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Proyecto de Investigación
I. Introducción………………………………………………………………………………………3
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Grupo Interagencial de género del sistema de las naciones unidas en México. Ficha informativa sobre género y
desarrollo Nº 5. Recuperado de Página Web: www.cinu.org.mx/gig.
la mujer, donde el varón no pareciera tener ningún rol.
Para ello, se desarrollará un trabajo descriptivo y se entrevistará a jóvenes mujeres de 14 a
18 años inclusive que acceden al Consultorio de Ginecología Adolescentes del Hospital Municipal
Ramón Santamarina de la ciudad de Tandil.
A continuación se presenta de modo breve el contenido de este proyecto de investigación.
En primer lugar se analizan los antecedentes históricos de concepto de Salud Sexual
Reproductiva. En un primer momento se aborda el reconocimiento de la problemática en el ámbito
internacional y el papel fundamental que tiene el movimiento feminista en el mismo. En un segundo
momento se describen los principales postulados presentados y aceptados en las Plataformas de
Acción de las Conferencias Mundiales de El Cairo (1994) y Beijing (1995), considerando la
importancia de las mismas para la problemática estudiada. En un tercer momento, se describe el
marco normativo internacional, donde se encuentran reconocidos los derechos de la población
adolescente a la salud sexual y reproductiva. En un cuarto momento se aborda la situación legal de
la Salud Sexual Reproductiva en Argentina y por último se analiza la concepción de género en la
problemática estudiada.
En segundo lugar se abordan las principales categorías analíticas, que guían el proyecto de
investigación, entre las que se encuentran la concepción de salud sexual reproductiva, jóvenes y
género.
Y por último se exponen las particularidades de la metodología que se utilizará para la
realización de este proyecto de investigación y la técnica de recolección de información.
Objetivo general:
- Describir los conocimientos sobre los distintos métodos anticonceptivos con el cual
asisten las jóvenes mujeres al consultorio de ginecología adolescente del Hospital Municipal Ramón
Santamarina de Tandil en el mes de marzo de 2014
Objetivos específicos:
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Reflejan las imágenes y creencias sobre las actividades, roles rasgos característicos atribuidos y que distinguen a las
mujeres de los hombres que son compartidos en la sociedad. Esto significa que sus conductas se organizan en función
del género; por ejemplo, se espera que los niños jueguen con autos y que las niñas lo hagan con muñecas.
En cuanto a las concepciones a las que adhieren ambas conferencias, podemos señalar lo
siguiente:
hacen hincapié en la igualdad entre los sexos, dado que lo establecido, reconoce el
derecho del hombre y la mujer al acceso del más alto nivel de salud sexual y
reproductiva en igualdad de condiciones
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Esta atención debería incluir entre otras cosas:”... asesoramiento, información educación, comunicaciones y servicios
en materia de planificación de la familia; educación y servicios de atención prenatal, parto sin riesgo, y atención
después del parto, en particular la atención de la salud materno infantil y la promoción de la lactancia materna;
Prevención y tratamiento de la infertilidad; tratamiento de las otras afecciones del aparato reproductor, las enfermedades
Otro aspecto innovador que se introduce a partir de estas conferencias es el reconocimiento
de los jóvenes adolescentes como grupo que presenta necesidades específicas en lo referido a la
salud reproductiva. Enuncian que las respuestas que brinden las sociedades a dichas necesidades se
deberán basar en información que los ayude a alcanzar la madurez necesaria para adoptar decisiones
en forma responsable. Señala que se deberá proporcionar a los adolescentes información y servicios
que les permitan comprender su sexualidad y los protejan ante problemas que afecten su salud
sexual y reproductiva. También menciona la cuestión de género como un factor importante a
considerar al establecer que el abordaje de la problemática con la población adolescente debe
combinarse con la educación de los hombres para que compartan con las mujeres la responsabilidad
en lo vinculado a la sexualidad y la procreación.
Reconoce además los riesgos a los que se ven expuestas las adolescentes ante una
maternidad a edad temprana. Así explícita que la maternidad a edad muy temprana entraña un
riesgo de muerte materna muy superior a la media, y los hijos de madres jóvenes tienen niveles más
elevados de morbilidad y mortalidad. También señala que los adolescentes sexualmente activos se
exponen a un riesgo cada vez mayor de contraer y propagar enfermedades de transmisión sexual, en
particular el VIH/SIDA, y suelen estar mal informados sobre la forma de protegerse.
Lo expuesto muestra los aportes significativos de la Plataforma de Acción de El Cairo en el
tratamiento de la problemática de la salud reproductiva. Con respecto a la Plataforma de Acción de
Beijing sobre dicha problemática, es importante mencionar que la mayoría de los objetivos y
acciones estratégicas que establece, ratifican o especifican lo aprobado en El Cairo. Dedica especial
atención al tratamiento de los derechos sexuales y reproductivos en la adolescencia, pudiéndose
observar que en uno de sus párrafos se constata la ausencia de asesoramiento, información y
servicios de salud sexual y reproductiva para adolescentes. A esto se suma la tendencia a tener
experiencias sexuales a edad temprana aumentando el riesgo de embarazos no deseados y a edad
prematura, de contraer el VIH u otras enfermedades de transmisión sexual y de abortar en
condiciones peligrosas.
Reconoce la mayor vulnerabilidad de las adolescentes en las cuestiones de salud sexual y
reproductiva mencionando que tanto desde los puntos de vista biológicos y psicosocial, las
adolescentes son más vulnerables que los varones al abuso sexual, la violencia y la prostitución y a
las consecuencias de las relaciones sexuales prematuras y sin protección (ONU, 1995).
de transmisión sexual y otras afecciones de la salud reproductiva, e información, educación y asesoramiento en materia
de sexualidad humana, salud reproductiva y paternidad responsable.” Informe de la Conferencia Internacional sobre la
Población y el Desarrollo. Naciones Unidas. El Cairo. 1994
Como se advierte ambas conferencias coinciden en presentar una serie de postulados que
deberán ser tenidos en cuenta por los diferentes países, al momento de abordar la problemática.
En primer lugar postulan la exigencia de promover el acceso de los/as adolescentes a los
servicios e información necesaria y apropiada en relación a su sexualidad y reproducción,
protegiendo sus derechos a la intimidad confidencialidad, respeto y consentimiento, junto al
reconocimiento de la responsabilidad, derechos y obligaciones de los padres. Se reconocen además
sus derechos a la salud sexual y reproductiva, como así también la importancia de instaurar la
igualdad entre los sexos, con objeto de prestar atención tanto a la promoción del respeto mutuo ente
hombres y mujeres como a sus necesidades para poder asumir su sexualidad de manera positiva y
responsable. Esta atención a las necesidades de los/as adolescentes implica idear programas
apropiados que respondan a las mismas.
Podemos concluir que la adhesión por parte de las Plataformas de Acción analizadas, a la
concepción de salud reproductiva significó un cambio de perspectiva. Esto se fundamenta en la
consideración de la misma como un derecho de toda persona incluidos los/as adolescentes, como
también en la inclusión en dicha concepción de la salud sexual y la planificación de la familia,
reconociendo de esta manera lo fundamental de la atención de las cuestiones sexuales y
reproductiva, en el ámbito de la salud.
Asimismo este cambio de perspectiva se evidencia en la relación que realizan ambas
conferencias entre la salud reproductiva y la cuestión de género, al considerar indispensable, la
promoción de la igualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos relacionados a la
problemática sexual y reproductiva.
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En 1990, en Argentina, fue aprobada a través de la ley 23.849.
La Argentina al haber incorporado la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación contra la mujer y la Convención Internacional de los Derechos del Niño a su
constitución, reconoce y admite los derechos en ellas establecidos, entre los que se encuentran los
derechos sexuales y reproductivos y específicamente a la salud sexual y reproductiva de la
población adolescente.
La CEDAW fue aprobada en 1979 por las Naciones Unidas. Una de las particularidades de
su elaboración, es que con sus disposiciones se pretende alcanzar la igualdad entre hombres y
mujeres en diferentes ámbitos sociales. Sus postulados tienen como principal objeto eliminar la
discriminación5 basada en él género.
Deteniéndonos en el concepto de mujer adoptado por la CEDAW, surge el debate si el
mismo refería exclusivamente a mujeres adultas o incluía a niñas y adolescentes. A partir de dicho
debate es que el comité encargado de la veeduría de la CEDAW, indicó en una de sus
recomendaciones, que él termino mujeres incluye a niñas y adolescentes. Por lo tanto aquellos
artículos que hacen mención a los derechos a la salud sexual y reproductiva, incluye en sus
postulados a los/as adolescentes. Entre estos artículos se destacan el Art. 12 y 16.
El artículo 12 reconoce la igualdad en el acceso a la salud reproductiva en la medida en que
determina en su inciso 1) que:
“Los estados partes adoptaran todas las medidas apropiadas para eliminar
la discriminación contra la mujer en la esfera de la atención médica a fin de
asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, el acceso a servicios
de atención médica, inclusive los que se refieren a la planificación de la familia; y
que...los estados partes garantizaran a la mujer servicios apropiados en relación
con el embarazo, el parto y el periodo posterior al parto, proporcionando servicios
gratuitos cuando fuere necesario, y le aseguraran una nutrición adecuada durante
el embarazo y la lactancia.”
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Discriminación “denota toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado
menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la
base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas
políticas, económicas, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.” Convención sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer Art. 1.
Por lo establecido en estos artículos podemos ver que hacen alusión al derecho de la
personas a la Planificación Familiar, la cual constituye solo una de las cuestiones que incluye la
concepción de salud reproductiva presentada por organismos internacionales, no considerando a
dicha concepción en su carácter integral.
Si bien en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la mujer se encuentran los derechos mencionados en los párrafos anteriores, es en la
Convención Internacional de los Derechos del Niño donde se reconocen los derechos específicos de
los adolescentes. Dicha convención entiende por niño a todo ser humano desde su nacimiento hasta
los 18 años de edad (Art.1), por lo que involucra a los adolescentes, reconociendo su condición
como sujetos de derecho. Esto significa que gozan de todos los derechos que poseen los adultos, a
los cuales se les suman otros derechos especiales por su condición de personas en desarrollo. En
este punto se debe mencionar la declaración que realiza la Argentina, dirigida al artículo 1º en la
cual declaro en 1990 que debe interpretarse por niño a todo ser humano desde el momento de su
concepción y hasta los 18 años de edad, y no como se declaro en el documento original.
La CDN es el marco normativo mínimo de reconocimiento y respeto de los derechos de los
niños y adolescentes, en el cual deben sustentarse las acciones y políticas de los países que la han
ratificado.
El reconocimiento de los adolescentes como sujetos de derechos, por parte de la CDN,
implica un cambio en el tratamiento y consideración de las problemáticas vinculadas a dicha
población, e implica abandonar la concepción del niño como objeto pasivo de intervención por
parte de la familia, el estado y la sociedad. Determinando el desarrollo por parte del estado de
políticas integrales que respeten y garanticen sus derechos. (Checa, 2003).
Esta nueva perspectiva adoptada por la CDN, se encuadra en lo que se denomina la doctrina
de la protección integral. Si bien no se puede dar una definición acabada de lo que significa
protección integral, si se puede afirmar que lo que la caracteriza es la protección de derechos. La
doctrina de la protección integral considera que la infancia es una sola y su protección se expresa en
la exigencia de formulación de políticas básicas universales para todos los niños, el cual más allá de
su realidad económica social, es sujeto de derechos y el respeto de los mismos debe estar
garantizado por el Estado. La doctrina posee más características pero no es el objeto de este punto
hacer mención a las mismas.
Los derechos a la salud sexual y reproductiva están reconocidos en la Convención
Internacional de los Derechos del Niño en el artículo 24. En el artículo 24 inciso 1) “Los Estados
Partes reconocen el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud y a servicios
para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud.” En el inciso 2) del mismo
artículo se establece que “Los Estados Partes aseguraran la plena aplicación de este derecho y, en
particular, adoptaran las medidas apropiadas para: b) Asegurar la prestación de la asistencia médica
y la atención sanitaria que sean necesarias a todos los niños, haciendo hincapié en el desarrollo de la
atención primaria de la salud.”; d) “Asegurar la atención sanitaria prenatal y postnatal apropiada a la
madre.”; f) “Desarrollar la atención sanitaria preventiva, la orientación a los padres y la educación
y servicios en materia de planificación de la familia”.
Por su parte la Argentina realiza una declaración, en relación al último punto del artículo
señalado en el párrafo anterior donde declaró que considerando que las cuestiones vinculadas con la
planificación familiar atañen a los padres de acuerdo a principios éticos y morales, interpreta que es
obligación de los Estados, adoptar las medidas apropiadas para la orientación a los padres y la
educación para la paternidad responsable. Esto implica, por un lado la visión de la familia como
única responsable en la atención de la problemática, y por el otro la omisión de la responsabilidad
del Estado como garante del cuidado de la salud sexual y reproductiva de los adolescentes. Ello
tiene como consecuencia, que muchos adolescentes no tengan acceso al cuidado de la misma.
Además de los artículos mencionados, el Comité de las Naciones Unidas que vigila la
aplicación de la Convención, en junio del 2003, manifestó que los Estados Partes deberían
proporcionar a los adolescentes acceso a la información sobre salud sexual y reproductiva. Como
así también deberían garantizar que los adolescentes tengan acceso a la información apropiada,
independientemente del estado civil y del consentimiento previo de padres y tutores (Fondo de
Población de las Naciones Unidas [FPNU], 2003).
Dado que las convenciones analizadas en este punto están incorporadas a nuestra
constitución, los derechos de los adolescentes a la salud sexual y reproductiva están reconocidos
formalmente en nuestro país.
II. 4. Situación legal de la Salud sexual y reproductiva en la Argentina
En Argentina, la Ley Nacional 25673 que se sancionó en el año 2002 significó un cambio en
el tratamiento de la Salud Reproductiva en nuestro país. Dicha ley significó el paso de una situación
de omisión, silenciamiento y restricción de esta problemática a una situación de visibilidad y
avances en materia de innovaciones legales.
En 1974 el decreto 659 del gobierno de Isabel Perón prohibió las actividades destinadas al
control de la natalidad y dispuso el control y la restricción de la venta de anticonceptivos. En 1977 -
bajo el gobierno militar- el decreto 3938 aprobó los objetivos y políticas de la Comisión Nacional
de Política Demográfica y afirmó la necesidad de eliminar las actividades de control de natalidad.
Ello significo, la no aceptación por parte del Estado, del tratamiento y prevención de la salud
reproductiva. Con la restauración de la democracia, se derogó este marco legal mediante el decreto
2298/86. Se levantaron así las prohibiciones que venían rigiendo en los servicios de salud públicos
y de obras sociales, pero ello no supuso la inmediata ni generalizada implementación de acciones
positivas. Se comienzan a vender en farmacias, lo cual significó la posibilidad de acceso para
sectores sociales con información y recursos económicos para adquirirlos, segregando a quienes no
tenían estos recursos para gozar de una vida sexual activa sin fines reproductivos (Gogna et al.,
1998).
En 1988, la primera experiencia más o menos organizada en relación a la problemática de la
Salud Reproductiva, va a ser la implementada por la municipalidad de la ciudad de Bs. As con la
puesta en práctica del Programa de Procreación Responsable. Este programa estuvo dirigido a
suministrar información, asistencia y provisión en anticoncepción. Para su implementación se
promovió la apertura de consultorios de Procreación Responsable en los hospitales y centros de
salud. Si bien el programa no establece una atención específica para los adolescentes, los incluyo en
su intervención. En los primeros años, su desarrollo estuvo dificultado por discontinuidades en el
abastecimiento y en la entrega gratuita de los métodos, además de estar acotado a pocos
establecimientos de la red municipal. Situación que mejoro desde 1995 puesto que a partir de este
año el programa cuenta con una partida presupuestaria especial, y ha logrado una expansión en
dicha red (Gogna et al., 1998).
Con la reforma de la Constitución Nacional en 1994 se introducen tratados internacionales:
la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y la
Convención de los Derechos del Niño; las cuales reconocen los derechos sexuales y reproductivos y
específicamente a la salud sexual y reproductiva de los adolescentes. Dicho reconocimiento crea la
obligación de crear programas y leyes que garanticen los derechos reconocidos en dichas
convenciones.
En noviembre de 1995 se da media sanción en la Cámara de Diputados de la Nación al
proyecto de ley por el cual se creaba el Programa Nacional de Procreación Responsable uno de
cuyos objetivos es “asegurar que todos los habitantes puedan decidir y ejercer sus pautas
procreativas libre y responsablemente” (Art. 1), estipulándose que todos los establecimientos
médicos-asistenciales del sistema público de salud y de la seguridad social, a través de sus
servicios de tocoginecología y obstetricia y/o los centros de atención primaria de la salud brinden
prestaciones anticonceptivas, información y asesoramiento sobre prevención del cáncer genito-
mamario y enfermedades de transmisión sexual, especialmente el SIDA (Art. 3). Entre las
argumentaciones que apoyaban dicho proyecto de ley se encuentran los que argumentaban su
posición basándose en la equidad social, el derecho a la salud, la prevención de los cánceres de
mamas y de útero, de enfermedades de transmisión sexual, la alta tasa de mortalidad materna y la
necesidad de otorgar igualdad de posibilidades a las mujeres de diferentes estratos sociales. Los que
rechazaban la creación del programa basaron sus argumentos en el carácter abortivo del DIU, la
escasa tasa de crecimiento vegetativo del país, el envejecimiento poblacional y por ello la necesidad
de que las mujeres tengan hijos, el rechazo al rol del Estado para decidir cuestiones intimas, la
necesidad alberdiana de poblar el país y la escasez de recursos estatales para implementar el
programa (Novick, 2003).
En 1997 se venció el plazo reglamentario para que la Cámara de Senadores diera tratamiento
a dicho proyecto, por lo cual este perdió estado parlamentario. El senado de la Nación se negó a dar
tratamiento al proyecto aprobado por la cámara de Diputados haciéndose eco de las presiones de los
sectores conservadores y particularmente de la iglesia católica. Dicha negativa significó la pérdida
de oportunidad de que el Estado se comprometiera a salvaguardar la salud reproductiva de la
población. A pesar de esto varias provincias sancionaron leyes a partir de las cuales se creaban
Programas de Procreación Responsable.
Luego entre el año 1999 y comienzos del 2000 se presentan en la cámara de diputados ocho
proyectos de Salud Reproductiva. De esos ocho proyectos se crea uno nuevo que los unifica, el cual
será promulgado.
Ese proyecto va a cobrar nuevo impulso tras la sanción de la ley de Salud Reproductiva de la
ciudad de Bs. As el 22 de Junio del 2000, obteniendo el despacho de las comisiones
correspondientes. La resistencia de diferentes actores sociales, demora la aprobación en diputados,
que le da media sanción recién el 18 de Abril del 2001.
Luego de duras discusiones en torno al programa de salud sexual y procreación responsable,
este resulta aprobado, pasando el proyecto a la cámara de Senadores para su tratamiento.
En Agosto de 2002 el Comité de la ONU que monitorea a los Estados parte, el cumplimiento
de la Convención para Eliminar todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, solicita a
Argentina la pronta sanción de este proyecto. Este hecho fue producto de informes presentados por
diferentes actores sociales que denunciaban la falta de respuesta del Estado Argentino a la temática
de la salud reproductiva. A partir de esta presión, es que el proyecto de ley de Salud Sexual y
Procreación Responsable fue aprobado el 18 de abril del 2001 por la Cámara de Diputados, de allí
es sancionado con fuerza de ley N° 25.673 el 30 de octubre del 2002, por el senado y cámara de
diputados de la Nación Argentina.
Sin dudas desde el retorno de la democracia los logros alcanzados en materia de Salud
Sexual y Reproductiva fueron lentos pero visibles. Se lograron superar obstáculos como la presión
de la Iglesia Católica y la presión de los grupos conservadores. Sin embargo, debe decirse que la
mayor presión provino de un organismo internacional, efecto de la lucha de ciertos actores sociales
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Esto se deberá hacer luego de que se le haya informado a la persona interesada las características riesgos y
consecuencias, siendo la misma quien realizara la elección y dará el consentimiento de acuerdo a sus convicciones y
creencias y en ejercicio del derecho a la disposición del propio cuerpo, “derecho que es innato, vitalicio privado e
intransferible”. Art. 6 de la reglamentación de la ley 25673.
trata este tema. Dicho artículo establece la capacitación de educadores, trabajadores sociales y
demás operadores comunitarios. Esta capacitación tiene el fin de formar agentes aptos para: a)
mejorar la satisfacción de la demanda por parte de los efectores y agentes de salud; b) contribuir a la
capacitación, perfeccionamiento y actualización de conocimientos básicos, vinculados a la salud
sexual y procreación responsable en la comunidad educativa; c) promover en la comunidad espacios
de reflexión y acción para la aprehensión de conocimientos básicos vinculados a este programa; d)
detectar adecuadamente las conductas de riesgo y brindar contención a los grupos de riesgo, para lo
cual se busca fortalecer y mejorar los recursos barriales y comunitarios a fin de educar, asesorar y
cubrir todos los niveles de prevención de ETS, VIH/SIDA y cáncer génito-mamario. Para lograr lo
planteado el Ministerio de Salud en coordinación con los Ministerios de Educación y de Desarrollo
Social y Medio Ambiente deberán proyectar un plan de acción conjunta para el desarrollo de las
actividades previstas en Art. 5.
Referido a los jóvenes se reconoce el derecho de los mismos a la salud sexual y reproductiva
en la medida que se establece que “a los efectos de la satisfacción del interés superior del niño,
considéreselo al mismo beneficiario, sin excepción ni discriminación alguna, del más alto nivel de
salud y dentro de ella de las políticas de prevención y atención en la salud sexual y reproductiva en
consonancia con la voluntad de sus facultades” (Art. 4). También se reconoce el derecho de las
personas menores de edad a recibir de acuerdo a su desarrollo información clara, completa y
oportuna, manteniendo confidencialidad sobre la misma y respetando su privacidad.
Además de la ley Nacional descripta anteriormente, diferentes provincias cuentan con una
ley sobre salud reproductiva. Dentro de éstas se encuentra la Provincia Buenos Aires, la cual cuenta
con su propia ley desde el 17 de junio del 2003.
El Senado y Cámara de diputados de la provincia de Buenos Aires sanciona con fuerza de
ley (13.066), el proyecto sancionado por la Honorable Legislativa el 28 de mayo del 2003, mediante
el cual se crea el Programa Provincial de la Salud Reproductiva y la Procreación Responsable.
Dicho programa garantiza las políticas orientadas a la promoción, y desarrollo de la Salud
Reproductiva y la Procreación Responsable. (Art. 1)
La ley 13.066 tiene su sustento jurídico en el Art. 16º inc. e) de la Ley Nacional 23.1797 y en
el Derecho Humano Básico de toda persona a, mantener y restituir su salud, como también a
proteger a su familia (Art. 1). El programa que crea dicha ley Provincial está dirigido a toda la
población, incluido los adolescentes, y presenta los siguientes objetivos:
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Esta ley aprueba el 8 de mayo de 1985 la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación
contra la Mujer.
a) Reconocer el derecho a la salud y a la dignidad de la vida humana;
b) respetar las pautas culturales, éticas y religiosas del demandante;
c) valorar la maternidad y la familia;
d) Asegurar que el presente programa no se instrumente al servicio de políticas de control
demográfico, eugenésicas o que impliquen agravio a la dignidad de la persona;
e) Disminuir la morbiomortalidad materno infantil;
f) contribuir en la educación sexual de la población y en especial de los adolescentes,
prevenir y detectar las enfermedades de transmisión sexual, patologías genitales y mamarias;
g) garantizar a las mujeres la atención durante el embarazo, parto y puerperio;
h) prevenir mediante información y educación, los abortos
i) brindar información respecto de las edades y los intervalos intergenéricos considerados
más adecuados para la reproducción;
j) promover la participación de los varones en el cuidado del embarazo, el parto y el
puerperio, de la salud reproductiva y la paternidad responsable;
k) otorgar prioridad a la atención de la salud reproductiva de las adolescentes en especial a
la prevención del embarazo adolescente y la asistencia de la adolescente embarazada;
l) capacitar a docentes, profesionales y personal específico en educación sexual para ayudar
a la familia en la educación de los hijos en esta materia;
m) promover a la lactancia materna y posibilitar las condiciones para el amamantamiento
dentro de los horarios y lugares de trabajo como también fuera del;
n) informar, otorgar y prescribir por parte del profesional médico, de los conceptivos y
anticonceptivos, aprobados por el ANMAT, los que serán elegidos por el beneficiario. (Art. 2).
En Argentina, en la década del 90 diversos estudios han tenido como objeto los
comportamientos preventivos de los jóvenes en las relaciones sexuales. Aluden directa o
indirectamente a la problemática de la protección en sus dos vertientes: prevención del embarazo no
deseado y prevención de las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS)/SIDA. En su gran mayoría
se trata de trabajos auspiciados por la OMS que se han realizado sobre la población de la ciudad de
Buenos Aires y el Área Metropolitana. Los trabajos confirman las tendencias observadas en varios
países de la región (OPS, 1995): un importante porcentaje de los adolescentes de ambos sexos son
sexualmente activos, no tienen suficiente información acerca de la sexualidad, la reproducción y la
anticoncepción y tienen dificultades para adoptar conductas adecuadas para la prevención del
embarazo no deseado y las ETS/SIDA (Gogna et al., 1998).
Diversos trabajos han señalado que las mujeres de sectores populares y, en particular las
adolescentes, no usan métodos anticonceptivos (o no lo hacen consistentemente) aun cuando no
desean embarazarse (Balán y Ramos, 1989; López, 1993). Así por ejemplo, Pantelides (1995)
realizó una encuesta a adolescentes de clase media-baja y baja revelaba que el 40% de los
adolescentes sexualmente activos no usaba anticonceptivos, aun cuando sólo una cuarta parte de
estos querían embarazarse. Varios estudios han destacado que las niñas adolescentes saben poco o
nada sobre el aparato reproductor y el ciclo menstrual y que tampoco tienen mayor información
sobre anticoncepción (Caldiz, 1994; Kornblit y Méndez Diz, 1993; Calandra, 1995).
Se han realizado diversos estudios sobre conocimientos, actitudes y prácticas de las
adolescentes en materia de anticoncepción y prevención del HIV/SIDA. Dichas investigaciones han
arrojado que: hay un alto nivel de información general sobre aspectos centrales de transmisión y
modos de prevención, con sesgos significativos en función de la escolaridad alcanzada (Baranger,
1992); se encuentra sistemáticamente un desfasaje entre el conocimiento y las prácticas, medidas a
través de la indagación por el uso del preservativo; incluso algunos estudios llegan a arrojar
resultados paradójicos, poniendo de manifiesto que un mayor temor al SIDA puede estar vinculado
a una menor protección frente a una potencial infección (Kornblit y Mendez Diz, 1996).
Otras variables estudiadas en relación con la temática son cuáles son los métodos más
conocidos y utilizados, el cuidado en la primera y en la última relación, la responsabilidad en el uso
(Pantelides, 1995) y la corrección en el uso (Oizerovich, 1997). López Kaufman (1997) reportan
como métodos más conocidos el hormonal (87,9%) seguido por el preservativo (80,2%) y el DIU
(42,1%). En cuanto al uso, el 58,5% refiere utilizar contracepción hormonal, el 51,3% el
preservativo y en un lejano tercer lugar el DIU (8,4%).
Pantelides y Bott (2000) a través de diversos estudios han concluido con que toda la
problemática de la salud reproductiva adolescente se vincula a la tendencia de los jóvenes a
practicar conductas sexuales riesgosas entre las cuales se observan: inicio cada vez más precoz de la
vida sexual, poco reconocimiento de los riesgos; las relaciones sexuales son imprevistas y ocurren
en lugares y situaciones inapropiada; experimentan continuos cambios de pareja (promiscuidad);
tienen poco conocimiento de la sexualidad; no se plantean el control del embarazo; demuestran
escasa orientación y uso de anticonceptivos; y poseen insuficiente información sobre las
enfermedades de transmisión sexual y su prevención.
Necchi y Schuferescribir (2001) estudiaron las conductas y circunstancias psicosociales de
la iniciación sexual y conocimientos, valoración y conductas acerca de la anticoncepción en
adolescentes varones de entre 15 y 19 años, escolarizados de la Ciudad de Buenos Aires. Sus
resultados arrojan que existe una importante heterogeneidad en las conductas y circunstancias
psicosociales de la iniciación sexual en los varones: algunos se acercan a un modelo de integración
sexualidad/afectividad, otros actúan impulsados por la cultura machista y se inician precoz y
disociadamente y algunos otros se inician, provocados o seducidos, con escaso manejo de la
situación. El preservativo es el método anticonceptivo más usado por estos varones: lo valoran
como eficaz para la anticoncepción y lo adoptan para prevenir embarazos. Su compromiso con la
responsabilidad reproductiva no se percibe claramente: en su iniciación sexual predomina más el
temor al SIDA que la preocupación por no dejar embarazadas a sus compañeras. Y en sus relaciones
siguientes aparecen más desprotegidos quienes se involucran afectivamente en parejas estables.
El Centro de Estudios de Población (CENEP) ha realizado distintos estudios e
investigaciones en relación a la Salud Sexual y Reproductiva. En este marco, Pantelides (1995) ha
estudiado la Salud Sexual y Reproductiva adolescente en América Latina y el Caribe y ha concluido
que los adolescentes latinoamericanos conocen una amplia variedad de métodos anticonceptivos
pero el uso no está tan extendido.
La Fundación Huésped y UNICEF Argentina realizaron un estudio cuantitativo en el año
2011 sobre adolescentes mujeres y varones de entre 14 y 19 años de edad, pertenecientes a distintos
estratos socio-económicos y residentes en aglomerados urbanos de todas las regiones del país, con
el objetivo de identificar y analizar los conocimientos, actitudes y prácticas vinculadas a la salud
sexual y reproductiva, VIH y otras infecciones de transmisión sexual; así como el uso de los
servicios de salud. Este estudio ha demostrado que prácticamente el total de los adolescentes
mencionó conocer al menos un método para evitar embarazos, y más de un tercio pudo indicar al
menos dos. Los métodos anticonceptivos más mencionados fueron el preservativo (96%), seguido
de las pastillas anticonceptivas (65%), y en menor medida el DIU (22%). Dicho estudio arrojó una
diferencia marcada por los roles de género, ya que los dos últimos métodos son más mencionados
por las mujeres, que son quienes los administran; a diferencia del preservativo que es administrado
por el varón con menos posibilidad de decisión por parte de la mujer.
Varios son los autores que han empezado a abordar la perspectiva de género como eje
fundamental de la salud sexual y reproductiva en los jóvenes, teniendo en cuenta que las diferencias
de género no debería crear desigualdades en las relaciones entre varones y mujeres. Anteriormente,
la mayoría de los estudios realizados en relación a la temática daban cuenta que el subdesarrollo y
la pobreza hacía que grandes sectores de la población se vieran excluidos del acceso a servicios
básicos. Sin embargo, posteriormente algunos autores comenzaron a dar cuenta que existía una
desigualdad social en función del sexo. Esta desigualdad está asentada sobre la base de un sistema
dominado por los hombres cuyo núcleo fundamental se encuentra en el control que ejercen sobre la
reproducción y la sexualidad de las mujeres, y que limita las posibilidades de que ellas alcancen,
desarrollando autonomía en sus decisiones, niveles de bienestar en esos ámbitos, tanto para sí
mismas como para su familia (Ramos Padilla, 2006).
De esta manera el género se comenzó a considerar como uno de los factores que determina
la salud y la enfermedad. No se trata de reducir o simplificar la realidad, sino más bien que con la
introducción de la perspectiva de género se trata de enriquecer la comprensión de los procesos que
producen la salud, la enfermedad, la atención, que devela una serie de componentes que tienen una
dinámica y una capacidad de explicación de la realidad relativamente autónoma. El enfoque de
género permite poner en evidencia las relaciones jerárquicas y de poder que se establecen entre
hombres y mujeres, los diversos mecanismos que utiliza el sistema de dominación masculina para
perpetuar esas relaciones y la manera cómo estas actúan junto con otras variables, en los procesos
de salud (Ramos Padilla, 2006).
La Organización Mundial de la Salud (1998) ha expresado que el género ha de tenerse en
cuenta a la hora de programar para la salud de los jóvenes porque es un determinante importante de
la utilización de servicios sociales y de salud.
Geldstein y Pantalides (2001) han demostrado a través de sus investigaciones que tanto las
condiciones materiales de las jóvenes como las imágenes que de sí mismas y de sus congéneres
tienen las mujeres son decisivas a la hora de exponerse o no a conductas de riesgo reproductivo. La
construcción cultural de las relaciones de género define territorios sociales y culturales que asignan
espacios, responsabilidades, actividades y recursos diferenciales para hombres y mujeres.
Agreda (2006) estudió los conocimientos, actitudes y prácticas de jóvenes de entre 10 a 19
años en relación a la salud sexual y reproductiva. Los hallazgos dieron cuenta de que los jóvenes
poseen información deformada e insuficiente proveniente de su grupo de pares (otros jóvenes o
adultos significativos para ellos), de la TV e internet; y que dicha información está condicionada
por los estereotipos de géneros; es decir a las representaciones sociales que sobre la sexualidad
poseen estos jóvenes en función de su medio social, influencia culturales, los imaginarios de género
en cuanto a lo que es “ser masculino” y “ser femenino”. Esto constituye factores de riesgos que
pueden conducir a relaciones sexuales desprotegidas que los llevan a consecuencias no deseadas
como un embarazo temprano, aborto de riesgo o infecciones de transmisión sexual.
Algunas investigaciones (Perrota, 2007) han demostrado que los embarazos en la
adolescencia están determinados por los condicionamientos de género que definen a la identidad
femenina en función de la maternidad y las tareas domésticas.
Ramos Padilla (2006) expresa que el género no es solo un aspecto determinante de
inequidad sino un eje explicativo de muchos de los factores que intervienen en el enfermar y morir
de las personas. Agrega que perduran inquietudes que se anteponen a los deseos de las mujeres y
que les impiden, aún cuando tengan la información adecuada, a optar libremente sobre qué hacer
con sus propios cuerpos y cómo regular su reproducción. Así los grandes procesos de socialización
patriarcales, sexistas y jerárquicos, han logrado una fuerte internalización, en muchas mujeres, de su
papel subordinado, con actitudes de sumisión y escaso empoderamiento antes las posiciones y
privilegios masculinos. Esto conlleva a que en la negociación frente a medidas de protección de
embarazos no deseados, las mujeres lo realizan en una posición de menos poder.
El modelo de género presente en nuestra sociedad influye en el desarrollo de la actividad
sexual de los/as adolescentes definiendo patrones de conducta diferentes y desiguales para varones
y mujeres, siendo estas últimas las que poseen mayores limitaciones en el ejercicio de su
sexualidad. Dicho modelo incide en el inicio sexual de los/as adolescentes, el cual se experimenta a
una edad cada vez más temprana. Este comienzo de las relaciones sexuales muchas veces suelen
producirse con un escaso conocimiento, sobre la sexualidad, la salud reproductiva, las prácticas
sexuales menos riesgosas y especialmente a su derecho a negarse o abstenerse a la actividad sexual
(Weller, 2004).
Investigaciones del Fondo de las Naciones Unidas (2003) arrojan que las expectativas en
relación al inicio de la actividad sexual presentan connotaciones diferentes para varones y mujeres,
dado que generalmente se induce a los varones a que amplíen sus experiencias sexuales, mientras
que se estimula a las mujeres para que se abstengan de las mismas. Así los adolescentes varones
sexualmente activos en su mayoría tienen relaciones sexuales con diferentes compañeras: novias,
conocidas y prostitutas, mientras las adolescentes mujeres generalmente se inicia y mantienen
relaciones sexuales con parejas estables. Estas expectativas diferentes son nocivas para los/as
adolescentes dado que obstaculizan el establecimiento de relaciones saludables responsables y
equitativas.
Estos permisos diferentes en relación a la actividad sexual de las y los adolescente, originan
conductas sexuales distintas para los sexos. El modelo sexual femenino promovido por la sociedad,
determina que la razón que impulsa a las mujeres a iniciarse sexualmente sea el sentimiento que
posee hacia su pareja, quien será el que tome la decisión de comenzar a mantener relaciones
sexuales. Dichas motivaciones genera a su vez que estas inicien su actividad sexual con sus novios,
teniendo una mayor frecuencia de las mismas debido a la estabilidad de sus relaciones.
Por el contrario el modelo sexual masculino, provoca que los motivos que estimulan a los
varones para iniciarse sexualmente sean el deseo y la atracción física hacia la mujer, como así
también la necesidad de demostrar su masculinidad, ello promueve que dicha iniciación se lleve a
cabo con personas con las cuales no los une ningún sentimiento especial. Esto nos permite inferir
que los adolescentes manifiestan una mayor libertad en relación al placer y disfrute sexual, en tanto
las adolescentes prima el compromiso afectivo en desmedro del placer sexual (Weller, 2004).
Las diferencias de género también se observan en relación a las vivencias que se pretenden
lograr a través de las relaciones sexuales. Generalmente la mujer en una relación busca compartir
con el otro, sentirse bien con la pareja, conocer al otro; en cambio los varones buscan placer y goce
(Weller, 2004).
En lo que respecta a las adolescentes mujeres, muchas veces el inicio temprano de sus
relaciones sexuales se produce contra su voluntad. Son comunes los casos de las adolescentes
víctimas de abuso sexual o coercionadas a un inicio no deseado. Esta situación las somete al riesgo
de daños físicos y psicológicos a largo plazo. “Independientemente de la región o de la cultura,
entre el 40 y el 60 por ciento de los casos de abuso sexual ocurre en mujeres menores de 16 años”
(FPNU, 2003: p. 10).
Hay una situación común para los /las adolescentes: el inicio temprano de sus relaciones
sexuales no acompañado usualmente con cuidados anticonceptivos. En la mayoría de las
experiencias sexuales es infrecuente el uso de algún método anticonceptivo. “…Solo un 17 por
ciento de los adolescentes sexualmente activos utilizan alguna forma de anticonceptivos.” (FPNU,
2003: p. 10). Se ha comprobado una menor tasa de uso en las mujeres que en los varones. Según
estudios realizados se ha llegado a la conclusión que esta situación es promovida por:
Por las características de vulnerabilidad que presentan los/as adolescentes, podemos afirmar
que constituyen una población con necesidades de doble protección, la misma refiere a la
prevención simultanea del embarazo no deseado y las enfermedades de transmisión sexual (ETS) y
el (VIH). Esta doble protección se hace efectiva por medio de la utilización del preservativo. Según
Nina Zamberli (Checa, 2003) este método anticonceptivo es el que mejor se adapta a las
necesidades de la población adolescente, porque es ampliamente conocido, fácilmente accesible,
económico, no requiere consultar con un profesional de salud y es el único método que brinda
simultáneamente protección contra el embarazo y las ETS incluyendo el Sida.
A pesar del reconocimiento de esta necesidad por parte de los/as adolescentes Diferentes
estudios realizados por el Fondo de población de las Naciones Unidas, han observado grandes
diferencias en la edad de comienzo de la actividad sexual y en la proporción de actividad sexual
protegida por anticonceptivos. Asimismo se ha notado que a medida que se van estableciendo
relaciones a largo plazo son mayores las probabilidades de que utilicen anticonceptivos, pero
tienden a utilizar métodos distintos de los condones, con lo cual disminuye su probabilidad de
protegerse a sí mismos contra las infecciones de transmisión sexual incluido el VIH.
Estas conductas de los/as adolescentes nos permite suponer una falta de consideración por
parte de esta población de los riesgos que conlleva el establecimiento de relaciones sexuales sin
protección, y la necesidad de promover el uso del preservativo, para lo cual resulta esencial
considerar el rol que tiene el varón en la utilización de dicho método. Al ser el varón quien controla
el uso de este método anticonceptivo, es el quien decide cundo tener relaciones sexuales y como
protegerse durante las mismas, lo cual afecta no solo su salud sino también la de su compañera
mujer.
Este control del varón en la utilización del preservativo coloca a la mujer en una posición de
desventaja, dado que solo dispone de métodos para prevenir el embarazo sin la necesidad de contar
con el consentimiento del varón, por ello para poder evitar el contagio de las ETS necesitan el
consentimiento de estos. Esta situación desigual entre los sexos nos permite afirmar que la
utilización del preservativo implica cuestionar las relaciones de poder entre los sexos y ejercer por
parte de las mujeres su poder de negociación. Lo que puede provocar que dichas mujeres sean
estigmatizadas por no corresponder su comportamiento con lo establecido por el modelo sexual
femenino. Lo expuesto deja entrever la necesidad de incluir al varón en el cuidado de la salud
sexual y reproductiva, para evitar situaciones de riesgo en este plano, y generar la igualdad de
géneros (Checa, 2003).
A pesar de este lugar fundamental que posee el varón en la utilización del método
anticonceptivo, en la sociedad subyace la idea de que el cuidado de la salud sexual y reproductiva es
responsabilidad de las mujeres, lo que provoca que el varón quede exento de dicha responsabilidad.
Según Vázquez, Berner y Calandra (2003) entre las dificultades que provocan la no
adopción de métodos anticonceptivos por parte de los/as adolescentes podemos mencionar:
8
Las niñas: Ollas, muñecas. Los nenes: pelotas, autos etc.
El desarrollo de la sexualidad en los jóvenes se encuentra atravesado por la cuestión de
género. Si bien no existe una única concepción de la categoría género, entendemos que la misma
hace referencia a las construcciones sociales y culturales del modo de ser varón y mujer dentro de
una sociedad.
Adoptar esta categoría de análisis supone la incorporación del hombre en el análisis de la
situación de la mujer. Y a su vez significa superar la visión biológica determinista que comprendía
el lugar del hombre y la mujer en la sociedad como resultado de su naturaleza biológica, lo que
significa reconocer que las ideas referentes a lo masculino y femenino son diferentes según el
contexto socio cultural y el momento histórico determinado.
Para el desarrollo de esta perspectiva, fue necesario desde la teorización feminista distinguir entre
sexo y género. Se entendía por sexo:
El enfoque de género apunta a examinar las diferencias y desigualdades en los roles que
varones y mujeres juegan, las desigualdades de poder en sus relaciones, sus necesidades,
limitaciones, oportunidades y el impacto de estas diferencias en la determinación de su exposición
diferencial al acceso de atención en salud, y de la realización y concreción de sus derechos
(Bonder, 2009). Supone dar cuenta de la desigualdad social existente en las relaciones entre
hombres y mujeres, basada en los roles que se le atribuyen a varones y mujeres en una sociedad
determinada y en un contexto histórico, político, económico y sociocultural determinado.
El hecho de que la categoría género sea una construcción histórica social y cultural de los
atributos que se les adjudican a las personas en función de su sexo, significa que dichas
construcciones variaran de una sociedad y época a otra, por lo que podrá ser redefinida y
modificada por la propia sociedad. Es decir el análisis de la sexualidad a partir de dicha categoría
implica especificar los rasgos que son atribuidos a la sexualidad femenina y masculina en un
momento y sociedad determinado, con el fin de posibilitar su transformación en busca de la equidad
entre los sexos.
Entendemos que la sexualidad, constituye un aspecto inherente a la persona durante todo el
transcurso de su vida, desde el momento de su concepción hasta su muerte. Concebir al sujeto en su
integralidad requiere la inclusión de la dimensión sexual. Este aspecto de las personas confirma
comportamientos, sentimientos, prácticas, deseos y pensamiento sexuales, así como a los vínculos
emocionales y/o sexuales entre personas (por ejemplo la bisexualidad, heterosexualidad,
homosexualidad). Alude a la manera en que vivimos el hecho de ser sexuados, lo cual va
evolucionando con el paso por las diferentes etapas de la vida.
En el periodo adolescente, la sexualidad se constituye como uno de los principales ejes
conformador es de la identidad y, está influenciada por los cambios corporales propios de la etapa,
como así también por los mandatos sociales - culturales, que inciden en la construcción de su
identidad (Checa, 2003).
Referido a los mandatos sociales y culturales podemos observar que al ingresar en esta
etapa, los y las adolescentes habrán recibido, en su infancia, ciertos comunicados, por parte de
personas de su entorno (Padres, maestros etc.), que indican lo que pueden o deben hacer hombres y
mujeres, los cuales llevan implícitos criterios desiguales para los sexos.
Así irán construyendo sus identidades de manera diferente los y las adolescentes. Desde
muy pequeños habrán accedido a juegos que marcan la diferencia para cada sexo . También, habrán
percibido ciertos atributos que marcan las características propias de cada sexo. Estos indican por
ejemplo que los hombres son más racionales, fuertes, activos y valientes, mientras que las mujeres
son más emotivas, débiles, dulces asustadizas y dependientes. Estos y otros atributos filtrara la
construcción de las representaciones de los adolescentes, que tendrá como consecuencia el rechazo
de todo comportamiento que no corresponda con los característicos de su sexo. Todos estos
mandatos que se reciben desde la infancia junto al modelo sexual predominante en cada sociedad,
incidirán en las experiencias, pensamientos, comportamientos de los adolescentes en relación a su
sexualidad (Checa, 2003).
Los significados que emanan de la sociedad en relación a la sexualidad, marcan una
distinción entre los sexos, lo cual se expresa en estereotipos tradicionales de género. En el caso de
las adolescentes sus cuerpos son disciplinados para el embarazo y la maternidad, y disociados de la
sexualidad como fuente de placer. Se espera su pasividad para otorgar placer a su pareja,
colocándola de este modo en un lugar pasivo, como objeto de placer y al servicio de las necesidades
del otro. La sexualidad en las mujeres tiene como fin la maternidad. Las relaciones sexuales son
permitidas cuando las mismas se producen dentro del matrimonio y posee fines reproductivos
(Checa, 2003).
En el varón se estimula el inicio temprano de las relaciones sexuales, se visualiza el ejercicio
del sexo como una suerte de rito de pasaje a la adultez. De los varones se espera que sean
heterosexuales, con un elevado nivel de actividad sexual, ante lo cual subyace la idea de que su
deseo sexual es un instinto que no puede controlar lo cual provoca la adopción y aceptación de una
vida promiscua. Esta consideración permite al hombre distinguir entre el amor y el sexo, haciendo
el amor con la mujer amada y teniendo sexo con las demás. Además se le adjudica un papel activo
en las relaciones sexuales, es quien tomara la iniciativa, penetrara a la mujer, la cual posee un papel
pasivo al dejarse penetrar (Checa, 2003).
La sociedad trasmite una doble moral en relación a la actividad sexual de los/as adolescentes
en la que, por un lado, el hombre posee total libertad de ejercer su sexualidad, lo cual a su vez
conlleva una aceptación y reforzamiento de la masculinidad; y, por el otro, existe una prohibición
para las mujeres, en su ejercicio y disfrute con autonomía. Esto da muestra de las desigualdades de
género en el plano de la sexualidad, lo que implica un control de la sexualidad femenina cuando
esta no se vincula con la procreación. Estas expectativas vinculadas al género tienen sus
consecuencias en las conductas sexuales y reproductivas de los adolescentes, exponiendo a los
mismo a situaciones de riesgo9, las que tienen sus consecuencias en el cuidado de la salud sexual y
reproductiva de los/as adolescentes (Checa, 2003).
En lo que respecta, al modelo sexual predominante en nuestra sociedad, además de otorgar
un lugar diferente y desigual a los sexos en relación a la sexualidad, se caracteriza por considerar a
la misma, una cuestión de la vida adulta de las persona, concibiéndola a su vez como sinónimo de
genitalidad donde el fin es la reproducción, principalmente para las mujeres, mientras el placer es
para los varones. 10 Consideramos que entender a la sexualidad una cuestión de los adultos, implica
no reconocer la actividad sexual en la etapa adolescente como legitima, produciéndose un
silenciamiento en relación a la misma, generando su ejercicio sin conocimiento e información
adecuada, limitando el cuidado de la salud sexual y reproductiva de los/as adolescentes.
9
Riesgo: es “...aquella posibilidad que vivencia una persona, grupo o comunidad de sufrir un daño -de origen biológico,
psicológico o social-, o vulneración de un derecho”; situación de riesgo: “podemos calificar las situaciones de riesgo
atendiendo a su gravedad en: bajo, medio y alto riesgo; según se dé la ocurrencia y frecuencia de determinados factores,
como así también el grado de indefensión y la capacidad de respuesta de la persona o grupo.” (Eroles, 1998:191).
10
Según A. López Gómez y S. Quesada (2002) un punto de fisura de este modelo lo constituyo la aparición de los
métodos anticonceptivos modernos que permitieron que las mujeres dispusieran de un instrumento que favoreciera su
autonomía sexual. Los fines sexuales podrán a partir de entonces ser administrados por las mujeres en función de sus
deseos y expectativas personales.
IV. MARCO METODOLÓGICO
Para describir los conocimientos que tienen las jóvenes sobre los métodos anticonceptivos se
utilizará una metodología de carácter cualitativo, al evaluar que ofrece las herramientas idóneas
para la recopilación de datos desde una perspectiva interpretativa de los fenómenos que interesan
estudiar en esta investigación. Dado que se pretende recuperar la visión y opinión de las jóvenes
mujeres se considera oportuno utilizar la metodología cualitativa a fin de recuperar la dimensión
subjetiva, considerando los conocimientos y significados que estas jóvenes poseen de los
anticonceptivos.
En la metodología cualitativa el investigador ve al escenario y a las personas en una
perspectiva holística: las personas, los escenarios o los grupos no son reducidos a variables, sino
considerados como un todo. Interactúan con los informantes de un modo natural y no intrusivo,
buscan la comprensión detallada de las perspectivas de otras personas. Los investigadores
desarrollan conceptos, intelecciones y comprensiones partiendo de pautas de los datos y no
recogiendo datos para evaluar modelos, hipótesis o teorías preconcebidos; comienzan sus estudios
con interrogantes solo vagamente formulados (Taylor y Bogdan, 1986).
La investigación cualitativa aborda un nivel de realidad que no puede ser cuantificado.
Trabaja con el universo de significados, motivos, aspiraciones, creencias, valores y actitudes, lo
que corresponde a un espacio más profundo de las relaciones, de los procesos y de los fenómenos
que no pueden ser reducidos a una operacionalización de variables. Ello implica que en dicha
investigación, se producirán básicamente datos descriptivos, es decir se describirá el objeto de
conocimiento a partir de las palabras de las personas dentro del escenario en estudio. Para el
investigador cualitativo lo fundamental es experimentar la realidad tal como otros la experimentan.
Para ello debe dejar de lado sus propias creencias y perspectivas, siendo todo objeto de su
investigación. Para este investigador todas las perspectivas son valiosas, dado que lo que pretende
es la comprensión de la perspectiva de las personas en estudio (Taylor y Bogdan, 1986).
Se desarrollará un diseño flexible. Este contempla la posibilidad de advertir durante el
proceso de investigación situaciones nuevas e inesperadas vinculadas con el tema de estudio, que
puedan implicar cambios tanto en las preguntas como en los propósitos de la investigación.
Asimismo alude a la viabilidad de adoptar técnicas novedosas de recolección de datos y a la
factibilidad de elaborar conceptualmente los datos en forma original durante el proceso de
investigación. El investigador debe tratar de introducir la idea de que la misma puede sufrir cambios
y que las preguntas son preliminares. Esta flexibilidad se propicia porque los conceptos utilizados
en el contexto conceptual solo sirven de guía, pero no constriñen por anticipado la realidad
determinando que una interacción o proceso adopte las características presupuestas (Vasilachis de
Gialdino, 2007).
11
Fuente extraída de registros del Hospital Municipal Ramón Santamarina de Tandil.
primera semana del mes de marzo, la Unidad de Adolescencia del hospital realiza distintas
actividades tendientes a la promoción de la salud sexual y reproductiva de las adolescentes. A partir
de estas actividades se difunde la existencia del consultorio de ginecología-obstetricia adolescente,
y se promueve que las jóvenes accedan al mismo. Por lo antes expuesto, durante el mes de marzo se
otorgan más turnos que lo habitual, ya que se generan más consultas de las jóvenes en el marco de
las actividades de difusión de la Unidad de Adolescencia. Por otro lado se reducirá el estudio al
consultorio de ginecología adolescente y no al de obstetricia ya que a este último asisten jóvenes
que están embarazadas, y entrevistarlas puede reportar elementos subjetivos, íntimos en relación a
las causas de sus embarazos lo cual escapa a los fines de esta investigación.
Es importante destacar que si bien entrevistar a 30 jóvenes puede parecer poco
representativo en relación a la totalidad, ello permitirá cumplir el objetivo, ya que el interés de esta
investigación no es desarrollar teoría -lo cual demandaría una investigación más extensa- ni
establecer generalizaciones.
Dado que la práctica profesional de quien desarrolla este proyecto de investigación se
inscribe en el Servicio Social del Hospital Municipal Ramón Santamarina de Tandil, el acceso a las
jóvenes que se entrevistará se desarrollará sin inconvenientes.
Entrevista:
1- ¿Qué son los métodos anticonceptivos? ¿para que sirven?
2- ¿Tuviste relaciones sexuales?
3- ¿Utilizas métodos anticonceptivos?
4- Si la respuesta es negativa ¿Porqué no?
5- Si la respuesta es positiva ¿cuáles usás? ¿por qué elegiste esos y no otros? ¿De dónde los
obtenés?
6- ¿Qué conocimientos tenés sobre los métodos anticonceptivos? ¿De dónde provienen
esos conocimientos? (Ej. Médico, profesionales del centro de salud, escuela, amigos,
familiares, medios de comunicación, otros)
7- ¿Qué pensás del consultorio de Ginecología adolescente del hospital? ¿Te resulta útil?
¿Responde a tus necesidades?
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