aventar un gas que nos fumigue como moscos, por
eso queremos que limpien el río”, dijo Antonio Hernández, uno de los agricultores del
municipio de Nieves.