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Presión arterial alta y prevención cardiovascular (2019) 26:191–197

https://doi.org/10.1007/s40292­019­00316­6

ARTÍCULO DE REVISIÓN

Prevención de Enfermedades Cardiovasculares en Niños y Adolescentes

Simonetta Genovesi1,2 ∙ Marco Giussani3 ∙ Antonina Orlando2 ∙ Maria Grazia Battaglino2 ∙ Elisa Nava2 ∙
Gianfranco Parati1,2

Recibido: 13 de marzo de 2019 / Aceptado: 23 de abril de 2019 / Publicado en línea: 30 de abril de 2019
© Sociedad Italiana de Hipertensión 2019

Abstracto
Las alteraciones ateroscleróticas que son la base de las enfermedades cardiovasculares pueden comenzar ya en la infancia. Por este motivo, la
prevención de las enfermedades cardiovasculares debe emprenderse muy tempranamente tanto en la población general como, de forma específica,
en sujetos con riesgo cardiovascular. Las estrategias preventivas deben incluir medidas para fomentar la actividad física y corregir los hábitos
alimentarios y reducir la exposición a contaminantes. Los principales actores responsables de llevar a cabo estas intervenciones preventivas son
las autoridades políticas locales y nacionales. Además, se debe prestar especial atención a los primeros mil días de vida a partir de la concepción,
para evitar modificaciones epigenéticas desfavorables. Además de las iniciativas dirigidas a la población general, la comunidad médica debe
planificar intervenciones para evaluar el perfil de riesgo individual.
De hecho, la actual epidemia de obesidad ha hecho que sea relativamente frecuente, incluso entre niños y adolescentes, encontrar algunos factores
de riesgo cardiovascular conocidos en adultos, como hipertensión arterial, dislipidemia, trastornos del metabolismo de la glucosa y aumento de los
valores de ácido úrico. El propósito de esta revisión es indicar líneas de intervención para la prevención cardiovascular en niños y adolescentes.

Palabras clave Riesgo cardiovascular ∙ Niños ∙ Hipertensión ∙ Síndrome metabólico ∙ Prevención

1. Introducción La expresión de uno o más factores de riesgo depende de la agregación

En los países desarrollados las enfermedades cardiovasculares son,
por prevalencia y gravedad, las patologías más importantes y en Italia
representan la principal causa de muerte y costes sanitarios [1]. En la
gran mayoría de los casos, las enfermedades cardiovasculares sólo se
manifiestan clínicamente en la edad adulta. Sin embargo, ya en la
primera década de la vida suelen estar presentes alteraciones
vasculares (estrías lipídicas) que, con el tiempo, degeneran en placas
ateroescleróticas [2, 3]. Desde un punto de vista teórico, podríamos
considerar la aterosclerosis como una enfermedad infantil muy
extendida, que los pediatras rara vez tratan. La velocidad a la que
avanza la aterosclerosis está relacionada con la presencia de varios
factores de riesgo, la mayoría de los cuales son ampliamente conocidos.
* Simonetta Genovesi
simonetta.genovesi@unimib.it
1 Permanecen durante mucho tiempo e incluso pueden transmitirse
Facultad de Medicina y Cirugía, Universidad de Milán
Bicocca, Milán, Italia
2 posible, pero debería implementarse muy pronto. Estamos hablando
Departamento de Ciencias Cardiovasculares, Neurales y
Metabólicas, Hospital S. Luca, IRCCS, Istituto Auxologico
Italiano, Milán, Italia
3
Pediatra de familia, ATS Milán, Milán, Italia
de predisposiciones genéticas e influencias ambientales que pueden
interactuar entre sí [4].
Las condiciones que debemos considerar cardiovasculares
Los factores de riesgo ya en la infancia y la adolescencia son los
siguientes:
• Factores genéticos, heredados, poco modificables, pero identificables
mediante una cuidadosa recopilación de la historia familiar; Estos
deben tenerse en cuenta para una evaluación general.
mento del riesgo individual.
• Factores dependientes de la influencia del medio ambiente sobre el
patrimonio genético con la expresión (o falta de expresión) de
algunos genes más o menos favorables para la salud. Estos
cambios fenotípicos que ocurren en ausencia de alteraciones de
las secuencias genéticas se denominan modificaciones epigenéticas.
Se deben principalmente a metilaciones del ADN o a modificaciones
de las proteínas histonas.
a la descendencia. Una intervención preventiva a este nivel es
de la importancia de los “primeros mil días” desde la concepción.
Los componentes esenciales de la prevención son

Vol.:(0123456789)
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192
por ello una correcta higiene del embarazo y el manejo de los
primeros meses de vida, durante los cuales es muy importante
evitar la exposición a agentes tóxicos (por ejemplo, humo y
contaminación) y prestar especial atención a la calidad y cantidad
de la alimentación, tanto para madre e hijo (lactancia y destete).
Una vez transcurrido este período precoz de la vida, es decir a
partir de los dos años de edad, las modificaciones epigenéticas
siguen siendo adquiridas y tienen el mismo impacto que las
genéticas para la evaluación del riesgo cardiovascular [5].
• Factores ambientales que influyen en el desarrollo de factores de
riesgo cardiovascular. Se trata de factores relacionados con el
estilo de vida y la nutrición, además de la exposición a
contaminantes. La prevención primaria o secundaria de las
enfermedades cardiovasculares se centra actualmente en estos factores.
información nutricional precisa en las etiquetas de los alimentos
Sin embargo, no se debe olvidar que el medio ambiente
interactúa con combinaciones específicas de características
genéticas y epigenéticas y esto puede explicar por qué la
exposición a los mismos factores de riesgo ambientales puede
tener diferentes efectos en diferentes individuos. Lo que debemos
subrayar es que la atención a estilos de vida saludables debe
proponerse ya en la infancia; De hecho, no hay razón para pensar
que lo que es perjudicial para el adulto
En realidad no es así para el niño, tal vez podría ser aún más
perjudicial. Una acción preventiva adecuada debería promover
todos los factores protectores y benéficos para la salud.
En este contexto, las intervenciones preventivas deben tener en
cuenta diferentes aspectos, según se programen a nivel
poblacional o a nivel individual. La edad es otro factor que debería
influir en la forma de realizar la prevención. Una intervención
preventiva completa debe realizarse en diferentes niveles que
incluyan a los tomadores de decisiones, los operadores, las
herramientas, las metas y los diferentes objetivos. Evidentemente,
una intervención ideal presupone la mejor integración de los
distintos niveles (Tabla 1).
Tabla 1 Prevención de enfermedades cardiovasculares en la infancia
Tipo Objetivo
General Todos los niños y adolescentes
General/individual Todos los recién nacidos (“primeros mil días”) Obstetras
Individual Sujetos en riesgo
S. Genovesi y col.
Los principales actores responsables de llevar a cabo
intervenciones preventivas “generales” no pertenecen a la profesión
médica sino que son principalmente autoridades políticas locales y/
o nacionales. Su intervención podría dirigirse en un sentido amplio a
todos los grupos de edad o, más concretamente, a sujetos pediátricos.
Por ejemplo, se sabe que el consumo de bebidas azucaradas (SSB)
aumenta el riesgo de sobrepeso y obesidad. Se debería pedir a los
responsables de las políticas que consideren la posibilidad de adoptar
impuestos sobre las bebidas azucaradas y promover políticas de
salud destinadas a restringir la comercialización de bebidas
azucaradas dirigidas a los niños y a sugerir el agua y la leche como
alternativas a las bebidas azucaradas. Gravar este tipo de bebidas
podría disminuir la ingesta energética diaria y el peso corporal,
especialmente en los niños. Además, debería ser obligatorio facilitar
envasados. La Academia Estadounidense de Pediatría está avanzando
en esta dirección [6]. Los resultados preliminares demostraron
cambios en el consumo de agua y SSB 3 años después de la
implementación de un impuesto a las SSB en Berkeley, California, lo
que sugiere que los impuestos a las SSB son una opción política
eficaz para mejorar la salud pública [7] . También las intervenciones
de salud escolares en las que participan alumnos, padres y profesores
han demostrado ser eficaces para promover conductas saludables en
los niños [8]. Las intervenciones deben centrarse tanto en los componentes de nutric
La prevención “general/individual” es, en cambio, competencia
de los agentes sanitarios que se ocupan de las primeras etapas de la
vida, es decir, obstetras, neonatólogos y pediatras.
Su intervención, aunque dirigida a cada recién nacido, es general en
el sentido de que no es específica. De hecho, se proponen las mismas
herramientas de prevención para todos los sujetos implicados.
Los objetivos de este tipo de prevención son incrementar la
investigación sobre modificaciones epigenéticas y difundir los
resultados a todos los operadores que cuidan a los más pequeños.
Durante el desarrollo intrauterino el feto es vulnerable y está expuesto
a muchos factores, que llegan a través de los tejidos maternos.
Estado físico y mental materno, actividad física,
actores Ejemplos
Autoridades políticas nacionales y locales Reducción de la contaminación, aumento de las instalaciones
Medios de comunicación/sociedades científicas deportivas, introducción del impuesto a las gaseosas
Institución educativa Intervenciones de promoción de la salud
Intervenciones de educación sanitaria, intervenciones
para el control de los comedores escolares.
higiene del embarazo
Pediatras de familia Nutrición y estilos de vida adecuados desde la
primera infancia.
Pediatras de familia, Médico de familia Intervenciones dirigidas a sujetos con
exceso de peso, hipertensión arterial, dislipidemia,
resistencia a la insulina, antecedentes familiares de
enfermedades cardiovasculares
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Prevención de Enfermedades Cardiovasculares en Niños y Adolescentes
El entorno al que está expuesta la madre y sus hábitos nutricionales
afectan la salud y el estado físico del niño en crecimiento [9]. Para incidir
en estos factores sería necesario que los agentes sanitarios vigilaran que
las futuras madres tuvieran una alimentación correcta y un aumento de
peso adecuado durante el embarazo. El modo de entrega también es
importante. Se ha demostrado que los bebés nacidos por vía vaginal están
colonizados por comunidades bacterianas del tracto vaginal e intestinal de
la madre, mientras que los bebés nacidos por cesárea carecen de dicha
exposición [10]. La formación adecuada de microbiota es esencial para la
salud futura del niño [11]. Además, el uso temprano de antibióticos podría
afectar negativamente a la microbiota y esto se asociaría con un mayor
riesgo de exceso de peso en el niño.
Por tanto, los pediatras deben evitar el uso de estos fármacos cuando no
sean estrictamente necesarios [12]. Un factor igualmente importante es la
promoción de la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses, como
recomienda la Organización Mundial de la Salud [13]. De hecho, se ha
sugerido que la leche materna ejerce un papel funcional como sistema de
impresión epigenética favorable para el receptor de la leche [14]. También
se ha demostrado que la lactancia materna se asocia con una serie de
efectos positivos sobre la salud del niño a largo plazo [15].
El tercer nivel es el de la prevención “individual”, destinado a identificar
los factores de riesgo, potenciales o ya presentes, en cada niño o
adolescente. Por factores potenciales nos referimos a la presencia de
condiciones que podrían favorecer la aparición de enfermedades
cardiovasculares, como una historia familiar importante de factores de
riesgo específicos (por ejemplo, la presencia de diabetes tipo 2). Los
factores de riesgo actuales son aquellos que ya están presentes y activos
en el niño o adolescente, como la hipertensión arterial, la dislipidemia, la
hiperinsulinemia y la hiperuricemia, todas ellas afecciones que tienen una
prevalencia cada vez mayor en la edad pediátrica y adolescente [16, 17 ] .
La evaluación del riesgo cardiovascular individual en la infancia sólo puede
ser cualitativa; a esta edad el riesgo no se puede cuantificar, porque las
tablas utilizadas para la cuantificación del riesgo se basan en los resultados
de estudios epidemiológicos sobre eventos cardiovasculares realizados
exclusivamente en adultos.
Sin embargo, incluso una evaluación cualitativa puede ser muy útil para
definir a qué niños y adolescentes se debe dirigir la mayor atención
preventiva y a través de qué líneas de intervención. La valoración individual
debe realizarse con controles periódicos en los que, además de una
cuidadosa evaluación clínica del sujeto, se actualicen los antecedentes
familiares. Este último aspecto es crucial y debe solicitarse explícitamente,
ya que los padres muchas veces no informan la ocurrencia de eventos
cardiovasculares o la presencia de enfermedades cardiovasculares en la
familia, porque los consideran no relevantes para la salud del niño.
Los factores de riesgo cardiovascular más importantes en la pediatría
La edad átrica y la adolescencia se analizarán a continuación.
193
2 exceso de peso
En los últimos 60 años se ha producido un aumento espectacular en la
prevalencia del exceso de peso en niños y adolescentes, que oscila entre
el 4% en 1975 y el 18% en 2016 [18].
Así, el sobrepeso y la obesidad son muy frecuentes en la edad pediátrica
e Italia es uno de los países europeos con mayor prevalencia de estas
condiciones patológicas.
En Italia, el 21,3% de los niños tienen sobrepeso y el 9,3% son obesos,
incluidos los niños con obesidad grave que representan el 2,1%.
En nuestro país el exceso de peso entre niños y adolescentes muestra
una tendencia a aumentar de norte a sur
En todo el país y en algunas regiones del sur de Italia el número de
personas obesas es similar al de personas con sobrepeso [19]. Este
fenómeno, que parece paradójico teniendo en cuenta los reconocidos
efectos protectores de la dieta mediterránea (y de la dieta DASH), deriva
de la difusión, especialmente entre las nuevas generaciones, de hábitos
alimentarios erróneos, muy diferentes de los principios de la dieta
mediterránea, asociados a una aumento del sedentarismo. La gravedad
del fenómeno no ha llevado a la implementación de iniciativas de política
sanitaria apropiadas y significativas destinadas a combatir el problema,
como medidas para fomentar la actividad física y desalentar el sedentarismo
y el consumo de comida "chatarra".
El poco interés de la política por la cuestión del exceso de peso en los
niños se debe muy probablemente a una igualmente escasa preocupación
por el problema en la población general. Con demasiada frecuencia los
padres creen que la obesidad de sus hijos desaparecerá por sí sola con el
crecimiento. Además, los padres no siempre cuentan con las herramientas
culturales para garantizar los mejores hábitos alimentarios y estilos de vida
para sus hijos, y a menudo se ven influidos negativamente por la publicidad
y el marketing.
Desde hace algunos años, los pediatras se enfrentan a estos problemas y
han emprendido una serie de iniciativas que incluyen tanto intervenciones
sobre el medio ambiente como la producción de documentos y directrices
sobre estos temas [20].
Estas actividades tienen como objetivo principal la reducción del peso
corporal y no la prevención de enfermedades, particularmente
cardiovasculares, asociadas al exceso de peso.
Esta forma de actuar no estimula adecuadamente la colaboración de las
familias, fundamental para un tratamiento más eficaz, ya que los padres
muchas veces subestiman el problema. El exceso de peso se asocia,
especialmente en el niño, con la presencia de diversos factores de riesgo
cardiovascular como hipertensión, dislipidemia, tolerancia reducida a la
glucosa e hiperinsulinemia, hiperuricemia y aumento de la masa cardíaca
[21]. Investigar este conjunto de factores de riesgo y considerar el
tratamiento como prevención cardiovascular, y no como una simple
reducción de peso, puede contribuir a implicar a los padres en un camino
de modificación de hábitos alimentarios comportamentales ciertamente
desafiante.
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194
pero que aborde, de manera global, el problema de la salud del
niño.
3 hipertensión arterial
La hipertensión arterial en niños se define mediante un criterio
estadístico como la presencia de valores sistólicos y/o diastólicos
superiores al percentil 95. La presencia de “presión normal alta” se
define como valores de presión sistólica y/o diastólica por encima
del percentil 90, pero por debajo del 95. Este enfoque requiere una
población de referencia que durante mucho tiempo había sido
identificada consistentemente en la propuesta en 2004 por la
Educación Nacional sobre la Presión Arterial Alta del Instituto
Nacional de los Pulmones y la Sangre y aceptada por la Sociedad
Europea de Hipertensión (ESH) [22] . En 2017 la Academia
Americana de Pediatría propuso nuevos nomogramas eliminando
a los niños con exceso de peso (sobrepeso y obesidad) de la
población de referencia, porque podrían introducir un sesgo ya que
se sabe que el exceso de peso se asocia con un aumento de los
valores de presión arterial [23] . La Tabla 2 resume las posiciones
de las Directrices europeas y americanas sobre la definición de
categorías de presión arterial en la edad pediátrica [24].
Dado que las diferencias entre los dos nomogramas (ESH y
AAP) en términos de milímetros de mercurio son mínimas, en la
siguiente parte de este manuscrito nos referiremos a los
nomogramas ESH, utilizados para casi todos los estudios científicos
presentes en la literatura. La prevalencia de hipertensión arterial
en la edad pediátrica y adolescente es difícil de definir debido a
que los estudios realizados a lo largo de los años midieron la
presión arterial con diferentes métodos y el número de mediciones
no fue igual en todos los estudios. En conjunto, podemos hablar
de una prevalencia de hipertensos de alrededor del 4%. Los
estudios no parecen demostrar una diferencia clara
diferencia entre hombres y mujeres en la prevalencia de
hipertensión arterial. Un estudio realizado en la provincia de Milán
confirmó este hallazgo y también demostró que, en comparación con unparalelo con el aumento de la tasa de obesidad, y se estima que se produce diabe
Tabla 2 Definición de hipertensión en la edad pediátrica
Directrices de la Sociedad Europea de Hipertensión
< 16 años ≥16 años (mmHg)
(nomogramas ESH)
normotensión < percentil 90 > < 130/85
normalidad alta percentil 90 a < 95 130/85–139/90
Hipertensión en estadio 1 > percentil 95 a < 99 +5 mmHg 140/90–159/99
Hipertensión etapa 2 percentil 99 + 5 mmHg ≥ 160/100
ESH Sociedad Europea de Hipertensión, AAP Academia Americana de Pediatría. Modificado de [24]
S. Genovesi y col.
porcentaje del 1,5% de sujetos con valores de presión arterial por
encima del percentil 95 en niños de peso normal, la prevalencia
de hipertensión aumentó de 3 a 4 veces en la clase con sobrepeso
y que entre los sujetos obesos, un niño de cada 4/5 era hipertenso
[25] . En los niños, los valores de presión arterial, además de estar
asociados con la clase de peso, también se correlacionan con la
distribución de la grasa corporal. De hecho, se ha demostrado una
relación directa entre la circunferencia de la cintura y los valores
de presión arterial [26].
Cuando se determina, el diagnóstico de hipertensión arterial, o
de presión normal elevada, es percibido por la familia como un
problema mucho más importante que la obesidad por sí sola.
Aunque se debe tener cuidado de no generar ansiedad excesiva
al comunicar el diagnóstico a los padres, cierta preocupación
puede ser positiva en la implicación de la familia en el tratamiento
[27].
4 alteraciones del metabolismo de la glucosa
En niños los criterios para la definición de diabetes e intolerancia a
la glucosa son los mismos que para los adultos (Tabla 3)
[28]. La forma autoinmune de diabetes (tipo 1) sigue siendo la más
relevante en cuanto a prevalencia y gravedad a esta edad, aunque
las formas no autoinmunes están adquiriendo cada vez más
importancia. Recientemente se han descubierto nuevas formas de
diabetes con una patogénesis previamente desconocida, como la
diabetes monogénica (MODY 1, 2, 3, 5, 10), la diabetes
mitocondrial y la diabetes neonatal. Además, la diabetes tipo 2,
que alguna vez se consideró una patología de la edad adulta, se
diagnostica cada vez más incluso en niños y adolescentes obesos.
Entre los adolescentes estadounidenses de 12 a 19 años, la
prevalencia general de prediabetes/diabetes fue del 15% durante
el período de la encuesta de 1999 a 2008. Los factores de riesgo
incluyen el origen étnico de alto riesgo, particularmente para los
sujetos asiáticos [29, 30 ] . La prevalencia de diabetes mellitus tipo
2 en niños y adolescentes ha aumentado en todo el mundo, en
Directrices de la Academia Estadounidense de Pediatría
< 13 años (nomo gramos > 13 años (mmHg)
AAP)
normotensión < percentil 90 < 120/80
Presión arterial elevada > percentil 90 a < 95 120/80 – 130/80
Hipertensión etapa 1 > 95.° a < 95.° percentil +12 130/80 – 139/89
mmHg
Hipertensión etapa 2 percentil 95 + 12 ≥ 140/90
mmHg
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Prevención de Enfermedades Cardiovasculares en Niños y Adolescentes
Tabla 3 Criterios para el
Intolerante a la glucosa
diagnóstico de diabetes mellitus según
Asociación Americana de Diabetes
Glucosa plasmática rápida entre 100 y 125 mg/dL
en edad pediátrica
Glucosa plasmática rápida entre 140 y 199 mg/dL
dos horas después de la carga de glucosa oral (“prueba de tolerancia a la glucosa oral”)
Valores de HbA1c entre 5,7 y 6,4%
Modificado de [28]
en uno de cada tres (20­33%) nuevos diagnósticos de diabetes en
niños hoy en día [31]. En Italia, el diagnóstico de diabetes tipo 2 en
niños es menos común que en los países del Este (menos del 1%),
pero es probable que la intolerancia a la glucosa esté
infradiagnosticada y su prevalencia subestimada [32] . La diabetes
se asocia con importantes complicaciones cardiovasculares, tanto
más graves y precoces cuanto más bajo es el control glucémico,
independientemente de su patogénesis. Los avances en la terapia
han mejorado la esperanza de vida de los niños con diabetes tipo
1. Este hecho ha hecho indispensable una cuidadosa prevención
cardiovascular también en esta patología. Respecto a la diabetes
tipo 2, es muy probable que, debido a la actual epidemia de
obesidad, su edad de aparición disminuya en los próximos años.
De hecho, se ha vuelto común encontrar resistencia a la insulina
con la consiguiente hiperinsulinemia, incluso grave, en niños con
exceso de peso [33]. La hiperinsulinemia, si se asocia con una
predisposición genética, conducirá con el tiempo a una intolerancia
a la glucosa y luego a la diabetes. Incluso en aquellos sujetos que
no tienen predisposición a la diabetes tipo 2, la resistencia a la
insulina no está exenta de consecuencias y puede estar asociada
con el desarrollo de hipertensión arterial [34]. En el contexto de la
prevención específica de la diabetes tipo 2, la evaluación de los
antecedentes familiares no es tan relevante en los parientes de
primer grado (padres), que a veces son demasiado jóvenes para
haber desarrollado ya la enfermedad, pero sí lo es más en los
abuelos. . El riesgo de diabetes aumenta a medida que aumenta el
número de abuelos afectados.
5 alteraciones del metabolismo de los lípidos
El trastorno más frecuente del metabolismo de los lípidos en los
niños es la hipercolesterolemia. Los valores de referencia de lípidos
plasmáticos en edad pediátrica se muestran en la Tabla 4 [35]. El
aumento de los triglicéridos, aislado o en combinación con el
aumento del colesterol, incluso en formas con componente
genético, no se hace evidente hasta después de la adolescencia,
a excepción de la hipertrigliceridemia del síndrome metabólico, que
también se asocia con una disminución de los niveles de colesterol. Colesterol
Incluso en los niños, el tipo de hipercolesterolemia que se encuentra
con mayor frecuencia es la forma poligénica y esto se asocia con
estilos de vida y hábitos alimentarios incorrectos. Por el contrario,
la hipercolesterolemia familiar se caracteriza por niveles muy altos
195
Diabetes mellitus
Glucosa plasmática rápida≥126 mg/dL
Glucosa plasmática rápida≥200 mg/dL
dos horas después de la carga de glucosa
oral (“prueba de tolerancia a la glucosa oral”)
Valores de HbA1c≥6,5%
Tabla 4 Valores de referencia de lípidos plasmáticos en edad pediátrica
Normal límite alto
Colesterol total mg/dL < 170 170­199 ≥ 200
Colesterol LDL mg/dL < 110 110­129 ≥ 130
Colesterol no HDL mg/dL < 123 123­143 ≥ 144
Triglicéridos< 10 años mg/dL < 75 75–99 ≥ 100
Triglicéridos > 10 años mg/dL < 90 90­129 ≥ 130
Colesterol HDL mg/dL > 45 35–45
Modificado de [35]
valores de colesterol y generalmente está presente en individuos
delgados, sin otros factores de riesgo cardiovascular. La prevalencia
de hipercolesterolemia pediátrica en Italia es de alrededor del 5%,
pero esta estimación se basa sólo en unos pocos estudios [36]. En
Estados Unidos, donde hay etnias y estilos de vida diferentes a los
de Italia, el 7,4% de los sujetos entre 6 y 19 años tienen colesterol
elevado y esta prevalencia es mayor en las mujeres y entre los
obesos [37] . La hipercolesterolemia familiar es la enfermedad
monogénica más común y su prevalencia se estima en un caso
sobre 500. Informes recientes de estudios epidemiológicos
realizados en países del norte de Europa, donde hay mayor
sensibilidad al problema, reportan una prevalencia de 1/200 [ 38].
Se ha demostrado que las personas con hipercolesterolemia
familiar heterocigota, si no se tratan adecuadamente, sufren
eventos cardiovasculares tempranos y que los homocigotos pueden
tener eventos ya en la segunda década de la vida [39]. No se sabe
si las formas poligénicas de dislipidemia diagnosticadas en niños
provocan una aparición más temprana de enfermedades
cardiovasculares, pero sabemos que existe un fenómeno de
seguimiento de la hipercolesterolemia desde la niñez hasta la edad
adulta [40]. En Italia no hay acuerdo sobre la conveniencia de
realizar un cribado de hipercolesterolemia y, si se aconseja, cómo
realizarlo. La Academia Americana de Pediatría recomienda realizar
una medición de lípidos en todos los niños a la edad de 10 años y
repetirla nuevamente a los 19 años [41]. El diagnóstico de la
oleemia hipercolesterolémica es importante porque en las formas
menosHDL.
graves el tratamiento no farmacológico, basado en la
modificación de los estilos de vida y de los hábitos alimentarios,
suele ser decisivo, mientras que en los casos en los que los niveles
de colesterol son muy elevados es posible iniciar un tratamiento
con estatinas, tras la edad de 10 años.
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196
6 hiperuricemia
En los últimos años se ha hecho cada vez más evidente que la
hiperuricemia debe considerarse un factor de riesgo de mortalidad
e hipertensión arterial. En niños, se ha demostrado una asociación
entre la presión arterial elevada y los niveles de ácido úrico [17].
Además, en la infancia, el tratamiento no farmacológico de la
hipertensión es menos eficaz en individuos que tienen valores
elevados de uricemia. El consumo de azúcares simples y, en
particular, de fructosa, estimula la producción de ácido úrico. Por
tanto, un consumo excesivo de azúcares simples, además de
determinar un exceso de peso, también podría contribuir a
aumentar los valores de presión arterial [42].
7 síndrome metabólico
En adultos, la asociación entre exceso de peso, hipertensión
arterial, dislipidemia caracterizada por hipertrigliceridemia con
valores bajos de colesterol HDL y reducción
La tolerancia a la glucosa se define como síndrome metabólico. El
denominador común de este síndrome parece ser la presencia de
resistencia a la insulina. Esta condición es reconocible en términos
generales incluso en la edad pediátrica, sin embargo no hay
acuerdo, en las diversas definiciones de síndrome metabólico
propuestas en la edad pediátrica, sobre cuáles son los valores de
corte para cada factor de riesgo que caracteriza al síndrome, en
particular. en niños más pequeños.
8 Conclusiones
En una comunidad caracterizada por una gran disponibilidad de
alimentos ricos en calorías y bajos niveles de actividad física, es
inevitable que aumente la prevalencia y gravedad del exceso de
peso. Los estilos de vida y nutrición incorrectos están muy
extendidos en la edad pediátrica y provocan una alta prevalencia
de exceso de peso. Desgraciadamente, no se aplican, al menos
ocasionalmente, medidas serias para combatir este fenómeno. A
medida que las nuevas generaciones lleguen a la edad adulta, es
muy probable que se produzca un aumento de las patologías
asociadas a la obesidad, en particular las enfermedades
cardiovasculares. Es posible que esta tendencia conduzca a un
fenómeno hasta ahora desconocido en la historia moderna: una
disminución de la esperanza de vida que hasta hoy siempre ha
aumentado con la sucesión de generaciones. Este hecho podría
tener consecuencias negativas también en los sujetos con peso
normal, ya que los recursos que deberán utilizarse para el aumento
14.bienestar
de las patologías cardiovasculares se restarían de los disponibles para el Melnik BC, en
general. A pesar de los esfuerzos de la comunidad médica para
S. Genovesi y col.
Para contrarrestar la epidemia de obesidad, es posible que
tengamos que resignarnos a que el índice de masa corporal de las
nuevas generaciones sea mayor que el de las generaciones
anteriores. Por tanto, sería aconsejable implementar lo antes
posible medidas encaminadas a la evaluación individual del riesgo
cardiovascular en cada sujeto para preparar una intervención
preventiva específica a partir de la edad pediátrica.
Cumplimiento de estándares éticos
Conflicto de intereses No existen conflictos de intereses.
Aprobación ética Este artículo no contiene ningún estudio con participantes humanos
o animales realizado por ninguno de los autores.
Referencias
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