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Para triunfar en esta vida debemos ser sensibles a la voz de Dios. ¿Recuerdan
las palabras de Dios para Josué… “…no te apartes de ella ni a diestra ni a
siniestra…”?
La voz de Dios nos guía siempre por el camino correcto. Veamos lo que hizo
Josías luego de escuchar la palabra de Dios y que deberíamos nosotros hacer
también al oírla:
A. Oyó la Palabra y se quebrantó. (Lloró…) II Reyes 22:19
B. Se humilló delante de Dios (22:19)
C. Hizo pacto de Cumplimiento (23:2-3)
III. EL TEMOR DE DIOS - ANANÍAS, MISAEL, AZARÍAS. Daniel 3:14-18
Dice la biblia que “el principio de la sabiduría es el temor a Jehová”. Estos tres
muchachos que habitaban en Babilonia obedecían a Dios y le tenían como su
único Señor. No se dejaron llevar por las costumbres paganas de su
entorno sino que se conservaron puros. El rey de aquel entonces,
Nabucodonosor, creó una estatua de sí mismo para que todos la adoraran,
pues él mismo se creía un dios. No obstante, y sin temor alguno a la presión y
las amenazas, estos muchachos se mantuvieron firmes y fieles a Dios y Dios
los recompensó.
A. No hicieron “lo que todos hacían…” (Arrodillados…)
Hoy en día hay muchas presiones para que hagamos lo que desagrada a Dios:
embriagarse, ser infieles, practicar sexo pre marital, robar, ser deshonestos…
Estos muchachos, Ananías, Misael y Azarías, estuvieron presionados por el
mismo rey de Babilonia para que idolatraran su imagen, caso contrario
morirían.
Aun con la muerte como amenaza, NO SE ARRODILLARON. El temor de Dios
nos lleva a mantenernos fieles a él aun ante la muerte misma.
B. No se dejaron Amedrentar… (v. 15 y 16).
Como se mencionó arriba, estos muchachos no cedieron: sus convicciones
hacia Dios eran tan sólidas que ni aún la personalidad más importante de esa
sociedad los pudo convencer a hacer algo que desagradaría a Dios.
C. Temían a Dios y dispusieron sus vidas (v. 17-18)
Hay que ser fieles a Dios hasta la muerte. Estos muchachos tenían esto muy
claro y expresaron algo muy desinteresado, en otras palabras dijeron: Sea que
Dios nos salve o no de la muerte, no le seremos infieles. ¡Esto se llama temor
de Dios!