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BORDES, M. (2011).Las trampas de Circe. Falacias lógicas y 3.

Los argumentos falaces pueden usarse para racionalizar con-


argumentación informal (pp. 129-147). Madrid: Cátedra. ductas inmorales, que perjudican injustamente a otros. Para
decidir qué hacer necesito determinar antes por qué objetivos
vale la pena luchar, y eso comporta deliberar o sopesar argu-


mentos a favor y en contra de ciertas conductas. Si mis argumen-
tos contienen falacias, me pueden llevar a aceptar un soborno,
actuar por mero interés personal, o votar al presidente narcisista
e incompetente al que votan algunos de rnis colegas en lugar de
optar por un honesto político de popularidad baja entre mi círcu-
lo de conocidos. Así pues, identificar las falacias no sólo es parte
de nuestros deberes epistémicos, sino que comporta también

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una responsabilidad ética (efecto conductual).
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CarfruLo 4
4. Saber analizar los argumentos del oponente y, concretamente,
aprender a etiquetar argumentos falaces enriquece la propia ca-
Falacias pacidad argumentativa y favorece la investigación de las defi-

LA
ciencias de las propias creencias, haciéndonosasí menos vulne-
4.1. LA DEFINICION DE FALACIA: LOS ELEMENTOS
rables a los ataques del oponente y proporcionándonos instru-
RETORICO,
EPISTÉMICO, DIALECTICO Y LÓGICO
mentos para revisar, refinar o incluso abandonar algunas tesis
propias deficientes (efecto de retroalimentación). De hecho,
Fallaciae era la denominación latina de los sophismata o ar jumen- cuando se acepta como razonable un argumento falaz no se es
simplemente una víctima, sino que también se es cómplice:

DD
tos engafiosos, como los formulados por los oradores de la Grecia
clásica, denostados por Sócrates y Platón y clasificados por Ari itóteles tenemos la responsabilidad epistémica de evaluar bien un argu-
en sus Refutaciones Sofísticas. Hoy en día los especialistas coinc den en mento.
usar el término ‘falacia’ para remitir a cierto tipo de errores ar nimen-
tativos, aunque difieren en determinar el tipo de error de arg1 menta- Fue debido a las razones 1-4, que señalan su gran potencial crítico
ción de que se trata. En este apartado explicaré las teorías y d« finicio- y su aplicación cívica, por lo que los estudios de lógica práctica sobre
nes más importantes que se han ofrecido, las analizaré y evalu iré con falacias recibieron tanta atención en la enseñanza superior de países

.C
cierto detalle para, finalmente, proponer las que voy a seguir en este como los Estados Unidos y Gran Bretaña hacia los años 70. El térmi-
libro. no “falacia” se ha popularizado, también en nuestro país, aun a costa
Son muchas las razones prácticas a favor de aprender qué tipos de de crecer sobre un suelo académico algo desnutrido. Ahora bien, al des-
falacias existen. Algunas de ellas son las siguientes: acuerdo entre los especialistas a la hora de definir falacia” no se debe-
rian sumar las confusiones que se derivan del uso laxo periodístico,

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1. Los argumentos libres de falacias maximizan la posibil dad de político o popular del término. Para evitarlo conviene señalar cuáles
5
resolver disputas de forma no violenta (efecto de dialé tica ra- son los errores más frecuentes que se cometen cuando se habla de fa-
cional), así que saberlas identificar es un primer paso p ara evi- lacias. Estos incluyen usos en los que se supone que:
tarlas.
2. Saber identificar argumentos falaces es un arma contr: la des- i. Una falacia es una creencia falsa sistemáticamente repetida.
protección de quienes aceptan esos argumentos sospe :hando ii. Las falacias sólo las cometen personas de escasa formación in-
que contienen errores que no saben cómo denunciar (efecto telectual. '
instrurnental). ili. Una falacia es un argumento con conclusión y/o premisas
falsas.
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iv. Una falacia es un argumento inválido. averigt ar hechos o recabar información en general. Creer que la Se-
v. S1 un argumento carece de falacias, es un argumento conclu- mana (rágica tuvo lugar en Barcelona en 1930, que un embrión de
yente. tres dí..s tiene ya tronco neuronal, o que ningún progenitor macho
vi. Quien formula argumentos falaces tiene intenciones desho- incubs los huevos de su pareja (los casuarios machos, aves oriundas de
nestas de persuadir a su audiencia a toda costa sin justificar Austra ia y Nueva Guinea, sí lo hacen) son errores empíricos. En cam-

M
bien sus afirmaciones. - bio, lo ; errores conceptuales son fallos en la comprensión de conceptos
abstrac tos o de relaciones entre ellos. Ejemplos de errores conceptua-
les serí in confundir un dilema con una dificultad, creer que son posi-
Errores comunes y sofisticados acerca del concepto de falacia bles lo: círculos cuadrados, o cometer la falacia del espantapájaros. Los

O
errores conceptuales que afectan a la inferencia argumentativa reciben
El error que se comete con más frecuencia sin duda es el primero. el norr bre de 'falacias lógicas'. Otro tipo de errores son los errores éticos,
Incluso lo cometen algunos autores de publicaciones sobre racionali- errores sobre evaluaciones, decisiones y conductas morales: menospre-
dad y lógica!? (por no mencionar los documentos monográficos so-

C
ciar a 'ina persona simplemente porque se la envidia, ser paternalista -
bre falacias en internet). En efecto, en muchos documentos transmiti- con ur a persona enferma pero intelectualmente competente, o hacerle

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dos por los medios de comunicación se usa el término “falacia’ aplica- mobbin : a un colega para gozar de los privilegios laborales que a cambio
do no a errores lógicos de razonamiento, sino a errores empíricos te otor ;a un jefe. El error del actual gobierno israelí, al reclamar Jerusa-

.
comunes, a simples creencias falsas e incluso a argumentos moral- lén co:ao «su capital eterna e indivisible», contra las demandas de Pa-

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mente erróneos. En otros casos, escritores especialistas en distintas lestina y de la comunidad internacional, también es un error ético.
disciplinas, como la historia, la epidemiología, la economía o la juris- Cv indo un error empírico comporta una desviación sistemática
prudencia, bautizan como falacias lo que son realmente errores empí- en los : esultados o inferencias se denomina 'sesgo cognitivo”, algo que

D
ricos o metaempíricos reiterados en sus respectivos campos de estu- estudi: n y tienen muy en cuenta tanto los psicólogos como los epide-
dio. Así, la llamada “falacia del vistazo” (snapshot fallacy), a la que se miólo; os. Un sesgo cognitivo es una desviación sistemática de un crite-
, refiere Shermer (1997) para mostrar el error de algunos defensores del rio noi mativo que afecta al pensamiento causando errores de juicio!!5,

A
revisionismo sobre el holocausto judío, no es sino un tipo de negli- como -:1 del «efecto del rebaño». '
gencia, en algunos casos perversa, en la recopilación de datos. Muchas La falta de sistematicidad de los errores empiricos no afecta a su
de las supuestas falacias comentadas por el admirable clásico de carácte r fáctico. Existen patrones de error empírico como los basados
Hackett (1970) son interesantes errores sistemáticos presentes en la en la e :cala temporal o los errores de magnitud. Los primeros son un

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historiografia, pero no falacias!!4, tipo d« error por falta de imparcialidad, cuando se toman decisiones
La diferencia entre errores empíricos y conceptuales, aunque no consid :rando sólo las consecuencias a corto y medio plazo. Así, un -
precisa ni exhaustiva, sí resulta fundamental a la hora de situar el lugar

I
estudiz nte'que posponga su trabajo siempre que tenga ocasión de to-
lógico de los errores de argumentación o falacias. Los errores empíricos mar ur:a copa con sus amigos actúa de modo miope respecto de su

F
son errores fácticos o de hecho, relativos a fallos en calcular datos, futuro profesional, al considerar sólo los beneficios a corto plazo de
su con lucta. Un error de magnitud lo cometió Descartes en su polé-
113 Harrison, 1992, es uno de ellos cuando afirma que una falacia es «cualquier idea mica c 2n Harvey acerca de la circulación sanguínea, cuando insistía
en que el corazón calentaba la sangre y la impulsaba por el cuerpo por


errónea o creencia falsa, o error en el razonamiento o en el argumento» (mi traducción).
También Bentham, 1824, Jenicek, 2005 y 2009, Shermer, 1997, Hackett, 1970, o Hunter, efecto de la expansión del fluido.caliente. Otro ejemplo lo ofrecen
2009, incurren en el mismo error. ' - quient 3 creen que reducir la conducción de coches a la mitad com-
!^ En otros casos se trata de ejemplificaciones historiográficas de falacias informa- portari 1 una reducción sustancial del consumo de petróleo, ya que el
les tpificadas. Asi, la falacta de los prodigios (que, según Hackett, 1970, llevaría al histo-
riador a dar cuenta sólo de los sucesos extraordinarios y magnificos de la historia) no es
sino un tipo de enfoque metodológico sesgado que, si pretende abarcar todo lo histo-
riable, constituiría a lo sumo un caso especifico de falacia por inducción precipitada, 115 [ itvak y Lerner, 2009,

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petróleo es sólo una pequeña fracción del combustible que v san los genéticos no cesa de ser hoy en día el mejor escudo a favor del con-
automóviles y el resto del petróleo importado lo consume fun lamen- formismo, el racismo y tantas otras creencias culpables.
talmente la industria!!6, Sigo ahora con la lista de errores generales sobre falacias. También
Un caso de confusión entre una falacia con un error no-ar ¡umen- se suele creer que si un argumento contiene una falacia, entonces su
tativo es el de Livingston (1981), en su libro sobre la falacia d la con-


conclusión tiene que ser falsa (111)!77. Pero no es así y creerlo comporta
servación de la vida salvaje. Como saben muchos ambientalistas el bió- cometer, de hecho, la falacia ad logicam. El carácter falaz de un argu-
logo canadiense argurnentó contra lo que consideraba la arrogancia mento, tanto como su validez o invalidez lógica, son independientes
humana negligente del cuidado de la naturaleza, senalando jue no de la verdad o falsedad de las proposiciones que lo componen, como
hay un argumento racional para la conservación de la vida salvaje ya dije en el capítulo 1. Basta con recordar simplemente que la razo-
(igual que no hay explicación racional de la experiencia cua itativa, nabilidad de un argumento no garantiza la verdad de su conclusión.
decía) en el marco de nuestro esquema industrial de valores ce 1trados En casi todas las novelas policíacas las pistas iniciales apuntan como

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en los seres humanos, en el que la vida salvaje siempre pierde Según asesino a un inocente; la extraña conducta de mi amiga, que última-
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€l, necesitaríamos una visión espiritual más amplia que nos in :luyera mente me rehuía como si estuviera resentida por algo, resultó corres-
como una especie más en una comunidad ecológica y sin el-cc ncepto ponder, contra todo pronóstico, al esfuerzo por evitar que me entera-
de propiedad privada del entorno natural. Independientemen e de la ra de que me preparaba una fiesta sorpresa.

LA
sensatez de su crítica, lo que denuncia es a) una cosmovisión moral- El cuarto error (iv), lo es dependiendo del concepto de validez
mente errada, lo que no implica que la argumentación sea de iciente que se adopte. En el sentido de la lógica deductiva ya he explicado que
y b} la supuesta inadecuación de las herramientas racionales :n este un argumento válido es un argumento deductivo en el que la verdad
campo. Al aceptar b) no resulta coherente que use un términ» de ló- de las premisas implica necesariamente la verdad de la conclusión.
gica como el de “falacia”. Ahora bien, según esta acepción algunas falacias serían argumentos vá-
Es un hecho que personas de buena formación intelectua come- lidos, por ejemplo, la ignoratio elenchi y las falacias del círculo vicioso, de
ten y dan crédito a argumentos falaces, a menudo involuntari imente modo que (iv) sería falso. Walton (1982) puso su empeño en mostrar

DD
(contra ii). Creer lo contrario suele estar en la base de las teorí: s sobre que todas las falacias son realmente inválidas, haciendo uso de sistemas
la dependencia-de-disciplina respecto del pensamiento critzo. Lo de lógica como la lógica inductiva en el análisis de las falacias secundum
cierto es que, aunque resulte sorprendente a primera vista qu« un es- quidy post hoc, ergo propter boc, de la lógica del razonamiento plausible
pecialista riguroso pueda presentar resultados basados en argu nentos en la falacia ad verecundiam, o de la lógica relacional en el caso de la
falaces, no debería extrañamos tanto si recordamos que sorr os una ignoratio elenchi, entre otras. No obstante, el éxito de su proyecto com-
especie muy dotada para autoengañarse con frecuenciay, en el caso porta una ampliación del alcance del concepto de validez que escapa a

.C
de tener buena formación intelectual, hacerlo sistemática y s fistica- la definición de la lógica deductiva, de forma que “válido” pasa a ser si-
damente. El caso de la tesis sociopolítica de los genetistas M irray y nónimo de “sujeto a ciertas normas de diálogo correcto”, algo que él
Webstein en los años 90 ilustra bien el segundo caso; publicz ron un mismo parece concluir en Walton (1987, 329), al entender por "falacia”
libro en el que divulgaban su tesis según la cual la inversión ec »nómi- todo tipo de debilidad, deficiencia o ruptura de un procedimiento ra-
ca destinada a la mejora educativa de los afroamericanos era v na pér- zonable en un argumento. A esta cuestión me referiré más adelante,

OM
dida de tiempo, de dinero y de energía. Supuestamenge sus e ¡tudios cuando trate del elemento lógico en la definición de falacia.
mostraban que el componente genético era el mayor respons: ble del Con respecto a (v.), y según la definición que di en el capítulo 1,
rendimiento intelectual y que ese componente dejaba en m 1y mal desde luego es cierto que un argumento razonable o racionalmente
lugar a esa etnia frente a la etnia de pertenencia de los autc res del convincente es un argumento libre de falacias. No obstante, que un
texto. La mitología sobre el alcance predictivo de muchos e ¡tudios
117 Vid. la entrada 'falacia' del Diccionario de la Lengua Latina (L. Macchi, Ed. Don
Bosco), que se analiza como «engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a otro.
116 De Bono, 1976, 68. Hábito de emplear falsedades en daño ajeno»,
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argumento sea razonable no lo convierte en un argumento conclu- en fun :ión de si cierta emoción o estado mental está o no presente en
yente, sino tan sólo en un buen argumento, junto a otros también los int :rlocutores, entonces su identificación como falacias depende-
plausibles aunque incompatibles con él. — ' ‘ria de la detección de esos estados. Ahora bien, sean cuales sean
Por último, (vi) remite a dos rasgos psicológicos que durante mu- las mc tivaciones tanto de la audiencia como de quien argumenta, la
cho tiempo se han considerado definitorios de una falacia, a saber, presen :ia de falacias depende exclusivamente de la estructura del ar-

M
a) su poder retórico o su apariencia de validez y b) la mala intención gumer to (su E/f) en un contexto de diálogo. Las aproximaciones psi-
de quien la formula. ] cologi: tas olvidan que para la evaluación lógica de un argumento, no
- es preciso identificar ningún estado mental en los interlocutores, sino
Ladefinicióntradícíonala.rístotélica(l-]amb!ín,l-lanscn) que be sta con evaluar el uso del argumento en una estructura nor-

O
y sus variantes - mativa. -
En algunas variantes de la definición tradicional se supone que
La definición tradicional de ‘falacia’ remite al primer rasgo, el ele- si es recesaria la presencia de ciertos estados mentales especificos
mento retdrico. Siguiendo la tradición aristotélica Hamblin (1970, 12) (adem: s de los que comportan entender y emitir un argumento) para

C
define falacia como «argumento que parece válido, pero que no lo que se cometa una falacia: la intención de inducir a engaño a una

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es»1!*. L 3 principal debilidad de esta definición se halla en que es fá- audien zia (el elemento epistémico). Bentham (1824) dice que una falacia
cilmente refutable por contraejemplo. Corno ya he dicho, existen es «cu: lquier argumento empleado (...) con el propósito de inducir a

.
buenas razones para considerar como falacias argumentos, como el engañc, o que con probabilidad produzca ese efecto, o el de hacer

D
círculo vicioso, que no sólo parecen válidos, sino que lo son. que ad >pte una opinión errónea la persona a cuya mente se le presen-
Otro defecto grave de la definición tradicional basada en el ele- ta el ar numento»!*!. Es cierto que fallere significa engañar o usar estra-
mento retórico se debe a que la referencia a la psicología de la audien- tagem: s engañosas!?, pero eso no implica que toda falacia sea em-
cia es en sí misma problemática por tres razones: 1) que es subjetiva, pleada zon el fin de engañar a otros o a uno mismo. Creer lo contrario

D
2) que no es condición necesaria de la presencia de una falacia y 3) que por es: sola razón conllevaría cometer la falacia etimologista, además
convierte la definición de falacia en una definición psicologista. de con er de nuevo el riesgo del psicologismo. De hecho, en muchos
En efecto, un argumento puede parecer a primera vista convincen- . casos « ometemos y confiamos en argumentos falaces involuntaria-

A
te a unos, pero no confundir a otros. Además, existen falacias tan tri- mente y sin intención deliberada de engañar a nadie, simplemente
viales que se detectan enseguidal!?, Si el concepto de falacia dependie- por ig1 orancia, precipitación o pereza mental. Esa deficiencia racio-
ra de la reacción psicológica de la audiencia, la presencia o ausencia nal o esa falta de deliberación de quien argumenta y de su audiencia

L
de una falacia dependería de cuestiones extrínsecas a su naturaleza, - no afe: ta al carácter falaz de un mal argumento.
concretamente de la mayor o menor capacidad de convicción de la Ad rertir la insuficiencia y superfluidad de los elementos retórico
audiencia que la considerara. Como ya comenté en la Introducción, y epist :mico en la definición de falacia ha conducido a los especialis-

I
el precio teórico que hay que pagar por el psicologismo en la clasifica- tas a mirar hacia otro lado a la hora de ofrecer definiciones basadas en
ción y definición de las falacias es demasiado alto!??, Si se las clasifica

F
un terc 2r elemento, el elemento dialéctico. En él se basan principalmen-
te la te »ría de Walton (1992) o la pragma-dialéctica de van Eemeren y
Groote ndorst (1984, 1987) de la llamada ‘Escuela de Ámsterdam”, que —
118 También lo hacen así Bentham, 1824, Bearsdley, 1950, Toulmin, Rieke y Janik, sitúan las falacias en un contexto de intercambio verbal dinámico
entre ciferentes participantes y las presentan como violaciones de las


1979, y Tindale, 2007, entre otros (especialmente toda la tradición aristotélica medieval,
p: ¢j., Alberto de Sajonia en su -Logica Perutilis, Tratado V, 1456). .
15 La que comete A en este diálogo es el cjemplo prototipico: «A: Creo que Dios
existe, estoy seguro, R: ¿Cómo lo sabes?, A: Porque lo dice la Biblia», 121 ] imbién Carroll, 1977; Beardsley, 1950; Hamblin, 1970; Toulmin, Rieke y Ja-
120 Vid, Hamblin, 1970, quien advirtió sobre este riesgo que corren taxonomías nik, 197' , y Walton, 1995; pero no Mackie, 1967, por ejemplo.
coma la de Curtis, 2001, con su incorporación de la falacia por creencia desiderativa, 122 ] »wis y Short, según Walton, 1992, recuerdan que faliere viene de sphal, «produ-
por ejemplo. ' cir una « sida», bien en una competición deportiva, bien en un debate verbal.

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normas dialécticas de cada tipo de didlogo. Un rasgo común : las de-
finiciones basadas en el elemento dialéctico es su enfoque rel itivista,
4.2. TEORÍAS SOBRE LAS FALACIAS
ya que las normas dialécticas variarían según el tipo de diálo ;0 y las
características de la audiencia.


Más espinoso es el asunto relativo a la formulación de una teoría
Ese relativismo consustancial a las definiciones basadas ex :lusiva-
mente en el elemento dialéctico es una dificultad para quient s creen de falacias. Hamblin (1970) y Woods y Walton (1982, ix), creen que,
que al menos una buena parte de esas normas debe definirse p 1ra una al igual que en el caso de la teoría de la argumentación, tampoco dis-
audiencia universal (subrayando así que la lógica informal, c ponemos de una (plausible) teoría de falacias. Según Grootendorst
»mo la
formal es, después de todo, Zógica, no un mero código conven :ional). (1987) una teoría de falacias debería ser sistemática (en cuanto a defi-
Esos autores ofrecen definiciones cuyo eje es el elemento ldg :o. Así, nir la identidad de una falacia) y explicativa (decir por qué unos argu-
Mackie (1967) entiende que una falacia es una forma inválida 1 le argu- mentos lo son y otros no), ideales de dificil cumplimiento para dar

FI
mento, distinguiendo entre /alacias y sofismas, donde sólo es os últi- cuenta del abigarrado bosque de las falacias. Algunos autores como
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Finocchiaro (1980) han desistido del intento, alegando de modo ex-


mos se formularían deliberadamente para engañar, confundi o sim-
plemente vencer en una disputa verbal. Kahane (1982, 206) t imbién tremista que no existen realmente las falacias, porque en un discurso
analiza falacia como argumento que 1) es inválido, 2) contiene alguna falaz o bien no hay argumento, o no es comün, o no es lógicamente

LA
incorrecto.
premisa sin justificar, o 3) ignora información conocida o re: =vante.
Ahora bien, identificar falacia con argumento inválido o que cor traviene Dejando a un lado este tipo de derrotismos poco iluminadores, lo
cierto es que, aun habiendo de darle la razón a Hamblin y sus partida-
los cánones de la lógica!? ya hemos visto que es un movimiento insatis-
factorio por sus contraejemplos, especialmente los constituiios por rios, debemos disponer de una clasificación de las principales proto-
los argumentos inductivos razonables. teorías de falacias. Al menos tres enfoques son posibles: el-lógico, cl
Las deficiencias de las definiciones construidas exclusivar 1ente a relativista y el meramente dialéctico.

DD
partir de los elementos retórico, epistémico, dialéctico y lófico me Segün el enfoque lógico una falacia es un argumento que ejemplifica
conducen a adoptar una definición que combina las ventajas del ele- un esquema argumentativo racionalmente no convincente respecto
mento lógico con las del dialéctico y que conserva la falta de -elativi- de una audiencia universal. Las falacias, tanto formales como infor-
dad a cada audiencia específica. Esa definición se construye a p artir de males, violan criterios de corrección dialécticos en la medida en que
los conceptos, ya explicados en los capítulos 1 y 3, de argumer to razo- son casos de esquemas argumentativos inadecuados: la dificultad ra-
nable y criterios de buena argumentación, así como el de ‘error infe :encial' dica en definir correctamente ese esquema.
o error por fallo de fundamentación en el razonamiento qu: va de Según el enfoque relativista, en cambio, las presuntas falacias, como

.C
los verbos irregulares, a veces lo son, otras no. Así, por ejemplo, un
premisas a conclusión. -
argumento por pendiente resbaladiza puede no ser falaz en algunas
proferencias, pero otras veces sí, dependiendo de múltiples variables
Falacia def- es un argumento no razonable o racionalmente n » con- relativas al tipo de diálogo y al tipo de audiencia. Algunos creen que
un mismo esquema argumentativo puede tener ejemplificaciones fa-

OM
vincente, es decir que, aunque puede ser válido, contiene ur error
inferencial por violar uno o más criterios de buena argument :ción. laces y ejemplificaciones no falaces. En mi opinión, en los casos en los
que este enfoque resulta plausible lo que ocurre es que el EA ha sido
mal descrito o presentado de modo ambiguo!**.
El enfoque meramente dialéctico acepta que ciertos prmc1p1os gcnc-
rales deben ser reconocidos de cara a identificar falacias, pero que no

124 Cf el capitulo 1.
13 Michalos, 1986.

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son absolutos, sino que existen «circunstancias mitigantes»!?5 que de- En primer lugar, el enfoque de Groarke y Tindale (2004) es re-
ben ser consideradas en la evaluación de las supuestas falacias y que lativis:a y parte de la retórica. Se entiende entonces que consideren
nos permiten distinguir entre falacias reales y aparentes falacias. Así, a vece: correcto apelar a la autoridad, por la fuerza retórica que eso
por ejemplo, si la autoridad citada es una fuente que satisface ciertos tiene « n una audiencia apropiada. Sin embargo, a pesar de que no
criterios de fiabilidad, entonces la apelación a la autoridad no sería

M
sea im orrecto apelar a veces a la autoridad de modo ilustrativo o
falaz; no así si se confia en un experto en un ámbito distinto de aquel inforn ativo (siempre y cuando la autoridad satisfaga ciertos requi-
al que pertenece la proposición defendida (por ejemplo, si argumen- sitos), siempre es incorrecto apelar a ella como sustituto de una
tando sobre cuestiones teológicas, se apela a la opinión del fisico justific ación racional, que es independiente de quien la formule.
Einstein). A las deficiencias de estos dos últimos enfoques me referiré Realm :nte las falacias tienen lugar cuando y siempre que se ejem-

O
en breve. - plifica un EAF, es decir, un EA falaz. Cuando muchos autores se.
Sobre el interés de una teoría de falacias con respecto a la teoría refiere 1 a argumentos ad hominem correctos, no se refieren a los que
general de la argumentación informal cabe decir que algunos la con- ejemp ifican el EAF correspondiente, sino que usan 'argumento ad
sideran imprescindible!*, a pesar de que otros la han creído inconve-

C
homim m’ de modo ambiguo, de forma que bajo el alcance del con-
niente e incluso perjudicial!?7, Groarke y Tindale (2004) se han opues- cepto :aen argumentos próximos que apelan a la conducta de un -

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to a lo que denominan el fallacy approach en la pedagogía de la lógica agente, a su carácter o condición, sin precisar cuál es la conclusión
informal. Según ellos, enseñar a localizar falacias en textos argumen- del arg umento, que puede ser tanto ‘el agente no es idóneo para ser

.
tativos no es adecuado porque 1) usar la lógica para hallar errores no mieml ro de este jurado” como “toda creencia del agente sobre este

D
es un buen método para aprender a razonar bien; ii) existen muchos tema 1 o merece consideración por ser falsa”. Sólo la segunda con-
tipos de argumentos considerados falaces que constituyen buenos ar- clusió:1 es condición necesaria para que se trate de la falacia ad
gumentos si son bien usados (p. ej.; la reducción al absurdo, el ad ho- bomin m.

D
minem, apelar a la autoridad o la generalización inductiva)'5, y iii) in- En segundo lugar, ningün especialista quese precie cree que una
sistir en las falacias resalta ejemplificaciones pobres de esquemas a genera ización inductiva o un argumento por reducción al absurdo
veces razonables que invitan a rechazar ciertas construcciones en sean fz lacias. _

A
cuanto se las identifica superficialmente. En tercer lugar, Groarke y Tindale (2004) asimilan erréneamen-
Como ya he adelantado en la Introducción, no comparto la posi- te el e ifoque de las falacias (el fallacy approach) con el enfoque de la
ción de Groarke y Tindale (2004) y ahora explicaré por qué, mostran- lista-et. queta-ejemplo. Este último se limita a ofrecer listas de etique-
do a un tiempo los inconvenientes de los enfoques relativista y dialécti- tas co1. nombres de falacias más un breve e insuficiente resumen y

L
co a los que me referí antes. - alguncs ejemplos artificiales y a menudo triviales de falacias. Se
trata ce un enfoque simplista, el que se puede hallar en muchas

I
webs, -r que, efectivamente, favorece una falsa habilidad identifica-
tiva, con exceso de falsos positivos y que propicia lo que Damer

F
125 Grootendorst, 1987, pág. 335, distingue entre excusating circumstances y mitigating
cireumstances. Como en el lenguaje jurídico, las primeras no eximen de culpa, mientras (1995) denomina el fallacymongering. Ahora bien, se puede defen-
que las segundas, aun sin exonerarle, sirven para reducir la carga de responsabilidad y der el =nfoque de falacias, con la justificación psicológica que he
justifican en parte su conducta. .
126 Kahane, 1971, cree que la teoría de falacias es la teoría de evaluación de argu- ofreci p y alertando de la tendencia a simplificar, ofreciendo junto
con ua exposición clara y amplia de la falacia y de su EAF casos


mentos. En esa línea siguen Johnson y Blair, 1977, Fogelin, 1978, y Hintikka, 1989. Para
este último, igual que la virtud es la ausencia de vicio, también un buen argumento es de arg imentos próximos (que no ejemplifican el EAF) en los que
un argumento que no contiene falacias. no ha:- falacia, y ejemplos de complejidad variable y realista para
177 El medieval Petrus Ramus decía que no era necesaria una teoría del mal razona- evitar as caricaturas. :
miento, sino de una teoría de cómo razonar bien se seguían ya los casos que hay que
evitar. -
De cuanto he dicho se sigue que mi enfoque en el análisis de fala-
U5 Walton, 1987, también cree que hay usos ad verecundiam y ad baculum no cias es esencialmente lógico. Con el enfoque lógico, si se quiere dar
falaces. . cuenta del contexto de uso de los argumentos, es imprescindible que
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FALACIAS TRADICIONALES
se remita a una audiencia universal'®. La relativización a auc iencias CUESTIONADAS POR DISTINTOS.ESPECIALISTAS

específicas distrae del objetivo fundamental que, por consiste 1cia in-
terna, no puede ser a la vez retórico y lógico, pace Groarke y Tindale Gerber, 1974 Broyles, 1975 Barker, 1976
(2004), y que realmente dificulta el aprendizaje: el estudiant : se en- u quoque composición/división petitio principu


cuentra con demasiadas relativizaciones que le hacen dudar de sus Toulmin, Rieke y Janik, | Govier, 1982 Copi, 1986
aciertos. Asi, bautizar con “argumento pro bomine' a los argu nentos 1979; Ulrich, 1985 .
que se apoyan en la condición, carácter o circunstancias de q iien ar- Falacia por pendiente Falacia por anfibologia
gumenta para concluir que según sea esa condición, carácter o cir- ad baculum resbaladiza
cunstancias la conclusión se sigue o no, resulta pedagógicam :nte in-
sensato, El tal pro homine” no es más que una falacia ad vere undiam No obstante, hay acuerdo unánime en que de una taxonomía de
vestida con piel de cordero. Puede que sea una buena estrate; ia retó- falacias no debe faltar un grupo básico, como el que constituyen las fala-

FI
rica, pero nunca será un buen argumento lógico descartar o aceptar cias ad populum, ad hominem, ad verecundiam, por inducción precipita-
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una proposición por el hecho de que la defiendan unos u otros, sean da, de la correlación coincidente y por falso dilema, además de las
cuales sean sus ideologías. Es ese limbo desde el que están esc ritos li- falacias de la lógica deductiva. .
bros como el de Groarke y Tindale (2004), a veces en la ret rica, a Aun así, el espeso bosque
de las distintas clasificaciones de falacias

LA
veces en la lógica, lo que resulta altamente insatisfactorio para el rigor sigue y seguirá sin un jardinero oficial que ordene su salvaje variedad:
de la disciplina de la lógica informal y del fomento del pensa miento una taxonomía domesticada para las falacias informales sería proba-
crítico. blemente un artificio poco interesante. Desde la taxonomía aristotéli-
ca, que dividía trece tipos de falacias en dos grandes grupos: lingilísticas
(en la clasificación medieval, ad dictionem) y no lingiísticas (extra dic-
ttonem), se han sucedido hasta nuestros días muchos otros intentos de
4.3. TAXONOMÍAS DE FALACIAS clasificación, unos lógicamente objetables (por faltar a las condiciones

DD
de no-solapamiento, inclusión inapropiada o falta de exhaustividad) y
Los nombres y tipos de las falacias tradicionales se han fiirmado otros plausibles, pero incompatibles entre si, de forma que no existe
como las ciudades, creciendo irregularmente alrededor de un núcleo una taxonomía ortodoxa aceptada por la comunidad internacional
(el aristotélico), según contingencias ideológicas (sobre todo l1s de la experta en lógica informal. El cuadro que sigue pretende tan sólo dar
teología medieval cristiana), sociales y caprichos varios, auncjue res- una idea aproximada de esa variedad de taxonomías.
pondiendo habitualmente al criterio de mayor frecuencia. ] or esta Merece la pena hacer unos cuantos comentarios acerca de algunas

.C
última razón, localizar una falacia y constatar que recibe un 1 :ombre de estas taxonomías, aunque me limitaré tan sólo a las clasificaciones
estandar produce cierto solaz intelectual: parece indicar que s* posee que gozan de más rigor y/o vigencia.
un olfato lógico acertado. _ La distinción entre falacias formales y materiales parece tener su ori-
Buena parte de las clasificaciones o taxonomías recogen /alacias gen en Whately (1901), quien consideraba materiales aquellas falacias
en las que la conclusión se sigue de las premisas (eso vale para la ¿gno-
simples, es decir, falacias que no son combinaciones de varios errores

OM
de argumentación, como»es el caso de las falacias miéltiples, N> todos
ratio elenchi y la petitio principit) y formales el resto, de cuyas premisas
- NO se sigue la conclusión. Se trata de una clasificación muy objetable,
los especialistas aceptan como falacias todas las legadas por a tradi-
dado que muchos argumentos inductivos razonables satisfacen su de-
ción. El cuadro que sigue muestra algunas de las más cuestio 1adas y finición de falacia formal.
los autores que intentan justificar su exclusión: ]
En otros casos la distinción material/formal se hace identificando
las falacias materiales con las falacias de la presuposición. No hay que
confundir esta distinción con la correspondiente a falacias forzzalzs/
informales, que se halla en Baggini y Fosl (2003), para quienes las fala-
123 Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1958.
cias informales se deben a un error en el contenido del argumento,
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141 142
ALGUNAS TAXONOMÍAS DE FALACIAsU?
mientras que las falacias formales comportan un error en su forma o
Aristóteles, Johnson y Blair, — | Bacon, 1620 Camey y Sheer, Whately, 1901,
estructur 1. En esta clasificación, formal se entiende en el segundo sen-
Pedro Hispano, | 1977 1964, Baggini y Fosl, tido de E arth y Krabbe (1982), sentido que no permite dar cuenta de
Alberto de
Sajonia falacias que
idola tribus 2003, que las E lacias informales son estructurales, y que, por tanto, tampo-
idola specus por falta de
co deper den de cualquier tipo de contenidos.

M
violan los nterios — | idolz fori relevancia, datos falacias
in dictione de aceptabilidad, | idolz theatri insuficientes y informales (por Cabe destacar que a veces, de un especialista a otro, el bosque de
extra dictionem suficiencia y ambigüedad error en el
+ trece subtipos | relevancia contenido . falacias s : hace sospechosamente espeso. Se bautizan presuntas nue-
del argumento) vas falaci 15 que guardan una relación muy estrecha con algunas de las
y formales
(error en la forma clásicas. . \si, volviendo a Hackett (1970), lo que este historiador califi-

O
o estructura) ca como a falacia del hecho aislado, del anacronismo, del túnel bistórico, la
Curtis, 2001 Hamblin, 1970 Occam, 1323 Encydopedia Mill, 1863,
falacia tel scópica (consistente en reducir un proceso extenso como una
: Britannica, 1964, revolucic n a una transformación momentánea), la falacia interminable
formales de simple (acortar t na historia larga o alargar una corta, como el surgimiento de

C
informales falacias verbales, — | inspección
+ 21 subtipos materiales (a priori, la clase n edia) o la falacia de los arquetipos (conceptualizar el cambio en

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de relevancia observación, términos de reactivación de arquetipos primordiales extratemporales,
generalización,
como el - aso de Toynbee y sus «civilizaciones») no deberían contar en

.
racionalización,
confusión), el listado de las falacias genéricas, ya que o bien son ejemplificaciones

D
de inferencia de las fa acias clásicas, o bien son falacias dependientes del campo
Damer, 1995- Lau, 2003 Bowel y Kemp, Toulmin, Rieke y | Pirie, 2006 específic de la historia. Lo mismo ocurre con falacias que suelen es-
2002 Janik, 1979 tar incor »oradas en las listas de falacias clásicas, especialmente por la
que violan el inconsistencia . formales verbales

D
enterio de presuposiciones — | formales presuposiciones informales, por frecuenc a con que se incurre en ellas, como la falacia del jugador, que
relevancia,- inapropiadas sustantivas injustificadas falta de pertenec: al campo de la estadística.
aceptabilidad, relevancia relevancia
suficiencia y insuficiencia (omisión, Por ¢ lo propongo hacer una distinción entre /alacias dependientes
réplica eficaz intrusión, de tema ( IT) y falacias independientes de tema (IT). De las primeras se

A
(con diez presuposicón)?
subtipos) debería : cupar cada disciplina, como una tarea metadisciplinar (de
pensami nto crítico sobre cada especialidad) que comportaría exami-
Engel, 1986 Richardson, 2005 | Thompson, 2005 Copi, 1972 P. Suber nar las f2 acias más habituales en ese campo y otras que dependan de

L
ambigiledad materiales deductivas formales (tantas como postulad »s disciplinarios, fruto de la inercia en cometer errores tipifi-
presuposición irelevancia inductivas informales (de nombres de cados pr ipios de ciertos estilos de razonamiento. Así como Hackett
wrelevancia verbales retroductivas atinencia, dc falacias)
(1970) ll« vó a cabo una gran labor al detallar algunas de las principa-

I
de escritura ambigüedad)
cientifica les falaci :s de los historiadores, Ingle (1972) y Jenicek (2005, 2009) lo

F
Enciclopedia Fogelin, Sinnott- | Holther y Feamside,
han hecl o en parte con las propias de la biología y la medicina!31,
Británica, 1997 Armstrong, 2005 | 1959

materiales, falacias de materiales 11 Un mupo de investigadores clinicos, en su mayoría epidemiólogos, se quejaron


verbales, claridad, de sicológicas en el siglo :asado de la falta de conocimientos metodológicos y epidemiológicos o de


formales relevancia y de ógicas consulta ac ualizada de información de los clinicos, que normalmente buscaban como
vacuidad guía médic 1 para tomar decisiones clínicas a las autondades locales. Sus debates dieron
lugar a lo « ve se conoce como ‘medicina basada en los datos' (euidence based medicine,
EBM). En 1 Universidad de McMaster un grupo de investigadores publicó una seric de
139 Pirie, 2006. Jenicek, 2009, 23, comete una torpeza al atribuirle erróneamente a artículos er el Canadian Medical Association Journal sobre habilidades de evaluación criti-
Pirie, 2006, una clasificación con solapamientos en un libro por lo demás innovador en
ca de artíc los de investigación clínica según los principios de la epidemiología clínica,
su aplicación de la lógica informal a casos biomédicos, pero que adolece de una redac-
ción precipitada y poco rigurosa conceptualmente. — ' habilidade: que se solapan con las promovidas por la corriente del pensamiento crítico.

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143 144
Bentham (1824) con las de la política, Pope (2003) con las de | a psico- Todas las falacias son lógicas, en la medida en que comportan un
logia y Salpeter (2005) con las de la astronomia y la medicina. Contra error inferencial, estructural. La clave del error en una falacia no está
las apariencias y lo que podría esperarse de los títulos de sus . scritos, en que contenga premisas falsas, sino en que, tanto si lo son como si
Normand (1998) o Misham (2002, 2009) no llevan a cabo esa area en no, comportan una inferencia inadecuada: aunque fueran verdaderas,


economía!??, ni tampoco Stelmach y Brozek (2006) en argume atación de su verdad no se seguiría razonablemente la de la conclusión. Así
jurídica!?, Moreso (2006), y Alchourrón y Bulyguin (1987) en t« oría del pues, ‘falacia lógica” es una mera redundancia. El converso de falacia
razonamiento juridico, o Miró Quesada (1956), Atienza (2001) tampo- (lógica) sería error empírico, que se debe a aceptar una o más proposicio-
co detallan las correspondientes falacias jurídicas, por ejemp o, sino nes falsas. .
que señalan lo que consideran errores sistemáticos o falsedad 2s reite- Por mi parte, seguiré una taxonomía basada en la violación de
radas en esos ámbitos. Lo mismo ocurre con Rideau (2003), que no criterios de buena argumentación ya explicados en el capítulo 3, en
señala falacias, sino tesis falsas o perversas razones en casos d : poder linea con Damer (1995) y Sinnott-Armstrong y Fogelin (2005), distin-

FI
político. guiendo entre distintos subtipos de falacias en función del nücleo ló-
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Una taxonomía de falacias D7 en filosofia todavía está por lle- gico en el que resida el error de inferencia. Como ya indiqué en la
gar"^, El capítulo noveno de este libro pretende hacerlo con ilgunas Introducción, empleo la noción de «subtipo» o «subfalacia»!?5 para
falacias D7 y ejemplificaciones habituales de las 77 en el ámbi:o de la referirme a una falacia específica, que tiene rasgos de la genérica, pero

LA
bioética. que también ostenta otros que la hacen merecedora de nombre pro-
Además de la distinción entre falacias múltiples y simles, fa- pio (p. ej., la falacia del falso dilema es la genérica respecto de la falacia
lacias /T y DT, me serviré también de la diferencia entre /alacias específica del blanco-o-negro). La clasificación que presento tiene las
formales y falacias informales. Entenderé por falacia formal v a argu- ventajas siguientes: 1) se señalan las dependencias lógicas entre fala-
mento deductivamente inválido (es decir, inválido exclusiv imente cias específicas según el eje conceptual del error, lo cual facilita tanto
por razones de forma, lógica), mientras que consideraré falacias su ordenación como su reconocimiento; 2) se clasifican las falacias -

DD
informales los argumentos no razonables, cuya invalidez se debe a genéricas según la falta de adecuación a los criterios de buena argu-
razones de forma, y no de forma,, según las definiciones d idas en mentación, con lo que se fomenta la orientación a favor de argumen-
el capítulo 1. tar correctamente, y 3) no se cae en el psicologismo de algunas supues-
tas falacias que describe, que son realmente nombres de sesgos cog-
132 El prometedor título del artículo de Normand, 1998 («Ten popular h alth eco- noscitivos (como la de “creencia desiderativa’). -
nomic fallacies») y los correspondientes de Mishan, 2002 y 2009, no hacen h »nor a su Por otra parte, se trata de una taxonomía de falacias /T de modo
contenido, ya que en su desarrollo se detallan errores empíricos comunes ac :rea de la que sólo ocasionalmente me referiré a algunas específicas de ciertas

.C
economía de la salud y de la economía en general, respectivamente, no err .res argu- disciplinas. Aunque algunas de las falacias que describo son múlti-
mentativos.
33 En castellano disponemos de estudios de análisis de la argumentacién en :l tereno ples (como la del «ningún verdadero escocés»), en su mayoría son
juridico. Cfr. Atienza, 2006, Casanovas y Moreso, 1991. Ninguno de ellos, s n embar- simples. '
go, ofrece estudios de falacias en ese campo. Algunas falacias presentes en otras clasificaciones no están inclui-
134 Sobre las falacias en teología el libro de Geisler y Brooks, 2000, no ofre :e ningu-

OM
das en la taxonomia que presento y eso es algo que merece una expli-
na aportación. Estos autores evangelistas escriben un texto sobre argumentac 5n (basa-
do exclusivamente en la lógica silogística aristotélica y plagado de falacias por circulari- cación. Me refiero, por ejemplo, a la falacia n97-seguitur, que se produ-
dad y en su misma definición de falacia, que confunden con el mero error). E 1 él expli- ce cuando de las premisas no se sigue la conclusión. Su exclusión se -
can distintos tipos de falacias para un público de esa confesión religiosa y qu : tiene el debe a su excesiva generalidad: cubre los casos de argumentos inváli-
curioso mérito de que todas las ilustraciones de casos pertenecen al campo 1 :ológico, dos y no-razonables en general, es decir, corresponde a la definición
de forma que el libro se convierte en un catecismo encubierto, una instrumental :ación de
la lógica informal que no puede estar más en contra del espíritu que animé el movi-
misma de “falacia”.
miento del pensamiento crítico. Así, resulta gracioso encontrar una lista de :jercicios
sobre sujeto y predicado cuyos ejemplos son: ‘Bertrand Russell era ateo”, los :ristianos
se salvarán', ‘Dios no cambia", y así a lo largo de todo el libro. 135 Curtis, 2001.
Material oficial UBA XXI 67 146 Segui
eguinos en IG: : (Qapuntes.uba2
. 1
145
FALACIAS LOGICAS

FALACIAS FORMALES FALACIAS INFORMALES

equivocidad
ambigüedad

M
anfibología
contra el
del condicional criterio de vaguedad
claridad
sobre alcance de cuantificador y falacias modales

O
obscurum per obscuris

del testaferro

C
blanco-o-negro

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contra el falso dilema
de la disyunción criterio de por omisión perfeccionista

.
relevancia

D
sesgo confirmacional

datos anecdóticos

D
* genética: etimológica, origen/justificación
* ad bominem: circunstancial, abusiva,
ad logicam por intrusión
envenenando el pozo, /u quoque,
silogfsticas pistas falsas
culpable asociativa

A
* ad consequentiam: ad baculum,ad metum

del hombre * falacia de la pregunta compleja


enmascarado * falacia por inconsistencia ,
(sustituibilidad

L
* falada por drculo vicioso o petitio prznapit,
de términos
por vacuidad ad laptdem, lenguaje emotivo, definición

correferenciales) persuasiva, ad nauseam
* naturalista, ad naturam

FI
* falacias causales (pendiente resbaladiza,
correlación coincidente, efecto conjunto,
causa genuina insignificante, dirección
equivocada, a priori/a posterion, caasa
compleja, condición necesaria/suficiente)


criterio de * falacias de la inducción (precipitada, -
suficiencia tokenism, perezosa, exclusión, falsa
analogia a priori, hipotética)
* falacias estadísticas (por accidente o dicto
simpliciter, por accidente inverso)
* falacia ad ignorantiam

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