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El misterio
Primeros está viviendo en su colegio
lectores un misterio de lo más
misterioso: alguien
del timbre
se dedica a tocar el timbre
que anuncia el final de
las clases ¡a todas horas!
¿Será un fantasma?
¿Un niño travieso? Begoña Oro
Nora, Aitor,
BEGOÑA ORO
Irene, Ismael y yo,
Rasi, vivimos muchas
aventuras. ¡Diviértete
con nosotros!
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Primera edición: mayo de 2015
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PANDILLA
LA
DE LA ARDI
LLA
NORA
Nora es tímida.
Le encantan la naturaleza,
las cosas bonitas,
los cuentos de su abuela
y los libros.
AITOR
A Aitor también le gustan
los libros, la música...
y es un aventurero.
A veces saca versos
de dentro del sombrero.
Y es que Aitor es nervioso
y medio poeta.
IRENE
Irene es tan nerviosa
como Aitor... o más.
Irene es tan «más»
que le encantan las sumas,
el fútbol y la velocidad.
Pero hasta una deportista veloz
necesita calma de vez en cuando.
ISMAEL
Ismael es experto
en mantener la calma,
comer piruletas, pintar
¡y hacer amigos!
¡Ah! A veces
(muchas veces)
se olvida de cosas.
¿Y yo?
¿Nadie lar
va a hab
RASI de mí?
Elisa hacía muchas cosas importantes
en el colegio:
Abría y cerraba las puertas.
Se encargaba de que todo estuviera
en orden.
Arreglaba lo que se estropeaba.
Y una de sus misiones más importantes
era... ¡anunciar el recreo!
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Bueno, y el fin del recreo.
¡Y el final de las clases!
Y el principio.
Para bien o para mal,
Elisa era la que tocaba
el timbre del colegio.
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A veces, Elisa dejaba
que fuera algún alumno
el que lo hiciera sonar.
–Dale, Nora –dijo Elisa–.
Ya es hora de volver a clase.
Nora apretó el interruptor
y el timbre sonó por todo el colegio.
Nora se sintió importante y feliz.
Además, justo tocaba clase de Naturales.
–¡Adiós, Rasi! –se despidieron Nora
y el resto de miembros
de la pandilla de la ardilla–.
Te vemos otra vez a la salida de clase.
¡En cuanto suene el timbre!
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Pero esa clase fue especialmente corta.
–¿Ya? –preguntó Diego, el profesor,
al oír el timbre que anunciaba
el fin de las clases–. ¡Pero si aún es pronto!
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Oír el timbre y recoger las cosas
era todo uno. Ya estaban listos para salir
cuando Elisa asomó la cabeza
por la puerta.
–¡Yo no he sido! –dijo a todo correr–.
¡El timbre ha sonado solo!
¡Voy a avisar al resto!
¡Adiós!