Está en la página 1de 2

El hecho de ofrecer algo sin esperar nada a cambio se conoce como altruismo.

Pero,
¿hasta qué punto podemos dar sin recibir?, ¿es realmente justo? No olvides que todo
en esta vida es una “ida y vuelta”. Quizás hoy no obtengas nada por lo que otorgas, pero
mañana recibirás tu recompensa.

¿Cómo funciona el principio de la reciprocidad?


El fundamento más importante de la reciprocidad está basado en el hecho de intentar
devolver mediante la gratitud, lo que otras personas nos han dado antes. Para poder
comprender un poco mejor esto, quizás deberíamos utilizar una explicación que nos
lleve a la antigüedad:
El hombre ha tenido que compartir para poder sobrevivir. Desde conocimientos hasta
herramientas, comida o refugio, siempre la solidaridad de unos, fue la manera que
tuvieron los otros para continuar con vida.
Esto no ha quedado sólo en la época de las cavernas (afortunadamente) y se mantiene
aún hoy. Desde que nacemos, traemos de manera innata los sentimientos correctos para
establecer una especie de “deuda” cuando alguien hace algo por nosotros.

Pero aún hay más, ya que nos devanamos los sesos pensando de qué manera pagar
ese saldo lo antes posible (y con creces).

Hasta el momento todo parece muy lindo, muy idílico. Pero hay que volver a la
realidad. Muchas personas se aprovechan de este sentimiento de “culpa” que nos acongoja
cuando le debemos un favor a alguien. Este grupo se basa en la premisa de “hacer algo
por alguien para que se sienta obligado a hacer algo por mi”.
De allí es que surge la reciprocidad “inducida” por llamarlo de alguna manera. Es decir,
que se busca la forma de ayudar a alguien por el simple hecho de que después nos deba un
favor.

Pero, ¡cuidado!
Los primeros en sacar una ventaja de este sentimiento de culpa fueron los Krishnas.
Ellos salían a la calle regalando flores a los transeúntes y luego, les decían que
estaban juntando dinero para su fundación. Ya que las personas habían recibido un
regalo (la flor), se sentían en la obligación de hacer una donación para la causa. Hoy en día
esa técnica se usa con otros objetos como puede ser un libro, un refresco, un bolígrafo,
etc.
Si nos extendemos hacia otros sectores, algunas investigaciones de los años 80 han
indicado que el hecho de invitar una copa a alguien que recién conocemos, causa un
sentimiento de deuda, sobre todo sexual. Esto parece un poco ilógico en pleno siglo XXI,
pero hace 4 décadas atrás no tanto.
¿Existen las buenas intenciones en “dar y recibir”?
Algunos podrían decir que sí, sin miramientos… Lo cierto es que de alguna
manera, siempre estamos esperando algo a cambio. No quiere decir que queremos
un regalo o algo material, pero dar a otros nos ayuda a sentirnos mejores personas, que
hemos “hecho la buena acción del día”, que podemos contar orgullosos nuestro
accionar, etc.
Entonces, sí estamos esperando algo a cambio. Tal vez aguardemos la oportunidad
para echarle en cara al otro lo que hemos hecho por él o bien, en un sentido más místico,
esperar que algo superior nos compense por nuestra actitud, ya sea Dios, el Universo,
el Karma, etc. o simplemente, que estén ahí cuando necesitamos algo.

¿Podemos ser 100% altruistas?


Cada vez es más extraño pensar en el otro, ayudar al prójimo, ponernos en los zapatos
del que está en frente… quizás sería mejor que en lugar de ofrecer todo lo que tenemos,
empezáramos a ocuparnos de los detalles de cada día.

No hace falta despojarse de todos los bienes materiales y quedarnos con hambre para
que otro se alimente, es decir, convertirse en un altruista con todas las letras.

Podemos brindar más a quienes tenemos a nuestro alrededor, siendo ésta una excelente
manera de practicar el altruismo; con actos simples, como ceder el asiento en el metro,
dejar pasar a alguien mayor antes que nosotros, atar los zapatos de tu hijo, preparar la
cena para tu familia o cargar el bolso de tu pareja.

También podría gustarte