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El Umbral del Tercer Milenio Mario Sassi

Traducido : ADJUNTO ABAÇANO


Mestre Heberto Soto Mendoza
El Umbral del Tercer Milenio Mario Sassi

INTRODUCCIÓN
Querido lector:
Las páginas de este pequeño manual se destilan de la experiencia diaria de tratar con
otras dimensiones, con los llamados mundos espirituales. Son también el resultado
de quince años de vivir con la angustia humana, en todas sus manifestaciones, desde
el plano físico de la enfermedad hasta el resbaladizo plano de la mente abstracta.
Por lo tanto, están destinados a aquellos que continúan en la lucha para traer un poco
luz a las tinieblas reinantes de este triste final de la era cósmica, a los que abrazaron
el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Todo lo superfluo ha sido eliminado, todo
análisis dejado a aquellos interesados en conocer los fenómenos de la vida.
El libro está destinado, por tanto, a todas las mentes abiertas a realidades sin nombre,
sin etiqueta y sin prejuicios. Si hay nombres y conceptos, son solo hitos didácticos de
referencia en el relativo. Este libro surgió de una comunidad psíquica sui generis, una
organización de gurús, maestros tibetanos e hindúes, plantada en un jarrón
kardecista. Pero, su intención principal es sacar el Espiritismo del Espiritismo.
El Espiritismo, como todas las doctrinas y religiones, es sólo un medio para un fin, y
ese fin, lector, eres Tú.
No importa quién seas. Importa despertar tu autoconciencia, para que puedas
continuar en tu camino milenario. Continúa, pero más consciente, más equilibrado,
más dueño de tus propias fuerzas, más feliz. Esta obra no tiene autor, en el sentido
común de la palabra. Solo un medio Doctrinario-Receptivo capturando las
instrucciones de los Mentores, traídas por la Clarividente Neiva, y las resumió en
palabras. Lleva, sin embargo, el sello de la Corriente Indiana del Espacio, cuya
organización, en la Tierra, es la “Orden Espiritista Cristiana”, en el Valle do Amanecer.
También está incompleto. Un impulso didáctico en un tramo del camino iniciático.
Cuando sea necesario, vendrán nuevas enseñanzas, otras formas gráficas, nuevas
síntesis y, tal vez, algunos análisis. Las posibles irreverencias a la Ciencia sólo existen
porque la obra está destinada a todos y, además de la Ciencia, hay un concepto de
Ciencia para los no científicos. Que los científicos revelen nuestra audacia.
La forma directa y el lenguaje íntimo se deben a que esta obra fue pensada sólo para
distribución interna, entre nuestros medios. Se imprimió para una distribución más
amplia porque se decidió que sería más útil de esa manera.

Valle del Amanecer, mayo de 1972


MÁRIO SASSI, TRINO TUMUCHY

Traducido : ADJUNTO ABAÇANO


Mestre Heberto Soto Mendoza
El Umbral del Tercer Milenio Mario Sassi

CAPÍTULO I
FUNDAMENTOS DEL MEDIUMISMO
SERES HUMANOS Y SERES DE OTRA NATURALEZA
El Universo es infinito, más allá de nuestra capacidad conceptual. Solo concebimos
galaxias y sistemas, con cierta verificación y mucha imaginación. Nuestra Tierra
pertenece a una galaxia y un sistema. En tamaño relativo, es para la galaxia lo que un
grano de arena es para una playa. En el sistema, ella es uno de los planetas más
pequeños. En nuestro planeta hay un proceso biológico basado en partículas
diminutas. Estas partículas se organizan en formas de vida que llamamos minerales,
vegetales y animales.
Entre las muchas formas, la más perfeccionada es el animal llamado Hombre o ser
humano. El hombre se caracteriza por su autoconciencia. El ser humano, como
especie, no conoce su origen ni cuál será su fin. Tiene, sin embargo, la capacidad de
especular sobre ambos. Es por tanto una línea recta entre dos puntos desconocidos,
de menos infinito a más infinito.
El sistema de verificación en el planeta Tierra se hace a través de los sentidos. Los
hechos se almacenan en un proceso llamado memoria y transmitida, de generación
en generación, por medios variados y variables. Los sentidos son adecuados a un
cierto rango de experiencia y están limitados en el tiempo y el espacio. Para cada
forma de vida hay significados apropiados. El sistema de memoria permite la
continuación de la especie. Existe en la intimidad de las partículas y en los archivos
complejos de la Humanidad.
La elección de un conjunto de recuerdos proporciona la existencia, durante un tiempo
determinado, de un tipo humano o de una especie. Además de los seres
comprobables por los sentidos, hay otros seres, otras formas de vida, cuya existencia
se admite por los efectos en la vida. De éstos, el Hombre es menos consciente, dada
su propia naturaleza. Pero estos seres actúan e interactúan y sus efectos sólo se
perciben cuando se sienten en el ámbito de los sentidos, en el llamado plano físico
Es plano psíquico. Estos seres son parte de la Biología y son parte de la vida.

ESPÍRITU, ALMA Y CUERPO


Los sentidos humanos registran en el Hombre un aspecto palpable: el cuerpo y un
aspecto sensible pero impalpable a Psique o manifestaciones psicológicas. Lo físico y
lo psíquico juntos forman la personalidad, el ser humano diferenciado, característico
y único. El cuerpo está formado por el sistema de memoria física, es decir, la herencia
atávica transmitida por los genes, partículas submicroscópicas de intimidad celular.

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La psique, o alma, se genera por la convergencia de la memoria física y el aprendizaje


recibido del entorno. Ambos tienen su origen en otros individuos, otras
personalidades. Además de las actividades psicofísicas, el individuo presenta otro tipo
de manifestaciones, cuyos orígenes no son del cuerpo ni de la psique.
Estos pertenecen a otro orden de memorias lo que llamamos espíritu. Por tanto, el
Hombre es impulsado a la acción a través de tres tipos de estímulos: el físico, el
psíquico y el espiritual.
La memoria física, mal llamada instinto, se rige, en su reacción, por el
condicionamiento del mundo físico, del medio ambiente. Reacciona a través del
gran sistema nervioso simpático o neurovegetativo.
La memoria psicológica, o la psique, interactúa a través de procesos selectivos, que
proporcionan la acción consciente de los sentidos y se realiza en paralelo con la
percepción inconsciente o subliminal. El proceso de selección elige imágenes,
formando las ideas y estas asociadas forman el pensamiento.
La memoria espiritual existe y funciona en un plano adimensional, en un organismo
paralelo al conjunto psicofísico, al que llamamos espíritu. La herencia del espíritu
trasciende el tiempo, ya que representa el conjunto de muchas vidas. Como
consecuencia de las tres bandas vibratorias -la física, la psíquica y la espiritual-,
actuando todas en un mismo vehículo, el ser humano presenta variaciones de
comportamiento en cada momento.
La hegemonía de una u otra banda determina la tónica que caracteriza a una persona.
Ella es predominantemente animalizada, psíquica o espiritualizada. Este tónico varía
según las circunstancias, principalmente en función de la edad.

EL MUNDO Y LAS DIMENSIONES


El Universo es un todo continuo y en perpetuo movimiento. Es concebida por el
Hombre según el conjunto instrumental aplicado en la observación: sentidos físicos,
psicológicos o espirituales. La imagen resultante varía según el individuo y su tamaño.
Hay, por tanto, un universo físico, uno psicológico y uno espiritual. Visto por los
sentidos, aunque magnificado por los instrumentos, se presenta como compuesto de
cuerpos celestes y fenómenos conocidos, relativamente, hasta donde alcanza este
tipo de verificación.
Visto por la psique, en términos de interpretación y abstracción, es intuido, deducido
o inducido. Así se forma un pensamiento o interpretación, que varía con el tiempo y
las circunstancias. La interpretación espiritual del Universo la hace el sentido religioso,
una percepción indefinida de hechos que escapan a la racionalización, tanto física
como psicológica. Por lo tanto, se clasifica mundo espiritual todo lo que escapa al

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sistema inductivo o deductivo. Cada uno de los planos o universos se caracteriza por
bandas vibratorias, movimientos, cuyos límites son perceptibles. Esto se puede
comprobar en la experiencia diaria de cualquier ser humano. El hombre puede saber
qué estímulo ocupa su campo consciente, en cada momento, sólo por el sentido
común de la observación
Hay dimensiones físicas, psicológicas y espirituales. Los tres coexisten
simultáneamente y ocupan espacios según su grado de vitalidad. La vibración de cada
uno determina la organización de las partículas componentes. Así, el mundo físico
tiene una organización molecular de densidad variable, pero con límites definidos,
caracterizada en la estequiometría de los cuerpos simples. El mundo psicológico
mueve corpúsculos cuya organización se caracteriza por una velocidad extrema.
La percepción de estos movimientos requiere receptores de alto rango vibratorio.
Su acción se traduce por el sonido, el calor y la luz en sus múltiples manifestaciones,
que escapan al sentido común, pero cuya existencia es indiscutible. La organización
del mundo espiritual, aunque situada en términos corpusculares, es difícil de
conceptualizar, ya que su movimiento escapa por completo a la sensibilidad sensorial.
Su percepción se hace por procesos que, aunque verificables en los efectos, son
imponderables en estructura y mecánica.
El campo de conciencia, el asiento de estas percepciones, se llama el I, una abstracción
definida, una cuarta dimensión claramente separada de las otras tres. Siento mi
cuerpo, siento mi psique y estoy obligado a reconocer la presencia de mi espíritu,
simultáneamente. Pero siempre soy el yo, algo separado de mi cuerpo, mi alma y mi
espíritu, ya que los registro a todos.

LA RELACIÓN INTERDIMENSIONAL
En la continuidad universal, el más vibrante de un plano se conecta con el menos
vibrante de otro plano. Así se forma un campo neutro, una zona intermedia que
permite la homogeneización, la comunicación de un plano a otro. Podemos hacer una
analogía: una piedra lanzada hacia arriba cuando pierde impulso, comienza a caer.
En el momento intermedio, cuando deja de subir y empieza a bajar, está gobernado
por una fuerza diferente a las otras dos: la que la hizo subir y la que la hizo caer.
Hay, pues, una ley, un régimen que rige las relaciones entre las diferentes
dimensiones, algo entre dos planos. Este algo es un “medium”, o usando la expresión
latina, un medium. Este es el origen del neologismo brasileño medium.
Cada acción en el Universo es realizada por algo intermedio y esto puede ser
fácilmente observado por el sentido común. Cuanto más complejo es el organismo,
mayor es su acción intermediaria. El hombre, el ser humano, es un medio por

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excelencia. Recibe energías y las transforma, adaptándolas a cada sector del universo
que le rodea. Es más importante por ser el portador de un espíritu, un espíritu para
cada conjunto psicofísico. Por lo tanto, se diferencia de otros seres.
Los otros, cualquiera que sea su naturaleza, son portadores sólo de cuerpos y psiques
o almas, el principio organizador y sustentador de la vida. El alma es mayor o menor,
según la complejidad del organismo que anima. Mantiene vivo, da vida, dirige el
organismo en sus relaciones con el medio ambiente.
Este medio es limitado: tiene una dirección horizontal; No crea, solo transforma.
Sólo el espíritu trae un propósito, una dirección, un objetivo. Sólo él tiene un sentido
vertical, más amplio, ilimitado en relación con la naturaleza. El momento, es decir, el
acto de hacer contacto entre dos campos vibratorios, dos planos, es lo que establece
la individualidad. Distingue entre el estado intermedio, el campo de encuentro,
porque ese momento no pertenece a uno u otro de los planos que se encuentran.
Este punto muerto de dos campos gravitatorios es similar al concepto de muerte: el
paso de un plano a otro. Quizás es a esto a lo que se refería Jesús cuando dijo que
“hay que morir para tener vida”, es decir, para nacer de nuevo.
Sin agotar el curso de un campo vibrante, no se puede penetrar en otro campo, en
otra dimensión. Este es el significado profundo pero exacto, verificable y fácilmente
percibido de las relaciones entre planos.

DEFINICIÓN DE MEDIUM
Nos acercamos al sentido generalizado de medio: el ser humano como intermediario
recepción y emisión de muchas fuerzas. El espiritismo tradicional, o más precisamente
el kardecismo, conceptualizaba al médium como un ser humano excepcional,
portador de poderes psíquicos que hacen posible el contacto con los llamados
espíritus.
El concepto kardecista de espíritu es amplio y abarca muchas categorías. Pero, el
sentido desarrollado en la práctica fue el de contacto con espíritus que ya habían
tenido cuerpo, es decir, ya habían sido seres humanos. Esta preocupación redujo la
grandiosidad del kardecismo y el espiritismo cargó con la carga de ser la doctrina de
los muertos, lo que en realidad no es el kardecismo.
Más de cien años después, tal vez bajo la inspiración del propio Kardex, se comprueba
que no existen poderes psíquicos especiales, sino sólo la emisión de fuerzas, energías
naturales comunes a todos los seres humanos. También se ve que todos los seres
humanos utilizan estas energías, porque siendo son naturales y forman parte del
proceso biológico normal, les sería imposible no utilizarlos. Otro hecho tranquilo es la
relación entre planos, el contacto entre las dimensiones, la ósmosis universal.

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Este hecho solo permanece oscuro porque se ha acordado que el contacto es lo que
se hace a través de los sentidos, una convención que es fácil de derrocar en el
pensamiento científico moderno. Si admitimos, pues, la existencia de espíritus, seres
atómicos y moleculares, cuyas habitantes de otra dimensión vibratoria, estamos
obligados, por definición, a admitir la relación de estos espíritus con los seres físicos
naturalmente.
El contacto lo hace más precisamente el ser humano, ya que es portador de uno o
más espíritus. Uno o más, porque, en el caso de las obsesiones, más de un espíritu
habita el mismo cuerpo, formando la base de la esquizofrenia. La conciencia del
mecanismo de este contacto, que se hace sin nuestro conocimiento, es lo que
diferencia al médium natural del médium en el sentido espírita de la palabra.
El desarrollo consciente de la técnica del contacto permite al médium ir más allá de la
relación con su propio espíritu y controlar el fenómeno, también natural, de las
relaciones con otros espíritus. Un médium es, por tanto, un ser humano normal que
utiliza conscientemente sus facultades mediúmnicas. mediumnidades el concepto
organizado de ese proceso.

MEDIUNIDAD Y MEDIUMISMO
La Mediunidad es la facultad, la forma en que esta energía se manifiesta en el ser, sea
humano o no. Es una energía que emana del cuerpo físico y se combina, en su
manifestación, con el mecanismo psicofísico. Básicamente, es el mismo en todos los
seres, sin embargo, varía en contenido, cantidad y forma, de unos a otros.
No hay dos médiums iguales, al igual que no hay dos seres humanos iguales. Pero
todos son médiums en su condición de seres humanos. La Mediunidad es el conjunto
técnico-doctrinal que establece las formas de manejar la Mediunidad.
Sus bases descansan en las raíces más profundas de la Humanidad, ya que siempre ha
existido como parte integral de ella. Es un poco ciencia, arte, religión y sentido común.

MEDIUMISMO Y PARAPSICOLOGÍA
Charles Richet analizó los fenómenos, considerados paranormales, por el método de
la observación científica, y es considerado el "padre de la Parapsicología". Allan
Kardex, al observar los mismos fenómenos, los clasificó por diferentes métodos, y es
considerado el “padre del Espiritismo”.
El primero reducía el fenómeno al ámbito del conjunto psicofísico e ignoraba la
presencia del factor espíritu.
La segunda consideró el factor espíritu y dimensionó el fenómeno en términos
religiosos. Si los dos métodos de observación, válidos y perfectamente aceptables,

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continuaran en paralelo, la Parapsicología se convertiría en Espiritismo y el Espiritismo


en Parapsicología. Si ambos caminaran hacia un denominador común, ambos se
convertirían en Mediunidad. Así se presenta hoy el fenómeno. La ciencia busca
determinar la existencia del espíritu en el laboratorio, y el Espiritismo busca una
ciencia del espíritu. Ambos siguen sin terminar. El fenómeno, sin embargo, siempre ha
existido y no depende de métodos o conceptualizaciones para existir.
Es, por tanto, un disparate querer eliminar uno en favor del otro. La parapsicología es
tan válida como el Espiritismo y viceversa. Si el fenómeno que ambos observan es el
mismo, eventualmente se hará evidente, gracias precisamente a las experiencias cada
vez más intensas que lo rodean. Cada vez que un parapsicólogo provoca un fenómeno
de esta naturaleza, pone en funcionamiento los mismos mecanismos que pondría en
marcha un espiritista. El primero atribuirá los resultados a los poderes ocultos del ser
humano; el segundo los considerará como el poder de los espíritus.
De aquí se sigue que las posiciones adoptadas son sólo de conceptualización filosófica,
lo que no afecta en absoluto al fenómeno. La Mediunidad, como perspectiva amplia,
mitigará esta lucha inocua.

LA ORGANIZACIÓN CRISTIANA
Dentro de las innumerables civilizaciones que han existido en este planeta, siempre
ha habido sistemas de relación entre planos. Si observamos, para la medida del
tiempo, sea cual sea el calendario, comprobaremos el registro de ciclos relativamente
iguales en diferentes periodos. Entre ellos, el más simple para nuestra observación es
el de dos mil años. En estos ciclos se observa cierta regularidad en los acontecimientos
que los caracterizan. Quizás, cuando la historia se vuelva más científica, esto se podrá
verificar con mayor precisión. Así es como vemos el cristianismo.
La venida de Jesús al planeta no sólo estuvo precedida por una serie de hechos
insólitos, sino que también fue seguida por acontecimientos cuya trayectoria se puede
trazar claramente. Tales hechos, observados en conjunto, nos dan una idea clara de
organicidad y dinámica, a pesar de que siempre se registran en relación con otros
movimientos de la Historia. Si miramos con imparcialidad, podemos detectar
claramente la Organización Crística.
La resistencia del Evangelio a todas las deformaciones y las múltiples prácticas en el
nombre de Jesús demuestran claramente la existencia de un sistema, una
organización fundamental que resiste todas las interpretaciones. Entre las muchas
cosas sugeridas en el Evangelio, emerge claramente la organización mediúmnica.
El apostolado y toda la gama del misionarismo nos dan una idea clara del sistema
intermedio entre el Cielo y la Tierra. Así nacieron las religiones y las ideas del ser

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neutral ni en la Tierra ni en el Cielo, los puntos muertos en la cúspide de la ley física.


Hoy se puede hablar claramente en términos de plataformas espaciales, que son las
casas transitorias del Espiritismo, mundos organizados como puntos intermedios
entre dos dimensiones vibratorias. Si observamos el Evangelio sin prejuicios,
encontraremos un tratado técnico sobre la Mediunidad.
Sin embargo, es necesario recordar que la Mediunidad es una de las facetas del
Evangelio y del ser humano. La Mediunidad es sólo el elemento conector entre las
actividades sutiles del espíritu y la trayectoria del Hombre en la Tierra.

MEDIUMISMO Y RELIGIÓN
La religión es un conjunto de conceptos que busca establecer una conexión entre dos
puntos desconocidos: el principio y el final de las cosas. Al ir más allá de los límites de
lo verificable por los sentidos, establece la fe, la creencia, como norma de aceptación.
Como estos conceptos varían en el tiempo y el espacio, las religiones características
se forman en determinados momentos sociales. Básicamente, consiste en una forma
estándar de comportamiento que estimula, además del conjunto psicofísico, el
mecanismo espiritual. La práctica religiosa busca despertar las fuerzas latentes del ser
humano para servir a Dios, en detrimento de la tendencia natural a servir al Diablo,
Dios y Diablo representando fuerzas opuestas y extremas. En todas religiones, las dos
figuras emergen con los más variados nombres y representaciones. Como la religión
considera al espíritu como un factor fundamental, manipula, con toda naturalidad, las
fuerzas de conexión naturales, los puntos intermedios: la Mediunidad.
Por tanto, concluimos que la Mediunidad es la fuerza básica e instrumental de todas
las religiones y el factor principal de la actitud religiosa. El estudio del mecanismo de
las religiones nos lleva a distinguir fácilmente las prácticas mediúmnicas. La no
aceptación de este factor convierte a la religión en motivo de angustia y sufrimiento,
cuando debería ser todo lo contrario. Cada ser humano trae consigo su propia
programación, su forma de servir al destino. También trae las fuerzas necesarias, las
armas adecuadas para la acción. El intento de estandarizar el comportamiento
produce angustia. Es inhumano vivir bajo el peso del miedo, pecando no contra la
conciencia, sino contra un conjunto de textos.

MEDIUMISMO Y CIENCIA
La ciencia es una religión al revés. En tiempos de Pasteur se ridiculizaba la idea de la
existencia de microbios. Como resultado, las personas fueron asesinadas
científicamente por falta de asepsia. Lo mismo sucedió aquí en Brasil con respecto a
la fiebre amarilla. Los diarios de la época están llenos de caricaturas que ridiculizaban

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a Oswaldo Cruz y la vacuna. Allan Kardex fue el Pasteur del mundo invisible del
espíritu. Sin embargo, el tiempo aún no ha sido suficiente para su apreciación
universal. Sin embargo, la fenomenología de este fin de ciclo sacará a la luz los
fenómenos espirituales con tal evidencia que la Ciencia tendrá que volverse hacia
ellos y ponerlos en el lugar que les corresponde.
Además del proceso de reencarnación, la Mediunidad muestra la existencia del
ectoplasma y, a partir de estos dos factores, la Ciencia encontrará elementos acordes
con la actitud científica. Según la literatura reciente, sabemos que, en Inglaterra, los
científicos pudieron registrar un tipo de energía, llamada factor L. En São Paulo, el
científico Hernani de Guimarães Andrade escribió un ensayo llamado “Teoría
Corpuscular del Espíritu”. El sistema de fotografía llamado Efecto Kirlian se estudia en
todo el mundo.
También podríamos citar numerosos ejemplos del interés de la Ciencia por el mundo
invisible del espíritu. Pero nos preocupa el hecho de que tales estudios aún están en
pañales y, Mientras tanto, miles de seres humanos están perdiendo oportunidades en
este planeta. La Mediunidad, con toda su sencillez, podrá acelerar el proceso científico
y formalizar los medios de reequilibrio humano, tanto en el campo físico como
psicológico.
No hay conflicto entre la actitud científica y la manipulación mediúmnica. Por el
contrario, ambos pueden beneficiarse si toman caminos convergentes. su

CAPITULO II
LA VIDA FUERA DEL MUNDO FÍSICO
LA ENCARNACIÓN
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay” la expresión evangélica es el
paradigma de referencia para la creencia en la habitabilidad de otros mundos.
Pero, poco o nada sabemos cómo viven los espíritus en estos lugares, cómo son sus
cuerpos o su vida social. Admitiendo la reencarnación, tendremos que creer que el
espíritu viene de algún lugar organizado y dentro del alcance de la planificación de la
reencarnación.
La literatura espírita nos trae algunas revelaciones que, debidamente alejadas del
formalismo humano, están perfectamente en consonancia con los objetivos de esta
doctrina. Así, podemos aceptar que el espíritu proviene de un sueño invernal y que
lleva, en el centro de su ser, la memoria sintética de experiencias anteriores. Viene a
la Tierra para completar el ciclo de estas experiencias, rectificar los errores de su
trayectoria o retomar alguna tarea interrumpida en una encarnación anterior. Además
de la razón por la que el espíritu vino a la Tierra, existen muchas preguntas en torno
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a los propósitos de la existencia humana. Creemos, sin embargo, que las respuestas
serán siempre aleatorias, ya que se trata de especulaciones de la mente divina, más
allá de nuestra capacidad psicológica. Pero, si el espíritu lleva consigo su memoria de
actividades anteriores, tenemos que aceptar que la actual es el resultado de estas
experiencias, de este condicionamiento. El equilibrio del hombre consiste
precisamente en armonizar sus tres bandas vibratorias con el mapa de este guion.
El ser humano sólo está en equilibrio cuando vive en paz consigo mismo, con sus
caminos que elegiste previamente, con la trayectoria de tu propio espíritu.
El proceso de reencarnación es la muerte al revés, el agotamiento de vivir en un rango
determinado y el comienzo en otro rango: el espíritu deja un mundo y entra en otro.
El sistema gestatorio es la forma más perfecta de esta transferencia. Las vibraciones
sutiles que presiden la fecundación y formación del ser tienen precisamente las
condiciones estáticas del punto muerto de la Física.
El anhelo que preside el alma por volver a sus orígenes, el inmenso anhelo de las
condiciones prenatales, tiene su origen en esos momentos de no ser, que van desde
el acto de amar hasta el nacimiento, cuando cesa el no ser, la no existencia. y uno llora
por convertirse en un ser que llega a ser. Es el misterio del amor, de la creación.

GUÍAS Y MENTORES
En el vasto planeamiento sideral, el ser tiene bien delineado su reingreso en el
planeta. Como colección trae consigo las conquistas de su trayectoria anterior, de
todos los rincones del Universo por donde ha pasado. Si bien es único, en la
complejidad de su constante devenir, su existencia está siempre relacionada con otros
seres que también hacen sus trayectorias. El ser recorre diferentes tramos, con seres
variados, pero siempre conectados entre sí en el camino mayor. Así, núcleos, átomos,
moléculas, células, falanges de espíritus afines, en gigantesco concierto, viajan a
través de los universos, formando jerarquías infinitas.
Unos son instructores de otros, unos en un plano, otros en otro, unos descendiendo
hacia el vértice involutivo, otros ascendiendo hacia la meta evolutiva.
Las Guías y Mentores son los espíritus responsables de la etapa terrenal de otros
espíritus. Los Mentores el espíritu guardián del programa que el espíritu ha trazado
para sí mismo en la presente encarnación. Como el ingeniero que acompaña la obra
en curso, asiste al espíritu en su personalidad transitoria. Obligado a respetar el libre
albedrío de su pupilo, utiliza todos los medios posibles para asegurarse de que
obedece el plan de la obra, sin dañar su libertad.

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Un espíritu puede ser el Mentor de varios espíritus, aunque se presenta a cada uno
de ellos con un compañero diferente Guías son espíritus amigos del encarnado que le
ayudan en el cumplimiento de su misión.
El Mentor es responsable del destino kármico y del éxito de una existencia.
La vida en la Tierra es como un curso universitario. El alumno elige las materias, hace
el examen de ingreso, las pruebas, y se gradúa o no, según haya sido buen o mal
alumno. El Mentor equivale al Decano y los Guías son como los profesores.
Como en la escuela, la vida terrena es libre y depende del libre albedrío del Hombre.
En la Mediunidad, el Mentor es el espíritu que asiste al médium en su vida y trabaja
con él en sus líneas maestras. Los guías son los espíritus que trabajan con los médiums
en la realización de sus mediumnidades. Así como los maestros en la Tierra tienen
muchos alumnos, los Mentores Celestiales tienen muchos pupilos y los Guías muchos
alumnos.

LA RECEPTIVIDAD DE LOS SERES HUMANOS


El aparato humano es el receptor y transmisor más complejo y sensible de la
Naturaleza. Los demás animales tienen unos sentidos más refinados, como el perro o
la mariposa, pero siempre en el sentido de la especialización o propósito restringido,
acostumbrados al plano denso de la organización física. Hay muchos misterios en los
mundos animal, vegetal y mineral que aún no han sido descifrados por el Hombre.
Pero resulta que las acciones siempre están relacionadas con la supervivencia física
del individuo y de la especie. La ciencia nos muestra esto cada vez con mayor agudeza
y claridad. Las deficiencias del hombre son sólo aparentes.
No puede percibir el sonido tan bien como el perro, pero su habilidad selectiva le
permite registrar más que el perro. Parece, pues, que la Naturaleza ha tenido especial
cuidado en preservar el tónico humano, para la gama sensorial estrictamente
indispensable para la experiencia física. Aldous Huxley, en su obra “A las puertas de la
percepción”, nos muestra cómo la función enzimática reduce los sentidos. El hábito
de cerrar los ojos para concentrarse en algo especial lo demuestra muy bien.
Hacemos esto para eliminar los estímulos visuales del exterior y así volvernos más
sensibles a los estímulos de la memoria. Para ser más receptivos a nuestro mundo
psicológico, reducimos la recepción a los procesos físicos tanto como sea posible.
Somos maestros de la técnica selectiva y servimos al mundo físico o al mundo
psicológico, según nuestros intereses.
Este trabajo pretende mostrar lo que hacemos para recibir emisiones de nuestro
mundo espiritual y cómo mejorar esta técnica selectiva.

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RECEPTIVIDAD MEDIA
La Mediunidad es una forma de energía, partículas en movimiento y por lo tanto
conductoras. Su vibración supera la de los mundos físico y psicológico. Las cosas que
suceden a través del proceso mediúmnico son mucho más rápidas que las que
suceden en el físico o psicológico. Un Hombre está viviendo, es decir, digiriendo,
moviéndose, etc., su cerebro está pensando y los procesos son interdependientes con
cierta sintonía. Pero el campo vibratorio de tu pensamiento siempre es más rápido
que el de tu experiencia física. Piensa o hace según su interés en el momento.
Tu campo consciente se está enfocando en una u otra forma de acción (pensar o hacer
son solo formas de acción). Mientras pensamos o actuamos, nuestro espíritu también
actúa, a través del proceso mediúmnico. Su acción es similar a la del mago, que quita
el mantel sin derramar los vasos y las botellas. Decidimos en base a procesos lógicos,
sin embargo, detrás de todas las decisiones está el sustrato de nuestro espíritu que en
ocasiones nos conduce por caminos inesperados. Cada campo vibratorio está lleno de
agentes interrelacionados. Así hacemos nuestros contactos privados, nuestro
entorno. Hay, por lo tanto, muy naturalmente, un entorno físico, psicológico y
espiritual. Con esto, uno puede colocar fácilmente la Mediunidad junto con la
Fisiología y la Psicología. Para que la Ciencia del Hombre sea más completa, sólo resta
admitir el O factor espíritu/Mediunidad y la psicosomática para convertirse en
espíritu/psicosomática o, simplemente, somática.
Hay, por tanto, mucha objetividad, mucha claridad en la relación del Hombre con su
espíritu, siempre que aceptemos como natural la existencia autónoma del espíritu.
Como consecuencia lógica, habrá que admitir la relación del Hombre con otros
espíritus sin alma y sin cuerpo. Aunque debemos ser cuidadosos en la clasificación,
podemos decir que una piedra, un trozo de madera, una celda o un cadáver serían
cuerpos simples. Un ser humano tiene un cuerpo, un alma y un espíritu. Un espíritu
desencarnado es un ser humano que tiene un alma y un espíritu, pero no un cuerpo
físico. Un espíritu puro no tiene ni alma ni cuerpo.

LA DESENCARNACIÓN
Después de completar el curso en la escuela en la Tierra, el espíritu deja el cuerpo y
penetra en otras dimensiones. Como equipaje, lleva su alma consigo y la guarda
mientras está en camino. Para que el alma sobreviva al desencarnar, separa parte
del sistema nervioso del cuerpo físico, la estación Central, donde se concentra todo
el sistema de la personalidad. Mientras el espíritu está conectado con el alma, está
obligado a permanecer en su campo vibratorio y está sujeto a las leyes que rigen este

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plano. Así como el alma se alimenta, en un ser vivo, de las energías sutiles que produce
el cuerpo, continúa alimentándose después de desencarnar.
Como no tiene cuerpo para su sustento, comienza a alimentarse de otros cuerpos y
esto establece la relación inevitable entre los vivos y los muertos. Esto explica toda
una serie de hechos extraños que suceden en la Tierra y que deben ser examinados
con sencillez, si queremos equilibrarnos en relación al conjunto. Desencarnar es
sencillo y difícil a la vez, y requiere asistencia, tanto en el plano espiritual como en
nuestro plano. Que el paciente esté bien o mal asistido depende de su forma de vida.
El proceso dura unas veinticuatro horas, en la desencarnación considerada normal, es
decir, lo que sucede por enfermedad. Después del último aliento, es decir, del cese del
proceso metabólico, el espíritu abandona el cuerpo y se coloca ligeramente por
encima de él, en posición inversa con respecto a la cabeza, si el paciente está en
decúbito dorsal. A partir de ese momento comienza la absorción de la colección de la
personalidad que acaba de fallecer. A medida que el espíritu recibe los fluidos y
emanaciones, forma un nuevo cuerpo, y éste se aleja del cadáver.
Una vez terminado el proceso, el nuevo habitante del mundo invisible se aleja y el
cuerpo inanimado comienza a descomponerse. En ese mundo, el espíritu, con todo el
equipaje, entra en un estado similar al del individuo que acaba de fallecer. Todavía se
lo considera un cadáver, hasta que el destino que ha tomado le otorga el estatus de
una persona viva en el avión en el que se encuentra. Esta es una idea generalizada
sobre la desencarnación. Es necesario, sin embargo, no olvidar que cada ser humano
tiene su propia forma de morir, así como tuvo su propia forma de vivir.
En este proceso, el sistema nervioso juega un papel importante. Como esquema de
memoria, representa la base material sobre la que dieciséis agrega la colección
recibida. Esto explica ciertas enfermedades kármicas, que se originan en la existencia
anterior. Si la desencarnación se produjo por medios distintos a la enfermedad,
digamos en un desastre, el mecanismo es más o menos el mismo. La diferencia es que
la desencarnación se produce antes del acto traumático. La persona que conduce un
coche que chocará en unos instantes (o incluso horas) ya tiene hecha su
desencarnación. Liberado de la envoltura física, el espíritu es dirigido a un lugar en el
espacio que, en nuestra corriente, se llama piedra blanca.
En ese lugar dimensional queda solo, durante un tiempo equivalente a siete días en la
Tierra. Allí llora, maldice, se regocija, se regocija o se entristece, al darse cuenta de lo
que le ha sucedido. Su despertar es el momento solemne del examen de conciencia
sin las distorsiones del mundo sensorial y dinámico. Pasado este tiempo, en el caso de
una criatura común, el Mentor la recoge a la salida y la saca a la superficie, en busca
del fluido necesario para el viaje al destino merecido. Este es el momento crítico de

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los recién desencarnados. Si ha cumplido su destino y agotado su karma, abandona el


plano físico y es llevado a una estación intermedia en el etéreo, según la falange o
familia espiritual a la que pertenezca. en estas casas de transición se prepara para
regresar al planeta de origen, donde estaba antes de venir a la Tierra. Debido a las
difíciles condiciones de ese período, el espíritu se llama víctima.
Este estado puede durar solo unos pocos días o siglos. Eso depende solo de él. Si el
Mentor no es capaz de dirigirlo justo después de regresar de Piedra Branca, lo deja a
su suerte, ya que terminó su misión con ese espíritu. Este se convierte así en un
espíritu errante, que poco a poco va perdiendo su identidad, atraído por otros
espíritus en las mismas condiciones, a macumbas y ambientes similares. Hay, pues,
dos formas básicas para que un espíritu cumpla su destino en la Tierra.
La normal es la lucha como ser vivo, con sus tramas, conflictos, reajustes, victorias y
derrotas, hasta el agotamiento de todos los compromisos. El otro es la huida, el
suicidio lento y la incapacidad de aprovechar las oportunidades evolutivas. Esto
conduce al parasitismo y la dependencia del medio ambiente, lo que resulta en la
desencarnación con deudas aún por pagar. En estas condiciones, el desencarnado está
obligado a permanecer en la Tierra, y se convierte en sufriente.
Pero la misericordia divina todavía le da nuevas oportunidades, porque nadie está
abandonado en el mundo de Dios. Con los fluidos emanados del plexo solar de los
médiums de incorporación y con la doctrina fluidico de los médiums doctrinadores,
logra su redención, completa su trayectoria y se preparará para nuevas encarnaciones.

ESPÍRITUS SUFRIENTES
Sufridor y por lo tanto el espíritu desencarnado que permanece en el plano de la
Tierra, en los inframundos que rodean la superficie. También se le llama espíritu
errante, alma del otro mundo y otros nombres que las supersticiones y creencias les
dan. Su situación es análoga a la de una persona marginada, sin domicilio fijo ni
trabajo. En el plano en el que vives, no hay luz solar, sonido ni otras formas energéticas
del plano físico. Allí se conecta con otros espíritus en las mismas condiciones, y forma
con ellos falanges e incluso legiones. El tiempo de permanencia en esta situación varía
según el destino de cada uno, hasta el agotamiento de sus compromisos o rescate en
el Sistema Crístico, en sus múltiples manifestaciones mediúmnicas.
Se alimenta de las energías sutiles y fluídicas del ser humano, del ectoplasma
recolectado de plantas, animales, obras de macumbas y otras fuentes desconocidas
para el ser humano. Tiene un peso molecular variable con su densidad. Adoctrinado
y fluidizado hasta un punto ideal, adquiere la ligereza suficiente para ser llevado
magnéticamente a los puestos de auxilio espiritual. Se conecta con el ser humano a

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través de la gradación vibratoria y sólo encuentra acceso cuando la vibración del


encarnado desciende a la suya. Normalmente, su influencia es neutralizada por el
mecanismo biológico en su contexto psicofísico. Esta relación es análoga a los factores
simbióticos del ser físico: respiramos microbios e impurezas y los neutralizamos con
nuestro mecanismo de defensa. Si este mecanismo se debilita, nos enfermamos.
De la misma manera, si nuestro patrón vibratorio es bajo, somos tomados, llevados,
enérgicos, etc. Este mecanismo determina la posición voluntaria de cada ser humano.
Es responsable de su patrón y, en consecuencia, de la compañía que vive en cada
momento de su vida. El Evangelio es rico en enseñanzas al respecto, pues en él
encontramos innumerables citas de problemas pasajeros y de redención de los que
sufren. La más notable es aquella en la que Jesús da paso a una legión de espíritus a
través de una piara de cerdos. En esa época, había tantos espíritus desencarnados,
aún en la Tierra, que era común que un Hombre fuera portador de más de un espíritu,
con casos en que muchos espíritus habitaban el mismo cuerpo, como en el caso
anterior. El Sistema Crístico, adecuado a los dos mil años que seguirían al nacimiento
de Jesús, incluía la organización de casas de transición y, ya en tiempos del Maestro,
comenzaron a funcionar.
Con mucha flexibilidad y previsto para las más variadas situaciones, el Sistema se fue
extendiendo por el planeta, tomando las más diversas fisonomías, según los tiempos
y lugares. Así nacieron los mitos, las religiones, las doctrinas y las prácticas esotéricas,
en cuyas raíces se asienta siempre el sistema de la Mediunidad.
En Brasil hoy, el Sistema es llamado sesión espírita, trabajo de los que sufren, pasaje,
sesión de doctrina, etc. Debe notarse, sin embargo, que la Mediunidad no depende,
en su mecanismo básico, del trabajo organizado. Los salvadores espirituales
aprovechan cualquier circunstancia humana, especialmente reuniones de personas,
para hacer el paso de los espíritus bajo su responsabilidad.
En ese caso, cualquier ser humano actúa como médium, incluso sin saberlo. Pero el
esquema funciona al máximo solo cuando está bajo los auspicios del Evangelio. La
técnica del pasaje es accesible a cualquiera, sin embargo, las razones morales y más
profundas son sólo del dominio de los evangelizados. También es natural que, en
tiempos de transición, como el nuestro, la necesidad de trabajo sea mayor. Cabe
señalar que se vuelve muy difícil, si no imposible, que cualquier doctrina religiosa
evolucione sin preocuparse por los que la padecen. Estos grupos asfixian por el simple
hecho de que sus componentes son humanos y poseen, guste o no, su plexo
epigástrico, el Sol Interior.

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EXUS Y OBSESORES
Exus un nombre muy generalizado que se le da a ciertos espíritus desencarnados que
actúan como líderes del plano invisible de la Tierra. Generalmente, son seres
humanos, cultos e inteligentes, que desencarnan sin haber comprendido ni aceptado
el cristianismo. Aceptan a Dios a su manera y manipulan las energías mediúmnicas de
acuerdo con sus propias formas de ser, es decir, sin sumisión a los planes de la Ley del
Amor y del Perdón. Hacen sus propias leyes.
El doctrinador debe tener cuidado al usar la palabra exu, ya que es un poco vaga y
significa mucho. Un simple enfermo, incorporado a un medio poco desarrollado,
puede parecer un exus.
De hecho, incorporan preferentemente a sus caballos, medios en sintonía con sus
fines, que varían según el tipo de exu y el entorno en el que opera. Sus fines están
siempre orientados hacia la trama normal de la vida humana y su caridad carece de
sublimación evangélica. Se agrupan en falanges, como cualquier otro espíritu, y
forman líneas, según sus especialidades. Ciertos tipos de exu pertenecen a escuelas y
universidades y manipulan tremendas fuerzas invisibles. Desde estas bases comandan
su acción con los seres humanos, siempre de acuerdo a su manera de ver y
conceptualizar cómo debe ser o hacer el ser humano.
Son los inspiradores de extrañas doctrinas, guerras y reivindicaciones, pero siempre
guiadas por la no aceptación de la Ley del Perdón. obsesores un espíritu que mantiene
una relación directa con un ser humano encarnado, por afinidad. Esta afinidad, en
general, nace de una relación establecida cuando ambos habitaban el mismo plano.
Obsediar significa perseguir, hostigar, asediar. El obsesor es un espíritu que persigue,
acosa a una persona encarnada, para cobrar una deuda de la que se cree acreedor, en
un sentimiento de odio o de amor mal interpretado.
La categoría del obsesor varía infinitamente y cada caso debe examinarse por
separado. El mecanismo de la obsesión es siempre el mismo: intercambio de energías
entre el obsesor y el obsesionado, más o menos constantemente. Un enfermo o varios
pueden pasar por nuestra vida sin ser obsesores, por la sencilla razón de que no
tenemos relaciones personales con ellos.
El obsesor es siempre un enemigo personal. Una víctima puede ser eliminada con un
simple trabajo mediúmnico y, a veces, incluso sin él. Pero, para que se quite a un
obsesor, es necesario que se resuelva el motivo del acoso, que se salde la deuda. Los
desapegos hechos sin las debidas precauciones resultan peores que la obsesión
misma.

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ESPÍRITUS DE LUZ
A partir de la concentración molecular de la materia densa, podemos conceptualizar
la vida, dentro del ámbito de la Mediunidad, en términos de vibración. En este
sentido, la materia sólida, los líquidos, los gases, el sonido, la luz, etc. son estados
vibratorios. Dependiendo del tipo de cuerpo con el que esté revestido el espíritu, está
sujeto a ese rango vibratorio. Un espíritu encarnado actúa a través del cuerpo físico,
un desencarnado desde el etérico, astral o mental, según las vibraciones de esos
planos. Al alcanzar cierto nivel evolutivo, sin compromisos en estos planos, el espíritu
adquiere una vitalidad, cuyo concepto más apropiado, en términos de los sentidos
humanos, es la luz. Solemos decir, pues, que el espíritu es pura luz.
A partir de ahí, conceptualizamos a los Mentores y Guías, que asisten a los terrícolas,
en términos de Espíritus de luz. Espíritus de Luz serían entonces aquellos que ya han
superado el rango de reencarnación en términos personales. Cuando hay
reencarnación de estos espíritus en la Tierra, es probablemente para el ejercicio de
misiones al servicio de planes divinos y no en funciones kármicas. Naturalmente, los
conceptos de estos espíritus están fuera del alcance humano y su acción en la Tierra
debe obedecer a planes incomprensibles para nosotros, encarnados.
Esto es relativamente fácil de verificar, en contacto con estos espíritus, cualquiera que
sea el modo de comunicación. En ningún caso invaden el campo de nuestro libre
albedrío, ni nos conducen a ninguna decisión que vaya en contra de nuestro destino
trascendental. Sus acciones son inexorables en función de nuestra evolución, desde la
apertura al espíritu. Aunque respetan nuestros valores, nunca criticando cosas de
nuestra vida, ni de la vida en general, intentan mostrar el camino hacia la realización
a través de estos mismos valores. Respetan nuestra condición de espíritus
encarnados. Castigos, castigos, lecciones morales, están completamente fuera de las
actitudes de un Espíritu de Luz. Por el contrario, un espíritu de la Tierra, aunque muy
evolucionado, siempre orienta su acción en términos de consejos, vida moral, formas
de comportamiento. Se preocupan por demostrar sus poderes o su eficacia, y casi
siempre terminan convirtiéndose en mecenas. Los grupos liderados por espíritus de
la tierra siempre terminan preocupándose por los problemas sociales, poniendo
demasiado énfasis en la caridad material y corrigiendo las injusticias sociales.
Con esto, la vida mediúmnica se orientaliza, se impregna del transformismo de la
personalidad. El grupo así orientado se preocupa de las bases materiales del trabajo,
de los resultados tangibles, de los estudios y conceptualizaciones doctrinales. En
resumen, se humaniza a sí mismo en lugar de deificarse a sí mismo. En este caso, las
acciones y la orientación reflejan el nivel social del grupo. La justicia practicada puede
incluso llegar a los términos de castigo, venganza y corrección de conducta.

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Mestre Heberto Soto Mendoza
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En estos grupos, el ectoplasma circulante se impregna de los fluidos del plano


invisible, resultando en una división de fuerzas, una homogeneización en términos de
dilución. El mundo invisible no produce energías, sino
Por el contrario, recibe energía del plano físico. Por eso el medio de estos grupos se
cansa, se desanima y se da por vencido. Por el contrario, cuando el grupo mediúmnico
se sintoniza con los Espíritus de la Luz, recibe fuerzas de otro plano y, por lo tanto, no
desperdicia sus energías fluídicas o nerviosas. Un médium, bien sintonizado con su
Mentor, puede operar durante horas y horas, y volverse en mejores condiciones físicas
y psicológicas que cuando empezó a trabajar. Para una mejor comprensión de estas
afirmaciones, es necesario comprender la diferencia entre el plano invisible y el plano
espiritual, que es el tema del siguiente subtítulo.

MUNDO INVISIBLE Y MUNDO ESPIRITUAL


Es más fácil comprobar la existencia de diferentes planos vibratorios, en la experiencia
personal e individualizada de un ser humano. Con base en la experiencia individual,
podemos esbozar estos planes, con la ayuda de revelaciones iniciáticas y un poco de
sentido común. Desde este punto de vista, tenemos un plano físico, psicológico y
espiritual, es decir, del cuerpo, alma y espíritu.
Los grupos iniciáticos hacen la división en siete planos, que serían: el físico, el etérico,
el astral, el mental y los tres planos crísticos o búdicos – Padre Hijo, espíritu, o Dios,
Verbo y Universo, variando estas descripciones de acuerdo a cada grupo. Todos, sin
embargo, mantienen el número siete como base. Pero, para nuestra comprensión de
la Mediunidad, los tres planos son suficientes. Lo importante es saber que el mundo
invisible no es necesariamente el mundo espiritual, así como el mundo de los
microbios no es el mundo del alma, aunque ambos son invisibles a nuestros ojos.
El mundo invisible que nos rodea es parte de la Tierra, es molecular y por lo tanto
tiene una organización, leyes que lo rigen. Su forma es tal que no ocupa espacios
físicos, como un sólido. Una construcción de este mundo se puede hacer fácilmente
en el mismo lugar donde hay una construcción sólida. Ocupa los espacios
intermoleculares del plano físico y puede coexistir simultáneamente.
Un cuerpo físico, sólido, puede transformarse, en su organización molecular, en un
cuerpo invisible, ser transportado a través de sólidos y reintegrado a su estado
anterior. Lo mismo le puede pasar a un cuerpo del mundo invisible. Este es el
fenómeno básico de materialización es espiritistas. Este mundo está intensamente
habitado por espíritus que pasaron por la Tierra y aún no han regresado a los planos
espirituales. Al pertenecer a la Tierra, están obligados a vivir de las energías que en
ella se producen. Ellos manipulan estas energías, no las producen.

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Esto es muy importante y fundamental para saber. El espíritu encarnado, el ser


humano, absorbe energías de la Tierra física a través de la alimentación, la respiración,
etc. El espíritu desencarnado no tiene las condiciones del espíritu encarnado, que
pone en funcionamiento los mecanismos de producción.
Al no tener posibilidades de producir las energías que necesita, las absorbe del
encarnado. Pero, para que esto suceda, es necesario que esta energía tenga el
contenido adecuado, y esto se hace por medio de la Mediunidad. En cierto sentido,
es una vida parasitaria, en la que nada se crea y no todo se transforma.
Hay algunas cosas básicas en este mundo que deben tenerse en cuenta si queremos
tener una posición correcta en relación con él:
1. No hay posibilidad de que un espíritu en estas condiciones encarne, es decir, nazca
en la Tierra física; la forma en que encarnan es a través de la obsesión, es decir,
sintonizan con una persona encarnada y ocupan parcialmente su cuerpo.
2. El mundo invisible no refleja la luz, el calor o el sonido del mundo físico. Como
una de las consecuencias, no tienen concepto del tiempo, de la cronología de la
Tierra. Los hechos que alimentan sus mentes son menores que los percibidos por
una persona encarnada. No tienen la noción espacial que les permita concepciones
superiores a las concepciones humanas.
3. Ellos nos necesitan, pero nosotros no los necesitamos a ellos, excepto como
instrumentos para nuestra evolución, para ejercer nuestra Mediunidad.
4. Para mantenernos en buenas condiciones de proveedores, tratan de inducirnos a
formar corrientes mediúmnicas, en sintonía con ellos. Con eso, ellos son la mayor
fuente de ilusiones para las mentes de los encarnados, y hacen todo lo posible para
presentarnos su mundo como el mundo espiritual. Buena parte de los seres y
máquinas actuales, supuestamente provenientes de otros planetas, provienen de
este mundo. La plasticidad molecular del mundo invisible es tal que pueden fabricar
dispositivos que tienen todas las apariencias de artefactos imaginados por los
humanos como interplanetarios.
5. Según el ectoplasma que absorben, pueden materializarse en el mundo físico, y
no lo hacen con mayor constancia en vista del enorme gasto de ectoplasma que
requiere el fenómeno.
6. La fuente principal de los errores de los seres humanos al tratar con estos espíritus
es que usan la palabra Dios con demasiada facilidad. Pero, en contadas ocasiones,
mencionan a Jesús o al Cristo, salvo para combatirlos.
Esto es natural, porque la imposibilidad de la concepción de Dios, por cualquier
persona en la Tierra, no impide que las personas hablen en Su nombre. No se puede
hacer lo mismo con Cristo Jesús.

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El mundo espiritual sólo puede entenderse y concebirse de acuerdo con la experiencia


individual. Pero difícilmente se puede describir o explicar de una manera que forme
conceptos. Los intentos en esta dirección son enteramente antropomórficos y por lo
tanto sin validez. Uno de ellos establece el concepto de Cielo para referirse a este
mundo. Esta premisa nació de las páginas del Evangelio; sin embargo, es difícil separar
esta idea del concepto de un estado íntimo del ser humano, de serenidad, paz, etc.
En nuestro libro “2000 – Conjunção de Dois Planos” hay una serie de revelaciones,
hechas a través de la Clarividente Neiva, de informaciones del contacto con seres de
un planeta matriz de la Tierra, que nos dan una idea aproximada de lo que es la vida
en el los planos espirituales serían como.
Aparte de las revelaciones hechas por espíritus amigos, nos resulta muy difícil
establecer hipótesis o premisas en torno a las condiciones de vida en los mundos
extraterrestres.
MISIÓN
Todo espíritu que encarna en la Tierra tiene un programa que cumplir, pero no todos
los espíritus tienen una misión. En la jerarquía sideral existen todas las categorías de
espíritus e infinitos grados de evolución. La Tierra es una universidad compleja, con
todas las categorías de estudiantes. Unos vienen solo a completar el curso, otros
vienen a mejorar, otros a hacer un curso completo. La misión está directamente
relacionada con el tipo de programa que tiene que cumplir el espíritu.
Si se apega sólo a su alcance, a sus problemas personales, su alcance es esencialmente
kármico. Pero si, más allá de su rango kármico, se compromete a evolucionar, cuidar
a otros espíritus y ayudarlos, entonces tiene una misión que cumplir. Cuanto mayor
es la misión, mayor es la trayectoria kármica del espíritu. Este hecho plantea una
pregunta de gran importancia: entonces, ¿por qué sufren tanto los misioneros?
¿Por qué sufrió Jesús? Y los apóstoles, los seguidores de Jesús, los mártires, ¿por
qué siempre están ligados a una idea de sufrimiento?
La respuesta a esta pregunta radica en dos puntos básicos: la diferencia entre dolor Es
Sufrimiento, en primer lugar; y las diferencias en la tónica magnética de los seres
humanos, en cuanto a cuerpo, alma y espíritu. La Fisiología y la Psicología nos dan una
idea clara del dolor. Se registra en el sistema nervioso consciente, por lo que hay una
conciencia del dolor. Cuando un paciente es anestesiado para una operación, el
medicamento paraliza los nervios receptores de la región a operar (o la totalidad, en
anestesia general), en proporción directa al dolor a sentir.
Esto, sin embargo, varía de un paciente a otro, y el médico siempre trata de evitar el
exceso de anestesia. Este hecho se puede observar, con más sencillez, en el
odontólogo. Aplica cierta cantidad de anestésico y comienza la extracción. Si el

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paciente se queja, aplica más anestesia. Esto demuestra una mayor o menor
sensibilidad al dolor, y este hecho es, la mayoría de las veces, psicológico. Hay gente
que incluso prescinde del analgésico, aunque esto rara vez ocurre. Existe, pues, un
estado psicológico de sentir más o menos dolor, fácilmente comprobable en la
hipnosis médica. Unos sufren más y otros sufren menos, con el mismo dolor.
Los misioneros tienen tanto o más dolor que los que no tienen una misión que cumplir,
pero sufren menos. Esto se debe a que su campo consciente está más ocupado con
los objetivos de su misión y, por lo tanto, no tiene tiempo para medir su dolor. El dolor
psicológico, el llamado dolor moral, sigue la misma fisiología. Esto está ligado al
segundo factor, el tono predominante en el estar encarnado.
Si no tiene una misión que cumplir, su conciencia siempre está ocupada con los
problemas de su cuerpo o de su alma. Pero si tiene una misión, la voz de su espíritu
es más fuerte y no tiene tiempo para lidiar con su personalidad, su ego. De ello se
deduce que podemos situar la cuestión en términos de mayor o menor egoísmo.
Para que una persona mantenga un cuerpo atlético, en buena forma muscular
permanente, está obligada a ejercicios y cuidados que ocupan buena parte de su
mecanismo consciente. Su constante preocupación por su cuerpo le da un tónico
físico. Un intelectual, un erudito, un científico o una persona que depende del
intelecto para su trayectoria planetaria, tiene su conciencia predominante en el factor
intelectual. Tu campo consciente siempre está ocupado como los problemas
psicológicos. Tu tónico es psíquico, tu vida está centrada en tu alma. Un misionero, un
ser humano cuyo espíritu se ha comprometido a hacer algo por otra persona, está
siempre preocupado por sintonizar con ese espíritu. Su campo consciente se expande
en términos espaciales, al captar los matices de su misión y las peripecias del vivir,
generalmente contradictorio, con las cosas más simples de la vida.
Cuerpo, alma y espíritu, cada uno exigiendo la satisfacción de sus necesidades,
requieren decisiones en cada momento, las cuales se toman de acuerdo al tono
imperante en esa vida. El símbolo más antiguo de la Humanidad es la cruz, y expresa
fielmente los tres estados. La vara inferior es el Hombre físico, con su atavismo, el
soporte material de la vida; los brazos horizontales representan el alma, los
mecanismos psicológicos, lo negativo y lo positivo, el blanco y el negro, el eterno
dualismo en que lucha la mente concreta; la vara superior representa el espíritu, la
antena de lo trascendente. Antes de la consolidación del ser humano en el planeta,
cuando el Cielo se confundía con la Tierra, quizás en tiempos lemurianos, la cruz tenía
cuatro brazos, iguales y simétricos. Quien tiene ojos para ver...
Misión, por tanto, es vivir según el espíritu y con los ojos puestos en lo trascendente.
Es "ama a tu prójimo como a ti mismo..."

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CAPÍTULO III
PREPARACIÓN DE MEDIOS
FISIOLOGÍA DEL MEDIO
Biológicamente, la base física de la Mediunidad es una energía sutil, común a todos
los seres humanos, verificable también en animales y plantas. Tiene una íntima
correlación con la circulación y el sistema nervioso.
Básicamente, indica una producción molecular activa de sangre en el organismo, que
se transforma en energía. Fluye a través de los plexos nerviosos y sale por las
aberturas del cuerpo, incluidos los poros. Cuando se registró como sustancia, Richet
y otros la nombraron como ectoplasma. Como lenguaje común del espiritismo, se le
llama simplemente líquido. Este fluido actúa como vehículo de conexión entre los tres
rangos vibratorios del ser humano: los órganos, los plexos y los chacras.
Los chacras son básicamente equivalentes a los plexos, y son como centros nerviosos
del cuerpo invisible, también llamado fluidico y etérico. Los estímulos psicofísicos
ocurren entre el sistema nervioso vegetativo y el cerebro/sistema espinal.
Los estímulos espirituales se reciben a través de los chacras y se transmiten a los
plexos, que actúan como redistribuidores, y viceversa. Este hecho tiene muchas
implicaciones, pero podemos decir que el desarrollo mediúmnico es, en última
instancia, la toma de conciencia, en la mente cerebral, del funcionamiento de los
chacras y su control volitivo. Dependiendo del chacra que se comunique, será el tipo
de fenómeno mediúmnico que se produzca. Los chacras corresponden a los plexos y
estos a los órganos. Las posiciones de estos órganos en el cuerpo físico determinan el
tipo de Mediunidad. El chacra frontal, por ejemplo, corresponde al plexo cardíaco,
cavernoso y otros. Estos energizan el sistema glandular de la cabeza, ojos, oídos, nariz,
etc. Las mediumnidades resultantes son la videncia, el oído, el olfato, etc.

EL KARMA
Karma (o karma) es la palabra sánscrita y brahmán que significa "actos realizados en
otras encarnaciones, que produjeron ciertos efectos en la encarnación actual". Desde
el aspecto espiritual, la Mediunidad tiene una relación directa con el rango kármico
del ser humano. En consecuencia, la manifestación mediúmnica puede determinar,
en líneas generales, el karma de un individuo en extensión y profundidad.
Esta correlación, sin embargo, sólo es verificable en la especificación de la
exteriorización mediúmnica. Por tanto, la Mediunidad es un arma individual que el ser
humano trae consigo al nacer, que le servirá para defenderse en los momentos
difíciles de su vida. El éxito o fracaso de una existencia depende de la eficacia de la

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Mediunidad. Existe, por tanto, una íntima relación entre karma, personalidad y
Mediunidad.

EL ESPÍRITU Y LA MEDIUMNIDAD
El espíritu, al reencarnarse, trae consigo un programa de compensación y
rectificación, que deberá realizar a través de la personalidad que tendrá en la Tierra.
También trae su misión como individualidad, es decir, como un ser trascendental que
contribuirá al progreso humano. En el cumplimiento de esta misión, la Mediunidad se
sublima y espiritualiza. Hay, pues, dos aspectos de la Mediunidad: el kármico, en el
que actúa como un factor de equilibrio para los conflictos de personalidad, y la
espiritual, en que ella es la manifestación de la obra del espíritu. Decimos, pues, que,
en la Mediunidad del espíritu, es decir, el espíritu actuando como intermediario de la
acción crística en la Tierra, como misionero, es colaborador de la obra divina.
Es difícil, pero no imposible, distinguir entre las dos formas de Mediunidad. Este hecho
se observa en la práctica de la Mediunidad, cuando se sigue la evolución del médium.
Al principio expresa trances angustiosos, en los que apenas se distingue la presencia
de la Tierra o del Cielo. Después de algún tiempo, en la medida en que la racha kármica
se va extinguiendo, los trances se vuelven más suaves, más claros y más positivos.
A partir de entonces, los fenómenos de los que se hace portador revelarán su misión,
se espiritualizarán. Esto demuestra que la Mediunidad kármica tiende a ser transitoria
y se identifica con la personalidad. Con el desarrollo de la misión, el espíritu comienza
a predominar y la personalidad se retira. Mientras éste sufre, muere un poco cada día,
el espíritu despierta, se hace notable y cumple su parte en el planeamiento sideral.

TIPOS DE MEDIUMNIDAD
Por ser común a todos los seres humanos y tener su manifestación individualizada, se
puede decir que hay tantas mediumnidades como seres. En esta visión amplia, la
Mediunidad existe y obra en todos, independientemente de cualquier práctica
doctrinal o religiosa. En el ámbito doctrinal, el fenómeno puede estar relativamente
delimitado. Así, tendremos tipos de Mediunidad, las formas más comunes de
exteriorización, que pueden clasificarse según un criterio espírita.
Pero conviene señalar que el espiritismo popular ha confundido la Mediunidad con el
fenómeno de la incorporación, que es sólo una manifestación de la Mediunidad. En
ese caso, Mediunidad e incorporación serían lo mismo. Por ser más prácticos, en el
desarrollo inicial de la Mediunidad, la Corriente Indiana del espacio estableció, en el
Templo del Amanecer, dos mediumnidades básicas: incorporación e doctrinador.

Traducido : ADJUNTO ABAÇANO


Mestre Heberto Soto Mendoza
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Así, los médiums de incorporación son aquellos que reciben la influencia de los
espíritus, sea de luz o no, directamente en su cuerpo, en la región del plexo solar.
Los que reciben esta influencia en la región de la cabeza son llamados médiums
adoctrinadores. En el primer caso, el médium pierde parte de su conciencia, y en el
segundo, por el contrario, se vuelve más alerta. Objetivamente: siempre que un
médium, al manifestarse, coarta o ha coartado cualquiera de los sentidos bio
psicológicos normales, es uno de incorporación; cuando se manifiesta, sin perjuicio
de alguna de estas acepciones, es doctrinal.

EL MEDIUM DOCTRINADOR
Es el médium cuyo ectoplasma se acumula en la parte superior del cuerpo, desde el
pecho hacia arriba, predominantemente en la cabeza. cuando llega Mediunidad, es
decir, establece armonía entre tu sistema psicológico y tus chacras, tus sentidos se
activan por encima de lo normal. Como consecuencia inmediata, tu percepción es más
aguda, más alerta. Con el tónico circulatorio predominando en la cabeza, los órganos
inferiores disminuyen la actividad, principalmente en la zona del sistema
neurovegetativo.
A partir de ahí, comienza a emitir una onda fluidico con la parte superior del cuerpo,
principalmente a través de la boca y las fosas nasales. Esta onda establece un canal
fluidico entre los plexos superiores y los chacras correspondientes. Tu sistema
psicológico comienza a recibir influencias de los chacras que, a su vez, son activados
por el plano vibratorio del mundo espiritual.
El doctrinador entonces se vuelve receptivo a los espíritus de su sintonización. Estas
emanaciones son filtradas por el sistema cerebral, y el doctrinador asunto su doctrina,
es decir, habla, piensa, escribe, cura, consuela y realiza su tarea mediúmnica.
Este es el significado amplio de doctrina. No es sólo un conjunto de palabras bien
articuladas con buena construcción literaria. Además, no es un simple pensamiento
bien elaborado, que represente ideas precisas. Es, esencialmente, la emisión de
energía positiva, que puede manifestarse ya sea por palabras o por la aplicación de
las manos, por la mirada e incluso por el simple pensamiento dirigido.
Esta realidad del Doctrinador tiene algunas implicaciones que no pueden pasar
desapercibidas:
1) El fenómeno existe y funciona, aunque el adoctrinador no sea consciente de ello;
2º) la emisión fluidico puede ser positiva o negativa, según el campo de sintonía del
doctrinador.

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En estados de rabia, angustia, miedo o ansiedad, la polarización de fuerzas es


esencialmente la de los plexos nerviosos. En este caso, los chacras se cierran y la
persona sufre un cortocircuito, lo que puede tener resultados desastrosos.
La sangre que llega al cerebro está cargada de partículas tóxicas y produce descargas
por todo el organismo. Un medio de Doctrinador ira sin desarrollar es un candidato
natural para la apoplejía, los ataques cardíacos y los derrames cerebrales. Por las
razones antes explicadas, el doctrinador es el médium por excelencia, el intermediario
entre los planos y el responsable del fenómeno mediúmnico. Sin la presencia de su
ectoplasma, es difícil llevar a cabo el proceso, en el que actúa como catalizador.
La manifestación de vuestra Mediunidad se hace a través de vuestra psique normal y
este hecho inspira confianza, debido a la plena responsabilidad en cualquier
circunstancia. El doctrinador no siente escalofríos, pérdida de conciencia o arrebatos
emocionales, comunes en otros médiums. El desconocimiento sobre este tipo de
Mediunidad lleva a considerar al doctrinador como un ser humano que no posee
Mediunidad, actitud que ha privado a muchos de la oportunidad de realización.
Por otro lado, el intento de desarrollar la Mediunidad de un doctrinador nato a través
de los plexos inferiores conduce a complicaciones de consecuencias impredecibles.
La memoria trascendental establece, para el ser humano, el momento de cada etapa
fundamental de su trayectoria. El ejercicio de la Mediunidad tiene un tiempo
determinado para comenzar. Cuando no se observa esta cronología, la Naturaleza
pone en marcha señales de alarma. Estos aumentan en intensidad en la medida en
que no son atendidos. En este punto, es necesario recordar al lector que el ejercicio
de la Mediunidad no se hace sólo en el Espiritismo. Si es así, el mundo estaría habitado
solo por personas desequilibradas. Pero, por otro lado, la mera vida ordinaria, el
mundo de la personalidad transitoria, no satisface las demandas mediúmnicas. Esto
explica, en parte, la eterna búsqueda de la realización religiosa, política o idealista.
El ser humano siempre necesita algo más allá de su simple supervivencia. La
Mediunidad se presenta actualmente como la solución más objetiva. El doctrinador
potencial, cuando se presenta al grupo mediúmnico, demuestra, en general, tener una
vida desequilibrada y estar dominado por la angustia, la incredulidad, la agresividad o
la pasividad excesiva. Físicamente, se queja de dolores de cabeza, trastornos
digestivos y problemas cardíacos. En general, estas molestias cardíacas ya han sido
objeto de atención médica y desalentaron al clínico por la falta de causas definidas.
Se somete entonces al paciente a un trabajo mediúmnico, en el cual hay absorción del
exceso de ectoplasma en el organismo.
La mejora casi instantánea es la mejor prueba de que estamos ante un doctrinador.
Después de esta experiencia, si acepta la idea de trabajar espiritualmente, debe

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someterse al ejercicio de su Mediunidad, comenzando por los procesos físicos. Por


un período mínimo de tres meses, debe trabajar una o dos veces por semana,
adoctrinando espíritus encarnados, administrando pases magnéticos y hablando
con pacientes que buscan tratamiento espiritual.
Por tendencia natural, el doctrinador se interesa por la cultura intelectual. Instruido o
no, siempre absorbe el aspecto intelectual del entorno en el que vive. Su
presentación, por tanto, demostraciones de conocimiento. En su razonamiento
predomina el análisis con tendencias al cerebralismo. En esto revela un cierto bloqueo
a la recepción espiritual. El racionalismo excesivo impide el contacto con lo
trascendente. El alimento del intelecto, en este caso, es sólo horizontal, es decir, se
nutre sólo de ideas elaboradas por otros, remodeladas en un transformismo continuo,
que no crea nada. Es una psique saturada.
Paralelamente a la desasimilación ectoplasmáticas, el médium debe ser sometido a
una cómoda desasimilación intelectual. Por un tiempo debe abstenerse de lecturas,
experimentos e investigaciones más serios; despertará su curiosidad, pero
tranquilizará su mente. Éste, sin el bombardeo de información formal, comenzará a
sintonizar sus antenas con el mundo de los chacras y, más allá, con el mundo
espiritual. Durante este período, solo debe recibir información esencial para la técnica
de la Mediunidad, un fenómeno sutil de la Naturaleza, pero de fácil acceso.
En la vida ordinaria, se puede ver en momentos dramáticos, cuando los
acontecimientos superan el sentido común y el ser humano automáticamente apela
a lo trascendente. La Mediunidad proporciona la Mediunidad a través de llaves,
mantras y rituales en general. En última instancia, es un problema de disponibilidad
de ectoplasma y enfoque de conciencia. Sin duda, el éxito de un Doctrinador depende
de su capacidad para convertirse en médium. Por su propia naturaleza, es impaciente
y todo lo que sucede a su alrededor lo molesta. Tiendes a dar órdenes y organizar las
cosas. Le gusta hablar, pero no escuchar, provocando así reacciones desfavorables a
su actividad. En el estado normal, bajo el dominio de la personalidad, manifiesta su
temperamento, su cultura y sus prejuicios, no siempre agradables.
Sin embargo, al convertirse en médium, se sintoniza con su espíritu, portador de
experiencias milenarias, y con el plano en el que se encuentra.
Tus Guías encuentran acceso a tu psiquis y, a través de ella, llevan sus vibraciones
benéficas al entorno, en el verdadero ejercicio de la Mediunidad. Como hemos visto
hasta aquí, la Mediunidad doctrinal revela las mayores posibilidades del ser humano,
pudiendo, sin temor, atribuirle las grandes conquistas de la Humanidad. Si pensamos
en términos de iluminación intelectual, a través del proceso mediúmnico, llegaremos

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a la conclusión de que la revelación mística está llena de justificaciones, explicaciones


y no es antagónico al proceso científico, y ha sido la base de la evolución humana.
Con esta simple reflexión pondremos a las religiones en el lugar que les corresponde
y saldremos más tranquilos para afrontar nuestro futuro. Cualquier ser humano, por
modesto que sea en su mecanismo intelectual, puede ser portador de una experiencia
trascendente. Basta, para ello, estar dispuesto a servir al prójimo en las normas
evangélicas y conocer las técnicas de la Mediunidad.

EL MEDIUM DE INCORPORACIÓN
Es el médium cuya tónica ectoplasmáticas es mayor en el plexo solar, en la región
umbilical. Este plexo nervioso es la mayor concentración de nervios del cuerpo
humano, una intrincada intersección nerviosa con conexiones por todo el cuerpo.
Pertenece al sistema autónomo, también llamado neurovegetativo, es decir, que hace
funcionar los órganos sin voluntad, sin ser conscientes de ella. Así es como funcionan
la mayoría de los órganos internos, y en parte otros órganos.
El ectoplasma, al activar el plexo solar por encima de la tónica normal, produce toda
una serie de fenómenos, que dan por resultado la llamada incorporación. Tales
fenómenos se oponen a los de la Mediunidad doctrinal. La sangre que circula con
mayor presión en esta región empobrece la irrigación cerebral y, con ello, entorpece
los sentidos principales. El poder del plexo solar se transmite a los plexos vecinos,
proporcionando un amplio espectro de conexión con los chacras.
La emisión fluídicas resultante refleja el proceso nervioso de la región, relativamente
sin relación con el proceso psicológico. La voluntad del médium entra mucho menos
en ella que en la emisión del Adoctrinador. Esto aclara el tema de la incorporación.
Tanto en el Adoctrinador como en el Incorporador, el fenómeno básico es el mismo,
es decir, la presencia de energía ectoplasmáticas y la conexión con los chacras.
La diferencia existe sólo en la exteriorización, en la manifestación del fenómeno.
Si el médium recibe la influencia en la cabeza, actúa a través del proceso psicológico;
si esta influencia tiene lugar en el medio del cuerpo, actúa a través del proceso
fisiológico. A partir de este fenómeno podemos clasificar las mediumnidades con el
relativo aislamiento de cada una. Pero no podemos olvidar que lo que sucede en una
parte del cuerpo automáticamente se refleja en todo el cuerpo.
Si encendemos una lámpara en una habitación de una casa, es muy difícil que las
demás habitaciones queden completamente a oscuras. Al estar más cerca de las
funciones básicas del cuerpo físico, la Mediunidad de incorporación se asimila más
inmediatamente, y por tanto es dominio de un mayor número de personas. Por otro
lado, abarca una amplia gama de manifestaciones, que van desde la simple

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incorporación de espíritus sufrientes hasta las formas más complejas de comunicación


espiritual. Quizás, por el contenido emocional, la incorporación es más frecuente en
médiums femeninos.
El médium Doctrinador, en cambio, se inclina hacia el racionalismo, lo cual es la razón
probable de encontrar un mayor número de Doctrinadores entre los hombres. La
incorporación tiene un significado más horizontal que la doctrina, ya que esta última
se expande en un sentido espacial. Por ello, el desarrollo del médium de incorporación
sigue un esquema diferente al del doctrinador.
Al llegar a la Mediunidad, el Incorporador nato presenta molestias en la parte
inferior del cuerpo, principalmente en el sistema digestivo, riñones, vejiga y otros
órganos energizados por el plexo solar y zonas aledañas. También es muy común
presentar molestias en la columna.
Como consecuencia directa de estas dolencias, sufre de forma crónica dolores de
cabeza, mareos y síntomas similares. Psicológicamente, los síntomas son fobias,
alucinaciones, inseguridad, irritabilidad, emotividad exagerada e incluso histeria. La
primera medida, en su desarrollo, es hacerle sintonizar con su Mentor (Ver 2° punto
del Capítulo II). Es la garantía del equilibrio del médium. Se invita al candidato a
concentrarse, con los ojos cerrados, de pie y respirando profundamente. Aplicando
las manos, desde la cabeza hacia abajo, sin tocarla, el doctrinador magnetiza el
dispositivo. Este trabajo debe ir acompañado de una ligera hipnosis, a través de
palabras repetidas. Se pide al médium que imagine a su Mentor, y se sugiere su
presencia mediante claves específicas.
En la mayoría de los casos, el medio se incorpora al segundo o tercer intento.
Si presenta síntomas de angustia, debe ser sometido a enfermería, en la mesa
mediúmnica, y reincorporado al proceso. Tan pronto como el médium se acostumbre
a incorporar a su Mentor, siempre que lo solicite, y en presencia de un doctrinador,
deberá ser llevado a la mesa y allí incorporar a los enfermos, asistido por los
doctrinadores.

FUNCIONES MEDIUNICAS
Según su tipo básico de manifestación de la Mediunidad de incorporación o
doctrinador, cada médium se inclina hacia una función, según sus posibilidades,
personalidad, cultura y dedicación al trabajo. Hay cosas que solo puede hacer un
doctrinador y otras que son más aptas para un Medium Incorporador.
Otros pueden ser realizados por ambos. Un aspecto importante del trabajo
mediúmnico es que es esencialmente colectivo. Como mínimo, debe ser realizado por
dos medios, uno de doctrina y otro de incorporación. Principalmente, la incorporación

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nunca debe hacerse sin la presencia de un doctrinador, debido a la pérdida parcial de


conciencia del Incorporador.
El doctrinador nunca se incorpora y nunca pierde la conciencia en el trabajo
mediúmnico. Por ello, se inclina por trabajos en los que sea necesario tomar
decisiones, interpretar situaciones y manipular fuerzas mentales.
Las funciones del doctrinador son:
1. Conocer, interpretar y conceptualizar la Doctrina practicada por vuestro grupo
mediúmnico, así como la misión que le ha sido encomendada;
2. Organizar, administrar y desarrollar medios;
3. Abrir y cerrar trabajos;
4. Asistir y controlar todos y cada uno de los trabajos de incorporación;
5. Interpretar las situaciones de los médiums cuando se incorporan. Si usted es el
Mentor o Guía, sírvalos con respeto; si sufre, adoctrinadlo y enviadlo a los planos
espirituales;
6. Ministrar pases de saldos magnéticos a los médiums de incorporación, siempre
que terminen una incorporación; estos pases pueden ser entregados a cualquiera, e
incluso a otro Adoctrinador, al revelar desequilibrio;
7. Controlar, con la mente, cualquier situación anómala de personas o grupos,
manteniendo siempre el equilibrio personal.
El doctrinador, que conoce su potencial mediúmnico, puede controlar un ambiente
sin expresar ningún gesto. El doctrinador debe evitar el desarrollo de otros medios,
aunque tengan potencial. En casos específicos, que justifiquen otros desarrollos,
deberá ceñirse únicamente a las mediumnidades de los plexos y chacras superiores,
como la psicografía (automática y semiautomática), la videncia (con todas las
restricciones que esta Mediunidad plantea), el olfato y el oído.
Sin embargo, siempre que un Doctrinador desarrolle una de estas mediumnidades,
debe ser observado por sus compañeros, ya que estas funciones pueden perjudicar la
precisión de su juicio y su objetividad. En sentido contrario, el médium de
incorporación nunca funciona sin incorporar, es decir, sin pérdida parcial de
conciencia. En estas condiciones tiene dos funciones básicas: la incorporación de
espíritus de Luz, Mentores o Guías, y la incorporación de espíritus que aún no han
llegado a los planos espirituales, es decir, los dolientes.
El Mentor incorpora el medio para el equilibrio, manteniendo su dispositivo en las
mejores condiciones posibles. Las Guías se incorporan para el ejercicio de funciones
específicas. Un Guía encarna cuando el médium es llamado a curar una enfermedad
física; otro viene por una comunicación, otro por un pase de trabajo, etc.
A veces se alternan roles, y otras veces el propio Mentor actúa como Guía.

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Con esta visión, podemos clasificar las funciones del Incorporador:


1. Paso de sofredor
2. Cura de dolencias
3. Comunicaciones
4. Pases
5. Desobsesión
6. Psicografía automática
7. Materialización
También hay dos funciones específicas que deben confiarse únicamente a los
medios de incorporación: el transporte y el desdoblamiento, pudiendo este último
desarrollarse con fonética.

EVANGELIZACIÓN
El Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo es el manual de Vida más completo. En él,
cualquier espíritu en tránsito por la Tierra podrá encontrar todas las condiciones para
el mejor aprovechamiento de su estancia en el planeta. Pero es necesario distinguir
muy claramente el evangelio escrito, es decir, los libros que contienen la Doctrina de
Jesús, escritos por otros, transcritos, copiados, interpretados, desenterrados,
disimulados y traducidos y el evangelio vivo, es decir, la guía de Cristo, que se da a
todos los seres humanos en la Tierra, y que no depende únicamente de la transmisión
a través de los sentidos, sea hablado o escrito.
El Evangelio Viviente es una Luz potencial, que reside, es parte intrínseca del
organismo de todos los espíritus que habitan el Sistema Solar y, quizás, de otros
sistemas. En la conceptualización iniciática, los seres humanos, es decir, los espíritus
encarnados en la Tierra, poseen esta Luz en forma de partícula atómica el átomo
crístico.
El Maestro Jesús tuvo y tiene en sí mismo toda la fuerza crístico. Es, pues, la
emanación de Jesús la que despierta en los seres humanos la Partícula de Cristo.
Esta expande e impregna al ser desde su intimidad hacia el exterior, traduciéndose en
conceptos, actos, actitudes y forma de vida. Para cada cuadrante del Universo, el
estímulo de Jesús actúa de forma dinámica y adecuada y no depende en absoluto de
los textos escritos. De mil maneras, en todos los idiomas y en todos los gestos, el
Mensaje de Jesús habla directamente a lo más profundo del ser humano.
Su lenguaje se escribe en la vida cotidiana, en los seres humanos que rodean a otros
seres humanos, en vivir cada momento. Quizás, es aún más fácil encontrar a una
persona que vive, con intensidad, las enseñanzas de Jesús entre aquellos que nunca
tuvieron la oportunidad de leer un texto del Evangelio, que entre los eruditos.

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Si bien este hecho no invalida todas las prédicas, doctrinas y religiones, es necesario
recordar que todas las que se transmiten a través de los sentidos, están destinadas a
la personalidad, la parte transitoria del ser humano. Pero la personalidad es sólo el
instrumento a través del cual el espíritu realiza un curso, una experiencia.
Las enseñanzas de Jesús no están destinadas sólo a ella, sino al espíritu que habita en
ella. Es importante ver las dos cosas por separado, para que se pueda entender el
fenómeno. El mejor campo para percibirlo es el campo mediúmnico. Cada vez que
practicamos alguna acción fuera de la rutina de nuestra vida, un gesto de generosidad
o una actitud caritativa, automáticamente recordamos a Dios, la religión, la bondad,
la moral, etc. De la misma manera, cada vez que hacemos un gesto negativo, entramos
en un debate íntimo, que incluye justificaciones, miedo, angustia, etc.
Siempre, sin embargo, nuestra elaboración mental está ligada a un aspecto más
trascendente de la vida; sintonizamos con nuestro espíritu. El mismo hecho de que
estemos interesados y busquemos ejercer alguna función mediúmnica ya nos vincula
a este mundo trascendental. En este proceso, nos conectamos con algo, fuera del
circuito de nuestras experiencias, de nuestro marco cotidiano, y percibimos, con
mayor claridad, la imagen de nuestra personalidad contrastando con la imagen de
nuestro espíritu
Desde el momento en que comenzamos nuestra Mediunidad, la Partícula Crística
encuentra acceso en nuestra mente, y sus rayos comienzan a impregnar nuestras
acciones. Así aprehendemos, por un proceso natural, el Evangelio. De ahí fragmentos
de los aprendizajes que hemos tenido en cuanto a religión, cultura religiosa, creencias,
supersticiones, rituales, etc., seguidos de una profunda inspiración espiritual.
Por eso, en condiciones anormales de los acontecimientos, lanzamos
involuntariamente exclamaciones como “¡Dios del Cielo!”, “Madre del Cielo”,
“¡Virgen!”, o bien adoptamos una apariencia reverente y solemne. Y, como estamos
en el umbral del Tercer Milenio, no falta, sea cual sea ya sea nuestro entorno, la
manifestación evangélica, la Palabra del Maestro Jesús, en forma verbal o escrita, para
formalizar nuestro aprendizaje.
Concluimos, por tanto, que la evangelización en la Mediunidad es objetivamente
adecuada a cada grado y estado evolutivo en que se presenta el ser humano para
realizar su misión, su tarea en el planeta.

LA CULTURACION DEL MEDIUM


La palabra cultura tiene dos significados, uno general y otro particular. En general, la
cultura es el aprendizaje que hace una persona en su entorno, en su forma de vivir.

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Es el aprendizaje de un conjunto de ideas específicas, como, por ejemplo, la cultura


física, la cultura filosófica, etc. En ese sentido, existe, pues, una cultura espírita, es
decir, el conjunto de ideas, normas, técnicas y prácticas que rigen el Espiritismo. Esta
cultura, sin embargo, es compleja y variable según el tiempo, el lugar y el grupo. Lo
que más se acerca a una cultura espírita es la obra de Allan Kardex y sus promotores.
La Codificación Kardecista es amplia y atiende perfectamente a las más exigentes
necesidades de aculturación espírita.
Pero, la propia evolución del Espiritismo y la tendencia natural al sectarismo, nos lleva
al concepto de Mediunidad, que es totalmente comprensivo, pues se refiere a las
cosas básicas del ser humano, por lo tanto, libres de todo mandato.
El médium, en el sentido popular, es una figura humana con dotes excepcionales.
El médium, en el concepto de Mediunidad, es un ser humano corriente, es decir, todos
los seres humanos son médiums. Para una aculturación kardecista es necesario, en
general, tener un mínimo de escolaridad, por lo menos saber leer. Es muy difícil
concebir un grupo mediúmnico kardecista sin lectura.
En Umbanda, la transmisión doctrinal es predominantemente oral, formando así una
cultura más individualizada. Ambos, por supuesto, son reflejos de grupos sociales y
obedecen a leyes sociológicas. Como grupos que tienen, lógicamente, cierto
exclusivismo que, en términos doctrinales, significa sectarismo. En el concepto amplio
de Mediunidad, también podemos mencionar los grupos más cerrados, aunque estos
grupos no aceptan como aconsejable la Mediunidad.
El problema viene en cuanto a la cultura intelectual, qué la hace más excluyente, etc.
Hablemos pues en términos de “aculturación mediúmnica”, lo que simplificará mucho
el problema. La Mediunidad siendo algo natural, inherente al ser humano,
lógicamente tiene medios naturales de aprendizaje. De aquí se sigue que la
aculturación mediúmnica es sólo aculturación general, es decir, las cosas de la
Mediunidad son parte de la vida cotidiana, como comer, vestirse, estudiar, etc., cosas
que pueden hacer tanto personas educadas como no educadas.
Aquí es necesario un paréntesis: la experiencia de la humanidad, en términos de
aculturaciones masivas específicas, siempre ha sido desastrosa. Para eso, basta mirar
el calendario de guerras y luchas sociales para hacerse una idea. La oportunidad solo
existe para todos si a cada uno se le da lo que puede absorber y no una cultura
estándar, generalmente mal asimilada.
Dos cosas son fundamentales en el desarrollo del médium: la técnica de la
Mediunidad y el conocimiento sensible de la vida fuera de la materia.

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LAS CORRIENTES
Corriente mediúmnica es el conjunto de espíritus comprometidos en una tarea
específica, una misión común que los identifica. Parte de estos espíritus se sitúan en
las esferas superiores y otros están encarnados. Como conjuntos, se juntan en
falanges, es decir, se sintonizan en grupos de siete espíritus, formando jerarquías,
cuyo número es siempre múltiplo de siete. Cada corriente es conocida en la Tierra por
el tipo de trabajo que realiza a través de los médiums afiliados a ella. Para que haya
afiliación es necesario que el médium se sintonice, es decir, que su sintonía se ajuste
al patrón vibratorio del grupo. La atracción del médium por cierto tipo de corriente se
hace a través de lazos cuyas raíces son anteriores a la presente encarnación.
Cuando estos lazos no existen, el médium difícilmente se ajusta a la obra. No es, por
tanto, el examen objetivo, según criterio humano, lo que determina la fusión.
Todos los grupos son buenos para aquellos que resuenan con ellos. No hay grupos
mejores o peores, solo grupos. Crítica de conjuntos, ya sean doctrinales o religiosos,
o la idea de que uno tiene el verdadero y el otro no, absolutamente no procediendo,
en términos de lo trascendente. La verdad está en el ser humano, en lo más profundo
de su espíritu, lo cual es inexpresable para un grupo dogmático o incluso doctrinario.
Quizás, si hablamos de la verdad en términos de realidad, podemos decir que un
grupo doctrinal, o más bien una doctrina, corresponde, en un momento dado, a las
realidades del grupo humano y se adapta mejor a las necesidades del momento.
Así es como las corrientes tienen sentido. Ejemplifiquemos: En un momento dado de
nuestro tiempo, ciertos espíritus de planos superiores se preocuparon por los caminos
recorridos en los procesos de sanación en la Tierra, en cuanto a la Mediunidad.
Las supersticiones prosperaron más que las hierbas utilizadas en las curas, alejando
cada vez más la medicina científica de las posibilidades mediúmnicas. Con esa
preocupación acudieron a Cristo y le pidieron permiso para arreglar esta situación en
la Tierra. Esta falange estaba compuesta por espíritus, la mayoría de los cuales ya
habían encarnado en Europa, principalmente en Alemania, donde habían ejercido la
medicina. Una vez recibida la autorización, comenzaron a incorporar médiums con
efectos físicos y realizar curas, predominantemente en Brasil.
A partir de ahí empezaron a aparecer curadores como Zé Arigó y otros.
Se formó entonces una cadena, cuya evolución ha sido notable. Desde el
sensacionalismo de las curas, hecho quizás con la idea de llamar la atención, la
Mediunidad curativa va entrando en un marco más armonioso de integración con la
Medicina de la Tierra.

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Esto también explica por qué los espíritus sanadores se presentan como “Doctor
Fritz”, un diminutivo de Francisco en alemán. Problema didáctico sencillo, para
capitalizar el prestigio de los médicos alemanes.
Así, tenemos corrientes especializadas en todas las ramas de la vida en la Tierra:
sanación, Desobsesión, vida intelectual y científica, etc.

CAPÍTULO IV
LA CURA ESPIRITUAL
ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES
La enfermedad es un estado de anormalidad física o mental. La ciencia que se ocupa
de las enfermedades es la Patología. Una rama de la Patología se llama Etiología, o la
ciencia de las causas. La etiología considera el origen de las enfermedades. en agentes
biológicos, profesiones, condiciones insalubres y otros factores desconocidos.
Fuera de la Ciencia, en la observación común, cualquiera puede percibir que los
estados psicológicos también producen enfermedades. A su vez, las alteraciones
psicológicas pueden tener su origen en un hecho consciente, expresado, o en un
hecho inconsciente o subliminal. El inconsciente es el mundo desconocido del ser
humano, el vasto depósito de los misterios de la vida. La ciencia médica o la psiquiatría
aún no están en condiciones de explicar estos misterios.
Mientras esto no suceda, tendremos que aceptar el pragmatismo mediúmnico. Para
la Mediunidad, todas las enfermedades tienen su origen en el plano invisible, en la
dimensión envolvente del plano físico. El espíritu no tiene enfermedades, pero puede
ser portador de ellas. Al reencarnar, trae en su memoria el esquema de otras
encarnaciones y se conecta, a través de cuerpos invisibles, a los déficits energéticos
de su cuota, y trata de compensar. Vista desde esta perspectiva, la enfermedad tiene
un significado educativo, es parte del mecanismo kármico y es coherente con la
posición actual del planeta. La neogenética es una ciencia relativamente nueva, que
estudia los problemas de los genes.
Estos corpúsculos se ubican en el fondo de las células, y determinan las características
del individuo, sus enfermedades, en fin, la vida física de una persona. Una de las cosas
que intriga a los genetistas es el hecho de que una célula, que posee un gen que
provoca una determinada lesión o enfermedad en un organismo, permanece latente
durante muchos años, y sólo se activa en un momento determinado, ¡como un actor,
que sólo entra el escenario en el momento de interpretar su papel! Esto sugiere que
el organismo tiene un horario, un esquema en el que cada cosa sucede en un
momento determinado. Pero, así como el hecho genético puede ser modificado, por
razones del propio organismo o por interferencias externas, también lo es la vida de
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las personas en otros planos. Hay una génesis del cuerpo, una del alma y otra del
espíritu. Pero también existe el libre albedrío. Un espíritu programa una encarnación
en función de su deuda con la Tierra. Para poder saldar esta deuda, necesita emitir
energía, ponerse en una posición de productividad espiritual.
Es necesario que vuestra fuerza se manifieste en el plano de la Tierra y, con ello, otros
espíritus, quizás vuestros propios acreedores, se beneficien de estas fuerzas. Elige,
pues, una vida en la que el dolor anula, en cierta medida, la tónica del alma y del
cuerpo, de modo que la tónica del espíritu se hace evidente. Programa un cuerpo y,
para él, ciertas enfermedades. Para ello se realizan infinidad de combinaciones
imposibles de entender o concebir en nuestra mente humana.
Los genes son manipulados por los padres o quizás por los abuelos. No olvidemos que
el tiempo del plano espiritual no es el mismo que el nuestro. No olvidemos, también,
que los espíritus programan sus encarnaciones según otros espíritus, y que familias
enteras se relacionan entre sí de mutuo acuerdo, mucho antes del encuentro.
Cuando llega el momento propicio, la enfermedad aparece o no según la forma en
que ese espíritu haya vivido hasta ese momento. Incluso encarnado, el espíritu sabe
lo que ha programado. Pero tu alma, tu psique, solo sentidos. El cuerpo no sabe nada:
es sólo el ejecutivo, la base material. La lucha se da en el yo, en el campo consciente,
entre el alma y el espíritu. Un alma buena puede pagar la deuda de energía de un
espíritu sin necesidad de dolor. Pero esto sólo puede ocurrir en un ser humano adulto,
cuando el alma tiene capacidad de decisión.
De esto podemos sacar numerosas conclusiones. Por ejemplo, la enfermedad de un
niño causa más dolor a los padres que al niño. Los adultos son más conscientes del
dolor que los niños. La muerte de un niño de ninguna manera afecta su espíritu, pero
afecta mucho el espíritu de los padres. El ser humano, hasta que llega a ser adulto, no
tiene una vida mediúmnica, así como no tiene autonomía socioeconómica. Puede
deducirse, por tanto, que el aspecto kármico de las enfermedades, si bien tiene un
instrumento en los niños, se refiere más a los adultos. Sólo ellos, por su libre albedrío,
están en condiciones de experimentar el dolor, o de evitar este dolor a través del
trabajo espiritual. El trabajo de Mediunidad, cualquiera que sea su modalidad, en el
ámbito doctrinal o no, puede evitar una enfermedad, en los adultos o en los niños que
dependen de ella. Esto puede ocurrir antes o después de que la enfermedad se
manifieste. Por lo tanto, las enfermedades kármicas son enfermedades programadas.
Pero no sólo existen enfermedades kármicas. Los errores, tanto en el plano físico
como en el psíquico, quizás causen más enfermedades que karma.
Además, la enfermedad puede ser simplemente un correlato del karma de una
persona. Hay innumerables posibilidades de que un ser humano se enferme como

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resultado de otros factores kármicos, como vivir en un área insalubre o trabajar en


condiciones que causan enfermedades. Por lo tanto, hay que distinguir los hechos que
son parte integral de la Naturaleza, en los cuales el factor kármico es natural, siendo
la Tierra un planeta de rectificación de espíritus y los destinos particulares de cada
espíritu. Se concluye que cada caso debe ser examinado por separado, no pudiendo
establecerse generalizaciones sobre las enfermedades. La misma terapia aplicada a
diferentes individuos produce resultados diferentes.

DIAGNÓSTICO MEDIUNICA
La medicina, antes de convertirse en ciencia, fue un culto. Antes de la ciencia de
Hipócrates, estaba el culto de Esculapio. Antes de que hubiera un hospital, estaba el
templo. La patología tiene 2.500 años, el culto al espíritu se pierde en los cálculos del
tiempo. Natural, por tanto, que en el revisionismo actual se busquen nuevas luces
para la ciencia ¿o el arte? para sanar. La Mediunidad es una de esas luces.
Entre los enigmas de la Medicina, el más grande es quizás el del diagnóstico. Y el gran
problema del diagnóstico es la correcta interpretación de las causas. Es difícil, si no
imposible, interpretar correctamente una situación en la que no tenemos todos los
datos del problema. Vimos, en el subapartado anterior, que, además de los orígenes
conceptualizados en Medicina, existen otras fuentes donde se pueden buscar las
causas de las enfermedades. Tales fuentes, sin embargo, son inaccesibles para el
médico convencional, atado por la ortodoxia científica.
Sin embargo, existen numerosos informes de médicos que han localizado la causa de
las alteraciones en ciertos pacientes, de una manera que no tiene ninguna relación
con los métodos habituales. Muchas de estas historias son contadas por médicos de
áreas rurales, que generalmente enfrentan todo tipo de problemas humanos y tienen
menos recursos que los médicos de las ciudades. Aún con los recursos de la Patología
actual, sigue siendo el médico quien hace el diagnóstico, y éste depende más de su
personalidad que de los aparatos que le rodean. A partir de este punto, podemos
señalar las formas en que la Mediunidad puede ayudar al médico.
El primero es la similitud entre el proceso de Mediunidad y una computadora, con su
sistema de memoria. El diagnóstico médico actual juega con dos tipos de
incertidumbres: el estado psicofísico del diagnosticado y la sintomatología de la
persona diagnosticada.
En el primer caso, la experiencia personal del médico toca su campo de conciencia,
según su estado al momento del diagnóstico; en el segundo, el paciente manifiesta
los síntomas, según sus momentos psicofísicos. Esta variación no existe en el individuo
mediático, o mejor dicho, sólo hay dos variables: el individuo está sintonizado en una

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banda horizontal o en una vertical. Está bien o mal asistido, pero distingue fácilmente
entre Las dos cosas. Para que se entienda este proceso, sólo es necesario admitir el
origen de los estímulos, que son del campo físico, psíquico o espiritual.
Solo recordemos que mediumnizarse, es decir, ponerse en estado receptivo a las
emanaciones vibratorias de diferentes campos de fuerza no es privilegio exclusivo de
algunos. Cualquier ser humano puede hacerlo, especialmente el médico.
Una vez percibida la causa fundamental del malestar del paciente, el problema se
reduce a la correcta interpretación de los datos aportados.

TRASTORNOS MEDIUNICOS
El mecanismo de producción, emisión y absorción ectoplasmáticas es tan simple y
natural como el del alimento físico. Hay un metabolismo de los planos físico,
psicológico y espiritual, cada uno influenciando al otro. En todo ser hay un estado
ideal de equilibrio dinámico, en cada momento de su vida.
Es fuera de este óptimo que aparecen las perturbaciones, resultantes de la actividad
celular desfasada. La producción de energía mediúmnica es involuntaria, relacionada
con el torrente sanguíneo y el sistema neurovegetativo. Si esta energía encuentra
medios de explotación, en la relación mediúmnica favorable a la persona, es normal y
sana. Si, por el contrario, no existen medios de drenaje, la acumulación de líquido
magnético provoca una especie de presión sobre los plexos nerviosos, haciéndolos
hipersensibles. Esta sensibilización provoca síntomas de anormalidad en los órganos
de influencia de estos plexos y, a medida que el fenómeno persiste, se transforman en
trastornos físicos. El fenómeno también provoca una cierta descompensación
energética, una pérdida constante de energía vital.
En cierta medida, este cuadro es normal, se manifiesta en molestias menores, a las
que no le damos importancia. Tomamos una pastilla o un remedio casero, y seguimos
cumpliendo con nuestras obligaciones. Sin embargo, llega el día en que estas
molestias se agudizan y tratamos de ver a un médico. Este interviene, a través del
análisis de los síntomas y la visión del cuadro general presentado por el paciente.
En ningún caso los factores aquí mencionados serán considerados por el médico o el
paciente. Naturalmente, a medida que aumentan las molestias, se hace evidente el
daño celular y el paciente entra en las clasificaciones tradicionales de la ecuación
clínica. El problema comienza para el profano en la Mediunidad, ya sea del médico o
del paciente, cuando las intervenciones clínicas, consagradas por la experiencia, no
producen el resultado esperado. Si tenemos en cuenta el problema que representa
para la sociedad la actual oferta de servicios médicos frente a la demanda, sería bueno
que la Medicina pusiera los ojos en este factor.

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La manipulación mediúmnica puede resolver, en cuestión de minutos, ciertos


problemas médicos que, de lo contrario, representarían mucho gasto y sufrimiento.
El problema es combinar las dos visiones: la psico-espiritual y la física, y emplear la
terapia adecuada. En Psiquiatría, esto se vuelve más fácil. Las anomalías psíquicas
ofrecen un mayor campo de observación para los factores mediúmnicas.
Los trastornos mentales se atribuyen a factores generalizados, que son difíciles de
precisar a la hora de realizar un diagnóstico. Tanto en ésta como en la terapia, el clínico
se ve envuelto en las dificultades de definir las causas. La Mediunidad puede paliar
mucho esta situación, porque si la presión mediúmnica tiene la propiedad de alterar
las condiciones orgánicas del ser humano, altera mucho más fácilmente las
condiciones psíquicas.

LICANTROPIA Y CÁNCER
La licantropía es la capacidad del espíritu desencarnado de moldear su cuerpo etérico
de acuerdo con las deformaciones de su mente. Esta palabra deriva de la leyenda
universal del hombre lobo, el hombre que se transforma en lobo. Traumatizado por el
odio, se va deformando y concentrando poco a poco, al punto de tener el tamaño
aproximado de la cabeza de un mono, donde predominan los ojos grandes, y con
brazos y piernas atrofiados pegados al cuerpo.
En la Corriente Indiana del Espacio, estos espíritus se llaman elitrios. En la fijación de
su odio, permanece en los planos invisibles, esperando la oportunidad de vengarse, y
puede permanecer así durante milenios. Cuando llega el momento del reajuste, de
hacer cuentas con el espíritu que lo llevó a esa condición, pasa al plano físico y
comienza a ejercer su acción deletérea. La mayoría de las veces, nace con el espíritu
de alguien que cobrará la deuda. Mientras el recién nacido se va formando como ser
humano, permanece incubado, dormido. Tan pronto como las condiciones físicas de
la víctima son favorables, comienza a absorber las energías vitales.
Cada caso se presenta con sus propias características de la situación en la que se
formó la deuda. Este mecanismo es oscuro y difícil de penetrar. Su se verifica la
presencia, en el trabajo mediúmnico, en casos de enfermedades rebeldes y
tratamientos médicos, principalmente los considerados incurables.
La enfermedad causada por elitrios puede localizarse en cualquier parte del cuerpo.
Además, se puede comprobar la presencia de más de un elitrios en un mismo
paciente. La forma sutil de su acción hace que los síntomas sean imperceptibles al
principio. El elitrios aprieta sus tentáculos y, llegado el momento, comienza la succión.
A partir de ahí, los síntomas son alarmantes, y el paciente es llevado al médico, ya sin
recursos. La adhesión de un elitrios puede ser tanto en términos musculares como en

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centros nerviosos y medulares. Su acción, sin embargo, se siente en todo el


organismo, ya que absorbe las energías sutiles del paciente.
El cáncer, en algunas de sus formas, tiene esta característica. Muchas enfermedades,
consideradas curables por la medicina, no se resuelven cuando el paciente tiene
elitrios. Sólo la Mediunidad puede detectarlos y alcanzarlos. Hablaremos de esto en
el título dedicado a la sanación espiritual.

SANACIÓN MÉDICA Y SANACIÓN ESPIRITUAL


La Organización Mundial de la Salud considera enfermo al ciudadano que presenta
desequilibrio en uno de los tres aspectos: físico, mental o social. La Mediunidad
considera, además de estos tres, el factor trascendental. Para él, el paciente es un ser
reencarnado, es decir, que ya existía antes de nacer, seguirá existiendo después de la
muerte y mantiene una relación continua con las demás dimensiones. Por tanto, la
ausencia de salud puede tener su origen en el cuerpo, en la mente, en las condiciones
sociales y en factores trascendentales. La misión de la Mediunidad es atender
únicamente al factor trascendente, aunque los problemas resultantes se manifiesten
en los planos físico, mental o social, es decir, los disturbios físicos, mentales o sociales
pueden tener su origen en el plano espiritual.
La Medicina está perfectamente equipada para su misión de curar, y sólo corresponde
a la Mediunidad llevar a cabo la enfermería espiritual. El trabajo mediúmnico debe
derivar a los médicos a los pacientes libres de elitrios y presiones ectoplasmáticas.
Pero, para que los dos procesos funcionen en armonía, se hace necesario admitir, en
el concepto médico, la existencia de estos factores invisibles de la enfermedad.
La ciencia médica y la ciencia espiritual se complementan perfectamente.
Debe tenerse claro que la curación de un paciente, cualquiera que sea su enfermedad,
está relacionada con su destino trascendente. Tanto la muerte prematura como la vida
en precaria salud son, a veces, condiciones que el espíritu ha establecido para su
propia evolución. Casos como estos dan motivos de desánimo a los facultativos, pues
se rebelan ante las intervenciones más severas. Son los pacientes los que no quieren
ser curados, subconscientemente. Por cierto, la actividad médica, si se mira sin
distorsiones románticas, es la lucha perenne contra el suicidio.
El ser humano considerado normal, se suicida cada día un poco, en la tontería de la
vida moderna. Sólo la Mediunidad es capaz de sacar a una persona de su miseria
íntima e infundirle la voluntad de vivir. El despertar de los factores trascendentales
explica el mundo y muestra al hombre su posición en él.

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MEDIUMIDAD DE LOS EFECTOS FÍSICOS


Ciertas personas emiten un ectoplasma que tiene la propiedad de intervenir en la
materia física fuera de sus cuerpos. Con este fluido, una persona o un espíritu puede
materializarse o desmaterializarse, cambiar patrones vibratorios o magnéticos,
transportar objetos, producir ruido, etc.
El fenómeno es muy amplio y ha sido estudiado, en la época moderna, desde el siglo
XIX, y se presenta como la base de la comunicación con los espíritus. De hecho, es
mucho más amplio, y la prueba de ello está precisamente en la sanación espiritual,
cuyo fundamento es la desmaterialización. La mayoría de las enfermedades
consideradas incurables son producidas por elitrios.
Estos son espíritus concentrados a tal punto que interfieren con la materia física.
Cuando el paciente con elytrium es sometido al trabajo mediúmnico, el elytrium
recibe la aplicación del fluido de efectos físicos del médium. Este ectoplasma produce
el ensanchamiento de los espacios intermoleculares del elitrios, haciéndolo crecer,
volverse menos sólido y perder su concentración. A través de sucesivas aplicaciones,
alcanza la altura normal de un ser humano. En este punto, es tan ligero y sutil que no
tiene posibilidad de agarre, y luego puede ser referido a su plan.

MEDIUMS CURADORES
En base a lo que hemos comprobado hasta ahora, respecto a enfermedades y
pacientes, la cura no se logra únicamente en la desmaterialización de la elitrios u otros
factores de la enfermedad. Esto incluye verificaciones de antecedentes. aspectos
espirituales del paciente, estado clínico, diagnósticos, tratamientos, hospitalizaciones,
edad, etc. Según la imagen obtenida en contacto con el paciente o con sus
acompañantes, se producirá la eventual curación. Para cada uno de estos aspectos se
utiliza una función mediumnística diferente, y se concluye que todas las
mediumnidades se aplican a la curación.
Sin embargo, si queremos considerar la curación sólo en términos de síntomas
patológicos, el sanador por excelencia es el medio de los efectos físicos. Es necesario
considerar, sin embargo, que el ectoplasma de efectos físicos no es exclusivo de un
solo tipo de médium, es decir, no hay médium cuya función mediúmnica sea
únicamente la de efectos físicos. Cualquier médium puede tener este fluido, aunque
no todos los médiums lo tienen. Podríamos, entonces, caracterizar al médium sanador
como aquel que se dedica a esta misión, en concreto, y es portador del fluido
necesario. El desapego de esta realidad conduce a supersticiones y conceptos que
perjudican más que ayudan a la Humanidad, que está tan desprovista de un medio
saludable.

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CIRUGÍA INVISIBLE
La Mediunidad o sanación espiritual se realiza exclusivamente a través del cuerpo sutil
del paciente. Por lo tanto, no hay necesidad de ningún contacto físico entre los
médiums curativos y el paciente. No es el médium quien hace la curación, sino los
espíritus quienes la hacen, a través del médium. Para mayor facilidad, para que haya
ambiente, concentración de fuerzas mediúmnicas y ayuda psicológica, es mejor que
el enfermo esté cerca de los médiums que lo van a curar. Pero no es absolutamente
necesario que el médium toque al paciente o realice algún acto físico.
Una sanación mediúmnica puede tener lugar a cualquier distancia física entre los
médiums y el paciente, dependiendo del tipo de corriente mediúmnica practicada.
El sentido profundo de este hecho es que toda imitación de los procesos de la
Medicina, en la curación mediúmnica, es fraude o desconocimiento de la realidad.
Cuando esto sucede es porque los espíritus que están interviniendo en la enfermedad
del paciente son espíritus de la Tierra y no espíritus del Cielo. espíritus de la tierra son
de personas que murieron, pero que aún no han llegado a los planos superiores,
estando, por lo tanto, pegados a la pista kármica y reencarnatorio.
Su criterio se ve perjudicado por el simple hecho de vivir en un plano intermedio, en
una zona de conceptos indefinidos. espíritus del cielo son redimidos del karma, son
llamados espíritus de luz, cuya posición es clara y definida en la Organización Crística,
en los criterios trascendentales. Hay, por tanto, dos formas claras de afrontar el
problema de un paciente: la de la ciencia médica, basada en la razón y el sentido
común, utilizando la inteligencia humana respaldada por hechos sensoriales, y la de
la ciencia espiritual, tomando en consideración el hecho trascendental, el más amplio
destino del ser humano que quiere ser curado.
En el primer caso, la única autoridad es el médico, el profesional de la curación,
responsable de la salud humana. En el segundo caso, la autoridad es el Espíritu
Superior, que preside a los médiums que eventualmente intervendrán en un caso de
curación. Los espíritus del plano invisible de la Tierra, por buenas que sean sus
cualidades o sus intenciones, no tienen capacidad de juicio, ni autoridad para
interferir en un destino humano, por la sencilla razón de que aún no han definido su
propio destino. Esta posición es bastante clara, y una operación sólo aparece en el
plano material, sensorial, con olor a éter, mamadas, vendajes, incisiones, escalpelos,
esparadrapos, sangre, tumores en vasos, etc., por razones humanas de un supuesto
origen espiritual. Los espíritus superiores no necesitan en absoluto de esta
parafernalia para efectuar una cura, cuando conviene al destino trascendente del
paciente. Además, no gastan energía en actos físicos, para lo cual existen seres
preparados y entrenados médicos. Estos ejercen una profesión de las más nobles y

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respetadas en el plano espiritual, tanto es así que todo médico recibe protección
espiritual, cualquiera que sea su posición doctrinal.

LA MEDICINA Y MEDIUMISMO
El objetivo principal de la Medicina es preservar la vida humana en la Tierra.
El propósito principal de la Mediunidad es preservar el destino de un espíritu en
tránsito encarnatorio, en la Tierra. La medicina se ocupa del destino transitorio de una
encarnación del cuerpo físico que un espíritu está utilizando para su programa actual.
La Mediunidad se ocupa de la conservación del cuerpo físico, según los fines del
espíritu que lo utiliza. Ambas ciencias tienen su razón de ser y propósitos bien
definidos. Uno trata del plano psicofísico y el otro del plano espiritual.
Los medicamentos se usan para el cuerpo, y son problemas de Química y Fisiología.
Un espíritu que prescribe medicina es lo mismo que un médico que quiere reelaborar
un karma. Un espíritu que hace un diagnóstico clínico es lo mismo que un médico que
quiere definir la posición de un espíritu. Si el paciente necesita un diagnóstico, acude
al médico, y su Mentor, junto con el Mentor del médico, inspira la imagen correcta en
el médico. Si el diagnóstico no es seguro, probablemente será porque el espíritu de
ese paciente no quiere que se cure.
Este tema no se puede generalizar, por la sencilla razón de que cada ser humano tiene
un problema único y original. No olvidemos, sin embargo, que todos los seres
humanos son objetos de la misericordia divina.

LAS ENFERMEDADES DEL FUTURO


En el Universo en expansión, la Tierra sufre periódicamente transformaciones
imposibles de predecir y registrar por el proceso científico. Tales procesos se
manifiestan en términos de ciclos, que son imperceptibles al principio y más sensibles
al final. Tomando como base ciclos de dos mil años, definidos en términos
astronómicos, se pueden registrar cambios biofísicos palpables.
Sin embargo, el fenómeno no se traduce solo en términos geológicos, sino también
en una ecología más amplia. Por ejemplo, los viajes espaciales para artefactos,
tripulados o no, tendrán que traer alguna modificación a la Tierra, ya que solo una
parte de los fenómenos involucrados son predecibles y conocidos. Por otro lado,
¿cuántos fenómenos psicológicos, sociales o económicos han producido estos viajes?
El tema es aparentemente vago, ya que no existe una autoconciencia colectiva y es,
quizás, objeto de cuidados secretos por parte de los científicos.

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Por ahora, lo que existe en público son las profecías, antiguas y nuevas, del mundo
espiritual. Estas profecías auguran cambios en la intimidad biológica y, entre ellos,
nuevas enfermedades que se manifestarán en los próximos diez o veinte años.
La única razón para registrar este hecho en este manual es que el principio de estas
enfermedades es precisamente el aumento en profundidad y extensión del fenómeno
Elitriano. Sería, entonces, una buena idea que la Ciencia comenzara a poner sus ojos
en el fenómeno mediúmnico, única forma en que podría registrar hechos ajenos a la
lógica científica. Así, quizás, posibilitaría la formación de técnicos que enfrentarían el
problema de salud, cuando saliera de la lógica actual.

CAPÍTULO V
LAS OBSESIONES
EL FENÓMENO
Se dice que una persona está obsesionada cuando tiene una idea fija, ama u odia a
alguien o algo sin control, y se siente acosada por esa idea, persona o cosa. Esto, en el
lenguaje común, es una obsesión, un defecto de personalidad, una anormalidad de
comportamiento. Caracterizados, en el individuo, en forma de adicciones, hábitos
extraños, marginación social, revueltas, etc., son el resultado del conflicto natural del
rango vibratorio psicofísico, y, en cierta medida, es parte de la vida normal.
Cuando se registra en el ámbito de la Mediunidad, el fenómeno adquiere otra
dimensión, primero por la admisión, por parte del paciente, de la existencia de hechos
extraños en su vida y, segundo, porque el diagnóstico engloba los factores
trascendentales de la anormalidad. La Mediunidad siempre sitúa el problema en
función de la presencia de espíritus, y la mayor o menor influencia sobre el fenómeno
obsesivo. Sin embargo, se considera obsesión sólo cuando el individuo pierde la
libertad, total o parcial, frente a otro espíritu. Sin embargo, para comprender el
fenómeno en toda su extensión, es necesario tener presente el proceso de
reencarnación. El espíritu, al encarnar, ocupa un cuerpo sujeto a leyes físicas.
En este cuerpo actúan todas las leyes naturales, la química mineral, vegetal y del
carbono. Este, a su vez, es comandado por el alma, la cual obedece a las leyes
psicosociales que rigen el medio donde vive. El espíritu se rige por leyes de otra
dimensión, de un aspecto trascendente. Al encarnar, se subordina a las leyes que rigen
el organismo que ocupa, y así busca obtener un fin determinado. Este objetivo es
enteramente privado, así como el organismo ocupado es enteramente tuyo, tu
elección. Tenemos así una cierta dualidad, el cuerpo y la psique comprometidos con
su entorno, y el espíritu con sus obligaciones trascendentales.

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La lucha entre ambos, personalidad y espíritu, cada uno buscando satisfacer las
demandas de su entorno, forma la eterna dualidad que se reproduce en todos los
hombres. La personalidad repugna a cualquier injerencia y, para eso, tiene su propio
mecanismo de defensa. el espíritu.
Para cumplir compromisos anteriores, conecta y permite que otros espíritus
interfieran en la vida de la persona. Para el espíritu, el cuerpo sólo tiene una utilidad
transitoria: el tiempo necesario para alcanzar los fines que se propone. Es sólo un
medio, un vehículo. El cuerpo puede desintegrarse y eventualmente desaparecerá.
El espíritu permanece, en este u otros planos. Esta conexión y subordinación a leyes
más amplias es lo que explica el mecanismo de la obsesión. Por su carácter negativo,
es el reflejo de luchas entre espíritus, cuyo escenario es el plano físico. No es, por
tanto, un fenómeno exclusivo de los encarnados, sino que lo es, principalmente, de
los espíritus. Desde esta amplia perspectiva, la obsesión es un fenómeno propio de la
vida en este planeta, donde el espíritu encuentra condiciones para equiparar sus
problemas, creados por él, en diferentes épocas, en diferentes encarnaciones.
La personalidad, regida por leyes relativamente estables, busca la tranquilidad, la
satisfacción de sus necesidades básicas y el mejor aprovechamiento del medio
ambiente. El espíritu, regido por leyes más dinámicas, con otro concepto del tiempo,
busca el conflicto, el ajuste de cuentas y el cobro o pago de sus deudas. La conexión
de un espíritu con otro, cualquiera que sea su naturaleza, produce alteraciones en el
medio psicofísico, en la forma de actuar de la personalidad. Cuando estas conexiones
son de carácter negativo, se producen las obsesiones.
La interferencia puede ser de orden intelectual, en el plano de la mente física, en el
sistema nervioso activo, o puede ser de orden físico, en el sistema vegetativo. caso
de enfermedades licantrópicas. Existen, por tanto, más obsesiones de las que se suele
considerar como tales, ya que este fenómeno sólo se advierte cuando se manifiesta
en forma de convulsiones, manifestaciones de locura o acciones delictivas.

OBSESIÓN POR DESENCARNAR


Es la obsesión más común. El espíritu encarna, y tiene programada una serie de
reajustes con otros espíritus desencarnados. La mayoría de estos reajustes se realizan
en la vida cotidiana del individuo, en las mil y una formas que brinda la vida cotidiana.
Los espíritus recolectores se acercan al área invisible de la persona y provocan
situaciones embarazosas. Con eso provocan dolor, y esto libera las energías de las que
se creen acreedores. Satisfechos y vindicados, se marchan.
Tales son nuestras molestias y desastres diarios. Siempre hay alguien que se
aprovecha de nuestra amargura y se deshace de nuestro espíritu. Esta energía sutil,

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de la que son ávidos los espíritus, se produce de dos formas básicas: por el dolor o por
el trabajo espiritual, considerando trabajo espiritual cristianos La forma más lucrativa
de trabajo espiritual es la Mediunidad. La obsesión comienza a existir cuando las
condiciones de carga están desequilibradas. O el espíritu cargado no tiene un dolor lo
suficientemente intenso como para satisfacer al cobrador vengativo, o no tiene otra
forma de producir la energía necesaria para satisfacerlo.
En este caso, el obsesor se apodera de la personalidad, en la medida en que logra
romper su resistencia, y la persona se desequilibra. Este fenómeno puede durar desde
unos pocos minutos hasta toda la vida.
Hasta cierto punto de su duración, es posible la intervención, en el mecanismo de la
Ley del Perdón y del Amor Crístico. Una vez superado este punto, el individuo se
convierte en un esquizofrénico o en un loco total, y acaba desencarnando en estas
condiciones.
Lo que sucede a continuación está más allá del control humano. Es importante saber
que ajustar una situación obsesiva no se trata solo de eliminar al obsesor. Una
intervención inadecuada solo traslada el problema a situaciones futuras,
probablemente peores. Es necesario dar, al obsesionado, condiciones de pago de sus
deudas y procurar, con ello, la liberación tanto del obsesionado como del obsesor.
toda actitud humana conforme a los principios

OBSESIÓN POR LAS FALANGES


Las falanges son agrupaciones de espíritus afines, generalmente siete o múltiplos en
número. Todos los espíritus pertenecen a alguna falange. Al igual que en los grupos
sociales, la formación de una falange puede darse por un motivo único y transitorio,
así como por motivos más duraderos y trascendentes.
La obsesión por una falange ocurre cuando estos espíritus exigen algo que les fue
hecho colectivamente por un solo individuo. Naturalmente, las energías requeridas
para este tipo de carga son mucho más altas. La persona obsesionada por una falange
es generalmente, mientras dura el acoso, una anormalidad psicofísica. Puede ocurrir
que el obsesionado produzca, en su actividad humana normal, más energía que un
individuo corriente.
Para que esta obsesión sea caracterizada es necesario que el obsesionado tenga
poderes energéticos o sociales que, de alguna manera, sirvan a los intereses de la
falange. Aun así, el problema parece similar, tanto en la obsesión de una personalidad
activa en la vida social, como en la de un ser humano corriente, sin expresión. Pero,
es necesario no dejarse engañar por las apariencias.

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Un pobre alcohólico, que deambula por las calles, obsesionado por una falange en
busca del pesado animal magnético, presenta a menudo un cuadro de reajustes
similar al de un político o científico, bien situado en la vida social, que atiende
obsesivamente a los ánimos elevados.

OBSESIÓN LICANTRÓPICA
Es, típicamente, la presencia de elitrios, espíritus condensados en el odio, ya descritos
en el capítulo de las curas espirituales. Generalmente, el elytrium ya viene en el
equipaje del espíritu cuando encarna. Un espíritu tarda mucho en convertirse en un
elytrium. Sólo algo terrible, en términos de crueldad humana, puede provocar esta
situación. El espíritu desencarna bajo tortura física o moral, y su odio se concentra en
una o más personas que causaron su desgracia.
Una vez en el plano invisible, sin el alimento relacional que podría hacerle olvidar,
deforma su cuerpo etérico, en un proceso inverso al del feto humano. Todo espíritu,
cuando desencarna, lleva consigo su alma y la recubre con un cuerpo nuevo, en el
plano invisible. Al principio, este cuerpo es similar al que queda en el plano físico.
Tiene las mismas características, los mismos hábitos, viste la misma ropa, las mismas
gafas, etc. Este cuerpo y estos hábitos cambian, después del desencarnamiento, según
las direcciones que toma el espíritu, con la síntesis mental que forma la existencia que
acaba de dejar. Si esta síntesis es el odio caracterizado en una agrupación de hechos,
se convierte en elitrios. Una vez alcanzada esta condición, permanece hibernando
hasta que llega el momento de retomar su camino.
Esto podría durar años, siglos o milenios, dicho en términos terrestres. Tan pronto
como el espíritu ofensor alcanza un grado de evolución suficiente, a veces a través de
varias encarnaciones, para poder resistir la carga, programa la encarnación en la que
pagará la deuda a los elitrios que ayudó a formar. El espíritu generalmente encarna en
el vientre materno, cuando el cuerpo engendrado llega al tercer mes.
En ese momento, se coloca en este cuerpo y se convierte en un ser humano que
nacerá, probablemente, en seis meses. Junto a este espíritu, los responsables de esta
encarnación también sitúan a los elitrios. La posición de estos espíritus, en relación al
organismo que se está formando, obedece a razones ajenas a nuestro conocimiento.
En general, sabemos que, como futuro enfermedad, se disponen a causar al paciente
dolores similares a los que les fueron causados al principio del drama.
El proceso de descongelación de elytrium se lleva a cabo de acuerdo con las etapas
de crecimiento del ser cargado. Pueden causar daño congénito o permanecer latentes
y aparecer repentinamente en la vejez. Cada caso es un caso concreto y apenas
aparecen dos casos idénticos. Cualquier enfermedad puede tener su origen en un

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elitrios, pero no todas son causadas por ellos. El de mayor incidencia, con este origen,
es el cáncer, en alguna de sus modalidades. Por ello, existen enfermedades que son
curables en unos individuos e incurables en otros. Y por eso, individuos con la misma
enfermedad, unos se curan en la Mediunidad, y otros no.
La cura de la Mediunidad es posible cuando se trata de obsesión, es decir, enfermedad
causada por una deuda espiritual y el paciente presenta condiciones que permiten
arreglos en la contabilidad sideral. El individuo puede tener uno o más elitrios, y
ciertos elitrios pueden afectar a más de una persona íntima, como marido y mujer,
madre e hijo, etc.

OBSESIÓN EPILÉTICA
La epilepsia puede tener su origen en uno o más elitrios, así como en otras causas. Es
obsesivo cuando existe la presencia de Elitrios junto al cerebro del paciente. En este
caso, los síntomas están más localizados en los órganos, por lo tanto, que entran en
convulsión; eventualmente es posible determinar la región del cerebro que está
siendo afectada (pequeño mal). Hay, sin embargo, otras causas espirituales que
producen la epilepsia. Un espíritu, en deuda con muchos otros espíritus, no podría
sobrevivir en la Tierra si todos lo exigieran en su obsesión común.
Los Mentores los mantienen en sus mundos invisibles, y el deudor encarnado recibe
el cargo indirecto. Se establece entonces un vínculo vibratorio entre estos espíritus y
el deudor encarnado, parcialmente diluido por la distancia. La onda vibratoria es
detectada por el cerebro del paciente. La intensidad de cada onda es diferente y
actúan sobre las células cerebrales. produciendo la convulsión y otros síntomas típicos
de la epilepsia. En esta relación compleja y variable, cada paciente tiene condiciones
diferentes. Los factores comunes de la epilepsia son las fases típicas, los estadios de
la enfermedad y la tendencia de los ataques en momentos más o menos
determinados. A La ionización de los rayos solares interfiere con las comunicaciones
entre planos, en un proceso similar al que afecta a las ondas hertzianas.
Además, en este caso, el desarrollo de la Mediunidad puede ayudar al paciente a
reducir o minimizar las crisis, si se combina este trabajo con la medicación adecuada.
Debe tenerse en cuenta que el epiléptico puede tener, al mismo tiempo, obsesiones
comunes y otros síntomas de Mediunidad angustiosa. Un epiléptico que logra
condiciones mediúmnicas equilibradas puede vivir plenamente y realizarse como
cualquier otra persona. Los factores de influencia social establecen un ritmo de
producción mental constante que refuerza los mecanismos de defensa. La literatura
nos da noticias de genios epilépticos, que contribuyeron mucho al progreso humano.

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OBSESIÓN POSESIVA
La obsesión posesiva o posesión se diferencia de la obsesión por la forma en que se
produce el fenómeno. En la obsesión, el espíritu se conecta al individuo por afinidad
vibratoria, utilizando los plexos nerviosos como puntos de contacto.
En posesión, el ser obsesionante despliega una parte de sí mismo y penetra la mitad
del cuerpo del paciente. Debido a esta forma de acoso, la posesión ocurre mucho
entre los vivos. Una persona ama u odia a otra, atribuyéndole continuamente las
razones de su sufrimiento o la culpa de los males que le suceden. Como resultado,
permanece en un estado casi continuo de depresión psíquica, estado que establece
las condiciones de un trance mediúmnico sonámbulo.
Su ectoplasma se desprende del cuerpo y, cargado de sentimientos, dolor e
incomodidad, se convierte casi en un ser separado, una pequeña alma que se mueve.
Este semi ser penetra en el objeto de su desgracia y ocupa, por razones oscuras, la
mitad del cuerpo del sujeto objetivo, casi siempre el lado izquierdo.
El ectoplasma así constituido invade la médula de la pierna y el brazo, y se irradia por
todo el cuerpo. El primer síntoma de posesión es la sensación de malestar físico y
dolor indefinido en la pierna. El cuerpo pierde el control y los sentimientos depresivos
se alternan con actitudes de reacción. A medida que la posesión se afianza, el paciente
comienza a sentir las mismas sensaciones que el poseedor. Siente culpa, se arrepiente,
se rebela y comienza a odiar las cosas de su propio mundo.
Asimila el estado psíquico del poseedor. La intensidad de la posesión varía según el
estado del poseedor y tiende a aumentar durante la noche, cuando ambos están
dormidos. el cuerpo ectoplasmáticas dentro y fuera, produciendo estados alternos de
depresión y normalidad en el paciente. El mayor problema que presenta el fenómeno
de la posesión es su verificación. Existe cierta dificultad para distinguir los estados
depresivos comunes de otros que son posesivos. El síntoma más característico es el
malestar físico en un solo lado del cuerpo. Además, no existen métodos seguros para
retirar la posesión dentro del ámbito de la Mediunidad. Neutralizar una posesión
requiere el uso de las fuerzas más sutiles de la alta magia.
Esto equivale a decir que, para quitar la posesión, es necesaria una actitud crística
elevada, un estado de amor, perdón y humildad. Quizás, por esta misma razón, la
posesión es más común en personas de alta posición moral y religiosa. Cualquier
brecha en su actitud brinda oportunidades a sus enemigos. La posesión por espíritus
se realiza mediante un proceso similar, comenzando por espíritus recién
desencarnados o muy saturados de fluido magnético animal. La mejor solución a un
problema de posesión es contar con la ayuda de un Espíritu Guía, encarnado en un
medio bien desarrollado.

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Mestre Heberto Soto Mendoza
El Umbral del Tercer Milenio Mario Sassi

OBSESIÓN DEL PROPIO ESPÍRITU


Es una forma obsesiva en la que el agente obsesivo es el propio espíritu del paciente.
Dominado por marcos del pasado e influencias de otros espíritus, se establece una
disociación extrema entre la personalidad actual y el espíritu de la persona,
produciéndose una angustia constante.
Este tipo de obsesión es más común en personas intelectualmente aculturadas que se
adaptan a una línea de pensamiento unilateral. Su espíritu está afiliado a una corriente
de ideas del plano invisible, y esta tónica dominante contrasta, cotidianamente, con
las ideas con las que la propia personalidad entra en contacto. La fuente de tu espíritu
es única, mientras que las fuentes de la personalidad varían, formando un contraste
extremo y obstinado.
El espíritu de este tipo de obsesionado puede estar bajo el control de una revuelta
contra la sociedad, o contra una persona, o grupo de personas, a quienes atribuye las
causas de sus males. Esta condición, cuando alcanza el umbral de la esquizofrenia,
provoca crisis violentas y convulsiones en el paciente.
Se revela al Doctrinador a través de un detalle muy importante: durante una crisis,
pronunciar el nombre del paciente, aumenta. En un estado obsesionado por otro
espíritu, el mismo proceso vuelve a la normalidad.

OBSESIÓN RELIGIOSA
Es la esclavitud espiritual, en sus diversas formas de expresión, la prueba más
contundente del antropomorfismo aplicado a las cosas del espíritu.
Dios hecho a imagen y semejanza del hombre. Son los conceptos del Bien y del Mal,
bueno y malo, positivo y negativo, propios de la Tierra, con un forzado respaldo del
Dios Universal, el Inconcebible. Este tipo de obsesión se origina, en general, en la
educación religiosa divorciada de la educación común, por las cosas de la vida.
El fenómeno es tan antiguo como la Humanidad, pero más notable en el ciclo actual,
y formó una poderosa falange de espíritus desencarnados, que habitan una región del
plano etérico de la Tierra, conocida, en los círculos iniciáticos, como el Valle de las
Sombras. Todos los días, espíritus de personas que desencarnan sin haber entendido
el Sistema Crístico afluyen a este poderoso ejército.
La mayoría de ellos son científicos, intelectuales, líderes religiosos y políticos, que
nunca aceptaron las leyes del perdón, el amor y la humildad. Su principal argumento
es hablar en nombre de Dios, sin embargo, no aceptan, bajo ninguna circunstancia, la
palabra Cristo. Son los maestros de la dialéctica del conocimiento y actúan,
sutilmente, en la mente cerrada de los dictados del propio espíritu del paciente.

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La persona que cae bajo el dominio de estos espíritus es intransigente e


inquebrantable en su posición religiosa, cualquiera que sea, y llega al fanatismo
extremo. El mismo fenómeno le puede ocurrir a una persona en estas condiciones,
que sea antirreligiosa o que abrace un credo político o científico. Cualquier conjunto
de ideas puede servir a un obsesionado de este tipo. Cuando llega a la esquizofrenia,
repite monótonamente las ideas y frases estereotipadas de su religión o credo.

OBSESIÓN ALCOHÓLICA
Es, típicamente, la obsesión que podría llamarse una obsesión química.
El ectoplasma natural del alcohólico se impregna con los residuos extremadamente
volátiles del alcohol y, con ello, establece un contacto regular con el mundo invisible
que lo rodea. Al mismo tiempo, la agresión repetida que sufren las células cerebrales
amortigua sus reacciones, y el alcohólico pierde gradualmente la conciencia del
mundo psicofísico, en términos de normalidad de percepción.
Es una condición mediúmnica constante y angustiosa. Los espíritus desencarnados
que naturalmente viven alrededor de los seres humanos encuentran en el ectoplasma
del alcohólico un alimento fácil y accesible. En la medida de las afinidades que
establecen con el paciente, se adueñan de su voluntad y acaban convirtiéndose en
obsesores. Como puedes ver, la iniciativa pertenece al individuo, y no al espíritu
desencarnado. Es una obsesión que se origina en la educación, los hábitos sociales y
los traumas psíquicos. El mismo fenómeno ocurre con otras drogas, y su
generalización se debe a los fugaces momentos de placer que proporcionan.
La activación de los sentidos más allá de lo normal, que proporciona la embriaguez,
es similar a la percepción mediúmnica, sin embargo, no tiene nada de igual.
La excitación sensorial nunca debe confundirse con la sensibilidad espiritual.

LA DESOBSESIÓN
La Desobsesión es el trabajo fundamental de la Mediunidad. Entendida en su sentido
amplio, la obsesión es una condición generalizada en la que se encuentra el ser
humano en el presente ciclo del planeta. La mayoría de las personas están
influenciadas por los espíritus de una u otra forma obsesiva.
En el sentido común de la palabra, solo se reconoce cuando el paciente muestra signos
visibles de anormalidad, como convulsiones, ataques de agresión o postraciones
repentinas. Como resultado, existen dos terapias aplicables: una de emergencia y otra
de largo plazo. Para que no haya desengaños, tanto para los rescatistas como para las
personas que buscan la Mediunidad en una crisis, es necesario ser cautos al revisar al
paciente.

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Si ya ha entrado en el cuadro clínico de esquizofrenia o de locura, habiendo recibido


choques químicos o medicación psicotrópica prolongada y profunda, entonces la
Mediunidad ya no le sirve de nada. Hacer un trabajo mediúmnico para un paciente en
estas condiciones es arriesgar a los médiums, cansarlos inútilmente y no obtener
resultados. La terapia mediúmnica es la restauración del equilibrio de la persona.
Si no tiene las condiciones básicas de recuperación, si su sistema nervioso ya está
dañado, el vehículo físico no está en condiciones de restauración; en ese caso, el
problema ya ha superado el rango puramente mediúmnico. Sin duda, la misericordia
divina siempre puede ayudar a una persona en estas condiciones.
A veces, la medicación adecuada, combinada con la intervención mediúmnica,
produce extraordinarios fenómenos de recuperación. La base de la Desobsesión es la
Doctrina, mientras que la simple persuasión no se entienda por doctrina. Aunque las
palabras se utilizan en casi todas las etapas de la Desobsesión, sólo se vuelven
inteligibles, tanto para el obsesionado como para el obsesor, si están en condiciones
de comprender, racionalizar las cosas.
Esto significa que ambos han evolucionado hasta el punto de liberarse mutuamente.
La función principal de la palabra, en la Mediunidad, es la de servir de conductora del
fluido, del ectoplasma.

CAPÍTULO VI
LA PRÁCTICA DEL MEDIUMISMO
INFRAESTRUCTURA CRISTIANA
“Donde dos o más personas están reunidas en mi nombre, yo estoy entre ellos en
espíritu y en verdad” (Mateo, 18/20) Esta promesa del Maestro Jesús, repetida antes
de cualquier trabajo mediúmnico, es la mejor manera de garantizarle la asistencia de
los espíritus superiores. Esta frase evangélica puede repetirse en todos los rincones
del globo terráqueo, en cualquier idioma, ya que difícilmente se puede desvirtuar su
significado.
El Maestro Jesús representa, en el actual Ciclo de Piscis, al Cristo activo, la
manifestación sensible de Dios a los seres humanos. Importa poco si la presentación
se hace en términos de budismo, hinduismo, catolicismo u otras formas religiosas.
La presencia Crística se evidencia a través de factores comunes e inconfundibles a
todo espíritu encarnado en la Tierra o, en otras condiciones, en su entorno. Toda
religión, doctrina, iniciación, ciencia oculta, conocida o no por la humanidad actual,
esotérica o exotérica, será caracterizada como Crístico si la actitud fundamental que
sugieres se puede resumir en tres palabras: Amor, Humildad y Tolerancia.

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Para comprender cabalmente este hecho, conviene señalar que la presencia de Cristo
no se manifiesta sólo en términos de doctrina verbalizada o escrita, sino en la
determinación de una actitud básica de comportamiento global, que involucra todos
los aspectos del vivir humano.
El Maestro Jesús fue el ejecutor de un plan sistemático, que implicó toda una etapa
evolutiva de la Humanidad, comprendiendo un período de dos mil años. Este sistema
abarca todos los aspectos concebibles del ser humano, y está destinado a brindar
esencialmente a todos los espíritus la oportunidad evolutiva más completa.
El Ciclo de Piscis es del karma, y su símbolo máximo es la estrella de seis puntas, dos
triángulos equiláteros superpuestos en posición inversa, que representan la evolución
y la involución. Karma significa el pago de deudas anteriores, liquidación de deudas.
Por tanto, la figura de Jesús aparece como el Redentor, el Salvador, el amigo que ayuda
a pagar nuestras deudas. Con esta premisa, el sistema se presenta como algo
intermedio entre dos situaciones. Este es el hecho básico de la Mediunidad: el ser
humano colocado en la posición de intermediario entre las fuerzas superiores y
quienes lo rodean (amor al prójimo), sometiéndose a las determinaciones del mundo
espiritual (humildad ante Dios) y aceptando los dictados de tu posición kármica
(tolerancia). Se concluye que la base de la Mediunidad es la manipulación del
fenómeno mediúmnico en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

LA MOTIVACION
La motivación más sana para que un grupo de personas se reúna en la práctica de la
Mediunidad es la honesta admisión de la existencia del fenómeno. La vida humana es
la constante equiparación de problemas físicos, psicológicos y espirituales, en la
medida en que se hace evidente que los problemas espirituales no son,
necesariamente, problemas religiosos.
Esta sutil distinción entre las preocupaciones del espíritu y el hecho puramente
psicológico de pertenecer o no a una religión debe buscarse en términos individuales.
La religión es un modelo de comportamiento, y el hecho de que un individuo no
encaje en un determinado patrón no es un problema espiritual, sino sólo social,
psicológico. Las religiones representan tiempos, latitudes y longitudes, de mayor o
menor extensión y profundidad, variando así en el tiempo y el espacio.
Los seres humanos son básicamente siempre los mismos. Las inquietudes espirituales
son los estímulos desconocidos de la personalidad, los hechos extraños a lo previsible
de cada uno, las angustias desconocidas, los sueños secretos, los dolores
inconsolables, las sensaciones de abandono, cosas que sólo el individuo puede saber
de sí mismo. Cuando llega el momento en que estas cosas se vuelven apremiantes, al

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punto de alterar el comportamiento físico o psíquico, el individuo está listo para la


Mediunidad. Sin duda, existen otras motivaciones para incorporarse a un grupo
mediúmnico o buscar organizar otro. Pero la persona solo se queda o el grupo tiene
éxito cuando los motivos son fuertes. La investigación o la curiosidad no es suficiente
ya que es puramente psicológica. Además, las pruebas o exámenes no sirven de nada,
porque siempre son externos al individuo. Para que una persona busque la
Mediunidad, o piense en organizar un grupo mediúmnico, debe haber sentido el
fenómeno en sí mismo, admitirlo a través de su propia experiencia individual.
¿Y quién, en este mundo, no ha tenido ya alguna experiencia al respecto?

EL GRUPO SOCIAL
La Mediunidad es una manifestación esencialmente individual, sin embargo, con
características comunes a todos los seres humanos. Esta exteriorización común
permite que cualquier persona se reúna para formar un grupo mediúmnico,
independientemente de su aculturación social o intelectual.
Un grupo mediúmnico ideal es aquel que está formado por personas con aspiraciones
espirituales comunes, y no por razones sociales. La estandarización de un cuerpo
mediúmnico se hace en términos de ideales trascendentes, pero no personalistas.
La comprensión espiritual no es lo mismo que la comprensión social. Esto se debe a
que un espíritu evolucionado puede habitar en un ser humano, cualquiera que sea su
posición social, y lo mismo puede ocurrir con un espíritu involucionado, atrasado. La
posición social no tiene nada que ver con la posición espiritual.
Si bien es natural que se reúnan personas con intereses comunes, en términos de
posicionamiento social, formando grupos culturalmente armoniosos, esto trae poco
beneficio al ejercicio evangélico. Por el contrario, la perfecta comprensión psicológica
y el acuerdo de todos en torno a todo, refuerzan las relaciones horizontales y provocan
una constante transformación en la forma. Esto no da lugar a la alimentación vertical,
que viene del espíritu, no trae creatividad, no pasa nada original.
Como consecuencia normal de esta situación, nace la exclusión y el sectarismo. Se
sigue, por tanto, que la elección de quienes constituirán un grupo mediúmnico debe
hacerse en términos de Mediunidad y no de personalidad. La figura del médium debe
excluir completamente la de la persona. Pequeño importa si la persona es buena o
mala, hermosa o fea, pobre o rica. Importa si manifiesta su Mediunidad, y el ejercicio
de esta cualidad produce el efecto deseado, si sana, alivia y consuela mientras está
mediúmnica. El comportamiento solo debe recomendarse para el médium como
miembro del grupo. Lo que haga o deje de hacer fuera del trabajo mediúmnico es su
responsabilidad, y el grupo no tiene nada que ver con eso.

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Nadie mejora o empeora porque si cree que debe ser, nadie cambia a nadie. Pero, en
el ejercicio constante de la Mediunidad, en el contacto regular que el médium tiene
con su propio espíritu, se modifica efectivamente a sí mismo, de adentro hacia afuera.
Ninguna persona se convierte en un buen médium porque es buena. Estas personas
casi siempre son buenos organizadores, solícitos y serviciales, pero rara vez buenos
médiums. En general, el candidato a un buen médium es aquel que ha sufrido, ha sido
maltratado por la vida y que ya ha vivido los altibajos de su existencia. Esta persona
está en una mejor posición para percibir la autenticidad y realizarse a través de la
Mediunidad. La heterogeneidad del grupo brinda muchas más oportunidades para
que los participantes ejerzan su tolerancia, humildad y amor.

IDENTIFICACIÓN DE LA MISIÓN
Todo ser humano está ligado a dos tipos de familia: la familia de la presente
encarnación, generalmente ligada por lazos kármicos, hechos de común acuerdo,
antes de esta encarnación, y la familia espiritual, formada por espíritus afinados en su
remoto y trascendente origen. Durante la encarnación, los espíritus se someten a sus
personalidades y se ajustan a ellas. La familia es una lucha de personalidades en la
que las personas se aman o se odian según los reajustes que ellos mismos han
programado. Sin embargo, cuando el ser humano comienza a ejercer
conscientemente su Mediunidad, los estímulos de su espíritu superan a los de su
personalidad, y esto suaviza los reajustes, aminorando los sobresaltos.
Mientras esto sucede, los roces disminuyen y el espíritu de lucha liberado busca
sintonizar con sus tareas, generalmente fuera de la familia actual. Así, viejos
camaradas de lucha se reúnen en torno a sus ideales, sus hábitos, sus trascendentales
especializaciones. Poco a poco, el grupo así formado, aunque socialmente existan las
mayores diferencias, identifica la misión, sabiendo, con calma, lo que tienes que hacer.
Sólo este encuentro produce originalidad en el trabajo de dirección.
Cuando los espíritus de un grupo mediúmnico no están sintonizados
trascendentalmente, la misión se torna indefinida e insegura. Naturalmente, es casi
imposible que un grupo esté compuesto solo por espíritus afines, incluso porque este
hecho solo se verifica después de un cierto tiempo de convivencia. Sin embargo, esta
preocupación cobra vigencia cuando se observa, en un mismo grupo, la formación de
subgrupos más afinados. En este caso, pueden surgir diferentes misiones en un mismo
programa, del mismo modo que diferentes falanges de espíritus trabajan en una
misma humanidad. Pero, siempre es conveniente definir la misión en términos de las
especializaciones médiums o vocacionales que pueden caracterizar a esa falange de
médiums.

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POSICIÓN SOCIOECONÓMICA
Esta es la frontera, la línea de demarcación entre la Mediunidad y las prácticas
psíquicas, las religiones formales y entre lo humano y lo divino. La fuerza mediúmnica
sólo es creadora y beneficiosa para el progreso del espíritu integral del Sistema
Crístico, bajo la égida del Evangelio. La vida humana, en términos físicos y psicológicos,
funciona en torno a la producción y gasto de energías que finalmente se traducen en
sistemas económicos.
La vida mediúmnica no depende de energías físicas o psicológicas. Por el contrario, el
mecanismo mediúmnico equilibrado es una fuente de energía. Incluso la producción
de ectoplasma humano, que es un proceso fisiológico, es tan sutil en relación con el
mundo físico que las energías gastadas apenas afectan el equilibrio normal del
organismo. Como actividad, trabajo/hora, difícilmente hay una tarea mediúmnica que
pueda perjudicar la obtención normal de pan de una persona.
El entorno físico y lo poco necesario para los rituales mediúmnicas rara vez son de una
magnitud que afecte la economía. Se sigue, pues, que el ejercicio de la Mediunidad
no cuesta a nadie. No hay, por lo tanto, razón para que haya ningún tipo de cargo por
la vida mediúmnica. No hay costo, no hay gasto y, por ello, la Mediunidad no excluye
a nadie por razones socioeconómicas. Cuanto más humilde y sencillo sea el grupo,
mejores serán los resultados. Con lo observado, estaremos más enmarcados en las
palabras de Jesús: “Da gratis lo que gratis recibiste”.

LA PREPARACIÓN DE MEDIOS
El conocimiento básico de la Mediunidad, la voluntad de actuar sobre los principios
Crísticos y la necesidad de realización son las condiciones necesarias para el trabajo
mediúmnico. Cualquiera que sea mejor, en términos de posicionamiento
sociocultural, debe tomar la iniciativa. Sin embargo, se debe prestar atención a dos
factores importantes: el “mejor” es aquel que está dispuesto a servir
desinteresadamente y el estándar de referencia debe ser local, de acuerdo con el
entorno donde se realizará el trabajo. El elegido deberá examinar los problemas de la
comunidad y hacer una síntesis de los más constantes y característicos.
De acuerdo con este examen inicial, se puede orientar el tipo de trabajo a realizar.
Posteriormente, comienza el desarrollo de los medios. No es necesario buscar a los
que ya tienen experiencia en la Mediunidad. Es preferible que los candidatos revelen
ellos mismos sus mediumnidades. Si se observan las cosas fundamentales de la
Mediunidad, pronto se revelan las vocaciones. El principal cuidado que debe tener el
responsable es con las comunicaciones mediúmnicas que inevitablemente surgirán.
Siempre es necesario recordar que la comunicación nunca está exenta de la

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personalidad del medio. El trabajo debe ser siempre dirigido por un Adoctrinador, ya
él le corresponde juzgar las comunicaciones, aprovechando las que objetivamente
correspondan al trabajo. Deje que los medios se revelen y se desarrollen con cierta
libertad. Solo trata de asistirlos, dando uniformidad en la forma, especialmente a los
que se incorporan.
Aprende a distinguir al doctrinador del Incorporador, para que no haya desarrollos
erróneos. Después de algún tiempo de experiencia con el grupo, organice pequeñas
reuniones informales donde todos puedan ser escuchados.
Cuando el grupo se sienta seguro, comience a atender al paciente.

EL AMBIENTE Y EL RITUAL
Los factores mediúmnicas siempre están presentes en todos los ambientes donde se
reúnen las personas. Para el trabajo deliberado, cualquier habitación servirá, siempre
que esté reservada para ello, por impregnación.
Una mesa y algunas sillas son suficientes. Con el desarrollo y aumento natural de los
participantes, la sala irá dando paso al templo, según el entorno social y los saberes
iniciáticos del grupo. Cada falange de espíritus tiene su propio sistema, por lo que se
debe evitar la imposición de un determinado ritual.
Deje que los Mentores lo determinen. Solo trate de simplificar el problema, evitando
agregar hábitos doctrinales o religiosos de otros grupos. Además, no se preocupe si el
ritual que se generará se parece al de otros grupos. Hay un ritual básico del
cristianismo que es común a cualquier grupo.
Por ejemplo, la estrella de seis puntas es un símbolo iniciático universal para el karma.
La cruz siempre ha representado al ser humano encarnado. El agua siempre ha sido
el vehículo de curación. El fumador no pertenece a ninguna religión en particular. Y
así sucesivamente, desde las canciones, la música ambiental, los colores, los
uniformes, etc.

EL LIDERAZGO
Este es el punto crítico del trabajo mediúmnico. Sólo inspirará confianza si el liderazgo
lo ejerce un Doctrinador, secundado por otros Doctrinarios.
Entendemos, aquí, por liderazgo, toda la orientación del grupo mediúmnico en los
aspectos fundamentales, a saber:
a) Doctrina o conjunto doctrinal;
b) Objeto específico del grupo; Es
c) La filosofía del comportamiento.

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La doctrina básica de la Mediunidad es la reencarnación. Con base en esta premisa, el


líder selecciona los aspectos que mejor se adaptan a los propósitos específicos del
grupo, de acuerdo con el promedio del entorno cultural. En la medida de lo posible,
este conjunto doctrinario debe ser conocido por todos los médiums, especialmente
por los Doctrinarios. El propósito básico de un trabajo mediúmnico es el reequilibrio
de los seres humanos. Los médiums que componen el grupo se reequilibrarán a través
de la Mediunidad; los clientes, por el servicio prestado por los médiums.
Reequilibrar significa ajustar a la persona a su rango kármico, según el grado de
evolución alcanzado por su espíritu. El líder debe establecer la filosofía a seguir por el
grupo, cuya base es considerar al participante por su Mediunidad, y al cliente por sus
necesidades. El respeto al libre albedrío es la única actitud compatible con el Sistema
Crístico. No juzgar para no ser juzgado es la mejor forma de dar oportunidad a todos,
sin distinción. El cliente o medio potencial debe ser siempre atendido, sea cual sea su
condición social. No importa cuán mala sea su moral, después de recibir atención, no
le debe nada al grupo. Nadie asume la obligación sesenta y cinco algo con el grupo, ni
siquiera doctrinal. El grupo, sin embargo, siempre tiene una obligación con la gente.

ALIMENTACION DOCTRINARIA
Este es el mayor problema que enfrentará el cuerpo mediúmnico. ¿Quién traerá la
Doctrina a seguir? ¿Los videntes? ¿Medios de inclusión? ¿Los psicógrafos?
La clarividencia es Mediunidad interpretativa. Lo que el vidente ve, está obligado a
traducirlo en imágenes y palabras que sean comprensibles para los que están fuera
de su clarividencia. Por lo tanto, no hay forma de demostrarlo.
El Incorporador comunica el mensaje impregnado de su propio punto de vista, salvo
en condiciones excepcionales de inconsciencia. El psicógrafos escribe mensajes, pero
nadie puede probar quién es el mensajero, salvo también en condiciones
excepcionales, como es el caso de Chico Xavier.
¿Quién, entonces, podrá interpretar con autenticidad una orientación espiritual?
Solo hay una respuesta: ¡el doctrinador! Sólo este médium es capaz de interpretar
correctamente un mensaje, por la sencilla razón de que su razonamiento normal está
iluminado por su Mediunidad. El doctrinador escucha, lee, compara y sintetiza con
mucha mayor posibilidad de imparcialidad.
El fundamento en la interpretación de los mensajes que debe tener el Adoctrinador
es el siguiente: sólo los espíritus superiores, que ya han llegado al plano espiritual,
que están fuera del rango kármico y cuyo hábitat está fuera de la Tierra, son capaces
de alimentarse doctrinalmente y prestar ayuda. a los espíritus encarnados. El mensaje

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de estos espíritus está completamente exento, pues su patrón de referencia es el


destino trascendental de aquellos a quienes asisten, según el Sistema Crístico.
Estos espíritus nunca interfieren con el libre albedrío de los encarnados. Nunca
deciden los asuntos por las personas, sino que las ayudan a decidir por sí mismas. Sólo
estos espíritus tienen la capacidad de traer energías siderales y producir
modificaciones efectivas en la trayectoria kármica de los encarnados. Solo ellos tienen
acceso a los registros trascendentales, y pueden hacer un reentrenamiento, sin huir
de las metas kármicas, individual o colectivo.
Fuera de esta premisa, toda comunicación, por el medio que sea, es de espíritus que
aún habitan el planeta Tierra, en sus diversos planos e incluso en su superficie física.
Estos espíritus, por buenos que sean, se basan en motivos y opiniones. Humano y,
como tal, interferir con el libre albedrío, toman partido en las situaciones, siendo, por
tanto, incapaces de observar rigurosamente las premisas evangélicas.
Es por tanto fácil para el doctrinador saber cómo actuar ante la información que
recibe. La mayor parte del tiempo tiene que decidir por sí mismo, aunque en realidad
siempre es asistido por su Mentor cuando actúa en calidad de líder. No hay que olvidar
que la Doctrina, en sus líneas principales, ya existe en la mente y en el corazón de los
Hombres, y que se necesitan pocos mensajes para conducir un grupo.
Lo que realmente queremos de los espíritus superiores es la curación, la eliminación
de nuestra angustia, la apertura de nuestras esperanzas para el mañana. Estas cosas,
sin embargo, no vienen en forma de mensajes escritos o hablados, sino como
realidades verificables. De poco le sirve a una persona escuchar palabras hermosas si
no eliminan las cargas magnéticas y las corrientes negativas que lo acosan. Lo que
realmente necesitamos son las fuerzas del Cielo. Depende de nosotros movilizar las
fuerzas de la Tierra a través de nuestras posibilidades humanas.
Concluyendo: un trabajo mediúmnico sólo es auténtico y se encuadra en el Sistema
Cristo cuando es dirigido por espíritus superiores y cualquier otro tipo de espíritu es
sólo cliente. Por lo tanto, todos aquellos que quieran cumplir con su deber de
Mediunidad deben tener cuidado: solo los espíritus superiores pueden guiarnos, y
solo ellos conocen no solo nuestros destinos particulares, sino también el destino de
nuestro mundo y los mundos que nos rodean.

EN EL UMBRAL DEL TERCER MILENIO


¡Quedan sólo veinticinco años para el año 2000! Por lo tanto, han pasado mil
novecientos setenta y cuatro años desde que Jesús inició, con su venida al planeta, el
Sistema Crístico de este ciclo. Dentro de otro cuarto de siglo, estaremos en el Tercer
Milenio, que será quizás el Primer Milenio de otro sistema, la Era de Acuario.

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Para las almas y los cuerpos, probablemente solo queden estos veinticinco años.
Para los espíritus que habitan estas almas y cuerpos, habrá nuevos caminos a seguir,
nuevos cuerpos y nuevas almas. Si tomamos como base el inicio y el final de ciclos
anteriores, podemos prever transformaciones dolorosas, drásticas, y el nacimiento de
nuevas formas civilizatorias, nuevos conceptos de vida.
Nada indica que seguiremos en la línea de vida actual. Los hechos reales lo prueban.
La demografía nos aterra con datos sobre el crecimiento de la población.
Los ecologistas nos dan noticias sombrías de la destrucción de la naturaleza.
La contaminación aumenta dramáticamente, y en poco tiempo comenzaremos a
sentir los efectos de la contaminación atómica. En él los sistemas políticos y
económicos son cada día menos eficientes. El hombre se estandariza y pierde su
individualidad. La libertad es sólo aparente. Cada vez más almas se enclaustran y se
enfocan en neurosis, psicosis y adicciones autodestructivas.
Periódicamente, las neurosis colectivas estallan en guerras y doctrinas extremas. La
consecuencia directa del quebrantamiento del alma aumenta la ansiedad por la
tranquilidad del espíritu. Esta actitud explica la búsqueda mística y religiosa actual.
Las religiones tratan de satisfacer esta demanda, pero su propia infraestructura, sólo
humana, psicológica, constituye un obstáculo. Falta el camino más seguro, el que
corresponde a la realidad humana, el que sirve de faro a las mentes entenebrecidas y
abre el camino al espíritu.
Esta situación fue prevista por el Maestro Jesús, en sus aspectos principales, en una
de las pocas profecías que hizo: según uno de sus doce apóstoles, Mateo que también
se llamaba Leví, Jesús había puesto fin a un largo debate en el Templo de Jerusalén y
había ido a sus discípulos. Se sentaron en el Monte de los Olivos y los discípulos
llamaron su atención sobre el hermoso edificio del templo, que dominaba el paisaje.
Jesús les dijo:
“¡Mira todo esto! De cierto les digo, que no quedará piedra sobre piedra: todo será
arrasado. ¡Cuidado que nadie te engañe! Porque muchos aparecerán en mi nombre
diciendo: ¡Yo soy el Cristo! Y muchos engañarán. Oirás de guerras y rumores de
guerras. Manténgase alerta y no se deje molestar por esto.
Es necesario que esto suceda, pero aún no es el final. Porque se levantará nación
contra nación, y reino contra reino; habrá hambre, pestilencia y terremotos por
todas partes. Pero todo esto será solo el comienzo del dolor. Entonces la tribulación
y la muerte os serán entregadas. Y por causa de mi nombre seréis odiados por todos
los pueblos. Muchos perderán la fe, se traicionarán y se odiarán unos a otros.
Surgirán falsos profetas en gran número, engañando a muchos. Y con el exceso de
impiedad, la caridad se enfriará en el corazón de muchos.

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Pero, el que persevere hasta el fin, se salvará. Este Evangelio del reino será
predicado en todo el mundo, como testimonio a todos los pueblos: ¡solo después de
esto vendrá el fin! Por tanto, cuando veáis los horrores de la desolación reinando en
el lugar santo, de que habló el profeta Daniel, ¡Atención a esto el lector! entonces
los que estén en Judea huyan a las montañas, y el que esté en el techo no baje a
buscar nada en su casa. Y el que esté en el campo, no vuelva a buscar su manto.
¡Ay de las mujeres que en aquellos días estén encinta o dando de mamar! Oren para
que su escape no caiga en invierno o en sábado. Entonces sobrevivirá a una
tribulación tan grande como no la ha habido desde el principio del mundo hasta
ahora, ni la habrá como ella, nunca. Si aquellos días no fueran acortados, nadie sería
salvo, pero aquellos días serán acortados para los elegidos.
Cuando, pues, alguien os diga: “¡Aquí está el Cristo! ¡Ahí está!”, no creáis, porque
aparecerán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios,
al punto de engañar, posiblemente, aun a los escogidos. ¡He aquí, os pongo sobre
aviso! ¿Cuándo, pues, dirán: ¿He aquí, estáis en el desierto? - no salgas. ¡Mirad,
estáis dentro de la casa! - no le creas. Porque como el relámpago que sale por el
oriente y sale por el occidente, así será también en la venida del Hijo del Hombre.
¡Donde hay carroña, allí se juntan las águilas! Poco después de la tribulación de
aquellos días, el sol se oscurecerá y la luna dará su resplandor; las estrellas caerán
del cielo y las energías del firmamento serán sacudidas. Y entonces aparecerá en el
cielo la señal del Hijo del Hombre. Todos los hijos de la tierra harán duelo y verán al
Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con gran poder y majestad.
Enviará a sus ángeles al son de la trompeta, y juntarán a sus escogidos de los cuatro
puntos cardinales, desde un extremo del cielo hasta el otro.
Aprende esto de una semejanza tomada de la higuera: cuando sus ramas se llenan
de savia y brotan hojas, sabes que el verano está cerca. De la misma manera, cuando
seas testigo de todo esto, debes saber que está a la puerta. De cierto os digo que no
pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas. El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán. Ese día, sin embargo, y esa hora, nadie los
conoce, ni siquiera los ángeles del cielo, ¡sino solo el Padre! Como fue en los días de
Noé, así será cuando venga el Hijo del Hombre. En los días antes del diluvio, la gente
comía y bebía, se casaba y se daba en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en
el arca. Y ellos no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos.
Así será en la venida del Hijo del Hombre. De dos que se hallen en el campo, uno
será admitido y el otro apartado; de dos mujeres moliendo en el molino, una será
admitida y la otra excluida. ¡Alerta entonces! Porque no sabréis el día en que venga
vuestro Señor. Acordaos de esto: si el padre de familia supiera a qué hora de la noche

Traducido : ADJUNTO ABAÇANO


Mestre Heberto Soto Mendoza
El Umbral del Tercer Milenio Mario Sassi

vendría el ladrón, ciertamente velaría y no lo dejaría entrar en su casa. Estad


también vosotros alerta, porque el Hijo del Hombre viene a la hora que no lo
esperáis
” (Mateo, 24/2/44) La ligera diferencia en la forma en que Lucas y Marcos nos
relatan esta profecía la confirma en esencia. Destaca la mención de un ciclo anterior,
cuyo símbolo era el arca de Noé. La palabra “generación” evidentemente se refería
al sistema de ciclo actual, y así sucesivamente. Con un poco de cautela en el
problema de la semántica y de las traducciones, podremos sacar, de esta
advertencia de Jesús, un cuadro certero de la realidad actual. ¿Cuál fue la intención
de Jesús al dibujar un cuadro tan sombrío? La respuesta la puede encontrar cada
persona, dependiendo de la perspectiva con la que vea las cosas en el mundo. Un
hecho es evidente en el Evangelio:
“¡Mi Reino no es de este mundo!” El reino mencionado por el Maestro Jesús, a veces
sustituido por la palabra “cielo”, se refiere a la tranquilidad del espíritu, a la “paz
verdadera”, que puede alcanzar el ser humano sea cual sea la situación que te rodea.
Siempre que predomina la vibración espiritual, la psique y el cuerpo se vuelven
secundarios. Como consecuencia directa de esta afirmación, cualquier ser humano
puede ser feliz y tranquilo, incluso si el mundo se derrumba a su alrededor. Pero para
que esto se logre, debe existir el método, el sistema, las flechas que indican el
camino. Por eso, tal vez, surge la expresión Sistema Crístico, pues sistema es un
cuerpo de doctrinas cuyas partes están todas dirigidas a un mismo fin. Tiene, por
tanto, el aspecto dinámico que se adapta a cada etapa de la finalidad a la que se
destina. La Mediunidad es sólo uno de los componentes del Sistema Crístico.
No invalida aspectos anteriores, religiones, iniciaciones y doctrinas. Simplemente
establece una nueva perspectiva, mejor adaptada a la situación actual. El hombre
de hoy no se conforma con la forma justa. Las religiones son demasiado formales,
en capas. La Mediunidad desciende a las esencias y se preocupa poco por la forma.
Lo que importa en ella es que el ser humano pueda encontrarse a sí mismo,
individualmente, y ten un buen instrumento para equiparar tu vida, que es siempre
única e inimitable. Penetremos, seguros, en el umbral del Tercer Milenio

SALVE DIOS

Traducido : ADJUNTO ABAÇANO


Mestre Heberto Soto Mendoza

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