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Ningún suelo más querido

de Emiliano Gabriel Farias


Personaje:
La directora
Tiene alrededor de 50 años. Luce un clásico guardapolvo blanco por debajo de la rodilla,
falda, medias de muselina, zapatos con taco, una escarapela pomposa y el pelo recogido
hacia atrás.

Aclaraciones:
•La sigla CEMC refiere a los Comunicados del Estado Mayor Conjunto que se emitieron
durante la Guerra de Malvinas.
•Los puntos suspensivos (…) indican que el personaje hace un breve silencio, espera una
respuesta o cambia el tono de su discurso.
La dirección de una escuela pública de 1982. En el centro del escenario, un antiguo
escritorio de madera en el que se ubican una máquina de escribir, un teléfono de disco,
una radio portátil y una pequeña placa en la que se intuye figura la inscripción ‘directora’.
Una silla, también antigua y de madera, completa ese espacio. Hacia la derecha, un
pizarrón de tiza descansa sobre un atril. En él, se ha dibujado la silueta de las Islas
Malvinas junto a la frase ‘¡Recuperamos las Islas Malvinas!’, escrita en perfecta y
redondeada cursiva, acompañada por la fecha del día, ‘Lunes 5 de abril’. En cada
extremo, dos moños de papel crepe celeste y blanco sostenidos por cinta adhesiva decoran
la efeméride. A la izquierda, una bandera argentina cubre la base de un mástil. La escena
se completa con un aparatoso cuadro de Sarmiento colgando en el fondo. Se escuchan los
primeros acordes de la Marcha de las Malvinas a través de unos parlantes cuya calidad de
sonido acusa el paso del tiempo. Aparece la directora e iza la bandera lenta y
ceremoniosamente. Una vez que ha llegado hasta el tope, comienza a hablar, por
momentos interactuando con los alumnos y, por otros, adoptando un impostado tono
protocolar

Buenos días, chicos. Hoy empezamos diferente la mañana, ¿se dieron cuenta? (…) Porque,
¿qué cantábamos antes, todos los días, ni bien llegábamos a la escuela? (...) Aurora, muy
bien ¿Y la de recién qué canción fue? (…) ¿La conocen? (…) ¿La habían escuchado antes?
(…) ¿Se acuerdan que hay una fecha en la que siempre la cantamos acá en el patio? ¿Cuál
es esa fecha? Es justo antes de empezar el invierno, cerquita de las vacaciones. ¿En qué
mes? (…) No, julio no es (…) Agosto menos (…) No, en abril estamos ahora (…) A ver,
¿cuáles son las cuatro estaciones del año? Tenemos el verano, el otoño, el invierno y la
primavera ¿no? Bueno, ¿y en qué mes empieza cada estación? Si en enero y en febrero hace
calor, significa que estamos en (…) verano, correcto. En marzo ya empieza a estar a un
poco más fresco, así que arrancaría el (…) otoño, perfecto. ¿Y hasta cuándo dura el otoño?
Arranca en marzo y sigue todo abril, todo mayo y casi todo junio, ¿verdad? ¿Y después del
otoño qué viene? El invierno, exactamente. Así que si yo les digo que a esta canción la
cantamos antes de empezar el invierno, cerquita de las vacaciones, y que el invierno arranca
los últimos días de junio, ¿en qué mes la estaríamos cantando? (…) En junio, así es. ¿Y en
qué día de junio? Porque tenemos varias fechas importantes ese mes (…) El 20 es el Día de
la Bandera, feriado patrio, que siempre leemos algo alusivo. El 5 está el Día Mundial del
Medio Ambiente, una fecha nueva, internacional, que el año pasado los chicos de 2º fueron
a ver un documental a la biblioteca, cuando estrenaron la videocasetera, ¿se acuerdan? Y
me está faltando una, otro feriado patrio, que es en la que escuchamos la canción de hoy,
¿qué fecha es? (...) Está después del 5 y antes del 20, más cerca del 5 que del 20 (…) ¿No?
(…) ¿No saben? (…) ¿20 dividido 2? (…) El 10, ahora sí (…) ¿Y se acuerdan qué es el 10
de junio, qué celebramos ese día? (…) Tiene que ver con unas islas (…) Las Islas Malvinas,
claro. El 10 de junio se conmemora el Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos
sobre las Islas Malvinas. Esto quiere decir que cada 10 de junio, los argentinos reclamamos
y ratificamos que, aunque los ingleses nos las hayan robado hace casi 150 años, las islas
forman parte de nuestro país, de nuestro territorio, y somos sus únicos y legítimos dueños
(…) Pero el viernes pasó algo. Algo histórico, sin precedentes. Un hecho importantísimo
para nuestra soberanía nacional, y que en este siglo y medio de ocupación extranjera ningún
gobierno fue capaz de llevar a cabo (…) Porque el viernes, chicos, las Malvinas volvieron a
ser argentinas. Seguramente mamá y papá ya les habrán contado, o lo hayan visto en la tele
o escuchado en la radio. Pero yo les voy a hacer un pequeño resumen para que después
ustedes puedan completar las actividades que las seños les van a dar (…) El pasado viernes,
2 de abril, el presidente Leopoldo Galtieri envió a una patrulla de soldados a las islas, que
desembarcó cerca de Puerto Argentino y logró que la fuerza invasora se rindiera, todo sin
disparar un solo tiro. Pero, lamentablemente, el enemigo sí disparó. Aunque los soldados
argentinos eran más que los ingleses, ellos quisieron defenderse, y terminaron hiriendo al
Capitán Edgardo Giachino, el jefe de nuestra tropa, que murió algunos minutos después de
haberse consumado la victoria. Así que gracias al esfuerzo y la valentía de este batallón y,
sobre todo, al enorme arrojo e invaluable sacrificio de su líder, es que hoy la patria está de
fiesta, por la recuperación de nuestra querida perla austral, que ojalá nunca vuelva a estar
perdida (…) Y nosotros, para sumarnos a los festejos, vamos a hacer algunas actividades
relacionadas con esta nueva gesta histórica, empezando por los chicos de 3º. Ustedes, que
ya conocen los símbolos patrios, van a tener que dibujarle una bandera y un escudo a las
Islas Malvinas. ¿Se acuerdan que el año pasado, cuando empezaron a trabajar con mapas
políticos, la seño Patricia les contó que nuestro país está dividido en provincias y que cada
provincia tiene su propia bandera y su propio escudo? Bueno, ahora que las Islas Malvinas
han vuelto a ser argentinas, quizás en un futuro lleguen a ser una provincia, y van a
necesitar tener una bandera y un escudo, así que su tarea va a ser inventarles unos (…) Los
de 2º van a tener que dibujar, en una cartulina, el contorno de la isla Gran Malvina y, en
otra cartulina, el de la isla Soledad. Pero tienen que ser grandes, bien grandes, lo más
grandes que se pueda, porque es una actividad que van a hacer las tres divisiones en
conjunto. Una vez que las hayan dibujado, las van a pintar de celeste y blanco, con sus
manitos, para que cada uno de ustedes pueda dejar su huella marcada sobre nuestras islas
(…) Y por último, los de 1º, los más chiquitos, se van a encargar de hacer escarapelas para
repartir a las familias. Ah, y una tarea que va para todo Primer Ciclo: aprenderse la Marcha
de Malvinas, la canción que escuchamos hoy, enterita, bien estudiada y ensayada (…) La
bandera y el escudo de Malvinas, las dos cartulinas con la Gran Malvina y la Soledad, y las
escarapelas para regalar, tienen que estar listas para el miércoles, que vamos a hacer el acto
por el 2 de abril y se va a exponer todo en la galería del salón, ¿se entendió? Cualquier cosa
que se olviden o que no sepan le preguntan a la seño Cecilia, de Formación Cívica, o a la
seño Ana María, de Ciencias Sociales. Empiecen a juntar recortes de diarios, de revistas y
de cualquier otra cosa que les guste o les llame la atención sobre las Malvinas porque los
van a necesitar para hacer estos trabajos, y todo lo que no vayan a usar, guárdenlo, les va a
servir para más adelante (…) Ustedes son chicos, y tal vez no entiendan muy bien lo que
está pasando ahora, pero esto no se va a repetir. Es un antes y un después en la vida de
nuestro país, y por eso las seños y yo queremos acompañarlos desde hoy y para siempre a
vivir en esta nueva y gloriosa patria, finalmente unida, que cuanto antes sean conscientes de
la importancia de este día, mayor será su orgullo por haber nacido argentinos. Pueden pasar
a las aulas

Por la radio se escucha el CEMC Nº3. Algunos dibujos de escudos y banderas de las
Malvinas cuelgan del pizarrón. La fecha ha cambiado, ahora es ‘Lunes 12 de abril’, y lo
mismo ha ocurrido con la frase, que reza ‘¡Les presentaremos batalla!’. Las dos cartulinas
grandes de la isla Gran Malvina y de la isla Soledad, unidas con cinta adhesiva, cubren
buena parte del cuadro de Sarmiento. La máquina de escribir luce varias de las
escarapelas de los alumnos de 1º Grado
A ver, chicas, sí. Es una locura, ya sé. Todas sabemos. O casi todas. Pero es fundamental
que hagamos un esfuerzo por mantener un poco el orden en este caos. No es fácil, por
supuesto, sobre todo cuando son las propias compañeras las que ponen palos en la rueda.
Así que, de ahora en más, les voy a pedir encarecidamente, como también se lo pedí a ellas,
que todas sus opiniones, todos sus puntos de vista y todas sus formas de pensar respecto de
esta guerra, las dejen en sus casas. Porque va a ser imposible trabajar en una escuela
dividida. Si de por sí fue una lucha coordinar estas reuniones, imagínense lo que sería una
mañana entera con todo el cuerpo docente segregado. Demasiado se está peleando afuera
como para que nosotras también aportemos desde acá adentro. Por eso, para generar un
clima de trabajo óptimo, cordial y ameno, por favor, recuerden que su subjetividad se tiene
que quedar del otro lado de la puerta, no de este. Y es horrible lo que estoy diciendo, es
verdad, pero se viene una difícil, y la única manera de preservarnos es encontrando cierto
equilibrio entre la opinión pública, la de los medios, la de los padres, la de los chicos y,
sobre todo, la nuestra, evitando caer en un extremo o en el otro, en el triunfalista o en el
derrotista. Esto no quiere decir que no puedan hablar, pero cuando lo hagan, háganlo con
responsabilidad, con más responsabilidad que antes, todavía. Después de lo que pasó el 30,
el 2 y el sábado, el ambiente está muy caliente como para bajar la guardia, así que tengan
cuidado. Vayan manejando el tema día a día, semana a semana, y estén atentas a cómo
evoluciona todo para que puedan solucionar cualquier imprevisto. Pero la idea, obviamente,
es improvisar lo menos posible, y por eso estuve pensando en algunas recomendaciones que
quería compartirles para que las tengan en cuenta al momento de estar frente a los alumnos
o de trabajar con las otras maestras. Son simplemente consejos, sugerencias, no son reglas
ni obligaciones. Es una guía de convivencia que quiero que traten de poner en práctica, para
que puedan –como ya les dije–, preservarse, no solamente a ustedes mismas sino también a
nuestra institución, ¿sí? (…) La primera es ‘Evitar la confrontación a toda costa’, con las
colegas, con los alumnos y con los padres de los alumnos. Para algunas de nosotras, esta
guerra no tiene ningún sentido, porque se van a perder vidas, a malgastar cantidad de
recursos y a jugar con los sentimientos de la gente por culpa de un gobierno que no quiere
reconocer que perdió antes de empezar el combate. Que es pura pantomima, pura farsa, un
manotazo de ahogado que no tiene razón de ser. Y entiendo que esta es una opinión que
puede causar malestar, rechazo o incluso indignación; que se podrá tildar de pesimista,
opositora o hasta subversiva, pero que compartimos muchos argentinos, y que quedó
demostrado con lo que pasó en Plaza de Mayo. Pero hay gente que piensa distinto, que ve
en este conflicto una oportunidad de reparación, de reconquista y de reafirmación
patriótica, sin importarle las consecuencias ni las posibilidades de éxito. Gente que espera
que vengan, que realmente lo hace, que sale a la calle convencida de que el batacazo puede
darse. Y aunque a algunos nos parezca imposible, quizás esa sea la única manera de
atravesar este momento: obligándose a creer que un milagro puede pasar. Y aunque la fe no
debería ser nunca el último recurso, en esta instancia, en la que parece que ya no hay vuelta
atrás, lo mejor sería esperar ese milagro juntos, los de esta y los de aquella vereda, rogando
para que el desenlace sea el menos peor (…) Así que, más allá de nuestros desacuerdos y
diferencias, tratemos de tirar todas para un mismo lado, para el lado de los compatriotas
que están luchando por las Malvinas. Celebremos cada victoria no como un triunfo o una
derrota ideológica, sino como una batalla que la vida le está ganando a la muerte (…) En
conclusión, si van a confrontar que sea para que haya paz, que tengan la opinión que tengan
la guerra es siempre una porquería (…) La segunda es ‘Prestar atención a lo que los chicos
traen de la casa’. Así como tenemos discrepancias con nuestras colegas, también las
podemos tener con nuestros alumnos, porque los chicos son muy susceptibles a todas las
voces que escuchan, especialmente a las de sus padres. Y si estas voces tienen opiniones
demasiado diferentes a las de ustedes o a la de la escuela, vamos a tener un problema. ¿Se
acuerdan de lo que pasó en la 101, el sumario que le hicieron a la secretaria y a la vice?
Bueno, todo eso empezó con un padre, un padre indignado con la opinión de la escuela. Por
eso, para evitar cualquier tipo de encontronazo y de malentendido, procuren que cada
actividad que realicen los estudiantes esté orientada a exaltar o promover valores con los
que tanto los padres como los chicos estén de acuerdo y no admitan ningún tipo de protesta,
como la importancia de reafirmar nuestra soberanía sobre las islas o destacar la labor de
todos los miembros de nuestras Fuerzas Armadas. Exactamente lo mismo que empezaron a
hacer la semana pasada, pero fijándose un poco más en la recepción de los alumnos, a ver
cómo reaccionan y qué piensan sobre esas cuestiones. Esto rige también para las carteleras,
así que si un día les toca hacer una, ya saben qué poner (…) Y por último, y no menos
importante, ‘Respetar la bajada del gobierno’, incluso si esa bajada contradice los dos
puntos anteriores. Porque por más pautas y normas de convivencia que queramos seguir,
vamos a estar supeditadas a lo que nos digan de arriba en todo momento, así que estén
preparadas para cambiar de rumbo si la orden llega de repente. Pero por lo pronto, sigamos
trabajando como lo veníamos haciendo, sin peleas, sin chicanas, sin provocaciones. Esta
situación puede sacar lo peor de nosotras, ya lo comprobamos, pero también lo mejor.
Sepan aprovechar esta crisis para crecer como docentes y como personas, sobre todo las
más jovencitas, que han arrancado con todo. Van a aprender un montón de esta experiencia,
créanme. Cualquier cosa, me golpean la puerta, ¿estamos? (…) Bueno. Si no hay nada que
agregar, ya pueden volver a las aulas (…) Ah, pero antes, ¿alguna tendrá un par de agujas
de tejer que me preste?

Suena el CEMC Nº7. Sobre el escritorio, ahora también hay una sirena antiaérea de mano
y una urna de cartón celeste y blanca que tiene la caricatura de un soldado pegada debajo
de la ranura. En sus otras caras puede leerse la leyenda ‘¡Argentinos, a vencer!’. Es
‘Lunes 3 de mayo’ y la frase del día ‘¡Bienvenidos, Héroes de la Patria!’

Antes de que se vayan, chicos, vamos a hacer un repaso de todo lo que hemos aprendido en
la jornada de hoy (…) En la primera hora tuvimos el honor de recibir la visita de dos
miembros del Ejército Argentino, que nos contaron en qué situación se encuentra la guerra
de nuestras Malvinas (…) El sábado pasado hemos entrado en un enfrentamiento armado.
Esto quiere decir que tanto Argentina como Inglaterra van a usar todas las armas que
tengan a su alcance para poder vencer al enemigo, y ahora no sólo se luchará por tierra,
sino también por aire y por mar. De hecho, el primer ataque que recibieron nuestras tropas
vino de arriba, desde un avión perteneciente a la Fuerza Aérea Británica, que lanzó veintiún
bombas sobre Puerto Argentino. Unos minutos después, al amanecer, sufrimos una nueva
emboscada. Cinco cazabombarderos dispararon contra nuestras trincheras, pero, con
precisión y coraje, los defensores de la patria lograron derribar a tres. Así que esta primera
batalla ha sido un bautismo de fuego excelente para la artillería antiaérea del Ejército y de
la Fuerza Aérea Argentina (…) ¿Y qué era un bautismo de fuego? ¿Se acuerdan? (…) Era
la primera vez que, ¿qué? (…) La primera vez que un soldado (…) La primera vez que un
soldado entraba en (…) combate, muy bien. La primera vez que defendía a su país (…)
Después, en la segunda hora, ¿qué pasó? (…) Fuimos todos al salón, sí, ¿y qué hicimos?
(…) Un si (…) Un simu (…) lacro, perfecto. ¿Y por qué hicimos ese simulacro? Porque
nuestros soldados nos explicaron que tenemos que estar preparados en caso de que la lucha
aérea se traslade de las islas al continente, y practicar simulacros es una muy buena forma
de protegerse contra los bombardeos. Por eso, vamos a hacer uno más para fijar bien cuáles
son los pasos que hay que seguir (…) Primero que nada, van a escuchar el aviso de la
alarma antiaérea, que suena así. Esto quiere decir que los aviones ingleses han invadido
nuestro espacio aéreo y que están sobrevolando una zona cercana a la escuela. Lo que
tienen que hacer entonces es agacharse, apoyando las rodillas y los codos en el suelo,
entrelazar los dedos de las manos y llevarlas a la nuca, de esta manera. La idea es que se
hagan lo más chiquitos que puedan, para que todo su cuerpo quepa debajo del banco y así
estar bien protegidos. Es importante también que no despeguen los antebrazos de los oídos
para que el ruido del ataque no les afecte la audición. En el caso de los alumnos que se
sientan de a dos, tendrán que compartir el mismo banco para hacer esta maniobra, así que,
por favor, sean solidarios entre ustedes y asegúrense de que cada uno tiene espacio
suficiente para cubrirse. Si la alarma empieza a sonar en un momento en el que no estén en
clase, como en el recreo, van a entrar inmediatamente al edificio, se van a acercar a la
primera pared que encuentren y van a hacer exactamente el mismo movimiento, así. Pero
tengan en cuenta nunca refugiarse cerca de puertas o ventanas de vidrio, porque el impacto
puede hacer que el vidrio se rompa y terminen lastimándose, por eso la pared que elijan
debe ser completamente lisa, sin aberturas. Y quédense quietos, muy quietos, hasta que las
seños o yo les digamos que se pueden volver a mover. Acuérdense que, si es necesario
evacuar, lo vamos a hacer por dos salidas: la del salón, por la que va a salir Primer Ciclo, y
la del patio grande, por la que van a salir ustedes, que son Segundo. Para que esta
evacuación sea bien rápida y ordenada, la galería de los baños y la del jardín tienen que
estar absolutamente despejadas, cuidado con parapetarse ahí. A partir de hoy vamos a estar
haciendo simulacros por lo menos una vez a la semana para que todos sepamos
exactamente cómo actuar frente a este tipo de emergencias (…) Pero tranquilos, chicos, no
hay porqué tener miedo. Si no lo tienen los soldados combatiendo al enemigo, menos lo
pueden tener ustedes, que nos tienen a mí, a las seños y a toda la Fuerza Armada para
cuidarlos. Hay que estar atentos, simplemente atentos, cada uno en lo suyo, defendiendo lo
nuestro (…) Y aunque la situación en las islas esté controlada y que el dominio argentino
sea total, es cierto que el estar lejos de sus casas y de sus seres queridos puede ser muy duro
para algunos de nuestros combatientes. Así que, para que puedan celebrar este inmenso
triunfo acompañados, a la distancia, por cada uno de ustedes, y sean capaces de encontrar
en sus palabras el estímulo necesario para seguir adelante, defendiendo al país con el
mismo valor y la misma entrega que desde hace un mes, van a escribirles una carta, como
ya les escribieron millones de argentinos desde el comienzo de la guerra. Y además, las
seños y yo organizaremos una colecta en la que también van a participar. Porque hace
varios días que venimos hablando sobre el Fondo Popular de Malvinas y de cómo este
Fondo asiste a nuestras tropas, y ya es tiempo de que ustedes, chicos, aporten su donación
(…) Así que lo que vamos a hacer es lo siguiente. En cada una de las aulas va a haber dos
cajas de cartón en las que van a poner todas las cosas que quieran donar. Pero presten
atención, porque cada grado tiene que poner cosas diferentes. Esta semana, por ejemplo, a
4º le tocará traer ‘elementos de sanidad’. Estos elementos son los que usan los médicos para
curar las heridas –como gasas, vendas, cinta hipoalergénica y suero fisiológico–. Si en sus
casas tienen cualquiera de esas cosas y no las van a utilizar, las pueden ir trayendo para
sumar a su caja (…) Los de 5º se van a encargar de juntar ‘alimentos no perecederos’. Estos
alimentos son los que vienen envasados en lata, cartón o plástico, y se les llama ‘no
perecederos’ porque se pueden conservar fuera de la heladera, siempre y cuando no se
hayan abierto antes. Si no están seguros de cuáles alimentos son perecederos y cuáles no,
pregúntenle a mamá o a papá. Y acuérdense que estos alimentos van a viajar por todo el
país hasta llegar a las islas, por eso, aunque sean no perecederos, díganle a algún mayor que
igualmente se fije en la fecha de vencimiento, para que estén en buen estado cuando lleguen
(…) Los de 6º se encargarán de recolectar ‘ropa, calzado y accesorios’ que, obviamente,
deberán ser de invierno. Y, en el caso de que hayan sido usados, por favor, entregarlos
lavados y planchados. Las cosas que cada curso deberá buscar irán cambiando semana a
semana, por eso es importante que no se olviden de traer su cuaderno de comunicaciones
todos los días, para que podamos mandarles una notita a sus mamás con la colaboración
que podrán hacer durante cada semana (…) Y, por último, además de su aporte para la
colecta, 6º Grado también se hará cargo de la escritura y la confección de las cartas, por lo
que en cada curso habrá una urna, como esta, en la que van a poder despacharlas después
de que las seños las revisen y las corrijan (…) En estas cartas me gustaría que cada uno
exprese su respeto y su agradecimiento hacia nuestros combatientes, que traten de hacerles
llegar toda la admiración y el cariño que nos despiertan y, sobre todo, que los alienten a
mantenerse de pie, luchando, por esos amigos, amigas, hermanos, hermanas, padres y
madres que los están esperando. Y también por una familia entera de argentinos que no
sabe quiénes son, pero los espera como si supiera. Ayúdenlos a continuar, a insistir, a
perdurar, a que puedan formar parte de esta nueva patria argentina, en la que no se
conmemoren más 10 de junios y sólo se celebren 2 de abriles (…) Despidamos con un
fuerte aplauso a los miembros del Ejército Argentino (…) Y ahora sí, hasta mañana, chicos

Se está transmitiendo el CEMC Nº 16. En el poco espacio restante del escritorio, descansa
un álbum y varios paquetes de figuritas. Es ‘Lunes 10 de mayo’ y la frase del día
‘¡Estamos ganando!’. La directora habla por teléfono

La escuela avala y propicia todo tipo de expresión individual o colectiva de su alumnado


cuya intención o deseo sea la de conocer, honrar y/o difundir la labor de nuestras tropas en
la guerra de Malvinas, en tanto se manifieste de manera respetuosa, educada y bajo las
normativas de la institución (…) Pero lo que Oscarcito hizo no fue ni educado ni
respetuoso, ni mucho menos cumple con las normativas. Y lejos de querer compartir, lo
único que buscaba era imponer. Y violentamente, encima (…) Para colmo, no es la primera
vez. En el último tiempo, la conducta de su hijo ha cambiado muchísimo. A principios de
abril, la señorita Virginia le llamó la atención por hacer un dibujo horrible, espantoso, que
mostraba a Reagan sentado en un inodoro diciendo ‘Me cago en el TIAR’, y pegarlo en la
puerta del aula. A ella le sorprendió, porque Oscarcito siempre fue un chico tranquilo, que
jamás dio ningún problema, así que solamente se llevó un reto. Pero dos semanas después,
cuando salieron las figuritas de Malvinas, la cosa subió de nivel. Porque parece que en el
recreo, él y sus compañeros estaban hablando sobre estas figuritas, abriendo algunos
paquetes y mirando los dibujos que traía el álbum. Cuando llegaron a una parte que estaba
dedicada a los aviones de la Fuerza Aérea, Marcelito Gutipatti dijo que las aeronaves
inglesas eran superiores porque podían romper la barrera del sonido, y las argentinas no.
Oscarcito le contestó que las argentinas también podían y que, además, eran capaces de
volar en cualquier tipo de clima, tenían mucha potencia de tiro y eran muy maniobrables.
La discusión se acaloró, y los otros chicos la empeoraron, porque empezaron a ponerse de
un lado y del otro. El volumen siguió subiendo, y llegó un punto en que el griterío se volvió
tan intenso que todo el patio se enteró de lo que estaba pasando. Ahí fue cuando la señorita
Verónica, de 5º ‘C’, se acercó a calmar las aguas. Pero antes de que pudiera intervenir,
Oscarcito dio un grito fuertísimo, impresionante, y empujó a Marcelito, que se tropezó con
el escalón de la galería y se golpeó la cabeza contra la estatua de San Martín. Todo rojo,
furioso, con los cachetes hirviendo, Oscarcito agarró el álbum de Marcelito, lo enrolló
como si fuera un diario y, sosteniéndolo como una especie de bayoneta, intentó clavárselo
en la cabeza mientras estaba en el piso, pero no llegó a hacerlo porque la señorita Fernanda,
de 4º ‘A’, que también se metió a separar, lo agarró por la espalda y le logró sacar el álbum,
que está intacto, aunque en la portada le quedaron algunas pequeñas marcas de las uñas de
Oscarcito. Esto, sumado a que los alumnos involucrados salieron ilesos, salvo Marcelito,
que se raspó una rodilla por la caída, pero que en la cabeza no se le hizo huevo ni moretón,
es una falta que no ameritaba la firma del cuaderno de disciplina. Pero por la intensidad del
hecho, que podría haber pasado a mayores de no ser por la rápida respuesta de las docentes,
y por su detonante tan trivial –un álbum de figuritas–, sí ameritaba que recibieran una
sanción lo suficientemente ejemplar como para que lo pensaran dos veces antes de volver a
hacer algo así. Por eso decidimos quitarles los álbumes y las figuritas y retenerlas en la
dirección por veinte días. Además, hasta pasados esos veinte días, no podrían traer ningún
tipo de álbum ni de figuritas a la escuela, y antes de terminar la mañana tendrían que pasar
por la dirección para que revisáramos si no se estaban llevando los álbumes o las figuritas
de sus otros compañeros. Cuando les impusimos estas condiciones, todos, los cinco
defensores de las naves inglesas y los cuatro de las argentinas, decidieron pedir disculpas
por lo que había pasado, pero de una manera muy particular. Al otro día, a instancias de la
señorita Fernanda, los chicos se presentaron en la dirección habiendo escrito una misiva en
la que reflexionaban sobre la pelea que habían tenido, aceptando su total responsabilidad y
solicitándonos que reviéramos la severidad de su castigo. No hace falta decir que
accedimos al instante, no sólo porque reconocíamos el esfuerzo que los chicos habían
puesto en redactar esas palabras, sino también por la gran humildad que demostraron al
hacerse cargo de sus acciones. Pero, más que nada, valoramos el hecho de que hayan
trabajado juntos, en equipo, para recuperar algo que les pertenecía, de manera pacífica y
diplomática, como lo hiciera la Argentina durante más de cien años con sus islas Malvinas.
Les devolvimos sus álbumes y sus figuritas bajo la nueva condición de que, por lo que
quedaba del mes, fueran los alumnos delegados de su curso, ayudando a las seños y a sus
compañeros con cualquier cosa que necesitaran, y, por supuesto, de que no volvieran a
pelear. Aceptado este acuerdo, todos volvieron a las aulas felices y contentos, menos uno,
que fue el único que decidió no disculparse: Oscarcito. Aunque la señorita Fernanda
intentó, no lo pudo convencer. En ningún momento preguntó por sus cosas, ni se acercó a la
dirección, ni tampoco a los otros alumnos. Después de ese día no volvió a juntarse con
ellos. Se quedaba solo, sentado en las escaleras o en los canteros del pasillo, sin hacer nada,
esperando a que tocara el timbre para volver a clases. Y ese nene nunca fue así. Había
cambiado totalmente. Ahora, cuando te miraba, daba la sensación de que siempre estaba
conteniendo algo, no sé si llanto, no sé si bronca, pero se le veía en los ojos. Los tenía como
perdidos, duros, y siempre fríos. Usted lo habrá visto, es su hijo (…) Pero lo peor pasó el
lunes, el día que los soldados vinieron a hacer los simulacros. Estuvo toda la mañana
insistiendo con el tema del Belgrano. Quería saber qué pasó, cómo fue, cuántas bajas hubo,
no paró de preguntar un minuto. Ni las docentes ni yo quisimos decir nada, ni en la
formación ni en las aulas, porque todo se había dado tan repente, tan de sorpresa, que
todavía no habíamos podido asimilar la noticia, y preferimos hablarlo durante la semana,
con más tiempo para explicarles la situación a los chicos. Además, en ese contexto, con los
soldados ahí presentes dando su instrucción, hubiera sido muy insensible de nuestra parte.
Perder a tantos compañeros de un momento a otro debe ser un golpe tremendo, y es
entendible que no quisieran hablar sobre esa tragedia. Por eso decidimos centrarnos en lo
bueno y destacar lo que había pasado el sábado, cuando bajaron a esos aviones. Pero antes
de salir, mientras estábamos en la formación despidiendo a nuestros soldados, Oscarcito se
escapó para el segundo patio; fue al aula; sacó de su mochila una bandera que, de un lado,
era celeste y blanca y, del otro, tenía una frase que decía ‘Esta escuela es antipatria’; entró a
la biblioteca; abrió el armario donde se guardan las banderas de ceremonia y la ató en una
de las astas, acomodándola entre la bandera argentina verdadera y la de la provincia de
Buenos Aires, para que no se viera. Cuando los escoltas fueron a buscar sus bandas para el
saludo final, lo encontraron in fraganti, y llamaron enseguida a la seño Alicia, que arrancó
la bandera de Oscarcito y salió a buscarlo, porque se había escondido en los baños. Menos
mal que nadie se enteró, porque si los abanderados hubieran salido a desfilar con ese trapo
flameando frente a los soldados, hoy la historia sería distinta y estaríamos hablando en otro
tono. Pero incluso así, este último incidente fue el más grave de todos, porque Oscarcito no
sólo vandalizó propiedad escolar, que ya de por sí es algo muy serio, sino que esa
propiedad era ni más menos que un símbolo patrio. Y, por otro lado, la frase que escribió en
su bandera es totalmente falsa. Esta institución ha apoyado incondicionalmente la causa
argentina desde el comienzo de la guerra, exaltando la invaluable tarea que realizan
nuestros combatientes, reafirmando la legítima soberanía nacional sobre el territorio
malvinense, colaborando –dentro de sus posibilidades– con las necesidades materiales que
demanda un conflicto bélico, y abogando por una pronta resolución del mismo. En
resumen, esta escuela no es antipatria, y Oscarcito lo sabe bien. Por eso lo hice quedarse
después de hora, para que viniera a la dirección y me explicara porqué había colgado esa
bandera, porqué no había querido pedir disculpas como hicieron sus compañeros y porqué
había hecho ese dibujo de Reagan (…) Yo le juro que si él me hubiese dado un buen
motivo, o cualquier motivo, bueno o malo, le habría perdonado la vida. Iba a firmar el
cuaderno de disciplina igual, sí, pero no con tantas amonestaciones. Incluso si me hubiera
dicho ‘porque sí’, el castigo habría sido más leve. Pero no, no me dijo nada. Entonces le
conté que hacía rato que lo veía raro, distinto a como era antes, y le pregunté si se sentía
bien, si tenía algún problema con otro alumno, si la maestra le había dicho algo que no le
gustó, cómo estaban las cosas en su casa. Y tampoco, nada. Nada de nada. Se quedó
callado, con la cabeza gacha mirando al piso. También le di la opción de que, si le daba
vergüenza contarme lo que le estaba pasando, podía escribirme una notita y entregármela
en privado, para que sólo yo me enterara. Pero siguió sin decir palabra. Así que al final,
como para hacerlo reaccionar, le advertí que si no me daba ninguna explicación, le íbamos
a terminar poniendo quince amonestaciones y a pedir una reunión con sus padres. No hubo
caso. Con todo el dolor del mundo le hicimos firmar el cuaderno, porque nosotras sabemos
que es un buen chico y que tiene un buen promedio, pero este tipo de actitudes y
comportamientos no se pueden dejar impunes. No queríamos llegar a esta instancia, pero no
nos quedó otra. Le tuvimos paciencia en las dos primeras, pero en la tercera ya no. Esa
rebasó el vaso. Por eso a partir de hoy se va a tener que cuidar a rajatabla. Mire que le
quedan diez amonestaciones y recién empezó 4º, si sigue así no va a llegar a 5º (…) El
comunicado que llevó en su cuaderno de notificaciones dice exactamente todo lo que le
conté, así que ese asunto estaría cerrado. Pero ahora quisiera consultarle porqué no está
viniendo a clases. El último día que lo vimos fue ese, cuando firmó el cuaderno, y mañana
va a hacer una semana. No vino martes, ni miércoles, ni jueves, ni viernes. Y hoy tampoco.
Estas son las únicas faltas que tiene, pero como son todas seguidas y se dieron justo
después de la sanción, nos preocupamos mucho, y desde el martes estamos llamando a su
casa para saber si está bien. Así que ahora, que por fin nos contactamos, nos gustaría saber
justamente qué le está pasando a Oscarcito, qué es lo que lo hizo cambiar de esa manera. Si
es un tema personal, si es un tema familiar, si es algún tipo de situación en la que la escuela
pueda ayudar. Y si no puede ayudar también, cuéntenos para estar al tanto y evitar futuros
problemas. Ah, y otra cosa, que su maestra me comentó y que le había llamado la atención:
todo lo que su hijo sabe sobre las Malvinas, pero, principalmente, lo bien que lo sabe.
Porque lo de Reagan, lo del TIAR, lo de los aviones maniobrables, son cuestiones que no
cualquier chico de esa edad entiende con la profundidad que las entiende él. Más allá de
que la radio, los diarios, la televisión, las estén repitiendo todo el tiempo y de que los
alumnos las escuchen constantemente, Oscarcito las conoce con una propiedad que a veces
no la tienen ni los adultos. Por eso también queríamos saber qué tan expuesto está a toda la
información que llega. Quizás en algún momento se sintió saturado por tanta noticia y
reaccionó como reaccionó. Pero dígame usted, la escucho (…) ¿Se escapó? ¿Cómo se
escapó? (…) ¿Ese lunes? (…) ¿Hasta el sábado? (…) ¿Pero a dónde estaba, a dónde fue?
(…) ¿En la calle? ¿Estuvo desaparecido desde el lunes hasta el sábado en la calle? (…) ¿Y
por qué, qué pasó? (…) Ajá (…) ¿Pero usted lo retó, le gritó, se enojó por el tema de las
amonestaciones? (…) Ajá (…) ¿Y entonces por qué se fue, qué le dijo él? (…) ¿Felipe? Sí,
me acuerdo. Yo lo tuve en 2º y 3º, después usted lo cambió (…) Ah, está allá (…) ¿Y hace
cuánto que está? (…) Con razón, si ahí fue cuando Oscarcito empezó a tener problemas
(…) Quiere ver a su hermano, claro (…) Está obsesionado con eso (…) Se lee todos los
diarios y se mira todos los noticieros, a ver si aparece (…) Lo extraña, lógico (…) Y tendrá
miedo también, miedo de que le haya pasado algo (…) Porque en su cabecita de nene no
sabrá qué hacer con todo eso, con todo lo que ve, con todo lo que escucha, con todo lo que
siente, ¿no? (…) ¿Y usted está en contacto con Felipe? (…) Eso tampoco ayuda (…) El
tema de la comunicación se ha complicado bastante (…) Pero tarde o temprano yo creo que
se va a dar (…) Sí, ya le va a llegar su mensaje (…) Hay que tener paciencia (…) No es
fácil, no, pero hay que tener paciencia, mucha paciencia (…) Entonces las cinco faltas que
él tiene se las vamos a poner como ‘justificadas’, pero vamos a hacer un seguimiento de su
situación. Desde acá nos comprometemos a tratar de gestionarle algunas faltas extras y un
plan de estudios un poco más flexible, siempre y cuando usted nos asegure que Oscarcito
será evaluado por un psicólogo y que entregará la tarea de las materias troncales en tiempo
y forma. Ante cualquier comportamiento extraño o conducta fuera de lo común que él
presente, por favor, avísenos, para que podamos idear algún plan de contención con las
demás docentes (…) Es muy importante para nosotras poder darles una mano a las familias
de nuestra escuela, sobre todo cuando sus dos chicos han pasado por estas aulas, y más
todavía si uno de ellos está combatiendo por el honor de su país (…) Así que nos
mantendremos en contacto, señora, estamos a su disposición. Pero antes de despedirla,
déjeme decirle algo (…) Yo conozco una madre que también tiene a su hijo allá. Hace casi
un mes que está. Ella no habla de ese tema ni le gusta que le pregunten, porque dice que
quiere estar bien, que necesita estar bien, que tiene mucha gente a cargo y que si esa gente
la viera mal, ellos también se pondrían mal. O peor, le tendrían lástima, y si hay algo que
no quiere es andar dando lástima. Lo único que quiere es que todo siga estando como
estaba, por lo menos por un rato, por ese rato, hasta que le toca volver a la casa a
estamparse con la realidad. Por eso siempre se la ve fuerte, siempre regia, siempre contenta,
siempre esperando tranquila cómo se van dando las cosas, aunque por dentro esté todo el
día pensando y no pare de pensar. En cómo está, en dónde está, con quién está. Y, a veces,
pensando si está, si sigue estando, olvidándose de todo, absolutamente de todo, para
ponerse a pensar en él, nada más que en él. Hasta que se da cuenta que sí, que él está,
porque ella también está. Y lo van a estar para siempre, los dos, mientras ella lo siga
pensando (…) Cuando lo llamaron, le quedaba menos de un año para cumplir con el
servicio. Y lo odiaba, estaba harto de vivir encerrado en el cuartel, no veía la hora de salir.
Si hubiera sabido que se iba a recibir en combate, se habría hecho dar de baja de cualquier
manera. Pero no pudo; antes de terminar el colegio ya sabía que lo habían sorteado. Para la
familia fue difícil, porque él es único hijo y se extrañaba un montón. Pero más difícil fue la
despedida, que llegó de sopetón, y no les dio tiempo a nada. Era jueves 22 de abril, su
tercer día de franco, y estaba en su casa almorzando con los padres. En la televisión se la
veía a la Thatcher pensando si declarar la guerra o no, cuando sonó el teléfono. La madre se
levanta y atiende. Del otro lado se encuentra con la voz de un oficial. Ella sospecha, porque
nunca habían llamado un día de franco, pero no pregunta, no cuestiona, se limita a pasarle
con su hijo. El oficial le ordena que se tiene que volver, de inmediato, y embarcarse para
Puerto Argentino. Pero eso último no se lo dijo. Ni mucho menos a su familia. Nadie se
enteró hasta que fue demasiado tarde, cuando ya tenían un pie adentro del avión. Aunque
en el fondo los dos sabían, seguro que sabían. El silencio que hubo después de esa llamada
le había confirmado todo. Así que él, que también sospechó pero tampoco preguntó ni
cuestionó, se limitó a acatar, a cancelar los planes que tenía para ese franco y a ponerse a
rearmar el bolso después de la sobremesa. Y aunque nada era seguro y todo estaba por
verse, esa misma tarde ella empezó a hacer el duelo. Pero no por fatalista ni por querer
matarlo en vida, sino porque por primera vez, desde el momento que lo parió hasta esa
mañana que se lo llevaron, su hijo había sido suyo, suyo y nada más que suyo. Y ahora,
cuando la patria se lo reclama y ella lo entrega entero, en cuerpo y alma, a su pueblo, a su
país, a su nación, para que haga con él lo que quiera, lo que le parezca, lo que se le cante,
para usarlo o descartarlo como se le dé la gana y con suerte, con la mayor de las suertes,
devolvérselo algún día, ella tiembla; la madre tiembla, porque sea lo que sea que vuelva,
eso ya no va a ser su hijo; no el hijo que conoció; no el hijo que ella cuidó; no el hijo que la
obligan a entregar. Y no puede entender, no le entra en la cabeza, cómo puede ser que no se
les caiga la cara de vergüenza cuando le vengan a tocar la puerta y le quieran hacer creer
que ese cajón, que esa tumba sin nombre o ese soldado con los mismos ojos fríos de
Oscarcito sigue siendo su hijo; y que no se mueran del asco, que no les dé ni una arcada
cuando le digan que ahora es la madre de todos los errores de la patria, pero que el pueblo y
la historia argentina van a recordar su sacrificio. Mentira. Nadie se va a acordar, se van a
olvidar, se van a olvidar de todos, nadie se va a acordar ni de ella ni de él; van a hacer
fuerza para borrarlos del tiempo, para borrar cualquier rastro de que alguna vez estuvieron
acá y allá, peleando, luchando, van a hacer toda la fuerza del mundo. Y ellos lo saben, en el
fondo los dos lo saben, seguro que saben, porque ese silencio les había confirmado todo
(…) Perdón, me perdí, no sé qué le estaba diciendo. Pero la cuestión es que ella sigue, a
pesar de todo, sigue. Aunque todo se le venga abajo, ella está, porque estando ella también
va a estar él; aunque tenga días complicados, aunque haya noches enteras en las que no
pegue un ojo y a veces le agarre un dolor tan grande que quiera gritar y putear y salir a
romper todo para que sepan lo que le pasa adentro; no, al final, no. Lo único que hace, lo
que siempre termina haciendo, es respirar hondo y pensar, otra vez ponerse a pensar. Y a
tejer. Mal, porque recién está aprendiendo, y lo hace más que nada para dejar de comerse
las uñas cuando le agarra ansiedad. Por eso no sabe si irá a terminar la prenda que empezó,
o si a él le llegará, o si le podrá encontrar alguna forma primero, porque ese tejido todavía
no se sabe lo que es. En sus veinte años de madre nunca agarró una aguja, y ahora que el
hijo no está por fin se digna. Todo al revés. Pero lo importante es que sigue. Más allá de la
amargura, de la preocupación, de la incertidumbre, ella sigue, siempre sigue. Y creo que
eso es lo que quería decirle: que usted también tiene que seguir, que tiene que salir adelante
por Felipe y por Oscarcito. No es fácil, claro que no, pero incluso en su hora más oscura
esta mujer es fuerte, muy fuerte, y usted también puede serlo. Así que siga, siga todo lo que
pueda, señora, por favor, ¿sí? (…) ¿Hola? (…) ¿Hola? (…)

Se escucha el CEMC Nº87. Desde el cuadro de Sarmiento hacia el proscenio, cruzando por
encima del escritorio, cuelgan dos guirnaldas de globos y dos guirnaldas de papel crepe,
las cuatro de color celeste y blanco. En el suelo, reposando sobre las patas del escritorio,
tres bolsas de plástico llenas de cartas. En el pizarrón hay un dibujo del Cabildo y de los
miembros de la Primera Junta acompañados por la frase ’25 de mayo de 1810’ y, junto a
esta ilustración, hay una de las Fuerzas Armadas Argentinas, con la leyenda ’25 de mayo
de 1982’. También se encuentran tres maquetas que claramente han sido elaboradas por
los alumnos de Primer Ciclo utilizando plastilina, témpera, telgopor, latas de aluminio,
palitos de helado y materiales similares. La directora luce una escarapela visiblemente
más grande y rimbombante que la que vestía antes. Es ’Lunes 25 de mayo’ i y la frase
‘¡Seguimos ganando!’ ii

¿Alguna vez se pusieron a pensar que en Historia siempre hablamos del pasado, de cosas
que ocurrieron hace mucho tiempo y que nosotros nunca vivimos porque no existíamos en
aquel momento, que conocemos únicamente por libros, por cuadros o por fotos? (…) ¿Sí?
¿Lo pensaron alguna vez? (…) Bueno, un ejemplo de eso es lo que pasó el 25 de mayo de
1810, que es una fecha patria, una de las más importantes de nuestro calendario (…) ¿Y qué
fue lo que pasó ese día? (…) ¿Se acuerdan? (…) Miren acá, tiene que ver con este lugar,
con este edificio, que, ¿cómo se llama? (…) Empieza con C (…) Sigue con A (…) Es el Ca
(…) Cabil (…) El Cabildo, muy bien, ¿y estos señores quiénes son? Tienen caras
conocidas. Este es Manuel Belgrano, el creador de nuestra bandera; este otro es Mariano
Moreno, que falleció en altamar; este es el más importante de todos, el presidente, ¿cómo se
llamaba? (…) Era algo con cuernos (…) Cor (…) ne (…) Cornel (…) io, Cornelio
Saavedra, él era el presidente de la Primera Junta de Gobierno (…) ¿Y qué hizo de
importante esta Junta? (…) Lo que hizo fue conformar el primer gobierno criollo en el
Cabildo de Buenos Aires. Esto quiere decir que, por primera vez, los argentinos
empezamos a gobernarnos a nosotros mismos, con nuestros propios representantes, porque
antes de eso, ¿quién nos gobernaba? (…) Un virrey, así es ¿y cómo se llamaba ese Virrey?
(…) Tiene que ver con un cisne (…) Cisne (…) ros, Cisneros, perfecto, ¿y de dónde venía
este Virrey, de qué país era? (…) España, exactamente. Así que, a partir de ese día, todos
los 25 de mayo celebramos el nacimiento de nuestra nación, que fue el primer paso que
dimos en el largo camino hacia la independencia, y que logramos seis años más tarde, el 9
de julio de 1816, y por la que seríamos finalmente libres (…) Esto fue hace exactamente
172 años. Bastante, ¿no? (…) En todo ese tiempo ha corrido mucha agua bajo el puente y
mucha sangre por los campos. Y sigue corriendo hasta ahora. Pero todo sacrificio realizado
en nombre de la patria y de la libertad de los pueblos, acabará teniendo, tarde o tempano, su
merecido y correspondiente lugar en la Historia. Quizá no mañana, quizá no pasado, pero
llegado el momento, el futuro rendirá homenaje y pleitesía a los hombres que hoy han
librado esta colosal batalla, con la misma convicción, la misma audacia y el mismo amor
con el que los fundadores de nuestro país forjaron sus cimientos (…) Porque la Historia es
un ciclo, chicos, es una sucesión sucesiva de sucesos sucedidos sucesivamente a lo largo de
los siglos, ¿se acuerdan de esa frase? La empezamos a ver en 5º, y significa que los hechos
se repiten, que hay cosas que vuelven a pasar cada determinado tiempo. Y una de esas
cosas es la lucha por nuestra libertad: en 1810, contra la Corona Española, que quiso
obligarnos a seguir siendo una colonia americana; y hoy, en 1982, contra el Imperio
Británico, que insiste en quitarnos algo que ha sido nuestro toda la vida (…) Pero hay una
diferencia, una enorme diferencia, fundamental, entre estos dos grandes acontecimientos, y
es la que les contaba al principio. Cuando estudiamos Historia siempre nos estamos
refiriendo al pasado: a gente que ya peleó, a guerras que ya se libraron, a revoluciones que
ya se dieron. Entendemos que todo eso pasó, que ya está, que no se puede volver atrás y
cambiar lo que está escrito. Pero la Historia no es sólo lo que pasó; es lo que está pasando y
lo que pasará; es pasado, presente y futuro. Ustedes y yo compartimos el privilegio de estar
viviendo la Historia antes de ser Historia, ahora, ya, en este preciso momento, y ese ahora
puede cambiar lo que en el futuro sea lo que pasó. Lo que quiero decir es que nosotros, al
igual que los pilotos argentinos que este 25 de mayo han cambiado el rumbo de la guerra,
también podemos cambiar la Historia. Y como la Historia es un ciclo, vamos a tener
muchas oportunidades de cambiarla. Pero lo verdaderamente importante, más allá de lo
mucho o lo poco que al final cambie la sucesión sucesiva de sucesos sucedidos
sucesivamente a lo largo de los siglos, es que no se repita. Porque es preferible hacer el
menor esfuerzo y aportar un granito de arena para que las cosas no se repitan, que no hacer
absolutamente nada y aportar un desierto entero para que vuelvan a pasar. Así que hoy,
chicos, los invito a que unamos fuerzas para llevar adelante esa ardua tarea y que
intentemos, desde este presente tan particular que atravesamos, cambiar la Historia que en
un futuro se leerá del pasado (…) Y ahora, para incentivarlos a producir ese cambio, les
voy a mostrar cuáles son las maquetas que han sido seleccionadas para competir contra las
de la tarde. Les recuerdo que decidimos usar la palabra ‘competencia’ para que cada uno de
ustedes hiciera su mayor esfuerzo por presentar un buen trabajo, pero la verdad es que todas
las maquetas que han entregado son hermosas y reflejan la inmensa pasión que sienten por
la causa de nuestros soldados. Las seños y yo estamos muy contentas de que tantos
alumnos hayan querido participar, sobre todo la seño Sofía y la seño Mariela, que fueron
las encargadas de coordinar la actividad. Así que, sin más preámbulo, acá están las
ganadoras (…) La temática elegida fue la de la batalla más reciente, la de hoy, que se puede
ver reflejada en las tres. La primera se llama ‘¡Argentinos, a vencer!’ y la hicieron Mateíto
Albarracín, Juanita Malatesta y Santiaguito Brun, de 3º ‘A’, y muestra cómo los aviones de
nuestra Fuerza Aérea hunden al buque Coventry, que era una de las naves más importantes
del ejército inglés. A las explosiones las hicieron con tapitas de gaseosa y al humo en la
cubierta lo resolvieron con algodón, ¿ven? Preciosa (…) Después tenemos la de 1º ‘C’, que
se titula ‘Mis héroes tienen alas’ y es de Andreíta Rivollier, Clarita Molina y Robertito
Esponda, y representa el momento en el que nuestros aviones disparan contra la fragata
Broadsword, que acompañaba al Coventry (…) ¿Saben cuál es la diferencia entre un buque
y una fragata? Que los buques son más grandes y tienen más armamento que las fragatas,
que generalmente se usan para defender a los buques de los ataques del enemigo (…) Esa
diferencia de tamaño se aprecia muy bien acá. Fíjense que la caja de jugo que usó 3º ‘A’
para su barco es más grande que la que usó 1º ‘C’, precisamente porque es un buque y no
una fragata. Buen detalle. Divina (…) Y por último, la gran ganadora del turno mañana, es
la que han presentado Albertito Sotomayor y Francisquito Rodríguez, de 2º ‘B’, a la que
han nombrado ‘Ningún suelo más querido’, en la que se ve el hundimiento de otro buque
británico, el Atlantic, que se encargaba de transportar aviones. Lo que hicieron los chicos
fue agarrar un pedazo de pizarrón viejo, dibujarle el mapa de las islas Malvinas con tiza
blanca, rellenar ese mapa con un pedazo de guardapolvo, pegarle alrededor tres barquitos
de papel sobre el que están volando dos aviones –que también son de papel– como si,
además de en las islas, la guerra estuviese pasando también en el aula, ¿no? Además, los
misiles que están tirando los aviones llevan escritas las frases que hemos leído en la
cartelera desde que empezó la guerra, si se acercan las van a poder ver. Un trabajo muy
creativo y metafórico. Excelente (…) Así que estas tres maquetas, junto con las otras tres
de la tarde, van a estar concursando por un juego completo de libros para colorear, figuritas
para recortar, modelos a escala para armar y muchas cosas más para todo su curso, cortesía
del Consejo de Coordinaciones de Obras Privadas de Bienestar Social por la destacada
colaboración que brindó nuestra escuela al Fondo Popular de Malvinas. No se olviden que
mientras continúe la guerra, este Fondo seguirá recibiendo todo tipo de donaciones, así que
si no llegan a ganar esta vez, pueden seguir aportando para que la institución vuelva a ser
reconocida y organice otro concurso como este. El resultado se va a saber durante la
semana, probablemente el jueves o el viernes. Muchísima suerte para los que están
participando, y para los que no, ojalá se animen a hacerlo la próxima (…) Y ahora, para los
de Segundo Ciclo –o, más bien, para los de 6º–, acá llegaron sus cartas. Como podrán ver
hay una bolsa para cada división, la ‘A’, la ‘B’ y la ‘C’, y están llenas, porque algunos
soldados quisieron escribirles más de una vez y, por lo compleja que está la situación en el
campo de batalla, el envío se atrasó bastante. Pero han llegado, sanas y salvas, así que van a
tener cualquier cantidad para leer. Si las quieren responder, sepan que tendrán que ser
pacientes porque la comunicación es cada vez más complicada, pero sería lindo que ellos se
enteraran de todo lo que ustedes están haciendo en el continente para apoyarlos y darles
ánimo. Así que yo le voy a dar una a la seño Beatriz, otra a la seño Alicia y ésta a la seño
Alejandra. Ellas se las van a repartir y, el que quiera volver a escribir, va a tener que hacer
el mismo proceso que hicieron la primera vez: cuando tengan la carta se la entregan a la
seño para que la corrija, la ponen en un sobre y la meten en la urna, ¿sí? (…) Y por último,
para culminar la jornada de hoy, que ha sido tan emocionante para todos los argentinos, voy
a leerles una, que llegó sin remitente ni destinatario, para que puedan escuchar el relato en
primera persona de uno de los protagonistas de esta gesta (…) Se despachó el viernes 14 de
mayo y afuera pone nada más que ‘Regimiento de Infantería 25, Sección de la Compañía C,
Isla Malvina, Código Postal 9409’, así que vamos a ver si dice de quién es adentro (…)
‘Hola, Julio’. Ah, debe ser para el único Julio que hay en 6º, Julito Bencivenga (…) ¿Me
dejás que la lea, Julito? (…) Perfecto, a la salida pasá a buscarla (…) ‘Hola, Julio, ¿cómo
estás? Gracias por escribirme, me alegra mucho leer tu carta. Yo estoy bien. Bueno, no tan
bien. Pero bien. La semana pasada me escribió otro chico, de Mendoza, y le conté que me
habían internado por tener pie de trinchera, pero como no me volvió a escribir, te cuento a
vos cómo estoy ahora. Mejor, recuperándome todavía, pero de vuelta en combate. Me
hubiera gustado quedarme un poco más para que se me cerrara la herida, pero nos dijeron
que mañana vamos a salir para San Carlos a ocupar posiciones ahí. Así que por un lado
bien, porque no se me hizo gangrena ni tuvieron que amputarme nada, y por otro lado mal,
porque seguro me va a volver a pasar, si la herida no se cierra no se va a curar. No sé si
sabés lo que es el pie de trinchera. Acá hace mucho frío, hay mucho viento, y las trincheras
en las que estamos nosotros se llenan de agua, y por eso siempre andamos con los pies
mojados. Y si estás así mucho tiempo, los pies se te hinchan, te duelen y se te hacen unas
ampollas que después se explotan y te hacen doler más. Yo la saqué barata porque no se me
hizo ampolla, pero un compañero mío se tuvo que volver porque no podía caminar y
andaba casi de rodillas. Encima no tenemos ropa, andamos usando lo mismo desde que
arrancó mayo. El chico de Mendoza me contó que estaban por hacer una colecta en la tele,
una maratón o algo así, que iba a estar Cacho Fontana, la Pinky y otros famosos, para juntar
cosas para nosotros. Pero acá no llegó nada, ni siquiera cartas nos están llegando, solamente
telegramas cortitos que no nos dicen nada. ¿Vos sabés cómo estuvo? ¿Se hizo al final?
Ojalá que sí, porque hace rato que pasamos hambre. Acá está muy dura la mano, pero hay
que seguir peleando. Bueno, no te escribo más. Esta carta me salió más larga porque la
escribí en el hospital antes de que me dieran el alta, pero ahora que me voy para San Carlos
no sé si te podré contestar. Vos escribime igual, que mientras hago la guardia te leo, así se
me pasa el tiempo más rápido. Espero que te llegue mi respuesta y que me puedas volver a
escribir. Saludos para todos tus compañeros y para vos también. Soy un soldado argentino’
(…) Hasta mañana, chicos

Suena el CEMC Nº135. Varias hojas arrancadas, arrugadas, hechas un bollo


desperdigadas en el piso y sobre el escritorio. La directora está sentada en la silla,
ensimismada en la escritura de una carta. Pegada con cinta sobre el pizarrón, hay una
imagen del Papa Juan Pablo II que dice ‘Juan Pablo II, te quiere todo el mundo’,
claramente confeccionada por los alumnos. Es ‘Lunes 7 de junio’

No te quiero preocupar, pero este debe ser el quincuagésimo intento de carta de hoy. Y ayer
hubo otros cincuenta, y anteayer otros cincuenta más, y así todos los días desde hace dos
semanas. Pero este va a ser distinto, va a ser más frío, artificial, porque tengo los dedos tan
duros de tratar de escribirte que al final tuve que recurrir a la máquina. Es que hoy sucumbí,
acepté mi derrota y acá me ves, a la que siempre creyó que este tipo de cartas tenían que
salir del puño y la letra propios, machacando la Remington de la escuela. Porque estoy tan
cansada, hijo, tan cansada de pensar, de pensar y no saber, de cada día que pasa entender
menos a quién le escribo: si a vos, que seguís estando; si a vos, que dejaste de estar; o si a
mí misma, que todavía no se decide (…) No

Saca la hoja del rodillo, la hace un bollo, la tira y coloca una nueva

Quincuagésimo primero. Me está costando pensarte, pensarte como te pensaba antes, como
te pensé toda la vida. Porque esa duda permanente, ese no saber constante que me rompe la
cabeza y me taladra los oídos, también me está dejando ciega, ciega de vos, sorda de vos,
loca de vos, arrancándote de todos los sentidos. Y aunque me desviva por sacarte de ahí, de
ese limbo existencial en el que a veces te pone la desesperación, te estoy sintiendo cada vez
menos. A pesar de que le huí, que le escapé, que después me le planté y que lo enfrenté,
que me convencí por un rato y que me volví a caer, al final le gané; siempre le gané a ese
pensamiento. Pero hoy no. Hoy ya no. Hoy es diferente. Y me cuesta horrores que no lo sea
(…)

Otra vez saca la hoja, la hace un bollo, la tira piso y coloca una nueva
Quincuagésimo segundo. Te voy a confesar algo. Yo nunca fui de rezar, ni de pedir, mucho
menos de ir a la iglesia, vos lo sabés. Pero un día, cuando recién empezó todo, hablé con las
chicas sobre la fe, en la primera reunión que tuvimos. Y no fue nada preparado, surgió
espontáneamente; se dio el momento, la circunstancia, y el tema en cuestión salió, me salió.
Cosa rara en mí, que jamás fui muy creyente, pero al verlas así, con esas caritas de nena
que me miraban como perdidas, como buscando el rumbo, sin saber qué hacer o qué decir
para entender lo que estaba pasando, yo seguí, hice de cuenta que sí creía y seguí; tuve que
seguir, porque dos o tres normas de convivencia no les iban a alcanzar para aguantar la que
se venía. Necesitaban otra cosa, cualquier cosa de la que pudieran agarrarse cuando les
temblara el piso, cualquier cosa que amortiguara el choque con la realidad, cualquier cosa
que estuviera más allá, que fuera superadora de este calvario. Por eso les pedí que se
unieran, que a pesar de las diferencias esperaran un milagro juntas, mientras yo me
mantenía estoica, imperturbable, por ellas, por los alumnos y por nuestra escuela; fuerte,
siempre fuerte, esperando una respuesta terrenal. Pero a medida que pasaron los días me di
cuenta que a cada instante, a cada segundo de cada minuto y a cada minuto de todas las
horas y horas que pasé pensándote, esa posibilidad se alejaba, y un milagro empezaba a
convertirse en la única esperanza posible. Y a esa directora que proyectaba una imagen tan
segura, tan confiada, de poder con todo todo el tiempo, no le quedó otra más que obligarse
a creer, como creían sus maestras, porque ahora ella también parecía una nena buscando el
rumbo, y la fe dejó de ser su último recurso y pasó a ser el primero, el único, al que
cualquier persona, incluso ella, se hubiera aferrado. Me encomendé a un poder superior, a
algo más grande que yo, más grande que vos, más grande que toda esta locura, que fuera
capaz, de alguna manera, de hacer que volvieras, de obligar a los que te llevaron a traerte de
vuelta. Pero parece que la cosa no funciona así. Por lo menos acá, en Argentina. Quizá la
justicia divina sólo rija en lo divino, y en lo terrenal se apliquen otras leyes, con otro tipo de
justicia, que yo no puedo comprender. Por eso ya no creo en nada, ni en lo divino ni
terrenal, ni tampoco en su justicia, y me dedico, pura y exclusivamente, a esperar la paz, mi
paz, a que llegue de una vez, y poder apaciguarme esta guerra interna. Porque sí, hay una
guerra interna, muy de uno, que no se anda mostrando. Una guerra silenciosa, de la que no
se entera nadie, tan violenta y tan dañina como la que hay afuera, que se repite todas las
mañanas cuando salís al patio a hacer el verso de la gloria, de la patria y la nación, y te
excusás diciendo que acatás órdenes de arriba, que respetás la bajada para que la escuela no
se caiga a pedazos, ¿y vos? ¿vos cómo hacés para no caerte a pedazos?; o cuando tenés que
explicarle a un chico cómo esconderse abajo del banco para que no lo vuele un misil, ¿y
vos?¿vos a dónde te escondés?; o cuando escuchás a la mamá de Oscarcito llorando por su
hijo que está en Malvinas, por Oscarcito y también por ella, ¿y vos? ¿vos por quién llorás?;
o cuando un soldado que podría ser tu hijo dice que tiene frío, que tiene hambre, que le
prometieron ropa, comida, y lo único que le han dado fueron heridas, ¿y vos?¿a vos qué
heridas te dieron?¿qué heridas te dieron, carajo?

La máquina de escribir sale volando

¡Esto es la guerra!

Lo mismo ocurre con el teléfono, con la radio, con la placa que dice ‘directora’…

¡Esto es la guerra!

…con la urna, con la sirena de mano…

¡Y esto también!

…con el álbum, con las figuritas…

¡La guerra soy yo!

…y con las maquetas de 1º, 2º y 3º

¡La guerra que nadie ve, que nadie escucha, que nadie siente! ¡La guerra del después que
nunca tuvo que haber sido, y que va a volver a ser cuando algún hijo de puta se quiera
olvidar de mí!

Ahora vuela el atril y, con él, el pizarrón…

¡De esta guerra no se olvidan!

…y también el cuadro de Sarmiento junto a las cartulinas de las islas


¡De mi guerra nadie se olvida!

La directora se sube al escritorio…

¡Aunque el fusil sea mudo…

…arranca una de las guirnaldas de papel crepe…

…la trinchera invisible…

…luego la otra…

…y el batallón fantasma, acá se sigue peleando, y se va a seguir peleando hasta el último


día de la memoria!

…y, finalmente, las dos guirnaldas de globos

¡Por mi patria, por mi única patria, por toda la patria que conocí en esta vida! ¡Porque mi
guerra sos vos, hijo, mi guerra siempre vas a ser vos!

De repente, uno de los tacos de sus zapatos se rompe. La directora lanza un grito y cae
aparatosamente sobre el escritorio, reventando varios globos y haciendo volar por el aire
algunos otros, y lo mismo ocurre con las guirnaldas de crepe, cuyos fragmentos se
dispersan por el suelo. Sus piernas, sus brazos y parte de su cabeza están completamente
cubiertas de celeste y blanco, semienterradas en látex y papel. Mientras recupera la
consciencia, se transmite parte del CEMC Nº166. Cuando logra incorporarse, observa
brevemente la escena, que está destrozada. Luego, camina hasta el mástil, arría la bandera
algunos centímetros y abre el cajón del escritorio. Saca un ovillo de lana y un tejido que no
tiene forma de nada, se los coloca en el bolsillo de su guardapolvo y se va.
Notas

i
El 25 de mayo de 1982 en realidad no fue lunes, sino martes, pero a los efectos de mantener la continuidad
de los días lunes en las escenas, decidí modificar esa fecha.
ii
Similar al caso anterior, la icónica tapa de la revista Gente no se imprimió el 25 de mayo, sino el 27 de
mayo.

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