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El documento presenta un breve relato sobre un señor llamado Delouit que solicita una habitación en un hotel y pide al empleado que le recuerde el número de su habitación cada vez que regrese, debido a que tiene mala memoria. Poco después, regresa agitado y ensangrentado, pidiendo de nuevo al empleado que le diga el número de su habitación, afirmando que acaba de caer por la ventana.
El documento presenta un breve relato sobre un señor llamado Delouit que solicita una habitación en un hotel y pide al empleado que le recuerde el número de su habitación cada vez que regrese, debido a que tiene mala memoria. Poco después, regresa agitado y ensangrentado, pidiendo de nuevo al empleado que le diga el número de su habitación, afirmando que acaba de caer por la ventana.
El documento presenta un breve relato sobre un señor llamado Delouit que solicita una habitación en un hotel y pide al empleado que le recuerde el número de su habitación cada vez que regrese, debido a que tiene mala memoria. Poco después, regresa agitado y ensangrentado, pidiendo de nuevo al empleado que le diga el número de su habitación, afirmando que acaba de caer por la ventana.
El ascensor descendía siempre hasta perder aliento
y la escalera subía siempre Esta dama no entiende lo que se habla es postiza Yo que ya soñaba con hablarle de amor Oh el dependiente tan cómico con su bigote y sus cejas artificiales Dio un grito cuando yo tiré de ellos Qué raro Qué veo Esa noble extranjera Señor yo no soy una mujer liviana Uh la fea Por suerte nosotros tenemos valijas de piel de cerdo a toda prueba Ésta Veinte dólares Y contiene mil Siempre el mismo sistema Ni medida ni lógica mal tema Feu de joie
Versión de Aldo Pellgrini
Ce (Louis Aragon)
Todo empezará en el CE,
el puente que yo crucé.
Habla un romance perdido
del buen caballero herido; de una rosa en la calzada y una túnica soltada; de un castillo misterioso y albos cisnes en el foso, y una pradera en que danza la novia sin esperanza.
Como una noche de hielo,
el lay de glorias en duelo.
Se van con mis pensamientos
por el Loire los armamentos; y los convoyes volcados y llantos mal enjugados.
¡Oh Francia, mi bien-amada!
¡Oh mi dulce abandonada! qué sola yo te dejé cruzando el puente de CE.
Versión de: Carlos López Narváez
La mala memoria [Minicuento - Texto completo.]
André Breton
Me contaron hace un tiempo una historia muy estúpida, sombría y conmovedora. Un
señor se presenta un día en un hotel y pide una habitación. Le dan el número 35. Al bajar, minutos después, deja la llave en la administración y dice: –Excúseme, soy un hombre de muy poca memoria. Si me lo permite, cada vez que regrese le diré mi nombre: el señor Delouit, y entonces usted me repetirá el número de mi habitación. –Muy bien, señor. A poco, el hombre vuelve, abre la puerta de la oficina: –El señor Delouit. –Es el número 35. –Gracias. Un minuto después, un hombre extraordinariamente agitado, con el traje cubierto de barro, ensangrentado y casi sin aspecto humano entra en la administración del hotel y dice al empleado: –El señor Delouit. –¿Cómo? ¿El señor Delouit? A otro con ese cuento. El señor Delouit acaba de subir. –Perdón, soy yo… Acabo de caer por la ventana. ¿Quiere hacerme el favor de decirme el número de mi habitación? FIN Los escritos vuelan [Poema - Texto completo.]
André Breton
El satén de las páginas que se hojean en los libros modela
una mujer tan hermosa Que cuando no se lee se contempla a esa mujer con tristeza Sin atreverse a hablarle sin atreverse a decirle que es tan hermosa Que lo que se va a saber no tiene precio Esta mujer pasa imperceptiblemente entre un rumor de flores A veces se vuelve en medio de las estaciones impresas Para preguntar la hora o mejor aún simula contemplar unas joyas bien de frente Como no hacen las criaturas reales Y el mundo se muere una ruptura se produce en los anillos de aire Un desgarro en el lugar del corazón Los diarios de la mañana traen cantantes cuya voz tiene el color de la arena en las riberas tiernas y peligrosas Y a veces los de la tarde dan paso a muchachas que conducen animales encadenados Pero lo más bello está en el intervalo de ciertas letras Donde unas manos más blancas que el cuerno de las estrellas a mediodía Saquean un nido de blancas golondrinas Para que llueva siempre Tan bajo tan bajo que las alas no puedan ya mezclarse Unas manos por donde se sube hasta unos brazos tan leves que el vapor de los prados en sus graciosas volutas por encima de los estanques es su imperfecto espejo Unos brazos que no se articulan más que con el peligro excepcional de un cuerpo hecho para el amor Cuyo vientre llama a los suspiros desprendidos de los matorrales llenos de velos Y que sólo tienen de terrestre la inmensa verdad helada de los trineos de miradas sobre la extensión toda blanca De lo que no volveré a ver más A causa de una venda maravillosa Que es la mía en el juego de la gallina ciega de las heridas