Su pequeña huella no vuelve más Un sendero solo de pena y silencio llegó Hasta el agua profunda Un sendero solo de penas mudas llegó Hasta la espuma
Sabe Dios qué angustia te acompañó
Qué dolores viejos calló tu voz Para recostarte arrullada En el canto de las caracolas marinas La canción que canta en el fondo oscuro del mar La caracola
Te vas, Alfonsina, con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar? Una voz antigua de viento y de sal Te requiebra el alma y la está llevando Y te vas hacia allá, como en sueños Dormida, Alfonsina, vestida de mar
Cinco sirenitas te llevarán
Por caminos de algas y de coral Y fosforescentes caballos marinos harán Una ronda a tu lado Y los habitantes del agua van a jugar Pronto a tu lado Bájame la lámpara un poco más Déjame que duerma, nodriza, en paz Y si llama él, no le digas que estoy Dile que Alfonsina no vuelve Y si llama él, no le digas nunca que estoy Di que me he ido
Te vas, Alfonsina, con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar? Una voz antigua de viento y de sal Te requiebra el alma y la está llevando Y te vas hacia allá como en sueños Dormida, Alfonsina, vestida de mar
Puntos analíticos
La canción es un homenaje a la poetisa argentina Alfonsina Storni, que se
suicidó en 1938 en Mar de Plata lanzándose al mar desde una escollera. Storni sufría constantes depresiones y trastornos nerviosos, que reflejaba en sus letras. Un diagnóstico de cáncer la llevó a tomar la decisión de acabar con su vida.
El dato es anecdótico y absolutamente falaz, al mismo tiempo. Porque su
muerte no la convirtió en absolutamente nada que no hubiera sido en vida. El suicidio fue solo el final de la vida de una gran poeta argentina, aunque no haya nacido en la Argentina.
“Alfonsina y el mar” es una de las canciones más dulces del repertorio
folklórico argentino, pero es el relato de una tragedia: el suicido de Alfonsina Storni. No se trata de un equívoco. Había que escribir un texto que estuviera a su altura y en ese intento salieron versos de amarga dulzura, que se amalgamaron perfectamente con la música. La letra le pertenece a Félix Luna y la música a Ariel Ramírez, tal vez el mayor melodista que ha dado hasta hoy el folklore.
“Alfonsina y el mar” es una exquisita síntesis de los últimos instantes de la
vida de Storni y, también, los interrogantes que nunca tuvieron respuesta y que se expresan en la segunda estrofa de una manera retórica, pero, a la vez, muy directa: “Sabe Dios qué angustia te acompañó. Qué dolores viejos calló tu voz. Para recostarte arrullada en el canto de las caracolas marinas. La canción que canta en el fondo oscuro del mar, la caracola”.