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Acercando al hijo malvado

Si analizamos el orden en que los cuatro hijos aparecen en la Hagadá, llama la atención que el
“malvado” se encuentre después del “sabio”, aparentemente, ¡el malvado debería ir en el último
lugar!

“Uno es el sabio, otro el malvado, otro el simple y el último, el que no sabe preguntar”.

Y la pregunta se potencia aun más cuando estudiamos que según el Ariza”´l, las cuatro copas de
vino que bebemos en el Seder representan a los cuatro hijos que aparecen en la Hagadá. Y, para
nuestra sorpresa, sobre la segunda copa –que sería el hijo “malvado”- ¡decimos lo más importante
del relato! ¿Cómo puede ser?

El Jasidut explica (“Likuté Debarim”, página 844) que todo iehudí, se encuentre en el nivel que sea,
aun posee la chispa Divina en su alma. Por eso mismo, cuando menciona a los hijos lo expresa:
“Ejad Jajam, VeEjad Rashá, VeEjad Tam, VeEjad she lo iodea lishol”, es decir (literalmente), “UNO
sabio, UNO malvado, UNO simple y UNO que no sabe preguntar”. ¿Para qué se repite el término
“UNO”? Para enseñarnos que tanto sea sabio o malvado, el Uno, es decir, la chispa divina
impregnada en su alma con el Uno (Di-s), sigue estando. Esté en la categoría que esté. No existe
iehudí “perdido”. Existe iehudí “alejado” y ahí es donde debemos actuar.

La única manera que el “malvado” pueda acercarse es estando cerca del “sabio”. Justamente por
ello el orden no es equivocado. Es el único posible y correcto. Solamente el hijo sabio, que está
bien encaminado, puede influenciar para que su compañero, su “hermano”, pueda acercarse más
hacia Di-s.

No es posible que el sabio se dé el “lujo” de excluirse y pensar solamente en él, de cuidar


solamente su “quinta”. Por el contrario, tiene la obligación de preocuparse por su semejante.

También es un mensaje de estima hacia el perverso, remarcándole que no debe caer en la


decadencia y depresión, siempre hay tiempo para el cambio, para resurgir, para salir a la
superficie… la ayuda y el “salvavidas” que Hashem le brinda es estar junto al “sabio”, que podrá
ayudarlo (y deberá hacerlo) en su máxima expresión.

¡Que Hashem siempre nos ayude a ser “sabios” para “saber” ayudar a los demás!

Clr. Alan Owsiany

www.alanconsultor.com.ar

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