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LITURGIA OFICIAL DE LA EUCARISTÍA

BEATA MADRE MARÍA ENCARNACIÓ ROSAL


27 de Octubre

Antífona de entrada:
Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría (Salmo 67,4).

Oración:
Señor, Tú que concediste a la Beata
Madre María Encarnación Rosal,
la gracia de imitar con fidelidad
a Cristo pobre y humilde, en el misterio de Belén,
concédenos también a nosotros,
por su intercesión,
la gracia de vivir nuestra vocación,
para que así podamos seguir fielmente
a Jesucristo, tu Hijo que vive y reina
por los siglos de los siglos. Amén.

Primera Lectura: 1a Corintios 13, 1-8


Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, y me faltara el
amor, no sería más que bronce que resuena y campana que toca. Si yo tuviera el don
de profecías, conociendo cosas secretas con toda clase de conocimientos, y tuviera
tanta fe como para trasladar los montes, pero me falta el amor, nada soy. Si reparto
todo lo que poseo a los pobres y si entrego hasta mi propio cuerpo para ser quemado,
pero sin tener amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, servicial, y sin envidia. No quiere aparentar no se hace el
importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar
por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y
siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo; todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor nunca pasará.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: (del Salmo 97)

R/ El Señor es compasivo y misericordioso


Canten al Señor un canto nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra y su santo brazo
le han dado la victoria.
R/ El Señor es compasivo y misericordioso

El Señor da a conocer su victoria,


revela a las naciones su justicia;
se acordó de su lealtad y su fidelidad
para con la casa de Israel.
R/ El Señor es compasivo y misericordioso

La tierra entera ha contemplado


la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones
aclamen con júbilo al Señor.
R/ El Señor es compasivo y misericordioso

Aplaudan los ríos, aclamen los montes


al Señor, que ya llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
R/ El Señor es compasivo y misericordioso

Aclamación del Evangelio:


Aleluya, Aleluya
Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor. Pero el mayor de los tres es el amor (Ia
Cor. 13,13).
Evangelio: Mt. 11, 25-30
Por aquel tiempo exclamó Jesús: Padre, Señor del cielo y de la tierra, yo te
alabo porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y prudentes y se las has
revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te pareció bien.
Mi Padre puso todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Padre sino el Hijo y
aquellos a quienes el Hijo quiere dárselo a conocer.
Vengan a mí los que se sienten rendidos y agobiados porque yo les aliviaré.
Carguen con mi yugo y aprendan de mí que soy paciente de corazón y humilde, y sus
almas encontrarán alivio. Pues mi yugo es bueno, y mi carga ligera.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas:


Dios misericordioso,
que en la Beata Madre María Encarnación
has querido destruir el hombre viejo
y crear en ella un hombre nuevo a tu imagen,
concédenos por sus méritos,
ser renovados por ti, como ella lo fue,
para que podamos ofrecerte un sacrificio que te
sea agradable.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Prefacio:
En verdad es justo y necesario que te alaben,
Señor, tus criaturas del cielo y de la tierra,
y, al recordar a la
Beata Madre María Encarnación,
que por el Reino de los cielos se consagró a Cristo,
celebremos la grandeza de tu amor.
En los santos, el hombre recobra
la santidad primera que de ti había recibido,
y le gusta ya en la tierra
los bienes reservados para el cielo.
Por eso, con todos los ángeles y los santos, te alabamos, proclamando sin cesar: Santo...

Antífona de comunión:
Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán la paz (Mtll,29).

Oración después de la comunión:


Te rogamos, Señor, que nosotros, tus hijos,
fortalecidos por este sacramento,
aprendamos a buscarte sobre todas las cosas
a ejemplo de la Beata Madre María Encarnación,
y a ser nosotros, mientras vivamos en este mundo,
imagen del hombre nuevo.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Su fiesta litúrgica, 27 de octubre, fue señalada por Su Santidad Juan Pablo II,
el día de su beatificación.

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