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Un Mar para Emilia
Un Mar para Emilia
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UN MAR
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Liliana Bodoc
Ilustraciones de Vicky Malamud
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Un mar para Emilia
Colección: Luna de cartulina / Violeta
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Por fin el maestro regresó al aula.
Al principio no dijo nada de las botellas, como si se hubiese
olvidado del asunto. Pero cuando la jornada estaba por
terminar, abrió ancha su sonrisa.
—Ah, por cierto —dijo—: cada uno de sus mensajes está ahora
mismo flotando sobre las olas enormes. ¿Quién los encontrará?
¿Un pescador, un turista, un poeta? ¿Los leerán en voz alta o en
susurros? ¿Y si se los llevan las gaviotas? Quién sabe… En el mar
pueden pasar cosas increíbles. ¡El mar es un gran cartero! —
Luego los despidió—: Y ahora, taza, taza, cada uno para su casa.
Emilia se quedó esperando que sus compañeros salieran.
Recién entonces se acercó al maestro.
—¿Y mi muñeca? —balbuceó—. ¿No quiso volver conmigo?
El maestro le acarició la cabeza.
—Claro que sí, Emilia. Acá la tengo.
La muñeca salió del portafolio donde el maestro
llevaba sus papeles.
—Tomá, ¡sana y salva!
Emilia abrazó muy fuerte a su muñeca. Y le habló al oído.
—¿Me vas a contar cómo es el mar?
Y de nuevo:
—¿Me vas a contar cómo es el mar?
Pero, claro, Emilia no tuvo respuesta.
—No vayas a llorar —pidió el maestro.
Emilia miró de frente el rostro sencillo
de su muñeca muda. Y, de pronto, sonrió.
—¡Mire, maestro! ¡Mire!
La muñeca de Emilia, de cabello enrulado y bonito
vestido a lunares, tenía los ojos azules, muy azules.
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