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The power of the flame

La noche está más iluminada de lo usual, las estrellas y la luna están más brillantes,
como si su fuente de energía está recargada o renovada.
Un hombre camina en las penumbras del bosque. En sus brazos lleva a una dormida
bebe muy hermosa que de su pequeña cabeza salen cortas hebras de cabello de color
rojizo, desprende calor y un débil fuego que alumbra el camino. Está envuelta en una
manta de color rojo con un bordado del sol en un extremo.
“Ella es nuestra última salvación, la tienes que proteger con tu vida. Escóndela, no dejes
que la atrapen.”
Se repetía el hombre mentalmente, eso era lo único que lo mantenía cuerdo.
La guerra se había desatado por fin y estaban perdiendo, su única salvación era la
reina, hija del sol pero, ella estaba embarazada del rey y dando a luz. Sabían que
cuando la bebe naciera la reina no sería tan fuerte porque estaría débil y ya no sería la
portadora de la energía del sol, sino que toda esa responsabilidad y poder pasaría a
su hija, la próxima y única heredera al trono.
lo que no sabían era que
Como último recurso, aunque eso causara su propia muerte, la reina decidió cederle
toda su fuente de poder a su hija con la esperanza de que su pueblo pudiera sobrevivir
lo suficiente para que la heredera al trono aprendiera a controlar sus dones y salvarlos
o volver a juntarlos.
La reina, con su último aliento le pidió a su más fiel vasallo, el hijo de la luna, que
tomara a la niña y se ocultara el tiempo que fuese necesario para que ella pudiera
sobrevivir, le advirtió que, si ella moría, el mundo caería en la oscuridad total, el día ya
no existiría y la vida se acabaría porque la fuente de energía del sol también moriría
con ella.
La bebe, bautizada Heil Feuer*, dio un pequeño bostezo y empezó a abrir los ojos, por
primera vez el hombre pudo ver lo hermosos que eran. Igual que su pelo, tenían un
color rojizo.
Cuando la miro directamente, puedo definir el sentimiento que tenía desde que la vi
por primera vez. Ella era su futuro, no solo porque la tendría que proteger, sino
también porque Heil Feuer era su Complemento, la persona que la vida te da para que
se completen mutuamente.
El hombre descanso sobre un árbol esperanzado de que la noche pasara rápido y
esperando a que los hermosos dones de Heil Feuer se dejaran de notar - que el pelo
este de color rojizo, pero sin fuego y que el color de sus ojos pasara de rojo fuego a
rojo oscuro - así la podría dejar en la puerta del reino de los humanos, Domina.
Aunque ellos pensaran que el bosque está maldito, sabían que era la mejor opción
porque nunca dejaban que nadie traspasara los límites del pueblo sin autorización.
Los recién nacidos que tienen dones siempre se les nota al nacer porque algún rasgo
de ellos los delata, pero al pasar un par de horas estos rasgos se vuelven más
normales. Se les puede enseñar a controlarlos desde chicos, pero al cumplir los 18
años alcanzan el punto máximo de su desarrollo y, por ende, el punto máximo de su
poder. Eso era lo único que le preocupaba al hombre, la mayoría de los bebés que
tienen dones normales, no dan muchos indicios de ellos hasta los 13 o 14 años, pero
al tener toda la energía del sol el hombre no sabía lo que podría pasar.
Cuando faltaban unas pocas horas para que amaneciera, el hombre entró al pueblo
Domina, robó una canasta y puso a la bebe ahí dentro. La dejó en la puerta trasera del
castillo, tocó dos veces la puerta y se escondió en los arbustos más cercanos para
poder mirar. Abrió una mujer con vestimenta de sirvienta y aspecto cansado, cuando
mira para abajo los ojos se le pusieron llorosos y agarró a la bebe inmediatamente.
El hombre sabía que Heil Feuer, heredera de la corona, estaba a salvo...
por lo menos por un tiempo.
Soy normal
Siempre es el mismo sueño, él está en medio del bosque prohibido, medio acostado
en un árbol grande y hermoso, y yo estoy al frente de él diciendo algo o contándole
algo, aunque no sé qué es, luego él se ríe y me mira y cuando está por responderme
despierto. Siempre es lo mismo, lo único que puede cambiar es el escenario, a veces
estamos en un lago con una cascada hermosa, sentados en la orilla, pero mojados y
sucede exactamente lo mismo. Lo único que sé es que siempre estamos adentro del
Bosque Prohibido, no sé cómo lo sé, pero estoy segura de que es ahí.
Escucho a alguien entrar a mi cuarto gritando los buenos días para que me despierte y
ya sé que es Anna, me destapa de un solo movimiento antes de que me pueda aferrar
a las sábanas y yo me quejo.
-Un rato más. – Pido, aunque sé que es imposible, nunca me deja un raro más.
-Tiene que levantarse ahora, su padre me pidió que bajara a desayunar con él. Dice
que te tiene que dar una noticia muy importante. – Ana es mi cuidadora, pero yo la
considero como mi madre sustituta. Ella fue la que me crió cuando mi madre murió al
darme a luz.
- ¿Qué noticia importante me tiene que dar para levantarme a la misma exagerada
hora que él? Son las seis de la mañana, yo desayuno como una hora más tarde que
él. –
- Tu padre no se levanta a una hora exagerada, es el rey de nuestro país, no puede
perder el tiempo descansando más de lo necesario, tiene asuntos muy importantes de
lo que ocuparse, – Abro la boca para intentar decir algo, pero ella me corta antes de
que empiece. – y entre esas cosas está usted, hoy más que nada porque me exigió
que bajaras lo más pronto posible. –
Mi padre es el rey de Domina, las tierras más fuertes y grandes de todo el mundo. Los
otros 5 reinos nunca se metieron con nosotros gracias a mi padre que sabe cómo
mantener la paz, o eso es lo que todos piensan, porque la verdad es que en nuestras
extensas tierras también se encuentra el bosque prohibido, aunque todos lo llaman
bosque maldito, las leyendas y las personas dicen que en ese lugar habitan bestias
cambiantes o con poderes capaz de matarte con solo una mirada. Yo no creo en eso.
Para mí el bosque es simplemente una forma de mantener a los niños alejado del ya
que es muy extenso y se pueden perder, pero lamentablemente, las leyendas están
hace demasiado tiempo como para que ahora necesites un permiso para salir o entrar
del pueblo.
- Está bien, ya me levanto. – Digo de mala gana, odio cuando me da ese discurso de
“tu padre es un hombre muy ocupado y aún así piensa en ti”. Yo lo amo, pero se
cuando una persona me quiere para beneficios propios y cuando me quiere de verdad
y como últimamente me di cuenta de que estuvo hablando con hombres demasiado
jóvenes para tener algún trato con ellos, sé que la noticia muy importante es que me
quiere desposar con él hombre que más le convenga.
Anna se dirige a la puerta y la abre para que mis doncellas entren y me preparen. Odio
que no me dejen hacerlo a mí, sé perfectamente cómo cambiarme sola. Una vez me
rehúse a abrir la boca para que me lavaran los dientes y desde ese día me los puedo
lavar yo sola.
Una vez ya cambiada con un vestido largo sin breteles con mangas del mismo largo
del vestido y de color vino, peinada con una trenza en donde se enroscan tiras del
mismo color del vestido, salgo de mi habitación y bajo a desayunar con mi padre. No
me extraña encontrar alrededor de un montón de papeles, pergaminos y sobres.
- Buenos días padre. – Lo saludo mientras un hombre me corre la silla para poder
sentarme.
- Buenos días hija, te estaba esperando para desayunar juntos. – Levanta la mano y
hace una seña para que nos traigan la comida, empieza a juntar los papeles y cuando
termina dos personas entran al comedor con una bandeja cada uno. Las dejan al
frente nuestro y las destapan, soy la primera en llevarse una galleta a la boca. –
Tengo noticias muy importantes que darte. –
- ¿Quieres que me case ya? – le digo directamente cuando trago. – Déjame adivinar,
quieres que, en la fiesta de mi cumpleaños, consiga a un hombre de las otras tierras
para que me corteje lo suficiente para asegurarte de que nuestras tierras van a estar
unidas mucho antes de que me case, ¿Me equivoco? – Le suelto todo directo y sin
dejar de mirarlo. Sé que soñé muy maleducada, pero las pocas veces que sacamos
este tema, mi padre me dejó muy en claro que no me iba a casar por amor, sino por
conveniencia. A menos que ese amor le traiga muchos beneficios a mi padre.
Agarró la taza de té y tomó un poco, mi padre no ha tocado nada.
- ¿Cómo te enteraste? Fui especialmente cuidadoso en no revelarte nada. – Me
pregunta con voz calma, aunque yo sé que eso no durará demasiado si sigo con el
tono poco habitual que uso.
- Hace una semana atrás, cuando entré a tu oficina ya que necesitabas verme, vi unas
cartas para los otros reyes, invitándolos para la fiesta anual de mi cumpleaños, en
ellas también estaba una aclaración que decía que esperabas que vengan con sus
hijos. Una aclaración bastante específica ¿No crees? – Le expliqué en un tono
tranquilo, pero que denotaba mi enojo.
- Entiendo que estés enojada, las pocas veces que saque este tema de conversación
no te lo tomaste tan bien… -
- ¡¿Qué no me lo tome tan bien?! Las únicas dos veces que sacaste el tema me
dejaste muy en claro que me vaya enamorando del hombre que elijas porque no me
vas a dejar otra opción. Creo que con eso está bastante justificado que me lo haya
tomado mal. – Me enoja que le saque importancia a temas que refieran conmigo.
Respiro profundo intentando calmar mi enojo recordando lo que Anna siempre me
dice. No debo enojarme porque puede ser peligroso, nunca entendí el porqué, pero
como siempre me lo dijo con tanto ímpetu trato de hacerle el mayor caso posible.
Agarró la taza otra vez y tomó pequeños sorbos mientras miro la chimenea que se
encuentra atrás de mi padre.
- Esperaba que ya te hayas hecho de la idea, pero veo que no. En tres días van a
venir todos los invitados para tu cumpleaños. Le vas a dar mayor importancia a los
futuros herederos de los otros reinos, ellos ya deben saber que te tienen que cortejar,
pero quiero que seas una mujer como tal, quiero que no solo te cortejen los 10 días
que van a estar en el castillo, quiero que te cortejen todo el año así, cuando cumplas
los 18 ya te puedas casar.-
Siento una llama avivada por mi enojo, respiro hondo tratando de relajarme.
¿Qué les tengo que dar mayor importancia, en mi cumpleaños, a los futuros reyes?
¿Qué me tengo que comportarme como una mujer? ¿Entonces qué soy? ¿Qué tengo
que lograr que me cortejen durante todo un año? ¿Cómo se supone que se logra eso?
Y en ese momento caigo en algo que dijo…
- ¿10 días? Siempre se quedan cinco días, no diez. Y ¿tengo que lograr que todos me
cortejen durante todo un año? ¿Piensas que soy cupido o qué? – Ya no puedo
contener mi enojo y creo que ya se en dónde va a terminar esto.
- Primero que nada, yo soy tu padre y a mí me hablas como tal, - Su voz ya denota
enojo y eso solo me enoja más. Veo como toma un poco de su té, seguramente ya
frío- Segundo, si, se van a quedar diez días que es lo suficiente para que yo pueda
elegir a quien me conviene más y no, no todos van a tener que cortejarte todo un año,
- En ese momento se le forma una pequeña sonrisa en la cara. - no creo que seas
capaz de eso. – Se está riendo de mí, eso era lo que le causaba gracia. Vuelve a
ponerse serio pero su tono delata que algo le causó gracia. – Solo el que elija vas a
tener que ponerle más atención, eso lo sabrás tres días después de tu cumpleaños,
cuando yo haya podido hablar con todos los reyes. –
Me levanto sobresaltada y salgo caminando rápido del comedor, cruzó la puerta y
corro lo más rápido que puedo, subo la larga escalera y corro a través de tres pasillos
diferentes hasta que doy con la puerta de mi habitación, la abrió y entró temblando de
la rabia, doy un fuerte portazo.
Camino por toda la estancia sintiendo como me descontrolo, veo como el fuego de la
chimenea se vuelve más fuerte y grande, no le doy importancia. Me acerco al mueble
que tengo a mi derecha y me apoyo tratando de respirar con calma.
“Le vas a dar mayor importancia a los futuros herederos de los otros reinos”
Doy un grito de frustración y tiro todo lo que está apoyado, empiezo a tirar los
muebles, desarmo mi cama, tiró las almohadas al piso, siento un fuego crecer dentro
de mí.
- ¡COMO SE ATREVE A TRATARME COMO UNA DE SUS SIRVIENTAS, HACIENDO
LO QUE ÉL QUIERE Y CUANDO ÉL QUIERE! -
<< Tranquila.>>
Escucho una voz armoniosa de un hombre, me doy la vuelta y reviso mi habitación, no
veo nada más que muebles en el piso y cosas rotas.
<< Tranquila, no te alteres.>>
Giró la cabeza hacia la ventana que da al patio del castillo y, al fondo de todo, se
encuentra el Bosque Prohibido. Estoy segura de que la voz vino de allí, no sé cómo la
escuche, pero lo sé.
<< Intenta controlarte, si no lo haces, las consecuencias van a ser terribles.>>
No sé por qué, pero giró la cabeza y miró la chimenea. El fuego ya se está calmando,
pero la madera del piso que está más cerca de la chimenea está quemada. ¿Eso lo
hice yo?
<<Tranquila, ya estas a salvo>>
Vuelvo a mirar al bosque, me acerco hasta la ventana y me siento en el sillón que
tiene, me quedo hipnotizada mientras escucho la voz…
- Princesa Adeline, ¿Qué ha pasado? ¿Por qué el piso está quemado? ¿Se encuentra
bien? – Me sobresaltó al escuchar a Anna gritando asustada y preocupada, ¿Cuándo
entró? - ¿Qué te ha pasado? – Corre lo más rápido que puede hasta mí, se sienta a mi
lado y empieza a revisarme.
- Tranquila, no me pasó nada. – Le digo de mala forma alejándome de ella. - ¿Sabías
lo que mi padre me tenía que decir? –
- Bueno… -
- Lo sabías y aún así no me dijiste nada. – Se que ella no tiene la culpa de nada, pero
sigo un poco enojada y ella ni siquiera me advirtió lo que mi padre quería. – Anna no
estoy de humor, lo siento si estoy siendo grosera, pero ¿para qué entraste a mi
habitación?
- Ya son las doce, había quedado en almorzar con sus damas de honor. –
Me responde con vos cohibida.
¿Ya son las doce? Como mucho, habré subido a mi habitación a las siete… ¿Cómo
puede ser que me pase más de cinco horas mirando el bosque? ¿Qué se encontrara
allí para poder atraparme tanto?
- Princesa, ¿Qué ocurre? ¿Se encuentra bien? – Pregunta otra vez Anna. - ¿Qué mira
tanto? – giro rápido la cabeza y finjo que no había pasado nada.
- No ocurre nada Anna y estoy perfectamente, gracias por venir a avisarme, ya me
había olvidado del almuerzo. – digo con voz tranquila y me encamino hacia la puerta. –
Ha, casi me olvido, ¿podrías llamar a alguien que arregle mi cuarto y cambie las
maderas que están quemadas por favor? Y que no digan nada de lo que hicieron en
mi cuarto, Gracias. –
- Princesa, nunca se olvide que las leyendas del Bosque Prohibido no son simples
historias de terror. – Me advierte Anna, se dio cuenta de lo que miraba.
Le sonrió y rápidamente salgo de mi habitación cerrando la puerta al final. Me
encamino hacia el patio pasando por varios pasillos mientras pienso en lo que pasó,
¿Quién será el dueño de esa voz? Es muy raro, porque parecía que me estaba
advirtiendo de algo, o del fuego, mejor dicho. Pareciera que sabía lo que estaba
pasando ese momento. Y el fuego que quemó el piso, eso fue más raro aún. Puede
ser que, al tirar muchas cosas, alguna entrara a la chimenea y avivara el fuego lo
suficiente como para que llegara a quemar el piso. Seguramente fue eso.
Cuando llegó al patio me encamino hacia el centro de este, en donde mis damas de
honor me esperan al lado de una fuente para almorzar. Cuando estoy junto a estas
veo que alguien puso una mesa con cinco sillas alrededor, todas están ocupadas
menos la de la punta que es en donde me siento yo, dándole la espalda al castillo y en
frente del Bosque Prohibido.
- Adeline, llegaste por fin, pensamos que te habrías olvidado – Me dice Astrid mientras
me siento, ella es la primera en verme, tiene pelo rubio y largo, ojos azules, su nariz es
fina igual que sus labios y lleva un vestido celeste con mangas y con decoraciones de
cadenas doradas. Beatrisa se encuentra a mi derecha, ella tiene el pelo de un marrón
oscuro, sus ojos son de un color verdoso y tiene unos labios gruesos, lleva un vestido
inflado de color verde con mangas que van desde la parte de arriba de los brazos
hasta el pecho, dejándole los hombros al descubierto. Edelina y Edelmira están
sentadas a mi izquierda, ellas son hermanas y se llevan un año, Edelmira es la menor,
las dos tienen ojos marrones y el pelo muy negro y corto, ellas se parecen bastante
con sus definidas cejas y sus labios de un color muy rosado hay veces que las
personas piensan que son gemelas.
- Buenos días. – Le digo a todas mientras me siento.
- Ya estábamos por empezar sin ti. – Me dice Edelmira con una hermosa sonrisa.
- Perdón por llegar tarde, el día estuvo un poco movido. –
- Si, nos dijo tu padre lo que pasó, lo siento mucho. – Astrid siempre fue la que mejor
me callo. No es que sean malas, solo que tenemos otros intereses. Mientras que ellas
se preocupan por lo que llevan puesto, yo me preocupo en estudiar lo que mis
profesores me enseñan. Pero Astrid siempre fue como un intermedio entre ellas y yo.
- Igual, tendrías que estar agradecida por poder elegir entre futuros reyes, no entiendo
cómo es que te puedes enojar. – Beatrisa siempre fue con la que menos congeniaba,
ella es muy atrevida, le lleva la contra a todos menos al rey. También es la que tiene
un estatus más bajo en la vida del castillo.
- Es obvio que se enoje, su padre ni siquiera tuvo tacto para decirle que tiene que
casarse con quien elija sin importar su opinión. – Edelina siempre fue la mediadora
entre nosotras, ella es muy buena persona al igual que su hermana.
- Que suerte tienes de que ya falta poco para que te cases y en un par de días
decenas de hombres te van a querer cortejar, ¡que lindo! – Edelmira siempre fue la
más soñadora de todas, ella siempre está en las nubes pensando en cómo sería su
día de bodas y como sería el hombre con quien se casará.
- Sería muy lindo si todos los del pueblo no sean unos feos, hay que aprovechar la
fiesta de cumpleaños de Adeline para conseguir a una persona decente como futuro
esposo.-
Cuando Beatrisa terminó de decir eso me desconecté de la conversación y empecé a
pensar en todo lo que pasó en el día.
Después de haber terminado de almorzar, cuatro personas vinieron y se llevaron todo
lo que había en la mesa y dos más dejaron unos postres en platos esparcidos por la
mesa y cinco tazas de té. No aporte mucho a la conversación, si fuera por mí ni
siquiera me juntaría con ellas, pero mi padre me obliga a estar con otras personas
para “aprender modales,” por lo menos eso es lo que él dice.
A eso de las cuatro todas nos retiramos de la mesa para asistir a las clases que
tenemos, las chicas se dirigen a clase de bordado y yo me dirijo a clase de historia de
Domina, no es mi clase preferida, pero es obligatoria si pienso ser la futura reina de
Domina.
Cuando estoy a punto de cruzar la puerta para entrar al castillo la frustración y la duda
por por no saber qué era esa voz que me habló cuando estaba en el dormitorio llegan
a mi punto máximo y, en el camino que recorro para llegar al salón decido que, hoy
antes de la cena, voy a entrar al Bosque Prohibido.
Cuando terminó la clase ya tengo todo un plan armado para ir al Bosque Prohibido.
Primero que nada, tengo que convencer a Beatrisa para venir conmigo ya que no sé
con qué me pueda encontrar y después tengo que salir a las siete de la tarde para
tener, por lo menos, dos horas antes de la cena.
A la seis y media encuentro a Beatrisa yendo a la sala común del reino, la llamo y la
llevó hacia una esquina para que nadie pueda oírnos.
- Necesito que me acompañes a hacer algo. – Le digo con la esperanza de que acepte
antes de enterarse de que se trata.
- Claro, ¿A dónde vamos? – Me dice con toda la naturalidad del mundo.
- Al Bosque Prohibido – Digo rápido esperando que su reacción sea menos
escándalos.
- ¡¿Al Bosque Prohibido?! -– Le hago una seña para que baje la voz. - ¿te volviste
loca, porque quieres ir allí? – Le hago una seña para que baje la voz.
- Siempre sentí curiosidad por él, por el único motivo que no fui antes es por mi padre,
pero ya me harté de sus reglas, así que decidí que hora voy a ir para saciar mi
curiosidad. ¿Te apuntas? – le mentí a medias, ya que es verdad que siempre sentí
curiosidad por el Bosque Prohibido, pero le dije lo de mi padre para que sienta que
está haciendo algo malo.
- No sé, es muy peligroso…
- No me digas que tienes miedo de las historias que le cuentan a los nenes para que
no se acerquen a él, pensé que eras más atrevida. – Eso fue un golpe bajo para su
ego, pero era muy necesario si quiero salir ya. Me mira con cara de enojada y ya sé
que di en el blanco.
- Obvio que no creo en todas esas historias falsas. ¿Cuándo vamos? – Su voz tiembla
un poco delatando su miedo.
- Ahora. – No espero a ver su reacción y la agarró de la muñeca, la engancho a mi
brazo y le voy explicando el plan. – Vamos a salir al patio para llegar al bosque,
tenemos que parecer que simplemente estamos paseando. Vamos a tener como una
hora y media antes de la cena para estar allá, después tenemos que volver y
asegurarnos de que nuestro aspecto es el mismo. ¿Entendiste? – no le doy tiempo
para que dude cuando ya me estoy dirigiendo al patio.
- Si… Creo que entendí, pero es de noche ¿Cómo vamos a poder ver en el bosque? –
Me pregunta cuando doblamos en el pasillo que dirige al patio.
- Eso no lo había pensado… - no paró de caminar mientras pienso en que puedo
hacer cuando veo al final del pasillo, antes de cruzar las puertas, dos antorchas de
cada lado. – Pero ya está resuelto. – llegamos a la puerta y agarró el candelabro que
tengo al lado. – Vamos. –
Salimos al patio y vamos por el camino principal hasta que llegamos a la tercera
fuente, la que más alejada del castillo está y la que da directo al bosque. Miro para
atrás vigilando que no haya nadie, cuando me aseguro de eso le agarro fuerte de la
mano y salgo corriendo.
- Rápido. – Corremos a toda velocidad los últimos metros que nos faltan para llegar al
bosque. -No pares cuando lo crucemos, tenemos que seguir hasta que no puedan ver
la luz de la antorcha. – Cuando cruzamos el bosque siento como una oleada de
energía inexplicable, siento que me puedo guiar en el bosque sin necesidad de un
mapa, es raro pero, se siente como si estuviera en casa.
Vamos todo derecho y cuando ya corrimos un par de minutos miro hacia atrás
asegurándose de que ya no nos puedan ver.
- Listo, no creo que nos puedan ver desde esta distancia. – Le aviso para que pare de
correr y sigamos caminando.
Entre insultos y quejas de parte de Beatrisa nos vamos internado en el Bosque
Prohibido.
- Adeline no crees que ya caminamos bastante. – Me dice mi compañera de
aventuras.
- Tranquila, solo llevamos caminando cinco minutos.-
El bosque es hermoso, sus altos árboles de gruesas ramas no dejan pasar casi nada
de luz, si no fuera por la antorcha no podríamos ver nada. Y, aun así, sé
perfectamente dónde estamos, pareciera como si yo me conectara con el bosque,
cada mínimo olor lo siento, cada mínimo ruido lo escucho, como si fuéramos uno.
Después de caminar unos veinte minutos entre quejas de mi acompañante escuchó un
ruido de animal y me detengo bruscamente.
- ¿Qué fue eso? Vámonos de aquí Adeline, esto es muy peligroso. – Beatrisa ya no
intenta ocultar su miedo y se aferra a mi brazo muy fuertemente. Giró la cabeza para
todos lados intentando identificar de dónde proviene ese sonido cuando escucho como
se intensifica a mi izquierda. – Adeline vámonos, nadie sabe que estamos aquí y…
-Shhh, no hables. – Dirijo mi antorcha al lugar proveniente del ruido y veo a una
sombra de animal con unos luminosos ojos azules.
- ¡Es una de esas monstruosas criaturas endemoniadas, vamos ya! – Beatrisa me
agarra del brazo y me tira fuerte para dirigirme al lugar de dónde venimos pero, yo le
agarro la muñeca y la retengo para que no se pueda ir. Me doy la vuelta y la miro
enojada.
- No vuelvas a llamar de esa forma a los habitantes del Bosque, ¿me escuchaste? –
Le digo con la voz más amenazante que puedo, no sé porque me enojo tanto que los
llamara así ya que todo el mundo lo dice, pero estando en este lugar y en presencia de
una criatura hizo que sienta como si le estuviera faltando el respeto a algo que ella
nunca llegará a entender. - ¡¿Me escuchaste Beatrisa?! –
- S… SI. – Me dice entrecortadamente con cara asustada y quedándose quieta en su
lugar pero, sin soltarme el brazo.
Me doy vuelta sin soltarla y miró a la criatura que se acerca gruñendo despacio.
Cuando está a un par de metros puedo diferenciar que es un lobo, pero no uno
normal, sino que alrededor de todo su pelaje completamente negro lo protege un aura
del mismo color azul impresionante que sus ojos.
Siento como Beatrisa tira un poco para soltarse, pero yo no cedo y le presto más
atención al asombroso lobo que tengo delante, me doy cuenta de que no nos gruñe a
nosotras, sino que le gruñe a Beatrisa ya que no para de mirarla. Parece que ella se
percata de eso porque se empieza a remover desesperada y a pedirme por favor que
la suelte.
- ¡Por favor, déjame ir! – Cuando escucho los primeros sollozos de parte de ella me
doy vuelta.
- Me entero de que le dijiste sobre esto a alguien y sufrirás las consecuencias,
¿entendiste? – le digo antes de soltarla para que le quede claro que no tiene que abrir
la boca. El lobo, como entendiendo lo que quiero decir, suelta un gruñido más fuerte
de advertencia.
- ¡Si, en… ten…d…di! - hipando del llanto y temblando de miedo me responde como
puedo, pero yo no la suelto.
- Si, entendí ¿Qué? – La presiono un poco más para que le quede claro que conmigo
no puede jugar. El lobo suelta otro gruñido fuerte y se le acerca dos pasos más, está a
un metro de distancia.
- ¡Si, entendí princesa, por favor, déjame ir ya! – Conforme con su respuesta la suelto
y ella sale corriendo muerta de miedo por donde vinimos. El lobo camina lo que resta
hasta posarse a mi lado y recién cuando la pierde de vista deja de gruñir y me mira.
Hipnotizada por sus ojos y por la energía que transmite su aura protectora me voy
agachando hasta quedar arrodillada en el piso y mirarlo fijamente. Siento como si ya lo
conociera, como si fuera un familiar que no lo veo hace muchos años y lo extrañara
mucho pero, no sé qué lo extraño hasta que lo vuelva a ver. Levantó una mano con
cuidado y la dirijo despacio a su cabeza como veo que no muestra señal de alerta me
atrevo a traspasar su aura y siento como si mis energías se renovarán y una conexión
muy intensa, me parece que el siente lo mismo porque veo como cierra un poco los
ojos y se sacude débilmente, al mostrarse tan relajado, bajo la mano un poco más
para apoyarla en su pelaje y la muevo para poder acariciarlo, es super suave y cuando
lo acaricio detrás de la oreja él se siente en sus patas traseras y cierra los ojos
disfrutando del mimo que le doy.
Cuando está a punto de acostarse en mis piernas para que lo pueda seguir
acariciando escuchamos un fuerte grito y a alguien caerse. El lobo se vuelve a poner
en guardia gruñendo al lugar de donde proviene ese ruido, se mueve un poco para
acercarse más a mí, como protegiéndome, lo que me sorprende un poco.
- Tranquilo, solo es Beatrisa, debió encontrarse con algún insecto. – Le digo mientras
vuelvo a levantar la mano para acariciarlo otra vez en el lomo y poder relajarlo de
nuevo. – No pasa nada. – No sé por qué le hablo, pero siento como que puede
entender todo lo que le digo.
Confirmando mis sospechas gira un poco la cabeza y me mira con atención, luego
vuelve a sentarse para poder echarse apoyando su hocico en mis piernas.
- Buen chico. – Le digo sonriendo mientras lo miro. – Eres hermoso, podría estar una
eternidad así. – no sé de donde salieron las palabras, pero tampoco son mentira.
Cuando ya llevamos unos cinco minutos así volvemos a escuchar otro grito, esta vez
un poco más alejado, pero igual de potente que el anterior. El lobo levanta la cabeza y
mueve las orejas como para escuchar mejor. – Lamentablemente vamos a tener que
esperar para esa eternidad porque se ve que el sentido de orientación de Beatrisa es
muy malo. – Le digo mientras me voy levantando, él se levanta conmigo y me mira con
ojos tristes, parece que entiende perfectamente que ya me tengo que ir. – Te prometo
que volveré mañana, va a ser un poco más tarde, pero vendré a este mismo lugar. –
Aunque no se si me pueda entender yo confió en que sí. Me agacho un poco y le doy
un beso en la cabeza haciendo caso omiso de que me pueda despedazar en un
segundo si quisiera y luego salgo corriendo hacia el lugar de donde provino el último
grito.
Tarde quince minutos en encontrar a Beatrisa y cuando la vi llena de barrio no pude
contener la risa, fue ella la que se calló y, al parecer, lo hizo en un charco de barro.
- No te rías, no es gracioso, todo esto es tu culpa. –
- Está bien, lo siento. Tenemos que apurarnos si queremos quedar presentables para
la cena, empecemos a caminar ahora porque si no no vamos a llegar. – le digo cuando
por fin puedo parar de reírme, verla repleta de barro cuando siempre está bien pulcra
es algo para recordar. Cuando ella está por replicar lo que dije, me adelanto a decir
algo yo. – Si no te quejas en todo el camino prometo regalarte un vestido mío, el que
quieras y lo puedes estrenar después de que te asees, ¿trato? – A ella siempre le
gustaron más mis cosas por el simple hecho de que soy princesa y ella no, así que
esa es una muy buena forma de convencerla.
- Está bien. – Me dice media malhumorada, pero sé que el viaje de vuelta va a ser
tranquilo.
Una vez que llegamos al límite del bosque apagó la antorcha y la hago correr por todo
el borde del patio para que ningún ojo curioso nos pueda ver. Entramos al castillo y
tomó el camino más largo, pero menos concurrido que dirige a mi habitación.
Entramos rápido y me doy cuenta de que todo vuelve a estar perfectamente ordenado.
Mientras ella se asea voy mostrándole todos los vestidos que tengo. Cuando
terminamos son las nueve en punto y tenemos que correr para llegar al comedor. Una
vez allí me dirijo al lado de mi padre, que se encuentra en la punta y me siento a su
lado derecho, mis damas de honor están repartidas en la pesa dependiendo su
posición social. Cuanto más importante seas, más cerca del rey estarás.
Al terminar la cena me encamino hacia mi cuarto, me desvisto para ponerme el pijama
y me acuesto en mi cama, al apoyar la cabeza en la almohada caigo en un sueño
profundo donde aparecen hermosos lobos negros con auras de un azul intenso.

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