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Como te rogué cuando partí para Macedonia, quédate en Éfeso para que
requieras a algunos que no enseñen doctrinas extrañas ni presten atención a
fábulas e interminables genealogías que sirven más a especulaciones que al
plan de Dios, que es por la fe. Pero el propósito del mandamiento es el amor
que procede de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe no
fingida. Algunos de ellos, habiéndose desviado, se apartaron en pos de vanas
palabrerías, queriendo ser maestros de la ley sin entender ni lo que hablan ni lo
que afirman con tanta seguridad.
Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo
por fiel al ponerme en el ministerio a pesar de que antes fui blasfemo,
perseguidor e insolente. Sin embargo, recibí misericordia porque, siendo
ignorante, lo hice en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más que
abundante con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús. Fiel es esta palabra y
digna de toda aceptación: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores, de los cuales yo soy el primero. No obstante, por esta razón recibí
misericordia, para que Cristo Jesús mostrase en mí, el primero, toda su
clemencia para ejemplo de los que habían de creer en él para vida eterna. Por
tanto, al Rey de los siglos, al inmortal, invisible y único Dios , sean la honra y la
[b]
Este mandamiento te encargo, hijo Timoteo, conforme a las profecías que antes
se hicieron acerca de ti, para que milites por ellas la buena milicia manteniendo
la fe y la buena conciencia, la cual algunos desecharon y naufragaron en cuanto
a la fe. Entre estos están Himeneo y Alejandro, a quienes he entregado a Satanás
para que aprendan a no blasfemar.
Sobre la oración y la conducta
2 por esto exhorto, ante todo, que se hagan súplicas, oraciones, intercesiones y
acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que
están en eminencia, para que llevemos una vida tranquila y reposada en toda
piedad y dignidad. Esto es bueno y aceptable delante de Dios nuestro
Salvador, quien quiere que todos los hombres sean salvos y que lleguen al
conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre
Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien se dio a sí mismo en rescate por
todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. Para esto yo fui
constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles en fe y verdad. Digo la
verdad; no miento.
Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos piadosas,
sin ira ni discusión. Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con
modestia y prudencia; no con peinados ostentosos ni oro ni perlas ni vestidos
costosos sino más bien con buenas obras, como conviene a mujeres que
profesan reverencia a Dios.
La mujer aprenda con tranquilidad, con toda sujeción; porque no permito a una
mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre sino estar con
[a]
tranquilidad. Pues Adán fue formado primero; después, Eva. Además, Adán no
fue engañado sino la mujer, al ser engañada, incurrió en transgresión. Sin
embargo, se salvará teniendo hijos si permanece en fe, amor y santidad con
prudencia.
Asimismo, los diáconos deben ser dignos de respeto, sin doblez de lengua, no
dados a mucho vino ni amantes de ganancias deshonestas que mantengan el
misterio de la fe con limpia conciencia. Que estos sean probados primero y que
después sirvan como diáconos, si es que son hallados irreprensibles. Las
mujeres, asimismo, deben ser dignas de respeto, no calumniadoras, sobrias,
fieles en todo. Los diáconos sean maridos de una sola mujer que gobiernen
bien a sus hijos y sus propias casas. Porque los que sirven bien como diáconos
ganan para sí buena reputación y mucha confianza en la fe que es en Cristo
Jesús.
Te escribo esto, esperando ir a verte pronto, para que, si me tardo, sepas cómo
te conviene conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo,
[a]
Él fue manifestado en la carne, justificado por el Espíritu, visto por los ángeles,
[b]
Contra la apostasía
Si expones estas cosas a los hermanos serás buen ministro de Jesucristo, nutrido
de las palabras de la fe y de la buena doctrina, la cual has seguido de
cerca. Desecha las fábulas profanas y de viejas, y ejercítate para la
piedad. Porque el ejercicio físico para poco aprovecha; pero la piedad para todo
aprovecha pues tiene promesa para la vida presente y para la venidera.
Fiel es esta palabra y digna de toda aceptación. Porque para esto mismo
trabajamos arduamente y luchamos, pues esperamos en el Dios viviente, quien
es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los que creen.
5 No reprendas con dureza al anciano sino exhórtalo como a padre; a los más
jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; y a las jóvenes, como
a hermanas, con toda pureza.
Honra a las viudas que realmente sean viudas. Pero si alguna viuda tiene hijos o
nietos, que aprendan primero a ser piadosos con los de su propia casa y a
recompensar a sus padres porque esto es aceptable delante de Dios. Ahora
bien, la que es realmente viuda y que ha quedado sola, ha puesto su esperanza
en Dios y persevera en súplica y oraciones de noche y de día; pero la que se
entrega a los placeres, viviendo está muerta. Manda también estas cosas para
que sean irreprensibles. Si alguien no tiene cuidado de los suyos, y
especialmente de los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.
Sea incluida en la lista la viuda que haya cumplido por lo menos sesenta años,
que haya sido esposa de un solo marido, que tenga testimonio de buenas
obras; si ha criado hijos, si ha practicado la hospitalidad, si ha lavado los pies de
los santos, si ha socorrido a los afligidos y si se ha dedicado a toda buena
obra. Pero no admitas a las viudas más jóvenes porque cuando sus pasiones las
apartan de Cristo quieren casarse, estando bajo juicio por haber abandonado su
primer compromiso. Y a la vez aprenden a ser ociosas andando de casa en casa.
No solo aprenden a ser ociosas, sino también chismosas y entremetidas,
hablando lo que no conviene. Por eso quiero que las más jóvenes se casen,
críen hijos, gobiernen su casa y no den al adversario ninguna ocasión de
reproche porque ya algunas se han extraviado en pos de Satanás.
Si algún creyente o alguna creyente tiene viudas, cuídelas. No sea carga para la
[a]
iglesia, a fin de que haya lo suficiente para las que realmente son viudas.
Los ancianos que dirigen bien sean tenidos por dignos de doble honor,
especialmente los que trabajan arduamente en la palabra y en la
enseñanza. Porque la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla . [b]
6 Que todos los que están bajo el yugo de la esclavitud tengan a sus propios
amos como dignos de toda honra, para que no sea desacreditado el nombre de
Dios ni la doctrina. Que los que tienen amos creyentes no los tengan en menos
por ser hermanos. Al contrario, sírvanlos mejor por cuanto son creyentes y
amados los que se benefician de su buen servicio. Esto enseña y exhorta.
La buena batalla de la fe
Pero tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la
fe, el amor, la perseverancia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe;
echa mano de la vida eterna a la cual fuiste llamado y confesaste la buena
confesión delante de muchos testigos.
Te mando delante de Dios, quien da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús,
quien dio testimonio de la buena confesión delante de Poncio Pilato, que
guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la aparición de nuestro
Señor Jesucristo. A su debido tiempo la mostrará el Bienaventurado y solo
Poderoso, el Rey de reyes y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad,
que habita en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede
ver. A él sea la honra y el dominio eterno. Amén.
Conclusión