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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE HONDURAS

“NUESTRA SEÑORA REINA DE LA PAZ”


CAMPUS JESUS SACRAMENTADO

PROTOCOLO DE INVESTIGACIÓN
“LA CAÍDA DEL ORDEN CONSTITUCIONAL EN EL GOLPE DE ESTADO
DE ESTADO EN HONDURAS DE 2009”

PRESENTADO POR:
ANDREA PAOLA SOLER LEMUS
ALEJANDRA RAQUEL MORALES SAUCEDA

ASIGNATURA:
MÉTODOS Y TÉCNICAS DE INVESTAGACIÓN JURÍDICA

CATEDRÁTICO:
ABOG. RAMON HUMBERTO LOPEZ RODAS

25 DE JULIO DEL 2023

SIGUATEPEQUE, COMAYAGUA.
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE HONDURAS
“NUESTRA SEÑORA REINA DE LA PAZ”
CAMPUS JESUS SACRAMENTADO

PROTOCOLO DE INVESTIGACIÓN
“LA CAÍDA DEL ORDEN CONSTITUCIONAL EN EL GOLPE DE ESTADO
DE ESTADO EN HONDURAS DE 2009”

PRESENTADO POR:
ANDREA PAOLA SOLER LEMUS
ALEJANDRA RAQUEL MORALES SAUCEDA

ASIGNATURA:
MÉTODOS Y TÉCNICAS DE INVESTAGACIÓN JURÍDICA

CATEDRÁTICO:
ABOG. RAMON HUMBERTO LOPEZ RODAS

25 DE JULIO DEL 2023

SIGUATEPEQUE, COMAYAGUA.
1- CARATULA

CONTENIDO (Índice)

2- INTRODUCCIÓN………………………………………………………....1

3- Capítulo 1: PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA…………………...2

1.1 Situación problemática………………………………………………….....2

1.1.1 Antecedentes……………………………………………………………...2

1.1.2 Descripción de la situación problemática………………………………5

1.1.3 Pregunta: Problema de Investigación…………………………………..6

1.2 Preguntas de investigación………………………………………………...7

1.3 Objetivos de la investigación………………………………………………7

1.3.1 Objetivo general………………………………………………………….7

1.3.2 Objetivos específicos……………………………………………………..7

4- Capítulo II: MARCO TEORICO………………………………………….8

2.1 Visión histórica……………………………………………………………..8

2.1.1 Golpe de Estado en Honduras………………………………………….15

2.1.2 Desafíos en la democracia hondureña…………………………………20

2.1.3 La cuestión militar……………………………………………………...22

2.1.4 El gobierno de facto de Roberto Micheletti…………………………...24

2.1.5 Situación Económica, social y política de Honduras…………….….27

5- Capítulo III: MARCO CONCEPTUAL…………………………………30


6- Capítulo VI: MARCO LEGAL…………………………………….……31
7- Capítulo V…………………………………………………………….…...37
Glosario…………………………………………………………………….…..39
Bibliografía………………………………………………………………….....43
Anexos………………………………………………………………………….45
Introducción

Honduras es un país que, desde 2009, ha llamado la atención en el concierto de los


procesos políticos electorales latinoamericanos. No solo por el golpe de Estado de ese
año, sino por el conjunto de conflictos derivados de las elecciones generales de 2013 y
2017, que siguen teniendo consecuencias y han sumido al país en una inestabilidad
sociopolítica creciente.

Dentro de la subregión centroamericana, después de Costa Rica, Honduras era, desde


1980, el país con el mayor periodo de gobiernos constitucionales ininterrumpidos. ¿Qué
pasó entonces?, por qué un país, en apariencia estable, se sale de órbita y se introduce en
un laberinto de ingobernabilidad.

El Golpe de Estado del 28 de junio de 2009 causó daños profundos y debilitó de manera
casi irreversible la democracia hondureña y provocó las divisiones políticas y sociales en
el país que hasta el día de hoy siguen sin resolverse. En la madrugada de ese día, las
fuerzas armadas detuvieron y expulsaron del país al presidente Manuel Zelaya. Horas
después, desde el exilio en Costa Rica, el presidente Zelaya denunció públicamente el
Golpe de Estado. Mientras tanto, el Congreso Nacional de Honduras resolvió por
unanimidad destituir al presidente Zelaya por sus múltiples violaciones a la Constitución,
y designó como presidente a Roberto Micheletti, presidente del Congreso en ese
momento, para completar el período del mandato de Zelaya que concluía en enero de
2010.

La caída del orden constitucional que enfrentó el país en 2009 no era la primera ni la
última vez que habría tensión y fuertes desafíos en la democracia, ya que la historia de
Honduras se ha distinguido por la inestabilidad política, guerras intestinas, dictaduras y
golpes de Estado. Ya había advertencias sobre la fragilidad hondureña y el riesgo de una
crisis política; apenas faltaba el detonante en aquel año del 2009.

Hasta el momento, se pensaba que los llamados cuartelazos eran cosa del pasado, pues en
los últimos 15 años ningún intento de asonada militar había tenido éxito en América
Latina. Lo sucedido en Honduras rompió con la creencia de que se había superado la
apelación a los militares para resolver diferendos políticos o crisis de gobernabilidad. Los
militares fueron la pieza decisiva para derrocar al presidente Manuel Zelaya. Solo con su

1
intervención y apoyo fue posible sacarlo de la residencia presidencial y llevarlo a Costa
Rica contra su voluntad.

El gobierno de facto de Micheletti duró siete meses y para dejar el camino en las
elecciones de noviembre de 2009, aunque la población y la comunidad internacional lo
veían como un gobierno ilegítimo.

En Honduras se reconstituyó la institucionalidad política tras las elecciones del 29 de


noviembre de 2009 y la asunción de Lobo, pero la democracia quedó herida y debilitada.

2
CAPITULO I. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

1.1 Situación Problemática


1.1.1 Antecedentes Históricos

Con vívida claridad, la historia hondureña revela un hecho fundamental de la vida política
centroamericana: el surgimiento de los militares como casta autónoma y árbitro supremo
en los asuntos nacionales. En Honduras, como en el resto del istmo, la carrera en las
fuerzas armadas (o guardia nacional) ofrecía oportunidades de ascenso a los ladinos de
clase media. La tierra ya estaba controlada por la aristocracia, las universidades eran
restrictivas, apenas había desarrollo industrial; un joven ambicioso de origen medio casi
no tenía otra alternativa. Como consecuencia, los reclutas y cadetes se sentían
inmensamente orgullosos del honor y la dignidad del ejército como institución, y los
oficiales tendían a menospreciar a los políticos y civiles. En este sentido, las fuerzas
armadas estaban separadas de la sociedad civil, pero su consentimiento (si no su apoyo)
era esencial para la supervivencia de cualquier coalición política. (Universidad Brown)

La figura más destacada de la Honduras de principios del siglo XX fue Tiburcio Carías
Andino, a cuyo Partido Nacional, de orientación conservadora, se le impidió acceder a la
presidencia en 1923. Tras algunas disputas, al candidato de Carías se le permitió gobernar
hasta 1929, cuando los liberales recuperaron el poder. En 1932, el propio Carías ganó la
presidencia, cargo que ocupó hasta 1948.

En 1957, un grupo de jóvenes militares supervisó la elección del Dr. Ramón Villeda
Morales, un liberal progresista que se convirtió en un abierto partidario de John Fitzgerald
Kennedy y de la Alianza para el Progreso. Pero a los altos mandos les molestaron sus
tendencias reformistas y en 1963 lo destituyeron en favor del líder de las fuerzas armadas
Oswaldo López Arellano, que permaneció en el poder hasta 1975 (cuando fue derrocado,
por supuesto, por un golpe militar).

Los oficiales mantuvieron el control de la política nacional hasta 1981. En parte como
resultado de la presión internacional, especialmente de Estados Unidos, ese año se
celebraron elecciones bastante abiertas. El candidato del Partido Liberal, Roberto Suazo
Córdova, obtuvo el 54,1% de los votos; los militares decidieron aceptar el resultado.
Hasta nuevo aviso, al menos, Suazo tuvo la oportunidad de gobernar, y en 1985 unas

3
elecciones pacíficas llevaron al triunfo a otro candidato del Partido Liberal, José Azcona
Hoyo.

Los conflictos con los países vecinos han desempeñado un papel importante en la historia
de Honduras. Durante mucho tiempo hubo tensiones con El Salvador. Y en la década de
1980, Honduras se vio profundamente implicada en la guerra de la Contra en contra los
sandinistas, patrocinada por Estados Unidos. Estados Unidos transformó rápidamente
Honduras en una plataforma de lanzamiento para los ataques de la Contra en contra la
vecina Nicaragua. La tierra pronto se vio salpicada de aeródromos, depósitos de
suministros y campamentos base para las tropas de la Contra. Miles de militares
estadounidenses regulares y unidades de la Guardia Nacional rotaban de servicio en
Honduras, y la economía se vio inundada por la afluencia de cientos de millones de
dólares estadounidenses. Todas estas actividades reforzaron el poder de los militares
hondureños.

El gobierno civil sobrevivió, al menos de nombre, cuando Rafael Leonardo Callejas


ascendió a la presidencia en 1990 en un traspaso de poderes sin sobresaltos. La victoria
electoral en 1993 fue para Carlos Roberto Reina, del Partido Liberal, que como presidente
luchó para hacer frente al declive económico. Su mayor desafío político provino de las
fuerzas armadas, que se resistieron a los esfuerzos del presidente por acabar con la
connivencia militar con los narcotraficantes internacionales. En protesta por las
investigaciones sobre supuestos abusos de los derechos humanos, el ejército envió
tanques de agua a las calles de Tegucigalpa en agosto de 1995. El triunfo en las elecciones
presidenciales de 1997 fue para Carlos Roberto Flores Facussé, del ala conservadora del
Partido Liberal, que también luchó por estimular el crecimiento económico y afirmar el
control civil sobre las fuerzas armadas.

En octubre de 1998, el huracán Mitch causó una devastación masiva en Honduras: casi
6.000 muertos, más de 20.000 heridos o desaparecidos y unos 3.600 millones de dólares
en daños. Las lluvias destruyeron más del 60% de la infraestructura nacional y alrededor
del 70% de la producción agrícola (incluidas tres cuartas partes de la cosecha de bananas).
Este pequeño y empobrecido país tardaría años, y quizá décadas, en recuperarse. Pero
incluso tras la destrucción, había signos de esperanza. Uno de ellos se derivaba de la
incompetente actuación de los militares hondureños en las tareas de rescate, que perdieron
gran parte de su credibilidad y, paradójicamente, promovieron la causa de la
desmilitarización y la democratización. El otro fue el reconocimiento de que la magnitud
4
del sufrimiento humano y de los daños económicos no sólo se debían a la fuerza natural
del huracán, sino también a una prolongada falta de respeto por el medio ambiente y a la
sobreexplotación de los recursos naturales. Como Monseñor Oscar Andrés Rodríguez
dijo del Mitch: "Es nuestro castigo por haber destruido todos nuestros bosques y haber
eliminado toda la cubierta arbórea de las colinas", refiriéndose a la tala ilegal y a la falta
de protección del medio ambiente. "No reconstruyamos la vieja Honduras. Construyamos
algo nuevo, un país diferente".

Las elecciones de 2001 desalojaron del poder a los liberales y dieron la victoria a Ricardo
Maduro, del conservador Partido Nacional. En busca de un alivio de la deuda para su país,
Maduro emprendió negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. Como ocurrió
tantas veces en otros lugares, los esfuerzos por aplicar las reformas económicas exigidas
por el FMI desembocaron en protestas en las calles.

Los votantes respondieron a estos acontecimientos en 2005 llevando al Partido Liberal de


nuevo al poder, bajo el liderazgo de Manuel Zelaya. Hijo de un rico empresario, Zelaya
se dedicaba a la ganadería, la explotación forestal y el comercio de madera. Miembro del
partido desde hacía mucho tiempo, había sido diputado nacional durante tres legislaturas.
Todo hacía suponer que Zelaya presidiría un gobierno pragmático, moderado y de centro.

El clima político cambió notablemente en 2008. A principios de año, Zelaya pidió a


Estados Unidos que legalizara las drogas, en parte para reducir la violencia de las bandas
en Honduras. En julio anunció su intención de unirse a la izquierdista Alianza Bolivariana
para las Américas (ALBA), formada y promovida por el venezolano Hugo Chávez.
Mientras tanto, la crisis mundial de los precios de los alimentos de 2007-08 provocó un
aumento de la pobreza y la desesperación, lo que dio a la pequeña y pintoresca Honduras
una de las tasas de homicidio más altas de toda Latinoamérica.

En noviembre de 2008, Zelaya promulgó un decreto por el que se convocaba una consulta
no vinculante para decidir si se convocaba una asamblea constituyente con el fin de
redactar una nueva Constitución. Esto provocó el temor generalizado de que Zelaya
quisiera rescindir la histórica norma de no reelección del país y perpetuarse en el poder.

El referéndum estaba previsto para el 28 de junio de 2009. A primera hora de la mañana,


los militares sacaron a Zelaya de la cama y se lo llevaron a Costa Rica. Aunque las
tensiones llevaban meses creciendo en el país, el golpe tomó por sorpresa a la mayoría de
los observadores externos.

5
1.1.2 Descripción de la situación problemática

La caída del orden constitucional originalmente se entiende, en sentido estricto, como la


ruptura del llamado hilo constitucional, es decir, la continuidad legítima en el titular
del poder ejecutivo, y atendía al concepto clásico de golpe de estado donde una facción
militar asumía este poder sustituyendo a uno democráticamente electo. Sin embargo, en
la actualidad, se entiende como todo hecho que implique una usurpación de
la soberanía popular, de los poderes constituidos legítimamente o la violación de los
principios democráticos con el fin de mantenerse en el poder o asumir poderes más allá
de lo permitido en la Constitución.

En el caso actual de la crisis política en Honduras no es sólo resultado específico del golpe
de Estado del 28 de junio en 2009, sino la suma acumulada de otras crisis que han afectado
a Honduras en las dos últimas décadas en el orden social, económico, institucional,
jurídico, ambiental y ético. El golpe de Estado sólo constituye la manifestación extrema
de estas crisis, tanto por la violencia de su representación como por sus múltiples
consecuencias para la vida política e institucional, entre las que cabe mencionar la de
posponer la solución a las crisis, agudizar los conflictos sociales y poner a la
institucionalidad del Estado de Derecho ante un callejón sin salida.

Estos factores, ahora polarizados hasta su máxima expresión por el golpe de Estado, son
los que lentamente han llevado a la sociedad hondureña en un declive que ahora afecta su
gobernabilidad, la legitimidad de sus instituciones, la credibilidad de sus partidos
políticos, la confianza de los ciudadanos en la administración pública, la calidad de vida
de su población y el futuro mismo del país. El golpe de Estado que derrocó al presidente
José Manuel Zelaya Rosales expresa el agotamiento y desplome de la transición política
iniciada en 1982 y de los cimientos del Estado de Derecho que ésta procreó, que ahora
puede ser percibido como un esfuerzo inconcluso y desnaturalizado por el uso de la fuerza
y la ruptura del orden constitucional.

6
1.1.3 Pregunta – Problema de la investigación

¿Cuál fue el impacto en el orden constitucional, cultural y político después del Golpe de
Estado en Honduras de 2009?

1.2 Preguntas de Investigación

1. ¿Cuáles han sido los desafíos que ha sufrido la democracia hondureña después de
la crisis política del 28 de junio de 2009?
2. ¿Cuál es el papel que ejerce de las Fuerzas Armadas en el marco constitucional
del país?
3. ¿Cuáles fueron las crisis en materia política, económica y de seguridad que
enfrentó el gobierno de facto de Roberto Micheletti instalado tras el Golpe de
Estado en Honduras de 2009?

1.3 Objetivos de la Investigación

1.3.1 Objetivo General

• Exponer el impacto en el orden constitucional, cultural y político después del


Golpe de Estado en Honduras de 2009.

1.3.2 Objetivos Específicos

• Enumerar los desafíos que ha sufrido la democracia hondureña después de la crisis


política del 28 de junio de 2009.
• Identificar el papel que ejerce de las Fuerzas Armadas en el marco constitucional
de Honduras.
• Determinar las crisis en materia política, económica y de seguridad que enfrentó
el gobierno de facto de Roberto Micheletti.

7
CAPÍTULO II: MARCO TEÓRICO

2.1 Visión Histórica


Definición y caracterización a través de la historia.

El primer golpe de Estado del que se tiene constancia documental lo dió el famoso

político y militar romano Lucio Cornelio Sila en el año 83 a. C. Su iniciativa de

marchar con su ejército proveniente de las guerras asiáticas contra la ciudad de

Roma tuvo una gran trascendencia, incluso después de su muerte.

Fue el primero que, de una manera consciente en la historia de la

República, utilizó el poder del ejército en la política interior. A partir de entonces,

no dejaría de cernirse sobre la Ciudad Eterna la amenaza de que algún legado

venerado por sus tropas, como por ejemplo Julio César, tuviera de nuevo la

tentación de intervenir militarmente el orden político.

El término «golpe de Estado», acuñado en Francia durante el siglo XVII, ha

quedado incorporado en la actualidad al vocabulario de casi todas las lenguas

modernas. Las definiciones reseñadas en los diccionarios de uso corriente

presentan muchos rasgos coincidentes, que nos pueden servir para ensayar una

aproximación preliminar a la naturaleza de este fenómeno. En primer lugar, el

secretismo en la preparación del complot y la necesaria rapidez de su ejecución

dan al golpe una característica impronta de acto repentino, inesperado y, en

ocasiones, impredecible.

En su fase de preparación, los golpes son eventos conspirativos que precisan, al

menos, de una cierta discreción entre sus promotores. La naturaleza secreta y

azarosa del golpe se pone en evidencia cuando, por la mayor parte de los

testimonios coetáneos, se constata que puede fracasar en muchas fases de su

desarrollo, por la equivocada apreciación de las circunstancias objetivas, por las

8
indiscreciones producidas durante su preparación o por los errores cometidos en

el momento de su ejecución. Este amplio umbral de incertidumbre que se vincula

a la decisión golpista implica una alta tasa de riesgo, que suele aumentar en

proporción al tamaño del grupo conspirativo. Pero el peligro queda compensado

con el bajo coste relativo que conlleva este tipo de acciones en comparación con

los réditos políticos que los conjurados pretenden obtener. En todo caso, la

experiencia histórica parece demostrar que el golpe es una operación arriesgada,

cuyo éxito no está, ni mucho menos, garantizado: de 88 golpes de Estado censados

en el mundo entre 1945 y 1967, 62 fueron calificados por Luttwak como

«eficientes» (léase coronados por el éxito), y el resto como fracasados o

frustrados. una segunda característica del golpe es su pretendido carácter violento,

ya que, casi por definición, su ejecución implica una transferencia de poder donde

está presente la fuerza o la amenaza de su uso. Podría ser considerado por ello

como una forma de violencia política, caracterizada por el protagonismo de un

actor colectivo minoritario y elitista, que dispone de amplios recursos coactivos

para alcanzar una meta ambiciosa: la conquista total del Estado o la

transformación profunda de las reglas del juego político e incluso de la

organización social en su conjunto. Los estudios generales sobre la violencia han

incluido al golpe de Estado como una forma de inestabilidad política que deriva

en el uso de la fuerza, junto con los motines, las rebeliones, la guerra de guerrillas,

el terrorismo o la guerra civil, con los que comparte su naturaleza de fenómenos

políticos ilegales, que implican siempre un desorden extenso y un empleo

intensivo de la coacción física. Pero resulta evidente que el golpe no cubre todo

el campo semántico de las interrupciones brutales del poder político. A pesar de

su más que habitual relación con otros tipos de violencia en contextos de crisis

9
política aguda, las disparidades de partida resultan sustanciales. Los golpes de

Estado se diferencian de otras clases de asalto al poder en que requieren un empleo

de la violencia física muy reducido e incluso nulo, y no necesitan la implicación

de las masas. El golpe es siempre un ataque fulminante y expeditivo a las

instancias de gobierno que se ejecuta desde dentro del entramado del poder, y en

eso se distingue fundamentalmente de las modalidades de violencia subversiva,

como la guerra civil o la insurrección. La acción insurreccional es un hecho a

menudo escasamente planificado, que es protagonizado por una coalición

heterogénea de tipo popular y que tiene una duración prolongada, mientras que el

golpe es el acto de usurpación política razonado y metódico por excelencia,

impulsado por una institución bastante homogénea (partido, gobierno,

parlamento, ejército) de forma rápida e imprevista. El golpe de Estado es un modo

más discriminado de violencia, y más selectivo en sus objetivos que otras formas

violentas como el terrorismo. La esencia del golpe es el secreto, mientras que el

terrorista busca el máximo de publicidad en sus acciones. A diferencia de la

guerrilla y de la guerra revolucionaria, cuyo objetivo es debilitar y desarticular

progresivamente los organismos de gobierno, el golpe de Estado lo suelen

perpetrar los propios representantes del poder constituido, y casi siempre cobra la

fisonomía de un asalto, repentino e inapelable, a las máximas instituciones del

Estado, que incide en un terreno muy restringido (generalmente, determinados

puntos neurálgicos de una capital) y que busca, pura y simplemente, la obtención

del poder o la anulación de un adversario político. En consonancia con su

equívoca relación con la violencia política, los golpes de Estado hacen más fluida

o intrincada la circulación hacia otras modalidades violentas de gran alcance, del

mismo modo que la tendencia hacia este y otros tipos de intervención militar

10
aumenta con el incremento de la violencia colectiva. El golpe puede ser el prólogo

o el epílogo de una crisis bélica interna o externa o de un proceso revolucionario,

pero se diferencia de las revoluciones en que no suele implicar grandes costes en

recursos movilizados, y arroja como resultado un relativamente pequeño

desplazamiento de los miembros de la élite dirigente, o todo lo más un cambio en

la titularidad del poder ejecutivo. Sin embargo, no todos los eventos que

denominamos golpes de Estado dan lugar a cambios menores. Tal fue el caso del

«golpe de Praga» de febrero de 1948. En esas condiciones, el golpismo aparece

como una ruptura brutal, marcada por el derrocamiento del poder establecido, y,

en ocasiones, por un cambio radical en la naturaleza del régimen político. Se

podría convenir entonces en que el golpe de Estado describe un modo determinado

de acción subversiva, y la revolución las consecuencias últimas de ese proceso.

Algunos estudiosos han advertido que la verdadera esencia política del golpe de

Estado no está en su naturaleza intrínsecamente violenta. Brichet admitió que, en

la mayor parte de los casos, los golpes acostumbran a ser actos de fuerza, pero que

en otras circunstancias no han precisado del empleo de la coacción física, sino de

dosis adecuadas de decisión política, tal como la entendía Cari Schmitt: como

generación de nuevas normas jurídicas impuestas por la determinación soberana

del gobernante, por encima del Derecho natural y positivo. En ese sentido, lo que

caracterizaría al golpe de Estado no es su naturaleza violenta, sino su carácter

ilegal, de transgresión del ordenamiento jurídico-político tanto en los medios

utilizados como en los fines perseguidos, sean éstos el establecimiento de un

régimen dictatorial o un cambio en el equilibrio constitucional de los poderes del

Estado. Kelsen opinaba que un golpe de Estado era una acción radicalmente ilegal,

ya que al romper la Constitución invalidaba todas las leyes existentes. Por la

11
naturaleza de sus actores y por su desarrollo, el golpe se en cuadra de forma más

satisfactoria entre los procesos de transferencia anómala, ilegal y extrajurídica

(por forzada y violenta) del poder de una élite a otra, ya sea un dique militar o una

minoría civil que inspira o apoya la subversión castrense. Pero es posible su

inserción en la continuidad de la vida política, ya que, según algunos autores, los

golpes no se diferencian necesariamente por su significación o por sus

consecuencias, sino que son otra forma, no tan disfuncional como parece, de

obtener el poder.

Algunos especialistas llegan a aceptar el golpismo como una expresión peculiar

del estado de la opinión pública, o incluso como un tipo particular de acto

revolucionario. El argumento, harto polémico, de presentar el golpe como un

modo más o menos «institucionalizado» de expresar una opinión o una aspiración

colectivas se basa en el hecho innegable de que, en algunos países, como es el

caso de varias repúblicas latinoamericanas, esta acción ilegal resulta un incidente

habitual de la vida política, y como tal está ampliamente ritualizado y resulta

incluso predecible. Un golpe de Estado no implica siempre la conquista del poder

establecido, sino que puede, simplemente, apuntar a una redistribución o

reforzamiento de papeles en el seno de un gobierno dividido (caso de los

conflictos entre la Jefatura del Estado, del Gabinete o del Ejército en muchos

regímenes pretorianos del tercer mundo) o a reordenar las relaciones entre los

poderes Legislativo y Ejecutivo, como fue el caso de la «celada parlamentaria» de

Bonaparte el 18 Brumario del año VIII (9-10 de noviembre de 1799). Como

instrumento no pautado de resolución de una crisis política, el golpe acostumbra

a surgir del interior de la misma estructura estatal, por ejemplo, como un medio

de conservar un poder amenazado por los plazos electorales o por otras

12
disposiciones institucionales, como fue el caso de Luis Napoleón en 1851. Pero el

caso más espectacular (aunque, quizás, no el más frecuente) es el asalto al poder,

en cuyo caso el golpe puede vincularse con fenómenos de más amplio alcance

transformador como la revolución o la contrarrevolución. La mayor parte de las

definiciones otorgan el protagonismo de los golpes de Estado a una minoría que

cuenta con un acceso privilegiado a los resortes de poder, especialmente los de

naturaleza coactiva. La naturaleza conspirativa del golpe exige la implicación del

menor número de personas posible. El golpismo es una estrategia propia de

minorías caracterizadas por su acceso preferente a los resortes más sensibles del

poder político. Según Huntington, el golpe sólo puede ser realizado «por un grupo

que participa en el sistema político existente y que posee bases institucionales de

poder dentro del sistema. En particular el grupo instigador necesita del apoyo de

algunos elementos de las fuerzas armadas»16. William Randall Thompson asigna

al golpe de Estado una autoría exclusivamente militar, al definirlo como «la

sustitución o intento de sustitución de jefe ejecutivo del Estado por las fuerzas

armadas regulares a través del uso o la amenaza de la fuerza»17. En este caso, el

golpe de Estado como usurpación de funciones políticas por parte de los militares,

y que no suele responder a una ideología de la subversión determinada, se ha

convertido en la expresión fáctica más representativa de ese fenómeno social,

político y cultural de carácter multidimensional que denominamos militarismo, o

de la manifestación estratégica característica de la intromisión militar en la vida

política que llamamos pretorianismo. Sin embargo, no hay que detenerse

demasiado en la observación de los preparativos, ejecución y desenlace de los

golpes de Estado para constatar que estas acciones no son el único modelo de

intervención militar en la política, ni los uniformados son sus únicos

13
protagonistas. Con harta frecuencia, cualquier rumor de complot, una dimisión

política más o menos forzada, una revuelta, una revolución, un motín, una guerra

civil o cualquier otra intromisión militar en la política han sido calificados de

golpe de Estado. Este abigarramiento de intervenciones políticas ilegales

demuestra que la acción pretoriana puede darse perfectamente sin recurrir al

golpismo, y que es erróneo considerar el golpe como la forma por antonomasia de

intervención militar. Existen mecanismos no menos eficaces de acción pretoriana

que, a diferencia de los golpes, no implican el derrocamiento del poder establecido

con el empleo directo-de la violencia física, como las presiones militares

encubiertas o los golpes «blandos». Esta revisión preliminar de las características

básicas de los golpes nos permite avanzar una serie de definiciones acuñadas por

los especialistas en la materia. Samuel P. Huntington aporta todos los elementos

necesarios para el análisis del fenómeno, al describirlo como un esfuerzo de la

coalición política disidente para desalojar ilegítimamente a los dirigentes

gubernamentales por la violencia o la amenaza de su utilización, aunque la

violencia empleada resulta escasa y está controlada, intervienen pocas personas y

los participantes poseen ya bases de poder institucional en los marcos del sistema

político vigente.

En resumen, el golpe de Estado puede ser evaluado como un cambio de gobierno

efectuado por algunos poseedores del poder gubernamental en desafío de la

constitución legal del Estado. Es un acto inesperado, repentino, decisivo,

potencialmente violento e ilegal, cuya impredecibilidad resulta tan peligrosa para

los conjurados como para las eventuales víctimas, y que precisa de un gran

cuidado en la ejecución. Su propósito deliberado es alterar la política estatal

mediante una intervención por sorpresa y con el menor esfuerzo posible.

14
2.1 El contexto del golpe de Estado

José Manuel Zelaya gana las elecciones generales en 2005, asume en enero de

2006 y es el sétimo presidente constitucional de Honduras desde el retorno de la

democracia en 1982.2 Llegó para asumir la candidatura en representación del

Partido Liberal (PLH) de Honduras, resultando electo con un 49.9 % de los votos,

frente a un 46.2 % conseguido por Porfirio Lobo, candidato del Partido Nacional

(PNH). En el 2006, el presidente del PLH inicia su gestión con una simpatía

partidaria cercana al del 25 %, muy por debajo de lo reportado en años anteriores,

como es el caso del 2001 cuando el Partido Liberal registraba casi un 50 %. Este

aspecto podía resultar de preocupación, sobre todo para quienes consideran que

una fuerte identificación con los partidos políticos es una condición importante

para la estabilidad del sistema partidario y la consolidación del sistema

democrático.

Para el 2008, el barómetro de LAPOP indicaba que la mayoría de los hondureños

decía tener niveles medios de confianza en la figura de Zelaya. Así, mientras que

los simpatizantes del partido del presidente estaban más inclinados a confiar en la

presidencia, los simpatizantes de los partidos de la oposición tendían a perpetuar

su desconfianza. Las personas sin una identificación partidaria, sin embargo,

reportaban un nivel de confianza al nivel de los partidarios del PLH (Coleman y

Argueta 185). Por entonces, Seligson y Booth identificaban a Honduras y a Haití

como los países con proporciones más altas de ciudadanos triplemente

insatisfechos en el continente (personas antidemocráticas, institucionalmente

desleales y con frustración económica). Esto, si bien no predice lo ocurrido en

2009, sí ayuda a explicar algunas de las razones de la fragilidad democrática y la

inestabilidad política que alimentaron la crisis desde adentro.

15
Precisamente un año antes del golpe, el presidente Zelaya sorprende a propios y

extraños al realizar un giro inesperado en la política exterior hondureña,

gestionando alianza con el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez. De

esta forma, Honduras ingresa en PetroCaribe3 y posteriormente, con el apoyo de

Chávez, da inicio al proceso de ingreso de Honduras a la ALBA. Esta situación

naturalmente, incentivó una fuerte oposición conformada por las élites

económicas, las cúpulas militares-empresariales y los grupos conservadores,

quienes consideraban ese accionar contrario a los intereses comerciales del país y

las alianzas de larga data con Estados Unidos.

Taylor y Ura afirman que estas decisiones tomadas por el entonces presidente

Zelaya, fueron objetadas tanto por el Parlamento como por actores políticos de

importancia con dominio sobre las principales instituciones del Estado, a saber,

del Congreso Nacional, la Corte Suprema e incluso el Ejército, los cuales

consideraban que el presidente se estaba alejando ideológicamente del Partido

Liberal a su vez que del resto de líderes del Partido Nacional. Al descontento y

desgaste de su figura se sumó el intento de influir sobre la elección de los

miembros de la Corte Suprema en enero de 2009, y posteriormente en marzo, las

publicaciones de algunos medios que interpretaban las declaraciones de Zelaya

como adelantos de su deseo de continuar en el poder, por lo que ya se comenzaba

a hablar de la posibilidad de una consulta popular.

En de marzo de 2009 se anuncia el envío al parlamento de un decreto que proponía

establecer una cuarta urna en las papeletas de las elecciones generales de

noviembre. El objetivo de dicha urna consistía en preguntar a los ciudadanos

hondureños aprobaban o rechazaban la realización de una asamblea constituyente.

Para algunas autoridades esta acción fue interpretada como un pretexto para

16
impulsar la reelección presidencial indefinida, prohibida constitucionalmente.

Con el objetivo de dotar de legitimidad dicha acción, posteriormente se anuncia

la realización de una encuesta nacional previa no vinculante, la cual determinaría

si se colocaba o no la casilla extra en las papeletas de noviembre. Esta decisión,

naturalmente, generó críticas internas, pero además activó las alertas de las

autoridades internacionales, quienes no dudaron en comparar la estrategia

continuista de Zelaya con los casos de reforma electoral llevados a cabo en países

como Nicaragua, Colombia, Ecuador, Bolivia y Venezuela.

De entre las principales razones para oponerse a la realización de la consulta se

encontraba la cuestión de la norma pétrea constitucional, en la donde se incluía el

periodo de gobierno y la prohibición absoluta de la reelección presidencial en

Honduras. De esta manera, el Tribunal Contencioso Administrativo califica la

realización de la consulta como ilegal e inconstitucional, declarándose la nulidad

del decreto ejecutivo. Tras este hecho, el parlamento decide aprobar un

reglamento para la realización de consultas ciudadanas, estableciendo así un

periodo mínimo seis meses, anterior a los procesos electorales, para poder realizar

acciones de esta índole.

Un punto importante de señalar consiste en que las Fuerzas Armadas, acatando lo

estipulado por el Tribunal Contencioso Administrativo, manifiestan la negativa

de colaborar en el proceso logístico de realización de la encuesta nacional, lo cual

también provoca una serie de despidos y renuncias por parte del cuerpo militar,

entre las que destaca la destitución del jefe del Estado Mayor. A pesar de estos

hechos, la realización de la consulta continuó en firme, omitiendo con esto los

señalamientos de ilegalidad y la crispación política imperante. No obstante, horas

antes de iniciar el proceso de consulta, el 28 de junio de 2009 el ejército irrumpe

17
en la casa de habitación del presidente Zelaya para, seguidamente, expatriarlo y

colocarlo en un avión con destino a Costa Rica.

De manera oficial, la justificación legal del golpe se basó en la

inconstitucionalidad de la consulta. Sin embargo, como se ha desarrollado, los

factores causales y estructurales del mismo trascendían el fundamento legal,

apuntando a un Estado en crisis, una gobernabilidad precaria y un modelo de

gestión política y económica ineficiente. (Saenz Leandro & Valenciano

Hernández, 2019)

Por su parte, el gobierno de Costa Rica, encabezado por el entonces presidente

Óscar Arias Sánchez, cree conveniente iniciar un proceso de mediación para la

búsqueda de una solución conveniente a la coyuntura crítica. Es entonces cuando

se activa la maquinaria de la política exterior costarricense, generando

posicionamientos sucedáneos en la mayoría de los países del continente.

A su vez el Golpe de Estado en Honduras de 2009 tuvo un impacto significativo

en el orden constitucional, cultural y político del país.

• Impacto en el orden constitucional:

El golpe representó una ruptura en la institucionalidad democrática de Honduras,

al destituir y expulsar al presidente constitucional Manuel Zelaya del país. Esto

generó una crisis de legitimidad y cuestionamientos sobre el respeto a la

Constitución y al Estado de derecho.

Debilitamiento de las instituciones; la crisis política y la posterior instalación de

un gobierno de facto debilitaron las instituciones democráticas, incluyendo el

Congreso Nacional, la Corte Suprema de Justicia y otros órganos del Estado. La

18
polarización política y la falta de reconocimiento internacional del gobierno

interino erosionaron la capacidad de estas instituciones para funcionar de manera

efectiva.

Cambio en la percepción de la Constitución; el golpe y sus consecuencias llevaron

a una revisión de la percepción de la Constitución hondureña. Surgieron debates

sobre la necesidad de reformas constitucionales para fortalecer el sistema

democrático y evitar futuras crisis políticas similares.

• Impacto en el orden cultural:

Aumento de la polarización, el golpe profundizó las divisiones y la polarización

política en Honduras. Los partidarios y detractores del gobierno de facto

protagonizaron manifestaciones y enfrentamientos, lo que generó tensiones

sociales y culturales.

Reafirmación de identidades políticas: La crisis política del golpe llevó a una

reafirmación de identidades políticas y culturales entre los diferentes sectores de

la sociedad hondureña. Las posturas políticas se volvieron más rígidas y las

diferencias culturales y regionales se acentuaron.

• Impacto en el orden político:

Aislamiento internacional, la comunidad internacional condenó el golpe y no

reconoció al gobierno de facto de Micheletti como legítimo. Honduras enfrentó

un aislamiento diplomático y la suspensión de la ayuda económica y la

cooperación internacional.

19
La crisis política del golpe llevó a cambios en la dinámica política del país. A

partir del Acuerdo de Tegucigalpa-San José, se estableció una hoja de ruta para

restaurar el orden constitucional y se llevaron a cabo elecciones presidenciales, lo

que culminó con la elección de Porfirio Lobo Sosa como presidente.

Crisis de confianza en el sistema político y las acciones tomadas durante el

gobierno de facto generaron una crisis de confianza en el sistema político

hondureño. Los ciudadanos expresaron un escepticismo generalizado hacia las

instituciones y los líderes políticos, lo que ha tenido implicaciones en la

participación ciudadana y la estabilidad política.

Dando como resultado que el Golpe de Estado en Honduras de 2009 tuvo un

profundo impacto en el orden constitucional, cultural y político del país. La crisis

política y la destitución de Zelaya generaron tensiones sociales y una división

política que ha requerido esfuerzos continuos para reconstruir la confianza en las

instituciones y fortalecer la democracia hondureña.

Desafíos en la democracia hondureña

Después de la crisis política del 28 de junio de 2009 en Honduras, la democracia

en el país ha enfrentado diversos desafíos. Se produjo una crisis de legitimidad, la

destitución del presidente constitucional Manuel Zelaya en 2009 generó una

ruptura en la legitimidad del gobierno, ya que fue considerada por muchos como

un golpe de Estado. Esto provocó una polarización política y social que afectó la

confianza de la ciudadanía en las instituciones democráticas.

20
Honduras ha experimentado altos niveles de violencia y delincuencia, lo que ha

afectado la capacidad del Estado para garantizar la seguridad ciudadana y el

ejercicio efectivo de los derechos democráticos. El crimen organizado, la

corrupción y la impunidad han erosionado la confianza en las instituciones

estatales.

La corrupción ha sido un problema persistente en Honduras y ha afectado a todas

las instituciones del Estado, incluyendo al sistema judicial y a la clase política. La

falta de transparencia y la percepción generalizada de impunidad han minado la

credibilidad de las instituciones democráticas.

La debilidad del sistema judicial y la falta de independencia judicial han sido

obstáculos para el pleno funcionamiento de la democracia. La politización de la

justicia ha llevado a una percepción de falta de igualdad ante la ley y ha socavado

la confianza de la ciudadanía en la imparcialidad de las instituciones.

La economía hondureña ha enfrentado desafíos, incluyendo altas tasas de pobreza

y desigualdad social. Estas disparidades han afectado la capacidad de los

ciudadanos para acceder a oportunidades y servicios básicos, lo que ha generado

descontento social y político.

La violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en Honduras han llevado a

un aumento en el número de personas que buscan emigrar a otros países en busca

de una vida mejor. Esto ha tenido implicaciones para la estabilidad política y

social del país.

La percepción de que los políticos no representan adecuadamente los intereses y

necesidades de la población ha contribuido a la apatía política y a la falta de

participación ciudadana en los procesos democráticos.

21
En algunos momentos, ha habido denuncias de restricciones a la libertad de

prensa y expresión en Honduras. La intimidación y la violencia contra periodistas

y defensores de derechos humanos han afectado el acceso a información veraz y

pluralista.

Estos desafíos han creado un ambiente complejo para la democracia hondureña,

y su superación requiere de esfuerzos continuos por parte de la sociedad civil, las

instituciones del Estado y la comunidad internacional para fortalecer el Estado de

derecho, la transparencia y la participación ciudadana en el sistema político.

La cuestión militar

Históricamente, tal como sucedió en otros países de América Latina, las Fuerzas

Armadas hondureñas supervisaron y controlaron a la ciudadanía: más que

orientadas a la defensa externa, se configuraron como una fuerza de control

político interno. Desde el siglo XIX Honduras fue definido como un «país

bananero», con una pequeña elite económica local apoyada por compañías

estadounidenses, que gobernaba con la mano dura de los militares. Desde el inicio

del proceso de democratización, sin embargo, parecía que el país se modernizaba

políticamente al ritmo del resto de América Latina. Pero como también ocurre en

otros países de la región, el incompleto control democrático sobre los militares

funcionó como el elemento decisivo de la ruptura del Estado de derecho. A ello

se agrega una conducción civil muy débil por parte de Zelaya, elegido presidente

en 2005, quien había emprendido políticas que polarizaron al país, acercándose a

la liga bolivariana encabezada por Hugo Chávez. Esto activó la resistencia de la

oligarquía, la clase política tradicional encabezada por el Partido Nacional y

sectores conservadores de la propia fuerza política de Zelaya, el Partido Liberal,

liderados por Micheletti, además de la resistencia de la justicia y los sectores

22
medios. A esta cruzada anti-Zelaya se agregaron los factores de poder más

importantes de la política hondureña, que solo actúan en el momento preciso: los

militares y el clero. El golpe de Estado hizo trizas el principio firmado por los

países latinoamericanos en la Carta Democrática Interamericana, en el sentido de

que ya no eran posibles los golpes militares, ni viables ni legítimos los gobiernos

emanados de ellos. Micheletti pudo gobernar Honduras por más de seis meses y

resistió el embate de la comunidad internacional, principalmente de América

Latina y Estados Unidos.

En el marco constitucional de Honduras, las Fuerzas Armadas tienen un papel

específico y definido en la defensa y seguridad del país. La Constitución de

Honduras, en su artículo 272, establece las funciones y atribuciones de las Fuerzas

Armadas, y el artículo 274 establece su organización y estructura. A continuación,

se describen los principales roles y funciones de las Fuerzas Armadas en

Honduras.

El papel principal de las Fuerzas Armadas de Honduras es garantizar la defensa y

soberanía del país frente a amenazas externas. Esto implica proteger el territorio,

el espacio aéreo y las aguas territoriales de posibles agresiones o invasiones por

parte de otros países.

Otra función de las Fuerzas Armadas es colaborar con las autoridades civiles para

mantener el orden interno y la seguridad ciudadana en situaciones excepcionales.

Esto puede incluir asistir en casos de desastres naturales, emergencias sanitarias

o disturbios civiles cuando se les solicite por las autoridades competentes. Las

Fuerzas Armadas de Honduras pueden colaborar con el desarrollo nacional,

especialmente en áreas como la construcción de infraestructuras básicas, la

23
asistencia médica y social en zonas remotas y la realización de proyectos que

contribuyan al bienestar de la población.

Las Fuerzas Armadas pueden apoyar a las fuerzas de seguridad pública en la

lucha contra el narcotráfico y otras formas de crimen organizado, especialmente

en regiones donde la presencia de estas actividades ilegales representa un desafío

para la seguridad nacional.

Tienen la responsabilidad de garantizar que los derechos y libertades consagrados

en la Constitución sean respetados y protegidos. Su actuación debe estar

enmarcada en el respeto a los derechos humanos y el Estado de derecho.

Es importante destacar que, en el contexto de Honduras, las Fuerzas Armadas

deben actuar bajo el principio de subordinación al poder civil. Esto significa que

están bajo el mando del presidente y las autoridades civiles y no tienen un papel

directo en la política o la toma de decisiones políticas. El control y la supervisión

del uso de las Fuerzas Armadas recae en manos del poder civil para asegurar que

se respeten los principios democráticos y los derechos humanos.

El gobierno de facto de Roberto Micheletti

El gobierno de facto de Roberto Micheletti se refiere al período en la historia de

Honduras después del golpe de Estado del 28 de junio de 2009, cuando el entonces

presidente Manuel Zelaya fue destituido y expulsado del país por militares. Como

resultado del golpe, Roberto Micheletti, quien era el presidente del Congreso

Nacional de Honduras en ese momento, asumió la presidencia de forma interina.

El gobierno de facto de Roberto Micheletti fue considerado ilegítimo por la

comunidad internacional y fue objeto de condena generalizada. Numerosos países

24
y organizaciones internacionales no reconocieron a Micheletti como presidente

legítimo de Honduras y exigieron el restablecimiento del orden constitucional y

la restitución del presidente depuesto, Manuel Zelaya.

Durante su breve mandato como presidente de facto, Micheletti enfrentó una serie

de desafíos internos y externos. Hubo protestas y manifestaciones a favor de la

restitución de Zelaya, y la sociedad hondureña se encontraba profundamente

dividida en torno a la crisis política.

Bajo la presión internacional y después de diversas negociaciones, se acordó un

plan de solución de la crisis conocido como el Acuerdo de Tegucigalpa-San José,

que permitió el retorno de Manuel Zelaya al país en septiembre de 2009.

Posteriormente, se realizaron elecciones presidenciales en noviembre de 2009, y

Porfirio Lobo Sosa fue elegido presidente, poniendo fin al gobierno de facto de

Micheletti.

El episodio del golpe de Estado y el gobierno de facto de Roberto Micheletti

dejaron secuelas significativas en la democracia hondureña y generaron

preocupaciones sobre el respeto a los derechos humanos y la institucionalidad del

país. La crisis política de 2009 dejó un legado de polarización y desconfianza en

las instituciones políticas y ha requerido esfuerzos continuos para fortalecer el

Estado de derecho y la gobernabilidad democrática en Honduras.

• Crisis política:

Legitimidad del gobierno: Desde el inicio, el gobierno de facto de Micheletti fue

objeto de controversia y falta de legitimidad tanto a nivel interno como

internacional. La comunidad internacional condenó el golpe y no reconoció a

Micheletti como el presidente legítimo de Honduras. Esta falta de reconocimiento

25
llevó a un aislamiento diplomático y a la suspensión de la ayuda económica por

parte de varios países y organismos internacionales.

Protestas y manifestaciones: La destitución de Zelaya generó una fuerte oposición

interna, manifestada en protestas y movilizaciones a favor de la restitución del

presidente depuesto. Las manifestaciones a favor y en contra del gobierno de facto

llevaron a un clima de inestabilidad y tensión en el país.

Violación de derechos humanos: Durante el gobierno de facto, hubo denuncias de

violaciones a los derechos humanos, incluyendo arrestos arbitrarios, represión a

manifestantes y limitación de la libertad de prensa. Estos actos fueron

ampliamente condenados por organismos de derechos humanos y la comunidad

internacional.

• Crisis económica:

Suspensión de la ayuda internacional: Como consecuencia del golpe y la falta de

reconocimiento del gobierno de facto, varios países y organismos internacionales

suspendieron la asistencia y la ayuda económica a Honduras. Esta situación afectó

la economía del país y agravó sus problemas financieros y sociales.

Incertidumbre y parálisis económica: La situación política y la falta de

reconocimiento del gobierno de Micheletti generaron incertidumbre y

desconfianza en el ámbito empresarial y financiero. La parálisis económica afectó

la inversión, el comercio y el crecimiento económico del país.

26
• Crisis de seguridad:

Aumento de la violencia: La crisis política y la falta de legitimidad del gobierno

de facto contribuyeron al aumento de la violencia y la inseguridad en Honduras.

La debilidad institucional y la falta de control sobre algunos sectores de las fuerzas

de seguridad llevaron a un deterioro de la seguridad ciudadana.

Impunidad y abusos: Durante el gobierno de facto, hubo denuncias de abusos de

poder y corrupción por parte de algunas fuerzas de seguridad. La impunidad en

casos de violencia y abusos exacerbó la desconfianza de la población en las

instituciones estatales.

Las crisis se produjeron en un contexto de polarización política y social en

Honduras, lo que llevó a un prolongado período de inestabilidad y tensiones que

afectaron la gobernabilidad democrática del país. La crisis política de 2009 dejó

un legado significativo y ha requerido esfuerzos continuos para fortalecer el

Estado de derecho y la estabilidad política en Honduras.

Situación Económica, social y política de Honduras

Honduras, ubicada en América Central, ha sido históricamente uno de los países

más pobres de la región, con una economía basada principalmente en la

agricultura y la exportación de productos como café, banano y camarones. La

situación económica, política y social actual de Honduras sigue siendo

preocupante, y ha sido afectada por una serie de factores internos y externos.

27
La economía hondureña se ha visto afectada por la pandemia de COVID-19, con

una disminución del crecimiento económico del 8,4% en 2020. Además, la

economía hondureña ha sido impactada por la migración masiva de ciudadanos

hacia otros países, particularmente hacia Estados Unidos. La migración ha

resultado en una fuga de cerebros y habilidades que se necesita para el desarrollo

económico del país, así como en una disminución del ingreso de remesas, que es

una de las principales fuentes de ingresos para muchas familias hondureñas. El

aumento de la violencia, la corrupción y la falta de inversión en infraestructura

son otros factores que contribuyen a la situación económica de Honduras.

Honduras ha experimentado una inestabilidad política en los últimos años,

caracterizada por un aumento en la corrupción y la violencia. Esto ha llevado a

una desconfianza en las instituciones políticas y ha debilitado la democracia del

país. Para abordar esta situación, es necesario que el gobierno hondureño tome

medidas para combatir la corrupción y fortalecer las instituciones democráticas

del país. Además, se deben tomar medidas para reducir la violencia y mejorar la

seguridad ciudadana, lo que puede mejorar la estabilidad política y económica de

Honduras.

La situación social en Honduras es complicada debido a la violencia y la

inseguridad, lo que ha llevado a una de las tasas de homicidios más altas del

mundo. Además, la falta de acceso a la educación y la atención médica adecuada,

y la pobreza extrema son otros desafíos que enfrenta la sociedad hondureña.

28
En resumen, la situación económica, política y social actual de Honduras es

compleja y presenta desafíos significativos para el país. Es importante que las

autoridades tomen medidas efectivas para mejorar la economía, reducir la

violencia y la corrupción, y promover la inclusión social.

29
CAPITULO III: MARCO CONCEPTUAL

¿Cuál fue el impacto en el orden


constitucional, cultural y político
después del Golpe de Estado en
Honduras de 2009?

DEMOCRACIA ESTADO DE
DERECHO

SISTEMA
LUCHA DE CULTURA
DE
PODERES POLÍTICA
JUSTICIA

30
CAPÍTULO IV: MARCO LEGAL

CONVENCION AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

Artículo 5. Derecho a la Integridad Personal

1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.

2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente

al ser humano.

3. La pena no puede trascender de la persona del delincuente.

4. Los procesados deben estar separados de los condenados, salvo en circunstancias

excepcionales, y serán sometidos a un tratamiento adecuado a su condición de personas

no condenadas.

5. Cuando los menores puedan ser procesados, deben ser separados de los adultos y

llevados ante tribunales especializados, con la mayor celeridad posible, para su

tratamiento.

6. Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la

readaptación social de los condenados.

Artículo 8. Garantías Judiciales

1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo

razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con

anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra

ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal

o de cualquier otro carácter.

31
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras

no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene

derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:

a) Derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o intérprete, si no

comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal;

b) Comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada;

c) Concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de

su defensa;

d) Derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor

de su elección y de comunicarse libre y privadamente con su defensor;

e) Derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado,

remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí

mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley;

f) Derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener

la comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre

los hechos;

g) Derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable, y

h) Derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.

3. La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de ninguna

naturaleza.

4. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por

los mismos hechos.

32
5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los

intereses de la justicia.

Artículo 11. Protección de la Honra y de la Dignidad

1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad.

2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la

de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra

o reputación.

3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos

ataques.

Artículo 22. Derecho de Circulación y de Residencia

1. Toda persona que se halle legalmente en el territorio de un Estado tiene derecho a

circular por el mismo y, a residir en él con sujeción a las disposiciones legales.

2. Toda persona tiene derecho a salir libremente de cualquier país, inclusive del propio.

3. El ejercicio de los derechos anteriores no puede ser restringido sino en virtud de una

ley, en la medida indispensable en una sociedad democrática, para prevenir infracciones

penales o para proteger la seguridad nacional, la seguridad o el orden públicos, la moral

o la salud públicas o los derechos y libertades de los demás.

4. El ejercicio de los derechos reconocidos en el inciso 1 puede asimismo ser restringido

por la ley, en zonas determinadas, por razones de interés público.

5. Nadie puede ser expulsado del territorio del Estado del cual es nacional, ni ser privado

del derecho a ingresar en el mismo.

33
6. El extranjero que se halle legalmente en el territorio de un Estado parte en la presente

Convención, sólo podrá ser expulsado de él en cumplimiento de una decisión adoptada

conforme a la ley.

7. Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso

de persecución por delitos políticos o comunes conexos con los políticos y de acuerdo

con la legislación de cada Estado o los convenios internacionales.

8. En ningún caso el extranjero puede ser expulsado o devuelto a otro país, sea o no de

origen, donde su derecho a la vida o a la libertad personal está en riesgo de violación a

causa de raza, nacionalidad, religión, condición social o de sus opiniones políticas. 9. Es

prohibida la expulsión colectiva de extranjeros.

Artículo 23. Derechos Políticos

1. Todos los ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos y oportunidades:

a) De participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente o por medio de

representantes libremente elegidos;

b) De votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas por sufragio

universal e igual y por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los

electores, y

c) De tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de su

país.

2. La ley puede reglamentar el ejercicio de los derechos y oportunidades a que se refiere

el inciso anterior, exclusivamente por razones de edad, nacionalidad, residencia, idioma,

instrucción, capacidad civil o mental, o condena, por juez competente, en proceso penal.

34
Artículo 25. Protección Judicial

1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso

efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen

sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente

Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio

de sus funciones oficiales.

2. Los Estados Partes se comprometen:

a) A garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado

decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso;

b) A desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y

c) A garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en que

se haya estimado procedente el recurso.

CONSTITUCION DE LA REPUBLICA DE HONDURAS

Artículo 68. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y

moral.

Nadie debe ser sometido a torturas, ni penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente

al ser humano.

Artículo 69. La libertad personal es inviolable y sólo con arreglo a las leyes podrá ser

restringida o suspendida temporalmente.

Artículo 81. Toda persona tiene derecho a circular libremente, salir, entrar y permanecer

en el territorio nacional.

35
Nadie puede ser obligado a mudar de domicilio o residencia, sino en los casos especiales

y con los requisitos que la Ley señala.

Artículo 99. El domicilio es inviolable. Ningún ingreso o registro podrá verificarse sin

consentimiento de la persona que lo habita o resolución de autoridad competente. No

obstante, puede ser allanado, en caso de urgencia, para impedir la comisión o impunidad

de delitos o evitar daños graves a la persona o a la propiedad.

Artículo 102. Ningún hondureño podrá ser expatriado ni entregado por las autoridades a

un Estado extranjero.

Se exceptúan de esta disposición los casos relacionados con delitos de tráfico de

estupefacientes en cualquiera de sus tipologías, terrorismo y cualquier otro ilícito de

criminalidad organizada y cuando exista Tratado o Convenio de extradición con el país

solicitante.

En ningún caso se podrá extraditar a un hondureño por delitos políticos y comunes

conexos.

36
CAPÍTULO V: DESCRIPCIÓN DE RESULTADOS

El golpe de Estado en Honduras implicó una clara violación del orden constitucional, ya

que el presidente Manuel Zelaya fue destituido y expulsado del país sin un proceso legal

adecuado. Esta acción fue considerada ilegal y antidemocrática por muchos sectores tanto

dentro como fuera de Honduras. Se deterioró de la institucionalidad democrática ya que

la caída del orden constitucional debilitó la institucionalidad democrática de Honduras.

El golpe socavó la separación de poderes, el respeto al Estado de derecho y la protección

de los derechos humanos, lo que generó un clima de incertidumbre y fragilidad

institucional; lo que produjo una legitimidad cuestionada El golpe de Estado puso en duda

la legitimidad del gobierno de facto que se instauró tras la destitución de Zelaya. A nivel

nacional e internacional, surgieron interrogantes sobre la legalidad y la autoridad del

gobierno de facto, lo que afectó la estabilidad política y la confianza en las instituciones

hondureñas.

La caída del orden constitucional profundizó la crisis política en Honduras y generó una

polarización significativa entre los partidarios del presidente Zelaya y aquellos que

apoyaron el golpe. Esta polarización se reflejó en protestas, disturbios y tensiones

sociales, lo que exacerbó la división en la sociedad hondureña.

El país sufrió el impacto negativo en la reputación internacional por el golpe de Estado

ya que la comunidad internacional condenó enérgicamente la ruptura del orden

constitucional y la destitución de un presidente electo, lo que afectó las relaciones

diplomáticas y la percepción de Honduras en el ámbito global. Como resultado del golpe,

Honduras fue suspendida de la Organización de los Estados Americanos (OEA), una

importante organización regional. Esta suspensión reflejó la condena internacional al

37
golpe y tuvo un impacto significativo en las relaciones diplomáticas y económicas de

Honduras.

En conclusión, la caída del orden constitucional en el golpe de Estado en Honduras en

2009 tuvo graves repercusiones en la institucionalidad democrática, la legitimidad del

gobierno y la estabilidad política del país. Además, generó divisiones y tensiones tanto

en la sociedad hondureña como a nivel internacional. Aunque se realizaron elecciones

presidenciales anticipadas, el golpe dejó un legado duradero en la historia reciente de

Honduras.

38
GLOSARIO

1. Golpe de Estado: es la toma y destitución del gobierno y los poderes de un Estado.


Normalmente, se trata de una toma ilegal del poder por parte de una facción

política, un político, una secta, un grupo rebelde o un militar.

2. Gobierno de Facto: Se conoce como gobierno de facto a todo tipo de régimen

de gobierno que, a pesar de funcionar como tal en la práctica, no cuenta con la

legitimidad o con el aval o reconocimiento de ninguna norma jurídica.

3. Estado de derecho: Se refiere al principio de gobernanza por el que todas las

personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, incluido el propio Estado,

están sometidas a leyes que se promulgan públicamente y se hacen cumplir por

igual y se aplican con independencia, además de ser compatibles con las normas

y los principios internacionales de derechos humanos.

4. Orden Constitucional: Conjunto de valores, principios y reglas contenidas en la

Constitución y el bloque de la constitucionalidad.

5. Conspiración: Es una forma de resolución manifestada, que pertenecería al

ámbito de los actos preparatorios, y ello por surgir en una fase del iter

criminis anterior a la ejecución, quedando ubicada entre la ideación impune y

la tentativa.

6. Derrocamiento: Expulsión o destitución por la fuerza de un cargo o estado

favorable.

39
7. Expatriado: es una persona que reside en un país diferente del país en el que nació

o del país del que tiene nacionalidad.

8. Contrainsurgente: es un conjunto de técnicas y prácticas aplicadas por los Estados

con el objetivo de detectar y destruir a los miembros y bases de apoyo de los

grupos insurgentes.

9. Institucionalidad: Vicio o defecto de una norma o resolución que quebranta la

letra o el espíritu de la Constitución.

10. Oligarquía: Sistema de gobierno en la que el poder está en manos de unas pocas

personas pertenecientes a una clase social privilegiada.

11. Chavismo: Asimismo, el propio chavismo se identifica como un movimiento

cívico-militar de orientación socialista y bolivariana. Emprendiendo políticas

gubernamentales que se le han denominado como «Revolución bolivariana»,

dentro del fenómeno político de la «marea rosa».

12. Ilegalidad: Falta de conformidad o acuerdo, engloba cualquier acto o acción que

va en contra de la ley.

13. Cuarta Urna: La cuarta urna fue un plan del presidente hondureño Manuel Zelaya

para celebrar un referéndum no vinculante con el fin de consultar a la población

sobre la celebración de un segundo referéndum vinculante para convocar una

asamblea constituyente.

40
14. Consulta Popular: Conocidos también por sufragios populares, en derecho

constitucional y en la historia constitucional, son deliberaciones públicas tomadas

por el mundo como cuerpo electoral y cuerpo de legislación.

15. Conflictos de interés público: En términos generales, los conflictos de interés son

situaciones en las cuales la equidad y la imparcialidad requerida para la decisión

pública se han perdido. En términos concretos, existe un conflicto de interés

cuando un funcionario público obtiene un beneficia de manera ilegítima como

resultado de una decisión que ha tomado en función de su cargo o competencias.

16. Mediación internacional: En la esfera internacional, la mediación es un medio

diplomático de arreglo de controversias. A diferencia de los medios

jurisdiccionales, los actores que recurren a ella conservan su libertad de acción y

de decisión en cuanto a la solución final del conflicto.

17. Resolución alternativa de conflictos: conjunto de métodos y técnicas que tienen

como objetivo la resolución de conflictos sin confrontación y que incluyen la

mediación, la negociación y el arbitraje.

18. Asonadas militares: tumulto, motín o disturbio que se distingue de la

manifestación por su carácter violento y la perturbación del orden público.

19. Alteración del orden público: Actuación en grupo que provoca grave alteración

de las condiciones de normalidad de la vida colectiva en los espacios públicos,

violando las reglas administrativas de orden y turbando la paz de la ciudadanía.

41
20. Declive económico: Se entiende por recesión una caída significativa de la

actividad económica que acontece en el conjunto de la economía y para un número

suficiente de meses, y que se resulta visible en términos de producción, empleo,

renta real, y otros indicadores.

42
Bibliografía

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Ley sobre Justicia Constitucional (2003) Tegucigalpa.

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ANEXOS

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