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Volver a coincidir contigo

Ixchel y Elián eran dos adolescentes que se enamoraron, eran compañeros de


clase que solo les basto con tiempo y citas de estudio para enamorarse y como
no, se apoyaban el uno al otro e incluso cuando no ellos mismos querían
pensar en sus problemas, el otro lo ayudaba. Y es que si de verdad las almas
gemelas existían ellos estaban destinados a serlo, su conexión fue inmediata y
es que de verdad están destinados a tener un final feliz, pero como toda
historia de amor tenía que pasar algo trágico, algo que cambiara todo, algo que
sin lugar a dudas no tenía que pasar.
Las tragedias ocurren en un abrir y cerrar de ojos, en un abrir y cerrar de ojos
un conductor ebrio chocó contra su automóvil, su amor fue lo suficientemente
fuerte como para durar incluso después del accidente, pero la vida les tenía
algo distinto, esa noche los dos murieron y a su vez algo cambió y algo nuevo
nació. Dos familias lloraban la muerte de sus queridos hijos, una pequeña se
quedó sin su hermana mayor, unos empresarios absorbidos por el trabajo
lamentaron no haber pasado más tiempo con sus hijos, pero era tarde, uno ya
había fallecido; las familias cambiaron, se dieron cuenta que la vida no era tan
larga como para arreglar los errores del pasado.
Lo que nació fue más bello, más inexplicablemente extraordinario y es que
efectivamente Elián e Ixchel estaban destinados a seguir su amor tan puro y
sincero, esa noche fueron separados muy repentinamente, pero algo nació de
aquel fatal accidente, una promesa.
“Prometo que te encontraré, no importa cuantas vidas me tomé’

I
Lo que con el corazón se promete no se acaba antes sino hasta cumplirse y es
que en su siguiente vida Elián nació y creció en San Francisco, se convirtió en
un arquitecto muy reconocido y también muy solitario, el no se casó; Ixchel
vivió toda su vida en Londres estudio moda y tenía una pequeña boutique, se
juntó con su pareja y no tuvo hijos, incluso antes de que esta vida llegará al
final recordaron la promesa que tenían pendiente pero nuevamente un final les
quitaba eso. Alrededor de 8,616 km en línea recta había de por medio para que
cumplieran si misión, está vez no cambio nada, la siguiente no sería así

II
Ixchel vivió toda su vida en Medellín una vida muy humilde, tenía la estabilidad
económica suficiente, pero toda su vida sintió que aún le hacía falta encontrar
algo, se cansó de pensar que era aquello que le hacía falta, esa idea se
esfumó casi por completo cuando se casó y tuvo a su primer hijo; por otro lado
Elián creció en Barcelona y desde que tuvo uso de razón el sabía que tenía
que encontrar algo, a la chica que entre sueños le susurraba que no hacia falta
mucho, solo tenía que encontrarla, esa idea en la cabeza de un pequeño niño
hizo que se volviera curioso para los adultos escucharlo decir que el buscaba a
su novia perdida y que cuando la encontrara se casaría con ella y tendrían
muchos hijos. Aproximadamente 8,538 km de trayecto distanciaba que una vez
más que su historia de amor continuará.

III
Elián estudio cine en Nueva York y en una de sus grabaciones conoció a una
actriz muy famosa, por lo que se enamoraron, tuvieron dos hijos, pero luego se
divorciaron. Después volvió a casarse con una cantante exitosa y nuevamente
tuvo dos hijos, pero a pesar de tener una familia estable con el paso de los
años sintió que algo o alguien le faltaba en su interior y justo antes de morir en
un incendio lo recordó, el tenía que buscar a Ixchel esa alma que completaba la
de él, que dejó un vacío en su interior, sabía cuál era su misión y el sabía que
le tomaría menos tiempo encontrar esa otra parte de él. Ixchel estudio en
Canadá pero no llegó a graduarse puesto que se embarazo muy joven por
suerte el padre se había hecho responsable por lo que ella dejó sus estudios y
cuando nació su hija se dedicó de lleno a estar para ella, luego enfermo y los
doctores no se explicaban el por que si ella estaba muy sana, en uno de sus
episodios en los que momentáneamente olvidaba a su familia se dio cuenta de
que ella tenía que encontrar a Elián, no se explicaba como lo pudo olvidar y en
ese momento decidió contarle a su hija sobre aquel amor que tenía que
recuperar, necesitaba encontrar a su otra mitad; enferma duro unos cuantos
años, mientras tanto Elián ya estaba teniendo nueva vida. Una periferia de
2,896 km dividía a estas dos almas que por fin recordaban eso que los
impulsaba a seguir buscando su felicidad.

IV
Cuando Ixchel continúo con su siguiente vida, Elián ya tenía cinco años y los
dos a cierta edad comenzaron su búsqueda, pero se dieron cuenta de que era
casi imposible que su alma gemela estuviera cerca por lo que ambos
únicamente se dedicaron a trabajar para en algún momento juntar el dinero
suficiente para viajar por el mundo en busca de aquello que los hacía uno
mismo, Elián empezó a viajar desde los 28 años con un mapa de los lugares en
los que él creía que podía estar Ixchel. Ixchel comenzó su recorrido por el
mundo a los 25 años con una lista en mano de la que jamás se separaba y es
que en ella plasmaba todas las ciudades, pueblos, playas, valles, etc.
Sus viajes jamás se encontraron y eso que viajaron toda su vida, pero eso no
los detendría aún tenían más, en sus últimos años Elián vivió en Estocolmo y
Ixchel en Umea. Con una cercanía aproximada de 513,15 km el destino detuvo
a estos viajeros en busca de su amor perdido si ellos supieran qué una vírgula
era lo único que los separaba.

V
Elián en esta última vida se llamaba Antu y el porqué de su nombre era que su
papá era de Chile y su mamá de Italia y al ser su único hijo decidieron que si
nombre haría referencia a de donde era su padre. Ixchel se llamaba Kuyen que
hacía referencia a Argentina de donde era su madre, Kuyen se fue a vivir a
Nueva Orleans de donde era su padre y a los 27 se fue de viaje a Venecia, con
el ánimo por los suelos porque ya no creía encontrar a su sol estaba a nada de
rendirse así que decidió que regresando de su viaje se olvidaría
completamente de esa parte de su alma perdida, Antu por su parte que tenía
29 años vivía en Italia estaba a nada de casarse cuando decidió hacer un
pequeñísimo viaje para reunir a su familia y avisarles la noticia, el llego antes
pues quería ver un poco más de Venecia.
Aquel nuestro nuevo primer día…
Estaba algo soleado cuando Kuyen salió a tomar fotos de Venecia, realmente
era muy hermoso lo que veía, estaba a nada de tomar una foto cuando en su
lente se vio a aquel chico que de lejos se robaba su atención, sin poderse
resistir camino hacia el mientras guardaba su cámara.
—Hola —Dijo Kuyen
—Hola, ¿te conozco? —Exclamo Antu
Kuyen comenzaba a dudar de que hablarle hubiera sido una buena idea así
que indago en su mente hasta poder buscar una buena excusa —Es que estoy
tomando fotos para un proyecto artístico y te vi y pensé en venir a preguntarte
si no seria mucha molestia tomarte unas fotos —En cuanto termino de decir
aquello ya sabía que esa había sido la peor excusa que su mente pudo idear.
—Realmente me encantaría ayudarte, así que sería un placer que me tomaras
fotos —Dijo Antu con una sonrisa en su rostro
—Muchas gracias ammm…
—Antu, me llamo Antu —Dijo el chico mientras le tendía su mano
—Mucho gusto Antu, yo soy Kuyen —Dijo mientras estrechaba su mano
—El gusto es mío
Después de su presentación Kuyen comenzó con su “proyecto artístico” y entre
fotos empezaron a conversar, una vez dejaron las fotos de lado se pasaron
toda la tarde charlando sobre ellos y entre más hablaban más crecía esa
sensación de familiaridad, hasta que de repente.
—Disculpa la pregunta, pero ¿No te había conocida antes? —Pregunto Antu
con cierta curiosidad en su tono
—No lo creo, pero ahora que lo mencionas siento como si ya te conociera y no
me refiero a físicamente, sino tu personalidad —Respondió Kuyen y es que
aquello era tan verdadero que, si él no lo hubiera comentado, ella lo habría
hecho
—Yo siento exactamente lo mismo —Al termino de eso sonó el teléfono de
Antu, al parecer era su madre para decirle que no los dejaba reservar a ella y a
su padre en el hotel.
—Yo lo resuelvo —Contesto y en seguida colgó la llamada —Me tengo que ir
Kuyen, pero fue un verdadero gusto conocerte —Expreso mientras se
levantaba de la banca en la que estaban
—Sin duda el gusto es mío, espero te valla muy bien Antu —Dijo sonriendo
Kuyen
Después de eso ambos comenzaron a caminar en direcciones opuestas
cuando de repente algo hizo click en ambos y muy dentro de ellos lo supieron.
Ambos se regresaron y caminando animadamente volvieron hasta el punto en
el que se encontraban.
—Eres tu —Dijeron los dos al unísono una vez que estuvieron cerca
Fue ahí donde nuevamente se reconocieron dos almas gemelas perdidas, es
aquí donde su historia continua.
Antu cancelo su boda lo más rápido que pudo y es que no quería perder más
tiempo. Un año después Kuyen y Antu se casaron, tuvieron tres hijos y los
nombraron Deneb, Adhara y Elnath. Vivieron en viña del mar en chile y fueron
felices hasta el último momento.
Una tarde de verano mientras el sol estaba a punto de meterse Antu y Kuyen
paseaban por la playa agarrados de la mano.
—Las vidas que no viví a tu lado, fueron mas que suficiente para saber que en
esta que por fin estas a mi lado valió la pena la espera mi luna —Dijo Antu
mientras miraba con dulzura a Kuyen
—Fue un placer volver a coincidir contigo, mi sol

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