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Escena I
Escenografía
(Se lleva a cabo en la cocina de la casa, una mesa con platos
servidos, un florero en el centro de la mesa, unos vasos)
Don Olegario Cosío: Te digo, hijo mío, que lo pienses mejor,
que la muchacha es más rica que nosotros y de más alto
linaje. Y es malo que la mujer aventaje en fortuna a su
marido.
Juvencio Cosío: Es cierto, pero siendo usted pobre, no tiene
nada que darme para vivir a mi gusto. Y si no me ayuda a
arreglar el casamiento que pido, me veré forzado a irme de
esta tierra en busca de mejor fortuna y mejorar mi situación.
Don Olegario Cosío: Hijo querido, no seas tan empecinado
por favor escucha a tus padres y deja de pensar en ese
compromiso, esa mujer te hará daño, por algo todavía esta
soltera y ya tiene sus años.
Juvencio Cosío: Madre usted me ve con mucho cariño por
eso lo dice pero créame, desde que vi a Luisa Bravo me
enamoré de ella, sé que tiene un carácter de los mil
demonios pero ella es la que quiero para compartir mi vida,
además es la más bella de todo el pueblo y ha sacado
adelante la talabartería junto con sus padres.
Doña Juana María: Cierto que ella es bonita, trabajadora y
hasta inteligente pero su carácter nadie le soporta, si no fuera
porque sus padres siempre pagan por el desorden que hace
nadie en el pueblo la volteara a ver ni le dirigiría la palabra.
Juvencio Cosío: (Abrazándola) Madre usted no se preocupe
(la suelta) que ha criado a un hijo muy listo y sabré
ganármela, ya llevo meses frecuentándola y seguro estoy que
me he ganado su confianza y hasta su cariño o ¿lo duda?
Doña Juana María: No, hijo, eso nunca, (mientras le acaricia
la cara) sé que eres bueno, noble, más trabajador que
cualquiera y todo lo que te propones lo logras, pero que no
sea yo quien te robe tus sueños, te doy mi bendición (lo
persigna mientras habla) para que vayas y conquistes a esa
fiera, aunque se me parte el corazón pensar que te puede
hacer un mal. (Lo besa en la frente).
Don Olegario Cosío: Pues yo sigo pensando lo mismo
Juvencio, aunque conozco muy bien a Leandro, el padre de
Luisa ya que somos amigos desde la infancia, sé que te va a
costar mucho ganarte esta partida.
Juvencio Cosío: Confíe en mi padre, verá pronto que esa
potranca estará a mi lado tan mansita que ni usted lo va a
creer.
Don Olegario Cosío: (se acerca y le da una palmada en la
espalda) bueno hijo, creo que tu madre y yo ya cumplimos
con advertirte y solo podemos apoyarte en esta decisión. Ya
lo demás queda en tus manos y en las de esa muchacha Luisa
Bravo.
Juvencio Cosío: Gracias padres por comprender, entonces
mañana iremos a hablar con Don Humberto Bravo y Doña
Antonia.
ESCENA II
Escenografía
(En casa de la familia Cosío, es una hacienda o casa grande,
se realiza en la sala)
(En la puerta se encuentran Don Olegario y Doña Juana
María con Juvencio)
Don Olegario toca la puerta. Abre la señora del servicio.
Señora del servicio: ¡Buenas tardes señores! ¿Qué se les
ofrece?
Don Olegario Cosío: ¡Buenas tardes! ¿Están los señores de
la casa? Queremos verlos para saludarles y hablar con ellos.
Señora del servicio: Claro que sí, pasen ahorita les aviso.
(Entran a la sala y se sientan, en un momento más entra la
sala Don Humberto y saluda con mucha efusividad)
Don Humberto Bravo: ¡¡Amigo Olegario!! Qué gusto me da
verte aquí en esta tu casa, (lo abraza con mucho gusto y
energía)
Don Olegario Cosío: ¡¡¡Amigo Humberto!!! El gusto es mío.
Tanto tiempo sin visitarte. Mira te presento a señora esposa y
a mi retoño Juvencio que no lo ves desde que era un
huequillo.
Don Humberto (saluda cordialmente y con todo respeto a
Juana María y a Juvencio) Es un gusto saludarlos de nuevo,
ciertamente tenía muchos años sin verlos, aunque a este
joven lo he visto varias veces visitando mi talabartería,
nuevamente un gusto tenerlos por aquí por esta su casa.
Díganme a qué se debe su apreciable visita, ¿hay algo en lo
que pueda ayudarles?
Don Olegario Cosío: Amigo Humberto lo que nos trae por
acá su apreciable casa es un ruego que vengo a hacerle en
nombre de mi hijo Juvencio.
Don Humberto: ¿De qué se trata?
Don Olegario: Usted, amigo y señor, tiene solo una hija.
Don Humberto: Cierto, una sola, pero me pesa como si
fueran doscientas.
Don Olegario: Y yo solo tengo a este hijo. Antes, cuando los
dos éramos pobres, usted y yo éramos amigos, juntamos
nuestra amistad. Hoy vengo a rogarle si le parece, que
juntemos a nuestros hijos.
Don Humberto: (asombrado) ¿Cómo es eso, amigo? ¿Se
atreve hablarme de casamiento?
Don Olegario: Ya le advertí a Juvencio de su riqueza y de
nuestra humildad. Pero él se empeña…
Don Humberto: ¿Qué este muchacho quiere casarse con mi
hija? ¿No me engañan los oídos?
Juvencio: Esa es nuestra solicitud señor Humberto, Si le
parece bien.
Don Humberto: ¡Y como sí estoy de acuerdo, claro que sí!
¡Dios te bendiga mi querido Juvencio! Qué peso vienes a
quitarme de encima (Lo abraza muy efusivo)
Don Olegario: Entones… ¿Aceptas amigo Humberto?
Don Humberto: Claro que te concedo la mano de Luisa,
nunca pensé que hombre alguno quisiera casarse con ella y
sacarla de esta casa como Dios manda. Amigos somos y tu
hijo es buena persona y sería un error no decirte algunos
detalles de mi hija ya que es de carácter muy fuerte, bravo y
empecinado como ninguna. Es mejor decirte querido
Juvencio para que no estés engañado.
Don Olegario: No, mi amigo Humberto, este casamiento es
por que él quiere, nosotros ya le advertimos todo. El bien
sabe de qué carácter es Luisa y a pesar de todo la quiere y la
quiere bien.
Don Humberto: Siendo así, no se hable más. Yo te doy la
mano de Luisa con mucho gusto, ¡Hijo mío y que el cielo te
libre bien de este negocio! (se oyen adentro gritos de pleitos
y estrépito platos que se rompen) No se espanten que lo más
seguro es que sea Luisa que esta discutiendo amigablemente
con su madre. (Les llama a gritos) ¡Luisa! ¡Mujer! Vengan
acá que hay grandes noticias.
Doña Antonia: (sale madre e hija muy enojadas, jaloneando
una tela) ¡Suelta, digo! ¡Suelta Luisa, porque tan terca!
Luisa Bravo: ¡Con uñas y tiros ha de ser, que es mía mamá,
mía y mía! (Gritaba)
Don Humberto: pero ¿qué es esto señora? ¡Luisa que
vergüenza! Ahora que tenemos a nuestros amigos en la casa,
ustedes presentándose con esta escena . (Voltea con Olegario
apenado) Amigo pues esta es mi muy amada hija Luisa y mi
querida esposa que ya conoces Antonia. (Luisa y Antonia
apenadas se acercan a saludar)
Doña Antonia: Pero bueno qué los traen por acá Olegario y
Juana María han sido muchos años sin frecuentarnos.
Don Olegario: Bueno pues nos retiramos para que inicien los
preparativos de la boda y agradecidos por darnos la mano de
su hija Luisa.
ESCENA 3
(En la iglesia se encuentra el sacerdote enfrente esperando
que la novia entre, a un lado esta el Justino, sus padres al
lado de él, los invitados cada quien de pie cuchicheando
bajito sobre los detalles de la boda)
(Música de fondo para la entrada de la novia, entra la novia
junto con sus padres cada uno de su lado, Juvencio nerviosos
sonríe el ver a Luisa entrar)
Don Humberto Bravo:: (enfrente de Juvencio le da la mano
de Luisa mientras dice) Juvencio te hago entrega de mi gran
tesoro, mi hija Luisa, mi más amada, para que sea ahora tu
esposa, espero la cuides y sepas formar una familia con ella.
(Le da un beso en la frente a Luisa y se retira a sentar con su
esposa).
(Juvencio toma la mano de Luisa y le ayuda a sentarse a su
lado)
Sacerdote: Hermanos míos hoy estamos todos aquí para
celebrar la unión matrimonial de dos jóvenes Juvencio y
Luisa, pónganse de pie para comenzar esta ceremonia
religiosa.
Sacerdote: Juvencio aceptas como esposa a Luisa, prometes
amarla en el bien y el mal, la salud y la enfermedad, en la
riqueza y en la pobreza hasta que la muerte los separe.
Juvencio: ¡Sí acepto! (Lo dice con mucha seguridad)
Sacerdote: Luisa aceptas como esposo a Juvencio, prometes
amarlo y respetarlo (hace énfasis) en el bien y el mal, la
salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta
que la muerte los separe.
Luisa: ¡Sí acepto! (voltea con Juvencio y le sonríe)
Sacerdote: Los anillos por favor. (Ambos se colocan en los
dedos sus anillos)
(Pasan las personas que tienen los anillos y se los entrega en
sus manos)
Sacerdote: Por el mandato que la iglesia católica me
confiere, los declaro marido y mujer , puede usted besar a la
novia.
Juvencio: (toma de la cara a Luisa y se acerca con la
intención de besarla pero se arrepiente y le da un beso en la
frente, Luisa se sorprendió y se notó que se molestó.)
Todos aplauden, mientras ellos tomados de la mano salen de
la iglesia, detrás de ellos todos los demás.
HUMBERTO BRAVO:(entre música el padre rico toma a su
hija por una mano y la aparta a un rincón.) Casada estas, hija
mía. Escucha ahora un consejo: obedece y sirve a tu marido
que hay más paz al obedecer que al mandar.
ESCENA 4
ESCENA
Humberto BRAVO: (SALE SIGIILOSAMENTE Y
ESCUCHA CON LA MANO EN LA OREJA) NADA. ES
SOSPECHOSO TANTO SILENCIO ¿Qué HABRA
PASADO AQUÍ? (LLAMA EN VOZ ALTA) YERNO,
YERNO (SALE EL JOVEN) HOLA, COMO TE VA
JUVENCIO: YA ESTA MANSA LA MUCHACHA
HUMBERTO: IMPOSIBLE ¿MANSA MI HIJA?
JUVENCIO: COMO UN CORDERO
HUMBERTO: MARAVILLA GRANDE ES ESA (DICE
FELIZ DANDOLE UNA PALMADA EN LA ESPALDA)
¿Cómo TE LA PUSISTE ARREGLAR PARA<
CONCEGUIR TAL MILAGRO?
JUVENCIO: TIRANDO FUERTED DE LA RIENDA
DESDE EL PINCIPIO. MANDE A TRAER AGUA AL
PERRO COMOL NO OBEDECIO LO MATE DELANTE
DE ELLA, ASI LO HICE CON EL GATO. CUANDO LA
MANDE A TRAER AGUA, LO HIZO SIN QUEJA
ALGUNA POR MIEDO A CORRER POR LA MISMA
SUERTE. LE ASEGUIRON QUE SU HI VA A ER LA
MUJER MAS OBEDIEN DL MUNDO DE HOY EN
ADELANTE
HUMBETO:DIBLO DE MUCHCACHO…SI Y PUDIERA
HACER LO MISMO CON ,LA MADRE…( DICE RIENO
A CARCAJADAS)
JUVENCIO]: NO SE QUE PENSAR SUEGRO; PERO
NUNCA SGUNDAS PARTES FUERON BUENAS: “SI AL
PRINCIPIO NO MUESTRAS BIEN QUIEN ERES
NUNCA PODRAS DESPUES CUANDO QUISIERES”