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Sidicaro - Consideraciones Sociológicas - Segunda Modernidad
Sidicaro - Consideraciones Sociológicas - Segunda Modernidad
Resumen Summary
En el presente artículo el autor se propone abordar algunos
The present article intends to inquire about some central
de los problemas centrales de la Argentina actual empleando
problems of the current Argentina. In this way the author
conceptos y nociones que forman parte de lo que considera
uses concepts and notions that are part of what he considers
un paradigma sociológico en formación que surge de las
a sociological paradigm in formation. This paradigm arises
contribuciones de diferentes autores, especial pero no exclu-
from the contributions of several authors, specially but not
sivamente europeos, preocupados por encontrar nuevas
exclusively Europeans, interested in finding new keys of
claves de inteligibilidad de las grandes transformaciones
in-telligibility of the great world and national transformations
nacionales y mundiales registradas en el último cuarto de
registered in the last quarter of the century .
siglo.
1 Consideraciones sociológicas
Desde inicios del último cuarto del siglo XX se planteó con persistencia la
crisis de los grandes relatos sociales que habían sido movilizadores de los
imagina- rios históricos en los doscientos años precedentes y que marcaron,
primero la construcción del estado-nación y la democracia parlamentaria, y
luego el creci- miento y el apogeo de los actores del capitalismo industrial y
de sus conflictos. Los primeros retrocesos de esos grandes relatos se
habían hecho evidentes mucho tiempo antes del comienzo de la discusión
sobre la pérdida de su vi- gencia. Las ciencias sociales, y en especial la
sociología, que habían destinado buena parte de sus estudios a las
instituciones más características de la fase capitalista industrial de la
modernidad se mostraron renuentes, en principio, a preguntarse sobre el
eventual fin de esa etapa histórica. Las corrientes de pensamiento crítico
eran menos influyentes en el campo académico y entre sus seguidores no
pocos mantuvieron el culto a las filosofías de la historia de tipo evolucionista
sin interesarse en los cambios sociales que ponían en cuestión sus creencias.
Por vías diferentes, el desarrollo de la sociología inmediatamente posterior a
la Segunda Guerra Mundial acompañó el optimismo de la época sobre el
desarrollo económico industrial, la ampliación y la generalización de los
sistemas políticos democráticos con predominio de las representaciones de
los partidos, y la construcción de las instituciones estatales intervencionistas
en lo económico y encargadas de funciones sociales de bienestar.
Los gobiernos de los territorios que en el curso del siglo XX salieron de
las situaciones coloniales o de los países independientes desde más larga
data, coincidieron en sus aspiraciones de consolidar Estados nacionales. La
mayor autonomía económica, impulsada por las burguesías locales y/o por las
burocra- cias estatales logró diferentes niveles de éxito según las regiones y
las épocas. Siguiendo patrones de desenvolvimiento distintos a los de los
regímenes capi- talistas, los países con sistemas socialistas, con sus
economías centralizadas y su gestión política fundada en el principio de
partido único, se expandieron desde la segunda posguerra y fueron un modelo
que inspiró, total o parcialmente, a las fuerzas políticas que, en las regiones
subdesarrolladas, buscaban forjar Estados nacionales independientes. La
tendencia a la formación de grandes actores colectivos fundados en, e
identificados con, el mundo del trabajo, fue común en los países
occidentales, más allá de los niveles de desarrollo alcanzados. En el plano
económico y social, las ideologías intervencionistas y dirigistas, con algunos
rasgos distintivos derivados de sus historias nacionales, fueron un
elemento presente en la mayoría de las elites gubernamentales.
Considerando las ideologías y las prácticas de casi todos los gobiernos
occidentales de los treinta años posteriores al fin de la Segunda Guerra
Mundial, puede afirmarse
3 Consideraciones sociológicas
culturales de los últimos treinta años, fueron contribuciones teóricas,
fundadas en principios epistemológicos y en referencias empíricas no
necesariamente coincidentes, que, en principio, conforman un paradigma
explicativo nuevo para formular preguntas de investigación sobre las actuales
sociedades occidentales, sin descartar, según algunos de sus autores, su
pertinencia para otras regiones del mundo que participan de otras culturas.
De los científicos sociales cuyas obras confluyen en ese movimiento general
de nuevas ideas, probablemente, los más conocidos son Zygmunt Bauman,
Ulrich Beck, Manuel Castells, Anthony Giddens, Jürgen Habermas y Alain
Touraine, cuya lectura revela coincidencias y diferencias, así como distintas
preferencias políticas e ideológicas.
La Segunda Modernidad
Ulrich Beck propuso una construcción típico ideal adecuada, en nuestra
opinión, para hacer inteligible las características macrosociológicas de las dos
etapas que considera necesario distinguir en el período que va desde el fin de
la Segunda Guerra Mundial a la actualidad, estableciendo un corte entre
ambas a mediados de la década de 1970. Nuestra época, la que Beck
denomina Segunda Moderni- dad, presenta rasgos específicos en comparación
con la precedente o Primera Modernidad. Al respecto, el citado autor
sostiene:
5 Consideraciones sociológicas
2
Ullrich Beck, Un nuevo mundo feliz. La precariedad del trabajo en
la era de la globalización, Barcelona, Paidós, 2000, pp. 163-164.
«En las dos últimas décadas, ha surgido una nueva economía a escala mundial.
La denomino informacional y global para identificar sus rasgos fundamentales
y distintivos, y para destacar que están entrelazados. Es informacional porque la
pro- ductividad y competitividad de las unidades o gentes de esta economía
(ya sean empresas, regiones o naciones) depende fundamentalmente de su
capacidad para generar, procesar y aplicar con eficiencia la información basada en
el conocimiento. Es global porque la producción, el consumo y la circulación, así
como sus compo- nentes (capital, mano de obra, materias primas, gestión,
información, tecnología, mercados), están organizados a escala global, bien de
forma directa, bien mediante una red de vínculos entre los agentes económicos».3
Parece importante destacar que en los países que alcanzaron mayor nivel
de desarrollo económico, los procesos de expansión mundial de sus intereses,
o de
3
Manuel Castells, La era de la información: economía,
sociedad y cultura, México, Siglo XXI, 1999, vol. I, p. 93. Por comunicaciones. Los cuantiosos fondos acumulados en instituciones
su parte, Benjamín R. Hopenhayn resume la combinación de los altamente desreguladas circulan entonces globalmente a través
aspectos económicos e informacionales en el proceso de de los satélites que unen los mercados financieros del mundo las
globalización financiera: «Sobre las condiciones potenciales 24 horas del día», «La globalización y los países periféricos», en:
ofrecidas por la masa de dinero móvil, con la liberación Revista Enoikos, Facultad de Ciencias Económicas, UBA, 1999, p.
institucional se descarga el impacto de la revolución tecnológica 78.
en la informática y en las
9 Consideraciones sociológicas
«Estamos alcanzando los límites del desarrollo de las organizaciones burocráticas
jerárquicas que en buena medida crearon la sociedad moderna. El Estado
buro- crático, el partido político disciplinado y oligárquico, la cadena de montaje
en la producción, el sindicato de vieja línea y la corporación jerárquica hicieron
posibles la Revolución Industrial y el Estado Moderno. Pero la tendencia hacia la
burocra- tización, la centralización y la propiedad y el control estatal se están
invirtiendo, en parte, debido a que está alcanzando los límites de su eficacia y, en
parte, por el cambio de prioridades entre los públicos de las sociedades
industriales avanzadas. La confianza pública en estas instituciones se está
erosionando en todas las socie- dades industriales avanzadas».4
11 Consideraciones
«A partir de que se aceleró la globalización de la economía, la revolución
tecnológica y la aparición de nuevos países industriales, es la realidad económica
la que parece dirigir el mundo y sus transformaciones, mientras que las ideologías
se desmoronan y las políticas se hacen más pragmáticas [...] Los partidos políticos
se han transformado en agencias electorales y no representan más a los
movimientos sociales, al igual que no se hacen defensores de un proyecto de
sociedad. La vida política es dominada por los programas económicos de ajuste
estructural y sus consecuencias».5
7
Tal como lo señaló con tono irónico Richard Sennet: «Los medios
a sus amigos para informarles que ha desintonizado a un político
de comunicación masiva aumentan infinitamente el conocimiento
detestable y urgiéndoles a que apaguen sus aparatos de televisión,
que la gente tiene con respecto a aquello que acontece en la
cualquier actitud de respuesta que usted haga es un acto invisible»,
sociedad e inhiben infinitamente la capacidad de la gente para
Richard Sennet, El declive del hombre público, Barcelona,
convertir dicho conocimiento en acción política. Uno no puede
Península, 1978, p. 617.
replicarle al aparato de televisión, sólo puede apagarlo. A menos 8
Al respecto, ver Pierre Bourdieu, Sobre la televisión,
que usted sea una especie de chiflado y telefonee inmediatamente
Barcelona, Anagrama, 1997.
13 Consideraciones
sías, ocasionalmente acrecentadas en las coyunturas electorales más densas
de sentido, por amateurs movidos por valores de más trascendencia que
aquellos instalados permanentemente por las dirigencias partidarias.9
15 Consideraciones
medios electrónicos más modernos. Si las interacciones que dicha
pluralización permite establecer no están limitadas por ‹barreras› de ningún tipo,
este pluralismo cobra plena efectividad, trayendo aparejada una de las
consecuencias: las crisis
‹estructurales› de sentido».12
12
Peter Berger y Thomas Luckmann, Modernidad, pluralismo es aquella donde aparecen los hooligans, las nuevas formas
y crisis de sentido. La orientación del hombre moderno, de marginalidad urbana,
Barcelo- na, Paidós, 1995, pp. 50 y 74. La individuación
creciente y las contradictorias consecuencias de la creciente
autonomía de las personas fue analizada por Gilles Lipovestky
observando que:
«la nueva era individualista disgrega lazos sociales, deshace los
encuadramientos familiares, disuelve los referentes religiosos y,
de esa forma, favorece el desarrollo de las creencias más
deliran- tes, el retorno del esoterismo, la flotación de las
opiniones y las marginalidades sociales. La era del neonarcismo
17 Consideraciones
Las transformaciones argentinas
En las décadas recientes y, especialmente, a partir de los años ’90, en la
sociedad argentina se registraron profundas y rápidas transformaciones
políticas, eco- nómicas y sociales que aquí explicaremos desde una
perspectiva afín con las conceptualizaciones sociológicas expuestas
precedentemente. Por cierto, los niveles de abstracción y de elaboración de
esas contribuciones teóricas distan de conformar un cuerpo de
pensamiento homogéneo y sus planteos están abiertos a los cambios
propios de situaciones en curso y a los de las realidades empíricas tomadas
como referencias. Los temas sobre los que versan dichas conceptualizaciones
no son desconocidos en los estudios sobre la reciente, y circundante, realidad
argentina, pero, en nuestra opinión, esos temas han sido tratados con el fin
de realizar indagaciones o reflexiones sobre áreas determina- das, y,
objetivamente, en sus recortes y enfoques preponderaron las búsquedas de
las «crisis» o de las «decadencias». Ambas nociones expresan, usualmente, la
idea de mal funcionamiento, provisorio o definitivo, y se preocupan más por
lo que se va que por lo que llega. El abordaje que nos ocupa aspira, por el
contra- rio, a captar la emergencia de un nuevo tipo de complejidad social
haciendo el esfuerzo por conectar entre sí aquellos temas o problemas que
aisladamente pueden tomarse como «crisis» o «decadencias» particulares.
Esos recortes analíticos son, sin duda, pertinentes, pero dejan fuera las
preguntas sobre la mutación de conjunto. Tendremos así: crisis de valores,
crisis de autoridad, crisis de la prensa, crisis de representación, crisis de la
educación, crisis del Estado, crisis de los partidos políticos, crisis de las
tradiciones culturales, crisis del em- pleo, crisis de las creencias religiosas, crisis
de la familia, crisis de la juventud, etc., y la lista es, prácticamente, inagotable.
Valorables, los resultados obtenidos no consideran los nexos entre todas las
crisis o bien realzan las novedades de la analizada y tienden a pensar como si
el resto funcionara como un entorno normal. Un caso típico son las muy
buenas explicaciones sobre la «crisis del empleo» que proponen soluciones
centradas en la acción estatal, ignorando la «crisis del Estado» y su
consiguiente incapacidad para desarrollar iniciativas ante los problemas de la
estructura ocupacional.
21 Consideraciones
pacionales degradadas y empobrecidas o, directamente, de marginación, no
pueden pensarse como una «crisis» sino que expresan una verdadera
mutación de la topografía social del país.
La transformación de la estructura social se realizó, también, por «arriba» con
la extranjerización de la propiedad de importantes empresas y la realización
de inversiones internacionales en todos los sectores de la actividad
económica. Por otra parte, desde los años ’90, los actores socioeconómicos
transnacionales asumieron un creciente poder sobre las tomas de decisiones
públicas, en buena medida, haciendo valer la condición volátil propia del
capital globalizado, en tanto que la asimetría creada por la deuda externa
daba al capital financiero, na- cional y mundial, una situación estratégica
para definir, por acción u omisión, las orientaciones y los riesgos inmediatos y
estructurales de la economía argentina. El modus operandi y las
consecuencias de la implantación de ese tipo de agentes del capitalismo
globalizado fue analizado, en sus rasgos generales, por Zygmunt Bauman
comparándolos con los de los terratenientes absentistas de otras épo- cas,
que allí donde se establecían sólo se preocupaban por extraer ganancias y
carecían casi completamente de vínculos que los ligaran a las poblaciones
locales y a su futuro. Ante el agotamiento de las condiciones favorables para
obtener beneficios, se puede considerar que el horizonte de posibilidades es,
por cierto, todavía mucho más amplio para los nuevos empresarios
absentistas.17
25 Consideraciones
Modernidad, que con sus tejidos sociales más compactos producían
creencias más estables; en nuestros días la situación es totalmente distinta y
los lazos sociales fragmentados no facilitan las ilusiones políticas
prolongadas.
En fin, entre los tantos aspectos que con los procesos en curso se
modificaron en el juego político argentino existe uno que, seguramente,
puede dar lugar a reflexiones sobre las posibles derivaciones de la situación
incierta del período en que se redactan éstas consideraciones sociológicas.*
La acción política de los actores que, de un modo u otro intenten revertir los
efectos más negativos socialmente dejados por la entrada de la Argentina en
la nueva época, difícil- mente podrán contar en un futuro próximo con los
aparatos de Estado, cuyas capacidades de gestión políticas, burocráticas,
técnicas y económicas se hallan extremadamente debilitadas. Por su parte,
los actores socioeconómicos pre- dominantes, con la nítida primacía de los
grandes intereses absentistas, tienen como programa objetivo y explícito
continuar el proceso de declinación estatal y de desarticulación de los lazos
de integración social. Las eventuales, y escasas, convocatorias a la sociedad
que se realizan para restañar dicha integración, formulada por viejos o
nuevos dirigentes políticos y sociales, chocan con los efectos de la
fragmentación social. En los bordes de la arena política oficial, las demandas
sociales de los más perjudicados de esta etapa histórica oscilan entre la
cooptación y los enfrentamientos contra adversarios casi invisibles. La reflexi-
vidad social, con las distintas formas de los sujetos, individuales y colectivos,
de asumir su representación dista, todavía, de dar señales de cómo serán las
nuevas orientaciones políticas, si bien se puede vislumbrar que la lucha por la
definición y el control de ideales éticos tiende a ocupar un lugar de
significación creciente en el campo político.
27 Consideraciones
legitimidad de las instituciones de representación política y, más en general,
sobre las transformaciones de la subjetividad, fueron la materia prima de sus
reflexiones sociológicas orientadas a indicar posibles cursos de acción de los
actores sociales y políticos que, bajo múltiples aspectos, se hallaban
desconcer- tados, al sentir difusa o claramente, que se había producido una
metamorfosis de lo hasta entonces conocido.
En la tradición sociológica iniciada por los clásicos la preocupación por las
soluciones se añadió, de un modo u otro, a la formulación de las
explicaciones, y con niveles distintos de intención prospectiva, se encuentran
en casi todas las obras de los «padres fundadores» las alarmas y las
sugerencias acerca de cómo evitar las consecuencias estimadas negativas
para las sociedades estudiadas. En tanto continuadores del pensamiento de la
Ilustración, los primeros sociólogos mantuvieron los nexos entre la generación
de conocimientos y la vocación de producir visiones sociales útiles para sus
contemporáneos. La célebre afirmación de Emilio Durkheim «no se puede
encontrar nada en la sociología cuando no se quiere algo en la sociedad», fue
la síntesis de una perspectiva del mencionado autor que se esforzaba en
distinguir permanentemente las prácticas del cam- po de la ciencia con
respecto al de las doctrinas o ideologías, pero que dado su rigor de sociólogo
del conocimiento no podía obviar la clave que, demás está recordarlo,
daba motivaciones y sentidos a su propia obra. La posición de Durkheim sobre
la utilidad de la sociología guarda continuidad en los autores que se ocupan
de nuestra modernidad radicalizada.
La dificultad para proponer eventuales soluciones generales para los
proble- mas de la nueva época se revela en la cautela con que se suelen
enunciar esas alternativas y en acotar a sus posibles actores. No es
sorprendente que quien más se aventuró en el diseño político de una nueva
vía, Anthony Giddens, haya sido objeto de las mayores críticas provenientes
desde dentro y desde fuera de las ciencias sociales.19 La característica
fuertemente normativa de las solucio- nes propuestas por otros autores
revela, por su parte, las improntas culturales propias de las ciencias sociales
de los países a los que pertenecen. La frontera difusa entre sociología y
filosofía, y las preguntas sobre la realización de la razón, componente
significativo de la tradición cultural alemana no es ajena a la solución
predicada por Jürgen Habermas en su conferencia conocida con el nombre
¿Aprendemos de las catástrofes? Diagnóstico y retrospectiva de nuestro breve
siglo XX, donde postulaba la necesidad de «la urgente formación de una
solidaridad civil universal».20 La propuesta de Habermas es coherente con sus
19
Al respecto ver la defensa que Anthony Giddens formula de
sus ideas en La tercera vía y sus críticos, Madrid, Taurus,
2001.
20
Revista Nexos, México, agosto, 1998.
29 Consideraciones
del sistema político». Ulrich Beck, La democracia y sus
enemigos, Barcelona, Paidós, 2000, p. 40.
22
Alain Touraine, ¿Qué es la democracia?, Buenos Aires,
FCE, 1995, p. 166.
23
Zygmunt Bauman, La modernidad líquida, Buenos
Aires, FCE, 2002, p. 11.
31 Consideraciones
fabricados por la acción de los actores públicos y privados que se
desentienden del bienestar general, configuran condiciones que llevan a la
generalización de las incertidumbres de las que, prácticamente, nadie queda
al margen. Ante los riesgos globales, la declinación de las potestades
estatales plantea a las socieda- des situaciones de peligro que afectan, sin
distinciones sociales, al conjunto de la población. En este aspecto, puede
afirmarse que la falta de actualización en la comprensión de la mutación
social registrada en el curso del último cuarto de siglo, bloquea en parte la
invención de nuevas políticas y la transformación de todos los actores y, lo
que es más grave, deja librado el futuro de las sociedades al descontrol,
fundado ya sea en la búsqueda egoísta de poder y/o de ganancias
económicas, o bien en la mera impericia o en la ignorancia. En ese contexto,
la solidaridad social adquiere un significado que trasciende ampliamente el
viejo, y a menudo aristocratizante, sentido que tuvo en épocas pasadas en
las que con argumentos válidos se la podía identificar con mecanismos
destinados a restañar superficialmente las consecuencias de la asimetría y de
la dominación social, pero que hoy se convierte en un valor susceptible de
convocar individual y colectivamente a los sujetos desde una matriz nueva.
Por cierto, las perspectivas sobre las sociedades occidentales actuales y las
alternativas y soluciones pensadas por los autores cuyas ideas nos interesaron
abren múltiples preguntas sobre su pertinencia para analizar
sociológicamente el caso argentino. Entendemos que el abordaje empleado
permite situar con- ceptualmente y contextualizar empíricamente diversos
aspectos de los cambios vernáculos registrados, y acelerados, en el
transcurso de la reciente década del ’90, y proporciona un marco interpretativo
que, en nuestra opinión, posee un alto potencial heurístico para producir nuevos
conocimientos.