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PROPAGANDA EN EL ESTADO DE PARTIDOS.

En el presente texto quisiera acercarme a la psicología y sociología que describen los


mecanismos de manipulación de la opinión, especialmente en el Estado de Partidos que existe
en España como forma de gobierno. El lector habitual de estos escritos conoce de sobra lo que
es un Estado de Partidos y la diferencia de ésta forma y la Democracia. Si quien lee este texto
no está familiarizado con el concepto, le sugiero una revisión de esta noción fundamental para
quienes traten de comprender el problema político español y la solución al mismo.

Para desarrollar el contenido de este escrito, me referiré al autor que es considerado el padre
de la propaganda política, Edward Bernays recomendando la lectura de su obra fundamental
“Propaganda. Cómo manipular la opinión en Democracia”. Bernays está considerado el
Maquiavelo del siglo XX, pues su obra, tiene grandes paralelismos con “El Príncipe”. La misión
de Bernays es teorizar sobre la manipulación de la opinión y la conquista de la dominación
ideológica como paso indispensable para que los políticos aumenten sus cuotas de poder.
Acrecentar su crédito personal, simpatía o confianza, como medios para la adquisición de una
mayor cuota de poder en el reparto estatal. Como Maquiavelo, este autor no esconde sus
intenciones y afirma, sin tapujos, que una minoría debe modular la opinión por el bien de la
sociedad. No hay juicio de valor aquí sobre su obra, sólo el interés en conocer cuáles son los
mecanismos que se utilizan y su eficacia. Son los instintos y pasiones el mecanismo perfecto de
manipulación de las ideas y opiniones como veremos más adelante.

La eficacia de la propaganda estatal en España requiere un pequeño análisis previo antes de


adentrarnos en las enseñanzas de Bernays. Si la propaganda tiene efectos en cualquier
circunstancia y en cualquier forma de gobierno, es precisamente en la que tenemos en España
donde se vuelve más poderosa y perniciosa. A falta de representación política del gobernado,
su total ausencia en la creación de las leyes y con un sistema en que son los partidos estatales
los únicos actores, el gobernado no puede más que recurrir a una identificación con una u otra
facción atendiendo a las pasiones. Siendo esto así, basta con influenciar la opinión, en lugar de
imponer su voluntad, para crear una ficción que sea aceptada. El Estado de partidos es una
Dictadura madura en la que la dominación es sutil y no descarada, de tal forma que, la revuelta
o revolución no sea siquiera considerada. En Partidocracia, donde la opinión no se reprime,
sino que se recurre a manipularla e influirla, el pueblo cree ser libre. La clave es la
manipulación inconsciente de los gobernados.

Para comprender a Bernays debemos abandonar de inmediato la visión naif y angelista sobre la
función de los gobernantes. No están ahí para y por el bien del pueblo, están ahí por su interés
única y exclusivamente. Es a ellos a los que este autor dotará de los mecanismos de
dominación de masas, basados en la psicología y la sociología, que aplicará de manera
magistral, siendo su base fundamental el hecho cierto que la mayoría de las decisiones del ser
humano suceden en un plano subconsciente y la razón juega sólo un papel superficial en la
forma de actuar de los individuos. Apelar pues a las pasiones y deseos es más efectivo que
hacerlo a la razón.

Donde todos los partidos están ya en el poder, y la única incógnita es qué cuota del mismo
tendrán por el periodo entre votaciones, siendo estas además imperiosamente necesarias para
legitimar la situación actual, apelar a sentimientos básicos como el miedo, el odio, el
patriotismo etc. es la mejor manera de mantener a los gobernados en situación de
servidumbre voluntaria. No hay necesidad alguna de recurrir a la razón para ofrecer soluciones
a problemas con el objetivo de captar votos, basta con hablar de ideologías muertas
(comunismo, fascismo..) para lograr una identificación pasional a los colores. El partido de los
trabajadores, el de la familia, el de los derechos de los oprimidos, poco importa, el verdadero
interés es la cuota de poder. No habiendo mecanismos de control a estas facciones estatales,
tienen la facultad de prometer, o decir, no importa qué, con tal de captar esa identificación,
pues no puede haber repercusión alguna en el incumplimiento de lo dicho o prometido. Los
hechos apenas importan cuando la identificación pasional está en marcha. Que se actúe
contrariamente a la ideología que se dice defender, no es fuerza suficiente para sacar a los
individuos de la pasión de votar a los suyos o de impedir que salgan los otros.

Debe pues fingirse una lucha por el poder, aunque la razón muestre que no existe tal, para
mantener vivas esas pasiones, encerrando de ese modo al votante en una prisión mental de la
que no es siquiera consciente. Se trata de manipular la percepción hasta el punto de hacer
imposible la admisión de los hechos comprobables. Símbolos en lugar de ideas para justificar
un voto sin elección. Adjudicar una representación simbólica, al voto sin representación
política, para que los subconscientes no permitan a la razón actuar. “Votando por un partido
estatal se está luchando por una causa” Esto bastará para hacer olvidar, e imposibilitar a
muchos, la capacidad de ver la realidad, que no es otra que el voto en España no es elección,
sino ratificación de lo ya establecido y que su único fin es la legitimación de esa dominación.

La practica de votar no responde a la razón, sino a la ilusión del simbolismo que la propaganda
inyecta en el subconsciente del votante sin democracia. Pertenencia a un partido como
símbolo de un ideal, aunque los hechos demuestren lo contrario. Tolerancia de cualquier
corrupción, pues el simbolismo es más fuerte para el subconsciente que la razón. “Que me
roben los míos”

Identificación por representación. Votar para poder quejarse del mal gobierno, culpabilizar a
los otros de todo mal cegados por la representación del símbolo que no corresponde con los
hechos verificables. Votar como símbolo de Libertad, cuando la realidad es que votando se
perpetúa la servidumbre. La representación sólo es inconsciente y simbólica.

Unas votaciones que no son más que una puesta en escena para veneficio de las facciones
estatales y que son vistas como “la fiesta de la Democracia” así de poderosa es la propaganda.
Manipular de tal manera la opinión, que vean en el acto de votar, que no es más que legitimar,
como el símbolo de la Democracia y la Libertad. Una representación teatral para sustituir la
representación política. El cinismo es absoluto. El objetivo es que nuestra sensibilidad oculte la
razón objetiva. Y vaya si lo consiguen.

La manipulación de la opinión es la estrategia que consiste en hacer pasar por un progreso


objetivo, una manipulación de nuestras conciencias individuales. Hacer nacer y consolidar las
ideas de representación simbólica en nuestra conciencia para hacer a los individuos cómplices
de su propia dominación. Así el manipulado actúa creyendo ser libre.

El mayor logro de la propaganda ideológica moderna es haber reducido la idea de Libertad al


concepto de deseo, y haber reducido el deseo a la satisfacción de las pasiones. Así pues,
Bernays aconseja:

1 Para dirigirse a un individuo, no debe apelarse a su parte racional sino a su parte emocional
para volverlo ciego a sus propios intereses. Apelar al miedo para que el individuo acepte
restricciones a sus libertades individuales. El deseo de seguridad es superior al de Libertad es
situaciones de peligro.
2 Hacer un cribado con el fin de que las opiniones sólo puedan ser binarias. O se está a favor o
en contra, no hay lugar para el pensamiento, solo para el posicionamiento. Nuestro grupo o el
contrario para apelar al deseo de pertenencia.

3 Proponer un asunto como una confrontación de valores. Cuando hay un interés emocional
para posicionarnos, la razón queda desplazada. Si las facciones estatales no presentasen su
existencia bajo un ángulo emocional su dominación sería insoportable.

Un espectáculo de la Libertad, del progreso, de la igualdad. Todo orquestado para ocultar la


verdad. Manipular nuestras emociones, nuestra parte inocente, nuestra debilidad. Detestamos
reconocer que se ha abusado de nuestra debilidad y preferimos mentirnos diciendo que
nuestras emociones son la característica de nuestra humanidad y sensibilidad. Nadie desea
reconocer que ha sido engañado toda su vida.

Terminaré este pequeño artículo señalando la manera de resolver el conflicto entre emoción y
razón, que no es otro que afirmar que tenemos el derecho de mostrar nuestras emociones, de
ser sensibles e igualmente tenemos derecho a no reservar nuestras emociones al espectáculo,
a la escena mediática de la manipulación. Denunciar la manipulación por la emoción, es
denunciar la instrumentalización de la emoción, es denunciar la anulación de nuestra
conciencia, es denunciar las cadenas invisibles que nos impiden ejercer nuestro discernimiento,
que nos impiden ejercer lo que también forma parte de nuestra humanidad, nuestra Razón.

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