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Servicio Bíblico Latinoamericano

Noviembre de 2015 – Ciclo B

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Domingo 1 de noviembre de 2015


Domingo 31 ordinario
Todos los Santos

Ap 7,2-4.9-14: Vi en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar


Salmo 23: Éstos son los que buscan al Señor
1Jn 3,1-3: Veremos a Dios tal cual es
Mt 5,1-12a: Estén alegres, porque su recompensa será grande en el cielo

S e celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Qué bueno sería que los «santos»
en ella celebrados no se redujeran sólo a los del “mundo católico”, los santos de
nuestro pequeño mundo, de la Iglesia Católica, sino a «todos los santos del mundo», a
los santos de un mundo verdaderamente «cat–hólico» (etimológicamente, según el
todo, referido al todo), o sea, «universal». ¿No queremos celebrar en este día a todos
los santos que están ya ante Dios? ¿Pues cómo vamos a limitarnos a pensar en
«catálogo romano de los santos», de los «canonizados» por la Iglesia católica romana,
según esa práctica llevada a cabo sólo desde el siglo XI, de «inscribir» oficialmente a
los santos particulares de nuestra Iglesia, en ese libro? ¿Será que quienes figuran
oficialmente inscritos durante 9 siglos en esta sola Iglesia son «todos los santos»... o tal
vez serán sólo una insignificante minoría entre todos ellos?
Es decir: pocas fiestas como ésta requieren ser «universalizadas» para hacer
honor a su nombre: la festividad de «todos los santos». Por tanto, hay que hacer un
esfuerzo por entenderla con una real universalidad. Ésta es una fiesta «ecuménica»:
agrupa a todos los santos. Es más que ecuménica, porque no contempla sólo a los
santos cristianos, sino a «todos», todos los que fueron santos a los ojos de Dios. Ello
quiere decir, obviamente, que también incluye a los «santos no cristianos»... a los
santos de otras religiones (debería ser una fiesta inter-religiosa), e incluso a los santos
sin pertenencia a ninguna religión, los «santos paganos» (Danielou tituló así un libro
suyo), los santos anónimos (éstos deben ser verdadera legión), incluso los «santos
ateos», a los que el pasaje de Mt 25,31ss pone en evidencia («cada vez que lo hicieron
con alguno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron»).
Una fiesta, pues, que podría hacernos reflexionar sobre dos aspectos: sobre la
santidad misma (¿qué es, en qué consiste, qué «confesionalidad» tiene...?), y sobre el
«Dios de todos los santos». Porque muchas personas todavía piensan -sin querer, desde
luego- en «un Dios muy católico». Para algunos Dios sería incluso «católico,
apostólico... y romano». O sea, «nuestro». O «un Dios como nosotros», de hecho.
Pudiera ser que, también... un poco... hecho «a imagen y semejanza» nuestra.
La actitud universalista, la amplitud del corazón y de la mente hacia la
universalidad, a la acogida de todos sin etiquetas particularistas, siempre nos cuestiona
la imagen de Dios. Dios no puede ser sólo nuestro Dios, el nuestro, el que piensa como
nosotros e intervendría en la historia siempre según nuestras categorías y de acuerdo
con nuestros intereses... Dios, si es verdaderamente Dios, ha de ser el Dios de todos los
santos, el Dios de todos los nombres, el Dios de todas las utopías, el Dios de todas las
religiones (incluida la religión de los que con sinceridad y sabiendo lo que hacen optan
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con buena conciencia por dejar a un lado “las religiones”, aunque no «la religión
verdadera» de la que por ejemplo habla Santiago en su carta, 1,27). Dios es «católico»
pero en el sentido original de la palabra. Está más allá de toda religión concreta. Está
«con todo el que ama y practica la justicia, sea de la religión que sea», como dijo Pedro
en casa de Cornelio (Hch 10).
Hoy nos parece todo esto tan natural, pero hace apenas 50 años que estamos
pensando de esta manera -los años que hace que se celebró el Concilio Vaticano II-. En
las vísperas de aquel Concilio, el famoso teólogo dominico Garrigou-Lagrange
(avanzado, progresista, y por ello perseguido) escribía, con la mentalidad que era
común en el ambiente católico: «Las virtudes morales cristianas son infusas y
esencialmente distintas, por su objeto formal, de las más excelsas virtudes morales
adquiridas que describen los más famosos filósofos… Hay una diferencia infinita entre
la templanza aristotélica, regulada solamente por la recta razón, y la templanza
cristiana, regulada por la fe divina y la prudencia sobrenatural» (Perfection chrétienne
et contemplation, Paris 1923, p. 64). Danielou, por su parte, afirmaba: «Existe el
heroísmo no cristiano, pero no existe una santidad no cristiana. No debemos confundir
los valores. No hay santos fuera del cristianismo, pues la santidad es esencialmente un
don de Dios, una participación en Su vida, mientras que el heroísmo pertenece al plano
de las realidades humanas» (Le mystère du salut des nations, Seuil, Paris 1946, p. 75).
Todas las grandes figuras de la humanidad, personajes como Sócrates o como Gandhi...
sólo podrían considerarse héroes, no santos. No quedarían incluidos hoy en esta fiesta,
según la visión católico-romana de aquellos tiempos preconciliares, porque «santos»,
sólo podrían serlo los buenos cristianos, ¡y católicos! Ésta es una de las tantas
«rupturas» que realizó el Concilio Vaticano II.

La primera lectura bíblica de esta fiesta litúrgica, del Apocalipsis, aun estando
redactada en ese lenguaje no sólo poético, sino ultra-metafórico, lo viene a decir
claramente: la muchedumbre incontable que estaba delante de Dios era «de toda
lengua, pueblo, raza y nación»... En aquel entonces, hablar de «las naciones» implicaba
a las religiones, porque se consideraba que cada pueblo-raza-nación tenía su propia
religión. A Juan le parece contemplar reunidos, en aquella apoteosis, no sólo a los
judeocristianos, sino a «todos los pueblos», lo que equivale a decir: a todas las
religiones.
Si corregimos así nuestra visión, estaremos más cerca de «ver a Dios tal como
es» (segunda lectura), tal como podremos verle más allá de los velos carnales del
chauvinismo cultural o el tribalismo religioso -que no son muy distintos-. Obviamente,
esos «ciento cuarenta y cuatro mil» (doce al cuadrado, o sea, «los Doce», o «las Doce
‘tribus’ de Israel», pero elevadas al cuadrado y multiplicadas por mil, es decir,
totalmente superadas, llevadas fuera de sí hasta disolverse entre «toda lengua, pueblo,
raza y nación»), esos ciento cuarenta y cuatro mil, o los entendemos como un símbolo
macroecuménico, o nos retrotraerían a un fantástico tribalismo religioso.

Las bienaventuranzas comparten esta misma visión «macro-ecuménica»: valen


para todos los seres humanos. El Dios que en ellas aparece no es «confesional», de una
religión, no es «religiosamente tribal». No exige ningún ritual de ninguna religión.
Sino el «rito» de la simple religión humana: la pobreza, la opción por los pobres, la
transparencia de corazón, el hambre y sed de justicia, el luchar por la paz, la
persecución como efecto de la lucha por la Causa del Reino... Esa «religión humana
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básica fundamental» es la que Jesús proclama como «código de santidad universal»,
para todos los santos, los de casa y los de fuera, los del mundo «católico»...
Si a propósito de la festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las
Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la santidad universal (y
supra-religional, simple y profundamente humana); en y con las Bienaventuranzas
como carta de navegación para nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra
santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de
plenitud de la vida según el querer de Dios.

En la homilía, en la oración, en la conversación que tengamos sobre el tema, no


dejemos de nombrar hoy a Gandhi, que tiene que ir de la mano con Francisco de Asís;
a Martin Luther King acompañado por Mons. Oscar Arnulfo Romero –finalmente
reconocido como «mártir» por Roma–; a la mística santa Teresa con el incomparable
Ibn Arabí; al inefable Juan de la Cruz con el místico Nisagardatta («¡Yo soy Eso!»)...
La manera de cambiar la vieja mentalidad «tribal», que también nos ha afectado en la
concepción de la santidad, es practicar, conversar, manifestar la nueva mentalidad
macroecuménica.

Dentro de la perspectiva cristiano-católica, para una aplicación más parenética de


este precedente comentario exegético, recomendamos como la mejor referencia el
capítulo V de la Constitución Dogmática de la Iglesia “Lumen Gentium”, del Vaticano
II, sobre el “Universal llamado a la santidad”. Antes del Concilio se solía pensar que
había una especie de «profesionales de la santidad», que se dedicaban de un modo
especializado a conseguirla, como los monjes y los religiosos/as, que se decía que
vivían en el «estado de perfección»; a los demás, los laicos/as o seglares, como que se
les consideraba de alguna manera dispensados de tener que tender a la santidad.
Recomendamos el artículo de P. Delooz, “La canonización de los santos y su
significación social” en «Concilium» 149(1979)340-352, accesible en la RELaT
[servicioskoinonia.org/relat/150.htm], para recordarnos la clásica estrechez de nuestro
concepto de santidad, incluso específicamente dentro del «Catálogo romano de los
santos» canonizados.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 28, «Dios está de nuestra


parte», de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil. El guión y su comentario
pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1200028 Puede
ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap28b.mp3

Para la revisión de vida


Entendidos en un lenguaje «civil», no religiosista, simplemente humano, los
«santos», son todas las buenas personas, la «buena gente», los «hombres
buenos»... y todavía más, los héroes, los próceres, los mártires, los testigos...
conocidos o desconocidos. Esas personas que hacen presente en la historia las
cumbres éticas de nuestra propia humanidad, que hacen respirable el aire de
nuestra historia humana. «Si otros lo han sido... ¿por qué no puedo serlo yo?»
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Para la reunión de grupo
- ¿Qué es «santidad», originalmente? ¿De dónde viene la palabra? ¿Y el concepto
cristiano, de dónde viene?
- ¿A qué nos suena en la historia de la espiritualidad cristiana? ¿Qué adherencias
conlleva?
- ¿Cabe hoy, es aceptable sin reestructuración, el planteamiento original del concepto
clásico de santidad? ¿Qué «correcciones» le haríamos hoy?
- Sobre los santos ateos, o los ateos santos, puede ser interesante leer el libro del filósofo
francés André Comte Sponville, en su libro, por ejemplo, El alma del ateísmo.
Introducción a una espiritualidad sin Dios (Paidós, 2006, y en la red), y comentar el
tema de la espiritualidad y de la religión misma «fuera» de las religiones (por cierto,
está en la red).

Para la oración de los fieles


- Para que la Iglesia busque siempre la santidad por el camino de las bienaventuranzas.
Roguemos al Señor.
- Para que los creyentes recorramos el Camino que es Jesús, con autenticidad, como
transformación gozosa de nuestras vidas. Roguemos...
- Para que todas las personas que viven en la práctica las bienaventuranzas, sean del credo
que sean, alcancen la dicha de la vida eterna. Roguemos...
- Para que nuestra condición de hijos de Dios nos ayude a vivir siempre con ilusión, gozo y
esperanza. Roguemos...
- Para que todos nosotros nos reunamos un día con toda la Humanidad en el Reino de Dios
y gocemos para siempre de su misma vida. Roguemos...

Oración comunitaria
- Dios Eterno, Misterio inabarcable, Fuerza creadora, sin principio ni fin, Sabiduría
escondida: Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón
sensato, y ayúdanos a sentir, en la fe, la presencia espiritual de nuestros hermanos y
hermanas que nos han precedido en la existencia y en el amor. Tú que vives y haces vivir,
por los siglos de los siglos. Amén.ntir, en la fe, la presencia espiritual de nuestros
hermanos y hermanas que nos han precedido en la existencia y en el amor. Tú que vives y
haces vivir, por los siglos de los siglos. Amén.
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Lunes 2 de noviembre de 2015


Todos los Difuntos

Job 19,1.23-27ª: Yo sé que está vivo mi Redentor


Salmo responsorial 24: A ti, Señor, levanto mi alma.
Filipenses 3,20-21: Transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo
glorioso
Marcos 15,33-39;16,1-6: Jesús, dando un fuerte grito, expiró

E l tema de la «vida eterna» no es un tema tan claro e intocable como


tradicionalmente nos ha parecido. Buena parte de la reflexión teológica renovadora
actual está pidiendo replantear nuestra tradicional visión al respecto, la que habíamos
aceptado con ingenuidad cuando éramos niños, y que mantenemos ahí, como guardada
en el frigorífico del subconsciente, y que no nos atrevemos a mirar de frente.
A la luz de lo que hoy sabemos, no es fácil, en efecto, volver a profesar en
plenitud de conciencia lo que tradicionalmente hemos creído: que somos un
«compuesto de cuerpo y alma»; que el alma la creó Dios directamente en el momento
de nuestra concepción, y que como tal es inmortal; que la muerte consiste en la
«separación de cuerpo y alma», y que en el momento de la muerte Dios nos hace un
«juicio particular» en el que nos juzga y nos premia con el cielo o nos castiga con el
infierno, con lo que ya sabemos que tradicionalmente implican estas dos imágenes. No
resulta fácil hablar de estos temas, ni siquiera con nosotros mismos, en la soledad de
nuestra conciencia, frente a la esperada «hermana muerte». Pero es conveniente
hacerlo. La teología está asumiendo este desafío. Citamos sólo tres obras:
- Roger LENAERS, Otro cristianismo es posible. Fe en lenguaje de modernidad,
colección «Tiempo axial», Abya Yala (www.abyayala.org), Quito, Ecuador, 2007, con
un capítulo expreso sobre el más allá, la vida eterna. La tesis principal del libro es la de
releer el cristianismo desde una perspectiva que supere la clásica visión de «los dos
pisos» –este mundo y el otro mundo– de la visión platónica y del cristianismo medieval
que nos ha llegado hasta nuestros días. Desde esa óptica, aplica ese principio a todos
los aspectos del mensaje cristiano, y también al de la muerte y la vida eterna. El libro
está puesto en internet y es muy recomendable como manual de texto para un grupo de
formación que quiera actualizar su fe con valentía. Puede tomarse por capítulos
(http://2006.atrio.org/?page_id=1616); el capítulo referente a la vida posmortal es el
12º.
- También, John Shelby SPONG, Vida eterna: una nueva visión. Más allá de las
religiones, más allá del teísmo, más allá de cielo e infierno, 232 pp, publicado en
español por la editorial Abya Yala de Quito, en su colección «Tiempo axial»
(tiempoaxial.org). El subtítulo lo dice todo sobre la intención y el enfoque de este libro.
- Hace ya unos 30 años Leonardo BOFF publicó su libro sobre escatología:
Hablemos de la otra vida (Sal Terrae, que sigue reeditándolo actualmente, y que está
en la red, por cierto). Es una visión de los temas escatológicos desde una filosofía
actualizada y desde una espiritualidad liberadora.
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Los tres son muy recomendables, tanto para la lectura/estudio/oración personal,
como para tomarlos como un manual de base para un cursillo de
formación/actualización de nuestra fe en este ámbito de temas.

• La fiesta de los fieles difuntos es continuación y complemento de la de ayer.


Junto a todos los santos ya gloriosos, queremos celebrar la memoria de nuestros
difuntos. Muchos de ellos formarán parte, sin duda, de ese «inmenso gentío» que
celebrábamos en la fiesta de «todos los santos»... Pero hoy no queremos rememorar su
memoria en cuanto «santos» sino en cuanto difuntos, y tal vez sobre todo en cuanto
«nuestros difuntos».
En ese sentido, es un día para hacer presente en nuestro corazón la memoria de
todos nuestros familiares y amigos o conocidos difuntos, que quizá durante la vida
diaria no podemos estar recordando. El verso del poeta «¡Qué solos se quedan los
muertos!», expresa también una simple limitación humana: con el tiempo, no podemos
vivir ligados exhaustivamente al recuerdo de nuestros difuntos, por más que seamos
fieles a su memoria. Acabamos olvidando de alguna manera a nuestros difuntos, al
menos en el curso de la vida ordinaria, para poder sobrevivir.
Por eso, este día es una ocasión propicia para cumplir con el deber de nuestro
recuerdo agradecido. Orar por los difuntos no deja de ser un acto de solidaridad, es
decir, al querernos sentir en comunión con ellos, más allá de los límites del espacio, del
tiempo y de la carne.

• En algunos lugares, la celebración de este día puede ser buena ocasión para
hacer una catequesis sobre el sentido de la «oración de petición respecto a los
difuntos», para la que sugerimos esquemáticamente unos puntos:
-el juicio de Dios sobre cada uno de nosotros es sobre la base de nuestra
responsabilidad personal, no en base a otras influencias (como si la eficacia de la
oración de intercesión por los difuntos pudiera actuar ante Dios como "argolla,
enchufe, recomendación, coima...");
-Dios no necesita de nuestra oración para ser misericordioso con nuestros
hermanos difuntos...; nuestra oración no añade nada al amor infinito que Dios ya les
tiene por su propio amor; nuestra oración, en cierto modo, es literalmente innecesaria;
-«no rezamos para cambiar a Dios, sino para cambiarnos a nosotros mismos»;
-la «vida eterna» no es una prolongación de nuestra vida en este mundo; la «vida
eterna», como todo el resto del lenguaje religioso, es una metáfora, que tiene contenido
real, pero no un contenido “literal-descriptivo”.

• En aquellos lugares donde se celebra noviembre como el «mes de los difuntos»,


es una buena idea pastoral preguntarse por la posibilidad de celebrarlo un año
convirtiéndolo en una ocasión de formación sobre la temática de la muerte y la vida
eterna. En la parroquia se puede anunciar, por ejemplo, que la misa de la tarde será
breve y sin homilía, para ser seguida, inmediatamente a continuación, por una charla
diaria sobre el tema, seguida de diálogo participativo, siguiendo un texto de base
(como puede ser cualquiera de los tres indicados más arriba) de forma que los
asistentes puedan leer el texto previamente y asistir a la charla o conferencia con mejor
preparación para catar mejor el mensaje y para participar en el diálogo. Hoy, con la
ayuda de la comunicación digital, se puede enviar cada día el texto del día siguiente, o
ponerlo en la pagina web parroquial... La experiencia ya ha sido realizada y probada, y
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lo que se experimentó fue un fuere cambio de mentalidad entre los asistentes habituales
a la misa vespertina, por dos razones: porque las posibilidades pedagógicas de la
homilía diaria al compás de los textos litúrgicos diarios son muy limitadas, mientras
que una charla diaria sistemática sobre un mismo tema (la escatología) con texto
previo, comentario y diálogo, puede significar una excelente oportunidad de formación
para muchos cristianos adultos que no tienen otras posibilidades de estudio; y porque el
tema de la escatología no es una rama aislada del pensamiento teológico, sino que
implica una renovación de todo el conjunto teológico, toda una revolución teológica,
según como se realice.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 122 de la serie «Un tal Jesús»,


de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Hasta la muerte de Cruz». El guión y su
comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?
id=1600122 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap122b.mp3

Para la revisión de vida


La muerte es la realidad más seria de la vida. Vivir es caminar hacia la muerte,
inevitablemente. ¿Es la muerte, la certeza de mi muerte futura -próxima o lejana,
incierta en todo caso-, una realidad con la que cuento? ¿O soy de los que nunca
pienso en ello y no integran esa dimensión real de su existencia a su vida diaria?
¿Estoy preparado para una eventual visita de la muerte –algo siempre posible–,
ya sea en personas queridas/conocidas o en mí mismo?

Para la reunión de grupo


- Leer y comentar estos dos pensamientos:
- «No cometí fraude contra los humanos, no atormenté a la viuda, no mentí ante el tribunal,
no conozco la mala fe, no hice nada prohibido, no mandé diariamente a un capataz de
trabajadores más trabajo del que debía hacer, no fui negligente, no estuve ocioso, no
quebré, no desmayé, no hice lo que era abominable a los dioses, no perjudiqué al
esclavo ante su amo, no hice padecer hambre, no hice llorar, no maté, no ordené la
traición, no defraudé a nadie... ¡Soy puro, soy puro, soy puro!». (Fórmula para
defenderse el alma en el juicio, en el Libro de los Muertos. Comentar lo que nos sugiere
este texto de la Escritura Sagrada de la religión egipcia.
- «El pensamiento de que me tengo que morir y el enigma de lo que habrá después, es el
latir mismo de mi conciencia. Como Pascal, no comprendo al que asegura no dársele un
ardite de este asunto, y ese abandono en cosa en que se trata de ellos mismos, de su
eternidad, de su todo, me irrita más que me enternece, me asombra y me espanta, y el
que así siente es para mí, como para Pascal, cuyas son las palabras señaladas, un
monstruo». (UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida, Austral, 11ª edición, pág.
38). Comentar.
- Tomar cualquiera de los tres libros recomendados más arriba, y organizar una reunión de
estudio. O estudiar la posibilidad de organizar en nuestra comunidad cristiana la
iniciativa de reconversión del «mes de los difuntos» sugerida más arriba, o una
iniciativa independiente de renovación de nuestro pensamiento teológico-escatológico.
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Para la oración de los fieles
- Para que la Iglesia busque siempre la santidad por el camino de las bienaventuranzas.
Roguemos al Señor.
- Para que los creyentes recorramos el Camino que es Jesús, con autenticidad, como
transformación gozosa de nuestras vidas. Roguemos...
- Para que todas las personas que viven en la práctica las bienaventuranzas, sean del credo
que sean, alcancen la dicha de la vida eterna. Roguemos...
- Para que nuestra condición de hijos de Dios nos ayude a vivir siempre con ilusión, gozo y
esperanza. Roguemos...
- Para que nuestra oración y nuestra vivencia espiritual nos hagan sentirnos unidos a toda
la Humanidad, más allá de la muerte y de nuestras limitaciones humanas. Roquemos...

Oración comunitaria
Dios Eterno, Misterio inabarcable, Fuerza creadora, sin principio ni fin,
Sabiduría escondida: «enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos
un corazón sensato», y ayúdanos a sentir, en la fe, la presencia espiritual de
nuestros hermanos y hermanas que nos han precedido en la vida y en el amor. Tú
que vives y haces vivir, más allá del espacio y del tiempo. Amén.
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Martes 3 de noviembre de 2015


Martín de Porres (Perú 1639)

Rom 12,5-16a: Cada miembro está al servicio de los otros


Salmo 130: Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor
Lc 14,15-24: Vengan, ya todo está preparado

L a parábola del banquete del reino muestra cómo los que están empeñados
exclusivamente en sus negocios (“compré un terreno, te ruego que me disculpes”), en
el frenesí de su trabajo (“compré cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas”) o en la
exclusividad del círculo familiar, no pueden entrar a participar plena y gozosamente en
la vida comunitaria. Esta exige una disponibilidad generosa y la aspiración de construir
algo más grande que los pequeños negocios y trabajos familiares. Va de la mano con el
“dejar todo” para servir al reino de Dios. Por estas razones, aquéllos que están
empeñados en sus propias preocupaciones sin mirar el horizonte de los pueblos, sin
valorar las utopías históricas, no están aptos para participar del banquete del reino. Este
necesita de una apertura a todos los seres humanos y a todos los ideales de
humanización. Por esto, los invitados son aquéllos que tienen realmente esperanza
histórica y confían en que pueden construir la nueva casa del Señor. Esta es un
proyecto alternativo, un mundo donde no hay excluidos y donde lo importante no es la
productividad ni el lucro, sino la máxima expresión de la Creación: el ser humano,
que es el centro de la acción de Dios en el mundo.
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Miércoles 4 de noviembre de 2015


Carlos Borromeo, obispo (1584)

Rom 13,8-10: Amar es cumplir la ley entera


Salmo 111: Dichosos los que temen al Señor
Lc 14,25-33: Hay que cargar con la cruz y seguirlo

E l seguimiento de Jesús es como una piedra en el zapato. Nos hace detenernos en el


camino y examinar qué es lo que no nos deja seguir. Nos obliga a pensar si el camino
vale la pena, si es el adecuado, el ideal. Porque el seguimiento de Jesús tiene
exigencias destinadas a liberar a los seres humanos de las cargas inútiles y excesivas;
requiere y exige absoluta libertad. El evangelio de hoy nos recuerda las exigencias del
seguimiento. Requerimientos que en alguna medida pueden “mortificar”, causar
incomodidades, pero que tienen como fin ayudar al discípulo a estar disponible para
seguir el camino de Jesús. Por eso lo más oportuno es no llevar muchos zapatos para el
camino, acumulando bienes innecesarios, ni cargar con muchas bolsas, pues el bien
más grande es Dios mismo. Ni hay que llevar mucha compañía, porque en la
comunidad de hermanos se encontrará la amistad y el apoyo. Viendo así las cosas, el
camino se debe emprender en la más entera libertad, con los brazos abiertos para ir al
encuentro del hermano, y con los pies descalzos para estar en el más cercano contacto
con la realidad. El cargar con la propia cruz es signo de aceptación de un camino de
sufrimiento, soledad e incluso muerte, que el discípulo escoge por la causa de Jesús
y por seguir en pos de él.
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Jueves 5 de noviembre de 2015


Isabel
Zacarías (s. I)

Rom 14,7-12: En la vida y en la muerte somos del Señor


Salmo 26: El Señor es mi luz y mi salvación
Lc 11,5-13: Pidan, y se les dará

L a vida cristiana es un continuo camino de búsqueda. No es una simple recordación


del pasado ni un afán que se agote en el presente. El cristianismo no se define por la
cantidad de ritos o malabares que se hagan a diario en la liturgia o en la oración; es el
seguimiento de Jesucristo en comunión de vida y misión con todo el Pueblo de Dios.
Por tal razón, seguir a Cristo es una búsqueda continua de fidelidad a la persona de
Jesús de Nazaret. Pero, como cualquier búsqueda, debe afrontar limitaciones. Y la
primera de ellas es nuestra falta de constancia en la oración. Nos contentamos con un
par de rezos mascullados al comenzar o terminar el día. Otra dificultad no menos
gravosa es la falta de conciencia sobre la necesidad de formarnos y capacitarnos en lo
personal y para la misión evangelizadora. De seguro en algún momento de la vida
recibimos cierta educación religiosa, estudiamos algo de Biblia o asistimos a un curso
de teología o pastoral. Pero no basta con eso. El seguimiento de Jesús es un camino de
permanente formación para responder a los desafíos del presente. Debemos perseverar
en la búsqueda para no perder de vista al Maestro que marcha al frente de nosotros. La
oración constante es lo que caracteriza a la comunidad cristiana, y el pedir con la fe
suficiente hace el milagro, porque “al que pide, se le dará; el que busca, encontrará, y
al que llama se le abrirá”.
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Viernes 6 de noviembre de 2015


Severo, obispo (303)

Rom 15,14-21: Por Cristo Jesús puedo sentirme orgulloso


Salmo 97: Que todos los pueblos aclamen al Señor
Lc 16,1-8: Los hijos de este mundo, más astutos que los de la luz

¿Para qué son los bienes, las riquezas, las posesiones que tenemos en este mundo?
¿Para acumularlos en fortunas descomunales? ¿Para derrocharlos en francachelas
interminables? ¿Para reprimir a otros? ¿Para crear imperios multinacionales que rijan
el destino de los pueblos? ¿Para dar una imagen de solidez y éxito? Pareciera que en el
mundo las riquezas han servido siempre sólo para esto. Sin embargo, Jesús nos plantea
otro camino: emplear el «dinero sucio» (véase Lc 16,9-11) en buenas obras. La
parábola del administrador astuto, leída en su totalidad, nos ofrece la imagen de un
hombre que aprovecha sus últimos momentos al frente de una gran fortuna para
beneficiar a los deudores. Es un administrador que emplea el dinero para reducir la
carga de los demás y procurarse amistades duraderas. Esta parábola no quiere ser un
elogio a la corrupción, sino una invitación a que no aumentemos las cargas de los
demás, porque podemos estar a punto de perderlo todo. Jesús plantea un desafío:
convertir la economía de la explotación en una economía de los beneficios. El quiere
un nuevo ser humano que rompa con la mentalidad acaparadora y se oriente por el
horizonte de fraternidad y solidaridad que se alza más allá de la acumulación
desmedida.
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Sábado 7 de noviembre de 2015


Wilibrordo, monje (739)

Rom 16,3-9.16.22-27: Salúdense unos a otros con el beso ritual


Salmo 144: Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey
Lc 16,9-15: No se puede estar al servicio de dos señores

E l dios de cada nación representaba para ella el ideal, las aspiraciones y, en general,
el modelo de sociedad que cada pueblo quería formar. Artemisa, Aserá, Baal, Dagón,
Pitón, Beelzebú… eran los nombres de algunos de esos dioses ajenos que pervertían la
conciencia popular de los israelitas. Cuando algún grupo, aldea o nación se sujetaba al
servicio de estos dioses, se sometía a todo el régimen de ideas que su ideología
imponía. Por esto, cuando Jesús –continuando el discurso del día de ayer- enfrenta a
los fariseos en relación al dinero, no los acusa de idolatría por tener una escultura
romana en sus casas; los señala como idólatras porque se han puesto al servicio del
dinero, del dios “Manmón”, y han abandonado el del Dios verdadero. El dinero ofrece
a quienes le rinden culto la falsa creencia de tener todo asegurado en esta vida; los
convierte en opresores de sus hermanos y en astutas criaturas de las tinieblas. El Dios
de la vida, por el contrario, muestra cómo el camino para la realización del ser humano
pasa por la libertad de la conciencia, la solidaridad con los hermanos y la búsqueda del
bien común. Es el Dios solidario quien sale al encuentro del ser humano para
humanizarlo de verdad; para que ese encuentro genere un mejor vivir como
hermanos, hijos e hijas de Dios, utilizando en beneficio de todos los recursos que él
otorgó justamente para todos.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Domingo 8 de noviembre de 2015


Domingo 32º ordinario
50º aniversario de la Clausura del Concilio Vaticano II
Adeodato, Godofredo

1Re 17,10-16: La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías


Salmo 145: Alaba, alma mía, al Señor
Heb 9,24-28: Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos
Mc 12,38-44: Esa pobre viuda ha echado más que nadie

L a primera lectura tomada de 1Re nos presenta el caso de una viuda que comparte
lo poco y único que tiene con el profeta Elías. El pasaje está ambientado en una sequía
que el mismo profeta había pedido a Yavé para Israel. Ante una situación tan extrema,
todo el mundo evita gastar lo poco que tiene como una forma de mantenerse aferrado a
la vida. Eso es lo que ha hecho esta viuda. Sin embargo se ve «obligada» por el profeta
a compartir con él aquello que solamente le proporcionará unas horas más de vida. Este
gesto de la viuda tiene un final feliz: no faltó harina en la tinaja ni aceite en la jarra.
Significa esto que cuando se comparte con generosidad lo poco que se tiene, parece
que se multiplicara, y esa es una de las características principales del pobre. Donde más
disponibilidad hay para compartir, donde más desprendimiento uno encuentra es entre
los pobres; con toda razón se puede decir que los pobres nos evangelizan. Con razón
están ellos en primer lugar en el corazón de Dios, no sólo porque es Él lo único que a
ellos les queda, sino porque entre ellos, los signos de la presencia de Dios son más
visibles; son ellos por medio de los cuales Dios se hace ver con mayor claridad en el
mundo; ellos son el sacramento de Dios en el mundo y el testimonio permanente de
cuán lejos estamos del proyecto de solidaridad y de la igualdad querido por Dios.
Nos encontramos en el reino del Norte. El país está pasando por una de las etapas
más difíciles de su historia: la dinastía de Omrí ha ido dejando el país en la miseria; el
último de los monarcas de esa monarquía, Ahab, gobierna veintidós años (nunca un
largo gobierno es benéfico para ninguna institución, más frecuentemente termina por
arruinarla), y también él ha hecho su aporte al desastre nacional: se casó con una
extranjera: Jezabel, hija de Et-Baal, rey de Sidón, y acabó por adorar y rendir culto a
Baal (1Re 16,29-31). Es fácil entonces imaginar el ambiente del reino en todos sus
ámbitos: político, económico, social y religioso. El autor bíblico lo simboliza en una
sequía que el profeta hace venir sobre Israel. En esa situación de extrema urgencia, el
profeta hará ver que sólo Yavé es la salvación para el pueblo, y que esa salvación de la
que está urgido el pueblo Dios la realizará con y desde los desheredados, con los
pobres. En el Segundo Testamento vamos a encontrar esta misma realidad: Dios
actuado en medio de los pobres, y con los pobres llama a la construcción de un orden
de cosas distinto en donde los pobres parece que fueran los únicos capaces de aportar.
El evangelio de hoy nos presenta dos perícopas: la primera, todavía en conexión
con la del domingo anterior sobre la declaración del mandamiento más importante o,
mejor, los dos mandamientos más importantes. Jesús previene a sus discípulos para que
Servicio Bíblico Latinoamericano
no repitan el modo de ser de los escribas que se las dan de mucho cuando en su interior
no existe ni amor a Dios ni al prójimo, sólo amor a sí mismos.
La segunda perícopa está más en consonancia con la primera lectura del primer
libro de los Reyes. El dar implica renuncia, desprenderse no de lo que abunda y sobra,
sino desde la misma escasez.
A Jesús, que observa cómo los fieles van pasando a depositar su ofrenda para el
tesoro del templo, no lo ha impresionado, como al común de los observadores, la
cantidad que cada rico ha depositado en el cofre de las ofrendas; sus criterios y
parámetros de juicio son completamente diferentes a los criterios mercantilistas y
economicistas que se basan en la cantidad, en el binomio inversión ganancia (costo
beneficio se diría hoy).
A partir de esta imagen Jesús instruye a sus discípulos y en definitiva alecciona
hoy a las iglesias. Esa viuda que a duras penas sobrevive, objeto de la caridad y del
recibir, se mete a pesar de todo en la fila para dar, no desde lo que le sobra, y sin
intención alguna de aparentar, todo lo contrario lo haría con cierto disimulo para que
nadie viera la «cantidad» que depositó. Aún si pensáramos que ella también deposita lo
que tiene con el fin de ser retribuida, y lo más seguro es que así fue porque ya la falsa
religión había alienado su conciencia, aún admitiendo eso, no deja ser un caso
aleccionador que Jesús no deja pasar por alto. Mientras los demás teniendo ya
suficiente para vivir desean tener mucho más, para lo cual realizan la inversión que sea,
esta mujer echa lo único que tiene y seguro lo ha hecho con amor, con toda seguridad
no se atreve a pedirle a Dios le multiplique esa mínima cantidad, tal vez su único
«interés» es que Dios no le falte con aquello con lo cual sobrevive.
Desde la óptica de Jesús, esta pobre viuda, representación de lo más pobre entre
los pobres, salió del templo justificada; fue quien recibió un mayor don a cambio de su
desprendimiento: la gracia divina, mas desde la óptica de un donante rico, esta mujer
tendría muy poca, casi ninguna recompensa.
El reino que Jesús proclama no puede regirse por los mismos criterios de
personas como los dirigentes de Israel; el reino se construye desde los criterios de la
calidad y disponibilidad para aportar desde una genuina generosidad, desde las propias
carencias, no desde lo superfluo.
Se necesita discernir continuamente nuestro comportamiento y actitudes con
aquellas personas que dan generosas ofrendas a nuestros centros religiosos comparado
con aquellos que ofrecen poco o definitivamente no tienen nada qué ofrecer, ¿quiénes
son los de mayor objeto de nuestra «consideración» y aprecio? Seamos sinceros en esto
y reconozcamos con humildad que las más de las veces nos sentimos muy a gusto con
aquellos que dan más, que tienen más y mejores medios; y el evangelio... ¿dónde está?
La viuda del evangelio que hoy escuchamos simboliza aquella porción del Israel
empobrecido, que entró en la dinámica de Jesús, que está dispuesto a dar, a darse, a
entregarse con lo que tiene a la causa del reino del Padre. Esos que dedican tiempo
desinteresadamente en nuestras obras nos evangelizan con su generosidad, y
especialmente ellas que no escatiman nada para que la obra del reino continúe su
marcha, ¿captan esas personas nuestra atención como aquella viuda a Jesús, y nos
dejamos interpelar realmente por ellas?

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 51 («Dos moneditas de cobre»,


de la serie «Un tal Jesús») de los hnos. López Vigil. El guión y su comentario pueden
Servicio Bíblico Latinoamericano
ser tomados de aquí: http://untaljesus.net/texesp.php?id=1300051 Puede ser escuchado
aquí: http://untaljesus.net/audios/cap51b.mp3

Para la revisión de vida


En qué grado de estima tengo o tenemos en la comunidad o grupo a las personas
que según nosotros «no aportan mucho»? Nos hemos puesto a pensar que tal vez
esas personas son las que mayor aporte están haciendo para la instauración del
reino?

Para la reunión de grupo


- Una de las ideas que saltan cuando volvemos a leer el pasaje de la ofrenda de la viuda es
la realidad «ricos y pobres». Quizás nos sentamos preocupados por eso y de ahí que
tratamos en vano de mover el corazón de los ricos para que «compartan» con los pobres.
También se nos ha ido la mano en cualquier momento promoviendo actividades que solo
se quedan en el asistencialismo. ¿Están ambas posiciones en línea con el Evangelio?
¿No estaremos por el contrario «desevangelizando»? Procuremos conseguir el artículo
«¿Asistencialismo o solidaridad?, de Pablo Bonavía, que se puede tomar de
http://servicioskoinonia.org/relat/119.htm, y confrontemos esa realidad ricos y pobres
con las acciones que se emprenden en los lugares donde estamos. En lo posible
socialicemos con otros grupos nuestras conclusiones.

Para la oración de los fieles


- Roguemos al Padre por nuestras iglesias para que cada día sientan mayor compromiso de
compartir con generosidad la Palabra y los bienes con los más necesitados, roguemos.
- Por quienes administran los bienes y la economía para que en sus proyectos políticos y
económicos tengan siempre como prioridad la justicia y la equidad, roguemos.
- Por nuestros grupos y equipos de evangelización para que practicando la generosidad
entre nosotros mismos, podamos también promoverla en los ambientes donde nos
movemos, roguemos.

Oración comunitaria
Dios Madre-Padre nuestro, que nos has mostrado tu gusto por la autenticidad, la
entrega generosa y la coherencia entre la fe y la vida: robustece nuestra fe,
fortalece nuestra sinceridad, y ayúdanos a estar, como Jesús, siempre atentos al
amor de los pequeños. Nosotros te lo pedimos por Jesús, nuestro Hermano
Mayor, Transparencia tuya. Amén.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Lunes 9 de noviembre de 2015


Dedicación de la Basílica de Letrán
Ntra. Sra. de la Almudena, Teodoro

Ez 47,1-2.8-9.12: Vi salir agua del templo: era un agua que daba vida y fertilidad
Salmo 45: El Señor de los ejércitos está con nosotros.
1Cor 3,9c-11.16-17: ¿No saben que son santuario de Dios?
Jn 2,13-22: No conviertan la casa de mi Padre en un mercado

J uan sitúa el relato en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua. En el Templo se


sacrificaban las ofrendas traídas por los peregrinos, que eran muchas. El Templo era la
sede del poder religioso, político y económico, lugar donde se reunía el Gran Consejo
(Sanedrín) y se guardaba dinero.
Jesús encontró en el Templo a los vendedores, y a los cambistas de monedas en
sus puestos. No encuentra gente que busque a Dios, sino comercio. La fiesta se
convierte en un medio de lucro para los dirigentes, pues el culto proporcionaba
enormes riquezas para la ciudad. Se cambiaba la moneda pagana por la del Templo, se
compraban y vendían animales para el sacrificio.
La reacción de Jesús de expulsar a los mercaderes es la denuncia de un sistema
que sustituye al Dios del Templo por el dios del comercio y del dinero. El culto se ha
convertido en un pretexto para buscar riquezas, y ésa no es su función. La reacción de
los judíos es preguntar por un signo, y Jesús se remite a la Resurrección, donde el
Templo es él mismo, presencia visible de Dios. Sólo cuando él resucitó, sus discípulos
lograron entender estas palabras suyas.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Martes 10 de noviembre de 2015


León Magno, papa y doctor (461)

Sab 2,23–3,9: Dios creó al hombre para la inmortalidad


Salmo 33: Bendigamos al Señor a todas horas
Lc 17,7-10: Somos simples sirvientes

L a parábola está compuesta con base en imágenes del pequeño labrador que posee
un solo esclavo. Este forma parte de la propiedad de su señor, de modo muy distinto al
jornalero que se contrata por un tiempo con el patrón. El relato comienza con una
pregunta de Jesús que tiene por finalidad hacer conciencia de la realidad del esclavo.
Al regresar del duro trabajo del día, cansado y hambriento, no puede el esclavo pensar
aún en la comida y el descanso. Al contrario, como esclavo que es, se le encarga otra
nueva tarea: el servicio de su amo. Una vez cumplido este mandato, cuando el señor no
tenga más que mandarle, puede él también comer y beber. El evangelio nos recuerda
que somos seguidores, discípulos del Señor. A pesar de que los proyectos, tareas y
actividades que realizamos diariamente estén llenos de triunfos y reconocimientos, no
es a nosotros mismos a quienes anunciamos, sino a Jesús y el reino de Dios. Somos
simples siervos inútiles que hacemos lo que teníamos que hacer. No podemos
vanagloriarnos por el trabajo realizado, sino más bien ser humildes y no propagar lo
que hacemos buscando el favor de los demás; hemos de recordar siempre que nada
de lo que hagamos por el Señor será suficiente para recompensar lo que él ha hecho
por nosotros.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Miércoles 11 de noviembre de 2015


Martín de Tours, Valentín

Sab 6,1-11: A ver si aprenden a ser sabios


Salmo 81: Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra
Lc 17,11-19: Ponte de pie y vete, tu fe te ha salvado

L os leprosos, en la época de Jesús, vivían en cavernas a las orillas de los caminos y


comían lo que los peregrinos les arrojaban; lo que les sobraba. Eran considerados
impuros y no aptos para vivir en sociedad. No podían acercarse a nadie, bajo riesgo de
morir si incumplían las prescripciones. En la práctica, no eran considerados seres
humanos. Jesús permite que un grupo de leprosos se le acerque. Rompe con este gesto
la mentalidad segregacionista que divide el mundo en puros e impuros, sacros y
profanos. Y afronta solo la escena. El leproso que retorna entiende que Jesús lo ha
reintegrado a la comunidad humana, no importándole que como leproso y extranjero
fuera un doble marginado. Frente a su benefactor se postra y reconoce al hombre de
Galilea que ha sido su redentor. Jesús encara en seguida a la aldea por su actitud: sólo
el leproso extranjero ha demostrado tener una fe verdadera. Sólo el que ha regresado
reconoce que en medio del pueblo ha puesto Dios una instancia superior. La fe del
hombre enfermo y marginado es la que le permite ser completamente redimido. Los
otros nueve han corrido detrás de sus opresores; sólo el extranjero se ha puesto a los
pies de su Liberador. Lección de reconocimiento y gratitud que cuestiona
profundamente nuestra fe y gratitud a quien nos redimió de nuestras lacras y nos
otorgó la verdadera Vida.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Jueves 12 de noviembre de 2015


Josafat, Millán de la Cogolla

Sab 7,22–8,1: La Sabiduría es reflejo de la luz eterna


Salmo 118: Enséñame, Señor, tus leyes
Lc 17,20-25: El reino de Dios está entre ustedes

J esús asegura que la venida del reino de Dios no ocurrirá aparatosamente, con
grandes signos en el cielo, guerras ni hambres; porque el reino ya está actuando en
medio de nosotros. La presencia del reino de Dios se hace efectiva en las acciones de
ayuda y solidaridad, desde el interior de cada ser humano. No hay que esperar un
tiempo futuro; hay que hacerlo posible ahora mismo. El reino de Dios crece en el
interior de cada uno cuando nos volcamos, nos lanzamos hacía los demás. De esta
manera nos vamos pareciendo un poco más a Dios. Muchas veces esperamos que las
soluciones a los problemas vengan de afuera; que se impongan sin nuestra iniciativa.
Pero esto no es así. Nosotros esperamos un mundo mejor, cada día con menos
problemas. De nosotros depende que el futuro sea más parecido al reino de Dios que
esperamos. Pero el texto, refiriéndose a Jesús, termina diciendo que primero tendrá que
padecer mucho y ser reprobado por esta generación. Es decir, antes que pueda volver,
el Hijo del Hombre, Jesús, tiene que sufrir. Ello quiere decir que las soluciones
cuestan; no son fáciles. Pero siguiendo el ejemplo del Maestro, podemos construir una
sociedad mejor. La pregunta sería: ¿qué estamos haciendo para que el reino siga
aconteciendo en medio de nosotros? ¿Somos signos del reino de Dios que hemos sido
llamados a anunciar, o más bien signos del anti-reino, en medio de nuestros
hermanos de comunidad y de afuera?
Servicio Bíblico Latinoamericano

Viernes 13 de noviembre de 2015


Leandro

Sab 13,1-9: ¿Cómo no encontraron a su Dueño?


Salmo 18: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón
Lc 17,26-37: Quien trate de conservar la vida, la perderá

L ucas presenta dos ejemplos del Antiguo Testamento para enseñarnos que las
situaciones-límite no deben tomarnos por sorpresa. El primero es el de la gente de
tiempos de Noé, que se interesaba sólo en lo terrenal. Pero vino el diluvio y los hizo
perecer a todos. El segundo ejemplo es el de los habitantes de Sodoma en tiempos de
Lot. Estos comían, bebían, compraban, vendían, construían… Pero llovió fuego y
azufre, y todos perecieron. A Noé y Lot apenas se les menciona, pero son ejemplos
típicos del creyente salvado en medio de la perdición general. Este evangelio es una
invitación al desprendimiento. Sodoma y los contemporáneos de Noé perecieron por su
indiferencia y su apego a lo material, olvidándose de Dios y de los demás.
Comencemos por revisar nuestra actitud ante las cosas y nuestra apertura a los
hermanos. Cuántas veces nos aferramos a lo material, a proyectos o ideas, y sólo
pensamos en lograr lo que queremos. El evangelio es un llamado de atención a quienes
propugnan un mundo sin valores evangélicos. Y éstos nos dicen que quien quiera
ganar su vida la perderá; en cambio el que la pierda, la ganará; porque no buscarse
a sí mismo, sino entregarse por entero a los demás por la causa de Jesús, es trabajar
por la vida plena del ser humano.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Sábado 14 de noviembre de 2015


Diego de Alcalá, Humberto

Sab 18,14-16; 19,6-9: Se vio el Mar Rojo convertido en camino practicable


Salmo 104: Recuerden las maravillas que hizo el Señor
Lc 18,1-8: Dios hará justicia a sus elegidos

L a idea central de la parábola es que los discípulos deben orar siempre y sin
desfallecer, con mucha perseverancia. Para ilustrar esta idea Jesús pone como ejemplo
el caso de esa mujer viuda y desamparada que se presenta una y otra vez ante un juez
caracterizado como inicuo, porque no temía a Dios ni a los hombres. Después de
mucho importunarlo, el juez decide hacer justicia a la viuda para que no siga
molestándolo. La mujer es caracterizada por su insistencia; nunca deja de ir a pedir al
juez que le haga justicia. Pero Jesús no llama la atención sobre la insistente viuda, sino
sobre el juez. El punto central de la parábola no está puesto en la perseverancia de la
súplica, sino en la seguridad de que ésta será atendida. Nos muestra la forma como
Dios procede ante nuestros ruegos. Si aquel juez perverso se dejó convencer por los
ruegos de una viuda en virtud de su propio egoísmo, cuánto más nos atenderá Dios,
que es un Padre bondadoso. Resaltan en el trasfondo del ejemplo la misericordia y el
amor de Dios que nos acoge. Jesús nos interroga por la imagen que tenemos de Dios
y nuestra confianza en su acción misericordiosa. Tratemos de responderle con
sinceridad.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Domingo 15 de noviembre de 2015


Domingo 33º del tiempo ordinario
Alberto Magno, Leopoldo

Dn 12,1-3: Por aquel tiempo se salvará tu pueblo


Salmo 15: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Heb 10,11-14.18: Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo
consagrados
Mc 13,24-32: Reunirá a los elegidos de los cuatro vientos

C ercanos ya al final del año litúrgico, la liturgia de hoy nos presenta a través de la
lectura del libro de Daniel y del evangelio, textos relativos al final de los tiempos. En
efecto, el pasaje de Daniel anuncia la intervención de Dios a favor de sus fieles a través
de Miguel, el ángel encargado de proteger a su pueblo. Estas palabras de Daniel hay
que enmarcarlas en el marco amplio de todo el libro cuyo género y estilo corresponden
a la corriente apocalíptica bastante popularizada a finales del período
veterotestamentario. Todo el libro de Daniel es un llamado a la esperanza,
característica principal de toda la literatura apocalíptica. No se trata tanto de una
revelación especial de lo que sucederá al final de los tiempos, cuanto la utilización de
imágenes que invitan a mantener viva la esperanza, a no sucumbir ante la idea de una
dominación absoluta de un determinado imperio. El texto que leemos hoy es
subversivo para la época, pues invita al rechazo del señorío absoluto de los opresores
griegos de aquel entonces que a punta de violencia se hacían ver como dueños
absolutos de las personas, del tiempo y de la historia.
Por su parte el evangelio nos presenta una mínima parte del «discurso
escatológico» según san Marcos. Un poco antes de comenzar la narración de la pasión,
muerte y resurrección de Jesús, los tres sinópticos nos presentan palabras de Jesús
cargadas de sabor escatológico.
El pasaje de hoy hay que leerlo a la luz de todo el capítulo 13. Es más, conviene
que en casa o en el grupo lo leamos completo y, de ser posible, leamos también el
discurso escatológico de Mateo y de Lucas, eso nos ayudará a ver mucho mejor las
semejanzas y las diferencias entre los tres y, por otro lado, nos facilitará una mejor
comprensión del sentido y finalidad que cada uno quiso darle a esta sección.
Tengamos en cuenta que en ningún momento hablan los evangelistas del «fin del
mundo», en sentido estricto, esa es una interpretación equivocada que no ha traído los
mejores resultados ni a la fe del creyente ni a su compromiso con el prójimo y con la
historia. No es éste, con palabras sacadas de aquí y de allá, el «fundamento» bíblico o
teológico de las «postrimerías del hombre» de que nos hablaba el «catecismo del padre
Astete», o de los «novísimos» que nos enseñaba la teología... O, por lo menos, no se
debe reducir a eso.
Jesús no predica el fin del mundo, ése no era su interés. Las imágenes de una
conmoción cósmica descrita como estrellas que caen, sol y luna que se oscurecen, etc.,
son una forma veterotestamentaria de describir la caída de algún rey o de una nación
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opresora. Para los antiguos, el sol y la luna eran representaciones de divinidades
paganas (cf. Dt 4,19-20; Jr 8,2; Ez 8,16), mientras que los demás astros y lo que ellos
llamaban «potencias del cielo», representaban a los jefes que se sentían hijos de esas
divinidades y en su nombre oprimían a los pueblos, sintiéndose ellos también como
seres divinos (Is 14,12-14; 24,21; Dn 8,10). Pues bien, en línea con el Primer
Testamento, Jesús no pretende describir la caída de un imperio o cosa por el estilo, para
él lo más importante es anunciar los efectos liberadores de su evangelio; y es que el
evangelio de Jesús debe propiciar, en efecto, el resquebrajamiento de todos los
sistemas injustos que de uno u otro modo se van erigiendo como astros en el
firmamento humano.
Jesús es consciente y sabe que la única forma de rescatar, redireccionar el rumbo
de la historia por los horizontes queridos por el Padre y su justicia, es haciendo caer los
sistemas que a lo largo de la historia intentan suplantar el proyecto de la justicia
querido por Dios, con un proyecto propio, disfrazado de vida pero que en realidad es
de muerte. Esta tarea la debe realizar el discípulo, el que ha aceptado a Jesús y su
proyecto. Recordemos la intencionalidad teológica y catequética de Marcos: a Jesús, el
Mesías (cuyo «secreto» se mantiene a lo largo de todo el evangelio), sólo se le puede
conocer siguiéndolo; y bien, el seguimiento implica no sólo ir detrás de él, implica
además, tomar el lugar de él, asumir su propuesta como propia y luchar hasta el final
por su realización.
Discípulas y discípulos están entonces comprometidos en ese final de los
sistemas injustos cuya desaparición causa no miedo, sino alegría, aquella alegría que
sienten los oprimidos cuando son liberados. Ésa debiera de ser nuestra preocupación
constante y el punto para discernir si en efecto nuestras tareas de evangelización y
nuestro compromiso con la transformación de lo injusto en relaciones de justicia está
causando de veras el efecto que debe tener el evangelio, o si simplemente estamos ahí a
merced de las corrientes del momento esperando quizás que se cumpla lo que no ni
siquiera pasó por la mente de Jesús.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 105, «Dos moneditas de


cobre», de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil. El guión y su comentario
pueden ser tomados de aquí: http://untaljesus.net/texesp.php?id=1500105 Puede ser
escuchado aquí: http://untaljesus.net/audios/cap105b.mp3

El planteamiento ordinario del fin del mundo dentro de las religiones –al menos,
ciertamente, dentro del judeocristianismo–, ha adolecido de nuestro típico
antropocentrismo: el fin del mundo se equipara, exactamente, a lo que pasará al plan de
la «historia de la salvación» (humana) por parte de Dios... Aunque lo consideramos
como «el fin del mundo», en realidad es el final «de nuestro pequeño mundo», del
pequeño mundo de nuestra religión, que cree que ella misma ocupa todo el escenario,
toda la realidad... Así, consideramos que los dos grandes protagonistas de la realidad
somos, exclusivamente, Dios y nosotros, y que el mundo va a acabar cuando Dios
decida que acabe nuestra aventura humana en su/nuestra «historia de salvación. En esa
perspectiva queda totalmente olvidado el mundo mismo, o sea, la realidad cósmica, el
cosmos...
Para salir al paso de esta forma inconsciente de antropocentrismo, un correctivo
más eficaz de lo que pensamos puede ser la visualización de sencillos videos
disponibles en la red (muy accesibles en la red) sobre el dinamismo físico del cosmos.
Se puede «preguntar», por ejemplo, en la barra de búsqueda de YouTube, por «placas
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tectónicas dentro de mil años», «futuro de la tierra»... y dejarse llevar por las opciones
y enlaces. Hay documentales muy buenos, y de base científica, para ver que estamos en
un planeta, dependiente de una estrella que, como todas, nacen, crecen y mueren, y
nuestro Sol está hacia la mitad de su vida calculable. El cosmos también tiene algo que
ver con el fin del mundo; no es una cuestión simplemente religiosa.

Para la revisión de vida


¿Cuál es mi compromiso real y concreto en la transformación del orden de cosas
actual para que llegue el nuevo orden, el futuro orden, el «otro mundo posible»,
el «sueño de Dios».

Para la reunión de grupo


- Hacer un cuadro en el que aparezcan lo que se denomina «discurso escatológico» de
Jesús, según la versión de Mt, de Mc y la de Lc. Establecer las semejanzas y las
diferencias. Elaborar sus propias conclusiones en orden a corregir las falsas creencias
que sobre algunas palabras de Jesús nos han metido en la cabeza.
- El final de este mundo, en cuanto tal, es algo que en principio no entra en nuestros
cálculos humanos; nadie se plantea la eventualidad de que pueda acontecer durante su
propia vida. En ete contexto, ¿qué pueden significar los relatos evangélicos (y bíblicos
en general) sobre «el final del mundo»? ¿Bajo qué condiciones hermenéuticas
(interpretativas) pueden ser «significantes» para el hombre y la mujer actual?
- En la Edad Media, y aun mucho después, y en algunos contextos culturales casi hasta
hace muy poco tiempo, la estrella principal del horizonte humano era la
salvación/condenación, la eternidad más allá de la muerte, el fin del mundo-global o del
mundo-personal por la muerte cósmica o personal. La sociedad y la cultura occidental
actual ignora positivamente estas dimensiones. ¿Qué hacer para hablar de ellas:
repetición, reinterpretación, resignificación, abandono…?
- Ver el video [https://www.youtube.com/watch?v=411kWR4rSek] sobre el movimiento de
las placas tectónicas a lo largo de la historia de la Tierra. Comentar qué sensación
produce frente a frente a nuestra forma inconsciente de considerar la tierra.

Para la oración de los fieles


- Por los cristianos del mundo entero para que su esperanza en la venida de Cristo se
traduzca en un efectivo compromiso de lucha por la justicia, oremos.
- Por quienes dirigen nuestras iglesias para que llenos de esperanza sepan promover el
bien entre los demás, oremos.
- Por nuestros grupos y comunidades para que nuestro trabajo apostólico esté siempre
orientado a la búsqueda de una mejor calidad de vida para todos, oremos.
- Por quienes no creen o no aceptan el Evangelio, para que viéndonos a nosotros lleguen a
descubrir el reino de la justicia y el amor, oremos.

Oración comunitaria
Dios Padre y Madre del ser humano, de la Tierra, del Cosmos, de los miles de
millones de estrellas que pueblan la noche… Tú que eres el origen misterioso de
los Astros, y el fin inefable del Universo, danos un corazón sensato para
comprender la pequeñez de nuestra vida, y lúcido para ponerse al servicio de la
Servicio Bíblico Latinoamericano
Vida hacia la que nos llamas. Tú que vives y haces vivir, por los siglos de los
siglos. Amén.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Lunes 16 de noviembre de 2015


Margarita, Gertrudis

1Mac 1,10-15.41-43.54-57.62-64: Una cólera terrible se abatió sobre Israel


Salmo 118: ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
Lc 18,35-43: Recobra la vista; tu fe te ha salvado

E l evangelio nos narra la sanación del ciego de Jericó. Jesús sube con sus discípulos
a Jerusalén, y en su camino tiene que pasar por esa ciudad. El ciego se encontraba
pidiendo limosna, pero al escuchar la algarabía de la gente pregunta cuál es la razón de
tal jolgorio. Le contestan que Jesús pasa por allí. El ciego sabe reconocer quién es
Jesús de Nazaret y le grita pidiendo compasión. Jesús lo sana por la gran fe que ha
demostrado. La sanación de este ciego es otra demostarción de cómo Jesús introduce
en la comunidad a diferentes personas que habían sido relegadas por causa de sus
enfermedades. Es una práctica reiterada del Maestro, que invita una y otra vez a incluir
en lugar de excluir; a acoger en vez de despedir. Nosotros excluimos hoy de nuestras
comunidades eclesiales a muchos hermanos por diferentes motivos. El evangelio nos
invita a ser capaces de crear nuevos espacios donde todos, a pesar de las diferencias,
tengamos cabida. Por otra parte, queda en claro que la fe en Jesús posee una fuerza
liberadora que es capaz de desatar todo yugo que oprime y deshumaniza al ser humano.
Como Jesús estamos llamados a trabajar con todas nuestras fuerzas para devolverles
la dignidad a quienes la han perdido y han sido marginados por sistemas
excluyentes.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Martes 17 de noviembre de 2015


Isabel de Hungría

2Mac 6,18-31: Legaré un noble ejemplo


Salmo 3: Levántate, Señor, sálvame
Lc 19,1-10: El Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo perdido

E n su camino a Jerusalén Jesús entra en la ciudad de Jericó. Es recibido por mucha


gente, lo cual hace que Zaqueo, cobrador de impuestos para Roma, hombre de baja
estatura y mal visto por los judíos, tenga que subirse a un árbol para ver a Jesús. Este se
fija en él y le pide que baje pronto porque se hospedará en su casa. Zaqueo lo recibe en
ella con alegría. La gratitud por un favor tan grande e inesperado hace que este hombre
cambie; expresa una doble promesa cuyo cumplimiento será prueba de su conversión:
distribuir la mitad de sus bienes entre los pobres y devolver cuatro veces más a quienes
ha tratado con injusticia. Son condiciones que el mismo Zaqueo se impone,
comprometiéndose a desprenderse de buena parte de sus bienes en favor de los pobres,
es decir, a dejar el apego que ha tenido a sus posesiones, y a reparar sus injusticias
devolviendo cuatro veces lo que ha defraudado. Cuando Jesús viene a habitar a nuestra
casa nos impone la exigencia de cambiar de vida. Cuando lo recibimos realmente en
nuestro corazón, asumimos ante él un compromiso con los más pequeños y con la
justicia. Es algo inevitable, porque nace del corazón arrepentido que quiere enmendar
las faltas cometidas. Ojalá nosotros, como Zaqueo, entreguemos también lo mejor de
nuestras vidas a los más necesitados.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Miércoles 18 de noviembre de 2015


Elsa

2Mac 7,1.20-31: El creador del mundo les devoverá el alienyo y la vida


Salmo 16: Escóndeme, Señor, bajo la sombra de tus alas
Lc 19,11-28: ¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?

L os galileos van a Jerusalén a celebrar la Pascua y Jesús camina con ellos. Sabe que
le espera la muerte; ellos, sin embargo, están convencidos de que se proclamará rey.
Con esta historia, Jesús invita a los que lo escuchan a que no esperen un triunfo
inmediato en Jerusalén. Reinará a su regreso de un país lejano al fin de los tiempos. La
parábola recalca la actitud responsable que debe ser la de los discípulos: el mundo
presente les ha sido encargado. La salvación que Jesús ofrece a los que crean en él no
se puede separar de su misión al servicio del mundo. Seguirán los pasos de su Maestro
y como él alcanzarán su plenitud humana al hacerse servidores del plan de Dios
sobre la historia humana.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Jueves 19 de noviembre de 2015


Abdías, Crispín, Avelino

1Mac 2,15-29: Viviremos según la alianza de nuestros padres


Salmo 49: Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dio
Lc 19,41-44: No reconociste la visita de Dios

L a ciudad de Jerusalén era la capital de Palestina en tiempos de Jesús. En ella se


concentraba el poder político, religioso y económico de todo el país. Jesús llora al
contemplarla, porque ha sido incapaz de reconocer al Mesías, al Salvador. Su
importancia política, económica y religiosa le cierra los ojos ante el Hijo de Dios que la
ha visitado. Llanto es el profundo sentimiento humano que manifiesta Jesús al saberse
no reconocido por los habitantes de Jerusalén. La ceguera de la ciudad es el comienzo
del castigo que terminará con su caída y destrucción total en el año 70 de nuestra era.
Rechazar el mensaje del Salvador, negarse a dar crédito a sus palabras de justicia y paz,
la llevará a la destrucción. Desconociendo que Jesús es el camino por el cual se puede
alcanzar la paz y la justicia entre los hombres, la ciudad se ha opuesto a la acción de
Dios. De seguro más de alguna vez nosotros nos hemos sentido también rechazados, y
nuestras palabras nos han parecido despreciadas. Pero a pesar de todo, como Jesús,
hemos de proseguir nuestro camino y ser capaces de entrar donde debamos asumir la
cruz. Él aceptó con responsabilidad el destino que aquella ciudad enceguecida le
tenía deparado. Tal es su ejemplo.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Viernes 20 de noviembre de 2015


Félix de Valois, Octavio, Edmundo

1Mac 4,36-37.52-59: Celebraron la consagración del altar


Interleccional 1Cr 29: Alabamos, Señor, tu nombre glorioso
Lc 19,45-48: Se puso a echar a los mercaderes

L os profetas de Israel lucharon para que el culto en el Templo de Jerusalén no fuese


sólo una práctica desencarnada. El hecho de que Jesús expulse del Templo a los
vendedores de ovejas y palomas se enmarca dentro de la tradición de los profetas. El
Templo es un lugar de encuentro con Dios, y no una cueva de asaltantes, es decir, un
lugar donde se comercia con los diezmos y la fe de los pobres. Expulsar a los
mercaderes del Templo es un llamado al verdadero culto en justicia y misericordia, que
es el que quiere Dios, y no un culto al dinero. Para sus contemporáneos esta postura de
Jesús constituyó un desafío a las costumbres establecidas, e incluso al Estado mismo,
por lo que buscaban matarlo. El evangelio nos invita en el día de hoy a llenarnos de
celo y energía por el reino de Dios, y a ser capaces de poner de manifiesto las
contradicciones que existen tanto en nuestra vida como en la sociedad en que vivimos.
No todo es reino de Dios en nuestra vida eclesial; incluso muchas cosas están en
contradicción con él. Hacia esos obstáculos que no nos dejan ver más claramente el
reino de Dios debemos dirigir nuestra atención y nuestra acción testimonial.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Sábado 21 de noviembre de 2015


Presentación de María , Mauro

1Mac 6,1-13: Antíoco lamentó haber saqueado Jerusalén


Salmo 9: No abandonas, Señor, a los que te buscan
Lc 20,27-40: El Señor no es Dios de muertos, sino de vivos

L os saduceos, basándose en la ley de Moisés, según la cual el hermano de un


hombre fallecido sin descendencia debía casarse con la viuda (Gn 38,8; Dt 25,5), urden
una historia truculenta para desprestigiar a Jesús y la fe en la resurrección. La respuesta
del Maestro es clara: después de la resurrección seremos como los ángeles; no
viviremos según las leyes de este mundo, incluyendo el casarse. Jesús enfatiza y
recalca que los muertos sí resucitan, porque el Dios en quien creemos es Dios de vivos
y no de muertos, y para él todos sus servidores viven. Es una invitación de Jesús a que
sus discípulos asumamos el compromiso por la vida y rechacemos todas las actitudes
de muerte que abundan en nuestro mundo. Los cristianos somos gestores de esperanza
y constructores de soluciones de vida. Hemos de testimoniar contra la “cultura de la
muerte” y todas sus manifestaciones, rechazarlas, plantearnos en favor de sus
respectivas revisiones y transformaciones; ello en fidelidad al Dios que es Vida Eterna,
fuente universal de la vida y envió a su Hijo, que “es la resurrección y la vida”, para
que quienes creen en él, aunque mueran, tengan la vida eterna (véase Jn 3,36; 5,24-29;
6,40; 6,47-58; 8,51; 10,28; 11,25-26).
Servicio Bíblico Latinoamericano

Domingo 22 de noviembre de 2015


Domingo 34 del tiempo ordinario
Fiesta de Cristo Rey
Cecilia , Felicitas

Dn 7,13-14: Su dominio es eterno y no pasa


Salmo 92: El Señor reina vestido de majestad
Ap 1,5-8: Él hizo de nosotros un reino, sacerdotes de su Padre Dios
Jn 18,33b-37: Tú lo dices: ¡Soy rey!

P roblemática pastoral concreta de la festividad de Cristo Rey


Vamos a comenzar removiendo obstáculos, porque hay problemas respecto a los
posibles significados de esta fiesta. Veamos algunos:

a) El origen de esta fiesta y su contexto original.


Esta fiesta fue establecida en un contexto anterior al Vaticano II, en 1925, por Pío
XI, y con un espíritu muy cercano al de cristiandad, cuando el Vaticano expresaba
claramente su deseo de que el cristianismo fuera la religión oficial de los Estados
cristianos. Al confesar a Cristo como Rey universal se quería con ello vehicular el
deseo de que también la Iglesia fuese testigo y participante ya aquí en la tierra de esa
realeza: una realeza de Cristo reconocida, redundaba inevitablemente en una Iglesia
respetada, favorecida por el Estado, con alto estatus en la sociedad, fuerte y organizada,
que aunque no podía ya revestirse de poder político temporal, al menos podía participar
de él por una relación estrecha y armoniosa con los poderes sociales. Durante mucho
tiempo, el título de "Cristo Rey", el "reinado social del Corazón de Jesús"... incluyeron
esos aspectos de auto-encumbramiento de la Iglesia, olvidando que la práctica de Jesús
de Nazaret fue muy distinta, incluso totalmente contraria.

b) El concepto de Reino monárquico.


El Reino no es hoy día la forma más frecuente de organización sociopolítica. La
mayor parte de los países son repúblicas, de diferentes rostros, y los reinos que
persisten, ya no lo son en su forma clásica, sino en adaptaciones a la cultura política
actual (por ejemplo las monarquías "parlamentarias") que niegan en el fondo la esencia
misma de lo que era un "reino" (pues ahora «el rey reina pero no gobierna»... ya no es
lo que fue).
Aun siendo conscientes de la limitación inevitable que todo lenguaje teológico
tiene por su misma naturaleza analógica, figurada, simbólica, apofática... cada vez más
se viene insistiendo en que la palabra "reino" no sería ya la más adecuada para expresar
la utopía bíblico-mesiánica del «Reinado de Dios» del que hablaron los profetas y
Jesús, porque en esta altura de la historia la palabra «Reino» ya no expresa una forma
de organización sociopolítica deseable para los humanos. Cada vez se evidencia más la
dificultad de hablar de Dios (y de Cristo) como "rey", y de su proyecto escatológico
Servicio Bíblico Latinoamericano
como un "reino". ¿Estamos seguros de que un reino, una monarquía, podría ser una
analogía del “Reino de Dios” realizado? La realización del reino de Dios, ¿no exigiría
la superación de muchos aspectos de lo que es una monarquía, un “reino”? ¿Acaso una
comunidad cristiana puede ser comparada con un «reino», con una «monarquía»? ¿Y
una familia?
Pablo Suess propuso hace tiempo la expresión "democracia participativa del RD"
para corregir la evocación que el término clásico conlleva. Es bueno aludir con
frecuencia a esa insuficiencia de la expresión clásica, para hacer caer en la cuenta a los
oyentes, y para liberar al contenido (el Reino mismo, el significado), de las
limitaciones del significante (una palabra no completamente adecuada).
En vez de hablar del «Reino» de Dios, puede ser mejor hablar del Proyecto, de la
Utopía de Dios...: queremos «construir la Democracia de Dios, cósmica, pluralista,
inclusiva, y por eso, amorosa, encarnación viva del Dios de los mil rostros, colores,
géneros, culturas, etnias, sentidos...».

c) Connotación de género en la palabra "Reino".


Es útil saber que en el ámbito de la teología feminista angloparlante se rechaza
también la expresión (God's Kingdom), a causa de su machismo larvado (kingdom
alude directamente a king, no a queen...). En castellano no tenemos ese problema en
esta expresión, pero el saber que existe en otras lenguas invita a prevenirlo también en
otros frentes.

Los grandes temas de la fiesta de hoy y de la semana


Hay varios grandes temas que podrían servir para orientar la reflexión de la
homilía o la reflexión del círculo bíblico o la comunidad cristiana en torno a los textos
de este domingo. Habrá que elegir entre ellos. Aquí sólo los apuntamos:
a) El Reino de Dios, como contenido del mensaje de Jesús.
Jesús nunca se proclamó Rey: nada más lejos de Él. Lo que Jesús hizo fue
ponerse al servicio total del Reino, de forma que éste fue el centro mismo de su
predicación y de su vida, la Causa por la que dio la vida. Importa pues hacer honor a la
identidad verdadera de Jesús: Él no fue rey, ni lo quiso ser nunca, por mucho que
algunos cristianos crean que llamándolo así lo honran... La intención puede ser buena,
pero el título que de hecho se le atribuye no podría ser de su agrado.
Jesús habló del Reino, fue su servidor y su mensajero, pero sus seguidores se
olvidaron del Reino. y lo constituyeron a él como el Reino mismo, como el Rey... El
mensaje fue sustituido por el mensajero. Jesús nos indicaba el Reino, como la Causa
por la que estaba apasionado y por la que dio su vida, y un buen grupo de seguidores se
olvidaron de esa causa, y se enamoraron de Jesús. Es preciso volver a Jesús, y su
Causa...
Para hablar concretamente del Reino es bueno reparar en el texto del prefacio de
esta fiesta, que da una «descripción» muy plástica de su contenido. Esa idea fue
recogida en el conocido estribillo del Salmo 71 del compositor Manzano, que dice: «Tu
Reino es Vida, tu Reino es Verdad, tu Reino es Justicia... es Paz... es Gracia... es amor,
¡venga a nosotros tu Reino, Señor». Bien glosada, y debidamente justificada esa
perspectiva teológica, puede ser un buen guión para la homilía. Y no debería faltar ese
canto en la celebración de hoy.
b) La relación entre cristocentrismo y reinocentrismo.
Servicio Bíblico Latinoamericano
Una cierta interpretación de esta fiesta –muy común por lo demás en el
cristianismo en general– propicia un cristocentrismo exagerado, absoluto, que no hace
justicia a la verdad de la revelación, al mensaje real de Jesús, a lo que Jesús realmente
dijo, no a lo que después dijeron que había dicho. Importa pues pastoralmente discernir
una «correcta jerarquía de valores», que la teología de la liberación fue la primera que
dio en llamar "reinocentrismo", con tal fuerza de persuasión, que no hay teología ni
espiritualidad honesta que se puedan resistir.
c) El mesianismo de Jesús.
La aclamación o la espera de Jesús como Rey se dio en el contexto del
mesianismo: se esperaba un liberador. Hoy la postración es tal que ni siquiera se espera
nada, pudiendo hacer de la aclamación de Jesús como Rey algo bien alejado de lo que
el mesías supuso realmente para los que lo esperaron.
d) La dimensión escatológica: el final de los tiempos, nuestro ineludible caminar
en la historia, el "juicio final"...
El final del año litúrgico nos hace tematizar en nuestra reflexión el final mismo
de la historia, y el final también de nuestras vidas personales. Pero ya en un contexto
mental diferente, en el que sabemos que nuestra aventura humana no es la razón del
cosmos, que el mundo no acabará el día que Dios decida acabar el ciclo de la
humanidad y pasar a la vida eterna, y que no se trata de que estemos aquí para una
prueba que se verificará en el día del juicio final, tras lo cual iríamos al cielo o al
infierno...

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 100 de la serie «Un tal Jesús»,


de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «El juicio de las naciones». El guión y su
comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?
id=1500100 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap100b.mp3
La serie «Otro Dios es posible», de los mismos autores, tiene un capítulo (5
minutos de entrevista con Jesús que vuelve a la Tierra) titulado «¿Fin del mundo?»,
relacionado con el escenario en el que transcurre la imagen del evangelio de este
domingo; puede ser recogido en: http://emisoraslatinas.net/entrevista.php?id=180089

Para la revisión de vida


El Reino de Dios fue el “leit motiv”, el estribillo de la vida de Jesús, el centro de
su predicación, el motivo de sus milagros, la razón de ser de su fidelidad hasta la
muerte, la corona de su resurrección. ¿Qué es para mí el Reino de Dios? ¿Está
también en el centro de mi vida? ¿Es mi «Causa», como fue la de Jesús?
Tal vez yo soy de los muchos a quienes la expresión «Reino de Dios» vela más
que revela el valor supremo de la vida de Jesús... ¿Me he preocupado por
renovar mi comprensión de esa Utopía de Jesús, y de re-formularla
adecuadamente?

Para la reunión de grupo


- Basándose en este texto del evangelio, se dice en la teología latinoamericana que, al fin y
al cabo, los pobres (el amor efectivo hacia ellos, la opción por su causa) son el «único
sacramento universal e imprescindible para la salvación». Todos los demás sacramentos,
no son ni tan universales, ni tampoco imprescindibles. Comentar la frase y el tema.
Servicio Bíblico Latinoamericano
- Si Jesús no fue rey históricamente –bien lejos que estuvo de serlo–, ni se llamó rey, ni dejó
que le llamaran así, ni le hubiera gustado que le llamaran así, ¿tiene sentido que
nosotros le aclamemos con ese título? ¿Por qué? ¿Podría un cristiano o una comunidad
rechazar el dar ese título a Jesús, o ese título expresa un dogma? ¿Puede un cristiano
ignorar o rechazar una advocación, una devoción, incluso una devoción oficial? ¿Por
qué?
- La llamada “parábola del juicio final” nos cuenta claramente cuál es el criterio con el
que «se nos va a examinar»: “tuve hambre y me diste de comer...”. ¿Me doy cuenta de
que Dios no nos está pidiendo que hagamos nada «religioso», sino, sencilla y
llanamente, que nos preocupemos del prójimo y lo ayudemos en todo lo que podamos?
- Contemplemos una imagen tradicional de “Cristo Rey”: corona, cetro, trono, ropaje...
Hagamos un análisis simbólico de la imagen: ¿Qué evoca cada uno de estos elementos
simbólicos en la mente o en la piedad de un cristiano/a sencillo/a? Hagamos a
continuación un análisis teológico de lo expresado en la pregunta anterior. ¿Cómo
calificar esas evocaciones? ¿Cuáles son evangélicas y cuáles antievangélicas? ¿En qué y
por qué?http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/
- Utilizar el episodio nº 100 de la serie radiofónica "Un tal Jesús" –citado más arriba–
para una reunión de trabajo en el grupo o la comunidad. Tanto el texto como el audio –
así como un sugerente comentario bíblico teológico– pueden ser tomados de
http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/
- ¿Qué podemos sugerir al sacerdote para la homilía e esta fiesta?

Para la oración de los fieles


- Por la Iglesia de Jesús, para que siga siempre los pasos de aquél no vino a ser servido
sino a servir, roguemos al Señor...
- Por todos los que ejercen poder y autoridad en este mundo, para que, como quería Jesús,
acepten el poder como la herramienta que permite un servicio más universal y más
eficaz, roguemos al Señor...
- Por las religiones que -como en otro tiempo el catolicismo- todavía hoy pretenden estados
confesionales, santas cruzadas o repúblicas religiosas, en las que una religión impone a
la sociedad la "realeza" de un Dios intolerante y uniformizador: para que comprendan
que Dios es amor y pluralidad, y que está contra toda manipulación de su nombre,
roguemos al Señor...
- Para que Jesús, el que "pasó haciendo el bien" y "se humilló pasando por uno de tantos"
sea nuestro modelo, nuestro guía y -en ese sentido, sí- nuestro rey y nuestra fuerza en la
"militancia" por el Reino de Dios, roguemos al Señor...
- Para que los cristianos, y especialmente los teólogos, entremos cada vez más en el nuevo
paradigma del diálogo de las religiones, para que siempre sospechemos
desconfiadamente de todo planteamiento cristocéntrico que venga a reducirse de hecho
en un planteamiento eclesiocéntrico, roguemos al Señor...

Oración comunitaria
Oh Dios que quisiste fundar todas las cosas en tu amor universal a todos los
Pueblos, y en tu comunicación multiforme e inefable con todos ellos. Haz que
toda la Creación y la Humanidad, unidas por el Cuidado mutuo y el Diálogo,
logre la plenitud del Amor hacia el que siempre le has estado atrayendo. Tú que
Servicio Bíblico Latinoamericano
vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y para
siempre. Amén.

Dios, Padre nuestro, que quieres que en nuestra vida nos veamos libres de toda
esclavitud y que luchemos para liberar a los oprimidos, haciendo así presente tu
Reino entre nosotros, te pedimos que guíes nuestros pasos para que
construyamos un mundo en el que todos vivamos como hermanos, como
auténticos hijos tuyos, en paz, en justicia y en libertad. Por Jesucristo.

Dios nuestro y de todos los Pueblos, Tú que, de un modo u otro, esperas a la


Humanidad revestido de todos los nombres, por los caminos de todas las
religiones; haznos comprender que Tú no quieres encomendarnos una
evangelización que someta a los pueblos, ni que arranque culturas y
religiosidades, sino un diálogo que promueva el Amor y la Justicia, la Verdad
generosa y la Vida para todos y todas. Tú que vives y estás presente en todos los
pueblos y religiones desde siempre y para siempre. Amén
Servicio Bíblico Latinoamericano

Lunes 23 de noviembre de 2015


Clemente

Dn 1,1-6.8-20: No se encontró a ninguno como ellos


Interleccional Dn 3: Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres
Lc 21,1-4: Esa viuda ha puesto cuanto tenía para vivir

J esús enseña al pueblo en el Templo. Observa cómo la gente echa su ofrenda en la


alcancía de las donaciones. Seguramente llamaban la atención los donativos de los
grandes ricos. El Templo era para los judíos el motivo máximo de su orgullo nacional.
Representaba, además, en tiempos de Jesús la identidad y resistencia del pueblo contra
la dominación romana. La grandeza de esta institución fundamental dependía en gran
medida de las donaciones de los personajes más ricos. Por esos los grandes donantes
eran muy apreciados y alabados. Jesús observa y anuncia un hecho insignificante para
aquellos criterios, pero maravilloso: una viuda pobre ha echado en el tesoro más que
todos. Los ricos han dado de lo que les sobraba; la viuda, en cambio, ha dado todo lo
que tenía para vivir. Jesús cuestiona la grandeza y el poderío nacionalista del Templo
desde la debilidad de una pobre mujer sin ningún amparo ni protección. El Maestro
invierte el orden establecido: esa mujer, débil y marginada de la vida social por
diversos conceptos, ha dado más que los varones ricos y poderosos. ¿Qué damos
nosotros? ¿De lo que nos sobra, o de lo que tenemos para vivir? Muchas veces nos
pasamos de egoístas y sólo damos en forma simbólica un par de monedas que no
necesitamos, o -peor aun-, llevamos al templo lo que pensábamos desechar por
inservible. ¿Qué mérito tienen esos gestos? Dar es sinónimo de entregar; y es
entregando de lo que necesitamos como acumularemos un tesoro en el cielo. Valioso
ante Dios es dar en forma desinteresada, sin esperar nada a cambio, y menos aun el
aplauso público. “Hay que dar hasta que duela”, decía a los católicos pudientes de su
tiempo San Alberto Hurtado, el gran apóstol chileno.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Martes 24 de noviembre de 2015


Andrés Dung Lac, Flora

Dn 2,31-45: Dios suscitará un reino que nunca será destruido


Interleccional Dn 3: Ensálcenlo con himnos por los siglos
Lc 21,5-11: De esto no quedará piedra sobre piedra

L os discípulos de Jesús están asombrados por la majestuosidad de las


construcciones del Templo. Ellos no han entendido las palabras y los gestos proféticos
de Jesús en torno al Templo. De él no quedará piedra sobre piedra. Los dirigentes
religiosos de Israel lo han convertido en un foco de corrupción y explotación de los
pobres. Los discípulos preguntan, quizá intrigados, quizá confundidos, cuándo
sucederá la destrucción del Templo. La respuesta de Jesús refleja los conflictos que
tendrá que vivir la Iglesia naciente: tempestades, terremotos, guerras, falsos profetas,
pestes, hambre… Pero Jesús no sólo anuncia tragedias; también da luces de esperanza.
La consigna que el Señor reitera muchas veces es no tener miedo ni alarmarse, porque
ése no será el fin. Lo que Jesús pretende recalcar es que en medio de las dificultades y
conflictos que vivamos no debemos dejarnos dominar por el miedo, porque la última
palabra la tiene Dios. Los cristianos mantenemos firme la esperanza en que la vida
triunfará sobre todas las formas de muerte; y para quien vive con la esperanza de la
resurrección, la muerte juega otro papel, quizás de menor importancia, porque la vida
está por encima de ella. Ya no tememos a las estructuras que generan muerte, porque
tenemos fijos nuestros ojos en el Señor de la vida.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Miércoles 25 de noviembre de 2015


Catalina de Alejandría, Beatriz

Dn 5,1-6.13-14.16-17.23-28: Aparecieron sobre la pared unos dedos de mano humana


Interleccional Dn 3: Ensálcenlo con himnos por los siglos
Lc 21,12-19: Todos los odiarán a causa de mi nombre

J esús continúa hablando del tiempo que transcurrirá entre su resurrección y la


plenitud de la historia. Habla de los sufrimientos que tendrá que atravesar la
comunidad. Predice la cárcel y la persecución. Distingue entre los poderes judíos
(sinagoga), y los romanos (reyes y gobernadores). Los discípulos fieles serán llevados
ante esos tribunales. El centro del pasaje hace referencia al testimonio. Los discípulos
entregados a las autoridades darán testimonio público. Pero Jesús les advierte que no
hay necesidad de preparar la defensa, porque el Espíritu Santo les inspirará las palabras
para defenderse. He aquí una buena síntesis de la Iglesia de los primeros tiempos. Ella
se caracterizó por el conflicto y la persecución. Y aunque muchos claudicaron, muchos
otros permanecieron fieles hasta el martirio cruento. La persecución y el martirio han
sido una constante gloriosa en la historia de la Iglesia. La sangre de los mártires es
semilla de cristianos comprometidos y radicales en el evangelio de Jesús. Gracias a esa
fidelidad y radicalidad la comunidad eclesial ha podido resistir y subsistir a lo largo de
más de veinte siglos de historia. Quien asuma el proyecto de Jesús debe estar
dispuesto a ser ajusticiado por los poderes de este mundo. Pero tenemos la firme
certeza de que el Espíritu sigue asistiendo a los fieles creyentes que dan testimonio de
fidelidad radical al Maestro.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Jueves 26 de noviembre de 2015


Juan Berchmans, Conrado, Amado

Dn 6,12-28: Dios envió su ángel


Interleccional Dn 3: Bendito seas para siempre, Señor
Lc 21,20-28: Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su
hora

E l asedio y la destrucción de Jerusalén no se confunden con el final del mundo o de


la historia. El plan de Dios sigue adelante y, precisamente, la ciudad y el Templo en
ruinas será la ocasión para que las naciones extranjeras que no conocían a Dios, lo
conozcan y se sometan a Él.
Los eventos cósmicos con que Lucas describe este pasaje sobre la venida del
Hijo del Hombre no hay que tomarlos en sentido literal, evocan una manera de pensar
típica de la literatura apocalíptica (cfr. Dn 7,13s) y sirven para establecer la diferencia
entre esta primera manifestación o Encarnación de Jesús, sometido a la naturaleza y
limitación humana y su segunda venida en todo poder y gloria como Amo y Señor del
tiempo, de la historia y del mundo. A los discípulos les toca estar muy atentos a los
signos de los tiempos (vv. 29-31); lo importante es saber descubrir esos signos y pensar
que la venida de Jesús tiene como finalidad específica la liberación de toda la creación.
Ésta es la esencia de la esperanza escatológica de la primitiva comunidad y es también
nuestra esperanza.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Viernes 27 de noviembre de 2015


Virgilio, Valeriano

Dn 7,2-14: Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre


Interleccional Dn 3: Ensálcenlo con himnos por los siglos
Lc 21,29-33: Cuando vean eso, sepan que se acerca el reino de Dios

E l texto del evangelio de hoy responde al “cuándo sucederán todas estas cosas”
planteado a Jesús por los discípulos. Se hace una distinción entre la cercanía del reino
de Dios y la venida del día del Hijo del Hombre. La respuesta al cuándo es diferente si
se trata de la cercanía del reino o de ese día del Hijo del Hombre. La cercanía del reino
de Dios no es algo repentino, sino un proceso histórico. Jesús utiliza la imagen de la
higuera: cuando echa brotes, el verano está cerca. Igualmente podemos discernir los
signos que anuncian la cercanía del reino. Hoy los llamamos “signos de los tiempos”.
Sabemos que el reino de Dios llegará en su plenitud con la venida de Jesús. El
Apocalipsis de Juan nos dice claramente que cuando Jesús se manifieste, resucitarán
los mártires y reinaran con él durante mil años (Ap 20,6). Es la realización del reino de
Dios en la historia. Hay miles de acciones y testimonios donde ya encontramos
adelantado y realizado el reino. La vasta generación de los mártires descubre, desde ya,
la cercanía del reino y trata de vivirla, desde los orígenes del cristianismo y hasta
nuestro tiempo presente. También a nosotros nos corresponde seguir propugnando el
reinado de Dios en nuestra realidad actual e impulsándolo hacia su consumación
futura.Texto
Servicio Bíblico Latinoamericano

Sábado 28 de noviembre de 2015


Catalina Labouré, Rufo, Blanca de Castilla

Dn 7, 15-27: El poder real y el dominio serán entregados


Interleccional Dn 3: Ensálcenlo con himnos por los siglos
Lc 21,34-36: Estén despiertos y oren

J esús pide que vayamos con cuidado. Hay actitudes negativas y otras positivas. Entre
las negativas puede ser que se nos oscurezca la mente con la injusticia y la maldad. Las
positivas implican estar en permanente vigilancia y oración para tener fuerzas en todo
momento. El día de la manifestación plena es el último día, pero marca la historia de
todos los tiempos. Toda la historia está orientada hacia ese día y debe ser una
permanente preparación para vivirlo con gran gozo. Pero no sabemos cuándo
acontecerá ese día. Jesús nos invita a estar siempre preparados. Esta preparación se
alimenta con la escucha asidua de la Palabra, la oración continua y la práctica del amor
solidario y compasivo hacia los hermanos. De todas maneras Jesús nos deja en absoluta
libertad. La decisión de acoger o no su oferta salvífica depende, en buena parte, de
nosotros. Sólo hay dos caminos posibles para elegir: el que conduce a la vida en
plenitud en comunión con Dios, y el que conduce a la muerte definitiva. Tenemos
llibertad para escoger consciente y responsablemente. Ahora bien, seguir el camino de
Jesús implica exigencias, compromiso, sacrificio, entrega por amor a los hermanos.
Las reglas del juego están claras.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Domingo 29 de noviembre de 2015


Primer Domingo de Adviento (Comineza el ciclo C)
Saturnino, Iluminada

Jer 33,14-16: Suscitaré a David un vástago legítimo


Salmo 24: A ti, Señor, levanto mi alma
1Tes 3,12–4,2: Que el Señor les fortalezca internamente, para cuando vuelva Jesús
Lc 21,25-28.34-36: Se acerca su liberación

E ste primer domingo de adviento sirve de puente entre el tiempo ordinario y el


tiempo de adviento. El tiempo ordinario termina reflexionando sobre la segunda venida
de Jesús, sobre los acontecimientos del fin de los tiempos. En esta medida el primer
domingo del adviento se inaugura con el tema del final de los tiempos, y nos va a
introducir en el tiempo de la espera y de la esperanza, el tiempo de adviento.
La lectura del libro de Jeremías nos sitúa en el tiempo inmediatamente posterior
a la destrucción de Jerusalén en el año 587 a.C. El pueblo está desolado y empieza a
tomar conciencia de su situación. Jeremías dirige su palabra profética a su pueblo para
decirle que Dios no los ha abandonado, que hará regresar a los cautivos y los
perdonará, se construirán de nuevo las ciudades, los campos volverán a granar y los
ganados a pastar. Es esos días el Señor hará brotar en rey justo, no como los reyes que
los llevaron al destierro, el cual será llamado «Dios es nuestra justicia». Vendrá un rey
justo a restaurar al pueblo de Israel.
El salmo responsorial expresará que esa esperanza que leemos en la primera
lectura, no quedará defraudada, pues quien espera y quien es fiel al Señor no queda
defraudado. Yahvé siempre lleva al cumplimiento su palabra. Por esta razón el salmo
enfatiza la idea de Jeremías, el rey de justicia que esperamos sí llegará. Ese rey
esperado es para nosotros los cristianos, Jesús el señor.
El Segundo Testamento a partir de la novedad de Jesús nos introducirá en otro
tipo de espera y esperanza. Supone claramente que el rey esperado del Primer
Testamento es Jesús, pero abre la puerta a una espera en el esperado, hacia el final de
los tiempos. Jesús vino en humildad, como el campesino de Nazaret que fue obediente
al Padre, y que por esa obediencia fue muerto y resucitado. Pero al final de los tiempos,
él regresará a manifestar su gloria. Por eso en la carta de los Tesalonicenses, Pablo
exhorta a la comunidad a mantenerse fieles a Jesús y prepararse para esa segunda
venida. El evangelio de Lucas describe de manera metafórica, los acontecimientos que
precederían a esa segunda venida de Jesús. Por este acontecimiento final es que Lucas
invita a los hermanos y hermanas a mantenerse fieles y vigilantes para mantenerse en
pie (fieles) ante el Hijo del Hombre.
El texto del evangelio de hoy es un texto difícil: la liberación llega. En los
versículos anteriores Lucas nos hablaba del asedio a Jerusalén (21,20-23). Ahora, alude
a la segunda venida de Jesús: es decir a lo que llamamos la parusía. El discurso de
Jesús es apocalíptico y adaptado a la cultura de su tiempo (apocalipsis no significa
catástrofe, como tendemos a pensar, sino revelación), y nosotros tenemos que releer
esas señales del mundo natural en el mundo de la historia, que es el lugar en que el
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Espíritu se manifiesta. La segunda venida del Señor revelará la historia a sí misma. La
verdad que estaba oculta aparecerá a plena luz. Todos llegaremos a conocernos mejor
(1Cor 13,12b).
En nosotros existe la angustia, el miedo y el espanto, no causados por “las
señales en el sol, la luna y las estrellas”. Nuestras angustias e inseguridades están
causadas más bien por las crisis económicas, por los conflictos sociales, por el abuso
del poder, por la falta de pan y trabajo, por la frustración... de tantas estructuras
injustas, que solo podrán ser removidas por el paso -del amor de Dios y su justicia- en
el corazón del ser humano.
El mensaje de Jesús no nos evita los problemas y la inseguridad, pero nos enseña
cómo afrontarlos. El discípulo de Jesús tiene las mismas causas de angustia que el no
creyente; pero ser cristiano consiste en una actitud y en una reacción diferente: lo
propio de la esperanza que mantiene nuestra fe en las promesas del Dios liberador y
que nos permite descubrir el paso de ese Dios en el drama de la historia. La actitud de
vigilancia a que nos lleva el adviento es estar alerta a descubrir el “Cristo que viene” en
las situaciones actuales, y a afrontarlas como proceso necesario de una liberación total
que pasa por la cruz.
Por eso el Evangelio nos llama a “estar alerta”, a tener el corazón libre de los
vicios y de los ídolos de la vida (la conversión), para hacernos dóciles al Espíritu de
Cristo que habita las situaciones que vivimos en nuestro entorno. Nos llama a “estar
despiertos y orando”, porque este Espíritu se descubre con una Esperanza viva, punto
de encuentro entre las promesas de la fe y los signos precarios que hoy envuelven esas
promesas. La esperanza es una memoria que tiende a olvidarse, se nutre con la oración,
nos adhiere a las promesas de la fe y nos inspira, cada día, la búsqueda de sus huellas
en las señales del tiempo. La Esperanza cristiana se hace por nuestra entrega a trabajar
para que las promesas se verifiquen en nuestras vidas.
El adviento es tiempo de preparación de espera. Jesús cumplió las promesas del
Antiguo Testamento con su vida y predicación. No esperamos su nuevo nacimiento.
Esperamos que él vuelva a juzgar la creación. Es ese momento el que esperamos, y
para ese momento en que creemos que la justicia, que la igualdad, que la solidaridad se
impondrán.

El evangelio de este domingo no está dramatizado en la serie radiofónica «Un tal


Jesús».
La serie «Otro Dios es posible» contiene dos «entrevistas a Jesús de Nazaret, en
su segunda venida a la Tierra», en las que comenta estas páginas apocalípticas de los
evangelios: las entrevistas nº 88 y 89. Se puede escuchar o recoger el audio, leer o
recoger el guión y unos sustanciosos comentarios complementarios en radialistas.net
[http://radialistas.net/category/otro-dios-es-posible/?page=6]

Dos esperas han marcado la historia de nuestra fe desde nuestro padre Abraham
hasta nuestros días. La primera espera, la espera del AT, es la espera del
Mesías, del rey que restauraría el esplendor del pueblo de Israel, una vez
destruido por Asiria y Babilonia. Para que este Mesías apareciera era necesario
una vida transparente, el cumplimiento de la alianza del pueblo con Yahvé,
fidelidad a Dios, en último término. Esa espera llegó a su cumplimiento en Jesús
de Nazaret.
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La segunda espera, la espera del NT, es la espera de la parusía, del retorno del
señor en gloria para reinar sobre su pueblo, cuando el sea todo en todos y en
todo. Esta Parusía esta asociada a la idea del juicio universal de las naciones:
El Señor vendrá a juzgar. Esa escatología inminente fue lo que en la Iglesia
primitiva dio pie para enfatizar en la preparación moral para ese momento.
Nosotros hoy continuamos expectantes esperanzados esperando la Parusía.
Seguimos de camino. Preguntémoslos:
En las situaciones de muerte que vive el mundo (guerras, epidemias, hambre,
injusticia, crisis económica que descarga su crueldad sobre quienes no
provocaron la crisis) ¿nos preguntamos por el sentido de la vida y de nuestra
existencia?
¿Qué interpretación hacemos de estas tragedias como signos apocalípticos o
como situaciones de injusticia que merecen ser rechazadas?
En mi vida personal, en medio de la situación de crisis del mundo actual, ¿cuál
es el ideal que me anima a continuar luchando hacia el futuro?

Para la reunión de grupo


- ¿Qué signos de esperanza y de desesperanza da esta sociedad actual "realista", sin
utopías, desencantada, anestesiada por la proclamación del "final de la historia"...?
- Se dice que, "con la caída del muro de Berlín, lo que se produjo en la sociedad fue el
abandono de la concepción utópico-histórica de la política"; en la sociedad post-
moderna ya no se toma la historia como un camino hacia la «transformación de la
sociedad», ya no hay lugar para los mesianismos ni para las utopías… La sociedad se
hizo "pragmática", "realista". La mística utópica y la esperanza apasionada de una
renovación del mundo parecen cosas de otros tiempos… ¿Qué papel tendríamos los
cristianos en esta época sin esperanzas mesiánicas ni liberadoras? ¿Qué sería la
esperanza en un contexto sociocultural como éste? ¿Somos testigos de esperanza?
- Qué pueden significar los signos apocalípticos que utiliza el evangelio (señales en el sol,
la luna y los astros, rugido del mar, amenaza de la llegada imprevista...)
- ¿En qué sentido el fin del mundo (y/o de nuestra propia vida) es la "venida del Señor
Jesús"?

Para la oración de los fieles


- Para que las comunidades cristianas vivan intensamente el adviento como preparación a
la navidad y como tiempo dedicado más intensamente a alimentar la esperanza del
mundo y la propia nuestra, roguemos al Señor....
- Por todos los que lloran y se desesperan ante la muerte, para que encuentren sus vidas el
coraje de la esperanza...
- Por todas las personas que por edad, enfermedad o cualquier otra circunstancia sienten
la proximidad de su final; para que comprendan esa situación como una gracia, un don,
una oportunidad para alcanzar la plenitud de sus vidas...
- Por todas las otras personas, especialmente jóvenes, que viven de espaldas a la realidad
de la muerte y de la finitud de nuestras vidas; para que abandonen toda enajenación y
vivan todos los días conscientes de las dimensiones reales de la vida humana...
- Por la esperanza de los pobres, los dos tercios del mundo, los mil millones de personas
que viven con un dólar diario, los 2.600 millones de personas (el 40% de la humanidad)
sin empleo (datos del Informe del PNUD 2007-2008, cap. 1); el 20% más pobre de la
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población mundial recibe el 1'4% del producto mundial; para que por nuestro
compromiso decidido por la transformación del mundo seamos adviento, esperanza,
buena noticia para estos hermanos y hermanas nuestros…
- Para que los teólogos cristianos reelaboren y reformulen las verdades eternas y la fe en el
más allá de la muerte con un lenguaje más adecuado al hombre y la mujer de hoy…

Oración comunitaria
Oh Dios, Madre y Padre, Fuerza y Origen, Fundamento misterioso del Ser, que
llamas a la existencia y siembras los impulsos y los brotes, e suscitas siempre la
creatividad gratuita. Al comenzar este nuevo Adviento acoge nuestras
limitaciones y temores, y libera toda tu energía en nosotros, para que
renazcamos a una esperanza nueva. Tú que vives y haces vivir, por los siglos de
los siglos. Amén.
Servicio Bíblico Latinoamericano

Lunes 30 de noviembre de 2015


Andrés, Justina

Rom 10,9-18: La fe nace del mensaje


Salmo 18: A toda la tierra alcanza su pregón
Mt 4,18-22: De inmediato dejaron las redes y le siguieron

J esús acude a la cotidianidad de la existencia de quienes llama, para invitarlos a


construir desde allí la apuesta por el reino de Dios, una propuesta de vida más humana.
Los textos vocacionales aparecen como relatos que nos ayudan a comprender el
misterio de todo llamado: la vocación nace en la cotidianidad de la vida, con unos
rasgos de identificación familiar, en el ambiente propio de cada convocado y con el
llamado a seguir y proseguir una propuesta de vida desde el cambio radical que se va a
operar en la vida de quien ha sido llamado.
Estos cuatro primeros discípulos que siguen a Jesús representan a los discípulos
de todos los tiempos. Así se propone el llamado: ser discípulos, seguidores de Jesús en
comunidad. Como discípulos debemos despojarnos de ataduras que no nos dejan
avanzar en nuestra marcha; debemos lanzarnos mar adentro en las inmensas
posibilidades que nos plantea la barca y que nos propone Jesús como modelo de
nuestra entrega al servicio desinteresado por el reino; debemos romper con todo lo que
no nos permite asumir con radicalidad el servicio a los demás, y con los vínculos que
obstaculizan nuestra misión de ser pescadores de una nueva humanidad.
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