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Frente de Afirmación Hispanista, A.C.

Castillo del Morro No. 114


Col. Lomas Reforma,
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11930 México, D. F.

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Miembro de la Cámara Nacional de la
Industria Editorial

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f Director:
Fredo Arias de la Canal

Fundador:
I Alfonso Camín Meana

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Daniel Gutiérrez Pedreiro

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HISPANA-AMERICANA
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del mundo hispánico
NORTE
REVISTA HISPANO-AMERICANA. Cuarta Época. No. 451/452 Mayo-Agosto 2006

SUMARIO
EL MAMÍFERO HIPÓCRITA XVI
Arquetipos Cósmicos asociados
al ojo, la luz y a la devoración
(Primera Parte)

Fredo Arias de la Canal


3

«DE LA FILOSOFÍA AL PROTOIDIOMA»


NUEVO LIBRO DE FREDO ARIAS DE LA CANAL

Virgilio López Lemus


4

POETAS INCLUÍDOS EN ESTE ESTUDIO


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Portada: Saturno
Francisco de Goya (1746-1828)
Óleo trasladado a tela (146 x 83 cm.)
Museo del Prado, Madrid.
Saturno o cronos devorando a su hijo , grabado, por Joannes de Monte-Snyders . Chymica vannus, 1666.
Tomado de El juego aúreo . 533 grabados alquímicos del siglo XVII por Stanislas Klossowski de Rola
(Ediciones Siruela, Madrid 1988).
ARQUETIPOS CÓSMICOS
ASOCIADOS AL OJO,
LA LUZ Y A LA DEVORACIÓN

(Primera Parte)

Fredo Arias de la Canal


«DE LA FILOSOFIA AL PROTOIDIOMA»
NUEVO LIBRO DE FREDO ARIAS DE LA CANAL

Virgilio López Lemus

La crítica literaria puede hallar caminos insospechados, sobre todo cuando el crítico se arma
de una conceptualización, un método investigativo y de análisis, así como de unas coordenadas
referenciales que le otorgan un mecanismo homogéneo para adentrarse en las obras literarias
de los más diversos autores y épocas. La voz de los otros (poetas o autores de cualquier género)
alcanza resonancia en tanto sus lectores puedan conocerla en su polisemia esencial. Si los fines
críticos justifican los medios utilizados, es muy interesante que un explorador de letras halle
un medio capaz de analizar a la poesía coetánea o a la más antigua que llegue a sus manos. Nos
guste o no, estemos de acuerdo o no con el método que el hipotético crítico seleccione, adopte
o genere como suyo propio, importan su derecho a estudiar las obras literarias como le dicten
sus recursos y sus resultados basados en ellos.
En la época del estructuralismo, del post-estructuralismo, de la modernidad subyacente y
la post-modernidad "agresiva", ya resulta casi extraño que un crítico se base en las fuentes del
psicoanálisis para formar un método personal de estudio, que vaya incluso más allá de Freud
y de los psicoanalistas posteriores o los abarque a todos, desde Jung hasta Lacan, y con medios
de interés también filológicos, se adentre en la poesía de todos los tiempos, para ver en ella
traumas, símbolos, arquetipos que incluso escapan del individuo para serlo de la especie.
Fredo Arias de la Canal es ese crítico. He advertido las más diversas reacciones de los
poetas y de otros estudiosos más ortodoxamente filológicos ante su método, que van desde un
rechazo incluso agresivo hasta una comprensión madura, con puntos intermedios que casi
nunca consisten en la indiferencia. Cuando un método de estudio se enfrenta a tales reacciones,
debemos comenzar (es mi caso) por sospechar que algo sugestivo se encierra en él, si es verdad
que sólo lo polémico (rechazo o aceptación) es interesante o sólo se debate lo que tiene valor.
Luego de una copiosa bibliografía en la que Arias de la Canal aplica su personalísimo
método de análisis (mediante antologías de poetas en libros o en la revista Norte), y tras la
aparición en 2003 de su muy esclarecedor Filosofía de la estética anterior al descubrimiento
de las leyes de la creatividad , aparece De la filosofía al protoidioma , donde abre capítulos
de análisis de reinterpretación de Platón, reitera las coordenadas de su método de análisis y lo
aplica en decenas de poetas de todo el mundo. Las bases eruditas de tales presupuestos se nos
muestran de una manera sencilla y sin mayor complicación que la cita de aquellos textos que
han servido a Arias de la Canal para llegar a sus conclusiones.

4
El sistema empleado se parece al apunte de 3. Todo poeta concibe en mayor o menor grado
clases y al fichero del investigador. Pero el arquetipos cósmicos: cuerpos celestes asocia-
sistema de apuntes y fichas, y de subrayados en dos principalmente a los símbolos: ojo, fuego
ellos, queda trascendido por la intención del y piedra y secundariamente a otros arquetipos
de origen oral-traumático.
autor, quien va llevando de la mano a su lector
cita tras cita, confiando en su sana inteligencia,
No se puede ser más claro, directo y preciso en
para demostrar aquello que desea, y que por lo
sus presupuestos, sobre la base de los cuales
común aparece a manera de hipótesis o enun-
Arias de la Canal "trabaja" los poemas, subra-
ciado en el título del texto presentado. Así, si
yando la aparición de esos arquetipos, la
Arias de la Canal quiere demostrar la presencia
expresión de los traumas definidos y, en defini-
del trauma de la sed y su incidencia en el
tiva, lo que él llama el "protoidioma" presente
protoidioma humano en la obra poética de un
en todo poeta legítimo. Para este autor, la
autor, o si el centro de interés es la sed misma
"herencia arcaica" del hombre brota a través de
como arquetipo en centenares de poemas,
la creación poética, habiendo yacido en la
precisamente recurre a los textos y los desplie-
memoria, y siendo portadora de los arquetipos
ga, a veces con citas in extenso , otras veces
cósmicos. Su análisis de los arquetipos como
sólo de manera fragmentaria. Si lo que desea es
manifestación poética constante en todos los
hallar el entramado de pensamiento que los
poetas, de mayor o menor rango estético, pasa
arquetipos cósmicos o los traumas perinatales
por la Idea en su concepto platónico puro, de
forman a través de los siglos, entonces cita
la cual ellos son expresión. El crítico revisa
pensadores de todos los credos y de todas las
cómo este concepto platónico es traducido por
tendencias filosóficas, porque más que una
otros pensadores, al grado que "El Dios de
línea de pensamiento determinada, él se preo-
Espinoza es equivalente a la Idea de Platón.
cupa por demostrar cómo esos arquetipos o
(...) La Idea de Platón es equivalente a las leyes
traumas forman parte incluso inconsciente del
cósmicas". Tras ello, llega a la conclusión de
entramado creativo de los poetas.
que la Idea es "el concepto abstracto más
Fredo Arias de la Canal es hombre de
genial concebido por el cerebro humano", y de
síntesis, no usa muchas palabras para decir o
la cual brotan "los arquetipos que conforman el
demostrar lo que desea, la mayor parte de las
protoidioma del ser humano". Así devienen los
veces deja que lo demuestren los propios textos
símbolos arquetípicos: cuerpos celestes (pecho
que cita, pero se ha visto precisado a enumerar
alucinado), fuego (hambre-sed), piedra (petri-
sus presupuestos esenciales, que él llama
ficación), entre otros.
Leyes de la creatividad póetica , aquellas por
Tras haber enunciado estos principios, el
las cuales "los arquetipos del protoidioma
crítico que es Arias de la Canal se manifiesta
recordados en el paleocortex [son] expresados
de la siguiente forma, cuya cita in extenso
compulsivamente por los poetas; estas Leyes
resulta imprescindible para que se advierta el
son:
fiel del método aplicado:
1. Los arquetipos que concibe el poeta durante
sus sueños o estados de posesión provienen de Como crítico literario, soy el ojo que
su propio inconsciente o paleocortex cerebral mira al poeta a través de su poesía, pues
y se hacen conscientes al percibir, escribir o el poeta está determinado por su trauma
recordarlos. oral a concebir los arquetipos del protoi-
dioma para intercalarlos con su idioma
2. Todo poeta es un ser que simboliza sus vernáculo y darles metro o ritmo libre.
traumas orales con arquetipos pertenecientes al Una vez que la poesía se convierte en
inconsciente colectivo, del cual su propio
objeto , vg. nóumeno, apariencia o repre-
inconsciente es parte integrante.
sentación, el poeta siente la compulsión

5
de exhibirla actuando la defensa: "so no ción entre el ojo-sujeto y el objeto-apariencia
quiero ver sino que me vean entonces o sea también dicho, entre el crítico y el poeta.
la recita o la publica para ser vista por Esta concepción antropocéntrica de la poesía,
el ojo del sujeto . En mi caso particular, tal concede al poeta-sujeto-creativo un caudal de
poesía la percibo dentro de un tiempo, elementos expresivos observable por un ojo
espacio y causalidad -como lo observó crítico que lo psicoanaliza desde el concepto
Kant- para demostrar su riqueza arque- del protoidioma.
típica que antologo en categorías, para Por supuesto que un crítico que observa al
convertir al poeta en un sujeto crítico crítico se puede fijar en que Arias de la Canal
como yo, estableciendo un diálogo inter- acarrea su conceptualización desde un entrama-
pares que ha durado tres décadas a través do filosófico idealista (desde Platón hasta el
de la revista Norte y sus ediciones. propio credo freudiano), pero es curioso que su
En este diálogo que he iniciado con los aplicación rebasa una posible inclinación
poetas -alejado de la adulación o del irracionalista , debido al aludido interés antro-
desprecio platónico- ellos nme comprehen- pocéntrico, a la poesía como obra (objetiva
den cuando les digo que sangran por la incluso) del hombre social (vir politikon). La
herida, que conocen la serpiente del Paraí- poesía (el poema) es el objeto de estudio.
so, que fueron crucificados con Cristo y detrás del cual está el hombre o la mujer poe-
conocieron el infierno de Lucifer. A su tas, que revelan inevitablemente el protoidioma
vez los poetas sienten la compulsión de en el que necesariamente están inmersos en lo
demostrar que el ojo-sujeto, o sea, el críti- que llama el "inconsciente estético", mejor
co que los analiza a través de su poesía, explicado en su libro Filosofía de la estética
también es poeta u objeto o representa- anterior al descubrimiento de las leves (le la
ción, como diciendo: "nos conoces porque creatividad.
eres poeta también", a lo que respondo: Puede ser que este método de análisis (o
"Es absurdo, porque el poeta dice sabias de psicoanálisis en la poesía) no dé iguales
cosas -según Sócrates- que él mismo no resultados en algún seguidor menos culto, de
comprende". Y aquí se interrumpe mo- formación menos erudita que la que se advierte
mentáneamente nuestro diálogo. [Las en Arias de la Canal. Pudiera ser que este
negritas son del autor del ensayo]. método de estudio tan personalísimo llegue a
devenir pozo agotable por reiteración para otro
Según se advierte, el hecho de antologar devie- crítico. Pero es evidente que ha resistido labo-
ne método de trabajo en Fredo Arias de la reo constante durante más de treinta años, v
Canal, para alcanzar la demostración bastante una veztras otra demuestra, cita tras cita, cómo
generalizada de que el poeta, incluso sin que- se manifiestan todas las Leyes que él mismo
rerlo o saberlo, expresa arquetipos cósmicos, relaciona, y cómo los poetas las aplican. Las
parte de sus traumas orales (veneno, devora- numerosísimas antologías cósmicas y tanáti-
ción, punción, succión, sed), para expresarse cas que el crítico publica, son el «terreno» de
desde el inconsciente colectivo y a través de su la aplicación de su método, difunden de paso
propio registro inconsciente, allegando protoi- las obras de numerosos poetas, y ha ido crean-
dioma a su idiolecto expresivo. Creo que esta do una magnífica biblioteca en la que abundan
es la relación eidética, el centro de ideas del poetas que alguna crítica puede catalogar como
trabajo de Arias de la Canal, quien aplica de grandes, medianos o menores.
manera casi obsesiva su mirada sobre el cuerpo Habría que discutir luego, si el hombre es
poético de infinidad de poetas de la lengua el centro de la poesía o si la poesía está en el
española, e incluso de otros idiomas (Dante, centro (médula) del hombre. A Arias de la
Shakespeare). El demuestra la "activa correla- Canal le interesan los dos: el ser-poeta y el

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objeto-poema. Desde el segundo psicoanaliza
al primero, pero el prisma no es quirúrgico sino
estético, su asunto no es "curar" traumas sino DE L.s FILOSOEIA
advertir cómo ellos se materializan desde el AL PROTOIDu, i
inconsciente colectivo hasta el filtro lírico de
un autor determinado. Quizás si de fondo
Fredo Arias de la Canal
podarnos escuchar al cubano José Lezama
Lima, quien en la concepción teleológica de su
poética puede exclamar que el hombre es un
ser para (la resurrección) la poesía. Sin ontolo-
gizar en demasía su acercamiento al mundo de
las letras líricas, Fredo Arias de la Canal ha
abierto una línea de trabajo que relaciona
psicoanálisis, filosofía y poesía.
Queda por hacer un recuento analítico de
sus notables aportes al conocimiento de resor-
tes expresivos de la poesía, destacar algunos de
sus estudios cimeros (sobre Sor Juan, Shakes-
peare, Dante, numerosos poetas de España,
Cuba, México y de muchas naciones de Hispa-
noamérica) y advertir su dedicación sin claudi-
caciones al Frente de Afirmación Hispanista, a
la continuidad de la revista Norte , al otorga-
miento de los premios anuales "José Vasconce-
los", su apoyo editorial a poetas de todo el
idioma, su vasta labor de investigación y
promoción de la poesía, de descubrimiento de
jóvenes poetas o rescate de viejas firmas olvi-
dadas, su entusiasmo personal de ofrecer su
tiempo humano en busca de la poesía ganada,
para la cual no hay tiempo perdido. Su altruis-
mo, desinterés material y sostenido trabajo
editorial, lo muestran como un tipo especial de
poeta : él no hará versos, pero la poesía se ha
convertido en centro esencial de su vida.

La Habana, 16 de octubre de 2005

Contemplemos ahora los siguientes ejemplos


de poesía cósmica relacionada a los ojos, la luz
y la devoración.

7
JUANA INES DE ASVAJE (1648-95), meji- JOSE MARIA HEREDIA (1803-39), cubano.
cana. De Obras completas (Edit. Porrúa, De Antología de la poesía latinoamericana
México, 1992): por Armando Rodríguez:

AGORA QUE CONMIGO Los CONQUISTADORES


(fragmento)
Cual bandada de halcones
¡Oh, de una vez acabe; la alcándara feudal,
y no cobardemente a Palos de Moguer, hartos de altivas penas,
por resistirme de una, dejaban capitanes y labradores,
muera de tantas veces! llenas las almas de un ensueño
¡O caiga sobre mí hazañoso y brutal.
la esfera transparente,
desplomados del polo A conquistar salían el místico metal
sus diamantinos ejes; que corre de Cipango
o el centro en sus cavernas por las fecundas venas,
me preste obscuro albergue, y los vientos alisios llevaban sus entenas
cubriendo mis desdichas al borde misterioso del mundo
la Máquina terrestre; occidental.
o el mar, entre sus ondas
sepultada, me entregue Cada noche,
por mísero alimento esperando crepúsculos utópicos
a sus voraces peces! el azul chispeante de la mar
¡Niegue el sol a mis ojos de los trópicos
sus rayos refulgentes, encantaba su sueño con un matiz dorado;
y el aire a mis suspiros
el necesario ambiente! o, a proa, de sus naves
¡Cúbrame eterna noche, viendo las blancas huellas
y el siempre obscuro Lete atónitos miraban por un cielo ignorado
borre mi nombre infausto del fondo del océano subir
del pecho de las gentes! nuevas estrellas.
Mas ¡ay de mí!, que todas
las criaturas crueles
solicitan que viva
porque gustan que pene.
¿Pues que espero? Mis propias
penas de mí se venguen
y a mi garganta sirvan
de funestos cordeles,
diciendo con mi ejemplo
a quien mis penas viere:
"Aquí murió una vida
porque un amor viviese".

8
ROSALIA DE CASTRO (1837-85), española. FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900),
Ejemplo tomado de su libro En las orillas del alemán . De Poemas:
Sar:
VII
CRECE EL DESIERTO,
Así como el lobo desciende a poblado, ¡AY DE QUIEN DESIERTOS ALBERGA!
si acaso en la sierra se ve perseguido,
huyendo del hombre que acosa a los tristes, ¡Ah! ¡Festivo! ¡Un digno comienzo!
buscó entre las fieras el triste un asilo. ¡Africanamente festivo!
Digno de un león
El sol calentaba su lóbrega cueva, o de un moral mono aullador.
piadosa velaba su sueño la luna, -Pero nada para vosotras, amadísimas amigas,
el árbol salvaje le daba sus frutos, a cuyos pies tengo el placer de sentarme,
la fuente sus aguas de grata frescura. yo, un europeo bajo las palmeras. Sela.

Bien pronto los rayos del sol se nublaron, ¡Asombrosamente cierto!


la luna entre brumas veló su semblante; Heme aquí sentado, al desierto cercano
secóse la fuente y el árbol nególe, y al mismo tiempo lejos del desierto,
al par que su sombra, sus frutos salvajes. y todavía en absoluto desértico,
sino tragado por este pequeño oasis
Dejando la sierra buscó en la llanura -acaba de abrir en un bostezo
de otro árbol el fruto , la luz de otro cielo; su adorable hocico,
y a un río profundo, de nombre ignorado el más aromático de todos los hociquitos:
pidiole aguas puras su labio sediento. entonces caí dentro, hacia abajo, a través
-entre vosotras ¡amadísimas amigas! Sela.
¡Ya en vano!, sin tregua siguióle la noche,
la sed que atormenta y el hambre que mata, ¡Salve, salve a aquella ballena
¡ya en vano!, que ni árbol, ni cielo, ni río, si permite a su huésped encontrarse a gusto!
le dieron su fruto , su luz, ni sus aguas. -¿Comprendéis mi docta alusión?
Salve a su vientre si es que fue
Y en tanto el olvido, la duda y la muerte un vientre-oasis tan adorable como éste:
agrandan las sombras que en torno le cercan, lo cual pongo en duda.
allá en lontananza la luz de la vida, Pues vengo de Europa, que es la más
hiriendo sus ojos feliz centellea. desconfiada de todas las esposas.
¡Quiera Dios mejorarla! Amén.
Dichosos mortales a quien la fortuna
fue siempre propicia... ¡silencio!, ¡silencio!, Heme aquí sentado en este mínimo oasis,
Si veis tantos seres que corren buscando a un dátil semejante, tostado, almibarado,
las negras corrientes del hondo Leteo. definitivamente áureo,
ávido de un redondo hocico de muchacha,
pero aún más de dientes incisivos,
glaciales, níveos, cortantes dientes
de muchacha: pues de ellos está ansioso
el corazón de todo ardiente dátil. Sela.

9
A los llamados frutos del sur similar, ¿Atemorizada quizá ante una feroz
demasiado similar, heme aquí rodeado fiera leonina amarilla de rubios rizos?,
de pequeños escarabajos alados o, incluso roída ya, mordisqueada.
que bailan y juegan a ni¡ alrededor ¡Infeliz! ¡Qué dolor! ¡Qué dolor!
y al tiempo de aún menores más necios, ¡Mordisqueada! Sela.
más maliciosos deseos y ocurrencias,
cercado por vosotras, silenciosas, ¡Pero no me lloréis, tiernos corazones!
llenas de presentimientos muchachas-gatas ¡No me lloréis, corazones de dátil!
Dudú y Suleyka -esfinjado, quiero cargar ¡Senos de leche ! ¡Taleguitos de corazón
de demasiado sentido cada palabra. de palo dulce! ¡Sé un hombre, Suleyka!
-¡Dios me perdone este pecado de lenguaje! ¡Valor, valor!
-Sentado aquí, olfateando el mejor aire,
verdadero aire paradisíaco, ¡No llores más, pálida Dudú!
aire diáfano, ligero, veteado de oro, -¿O acaso debería haberme decidido
un aire así sólo caía antaño de la luna. por algo más fuerte, un fortalecedor
¿Ocurrió por azar o por loca alegría?, del corazón? ¿Una palabra balsámica?
como cuentan los viejos poetas. ¿Un reconfortante consuelo?
Pero yo, desconfiado, lo pongo en duda,
pues vengo de Europa que es la más ¡Ah! ¡Arriba, dignidad!
desconfiada de todas las esposas. ¡Sopla, sopla de nuevo, fuelle de la virtud!
¡Quiera Dios mejorarla! Amén. ¡Ah! De nuevo rugir, moralmente rugir,
rugir como el más moral león ante las hijas
Respirando este aire, el más hermoso, del desierto.
dilatadas las aletas de la nariz como cráteres,
sin futuro, sin recuerdos, -¡Pues el rugido de la virtud,
así estoy aquí sentado, amadís¡mas muchachas, es ante todo
amadísimas amigas, ardor europeo, avidez europea!
y miro cómo se inclina la palmera Y heme aquí, ya, como europeo,
como una bailarina, se dobla, no puedo ser de otra manera. ¡Dios me valga!
cimbrea y balancea la cadera ¡Amén!
-acaba uno imitándola si la mira mucho...
¿es, como yo imagino, una bailarina Crece el desierto:
que lleva demasiado tiempo y peligra, ¡ay de quien desiertos alberga!
siempre, siempre, sobre una sola pierna? La piedra rechina junto a la piedra,
-¿Olvidó, como yo imagino, la otra pierna? el desierto serpentea y extermina.
Yo, por lo menos, busqué en vano La muerte terrible mira con ardor pardo
la perdida alhaja gemela y masca -mascar es su vida.
-es decir, la otra pierna- en la sagrada
cercanía de su adorable, de su tierna No olvides, hombre, el placer extinto:
faldilla de abanico de vuelo de oropel. tú eres la piedra, el desierto, eres la muerte.
Sí, hermosas amigas, si me queréis creer,
la ha perdido... ¡Jo, jo, jo, jo, jo!

¡Desapareció, para siempre desapareció


la otra pierna! ¡Lástima de adorable piernecita!
¿Dónde esperará y se afligirá abandonada
la piernecita solitaria?

10
JOSE MARTI (1853-95), cubano. Dos ejem- GUILLERMO VALENCIA (1872-1945),
plos de su libro Flores del destierro: colombiano . Su poema:

BIEN: YO RESPETO... LAS DOS CABEZAS

Bien: yo respeto Blancos senos , redondos y desnudos,


a mi modo brutal, un modo manso que al paso de la hebrea se mueven
para los infelices e implacable bajo el ritmo sonoro
con los que el hambre y el dolor desdeñan, de las ajorcas rubias y los cintillos de oro,
y el sublime trabajo, yo respeto vivaces como estrellas sobre la tez de raso.
la arruga, el callo, la joroba, la hosca
y flaca palidez de los que sufren. Su boca, dos jacintos en indecible vaso,
Respeto a la infeliz mujer de Italia, da la sutil esencia de la voz. Un tesoro
pura como su cielo, que en la esquina de miel hincha la pulpa de sus carnes.
de la casa sin sol donde devoro El lloro no dio nunca a esa faz
mis ansias de belleza, vende humilde languideces de ocaso.
piñas dulces y pálidas manzanas.
Respeto al buen francés, bravo, robusto, Yacente sobre un lecho de sándalo,
rojo como su vino, que con luces el Asirio reposa fatigado;
de bandera en los ojos , pasa en busca melancólico cirio los objetos alarga
de pan y gloria al Istmo donde muere. y proyecta en la alfombra...

Y ella, mientras reposa la bélica falange,


muda, impasible, sola,
ENVILECE, DEVORA... y escondido el alfanje,
para el trágico golpe se recata en la sombra.
Envilece, devora, enferma, embriaga
la vida de ciudad: se come el ruido Y ágil tigre que salta de tupida maleza,
como un corcel la yerba, la poesía. se lanzó la israelita sobre el héroe dormido,
Estréchanse en las casas la apretada y de doble mandoble, sin robarle un gemido,
gente, como un cadáver en su nicho: del atlético tronco desgajó la cabeza.
y con penoso paso por las calles
pardas, se arrastran hombres y mujeres Cual de ánforas rotas, con urgida presteza,
tal como sobre el fango los insectos, desbordó en oleadas el carmín encendido,
secos , airados, pálidos, canijos. y de un lago de púrpura y de sueño
y de olvido,
Cuando los ojos, del astral palacio recogió la homicida la pujante cabeza.
de su interior, a la ciudad convierte
el alma heroica, no en batallas grandes En el ojo apagado, las mejillas y el cuello,
piensa, ni en templos cóncavos, ni en lides de la barba, en sortijas, al ungido cabello,
de la palabra centelleante ; piensa se apiñan las sombras en siniestro derroche
en abrazar, como un haz, los pobres sobre el lívido tajo de color de granada...
y a donde el aire es puro, y el sol claro Y fingía la negra cabeza destroncada
y el corazón no es vil, volar con ellos. una lúbrica rosa del jardín de la noche.

11
JULIO HERRERA Y REISSIG (1875-1910), mi brazo es el dragón fuerte
uruguayo. Su poema tomado de su libro La ¡y los frutos delictuosos
torre de las esfinges: tus inauditos y briosos
senos que me dan la muerte!

TERTULIA LUNATICA Carnívora paradoja,


(fragmento) funambulesca Danaida,
esfinge de mi Tebaida
Tú que has entrado en mi imperio maldita de paradoja...
como feroz dentellada
demonia tornasolada Tu miseria es de una roja
con romas garras de imperio, fascinación de impostura,
¡y arde el cubil de tu impura
iinfiérname en el cauterio
y artera risa de cínica,
voraz de tus ojos vagos
como un incesto en la clínica
y en tus senos que son lagos
máscara de la Locura!
de ágata en cuyos sigilos
vigilan los cocodrilos
réprobos de tus halagos!

Mefistófela divina
Consustanciados en fiebre,
miasma de fulguración
amo, en supremas neurosis,
aromática infección
vivir las metempsicosis
de una fístula divina...
vesánicas de tu fiebre...
¡Fedra, Molocha, Caína,
¡Haz que entre rayos celebre
cómo tu filtro me supo!
su aparición Belcebú,
¡A ti -¡Santo Dios!- te cupo
y tus besos de cauchú
ser astro de mi desdoro:
me sirvan sus maravillas,
yo te abomino y te adoro
al modo que las pastillas
y de rodillas te escupo!
del Hada Par¡-Banú!

Acude a mi desventura
Lapona esfinge: en tus grises
con tu electrosis de te,
pupilas de opio, evidencio
en la luna de Astarté
la catedral del silencio
que auspicia tu desventura...
de mis neurastenias grises...
Vértigo de emsambladura
Embalsamados países
y amapola de sadismo:
de ópalo y de ventiscos
¡yo sumaré a tu guarismo
bruma el esplín de sus discos,
unitario de Gusana
en cuyos glaciales bancos
la equis de mi Nirvana
adoran dos osos blancos
y el cero de mi ostracismo!
a los menguantes ariscos.
Caries sórdida y uremia
felina de blando arrimo,
En el Edén de la inquieta
intoxícame en tu mimo
ciencia del Bien y del Mal,
entre dulzuras de uremia...
mordí en tu beso el fatal
Blande tu invicta blasfemia
manzano de carne inquieta...
que es una garra pulida,
Tu cabellera violeta
y sórbeme por la herida
denuncia su fronda inerte,

12
sediciosa del pecado,
ALFREDO R. PLACENCIA (1875-1930),
como un pulpo delicado,
mejicano. De su libro El libro de Dios:
"¡Muerte a muerte y vida a vida!"

Clávame en tus fulgurantes


MISERERE
y fieros ojos de elipsis,
y bruña el Apocalipsis
Corre tu velo.
sus músicas fulgurantes...
Las antorchas celestes se han encendido
¡Nunca! ¡Jamás! ¡Siempre! ¡Y antes!
y hay más luz en tu cumbre
¡Ven, antropófaga y diestra
que en el Carmelo.
escorpiona y Clitemnestra!
De amor rendido,
¡Pasa sobre mis arrobos,
quiero besar la fimbria de tu vestido,
como un huracán de lobos
y gritarte mis culpas, arrepentido,
en una noche siniestra!
y asomarme a tus ojos y ver el cielo
que hasta el monte en que pisas
¡Yo te excomulgo, Ananké!
ha descendido.
Tu sombra de Melisendra
Corre tu velo,
irrita la escolopendra
que te encubre a mis ojos
sinuosa de mi ananké...
y te guarda escondido.

Eres hidra en Salomé,


Que tus ojos se aparten de mi pecado
en Brenda panteón de bruma,
y que, mansos, se inclinen a m¡ tristeza.
tempestad blanca en Satzuma,
Si los yerros enormes de mi pasado
en Semíramis carcoma,
son sobre los cabellos de mi cabeza,
danza de vientre en Sodoma
dueño adorado:
y páramo en Ulaluma.
ten piedad de este pobre que va extraviado,
más que por su malicia, por su flaqueza.
Por tu amable y circunspecta
perfidia y tu desparpajo,
Al pensar en lo injusto de mi desvío,
hielo mi cuello en el tajo
siento sonrojo
de tu traición circunspecta...
y me embriago en angustia, dulce Bien mío.
¡Y juro, por la selecta
Alcese tu Clemencia sobre tu enojo;
ciencia de tus artimañas,
vuélvanse a mí los brazos, a que me acojo,
que irá con risas hurañas
y la boca blasfema calle el impío.
hacia tu esplín, cuando muera,
mi galante calavera
No me apartes tu rostro, templa tu saña.
a morderte las entrañas!
No es blasón de tu brazo que así persiga
y descargue su azote sobre una caña.
¿Ya olvidaste mi historia? Soy una espiga
que mil veces el soplo menos airado
batió y deshizo.
Desde el claustro materno vengo heredado
con las grandes tristezas del Paraíso.

¡Oh!, ¡qué noche tan triste la noche aquella


en que de mí se dijo: "surge a la vida"...!
¿Quién pudiera dejarla sin una estrella...!

13
Génesis y principio de tanto daño, PABLO PICASSO (1881-1973), español. De
¿por qué no la tuviste siempre escondida...? la revista venezolana La Gaveta ilustrada No.
Con una noche menos, ¿qué pierde un año...? 9 y 10:

O si abrirse mis ojos estaba escrito, SOÑAR Y MENTIR


¿a qué no sofocarme , cuando nacía...?
Sin el fardo que pesa sobre el proscrito, Fandango de lechuzas marinadas de espadas
fuera menor la mancha de mi delito,
de pulpos agoreros batea de pelos de tonsura
y, al amor de la tumba, descansaría. de pie en medio de la sartén de sarta sobre los
olvidas del sorbete de bacalao frito en la sarna
¡Oh...!, mitiga mi angustia. Que tus enojos de su corazón de buey -con la boca llena de la
nunca más en los tuyos miren mis ojos. escarcha de chinches de sus palabras- (...) -al
Aquí quema , aquí corta, hombro la urna llena de salchichas y de bocas-
con tal de que me indultes y me perdones. la rabia que tuerce el dibujo de la sombra que
Le conviene al culpado y a ti te importa latiguea con los dientes clavados en la arena y
que de blando y benigno tu enojo abones.
el caballo abierto de parte al sol que lo lee a las
moscas que se asoman en los nudos de la red
¿Qué logras, al herirme, si te olvidares
llena de anchoas el estallido de lirio -linterna
de que soy en tus dedos frágil arcilla...?
de piojos donde se encuentra el perro nudo de
¿A quién dañas y ofendes, si perdonares...?
ratas y escondite del palacio de viejos trapos-
¿Los mares procelosos, que son los mares,
las banderas que uno fríe en la sartén se contor-
devoraron , acaso, la blanca orilla...?
sionan en lo negro de la salsa de la tinta derra-
mada en las gotas de sangre que la fusilan los
Dueño adorado:
callejones suben hasta los nubarrones atados
por la llaga bendita de tu costado;
por los pies al mar de cera que pudre sus
por la tristeza
entrañas y el velo que la cubre canta y baila
que en el Huerto sentiste, desamparado;
loco de dolor (...) -la luz se tapa los ojos ante
por la cruz que ha vencido tu fortaleza...
el espejo que la remeda y el pedazo de turrón
Ten piedad de este pobre, que va extraviado
de las llamas muerde los labios de su herida-
por su flaqueza.
gritos de niños gritos de mujer gritos de pája-
ros gritos de flores gritos de armazones y de
piedras gritos de ladrillos gritos de muebles de
camas de sillas de cortinas de cacerolas de
gatos y de papeles gritos de olores que se
rasguñan gritos de humo que escuecen en el
cuello los gritos que se guisan en la caldera y
gritos de la lluvia de pájaros que inundan el
mar que roe el hueso y se rompe los dientes al
morder el algodón que el sol extrae en el
plato que la bolsa y el bolsillo esconden en la
huella que el pie deja en la roca.

14
15
DELMIRA AGUSTINI (1887-1914), urugua- Horizontes violados sus ojeras.
ya. Cuatro ejemplos: Dentro, sus ojos -dos estrellas de ámbar-
se abren cansados y húmedos y tristes
como llagas de luz que se quejaran.
LA MUSA
Es un dolor que vive y que no espera,
es una aurora gris que se levanta
Yola quiero camb¡ante, misteriosa y compleja;
del gran lecho de sombras de la noche,
con dos ojos de abismo que se vuelvan fanales;
cansada ya, sin esplendor, sin ansias
en su boca, una fruta perfumada y bermeja
y sus canciones son como hadas tristes
que destile más miel que los rubios panales,
alhajadas de lágrimas...
a veces nos asalte un aguijón de abeja;
Las cuerdas de las liras
una raptos feroces a gestos imperiales
son fibras de las almas.
y sorprenda en su risa el dolor de una queja;
en sus manos asombran caricias y puñales.
Sangre de amargas viñas , nobles viñas,
en vasos regios de belleza, escancia
Y que vibre, y desmaye, y llore, y ruja, y cante,
a manos de marfil, labios tallados
y sea águila , tigre , paloma en un instante,
como blasones de una estirpe magna.
que el universo quepa en sus ansias divinas;
¡Príncipes raros del Ensueño! Ellos
tenga una voz que hiele, que suspenda,
han visto erguida su cabeza lánguida,
que inflame,
y la oyeron reír, porque a sus ojos
y una frente que erguida su corona reclame
vibra y se expande en flor de aristocracias.
de rosas, de diamantes, de estrellas
o de espinas.
¡Y su alma limpia como el fuego alumbra,
como una estrella en sus pupilas de ámbar:
mas basta una mirada , un roce apenas,
el eco acaso de una voz profana,
MI MUSA TRISTE y el alma blanca y limpia se concentra
como una flor de luz que se cerrara!
Vagos preludios. En la noche espléndida
su voz de perlas una fuente calla,
cuelgan las brisas sus celestes pífanos
en el follaje. Las cabezas pardas
EN TUS OJOS
de los búhos acechan.
Las flores se abren más, como asombradas.
¡Ojos a toda luz y a toda sombra!
Los cisnes de marfil tienden los cuellos
¡Heliotropos del sueño! Plenos ojos
en las lagunas pálidas.
que encandiló el Milagro y que no asombra
Selene mira del azul. Las frondas
jamás la vida... Eléctricos cerrojos
tiemblan... y todo, hasta el silencio, calla...
de profundas estancias; claros broches,
broches oscuros, húmedos, temblantes,
Es que ella pasa con su boca triste
para un collar de días y de noches...
y el gran misterio de sus ojos de ámbar,
Bocas de abismo en labios centelleantes.
a través de la noche, hacia el olvido,
como una estrella fugitiva y blanca.
Natas de amargas mares nunca vistas;
Como una destronada reina exótica
claras medallas; tétricos blasones;
de bellos gestos y palabras raras.

16
capullos de dos noches imprevistas -¡Oh tú, que surges pálida de un gran fondo
y madreperlas de constelaciones... de enigma,
¿Sabes todas las cosas palpitantes, como el retrato incógnito de una tela remota!
inanimadas, claras, tenebrosas, Tu sello puede ser un blasón o un estigma;
dulces, horrendas, juntas o distantes, ¡en las aguas cambiantes de tus ojos de enigma
que pueden ser tus ojos ?... ¡Tantas cosas un corazón herido -y acaso muerto- flota!

que se nombraran infinitamente!... -Los ojos son la carne y son el alma: ¡mira!
Maravilladas veladoras mías Yo soy la aristocracia lívida del dolor
que en fuego bordan visionariamente que forja los puñales , las cruces y las liras,
la trama de mis noches y mis días... que en las llagas sonríe
Lagos que son también una corriente... y en los labios suspira...
¡Satán pudiera ser mi semilla o mi flor!
¡Jardines de los iris ! Devorados
por dos fuentes que eclipsan los tesoros ¡Soy fruto de aspereza y maldición:
sombríos más sombríos, más preciados... yo amargo
Firmamentos en flor de meteoros; y mancho mortalmente el labio que me toca;
mi beso es flor sombría
fondos marinos, cristalinas grutas de un otoño muy largo...
donde se encastilló la Maravilla; exprimido en tus labios
faros que apuntan misteriosas rutas... dará un sabor amargo
Caminos temblorosos de una orilla y todo el mal del mundo florecerá en tu boca!

desconocida; lámparas votivas ¡Bajo la aurora fúlgida de tu ilusión, mi vida


que se nutren de espíritus humanos extenderá las ruinas de un apagado averno;
y que el milagro enciende ; gemas vivas vengo como el vampiro de una noche aterida
y hoy por gracia divina, ¡siemprevivas! a embriagarme en tu sangre nueva;
Y en el azur del arte, ¡astros hermanos! llego a tu vida derramada en capullos,
como un ceñudo invierno!

-¡Cómo en pétalos flojos yo desmayo


SUPREMO IDILIO a tu hechizo!...

En el balcón romántico de un castillo adormido Traga siniestro buitre mi pobre corazón!


que los ojos suspensos de la noche En tus manos mi espíritu es dúctil
adiamantan, como un rizo...
una figura blanca hasta la luz... erguido el corazón me lleva a tu siniestro hechizo
bajo el balcón romántico del castillo adormido, como el barco inconsciente el ala del timón.
un cuerpo tenebroso... alternándose cantan.
¡Comulga con mi cuerpo devoradora sima!
-¡Oh, tú, flor augural de una estirpe suprema Mi alma clavo en tu alma
que duplica los pétalos sensitivos del alma, como una estrella de oro;
nata de azules sangres, florecerá tu frente como una tierna opima,
aurisolar diadema ¡cuando en tu almohada trágica y honda
florecida en las sienes de la raza! como una sima
¡Supremamente pulso en la noche mis rizos se derramen en una fuente de oro!
tu corazón en calma!

17
-Mi alma es negra tumba, fría como la nieve... Amor es milagroso, invencible y eterno;
-¡Buscaré una rendija para filtrarme en luz! la vida formidable florece entre sus labios...
-¡Albo lirio!... a tocarte raíz nutrida en la entraña del cielo y del averno,
ni mi sombra se atreve... viene a dar a la tierra el fuerte fruto eterno
-Te abro ¡oh mancha de lodo! cuyo sangriento zumo
m¡ gran cáliz de nieve se bebe a cuatro labios.
¡y tiendo a ti eucarísticos mis brazos,
negra cruz! Amor es todo el bien y todo el mal, el cielo
todo es arcada ardiente de sus alas cernidas...
Enróscate ¡ oh serpiente caída de mi estrella bajar de un plinto vano es remontar el vuelo...
sombría a mi ardoroso tronco primaveral!... y él te impulsa a mis brazos abiertos
Yo apagaré tu noche o me incrustaré en ella: como el cielo
seré en tus cielos negros ¡oh suma flor con alma, a deshojar en vidas!
el fanal de una estrella,
seré en tus mares turbios En el balcón romántico de un castillo adormido
la estrella de un fanal! que los ojos suspensos de la noche
adiamantan,
Sé mi bien o ni¡ mal, ¡yo viviré en tu vida! el silencio y la sombra se acarician sin ruido...
Yo enlazo a tus espinas mi hiedra de ilusión... bajo el balcón romántico del castillo adormido,
Seré en ti una paloma que en una ruina anida; un fuerte claroscuro y dos voces que cantan.
soy blanca, y dulce, leve; ¡llévame por la vida
prendida como un lirio sobre tu corazón!

-¡Oh dulce, dulce lirio!...


¡Llave de las alburas!
Tú has abierto la sala blanca
en mi alma sombría,
la sala en que silentes las ilusiones puras
en dorados sitiales tejen mallas de alburas...
-¡Tu alma se vuelve blanca, porque
va siendo mía!

-¡Oh, leyes del milagro!... yo,


hijo de la sombra morder tu carne rubia:
¡Oh fruto de los soles!
-Soy tuya fatalmente: mi silencio te nombra,
y si la tocas,
tiembla como un alma mi sombra!...
¡Oh maga flor del oro brotada en mis crisoles!

-Los surcos azurados del ensueño sembremos


de alguna palpitante simiente inconcebida
que arda en florecimientos imprevistos
y extremos;
y al amparo inefable de los cielos, ¡sembremos
de besos extrahumanos las cumbres de la vida!

18
JUANA DE IBARBOUROU (1895-1980), EUGENE RELGIS (1895-1987), rumano-
uruguaya. De Las lenguas de diamante: uruguayo, su poema:

LA PASTORA EL LINCE

Ahora soy zagala, que apacienta un rebaño Agazapado en la gruta


de estrellas . ¡Dios lo libre de todo mal y daño! aromada por helechos,
Y si rondan los lobos y si amaga la peste, lianas y flores que sorben
¡Dios haga invulnerable mi rebaño celeste! sus colores de la savia
del Ecuador lujuriante,
Amor que de los cielos dio fuga a las centellas espera pacientemente
para que yo formara mi rebaño de estrellas. la rara presa que le calme el hambre
Las piedras de la senda con sus manos alisa -otra fiera
y pone entre mis labios la flauta de la risa. que muerde enardecida sus entrañas-
El lince,
-¿Adónde vas, pastora de mirada encantada? el implacable lince
-Voy a prados de rosas a pacer mi majada. que mira fijamente
Y trina, trina la flauta de cristal cual si fuera una esfinge milenaria.
y se apiada la gula del lobo y el chacal.
Quebrado bajo el peso
-Mañana... -Mas, ¿quién piensa de veras de tesoros ajenos,
en mañana? -Tu rebaño de estrellas, un viejo esclavo apenas
pastora sobrehumana... se abre paso a través de la espesura.
-¡Oh, cállate, profeta! No adelantes el mal. La angustia lo taladra
(Y da una nota falsa la flauta de cristal). porque el sol, somnoliento e irónico, se hunde
más allá del ramaje,
y él está aún muy lejos
de su amo feroz.

Y se arrastra el esclavo
-¡adelante!
¡adelante!-
y se queda de pronto como petrificado
delante de la gruta:
dos glóbulos pequeños
brillan fosforescentes
y giran en las sombras;
titilan con el ritmo de los astros
hasta fijarse luego incandescentes
como dagas de luz.

Las miradas penetran


hondo en el corazón,
y en el pecho ahuecado
desata alas de vida, de vigor renovado,
un escalofrío de fascinación.

19
Las abrasadas órbitas VICENTE ALEIXANDRE (1898-1984),
despliegan los misterios, español. Dos ejemplos, el primero tomado de
resucitando en él la humanidad. Repertorio latinoamericano No. 67:
Allí
ve el esclavo el fulgor relampagueante
del látigo, ULTIMO AMOR
injusto y despiadado,
y allí también, como en delirio, él siente ¿Quién eres, dime? ¿Amarga sombra
la presencia sagrada o imagen de la luz? ¿ Brilla en tus ojos
de la tan anhelada Libertad. una espada nocturna,
cuchilla temerosa donde está mi destino,
La adoración lo agobia,
o miro dulce en tu mirada el claro
y arroja de sus hombros los tesoros ajenos.
azul del agua en las monedas puras,
Se arrodilla:
lago feliz sin nubes en el seno
quiere abrazar contra su pecho hambriento
que un águila solar copia extendida?
el único tesoro verdadero,
soñando ser él mismo el salvador
¿Quién eres, quién? Te amé, te amé naciendo.
de todos los que mueren
Para tu lumbre estoy, para ti vivo.
gimiendo en las pesadas
Miro tu frente sosegada, excelsa.
cadenas ancestrales...
Abre tus ojos, dame, dame vida.
Sorba en su llama tenebrosa el sino
No siente que las pérfidas
que me devora el hambre de tus venas.
garras lo laceran,
Sorba su fuego derretido, y sufra,
y ya no aúlla más por el dolor
sufra por ti, por tu carbón prendiéndome.
del devorado corazón:
Sólo soy tuyo si en mis venas corre
lo hechizaron los ojos encendidos
tu lumbre sola, si en mis pulsos late
por el fuego inclemente de la vida,
un ascua , otra ascua : sucesión de besos.
del implacable lince
Amor, amor, tu ciega pesadumbre,
que lo había mirado fijamente
tu fulgurante gloria me destruye,
cual si fuera una esfinge milenaria.
lucero solo, cuerpo inscrito arriba,
que ardiendo puro se consume a solas.
¿Pero besarte, niña mía es muerte?
¿Es sólo muerte tu mirada ? ¿Es ángel?
¿O es una espada larga que me clava
contra los cielos, mientras fuljo sangres
y acaba en luz, en titilante estrella?

Niña de amor, tus rayos inocentes,


tu pelo terso, tus paganos brillos,
tu carne dulce que a mi lado vive,
no sé, no sé, no sabré nunca, nunca,
si es sólo amor, si es crimen, si es mi muerte.

Golfo sombrío, vórtice te supe,


te supe siempre. En lágrimas te beso,
paloma niña, cándida tibieza,
pluma feliz: tus ojos me aseguran

20
que el cielo sigue azul, que existe el agua, o se ve batir el deseo del mundo,
y en tus labios la pura luz crepita la tristeza que como párpado doloroso
toda contra mi boca amaneciendo. cierra el poniente y oculta el sol
como una lágrima oscurecida,
¿Entonces? Hoy frente a tus ojos miro, mientras la inmensa frente fatigada
miro mi enigma. Acerco ahora a tus labios siente un beso sin luz, un beso largo,
estos labios pasados por el mundo, unas palabras mudas
y temo y sufro y beso. Tibios se abren que habla el mundo finando.
los tuyos y su brillo sabe a soles Sí, poeta: el amor y el dolor son tu reino.
jóvenes, a reluciente luz, a auroras. Carne mortal la tuya, que, arrebatada
por el espíritu,
¿Entonces? Negro brilla aquí tu pelo, arde en la noche
onda de noche. En él hundo mi boca. o se eleva en el mediodía poderoso,
¡Qué sabor a tristeza, qué presagio inmensa lengua profética
infinito de soledad! Lo sé: algún día que lamiendo los cielos
estaré solo. Su perfume embriaga ilumina palabras que dan muerte
de sombría certeza, lumbre pura, a los hombres.
tenebrosa belleza inmarcesible, La juventud de tu corazón no es una playa
noche cerrada y tensa en que mis labios donde la mar embiste con sus espumas rotas,
fulgen como una llama ensangrentada. dientes de amor que
mordiendo los bordes de la tierra,
¡Pero no importa! Gire el mundo y dame, braman dulce a los seres.
dame tu amor, y muera yo en la ciencia No es ese rayo velador que súbitamente
fútil, mientras besándote rodamos te amenaza,
por el espacio y una estrella se alza. iluminando un instante tu frente desnuda,
para hundirse en tus ojos e incendiarte,
abrasando los espacios con tu vida
que de amor se consume.
De su libro Sombra del Paraíso: No. Esa luz que en el mundo
no es ceniza última,
EL POETA luz que nunca se abate como polvo en los labios,
eres tú, poeta, cuya mano y no luna
Para ti, que conoces cómo la piedra canta, yo vi en los cielos una noche brillando.
y cuya delicada pupila sabe ya del peso Un pecho robusto que reposa
de una montaña sobre un ojo dulce, atravesado por el mar
y cómo el resonante clamor de los bosques respira como la inmensa marea celeste,
se aduerme suave un día en nuestras venas; y abre sus brazos yacentes y toca, acaricia
para ti, poeta, que sentiste en tu aliento los extremos límites de la tierra.
la embestida brutal de las aves celestes, ¿Entonces?
y en cuyas palabras tan pronto vuelan Sí, poeta; arroja este libro que pretende
las poderosas alas de las águilas, encerrar en sus páginas un destello del sol,
como se ve brillar el lomo y tus manos alzadas tocan dulce la luna,
de los calientes peces sin sonido: y tu cabellera colgante deja estela en los astros.
oye este libro que a tus manos envío Mientras tus pies remotísimos
con ademán de selva, sienten el beso postrero
pero donde de repente una gota fresquísima y mira a la luz cara a cara,
de rocío brilla sobre una rosa, apoyada la cabeza en la roca, del poniente.

21
DAMASO ALONSO (1898-1990), español. FEDERICO GARCIA LORCA (1898-1936),
Tomado de Antología de la Poesía Española español. Ejemplo tomado de Litoral No. 8/9
en el Siglo XX por Miguel Díez Rodríguez y (septiembre de 1969):
María Paz Díez Taboada:

MONSTRUOS
CASIDA DE LAS PALOMAS OSCURAS
Todos los días rezo esta oración
al levantarme: Por las ramas del laurel
Oh Dios, no me atormentes más. van dos palomas oscuras.
Dime qué significan La una era el sol,
estos espantos que me rodean. la otra la luna.
Cercado estoy de monstruos "Vecinitas", les dije,
que mudamente me preguntan, "¿dónde está mi sepultura?"
igual, igual que yo les interrogo a ellos. "En mi cola", dijo el sol.
Que tal vez te preguntan, "En mi garganta", dijo la luna.
lo mismo que yo en vano perturbo Y yo que estaba caminando
el silencio de tu invariable noche con la tierra por la cintura
con mi desgarradora interrogación. vi dos águilas de nieve
Bajo la penumbra de las estrellas y una muchacha desnuda.
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar, La luna era la otra
me acechan ojos enemigos, y la muchacha era ninguna.
formas grotescas me vigilan, "Aguilitas ", les dije,
colores hirientes lazos me están tendiendo: "¿Dónde está mi sepultura?"
¡son monstruos, "En rni cola", dijo el sol.
estoy cercado de monstruos! "En mi garganta", dijo la luna.
No me devoran . Devoran mi reposo anhelado, Por las remas del laurel
me hacen ser una angustia vi dos palomas desnudas.
que se desarrolla a sí misma, La una era la otra
me hacen hombre, y las dos eran ninguna.
monstruo entre monstruos.
No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti
clama con todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esta alimaña que brama hacia ti,
como esta desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados,
que ahora te dice: «Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto íntimo que hacia ti gime
en la noche».

22
23
JORGE Luis BORGES (1899-1986), argenti- EMILIO PRADOS (1899-1962), español. Dos
no. De Antología de la Poesía Hispano-ame- ejemplos:
ricana Moderna , tomo 1 (Monte Ávila Lati-
noamericana. Venezuela, 1993):
EL LLANTO SUBTERRANEO

ELOGIO DE LA SOMBRA
(fragmento) I
Junto al mar ese manto que la luz origina
Bebí la copa hasta las heces. y que el aire repliega como a su dura arena
en un costado;
Vi por Mis ojos lo que nunca había visto: donde los hombres miran
la noche y sus estrellas. y mueren contra el vino
y las cabezas de los niños lloran
Conocí lo pulido, y los ojos de los pescados lloran
lo arenoso. y los cabellos de las mujeres
lo desparejo, se tienden en silencio hasta las nubes:
lo áspero, no puedo no cantar como esas aves
el sabor de la miel y de la manzana, que desconocen la quietud de la harina
el agua en la garganta de la sed, y andan sobre la nieve
el peso de un metal en la palma, sobre sábanas largas mientras la luna
la voz humana, sube rectamente.
el rumor de unos pasos sobre la hierba, Yo he visto, he visto a veces
el olor de la lluvia en Galilea, cernerse un ancho pájaro en la bruma;
el alto grito de los pájaros. hoy no puedo cantar como esas aves.
No puedo, no, cantar:
Conocí también la amargura. ando en patios humildes,
ando en ropa nocturna,
He encomendado esta escritura ando en seres que velan sus rebaños
a un hombre cualquiera: o el ansia de otros muertos.
no será nunca lo que quiero decir, Ando en los secos odres que la luna dormita
no dejará de ser su reflejo. y en los altos cipreses que arrastran
sus cadenas y engrandecen su marcha
Desde mi eternidad caen estos signos. bajo los anchos puentes:
Que otro, bajo los anchos puentes donde duele la vida
no el que es ahora su amanuense, y los hombres se acercan a morir en silencio
escriba el poema. uno a uno, millones desde los cuatro olvidos,
Mañana seré un tigre entre los tigres. desde los cuatro mares que los pescados lloran.
Unos,
largos maullidos que empañan los cristales
y enormes avestruces
y húmedas arpilleras
o blandas cicatrices como largos caminos
y negras fajas como ríos
donde duermen barajas y las manos que cortan.
Unos,
medias palomas que arrastran por los huertos

24
las hojas de su muerte lentamente en el agua.
y el dolor del viaje Bajo los anchos puentes donde duele la vida
y el dolor de las balas que los perros devoran llegan, llegan luciérnagas y pesadas maromas:
allá junto a un costado de llamas en peligro. allí los muslos obedecen sin temblor
Unos, y sin gozo
lana dejada que desmorona enloquecida a la sombra en que escupen y al rumor
sus balidos entre rubios espartos de la espuma:
o iracundas pestañas. allí los hombres se ennegrecen
Unos, y las caras se olvidan:
lacias estrellas uno a uno, millones desde los cuatro vientos,
y manos machacadas como balanzas diminutas, se acercan los navíos para morir
como pequeños pájaros redondos que hieren, bajo los puentes.
hieren , hieren por la sangre que horadan: Son otro peso errante sobre la inmensa Tierra,
esa sangre que grita y atraviesa otra apesadumbrada voluntad que camina,
las cercas de la sal y la hondura otros cuerpos que cuelgan
y sus fuertes delfines: de las pesadas rocas
esos gritos que elevan sin latón gaviotas, otro canto desnudo,
que enhebran los cabellos del vino otro crimen reciente.
con los peces ¡Así gimen las olas! ¡Así gimen las olas!
mientras cuelga la luna ¡Oh sed , sed de los montes
como un grueso pescado y de las altas nubes!
donde juegan los dedos a un dominó ¡sed de cobre y escama!
sin ojos ni futuras monedas ¡sed de las amplias frentes
y canciones de espinas que se olvidan del aire. en que el hombre navega:
Unos, de esas bandejas rápidas
enormes girasoles que ruedan como lunas
y entre las sienes máquinas y terminan de pronto en un bolsillo diminuto!
y plomo o cirios que se funden y andan, Junto al mar, ese canto que el silencio origina,
avanzan y se paran de pronto donde los niños lloran
como una fiebre o puerta: y las cabezas de los hombres miran
un goterón que mira y duele, y mueren contra el vino,
que enrojece sus bordes y abandona: yo he visto, he visto a veces cernerse
un tracoma que escuece sobre casas humildes un ancho pájaro en la bruma
que huelen como arañas como bajo los puentes hoy los ápteros brazos
entre blandas palmeras de los viejos obreros.
y flautas que se pudren.
Unos, llevan cigarras Como el llanto en la tierra,
y les siguen palomas y lombrices y niños como las voces de la lluvia,
y pequeñas banderas hoy no puedo cantar como esas aves.
y estampas como luces ¿Cómo podré, cómo podré crecer sin manos
o el rumor de las ruedas y el barro del aceite: bajo las filtraciones dolorosas
estos no son campanas de esta angustiada arena?
ni hormigas ni amapolas Como ya reconozco la amplitud de la harina
huelen a barco y a tristeza junto a mi piel se pudren un caracol
a mujer y a vinagre y un mundo.
a caña verde que se mece
y a cuerpo o piedra que se hunde

25
El segundo ejemplo tomado de Litoral No. caballo. Yo ya no necesito ni que me tiendan
186-187 ( La ausencia luminosa): barandillas ni cristales porque he ido comien-
do de mis huesos hasta llegar a los orígenes
del agua como un pájaro y ya es inútil que la
RETRATO sal se desnude sobre mi espalda intentando
cuajarme otro vestido, porque con el último
Dentro de mi cerebro fue naciendo, como de portazo se me cayó la lengua y la memoria.
niebla, un arco deforme, vivo, que de un salto, Aunque me tiren de los ojos como bridas no
como si él mismo fuera puente y cruzador, podrán despegarme ya del aire porque yo ya no
atravesó de una sien a otra, dejando en medio estoy en mis ojos , ni reconozco la fuerza de los
ciega, derretida, la manzana gris del pensa- límites.
miento, como una medusa prisionera entre los Aunque me quisierais cubrir con la cáscara
espejos paralelos de mis dos genealogías. Se de todos los nombres, no podrían levantarme
movía, se abombaba, se recogía en arrugas, desde mi sepultura. No se puede levantar la
luchaba... se perdía de forma, reflejada , multi- tierra con una mano, y ya no sé desde cuándo
plicada cada vez más y más distinta, por los estoy entre los muertos, porque el tiempo se ha
espejos; luego se borraba, se iba para renacer tendido como un anillo bajo el agua. Y por
siempre en nuevo símbolo mudo y blando. dentro de un espejo no se le puede tomar el
No estaba muerto como todos creían, pulso a una pluma.
aunque ya todo el río se había cruzado el Si me visto de blanco, si me veis mudo, es
pecho aunque se entraba hacia el atardecer en porque he nacido de una gota de sangre; por-
las iglesias sin quitarse el sombrero; aunque que me he alimentado como un vaso o como
cruzaban las palomas de un lado a otro de su una estrella ; porque aún estoy crujiendo bajo
carne sin torcer ni una pluma, aunque se atra- una palabra. Y no soy un huevo. Ni he secado
vesara con alfileres como cera. Pero había mis ojos con el sueño. Estoy enterrado fuera de
comenzado a sepultarse porque ya olía; porque mí, bajo mi espalda como el águila ; porque he
ya no se reconocía él mismo en los espejos. llegado a matarme como un caballo para nacer
Un día al levantarse, se olvidó de su piel, delante en la paloma. Porque si me cogéis
dormida entre las sábanas. Ya de vuelta, a la arriba sobre la cuerda infinita de la hora es
tarde trajo colgando de sus hombros como porque aún tenéis vuestra mano sin espigar.
milagros de cartón, un árbol, cuatro barcos, un Porque todos estáis como sacos sin agua.
cuchillo, la luna , dos escapularios, tres niños; Todos. Tú misma, si me llamas, es porque aún
y luego en su muerte comenzó una piedra. tienes el grano de maíz entre tus pechos.
Un día hacia el toque de laudes recibió el Yo te dejaré mi lengua entre tus manos y
primer aviso de la paloma "Resurrexit sicut subiré desde tu frente aunque se me tronchen
dixit..." y comenzó a abrirse su pecho como un las alas con tus pulsos. Has cruzado las plumas
libro. Para el toque de prima ya no tenía memo- sobre mis ojos y ya no puedo sujetar más
ria. No estaba herido como todos creían, tiempo mis anillos. Y no es humo lo que se
aunque cruzara el río su cuerpo, ni aunque toda desprende por las noches de las orugas, es que
su carne era ya leña desclavada. el silencio está llamando desde tu vientre para
Si yo puedo andar sobre este hilo tirante que cuando amanezca sobre los cristales
de la hora, sin despegar ni un pie, de sus vérte- ahumados de tus dedos, los nardos hayan
bras y sin engendrar sombra debajo de mi terminado todos el oficio de la campana. Si se
cuerpo, es porque ya no necesito mis ojos, ni para el río sobre tu frente es porque el cuchillo
mis rodillas para saber cómo ha brotado la perfuma de un tajo las claraboyas y porque la
primera hoja en la mano del hombre y por qué luz derrama su ectoplasma sin jugo sobre las
está naciendo la paloma desde los ojos del voces de los altares.

26
MIGUEL ANGEL ASTURIAS (1899-1974), Faz a faz sea dicho ante sus creadores,
guatemalteco, su poema: nuestro desafío y nuestra proclama oída!

Partimos hacia el país de los espejos,


la región en que hay más flores que tierra,
Los CAZADORES CELESTES
partimos a la cacería de Cuatricielo,
sin conocer su nombre,
¡Oropensantes- luceros ! ¡Ojos dioses!
sin conocer su danza,
¡Ojos dioses orollameantes , orotitilantes,
sin conocer su máscara,
orodistantes luceros! ¡Ojos dioses!,
a sabiendas que los ríos de su sangre
esta nuestra proclama,
no son navegables para los barcos de la muerte.
este nuestro desafío!
Partimos a la cacería
Cazadores celestes
del hombre de las magias,
levantamos los estandartes del rocío negro,
Cuatro-veces cielo,
sudor de artesanía,
el que lloverá lava de volcanes
y partimos hacia el país
para borrar el rocío negro
en que hay más flores que tierra,
de nuestros estandartes,
roto el pacto con la mariposa
sudor de artesanías.
de las alas de lava,
rotas las joyas de la amistad
"¡Cazadores a tierra!"
que en el cielo seguirá
Fue el grito
celebrando su natalicio.
y bajaron del cielo, en naves de plumas,
el Jefe y sus Horizontes águilas.
Partimos a la cacería de Cuatricielo,
el hombre de las magias,
El jefe de cazadores, águila de árboles,
el hombre de las cuatro magias,
el de las huellas verdes pintadas en la tierra,
el hombre de los cuatro ombligos de fuego,
saboreadora de las huellas verdes que al andar
quemadores de los cuatro
dejan los árboles
copales preciosos de la vida
-el viento se levanta y no acaba
-poesía, pintura, música, escultura-
de lamer las hojas, juntándolas, separándolas,
para deleite exclusivo de los ojos y los oídos
arremolinándolas- huellas verdes del jefe
de los dioses asomados
de cazadores,
a los agujeros de la noche.
águila de árboles,
águila de uñas en medio de una tempestad
¡Faz a faz sea dicho ante sus creadores,
de hojas verdes,
nuestro desafío y nuestra proclama oída!
su cuerpo, membrillo de oro
Cazaremos a Cuatricielo,
untado de grasa de ciervo,
porque tiraniza en sus mansiones
el escudo al brazo tatuado de serpientes verdes
situadas en los cuatro pétalos de la rosa celeste,
y la flecha de pluma de quetzal
a los que con sus calcañales,
apuntada hacia mediodía.
sus espaldas, sus manos, sus sombras,
sus amanuenses, sus hablacadáveres,
Cuatro eran las magias
sus tributarios, sin permitir,
y cinco los cazadores.
por no ser del gusto de los ojos
y los oídos dioses, que dejen su clausura
Aguila de luciérnagas de sol
y saquen la fiesta de su artesanía
el de las huellas amarillas pintadas en la tierra,
a las plazas públicas.

27
saboreadora de las huellas amarillas JOSE GOROSTIZA (1901-73), mejicano.
que al andar Fragmento de su poema Muerte sin fin:
dejan las estrellas fugaces,
el viento se levanta
y no acaba de lamer orfebrerías titilantes, Porque raro metal o piedra rara,
Cazador que fue de los Cuatrocientos así como la roca escueta, lisa,
Cazadores luceros, que figura castillos
águilas de luciérnagas de sol, con sólo naipes de aridez y escarcha,
amarillos sus cabellos de miel y así la arena de arrugados pechos
sobre sus hombros, y el humus maternal de entraña tibia,
bajo cascadas de plumas áureas, ay, todo se consume
de constelación húmeda su escudo, con un mohíno crepitar de gozo,
de luz que se apaga y se enciende cuando la forma en sí, la forma pura,
la punta de sus flechas, se entrega a la delicia de su muerte
de su flecha que se apaga y se enciende y en su sed de agotarla a grandes luces
apuntada hacia el Poniente, apura en una llama
en la tierra saboreadora de neblinas el aceite ritual de los sentidos,
que van con pies de pluma, que sin labios, sin dedos, sin retinas,
el viento alza su lengua y lame la cal viva, sí paso a paso, muerte a muerte, locos,
blancas sus plumas, blanca su piel, se acogen a sus túmidas matrices,
blancos sus dientes, mientras unos a otros se devoran
águila de nubes, al animal, la planta
corpulento y casi sin peso, a la planta, la piedra
de nieve su escudo, a la piedra, el fuego
antártico su arco y su flecha polar al fuego, el mar
apuntando hacia la luna. al mar, la nube
a la nube, el sol
Cuatro eran las magias hasta que todo este fecundo río
y cinco los cazadores. de enamorado semen que conjuga,
inaccesible al tedio,
el suntuoso caudal de su apetito,
no desemboca en sus entrañas mismas,
en el acre silencio de sus fuentes,
entre un fulgor de soles emboscados,
en donde nada es ni nada está,
donde el sueño no duele,
donde nada ni nadie, nunca, está muriendo
y solo ya, sobre las grandes aguas,
flota el espíritu de Dios que gime
con un llanto más llanto aún que el llanto,
como si herido -¡ay, El también!-
por un cabello,
por el ojo en almendra de esa muerte
que emana de su boca,
hubiese al fin ahogado
su palabra sangrienta.

28
RAFAEL ALBERTI (1902-89), andaluz. Dos Todo ha terminado.
ejemplos de su libro Sobre los ángeles: Puedes envanecerte, en la cauda marchita
de los cometas que se hunden,
de que mataste a un muerto,
EL ANGEL FALSO de que diste a una sombra la longitud
desvelada del llanto,
Para que yo anduviera entre los nudos de que asfixiaste el estertor
de las raíces de las capas atmosféricas.
y las viviendas óseas de los gusanos.
Para que yo escuchara los crujidos
descompuestos del mundo MUERTE Y JUICIO
y mordiera la luz petrificada de los astros,
al oeste de mi sueño 1
levantaste tu tienda, ángel falso. (MUERTE)

Los que unidos por una misma corriente A un niño, a un solo niño que iba
de agua me veis, para piedra nocturna,
los que atados por una traición para ángel indiferente de una escala sin cielo.
y la caída de una estrella me escucháis, Mirad. Conteneos la sangre, los ojos.
acogeos a las voces abandonadas de las ruinas. A sus pies, él mismo, sin vida.
Oíd la lentitud de una piedra
que se dobla hacia la muerte. No aliento de farol moribundo
ni jadeada amarillez de noche agonizante,
No os soltéis de las manos. sino dos fósforos fijos
Hay arañas que agonizan sin nido de pesadilla eléctrica,
y yedras que al contacto de un hombro clavados sobre su tierra en polvo,
se incendian y llueven sangre. juzgándola.
La luna transparenta Él, resplandor sin salida, lividez sin escape,
el esqueleto de los lagartos. yacente, juzgándose.
Si os acordáis del cielo,
la cólera del frío se erguirá aguda 2
en los cardos (JUICIO)
o en el disimulo de las zanjas que estrangulan,
el único descanso de las auroras: las aves. Tizo electrocutado, infancia mía de ceniza,
Quienes piensen en los vivos a mis pies, tizo yacente.
verán moldes de arcilla Carbunclo hueco, negro, desprendido
habitados por ángeles infieles, infatigables: de un ángel que iba para piedra nocturna,
los ángeles sonámbulos que gradúan para límite entre la muerte y la nada.
las órbitas de la fatiga. Tú: yo: niño.

¿Para qué seguir andando? Bambolea el viento un vientre


Las humedades son íntimas de gritos anteriores al mundo,
de los vidrios en punta a la sorpresa de la luz en los ojos
y después de un mal sueño de los recién nacidos,
la escarcha despierta clavos al descenso de la vía láctea
o tijeras capaces de helar el luto a las gargantas terrestres.
de los cuervos. Niño.

29
Una cuna de llamas , de norte a sur, Y como descendiste
de frialdad de tiza amortajada en los yelos al fondo de las mareas,
a fiebre de paloma, agonizando en el área a las urnas donde el azogue,
de una bujía, el plomo y el hierro pretenden ser humanos,
una cuna de llamas , meciéndote tener honores de vida,
las sonrisas, los llantos. a la deriva de la noche
Niño. tu traje fue dejándote solo.
Niño.
Las primeras palabras,
abiertas en las penumbras Desnudo, sin los billetes de inocencia
de los sueños sin nadie, fugados en sus bolsillos,
en el silencio rizado de las albercas derribada en tu corazón
o en el eco de los jardines, y sola su primera silla,
devoradas por el mar y ocultas hoy no creíste ni en Venus que nacía
en un hoyo sin viento. en el compás abierto de tus brazos
Muertas como el estreno de tus pies ni en la escala de plumas
en el cansancio frío de una escalera. que tiende el sueño de Jacob
Niño. al de Julio Verne.
Niño.
Las flores, sin piernas para huir
de los aires crueles, Para ir al infierno no hace falta
de su espoleo continuo al corazón volante cambiar de sitio ni postura.
de las nieves y los pájaros,
desangradas en un aburrimiento de cartillas
y pizarrines.
4 y 4 son 18. Y la X, una K, una H, una J.
Niño.

En un trastorno de ciudades marítimas


sin crepúsculos,
de mapas confundidos y desiertos barajados,
atended a unos ojos que preguntan
por los afluentes del cielo,
a una memoria extraviada entre nombres
y fechas.
Niño.

Perdido entre ecuaciones, triángulos, fórmulas


y precipitados azules,
entre el suceso de la sangre,
los escombros y las coronas caídas,
cuando los cazadores de oro y el asalto
a la banca,
en el rubor tardío de las azoteas
voces de ángeles te anunciaron la botadura
y pérdida de tu alma.
Niño.

30
GERMAN PARDO GARCIA (1902-91), GONZALO ESCUDERO (1903-71), ecuato-
colombiano. Dos ejemplos: riano. De su Obra poética:

HIMNO DE TRIUNFO LOS HURACANES

¿Si no fuera verdad esto que escribo, ¡América, tierra negra con alas!
y si mis ojos asilaran yertos
esculturas inválidas de muertos, Y los poetas muertos no irán a los sarcófagos
y aristas falsas que en la sal percibo? de rosas, sino a todas las fauces de los cráteres.
Así América será una tempestad encendida
¿Si las equivalencias que concibo en la noche y un resplandor de lianas
fallaran en los ámbitos abiertos, en el día.
y fueran sequedad de los desiertos
las calcificaciones que recibo? Poetas: apagad todas las lámparas,
si arden los Sinaís de las palabras,
¡Qué odio contra mis manos escritoras, si somos pedernales
excoriadas por lunas quemadoras! que hacen brotar en cada chispa
¡Les querría clavar la mordedura el impromptu de la tierra.
Temblor unánime que pasa
de unos dientes inicuos , devorantes! por nuestras vértebras de cóndores.
¡Si inventara azucenas oxidantes, Alarido de Job que despierta a los lobos.
si fuera contumaz, cuánta amargura! Naufragio de los bosques pretéritos
que oyeron el primer arcabuzazo
de los hombres blancos.
Rocas verticales que caen como dólmenes
NOCTURNO CAZADOR sobre los páramos de briznas de oro.
Ventarrones de humaredas distantes.
Cuando llega la noche yo me alerto
para vivir mientras el día encalla. Montañas que se encabritan como potros
Cada golpe nocturno, en mi muralla ríos torrenciales que se derrumban
deja un bastión al infinito abierto. con epilepsia de dioses jóvenes.
Garra del ventisquero humeante.
La noche es mi poder. De día, muerto Carne de cobre que se incendia
para la eternidad, térmica malla bajo el palio de los cactus.
de púrpuras solares empantalla Boas que viajan como trenes alígeros.
mis ojos de hombre y de aquilino injerto. Hombres turbios que estrangulan al sol.
Vírgenes de vientres tostados
Mas por las noches, como el tigre herido desnudas sobre los huracanes.
salgo a cazar. Como el león que urgido Madres que dan a luz
por el hambre y la sed lánzase y reta sobre las madrugadas dulces.
Río tremolante que se oye a sí mismo
la tenebrosidad de las llanuras, al desgajar prismáticas a las piedras.
y vuelve al estertor de sus clausuras Cascos de ébano de los corceles fugitivos.
con un astro mefítico en la jeta. Malabares de resplandor que naufragan
en los valles cóncavos.
Barrancos heridos

31
por las tizonas líquidas de las cascadas. CESAR MORO (1903-56), peruano. De la
Huracanes que derriban a los robles. revista española Poesía 2:
Incendio de berilo de las selvas.
Tormenta que descuaja a los árboles.
Lagos, cacharros para beber los plenilunios. OH FUROR EL ALBA SE DESPRENDE
Pumas que saltan con su torso DE TUS LABIOS
de mujeres vencidas.
Hogueras que salpican a la tiniebla Vuelves en la nube y en el aliento
con surtidores de fuego. sobre la ciudad dormida
Diluvio de estrellas para construir el arca
de nuestra muerte inmortal, golpeas a mi ventana sobre el mar
con el cedro oloroso de la noche a mi ventana sobre el sol y la luna
y los dos clavos húmedos de tu mirada.
Y Dios que oye el silencio. a mi ventana de nubes
¡Y el tiempo. Y los guijarros. Y los hombres
a mi ventana de senos sobre frutos ácidos
que ruedan a los vórtices!
El rondador, el rondador ventana de espuma y sombra
es el viento,
la raza, ventana de oleaje
la distancia, sobre altas mareas tu frente
la desgarradura de la cordillera, y más lejos tu frente
el zodíaco del sol ebrio. y la luna es tu frente y un barco sobre el mar
Y es la raza. y las adorables tortugas como soles
Los muertos izados como lábaros. poblando el mar y las algas nómadas
Los muertos que claman. y las que fijas soportan el oleaje
Troncos de encinas bárbaras. y el galope de nubes persecutorias
Monolitos horizontales. el ruido de las conchas
Torreones calcinados. las lágrimas eternas de los cocodrilos
¡Los muertos! el paso de las ballenas
¡Ellos! la creciente del Nilo
el polvo faraónico
Los que blandieron las hachas hímnicas, la acumulación de datos para calcular
y agitaron los mazos,
la velocidad del crecimiento de las uñas
y aguzaron las piedras lisas,
en los tigres jóvenes
y humedecieron las claridades
la preñez de la hembra del tigre
con su voz diluvial.
el retozo de albor de los aligatores
¡Ellos!
el veneno en copa de plata
Traen en sus ojos escarabajos lucientes
las primeras huellas humanas sobre el mundo
y rocío del césped.
tu rostro tu rostro tu rostro
La tierra camina como un barco
y se arremolina como un océano.
Vuelven como el caparazón divino
¡Los muertos!
de la tortuga difunta
¡Ellos!
envuelto en luz de nieve

¡América, tierra negra con alas!


El humo vuelve y se acumula para crear
representaciones tangibles de tu presencia
sin retorno

32
El pelo azota el pelo LUIS CARDOZA Y ARAGON (1904-92),
vuelve guatemalteco. De su antología Poesías com-
no se mueve el pelo pletas:
golpea sobre un tambor finísimo de algas
sobre un tambor de ráfagas de viento
SOLEDAD DE LA FISIOLOGIA
Bajo el cielo inerme venciendo su distancia
golpeas sin sonido Yo he visto, sí, yo he visto,
con mis labios , mis sienes y mi lengua,
La fatalidad crece y escupe fuego y lava la infinita tristeza de los humildes huesos
y sombra y humo de panoplias y carnes de mis pies,
y espadas para impedir tu paso de sus venillas rojas sobre mi piel callosa
vencidas por mi peso,
Cierro los ojos y tu imagen y semejanza cuya sangre , en su ciclo remoto,
son el mundo ve sólo de vez en cuando
el mundo por mis ojos.
La noche se acuesta al lado mío
y empieza el diálogo Mi piel de estiércol y luceros,
al que asistes como una lámpara la acelerada muerte de mis labios,
votiva sin un murmullo parpadeando mi voz, mis ojos , mi silencio,
y abrasándome con una luz tristísima los nuncas, los acasos, las rocas, los inviernos,
de olvido animan sus puras capacidades inmortales,
y de casa vacía bajo la tempestad nocturna y todo gime o canta, mas con tristeza siempre,
con tristeza yacente, joven, alta.
El día se levanta en vano
Intestinales lavas verdes,
Yo pertenezco a la sombra aciago y turbulento hervor de fango,
y envuelto en sombra lleno de peces rojos y granitos;
yazgo sobre un lecho de lumbre. arcos de pechos descubiertos
mar adentro, saliendo por la sangre
sobre tu piedra cierta de eternos sacrificios,
buscando nieves que besar, cristales,
ascuas o frías hojas de cuchillos.

Esas masas opacas de pústulas y podres,


nocturnos lodos hondos,
turbias materias mudas
de máculas y oprobios, llegan al hombre,
al ave y a la rosa,
con vehemencia de cifra, con ahínco de forma,
con el perpetuo ritmo de mar contra la playa.

Llegan claras, geométricas y exactas,


y en fanático instante de infinito,
se queman en los ojos , en la boca,
con sus trajes de besos o palabras.
Con terquedad hermosa y ávida,

33
he sentido en mi cuerpo golpear de gloria y de inmundicia , de aurora
tu propio cuerpo y rosa mustia.
la antigua angustia material
de plomo hasta sonido, Noche de las entrañas, noche del borborigmo,
de carbón a lucero. noche de arteria honda
y blancos huesos ciegos,
Todo lo que cae, lo que la tierra vísceras olvidadas
diariamente reclama: en su misión de eternas Cenicientas.
nuestro sudor, la orina, el excremento,
ciegas, confusas materias oscuras, Desoladas matrices sin lucero,
cumpla vuestro pesado aceite amargo materia no despierta al canto o al suspiro
su destino de llama. del viento de la muerte;
yerta su pasión que germinó en el trigo,
Lo que hay de divino en el trigo, que roja se hizo en la amapola
en el jocundo semen extasiado, y sueño bajo la cal de la frente.
en la luz de los cielos,
en el sumiso estiércol, Llameante animalidad fecunda
en la flor que nunca alcanza su fruto, de manos naufragadas, de rodillas vencidas
en la veta dormida del zafiro, por el dulce vértice de las ingles,
en el austero tronco y en el barro. adentro martillando la hermosura del cielo,
con feroz impaciencia temblorosa de aves
Sí, lo que hay en ellos de divino, en azoro,
en su desesperada vocación de llanto de ángeles y estrellas
y de saliva, que acaban de marcharse.
con ternura inaplazable de tacto,
con desvelo de labios imbesables y ausentes, Muda materia opaca, sin forma ni sollozo,
lo cantan las entrañas con sus voces sin rumbo sin novedad y atónita, postrera, estupefacta,
de sordomudos ángeles rebeldes, que adivináis el pétalo, la espiral y la cifra,
la luz sepulta y la forma olvidada. con memoria de muerte, de vida y muerte
nuevamente,
Todo este afán y esta ternura casi hiriente como la piedra frente a los ojos de la estatua,
que llora de dulzura y sin embargo sangra; como las venillas del mármol
que casi es una niña debajo de la nieve ante la sangre del modelo,
soportando en la frente, herida y humillada, ceniza, escarcha sois, llanto o sonrisa.
el peso de la vida y la ingrávida muerte.
En mis manos os veo dividiros,
Minucioso engranaje de lodo que medita más allá de los dedos y su tacto,
y adora y se levanta hasta la estrella amarga, de los dientes que sangran, de las uñas
sin olvidar que ayer rastreaba en el gusano. más allá de los ojos y miradas,
Que hoy, más lejos todavía, con luz de estrella muerta
todavía más lejos, que no llegará nunca.
era sólo un pedazo de noche enfurecida,
calcárea o pedernal, con desmayado fuego Astros y musgo exangüe, eternidad y polvo,
despierto sin presencia el ruiseñor y el sapo, el amor y el olvido,
en el vuelo de pájaros del gozo, su pasión sin medida, el fuego y su locura
en su angustia de manos amputadas, final, como la noche maciza de los muertos,
de lágrimas fatales no vertidas, dura noche sin límites de párpados,

34
han germinado en mí su soledad de piedra, y el sapo,
me han cubierto de ciprés enlutado. el amor y el olvido, el fuego y el estiércol.

En mis brazos tu soledad en fiesta Mundos ancestrales anteriores al hombre,


mordiendo , sí, su término, su precaria medida, ámbitos de tiniebla o glaciares,
su telúrico límite de cuerpo enamorado. obsesos por una chispa, por un liquen,
No hay soledad más alta, por la viva arenilla que es la hormiga.
más cruel y más cercana Yo me acuerdo, me siento, aún me veo
que la de dos cuerpos que se aman, en ígneos minerales somnolientos.
sus hiedras confundiendo, su saliva En turbias nubecillas casi inmóviles,
y sus sueños acompañados de espacio. Colmado
su aliento anonadado, sus huesos y su muerte. de amaneceres y viscosidades,
de rubí y azucena y noche derretida
Callo de amor en medio de tu asombro, lejana, hacia futura presencia enamorada.
isla de soledad, dolor de mármol, ¡Ya en ellos la esperanza de la sangre!
callo para gemir cuando te adoro
con tu pavor de estatua mutilada. Coágulos como gotas de caos,
Isla de soledad, dolor y pasmo, árboles que sombreáis en las riberas
muerta mil veces, mil, mil veces muerta, flotantes panoramas, ídolos sumergidos
solos, en planeta deshabitado, en océanos de sangre y cielos ya gastados
ya solos en el otro y en sí mismo. como cantos rodados entre el sueño y la arena,
de pronto, en los furiosos túneles de la vida,
Solos y abandonados doblemente, con rampante lamento encendido de mitos,
más solos que si el otro no existiese, estallando sus soles en medio
nuestro sueño absoluto nos ha creado de las ciénagas.
la soledad sin fin de nuestra mano. ¡Alegría de los primeros pasos
¡La mano no puede asir sino formas, de mujer en la nieve!
asir lo que no es, la pura ausencia,
tierra firme de nunca y de tal vez, Veo mi forma muerta, mi retorno a la patria,
tangible de crueldad sin penumbra! al ansia desbordada, sin cristal ni medida.
A la suave y nostálgica materia.
Nada queda en los labios, sino violetas tristes. Herida en todas partes, como nube delgada.
Nada sino epitafios de hielo ensangrentado. Mis huesos ven el sol. ¡Lo ven por fin!,
Nada sino unas huellas en el viento. las nubes y los pájaros, el árbol y el caballo,
la libertad total de su blancura.
Sino caídas guirnaldas marchitas. La leche, las aguas animales,
Sino ceniza fría, dolida y crepitante, las vísceras rotas y vencidas,
y un eco de fuego crucificado. mojan el polvo, lo besan, lo recuerdan,
aceleradas, sin embargo, hacia la rosa.
Como mar frente al cielo,
¡oh cuerpos frente a frente!, Soledad de materia con su sueño fallido
premuras de la sangre, espejos de la muerte, más acá de un seno, de una poma,
con rumbos de magnolias de un grito o de un suspiro.
y palomas de llanto, ¡Todo lo que cae, lo que la noche
solos en el asombro del gemido, ciegamente reclama,
dulce piedad de carne amontonada esa montaña fétida en donde el lirio alza
entre el astro y la hierba, el ruiseñor su pura, blanca llama!

35
LUIS CERNUDA (1904-63), español. Ejem- ya no les tientan. Lo divino subsiste,
plo tomado de su antología La realidad y el proteico y multiforme,
deseo: aunque mueran los dioses.
Por eso vive en mí este afán que no pasa,
aunque pasó mi forma, aunque ni sombra soy;
DESOLACION DE LA QUIMERA
afán que se concreta en ver rendido al hombre
temeroso ante mí ante mi tentador secreto
indescifrable.
Todo el ardor del día acumulado
en asfixiante vaho, el arenal despide.
Sobre el azul tan claro de la noche Como animal domado por el látigo,
contrasta, como imposible gotear de un agua, el hombre. Pero, qué hermoso;
su fuerza y su hermosura,
el helado fulgor de las estrellas,
oh dioses, cuán cautivadoras.
orgulloso cortejo junto a la nueva luna
Delicia hay en el hombre;
que, alta ya, desdeñosa ilumina
cuando el hombre es hermoso,
restos de bestias en medio de un osario
en él cuánta delicia.
en la distancia aúllan los chacales.
Siglos pasaron ya desde que desertara
el hombre de mí
No hay agua, fronda, matorral ni césped.
y a mis secretos desdeñoso olvidara.
En su lleno esplendor mira la luna
Y bien que algunos pocos a mí acudan,
a la Quimera lamentable, piedra corroida
los poetas, ningún encanto encuentro en ellos,
en su desierto. Como muñón, deshecha el ala;
cuando apenas les tienta mi secreto
los pechos y las garras
ni en ellos veo hermosura.
el tiempo ha mutilado;
hueco de la nariz desvanecida y cabellera,
Flacos o flácidos, sin cabellos, con lentes,
en un tiempo anillada, albergue son ahora
desdentados. Esa es la parte física
de las aves obscenas que se nutren
en mi tardío servidor; y semejante a ella,
en la desolación, la muerte.
su carácter. Aún así, no muchos buscan
mi secreto hoy,
Cuando la luz lunar alcanza
que en la mujer encuentran su personal
a la Quimera, animarse parece en un sollozo,
triste Quimera.
una queja que viene no de la ruina,
Y bien está ese olvido,
de los siglos en ella enraizados, inmortales
porque ante mí no acudan
llorando el no poder morir,
tras de cambiar pañales al infante
como mueren las formas
o enjuagarle nariz, mientras meditan
que el hombre procreara. «Morir es duro,
reproche o alabanza de algún crítico.
mas no poder morir, si todo muere,
es más duro quizá». La Quimera susurra
¿Es que pueden creer en ser poetas
hacia la luna
si ya no tienen el poder, la locura
y tan dulce es su voz
para creer en mí y en mi secreto?
que a la desolación alivia.
Mejor les va sillón en academia
que la aridez, la ruina y la muerte,
«Sin víctimas ni amantes.
recompensas que generosa di a mis víctimas,
¿dónde fueron los hombres?
una vez ya tomada posesión de sus almas,
Ya no creen en mí, y los enigmas
cuando el hombre y el poeta preferían
que yo les propusiera
un miraje cruel a certeza burguesa.
insolubles, como la Esfinge,
mi rival y hermana,

36
Bien otros fueron para mí los tiempos ALFREDO GANGOTENA (1904-44), ecuato-
cuando feliz, ligera, hollaba el laberinto riano. Dos ejemplos de su Poesía completa:
donde a tantos perdí y a tantos otros
los dotaba de mi eterna locura:
imaginar dichoso, sueños de futuro,
NOCHE
esperanzas de amor, periplos soleados.
(fragmento)
Mas, si prudente estrangulaba al hombre
con mis garras potentes, Mi semblante sumiso
que un grano de locura en la extirpación de las palabras,
sal de la vida es. A fuerza de haber sido, mis manos esparcidas en el horror.
promesas para el hombre ya no tengo.» Todo en sombras, arisco,
fluyente y transido
Su reflejo la luna deslizando de los fríos sudores que he sangrado
sobre la arena sorda del desierto, en mi noche.
entre sombras a la Quimera deja
calla en su dulce voz la música cautiva. Mis ojos asesinados transpiran su lodo
Y como el mar en la resaca, al retirarse contra los muros.
deja a la playa desnuda de su magia, Mis flácidas axilas de ningún modo
retirado el encanto de la voz, me han sostenido.
queda el desierto ¿Para qué frecuentar
todavía más inhóspito, sus dunas vuestras opulentas moradas?
ciegas y opacas, sin el miraje antiguo. Os dejo en gran duelo, nativos fantasmas.

Muda y en sombra, parece la Quimera retraerse


a la noche ancestral del Caos primero;
mas ni dioses, ni hombres, ni sus obras, Señor enhiesto
se anulan si una vez son; existir deben sobre los rayos de su armadura,
hasta el amargo fin, perdiéndose en el polvo.
fulgente en el acero de su inmovilidad,
Inmóvil, triste, la Quimera sin nariz olfatea para la batalla en dondequiera,
frescor de alba naciente, Él solo me esperaba.
alba de otra jornada Voces como piedras gruñen bajo la luna.
que no habrá de traerle piadosa la muerte,
sino que su existir desolado prolongue todavía.
Él no me detiene ni menos el ala rumorosa
del astro de los muertos , suspendido
sobre mi tienda.
¿Su ejército? ¿Acaso replegado y sordo
en la espera?
¡Cómo! ¿Acaso pensaba hurtarlo y arrebatarlo
por azar a la gran águila de mis miradas?

¿Qué calor me asfixia en estos sudores?


Mis dientes se estremecen , rojos de carne
de la posesión.
¿Se deshacen mis músculos bajo las rocas
implacables?
La selva me grita: ¡cuidado!

37
Sacudiendo de despecho su milenario follaje Y te desmandas a ^nerced, como el fuego,
sobre mi cuerpo jadeante. de estas órbitas:
¡Oh lágrimas, qué hundimiento a despecho entonces te hablaré
y qué polos de oprobio alcanzados en tu vientre de agitado corazón,
en esta ruina! con la lengua de mi altura,
en tu sexo sorprendido,
Él solo me esperaba. a mayores firmamentos
Sus pájaros carnívoros recorren mi silencio. con m¡ voz de noche oscura.
¡Así sea! Mas, a todo lo adelantas.
Si he sufrido la verde huella de sus ojos ¡Oh mía de mi celo,
centella de tormenta, pusiste a prueba tanto empeño
Él se precipita de súbito en el calor de mis sentidos!
en la ruta escabrosa de su blanco viaje. ¿Cuándo me abrirás presente las dulzuras
tuyas llenas, de la tierra?
Él partió con el gran viento de alas de la noche ¿Cuánto el pecho ? ¡a deshora!,
y me he quedado inerme y me detienes con el ímpetu del océano
y desnudo en la desesperanza, sobre el párpado de mi desolada desnudez.
toda de cal y ceniza, mi carne,
bajo el remolino de su vuelo ensordecedor. El espacio de tu fuerza.
Mis ojos lentos brillarán del fragor
Mi corazón, de soslayo, de las ciudades.
en la hondura de la medianoche. Por donde va mi grito, voy,
¡Helo aquí yacente en la hez y en la vergüenza, ¿por afueras de este mundo?
sucio de excremento bajo la resina de mis La boca densa , aún llena de la muerte.
ojos palpitantes , perdido en la tiniebla, la bilis,
el amarillo polvo y el desprecio! En subidos aires salgo de mi aliento.
El jardín contiguo, en manos de las flores.
Y van pasos, desnudos pasos en ni¡ alma;
que te busque, toda mía,
TEMPESTAD SECRETA amén persiga con las ansias consiguientes
(fragmento) del desierto.

Apretada, oculta noche. Ni la sed es cosa tanta.


¡Oh vena, venas de mi sangre Afuera en claro sestean los leones,
en la esfera absoluta de los astros! corre franca la pradera de los ciervos.
Me despierto a toda voz,
dando gritos de llamada;
en tu espacio me despierto,
con los ojos agolpados
mi corazón de entrañas y lamentos,
como un haz de ensangrentadas cabelleras.

Cuan clara es la pupila, llega el mundo,


¿dónde estoy?
Y los mares de esta fuente, llegarán.
Los cuervos persistentes;
entre muros, mi espesura.

38
39
PABLO NERUDA (1904-73), chileno. Dos de la dirección de la esencia
ejemplos, el primero de la antología La mar no tengo contrato firmado con gotas de sangre
por Raúl Cervantes Ahumada: ni reina ni esclava yo sé que armadores
henchidos pagaron dolores con dólares
la barca la blanca vestida
la Venus de ballenería
LA MASCARA MARINA
las velas al viento sobre la muchedumbre
del mar hacia Chile
Resbala en la húmeda suma la luna
pero aquellas monedas cayeron
sorteando la sal con su susurrante salida
en las alcancías del padre artesano
las aves del suave solsticio
y pronto rodaron pagando ataúdes botellas
los vuelos se alzaron
zapatos escuelas o flores
y el sol de la aurora aurorea en la sopa del mar
yo fui liberada y entré en el navío
la sopa del mar sopa negra pasó por la sombra
sin deuda de sangre
parece que se abre una caja si sale la aurora
no compro la aurora no salgo no muevo
como un abanico cerrado es el sol en su cielo
los brazos no reino
salió de la caja la luz de la caja de jacaranda
y sólo obedezco al latido del agua
salió perfumada la luz salió anaranjada
en la proa como una manzana
la luz salió luz
obedece a la savia que sube y navega
abanico era entonces encima esplendor
en el árbol de la primavera
era fría esperanza
la sangre cetácea la esperma violeta
y yo déle que déle al navío
del asesinato en las olas
yo no vuelo ni corro ni nado
no veo ni el círculo frío del duro petrel
yo en la proa de acuerdo azutrina amaranto
en el viento
de acuerdo de acuerdo con el abanico
ni el pez arrancado a una garra y partido
creciente de acuerdo llovía de pronto
por un picotazo sin duda un camino
y estatua de sal transparente en la lluvia
o morada señora ofrecí mi crepúsculo de sangre surcó la salmuera
oí el espantoso silencio después
al viento a la noche que devoraba
y seguí seguí sola en la noche en el día de las llamas de la artillería
desnuda turgente era el mar en el territorio inocente otros hombres
del navío la ruta la línea la misma salmuera vestidos de oro
yo no miro los puertos he cerrado con máscaras blancas metían en redes
a sus semejantes
los ojos al daño amo el solo elemento
corrían aullando mujeres entre los castigos
la luz que transcurre las lanzas del frío
morían de amor y de furia
sube el sol al cenit uva a uva
las redes subían repletas de oscuras miradas
hasta ser un racimo y de noche la sombra
y manos heridas
resbala la luna en el vino
yo vi desangrarse los ríos
el mar alcohol del planeta la rosa
de los territorios y sé cómo lloran las piedras
que hierve y el agua que arde
oh rayo del mar amedrenta a tus hijos
yo sigo yo sumo no muevo los ojos
castiga a los crueles
no canto no tengo palabras no sueño
decía la tierra y el mar continuó y subió
me mueven me cantan me sueñan
el movimiento a mi pecho
me sume la ola
y yo me incorporo al camino
salpica levanta mi desventurada cabeza
mis ojos no saben llorar
en la eterna intemperie
yo vivo en el gran movimiento del orbe soy sólo una forma en la luz
una vértebra de la alegoría.
en la nave soy parte incesante

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LAS FURIAS Y LAS PENAS dando gemidos,
y tus tetas de nácar y tus pies de amapola,
como embudos llenos de dientes que buscan
En el fondo del pecho estamos juntos, sombra,
en el cañaveral del pecho recorremos como rosas hechas de látigo y perfume, y aun,
un verano de tigres, aun más, aun más,
al acecho de un metro de piel fría, aun detrás de los párpados,
al acecho de un ramo de inaccesible cutis, aun detrás del cielo,
con la boca olfateando sudor y venas verdes aun detrás de los trajes y los viajes,
nos encontramos en la húmeda sombra en las calles donde la gente orina,
que deja caer besos. adivinas los cuerpos,
en las agrias iglesias a medio destruir,
Tú mi enemiga de tanto sueño roto en las cabinas
de la misma manera que el mar lleva en las manos,
que erizadas plantas de vidrio, acechas con tus labios sin embargo floridos,
lo mismo que campanas rompes a cuchilladas la madera y la plata,
deshechas de manera amenazante, crecen tus grandes venas que asustan:
tanto como disparos no hay cáscara, no hay distancia ni hierro,
de hiedra negra en medio del perfume, tocan manos tus manos,
enemiga de grandes caderas y caes haciendo crepitar las flores negras.
que mi pelo han tocado ¡Adivinas los cuerpos!
con un ronco rocío, con una lengua de agua, Como un insecto herido de mandatos,
no obstante el mudo frío de los dientes adivinas el centro de la sangre y vigilas
y el odio de los ojos, los músculos que postergan la aurora,
y la batalla de agonizantes bestias asaltas sacudidas,
que cuidan el olvido, relámpagos, cabezas,
en algún sitio del verano estamos juntos y tocas largamente las piernas que te guían.
acechando con labios que la sed ha invadido.
¡Oh, conducida herida de flechas especiales!
Si hay alguien que traspasa
una pared con círculos de fósforo ¿Hueles lo húmedo en medio de la noche?
y hiere el centro de unos dulces miembros
y muerde cada hoja ¿O un brusco vaso de rosales quemados?
de un bosque dando gritos,
tengo también tus ojos ¿Oyes caer la ropa, las llaves, las monedas
de sangrienta luciérnaga en las espesas casas donde llegas desnuda?
capaces de impregnar y atravesar rodillas
y gargantas rodeadas de seda general. Mi odio es una sola mano que te indica
el callado camino,
Cuando en las reuniones las sábanas en que alguien ha dormido
el azar, la ceniza, las bebidas, con sobresalto: llegas
el aire interrumpido, y ruedas por el suelo manejada y mordida
pero ahí están tus ojos oliendo a cacería, y el viejo olor del semen como una enredadera
a rayo verde que agujerea pechos, de cenicienta harina se desliza a tu boca.
tus dientes que abren manzanas
de las que cae sangre, ¡Ay leves locas copas y pestañas,
tus piernas que se adhieren al sol aire que inunda un entreabierto río

41
como una sola-paloma de colérico cauce, Miras: no ves la luna ni el jacinto
como atributo de agua sublevada, ni la oscuridad goteada de humedades,
ay substancias, sabores, párpados de ala viva ni el tren de cieno , ni el marfil partido:
con un temblor, con una ciega flor temible, ves cinturas delgadas como oxígeno,
ay graves, serios pechos corno rostros, pechos que aguardan acumulando peso
ay grandes muslos llenos de miel verde e idéntica al zafiro de lunar avaricia
y talones y sombras de pies, y transcurridas palpitas desde el dulce ombligo hasta las rosas.
respiraciones y superficies de pálida piedra,
y duras olas que suben la piel hacia la muerte ¿Por qué sí? ¿Por qué no?
llenas de celestiales harinas empapadas! Los días descubiertos
aportan roja arena sin cesar destrozada
¿Entonces, este río a las hélices puras que inauguran el día,
va entre nosotros, y por una ribera y pasa un mes con corteza de tortuga,
vas tú mordiendo bocas? pasa un estéril día,
pasa un buey, un difunto,
¿Entonces es que estoy verdaderamente, una mujer llamada Rosalía,
verdaderamente lejos y no queda en la boca sino un sabor de pelo
y un río de agua ardiendo pasa en lo oscuro? y de dorada lengua que con sed se alimenta.
¡Ay cuántas veces eres Nada sino esa pulpa de los seres,
la que el odio no nombra, nada sino esa copa de raíces.
y de qué modo hundido en las tinieblas,
y bajo qué lluvias de estiércol machacado Yo persigo como en un túnel roto,
su estatua en mi corazón devora el trébol! en otro extremo
carne y besos que debo olvidar injustamente,
El odio es un martillo que golpea tu traje y en las aguas de espaldas,
y tu frente escarlata, cuando ya los espejos
y los días del corazón caen en tus orejas avivan el abismo, cuando la fatiga,
como vagos búhos de sangre eliminada, los sórdidos relojes
y los collares que gota a gota golpean a la puerta de hoteles suburbanos,
se formaron con lágrimas y cae
rodean tu garganta quemándote la voz la flor de papel pintado,
como con hielo. y el terciopelo cagado por las ratas y la carea
cien veces ocupada por miserables parejas,
Es para que nunca, nunca cuando todo me dice que un día ha terminado,
hables, es para que nunca, nunca tú yYo
salga una golondrina del nido de la lengua hemos estado juntos derribando cuerpos,
y para que las ortigas destruyan tu garganta construyendo una casa que no dura ni muere,
y un viento de buque áspero te habite. tú y yo hemos corrido juntos un mismo río
con encadenadas bocas llenas de sal y sangre,
¿En dónde te desvistes? tú y yo hemos hecho temblar otra vez
¿En un ferrocarril, junto a un peruano rojo las luces verdes
o con un segador, entre terrones, y hemos solicitado de nuevo
a la violenta luz del trigo? las grandes cenizas.
¿O corres con ciertos abogados
de mirada terrible Recuerdo sólo un día
largamente desnuda, a la orilla del agua que tal vez nunca me fue destinado,
de la noche? era un día incesante,

42
sin orígenes. Jueves. Corre con tus zapatos, con tus medias,
Yo era un hombre transportado al acaso con el gris repartido, con el hueco del pie,
con una mujer hallada vagamente, y con esas manos
nos desnudamos que el tabaco salvaje adoraría,
como para morir o nadar o envejecer golpea escaleras, derriba
y nos metimos uno dentro del otro, el papel negro que protege las puertas,
ella rodeándome como un agujero y entra en medio del sol
yo quebrándola como quien y la ira de un día de puñales
golpea una campana, a echarte como paloma de luto y nieve
pues ella era el sonido que me hería sobre un cuerpo.
y la cúpula dura decidida a temblar.
Es una sola hora larga como una vena,
Era una sorda ciencia con cabello y cavernas y entre el ácido
y machacando puntas de médula y dulzura y la paciencia del tiempo arrugado
he rodado a las grandes coronas genitales transcurrimos,
entre piedras y asuntos sometidos. apartando las sílabas del miedo y la ternura,
interminablemente exterminados.
Éste es un cuento de puertos adonde
llega uno, al azar, y sube a las colinas,
suceden tantas cosas.

¿Enemiga, enemiga,
es posible que el amor haya caído al polvo
y no haya sino carne y huesos
velozmente adorados
mientras el fuego se consume
y los caballos vestidos de rojo
galopan al infierno?

Yo quiero para mí la avena y el relámpago


a fondo de epidermis,
y el devorante pétalo desarrollado en furia,
y el corazón labial del cerezo de junio,

y el reposo de lentas barrigas


que arden sin dirección,
pero me falta un suelo de cal con lágrimas
y una ventana donde esperar espumas.

Así es la vida,
corre tú entre las hojas, un otoño
negro ha llegado,
corre vestida con una falda de hojas
y un cinturón
de metal amarillo,
mientras la neblina de la estación
roe las piedras.

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SALVADOR Novo (1904-74), mejicano. De JORGE ENRIQUE RAMPONI (1907-77),
Omnibús de Poesía Mexicana: argentino. De su libro Los límites y el caos:

NEVER EVER HEREDAD DEL HUESO


(fragmento VIII)
Lo que el mundo no dice ni la luz revela,
Como la sed como el sueño como el aullido lo atestiguan sombríos tornasoles del alma.
como el llanto
tu boca tus labios tus dientes tu lengua Reconozco secretas misivas de la noche,
nunca supe esquelas perniciosas que el corazón traduce
veía tu carne blanca tus ojos verdes tu silencio con un torvo aleteo,
y luego nos desnudábamos y yo abría ritos de la sustancia llena de ídolos,
los brazos como los muertos de un anfiteatro digitaciones ciegas de la sangre
lado a lado juntos solos por teclados de enigma,
iba a gestarse de nosotros el Universo tactos desarraigados a tientas por el aire,
y los siglos inmortales meteoros como mitos del sueño,
que un suspiro que un pensamiento alamares de un fósforo calizo
que un recuerdo pueden frustrar con la cifra del lampo entrecortada,
mi pecho entonces mi corazón y esa facción difusa
mis sentidos en mi pecho donde avizoro un ojo
tu boca tus labios tus dientes tu lengua de grandes párpados de eclipse
hasta el grito hasta el aullido hasta el llanto que vuelve a su heredad de hueso,
hasta la muerte a su rostro de abismo cada día.
y ya nunca porque en mí quedó la manzana
la semilla de la manzana en mi pecho Si macero la angustia
solo solo solo los sueños me destilan presagios,
atravesado y muerto por un puñal de oro mapas con un índice negro cardinal
dos puñales tres puñales hacia el polo de las vísceras;
nacerán dos estrellas de tu vejez sobrevienen escorzos amargos en la voz,
que el águila verá fijamente laberintos de adioses,
a la orilla de los volcanes odeones hondos de profecía;
que te arrebataron al trópico antiguos anuncios marchitos reverdecen,
a la orilla de la nieve de los caballos echan raíces torvas, ramos de zarpas,
de los trenes tardíos tentáculos de injuria.
de las cinco de la mañana
que nos sorprendía muertos Al parecer confundo los días con la sangre,
que alumbrará tu carne sin olor ni dureza las noches con el túnel funeral del hereje,
que escuchará el grito desgarrado de mi pecho pero tal vez mi espejo penetra para atrás,
solo sin ti sin tus palabras estúpidas se remonta hacia abajo.
sin tu silencio
sin tus dientes fríos serpiente No sé si mi memoria
sin tu lengua sin nada es recuerdo o conjuro, o si evoco un sagrado
esperándote en las arrugas envejecidas porvenir de silencio.
con un cigarrillo en el olor vacío de tus lirios
llenos de podredumbre Desde los barandales
cubiertos con polvo morado. secos de una desgracia que cercenó mi vida,

44
que trizó mis cimientos lámparas del cieno
de nenúfar aciago con un tajo de insidia, o entre confusos deudos de heráldica postura
de impiedad alevosa; inscriptos en su friso de amarga geología,
desde el balcón de abismo donde cultiva alguno con un vellón de helecho ritual
un hueso de codos en el polvo en las escamas.
su castidad desnuda,
su paciencia de santo, Recién emancipado de vínculos
llega un ombligo amargo de madre soterrada, que dejan cicatrices, trofeos o condecoraciones
llega un mugrón de bulbos y pelos de tiniebla. de extrañas tropelías,
ejemplos de niveles sin ley
Quien advierta su hisopo que sólo alcanza un niño nacido
de ramales arteros puede graznar un día. en las escorias funestas de un naufragio,
Quien rumia empedernido su alimento allá por las riberas donde cantan las arpas
de cuervo del ajuar funerario de algún padrino atroz,
sobrepasa lo suyo, sobrepasa los lindes al fondo del ancestro.
del vejamen y suda
mohos de hiel y crimen, De regreso de pactos, de adustas letanías,
tinta de revenido por los poros del alma; de connubios atroces como de sacrificios,
filtra un salitre abyecto, cuyo secreto pierdo en el umbral
mana un óxido mártir de animal sentenciado, como la contraseña del retorno,
desde los tenebrosos me amanecen las huellas de unos palpos
lagares de la especie, bajo un trópico avieso aciagos en los vanos del alma,
que sazona cenizas. un polen de algas negras
perdura en los biseles marchitos de la sangre,
El mundo estará en flor, reconozco una pluma caída
pero a la abeja negra de las consumaciones contra un zócalo en el sueño,
se le vuelve el polen acíbar, me estremece el cadáver de un pámpano
toda la miel cicuta. de escarcha en el alféizar.

A veces, después de torvas citas al parecer Iris, entre cejas errantes, perduran
con nadie en los espejos como el fúnebre cirio en la cripta
de tactos como afrentas donde ardió su custodia recelosa del muerto.
al borde de recintos que en espiral me legan
sus declives de embudo; A veces una risita gris,
de conmemoraciones igual que vituperios, un jeroglífico de humo, una baranda pensativa,
lo mismo que impudicias en medio enigmático anfibio de la noche y la congoja,
a las exequias, equívoco en sus fases de mariposa
idénticas a un vino de honor con ceremonias y lento vampiro subterráneo.
de sierpes bajo el tótem,
y danzas vejatorias Yo no veo, percibo su criatura callada
como fornicaciones rencorosas al pie entonarme su arrullo con su lengua de felpa
de los patíbulos. furtiva y perniciosa.
De vuelta de esas logias
en donde oficia un huésped Del umbral al misterio
con máscara lacustre, fosforesce de pronto su gaviota de hueso
de ausencia tan remota y ala de llama fatua.
que todos sus marfiles relucen como Reposa y se estremece

45
con modales de pájaro que encubre se detienen en los istmos adustos,
su fatiga migratoria. en los vanos sombríos,
Reverbera y se apaga cubriendo el mástil allí donde se rompen las bóvedas en antros
ciego con su flotante insignia, por donde asoma un búho con ojos de tiniebla.
que de pronto es un humo con olor a distancia
fugitiva y olvido. Es un idilio a tientas, pausado y tembloroso,
de la carne y el hueso,
Yo no ^niro, le escucho modular su silencio pero el secreto diálogo del tacto retumba
con el tímpano abrupto que desplaza en lo infinito,
mis vértebras. resuena como un puente
de torvas confidencias,
De pronto se enardece su estatura en un reto con su pareja atroz de un solo yugo,
cuyo nupcial reclamo seduce la estatua los mutuos de un misterio del vientre
de hueso que cobijo. hasta la tumba,
esclavos de un destino, recíprocos fatales.
-Canta, sirena de las lápidas, te escucho,
alguien en mí te escucha, gallo lívido Alguien que al fondo del pavor calla y escucha,
ahora como un ángel blasfemo, alguien que no me arredra
con un iris siniestro sobre la cresta dura, puesto que soy yo mismo en esa latitud
ave de un alba negra que despunta de ver sin ojos,
en la carne. mira en mis manos como en cruel espejo.

Alguien en mí te escucha, -Ultimo rostro,


sin duda el tenebroso que cultiva en secreto al cabo inmóvil tras de tanta máscara,
su marfil emboscado, carozo irremediable
perfeccionando a ciegas que has de sobrevenirme como legado estéril,
el carámbano seco de su piedra animal huérfano de la pulpa:
entre la pulpa, con la fruición impía
del que aguarda su reino a costa de su huésped. No, no es tu tiempo aunque te invoque,
soporta el cautiverio viudo de grandes cuencas,
Alguien que en mis manos reposa, piedra de esfinge mía hereditaria.
que se acoge a mis palmas
como una estrella tibia, Otra luz, un sol rojo,
que al parecer confía en su golfo de sangre latidor y benigno rige mis estaciones,
como en su almohada única del mundo. gobierna mis solsticios.

Alguien íntimo mío -Pernocta aún,


a quien sospecho un bisel de traición astro de túmulo, plenilunio frontal, torva
en su sonrisa fatídica, dentaria. luna de hueso.

A la pregunta estricta de las yemas


responden los resaltos calcáreos su idioma
abrupto, cruel, ineludible;
atraviesa del páramo frontal, ras a ras
de los pómulos escuetos,
deletrean los dedos con labores de araña
las formas del enigma,

46
FELIX PITA RODRIGUEZ (1909-90), cuba- buscaba el absoluto y he aquí que la noche
no. Su poema: se aleja hacia los cigarrales
y es un gusano de ruinas quien acude,
un gusano inmortal, desnudo bajo los aceros!
LA NOCHE DE ¡Nada puedo!»
La mañana sube, sucia y desgarrada,
DOMENICO THEOTOCOPULIS
desde el Tajo,
que arrastra en su lodo enfermizo
¡Acantos de la muerte!
la traslúcida sangre de un niño inmolado
Los ven brotar sus ojos en el puente
hace muchos años en alguna
de Alcántara.
inexpresable ceremonia.
Los cigarrales tienen en la noche tan suya,
Los ojos de Domen¡co se pliegan dulcemente
fugaces transparencias infernales.
y la robusta melancolía que trepa
Aceros vacilantes el Tajo se despoja
desde la callejuela con el rumor diurno,
de su ropaje indiferente
le arranca un sordo gemido sin destino.
y una luna mudéjar abre su pecho
Con mano que la soledad espantable
mostrando la funesta, desazonada
trasmuta en acero de tinieblas,
fundación de su alma.
toma sus pinceles para volver al mundo.
De la mezquita llega con el vuelo de un mirlo
Es la primera vez que observa
que conoce el secreto de la suprema alquimia,
que una araña infinitamente pequeña,
el eco de un salmo que reclama
de una especie que en Creta
la terrible presencia.
sólo se encuentra en la última galería
¡Acantos de la muerte!
inexplorada del Laberinto,
Domenico está viendo bajo la gorguera
ha escogido su pincel más fino
del cardenal Tavera, el enrejado triste
para edificar su ingrávida
de un esqueleto macilento.
y temblorosa morada.
En el almirez de bronce que un judío
«¡Eternidad! -murmura Domenico
falsamente converso utilizaba
mordiendo la dura palabra-.
para macerar en aceites
¡Eternidad, manzana podrida
infernales entrañas de insectos desconocidos,
triste reverencia!»
hierve el azul ultramar y el recinto se llena
Y aplasta a la araña minúscula,
con el hedor ponzoñoso de la muerte.
teniendo una pincelada de amarillo de cadmio
«¡Este salterio! -gime Domenico-.
sobre el pecho sin sangre
¡Este salterio tiene un terrible significado:
del cardenal Tavera.
una difusa y monstruosa paloma
de tinieblas, ha de devorar a los ángeles
más altos y vengadores!
¡Es un salmo de exterminio, una espiga vacía
que nos ha despojado de la esperanza!»
Y arroja el pergamino contra el espejo,
que se nubla estremecido ante la imagen
absoluta que un instante
ha tenido en sus aguas.
«¡Buscaba el alma -murmura Domenico
viendo al triste gusano de delicado verdor
indefinible, que todas las noches
se abre paso devorando el extremo
de una vena , por su piel carcomida-

47
PRIMO CASTRILLO (1910-84), boliviano. Y el sueño de tu alma,
De su libro Hombre y tierra: un amanecer de montañas
sembrando alondras en la bruma del valle.

NUESTRA FRONTERA Allí... los rumores de la medianoche


no serán llantos de hojas raquíticas
ni los ríos del mediodía
Espérame bajo el roble del recodo
a la hora en que las zampoñas son serán bocas de aceite
el aliento vital de la llanura. devorando orillas de césped y trébol.

Espérame bajo la arista de nieve Allí...


que rompe su cristal el hombre no tendrá en su lengua
en el cáliz de los sueños. los verbos que tú temes tanto.
Ni tu pecho será
Allí donde los niños comen sin temor tronco de árbol abatido para inscribir
el pan de los soles, palabras de ingratitud.
Y llegaremos allí... en silencio...
beben el vino de los vientos
y absortos escuchan
Allí...
el crecer de las mieses en el campo.
donde el verde es vino de ilusión
y sombra de espera.
No iremos por el camino del deseo
insatisfecho...
Allí...
ni iremos entre los ojos
los años gastados en la contienda
que saludan con saetas de hilo.
serán abejas de amor
para las que ya despuntan las flores
Ni entre las intenciones
que nos desean siete vidas en la frontera azul de nuestro universo.
para segarnos siete veces
y enterrarnos en siete fosas de olvido.

No iremos por la calle


donde el azul odia al verde
y el verde llora no poder matar
al amarillo y la aguja grita
no poder quebrar al dedal.

Y los cables de los puentes gimen


no poder quitarse de las entrañas
las tensiones brutales
de cargamentos grises y mortales.

Y llegaremos... allí...
a la frontera azul.
de nuestro universo ... allí...
tu corazón será una catedral de voces
en la recóndita armonía del cielo.

48
MIGUEL HERNÁNDEZ (1910-36 ), español. No habéis querido oír con orejas abiertas
el llanto de millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando el hambre
EL HAMBRE llamaba a vuestras puertas
a pedir con la boca de los mismos luceros.
I
Tened presente el hambre : recordad su pasado En cada casa, un odio
turbio de capataces que pagaban en plomo. como una hoguera fosca,
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado, como un tremante toro
con yugos en el alma, con golpes en el lomo. con los cuernos tremantes,
rompe por los tejados, os cerca y os embosca,
El hambre paseaba sus vacas exprimidas, y os destruye a cornadas , perros agonizantes.
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas II
frente a los comedores y los cuerpos salubres. El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera
Los años de abundancia, la saciedad, la hartura que se aprende.
eran sólo de aquellos que se llamaban amos. Y la ferocidad de nuestros sentimientos
Para que venga el pan justo a la dentadura allá donde el estómago se origina, se enciende.
del hambre de los pobres aquí estoy,
aquí estamos. Uno no es tan humano que no estrangule un día
pájaros sin sentir herida la conciencia:
Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente, que no sea capaz de ahogar en nieve fría
los que entienden la vida palomas que no saben si no es de la inocencia.
por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente, El animal influye sobre mí con extremo,
panteras deseosas de un mundo la fiera late en todas mis fuerzas, mis pasiones.
siempre hambriento. A veces he de hacer un esfuerzo supremo
para callar en mí la voz de los leones.
Años del hambre han sido para el pobre
Me enorgullece el título de animal en mi vida,
sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes. pero en el animal humano persevero.
Y el hambre alobadada sus rapaces rebaños Y busco por mi cuerpo lo más puro que anida,
bajo tanta maleza, con su valor primero.
de cuervos , de tenazas , de lobos,
de alacranes.
Por hambre vuelve el hombre
sobre los laberintos
Hambrientamente lucho yo,
donde la vida habita siniestramente sola.
con todas mis brechas,
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
cicatrices y heridas , señales y recuerdos
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.
del hambre , contra tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un origen peor que el de los cerdos.
Arroja los estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
Por haber engordado tan baja y brutalmente,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
más abajo de donde los cerdos se solazan,
de los conocimientos que descubre y procura.
seréis atravesados por esta gran corriente
de espigas que llamean,
de puños que amenazan.

49
Entonces sólo sabe del mal, del exterminio. JOSE LEZAMA LIMA (1910-72), cubano.
Inventa gases, lanza motivos destructores, De la revista último reino No. 14:
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo , y avanza sobre los comedores.
MUERTE DE NARCISO
Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno Dánae teje el tiempo dorado por el Nilo,
se le acerque a la mesa.
envolviendo los labios que pasaban
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara entre labios y vuelos desligados.
de tigres , y en mis ojos la visión duele y pesa. La mano o el labio o el pájaro nevaban.
Era el círculo en nieve que se abría.
Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido, Mano era sin sangre la seda que borraba
tanto chacal prohijado, la perfección que muere de rodillas
que el vino que me toca, y en su celo se esconde y se divierte.
el pan, el día, el hambre no tenga compartido
con otras hambres puestas Vertical desde el mármol no miraba
noblemente en la boca. la frente que se abría en loto húmedo.
En chillido sin fin se abría la floresta
Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera al airado redoble en flecha y muerte.
hambrienta , encarnizada, sitiada eternamente. ¿No se apresura tal vez su fría mirada
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera sobre la garza real y el frío tan débil
os doy la humanidad que mi canción presiente. del poniente, grito que ayuda la fuga
del dormir, llama fría y lengua alfilereada?

Rostro absoluto, firmeza mentida del espejo.


El espejo se olvida del sonido y de la noche
y su puerta al cambiante pontífice entreabre.
Máscara y río, grifo de los sueños.
Frío muerto y cabellera desterrada del aire
que la crea, del aire que le miente son
de vida arrastrada a la nube y a la abierta
boca negada en sangre que se mueve.

Ascendiendo en el pecho sólo blanda,


olvidada por un aliento que olvida y desentraña.
Olvidado papel, fresco agujero al corazón
saltante se apresura y la sonrisa al caracol.
La mano que por el aire líneas impulsaba,
seca, sonrisas caminando por la nieve.
Ahora llevaba el oído al caracol, el caracol
enterrando firme oído en la seda del estanque.

Granizados toronjiles y ríos de velamen


congelados, aguardan la señal de una mustia
hoja de oro, alzada en espiral,
sobre el otoño de aguas tan hirvientes.
Dócil rubí queda suspirando en su fuga

50

1
ya ascendiendo. Triste recorre -curva ceñida en ceniciento
Ya el otoño recorre las islas no cuidadas, airón- el espacio que manos desalojan,
guarnecidas islas y aislada paloma muda entre timbre ausente y avivado azafrán,
dos hojas enterradas. tiernos redobles sus extremos.
El río en la suma de sus ojos anunciaba Convocados se agitan los durmientes,
lo que pesa la luna en sus espaldas fruncen las olas batiendo en torno de ajedrez
y el aliento que en halo convertía. dormido, su insepulta tiara.
Su insepulta madera blanda el frío pico
Antorchas como peces , flaco garzón del hirviente cisne.
trabaja noche y cielo, arco y cestillo Reluce muelle: falsos diamantes:
y sierpes encendidos , carámbano y lebrel. pluma cambiante: terso atlas.
Pluma morada, no mojada, pez mirándome, Verdes chillidos: juegan las olas,
sepulcro. Ecuestres faisanes ya no advierten blanda muerte el relámpago en sus venas.
mano sin eco, pulso desdoblado:
los dedos en inmóvil calendario y el hastío Ahogadas cintas mudo el labio las ofrece.
en su trono cejijunto. Lenta se forma ola Orientales cestillos cuelan agua de luna.
en la marmórea cavidad que mira Los más dormidos son los que más
por espaldas que nunca me preguntan, se apresuran, se entierran, pluma en el grito,
en veneno que nunca se pervierte silbo enmascarado, entre frentes y garfios.
y en su escudo ni potros ni faisanes. Estirado mármol como un río que recurva
o aprisiona los labios destrozados,
Como se derrama la ausencia en la flecha pero los ciegos no oscilan.
que se aísla y como la fresa respira hilando Espirales de heroicos tenores caen en el pecho
su cristal, así el otoño en que su labio muere, de una paloma y allí se agitan hasta relucir
así el granizo en blando espejo como flechas en su abrigo de noche.
destroza la mirada que le ciñe,
que le miente la pluma por los labios, Una flecha destaca, una espada se ausenta.
laberinto y halago le recorre Relámpago es violeta si alfiler en la nieve
junto a la fuente que humedece el sueño. y terco rostro.
La ausencia, el espejo ya en el cabello Tierra húmeda ascendiendo hasta el rostro,
que en la playa extiende y al aislado flecha cerrada. Polvos de luna
cabello pregunta y se divierte. y húmeda tierra, el perfil desgajado
en la nube que es espejo.
Fronda leve vierte la ascensión que asume. Frescas las valvas de, la noche y límite
¿No es la curva corintia traición airado de las conchas
de confitados mirabeles, que el espejo reúne en su cárcel sin sed se destacan los brazos,
o navega, ciego desterrado? no preguntan corales en estrías de abejas
¿Ya se siente temblar el pájaro y en secretos confusos despiertan
en mano terrenal? recordando curvos brazos y engaste
Ya sólo cae el pájaro, la mano que la cárcel de la frente.
mueve, los dioses hundidos entre la piedra,
el carbunclo y la doncella. Desde ayer las preguntas se divierten
Si la ausencia pregunta con la nieve, o se cierran al impulso de frutos polvorosos
desmayada, forma en la pluma, o de islas donde acampan los tesoros
no círculos que la pulpa abandona sumergida. que la rabia esparce, adula o reconviene.
Los donceles trabajan en las nueces
y el surtidor de frente a su sonido

51
en la llama fabrica sus raíces Garza divaga, concha en la ola,
y su mansión de gritos soterrados. nube en el desgaire, espuma colgaba
Si se aleja, recta abeja , el espejo destroza de los ojos , gota marmórea
el río mudo. y dulce plinto no ofreciendo.
Si se hunde, media sirena al fuego,
las hilachas que surcan el invierno Chillidos frutados en la nieve,
tejen blanco cuerpo en preguntas el secreto en geranio convertido.
de estatua polvorienta. La blancura seda es ascendiendo
en labio derramada,
Cuerpo del sonido el enjambre que mudos abre un olvido en las islas, espadas
pinos claman, despertando el oleaje y pestañas vienen a entregar el sueño,
en lisas llamaradas y vuelos sosegados, a rendir espejo en litoral de tierra
guiados por la paloma que sin ojos chilla, y roca impura.
que sin clavel la frente espejo es de ondas, Húmedos labios no en la concha
no recuerdos. Van reuniendo en ojos, que busca recto hilo,
hilando en el clavel no siempre ardido esclavos del perfil y del velamen
el abismo de nieve alquitarada o gimiendo secos el aire muerden
en el cielo apuntalado. al tornasol que cambia su sonido
Los corceles si nieve o si cobre guiados en rubio tornasol de cal salada,
por miradas la súplica busca en lo rubio espejo de la muerte,
destilan o más firmes recurvan a la mudez concha del sonido.
primera ya sin cielo. Si atraviesa el espejo hierven las aguas
que agitan el oído.
La nieve que en los sistros no penetra, arguye Si se sienta en su borde o en su frente
en hojas, recta destroza vidrio en el oído, el centurión pulsa en su costado.
nidos blancos, en su centro ya encienden Si declama penetran en la mirada
tibios los corales, y se fruncen las letras en el sueño.
huidos los donceles en sus ciervos de hastío,
en sus bosques rosados. Ola de aire envuelve secreto albino,
Convierten si coral y doncel rizo las voces, piel arponeada,
nieve los caminos, donde el cuerpo sonoro que coloreado espejo sombra es del recuerdo
se mece con los pinos, delgado cabecea. y minuto del silencio.
Mas esforzado pino, ya columna de humo Ya traspasa blancura recto sinfín
tan aguado que canario es su aguja en llamas secas y hojas lloviznadas.
y surtidor en viento desrizado. Chorros de abejas increadas
muerden la estela,
Narciso, Narciso. Las astas del ciervo pídenle el costado.
asesinado son peces, son llamas , son flautas, Así el espejo averiguó callado,
son dedos mordisqueados. así Narciso en pleamar fugó sin alas.
Narciso, Narciso. Los cabellos guiando
florentinos reptan perfiles,
labios sus rutas, llamas tristes las olas
mordiendo sus caderas.
Pez del frío verde el aire en el espejo
sin estrías, racimo de palomas
ocultas en la garganta muerta:
hija de la flecha y de los cisnes.

52
53
ENRIQUE MOLINA (1910-85), español: ¡Ah fiera solemne de las estrellas!
Lame las criaturas violentas
que circulan en tu grito
RESPIRACION NOCTURNA el sueño de los huérfanos
deja caer en ti todas sus hojas
Sin embargo y hay una gota de sangre
basta un gemido de dólmenes en tus labios
para corromper tu inmensa maquinaria como el fósforo vago que ilumina
noche que presides las metamorfosis en la estela el rostro
de esta habitación podrida por la luna sin dueño de las olas!

igual a viajes hechizados Noche mía


ciudades falsas tierna desnuda
y la atronadora antorcha con cabeza de tigre
del mar ardiendo locamente en la sombra en la maleza de las tumbas
y esos escaparates de tren en sueños lava mi pecho
con cosas ya acostumbradas a mi vida con el polen de la tormenta
situaciones de tránsfuga húndete en mis costillas
amistades dementes cúbreme con una piel de leyenda
en restaurantes desvanecidos de campesinos
la familia con su tosco niñito alrededor
de la vajilla enferma dime adiós sobre mis ojos
el huevo lejanísimo con ciudades que se abren como frutas
y tus manos mientras jadeo en un musgo
partiendo el pan azul entre los muros de sentidos ansiosos
que palpan en lo oscuro
tantos pesados resúmenes del viento el revés de la trama
tantos crujidos del mundo aquí
vértigos donde se sella para siempre
hambres el pacto del hombre
y la lista deforme llena de viandas y el miedo
donde apenas se enciende la negra lámpara la alianza de las venas y los astros.
de algunas sopas indescifrables
que humean en lo más hondo del año.

Pero todavía bautizas con nombres salvajes


las flores
la costa
y las piedras
que fueron inocentes en la luz

¡oh noche perdida en la desnudez del mundo!


Verde hormiguero en marcha
cubierta de plumas
y de briznas
como los dioses que se revuelcan
en los cubiles de la jungla

54

1
YOLANDA BEDREGAL (1913-99), bolivia- Domo frágil que circundan
na. De su libro Nadir: mariposas de color,
¿qué será cuando tu clave
se disloque, y el secreto
ENIGMA repercuta consumido
en sonora calavera?
Doble erguido campanario
donde la roja paloma Breves faros del paisaje,
va consumiendo sus alas fuente del beso y la uva,
en anhelante latir, caracolas de los cánticos,
¿qué será de la blancura vasos de fútil fragancia,
de cal y leche surcada tangidoras de la forma,
por finos ríos de cielo? ¿qué será cuando se entornen
¿Qué será cuando la cúpula las moradas terrenales
de una noche enorme tape con el signo inapelable?
tu dulzura palpitante? ¿Qué será cuando el paréntesis
de dos guadañas nos siegue?
Estrella pentagonal,
tibia rosa de los vientos, Acaso espere un lucero
flor del agua y de la tierra a poner punto final
en movimiento sin fin a este brillo entre dos sombras:
desde el nadir al cenit, triste sonrisa de Dios.
¿qué será cuando tus puntas
sean una línea recta
como una flecha clavada
en la capa del ataúd?

Tigresa de miembros ágiles,


de ávidas garras y lengua
sedienta de sangre cálida,
carne de ácimas esencias,
¿qué será cuando detenga
tu carrera un negro pozo
y ya no brillen tus dientes
y no refuljan tus ojos?

Resplandor de lo infinito,
polvo en tránsito de amor,
nimbo pétreo que se aureola
con incienso del espíritu,
¿qué será cuando se hunda
un día por siempre el sol?
¿Qué será cuando el silencio
sea opaco, sea sólido?

55
EDUARDO CARRANZA (1913-85), colom- TIERRA MUJER
biano. Dos ejemplos: (fragmento)

Es la tierra reunida lo que beso


TEMA DE MUJER Y MANZANA cuando te beso.
Frutas pluviales
Una mujer mordía una manzana y doradas ramas de tus cabellos.
volaba el tiempo sobre los tejados
la primavera con sus largas piernas Ríos secretos desencadenados
huía riendo como una muchacha. donde beben el tigre y la venada.

Una mujer mordía una manzana Las venas de oro, de jazmín , de miel
bajo sus pies nacía del agua pura de esmeralda solar y óleo secreto,
un sol, secreto sol la maduraba la saliva del níspero y la piña cuando te beso.
con su fuego alumbrándola por dentro.
Peces de tibio nácar palpitante
En sus cabellos comenzaba el aire declives azulados confluyendo
verde y rosa la tierra era en su mano en un sitio rosal vertiginoso
la primavera alzaba su bandera con su rosa entreabierta
de irrefutable azul contra la muerte. oh, brasa húmeda.

Una mujer mordía una manzana Es mi tierra empapada por el sol


subiendo azul una vehemente savia que recorro gimiendo y suspirando,
entreabría su mano y circulaban isla sedienta lánguidas bahías
por su cuerpo los peces y las flores. vaho de sangre y humedad de lágrimas
cuando te beso.
Gimiendo desde lejos la buscaba
bajo el testuz de azahares coronado El mambuco, la cumbia y el joropo
el viento como un toro transparente. color de la vainilla y el cacao
La llama blanca de un jazmín ardía hálito de la selva y la infancia,
y el mar, la mar del sur, la mar brillaba la guanábana, el mango, la guayaba
igual que el rostro de la enamorada. arpa llanera, silbo del turpial,
agrandando el silencio del jardín,
Una mujer mordía una manzana olor materno del corral de apauta
las estrellas y Homero la miraban estrella terrenal
volaba el tiempo sobre los tejados relampagueo del negro toro
huía un tropel de bestias azuladas y el caballo blanco,
desde el principio y por siempre jamás. valle dormido entre las dos colinas
y la fruta que muerde y es mordida
Una mujer mordía una manzana cuando te beso.
mi corazón sentía oscuramente
que algo suyo brillaba en esos dientes,
mi corazón que ha sido y será tierra.

56
LUIS BELTRAN GUERRERO (1914-97), Estudiadas no fueron como aquellas
venezolano . De la revista Azor XI: de los muertos famosos
para lucir en las antologías.
Con sílabas llameantes
ELEGIA A UN FOSFORO el salvador hachazo recordaste,
el estrépito de columna caída.
Ahí reposan Luego, bogar sobre los ríos.
de un fósforo quemado los despojos Dormir sobre los lagos,
en la fosa común de un cenicero. espejos sin azogue, lunas
Pilar de catedral sin fecha, los soles devorando.
sempiterno el estilo, ¡Oh visión de banderas y jazmines!
ojivas de las ramas enlazadas, ¡Oh ropas carmesíes y amarillas,
vitrales de nieblas y crepúsculos, olores de la espuma y la canela.
sacerdotes los pájaros, en frescas cabelleras!
hostias los soles y las lunas,
alzadas desde el cáliz de tu copa Pronto, la música
por los dedos del trueno y del relámpago. de máquinas, correas, escoplos y cinceles;
sentir una humanidad que ulula,
Espina de la nube, suda, sufre, sueña.
caracol de la brisa, arpa del viento, Sin aflicción ni queja
sombra azul de escala y sueño diste a la vida alegre despedida,
en derredor mirando el horizonte, tu vida de ciudadano minúsculo y honrado.
todo lo fuiste, todo: la dádiva y el júbilo, No era vivir aquello fijo, inmoble,
envidiando al zorzal.
la sonrisa y el músculo.
Al arroyo y la sierpe.
Arena vegetal del templo esclava.
Ahora yaces, astilla inerte,
al arbitrio de un soplo de mi boca.
Moriste como bueno.
Todo lo fuiste, todo aun siendo
El humor no olvidando
brizna de palo,
en las postreras voluntades.
dos y medio centímetros de altura,
Dejaste de legado una metáfora
a convivir forzado
a la novia presunta que nos gasta
en alcoba promiscua y semoviente.
su núbil gracia en fósforo quemado.
Retenías el fuego en tu cabeza:
la destrucción, el miedo,
Diminuto difunto,
y la roza que el pámpano renueva.
de propia luz ilustre , sin prestadas
Porvenir de la luz en los manteles,
gloriolas de diplomas y medallas.
brasa de solaz
Ni lápidas te cubran ni epitafios.
arquitecturas de humo dibujando,
Vuela, vuela, en errátil ceniza convertido,
todo lo fuiste, todo, aun siendo
al aire el polvo secular, mortaja,
brizna de palo.
de ciudades en ruinas
o alimento de espigas y amapolas,
Aquí estás, negro cadáver negro,
cumpliéndose tu anhelo y tu destino.
sin palidez, sin peso, sin formol y sin llanto.
Fruncido todavía,
Perdona solamente mi elegía.
porque humildemente quieres
ocupar menos espacio entre la tumba.
Testigo soy de tus palabras últimas.

57
SAMUEL FEIJOO (1914-92), cubano. De su No rutilan las gemas
libro Himno a la alusión del tiempo: sencillas, allá, tan alegres
de oler, ni la mirada libre
enhiesta en su rayo lento;
ESPALDA DEL TIEMPO ni se dora el bosque ni se ve
el libro que nadie abre en los arroyos.
Detrás, no es la grandeza
de las músicas y las piedras, Detrás, un hombre no
de un arte de sangrante seno, se recoge a solas, él canta
ni halcón cazando al vuelo por todos los tétricos, los inmundos
al vientre de las plumas en lo azul, innumerables, perversos,
ni blancas guzlas bajo los raudales. limpios, confusos, fríos, con el pobre
imperio de su mano que tañe.
Ni la fatiga de los sueños
grave, al hundir Ni la espuma rosa, negra, allá
la frente, tenaz, detrás, ni animal veloz,
allá, ni espesura triste
en el lecho del hambre , en el hueco
con árbol de diamante,
de las manos mordidas , sosteniendo
las columnas que se cansan. ni estíos ni tormentas de fuego,
ni lágrimas de amor uno.
Allá detrás, no está el pico
cantor del fiel pájaro, La danza de los astros
por celestiales mapas,
libre en los azures de sus llamas,
mas sudores sin fin que espesan donde la luz posa su error, allá,
la agonía del amoroso cuerpo, detrás, más atrás,
creado cuerpo de la agonía. en la cabecera del tiempo,
allá detrás, alto, alto.
Detrás, la fosforescente
tapia negra de las estrellas
de inalcanzables distancias: viejas,
respirando sus vahos solitarios
bárbaras piedras que ríelan
sin el genio que sube a morir.

El violeta no dejó su ruego,


allá detrás, ni el vampiro
de los sueños derramó
la copa roja de la mano
febril , con su golpe de ala
misteriosa y fiel.

Allá la nieve recogida


en las luces de un ojo
que no copia al cedro
ni al escorpión,
ni a la aurora anaranjada
ni el sol que alto, alto cruza.

58
OCTAVIO PAZ (1914-98), mejicano. Dos un reloj da la hora
ejemplos, el primero tomado de Antología de ya es hora
la poesía surrealista por Angel Pariente: no es hora
ahora es ahora
ya es hora de acabar con las horas
ENTRADA EN MATERIA ahora no es hora
es hora y no ahora
(fragmento)
la hora se come al ahora
Piedras de ira fría ya es hora
altas casas de labios de salitre las ventanas se cierran
casas podridas en el saco del invierno los muros se cierran las bocas se cierran
regresan a su sitio las palabras
noche de innumerables tetas
ahora estamos más solos
y una sola boca carnicera
la conciencia y sus pulpos escribanos
silbato y risa eléctrica
se sientan a mi mesa
algarabía
el tribunal condena lo que escribo
el neón se desgrana
el tribunal condena lo que callo.
ataviadas de guirnaldas de dientes
ígneas orejas letras parpadeantes
el guiño obsceno de los números
noche multicolor y noche desollada
De Semillas para un himno:
noche en los huesos noche calavera
Ciudad
gatos en celo y pánico de monos
un reflector palpa las plazas más secretas CUERPO A LA VISTA
el sagrario del cuerpo
el arca del espíritu Y las sombras se abrieron otra vez
los labios de la herida y mostraron un cuerpo:
la boscosa hendidura de la profecía tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
crece la marea invisible tu boca y la blanca disciplina
la marea del espanto. de sus dientes caníbales,
(...) prisioneros en las llamas,
Relojes que se desmoronan tu piel de pan apenas dorado y tus ojos
como un enfermo desangrado se levanta de azúcar quemada,
la luna sitios en donde el tiempo no transcurre,
sobre las altas azoteas valles que sólo mis labios conocen,
la luna desfiladero de la luna que asciende
como un borracho cae de bruces a tu garganta entre tus senos
los perros callejeros cascada petrificada de la nuca,
mondan el hueso de la luna alta meseta de tu vientre,
pasa un convoy de camiones playa sin fin de tu costado.
sobre los cuerpos de la luna Tus ojos son los ojos fijos del tigre
un gato cruza el puente de la luna y un minuto después son los ojos húmedos
los carniceros se lavan las manos del perro.
en el agua de la luna Siempre hay abejas en tu pelo.
la ciudad se extravía por sus callejas Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
se echa a dormir en los lotes baldíos como la espalda del río a la luz del incendio.
la ciudad se ha perdido en sus afueras Aguas dormidas golpean día y noche

59
tu cintura de arcilla y en tus costas, ENRIQUE GOMEZ CORREA (1915-95),
inmensas como los arenales de la luna, chileno. Su poema:
el viento sopla por mi boca y su largo quejido
cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos, ESPECTRO DE AMOR
como la sombra del águila la soledad
del páramo.
Las uñas de los dedos de tus pies Los delirios me han despertado los sentidos
están hechas del cristal del verano. y he visto a una mujer lujosamente fea
Entre tus piernas hay un pozo de agua que se defendía
dormida, bahía donde el mar del hombre con una pluma de gavilán.
de noche se aquieta, negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde Los escasos muros caían
un tesoro, boca del horno como arrasados por la luz
donde se hacen las hostias, sonrientes labios y el hombre era alto por dentro
entreabiertos y atroces, con un cráneo desprovisto de carne
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y sus bellos dientes denunciaban la víctima.
y lo invisible (allí espera la carne
Ahí se escribía la más horrible página del amor
su resurrección y el día de la vida perdurable).
con qué furia las aguas se partían
noche tras noche
dejando al desnudo
a esas ciudades pintadas con miel
y destinadas a ser devoradas por los astros.

La mujer luz o tiniebla


era aquí
víctima de la cal que fluye del ojo
a pesar que en su sangre
corrían varios sexos
que le hablaban de un amor imposible.
Donde el hombre era atormentado
por un bosque.

La temperatura sin embargo subía


y al exponerme a sus vapores
alcanzaría como nunca esa zona
libre del sentimiento
donde ella es la inolvidable.

60
ESCILDA GREVE (1916-91), chilena. Su GLORIA VEGA DE ALBA (1916-99), uru-
poema: guaya. De su libro Cielo derramado:

MULTITUDES NOCHE DEL MAR

Ven, esta es la noche


Eran las diez en los relojes de las praderas y de las estrellas.
de las constelaciones ignoradas
y en el revés del tiempo Esta es la noche en que está alerta la jungla
fluían sombras devorantes con sus millones de ojos vigilándose
llevando la dulzura ametrallada y sus mandíbulas despiertas,
de penetrante mordedura. esta es la noche de la oruga y la pantera.
Tiemblo por esta noche que devora
Eran las diez en punto su espontánea cosecha
y el mundo andaba ausente y está nutriendo de ceniza
con sus astros , sus mares, una dormida primavera.
y con sus multitudes
tratando de lavar la sangre de la historia. Pero mi noche es la del mar.

Cuando estaban sin vida sobre su propia vida, Esta es la noche que llevamos piel adentro,
cuando estaban crecidos del odio bajo su odio la que nos hunde en su vorágine
cuando tenían lástima de suyo junto al llanto. y nos escamotea
la saludable y tierna sombra
Cuando sentían sed, cuando acosaba el frío, donde los ojos buscan
cuando el horror el reposo del sueño.
tomara como albergue sus ojos,
supieron que no estaban nacidos, sino armados. Por la noche del hombre me estremezco,
porque soy en su cuerpo sin frontera
Siendo las diez, el temporal rompió la esfera -criatura hecha de trigos y de estrellas-
de todos los relojes, para esconder la angustia un átomo de sueños recogidos
y en el revés del tiempo, que en su pupila se dispersa.
las sombras se esfumaron.
Pero mi noche es la del mar.

Mi noche es la del mar.


La que reposa en su silencio
refugiada en sus cuevas
y está brotando de sí misma
y fosforece en sus tinieblas.
Como una madre zodiacal que engendra
sus simientes eternas.
En la noche profunda me dilato
porque siento que emerge de mis sombras
como del mar,
el socavón de luz que me constela.

61
HELCIAS MARTAN GONGORA (1920-84), y en las islas desnudas de tus senos
colombiano. De la antología Poetas Premio yo quemaré mis naves.
"José Vasconcelos" 1968 - 1992 por Alfonso
Larrahona Kásten: III
Guíame con el silbo de los pájaros
hacia el verde país de tu silencio
SECUENCIA DE EMIGRANTES donde hay bosques y ríos numerosos
y aldeas al final de cada sueño.
I
Iba mordiendo estrellas con las fauces Voy por la virgen selva, solitario,
de la noche sin Dios de la tormenta
y por la gran llanura del Pacífico
persiguiendo las huellas de las tribus
y los dientes sin boca de la duda
se hincaban en la carne genuflexa. de las que deserté, desde hace siglos.

El rastro del tapir y la serpiente


Las subjetivas garras del misterio
y la brújula antigua de la luna
se hundían en el alma y en el cuerpo
y en la vigilia de los emigrantes me llevarán hacia los hipogeos
era un proscrito el sueño. y su pueblo de estatuas insepultas.

Yo soy el emigrante que regresa


Sólo el pezón del alba se ofrecía
desde las prehistóricas edades
a estos labios sedientos de plegarias
en busca de los turbios manantiales
cuando desde las torres sumergidas
del río de la sangre.
volaron las gaviotas y campanas.

Fue entonces cuando el hijo de la sombra IV


Sobre una piedra inaccesible graba
que habita en mis humanos laberintos,
los nombres de los muertos que lo esperan
disipó las tinieblas interiores
en el valle escondido de las sombras,
con las manos de Cristo.
en la aldea sin fin de las tinieblas.
11
Graba también el emigrante oscuro
Sitíame con la lumbre de tus ojos,
en los árboles viejos de la selva,
hiéreme con la hoz de tu palabra,
nombres y nombres de mujer amada
sígueme con las plantas trepadoras
con la daga de luz de las estrellas.
y bébeme en la sed de cada lágrima.

Dibuja con las manos transeúntes


Búscame entre las aves migratorias
el mapa de la patria, en las arenas,
siguiendo el rastro de ángeles y bestias
mas la lluvia y la furia de las olas
y esperame al final de los naufragios,
borran el mapa, al tiempo que sus huellas.
en el delta fatal de la belleza.
En la tregua del éxodo de siglos
Llámame con los labios de la fruta,
esculpirá sobre la tibia carne
muérdeme con los dientes del incendio,
de una mujer, el cuerpo de sus hijos,
ubícame en la selva de tu sueño
en la nupcia de esteros y manglares.
y fúndame en el valle de tu cuerpo.
No preguntéis su nombre al emigrante,
Descenderé en el río de la savia
que era el abuelo de mi padre.
hasta el mar constelado de tu sangre

62

1
OLGA OROZCO (1920-98), argentina. De su en un costado de la madriguera.
Obra poética: Pero no gritarás ni en medio de los sueños.
También puedes ser pasto.
FERIA DEL HOMBRE Puedes crecer debajo de tus pies.
(fragmentos)
Ellos caminan sobre vidrios
que los separan de la tierra,
Esta es la barraca del hambre ellos absorben fuego y clavan en su piel
hecha con piel de lobo y vaho del invierno. mariposas y ramas que nadie puede ver.
Cuando entras, los disfraces acaban de llegar. Cantan con una cinta en la garganta
Elige el que convenga a tu gran aventura, y bendicen el radiante telón
el que mejor te encubra que cae en el patíbulo.
entre las cuatro Tablas de tu Ley. Sus heridas brillan como lujosas pedrerías
Sólo te falta el arma con que al matar te mates. en medio del desierto.
Yo elegí los delirios, las magias y el amor. Son su propio rehén: el premio del martirio.
Gentes cuya expiación zumba
Aquí comienza la madriguera como un enjambre en el ayuno;
de los sobrevivientes. gentes con mirada de exilio bajo los párpados
Son los que están de pie, sobre el pecho de la primavera.
roído de los otros. Cuídate de su orgullo como de una alimaña
Se alimentan con sal de las memorias, que avanza por debajo de tu casa.
con la harina enlutada de alguna eternidad, Huye de su perdón deshabitado.
con el vino sagrado Oh, conozco las redenciones sin piedad,
que destilan los corazones fieles. las arpas solitarias,
Cada día la mano llega y los parte en dos esas linternas hacia adentro que convierten
con un golpe de acero: el mundo en un salón velado para el crimen.,
la cabeza en las nubes, el cuerpo en un abismo.
Pero mitad y mitad, como la culpa Gira con el pregón de reinos y abalorios
y el remordimiento, y caras de hechiceras pegadas contra el vidrio,
se juntan cada día en un solo castigo. con tu fauna de azogue disuelta en una lágrima,
Es un juego que empieza con la inocencia con tu cielo de tormenta de nieve adentro
del amor, en un cristal de miedo, de un gran globo sepultado en el jardín perdido.
y que sigue después y más tarde hasta nunca Gira sin detenerte, demasiado temprano
en los negros espejos de la soledad. carrusel de inocencia.
Es demasiado tarde.
Para quedarse en ti no bastan las dos alas,
ni los ojos cerrados,
Zona de pastos secos en tierra de miseria ni siquiera dormir con el tiempo
y de fieras que brillan como el oro encerrado en una caja.
de la revelación al sol del mediodía. Habría que volver a echar los dados
Se trata de vencer o de morir. de la primera vuelta.
Todo consiste en convertirse en lazo Habría que borrar la ráfaga que aspira
o en puñal , en despertar un día púrpura desde el fondo de cada porvenir.
de verdugo que se teme a sí mismo, Habría que cambiar la contraseña
en descubrir el sitio justo del sacrificio. y olvidar las tijeras.
Si te rindes, puedes vivir a expensas Habría que nacer sin esta herida
de tu mismo animal, abierta en el costado.

63
"Nada por aquí, nada por allá, en el ojo de las cerraduras,
nada en esta mano, nada en esta otra". que trasmuta las fiebres en escaleras
Nada en la galera del prestidigitador, hacia la más lejana lejanía.
ni en sus huesos, ni en el revés de su alma. Entonces es la hora de recoger las redes.
Pero en algún lugar cómplice de la oscuridad Llegan voces de mando,
trota la trampa: destellos de un combate que se libra
la bestia con cabeza de cuchara con las puertas cerradas,
para vaciar mejor, y la tiniebla surge con la lluvia que cae
con cara de moneda para engañar mejor, en otra parte,
con mirada de rata para escapar mejor; con la luna que arrastra una viva
la indiferente bestia emboscada entre plumas, reunión de muertos milenarios,
en el centro de un círculo de luz, con tu casa invadida por una casa donde
debajo de la felpa de todas las palabras. ya no estás y los huéspedes
Un día de repente surge la aparición son tus sombras de mañana.
con color de relámpago, Si quieres, puedes interrogar el desvarío
y las plumas no cesan de caer de tu sangre convertida en oráculo,
y las luces se apagan y la palabra es vana. puedes buscar la lámpara enterrada
Una negra burbuja encierra el mundo en el borde de tu alma.
desde tu corazón. No lograrás hallar en ninguna respuesta
En tanto la impostura roe como la muerte la primera palabra;
tus entrañas. no encontrarás jamás una luz que ilumine,
lado a lado las dos mitades de tu cara.
Estos que se sostienen de la mano de Dios,
de una esperanza abierta en forma de sombrilla Un ojo, dos cabezas, tres brazos, cuatro pies.
sobre la cuerda floja, He aquí la guarida de los expulsados,
de un milagro que arrulla como un violín al margen de la ley.
debajo de las aguas en el salto mortal, Un ojo solo cambia como el rayo
cruzan los precipicios de espaldas cada intención del mundo:
hacia atrás y hacia mañana, dos cabezas nos bastan para multiplicar
porque de todos los peligros eligieron no ver, por dos las cifras del enigma;
no volver a mirar. tres brazos equivalen a querer abrazar
En vano les repiten que el ojo de la tierra al testigo invisible;
es asechanza, cuatro pies nos delatan la demencia
que desde abajo hay bocas que reclaman de la separación.
con el revés de la plegaria, A ellos los arrancaron de raíz,
que el vértigo es de pronto una tinaja azul molieron sus semillas entre las fauces
que se convierte en urna, de la bruma.
que la caída es una ley más fuerte Pero también en ti, también en mí,
que cualquier ascensión. una desobediencia hacia lo alto,
Ellos caen un día con una levedad una infracción abajo,
de espantajos en vuelo, incuban ese monstruo que un día nos devora
con un sonido hueco, como ángeles vacíos. con la sal del destierro:
el habitante solitario
Se adivina el pasado, el presente, de la más desolada soledad.
el porvenir con las manos atadas. Ya puedes elegir.
Se lee el pensamiento en el papel en blanco. Alguien va a dar la orden de hacer fuego.
Se bebe un elixir que transforma los sueños Vas a entrar en la cárcel de tu inmolación.

64

1
65
MIGUEL LABORDETA (1921-69). Tornado Yo os digo
de Poesía española contemporánea (1939- que estéis despiertos amigos míos
1980), selección de Fanny Rubio y José Luis mis hermanos juveniles de destino
Falcó: soñando sí pero despiertos
pues podemos ver caer
MENSAJE DE AMOR DE la ceniza de corazones podridos
lloviendo sobre las grandes ciudades
VALDEMAR GRIS
destruidas huérfanas de un entero designio.
Hemos de estar alerta
De m¡ propia tristeza de ser hombre
pues en un descuido
arrancado en pedazos de sangre amarga
las ballenas crecerán sobre las torres derruidas
con juventud inútil
y el hombre devorándose
y amasado por la ausente sed
en sus clanes miserables
de desorbitadas muchedumbres
terminará comiéndose
que en vano buscan la razón
las patas como un lobo suicida.
de los búfalos agonizando
Olvidemos pues amigos míos
bajo los crepúsculos de uranio
hermanos míos del mundo olvidemos
de las grandes avenidas.
las vanas disputas de los viejos.
Yo
¡Que se llenen los libros con razones
Valdernar Gris
inútiles de muertos
habitante de este mundo
que nosotros sólo queremos ver triunfar
niño antiguo de 25 ríos secos de edad
la gloria y la nada de la vida
os traigo mi humilde mensaje de primavera
por todos los puntos del viento planetario!
y os digo con alegría de estrellas en mis ojos:
Queremos que nuestro destino de hombres
todos los jóvenes del mundo somos hermanos.
tenga un camino con solos y riberas
Somos todos hijos del sol y del misterio.
y maravillosas ciudades de cristal
Una misma mujer humana
y muchachas morenas
cantó sus dulces canciones nocturnas
cantando por las playas
creyendo ver al borde
y desesperados pensadores
de nuestros tiernos vientres
intentando enhebrar raíces con estrellas
un signo por encima de alfabetos y razas
e ingenieros poetas que canten
que inundaría las tierras
las melancolías atroces del cemento
de aquella claridad presentida
que devora el corazón de las rosas
por poderosos genios conmovidos
y serenos atletas
y que aspira ser realizada
con armonías de agua
por encima de todo tumulto.
y ardientes corazones de santos
Porque yo os lo digo
descubriendo senderos
de hombre a hombre
en su pasión total.
casi sollozando
Pero hemos de estar unidos
(con angustia mágica de inalámbrico):
amigos míos hermanos míos del mundo
es ya hora
y ha de ser nuestro lazo abrasado
hermanos míos en la vida y en la muerte
un humano destino secreto
es ya hora os digo
de conciencia amorosa de la Tierra.
que sobre las estériles disputas

triviales de los ancianos
tan sólo con amor
se alce el martirio puro
tan sólo con amor varonil
de los costados desnudos
puro en sí mismo
de los jóvenes soñadores del mundo.

66

1
sin objeto ANTONIO FERNANDEZ SPENCER (1922-
enamorados del amor 95), dominicano. De su antología Vendaval
amantes del vasto mundo interior:
sin presencia en su misterio
que nos reclama inexorable palpitante
EXTRAÑA DOMADORA DEL AMOR
en cada pulso de todo joven soñador.
Y hemos de estar allí
Mientras me recorre en los dientes
todos
una figura de tigre que amanece
hemos de estar allí
a dos saltos de los velones de la virgen
reclamando cada uno y para todos
del manto derruido del tiempo
una activa participación
y miles de ratones le hacen un hoyo al tiempo
en la heterogénea sinfonía
el tiempo ha renovado su lujo para abrir
de este mundo nuestro tan hermoso.
la ventana y la muchacha
Os lo digo yo
el cangrejo y la playa
Valdemar Gris
el oleaje y el mar que siempre se renueva
sediento caminante de luz
la noche y la caricia de la muerte
exhausto de túneles adolescentes
el canario y la tinta del crepúsculo
por donde las espigas estrangulan
o en la tarde la muchacha que se adelante
su raíz hacia arriba:
a los navíos de piel de mirlo
extraviados en las densidades de la bruma.
Todos los jóvenes del mundo
Desde que anochece
somos hermanos del destino
la boleta negra del sol está en camino
y os lo digo
pero nada se mueve, nadie compra
con voz quebrada
su identidad para el edificio que se hunde
de antiguos llantos sin consuelo
o para el conejo con dos orejas de espacio.
con alegría renovada
También tengo la composición de un camello
de futuras estrellas en mis ojos.
en el desierto de la noche que no dice su obra
que no dice el oleaje
en la meditación de la arena
y quizá podemos hablar de las flores del olvido
o del cabrillante florear de la alondra
completamente roja en un ramaje del horizonte.
Nadie me niega la eficacia del abrazo del oso
no sirve para cambiar el rumbo del oleaje
ni en un punto, al mundo
ni el inmodificable paso de la muerte
pero nadie niega su eficacia
y puede afirmar que el abrazo del oso es eficaz
como nadie se atrevería a negar,
a pesar de su fuerza la fragilidad de una ola.
Por otra parte, nada es nuevo en este campo
de la nada en este campo de los senos
de la muchacha que corre.
Estamos en el circo negro de la muerte
y vemos el trapecista del tiempo
el sol que danza sobre el lomo de un caballo.
Nadie se corta la mano de ángel

67
por cortar una flor JUAN ANTONIO VILLACAÑAS (1922-
en el sembrado mayo o en la sonrisa del rayo. 2001), español. De su libro A muerto por
Oh, esta bestia negra en la carrera de la vida. persona:
Recortan los dientes finísimos de las estrellas
que parten, van, a zarpazos,
sobre el universo una vez por todas NOTICIAS QUE TODAVIA NO LO SON
van llenas del amoroso deseo por destruir
el universo. Hoy no os diré nada,
También tenemos la pasarela negra de la noche ¿qué más puedo pedir al universo?
fraguada en el atardecer de esos palacios La puerta está cerrada
envejecidos. desde aquel primer verso
Nadie se mueve, nadie canta bajo el voltaje y por dentro está todo muy disperso.
de la nada "Todavía no", dice el pájaro
y prosigue su vuelo sobre el velero Entré sin que me vieran
que se ausenta "Todavía, sol, no es tiempo" los ojos de millones de figuras
dice el pájaro y elige en su corazón como si nada fueran;
una rama verde. los planetas a oscuras
Ahora se columpia su corazón sobre la tarde y soles como blancas dentaduras.
y ensarta la aguja del recuerdo.
Muy próximo a la sorpresa de la muerte Los soles en el fondo
teme subir a esa paradójica negrura del cuervo y negras las estrellas, pero ardientes.
¡Ah!, enredado parpadeo del beso Todavía me escondo
pues todo se compara con el tiempo. entre sus blancos dientes
Muy claro, muy casto en la castidad de la luz aquí los muertos somos obedientes.
que se derrama sobre el luminoso
enredo de luces. Sé que vivo en la tierra,
Primero se falsifica una luz sola y luego pero es igual , estoy fuera de casa
la oscuridad completa se hace, sin prisa, y el espacio me encierra
como quien funda el vacío. y la ausencia que pasa.
También tengo la impresión que no avanza ¿Lo explicará mejor que yo la NASA?
nave alguna polvo del amor vacío,
Posiblemente es todo
genuinamente vacío.
como la nada y sin ninguna duda,
Desde un viaje detenido en el tiempo
o quizá de otro modo.
alguien se refiere al encuentro de los peces
Sé que Dios me saluda,
en aquel circo de pecera húmeda.
pero la humanidad parece muda.
La domadora es pelirroja y no pone
su cabeza en el león sino en la mirada Y no sé si lo sé,
de ese gato tenue como una caricia. aunque el espacio es fácil laberinto
Es más fácil pararse de cabeza en ese felino y el misterio se ve
que en el abanico de roja destreza de los leones como yo me lo pinto,
La domadora tiene como lema reposar cada vez más excéntrico y distinto.
en una copa vacía y en el silencio
que otorgan los siglos. Todo es muy conocido,
Oculta en la parte inferior de su rostro como una falsa historia y atrevida,
al león y luego lo mece en su beso. que nunca hemos vivido;
El león dice, sonriendo con los ojos digamos que la vida,
"ella me confunde con su amante". que ni los muertos damos por perdida.

68

1
ERNESTO MEJIA SANCHEZ (1923-85), CARLOS EDMUNDO DE ORY (1923-85),
nicaragüense. De su libro Recolección a me- español. Su poema:
diodía:

ARREPENTIMIENTO DEL MAGO ODA EN LOS JARDINES


(fragmento)
Roto como un vestido
Yo leía a Rousseau, a Emerson, a Thoreau, en que no gira en el agua
el Valle del Río, al lado de José fascinante, Fu- palidecido y sonoro entre las flores
Man-Chista y fumiento. La vida paralela con- los huesos no encuentran sus anillos
fluye en la corriente incesante y la palabra ni el girasol se dobla para siempre.
turbulenta de José prende fósforo y sombra en
la noche de luciérnagas , ojos de tigre y de Oh, los jardines de usada ceniza
serpiente, astros que apenas alcanzo a ver y y de carbón yacente y de curvas orladas.
allí se vierten en el agua . José dice misa de
prisa antes del gallo, improvisa misa de risa Tú sabes que entre nosotros
aperitiva al mediodía, receta misa secreta a la mi cuerpo solo habita
hora de sexta y establece relaciones, razona y y que no existe más perfecta penumbra.
desazona, redice y contradice, serpea el discur-
so y se muerde la lengua. Enmedio de ti cáscara de marfiles,
mármol de mayor brillante
con pasos entre astillas
y una mirada estática de oloroso destino.
Soy yo encima de la noche
como encima de un elefante.

Oh, los jardines. Oh, los jardines sin salida


donde un guarda se aduerme
a través de las rosas
y hay un reloj junto al oído virginal
de los pájaros
que vuelan por los muros quietos
de la fragancia.

Noche ennochada por los frutos,


por los cortes frutales,
por una loca losa húmeda de trasmundo
en la pequeña atmósfera de madera
y de ángel
donde el ciprés
boca abajo del vacío florece
hacia la punta de la tierra y la toca despacio.

Silencio,
oh jardines fábricas de la luna,
corredores siniestros de la yedra y la seda,
bellos cuartos forrados de yeso musical

69
y de quej¡dos negros Pero no es eso.
igual que acordeones. Lo sé yo que no es eso.
No vengáis, no vengáis, Los jardines son para mí un maldito pasillo
os lo digo tristísimo lleno de besos y de cucarachas,
y eso que yo no lo cruzo de nata y muselina y de sobres abiertos.
y me pego a la yerba Estoy aquí porque soy como un príncipe
y hasta creo que hay fantasmas sin dientes que ha muerto sin rezar
que bajan de las copas. en una cama baja
y quiere cantar, cantar,
Este silencio lo he hecho yo con mis labios cantar dulce y perdido
cantando he cercenado los murmullos sobre un fondo de polvo y de colores puros
con la espiritual espada de mi voz. como la agonía entre anémonas de Nema-Lyyh.

Yo lo he hecho este silencio, yo lo he hecho Pero aunque no haya puertas


para soñar un derramado humo de paloma, la muerte tiene puertas
una cadencia pacífica de buen ángel y olvido. sin llaves muy hermosas de sal y crisantemos
Los jardines han dejado brotar sus minerales para huir como vine más príncipe que nunca
porque mi voz encuentre un choque ilustre y montado en el caballo blanco de un cisne
mientras suben mujeres y mujeres y musgo a través de Lyyh, ¡oh sueño mélico!
por la escalera de caracol de mi espalda, ¡Oh murciélago etolio!
mientras el Amor con el rostro en los pies Pero quiero quedarme aquí, aquí, aquí,
pregunta sin motivo con su idioma de talco: y hacerme íntimo amigo
«¿Qué sinfín de lobómunos del viento y las serpientes.
desacordados balan
entre tus dulces pasos Puedo decir a Eva que venga con escolta
de alquitrán geotérmico?» de monos o aliviados tigres rituales
y puedo besar con su pelo entre las bocas
No hay más hombre que yo por los jardines, y puedo ^nás todavía,
no hay otra espina humana dormir con ella un libre
que aquí amanezca paraíso parado por dos bultos de piel feroces
y que pueda desenterrar con una rama y todavía puedo verla agonizar
al guardadurmiente terriblemente,
y que pueda cambiarse barro ¡oh tísica Nema!
en las venas capilares Oliendo a mí y a ella.
y que pueda llorar y terminar llorando. ¡Oh Eva-Nema,
Los jardines vacíos me miran con los ojos oh evónimos!
guardados como pañuelos de los pavos reales
y se creen que soy Dios aburrido de todo Los jardines:
en busca de la meca incómoda de un banco ¡ay, palacios ocultos donde las mariposas
para ver desde lejos como un pintor su cielo se posan en la luna
y descubrir el sitio del retoque donde la muerte pasa con bufanda
¡o un milano de carne en el espacio! y con canto
O se creen que soy un niño y yo me llamo Zarevith del mundo!
borracho y enlutado que ha cerrado
de un golpe la puerta de su casa
con sonámbulos párpados
para buscar su aro por detrás de los árboles.

70
ROSARIO CASTELLANOS (1925-74), Pero fuimos desleales al pacto.
mejicana. Dos ejemplos tomados de su libro Tú acechabas -lobo hambriento-
Poesía no eres tú: el plantel y los rediles
y aullabas profecías intolerables
NOCTURNO y hacías resucitar maldiciones y textos
rescatados de no sé qué catástrofe,
Amigos, conversemos. o incendiabas, de pronto, mi faena
Desde hace ¿cuántos años?, desde el día con un enorme resplandor sagrado.
en que a un tiempo rompimos la tiniebla
y con vagido entramos en el reino del aire; Y yo la hormiga. Yo
desde que los mayores nos pusieron cosquilleando en tu brazo, hasta abatirlo,
la sal sobre la lengua cada vez que querías alzarlo hasta los cielos.
y nos soplaron al oído un nombre
(no de amor, de destino), Y yo, Marta, pasando la punta de los dedos
un nombre.que repites todavía sobre el altar, para encontrar la huella
y que repito yo y repetiremos del polvo mal limpiado.
hasta el fin, hasta el fin, sin entenderlo,
hemos estado juntos. Y yo, la tos que rompe
la redondez eterna de la bóveda
Espalda con espalda. El uno viendo en el instante puro de la consagración.
nacer el sol y el otro
posando su mejilla en el regazo Y yo en la fiesta. Párpados esquivos,
materno de la noche. trenza apretada, labios sin sonrisa.
De espaldas a la música, con esa cicatriz
Atados mano contra mano y vueltos que el ceño del deber me ha marcado
-forcejeando por irnos- en la frente;
uno hacia el sur, hacia el fragante verde, pronta a extinguir las lámparas, ansiosa
y el otro a la hosquedad de los desiertos; de despedir al huésped
desgarrados : sangrando yo porque en la soledad yo te escupía
con la herida tuya a la cara el nombre de la culpa.
y tú quizá doliéndote Ah, qué duelos a muerte.
de no tener siquiera una pequeña brizna Hasta el amanecer luchábamos y el día
de dolor que no sea también mío, nos encontraba aún confundidos en nudo
hemos sido gemelos y enemigos. ciego de odio y de lágrimas.

Nos partimos el mundo . Para ti Como el convaleciente, tambaleándonos,


ese fragmento oscuro del espejo nos poníamos de pie, lívidos y desnudos.
en que sólo se ve la cara de la muerte; Y ni así, al contemplar nuestras llagas,
los hierros, las espinas del sacrificio, subió jamás a nuestra boca
el vaso ritual y el cascabel una palabra de piedad, un gesto
violento de la danza. en que se nos volviera perdón el sufrimiento.

Y para mí la túnica parda de la labor, Pero hoy me tiemblan tus rodillas;


la escudilla de barro torneado con las manos late tu pulso enloquecido entre mis sienes
en que no cabe más que un sorbo de agua y siento que el orgullo se nos va
y el sueño sin ensueños de la sierva. deshaciendo como un sudor que escurre
adentro de la médula.

71
Porque la noche es larga. II
Nada anuncia su término y acaso Los ojos del gran pez nunca se cierran.
para nosotros dos ya no hay mañana. No duerme. Siempre mira
(¿a quién?, ¿a dónde?), en su universo
Demos a la fatiga una tregua y hablemos. claro y sin sonido.
Alguna vez su corazón, que late
Ayúdame a decir esa sílaba única tan cerca de una espina, dice: quiero.
-tú, yo- ¡ pero no dos, nunca más dos!,
cuya mitad posees. Y el gran pez que devora
y pesa y tiñe el agua con su ira
y se mueve con nervios de relámpago,
nada puede, ni aun cerrar los ojos.
TRES POEMAS Y más allá de los cristales, mira.

I III
¿Qué hay más débil que un dios? Ay, la nube que quiere ser la flecha del cielo
Gime hambriento y husmea o la aureola de Dios o el puño del relámpago.
la sangre de la víctima Y a cada aire su forma cambia y se desvanece
y come sacrificios y busca las entrañas y cada viento arrastra su rumbo y lo extravía.
de lo creado, para hundir en ellas Deshilachado harapo, vellón sucio,
sus cien dientes rapaces. sin entraña, sin fuerza, nada, nube.
(Un dios. O ciertos hombres que tienen
un destino).
Cada día amanece
y el mundo es nuevamente devorado.

72

1
OLGA ARIAS (1923-94), mejicana. Dos El segundo ejemplo de su libro Elegías en tu
ejemplos, primero, de su libro El tapiz de ausencia:
Penélope los siguientes fragmentos:

IV
11 Imagino que no te encuentro
La soledad y corolas y cantos desgarran por su tristeza,
se encuentra en la bufanda de luna, unos dientes roen aleluyas cabrilleantes
que muévese en torno de mi cuello. y así también el rojo corazón
Un astro nace en su flequillo del tránsito sin fin.
y muere, Cumbre y aire se marchitan,
al tocar mi piel, el fuego se despluma,
no urjo por una hoguera, el agua es de cuchillos.
ni por una sombrilla, Hay piedras catatónicas
menos por una aguja. que abandonan su estado inerte
Así voy bien: y suben plegarias
nadie conmigo por el surtidor de una lágrima,
y la noche de gatos con hambre, como invisibles flautas en delirio.
y las estrellas con dientes, La ciudad
y el silencio creciendo, deja caer la cabeza
estirándose hacia donde el alma principia y pierde las alas
y el átomo se esfuma. y los pasos se le desmoronan,
y la máscara de la brisa,
VII a la que no vinieron los pájaros,
Nadie santificará la mirada, ni el perfume de los heliotropos,
que aleteando huye por la noche. está sin esos mínimos diamantes
Por las horas nocturnas, que a los rayos del sol encienden
una lágrima es un prisma, a través de las ventanas.
un cristal, auténtico lente, Imagino que no te encuentro,
cicatriz que muestra al universo tan sólo para vivir la gloria de renacer,
en el realismo de su última esencia, diadema de un mundo de júbilo,
desnudez sin deformaciones, al sentirte en mi amor,
en que el corazón percibe, sagrado ojo solar,
tras de lo que los ojos falsifican, que me hace fructescente,
el perfil del sujeto y de su imagen, sin pedir nada
la luz en su castillo de sombras, que no sea la dicha que relumbra
las sílabas que pulen los dientes en el galope de las horas,
de la madrugada. horas que arden de milagros
Y en la embriaguez de los escorpiones, y mariposas mágicas,
en la cual, tumba de mi espíritu, como la zigzagueante estela
no existe escalera, ni cubo, de una pupila alucinada.
y es el vacío y su pretil,
los brazos que me enlazan
y son el eco que me nombra orquídeas,
la soledad en que el silencio
me inocula su muerte.

73
Luis ALFREDO TORRES (1935-92), De ANGEL URRUTIA ITURBE (1936-94),
Antología histórica de la poesía dominicana español. Dos ejemplos de su libro Me clavé
del Siglo XX (1912-1995) por Franklin Gutié- una agonía:
rrez:
AMEN
EL HOMBRE ACORRALADO
Que vengan los gusanos
Tocaba puertas, con sus correajes de tabla detenida,
alzaba manos y papeles, que también los pañuelos a mirarnos
el corrupto, el miserable, después de los incendios mojados al rezar,
y hundía su podrida cabeza bajo el sol, que no importan los ojos del teléfono
entre las gentes quejándose a balazos de mis dedos
pero la ciudad le negaba sus pájaros, en sangre nmerada,
el camarero la sonrisa que vendré de la muerte a romperme
y era inútil que buscara la compasión, la luz. de nuevo los pies en tu retrato ajeno,
que no luego y encima de un zapato
Andaba solo por las calles, rusiente y prefluvial a la puerta
retorcía sus manos sudorosas de un rayo sí de olvido,
y miraba con miedo, con temor, a todas partes, de sillas suplicantes que no que sí en fusiles,
como si de repente fuera a morir asesinado, llenarán un cadáver general con la hoz
corno si de repente los ojos de alguien intocable de unos dioses poquísimos,
le cegaran. que me iré con mi entierro hasta los huesos
de toda la alegría,
Entraba a los templos sigiloso, hasta el buitre en mis brazos,
pero la noche de los muertos le seguía hasta el sí si no lloran si no,
(la noche trepidante que derribó su orgullo) millones de incensarios de pus bajo la noche,
y en vano doblegó su frente, de patrias desfilando,
en vano clamó misericordia: de butacas sentadas sobre piedra,
los muros sólo respondían. horriblemente almas bautismales,
exactamente muertes descansando no no no,
Y recordaba su altivez atormentando, rejas, rejas de sal,
entre las ametralladoras asesinas, de vinagre pasivo donde pisan el oro
su ademán cuando los sacrificios, las torturas y la casulla en fe que no nos salva,
y he aquí que los alegres pájaros traían astillas de la carne a bofetadas,
un rótulo de sangre con su nombre. azufre religioso de arcángeles amén,
sí sí sí no hay señales del pan
Pensar en estas cosas con que te escribo,
los acercaba a los muros, que claves en el cielo todo el viernes humano,
a las bocas oscuras tendremos que estar vivos
de no se sabe qué túnel devorante para morir de un golpe de palomas,
y en tanto eran los cantos de vida y esperanza no un airado cuartel de encías afiladas
un fugitivo huía, alguien huía, o dientes humillados o espumas con acero,
de espalda a todas las estrellas. mejor un estandarte de hormigas franciscanas,
un cometa patriótico en la nieve,
una lápida escrita con la nada
de toda la esperanza,
ni anidará en tus brazos el libro

74

1
encuadernado de palomas, que luego, No sabes ni llorar.
nunca, más, que siempre nunca más No puedes ni llorar.
y todavía, que apagan nuestra hiel Ni gritar.
a martillazos de avispas invernales, Es como si la muerte.
un alud de cemento apócrifo Y mañana parece que empiezas
por todas las paredes de la historia un hedor huracanado,
silábica y flotante, que empiezas a doler a quién si no estás vivo.
que pudren la agonía de ser hombre, O sales a la luz como un leproso que cuenta
y bajan un telón de máscaras terrestres sus postillas debajo de su alma
durante una sonrisa o una mueca mientras llega el señor que reparte
de azúcar descreído, los días y las noches;
no hay amén que así sea, seguirá la agonía, y otra vez las aceras que puse en mi tristeza
os cortarán las manos como días se han quedado vacías
y los aplausos volverán a su antiguo han pasado de largo y me han dejado
esqueleto amén. toda la muchedumbre de la soledad.
Soy un poco de escombro.
Una noche sin pies bajo la noche.
Un abismo
COMO CRECE UN NAUFRAGIO cortado a escalofríos.
Me sube a la garganta una fiesta de lobos.
Me llegan desde lejos las guadañas Yo hice la libertad de las gaviotas
afiladas de olvido, una tarde de sal,
me siegan de raíz toda la sangre y encendí un remo azul para mis alas.
reunida en los ojos, Ahora tengo miedo del mar.
me están acuchillando de frío ¡Si tuviera una gota de luz para mis barcos!
y soledades, ¡Si una sola gaviota me rozara de sol
mis heridas se caen este oscuro naufragio!
y se mueren hacia adentro,
qué olvido me recuerda la estirpe vertical
de las ratas mordiéndome la boca
como a un queso lento que alzaba
su corteza a la esperanza.
Tal vez no soy ni hombre, ni nombre,
ni pronombre,
tal vez soy un vacío,
soy un cero a la izquierda del amor.
Tal vez soy una caja inútil de ternura,
tal vez un corazón
¿para qué quiere nadie un corazón?;
y me cruje en el alma
la orfandad de mis huesos metafísicos.
Sólo existo un momento para toda la vida.
Después nacen urgentes cementerios
de abrazos-ataúdes,
cuchillos con la espalda ensangrentada,
dragones con la sed afilada de lenguas
y de dientes.

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JOSE CARLOS BECERRA (1937-70), meji- no por su propio peso
cano. Dos ejemplos de su antología El otoño sino por el peso que la realidad obtuvo
recorre las islas (Lecturas mexicanas. No. 10. del sueño.
SEP/ERA. Segunda Serie 1985): ¿Cuándo hizo la vida ese gesto poderoso?
¿De quién fue esa boca a cuya sonrisa
una araña se mezcla minuciosamente?
LA VENTA ¿Ante quién hizo la vida
(fragmento) esta mirada hoy muerta?
¿Qué ojos humanos la llevaron a término?
Todo duerme, todo se nutre
de su propio abandono, Éste es el rostro, éste es el cuerpo,
en el centro de la inmovilidad la carne que se hizo piedra para que
reside el verdadero movimiento. la piedra tuviera un espejo de carne.
El poder de la selva y el poder de la lluvia, Animada por un soplo de piedra,
la garra del inmenso verano posada la imagen de la piedra le dio
sobre el pecho de la tierra, nuevo peso a la carne;
el pantano como una bestia dormida y así se oye el peso de otro silencio,
en los alrededores del sol; y el peso de otra imagen
todo come aquí su tajo de destrucción en la actitud inmóvil del caimán.
y delirio,
la luz se hace negra al quemarse a sí misma,
el cielo responde roncamente,
el rayo cae como todo ángel vencido. Los MUELLES

Mirad las cabezas de piedra bajo la lluvia Esa yerba sombría que nos crece
o bajo el hacha deslumbrante del sol en los ojos de noche,
como un verdugo embozado en oro. el impuro descanso que somete al dormido,
Mirad los rostros de piedra el dolor resplandeciente de los hospitales
en el campamento de la noche, recién inaugurados,
en la descomposición de la gloria, el silencio que agrieta los cuerpos
en la soledad de la primera pregunta de las vírgenes,
y en su retorno después de la segunda. el lecho donde el amor soltó su reino,
Mirad las cabezas de piedra, el cementerio donde los nombres
máscaras que ocultan su clave divina, son masticados por el silencio;
su organismo atajado por el silencio. todo ha cruzado por mi corazón,
Mirad los rostros de piedra junto a la boca todo realiza su caminata en mi pecho.
impía del pantano.
Bajo la noche escucho este viento
Aquí están, veteado de árboles,
aquí donde no representan ni señalan. escucho el humo manifestado
Aquí los triunfadores y los esclavos por la conmiseración que crece en el tedio,
y el gemido del anciano y la primera sangre el desenlace de los discursos cautivos,
de la doncella la lejana campana del océano.
están ya confundidos en una sola masa,
en un solo bocado que mastica la piedra Escuchen las piedras que brillan
indefinidamente. como dentaduras de muertos,
Piedra caída en el agujero del sueño mandíbulas sujetas al polvo

76

1
como patíbulos de la palabra. como un delirante pañuelo.
Dentaduras profundas como el abismo Oh, soledad, ciudad de cal manchada,
que saca la noche, casa de uñas tristes.
sitios donde la luz se refleja crispada.
Gritaré hasta la herida
Escuchen las jerarquías, el metal rojo, de tierra que poseen los peces,
el sonido sin agua de la luna, hasta los hombros blancos que no sienten
el aceite vertido en los cabellos postrados. la luna ni el aceite de amor,
Pongan el oído en la corriente del pecho hasta la cámara prohibida
en el borde extasiado del acero, de la sonriente muerta,
en el brazo del árbol dormido, hasta el cofre vacío
y escucharán ese silencio que ningún de las navegaciones perdidas.
rayo de amor dora, Gritaré hasta que el silencio muerda el polvo.
ese momento donde la invención
de la noche se arranca la máscara; Ilumina tu corazón
sentado como un relieve de silencio con un haz de rayos clandestinos,
en unos labios cerrados, ilumina la pleamar que no quiere sonreír
como una paloma rota contra un espejo, debajo del pecho.
un espejo donde ha caído el mar El día sueña en el lecho del mar,
con un golpe de labios y de mármoles. aletea la marisma su hondo cuello verde.

¿Está vedada la piedad en la estructura Arderá la profanación


de los océanos? y tu bastión de huesos,
¿En qué lecho resplandece la impunidad tu corazón golpeado por las proas
de la joven deseada? de los nativos que no regresan,
¿Bajo qué sábanas mueve su cuerpo de leche tu corazón donde lloran
artificial y somnolencia marina? los picos de los pájaros.

La noche dispersa el coral como heridas Canta la ciudad de cal,


que se ha hecho el mar la ciudad incendiada por la noche,
al buscar por las rocas sus alas. por el llamamiento de la ceniza.
La ciudad de cal
Mar desierto que se da contra el poniente y muecas de madera podrida.
como aquel que mana en secreto
contra un pensamiento fijo. He aquí el pantano del suicida,
Mar que se da contra el azul total de un cielo he aquí la ciudad del humo secreto
que ha rechazado todos los pechos. en la sonrisa del demente navegada
Mar bajo el momento de las aves por peces donde no cicatriza el océano.
que cruzan el crepúsculo
como gestos inmensos, Abre tu corazón sus alas negras.
como tardes que cruzan el cielo He aquí la tormenta inflexible
igual que esas palabras que surcan en los ojos de los ahogados,
los labios como jardines últimos. la podredumbre dulce de la enferma,
el color verde que cae hacia el amarillo
Oh, soledad, relato de los muelles, haciéndonos señas,
poniente que aparece en los pechos la calle del suburbio acorralada
como un deseo sangrante, por la ira del sol.

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He aquí la ciudad, Los cabellos de la mujer nocturna
el nombre mismo del Avatar, arderán como una mano hechizada
el personaje enterrado en su máscara y su cuerpo olerá a animal profundo.
y su clarividencia. La mujer de vientre
visitado por el relámpago
La calle, la casa abandonada, la mujer en cuyos muslos
el jardín donde la tierra hormiguean las caricias,
ha recobrado su furia. la que acomoda sus cosas en la luna;
Habitaciones que un día incendiada contra ti, contra mí;
la vida hizo a su semejanza, nos acompañará en el dolor de los muelles.
hoy rosetones de yeso desprendidos,
hoy urnas apócrifas
y muebles de gusto dudoso.

Oh soledad, relato de los muelles


y de los barcos asesinados por el ancla.
Escuchen las convenciones, los ruegos,
las exequias,
las visitaciones,
los azules desasidos
de la caricia;
mientras la luz de los astros
construye nuestra ausencia
y el reposo sonríe como puta discreta.

Volveremos a los muelles


con un designio de sal en el pecho,
con un día de hierro en los labios.
Volveremos sin acordarnos que el poniente
abrirá nuestros pechos
con la misma mano
con que lo hemos acariciado,
con los mismos labios que un día
besamos incrédulos.

Volveremos a los designios de la sal,


al océano que regresa con rabia y olvido.
Volveremos a los ponientes,
al grito lejano de la gaviota,
al aceite que cierra los párpados
en el óxido de las hélices
y en el agua estancada de la orilla.

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1
ANTONIO GONZALEZ-GUERRERO los desvanes;
(1954-2004), español. De su libro Bajo la ópalo y malaquita, de rescoldos, su cuerpo
agria luz de los cerezos: desafía la muerte rastreando la niebla.
Y un intrépido alfanje
muerde su pubis ámbar
CANCION DE AMOR y hay hambredad y luto en todos los cercados.
PARA UNA NOCHE TRISTE
(Él distrae su urgencia mosteado
en racimos agraces de ternura
Mi amigo duerme esta noche
y profana los templos de la vieja estación
en los claros lagartos de Corregio.
con sus muslos de jade).
Como un leopardo herido, brama
su desazón por los zaguanes blasfemos
Mi amigo muere esta noche
de los cines.
en los huertos azules de Murano,
Con la tristeza añil de las campanas
con los labios sedientos como vulva
y aún el canto podrido del jilguero
que espera la tormenta de Dánae,
rasgándole los pulsos, llora,
y ansía amancebarse con todos los soldados
y en su zubia distingo
furtivos de la aljama,
el olor funeral de la gamarza,
donde esconde el amor su ajuar y su sudario.
la sal de los jardines
y un cárabo de luz saqueando
Yo soy el innombrable, el más hermoso -dice.
el azarbe cereal de su frente.
El vino de manzanas donde abriguen
Yo lo amo,
su ardor tus fieros batidores.
como quien ama un bosque
Soy siempre el más hermoso,
corrompido de estrellas,
porque tú me moldeas en tu forja
una aljaba de luna
y me trasciendes virgen en todos los altares.
o una piedra de jaspe bienhechora.
Mi amigo llora esta noche
Yo lo amo,
en los oros bruñidos de Corregio,
y en la rota vasija de mi puerta
con la mano encendida
oigo mi corazón incendiando los atrios
y una flor de alhucema entre las sienes,
granados de las niñas,
y sus ojos transidos de arrope y laúdes,
los blancos alminares
esta noche de hiel, profanando mi almohada.
y los dioses lascivos de sus pechos.
"No¡¡ me tangere. Frena tu yegua -dije.
Yo sólo soy tu hermano..."
Yo lo amo en los dragones grises
Y se murió de frío.
de su hondura
y en las aves de arena
que anidan en el cierzo temprano de su sangre.
Y aun en la congoja
y en el fuego tronchado de su aldaba,
todas sus herejías
a mí que ni siquiera soy su hermano. Fredo Arias de la Canal
Mi amigo llora esta noche en el heno alazán
de los espejos,
y su cuerpo es balandro floreciendo de yedra

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POETAS INCLUIDOS EN ESTE ESTUDIO

A Enrique Molina
Delmira Agustini César Moro
Rafael Alberti N
Vicente Aleixandre Pablo Neruda
Dámaso Alonso Friedrich Nietzsche
Olga Arias Salvador Novo
Miguel Angel Asturias O
Juana Inés de Asvaje Olga Orozco
B Carlos Edmundo de Ory
José Carlos Becerra P
Yolanda Bedregal Germán Pardo García
Luis Beltrán Guerrero Octavio Paz
Jorge Luis Borges Pablo Picasso
C Félix Pita Rodríguez
Luis Cardoza y Aragón Alfredo R. Placencia
Eduardo Carranza Emilio Prados
Rosario Castellanos R
Primo Castrillo Jorge Enrique Ramponi
Rosalía de Castro Eugene Relgis
Luis Cernuda T
E Luis Alfredo Torres
Gonzalo Escudero U
F Angel Urrutia Iturbe
Samuel Feijoó V
Antonio Fernández Spencer Guillermo Valencia
G Gloria Vega de Alba
Alfredo Gangotcna Juan Antonio Villacañas
Federico García Lorca
Enrique Gómez Correa
Antonio González-Guerrero
José Gorostíza
Escilda Greve
H
José María Heredia Sobre las ilustraciones:
Miguel Fernández
Julio Herrera y Reíssii, • Fantastic People por Allan Scott y Michael Scott
Roban (Galahad Books. New York, 1940).
Juana de lbarbourou Pág. 15, 65: Les Edwards. Pág. 23: Tony Roherts.
L Pág. 39: Linda Garland. Pág. 80: Yvonne Gilbert.
Miguel Labordeta • Dream Makers : Six fantasy artist at work por
José Lezama Lima MartynDean(PaperTigerBooks,Inclaterra, 1993).
M Pág: 53: Melvyn Grant.
Helcías Martán Gón, ora • Daniel Gutiérrez Pedreiro: 3, 8, 14, 18, 19, 20, 22,
José Martí 28, 30, 33, 37, 43, 47, 48, 50, 54, 55, 58, 60, 61, 67,
Ernesto Mejía Sánchez 69,72,75,78

80

1
SERAFINA NUÑEZ
(1913-2006)

PEQUEÑA ELEGIA
POR UNA GRAN MUERTE

Era cuando la tímida estrella de la infancia,


cuando a mis mares niños todos los mitos eran playas.
Llegó un silencio oscuro mordido de naufragios
y la palabra ¡madre! me llovió ceniza y sal,
definitivamente,
mientras en el latido morado de aquel día
sus ojos se bebían las lunas de la muerte.

Serafina

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