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Catedra de Paz

John Faber Ospina Vanegas


2021-2

En el documental No hubo tiempo para la tristeza realizado por el Centro Nacional de


Memoria Histórica aborda un dialogo de las victimas del conflicto armado en Colombia y
las consecuencias en la población civil, sobre todo en el contexto rural.
Los enfrentamientos de los grupos armados han dejado una marca en la población
colombiana, afectando sobre todo a las poblaciones más vulnerables, grupos indígenas,
afros, campesinos han sido los más afectados, todos tienen algo en común y es que son
provenientes de un contexto rural. El desplazamiento forzado por parte grupos armados
hacia esta población es evidente. En catedra de Paz se ha puesto en cuestión las “dos
Colombias” una rural y otra urbana, la primera es el escenario donde está presente la
violencia, la segunda es el escenario donde suele emigrar la población violentada, a su vez
es un escenario que es casi una burbuja, lugares donde parece que la violencia en Colombia
fuese una ficción.
Por otro lado, algo evidente en ambas “Colombias” es el narcotráfico, uno de las causas
principales de la violencia, pues sustenta la guerra, las armas, los combates. Este contexto
tan agreste para la población ha puesto a cuestionar su forma de vivir y pensar, ya no solo
basta ir a la ciudad para evitar la violencia, pues esta ya permea a todo el territorio
Colombiano, algunas más que otras.
Tal vez algo que no ha arrebatado la guerra es la esperanza de una mejor Colombia y una
esperanza de la conciencia del otro, en el documental narra la historia de muchas mujeres
madres que han sido afectadas por el conflicto armado, ellas logran enfrentarse de manera
pacífica ante los grupos armados que reclutaron forzosamente a sus hijos, logrando
liberándolos. Esto evidencia como mediante el dialogo las cosas pueden mejorar y llegar a
un acuerdo.
Otro ejemplo son los campesinos que resisten y defienden su territorio. Cuidando sus
tierras y apoyándose como una comunidad para proteger su zona y conservar la seguridad y
la paz. Todas estas acciones nos demuestran como pueden existir otros caminos y espacios
para llegar a esa palabra tan repetida en los últimos 10 años Paz. De momento solo estamos
aferrados a la esperanza de que esto cambiara, ser colombiano es también un acto de fe
como decía Borges.

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