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EL AVISADO Y LOS SIMPLES

(Proverbios 22:3)
INTRODUCCIÓN: el libro de los Proverbios es un caudal de sabiduría
para toda clase de asuntos en la vida humana. Si estos proverbios son
tomados en cuenta en la vida y aplicados a vivirla, tendremos el favor de
Dios en todas las áreas de nuestra vida.
1. Dos clases de personas:
a) El avisado: significa una persona que recibe un aviso de peligro y
presta atención. El país de Israel era, en tiempos de los profetas, una
tierra infectada de leones y otras fieras, como puede comprobarse en Jue.
14, vv. 5 y 6; Sal. 91:13, y Lm. 3:10. Se comprende que los ciudadanos se
dieran avisos sobre tales peligros, pero quien más necesita recibir aviso y
prestar atención a los peligros espirituales es el pecador (Ez. 18:30; Mr.
8:36).
b) Los simples: Son los descuidados, los que no quieren molestarse
para nada. Hay miles así en este mundo. Ejemplos son los oyentes del
Areópago (Hch. 17:32 y Félix, Hch. 24:25). Unos por ignorancia, otros por
exceso de sabiduría humana (l Co. 1:27). Son legión, en el presente siglo,
los que han sido confundidos de tal modo por filosofías humanas que
creen que la verdad es imposible de conocer.
2. Dos acciones: «Ve el mal».
Entiende, por los avisos de la Palabra de Dios y por los ejemplos de la
historia, que el pecado trae mal. Ve que este mundo está precipitándose
hacia su ruina total y que la humanidad está abocada a la muerte, pero
dicen: «¡No podemos evitarlo! Las cosas son así». Y ¿cuál es su acción?
«Pasan». No dice que se precipiten a cometer grandes males.

Hay mucha gente honrada en este mundo, pero jamás se han


preocupado del porvenir de sus almas, simplemente van viviendo. ¿Eres
uno de ellos?
3. Dos resultados:
a) «Escóndase» (véase Is. 32:1, 2): hay sólo un escondedero provisto
por Dios en contra de la catástrofe final, el juicio del pecado. Jesús dijo:
«Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados y os haré
descansar» (Mt. 11:28). No hay mejor refugio ni lugar de protección que
el aceptar las promesas de Jesucristo.
b) «Reciben el daño»: ¡Qué terrible es esa frase! ¿Quién puede
describir todo su significado? ¿Quién puede entender lo terrible que es el
daño que recibirá en la eternidad el alma no salvada? En la Palabra de
Dios hay grandes amonestaciones acerca del más allá y de las
consecuencias del pecado (véase Mt. 5 , 30; 2 Ts. 1:6–10). Jesús dijo de
Judas: «Bueno le hubiera sido al tal hombre no haber nacido». Sin duda,
habrá muchos miles a quienes se pueda aplicar esta exclamación de
Cristo: grandes tiranos y grandes déspotas de la historia. Sabemos que
Dios será justo y castigará a cada uno según sus obras; no será un castigo
igual para todos, pero cualquiera que sea el castigo que tenga que sufrir
un pecador, será una pérdida muy lamentable ante los privilegios de
aquellos de quienes el apóstol Pablo dice en Ef. 1: «En el cual asimismo
tuvimos suerte».

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