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Fisiologia Humana Fisiologia del Aparato Digestivo

Tema 19: Fisiología del hígado y el páncreas


HÍGADO:
En el sistema circulatorio, a cada órgano le llega la sangre procedente de la ramificación de
la ramificación de una arteria y en ese órgano esas ramificaciones llamadas arteriolas se
ramificaban aún más formándose los capilares, los cuales convergen para dar lugar a
vénulas que a su vez formaban venas. Hay tres excepciones a esa regla, y una de ellas es
el hígado.

La circulación sanguínea del hígado es especial, ya que


tiene dos sistemas de capilares. Como parte de la
circulación normal, el hígado recibe sangre de la arteria
hepática (circulación sistémica), la cual forma capilares en el
hígado que convergen formando una vénula y después la
vena hepática, encargada de recoger la sangre.

Además, al hígado también le llega sangre procedente de la


vena porta, y ésta a su vez, recoge la sangre del tubo
digestivo, es decir que todo lo que se absorbe en el aparato
digestivo (nutrientes absorbidos desde el intestino, etc.)
acaba llegando a la vena porta. Ésta no vierte la sangre
directamente en la vena cava, sino que va hacia el hígado y
converge en la red de capilares, junto con la arteria hepática y la vena hepática. Esta
circulación marca muchas de las funciones del hígado. La circulación del hígado consiste
en:

1. la sangre de una arteria sistémica que vuelve al corazón por la vena cava.

2. la sangre procedente de una red de capilares que a través de la vena porta, llega a otra
red de capilares en el hígado.

La unidad funcional del hígado es el lobulillo hepático. Son agrupaciones de hepatocitos


con forma hexagonal y están compuestos por:

• una vena central que converge y forma la vena hepática, donde retorna la sangre a la
circulación sistémica y al corazón.

• tres vasos en cada vértice del hexágono, dos de los cuales son vasos sanguíneos:
• un canalículo biliar que recoge la bilis
formada y secretada por los hepatocitos y
que después converge en conductos biliares
para terminar en la vesícula biliar o en el
duodeno.

• una ramificación de la vena porta, por donde


llega la sangre procedente dicha vena.

• una ramificación de la arteria hepática que


lleva la sangre procedente esa arteria.

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Estas dos sangres se vierten a un capilar discontinuo común, donde hay oxígeno, y
nutrientes que vienen tanto de la arteria hepática y se encuentran por todo el cuerpo, como
nutrientes absorbidos por el tubo digestivo y que solo llegan al hígado para procesarlos.
Una vez en el capilar discontinuo, la sangre mezclada retorna a la circulación sanguínea por
la vena central. El intercambio de sustancias entre los capilares discontinuos y los
hepatocitos está muy favorecido.

FUNCIONES NO DIGESTIVAS DEL HÍGADO:

Funciones metabólicas:

1. Regulación de la glucemia:

El hígado es un órgano fundamental en la regulación de la glucemia. El hígado gestiona una


parte muy importante de la regulación de la glucemia bajo las órdenes de la insulina o del
glucagón, ya que son estas hormonas las encargadas de regularla.

En condiciones en las que hay disponibilidad de nutrientes, es decir,


cuando a los hepatocitos, a través de la vena porta, les llega todo lo
absorbido en el tubo digestivo, el hígado optimiza la glucosa y la
internaliza de forma que cuando haya un buen abastecimiento de glucosa,
realiza la glucogenogénesis. La glucogenogénesis consiste en que el
hígado fabrica glucógeno mediante la glucosa, es decir que almacena la
glucosa en forma de glucógeno.

En cambio, cuando a los hepatocitos no les llegan nutrientes, la absorción


de nutrientes termina y tras unas horas el páncreas empieza a fabricar el
glucagón, el hígado realiza la glucogenolisis. La glucogenolisis se trata
de la ruptura del glucógeno previamente fabricado mediante la
glucogenogénesis.

Si la ausencia de nutrientes persiste, como por ejemplo en el ayuno fisiológico, y ya no


queda glucógeno que romper, el hígado lleva a cabo el proceso de la síntesis de glucosa a
partir de otros nutrientes (aminoácidos, glicerol,...) llamado gluconeogénesis.

2. Metabolismo de lípidos:

El hígado es un gran consumidor de ácidos grasos.

En caso de disponibilidad de nutrientes, el hígado utiliza los nutrientes que le llegan para
fabricar grasas que vayan a ser almacenadas tanto en el tejido graso como en el propio
hígado (aunque su capacidad para almacenar grasas no es muy grande):

• utiliza las grasas para sintetizar moléculas más grandes como el colesterol, los
fosfolípidos y las lipoproteínas.

• sintetiza grasas a partir de proteínas y carbohidratos, las cuales se almacenarán


en el tejido adiposo

Sin embargo, en los periodos interdigestivos o ayuno, el hígado:

• moviliza las grasas, es decir que utiliza los ácidos grasos que tiene y los que le llegan
del tejido adiposo y los transforma en un combustible llamado cuerpos cetónicos

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(acetoacetato, aperoxibutirato,...). Estos cuerpos cetónicos son un sustrato energético
común, que van a la sangre y llegan al resto de los tejidos para ser utilizados ahí.

3. Metabolismo de proteínas:

El hígado realiza diferentes funciones en cuanto al metabolismo de proteínas, dependiendo


de la presencia o ausencia de nutrientes:

• Síntesis de aminoácidos no esenciales en caso de periodo interdigestivo o ayuno.


• Desaminación de aminoácidos: imprescindible para su aprovechamiento energético o
su conversión en carbohidratos o grasas.

• Fabricación de la mayoría de las proteínas plasmáticas en caso de disponibilidad de


nutrientes.

4. Almacenamiento:

• De vitaminas liposolubles (A, D) e hidrosolubles (B12) durante meses.


• De hierro, en forma de ferritina.
Función destoxificante y excretora:

El hígado inactiva sustancias potencialmente tóxicas que recibe de la absorción en el


intestino a través de la vena cava y las convierte en sustancias menos tóxicas. Estas
sustancias pueden ser exógenas o producidas por el propio organismo:

• sustancias ingeridas que llegan al hígado por la vena cava.


• hormonas que circulan por el organismo, que ya han realizado su función y que
conviene inactivar, porque en caso de acumularse, pueden disparar acciones
innecesarias. En esta caso llegan al hígado por la arteria hepática.

Descompone fármacos administrados de forma oral, cosa que hay muy importante al
hacer el diseño y las pruebas para calcular la dosis necesaria de los fármacos. Algunos los
descompone muy rápido, lo cual es un problema.

Modifica ciertos productos de desecho transformándolos en otros más fáciles de excretar,


a ser posible por el riñón. Los desechos nitrogenados procedentes del metabolismo de las
proteínas, por ejemplo, pueden acabar siendo tóxicos, por lo que el hígado los transforma
en urea, ya que es una molécula menos complicada. La urea sigue siendo un residuo, pero
es fácil de excretar por orina y es inerte, es decir, que hasta su excreción se mantiene en
los riñones, a diferencia de los desechos nitrogenados de los que procede.

A su vez, participa en la modificación de los derivados del grupo hemo produciendo


bilirrubina. Cuando los glóbulos rojos mueren, son destruidos. Encargarse de la globina es

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sencillo pero el grupo hemo tiene que ser transformado por el hígado, dando como
producto la bilirrubina, entre otros. La bilirrubina posteriormente se excreta por la bilis.

A pesar de las modificaciones, algunos de los productos no pueden ser eliminados por el
riñón. En ese caso, el hígado los envía a la bilis (bilirrubina). La bilis, junto con los
desechos, acaba liberándose al duodeno, y continúan por el intestino grueso para acabar
siendo eliminados por las heces. No es un sistema de excreción perfecto porque hay
sustancias que son reabsorbidas a nivel del duodeno y vuelven a la sangre.

Funciones digestivas, fabricación de bilis:

La principal función del hígado en la fisiología digestiva es la fabricación y secreción de la


bilis. Los hepatocitos son las células que realizan todas las funciones del hígado (gestionar
los residuos, acumular glucógeno, realizar la gluconeogénesis, ...). Por lo tanto, son los
encargados de fabricar la bilis, 0,5-1 litros de bilis al día aproximadamente. Se trata de una
secreción continua que va a la vesícula biliar, donde es almacenada y concentrada.

Los hepatocitos del hígado producen bilis, la van vertiendo a los canalículos biliares y al
final la bilis es recogida por el conducto hepático común y puede llegar al colédoco o hasta
al duodeno. Pero la bilis va a encontrar que la puerta de entrada al duodeno, llamada
esfínter de Oddi, está cerrada, por lo que no puede pasar al duodeno. Entonces a la bilis no
le queda más remedio que ir a la vesícula biliar. El epitelio de la vesícula biliar realiza una
reabsorción de sodio y una secreción de bicarbonato, gracias a la cual se produce una
absorción de agua y la bilis se concentra. La vesícula biliar tiene una capacidad de
concentración muy grande. En algunas personas con una dieta con excesivo colesterol o
con una vesícula biliar que concentra mucho, por diversas razones, puede que la vuelva
sólida y la compacte formando piedras en la vesícula biliar. En torno al colesterol o al
bilirrubinato cálcico se acumula materia y al final la vesícula biliar se llena de piedras.
Mientras que las piedras estén en la vesícula biliar no pasa nada, el problema surge cuando
una se desprende y puede taponar los conductos biliares o hasta el propio esfínter de
Oddi, lo cual es más grave.

Cuando el esfínter de Oddi se abre, la bilis se vierte al duodeno y después se cierra. Se


trata de una secreción pulsátil y al de unos instantes, cuando el esfínter se vuelve a abrir, el
proceso se repite.

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Por la rama de la arteria hepática llega la sangre de la circulación sistémica y por la
ramificación de la vena porta llega la sangre cuyas características dependerán de si la
ingesta se ha realizado hace poco o no:

• si en el aparato digestivo se están absorbiendo nutrientes, esos nutrientes se


encontrarán en la sangre que lleva la vena porta a los sinusoides hepáticos del
lobulillo hepático.

• si hace varias horas que no se ha realizado la ingesta, la composición de la sangre que


llega de la vena porta será normal, sin nutrientes.

Entonces, en caso de disponibilidad de nutrientes en la sangre de la vena porta, los


hepatocitos fabrican glucógeno y lipoproteínas entre otros, y aprovechan esos nutrientes
para almacenarlos en la medida de lo posible en macromoléculas. Por el contrario, cuando
no hay nutrientes, los hepatocitos realizan su metabolismo normal y hacen otras funciones.

Entonces, los hepatocitos fabrican la bilis y la vierten a los canalículos biliares, que se
encuentran en la parte contraria a estos sinusoides hepáticos. Esa bilis es recogida poco a
poco por los conductillos biliares y por los conductos biliares. De esta manera, la bilis llega
al conducto biliar común y después a la vesícula biliar.

1. Composición de la bilis:

Los hepatocitos fabrican sales


biliares a partir de ácidos
biliares esteroideos y
aminoácidos. Los ácidos
biliares más comunes son el
ácido cólico y el ácido
quenodesoxicólico, los cuales
se combinan con glicina o
taurina y se forman las sales biliares, por ejemplo el taurocolato sódico. Además en la bilis
hay residuos (bilirrubina, fármacos, exceso de colesterol, hormonas modificadas que hay
que eliminar, …), bicarbonato (componente importante en la bilis, ya que al tener un pH
básico y acabar en el duodeno, neutraliza parte de la acidez del quimo procedente del
estómago).

2. Funciones de la bilis:

Las sales biliares ayudan a emulsionar las grasas (rotura solo física) y a solubilizarlas y
transportarlas en el intestino, procesos imprescindibles para su posterior hidrólisis y
absorción.

Tras ingerir alimentos que contienen lípidos, estas gotas de lípido llegan al intestino
delgado y en el duodeno esas gotas grandes se mezclan con las sales biliares,
produciéndose la emulsión. Se trata del proceso físico mediante el cual las gotas grandes
de lípido obtenidas a partir de la ingesta se rompen para formar gotas más pequeñas. Pero
la composición es la misma, es decir que no se ha producido ninguna transformación
química. Esta emulsión también aumenta la superficie de las gotas, lo que facilita que
después, las enzimas digestivas encargadas de hidrolizar esos lípidos tengan mejor acceso
a ellos.

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3. Regulación de la secreción biliar:

La secreción biliar es un proceso bastante regulado. En principio, está regulado por una
hormona y por el sistema nervioso autónomo, pero aunque ambos participen, la regulación
hormonal es la principal. La hormona encargada de la regulación de la secreción biliar es la
colecistocinina (CCK), que se libera en respuesta a un estímulo, que en este caso se trata
de la presencia de alimento en el duodeno, sobre todo si es alimento graso.

La presencia de alimentos grasos en el duodeno es captada por células duodenales y en


respuesta a ese estímulo otras células duodenales liberan colecistocinina. Por lo tanto, el
propio duodeno es capaz de sentir la presencia de grasas porque tiene quimioreceptores y
además, es capaz de, en respuesta a la presencia de esas grasas, llevar la hormona CCK a
la sangre.

Se trata de una secreción endocrina ya que la CCK es una hormona que es vertida a la
sangre, viaja por ella y aunque sus efectos principales estén en el propio aparato digestivo,
puede tener efectos distintos por todo el organismo.

Un órgano diana importante de la CCK es la vesícula biliar. En respuesta a la CCK, la


contracción del músculo liso de la vesícula biliar se activa, haciendo que dicho órgano se
contraiga y que vierta su contenido hacia el colédoco. De hecho, es una mezcla de las dos
cosas, la propia contracción de la vesícula biliar y la ayuda de la CCK provoca que
comience un peristaltismo en el conducto biliar común. Mediante ondas peristálticas el
contenido de la vesícula biliar avanza hacia el intestino delgado.

En el intestino delgado hay un esfínter que en condiciones normales está cerrado, por lo
que el paso del contenido desde el colédoco al duodeno está cerrado. Pero la presencia de
alimento en el duodeno también desencadena movimientos en el mismo.

Además de la colecistocinina, el sistema nervioso autónomo también regula la secreción


biliar, aunque no es tan potente. El sistema nervioso parasimpático estimula la secreción
biliar. Al acabar de comer se tiene un predominio parasimpático, ya que con la ingesta se
activa, por lo tanto, la activación del sistema nervioso parasimpático y la secreción de CCK
coinciden.

Por el contrario, el sistema nervioso simpático inhibe la secreción biliar ya que en


condiciones normales se activa en otros momentos, no justo después de la ingesta. Pero
en caso de que durante la ingesta haya una
situación de peligro, el sistema nervioso
simpático se activa y se inhiben muchos de
los procesos digestivos: durante un tiempo
breve se inhibe la secreción biliar, se reduce
la motilidad en el tubo digestivo, etcétera.

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➡ Relación entre la vesícula biliar y el vaciamiento gástrico:

El alimento llega al estómago, el cual tiene contracciones que abren el esfínter


pilórico y poco a poco se va vertiendo el contenido estomacal al duodeno. Si ese
quimo es graso, provoca la secreción de bilis, pero la presencia de quimo en el
duodeno desencadena un peristaltismo duodenal. Esos movimientos en el duodeno
abren el esfínter de Oddi. Ambos esfínteres se encuentran cerrados en condiciones
normales, es decir que tiene que suceder algo para que se abran, normalmente un
movimiento. Cuando el movimiento peristáltico termina, el esfínter se vuelve a cerrar
y y así sucesivamente hasta que no quede quimo. La secreción de bilis es pulsátil y
además está acompasada con el peristaltismo duodenal, ya que el esfínter de Oddi
solo se abre mediante este movimiento.

Se come el primer plato, se mastica, se deglute, el alimento llega al estómago que


primeramente una parte se almacena en el fondo gástrico y la otra empieza a batirse
y empieza el peristaltismo estomacal que abre el esfínter pilórico. Entonces,
comienza un pequeño vertido del quimo al duodeno, que según llega empieza a ser
procesado. Hay secreción de hormonas y secreción biliar, de forma que empieza a
llegar la bilis en el duodeno. Las grasas empiezan a emulsionarse y gracias a unos
movimientos, el quimo avanza poco a poco desde el duodeno hacia delante.

4. Circulación enterohepática de las sales biliares:

El excretar sustancias a la bilis y al intestino grueso no


es buen sistema de secreción ya que hay sustancias
que son vertidas mediante la bilis al intestino delgado
pero que luego son reabsorbidas, con lo cual no todos
los residuos que llegan al intestino delgado acaban
eliminándose por las heces. A pesar de no ser un buen
sistema de excreción, se utiliza.

La capacidad de que sustancias vertidas al intestino delgado sean reabsorbidas a la sangre


a veces es una ventaja, como por ejemplo en el caso de las sales biliares. El hígado fabrica
las sales biliares, las cuales, junto con otros componentes de la bilis, son vertidas por los
canalículos biliares, llegan a los conductos biliares, al colédoco y acaban siendo vertidas al
intestino delgado. Un poco más adelante, alrededor del 90% de esas sales biliares, son
reabsorbidas por la vena porta y vuelven al hígado. Este las envía de nuevo a la bilis.

Cuando el alimento llega al duodeno, se vierte poco a poco una bilis, que tras horas
almacenada en la vesícula biliar, está muy concentrada. Cuando el esfínter de Oddi está
abierto, se añade un poco de bilis sobre el quimo, éste avanza y llega quimo nuevo al que
se le vierte otro poco de bilis, así sucesivamente. Pero el contenido de la vesícula biliar es
finito y a veces las ingestas son muy largas, de modo que llega un momento en el que todo
el contenido de la vesícula biliar se ha vertido y se siguen ingiriendo alientos. Esto es
posible gracias a que las sales biliares se reciclan y el hígado las vierte a la bilis que sigue
fabricando. Este proceso es importante ya que aumenta la disponibilidad de bilis mientras
hay quimo en el intestino delgado.

Para algunos fármacos, la recirculación de las sales biliares es un inconveniente, ya que


esos fármacos acaban en la bilis y algunos son reabsorbidos, por lo que pueden
acumularse. Normalmente pasa lo contrario, el hígado los deshecha y los inactiva.

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PÁNCREAS:
Los islotes de Langerhan son una parte muy pequeña del páncreas y están dispersos a lo
largo del tejido pancreático, que en su mayor parte es exocrino, ya que funciona vertiendo
unos jugos al interior del aparato digestivo.

Su estructura histológica es típica de glándulas


exocrinas, similar a la de las glándulas salivares. El
páncreas está formado por acinos y conductos y
conductillos. Los acinos se encuentran en la parte
final, los conductillos van comunicando con el
conducto pancreático. El páncreas fabrica entre
1-1,2 L de jugo diarios. Hay un momento en el que
el conducto pancreático confluye con el colédoco en
un ensanchamiento común, y al lado se encuentra el
esfínter de Oddi. Cuando el esfínter de Oddi se abre, no solo se vierte bilis proveniente del
colédoco, también jugo pancreático. La secreción del jugo pancreático es pulsátil, como la
de la bilis, y además está sincronizada con el peristaltismo duodenal, ya que es éste el que
provoca la apertura del ésfinter de Oddi. Entonces, el quimo, además de bilis, también
recibe jugo pancreático.

COMPOSICIÓN DEL JUGO PANCREÁTICO:

Las células acinares son las encargadas de fabricar las enzimas hidrolíticas pancreáticas, y
después las vierten a los conductillos. En cambio, las células epiteliales de los conductos
secretan agua y bicarbonato, por lo que los componentes del jugo pancreático son
enzimas digestivas, agua y bicarbonato. La proporción de cada componente depende de la
composición del quimo que llega al duodeno:

• Cuando el duodeno recibe un quimo ácido, se estimula selectivamente la liberación de


la solución acuosa con bicarbonato. Las células epiteliales de los conductos secretan
más bicarbonato de lo habitual. Ese
bicarbonato es fundamental para
neutralizar el quimo ácido.

• Cuando el quimo es muy pesado, se


estimulan selectivamente las células
acinares para liberar enzimas
pancreáticas.

El páncreas no forma parte del tubo digestivo, pero como no funcione y no secrete las
enzimas digestivas, la digestión no puede realizarse en el intestino. El páncreas exocrino
fabrica y secreta, sobre todo cualitativamente, la mayoría de las enzimas digestivas:

• Amilasa pancreática: hidroliza almidón, glucógeno y otros carbohidratos (excepto


celulosa) a disacáridos y trisacáridos.

• Enzimas proteolíticas: tripsina, quimotripsina y carboxipeptidasa. Algunos hidrolizan


las proteínas en los extremos, otros atacan a enlaces que están en el interior de las
proteínas, pero todas las enzimas rompen las proteínas. Como son enzimas muy

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potentes, se secretan como zimógenos o precursores inactivos. Cuando se activan
en el duodeno, atacan al quimo.

• Lipasa pancreática: hidroliza triglicéridos. Otros enzimas: esterasas de colesterol,


fosfolipasas…

• Ribonucleasas, entre otras, permiten aprovechar otros componentes presentes en la


dieta. Todas las enzimas hidrolíticas digestivas los produce el páncreas.

En el páncreas las enzimas proteolíticas están inactivadas,


en forma de zimógenos, pero su activación se produce en
la luz del duodeno. Se abre el esfínter de Oddi, y al
duodeno le llega el jugo pancreático que contiene
bicarbonato y enzimas. Cuando los zimógenos llegan a la
luz del duodeno, se encuentran con una enzima llamada
enterocinasa o enteropeptidasa, que está unida a la
membrana apical de los enterocitos. Ésta enzima activa la
tripsina, es decir, el tripsinogeno, precursor de la tripsina,
es hidrolizado y convertido en tripsina (enzima activa) por la
enterocinasa. Una vez activada, la tripsina activa al resto de
los zimógenos pancreáticos, incluso puede activar
moléculas de tripsinogeno inactivo. Esa acción conjunta de
la enteropeptidasa y de la tripsina produce la activación de
los zimógenos.

Para proteger al páncreas de la tripsina, las células acinares secretan un factor inhibidor de
la tripsina, por lo que en caso de haber una activación espontánea de tripsina dentro del
páncreas, esas moléculas que rápidamente la inhibirían para evitar que esa tripsina
estuviera digiriendo. Esto indica lo importante que es mantener la tripsina bajo control,
porque cuando está en el duodeno no pasa nada ya que tiene quimo sobre el que actuar,
pero en el páncreas la tripsina puede dar problemas de rotura de proteínas, lisis y puede
atacar y dañar el tejido pancreático.

REGULACIÓN DE LA SECRECIÓN PANCREÁTICA:

El jugo pancreático se secreta cuando el quimo llega al duodeno. El SN parasimpático y


varias HORMONAS activan su secreción. La composición del jugo pancreático varía,
dentro de unos límites, en función de la composición del quimo.

Cuando el quimo es muy denso, la presencia de sus componentes activa la liberación de


hormonas, por ejemplo la colecistocinina. La CCK, además de activar la secreción biliar,
también estimula a los acinos pancreáticos para que liberen más enzimas.

La acetilcolina parasimpática, también estimula las células acinares para fabricar más
enzimas, al igual que la gastrina que se libera cuando el alimento llega al estómago.
Aunque el efecto de la gastrina es menor, es importante porque de alguna manera, le avisa
al páncreas de que el alimento está en el estómago pero que en seguida va a pasar al
duodeno, por lo que tiene que prepararse y empezar a fabricar o a activar la secreción de
enzimas digestivas.

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Por el contrario, cuando el quimo es ácido, la secretina, una hormona duodenal, estimula el
funcionamiento de las células epiteliales de los conductos para que secreten más
bicarbonato.

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