En el documental No hubo tiempo para la tristeza realizado por el Centro Nacional de
Memoria Histórica aborda un dialogo de las victimas del conflicto armado en Colombia y las consecuencias en la población civil, sobre todo en el contexto rural. Los enfrentamientos de los grupos armados han dejado una marca en la población colombiana, afectando sobre todo a las poblaciones más vulnerables, grupos indígenas, afros, campesinos han sido los más afectados, todos tienen algo en común y es que son provenientes de un contexto rural. El desplazamiento forzado por parte grupos armados hacia esta población es evidente. En catedra de Paz se ha puesto en cuestión las “dos Colombias” una rural y otra urbana, la primera es el escenario donde está presente la violencia, la segunda es el escenario donde suele emigrar la población violentada, a su vez es un escenario que es casi una burbuja, lugares donde parece que la violencia en Colombia fuese una ficción. Por otro lado, algo evidente en ambas “Colombias” es el narcotráfico, uno de las causas principales de la violencia, pues sustenta la guerra, las armas, los combates. Este contexto tan agreste para la población ha puesto a cuestionar su forma de vivir y pensar, ya no solo basta ir a la ciudad para evitar la violencia, pues esta ya permea a todo el territorio Colombiano, algunas más que otras. Tal vez algo que no ha arrebatado la guerra es la esperanza de una mejor Colombia y una esperanza de la conciencia del otro, en el documental narra la historia de muchas mujeres madres que han sido afectadas por el conflicto armado, ellas logran enfrentarse de manera pacífica ante los grupos armados que reclutaron forzosamente a sus hijos, logrando liberándolos. Esto evidencia como mediante el dialogo las cosas pueden mejorar y llegar a un acuerdo. Otro ejemplo son los campesinos que resisten y defienden su territorio. Cuidando sus tierras y apoyándose como una comunidad para proteger su zona y conservar la seguridad y la paz. Todas estas acciones nos demuestran como pueden existir otros caminos y espacios para llegar a esa palabra tan repetida en los últimos 10 años Paz. De momento solo estamos aferrados a la esperanza de que esto cambiara, ser colombiano es también un acto de fe como decía Borges.
Sujetos de reparación colectiva y construcción de territorios de paz: Libro 3. Políticas para la reparación de comunidades campesinas víctimas del conflicto armado: aportes desde trabajo social