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EL GUSTO POR LA LECTURA: Ocho consideraciones

Decía Jean de la Fontaine, “Cada cual tiene su vicio propio, en el que continuamente recae.” Bajo
esta perspectiva, son pocos quienes caen y recaen en el gusto por la lectura. “La lectura es el único
vicio saludable” acevera el gran intelectual peruano Marco Aurelio Denegri y recalca “Uno se
envicia saludablemente con la lectura cuando ésta es sostenida, constante y voraz.”
(Esmórgasbord, p. 70.)
La sexta acepción de vicio en el DRAE dice: “Gusto especial o demasiado apetito de algo, que incita
a usarlo frecuentemente y con exceso.” Desgraciadamente, el apetito por la lectura escasea y
abunda más bien, la inapetencia.
Primera consideración. Todos sabemos que inocular es contagiar e inmunizar es estar protegido.
Por lo tanto, aquella persona que ha logrado ser vacunada o inoculada con el gusto por la lectura
diligente y culta, será inmune a la imprudencia, dado su desarrollo reflexivo además de ser un
adelantado a las circunstancias, labrándose un destino exitoso. En la actualidad, los más, rehúyen
a la vacuna de la lectura y prefieren seguir padeciendo la enfermedad de la ignorancia y el caos.
Segunda. La tecnología y en especial la televisión, es el principal enemigo de la lectura. Pero existe
otro oponente, aún más fiero, nuestra propia naturaleza. El ser humano rehúye al esfuerzo y para
leer hay que esforzarse por concentrarse. Para entender esto, basta con saber que el cerebro está
en constante dispersión. Dice Denegri, “La concentración y el estado de alerta son ocurrencias
cerebrales raras. El cerebro tiende más bien a la dispersión y busca siempre estímulos para
entretenerse, distraerse y complacerse, pero no para concentrarse ni percatarse.” (Miscelánea
humanística, pp.220,221.)
Tercera. Existen algunas condiciones que propician la lectura: a)tener una biblioteca en casa;
b)convivir con modelos de lectores; c)destinar tiempo a la lectura y d)procurar un espacio de
recogimiento y concentración, iluminado, cómodo y exento de ruidos.
Cuarta. Llama la atención el discurso despropositado de aquellos que promueven la lectura veloz
con argumentos anodinos (sin sustancia o ineficaces). Se cree equivocadamente, que la lectura
rápida es lo ideal. No hay peor falsedad. La literatura es arte y por ende pretende crear belleza, así
que hay que disfrutarla con paciencia. La poesía por ejemplo, es imposible leerla a paso acelerado,
hacerlo es perderse la profundidad de sus versos. Un ensayo menos, pues el lector acucioso, leerá,
al mismo tiempo que comparará, discordará, recordará y formulará nuevas ideas. En la velocidad
esto no se puede hacer. Hay quienes pueden entender y leer rápidamente pero difícilmente
disfrutarán como se debe y menos aún generarán nuevas ideas. Serán raros los casos de personas
que pueden leer con rapidez y esmero conjuntamente. La belleza hay que disfrutarla con calma.
Quinta. Algunas personas leen con asiduidad por la misma razón por la cual otros escriben: huir
del mundo. Muchos han afirmado así; verbigracia, Mario Vargas Llosa quien habla de la
insatisfacción con el mundo y el deseo de sustituirlo por otro. Tomás Eloy Martínez dice,
“Escribimos por disconformidad con la realidad y el mundo.”
Sexta. El gusto y el aprecio por la lectura no se pueden enseñar. Menos aún si ya está instalado -
como en la mayoría- el disgusto por la lectura. La necesidad de leer es algo tan personal, que se
hace muy difícil inculcársela a otro. Gusto, interés y necesidad no se pueden imponer.
Séptima. Luis Jaime Cisneros cita a Gracián , “Leer nos hace personas.” (Aula Abierta, p. 321) En
efecto, si el mundo está como está, es porque el ser humano, lo es cada vez menos, entre otras
razones, porque no lee.
Octava. Una última reflexión sobre la lectura es que, La personas inteligentes viven más que las
simples. ¿Porqué? Porque estos se relajan y cuidan mucho, buscando ese estado y sabiduría en la
lectura, su inteligencia les ha hecho forjar ese hábito que no todos tienen la suerte de
desarrollarlo.
Ms.: R. NOEL

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