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II - 2010

Claretianos felices
paga la condición misionera. Pero lo que es
Cada seis años, los claretianos solemos insostenible es que se desdeñe la propia voca-
pasar por una revisión médica a fondo. La ción por cansancio, por desilusión, o por la
hacemos juntos en Capítulo. Y, al auscultar asfixia que produce –según algunos- la
nuestra salud, es frecuente que encontremos estructura de la comunidad, o del apostolado,
algún síntoma preocupante. El último chequeo para encontrarse -al emigrar a otros lugares-
que nos hicimos en agosto pasado arrojó como con que todas las demás estructuras de este
diagnóstico una acusada pérdida de identidad que mundo son hermanas gemelas; y la peor de
arrastramos hace ya tiempo. Sus efectos los todas es la propia mediocridad.
sufre en especial la Pastoral Vocacional. Y esto
es para nosotros un motivo de gran preocu- Estos y otros facores han hecho que
pación a la que hemos de poner cuanto antes hayamos ido pasando del misionero orgulloso
remedio. de serlo al desganado y tristón. Quisimos jugar
a las rebajas –necesarias- y amputamos
Oí a un joven decir: “Conozco a los clare- elementos vitales de nuestra vida; buscamos
tianos. Tengo algunos amigos entre ellos. Otros más movilidad-y yo creo que con razón- pero
son para mí un enigma, porque no soy capaz de terminamos alejándonos de la comunidad;
entender por qué se hicieron claretianos. quisimos -y creo que con acierto- sentirnos
Podían haber sido directores de empresa, hombres «mezclados» con los demás, y parece
comerciantes o empleados de banca,…”. Esto que nos hemos vuelto tan «iguales» a ellos, que
me sigue doliendo muchísimo. dejamos de ser significativos y «útiles».
Aclaro antes de nada que a mí no me Y -¡claro!- esto lo sufren las vocaciones.
preocupa en absoluto el descenso de nuestra Recuerdo que cuando fui, de niño, al seminario
valoración «social». El que los claretianos, en menor lo hice ante todo por nacientes razones
cuanto tales, no seamos parte de las «estrellas» religiosas. Pero también porque admiraba a
del momento eclesial ni gocemos de un cierto algunos claretianos muy concretos. Veía que sus
«glamour», no me parece ninguna pérdida. Un vidas estaban muy llenas, y entendí que siendo
cierto recato y una dosis de silencio es saludable como ellos sería feliz como ellos lo eran.
en toda vocación de servicio.
Hoy entiendo que sea más difícil para un
Más me angustia la pérdida de autoaprecio joven iniciar una aventura en la que no sólo va a
y el que entre nosotros se ponga en duda la ganar menos que siendo fontanero o maestro,
belleza de nuestra «identidad claretiana». Que sino en cuya realización no viera felices y
no acabemos de ver muy bien quiénes somos y radiantes a quienes la viven.
para qué servimos y que tampoco los demás lo
entiendan y valoren suficientemente, en especial Por eso me convenzo de que una de las
los jóvenes. primeras tareas de la Pastoral Vocacional de
hoy es precisamente la de ayudar a encontrar a
Sin duda que en esto ha contribuido quienes la hubieran perdido su alegría y lograr
decisivamente el desgaste que produce vivir a la que quienes -y son la mayoría- la tienen, pero
intemperie en un mundo agresivamente consu- no se atreven a mostrarla, saquen a la calle el
mista y secularizado. Que a alguien por un gozo de ser lo que son. Para ello no hace falta
momento lo haya deslumbrado el amor de una ponerse una careta con sonrisa-profidén. Basta
mujer más de lo que le alumbra el fuego con vivir lo que de veras se ama. Es muy
apagado de su vocación me parece doloroso, probable que nosotros, como personas, no
pero comprensible. Que uno no sea capaz de valgamos la pena. Pero ser claretiano, sí que la
soportar la soledad es otro de tantos peajes que
vale. Juan Carlos cmf

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